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MOHAMMED ABED AL-YABRI
CRÍTICA
DE LA RAZÓN ÁRABE
NUEVAVISIÓN SOBRE EL LEGADO
FILOSÓFI CO ANDALUSÍ.
Traducción y presentación ·
AHMED MAHFOUD
Prefacio
PEDRO MARTfNEZ MONTÁVEZ
Icaria � Antrazyt
MEDITERRÁNEO
anscribimos de este modo el nombre de ai-Yabri para aju�tar la pronunciación árabe
alfabeto español, aunque conviene adverrir que el nombre de esrc pensador marroqu(
ele rraruliterarse en caracteres lacinos como al-Jabri, y as( aparece en sus publicaciones
epertorios bibliográficos. ·
Introducción
Sólo forjaremos nuestra modernidad replanteando
nuestra tradición (turiit) 37
PRIME RA PARTE
UN DAME NTOS DE UNA NUEVA LECTURA
DEL LEGA DO CULTURAL
.· .
.· Separar el objeto-leído del sujeto-lector: el problema de la
.
. . objetividad 61
R�i:uper�Ción del ob)eto�l�ído por el sujeto-lector: el
problema de la contiimidad 66
: > -Elemer1tos de una visión, principios de
uná lectura 70 ·
El resurgimiento andalusí 99
Las causas 99
La autoridad de los doctores de la Ley en los dominios del
saber y de la enseñanza 103 ·
Los fundamentos epistemológicos del
pensamiento teórico en al-Ándalus 108
El f:ahirismo17 de lbn I:Iazm:.visión crítica y método
(<demostrativo» 11 O
·El racionalismo averroísta y la reorganización de la
· relación rdigión-ftlosof.ía 119
AS-Satibr y las proposiciones generales (kulliyat) de la Ley
revelada (sari'a) 142 ·
Conclusión
La alternativa será averroísta 151
7
·,
- : _" .
: . �. ·. . ..
"r••rr·>.,., presentación que de la personalidad intelectual y de la
Mohammed Abed al-Yabri hace Ahmed Mahfoud, y que
orientadora y provechosa para el lector, me exime de
en estas consideraciones, y me permite a cambio referir
otros aspectos y pormenores directamente relacionados con
de la aparición de este volumen, que me parecen taro
ilustrativos e importantes. De no ser suscitados, además, po
pasar inadvertidos para el lector, y sería una lástima. Dicho
mayor propiedad y precisión: seguiría siendo una lástima. Por-
·
9
r aquí por acicates y tentaciones de esa especie. Me basta con la
mprobación reiterada del hecho y su correspondiente denuncia.
Si de la extensa y muy diversificada realidad cultural árabe se
ata, el desconocimiento resulta todavía mayor, cuantitativa y
alitativamente considerado, manteniéndose así y prolongándose
na situación de recalcitrante indiferencia, de ausencia de inquie�
des, de sensibilidades y de ideas -o al menos de fuerte menos
bo y actuación de las mismas- que resulta doblemente grave
o solamente en sí misma, como hecho claramente negativo por
aturaleza, sino también por sus inevitables consecuencias y re�
rcusiones, al dificultar grandemente el establecimiento y actua�
ón de los necesarios caminos y mecanismos de comunicación y
álogo auténticos, eficaces, sólidos y duraderos -que nada tiene
ue ver con tanta superchería opqrtunista, tópi�a y de relumbrón
que con suma frecuencia los paraliza e imposibilita finalmente.
n d conocimiento y el respeto mutuos no se puede levantar nin
una estructura de entendimiento, de comprensión y de correcta
loración.
Vuelvo a decir que esta situación general de desinterés y negli
ncia va corrigiéndose y enderezándose de algún modo, aunque
a todavía de manera claramente insuficiente, imprecisa y lenta.
ay algún terreno de la actividad cultural en donde así cabe ob
rvarlo: la literatura, por ejemplo, o al menos en algunos de sus
ctores y géneros. La concesión del premio Nobel al novelista ·egip
o Naguib Mahfouz, el año 1988, fue sin duda un reconocimiento
niversal muy tardío de la calidad, importancia y significado de
literatura árabe cóntemporáriea, y sigue siendo extraordinaria
ente cicatero, pero sirvió al · rrienos para que creciera apreciable
ente el número de traducciones de textos narrativos -especial
ente- y se ampliara la nómina de escritores árabes actuales en
ance de inuoducción en los rriedios europeos occidentales. Es
vidente que, eri bastantes casos y ejemplos, se trata de una aCti
dad poco rigurosa y acertada, escasamente representativa y
flectora de la realidad literariá árabe actual, claramente oportu
sta y mediatizada, pero ha corttribuido indudablemente a que
era apuntando la imagen y la idea de que el mundo árabe ac�
al no es un vacío literario total. Con el pensamiento no pasa
ada parecido, seguimos enconúándbrios en la negativa situación
0
ese mundo es un total vacío intelectual, un hondísimo y
negro mental, carece por completo de actividad y
ma.nu.c;;"'-d'-''vu pens'i:mtes. Estoy convencido de que la publicación
este volumen podrá empezar a disipar esta tiniebla, contribuir
que vaya produciéndose, aunque sea segy.ramente también de la
manera insuficiente, lenta e imprecisa, la imagen y la idea
a las que apuntan en el territorio propiamente litera
es, por consiguiente, uno de sus méritos, de sus valores y
!u<;u""'""' y de sus objetivos.
El mundo árabe no vive precisamente, desde hace ya bastante
tiempo, épocas de bonanza, de tranquilidad, de esplendor y de cer
tidumbre. Por el contrario, está sometido a fortísimas y tremen
das tensiones, espasmos y desequilibrios, que son además clara y
eminentemente estructurales, de fondo, y no tienen nada de pasa-
j �ro y circunstancial. Está inmerso en una larga y profunda crisis
global, por entero, que abarca lo físico y lo metafísico; lo mate
.
rial, lo anímico y lo espiritual; va desde la identidad hasta la sub-
. sistencia. Es, por todo ello, una crisis eminentemente cultural. En
épocas de tal condición, tan socavadas y corroídas, la tarea inte
lectual ha de ser esencialmente crítica, si pretende ser de algún
modo positiva y regeneradora, o aunque formalmente se mani
fieste, no existe en realidad. Quiero decir que el pensamiento ára
be contemporáneo o es crítico, conscientemente crítico, irrenun
ciablemente crítico, o no es nada, a lo más una zalema trivial e
impertinente. No es que las expresiones de pensamiento auténti
camente crítico en el panorama árabe actual abunden y prolife
ren, pero indudablemente existen, y en número no tan escaso como
algunos piensan ni de propósito tan reducido y discreto como otros
afirman. Suele ocurrir que la producción intelectual árabe actual
sigue siendo bastante deficientemente conocida, sólo, cuando más,
localmente conocida, y ello es causa de lo parcial de los análisis y
las valoraciones. No entro en este terreno de debate, simplemente
lo apunto: Lo que está fuera de toda duda es que Mohammed Abed
al-Yabri constituye una de las cimas de ese pensamiento crítico ára
be contemporáneo que a pesar de tantas dificultades, y en medio
de tantas acechanzas y riesgos, va cristalizando y situándose. En
haber sabido distinguirlo y reflejarlo radica uno de los principales
méritos de esta publicación, se impone como aportación singular-
11
nte oportuna y beneficiosa. Seguir manteniéndose en la idea de
el mundo árabe de nuestro tiempo es un absoluto vacío inte
ual constituye un error, una obstinación o una ignorancia.
izá, las tres cosas a la vez.
Permítaseme que, en este punto, haga breve mención de algo
puede parecer sólo incidental, pero no lo e$: el claro y cre
nte interés que parte aún reducida, pero sumamente sensibili
a y representativa del arabismo español, viene· manifestando
ia ese quehacer intelectuaJ y de pensamiento en el mundo ára
actual. Es cierto que se trata de una corriente investigadora y
tural que se encuentra aún en su fase inicial de desarrollo, y es
mbién evidente que se enfrenta a su vez a grandes dificultades,
carece prácticamente de estímulos y de apoyos �hasta de com
nsión-, pero es también indud�ble que va consolidándose pro
sivamente y que, cara al porvenir de los estudios árabes e
micos en España, se perfila como una de las opciones y de los
afíos más sugerentes e innovadores. Miguel Cruz Hernández,
ejemplo, reconocido especialista en temas de pensamiento árabe
lámico clásico, de indiscutible y bien ganado prestigio interna
nal, ha ampliado significativamente el campo de sus estudios a
ocas poster:iores, hasta la actualidad. En la obra de Carmen Ruiz
vo-Villasante la dedicaciÓn a estas cuestiones va marcándose de
ma progresivamente más enjundiosa y entitiva, y es posiblemente
en; dentro del actual arabismo español, mejor conoce la figura
a obl'a de Mohammed Abed al-Yabri en concreto. Yo mismo he
dicado a este pensador, y a álgunos otros intelectuales árabes ac
les que están también en la línea de la reflexión crítica, diver
escritos. No faltan los a:rabistas de generaciones posteriores que
nifiestan inquietudes similares;· rto menciono nombres porque .
parece inoporgmo. Tienen posiblemente la percepción y el pro
itá comunes de interpretar y presentar la realidad árabe con
mporánea como algo más que un· sirriple amasijo o retahíla de
os, fechas, nombres, cifras, rayas y estadísticas; confían tam
n en el peso y valor de las ideas, y de las ideologías. Los indivi
os, las sociedades, actúan y se comportan, están y son, también
o su influjo.
No hay un espacio en el que no se dé, individual y colectiva
nte, una actividad pensadora. Creer y mantener lo contrario es,
sencillamente, una modalidad de racismo. En el espacio árabe, por
consiguiente, se da también esta actividad. Mohammed Abed al
Yabri es sin duda una figura particularmente representativa y des
collante de la misma. Pero al-Yabri está muy lejos de ser un estric
to teórico, un intelectual encapsulado en la tarea reflexiva, a ella
circunscrito, aislado en la torre de marfil del ejercicio mental. Muy
al contrario: al-Yabri es un pensador, un escritor social y mediático
de primera categoría, un intelectual conscientemente comprome
tido. Hay partes del mundo actual en donde el elemento ético está
devaluado, desprestigiado, en entredicho, sometido a un proceso
de encogimiento y de ridiculización, no es ya principal pieza y
motivo de las relaciones humanas; su éxito y su prestigio; en abun
dantes ocasiones, paradójicamente, se acrecientan. En otras partes
del mundo, sin embargo, el intelectual es plenamente consciente
de que no puede hacer dejación de la ética, porque ésta sigue siendo
. ingrediente sustancial e inseparable de su obra, de su ejemplo, de
su testimonio. Pensar, para él, no es sólo una actividad teórica y
privada, sino también y -no en pocas ocasiones preferentemen
te- una exigencia práctica y pública. Ese intelectual es plenamente
consciente de que es precisamente su condición humana la que le
impone el cumplimiento irrenunciable de una función que con
tribuya a la transformación positiva, al perfeccionamiento y al pro
greso de la sociedad a la que pertenece. Ésta es la dimensión cul
tural y mediática de la obra de este importante pensador marroquí,
Mohammed Abed al-Yabri, que no puede quedar reflejada aquí
como merece. Conviene, sin embargo, que el lector esté advertido
y lo sepa, a la espera de que pueda tener inicial acceso a la misma
en plazo breve, y de forma tan fiel, rigurosa y certera como en este
volumen se hace con la producción preferentemente académica del
profesor Abed-al-Yabri.
13
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-···· :. -
. .
15
mente las fronteras entre comunidades. En cuanto a los sistemas de
ensamiento puramente racionales, que se basan en la observación
e las leyes naturales y en una lógica teorética y no en un mensaje
ivino, como fue el caso del pensamiento griego, éstos, por la con
stencia de su argumentación y su explicación aparentemente neu
ra del Universo, acaban· . por imponerse. sobre . las demás culntras,
ero no se adoptan tal y como son, sino más bien a través de mani
ulaciones sincretistas. A partir de este �imple esquema, podemos
omprender por qué no se presentó, en el pensamiento escolástico,
a reflexión original de los pensadores musulmanes sobre el hom-.
re, la sociedad y el Universo, vinculada, entre otros, con el estudio
ermenéutico del Texto revelado, por qué las ciencias naturales (ma
emáticas, física, astronomía, medicina, etc.) araboislámicas, con sus .
eferencias greco-romanas, se difundieron tan ampliamente en el ·
mundo latino, y por qué las ideas puramente racionales de filósofos
musulmanes tales como al-Farabi, Avicena, Avempace y Averroes,
eguidores de la· concepción aristotélica del mundo, se presentaron
n las obras de los pensadores escolásticos, en particular Santo To
mas de Aquino y San Alberto Magno, bajo la forma de elementos
onceptuales profusamente utilizados para tratar cuestiones metafí
icas, lógicas, etc;, pero cuando se trató de adoptar las tesis relativas
la problemática principal del pensamiento medieval, a saber la de
a conciliación entre fe y razón; en torno a la cual dichos filósofos
labóraróh. las más sofisticadas teorías, se hizo. con demasiado sin
n!tisrrto omitiendo, muy a menudo conscientemente, las referen
das utilizadas. Si el filósofo musulmán cordobés Averroes (1126-
1198); reconocido en el medioevo latino como el comentador por
X.celencia de Aristóteles, se hizo tan famoso que inspiró la creación
e la célebre escuela de pensamiento llamada el averroísmo latino,
epresentada: esencialmente por el averroísta Siger de Bravante, fue
porque sus obras, con las que culminó el racionalismo medieval, ofre
ían la materia y la interpretación inás auténticas y sistemáticas del .
pensamiento peripatético, concebido como la explicación racional
del Universo más consistente y como el único recurso para los que
spiraban a rebasar los obstáculos teóricos, y también políticos, im
puestos por el poder eclesiástico.
Ahora bien, �a qué nos referimos exactamente al decir que, pese .
tod� eso, la visión del mundo concebida por los pensadores mu-
6 .
sulmanes estuv o ausente de la recepción occidental de dichos pen
sadores? R ecordemos en primer lugar que las ciencias propiament e
islámicas, la ciencia del Derecho sobre todo, ha n sido, a lo ·la rgo
de muchos siglos, objeto de un trabajo intelectual inmenso y de
una hond a reflexión continuamente reexaminada. La activ idad her
m enéutica en torno a estas ciencias - cuyo objeto principal es el
T exto rev elado- se habí a fundado en una lógica inductiva y ex pe
rimentaJ. Los pensadores musulmanes elaboraron esta.lógica en to
. dos los dominios del saber, de tal modo que la conv irtieron en una
herramienta epistemológica capaz de operar en todas las ciencias
que tienen por objeto los particulares, transformándola incluso en
el método que debí a establecer y controlar los universales de la ló
gica griega deductiv a. En el seno de esta activ idad hermenéutica se
estableció en el pensamiento árabe-islámico una v isión de las cosas
· que consistía en principios tales como la concepción concretista del
conocimiento, la fundación de l a v erdad en el principio de interac- ·
ción entre la razón y su objeto, la idea y la cosa, lo univ ersal y lo
particular, el yo y el otro (como diríamos hoy), · el int erés general,
el recurso al consenso en los contextos científicos o éticos despro
v istos de fundamentos argumentativ os, la consideración de la
intencionalidad en el acto y el discurso, etc.
Esta concepción del mun do es la que encontramos, explí cita o
implícitamente, en la obr a del fi lósofo cordobés Averrci es, tanto
en sus escritos religiosos, jurf dicos y morales, como en sus comen
. tarios filosóficos. Más aún, Av erroes es, a nuestro parecer, quién
estructuró y sistematiz ó dicha concepción, fundamentándola en la
razón univ ersal, por lo que h emos de considerarlo como su v erda
dero autor.
Pe nsamos además, po r razones que sería demasiado pro lij o ex
poner aquí , que el av er roísmo latino, inspirador del R enacimien
to y de l a · M odern idad, erró en c ierta medida en la adopción del
espíritu ·av erroí sta. en lo que tiene de no griego. En. este sentido, si
entendemos que la modernidad europea parece conv enirse con el
raciona lismo formal de Av erroes, hay que de cir que, en el fondo,
la tendencia platónica hegemoniz ante y de afán «planetario» de
dicha modern idad v a en contra del espí ritu av erroísta. Pero éste
no es sólo el caso del av erroísmo latino. El mundo árabe-islámico
tampoco supo per cibir dicho espír i tu, o, más bien, no supo apli-
17
ado a su análisis crítico de la realidad. Es, incluso, en este mun
o donde conoció sus primeros enterradores, au,nque pervive en
historia de la Humanidad como potencialidad, como visión del
mundo susceptible de renacer en cada momento. Participando en
vivo debate que desarrollan actualmente los filósofos fundado- -·•
es de la «ética de la discusión», nos vemos tentados a decir que .
os principios teóricos del consensualismo intercultural mundial
ropuesto por dichos filósofos resucitan el espíritu averroísta sin
ener plena consciencia de ello.
Pero la civilización occidental no se vertebra tampoco sobre ·
stos principios. Su visión es la del «hombre especular», para quien
as cosas son sólo manifestaciones, o _incluso simulacros, de ideas
erdaderas en sí, universales, que existen apriorísticamente en su
ura razón y lo instituyen como, Individuo a la vei receptor y ar
fice de su yo. Dicha razón no es sino la Idea platónica y el cogito
artesiano convertidos en un. «yo» histórico considerado desde el
glo XIX como el heredero de un espíritu que alcanzó en la mo
ernidad su plenitud absoluta a través de un proceso fenomenoló
ico, que abarca desde los griegos hasta la Alemania prusiana. Todo
sto se resume en la Weltanschauung europea elaborada por el gran
lósofo alemán Heg�l, el · autor todavía no superado por la con
iencia occidental, según el cual dicha conciencia conoció un pe-
odo de esplendor en la época griega, seguido de un período de
ecadencia a lo largo de toda la Edad Media, definida como era
e las tinieblas, al que siguió un momento de síntesis positivo, la
lemania real de su época, en la que el espíritu grecoeuropeo lle
Ó a· ser una idea absoluta, consciente de sí misma, convirtiendo
el yó en solio del saber, maestro y juez del Universo.
