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LA POSMODERNmA n

¿QUE ES EL mundial, significados que hoy día todavía for­


man la esencia de su definición. Pero Toynbee
POSMODERNISMO? mantuvo generalmente un cierto escepticismo
hacia la «aldea global» como lo der.ominaría
más tarde McLuhan -y es interesante ver que
este escepticismo era compartido por aquellos
escritores que primero emplearon el término de
un modo polémico, los críticos literarios Irving
Charles Jencks Howe y Harold Levine, porque esta descripción
esencialmente negativa ha permanecido con el
PROLOGO movimiento y se ha convertido tanto en un azo­
te como en un reto, un insulto y un estandarte

E
1 desarrollo del posmodernismo ha se­ para el campo de batalla. Su empleo del término
guido un curso sinuoso, incluso tortuo­ en 1963 y 1966 fue lo bastante malévolo como
so. Desviándose primero a la izquierda para herir, hacerse popular, y después resultar
y luego a la derecha, avanzando des­ positivo- la misma trayectoria que E. H. Gom­
pués por el centro, se asemeja a la forma natural brich ha demostrado para los términos gótico,
de una raíz o de un río lleno de meandros que manierismo, barroco, rococó y romántico. Las
se divide, cambia su curso, vuelve sobre sí mis­ etiquetas, como los movimientos que describen,
mo, y luego sigue una nueva dirección. Su signi­ tienen a menudo este poder paradójico: tener
ficado es todavía polémico, no sólo a causa de un resultado provechoso a pesar de haber salido
esta naturaleza cambiante, sino también porque de boca de detractores. No es de extrañar por lo
ha representado dos tradiciones bien diferentes tanto que su desarrollo pueda asumir una forma
para escritores, filósofos y artistas. En algunas orgánica tortuosa, no sólo la de un árbol o la de
partes se le considera progresista, en otras se le un río, sino, en el caso del posmodernismo, la
condena por reaccionario y nostálgico; por un de una serpiente.
lado se le apoya por su realismo social y tecnoló­ El escritor Leslie Fiedler fue de los primeros
gico, por otro se le acusa de escapismo. Incluso en emplear el prefijo «pos» con matiz positivo
a veces cuando se condena su esquizofrenia, sus cuando en 1965 lo repitió como si fuera un en­
defensores vuelven este defecto en virtud. Es salmo y lo asoció a tendencias radicales contem­
inevitable que, como su progenitor el modernis­ poráneas que constituían la contracultura: «pos­
mo, tenga los defectos de cualquier movimien­ humanista, posmasculino, posblanco, posheroi­
to, siendo los más evidentes una producción ex­ co... posjudío». Estas creaciones anárquicas al
cesiva de artefactos y una inflación de teoría. Un margen de la ortodoxia, estos ataques al elitismo
crítico de la literatura posmoderna, Charles modernista, el academicismo y la represión puri­
Newman, considera precisamente que su cuali­ tana representan realmente los albores de la cul­
dad característica es el crecimiento incontrolado tura posmoderna, como señalaba Andreas
tipificado por una economía multiplicativa. Pero Huyssen en 1984, aunque Fiedler y otros auto­
una lectura crítica de la evidencia demostrará res de los años 60 nunca llegaron a proponer es­
que los mismos problemas de producción en te argumento ni concretar la tradición. Para eso
masa y de consumismo acosan a otros movi­ habría que esperar hasta los años 70 y la publica­
mientos modernos, y se puede hablar legítima­ ción de la obra de Ihab Hassan, momento en
mente de un modernismo de cultura de masas, que los movimientos radicales que Fiedler había
de un futurismo kitsch, de un tardomodernismo celebrado se consideraban, irónicamente, pasa­
nostálgico, y así sucesivamente. dos de moda, reaccionarios o muertos.
Desgraciadamente, el exceso de producción y Transcurrida la mitad de la década de los 70,
la devaluación en que éste desemboca son com­ Ihab Hassan se había autoproclamado portavoz
partidos democráticamente por todos los mo­ de lo posmoderno, y clasificaba así las ideas del
dernismos. experimentalismo en las artes y la ultratecnolo­
Parece que el primero en utilizar el concepto gía en la arquitectura -William Burroughs y
fue el escritor español Federico de Onís en su Buckminster Fuller, «Anarquía, Agotamiento/
Antología de la poesía española e hispanoameri­ Silencio... Decreación/Deconstrucción/Antíte­
cana (1934) para describir una reacción surgida sis... Intertexto...» en resumen, aquellas tenden­
desde dentro del modernismo, y luego Arnold cias que yo y otros caracterizaríamos posterior­
Toynbee en su A Study of History, escrito en mente como pertenecientes al tardomodernis­
1938 pero publicado después de la guerra, en mo. En la literatura, y después en la filosofía, a
1947. Para Toynbee el término se refería a una raíz de las obras de Jean-Fran9ois Lyotard
categoría que abarcaba el nuevo ciclo histórico (1979) y de una tendencia a aunar deconstruc­
que empezó en 1875 con el final del dominio oc­ ción y posmodernismo, este término a menudo
cidental, el ocaso del individualismo, el capita­ ha mantenido sus asociaciones con lo que Has­
lismo y el cristianismo, y el ascenso de las cultu­ san llama «discontinuidad, indeterminación, in­
ras no occidentales. Además se refería, y con manencia». La obra de Mark C. Taylo, curiosa­
matiz positivo, a un pluralismo y a una cultura mente titulada Epring, A Postmodern A/Theology
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PARA ACABAR Corv
LA POSMODERNTnll n

es típica de este género, surgido a partir de De­


rrida y la deconstrucción. Algunos filósofos tie­
nen una tendencia a considerar a todos los pen­
sadores pospositivistas conjuntamente como
posmodernos, aunque lo único que tengan en
común sea el rechazo del positivismo lógico mo­
derno. Así vemos que el término tiene dos sen­
tidos completamente distintos y que existe una
confusión general no solamente limitada al pú­
blico. Todo ello, más la excusa de varios congre­
sos recientes sobre el tema, ha dado lugar a este
pequeño tratado: «lQué es el posmodernismo?»
Es verdaderamente una pregunta, como lo es
también la respuesta que yo he de dar, y hay
que comprender que su continuo desarrollo y
movimiento impiden que se dé una respuesta
definitiva, por lo menos mientras continúe con­
solidándose.
Durante su infancia en los años 60, la cultura
posmoderna era radical y crítica, era una postura
minoritaria establecida por ejemplo por los artis­
tas pop y los teóricos contra la visión restringida
del arte moderno y el esteticismo imperante en
instituciones como el Museo de Arte Moderno.
En el campo de la arquitectura, Team Ten, Jane
Jacobs, Robert Venturi y los Advocacy Plan­
ners, atacaron la «arquitectura moderna ortodo­ La Mano Ubbidisce al/'lnte/etto. Cario María Mariani, 1983. ·
xa» por su elitismo, su destrucción urbana, su • • <L ·•.. �

burocracia y su lenguaje simplificado. Durante


los años 70, al fortalecerse y cambiar estas ten­
dencias, y �l emplearse el término posmodernis­ o real, aspira sin embargo a una ficción de atrac­
mo para diversas tendencias, el movimiento se tivo más democrático que tales maravillas del
hizo más conservador, más racional y más aca­ tardomodernismo (así las defino y las juzgo yo)
démico. Muchos de los protagonistas de los como Stories and Texts far Nothing de Beckett o
años 60, como Andy Warhol, perdieron total­ Pale Fire de Nabokov. Quizás no espere alcanzar
mente su función crítica al verse asimilados por ni emocionar a los aficionados a James Miche­
el mercado del arte o por las prácticas comercia­ ner e Irving Wallace -por no hablar de los des­
les. En los años 80, la situación ha vuelto a cam­ cerebrados analfabetos de los mass-media. Pero
biar. El posmodernismo ha sido finalmente sí debería esperar llegar y deleitar, por lo menos
aceptado por las profesiones, las academias y algunas veces, más allá del círculo de lo que
por la sociedad en general. Se ha hecho parte Mann llamaba los «primeros cristianos»: los de­
del establishment tanto como su progenitor, el votos profesionales del arte ortodoxo. En esta
modernismo, y su hermano y competidor, el tar­ búsqueda de un público más amplio que el de
domodernismo, y en el campo de la crítica lite­ los «primeros cristianos», también distingue a
raria, su significado se ha acercado al que existe los arquitectos y artistas posmodernos de sus
en las tradiciones arquitectónica y plástica. compañeros del tardomodernismo y de los te­
John Barth (1980) y Umberto Eco (1983), en­ mas más herméticos que Ihab Hassan definió en
tre otros muchos autores, ya lo definen como un la década de los 70. Por supuesto, hay muchos
estilo que puede emplear formas tradicionales más objetivos específicos que dan una dirección
de forma irónica o desplazada para tratar temas al posmodernismo.
eternos. Reconoce la validez del modernismo Pero puesto que su sentido y su tradición
-el cambio en la visión del mundo impuesto por cambian, no sólo hay que definir el concepto, si­
Nietzsche, Einstein, Freud y otros- pero como no también darle fechas y un contexto específi­
dice John Barth, espera trascender los medios y co. Como el lector verá, lo que yo llamo posmo­
el público limitados que caracterizan la ficción dernismo es ese dualismo paradójico o doble có­
modernista: «Para mí, el autor posmodernista digo que entraña su nombre compuesto: la con­
ideal no se limita a rechazar o a imitar a sus pa­ tinuación del modernismo y su trascendencia.
dres modernistas del siglo XX ni a sus abuelos De acuerdo con esta lógica, lo posmoderno de
premodernistas del siglo XIX. Asume la primera Hassan pertenece en gran parte al tardomoder­
mitad del siglo, pero sin que esto le suponga nismo, la continuación del modernismo en su
una carga. Sin caer en el simplismo moral o forma extrema. Algunos escritores y críticos, co­
artístico, la artesanía de pacotilla, la venalidad mo Barth y Eco, estarían de acuerdo con esta
de Madison Avenue, ni en una ingenuidad falsa definición, mientras que otros, en igual número,
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incluyendo a Hassan y a Lyotard, no lo estarían. sa oposición entre la vanguardia y el kitsch en


