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Marx (5&6/7): El materialismo histórico: la revolución y la

sociedad comunista
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comunista

March 31, 2015

El liberalismo consideraba que una vez se estableciera su modelo social este sería
atemporal. Según Marx, sin embargo, no era más que otra etapa histórica que, al igual que
el feudalismo, desaparecería dando lugar a otra. Más aún: Marx utilizó todo el aparato
teórico del capitalismo —David Ricardo, Adam Smith, Malthus, John Locke— para predecir
su declive y sustitución por un orden social nuevo.

Las contradicciones del sistema capitalista

Según Marx existen varias contradicciones dentro del sistema capitalista que llevarán a esta
nueva etapa:

1. La teoría de la plusvalía. El trabajador asalariado produce lo suficiente como para


ganarse la vida durante parte de su jornada laboral. Quizás solo necesite seis horas de
las doce de un día de trabajo para generar suficiente beneficio como para pagar su
sustento. ¿Por qué debe trabajar otras seis? Para generar beneficio neto para el patrón.
Como el burgués capitalista es el propietario de los medios de producción -la fábrica y
las máquinas- y también del producto final y el proletario sólo tiene su fuerza de
trabajo, aquél puede permitirse pagar salarios de subsistencia y quedarse con todo el
beneficio.

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2. La teoría del capitalismo monopolista. Las empresas compiten en un mercado
feroz, tanto laboral como comercial. Como quiera que muchas empresas producen el
mismo producto, necesitan producir más, mejor y más barato que los demás para
poder mantener o maximizar sus beneficios. Los trabajadores fluyen del campo en
ingentes cantidades y esto hace que siempre haya alguien dispuesto a trabajar a
cambio de menor salario. Finalmente no se puede pagar menos que un mínimo: el
salario de subsistencia, al que todos tienden . También pueden aumentarse las horas
de trabajo diarias, lo que de acuerdo con la teoría de la plusvalía aumentaría también
los beneficios. Pero trabajar más de diez o doce horas diarias es imposible. Si no
podemos pagar menos o hacer trabajar más a los obreros, ¿cómo mantendremos la
empresa competitiva en un mercado feroz? Produciendo más barato por medio de
máquinas más eficientes que o bien produzcan los mismos o mejores productos en
menos tiempo o requieran de menos trabajadores para operarlas. Es decir, por medio
de un avance material o tecnológico. En todo caso, finalmente algunas empresas no
podrán competir en igualdad de condiciones. Alguna otra realizará un avance técnico
que la pondrá a la cabeza de las demás y las empresas en peor situación quebrarán.
Pongamos que en un sector, el del automóvil, existen cinco empresas (A-E) en un país.
Si la empresa A tiene problemas y quiebra, no por ello dejan de existir sus medios de
producción. La empresa B los comprará y entonces tendremos ya solo cuatro: AB, C, D
y E. El proceso seguirá su curso y finalmente quizás sólo tengamos dos empresas: ABC
y DE. Incluso quizás solo quede una. La tendencia del capitalismo, según Marx, es la
de generar unas pocas empresas a escala mundial. Serán cada vez más grandes, por lo
que los medios de producción estarán en manos de cada vez menos personas.
Recuerda que en el sistema marxista sólo hay dos clases: la de los propietarios de los
medios de producción y la de los que no son propietarios de los medios de producción.
Así, cada vez hay más proletarios y menos capitalistas. Los que antes eran propietarios
de pequeñas empresas son ahora asalariados de los grandes empresarios. El
proletariado acaba siendo la clase más abundante, no sólo por encima de la burguesía,
sino también de los agricultores.
3. El problema de la superproducción. Semejante entorno competitivo inunda el
mercado con productos. Cuando todas las familias tengan cinco sartenes y dos coches,
¿cómo les podremos vender más sartenes o más coches? Existen soluciones
temporales tales como ampliar los mercados -vendamos coches a Brasil, que no tiene-
o hagamos una guerra. Las guerras generan tanto mucho trabajo por la necesidad de
producir material bélico como destrucción, generando la necesidad de reconstrucción.
Finalmente, irremediablemente llegaremos a producir todo lo que la gente pueda
necesitar y mucho más. No tendrá sentido producir más y las empresas tendrán que
cerrar.

La situación a la que nos abocan las contradicciones del capitalismo

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Marx aún considera que los seres humanos somos actores racionales, tal y como nos concibe
el liberalismo. Actuaremos en nuestro beneficio. La esperanza de Marx es que los
proletarios dejen de colaborar en el mantenimiento de la precariedad de sus vidas y tome
conciencia de clase. Los proletarios deben actuar por el interés de todos los proletarios, no
por su interés individual o personal.

Marx y Engels dicen claramente: Proletarios del mundo, ¡uníos! Desechad vuestras cadenas.
No tenéis nada que perder sino vuestras cadenas y tenéis un mundo por ganar. Este es un
claro llamado a la revolución.

Llegará el momento en el que esta situación precaria será tan evidente que no se les ocultará
a los proletarios. Caerán en la cuenta de que el sistema está actuando en su contra. Cuando
la mayor parte de la gente viva en la miseria en una sociedad que produce enorme
abundancia, se le caerá la falsa conciencia -la ideología- y esta quedará demistificada. Los
proletarios verán tan claramente como distinguen el día de la noche que el sistema
capitalista es corrupto, falso y una mentira. Entonces sucederá una de dos opciones:

1. La revolución. Los proletarios se rebelarán y tomarán la propiedad de los medios de


producción de forma violenta.
2. El sistema simplemente caerá por su propio peso. Marx no detalla como, pero
podemos imaginarlo. El capitalista ve cómo sus beneficios bajan en un sistema de
producción fabril en el que las máquinas sustituyen a los trabajadores. El mercado
está saturado y ya no puede mejorar su producción con ninguna otra inversión.
Simplemente dirá: ¿para qué sirve todo esto? Ya no tendrá sentido ser un capitalista.
Casi lo puedes visualizar rindiéndose. El proletariado, en lugar de rebelándose,
diciendo simplemente: esto no tiene sentido. Todos llegando a la vez a la misma
conclusión y dando paso a una transición pacífica, automática, sin cataclismos.