En este punto se originará el segundo momento de la recep
ión· del pensamiento· arabo islámico en Occidente, representado
n-particular por los orientalistas, entre los cuales figura el famo
o E. Renan, para quien la filosofía islámica no era más que una
mera transmisión de la ftlosofía griega en lengua árabe. Está cla
o que esta concepción se inscribe, de una u otra manera, e-n el
uicio vertido por Hegel sobre la Edad Media, y no cabe duda de ·
ue dicho juicio es el que ha condicionado la recepción del pen
amiento islámico medieval en el Occidente moderno hasta el
unto de qtie la origirialidad y la moddrnidad de dicho pensamien-
8
. • to y, po r ende, su visión del mundo , ha n perma necido relegadas
·
al olvido en la co nciencia mo derna . Esta situa ción se explica su
•·· ficientemente si a na liza mo s la visión que so bre el isla m se ha di
fundido desde ha ce más de. un siglo en Occidente a tra vés de tres
· discurso s funda mentales: un discurso esta ta l en el que la s estra
del poder y de lo s intereses económicos co ndu cen a pro
so bre e l mundo ára be-islámico la imagen que sirve de ins
uu''-'"v ideol ógico para influir po sitiva o nega tiva mente, según
circunsta ncias, en la opinión interna cio na l; un segundo dis
mediático pseudo cultural, ela borado princ ipa lmente po r pe
ta s e investiga do res dileta ntes, en el que se expo nen da to s y
superficia les destina do s a una po bla ción de la cua l se es-
que a sienta el discurso esta ta l; y un tercer discurso a ca dé
co nsiste en a nálisis filológico s, a parentemente neutros,
.c«UL•"-U'J� po r a ra bistas especia lizados, lla ma do s o rientalistas, cuya
·
19
mo mento d e superación global d e las co ncepcio nes y experiencias
q ue han dejado d e respo nd er a las exigencias d e la razón. En o tro s
término s, es tod a la activid ad q ue co nsiste, en una épo ca d ada, en.
analizar y c riticar los elemento s teóricos y prácticos, tod aYÍ a efi
d entes, d e la co ncepción del mundo hered ad a, d e tal manera que
se llegue � dar nuevo s fund amento s a �os co ncepto s h ered ados o
a crear nuevo s co ncepto s basándose en los d atos más actuales
la razón cientí fica y la raz ón ética. Dicha activid ad req uiere, ad e
más d e lo s med ios del saber cientí fico , una co nciencia riguro sa
mente edu cad a para d eshacerse d e lo s prejuicios a leato rio s y fun
d amentar su co ncepción d e las co sas en la raz ón, med iante la
argumentación, lo cua l es una co ntribución al establecimiento
gresivo d e la verdad. El proceso d e la verdad no es o tra cosa q ue el
pro ceso de aq uel los mo me ntos e, n los q ue uria intuición, o un d ato
o un fenómeno inmed iato , recibe, trá s la investigación y la argu
mentación, un fund amento racio na l, d e tal ma nera q ue se co n
vierta en una realid ad racio nal particular regid a po r una ley y sus
ceptible d e ser co ntro lad a y utiliz ad a co n precisión. Éstas so n las
co nd icio nes q ue permitirán a d icha activ idad llegar a su fin, es
d ecir, a la elabo ración d e una nueva visión del mundo, q ue consiste,
para d ecirlo de fo rma muy co ncisa, en una nueva coordinación
lógica universa l d e las rea lidades · racio na les particulares. Cuando.
se establ ece ta l co ncepción d e las cosas, riguro samente estructurad a,
S� superan; e n el plano intelectual, las infin itas tentativas d e co n
ciÍ iación a leato ria -o fotiad a- entre pasado y presente, entre lo
cien tí fico y lo do gmático , entre el yo y el o tro , etc., y se estable
cen, en el plano so cial, la transpa rencia, el o rden y la exactitud en
·
el pensar y el actuar,
. Ahora bien, e l pensamiento árab e lejo s d e elabo rar, hoy en día,
una nueva visión del mundo , persiste aún en su tentativa de co n
ciliar, co n más o. menos fo rtuna, elemento s d e la cultura y la ex
periencia eu rope as co n las del m undo árabe, co nfundiendo mu
chas veces, incluso , lo s d istintos e inco nciliables elemento s
..
histórico s qu e cara cteriz an a una m isma: cultura. Esto es aplicable
tanto a las co rrientes religio sas extremistas, q ue renuncian a la ci
vilización europea, co mo a las Co rrientes q ue la adoptan abso luta
mente, así co mo á las co rrientes mod erad as, representad as po r los
movimiento s islámico s abiertos. L a rea lid ad cotid iana árabe, polí -
20
social o individual, refleja �odavía mejor esta situación: en el
e:o1mr,ortaJn· y la mentalidad de una misma persona o sacie-
coexisten opiniones laicas con opiniones religiosas, las con-
,1.._,_1V'"�� y las posturas cambian según las circunstancias, se usan
21
abrazar la modernidad, cuestión esta última que requiere, am�mats<
de una comprensión profunda y lúcida de la modernidad, un
tudio anaHtico y critico .del legado araboislámico.
· El mundo árabe no carece de eminentes intelectuales que,
22
de agente. Al principio de esta reflexión, que pretende hacer
el renac;:imiento del pensamiento árabe, aún en el limbo
al-Yabri, nuestro pensador se pregunta: «¿qué es lo que de
-"... u.."-' en definitiva, el ejercido de la razón árabe?» Para él, son
las manifestaciones con las cuales se relaciona que el or
del sab�r apriorístico del cual procede, es decir, el modo de
uw'-•vu'"""· .�...-� teórico y los instrumentos conceptuales, í. e. los
epistemológicos de la razón árabe. Y como la con
árabe sigue estando expuesta a la acción de los remanen
·. del pasado, toda voluntad de alcanzar la Modernidad tiene que
precedida por una labor de arqueología capaz de exhumar los
101._,, �...,.u soterrados en dicha conciencia con el fin de descubrir
..
23
confusos y mal comprendidos, describiendo. su regularidad, y arti- .• • .
. .·
24
prende <<Una fe, una Ley, una lengua, una literatura,'una razón,
una mentalidad, una dependencia del pasado, una proyección ha
cia el porvenir, et�.» Esta definición conlleva, por parte de al-Yabri,
una concepción particular de la relación tradición-modernidad, me
diante la que se desmarca de las grandes corrientes del pensamiento
árabe moderno y contemporáneo. Al-Yabri descarta tanto el fun-
• damentalismó (salafiyya) que aboga por la reconstrucción del pre-
. .
lectura intracultural
impacto decisivo del pensamiento de al-Yabri en el mundo ára
as{ como su originalidad respecto a la producción intelectual
moderna, se explican por el éxito de su tesis intracultural.
tesis se funda en un método que consiste en analizar la cul-
araboislámica en el seno de su propia problemática, y en tra
sus valores y nociones dentro -y no fuera- de la experiencia
·
25
iejo ant e dichos fenómeno s. Al intent ar describir o co mprender
Ot ro , el sujeto limitado a su propio sist ema de referencia se
ena a no co mprender las implicacio nes y lo s sent ido s de las no
ones en juego , y a caet en una serie int erminable de co nt rasent i
os, co mo lo muest ran muchas t ent at iv as, pasadas y present es,
iálo go entre arabo musulmanes y euro peos.
La act it ud int racult ural de al-Yabri no implica una vu,,.....,,u... .
ubjetiva o . una act it ud de repliegue so bre sí mismo . Al ��•n ..r·�r•�
frece al H0t to )) europeo Una po sibilidad de objet iv idad
o le a cuest ionarse sus propias no rmas y a dist anciarse de ellas
egar a una adecuada comprensión del Univ erso cult ural
musulmán. Además, co nscient e de las int erdependencias cada
más est rechas exist entes en el plano planet ario , al-Yabri deja que
u perspect iv a int racult ural se proyect e al ext erio r para respo nder
las exigencias de la mo dernidaa. Po r eso le v emos po ner en
municación los lo gro s co nseguidos po r la humanidad co n expe
encias idént icas o semejantes pert enecient es al pat rimo nio
ural árabe, principalment e la racio nalidad y la demo cracia.
Co n la o riginalidad y nov edad de su pensamiento , al-Yabri se
a erigido en el iniciado r de t res nuev as y grandes concept ualiza
io nes que t ienen una influencia det erminant e en la evo lución
ensamiento árabe co nt empo ráneo:
26
Yabri descubre en el saber araboislámico tres órdenes cognosciti
que rigen y condicionan la razón árabe. Pero ¿qué es la razón
Al-Yabri la define como «el conjunto de los principios y re
de donde procede el saber en la cultura árabe». Ahora bien, es-
principios y reglas no se remontan, como tales, a la época que la
·
árabe concibe generalmente como la de sus orígenes, la
¡:ireislámica (jiihiliyya), sino a otra época, en la que fue
t-PPlaluJratzo el legado cultural (de los árabes del período preislámico
• de comienzos del islam) hasta constituirse en «tradición>), es decir,
marco referencial de la visión de los árabes sobre las cosas, <<el Uni
el hombre y la historia», que es la época denominada <<época
la Codificación>> ('<ll'r at-tadwin*), situada entre los siglos VIII y
d. C. (s. II y 111 de la Hégira). En este marco se define la con
árabe tanto en su manera de pensar su pasado como en su
ut:l•du.vuLv ulterior.
Aquí emergen los tres órdenes cognoscitivos, la «Indicación»
la «Demostración» (burhtin) y la «Iluminación)) ( 'irfon),
¡
n""' "'"'·'J""
'. y confrontándose en el ejercicio de la razón árabe
una combinación que sobrevivirá hasta nuestros días.
La «Indicación>> representa el ámbito más amplio del pensa
araboislámico. El Texto es a la vez el objeto y el regulador
ejercicio de la razón indicacional. Este campo cognoscitivo se
estructurado a través de las ciencias araboislámicas discursivas
dU<.v'-''v"'"�. la gramática (nabw), la ciencia de la Ley (fiqh), la reo
dialéctica (kalam) y la retórica (baltiga). La razón se basa, aquí,
el Texto mismo para concebir reglas con las que interpretar y
sentido a las leyes sociales, naturales, lógicas, ontológicas, etc.
conocimiento en este orden cognoscitivo consiste en fundamen
lo «desconocido» ifar', ga'ib) sobre lo «conocidm> (a[�, stihid).
ahí la práctica de la analogía, que se contenta con identificar
afinidad (Jabah) entre el objeto conocido y el objeto a cono-
ue•mm.amos así la época en la que los sabios musulmanes pusieron pot escrito
su saber transmitido: dichos proféticos (badft), rradicioncs juridicas, exégesis (tafiiJ�,
gramatical, rradíciones históricas islámicas y preislámicas.
27
.
er, y no puede, por ello, sino emitir conjeturas. Como hace
l dogma de la creación ex nihilo, la visión indicacional concibe .
mundo, el espacio y el tiempo como partículas discontinuas .tra- .
madas permanentemente por la providencia divina y, por lo tan- '
o, no hay ninguna relación necesaria entre las cosas, ninguna
alidad; todo es «contingente», «ocasional>>; el hombre no actúa si
omo paciente.
Luego, la «Iluminación» aparece como orden· concurrente
más tarde aliado- de la «Indicación». El soporte filosófico de ésta
s la teosofía hermética. La producción intelectual de las corrien- · ·
es de pensamiento sufíes, vsi'íes, ba!iníes, etc., se estructura esen- .. ·.•
ialmente por -la Iluminación. La búsqueda de la Verdad aquí no
e realiza mediante las reglas filológicas o jurídicas, sino en el «in-. i
erior)) del hombre. Puesto que .\a cultura está marcada por la In- • '
icación, e l iluminacionista recurrirá al Texto, pero con el fin de
econocer en él <<sentidos ocultos>¡, reflejos de las verdades deposi- . ..
adas en su ser, que debe :morir al mundo para retornar a su ori- >·
en. El sentido aparente (�éihir) no es sino el velo del sentido oculto
ba{in), del mismo inod o que la tazón no es más que el velo del · ·
corazón», único depositario del conocimiento. Se trata, por con- : .
iguiente, de un pensamiento experiencia! del y o que encuentra .
u realización última en l a ascensión espiritual (mi'riiy). Aquí sé '
a libre curso al razonamiento analógico, que ya no se. fundamenta . ..
i siquiera en la afinidad entre las cosas, sino en sistemas de si
mílitud dispuestos por una especie de lógica abductiva. Se recu
re ampliámente a la contingencia para justificar los carismas
kariiméit) de los santos (awliyii ) cuyo estatus se aproxima al de ·
os profetas. _. . _ . _ : · . : ·- ..· =._ ·_. : · _ · . .·
.
_
28
Históricamente, el pensamiento de tipo demostracionalista ha
""'"u'-.'"'� dos momentos distintos en el pensamiento araboislámico.
primer momento fue el del descubrimiento de Aristóteles en
·
durante el siglo IX. Este momento culminó con las obras
los filósofos al-Fánibi' e Ibn S1na (Avicena). Pero la Demostra
ra! como la utilizaron dichos filósofos se entremezcló con los
órdenes cognoscitivos, la Indicación y la Iluminaci6n, de
�enii UIJLa.uu.u en un sincretismo de los tres órdenes �paradigmáti-
29
la(pluralidad de lo_'temporal' puede._e::x:is.�_ir en el seno de .
religiosa.»\Al-Andalus representó desde muy temprano en
toria musulmana medieval una entidad cultural autónoma
a su independencia política frente a los estados orientales. uu....-.....
.
30
y de la lógica. Gracias ·a estas disciplinas, que eran permitidas
. los doctores de la Ley en la medida en que no conllevaban
Jll\.·"-'- 'V"'-a metafísicas, se instalaron en la práctica científica de
andalusíes los mecanismos de un pensamiento estricta�
«demostracional».
�
este � � d�,[ I? <?demos hab ar de una escuela andal�sí de ¡_�.11�
_ destacada de dtcha escue
.t!!Prt<;g<} La caracterfsttc;t mas
lo muestra nuestro autor, es sin duda alguna la crítica
razonamiento analógico, mecanismo cognoscitivo fundamen
. la Indicación. Esta crítica se expresa en las obras de lbn I:Iazm
.· • as-Sa�ihl (en lo referente a la ciencia de la Ley), de Ibn Ma4a'
propia historia.
31
Ahora bien, ¿cómo explicar que las inmensas
del momento andalusí tomaron cuerpo en el Occidente
donde el averroísmo fue un factor capital de su esplendor lllL<;O<<:·l.�
tual, y no así en el mundo arabomusulmán?
32
·
. . en el principio de la experimenr;¡.ción. Ésta dependía de instrumen
..•
.
tortor.nía respecto a la dogmática eclesiástica. Por otra parte, la cultu
. · árabe-islámica produjo sabios en las ciencias exactas (el óptico Ibn
el Alhazen de los latinos, el astrónomo al-Ba�rúyí -el
P..t·r<>o·in� de los latinos-, etc.) cuyas obras precursoras inspiraron
forma significativa a los protagonistas de la revolución científica
Occidente (Galileo, Copérnico, etc.).
Si la ciencia no pudo jugar el papel de motor del pensamiento
la cultura araboislámica, fue, según al-Yabri, porque esta fun
era desempeñada por otro factor: el político. A diferencia del
"""''�0'"� que siguió el pensdmiento europeo, la trayectoria del pen
sduuo;;JLlu l araboislámico no consistió en una confrontación entre
y religión conducente a una nueva concepción del Univer
El pensamiento araboislámico se ha constituido siempre según
diferentes configuraciones del conflicto ideológico en torno a
legitimidad del poder musulmán (la cuestión del Califato y del
trn<unaw) . El análisis del contenido cognoscitivo de dicho pensa
sería sólo parcial si no tuviese en cuenta la finalidad ideo
a la que lo someten sus autores. Los sistemas intelectuales
tul.lduou' en el seno de la cultura araboislámica se han elabo
síempre con el fin de legitimar a los poderes o a los movimien-
de oposición, dicho de.otro modo, han sido el soporte ideoló
de las aspiraciones de los sectores sociales detentadores del
33
poder o de los que estaban excluidos de él. · Es importante ...v,ll-'l·Cl�.·.::
tar, además, que en los períodos de esplendor de la cultura
islámica, las corrientes de · pensamiento más marcadas por la
.
cionalidad estuvieron a menudo ligadas al poder establecido,
mientras que la contestación social y política se expresaba más bien
a través de ideologías· irracionalistas . . Posteriormente, cuando
poderes tuvieron que, resistir frente a las sucesivas amenazas
riores y frente a los fenómenos de disgregación interna, tend
. a promover ideologías irracionalistas de tipo «iluminacionista»
· particular· el sufismo). La coalición del conservadurismo social (el
34
discusión» -basada en el consenso y no sobre un ideal pseu-
.
y de superar los prejuicios conscientes o inconscientes
los que descansa, hoy por hoy, la relación del Yo con el Otro.
todas estas razones, esperamos, como dijimos en la presenta
de la traducción francesa de este texto que realizamos en cola
boración con Marc Geoffroy, que las instituciones culturales que
·vu•�;u".u
contribuir a esta tarea presten toda su atención y ayuda a
misma. .
Sólo nos queda desear que este libro permita al lector acceder
profundidad a los temas y problemas planteados en la presen
.
del mismo. Asimismo, esperamos que esta contribución no
sino el punto de partida para un futuro proyecto más amplio
ofrezca al lector europeo más datos y análisis sobre un pensa
cuyas aportaciones universalizantes siguen siendo en bue-
· ·
parte ignoradas. ·
:· : : .
·. · '·
· forjaremos nuestra modernidad replanteando
tradici6n (turd!)
vez en cuando, se escuchan voces críticas que vienen a poner
·. cuestión la necesidad de preocuparse por el pasado cultural ára
¿por qué todo ese interés por el patrimonio cultural? ¿No sig
esto, acaso, abjurar del compromiso intelectual? Algunos He
a decir, incluso, que se trata de un fenómeno patológico, de
((neurosis colectiva» que afectó a los intelectuales árabes tras
derrota de 1967 y les hizo dar marcha atrás refugiándose en . el ·
37
ción ('afr at-tadwinY hasta nuestros días, es el hecho de que
dinámica interna no se basa en la producción de lo nuevo,
en la reproducción de lo antiguo. A partir del siglo VII H.