En este acuerdo y desacuerdo, entendimiento y un artículo de 1939, ciertos intelectuales purita­
disputa, existe la misma dialéctica sinuosa que nos han argumentado que tiene que ser uno u
el movimiento ha demostrado siempre y uno otro y está claro dónde clasifican al posmoder­
sospecha que le quedarán todavía muchas vuel­ nismo, aunque si realmente está «estructurado
tas por dar antes de que termine. Podemos estar horizontalmente» y es «democrático», por su­
seguros de una cosa: el anuncio de su muerte es puesto no puede ser a la vez neo-nazi y autorita­
prematuro mientras no desaparezcan otros mo­ rio. Pero la lógica nunca ha sido una virtud de
dernismos. los que pretenden calumniar algún movimiento.
Recientemente, el Real Instituto de Arquitec­
l. LA INQUISICION PROTESTANTE tos Británicos (RIBA) ha sido anfitrión de una
serie de reuniones nostálgicas cuya nota más
En octubre de 1981, Le Monde anunció a sus destacada ha sido sus ataques implacables al
lectores dentro de una sección de su periódico posmodernismo. En 1981, el arquitecto Aldo
amenazadoramente titulada «Décadence», que van Eyck pronunció el discurso anual titulado
un espectro vagaba por Europa, el espectro del Ratas, post(e)s y otras pestes», y se puede dedu­
posmodernismo. Queda a gusto de cada cual di­ cir de este título lo mucho que se esforzó en ser
vagar sobre lo que opinaron los franceses de es­ ecuánime. Durante una mayúscula arenga,
ta advertencia mientras mordisqueaban sus
croissants, sobre todo teniendo en cuenta que
llegó con la imagen marxista ya familiar de un
fantasma amenazando su civilización (y su café)
-pero es probable que se hayan olvidado rápida­
mente del fantasma y que hayan esperado con
impaciencia la columna de «Décadence» de la
mañana siguiente, pues en nuestra cultura un
fantasma pronto aburre y ha de ser sustituido
por otro. El problema de éste ha sido, sin em­
bargo, que los críticos, y sobre todo los siempre
hostiles críticos modernistas, no han querido
dejarle desvanecerse. Se empeñan en atacar al
fantasma con una histeria creciente, convirtién­
dolo en una fuerza importante que perturba no
sólo le petit déjeuner, sino también los congresos
internacionales y las cotizaciones en el mercado
mundial del arte. Si ni se andan con cuidado,
sembrarán el pánico y habrá una baja espectacu­
lar en el Museo de Arte Moderno al devaluarse
ciertas reputaciones repentinamente.
Clement Greenberg, reconocido durante mu­
cho tiempo como teórico del modernismo ame­
ricano, definió el posmodernismo en 1979 como
la antítesis de todo lo que él amaba: es decir, co­
mo una caída de las normas estéticas provocada
por «la democratización de la cultura bajo el in­
dustrialismo». Al igual que nuestro columnista
de la «Décadence», él veía el peligro como una
falta de jerarquía en el juicio artístico, aunque
no llegó a llamarlo simplemente nihilismo como
el francés. Otro crítico del arte, Walter Darby
Bannard escribió cinco años más tarde en la
misma Arts Magazine, continuando la cruzada
que había emprendido Greenberg contra los in­
fieles y reafirmando la misma (no-) definición,
sólo que con una elaboración más brutal: «el
posmodernismo carece de objetivos, es anárqui­
co, amorfo, inmoderado, inclusivo, está estruc­
turado horizontalmente, y se dirige a lo popu­
lar». lPor qué dejaría de citar el kitsch implaca­
ble, o la comparación al uso con el populismo
nazi que el crítico de arquitectura Kenneth
Frampton siempre añade a su lista de horrores?
Desde que Clement Greenberg marcó su famo-
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aconsejó a un entusiasmado público de moder­ da a cabo por intelectuales y otras mentes privi­
nistas «Señoras y caballeros, LES RUEGO QUE legiadas: siempre entretiene, aunque oscurezca
SUELTEN A LOS ZORROS Y LES DEN CA­ tanto como explica. Y lo que ha ocultado son las
ZA» -lo cual no se diferencia mucho de las tác­ raíces fundamentales del movimiento.
ticas nazis que decía deplorar, aunque los perros
y los zorros dan cierto sabor de Osear Wilde a 11. DEFINICION DEL POSMODERNISMO
este programa. Si van Eyck aconsejaba soltar a
los perros a la caza de los posmodernistas, el ve­ El posmodernismo, como el modernismo, es
terano arquitecto modernista Berthold Lubet­ distinto para cada arte, tanto en sus motivos co­
kin, al recibir su medalla de oro del RIBA, se li­ mo en su marco temporal, y aquí lo voy a definir
mitó a categorizarlos junto con homosexuales, sólo dentro del campo con el que estoy más re­
Hitler y Stalin: «Esta es una arquitectura traves­ lacionado: la arquitectura. La responsabilidad de
tida, es Heppelwhite y Chippendale en travestí». haberlo introducido en el subconsciente del arte
Y siguió comparando el posmodernismo con el arquitectónico corresponde a Joseph Hudnut,
kitsch nazi en posteriores soirées nostálgicas en quien, al coincidir en Harvard con Walter Gro­
París y en el RIBA, llegando a comparar al prín­ pius, quizás quisiera hacer pasar a este pionero
cipe Carlos con Stalin por su ataque al moder­ del movimiento moderno alguna noche en vela.
nismo. Se podrían citar insultos parecidos de En todo caso, empleó el término en un artículo
modernistas de la vieja escuela en Estados Uni­ publicado en 1945 bajo el título de la casa pos­
dos, Alemania, Italia, Francia y en realidad en moderna (escrito enteramente en minúsculas, si­
casi todo el mundo. Por ejemplo, el famoso crí­ guiendo la práctica del Bauhaus), pero no lo vol­
tico italiano Bruno Zevi considera el posmoder­ vió a mencionar dentro del texto, ni tampoco lo
nismo un «pastiche... un intento de copiar el definió de una manera polémica. Aparte de al­
clasicismo» y «represivo» como el fascismo. guna mención esporádica por Philip Johnson y
En todos estos gritos de protesta se detecta la Nikolaus Pevsner, no volvió a emplearse hasta
aparición de una definición negativa, una defini­ que yo empecé a escribir sobre el tema en 1975.
ción paranoica hecha por modernistas batiéndo­ Durante aquel primer año de conferencias y po­
se en retirada, intentado mantener incólume la lémicas en Europa y Estados Unidos, lo utiliza­
fe ortodoxa, emitiendo diariamente edictos con­ ba como una etiqueta temporizadora, como una
tra la herejía, sosteniendo las creencias entre un definición que describía no a dónde íbamos, si­
número de fieles cada vez más reducido. Es no más bien de dónde habíamos partido. Era un
cierto que todavta controlan la mayor parte de hecho evidente que arquitectos tan diferentes
las academias, forman parte de los equipos edi­ entre sí como Ralph Erskine, Robert Venturi,
toriales de las revistas de estética y reprimen a Lucien Kroll, los hermanos Krier y Team Ten
cuantos artistas y arquitectos posmodernos pue­ habían dejado atrás el modernismo y habían to­
den, pero gran número de los jóvenes profesio­ mado rumbos distintos que sin embargo mante­
nales han huido de la vieja ortodoxia protestan­ nían alguna huella de su punto de partida común.
te, aburridos de tabúes y supresiones. Ahora en Todavía hoy definiría el posmodernismo como
cualquier concurso internacional, más de la mi­ lo hice en 1978 como un doble código: la combi­
tad de los trabajos presentados son posmoder­ nación de técnicas modernistas con otra cosa
nos, y esta generalización se refiere tanto a la es­ (normalmente la edificación tradicional) para que
cultura y la pintura como a la arquitectura. La la arquitectura comunique con el público y con
puerta está abierta de par en par, como durante una minoría comprometida, por lo general otros
la década de los 20 cuando el modernismo había arquitectos. El motivo de este doble código era
derribado las anteriores barreras académicas; la en sí mismo doble. La arquitectura modernista
ironía está en que los veteranos modernistas de había dejado de ser creíble en parte porque no
hoy están empeñados en ser tan paranoicos, tan comunicaba eficazmente con sus auténticos
reaccionarios y tan represivos como lo fueron destinatarios -el argumento principal de mi li­
sus propios perseguidores, representantes a su bro The Language of Post-Modern Architecture-y
vez de las Beaux Arts. Precisamente las calum­ en parte porque no enlazaba eficazmente con la
nias vertidas contra los posmodernistas suenan ciudad y la historia. De ahí la solución que yo
a veces como los vitriólicos ataques nazis y aca­ entendía y definía como posmoderna: una ar­
démicos dirigidos contra Le Corbusier y Walter quitectura que tuviera una base profesional y
Gropius durante los años 20. lSerá que la histo­ que a la vez fuese popular, además de basarse si­
ria se repite al revés? No estoy seguro, pero creo multáneamente en técnicas nuevas y formas an­
que estas caracterizaciones no han cumplido su tiguas. Para simplificar, este doble código signi­
objetivo -cortar el avance del posmodernismo­ fica tanto elitista/popular como nuevo/antiguo y
sino que más bien han contribuido a inflarlo existen razones convincentes para estos empa­
hasta convertirlo en un acontecimiento de los rejamientos de contrastes. Los arquitectos pos­
mass media. Mi mayor pesadilla es que los reac­ modernistas actuales fueron discípulos de los
cionarios se vuelvan de repente corteses y edu­ modernistas, y están comprometidos con el uso
cados. A todo el mundo, pero sobre todo a la de la tecnología contemporánea además de te­
prensa, le encanta una discusión injuriosa lleva- ner que enfrentarse con la realidad social actual.
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Bastan estos compromisos para distinguirlos de mente, habrá dicho sin embargo lo que quería
los nostálgicos o tradicionalistas, y esto merece decirle a la mujer: que la ama, pero que la ama
destacarse, puesto que es lo que crea su lengua­ en una época que ha perdido la inocencia. Si la
je híbrido, el estilo de la arquitectura posmoder­ mujer acepta esta táctica, habrá recibido de cual­
na. Esto no es completamente cierto en el caso quier forma una declaración de amor. Ninguno
de los artistas y escritores posmodemistas, quie­ se sentirá inocente, los dos habrán aceptado el
nes pueden utilizar las técnicas tradicionales de reto del pasado, de lo que ya se ha dicho, que no
la narrativa y la representación de una manera puede ser eliminado, los dos participarán en el
más directa. Todos los creadores que podrían juego de la ironía consciente y placenteramen­
llamarse posmodemos, sin embargo, mantienen te... Pero los dos habrán logrado una vez más
algo de la sensibilidad modernista -alguna in­ hablar de amor».
tención que distingue su obra de la de los nos­ Eco destaca así el uso que hace el amante del
tálgicos- sea ésta la ironía, la parodia, el despla­ doble código posmodemista, y lo extiende, claro
zamiento, la complejidad, el eclecticismo, el rea­ está, al uso social que hacen el novelista y el
lismo, o cualquiera de los numerosos objetivos poeta de las formas pretéritas. Enfrentados con
y tácticas contemporáneos. De acuerdo con lo un modernismo restrictivo, un minimalismo de
que ya decía en el prólogo, el posmodemismo medios y de objetivos, escritores como John
tiene el doble sentido esencial: la continuación Barth se han sentido tan limitados como los ar­
del modernismo y su trascendencia. quitectos obligados a construir siguiendo el Es­
El motivo principal de la existencia de una ar­ tilo Internacional, o empleando solamente el
quitectura posmodemista es claramente el fraca­ acero y el cristal. El más notable, y quizás el me­
so social de la arquitectura modernista, su míti­ jor empleo de este doble código en la arquitec­
ca «muerte» repetidamente anunciada durante tura, se ve en la ampliación de la Staatsgalerie
diez años. En 1968 una torre de viviendas en In­ en Stuttgart, hecha por James Stirling. Aquí se
glaterra, Ronan Point, sufrió lo que se dio en lla­ puede ver cómo se prolonga el carácter de la
mar un «derrumbamiento acumulativo» al hun- . ciudad y del museo ya existente de una manera
dirse los pisos como consecuencia de una explo­ divertida e irónica. La forma de palazzo en U
sión. En 1972 se volaron muchos bloques de vi­ que tenía la galería antigua se ve reflejada en
viendas prefabricadas en Pruitt-Igoe en St una construcción colocada sobre un plinto ele­
Louis. Hacia mediados de los años 70, estas vo­ vado o «Acrópolis» por encima del tráfico. Pero
laduras se iban convirtiendo en un método em­ esta base tan clásica contiene un espacio muy
pleado cada vez con mayor frecuencia para solu­ real y necesario, un aparcamiento, cuya entrada
cionar los problemas creados por el fracaso de está señalada irónicamente por unas piedras que
los sistemas de construcción modernistas: la se han «caído», como si de ruinas se tratara, al
prefabricación barata, la falta de un espacio per­ suelo. Los boquetes que por lo tanto quedan
sonal defendible y la urbanización alienante. abiertos en los muros permiten ver el tipo de
Todos fuimos testigos de una manera muy viva construcción -hecha no con los gruesos blo­
de la «muerte» de la arquitectura moderna y de ques de mármol de la Acrópolis auténtica, sino
su ideología de progreso, que ofrecía soluciones con un armazón de acero con revestimiento de
técnicas a problemas sociales. La destrucción piedra que permite el grado de ventilación exigi­
del centro de las ciudades y de edificios históri­ do por la ley. Uno se puede sentar entre estas
cos era casi igualmente evidente para la pobla­ falsas ruinas y ponderar la verdad de nuestra
ción, y otra vez hay que destacar estos motivos inocencia perdida: que vivimos en una época
sociales y populares porque no son exactamente que sabe construir con una albañilería bella y
los mismos en la pintura, el cine, la danza o la li­ expresiva, siempre que no sea más que superfi­
teratura. En estos campos, no ha tenido lugar cial y se cuelgue de un esqueleto de acero. Por
una «muerte» parecida y tan clara del modernis­ supuesto, un modernista se privaría y nos priva­
mo, ni quizás haya existido tampoco la motiva­ ría de este placer por múltiples razones: <<auten­
ción social que se halla en la arquitectura pos­ ticidad de los materiales», «coherencia lógica»,
modema. Pero incluso en la literatura posmo­ «honradez», «sencillez»- todos los valores y
dema existe un motivo social para el uso de for­ tropos retóricos celebrados por modernistas co­
mas pretéritas de manera irónica. Umberto Eco mo Le Corbusier y Mies van der Rohe.
ha descrito esta ironía o doble código: «Yo en­ Por el contrario, Stirling, como los amantes
tiendo la actitud posmodemista como la de un que describe Umberto Eco, quiere comunicar
hombre que quiere a una mujer muy culta y sa­ más valores y valores distintos. Para transmitir
be que no le puede decir «Te amo locamente» la naturaleza permanente del Museo, ha em­
porque él sabe que ella sabe (y que ella sabe que pleado la rusticación tradicional y formas clási­
él sabe) que estas palabras ya han sido escritas cas que incluyen una comisa egipcia, un pan­
por Bárbara Cartland. Pero hay una solución. teón abierto, y arcos segmentales. Estos ele­
Puede decir «Como diría Bárbara Cartland, te mentos son bellos de una manera modesta y
amo locamente». En este momento, habiendo convencional, pero no son nostálgicos debido a
evitado una falsa inocencia, habiendo dicho con las pequeñas distorsiones y al uso de un mate­
claridad que ya no es posible hablar inocente- rial moderno como el hormigón armado. Dicen
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Gordo11 Wu Di11i11g flall. Pri11ce1011, Ncir Jcrsn-. Ven111ri Rauch _1· Seo/! Broirn, /98/3