Y tras el cambio, ¿qué? La sociedad comunista

Sea cual sea el caso que acabe ocurriendo, el siguiente paso está más claro. Los proletarios
heredarán los medios de producción del capitalismo, que los poseerán en común. No hay
clase explotadora, pues casi todos son proletarios ya. No hay, de hecho sino una sola clase,
el (antiguo) proletariado; es decir, no hay clases. Y, por consiguiente, no hay ya lucha de
clases: se instalan la paz y el fin de la historia.

¿Cómo será ese futuro?

El sistema heredado es de abundancia material, con las herramientas y los


conocimientos para fabricar indefinidamente los productos para sostener un gran
estándar de vida.
No hay escasez en el sentido de necesidad perentoria; no hay una eterna lucha
hobbesiana.

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Por lo tanto no hay necesidad de competir. Ya no diremos: yo haré este trabajo por
menos que tú, por sobrevivir. Porque hay comida, cobijo, etc. para todos.
Desaparece el beneficio en el sentido de plusvalía. El producto va para los
trabajadores por cuanto el trabajador recibe el pago por lo que produce.
El hombre escapa de la tiranía del trabajo y la especialización, pues su jornada
laboral se reduce. La sociedad puede fabricar todas las cosas que necesita para tener
un alto estándar de vida en un corto periodo de tiempo. Si en lugar de hacer trabajar a
unos muchas horas, ahora será posible que todos trabajen menos horas. Todos
crearían lo bienes materiales necesarios en dos o tres horas de trabajo diarias.

El nuevo hombre libre. Una vez desempeñadas esas dos o tres horas de trabajo eres
libre. Ya no es necesario que sigas produciendo para generar la plusvalía que habría de
llevarse el capitalista. Puedes entonces hablar con tus amigos, pescar, escribir poesía…
puedes convertirte en una persona completamente nueva en formas que el capitalismo te
negaba.

Ya no estás alienado del proceso productivo. La gente ya no piensa en términos de


competición y explotación, que son formas aprendidas en el seno de la ideología capitalista.
Hemos aprendido a pensar que la vida es competición de unos contra otros; hemos
aprendido que debemos buscar nuestro propio interés.

Una nueva conciencia. Pero esto no es necesario ya. Puesto que la conciencia siempre
refleja el estado del orden productivo, se generará una nueva conciencia. Se trata de la
conciencia comunista, natural, que reemerge tras muchos siglos de opresión conectándonos
con aquel comunismo primitivo. La gente ya no piensa en términos de derechos de
propiedad; la gente ni siquiera piensa en el concepto de propiedad natural (como haría J.
Locke). Por supuesto que nadie discute que poseamos nuestro propio cepillo de dientes. A lo
que nos referimos aquí es a los medios de producción, a las herramientas, sobre las que ya
no pensamos en forma de posesión, pues son tenidas y poseídas en común.

Una sociedad así estaría regulada por la Justicia: De cada cual según sus capacidades,
a cada cual según sus necesidades.[1]. Y no con arreglo a la propiedad de los medios de
producción. Si tu talento es el de organizar la producción, serás organizador; si consiste en
fabricar tal cosa, fabricarás tal cosa. Y lo harás con gusto, contribuyendo a la riqueza
general. No recibirás mejor tratamiento médico porque seas rico, sino porque estás
enfermo. No estudiarás en la Universidad porque tus padres sean ricos, sino porque eres
apto para ello.

Sociedad sin Estado. Para Marx el Estado era parte de la superestructura y servía a los
fines de la case opresora. Cuando Marx pensaba en el Gobierno no imaginaba una forma de
organizar la sociedad, sino una la Ley. La ley no sirve sino para mantener la estructura de
las clases sociales. De ahí que la Ley en el capitalismo sea fundamentalmente una ley que
regula la propiedad y los contratos. Así, la función del Estado se reduce a la de proteger los
derechos propiedad de aquellos que tiene propiedad; es decir, de la clase capitalista. Así el

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Estado Capitalista es una suerte de comité ejecutivo de la clase capitalista. Si los proletarios
deciden que la propiedad es robo y deciden tomar el control de la fábrica, allí estará la
policía para impedirlo o recuperarlo.

El Gobierno sólo es necesario en la sociedad con clases. En ausencia de clases, cuando todos
producimos en comunidad, es innecesario. Simplemente desaparecerá. Será, si acaso, un
gestor. La decisión de quién trabaja en qué será espontánea, natural, consensuada y no
mantenida por coerción.

1. En una fase superior de la sociedad comunista, cuando la esclavizadora subordinación


del individuo a la división del trabajo y con ello a la antítesis entre trabajo mental y
físico haya desaparecido; cuando el trabajo se haya convertido no sólo en medio de vida,
sino en la primera necesidad vital; cuando a la par con el desarrollo global del individuo
hayan aumentado las fuerzas productivas y los manantiales de la riqueza colectiva
fluyan más abundantemente, sólo entonces podrá rebasarse en su totalidad el estrecho
horizonte del derecho burgués y podrá la sociedad inscribir en su estandarte: «¡De cada
cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!»

—Karl Marx. Crítica del Programa de Gotha. ↩

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