C., esta dinámica reproductiva cayó en un estado de inercia,
·
38
nuestra propia cultura árabe. Sólo de este modo podremos
una dináinica de cambio en el interior de nuestra
Desde esta perspectiva, la modernidad significa, en pri
lugar y ante todo, elaborar una metodología y una visión
del patrimonio tradicional con la finalidad de liberar
concepción de dicho patrimonio de la carga ideológica y
que pesa en nuestra conciencia y que nos fuerza a canee-
tradición como una realidad absoluta que trasciende la his
en vez de percibirla como algo relativo e histórico.
uí se encuentra, precisamente, lo peculiar de la modernidad
que a nuestra cultura árabe se refiere, es decir, el papel espe
de la modernidad en la cultura árabe contemporánea, lo que
por derecho propio en una modernidad árabe. De he
existe una modernidad absoluta, universal y a escala pla- .
sino múltiples modernidades, diferentes de una época a
de un lugar a otro. En otros términos, la modernidad es un
histórico, y como tal, está condicionada por las circuns-
en las que se manifiesta, y circunscrita a unos límites es
marcados por el devenir de la historia. La mo
difiere según el lugar y según la experiencia histórica. Por
la modernidad europea es diferente de la modernidad chi-
japonesa. Hoy en día, se habla en Europa de «posmoderni-
c:•u.c:u• .
·
.uc:, que la modernidad concluyó a finales del siglo
el gran período histórico subsiguiente al Siglo de las
·•· (s. XVIII), el cual había venido a superar, por su parte, al
ldi.Juu<:uto» (s. XVI);
�uua4�tun en el mundo árabe es totalmente distinta: el «Re
las «Luces» y la «Modernidad» no representan en
ámbito cultural etapas sucesivas de superación, sino que
. .. más bien al contrario, de etapas que se entrelazan y co-
el seno de nuestra misma contemporaneidad, cuyo ca
remonta a poco más de un siglo. Por ello, al hablar de
L<:lJtlliJLdu.», debemos evitar -en lo que a nosotros se refiere
en el mismo sentido que la entienden los . intelectuales
europeos, para quienes la modernidad es la etapa que
el Siglo de las Luces y con el Renacimiento, el cual se
además; en el intento de revitalizar la tradición de la
clásica y en una cierta manera d� asumirla: La mo-
39
dernidad árabe, tal como se presenta en nuestra situación
te, es a la vez el Renacimiento, las Luces y la superación
etapas, por lo que todas las expresiones de la modernidad uc:•.Jc:r.ar
girar en torno a los principios de racionalidad y democracia.
chos principios no son, por otro lado, artículos de ·
sino prácticas concretas que responden a unas reglas bien
das. A buen seguro que si no ponemos en práctica la
dentro de nuestra tr�dición y no desenmasqrámos los ..............,,u,
de despotismo que la habitan· y denunciamos sus m:mitesta<:tOJtles
seremos incapaces de construir nuestra propia modernidad, es
cir, uria modernidad en la que comprometernos y en la que
tuar, con y a través de ella, como agentes de la modernidad ·
versal y no como meros pacientes.
QuizáS puedan objetar algunOS propagandistaS de la mn,t1Pt•n
dad que ellos perciben la modernidad <<Universal» tal como es,
una presencia independiente que se basta a sí misma. Pese a
tenemos nuestras dudas de que una tal situación pueda darse
mente, es decir, que un intelectual pueda vivir una modern
que se baste a· si misma, estamos dispuestos a admitir utdLJ.c:�.ll<.<�.:
mente esta t.esis, pero sólo como solución a problemas
les. Quienes sostienen esta tesis, no hacen más que medir la
tión de la modernidad con un baremo estrictamente p
restringiendo el problema al puro ámbito de la experiencia y ·
las circunstancias individuales. Para algunos, esta postura
ser considerada verdaderamente moderna, partiendo de la idea .
.
que la modernidad consagra el valor del individuo como tal, ·
-lo que estaríamos ante una modernidad «individualista». Sin
bargo, pensamos que esta forma de explicar la modernidad es
.
nea, porque de ser así, los intelectuales citados no sentirían
sidad alguna de criticar el interés que otros demuestran p.ór ·
pasado cultural. ¿Qué les importaría, en tal caso, ese «otro>> si ...
modernidád fuese, como dicen; una simple postura individual? . .·•· ·
. ·.
No; · la modernidad no es una cuestión de posicionamiento
vidual, más que en la medida en que da libre curso a la ...�.,. ...,,....,.,
del espíritu critico y a la creatividad en el seno de una ....... ...uuu«c
da cultura, entendiendo la crítica y la creación como
individuales realizadas por individuos en tanto que ·
no cómo representantes de U1i grupo. Pero aun así, la
40
representa una actitud negativa, de retiro o de repliegue sobre
· · yo. La modernidad, pese a la importancia que concede al indi
como valor en sí mismo, no es un fin por sí sola. Es, por el
un fenómeno que tiene lugar a escala global y con las
puestas en la totalidad de los fenómenos de la cultura en
se produce. La modernidad por la modernidad es una idea
La modernidad es un mensaje y un impulso renovador:
·
1uL t<OllH ,v tanto de la mentalidad, como de los criterios inte
L ·""·
y perceptivos. Pero, cuando la cultura dominante a que
enfrentamos es una cultura tradicional, el discurso en pos de
....,ua.u deberá orientarse primordialmente hacia la tradi
·
u n Ju�
41
peligro el estatuto ético del hombre, e incluso su especificidad como
ser libre, o mejor dicho, como ser cuya libertad es la condición
necesaria para su completa realización existencial. Pero aún
más, el racionalismo se extralimitó en muchos otros campos ex- ··
·
42
Ha de consistir en dos principios ineludibles: racio
u�·-·--·- y democracia. El tratamiento racional y crítico de cada uno
·• de los aspectos de nuestra existencia árabe -donde el patrimoni9
tradicional (turéiJ) representa el hecho más actual y enraizado en
-�,,or-..rrr,�-� es la única y más genuina tendencia hacia la moderni
43
PRIMERA PARTE
FUNDAMENTOS
DE UNA NUEVA LECTURA
DEL LEGADO CULTURAL
DEFICIENCIAS DEL DISCURSO
E CONTEMPORÁNEO
47
Al principio, esta tendencia se presentó como un
religioso y político, reformista y abierto, el de Yamal ..u--.__,,,11
al-Mgani1 y de Mub.ammad :Abduh2. Este movimiento ua.uM.u a
la renovación (tajdid) frente al «conformismo imitativo» (,
El rechazo de la imitación debe entenderse aquí en un sentido
tanto peculiar: «suprimir» todo el legado cogniscitivo, mc�todo:ló!�lcc
y conceptual heredado de «la época de la Decadencia», y, al
mo tiempo, protegerse del pensamiento occidental, para no ser
sa de sus manos. En cuanto a la renovación, significaba
una «nueva)) concepción de los dogmas y de las leyes de la
gión basándose directamente en los principios del islam. Se
ba de actualizar la Religión, es decir, inscribirla en nuestra
·.·
temporaneidad y hacer de ella la base de nuestro renacimiento. .
Dicha tendencia fundamentalista es la que enarbola la
ra de la <<autenticidad» (llfila), que llama a unirse a las raíces
proteger la identidad. Todas estas nociones son concebidas
«el islam verdadero», no el islam tal como es vivido avllU<l:.tUJcc:uu;
por los musulmanes.
Es una lectura ideológica polémica, que se justificaba en
.
época en la que ofrecía efectivamente un medio para afirmar
identidad y reafirmar la confianza. Es un mecanismo de
habitual cuyo papel sería legítimo sólo si se realizase, gracias a
un proyecto global que permitiera alcanzar la modernidad.
se produjo todo lo contrario. El medio se convirtió en fin: el
sado apresuradamente reconstruido para servir como base del
nacimiento>), pasó a ser el fin de éste. Así, de ahora en
48
será objeto de una lectura teniendo como instrumento
·. interpretación el pasado, pero no el pasado tal como fue, sino
pasado tal como hubiera tenido que ser». Pero, como el pasa
. no se construyó nada más que en orden a la imaginación y la
la concepción del «futuro-porvenir» quedó en definí-
anclada en la representación del «futuro-pasado». El funda
vive esta representación con toda el alma, no sólo como
romántico, sino también como «realidad viva». Por eso le
resucitar las tensiones ideológicas del pasado implicándose
en cuerpo y alma y, sin tener bastante con los adversarios
ado, acudirá a buscar adversarios incluso en el presente y
futuro .
.·
La lectura fudamentalista del patrimonio tradicional es una lec
ahistórica, por lo que no puede sino ofrecer una comprensión
:au:tm'tat de la tradición, absorbida por ésta, incapaz de asimilar
auJL'-1\Ju.· es la tradición que se repite.
lectura de los fundamentalistas religiosos consiste en una
·
....... v .._,.v.. religiosa de la historia. Desde su perspectiva, la histo
arece como un instante dilatado en el presente, un tiempo
en la vida afectiva, como testimonio de la lucha continua
continuo
. sufrimiento endurecido para la afirmación de la
Definiendo la identidad por la fe y la convicción reli
los fundamentalistas religiosos hacen del factor espiritual el
motor de la historia. En cuanto a los otros factores, se con
secundarios, dependientes de lo espiritual o desfiguradores
curso de la historia.
49
consiguiente, como «base» de todo futuro posible. Esta ·
termina por proyectarse incluso sobre nuestro propio pasado
primiéndole su inarca.
Los defensores del liberalismo en el mundo árabe miran el
sado cultural árabe-islámico a través del presente europeo que
ven. Su lectura es, por tanto, una lectura europeísta: es decir,
ne como sistema de Feferencia la Weltanschauung europea. Por
la lectura árabe liberal no puede ver en el patrimonio cultural
be-islámico sino lo que ve el europeo.
Nos referimos aquí a la lectura orientalista cuya influencia
ciertos medios universitarios árabes se transformó en un "'"'""''u.�.
orientalista>>. Los partidarios árabes de esta corriente tienden a
cientificidad, se valen de la objetividad y la (<estricta»
· y niegan todo interés o intención ideológica.
Éstos pretenden que sól� les interesa la comprensión y el
ber, y que, al recurrir a los orientalistas, se sirven de su
«científico» sin adoptar su ideología. Al decir esto olvidan, o
cen como si olvidasen, que al valerse . del método se apropian,
.
duda, de la visión de dicho método, puesto que el método }'
visii:Sn son indisociables.
La óptica del método orientalista consiste en rn,,t,.,,...,,."
culturas, en leer un patrimonio cultural a través de otro. En ·.
se basa el método filológico, que se esfuerza en relacionar
con su <<origen». Así, cuando se trata de leer el patrimonio .
ral árabe-islámico, se limita a relacionarlo con sus «orígene�m . .·. .
.
días, cristianos, persas, griegos, indios, etc. .
La lectura orientalista pretende tener como único fin la
prensión. Pero ¿qué quiere comprender? Quiere comprender
.
ta qué punto los árabes han «comprendido» el legado
sus predecesores. ¿Por qué? Porque, según dicha lectura, el
desarrollado por los árabes se limita a su labor intermediaria
las civilizaciones helénica y moderna (europea) . Eso quiei:�
.
que el futuro en el pasado árabe eonsistió en asimilar un
no árabe (principalmente la cultura griega) y, por analogía,
turo en el porvenir árabe debe, iguálmente, consistir en as·
el presente-pasado europeo. .
Así, las tesis modernas del pensamiento liberal árabe y .. . ...
poráneo revelan una temible alienación de la identidad, en la .
50
la identidad, no sólo como presente, sino también como
y cultura, y esto es todavía más grave.
51
Por lo tanto, esta lectura del patrimonio cultural dld.u.:.·-'"'-�'
co acaba por ser ún fundamentalísmo marxista; dicho de
modo, una tentativa de aplicar la manera con la que los
fundadoreS del marxiSmO han practicadO el métodO U>.cll<CI.LH.V.'"<
como si el objetivo consistiera más en demostrar la
método ya aplicad_o que en aplicar el propio método.
.
Ésta es la razém por la cual la lectura marxista se reveló
frucúfera y poco productiva.
·=·. .. :· : . : : : . . ·.. ·.
.. · . . · . ·
. . .
. . . ·
.. i.. • " ·: .
: . ...
52
ARA UNA CRÍTICA CIENTÍFICA
LA RAZÓN ÁRABE
53
para evaluar los restantes objetos. Entonces, el sujeto se
en el objeto, y el objeto es sustituido por el sujeto. El sujeto
lo que queda de él- se refugia en un antepasado lejano, en b
de un «ancestro-fundador» gracias al cual podrá recuperar la
ma del yo. El pensamiento árabe moderno y contemporáneo
en esta línea . . Por eso es, en s.u mayor parte, de tende
fundamentalista. Sus diferentes corrientes y tendencias no se
ringuen de hecho más que por eltipo de «ancestro-fundador»
el que esconderse. ·
¿Por qué todo el pensamiento árabe contemporáneo se
teriza ·por esta tendencia fundamentalisui?
Gracias a la lectura que venimos proponiendo, hemos
do esta tendencia y discernido sus orígenes; tanto es así que el
roso examen metodológico 4e un objeto de lectura puede tener
primera consecuencia incitar al lector a revisar sus u· l;)lLuJu<;;,ul�'l)
trabajo. Expongamos, entonces, lo que hemos observado, como . ··
traducción indispensable a la lectura que proponemos.
Las tres lecturas que hemos analizado más arriba son
mentalistas. Desde un punto de vista epistemológico, no
entre ellas en nada, puesto que todas se fundamentan en un
roo modo de razonamiento, que los antiguos sabios
roan «la analogía que va de lo conocido a lo desconocido»
al-ga'ib alii as 14hid) . Así, cualquiera que sea la corriente de
-
54
este método, al cual enriquecieron aún más, gracias a sus
•rnvpr·.�·· y su terminología, y fue igualmente utilizado por .
físicos, que, al explotarlo en un contexto experimental, desa
llaron aún más su rigor y su fecundidad. En la cultura
·av·vl�., ..... ,· ..... este método representa el método científico por
. .
55
posible atenerse estrictamente a las condiciones de validez:
aplicaciones casuales (furü) de las fuentes (u¡ül}' fueron au<Jora�
das como fuentes, a partir de las cuales se dedujeron nuevas
caciones casuales que, a su vez, se transformaron en fuentes...
esta manera, el razonamiento analógico se convirtió en una
ración mecánica muy difícil, si no imposible de someter a las
gencías del «examen detallado)) y del «análisis)). En el dominio
la teologíá dialéctiCa (kalam),2 · esta práctica. analógica, que los
logos llaman por su parte el «razonamiento por analogía que.
de lo conocido a lo desconocido)) (al�ístidlal bi-aS-Jtihíd 'ala al-ga ' ·
permaneció sin fundamento. Los juristas basaron su práctica
analogía en una regla común: la finalidad de toda calificación
rídica (bukm) debe consistir en «atraer el interés general y
zar el perjuicio)), lo que les permitió conservar una base común ..
sus discusiones y controversias. En cuanto a los teólogos, al . ·.·
incapaces de ponerse de acuerdo sobre una regla común, cada
de ellos recurrió a su propio método para justificar sus· """'"'v¡:;,•a
forzando el «referente in praesentia)) (conocido) para ...v •.u�-'·�._,,\J
cualidades susceptibles de permitirle poner dicho referente
ladón analógica con un «referente in absentia» (desconocido), •. ·.
etc.
56
uu'""�·�� así «los contenidos)) y la manera de . «hacer contener)) se
el capricho de las circunstancias. Eso tuvo como efecto una
·
,v._,•• ,..,--··--- infinita e inútil de las polémicas dialécticas. Los gra
pese a que se pusieron de acuerdo sobre una regla gene
para justificar sus investigaciones, consistente en afirmar que
lengua árabe se caracteriza esencialmente por «la fhüdez de la
·
57
De este mecanismo mental, que sigue siendo hasta hoy el
operante en la actividad productiva de la razón árabe, resultan.
. . . '
consecuencias graves:
•
la suspensión de las nociones de tiempo y de evolución:
presente será sistemáticamente relacionado con el pasado,
si pasado, presente y futuro constituyesen una extensión
na, un tiempo inmóvil. De donde resulta la carencia de •· ·
podria alargar la lista. Ante todo problema nuevo, este ' · .··
recurre a la actividad mental mecánica que consiste en buscar .
luciones hechas, apoyándose en un «fundamento» cualquiera: :
Pero esta actividad mental forma parte de un todo: la
tuca de la razón árabe. Así, pues, es a esta razón a la que
mos someter a tin examen analítico y una crítica rigurosa,
58
a renovarla o modernizarla. No podemos renovar la ra
sin poner en crisis lo antiguo y sin realizar una crítica
y profunda, a la que espero haber . aportado una modesta
a través de mi obra: Critica de la razón drabe.3
59
per la estructura de esta razón heredada de «la época de la D
dencia>>. El primer objeto que debemos des-construir - uu
lu,.u• •
. .
una crítica rigurosa-:-- es la constante estructural de esta razón,
·
60
implicar inconscientemente al sujeto en el objeto, y muy a
udo, a las dos cosas a la vez. Con mayor motivo, cuando se
de la tradición, la consecuencia será una fusión completa del
en el objeto-tradición.
ruptura que reivindicamos aquí no es una ruptura con la
sino con un cierto tipo de relación con la tradición. De
tradicionales)} que somos, esta ruptura debe hacer de naso
seres capaces de comprender su tradición, es decir, personali
.:
cuya tradición forma uno de sus elementos constitutivos,
al cual la persona encontrará su inscripción en el seno de
· personalidad más amplia, la de la comunidad heredera de esta
61
carse con sus deseos e impulsos en el objeto que trata. El tipo
relación que existe actualmente entre el yo árabe y su pasado
tural requiere que expongamos el problema de la objetividad .····
..