«Somos bellos como la Acrópolis o el Partenón, ficación urbana, en parte porque no consiguió
pero también estamos basados en la tecnología comunicar con los habitantes y otros usuarios a
del hormigón y en el engaño». Se ve este doble quienes podía no gustarles el estilo, no com­
código llevado a extremos en los puntos de en­ prender lo que significaba o no saber utilizarlo.
trada. El perfil de un templo construido de acero De ahí que el doble código, la definición esen­
que señala la parada de taxis, y los baldaquines cial del posmodernismo, se haya empleado co­
de acero de estilo modernista que señalan al pú­ mo una estrategia de comunicación en varios ni­
blico la entrada. Estas formas y colores recuer­ veles a la vez. Prácticamente todos los arquitec­
dan a De Stijl, ese lenguaje tan quintaesencial­ tos posmodernistas -Robert Venturi, Hans Ho­
mente moderno. Pero han sido superimpuestos llein, Charles Moore, Robert Stern, Michael
a modo de collage a un fondo tradicional. El Graves, Arata lsozaki son ejemplos notables­
modernismo se enfrenta así al clasicismo de tal emplean en su obra signos populares y también
modo que sorprendería, e incluso ofendería, signos elitistas para conseguir objetivos muy di­
tanto a modernistas como a clasicistas. No apa­ versos, y sus estilos son esencialmente híbridos.
rece la sencilla armonía y coherencia de ningu­ Para simplificar, en Stuttgart las barandillas azu­
no de los dos lenguajes o visiones del mundo. les y rojas y la policromía vibrante encajan con
Es como si Stirling quisiera decir con este len­ la juventud que visita el Museo -recuerdan lite­
guaje híbrido y sus confrontaciones incómodas, ralmente su pelo y sus anoraks de colores fosfo­
que vivimos en un mundo complejo donde no rescentes- mientras que el clasicismo atrae más
podemos negar ni la belleza pretérita y conven­ a los amantes de Schinkel. Este es un edificio
cional, ni la realidad sociotécnica actual. Atrapa­ muy popular entre los jóvenes y la gente más
do entre este pasado y presente, y poco dispues­ madura, y cuando hice entrevistas a personas
to a simplificar excesivamente nuestra situación, que se encontraban allí -un grupo de pintores
Stirling ha creado la belleza más «real» de la ar­ callejeros, escolares y hombres de negocios­
quitectura posmoderna hasta la fecha. descubrí que sus diversos gustos y percepciones
Esta realidad tiene tanto que ver con el gusto se acomodaban y se adaptaban. El pluralismo al
como con la tecnología. El modernismo fracasó que tantas veces se apela para justificar el pos­
en los campos de la vivienda popular y de la edi- modernismo es aquí una realidad tangible.
7
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LA POSMODERNTnA n

