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FACTORES DE CONTRASTE ENTRE MEDIACIÓN Y TERAPIA FAMILIAR

Una inadecuación cada vez más amplia,


profunda y grave entre nuestros saberes cada
vez más desunidos, divididos,
compartimentados, y problemas cada vez más
transdisciplinarios, multidimencionales,
transnacionales, planetarios, complejos.
Edgard Morin

El proceso conflictivo es sumamente complejo. En el intervienen seres humanos, con


su mundo interno y las relaciones entre ellos y con el contexto, sus narrativas, sus
culturas, el ordenamiento jurídico, etcétera, en virtud de esta complejidad considero
que ninguna disciplina o profesión puede considerarse como la única indicada para la
conducción y resolución del mismo.

Por ello prefiero hablar de Mediación y Terapia Familiar, es decir, reemplazar la “o” por
una “y”.

Se han desarrollado fundamentalmente en el mundo de habla hispana, tres modelos


de mediación: el Tradicional de Harvard, el Transformador y el Narrativo. El primero de
ellos parte de una epistemología lineal, en tanto que los otros dos, el Transformador y
el Narrativo, se inspiran en una epistemología circular.

Estos dos modelos han tenido mucho éxito especialmente en el campo de la


mediación familiar, o sea en aquellos casos en los cuales las partes tienen entre sí
vínculos familiares, es decir que están involucradas relaciones, más allá de cual sea el
tema o temas que los convocan a solicitar la mediación.

La terapia familiar sistémica ha partido y se ha desarrollado en los últimos 50 años,


también desde la epistemología circular. Por lo tanto hay varios puntos de coincidencia
entre este tipo de terapia y los modelos circulares citados.

En algunos casos, puede utilizarse con efectividad tanto la terapia familiar como la
mediación.

En otros casos pueden utilizarse simultáneamente.

En tanto que hay casos específicos de terapia.

Y otros para los que la utilización de medición es suficiente.

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En los casos de divorcio, por ejemplo,

− Si ambas partes están decididas a iniciar o proseguir el divorcio, no es


necesario terapia.

− Si es una situación post divorcio, en la cual el tema sea modificar una cuota
alimentaria, no es necesaria una terapia.

− Si ambas partes tienen dudas de continuar el matrimonio, es aconsejable la


derivación a terapia familiar a ambos.

− Si una de las partes está decidida a divorciarse, y la otra no, a esta última se la
puede derivar a terapia.

− Si existe un “pattern” interaccional de violencia, más allá de que continúen el


divorcio, es necesario que las partes consulten a un centro especializado, ya
que la finalización de la relación de pareja, no asegura que los episodios
violentos no vuelvan a repetirse.

En una investigación que recientemente finalizamos en la Universidad de Los Andes


de Chile, se verificó la importancia de explorar los “objetivos” que tienen las partes.
Estos “objetivos” pueden brindarnos un valioso indicador, del camino más adecuado a
seguir.

Uno de los temas centrales, desde mi punto de vista, y sobre el cual deberíamos los
mediadores capacitarnos, es gestionar la “derivación” a terapia, ya que la sola
indicación de la misma no es suficiente.

Esto lleva a que quienes trabajamos en el campo de la mediación familiar,


necesitemos trabajar en red, con las instituciones de terapia de la zona, a fin de poder
realizar la derivación correspondiente, esto es sumamente importante para los casos
de violencia familiar.

Con respecto a este último tema, violencia familiar, hay posturas diferentes entre los
mediadores y también existen diferencias en las legislaciones de los países, algunos
prohíben la mediación en estos casos, pero más allá de estos elementos, es
fundamental que el mediador, pueda realizar un diagnóstico de violencia familiar a los
pocos minutos de iniciado el proceso de mediación, ya que en muchos casos su
intervención puede ser iatrogénica. Para mediar en familias violentas es necesario
generar dispositivos especiales y que el mediador tenga una formación especializada.