· estos dos planos:
62
to utilizado por el lector para leerlo. Esta lengua, que
evolucionó durante más de catorce siglos, «forja>> la cultura y
IJ"'''"......· � ..to sin que éstos la forjen a ella. Por eso permaneció .
el elemento más arraigado en el legado cultural: o .sea, el
representativo de la autenticidad. De aquí viene su carácter
63
cen aquí un método objetivo para distanciarnos de los
leemos, método que podemos resumir con la siguiente
oro: no hay que interpretar el sentido de un texto antes de
hender su materia (la materia como red de relaciones entre'
unidades de sentido, y no como conjunto de unidades de
do aisladas). Debemos liberarnqs de la comprensión que
tablece a partir d,e prejuicios tradicionales o de nuestras
ratas actuales; debemos poner todo eso entre p,a....uL'-�·�
consagrarnos á descubrir el significado de un texto en el
mismo, i. e. dentro de la red de las relaciones establecidas
·sus elementos. Tratar el texto tradicional como red de
nes y consagrarse. a cernir el juego de estas relaciones pe
paralizar el flotamiento de estos innumerables hilos que
ten la palabra árabe, en ·1� recepción del lector árabe, en una
Jodía, en una imagen sensible, en sensaciones y pasiones ·
•
El estudio es.tructuralista.' consiste ·en tratar la ·producción
tor de un texto como un todo regido por unas COJllSt:l.J11
· · · enriquecido por las transformaciones que desarrolla
· miento del autor en torno a un mismo eje. Se trata
mente de centrar el pensamiento del autor en torno a
blemática clara, capaz de comprender todas las
donde se mueve el pensamiento del autor, de tal forma
una de sus ideas encuentre su lugar natural -i.e, ·
justificable- en el seno de este todo. Es una . ..
Sin embargo, se puede realizar con más facilidad si se <
entre sí las ideas del autor y se presta atención a los pro
:euuu'"""""' de expresión y a los destinatarios implícitos del dis-
65
sino para recuperarlo, en una forma nueva y a través de una ·
va relación, con el fin de hacérnoslo contemporáneo..
Pero ¿cómo realizar esta recuperación?
66
descifrando los signos del texto replegados en el juego del pen
to, disimulados por la estrategia del discurso. No se trata
de suspender la lógica, sino, por el contrario, de llevarla has
término último, para deducir las conclusiones necesarias re
de las premisas y de las combinaciones que el texto en-
67
Lo que no se divulga it. aquellos que no son iniciadas. Dicho
no nos ha llegado, incluso es muy probable que al-Gazza.li
lo hubiera escrito. Asimismo, Avicena5 había hablado de un
titulado La Filosofta oriental en el cual, según él, había
su verdadera doctrina. Pero este libro tampoco se ha r"'"'"'"r""'
y parece que el filósofo lo guardó· celosamente, al igual que
creto que «no se 'divulga a quienes no sori iniciados en la .
ría». Averroes,6 por su parte, evoca una «sabiduría
que se debe, según él, «adquirir eri buen lugar» sólo · por
son aptos, y no divulgarse en modo alguno al vulgo. Esta
da fue también de ésas que «no se divulgan a quienes no
68
l;4LdLUV•>"·Anteriormente, al-Farabf había hablado de una «Ver
y de (<alegorías de la Verdad», recomendando descifra� la Ver
a través de sus alegorías. Otros pensadores, como Yabir b ..
o el médico Rhazes,9 evocaron cosas semejantes. Todos
filósofos guardaron para ellos unas ideas que no divulga
quienes no están preparados, sino por alusiones, por símbo-
arcanos.
que no se divulga a quienes no son aptos» ocupa entonces
textos el lugar del (<ello» que debemos desvelar. Y eso, no
realizarlo sin tomar conciencia
. de sus problemas y sus
:utJaL.tuJll<:� intelectuales.
¿es posible hoy día declarar públicamente lo que nuestros
se abstuvieron de divulgar a quienes no estaban pre
e incluso lo que 'no pudieron ni siquiera revelar a sí mis-
69
Tomar conciencia de todo lo que esta cuestión implica
ca convertirnos en sus contemporáneos y que ellos, a su vez,
nuestros coetáneos en el plano de un espíritu consciente de ··
historicidad. Es a través de esta «intercontemporaneidad»
realiza la continuidad: continuidad en el progreso de la co
cia, en su persecución de la verdad.
.
Elementos de una visi6n, principios de una lectura · ·· •
Todo método, se quiera o no, conlleva necesariamente, ·
o explíCitamente, una visión. Para utilizar un método sin
ción, es indispensable tomar conciencia de la visión ·
70
. La unidad de un pensamiento, desde nuestra perspectiva, no
con arreglo a la pertenencia de sus autores a una misma
(nacional, religiosa, lingüística. . .), ni según la identi-.
de los temas tratados, o la inscripción de este pensamiento en
·. mismo perímetro espacio-temporal. La unidad del pensamien
<iPm't1ca simplemente unidad de la problemdtica. El hecho de
autores de este pensamiento hayan o no tratado temas idén
. · los
hayan llegado o no a las mismas conclusiones, hayan o no
en la misma época, en el mismo entorno o en regiones di�
todo eso tiene poca importancia, puesto que no determi-
unidad del pensamiento. Lo que determina y constituye la
de un pensamiento en un período histórico dado, es la
de la problemática en el seno de dicho pensamiento.
·
71
un Qasim Am1n 10 trata el problema de la condición de la m u · .
no es tanto la mujer como entidad aislada lo que le preocupa, ·
la promoción de la mujer como factor del Renacimiento,
emancipación está: en juego e.n la problemática del &"-U«''-'UU'-.U'\.
Por eso, al analizar Ia condición de la mujer árabe, Qasim
tuvo que plantear los problemas de. la educación, de la oeJmo,cr�
cia, del pasado cultural y las costumbres, de la lengua, en
roen, tratar el conjunto de la problemática del Renacimiento.
La unidad o la totalidad de un pensamiento se puede
tanto en el conjunto de la producción de todos los autores
este pensamiento, como en la obra de un solo autor. En ·
términos, la unidad de un pensamiento, como unidad de
problemática, se organiza de la misma manera a nivel de la
ca -que representa el campo histórico específico donde se
rrolló la producción de todos los pensadores de esta é
como a nivel de la obra de cualquiera de estos pensadores.
leer la obra de un autor, es necesario, por tanto, pensarla
seno de la producción intelectual del período-campo
el cual se inscribe.
Por otro lado, debe�os subrayar c¡ue la problemática de un
samiento dado rebasa en general los lúnites de su producción
·
72
pensamiento. En otras palabras, el campo de una problemática
se limita a los problemas que expresa, sino que comprende to
sus potencialidades inexpresadas. Es por eso que una proble�
·
73
duración de una problemática», o a su época: período
cual una misma problemática persiste en la historia de un
miento dado.
El campo histórico de un pensamiento se define con
dos instancias:
.ideológicos opuestos.
74
si es relativamente fácil relacionar el pensamiento de tal fi
con el campo cognoscitivo én el cual se inscribe, gracias a los
suministrados por la historia de las ciencias y del saber en ge-·
sin embargo, no se puede referir nada más que a este mismo
para entresacar su contenido ideológico. En efecto, las
políticas o sociales reflejadas por una ideología dada no
en general, ni con las materias cognoscitivas que maní-
ideología, ni con el momento de evolución de la sociedad en
se manifiesta. Al considerar además el hecho de que la filo
por naturaleza uno de los modos de pensamiento más abs
que hay, y que tiende a «depuran> al máximo la materia su
por el campo cognoscitivo, comprenderemos fácilmente
es compleja la relación entre pensamiento filosófi
""'"''"u'«u sociohistórica. Es una relación indirecta que, en la
75
meros en evocar esta cuestión lanzando su credo: <da rázón
sobre la transmisión», seguidos por la escuela de los ...,J.>v·•u,
Oriente que culminó en la persona de Avicena, 12 y cuyos
tantes no dejaron de trabajar para incorporar la estructura
samiento «científico» (griego) a la del pensamiento religioso
mico), animados por la convicción de que la primera r..r.rP<'"'"''
la concepción racional, «científica)) del hombre y del
segunda, la verdad «absoluta», así como su identidad �.-uJLLUJ.a..�o,
Las posibilidades de innovación de que disponían los
musulmanes eran pues muy reducidas. Los filósofos
no leían a sus antecesores con el propósito de acabar la obra ....
tos, o de superarlos. Siendo unos y otros lectores de filósofos ·
gos (particularmente Platón y Aristóteles), dan la impresión
servador, que se conforma con considerar su producción
punto de vista de la rriaterta cognoscitiva que difunden, de
plemehte se repiten unos a otros. En otros términos, lo que
mos «la filosofía islámica» no conoció la actividad de una
continua y renovada de su propia historia a ejemplo de la
griega o de la filosofía europea desde Descartes hasta uw::.uu:. '
La ftlosofía, en el islam, ha constado de lecturas individuales. ··.
tir del pensamiento foráneo ofrecido por la filosofía
lecturas han utilizado la misma materia cognoscitiva con
ideológicos diferentes.
Es preciso distinguir el contenido ideológico del '-Ulll<OJLuuv
noscitivo en la ftlosofía islámica para poder discernir la .
cia, la variedad y la dinámica de este pensamiento, y · ·
reinscribirlo en el contexto de sus compromisos :.u<.•uu._• •u.....·u•
efecto, los que se limitan -a ejemplo de la mayoría de
vadores- a considerar la ftlosofía islámica desde el punto
de su contenido cognoscitivo (científico y metafísico) no
en él más que opiniones y discursos repetidos, que no uu.'"'"·"
en la manera en la que sus autores los expone;n, enfocan
ción sobre tal o cual tema, o por su grado de concisión.
pectiva COIDO ésta desemboca necesariamente, lo re<:Otl02":art
no, en una conclusión funesta, a saber la esterilidad del
76
si consideramos el pensamiento islámico a través de la ideo
que entraña, veremos que se trata de un pensamiento diná
regido por sus propios principios y su propia problemática,
de contradicciones fecundas.
gran error cometido por los historiadores del pensamiento
, antiguos o modernos, orientalistas o árabes, fue el de
únicamente bajo su aspecto cognoscitivo. Y por eso
· ·.· encontraron materia para escribir una historia viva y diná
>• de dicho pensamiento: as-Sahrastani, 13 en su Kitab al-Mi/al
.,_,vuun. no vio en la filosofía islámica niás que una sucesión
·
u��.u1.,v, repetitivos. Por eso se contentó con exponer las doc
de los filósofos a partir de un solo libro, el Kitab an-Nayiit
En cuanto a los orientalistas, ho vieron generalmente
· · filosofía islámica nada más que una «filosofía griega escrita.
·
· árabes». Incluso los que de entre ellos quisieron apartarse
juicio desprovisto de lógica histórica formulado" por E.
14 presentaron la historia de la filosofía islámica como una
repetición de la filosofía griega, reproduciendo la división
propias de ésta, y las etapas de su desarrollo. Así se ha
que hubo «naturalistas» del islam, «pitagóriéos» del is-
«a<ieP•tm;» musulmanes a Platón y Aristóteles releídos por los
Jl<l<vun.A'"' al modo de T. J. De Boer,'5 quien fue pese a todo
77
uno de los mejóres investigadores orientalistas en el tema. En
to a los investigadores árabes contemporáneos, unos, siguiendo
vía de a$-Sahrastanf, leyeron a los filósofos musulmanes sólo a ·.
.
78
Esto no quiere decir en absoluto que la ciencia no haya reali
ningún progreso en la época de la civilización araboislámica.
fabulosos adelantos de las ciencias matemáticas realizados por
, 1 6 al-Karjtl7 y as-Samaw'al al-Magrib1,18 de la astro
por al-Battan1, 19 o de la medicina, por Razhes,20 Avicena21
han permitido a la ciencia, en el transcurso de la historia
au•L>t1>•«••u'•c.d, franquear étapas capitales, pero no tuvieron una in
notable en el pensamiento filosófico de entonces, cosa di-
de suceder. Dos razones explican el hecho de que los filósofos
uu.wu''"'" no hubieran podido recibir la influencia del desarr�
de su época: la primera, el hecho de que los progre
·.científicos realizados en aquella época no superaron realmente
cognoscitivo heredado de los antiguos, en el seno del cual
progresos constituyeron sólo la prolongación de un saber
79
. científico anterior; la segunda, el que dichos ftlósofos no se·
· ocuparon por fundar sus concepciones en un nuevo suelo
· mológico, consagrándose · sólo a conciliar la concepción
del mundo con la razón y a legitimar la concepción L«'-·lVll<ll:
de un punto de vista religioso. Por eso la filosofía islámica
tinuamente un discutso ideológico, y, si hacemos caso omiso
·
. . ·· .::.
. , . . _:
· .. .. . :. ..
·. : : . · ·.
· . · ..
80
·sEGUNDA PARTE
.
PENSAMIENTO FILOSÓFICO
E IDEOLOGÍA
. DINÁMICA HISTÓRICA. DE LA
SOFÍA ÁRABE-ISLÁMICA
.
que exista en la historia del . pensamiento humano ningún
filosófico que haya sido, y lo siga siendo, tan ínjustamen:..
por los historiadores como el pensamiento filosófico
Los historiadores antiguos de las diversas religiones y sectas
"'"'''"r"'" el pensamiento filosófico desarrollado en el islam como
...w-•v ajeno al mismo y como un conjunto de ��ciencias im
• •v•
4 del capímlo 2.
Atlmad b. Taymiyya (661-728/1263-1328). Nació en l:farran (Meso
murió en una prisión de Damasco. Fue la gran figura de la teología
y por consiguiente W1 representante de la tendencia más opuesta a la
· Es el autor del ar-Radd 'alii al-mantiqiyyin («La Refutación de los lógicos»},
83
como fue as-Sahrastáni En cuanto a los orientalistas y a los
lectuales árabes que siguieron sus pasos, hay que decir que
mitaron a considerar la filosofía islámica como mera
de la filosofía griega de la época helenística, sin dejar de
plarla ellos también como un cuerpo raro y extraño a la
árabe-islámica. Algunos de estos orientalistas no dudaron
en revivir a su manera los conflictos del pensamiento árabe
val calificándolo de inconsistente y estéril mientras que se
han encendidamente a favor del Kalam (teología) y el sur1srrto
lo relatiVO a las tesis de los intelectuales árabes de H• o \.IULI<OI.U(l
ma la atención el' hecho de que no difieren de las posiciones
donadas más que por la proclamación que hacen de las · · .·.
nerales que sustenta el materialismo histórico; así, unas veces · . ·
84
marco de este todo y en el magma mismo de sus interacciones
Lld'u•�·'-"'u'-� internas, donde debemos releer el pensamiento .
·
y reescribir su historia.
consideramos la filosofía araboislámica según la función que
ou•'""''" dentro del todo al que pertenece, o sea, en el conjunto
:nc;•...'·""'u•.� y contradicciones sociales producidas en su mo-
se nos revelará como un discurso ideológico militante al
. . de la ciencia, del progreso y de una concepción dinámica
. . sociedad. Eso quiere decir que sus enemigos se rechitaron
· entre los elementos retrógrados y conservadores de la so-
cuyos intereses étnicos o sociales impelían la historia hacia
\_
califa abas! {198-218/813-833). Hijo de Hiirün ar-Ra�id y de una concu
En el año 211/827, proclamó el mu'taz.ilismo {cf. nota 1 1 del cap. 2) como
· · Estado, lo cual !:tizo que tuviera a los tradicionalistas como oponenu:s. Fundó
·
científica prestigiosa,. lá Casa de la sabidurla (bayt a/-f?ikma), para favorecer
y la difusión de obras de ciencia griegas. .
árabes antiguos refieren que el califa a1-Ma'mün hizo traducir las obras
rras·haber visco a este último en un sueño. Este suceso fue narrado por Ibn
385/995, autor del Fihrist o Catálogo), en los términos siguientes: •El ca
vio en sueños a un varón blanco y ligeramente sonrosado, de frence am-
.
las cejas, la cabeza calVa, los ojos azul intenso, y de hermoso carácter, que se
.
reclinado en su asiento. Me sentía, dijo al-Ma'mün, como embargado por un
en su presencia, Entonces le pregunté: ¡quién eres? Soy At�stótelcs, me
me alegró sobremanera y le dije: ¿puedo incerpelartc?, gran sabio. Incerpe
¡Qué es d bien?, le pregunté. Y él me respondió: Jo que es bueno desde el
de la razón. ¡Y después?, volv( a interrogarle. Lo que es bueno según la Ley,
inquid yo de nuevo. Lo que es bueno a los ojos de la comunidad. Y
85
Esta aristocracia, que� se adhirió a la causa de los "'"'�r••nn
de la familia del Profeta» (ah! al-baytY cuando se sublevó
estado omeya, había comprendido perfectamente que el poder
sociedad árabe-islámica de entonces c:;ra ante todo de orden ·
gico. La ideología (en este caso, la religión islámica) era la
neraba el poder en el orden secular: atenuando o
conflictos intertribales, reprimiendo las luchas entre las
ses sociales, o bien desviándolas por medio de las grandes
de conquista. Por eso, la aristocracia persa decidió combatir
terreno sobre el que se sustentaba la fuerza del Estado árabe:
rreno de la ideología. El arma que empleó para lograr sus
su propio legado cultural religioso de raíz gnóstica, rn,n�,·�-r..nl-1>
creer en la existencia de una fuente del conocimiento '"'"""""·
razón, la «iluminación» o la inspiración divina, que no se
pe con el fin de la inisi6n profética,6 sino que es una especie de.
velación · continua>> que no deja lugar alguno ni a la razón ni
transmisión texttial de la Revelación.
.·
aspiraban a diferentes cargos, desde los dcscendie,ntes de :Al! hasta los de
Profera. Son éstos los que tras haber relegado a los partidarios de 'Ali, fundarían
�· -
, • '
ili
. · . 6. En la tradición islámica, la Revelación coránica se considera como la
re�dadones desrinadas a los hombres por Dios, y el Profeta Mu�ammad como et'
los profetaS». · · ·;.''