variables que tendrán que articularse, y si el ar­


quitecto sigue estos indicios le llevarán inevita­
blemente a un estilo ecléctico. Podría conjuntar
esta heterogeneidad bajo un clasicismo de estilo
libre, como hacen hoy en día muchos posmo­
dernistas, pero alguna huella del pluralismo de­
bería permanecer y permanecerá. Yo diría inclu­
so que el «estilo verdadero y apropiado» no es el
gótico, según se decía, sino algún tipo de eclec­
ticismo, porque sólo éste puede abarcar adecua­
damente el pluralismo que supone nuestra reali­
dad social y metafísica.
Muchas personas estarían en desacuerdo con
esta última puntualización, y algunas de ellas,
como el visionario y urbanista Leon Krier, son
casi posmodernas. A Krier lo cito como un caso
ambiguo, y porque demuestra cómo tradiciones
distintas pueden influirse entre sí de forma posi­
tiva. Krier trabajó para James Stirling a princi­
pios de los años 70 y desde entonces ha desarro­
llado su propio estilo de clasicismo vernáculo.
En los proyectos que preparó para la reconstruc­
ción de ciudades como Berlín y Washington, se
ve cómo las construcciones destruidas de la ciu­
dad histórica podían rehabilitarse, y cómo se po­
día añadir a este núcleo una serie tradicional de
espacios bien proporcionados. Las motivaciones
son urbanísticas y utópicas (en el sentido de que
es improbable que se vean realizadas). Pero
también tienen un carácter abiertamente tradi­
cional e idealista que el posmodernismo no tie­
ne. El estilo de vida que implican es paternalista
y monista, pero los proyectos no entrañarían el
totalitarismo que ven sus críticos cuando lo
comparan con Albert Speer, sino una cultura in­
tegrada encabezada por una élite decidida y sen­
sible. En este sentido, Krier no ha perdido la
inocencia que Umberto Eco y los posmodernis­
tas creen desaparecida para siempre, sino que ha
vuelto a una edad de oro pre-industrial en la que
podían imaginarse visiones singulares para todo
el mundo. Aquí de nuevo los críticos afirmarán
que él ha conservado su inocencia precisamente
porque no ha construido ni se ha enfrentado
con la realidad irreduciblemente plural.
Este no es el lugar adecuado para narrar la Esto puede ser cierto, y sin embargo Krier ha
historia de la arquitectura posmodernista, pero tenido un efecto positivo sobre los posmoder­
quisiera destacar las intenciones ideológicas y nistas, entre otros, porque sus maquetas ideales
sociales que subyacen en esta historia, porque sirven de crítica a la planificación actual, de la
se olvidan tantas veces en el acerbo debate con misma manera en que lo hacen algunos frag­
los posmodernistas. Incluso los tradicionalistas mentos que sobreviven como los centros de Sie­
suelen limitar el debate a cuestiones de estilo, y na y Venecia. Su nostalgia, como la de la Revo­
así se olvidan de la moralidad y las intenciones lución Francesa, es de un tipo positivo y creador
simbólicas. Si uno lee las obras de Robert Ven­ porque nos enseña lo que podría ser una ciudad
turi, Denise Scott Brown,- Christian Norberg­ moderna si se construyera con calles, arcadas,
Schulz, o las mías, se encontrará constantemen­ lagos y plazas tradicionales. Además -y esto sí
te con la noción del pluralismo, y la idea de que que le confirma como posmodernista- su forma
el arquitecto debe diseñar para satisfacer diver­ de diseño, derivada igualmente de Le Corbusier
sas «culturas del gusto» (en palabras del sociólo­ y de l'Ecole des Beaux-Arts, se basa en conoci­
go Herbert Gans) y distintas visiones de lo que mientos prácticos de urbanismo. No es simple­
constituye la buena vida. En cualquier edificio mente un manierista, llenando el cielo de bipla­
complejo, en cualquier gran edificio urbano co­ nos y tecnología de los años 20, sino una perso­
mo el de unas oficinas, habrá gustos y funciones na que toma en consideración toda la construc-
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LA POSMODERNTnA n

