Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
p=36
El calor
Como sabéis, el calor es una forma de energía (bueno, hay un leve matiz que comentaré
más adelante). Las moléculas, átomos y partículas elementales que forman la materia,
no están quietas sino en movimiento. Podemos pensar en el calor como en la energía
cinética de las partículas que forman un cuerpo. Cuanto más se mueven las partículas,
más calor posee el cuerpo.
Hay una importante diferencia entre calor y temperatura que conviene tener presente. La
temperatura sólo nos indica la velocidad media de las partículas. El calor, sin embargo,
depende de la velocidad y del número de partículas. Es decir, cuanto más masa, más
calor. Siendo estrictos, esto que estoy describiendo se llama realmente energía interna.
En física, el calor es la transferencia de esta energía interna. Así, un cuerpo no tiene
calor, sino energía interna, que es modificada perdiendo o absorbiendo calor.
Transferencia de calor
Hay básicamente tres formas de trasmisión de calor: por radiación, por conducción y
por convección.
Todo cuerpo, por el mero hecho de estar a una temperatura superior al cero absoluto
(equivalente a -273,15 ºC, temperatura en la que teóricamente todas las partículas se
detienen por completo, y que el Tercer Principio de la Termodinámica nos dice que es
inalcanzable), emite calor en forma de radiación electromagnética. Las partículas en
movimiento, pierden paulatinamente su energía interna, que es desprendida en forma de
fotones. También ocurre al contrario, una partícula puede aumentar su energía interna al
absorber un fotón, de forma que un cuerpo puede ser calentado mediante radiación
electromagnética, si es de la frecuencia adecuada.
Convección forzada
Imaginemos que dirigimos un chorro de aire hacia la sopa. Con esto estamos
produciendo dos efectos:
Por un lado, al aire caliente de alrededor de la sopa es sustituido por aire frío, a un ritmo
mucho mayor que el debido a la convección. En condiciones normales, el aire de
alrededor de la sopa está más caliente que el resto. Sin embargo, al producir una
corriente de aire, estamos renovando el aire sin permitir que se caliente demasiado. Así,
mantenemos una diferencia de temperaturas mayor entre la sopa y el aire de alrededor.
Por otro lado, el aire que golpea la sopa está sometido a una mayor presión, lo cual
favorece también la transferencia de calor. Podemos pensar que dado que hay más
moléculas de aire en contacto con la sopa, roban más calor.
Debido a lo anterior, un ventilador es capaz de refrescarnos los días de calor. Pero sería
mucho mejor disponer de un equipo de aire acondicionado, ya que el aire que expulsa
tiene una temperatura inferior a la del ambiente. Pues bien, eso es más o menos lo que
hacemos al soplar.
Uno podría pensar que el aire que expulsamos está más o menos a nuestra temperatura
corporal (unos 36 ºC, si no estamos enfermos), y por tanto, no ayudaría demasiado a
enfriar la sopa, por ser superior a la temperatura ambiente (es de suponer que nadie se
toma una sopa calentita con 40 ºC a la sombra). Y eso sería cierto, si simplemente
expulsáramos el aliento con la boca abierta. Cuando soplamos, mantenemos la boca casi
cerrada, de forma que el aire se ve obligado a salir por una abertura muy estrecha. El
efecto Venturi, nos dice que cuando un gas pasa por un conducto de menor sección, su
velocidad aumenta y su presión disminuye. Así que cuando soplamos, el aire sale a
mayor velocidad y menor presión que lo haría si simplemente echamos el aliento.
Puesto que su presión se ha reducido, al verse fuera de la boca, el aire se expande. El
efecto Joule-Thomson nos dice que si un gas se expande libremente, su temperatura
disminuye. Por tanto, el aire de nuestro soplido tiene una temperatura inferior a la que
cabría esperar.
Todo junto
Resumamos los fenómenos físicos que ocurren al soplar sobre una sopa. El efecto
Venturi acelera el aire de nuestro soplido y produce una convección forzada en el aire
que rodea la sopa, acelerando el enfriamento por dos causas: mayor ritmo de renovación
de aire, y mayor conducción. El efecto Joule-Thomson lo enfría, evitando que la
temperatura del aire expelido sea demasiado alta, cosa que ralentizaría la transferencia
por conducción.