86
·
Con el fin de desacreditar la religión de los árabes, de poner
sus fundamentos, y así de derribar al Estado-poder árabe,
· persa lanzó una gran ofensiva ideológica, utilizando
religioso-cultural basado en el zoroastrismo,7 el
ueísmo8 y el mazdacismo (religión de Mazdak).9 El joven
abasí, para hacer frente a estos ataques, apoyó a los teólo
'tazilíes, adoptó oficialmente su doctrina, e hizo, por otra
importar, traducir y difundir obras científicas y filosóficas
griegos bizantinos, enemigos seculares de los persas. El fa-
87
maso «sueño»10 del califa al-Ma'mün, ya fuera cierto o no, no ·
en nada inocente. No sobrevino para glorificar a Aristóteles,
para contradecir a Zoroastro y a Maní.
Vemos, pues, claramente cuál será el papel de la filosofía
mica que, desde la época de las primeras traducciones, se
como arma contra -la ofensiva ideológica. del gnostiCismo
contra los fundamentos del Estado.
Pero, por otro lado, el apoyo de los califas a los
-motivado al principio por la necesidad de resistir a la ..
·
del gnosticismo- provocó, naturalmente, la cólera de los « . ···
tidarios de la Tradición profética» (ah! as-sunna),11
los mu'tazilíes, e hizo rabiar a los doctores de la Ley
literalistas. Unos y otros hicieron de sus ataques contra las
das de los Antiguos»12 y ·de su crítica a la filosofía un medio ·
enmascarar su furiosa oposición a un Estado que se movilizó
traducir las obras c;ientíficas y difundir la filosofía. La
se vio entonces forzada a hacer frente a dos enemigos
bles: el gnosticismo (que más tarde se denominará . .,u••"""VJ
los doctores de la Ley y partidarios de la Tradición. .. .
Los mu'tazilíes pudieron refutar y desacreditar las tesis de
oponentes gracias a la lógica <; dialéctica». Ésta se fin:tdaba en un . .
·
de razonamiento que establece la validez del conocimiento del .
.
mento in absmtia, el objeto a conocer, a partir de un
praesentia constatable en el mundo de los hechos empúicos,
do .al que no podía enfrentarse un conocimiento que se ao,ov�tba
la iluminación. 13 Los gnósticos, al comprender el pelígró ·que
en el hecho de que sus adversarios dispusiesen del monopolio
«ciencias de los Antiguos», se refugiaron una vez más en el
88
esta vez de una manera que les permitió recuperarlo ideológi
A su vez, los gnósticos recurrieron a las <<ciencias de los
(especialmente a las ciencias mágicas) para aprovecharlas
petlSaJmt't:n si'í: de aquí debía surgir el isma'iJismo14 y las
de los Hermanos de la pureza. 15 La misma arma se encon
en las m·anos de los dos adversarios. Desde · entonces, los «par-
de la Tradición» se presentaron como tercera fuerza, como
· lo que explica el «golpe de Estado» (contra el niu'tazilis
bajo el califato de al-Mutawakkit.t6 De ahora en adelante, el
· cristalizará en torno a la oposición entre los partidarios de la
y los partidarios de la «razón», entre las fuerzas retró
y conservadoras poseedoras del poder, y las fuerzas de oposi
representantes de las fuerzas ascendientes de la sociedad que
a un Estado edificado en la razón,' la fraternidad y la jus
y fue la filosofía la portavoz de este movimiento.
14. Fracción Siísmo nacida de una escisión que suce�ió después de la muerte de
3$·Siidiq (ob. 148/765), scxro •lmam• de la línea de 'Ali. Ya'far 3.!-�iidiq designó como
a su hijo Ismii'il, que falleció prematuramente. Luego, poco antes de su muerte,
a otro de sus hijos, Müsá ai-K�im. En corno al joven Imam lsma'll se constituyó
de dis�íp ulos particularmente animados por la actividad científica esotérica· del
del lmam Ya'far. Éstos recha·taron la segunda elección de Ya'far a�-�adiq · y declara
que la des<:cndencia de los !mam-es se cerró con la muerte del séptimo lmam lsmá'il.
grupo dio origen a la confesión si'í isma'ill o septimana. La mayoría de los si'les, que
la legitimidad de Mü.<a al-Ka�im y de sus descendientes hasta d duodécimo lmam
en 329/940 y «esperado» para. el fin de los tiempos), constituye la confesión
. ·- 16. Este califa, que reinó desde 232/847 hasta 247/861, invirtió la política religiosa
· ' tfo ai-Ma'miin. Basó su poder en los tradicionatist:l.'i, Liberó a su jefe d� Hlas lbn l;Ianbal
nota 1 1 ) y persiguió a los rnu'tazilí�s.
89
' .
. AUGE Y DECADENCIA DE LA
ÓN
91
o religioso islámico/ y contra los doctores de la Ley "J:..VLI.->l<t
al-Kindi describió a éstos como <<los que se alejaron de la
os que proclaman ·su .hostilidad a la filosofía <<por temor de
der los puestos que usurparon por gusto del poder, y por
negocio de la religión. Éstos no tenían religión alguna,
que comercia con algo lo vende, y si lo vende no le pertenece. · .
"· : _ . . : ·
92
de los golpes de fuerza de las dinastías si'íes -büyíes4 y
,,.u·��·····-- - contra un califato convertido en una institución
93
reía en el progreso y en la solución de los problemas por la
Fue esta fe la que motivó su sueño de la «Ciudad virtuosa>>,
de la razón, de la armonía, de la fraternidad y de la j ·
ste sueño, al-Farabr utilizó las ciencias de su época,
as ciencias racionales. ·
El pensamiento de al-Farabi fue un proyecto ideológico
do la filosofía y las ciencias filosóficas al servicio de una
Ciertamente, fue el proyecto de un idealista, o ·más bien
oñador. · Pero fue también un discurso racionalista militante,
al punto que no es en nada ilegítimo ver en al-Farabi el
de los árabes, en la Edad Media.
No hubiera sido normal ni siquiera concebible que el
de al-Farabi, Avicena, hubiera querido resucitar el sueño de la
dad ideal terrestre edificada esencialmente en la razón, ya
g
vió en la época de la gran disgre ación del lmperi� árabe, en
cipados situados en Irán, protectores fervientes de la cultura
y en un ámbiente cultural marcado por la rivalidad
«Orientales>>; sus compatriotas jurasaníes, y los ((O ·
raquíes, sirios y otros enemigos hereditarios aún más ul-''-llJtcu
es. Además, Avicena vivió personalmente, gracias a su
visir de un soberano buyí, la experiencia de una ciudad
tada por constantes perturbaciones y disturbios políticos,
económicos y culturales. Es verdad que Avicena adoptó el
ma emanacionisté de al-Farabi, pero no fue para aplicarlo ·
94
o a la historia, incluso en forma de un sueño, sino como
escala que le permitiera acceder al Cielo, para «reservar», des
este mundo, una plaza a su alma en el Más allá.
Esta otra cara del «gran maestro»7 aparece en su «filosofía orien-
8 Avicena considera dicha filosofía como «la verdad exenta de
impureza». Hay que poner de manifiesto este aspecto gnósti
oscurantista de Avicena para rectificar la imagen errónea forja
•··. en nuestra percepción de su personalidad. Debemos leer nues
pasado a la luz de sus datos objetivos, y ya no bajo la presión
nuestras desideratas presentes. No hay que temer enfrentarse
a cara con este aspecto os�uro del pensamiento avicenista, que
· el otro aspecto reflejado por su gran obra a!-Sifii. Nues-
pasado cultural no tiene la exclusividad de este tipo de contra
.
Hasta hoy mismo, en vísperas del siglo veintiuno, son
corriente en el mundo árabe como en muchas otras par
mundo.
a eso, podemos decir que Avicena, incluso en su filosofía
filosofía de la «otra vida» (en este mundo y en el Más
, estuvo implicado en los conflictos de su época, militante de
causa. Lo que llamaba filosofía «oriental» era efectivamente
Ul'''-U"V irracionalista, pero al miSmO tiempO Un diSCUrSO ideO
que, al considerar sus repercusiones y prolongaciones, se nos
En el Kittib a!-Sifo', Avicena habla de una obra en la cual habría expuesto una «filo
o «Sabiduría oriental», que representaría su verdadera doctrina. Este libro no
sino s6lo en supuestos fragmentos, y debería reunir «los principios de la ciencia
descubre por una inves rigaéi6n profunda y tra.s una larga reflexi6n quien no
de:;pn)vis:tc de intuici6n inrelecruarsutih>. Sus obras consagradas a la filosofía peripatética
i'y d Najat, serían pues obras destinadas al vulgo, mientras que la «fi-
, el Sifi
oriental», espiritualista y gnosricisra, sería la de la elite. M. A. al-Yabri analizó esta
en un texto titulado Ibn Sfná wafolsafotuhu al-maJriqiyya (•Avicena y su filosofía
incluido en su libro Naf?nu wa at-tul)it. Al-Yabri sostiene en este libro que la fi
dc Avicena marca en el pensamiento árabe-islámico el momento de •di mi
la razÓn» y el triunfo de un •pensamiento oscurantista».
95
evelará como un proyecto de filosofía nacional (persa). Lo
mporta, no es el discurso en sí, ni sus motivaciones, sino
ecuencias: por su filosofía oriental, Avicena ha consagrado
.
riente de pensamiento espiritualista y gn6stico cuyo u u�<tu.o
determinante en el movimiento de regresión· por el cual el
miento araboislámico retrocedió de un racionalismo abierto
dido por los mu'tazilíes y al-Kindi, y llevado a cabo por
un irracionalismo oscurantista deletéreo, que muchos
como al-Gazzaii y as-Suhrawardf de Alepo9 no hicieron más
fundir y populizar en diferentes medios. Tal es nuestro juicio
ra de Avicena, el más ilustre fil6sofo y médico de la escuela
·
ica de Oriente. Este juicio lo formulamos sin la menor .............,,., .
gido en Alepo por un soberano ayubí, hijo de Sala!¡. .ad-Din (Saladino), fue eJe<:ut:lao
un proceso organizado por los doctores de la Ley. La figura de as-Suhrawardl se
bre en los medios intelectuales modernos gracias a las obras que le consagró el
francés Henry Corbin (cf el tomo II de su libro En Islam iranien, titulado Suhrrau�ard
l�splatonicims de Perse).
10. Al-Munqid min ar,l-r/ala/; título de un libro de al-GazzalL
96
«la revivificación de las ciencias de la religióm>, 11 condenan
un tiempo a éste en el nombre de esa misma filosofía y en el
de la religión. Los ecos de su sentencia influyeron largo
en los decretos de los rigoristas doctores de la Ley.
--.�.u.L·"-'• y sus imitadores hicieron de Avicena, como autor . de
97
. ;.
EL RESURGIMIENTO ANDALUSÍ
99
África, la conquista islámica hizo ((tabla rasa» del pasado.
que un gran número de andalusíes autóctonos hubiera
servado su religión cristiana o judía, su cultura nunca
cutió de manera notable en la cultura araboislámica
puesto que la cultura en al-Ándalus, en la época
dió a la conquista islámica, no fue �an fuerte y uv·�--·"'·
como para imponerse .sobre la cultura de los
Un gran historiador cordobés, Sa'id al�Andalusí,2 al
la historia de la cultura y el pensamiento de las u«'-<L•uc:;:>·.
precedieron al islam y de la comunidad islámica
Oriente como en Occidente, constata que al-Anda!
tiempos remotos, no había conocido jamás actividades
tíficas, y que ninguno de sus habitantes había obtenido
en las mismas)). Este país, agrega nuestro autor, <(q ..
desprovisto de. toda sabiduría hasta su conquista por los · ·
sulmanes en el mes de ramadán del afio noventa y dos
Hégira. Incluso después de esta fecha, sus habitantes se · ·
OO
....._: · ·
. ···:
lógico con él, como más tarde sucedió con el califato Hitiml, ,' .., : ':.
lo que propició la permanencia de una viva competición cul:"_ ... , :
. tural. ·
101
nterior al nacimiento del aS'arismo5:._, en una palabra,
de los estudios de los dichos proféticos (badlt) y de los
nes [jurídicos] lfatwa�s) de los Compafieros. Durante los
ros tiempos de su existencia, . el nuevo poder omeya ·
mo escuela jurídica oficial del Estado la escuela de .
dicionalmente implantada en Siria, la patria originad�
meyas, y cuyo método era poco diferente a los �u'"�''u'''duucJ.
dicos de los primeros conquistadores, ya que recurría
transmisión y al relato oral como fuentes principales
ho. Pero desde el momento en que los Abasíes, en Oriente,
on la doctrina de la escuela �anaff (la de los iraqíes), y
.
5. Escuela de teología fundada por Abü al-f!asan
del fracaso del mu'tazilismo en Bagdad, este personaje tránsfuga del
inaugurar una «VÍa media» enrrc el tradicionalismo reprc.1eneado por la
prácrica· de la teología dialéctica. Su escuela pasó a ser así la escuela de
e en el imperio abasí. Entre los repr:senranres más notables de dicha
a al-Baqillaru (siglo IV-V/X-XI), al-Yuwaynf (siglo V/XI), que fue
contemporáneo de ai-Gazzali, as-Sahrastanr.' Cualquiera que sean sus di\•en!enti:i
as tendencias del a!;'arismo tienen en común la afirmación de que el
inaccesibilidad a la vez del Misterio de Dios y de la realidad de los
solura preeminencia de la Ley, la negación de la realidad ontológica de las
das, y la negación del libre albedrlo humano. .
6. Fundador de escuela (madhab) natural de Baalbek que vivió en v•�m..,u�; '
de la protección de los últimos omeyas. Murió eri 157/774. Los Abasíes
cuela en Siria. El último muftl de la escuela awza'l murió en Damasco en
7. En Oriente, a principios de la época abasí, la elaboración de la Ley m11sulln;u
inada fari'a, se ordenó en tres tendencias ligadas a otras tantas regiones
encia iraqí recogida por Abü l;f:u:üfu (ob. 150/767), que dará origen a la
fí; una tendencia mediní recogida por Malik h. Anas (oh. 179/795),
a malikí; una tendencia siria con Awza'i (cf. nota precedente), cuyo poder
po. La práctica jurídica de la tradiCión hanafí insiste en la utilización del
(ray) y en la finalización de dicho juicio investigando lo mejor, «juicio
bsíin).La decisión así formulada debe tener como base una ampliación de la
Derecho al lado del Libro y de la Tradición :. el razonamiento por analogía
ela malikí otorga importancia tanto al consenso (ijmíi'} de los sabios como al ·
l de éstos. Dicha escuela toma más' en cuenta la costumbre ('ur/), ua•utc.w•.nn
umbre de Medina» en tiempos de Málik. Posteriormente, Mul}amrriad h.
-204/767-820) propuso una codificación estricta de la ciencia de la Ley
ón de fundamentos del Derecho (Ufiil al-ftqh), en su célebre Rísála («l�.písrol:t»J:
do los principios de una metodología jurídica según la cual el · · ·
xtraído por orden de prioridad del Libro (el Cordn),
de la Tradición
amiento analógico (qiyas) o del cons�mus doctorum (ijmii'}. As-Safi'¡ fue ·
na tercera escuela jurídica constituida, pero los principios metodológicos
ercieron una influencia considerable sobre la evolución ulterior de las
2
Anas, fundador de la escuela jurídica malikí, fue tomado como
de oposición al poder abasí -no solamente en razón de la
de su escuela, que utilizaba ampliamente los dichos pro
contrariamente a la escuela l}.anafí que privilegiaba la opi
personal (ray), sino también en razón de ciertas poskiones
�r�l1l"'"'-" de carácter político en contra de los Abasíes-, el po-
omeya de al-Ándalus ya no tuvo más inconveniente en permi- .
se propagase esta escuela malikí y en adoptarla como es
jurídica oficial del Estado. Así empezaron los doctores de la
malikíes a extender su poder cultural y a ejercer una función
gica al servicio del Estado omeya de al-Andalus.
103
es ba�infes.8 Si nuestros doctores .de la Ley montaban
on tanto celo frente a estos intrusos, lo hacían en o...u•u..,.u�····
·
to de una misión perfectamente legítima y necesaria para
ca de Estado», que era la misión de protección y de <1U<LV_,I....-. :
Y si recordamos, por otro lado, que la Mezquita, y
ente la Gran Mezquita, rio era en el mundo islámico de
a únicamente un lugar de culto sino también un centro
ñanza y de propaganda intelectual y política, _coJnp,rettat�reJnos<
mente por qué nuestros doctores de la Ley proscribieron
ñanza de ciertas ciencias en las mezquitas, frecuentadas
omún de las gentes». Comprenderemos aún mejor su
teniendo en cuenta que el tipo de «saber» que los doctores
y reprimían con más severidad era la «filosofía», no en el
en el que la entendemos hoy en · día, sino aquella filosofía
· ·
O. Abü Bala Mupammad lbn 'abd ai-Malik lbn Tufayl (ob. 580/ 1185). Nació en
ix (wtidt al), al noroeste de Granada. Estudió medicina y filosofía en Sevilla y en Cór
y estuVo en la corte del califa almohade Abu Ya'qüb Yüsuf. lbn Tufayl fue el que prc
.
a Averroes a este califa. De sus obras. la única consevada es l;layy lhn Yaq?iin (•Vivens
vigilamiso}. novela. alegórica cimlada según un escrito esotériCo de Avicena.
105
contecimiento que no faltó de consecuencias: con él se
naugurar una estrategia cultural, como parte integrante
tica de 'Abd ar-Ral).man UI, octavo soberano omeya de
a, quien, después de haber conseguido poner fin a las ·
·
Una de l�s obras griegas que ejerCió una influencia más decisiva en el pensamiento
árabe fue el libro conocido bajo el nombre de Ttologla.d� Aristóteles, que es en
un texto neoplatónico, paráfrasis de los libros IV, V y VI de las Enéadas de Plori
a menudo Fribuido a Proclo. Las concepciones emanacionistas expuestas en esta obra
•sunmmeme aristotélica fueron de gran ayuda a aquellos que se esforzaban por conciliar
de Platón y de Aristóteles, particularmente ai-Fárabi.