ción pública y privada antes de diseñar. Sus bi­ «italianismo» siempre está entrecomillado, es
planos son, por supuesto, irónicos comentarios una fabricación irónica de sus raíces hecha tanto
posmodernos sobre la conveniencia de una re­ para la Nueva York que de vez en cuando habi­
gresión tecnológica. tan como en respuesta a una necesidad interior.
Existen inevitablemente muchas más tenden­ Mientras que en el pasado era la tradición y el
cias dentro de la arquitectura posmoderna que mecenas quienes proporcionaban una mitología
las dos principales que representa la obra de a un artista, en el mundo posmoderno esta mi­
Stirling y Krier, y he procurado demostrar que la tología se elige y se inventa.
pluralidad consiste en seis tradiciones, o «espe­ Mariani, en plena década de los 70, creó a sus
cies» básicas. Estas especies identificables coin­ ficticios académicos del siglo XVIII -Goethe,
ciden en parte, y los arquitectos pueden saltar Winckelmann, Mengs, etc. -y luego pintó algu­
de una categoría a otra o aparecer en varias ten­ nos lienzos que faltaban para redondear una his­
dencias a la vez. Hay dos aspectos fundamenta­ toria mítica. En los primeros años de la década
les que habrán de añadirse a nuestra anterior de los 80, trasladó esta mitología al presente y
definición del posmodernismo: es un movi­ pintó una alegoría del Parnaso posmoderno con
miento que empieza aproximadamente en 1960 sus amigos, enemigos, críticos y marchantes, y
como una serie de partidas plurales del moderni­ él mismo en el centro -una versión actualizada
mo. Claves para su definición son el pluralismo del tema tratado tradicionalmente por Rafael y
tanto filosófico como estilístico, y la asociación Mengs. Aquí vemos una serie de textos super­
dialéctica o crítica con una ideología preexisten­ puestos, estratificados, como un comentario
te. No hay un sólo estilo posmodernista, aunque enigmático, como la estructura de un mito. lEs
hay un clasicismo dominante, de la misma for­ esto serio, o es una parodia, o es, más probable­
ma en que no había un sólo tipo modernista, mente, una combinación de la ironía y la alego­
aunque había un Estilo Internacional dominan­ ría? Las expresiones y los detalles de las caras
te. Además, si se pretende clasificar algo tan sugerirían esta doble lectura. Mariani, tan so­
complejo como un movimiento arquitectónico, lemne como arrogante, se encuentra sentado
hay que emplear muchos elementos de defini­ debajo de Ganimedes, a quien Zeus está raptan­
ción. Anthony Blunt, en un texto fundamental do: Ganimedes no es sólo el hermoso efebo de
sobre el barroco y el rococó, manifiesta la nece­ la mitología griega atrapado por el abrazo eróti­
sidad de emplear diez elementos de definición, co del águila que es Zeus, sino también un re­
y para distinguir el posmodernismo del moder­ trato del artista Luigi Ontani; de ahí el aro y el
nismo y del tardomodernismo en la arquitectu­ palo. A la derecha, la mirada de Francesco Cle­
ra, yo he empleado veinte. La mayor parte de es­ mente pasa por encima de un lienzo sostenido
tos elementos implican diferencias de simbolis­ por Sandro Chia; Mario Merz es Hércules en
mo, decoración, humor, tecnología y la relación una bañera bastante modesta; un conocido mar­
que mantiene el arquitecto con culturas presen­ chante neoyorkino repta hacia el agua converti­
tes y pasadas. Los modernistas y los tardomo­ do en tortuga; los críticos escriben y admiran
dernistas tienden a destacar soluciones técnicas sus propios perfiles. Todo se lleva a cabo en el
y económicas, mientras que los posmodernistas estilo seudo-heroico de finales del siglo XVIII,
tienden a destacar adiciones contextuales y cul­ el estilo de la pittura coita que Mariani ha hecho
turales a sus creaciones. suyo. Nadie que dedique un análisis extenso a
Muchas de estas puntualizaciones podrían ha­ esta «pintura culta» la llamaría dieciochesca, ni
cerse hablando del arte posmoderno. También tampoco puramente nostálgica, aunque muchos
se inició aproximadamente en 1960 con una su­ críticos con pocas simpatías hacia el posmoder­
cesión de partidas del modernismo -principal­ nismo han tachado la obra otra vez de «fascis­
mente el pop-art, hiperrealismo y fotorrealismo, ta». Las convenciones de la representación han
el realismo alegórico y político, la pintura nue­ sido rechazadas por los modernistas como un ta­
va-imagen, la transvanguardia, el neo-expresio­ bú, como el arte fríamente académico.
nismo, y un sinfín de otros movimientos más o Si es cierto que Mariani inventa y adapta su
menos fabricados. Indudablemente, las presio­ mitología, no lo es menos de muchos posmo­
nes del mercado del arte para que se produzcan dernistas que están relacionados con la alegoría
nuevas etiquetas y escuelas sintéticas han au­ y la narrativa. Esta inquietud por el contenido y
mentado el ritmo y la fuerza de este cambio. Y el tema es hasta cierto punto comparable con la
la influencia de los medios de comunicación in­ renovada inquietud de los arquitectos por el
ternacionales, tan recalcada como un aspecto simbolismo y el significado. Mientras que el
definidor de la sociedad posindustrial, ha conse­ modernismo, y particularmente el tardomoder­
guido que estos movimientos crucen las fronte­ nismo, centraban su atención en la autonomía y
ras nacionales. Las artes plásticas posmodernas, la expresión de la forma artística individual -la
como la arquitectura, se dejan influir por la al­ dimensión estética- los posmodernistas se cen­
dea global y la sensibilidad que conlleva: un cos­ tran en el aspecto semántico. Esta generaliza­
mopolitismo irónico. Si uno contempla a tres ción es válida en el caso de artistas tan diversos
posmodernistas italianos, Cario Maria Mariani, como David Hockney, Malcolm Morley, Eric
Sandro Chia y Mimmo Paladino, nota que su Fischl, Lennart Anderson y Paul Georges, algu-
9
nos de los cuales han pintado alegorías enigmá­ ra, la definición del posmodernismo que he da­
ticas, otros una combinación de narrativas se­ do arriba refiriéndome a la arquitectura es válida
xuales y clásicas. El llamado «retorno a la pintu­ también para los artistas plásticos e incluso creo
ra» de los años 80 es también un retorno a la para figuras literarias como Umberto Eco, David
preocupación tradicional por el contenido, aun­ Lodge, John Barth, John Gardner y Jorge Luis
que es un contenido que se diferencia del arte Borges, entre muchos más. No es válida, sin em­
premoderno. bargo, para tantos artistas agrupados bajo la eti­
Primero, debido a que estos posmodernistas queta del posmodernismo y para quienes exis­
han tenido un aprendizaje modernista, están ten apelativos mucho más apropiados.
preocupados inevitablemente por la abstracción
y la realidad básica de la vida moderna, es decir, 111. DEFINICION DEL MODERNISMO Y EL
una cultura de masas laica dominada por moti­ TARDOMODERNISMO
vaciones económicas y pragmáticas. Esto pro­
porciona a su obra la misma complejidad, el El movimiento moderno, como he sugerido,
mismo manierismo, y el mismo doble código fue en la arquitectura una Reforma Protestante
que están presentes en la arquitectura posmo­ que declaró su. fe en los aspectos liberadores de
derna, y también un estilo ecléctico o híbrido. la industrialización y de la democracia de las
Ron Kitaj, por ejemplo, el artista más relaciona­ masas. Le Corbusier llevó a cabo su «cruzada»
do con temas literarios y culturales, combina las (según su propia denominación) a favor de «un
técnicas modernistas de collage y de una com­ nuevo espíritu» (también según su propia termi­
posición gráfica plana con tradiciones renacen­ nología) y su religión reformada debía cambiar
tistas. Su enigmática alegoría If Not, Not corres­ la actitud del público hacia la producción en ma­
ponde visualmente a The Waste Land (La tierra sa. Tan convencido estaba este profeta de lps
baldía) de T. S. Eliot, obra sobre la que en parte efectos positivos de un ambiente bien diseñado
está basada. Supervivientes de una guerra se que terminó su biblia -Towards a New Architec­
arrastran a través del desierto hacia un oasis, su­ ture- con la exhortación: «Arquitectura o revo­
pervivientes de la civilización (el mismo Eliot) lución. La revolución puede evitarse». Walter
se dedican a acciones absurdas, algunas de las Gropius, otro militante de la fe en la Reforma
cuales incluyen elementos de culturas exóticas. del Diseño, fundó el Bauhaus como una «cate­
Un cordero, un cuervo, una palmera, un lago dral del futuro» y en 1923 proclamó la doctrina
azul turquesa y un paisaje toscano consciente­ ortodoxa: «arte y tecnología: una nueva uni­
mente adaptado de la tradición clásica, propor­ dad». Mies van der Rohe apeló repetidamente al
cionan una armonía de connotaciones. Apuntan Espíritu de la Epoca, el Zeitgeist de la nueva in­
hacia un fondo cristiano y occidental con el mo­ dustrialización, y declaró que podía resolver to­
dernismo, el culto al primitivismo, y el desastre dos nuestros problemas, incluso los «sociales,
superimpuestos. El monumento clásico en la económicos y artísticos».
parte superior, que tanto recuerda a Aldo Rossi Es decir, los tres arquitectos modernistas más
y a los edificios de frente posmodernista, tam­ importantes no sólo practicaron un estilo co­
bién sugiere los campos de exterminio, que de mún, protestante, sino que creyeron que si su fe
hecho representa. En realidad, el infierno can­ llegaba a gobernar la industrialización, podía
dente del cielo, el cadáver y el dique roto, los ár­ cambiar el mundo para mejor, tanto física como
boles negros y truncados, todo ello evoca la vida espiritualmente. Esta religión del modernismo
después de la Segunda Guerra Mundial: plural, triunfó en todo el mundo al ser diseminada por
confusa, y atormentada, pero que contiene islo­ santos y misioneros -sir Nikolaus Pevsner, sir
tes de paz (y una búsqueda de la unidad). El James Richards, sir Leslie Martin con la Biblia
título, con su doble negación -Jf Not, Not (Si no, según Siegfried Giedion, Space, Time and Archi­
no)- fue sacado de un antiguo juramento políti­ tecture. Se formaron academias modernistas en
co que significaba más o menos: si vos, el rey, las principales universidades, como Cambridge
no defendéis nuestras libertades y leyes, noso­ y Harvard, y desde ahí fueron dispersadas las
tros no os defenderemos a vos. Así las conse­ doctrinas puristas de Calvino Corbusier, Martín
cuencias de promesas incumplidas y de una cul­ Lutero Gropius y John Knox van der Rohe. Sus
tura fragmentada constituyen el contenido de blancas catedrales, sus cajitas blancas y negras
este apasionado drama, al que se ha dado una del Estilo Internacional se extendieron por el
gravitas y una dignidad clásicas. mundo, y durante cierto tiempo el pueblo y los
Se podrían dar muchos más ejemplos de este intelectuales siguieron en la fe. La decoración,
tipo de narrativa solapadamente moralizante: la policromía, la metáfora, el humor, el simbolis­
Robert Rauschenberg, David Salle, Hans Haac­ mo y la convención fueron incluidos en el Indi­
ke, Ian Hamilton Finlay y Stephen McKenna se ce, y todas las formas de decoración y de refe­
sirven todos de la tradición clásica al describir rencia histórica se convirtieron en tabú. Los re­
nuestra situación cultural actual. Tienen opinio­ sultados son bien conocidos: «la arquitectura de
nes políticas y éticas muchas veces encontradas, las buenas intenciones», como la llamó Colin
pero comparten la intención de dar nueva vida a Rowe, y existen suficientes urbanizaciones blan­
la tradición del arte moralizante. De esta mane- cas y hospitales de estética mecánica para de-
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nido este objetivo irreducible: concentrarsé en
la esencia de cada lenguaje artístico. Haciendo
esto, argumenta, se evita la pérdida de los valo­
res en una era de secularización, donde existen
muy pocos valores compartidos y donde queda
muy poco de un sistema simbólico común. Lo
único que puede hacerse en una época agnóstica
de pluralismo consumista es hilar muy fino en la
profesión de uno, o «purificar el lenguaje de la
tribu», como definieron Mallarmé y T. S. Eliot
el papel del poeta.
Esta idea está muy relacionada con la noción
decimonónica de vanguardia, y el modernismo
está basado, naturalmente, en el mito de una
vanguardia romántica que se adelanta al resto de
la sociedad para conquistar un nuevo territorio,
una nueva conciencia y un nuevo orden social.
La metáfora de la vanguardia como una avanza­
dilla política y artística fue formulada en la segun­
da década del siglo XIX, y aunque había muy po­
cos artistas activos en la política, como Gustave
- Courbet, y aun menos agitadores, como Marinetti,
- . - � .
el mito del activismo social proporcionó un papel
TrC's muchacho� C'II una batsa. Sane/ro C/11a, 1983. . importante a una clase que se estaba quedando sin
, mecenas. Los artistas, como los arquitectos, esta­
mostrar que las intenciones no iban siempre to­ ban a menudo subempleados y a merced de un
talmente descaminadas. sistema despiadado o, al menos, falto de interés.
La religión reinante del modernismo arquitec­ Donde antes tenían una relación social definida
tónico podría denominarse una mejora pragmá­ respecto a un mecenas -el. estado, la Iglesia o un
tica, es decir, la creencia de que «sacando más individuo- ahora se relacionaban con un mercado
de menos», como dijo Buckminster Fuller, los que era competitivo y agnóstico.
problemas sociales desaparecerían poco a poco. Así puede verse el modernismo como la pri­
El progreso tecnológico en áreas limitadas como mera respuesta ideológica importante a esta cri­
la medicina parece apoyar esta ideología, aún sis social y al ocaso de una religión compartida.
dominante entre los tardomodernistas. Enfrentados a una sociedad poscristiana, los in­
Así podríamos definir la arquitectura moder­ telectuales y la élite creadora formularon un
nista como el estilo universal e internacional pro­ nuevo papel para sí mismos, inevitablemente sa­
cedente del hecho de los nuevos medios de cons­ cerdotal. En su papel más exaltado cerrarían las
trucción adecuados a una nueva sociedad indus­ heridas de la sociedad; al «purificar el lenguaje
trial, que tiene como fin la transformación de la de la tribu», podrían purificar su sensibilidad y
sociedad, tanto en sus gustos como en su compo­ ofrecer una base estético-moral, si no una base
nente social. Pero hay una anomalía en este mo­ política. De este papel poscristiano surgieron
dernismo que es abrumadora y a la vez pasada dos posturas y una contradicción entre ellas que
por alto por los críticos del tema. Es todo lo con­ ha producido mucha confusión. Para tratar esta
trario del modernismo más extendido en otras confusión acudiré, como han hecho otros, Frank
artes y en la filosofía; pues éstas no son en abso­ Kermode y Robert Stern por ejemplo, a dos tér­
luto optimistas ni progresistas. Piénsese en minos técnicos, ya que la palabra «moderno»
Nietzsche, Goedel, Heisenberg, Heidegger y oculta al menos dos sentidos diferentes.
Sartre -más cerca del nihilismo que del positi­ Está el papel curativo del artista, el de salvar
vismo de Fuller. O piénsese en Yeats, Joyce, la «división entre el pensamiento y el senti­
Pound, T. S. Eliot, o De Chirico, Picasso, Du­ miento» que T. S. Eliot y Siegfried Giedion si­
champ y Grosz- no exactamente liberales, no tuaron en el siglo XIX, y éste conduce a lo que
muy socialistas, y desde luego, muy poco opti­ ha sido denominado «modernismo heroico».
mistas. Mientras el modernismo en la arquitec­ Luego está el papel subversivo y romántico del
tura ha propagado la ideología de la industriali­ artista al conquistar nuevo territorio, «crear algo
zación y el progreso, en casi todos los demás nuevo», hacer el arte distinto, difícil, auto-refe­
campos el modernismo ha luchado contra estas rente y crítico: lo que yo llamaría «modernismo
tendencias o las ha lamentado. En dos áreas cla­ agonístico». Estos dos sentidos están relaciona­
ve, sin embargo, están de acuerdo los diferentes dos con lo que Stern denomina «modernismo
modernismos: en el valor de la abstracción y el tradicional frente al modernismo cismático»,
papel primordial de la estética, o la perfección humanismo frente a agonismo, continuidad
del medio expresivo. El modernismo, según lo frente a «la novedad», optimismo frente a nihi­
ha definido Clement Greenberg, siempre ha te- lismo, etcétera. Para Stern y otros escritores co-
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Sanatorio el/ Paimio. Fi11/a11dia. A/1•ar Aa/to. /933.

