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Diferencias y Semejanzas entre la Biblia y el Popol Vuh

Semejanzas:
*En ambos, al comienzo de la creación (Génesis, en el caso de la biblia) los animales fueron creados antes
que el hombre.

*La materia prima con la cual fue formada la carne del hombre tiene un valor simbólico (el en caso del
Popol Vuh, el maíz, en caso de la biblia, el polvo)

*El hombre creado fue imperfecto y los dioses mayas, y el Dios hebreo los destruyen por medio de un
diluvio.

*La existencia de un reino subterráneo (como metáfora) en el caso del Popol Vuh, es Xibabalba y en la


biblia el Infierno.

*En la cuarta parte el Popol Vuh habla de como los pueblos se fueron
ramificando, creándose y expandiéndose  tiene cierta semejanza con la historia de la torre de Babel, donde
las personas por castigo divino desarrollaron idiomas diferentes y se esparcieron por la tierra creando
ciudades.

*En ambos el designio de los dioses hacia los hombres es "crezcan y multiplíquense"

*En ambos existe un comienzo, un momento en el que no hubo nada sobre la tierra, solamente dios.
Diferencias:
*En la historia maya, no existe un fin previsto, la existencia es cíclica  pero en la biblia es lineal: tiene un
comienzo y sera un fin.

*En el Popol Vuh no existe un ente, antagónico a dios (como Satanás en la biblia) existirán personajes


malvados pero no hasta ese punto.

*En el Popol Vuh habla de una reencarnación, parecida a la cosmogonía hindú, mientras que el la biblia , no


es una resurrección en un cuerpo diferente, sino en el mismo.

*En el Popol Vuh los Dioses necesitan ser sustentados por los hombres, en la Biblia dios realmente no
necesita de las ofrendas de los hombres, al principio se hacen sacrificios animales, pero la practica es
abolida, y la ofrenda se ve más como un gesto de agradecimiento que un acto indispensable.

*Cuando fue el diluvio universal, en el que los hombres fueron destruidos, según los mayas todos los
hombres imperfectos (hombres de madera) fueron destruidos ,mientras que en la biblia, la semilla de la
humanidad siguió existiendo y se propago por el mundo después del diluvio (arca de Noe)

*En la biblia , fue creada una pareja primigenia (Adán y Eva) mientras que en el Popol Vuh, cuando fue
hecha la versión definitiva del hombre (hecho de maíz) fueron 2 parejas quienes poblaron al mundo.

*En la biblia la mujer es creada con una parte del hombre ( la costilla de Adán) mientras que e el Popol Vuh,
fueron creados individualmente.
Intertextualidad y paralelismo entre el Popol Vuh y La Biblia

Dra. Otilia Cortez

State University of New York, Oswego


cortez@oswego.edu

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Resumen: El Popol Vuh, ha sido reconocido no sólo por su valor histórico, sino también por su contenido
ético religioso y poético. La versión más antigua que conocemos de esta obra extraordinaria es realmente
una transcripción que debemos al Padre Francisco Ximénez (siglo XVIII). En este ensayo se exploran las
similitudes entre el contenido del Popol Vuh y el de la Biblia judeocristiana. Las coincidencias más notables,
cuyo origen sigue siendo objeto de mucha especulación, se advierten entre la primera parte del Popol Vuh
y el Génesis, probablemente porque es en estas secciones donde más espacio hay para mitos universales
sobre la creación del universo y del hombre que lo habita. A partir de la innegable intertextualidad de los
dos textos, se discuten las más probables explicaciones de la misma. 
Palabras clave: Popol Vuh, Biblia, intertextualidad, paralelismo, literatura indígena, Latinoamérica,
pensamiento mágico religioso

La complejidad filosófica-religiosa del pensamiento del pueblo Quiché, reflejada en el  Popol Vuh, así
como la forma artística en que aparece escrito este notable testimonio del mundo precolombino le confiere
un estimable valor documental e historiográfico que los arqueólogos, historiadores, lingüistas y estudiosos
de las humanidades han sabido reconocer.