107
atolladeros de la problemática de la conciliación entre
ransmisión»; de igual modo, al liberarse del neoplatonismo
ve.rsión oriental>> gnóstica, pudo evitar la tendencia de la
a filosófica oriental a utilizar las ciencias para fundar la
n dentro de la filosofía y la filosofía dentro de la
iencia volvió a ser, como para Aristóteles, el único
obre el que edificar la filosofía.
De esta manera podemos explicar cómo Averroes, 13 el
dobés, pudo conocer al verdadero Aristóteles y ser s.u comr.rzer.!&al�o1
que había crecido en un ambiente intelectual que, gracias al
smo» de los doctores de la Ley, o más bien a la ideología
do, abordó la «metafísica>> de Aristóteles sólo después de
milado profundamente las disciplinas científicas fundadoras .
cha metafísica: las ciencias materniticas, físicas y lógicas. ·
Pero el dominio que pudo adquirir el filósofo cordobés del
iento del verdadero Aristóteles fue, en sí mismo, el punto
ante del movimiento de renovación del pensamiento teó
alusí, un pensamiento que habían adoptado los cordobeses
a época de �bd ar-Ra.Qman III y su hijo al-I:Iakam, el Ma'm ·
os Omeyas de al-Ándalus. Describiremos ahora algunos asp ·
de este fenómeno.
. . . .. .
. . . . ·.
s fundame�tos epistemológicos del pensamiento < .
.
rico en al-Andalus . .. •·• ·
.. ·
ando hablamos del pens�miento teórico en al�Andalus, nos ; · ·
mos a la escuela de pensamiento que apareció en Córdoba ·
merite constituida al final de la época omeya y · que
ilenCio durante la época almorávide14 para manifestarse de
8
a plena luz del día con los Almohades, 15 quienes incentivaron sus
inclinaciones teóricas, la difundieron y desarrollaron a partir de ella
su proyecto ideológico. Esta escuela, como explicamos anteriormen
te, debe su existencia al movimiento científico iniciado por 'Abd
ar-R�án III, y que alcanzó su apogeo bajo la égida de su hij o
al-I;lakam ai-Mustan�ir. Si el proyecto cultural emanado de la es
trategia que inspiró este movimiento científico no emergió efecti
vamente hasta un siglo más tarde, o sea con la obra de Ibn I;lazm, 16
se debió a que las iniciativas fundacionales no suelen tomar cuer
po, en el dominio de la cultura y del pensamiento, más que con
posterioridad, d9s generaciones,_ 11! menos, después de su aparición
y, más aún, para alcanzar plenamente sus frutos. En efecto, una
nueva estructura cultural nunca se genera en un terreno virgen. Se
confronta siempre con otras estructuras precedentes, que no se rin
den fácilmente, sino que continúan resistiendo, volviendo a des
pertar después de períodos de sueño aparente; no desaparecen más
que tras un largo y tortuoso proceso de inflexión. Eso fue lo que
pasó en al-Ándalus. Se pueden distinguir dos momentos en la evo- .
lución del proyecto cultural perfilado en Córdoba: el momento de
.
la declaración, con la obra de Ibn I:Iazm, y el momento de plena
•• madurez; con Averroes. Nos limitaremos aquí a analizar en sus gran
. des lineas los constituyentes principales de estos dos .m:omentos.
109
hirismo17 de Ibn l;lazm: visión crítica y método «<l<::tn<>s.::'::'
vo»
ele considerar a Ibn l;Iazm como un doctor '?ahirí y
mico virulento. Cuando algunos añaden otra
cripción de esta personalidad intelectual es, en la mayoría
casiones, para referirse a la finura de su análisis del
omportamiento amoroso en su .célebre epístola El
loma. Tamaña reducción del pensamiento de Ibn l:lazm ·
e la originalidad de uno de los más grandes innovadores
miento araboislámico, que puede ser considerado, con
el iniciador de un nuevo momento en la historia de
.
miento. En efecto, el �ahirismo de lbn J:lazm, «el jurista. ·
oba», representa, desde .el puoto ,de vista de la coyuntura ·
-analizada en las páginas precedentes-, en la cual se
u pensamieO,to y se determinó su orientación, un
ecto ideológico, enfrentado tanto a la ideología del
í como a la doctrina del Estado abasí, estados
vales y en pugna con al-Ándalus; que combaten el
ya principalmenú� mediatite el arma ideológica. Ibn . .
rtavoz de este Estado omeya y defensor de su proyecto ' ·
.
o · cultural. Al considerar el «�áhirismo» de Ibn l;Iazm
.
unto de vista puramente epistemológico, veremos que s·e ·
un proyecto intelectual con perspectiva filosófica, que ·
onstituir la «Indicación» (bayiin) como orden cognoscitivo
r del pensamiento sunní (mu'tazilí y aS'arí), dándole · · •·
o fundamento la «Demostración» (burhiúz) (el método . ·
o aris.totélico · y las concepciones científicas y
eva). y liberándole de la «Iluminadón»18 (' irfon) si'i o
minaba. ·
ólo se podrá apredar realmente la importancia de lbn
mparar su producción con la 5 cori-ierites jurídicas, .
111
naturaleza ni esencia particulares, y que no influyen unos�
tros. Los átomos no son más que «soportes» creados por D ·. ···
.
n los cuales crea accidentes que no perduran nunca dos
antes seguidos, pero que están perpetuamente recreados.
isión consiste en creer en -una Voluntad qivina que actúa
petua y continuamente (la Creación perpetua), y no
naturaleza específica (tab '), ni la naturaleza individual
ni la influencia, ni . la causalidad. No hay rriás que actos
nos iniciados (mubtada) o generados (mutawallad), que
eden todos de la Voluntad divina, incluidos los actos
dos a los hombres:
El principio de la. contingencia (ocasionalísmo o fJV•>•v•u�•u\
Este segundo principio resulta del primero. Puesto que toda
procede de la Voluntad y del Poder divinos, y puesto que
on ilimitados, la ((razÓfil> admite como posible que Dios
osas antipáticas ·y contradictorias, que aúne, por ej ..
fuego con el algodón sin que se produzca combustión, o · ·
dra con el vacío sin que se produzca la caída, o la · ·
isual con la ceguera, como aseguraba el doctor mu
l-Hudayl al-:Ailaf,20 y después de él los as'aríes, que
de la . «ruptura del hábito» (jarq al-'áda)21 y de la '-'"F'"-'"•v•
a: causalidad uno de sus principios fundamentales.
El principio de la analogía. Es el principio •u•.lv•uv••vh,....v.
pensamiento «indicacional». La analogía va del
damento (tlf{) a la especie ifar:') en la ciencia de la Ley y
mática, y de lo «conocido» (Jáhid) a lo ((desconocido»·
en la teología dialéctica.
1 13
'í, la teología dialéctica mu'tazilí y aS'arí). Quien lea el
e Ibn l:fazm consagró a la ciencia de los fundamentos, ·,.,,.-tno·m
¡ül al-abkam, su enciclopedia de Derecho, Al-Muballa, o su
.
lógica polémica, Al-Fi�al.ft al-milal wa al-ahwii' wa an-nibal, ·
mo su rigor crítico llega hasta la virulencia en la crítica que
contra dichas escuelas y t�ndencias. Pero no podemos
aquí a estudiar detalladamente este punto. Contentémonos
·
.
22. Sufyan at-Tawri (ob. 161/778), gran tradicionista (mubaddit) y
da jurídica de inspiración tradicionalista en Küfa. El último mujif de ·
en Bagdad en el 40 5/1 O 1 5·. ··
4
[al�Is.fal:¡an!] -que Dios sea satisfecho de ellos-, sepa que to
dos ellos no son responsables de su persona, tanto en este mun
do como en el Otro.
1 15
Ibn l:fazm rechaza, pues, tanto los principios cognoscitivos .
los cuales se apoya el pensamiento Sí'f, imamí y ba�iní,
principios fundadores del dogma «sunní» adoptado por el
· ·
.
que es comprensible por la razón y lo que no lo ú:
ta para dar cuenta «del caráct�r lkito o ilícito de
do ( . . . ) o del hecho de que la oración del Mediodía ·
genuflexiones (rak'a-s) cuando la del Atardecer
), todo eso no es objeto de la razón. A ésta no le
nder por qué tal cosa fue prescrita o prohibida».
co puede comprender, en el mundo natural, «el
6
hombre deba tener dos ojos y no tres». Pero esto no quiere decir
que la ra�ón no tenga papel en materia de Ley. La Ley funciona
según las mismas reglas que aplicamos a la naturaleza: lo mismo
que podemos, mediante la observación de los fenómenos natura-
. les, inducir reglas generales, que aplicamos a todos. los fenómenos
similares no observados, existen en la Ley prescripciones impues
tas explícitamente por un texto, que debemos considerar como
datos de la Ley, que no se deben modWcar ni cambiar, ni por ra
zonamiento analógico (qiyiis), ni por consenso (ijma}, ni por cual
quier otra operación. En cuanto a los casos sobre las cuales no hay
ninguna disposición legal explícita, debemos, para defiiür su esta-
jurídico, fundamentarlos en una «prueba>> (dali� examinan
los textos legislativos para extraer una de · las dos premisas de
cuales . se compondrá dicha prueba; la segunda premisa se ex
también del Texto o de los datos evidentes de la tazón. lbn
azm establece así cuatro combinaciones de premisas, que son las
del silogismo en la ciencia de la Ley, asumibles en el pro
:aunH�nro demostrativo (dali�: 1) las dos premisas son extraídas
· texto legislativo; 2) una de las premisas es extraída del texto
·
· y la otra de los datos evidentes de la razón; 3) una de
remisas es objeto de un consenso y la otra es una exhortación
· el consensQ for�ulado por el texto legislativ9; 4) una de
es una calificación general, y la otra un caso particular proce
de dicha calificación .. El silogismo demostrativo se compo •
.
· partir de estas combinaciones de premisas. .
1 17
inanes sobre ciertas prácticas relativas al culto prescritas expl ·
.
mente por el texto, tales como el rezo, o el ayuno, etc.; o
o de los Compafieros a propósito de un dicho o de un
ético del cual fueron testigos, o que hayan transmitido a
ona qué no frecuentó ella n1isma al Profeta: «tales son los
s de consenso, y no puede' ser de otra manera».
La «prueba», entonces, «es extraída del texto o del '-VJll.><;;u,,),
hay lugar para la opinión personal (rdy) ni para·la
iis) .» El consenso «sólo se apoya en un texto>> que confirma . .·
Compafieros estaban unánimemente de acuerdo sobre un
o. No existe pues ninguna prescripción religiosa que no
a directamente del Texto.
¿Debemos considerar esta postura como rigorismo o ·
cia? En absoluto. Al aferrarse estriCtamente a los dato s del
I;Iazm abre ampliamente el campo de lo «permitido»
estro autor sostiene que todo; al principio, estaba
la razón no puede juzgar algo Hcito o ilícito. Luego,
gión y decretó la licitud y la ilicit'ud de ciertas cosas.
escapa a estas reglas queda, sin embargo, permitido.
éridencia naturalmente reconocida por la razón, a"''""''"'
.
zm. Por lo tanto, no se precisa confirmación por
ogía ni por la opinión.»
Estemos de acuerdo o no con Ibn l:lazm, debemos
o reconocerle como el fundador de una nueva era de·
· ·
8
·
píos de la Religión tal como vienen enunciados literalmente; una
visión que permitía la apertura dogmática y que no obstaculiza
ba la acción humana. Esta libertad se ejercía en el campo de lo
«permitido», campó que debía ampliarse indefinidamente de
acuerdo con el progreso de los conocimientos y del desarrollo de ,,
la sociedad.
No se trata entonces, como podríamos creer, de un '?ahirismo
literal e intransigente que limita el campo de la razón, sino más
bien de una actitud crítica racional basada en el Texto, y nada más
que el Texto cuando éste es explícito respecto a un punto dado, es
decir, respecto a casos, a fin . de cuentas, poco numerosos, como
dice el propio Ibn I:Iazm. El resto, todo lo que escapa al dominio
del Texto, es ilimitado, abandonado a la libertad del hombre y a
la razón.
Esta actitud crítica racional, que tendía a fundar la visión y el
«indicacionales» en la «demostración», la madurará, más
el filósofo cordobés Averroes llevá'ndola a su expresión más
1 19
profeta no sólo es despreciado en su casa sino también en
los sufrimientos que hicieron pasar los Quraysíes al
) nos confortan en esta certeza>>.
Pero los grandes proyectos intelectuales críticos e
mueren con sus teóricos. Sólo necesitan un «cierto tiempo»
llegue el momento histórico propicio para su pleno
El <q.ahirismo» de Ibn l:lazm era uno de éstos. Por eso
xtrañar que medio siglo más tarde inspirara el
ico y revolucionario dirigido en Marruecos, a partir del · . .
·:
. ..
·_ :_ · .. _.
.
.
. . -': .
. . ·. ·
24: •AI-'amr bi al-ma'rü.fwa an-nahy 'an al-munkar•. Obligación hecha a
s y enunciada en el Corán (cf. Corán III, 104 y IX, 71). Este principio ha
versas interpretaciones por parte de los teólogos en cuanto a la ·
ra �umplir «con la mano», •con la lengua• o «con el corazón•, si "'"'"'"'"�''""
olltico o a rodas los creyentes, etc. En su interpretación maximallsta,
servir de argúmenio político para acreditar la idi:a según la cual se debe
fes .culpables u obigados
l óponemes a adoptar una «verdadera doctrina». · · ·
malikíes, lo cual les hizo inclinarse a la «imitación», abandonando
las verdaderas Fuentes, el Libro y la Tradición. Por otra parte, los
Almorávides habían fundado su dogma en i<la analogía que va de
lo conocido a lo desconocido», lo que les condujo a concebir los
atributos divinos como análogos a los atributos humanos, lo cual,
según Ibn Thmart, no era nada más que un antropomorfismo.
Partiendo de este principio directamente inspirado en el fondo .
121
o de Aristóteles, o del de sus traductores, y de la dificultad
prender sus «abstrusos propósitos», el califa almohade .
· · ·..· ·
ofo de Córdoba, Abü al-Walid Ibn Rusd, Averroes, comentar .
tos de este autor y exponer su pensamiento. Eso significó,
·
vuelta a las «fuentes» en el campo de la filosofía, y una rup
la «imitación» practicada por los filósofos orientales.
··
Debemos recordar aquí que los soberanos del Magreb tenian •
umbre -desde el principio de la dinastía almorávide,
Yusuf b. Thsafln, que anexionó al-Á ndalus a su u · nm:no,�
ar a sus delfines a al-Ándalus. Los futuros soberanos se
pues en este país, en el espacio cultural de sus sabios y de
ofos. Hay por lo tanto un vínculo directo y orgánico
ela intelectual que se forjó en Có.rdoba, desde la época
'
política cultural adoptada por los Almohades: los
·
123
iderar las partes a través del todo en el que se inscriben..
ura intelectual, de espíritu matemátiCo, fue el fruto del
e aquellos sabios andalusú!s que, como hemos
ormente, abordaron las ciencias antiguas a través de
icas y de Ia lógica, lejos de las polémicas teológicas y
blemática de la: conciliación entre razón y· transmisión.
ienda, escribe Averroes, a· todos aquellos que han '"''"'·..,"·"'-"'
úsqueda de la verdad (. .. ), cuando se encuentran ante
es que les parecen inadmisibles, evitar rechazarlas ·
te, e intentar comprenderlas a través de la vía que,
res, les ha conducido en la búsqueda de la verdad. Deberi
ar, para llegar a un resultado decisivo, todo el tiempo
y seguir el orden que impone la_ naturaleza del tema
Al seguir este procedimiento metódico el filósofo
prender las cuestiones religiosas en el interior del ·
oso, y el hombre de religión llegará a aprehender l�s
cas en el interior del sistema en el cual se inscriben.
Comprendemos mejor así lo ·que nuestro filósofo ..
método demostratiVO», al cual no deja de elogiar cada . .•..•..· ·
125
refutaciones, es esta palabra que atribuye, en La
la incoherencia, al mismo .Aristóteles: <<Hacer justicia
buscar argumentos en favor de su adversario como lo
a sí mismo.» En efecto, Averroes consideraba a Aristóteles
«adversario» y al mismo tiempo como un amigo o comp
mpañero, porque veía en, él un gran filósofo cuyo ob
sino la búsqueda de la verdad; como tal, .Aristóteles .
uytahid», un investigador practicando el l<ijtihiid» � . ··
erpretativo) sobre el «libro del Universo». Adversario, ·
erroes sabía bien que los principios en los cuales se .. .
eles en su investigación no eran todos compatibles con
eligión musulmana. Aristóteles y Averroes son .
to que seguían ambos la mism� vía, la de la razón, y
cia un mismo fin, la verdad. Pero . lo que los . distingue, ·
da uno procede de sus propios principios y posee su
ma de referencia. Este ·sentimiento ambivalente hacia
reflej a en la lectura de Averroes: preocupado por
ma del Magíster Primus, se encuentra obligado a
formarlas, las tesis de Aristóteles que no concuerdan
s musulmanes. La interpretación del discurso de
uí un nuevo sesgo:· reducir al mínimo la diferencia entré .
vistla del Estagirita y el de la religión islámica. Sin . .
or resulta a veces imposible. Averroes busca pues una ·. · · ·
a Aristóteles," demostrando que los axiomas que éste
lecido como principios implicaban necesariamente
ales conclusiones. Éstas, según afirma a menudo, no
absolutas. Su veracidad está condicionada por ..el
al proceden. .