mo Ihab Hassan, la segunda de estas tradiciones los años veinte, bastantes críticos aplicaron de­
-el modernismo cismático o de resistencia- se masiado libremente el prefijo «pos». Por ejem­
ha transformado en posmodernismo cismático. plo, los críticos populares Paul Goldberger y
Así, Hassan escribe: «El posmodernismo, por Douglas Davis lo utilizaron en el New York Ti­
otra parte, es esencialmente subversivo en la mes y Newsweeek para hablar de la obra ultra­
forma y anárquico en su espíritu cultural. Dra­ moderna de Hardy, Holzman y Pfeiffer, Cesar
matiza su falta de fe en el arte aun cuando pro­ Pelli y Kevin Roche, todo lo cual exagera la obra
duce obras de arte que intentan acelerar la de­ hightech de Mies y Le Corbusier. El crítico de ar­
sintegración tanto cultural como artística». te Edward Lucie-Smith, como lo hicieron otros,
Como ejemplos de esto Hassan menciona la llegó incluso a aplicarlo al Centro Pompidou de
literatura de Genet y Becket -lo que George Piano y Rogers. En fin, que posmoderno quería
Steiner llama «la literatura del silencio»- el arte decir absolutamente todo lo que fuera diferente
de auto-supresión de Tinguely y Robert Morris, al modernismo puro, y esto significaba, por lo
el arte mecanizado y repetitivo de Warhol, la general, rascacielos de formas extrañas, colores
música no estructural de John Cage, y la arqui­ chillones y tecnología vista. El hecho de que ta­
tectura técnica de Buckminster Fuller. Todo es­ les arquitectos estaban en contra del pluralismo,
to lleva el modernismo de la primera época y su la decoración y la convención del posmodernis­
noción de la discontinuidad radical a un extre­ mo se les escapó a estos críticos. Se limitaron a
mo que conduce al hermetismo de los años 60 y hacer uso de la expresión de moda para referirse
70. Debido a que esta tradición más tardía era a la discontinuidad y metieron en el mismo saco
obviamente diferente al modernismo heroico de cualquier desviación de la norma.
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Esta misma categorización permisiva se prac­ bert Morris, Robert Smithson, Michael Heizer,
ticaba en la teoría del arte y la crítica, y como Richard Serra, Walter de Maria, Robert Irwin,
consecuencia, cuando se celebraban congresos Sol LeWitt, Bruce Nauman (entre 1968 y 1970)
sobre el tema, los artistas no teían muy claro si habían llegado a una situación cuyas condicio­
apoyaban el posmodernismo o si estaban en nes lógicas no pueden describirse ya como mo­
contra de él. De hecho se dedicó un libro com­ dernistas.» En sus términos esquemáticos, lógi­
pleto a esta confusión: The Anti Aesthetic: Essays cos, esto es cierto, pero luego pasa a hacer una
on Postmodern Culture. Aquí el editor Hal Foster deducción falsa: «Para dar nombre a esta ruptu­
lo utiliza en el sentido de una resistencia cultu­ ra histórica y a la transformación estructural del
ral y política al statu quo. Para uno de los auto­ campo cultural que la caracteriza, hay que recu­
res, Craig Owens, es el uso crítico de técnicas rrir a otro término. El que ya se utiliza en otras
posindustriales (ordenadores y fotografía) en el áreas de la crítica es posmodernismo. No parece
arte y la «pérdida de narrativas maestras» (en es­ que haya razón alguna para no usarlo».
to está de acuerdo con J. F. Lyotard). Frederic Pues sí que no la hay, usando su misma no­
Jameson lo utiliza como un término genérico forma de no-definición, ya que si hay algo que
que cubre todas las reacciones al modernismo no se oculta es el hecho de que no se pueden
puro (John Cage y William Burroughs), la elimi­ definir las cosas eficazmente por medio de lo
nación de las distinciones entre la cultura de éli­ que no son. Todas las cosas que hay en una ha­
te y la cultura de masas y dos de sus «rasgos dis­ bitación que no son hombres no son necesaria­
tintivos» -el pastiche y la esquizofrenia. Jean mente mujeres: hay un número prácticamente
Baudrillard lo ve como un epítome de nuestra infinito de otras categorías de cosas. Y esos ar­
era y de su «muerte del tema», producida bási­ tistas que menciona no son posmodernistas, si­
camente por la televisión y la revolución infor­ no realmente tardomodernistas. lPor qué? Por­
mática. («Vivimos en el éxtasis de la comunica­ que como los ultra o neo-modernistas, llevan la
ción. Y este éxtasis es obsceno».) Casi todos los disyunción y la abstracción modernistas al ex­
demás autores lo utilizan en formas diferentes, tremo. Esencialmente su práctica va contra los
algunas de las cuales están relacionadas con la treinta y tantos elementos de definición del pos­
idea de resistir y «deconstruir» conceptos co­ modernismo que he mencionado antes -contra
múnmente asumidos por nuestra cultura. En re­ todos los que están relacionados con la semánti­
sumen, quiere decir casi todo y por lo tanto casi ca, la convención, la memoria histórica, la metá­
nada. fora, el simbolismo y el respeto por las culturas
Antes de discutir este «Posmodernismo de la existentes. Su trabajo se acerca mucho más al
Nada» donde hay muy poco en juego, quisiera modernismo agonístico, sólo que es más extre­
mencionar una de sus causas: la idea de que la mo, más exagerado -es decir, «tardío».
palabra puede apropiarse para significar cual­ De hecho, esto nos lleva a la definición esen­
quier ruptura con el modernismo puro. El en­ cial del tardomodernismo: en arquitectura tiene
sayo de Rosalind Krauss, Sculpture in the Expan­ una ideología social pragmática y tecnocrática y a
ded Field, incluido en esta y en otra antología so­ partir más o menos de 1960 lleva a su máxima ex­
bre el arte posmoderno, muestra esta apropia­ presión muchas de las ideas estilísticas y muchos
ción. Su ensayo, elegante e ingenioso, intenta valores del modernismo para resucitar un lenguaje
definir todas las desviaciones de la escultura que gris y manido. El arte del tardomodernismo tam­
parecen salirse de los límites de la escultura mo­ bién posee por lo tanto un sólo código y como el
dernista -la Endless Column de Brancusi, pon­ modernismo de Clement Greenberg, tiende a
gamos por caso- y extender éstos hasta incluir ser auto-referente y a estar inmerso en su len­
los edificios arropados y la Running Fence de guaje específico del arte, llegando incluso a ser
Christo, el uso que Robert Smithson hace de es­ minimalista en su concentración, como han seña­
pejos cubiertos de tierra en el Yucatán, un labe­ lado tantos críticos, por ejemplo Umberto Eco.
rinto de madera construido por Alice Aycock en
1972, y varios terraplenes y «terrenos marca­ IV. EL POSMODERNISMO CISMATICO ES
dos», como el hoyo excavado en la tierra y en­ TARDOMODERNISMO
marcado que Mary Miss realizó en 1978.
Krauss utiliza un diagrama estructuralista Lo que estoy sugiriendo aquí no es un cambio
para describir este campo ampliado de la escul­ de nomenclatura sin importancia, sino una reor­
tura -es decir, los objetos que no son arquitec­ ganización completa de las categorías: es decir,
tura, no son paisaje, y desde luego no son escul­ la redefinición, casi siempre como «tardomoder­
tura, y su ingenio consiste precisamente en ha­ nismo», de lo que Davis, Goldberger, Foster, Ja­
cer que el diagrama se extienda hasta incluir un meson, Lyotard, Baudrillard, Krauss, Hassan y
gran número de «noes» combinados. La estrate­ tantos otros definen frecuentemente como «pos­
gia no es muy distinta de la práctica modernista modernismo». Es principalmente tardomoder­
de definir cosas por medio de lo que no son, ex­ nismo porque está aún comprometido con la
tremando así sus diferencias y su esencialidad, tradición de lo nuevo y no tiene esa compleja re­
pero ella presenta su ampliación como una «rup­ lación con el pasado, el pluralismo y la transfor­
tura» con el modernismo: «...uno tras otro Ro- mación de la cultura occidental -la preocupa-
13
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ción por el significado, la continuidad y el sim­ siempre, el uso imaginativo y coherente del len­
bolismo. No pienso ni por un momento que es­ guaje técnico de la arquitectura. La moralidad
tos escritores vayan a estar de acuerdo conmigo, del tardomodernismo consiste en esta integri­
pero sí creo que lo que está en juego es algo más dad de invención y de uso; como la defensa de
que una distinción pedante. Es una diferencia la moralidad modernista que Clement Green­
de valores y de filosofía. Llamar a un tardomo­ berg hace, la obra ha de ser juzgada como un
dernista posmodernista es equivalente a llamar mundo hermético relacionado internamente,
a un protestante católico porque ambos practi­ donde los significados son auto-referentes. Lite­
can una religión cristiana. O es criticar a un bu­ ralmente, lencaja el high-tech y es efectivo desde
rro por no ser un buen caballo. Tales errores de una perspectiva visual, poética y funcional? Las
categorización llevan a lecturas erróneas, y esto respuestas a todas estas preguntas parecen ser
puede ser muy fructífero y creativo -los rusos positivas, aunque es demasiado pronto aún para
han leído Don Quijote como una tragedia- pero asegurarlo.
acaba siendo violento y estéril. El concepto de posmodernismo se confunde a
Si uno intenta leer el Hongkong Shanghai menudo con el de tardomodernismo porque
Bank que Norman Foster acaba de terminar co­ ambos surgen de una sociedad posindustrial.
mo un edificio posmoderno no pasará de la «no­ Naturalmente existe una conexión entre estos
puerta» donde las dos escaleras mecánicas están dos «pos», pero no la conexión simple y directa
colocadas en ángulo para acomodarse al princi­ que el filósofo Jean-Franc;ois Lyotard insinúa.
pio chino de Feng Shui. lEs contextual, guarda Este autor empieza su libro The Postmodern
relación con los edificios circundantes y con el Condition: A Report on Knowledge con la fusión
lenguaje vernáculo de Hong Kong y de China? de estos dos términos: «El objeto de este estu­
Sólo en el sentido muy indirecto de que es high­ dio es la condición del conocimiento en las so­
tech y de que en uno de sus lados tiene un grupo ciedades más desarrolladas. He decidido utilizar
de torres esbeltas y pintorescas. lEstá relaciona­ la palabra posmoderno para describir esa condi­
do las «culturas del gusto» de los habitantes y ción... defino posmoderno como incredulidad
usuarios de la zona? Sólo en el sentido sublimi­ hacia las metanarrativas... nuestra hipótesis de
nal de que su estructura esquelética sugiere trabajo es la de que el estado de conocimiento
fuerza muscular. De acuerdo con las definicio­ se altera a medida que las sociedades entran en
nes permisivas del «Posmodernismo de la Na­ lo que se conoce como la era posindustrial y las
da» debería pertenecer a esta categoría, puesto culturas entran a su vez en lo que se conoce por
que es una «ruptura» con el modernismo y está la era posmoderna».
totalmente comprometido con la tradición de lo El estudio de Lyotard trata principalmente del
nuevo. En efecto, muchas secciones del edificio, conocimiento en nuestra era científica, sobre to­
basadas en la tecnología aeronáutica y naval, do de la forma en que éste se legitima a través
fueron construidas ad hoc en diferentes partes de las «grandes narrativas» como la liberación
del mundo, precisamente para que fueran nue­ de la humanidad, el progreso, la emancipación
vas. Es el primer edificio radicalm�mte «multina­ del proletariado, y el aumento de poder. Estas
cional» (partes de él fueron fabricadas en Gran «narrativas maestras», arguye, han seguido los
Bretaña, Japón, Austria, Italia y Estados Uni­ pasos de otras anteriores, como la religión, el es­
dos) resuelto por medio de todas las"tecnologías tado-nación, y la creencia en el destino del mun­
de la sociedad posindustrial, incluyendo natural­ do occidental; se han hecho no-creíbles e increí­
mente los ordenadores y la comunicación uni­ bles. En realidad, todas las creencias, o narrati­
versal instantánea, y por lo tanto según las defi­ vas maestras, se convierten en imposibles en
niciones de J. F. Lyotard y otros, qebería
f ser un una era científica, sobre todo la del papel y la le­
ejemplo destacado de posmodernis uo. Pero no gitimidad fundamental de la ciencia en sí mis­
lo es, y si lo fuera, constituiría un· fracaso. ma. De ahí@\ nihilismo, el anarquismo y el plu­
No; ha de ser juzgado como el último triunfo ralismo de lQf«,iuegos lingüísticos» que luchan
del tardomodernismo, y celebrado por lo que in­ entre sí, de ·:áhtsu creencia que la cultura pos­
tenta ser, a saber, la expresión más poderosa del moderna conlleva una «sensibilidad hacia las di­
armazón estructural, de la tecnología ligera, y de ferencias» y una «guerra a la totalidad». Lo pos­
un vasto espacio abierto encaramado en el aire. moderno se define por lo tanto como un «perío­
El coste del edificio -y se le llama el edificio do de relajo», un período en que todo se «desle­
más caro del mundo -refleja directamente estas gitima». Dado este nihilismo y la jerga sociológi­
intenciones, pues resulta que el dinero se invir­ ca, uno puede comprender por qué nuestro pe­
tió en la estructura (que recuerda la de un puen­ riodista dominical de Le Monde estaba tan preo­
te) y en su magnífico uso de los materiales de cupado por el fantasma que amenazaba con des­
acabado. No puede menos que sorprender que cender, cual tormenta verbortérca, sobre la mesa
estos conceptos se lleven una parte tan impor­ del desayuno. Lyotard casi ha definido el pos­
tante del presupuesto. Por lo tanto no intento modernismo como esta relatividad del «relajo».
criticar el edificio sólo por sus deficiencias pos­ Pero en otra sección, increíblemente, define lo
modernas, sino también alabarlo por sus virtu­ «posmoderno» como premoderno: «lQué espa­
des tardomodernistas. Estas son, como casi cio cuestiona Cézanne? Los impresionistas.
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PAR;¡
ACABllh
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LA POSMODERNTnA n

