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niño
Para lograr adaptar al niño y mantener su colaboración al tratamiento, mediante un proceso de
enseñanza-aprendizaje por el cual se adquieren valores, actitudes y conocimientos que van a
promover en el niño una actitud positiva hacia la consulta odontológica. A pesar de que lo ideal
seria realizar la primera visita durante el primer ano por razones preventivas, es solo cuando el niño
tiene entre tres y cuatro años de edad que posee habilidades de comunicación y socialización
suficientes para acceder a las exigencias de una cita odontológica, en este momento es capaz de
entender la función del odontólogo y esto nos permite controlar los temores generados por una
persona y ambientes nuevos, desconocidos y posiblemente amenazadores.
Ambiente Odontológico: Para el niño, este ambiente contienen una serie de eventos aversivos tales
como gente desconocida, procedimientos extraños y maquinas atemorizantes. Investigaciones han
comprobado que los niños inmersos en ambientes odontológicos agradables, exhiben los más bajos
niveles de ansiedad, es por ello que debemos atenuar los posibles elementos generadores de la
misma y convertir el consultorio en una escenario agradable, donde el niño se sienta seguro.
Sala de espera: debe ser luminosa, agradable y calida, el niño debe sentirse relajado; podemos
tener cuentos, creyones y libros para pintar, juguetes, mesas y sillas pequeñas, peceras, televisión
con juegos recreativos y música relajante para cubrir ruidos propios del consultorio.
Consultorio: los lineamientos son los mismos que los de la sala de espera, debemos suavizar la
impresión clínica manteniendo fuera de vista instrumentos, aparatos y jeringas. Colocar cuadros,
adornos, carteleras con dibujos infantiles, etc.
El trabajo del Odontólogo debe ser eficaz y de calidad, su concentración en le mismo no debe
descuidar el aspecto psicológico del paciente. El personal auxiliar debe seguir los mismos
lineamientos, su entrenamiento es crucial para la efectividad del trabajo en equipo. Todo empleado
del consultorio debe proporcionar un trato amable y calido al paciente y sus padres, la
comunicación con el niño, verbal y no verbal, es el principal objetivo para asegurar una adaptación
ideal.
Los Padres:
La estructura de los padres moldea, conforma y dirige la conducta del niño, de allí que esta refleja la
actitud predominante en el hogar. La importancia de los padres es tal, que en odontopediatria, la
relación odontólogo-paciente deja de ser un binomio para convertirse en triangular. Especial interés
tiene la relación madre-hijo, el patrón de esta el la niñez ejerce gran influencia sobre la personalidad
del niño y afecta la manera de responder a nuevas y exigentes situaciones.
Cómo obtener una conducta adecuada del niño en el odontopediatra
La mayoría de los niños aceptan nuevas experiencias como la odontológica sin mayor ansiedad, sin
embargo algunos requieren una atención especial. Esto depende de distintos factores como son la
edad del niño, su personalidad, la atención de los padres o la habilidad del profesional. En
definitiva, el odontopediatra debe saber cómo actuar en todas las situaciones y con todo tipo de
pacientes para poder realizar tu trabajo con éxito. Repasamos los factores determinantes de la
conducta en la consulta:
Esto se basa en establecer una buena comunicación con el niño, ganarse su confianza y la de los
padres, y lograr la aceptación del tratamiento por parte de sus primogénitos.
Para ello se debe explicar a unos y otros los aspectos positivos de los cuidados bucales, y realizar el
tratamiento de la manera más satisfactoria posible para que el ambiente cómodo y relajado todavía
mejore más en próximas visitas.
No hay que olvidar la necesidad de una comunicación entre el clínico y los padres, ya que hoy en
día tienen mucha importancia los aspectos como el consentimiento informado y la participación
más activa de éstos. Y es que no hay nada que transmita más seguridad que actuar siguiendo los 3
pasos lógicos: explicar que vamos a hacer, enseñar como lo haremos y hacerlo tal como lo hemos
explicado.
Al fin y al cabo, se trata de una relación de interés mutuo, ya que al niño le interesa poder someterse
al tratamiento odontológico de manera efectiva y para hacerlo así el clínico necesita su cooperación.
Pero en algunos casos las circunstancias ponen trabas a las visitas con los más pequeños, que
pueden tener algunas de estas conductas potencialmente no cooperativas:
Histérica o descontrolada: se puede producir hasta los tres años y cuando se da es verdaderamente
difícil llevar a cabo el tratamiento. Esto alarga los tiempos que se necesitan para llevar a cabo las
curas y puede ser negativo en casos que necesitan tratarse de forma urgente.
Tímidez: el niño se muestra cohibido pero es posible la realización del tratamiento si sabemos
utilizar las diferentes técnicas de control de conducta.
Cooperativa tensa: el niño colabora con nosotros pero no puede evitar tener cierto grado de
ansiedad. Digamos que se trata de la actitud que tienen muchas personas, incluso adultas, cuando se
someten a tratamientos que saben que pueden conllevar algunas molestias.
Llorosa o compensatoria: el paciente colabora porqué entiende la necesidad del tratamiento pero
llora irremediablemente para descargar tensiones.
Todas estas son algunas de las actitudes que durante años los odontopediatras de Clínicas
Propdental han estado lidiando para poder aplicar los tratamientos que correspondían a cada niño.
Esta experiencia ganada a fuerza de los años es la mejor garantía para afrontar cualquier situación
adversa en relación a la conducta de los más pequeños en nuestras clínicas dentales.