La mayor preocupación de Averroes no era, pues, aet·enleler.
eld, sirio comprenderlo. En está tentativa de cornprenls1órt.:
pi:eración se manifiesta la originalidad· de nuestro ...v,v••v.
n las ideas concebidas por el propio Averroes mismo,
ye a Ar.istóteles, por la única razón de que son ...._,..pn,rt
r parte del sistema aristotélico, y al mismo tiempo
encias· entre dicho sistema y la visión del mundo
ma, hay una (llosofía profunda y originalmente ave:rrotsta(. (
mentariOS a Aristóteles, una filosofía llUl\.lOUHIOULd.UJ.l._!.lL,_,
a, musulmaha, y magrebípor su problemática.
6
2- De esta manera podemos co�prender en nombre de qué
principios Averroes critica al �<gran maestro» Avicena. Según el fi
lósofo de Córdoba, el «gran maestro», al exponer las opiniones de
los filósofos, no había seguido el método demostrativo. Siguió el
método de los teólogos, el razonamiento analógico, procedimien�
ro que consiste en confundir. dos mundos totalmente peterogéneos,
el mundo visible y el mundo invisible. Para Averroes, la analogía
es válida «Cuando el paso de un término a otro es evidente, es
cuando la naturaleza de lo «conocido» es idéntica a la de lo
«u'"""v
.
"· u.v'-".l''"· En nombre de esta crítica metodológica, Averroes
todos los conceptos cÓncebidos por Avicena para conciliar
nociones religiosas y filosóficas. Estos conceptos se apoyaban
el postulado de la existencia de un valor tercero que hace con
dos nociones contradictorias, lo cual condujo a Avicena a
.uu•._... ..,... nociones tales como «creado en sí �terno en el tiempo»,
per se necesario por otro», «el conocimiento de las cosas
de una manera universal>> y <<la posibilidad de la pro
de lo múltiple a partir del Uno por emanación». Al prestar
poco de · atención en la crítica averroísta de los fundamentos
li;; !J
u vJtvt:
.l�u"
, del dispositivo nódonal de Avicena, podemos oh
cómo, a través de dicha crí�ica, se establece una ruptura y ·
anuncia un punto de no retorno.
Para dem<?strar que el mundo es creado por Dios, los teólogos
sostenido que el mundo tenía un comienzo. Pero, decir que el
Acto de Dios,. tenía un principio, planteaba graves dificul-
¿Por qué Dios creó el Mundo en un momento y no en otro?
decir qúe alguien ha hecho una cosa «antes» o «después»
que este hecho tiene un motivo. Ahora bien, Dios, por su
. misma, está exento· de toda motivación .
Para superar estas dificultades, Avicena había propuesto el con
del <<creado en sí eterno en el tiempo>>. Según él, �<el Mundo
u»lU'-J"""'v en sí es creado; considerado con relación al tiempo,
PtP·rn''"· Para Averroes, estamos ante un problema ilusorio pro
por un razonamiento erróneo. En efecto, Avicena y los teó
-pensaba Averroes- asimilaban · el comienzo del Mundo
al comienzo de las cosas de este mundo. Por· «comienzo»
''-UUl<I.U el hecho de «ser creado en el tiempo· y a partir de la
Comprendido así, el término se aplica efectivamente a las
127
del mundo, pero no al Mundo como totalidad. En ."""'""'•"-u·,.
que las cosas comienzan, es decir que cambian y se transtor�
.
pero decir que el Mundo tiene comienzo, significa que . .
·
do es Acto de Dios, un Acto sin ninguna relación con el
Porque un Ser que no se . desarrolla en el tiempo, y no
nscrito vor él, su Acto debe no estar necesariamente \.. LJ.<-LlUl>'
J0
por el tiempo, ni desarrollarse en un tiempo
filósofos (antiguos) preferían decir que el Mundo es
ues, para distinguir el comienzo del Mundo del de las
undo.
ara evitar esta confusión y superar las dificultades señaladas
mente, Averroes propone que el Mundo como totalidad
erpetuo comienzo». Averroes sabía muy bien que los ..,.,.,,,,...�,,...
an a aceptar esta tesis, porque no'podían concebir un
mienzo ni fin; una <<creación perpetua», pues estaban
asimilar el mundo metafísico al mundo físico, la creación
do del <<Acto de Dios» a la creación en el sentido de «a¡:tanctOJ
parición» de las cosas en el mundo. Por_ eso «SÍ examinamos ·
n ser las tesis de los teólogos, nos daremos cuenta de que
Dios como un ser humano eterno. En efecto, ..,J.uuJ.«u•<lJ.�·
.
i
hablado Aristóteles y al-Farabí.
Para Averroes, (<esta adjunción es superflua y errónea porque,
cualquier manera que lo consideremos, lo necesario no puede
ningún carácter de posibilidad. No existe ninguna cosa dota
una naturaleza única de la cual podamos decir que es a la
y necesaria (. .. ), porque lo posible es lo contrario de lo
. Además, lo posible sólo sería necesario, per se o por otro,
naturaleza se transformase en la de lo necesario, lo que es im
. Asimismo, lo necesario no puede tornarse posible «porque
hay absolutamente nada de posible en las naturalezas necesa
.
que sean necesarias per se o por otro».
pensadores del Oriente musulmán habían tratado prolija
el tema de la causalidad. Para los mu'tazilíes, «racionalistas
129
islam», el hombre es libre, crea sus actos y es
s. Pero los actos son la resultante de una cadena de causáS
ctos: ¿cómo concebir pues el acto primitivo que
ena? ¿El agente de dicho acto sería responsable de todos
generados);? Así se planteaba el problema de la "F."'""''a.'-1'
wlíd) de los actos, primerá formulación del problema de
dad en el islam.
En cuanto a los teólogos aS'aríes, defendieron un ·....,,".uo•ul�
scarada. Su doctrina, ambigua, afirma, por una parte,
el único Agente y que el hombre rio crea sus actos (el
o hace lo que Dios le permite hacer) . Pero sostenían,
te, que el hombre debe asumir la responsabilidad de
os que le son atribuidos. Esto es lo que llamaban la <�
m) (kasb). A la noción de «adquisicióm1; que consiste
nte en negar la libertad del hombre, corresponde, en
los fenómenos psíquicos, la noción de «hábito)) (' ada).
generados)) no s'On debidos a la relación de causa y
e son creados por Dios. De este modó, el acto
u yiza) de los profetas era posible; era un acto· "'c' uu.d.u:tlu<:U
no demostrativo de la profecía,
Para demostrar la posibilidad de un milagro (mu .
zzáli, la mayor autOridad de la teología aS'arí, había
s · filosófica de la relación necesaria entre la causa y
Gaizáli se explica así: tenemos la costumbre (hábito)
e el fuego quema el algodón, pero nada nos permite '
teza que el fuego es efectivamente la. causa de la . ... . .
o podemos afirmar que el algodón se quema cuando · ·
r el fuego> y eso no implica que el algodón se ·
fuégo: «Se quema en el fuegO; y no por el fuego)¡; . . . .
encia; 'es muy posible que el algodón no se queme por ·. :
i sólO con que Dios no 16 quiera. Tal fenómeno . ,. .
imio, querido por Dios e inhabitUal para nosotr s; · o
.
lagro. Es un don del cual disponen · los profet�s para
os hombres de su profecía. ·
Como racionalista intransigente, Averroes se levanta
curso y responde que la negación de la causalidad ·
·
·
0·
profecía y pedir después a aquel que se pretende profeta que ma
nifieste el signo extraordinario de su profecía. Ahora bien, el mi
lagro realizado por el Profeta Mul;J.ammad es el Corán, el cual no
tiene ninguna relación con la causalidad. En definitiva, si no cree
os a priori en la profecía, los actos milagrosos serán del domi
de la magia. Además, aquellos que niegan la causalidad olvi
que sin ésta es imposible demostrar la existencia de Dios,
ue, sin la caus;1lidad, no podemos establecer la existencia de
secundarias originadas por la causa primera. Sin la cau
�duu.a.•-.., el mundo será del dominio de la contingencia y del azar,
la noción del Creador permanecerá conjetural, superflua y des-
.
de sentido.
Pero dejemos a un lado los detalles de esta polémica, y exami
de cerca las ideas de Averroes respecto a ese problema filo
y científico. Nuestro filósofo defiende la causalidad desde
perspectivas: epistemológica y ontológica.
Desde un punto de vista epistemológico, la ciencia sólo es po
según él, si reconocemos el principio de causalidad. Porque
conocimiento de los efectos no puede ser perfecto sino por el
de las causas. Negar esto (la causalidad) es declarar
ciencia vana y abolirla�>. ·
131
Sin embargo, si transfuiésemos el «hábito», así�.v•.•,>l,ll<:t: du•u;'<
no epistemológico al plano ontológico, esto implicaría,
erroes, la negación de la existencia objetiva de las cosas,
existencia de las cosas sólo descansa sobre el hecho de que
relación (causal) unas a otras». Por eso insiste Averroes
cesidad de creer en la causalidad eti el plano ontológico; .
cir que las cosas deben sw relación causal sólo a este «
ógico» conduciría a pretender que «los entes son· sólo
nales», lo cual es absurdo.
De acuerdo con su concepción de una causalidad .
estro filósofo compára el mundo con una telaraña tejida ·
usalidad. La esencia del mundo es entonces pura "'u•••v•u•
mbre elabora, pues, su conocimiento al descubrir este
na en el mundo. «Juzgar las cosas del mundo, es ....vuv""'
usas. Nuestro juicio adquiere un carácter necesario cada
s basamos en un conocimiento completo de las rel:act'ones;.i
es, pero se convierte en una simple opinión cada vez
conocimiento de las causas es incompleto. Sin ""·'u""""
e tener en cuenta que nuestra alma cree a m_enudo
iniones son .efectivamente juicios necesarios, lo cual es '
.
estra ignorancia.» .
· _·-.. . . . •
•. -·
2
ros. Todo está vinculado por relaciones causales. La libertad misma
está incluida en esta red causal, que le da sentido y la hace inteligi
ble. Siendo un ser razonable, el hombre está dotado de una facultad
que le permite descubrir, progresivamente, cuándo y cómo las rela
ciones causales concuerdan con su deseo. Esta facultad es la razón,
que no es otra cosa más que el conocimiento de las causas. Cada
vez que el hombre conoce las causas verdaderas, logra satisfacer sus
y hacer su voluntad, y en esto consiste su libertad.
Decir que el mundo es creado por Dios planteaba un problema
t:'>IJ'URI->v, el problema de lo uno y lo múltiple: ¿Cómo concebir que
mundo múltiple e incesantemente cambiante pueda originarse
un acto simple exento de cambio (el de Dios)?
Para resolverlo, los filósofos del Oriente musulmán, acudieron
la idea de emanación (jay4) de Plotino, e hicieron de ella una teoría
la cual se basaba toda la filosofía del Ser y del conocimiento.
esta teoría, el Ser necesario, el Principio Primero, dotado de
existencia absolutamente completa y de virtudes absolutamen-
. perfectas, no podía, dadas su Sabiduría y su Generosidad, come
todas estas virtudes en su esencia. «Era necesario que difundie-
(Sus virtudes) por todas partes, como la claridad y la luz, que
necesariamente del disco solar.» Así, «del Primero (Dios)
el Intelecto primero que, por el acto de concebir su autor,
otro Intelecto, el segundo, y por el acto de concebirse él mis-
engendra una esfera celeste . . . ». Este proceso sigue gradualmente
engendrarse el décimo Intelecto, el donador de formas (wahib ·
133
ltiple fue planteado por los filósofos antiguos como rP�''""'<'�-·
tos seguidores de concepciones dualistas (como el dualismo
n y del Mal), que sósteníah que lo múltiple no puede
o Uno. Pero si los filósofos del Oriente musulmán se habían . .·
o de nuevo con esta problemática, no era por nada '"''"-'-l'Jll<Lu·
el contexto en el cual la· habían elaborado los- Antiguos,
·
4
zada, y Dios como jefe- de dicha ciudad. La voluntad de Dios se
expande en el Universo de la misma manera que se distribuyen
los ordenes del jefe de la ciudad en la sociedad. Se trata, pues, de
una fuerza espiritual difundida por todo el Universo, que une sus
partes unas con otras, y preserva su existencia.
135
Nuestra ciencia, escribe Averroes, es (un efecto) causado
.
la cosa conocida. Su creación está por tanto subordinada
.
de la cosa, y cambia a medida que cambia la cosa. Pero la .
da que tiene Dios -¡ensalzado sea!- del Universo es
ta a ésta. Es ella misma la que causa la cosa conocida,
tambi�n la cosa existente. Quien mezcla una de estas
con la �tra; confunde las esencias de dos contrarios, lo
caer en la suprema ignorancia.
n del Universo.
3 - En sus refutaciones a las objeciones de al-G
filósofos, Averroes muestra que éste no conocía los
.
los filósofos por sus textos, limitándose a estudiarlos
la presentación que de los mismos hace Avicena, «de ·
mpetencia en la materia», pues las tesis de los filósofos . ·
n en principios que deben ser discutidos .· .u�;.Jtau.u.>IL.:o•:
la demostración ni en la persuasión)),
Contrariamente a la crítica de al�Gazza.li a la u"'"'vua;
a que Averroes dirige al a5'arismo comienza con
6
ción de los principios y las premisas en las cuales esta escuela funda
su doctrina. Después de haber examinado minuciosamente estos
principios, Averroes explica que «los procedimientos a los cuales
recurren los aS'aríes para confirmar sus interpretaciones no están
en concordancia ni con el vulgo ni con la élite, porque no res
ponden, si los examinamos atentamente, a las condiciones de la
demostración (. .. ) . Muchos· de los principios en los que se apo
yan los conocimientos de los as'aríes son sofismas, al negar más
de una verdad necesaria, como la permanencia de los accidentes,
la influencia de las cosas unas en otras, la existencia de las causas
nt:<"c:�<,ul•"-� a los efectos, las formas sustanciales, y las causas se
.» Lo que critica Averroes aquí son los principios episte
IIl<JilUI�""'J� que fundaban la teología de esta escuela, y que cita-
anteriormente: el principio de discontinuidad, que tiene como
la negación de la permanencia de los accidentes; el princi
d� contingencia (u ocasionalismo), y su corolario, la negación
la existencia de las causas necesarias a los efectos. Respecto al
principio -la analogía que va de lo conocido a lo desco
nuuu- hemos visto ya que Averroes critica la maneta con la
Avicena utiliza dicha analogía para conciliar dos mundos to
'"uu"''·"'"heterogéneos. Fundado en tales principios, el método de
as'aríes no puede pretender a la consistencia del método de
por tanto los sabios y los filósofos no· pueden adhe
a él. y como el método de los as'aríes tampoco se atiene a
. «datos obvios del dogma del Texto revelado, cuya intención
incitar al vulgo a observarlos», tampoco puede dicho método
al vulgo. Este método corrompe el espíritu del vulgo y pro-
la oposición de los filósofos.
137
.
ne aquí a lbn l;Iazm, desarrollando el �ahirismo de éste de
nera tal que la fuente de referencia adoptada no sea ya
nte la literalidad de los textos, sino también «la intención ·
i
Al estudiar el Libro pie� oso, escribe Averroes,
{los argumentos utilizados en el Corán para confirmar
ción del mundo y la existencia del Creador) son de
.
pos: el primero consiste en mostrar la providencia . .
D ios sobre el hombre, y el hecho que toda cosa fue
por su intención. Llamaremos a esto «la prueba por la
dencia>>. El segundo consiste en mo�trar que Dios ha .
las sustancias de los entes existentes: así (Dios) ha
la·vida en los cuerpos (inanimados) como las
sensoriales y la razón. Llamaremos a esto la
creación». ·. .
.
·
·• El discurso filosófico averroísta es, por lo tanto, un racionalis
·
. crítico y realista. En el plano cognoscitivo, Averroes se libera
la hegemonía del sistema epistemológico desarrollado, en Orien-
139
principalmente por la escuela de I:Iarran,27 y por el
mo en general. Por otra parte, en el'planoideológico, se
a coyuntura sociohistórica que había generado el suefio
udad virtuosa» de al-Farab1 y l a «filosofía oriental•• de
ue le permitió establecer una nueva concepción de la
e religión y filosofía, concepción fundada en un a'-"•VUQH,>il
sta que permite preservat la identidad y la .· .....�. ...,..........u,-•«.
a uno de estos dos dominios, para hacerlos comcidir
mo objetivo: la búsqueda de la Verdad.
El discurso averroísta hay que in�cribirlo en el marco
o racionalista, realista y crítico del pensamiento
rrollado en la época de los Almohades en el Magreb y
· ·
27.' Los Sabeos de la ciudad de l;Iardin eran una comunidad rdigiosa Olli'II>IIOmor'n
ada en el norte de la Mesopotamia. .Según sabemos de su tradición rc•��·u•"-• ''""
od:m corrio profet as a AgathOdaimon y a Herrites -que fueron idenril'icado�· rc
s- así como a·orfeo. Crefan en' la existencia de un Creador trascendente,
nte por la mediación de espíritw intercesores -cuyas Inteligencia.' habitan
ete planetas- a los que puede acceder el alma htunana purificada. A
que ruvo para subsistir bajo el pOder musulmán, esta c ommidad
i
ica muchos sabioseminentes. Su herencia científica es una de las nrutnn'"'""
a tradición hermecista pudo infiltrarse dentro de la cultura árabe-Jslárru<:a.
28. Abü BakrMuhammad b. Yal.>ya b. a�-$aig Ibn Bayya, el
533/1138). Nació en Zaragoza a final� del siglo V/Xl,se refugió
ciudad natal por Alfonso I de Aragón. Ejerció la medicina en
adá; Fue envenénadó por' sus colegas médicos en la cOree de Fez.
ombres de la filosofía en al-Ándalus, en la época almorávide. Es
· .
ntarios de Úatados aristotélicos (Física, Meteorología, Historia de los
.
r parte de sus escritos quedaron incompletos. El tratado que le hiw célebre ·
utawa!JI;id (•El régimen del solitario»). Avempacc imprimió a la filosoflá · ·
direccióa original que encontrará su plena expresión en la obra de Av< err'c
1es; ,,,
29. Alusión :Lla célebre frase de un oriental, el visir büyf A�-�:i1:¡ib b, .
nado a las letras; que; al haber leído un dla lá an rolog{a literaria J¿ ·iúi
u :Abd-i Rabbih, dijo: «Es nuestra mercancía que nos la han ·
Este mismo deseo lo reflejaron el �ah.irí lbn l:lazm en la ciencia de
la Ley, el gramático Ibn Ma9a'30 de Córdoba en la gramática, el
<<Mahdi» Ibn ! umart en la teología, y Averroes en la filosofía.