lQué objeto atacan Picasso y Braque? El de Cé­ Sin embargo no es sorprendente, porque el
zanne... Una obra puede convertirse eñ moder­ «error» como tal tiene una larga tradición ante­
na sólo si es primero posmodema. El posmoder­ rior a la obra de Ihab Hassan, en el que Lyotard
nismo así entendido no es el modernismo ago­ basa gran parte de su evidencia cultural. Así
nizante sino naciente, y este último estado es pues estamos en un momento de «crisis» -para
constante.» utilizar unos de sus conceptos de legitimación­
Esta idea absurda al menos tiene la virtud de en el· que hemos de decidir si queremos conti­
ser original y ha llevado a la creencia de Lyotard nuar utilizando la palabra posmodemo para
en el experimento continuo, el agonismo <;le la abarcar dos significados opuestos y dos tradicio­
vanguardia perpetua y de la revolución conti­ nes divergentes. Es realmente absurdo conti­
nua. Esto llevó también a su exposición de ex­ nuar con esta confusión lingüística. Es más, yo
perimentos con los medios de comunicación en mantengo que los significados y definiciones
el Centro Pompidou llamada Les Immatériaux que he propuesto -con la dicotomía de tardo y
que, según las crónicas, parece haber sido eti­ posmodemismo -cobran fuerza precisamente
quetada erróneamente como posmodemista. No en tanto en cuanto se utilicen juntos, ya que
estoy seguro, ya que no he visto la exposición, aclaran intenciones opuestas, tradiciones artísti­
pero está claro que Lyotard continúa confun­ cas y arquitectónicas que están fundamental­
diendo en sus escritos el posmodemismo con el mente enfrentadas. Lyotard, debido a que es un
último vanguardismo, es decir, con el tardomo­ filósofo y sociólogo del conocimiento, y no un
demismo. Produce cierto sonrojo que el primer historiador o crítico de estas tendencias cultura­
filósofo del posmodemismo pueda estar tan les, no tiene el· oído afinado a sus diferencias.
fundamentalmente equivocado. Una vez expuesta esta necesidad de una dis­
tinción fundamental entre posmodemismo y
tardomodemismo, hemos de añadir, sin embar­
go, ciertas matizaciones que modifican esta dife­
rencia absoluta. Ambas tradiciones empiezan
aproximadamente en 1960, ambas reaccionan
ante la decadencia del modernismo, y algunos
artistas y arquitectos -por ejemplo David Salle,
Robert Longo, Mario Botta, Helmut Jahn, y Phi­
lip Johnson- vacilan entre ellas o las unen. Esta
fusión, o esta mezcla existencial de categorías,
es lo que cabe esperar de cualquier período des­
pués del Renacimiento cuando, por ejemplo, un
artista como Miguel Angel podía pasar de solu­
ciones del renacimiento primitivo a manieristas
o barrocas, en problemas de escultura y arqui­
tectura. Así pues, muchos artistas que Hal Fas­
ter y otros incluyen en su corpus como «posmo­
demistas de la resistencia» debieran también ser
incluidas como posmodemistas: Robert Raus­
chenberg, Laurie Anderson, algunas obras de
arte feminista que utilizan temas convenciona­
les de modo irónico, Hans Haacke, y otros que
pueden ser denominados «agonísticos» o com­
bativos. Pero deben clasificarse así sólo en la
medida en que su intención era la de comunicar
con la sociedad y sus élites profesionales por
medio del doble código, y aunque tales artistas
sean denominados posmodemos, esto no garan­
tiza su valor, que debe depender como siempre,
de la transformación imaginativa de un sistema
simbólico compartido. El papel del crítico debe
ser en primer lugar el de definir el campo -es
decir, las tradiciones palpables que están en evo­
lución- y luego hacer distinciones de calidad y
de valor, un proceso que yo he empezado con
un árbol evolutivo que muestra las cinco ten­
dencias principales del arte posmodemo clásico:
los clasicistas metafísicos, narrativos, alegóricos,
111Nior del Ho11g/..011g S/Ja11g/Jai 8011/... iVorma11 Fosrcr r Asociados.
realistas, y los que comparten una sensibilidad
982-6. clásica. Podemos ver en este retomo a una tradi­
ción occidental más amplia un movimiento len-
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PA.R.A ;¡c.,,¡
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LA POSMODERNTn.ll n