Las ideas cosmogónicas y el aliento épico-religioso de esta obra de los aborígenes de Guatemala resultan
de un interés especial debido a la similitud de algunos episodios de la obra quiché con determinados
pasajes de la Biblia judeocristiana. Es acerca de esta similitud o intertextualidad sobre la que desarrollo este
ensayo, con la finalidad de explorar aspectos en que la cosmogonía maya-quiché refleja una posible
influencia del pensamiento cristiano impuesto a los indígenas por los conquistadores y misioneros
españoles, presumiblemente no solo como consecuencia indirecta del proceso de conquista y colonización,
sino como resultado de cierto tipo de “camuflaje ideológico” que puede haber tenido lugar en el transcurso
de la primera transcripción, o durante el proceso de copia y primera traducción al español que debemos a
Fray Francisco Ximénez.

Generalidades sobre el Popol Vuh

El Popol Vuh, más específicamente la versión a la que comúnmente se identifica como “Manuscrito de


Chichicastenango,” fue probablemente completada poco después de la conquista española, posiblemente
por un indígena alfabetizado, quizás uno de los primeros discípulos de los frailes españoles. De hecho,
algunos historiadores, entre ellos el guatemalteco J. Antonio Villacorta, han sugerido que el autor del
“Manuscrito de Chichicastenango” fue un indio quiché llamado Diego Reinoso, instruido en la lengua
española por el Obispo Francisco Marroquín, quien lo llevó del pueblo de Utatlán a Guatemala. El filólogo
Rudolf Schuller también opina que hay base para atribuir la paternidad de la primera versión escrita
del Popol Vuh a Reinoso. Ambos, Villacorta y Schuller, se apoyan principalmente en el hecho de que
Reinoso participó en la redacción de otros documentos indígenas, entre ellos el Título de los Señores de
Totonicapán. Sin embargo, dado que este indio quiché siempre avalaba sus escritos con su nombre, la
hipótesis de que él fuese el que originalmente dio forma escrita al Popol Vuh claramente pierde fuerza
puesto que ningún documento antiguo hace tal referencia. Hasta hoy, a pesar de las opiniones
mencionadas, debido a que no hay datos históricos convincentes sobre la autoría de la obra, ésta sigue
siendo considerada más bien anónima.

El original quiché no tiene título, pero la obra es generalmente identificada como “Popol Vuh,” “Pol Vuj,”
“Libro del Consejo,” “Libro Sagrado,” “Biblia Quiché,” “Libro del Común,” “Libro del pueblo,” o “Libro
Nacional de los Quichés.” En la Historia de la Literatura de Guatemala, de Francisco Arbizúrez y Catalina
Barrio, se afirma que el abate Charles Ettienne Brasseur de Bourbourg, lo llama el “Libro de los príncipes,”
por la elegancia con que fue escrito, posiblemente por príncipes de la familia real.

Se cree que el Popol Vuh fue un códice y que se formó a través del relato oral de los indios, conservado
en la memoria colectiva de los quichés. Animados por los misioneros españoles, entre otros por Fray
Francisco Ximénez, algunos indios escribieron los relatos comunales, los que seguramente escucharon en
su niñez de labios de sus padres y abuelos. De esta manera tomaron forma escrita muchas historias cuyo
contenido sólo existía y se trasmitía en forma oral.

