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HISTORIA
Desde hace miles de años los asiáticos recomendaban el consumo de brotes para lograr vivir más de 100 años. Y no se trataba de vivir muchos
años sino de hacerlo con calidad y libre de enfermedades.
La primera farmacopea china del Siglo II ya menciona la soja germinada.
El neideh, pan egipcio hecho con trigo germinado y cocido, con harina añadida, es mencionado por un médico de Bagdad en el 1200.
Durante sus largos viajes, la tripulación del capitán Cook se protegió o curó del escorbuto con un famoso «cóctel»: una parte de cebada
germinada, tres de agua hirviendo, y miel.
Los cereales germinados constituyen el grueso de la dieta de los hunzas, un pueblo del norte de Pakistán famoso por su buena salud y
longevidad.
Estos purísimos nutrientes favorecen los procesos de desintoxicación y depuración, fortalecen el sistema inmunitario, combaten la acción de los
radicales libres, estimulan la secreción del páncreas, facilitan la digestión al activar los procesos de regeneración y desinflamación del aparato
digestivo y de todo el organismo en general, mejoran el funcionamiento intestinal y fortalecen la flora intestinal, reducen las cifras de colesterol y
son grandes colaboradores del metabolismo por su acción reconstituyente.
Contribuyen a mantener la elasticidad de las arterias y la vitalidad del sistema glandular. Retrasan el envejecimiento pues sus componentes
permiten a las células del cuerpo, incluidas las del cerebro, mantenerse jóvenes y vitales durante mucho más tiempo.
Los germinados, especialmente de legumbres, aportan al organismo proteínas completas, transformadas posteriormente en los ocho
aminoácidos esenciales.
La vitamina C es una de las sustancias de mayor incremento por efecto de la germinación. Los brotes de lentejas, garbanzos y judías son
excelentes fuentes de esta vitamina.
Los germinados de guisantes también aportan buenas cantidades de beta carotenos, esenciales para el crecimiento, el desarrollo, la buena vista
y el aparato reproductor.
La tiamina o vitamina B1, la riboflavina o vitamina B2 y la niacina o vitamina B3, son abundantes en los germinados de ajonjolí o sésamo.
Contribuyen al buen funcionamiento del sistema nervioso, nutren el cerebro y proporcionan abundante calcio.
Contienen hierro en cantidades importantes los brotes lentejas, entre otros más.
La clorofila de los germinados se absorbe directamente por la sangre. Activa el metabolismo de las células. Mejora sus defensas y su resistencia
a diversas agresiones así como tiene buena capacidad regeneradora celular a través de su respiración. Potencializa los procesos naturales de
curación, purifica la sangre, combate las infecciones y equilibra la relación ácido-base del organismo.
Los germinados pueden ser empleados en dietas de adelgazamiento, pues todos ellos contienen muy bajo aporte calórico.