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Capitulo dos: “El Investigador: ¿Aprender o más bien Aprender a Buscar

Respuestas?

De las características más sobresalientes que tiene el ser humano, se destaca


siempre la de ser una persona investigativa. Desde niños tenemos ese impulso
sano de querer saber más cosas y buscar respuestas: ¿el porqué de lo que
vemos?, sin embargo, como menciona este capítulo, tristemente esta parte
inquisitiva se ve frenada, cuando desde niños nuestros padres nos llevan a la
escuela y empezamos a regirnos por ciertas normas, con el fin de avanzar de
grados y sin querer reprimimos, el deseo de querer ahondar más por las cosas que
nos rodean se va perdiendo. Considero que no necesariamente los planteles
educativos lo hacen a propósito, pues su objetivo primordial es el de brindar una
enseñanza básica y practica de conocimientos esenciales para nuestro buen
desarrollo, pero lastimosamente al querer hacer que desde muy pequeños nos
tengamos que amoldar a ese estilo educativo, el resultado se va viendo a largo
plazo. Cuando el autor llega a este punto, es interesante que no se centra, solo en
hablar de la perdida de esa cualidad investigativa, sino que menciona como los
planteles educativos podrían pensar un poco más en hacer recuperación de lo
perdido con base en nuevas estructuras educativas, a través también de
formularnos preguntas, de cómo volver a ese punto de partida que olvidamos en
un principio. Con el fin de unir al investigador con la investigación, se mencionan
tres ingredientes fundamentales que añaden a esa búsqueda un norte por el cual
dirigirse, como los son: El deseo personal de saber y saber para hacer, la
presencia de un mentor y un ambiente de creatividad. A mi concepto, interesante,
ya que si no hay motivación, guía y buenas herramientas, lastimosamente nos
veremos ante obstáculos difíciles de superar. Me gusta la frase “reaprendiendo el
arte y el oficio de investigador”, me pone a pensar en que no es un esfuerzo en
vano, el de querer ser una persona investigativa, puesto que en su momento lo
fuimos. Ahora lo que queda es buscar en nuestro interior y dejar salir esa faceta,
haciendo que sea no solo un recuerdo más, sino una vivencia tanto presente como
futura. Esa búsqueda puede ser frustrante en su momento, y esto lo explica muy
bien el autor cuando pone el ejemplo del saber dibujar. Cuando somos pequeños
nuestros trazos no son los mejores y esto se debe a que estamos en un proceso
de aprendizaje, por eso, si deliberadamente nos detenemos, no podremos avanzar
y nos quedaremos justamente donde paramos, por eso al retomar este arte,
nuestros dibujos serán muy parecidos a los que hacíamos antes, la explicación, no
cultivamos el arte, por eso empezaremos donde nos quedamos en el pasado, y así
ocurre con todo proceso investigativo al que nos enfrentemos, por eso está muy a
lugar esta ilustración. Ahora es cuando entra en el escenario otros organismos que
causan el bloqueo investigativo, como los son ideas familiares y religiosas,
condicionando nuestra facultad de pensar por sí mismos y la necesidad
investigativa, por amoldarnos a patrones ya establecidos con anterioridad sin
oportunidad de poder analizar si es lo mejor para nosotros. Por ello resulta muy a
lugar la idea de volvernos personas filosóficas, pero no por adoptar los criterios de
otras personas, sino más bien, por tener esa faceta hambrienta de respuestas que
ayude a potenciar nuestra curiosidad y la búsqueda de respuestas. Podemos
hacer nuestra la frase de “aprender, desaprender y reaprender”, ya que de esa
manera no dejaremos de lado la importancia de la investigación, sino que
constantemente estaremos desarrollando nuevas ideas.

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