Uno de los mayores aportes que ha realizado el modelo narrativo al campo de


mediación, es el aporte de técnicas, que han resultado sumamente beneficiosas para

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ser aplicadas dentro del contexto de la mediación. Las más utilizadas son:

− Las preguntas circulares

− La externalización

− La Historia Alternativa

− El equipo reflexivo

− La pregunta del Milagro

Estas cuatro últimas técnicas, han sido denominadas “técnicas o intervenciones


complejas” por lo cual es imprescindible una buena capacitación en las mismas,
porque su aplicación incorrecta puede ocasionar más perjuicios que beneficios.

El proceso de Mediación es bastante más formal, y breve que el terapéutico. Tiene la


ventaja sobre la terapia, que las personas se avienen a participar del mismo, y por lo
tanto puede ser beneficioso para mayor cantidad de personas, que no aceptarían
iniciar una terapia.

Por otra parte, si se solicita la mediación cuando el conflicto aún no ha estallado, o sea
cuando “la guerra” aún no ha sido declarada, es muy probable que fácilmente se
llegue a des-escalar el conflicto, y la mediación se transforma en un proceso
preventivo.

Una de las diferencias importantes entre mediación y terapia, es el atravesamiento


legal que tiene la primera, ya que los acuerdos a los que se arriben tendrán efectos
jurídicos. Esto lleva a que los mediadores deberán estar capacitados en las leyes que
rigen en los países que se desarrolla la mediación, como así también tener en cuenta
que los “intereses” del juez que oportunamente homologue el acuerdo. Esto nos ha
llevado a dividir el acuerdo en dos partes: a) el acuerdo propiamente dicho, que será
homologado, y que muchos jueces exigen que sean únicamente cuestiones
ejecutables, y b) compromisos, que no pueden ser ejecutados, pero que aseguran
que el acuerdo sea sostenible.

Otra diferencia, que he encontrado muy importante, a partir de mi práctica como


terapeuta y como mediadora, es que si bien no he sido una terapeuta “autoritaria”, en
alguna circunstancia especial he utilizado mi “poder”, por ejemplo para que un padre
concurra a terapia. Esto no es posible realizarlo en el campo de la mediación.

Los procesos de mediación pueden tener efectos terapéuticos, pero no son terapias.
Uno de los riesgos que he observado en mediaciones, es que los mediadores creen
que están realizando una terapia o en algunos casos una “orientación”. Los

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participantes de la mediación, no han solicitado ni una terapia ni una orientación, por lo
tanto considero una falta de ética, realizar algo que no es lo contratado.

La mayor dificultad que he encontrado y que es compartida por muchísimos


mediadores, es la participación de los niños en mediación. En muchos países los
mediadores provienen del campo del derecho, y ni en su formación ni en su práctica
profesional han entrevistado niños, y tienen dificultades en realizar este tipo de
entrevistas, y es absolutamente válido su temor. Ellos tienen razón. Pero los niños
tienen derecho a ser escuchados. Ellos también tienen razón. Creo que así como es
indispensable que los mediadores provenientes del campo del Trabajo Social, de la
Psicología, y de otras disciplinas, se capaciten en temas legales, considero que es
necesario que los mediadores, más allá de cual sea su profesión de origen, se
capaciten en entrevistas a niños, pero mientras esto se produce, se han generado
algunos dispositivos, que han resultado sumamente útiles, para salvar esta
contradicción que existe entre los lógicos temores de los abogados-mediadores y los
derechos de los niños.

En Madrid, dependiente del Ayuntamiento, funcionan la “CAF” Centros de Atención


Familiar, y en estos Centros, quien realiza la admisión, que es un profesional
sumamente capacitado, es quien realiza la derivación a mediación, orientación o
terapia. La experiencia ha sido muy buena.

Marinés Suares

Castelar, Buenos Aires, Argentina, marzo 2008

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