to de nuestra cultura, ahora a nivel mundial, ha­ rramientas nuevas, adaptadas a esta nueva época
cia un «centro que se desintegraba» (para dar un animada por un nuevo espíritu. La ley económi­
giro diferente a las palabras de Yeats). El retor­ ca domina inevitablemente nuestras acciones y
no tiene varias causas, pero entre las más impor­ nuestros pensamientos. Debemos crear el es­
tantes está la idea de que el valor de cualquier píritu de la producción en masa. El espíritu de la
obra debe depender en parte de la tradición, pa­ construcción de casas en serie. El espíritu de la
ra su ubicación y su calidad. La tradición de lo vida en casas producidas en serie...».
nuevo convirtió la discontinuidad en tal fetiche La retórica de un renacimiento espiritual, se­
que ahora una obra radical de calidad puede gún se proclamaba en el Nuevo Testamento de
muy bien tener la novedad de lo viejo. la Estética de la Máquina, logró por fin expulsar
el mal de las Beaux-Arts y fue elevada a los alta­
V. LA CONTRARREFORMA EN LA res en el Weissenhof Settlement, Stuttgart, en
ARQUITECTURA 1927. El estilo blanco, protestante y reformista
fue creado allí por los principales arquitectos de
El período heroico del modernismo durante Europa y lo impresionante de este hecho no fue
los años veinte no se restringió a la arquitectura tanto la calidad de los edificios como el que to­
sino que se extendió a la vanguardia de otras dos los líderes habían practicado versiones de la
formas artísticas. Durante un corto período de misma doctrina, un dogma que excluía la con­
tiempo T. S. Eliot y Ezra Pound en la literatura, vención, la artesanía tradicional y casi cualquier
Stravinsky en la música, Eisenstein en el cine, cualidad que la arquitectura occidental había
Brancusi en la escultura, y Leger y Picasso en la consagrado, excepto la belleza de construcción y
pintura, compartieron un papel implícitamente el espacio dinámico. La estética tradicional y el
reformista de creadores de una nueva sensibili­ urbanismo fueron incluidos en el Indice calvi­
dad. La vanguardia y la élite intelectual definían nista.
un papel común, el de ser líderes de una nueva Cincuenta y tres años más tarde, en el viejo
cultura de masas. Este ideal de un nuevo lide­ Arsenale de Venecia, toda esta transvaloración
razgo resultó en parte del resquebrajamiento fue a su vez transvalorada. Paolo Portoghesi y
que causaron tanto la Primera Guerra Mundial y otros críticos y arquitectos, incluido yo mismo,
la Revolución Rusa como la revolución indus­ organizamos la nueva Bienal de Arquitectura en
trial. Pero sus raíces más profundas se remonta­ torno al tema «La Presencia del Pasado». Vol­
ban al siglo XIX y a los efectos radicales que la vían la decoración, el simbolismo y otros tabúes.
ciencia, el darwinismo y la secularización tuvie­ La Strada Novíssima, basada en un decorado
ron sobre la cultura cristiana. La ideología pos­ teatral renacentista, consistía en veinte fachadas
cristiana, proclamada por primera vez por diseñadas por destacados arquitectos posmoder­
Nietzsche como la filosofía del superhombre, nos. La mayor parte de ellas manifestaban un
iba dirigida directamente a una élite creativa y clasicismo de estilo libre, estilo que utilizaba el
no es de extrañar que los jóvenes Le Corbusier repertorio completo de molduras, piedras clave
y Walter Gropius crecieran, como tantos artistas y órdenes de columnas, pero normalmente en
de principios de siglo, bajo los pronunciamien­ tono irónico, indicando su lugar en la historia
tos proféticos de Zaratustra: «Y quien tiene que después del modernismo, reconociendo que el
ser un creador en el bien y en el mal: en verdad, retorno a la tradición había de estar basado en
ése tiene que ser antes un aniquilador y que­ las realidades sociales y técnicas contemporá­
brantar valores ... iy que caiga hecho pedazos to­ neas. Desde entonces el clasicismo posmoderno
do lo que en nuestras verdades -pueda caer he­ más interesante ha cobrado fuerza y es practica­
cho pedazos! iHay muchas casas que construir do en todo el mundo -incluso en la India y el
todavía! [Está claro por qué esto resultaba atrac­ Japón- utilizando materiales como el hormigón
tivo a los arquitectos] Muertos están todos los prefabricado y el aluminio.
dioses: ahora queremos que viva el superhom­ Esta contrarreforma ha tenido también sus
bre. Yo os enseñaré al superhombre. El hombre santos y sus celosos obispos, que no han perdi­
es algo que ha de ser superado. lQué habéis he­ do ocasión de establecer una ortodoxia renova­
cho vosotros para superarlo?...» da. Aldo Rossi, el nuevo papa italiano de la ar­
La vanguardia adoptó este papel darwiniano quitectura, ha emitido decretos sobre el neo-ra­
de «transvalorar todos los valores» y Le Corbu­ cionalismo y la importancia de la memoria para
sier, al leer estos textos, incluso adoptaba el to­ reconstruir la ciudad (destruida por el modernis­
no bíblico de su maestro. Cuando se leen los mo). La idea de una arquitectura autónoma
manifiestos de arte y arquitectura de los años -una arquitectura que responda a sus propias
20, de Berlín a Moscú, pasando por París, todos leyes tipológicas de calles, plazas y bloques ur­
suenan como estas escrituras sólo que en ver­ banos- ha resurgido. El monumento, que los
sión telegrama. Y su estilo evangélico es básica­ modernistas habían declarado materia prohibi­
mente el de Nietzsche. Le Corbusier: «Una gran da, ha sido rápidamente rehabilitado en una
época ha comenzado. Existe un nuevo espíritu. encíclica tras otra. El apóstol más militante, un
La industria, anegándonos como una marea que auténtico Ignacio de Loyola, Leon Krier, ha fun­
avanza hacia su destino, nos ha provisto de he- dado su propia escuela llamada Arquitectos Ra-
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. ..,»•
The Cruel/y of de Fatha. David Salle 1983.

cionales, equivalente a la Compañía de Jesús. Y cerse el paralelismo de la Contrarreforma con el


estos nuevos jesuitas de España, Italia, Bélgica y posmodemismo -hay incluso un nuevo barro­
Francia, se han empeñado en construir utilizan­ co- no existe ninguna religión o fe nueva para
do las antiguas técnicas artesanales y de la pie­ sustanciarlo. En lugar de esto hay varios sustitu­
dra. Como muestra del poder que ha alcanzado tos que configuran el posmodemismo. El crítico
San Ignacio de Krier, aún sin construir una sola de arte Peter Fuller, ateo, en su libro Images of
estructura, baste decir que le fue concedida una God: The Consolation of Lost Illusions (1985) de­
grandiosa exposición de sus dibujos en la cate­ fiende la necesidad de una nueva espiritualidad
dral del modernismo, el Museo de Arte Moder­ basada en una «respuesta imaginativa, pero lai­
no, en el verano de 1985. ca, a la naturaleza misma». Su posmodemismo,
Las nuevas doctrinas se extendieron muy rá­ como el mío, busca «un orden simbólico com­
pidamente, con exposiciones en Helsinki, Chi­ partido, del tipo que ofrece una religión», pero
cago y Tokio. Se estableció un Vaticano septen­ sin la religión. Cómo ha de conseguirse esto es
trional en Frankfurt, donde Heinrich Klotz reu­ algo que no indica con precisión, como tampoco
nió una exhaustiva colección de documentos yo lo hago en los cuatro libros que he escrito so­
posmodemos -dibujos y maquetas- en un edi­ bre el tema. Pero los ejemplos del pasado son
ficio que podría considerarse el primer museo patrones objetivos con los que podemos medir
de arquitectura posmodema (diseñado especial­ el posmodemismo; las tradiciones artísticas
mente por Matthias Ungers). Si la exposición de pueden definirse más ampliamente que las
Weissenhof de 1927 representó el triunfo del científicas, pero las distinciones de valor aún así
protestantismo, la Bienal de Venecia de 1980 y pueden definirse objetivamente. Críticos de de­
sus re-ediciones en París y San Francisco repre­ rechas como Roger Scruton, críticos de izquier­
sentaron el triunfo de la Contrarreforma, y sus das como Fuller, y liberales como Emst Gom­
muchos Concilios de Trento. brich, están de acuerdo en esto y en condenar el
Esta metáfora o mitología de la arquitectura relativismo que la posición de Lyotard entraña.
reciente está empezando a cagarse demasiado, Tanto en el arte como en la arquitectura la tradi­
pero antes de abandonar habrá que mencionar ción del posmodemismo está empezando a ma­
un último paralelismo. La auténtica Contrarre­ durar y puede apreciarse un progreso limitado y
forma resultó en el estilo barroco (entonces lla­ un desarrollo similar al del Renací- �
mado estilo jesuítico) y en la construcción de miento.
muchas espléndidas iglesias repletas de exube­ �
rante policromía y escultura narrativa. Todo es­ Traducción: Raymond Harris Northall
to era un signo de la nueva espiritualidad y de la Isabel Carrera Suárez
nueva autoridad de la Iglesia. Aunque puede ha-
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