Con Averroes, se establece, pues, una concepción radicalmente
nueva de la relación entre religión y filosofía: concebir la racio
nalidad en el seno de cada uno de estos dominios, sin confun
dirlos. La racionalidad en filosofía consiste en la observación del
o�den y la armonía del mundo y, por ende, en el principio de .
causalidad, mientras que la racionalidad en religión se basa en la
toma en consideración de la «intención del Legislador», cuya fi
nalidad última es incitar a la virtud. La noción de «intención del
Legislador» en el ámbito de las ciencias tradicionales �orrespon
de a la de las «causas naturales» en las ciencias racionales. Tales
son los principios sobre los cuales descansa el «demostraciona
lism.o» de Averroes. Posteriormente, vendrían as-Sa�ib131 e Ibn
141
ün32 quienes, a partir de estos mismos principios, -·�·��.....
cionalidad en la Revelación y en la Historia respecu
.
Así sea. Pero ¿cómo llegar a las (<proposiciones generaleS>>
endo que la Ley se compone de exhortaciones y nrr.orr·ínr
143
proscripciones sobre las cuales no prevalece ninguna
La Ley satisface, entonces·, a las condiciones de una
demostrativa, y, aunque · viene «dada» y no producida ·
ón,
. . .
..
·
..
igual que las ciencias raCionales en el hecho de ofrecer: ·
· .
. He escrito un libro sobre la historia, eri el que descorrí el velo
.·
• · que ocultaba las condiciones de la emergencia de las generacio
145
óricos y el sentido de los acontecimientos. He dilucidado en
s causas inherentes a la génesis de la civilización y de las ·
de -crítica externa 'utilizado por los sabios musulmanes en las ciencias tra
mcJIOmllcs, y codjficado en partícula r en s.¡"aplicaci6n a la ciencia del bad[l. Consiste en
dato transmitido (jabar) c:xamjnando la cadena de los transmjsores (imiid) por
ntermc�dlltrío de los cuales este dato ha !legado hasta nosotros. Se dene en cuenta dos
prilociJJak:s: la continuidad de la cadena, que garantiza que la información se ha
:transrrtl!l<lo de manera ininterrumpida desde el origen hasta el punto de llegada; la t:l�dibi
de los transmisores, garantes de la veracidad del dato transmitido. Con este fin, el
procede a la ju.,tificad6n (ta'tlit) o a la improbación (tayrib) de cada transmisor, ha
sobre codo en los criterios de moralidad. Este método era casi el único procedi
urilizado sistemáticamente por los historiadores en la cultura araboislámica.
·
rechaza este criterio externo de validez en lo que atañe a los datos relativos a los
(wiiqi'iit), cuya •veracidad depende exclusivamente d� su conformidad (mufiibaqa)
mundo exteriorn. (Ibn Jaldiin, Al-MI(qaddima, ed. Dar al-Yil, Beirut, s d , p- 41.)
. .
147
íbilidad y de imposibilidad consiste en examinar la .
humana, es decir, la civilización, distinguiendo los estados ·. ··
a afectan por su propia esencia y según su naturaleza, así
quellos que la afectan por accidente, y que no deben
uados en cuenta, y aquellos que no pueden afectarla.
37. Para Ibn Jaldün, que reutiliza aqui una f6rmula del te6logo aS'ad
anl (ob. 40311013), el •hábito» ( íida) ya no es expuesto a la ·
l período de profecía; en el cual podía producirse milagros. La
del mundo natural jr humano es por lo tanto perfectamente asc�;uraua;_•\J
e una ciencia de las caracrterfsticas naturales de la civilizaci6n. ..
de que proceden de la «intención del Legisladon>. Su racionalidad
reside en la circunstancia de que proceden de la consideración del
interés general (ma!faba). Así, por ejemplo, el Legislador no ha
impuesto el «nacimiento en l a tribu quraySf» como condición de
la accesión al califato, más que por ser la «solidaridad tribal»
( �abiyya) el único elemento capaz de asegurar el dominio de un
pueblo sobre los demás, fenómeno que, en la época del Profeta, se
·
149
civilizadón. En efecto,. «es muy raro que el orden
ntra del orden del mundo».
ste breve estudio epistemológico del pensamiento
sociedad araboislámica nos ha puesto de manifiesto
os distintos en la historia de la conciencia de esta
imero de estos dos momentos tuvo como sustrato
o el dispositivo de la metafísica emanacionista, y
eológico la fusión entre religión y filosofía. Est�vo
un aliento espiritualista e idealista, que condujo a las
rogreso a sublimar en suefi.os su incapacidad de cor1cnet
spiraciones en la realidad. El segundo momento fue
epistemológicamente por las aportaciones críticas
m y de Ibn Tümart, e ideológicamente por las .. · u..,
. ........._.v.
. ·.
. . ·
' .. :.
.
. . : :.. .
. .· _ _
. . .
·
.. .
.· . .
· ·
·
CONCLUSIÓN
151
mos reutilizar la totalidad del mismo. Sólo podemos reutilizar .•· .•.
efectuar lo que es pervivencia. Ahora bien ¿qué es lo que so- . · . .
ve de la filosofía araboislámica? · -·_·. ·..
.. .
No existe problema más complicado y abstruso que aquel que • •• · .•
.
anterior a la etapa contemporánea, es en gran medida una materia
muerta e incapaz de revivir. Es totalmente diferente en lo que res�
pecta al contenido ideológico, que es, de una manera u otra, sus
ceptible de tener · «otra vida», continuará viviendo en el transcurso
de los tiempos bajo diferentes formas. El contenido cognoscitivo de
la filosofía, cualquiera que sea ésta, vive sólo una vez, muere para
siempre, y nunca puede tener «otra vida». Los filósofos musulma
nes, como todos los filósofos medievales, fundamentaron su filoso
fía en las ciencias físicas de Aristóteles. El contenido cognoscitivo
de dicha filosofía murió con el nacimiento de la ciencia moderna.
Descartes fundó su filosofía en la física de Galileo, en cuya elabo
ración participó, pero con el nacimiento de la física de Newton el
contenido cognoscitivo del cartesianismo dejó de ser operativo. En
ésta fundó Kant su propia filosofía, la cual, a su vez, fue superada
cuando la teoría cuántica y la teoría de la relatividad rompieron con
la física newtoniana. El contenido cognoscitivo es ciencia, y la ciencia
tiene su historia. Ahora bien, la historia de la ciencia, como dice
Bachelard, es la historia de los errores de la ciencia. Por eso, el con-'
tenido cognoscitivo de toda filosofía muere para siempre: porque
entra en la historia como un conjunto de «errores��. Muere y se hun
de sin esperanza de · resucitar, porque el error no tiene historia.
En cuanto al contenido ideológico de la filosofía, tiene otra
realidad diferente: es en sí una ideología. El tiempo de la ideolo
gía es un «futuro-posible>�, que la ideología vive, como sueño, en
el presente. El sueño, por naturaleza, ignora los parámetros
espacio-temporales. El tiempo de la ciencia es, al contrario, un
... «presente-actual», que la ciencia vive en su presente. Cuando éste
·•· se apaga, la ciencia se elimina a sí misma para nacer de nuevo, en
•
1 53
dicho anteriormente que el tiempo de l a ideología
ro-posible», poniendo futuro entre comillas, pero ahora .
s quitar las comillas y decir que el futuro de la ideología · · ·
.\ .
155
Averroes no sólo rompió con el espíritu aviceniano ¡;u·v�L.•- .
• •.
157
rias especularon, antes de la predicación del islam. Siendo, •.
ues, esto as{, y como que realmente los filósofos antiguos es
diaron ya con el mayor esmero las reglas del razonamiento
a lógica, el método), convendrá que nosotros pongamos
os a la obra de estudiar los libros de dichos filósofos
ra que, si todo lo que en dios dicen lo encontramos
e, lo aceptemos, y si algo hubiere irrazonable, nos sirva
ecaución y advertencia. ·
bierto,
,·. ·. , : . ..
ons�iente a la vez de la universalickd del sab�r y de . · ·
pacio-temporales, Averroes define el método y el modo. · ..•. .
.
nte las «ciencias de los Antiguos», que representaban en: . ·
a la Ciencia por excelencia. Este método es digno de ·
.
lo, para definir nuestra relación con la tradición y
nto contemporáneo universal. Dicho método nos
guir lo que es universal en WlO y otro, y así poder ·
para restablecer nuestra especificidad; y lo que es particular, circuns
tancial a una época o a un pueblo, y que debemos conocer para
enriquecer nuestra experiencia .y nuestra visión del mundo.
Tales son, a nuestro parecer, los principales elementos que
perviven del averroísmo reflejando su espíritu, y que podemos aproe
vechar para tratar nuestros problemas actuales. En una palabra, el
espíritu averroísta. Con recuperar el espíritu averroísta; buscamos
hacerlo presente en nuestro pensamiento, en nuestra visión y en
nuestras aspiraciones, de la misma manera que está presente en el
pensamiento francés el espíritu cartesiano, o en el pensamiento in
glés, el espíritu empirista inaugurado por Locke y Hume. En efecto,
cuando nos preguntamos qué es lo que pervive del cartesianismo
en Francia, o del empirismo en Inglaterra, nos damos cuenta de
que sólo pervive el espjritu franc�s como especificidad francesa o
el espíritu inglés como especificidad inglesa. EstablezCamos enton
ces nuestra especificidad a partir de lo que nos es propio, lo que
nos corresponde, pero que, al mismo . tiempo, coincide con nues
tra modernidad. El espíritu averroísta se adapta a nuestra época,
porque coincide con ella en muchos niveles: el raCionalismo, el rea
lismo, el método axiomático y el espíritu crítico. Adoptar el espí
ritu averroísta es romper con el espíritu avicenista <<oriental», gnós
tico y oscurantista.
Algunos intelectuales árabes, cuya relación con el legado cul
tural europeo parece ser más estrecha que la que llevan con el le
gado árabe-islámico, plantean el problema del pensamiento árabe.
contemporáneo en estos términos: ¿cómo puede este pensamiento
asimilar la experiencia del liberalismo «antes, o sin que el mundo
árabe pase por la etapa del liberalismo?» El liberalismo para ellos
es: «el sistema de pensamiento establecido en los siglos XVII y
XVIII, y gracias al cual la clase burguesa europea ascendiente coin
. · batió las ideas y los regímenes feudales». ·Tal es la problemática que
· plantean Abdallah Laroui, Zaki Nayib Mahmud, Mayid Fajri...,
algunos bajo un punto de vi_s.ta francés cartesiano, otros desde un
. punto de vista empirista positivista anglosajón, cada uno según el·
. tipo del legado al cual se aferran como sistema de referencia cul-
, tural · e intelectual. . .
1 59
s esperar de ellos que incorporen en su conciencia una
ena, un patrimonio cultural que les es extraño en cuanto
mas y las problemáticas que plantea, así como las lenguas
ales se expresa. Un pueblo sólo puede recuperar en su
a su propio patrimonio cult.ural o ló que de él depende.
o al patrimonio humano en general, en lo que tiene de
, un pueblo lo vive neceSariamente de5de dentro. de su
adición y nunca desde fuera.
ara nosotros, un planteamiento objetivo de nuestra pro
a debería expresarse en los siguientes términos: ¿cómo el
nto árabe contemporáneo puede recuperar y asimilar la
ncia racionalista (liberal) de su propio legado cultural ·
a de nuevo, en una perspectiva semejante a la de
asados: luchar contra el feudali5mo, contra el """'"�'t!.Cw'.,..�,
a el fatalismo, e instaurar la Ciudad de la razón y de la
na ciudad árabe libre, democrática y socialista?
uestra posición no deriva aquí de ningún tipo de ....,n.u-..no
nalista estrecha, ni de una minusvaloración de los logros
dos por la humanidad. Consideramos, sin embargo,
gros nos serán siempre ajenos mientras no los GU•<>!J'"L'->JUV,
igencias de nuestra especificidad histórica.· Se trata de dar
nto a dichos logros en nuestra propia cultura. Para .
s poner en comunicación dichos logros con experiencias . . ·
o semejantes pertenecientes a nuestro patrimonio
o en este dominio como en otros, la · conciencia ·
más eficaz contra la alienación que nos conduce a leer ·
tuto en el pasado --o el presente- de los «otros». · · .·
ra misión ha de encaminarse a construir nuestro futuro'
uestra propia realidad; de nuestra especificidad
ementos constituyentes de nuestra personalidad.,
Índice analítico
F
1
Fajri, Mayid 159
Farab1, al- 16, 22, 29, 68-69, 78, Ibn 'Abd-i Rabbih 140
83, 92-94, 96, 107, 129, 134- lbn 'Arabi (de Murcia) 83
136, 140, 154 Ibn Bayya (v. Avempace)
Fasr, 'AJlal al- 141 Ibn I;Ianbal; banbalf-es, banba!ismo
Fa!imíes; flt#mf-es 3 O, 67, 99, 1 O 1, 75, 83, 88-89, 102-103, 1 14
104, 106, 1 10, 1 15, 122, 140 Ibn al-Hayram 33
fotwii-s (dictámenes jurídicos) 102 Ibn I;Iazm 29, 3 1 , 109-122, 138,
Fez 140, 142 141, 150
fondamctalismo-ista (st#afiyya) 25, Ibn Jaldü.n 22, 29, 120, 142, 145- .
47-49, 52, 54, 58, 83, 1 0 1 149
Ibn Mac;la' 3 1 , 1 4 1
G Ibn an-Nadlrn 85
lbn Rusd (v. Averroes)
Galileo 33, 153 lbn.Sina (v. A.;,.icena)
Gazzali, al- 29, 67-68, 83, 96-97, Ibn Taymiyya 83
102, 123, 130, 136, 1 5 5 lbn Tufayl 105, 140
163
ümart 29, 3 1 , 109, 120-121, K
1, 150
uhr (el Avenzoar de los lati Kant, E. 153
s) 124 Karji (o ai-Karayi), al- 79
motivo), ta'lrl (motivacíón) . kasb(adquisición: concepto teoló- ·
3, 141 gico as'arl) 130
ación, iluminacionismo .. . Kindi, al- 9 1 -92, 96
rfon) 23, 26-29, 34, 86, 88, Küfa 91, 1 14
0, 1 1 5, 1 1 8 . kulliyii.t. (proposiciones
-es; imámato, imiimoloifa 33, [a.S-Saribr]) 142-144
, 69, 86, 89, 95, 1 1 5-1.16
ción, indicacional,
dicacionalismo (bayiin), 23, L
-29, 88, 1 1 0- 1 12, 1 1 8-
9, 138 Laroui, Abdallah 159
ción, examen inductivo libre albedrío 56, 102, 132,
tiqra.') 1 1 8, 138, 143 145
ción por enumeración 143 Locke 159
8, 67-69, 77, 79; 86-87, 93-
4, 96-97
9, 99, 103 M
(v. iluminación ... )
ni, Dawüd al- 109, 1 11, H4 Mahfuz, Naguib 1 0 ..· .
lismo, ismá ';/l-es
(seguidor-es Mahmud, Zaki Nayib 159 ·
la Sla septimana) 30, 89,
. 95, Malik b. Anas; maliki-es 30,
9, 1 04, 106, 1 1 5 102-103, 108, 1 14, 1
(consenstJS doctorum)86, 102- 142
3, 1 14, 1 17- 1 1 8 Ma'mün, al- (califa abasz}
d {esfuerzo interpretativo) 85, 88-89," 91,
4, 126 Mani (Manes) 87-88
maniqueísmo, maniqueos
Man§ür. b. Abi 'Amir, al
Mariníes; márln/-es ·
··
. Marralci!ch 108-109 • ·· . ·.
es 1 5 2 Marruecos 22, 3 5 , 68,
zmi, al- 79 120- 1 2 1
n 67, 77 Matta b . Yünus 69
Mawardí, al- 149
mazdticismo (religión de
. . ; • ' · ·. Mazdak 87 .
.
mazdeismo •87
Medina; medini 10 2- 1 03 R
Mesopotamia 83, 87, 140
· Mosul 93 Razl, Abu Bakr Mu)fammad b.
Müsa ai-Ka'?im (séptimo imam de Zakariya ar- (v. Rhazes)
la si'a duodecimana) 89 Rii.zi, Fajr ad-Din ar- 79
Mucanabbi, al 93 Razi, Qu�b adcDin ar- 79
al-Mu'ta�im (califa abasí) 91 razón ( 'aqt) f transmisión (naql) 73,
al-Mutawakkil (califa abasí) 89 75-76, 86, 88-89, 93, 1 0 1 -
mu 'tazílí-es, mu 'tazilismo 30, 56, 102, 107-108; 1 24, 142, 1 5 6
75, 77, 85-89, 9 1 -93, 96, 102, reinos de Taifas 108, 120
106, 1 10-112, 1 14, 129, 1 5 2 Renan, E 18, 77
Rhazes 69, 79
Rousseau 94
N. Ruiz, Bravo-Villasante Car�en 12
Newton 1 53
Ni+.am al-Mulk (visir de los sultanes S
salyukies) 67
Sabeos {de J:Iarran: grupo gnóstico)
79 140
•.
165
9, 79, 93, 99, 102 teosofía 28, 96, 107
124 Toledo 100
sufismo 28, 34, 67, 83-84, Tomás de Aquino, Santo 16
, 92, 95-96, 1 04, 1 10, 1 1 5, Transoxiana 68-69
8, 141, 155 Túnez 99, 141-142
wardl, Abil I;Iaf� Sihab
Din 'Umar as- 96
wardi, Sihab ad-Din Ya�ya w
96, 1 5 5
es 67, 91-92, 103, 1 10, 1 16, wahhtibí (movimiento -) 83
5 wahib a¡-¡ttwar (donador de for
mas) 133
Watiq, al- 9 1