Sin embargo, no fue este exactamente el caso del Popol Vuh,  puesto que quien lo reconstruyó por
escrito en la lengua de los mayas quichés, aunque con el alfabeto latino, dice que lo escribe porque ya no se
ve elPopol Vuh,  el Libro Común original, porque “su vista está oculta al investigador y al pensador”
(Popol  21). Por otro lado, Adrían Recinos en su Introducción a la obra, traducida por él mismo del quiché al
español, expresa su duda respecto a que este libro haya sido un documento de forma fija y de redacción
literaria permanente. Según él, más bien debe suponerse que haya sido un libro de pinturas que los
sacerdotes interpretaban ante el pueblo para mantener vivo el recuerdo de los orígenes. De este modo
refuerza la opinión del Padre Ximénez y del Padre Sahagún, quienes sugieren que originalmente el  Popol
Vuh estaba representado pictóricamente (The Sacred Book 17). [1]

El mismo Recinos y otros estudiosos e historiadores como Francisco Albizúrez y Catalina Barrios han
señalado que con toda probabilidad el texto “original” se perdió:

Acaso esta obra cumbre de nuestra literatura indígena, cuyo contenido es el origen de la América
Central, desapareció en medio de la catástrofe que destruyó el señorío quiché. Es posible que haya sido
consumido por las llamas durante el incendio de Gumarcaah, provocado por los españoles... (Albizúrez y
Barrios, 21)

Otros en cambio piensan que el documento se extravió en el afán de ponerlo a salvo de los Españoles.
[2] En todo caso, el contenido del Popol Vuh que ahora conocemos llegó a todos nosotros gracias a la
transcripción y primera traducción al Castellano que hizo el Padre Francisco Ximénez del manuscrito que
encontró en el convento de los Dominicos en el siglo XVIII.

 
Valores de la obra

Aunque Albizúrez y Barrios consideran que el Popol Vuh es una obra “preñada de valor estético,” ellos
mismos señalan que no se la puede considerar por entero como una pieza literaria debido a que no se
conoce la versión original y a que el texto en referencia ha sido recreado a base de la memoria, e influido
probablemente por la cultura hispano-cristiana (36-37). Y en verdad, el hecho de contar únicamente con
una traducción limita en gran medida el reconocimiento de los valores literarios originales de la obra.

Sin embargo, el revestimiento de atributos poéticos en muchos de los pasajes en que se advierte una
visión de la realidad nutrida de intuición, de imaginación y de sentimiento, nos permite valorar la
trascendencia estética de la obra. Del mismo modo es posible apreciar las concepciones éticas que quedan
manifiestas en los valores, tradiciones y normas, en el realce de la solidaridad y la meditación, y en el
rechazo al envanecimiento por causa de la riqueza y el poder; tal es el caso de Cabracán, quien fue
castigado por Hunahpú e Ixbalanqué debido a su soberbia.

Parte del reconocimiento del valor de esta obra es el hecho de considerarla como un claro antecedente
de novelas hispanoamericanas de nuestro siglo. Ramón L. Acevedo opina que es prácticamente imposible
una comprensión cabal de las novelas como Hombres de Maíz, Mulata de Tal y Malandrón de Miguel Angel
Asturias, Llegaron del mar del guatemalteco Mario Monforte, El Árbol de los Pañuelos  del hondureño Julio
Escoto, o Mayapán  de la también hondureña Argentina Díaz Solano. De hecho es común hacer referencia
al Popol Vuh  como monumento central de la literatura indígena y como base de la estética del realismo
mágico de Asturias.

Por otro lado, Rafael Girard hace énfasis en el valor historiográfico de esta obra quiché, el cual “resalta
no sólo de su propio texto, descriptivo de la historia del hombre maya-quiché a través del tiempo, sino
también en la mención expresa del escriba indígena que, a guisa de introducción, manifiesta: ‘Este es el
origen, el principio de la antigua historia quiché; aquí escribiremos la historia antigua, el principio, el origen
de la gente quiché y todo lo que hizo [toda la historia] el pueblo quiché’” (Esoterismo,12). De manera que
es en el propio texto del Popol Vuh en donde los mayas quichés dejan definida su propia concepción de
historia y por lo cual el padre Ximénez, interpretando el sentir del pueblo quiché, intituló su versión
española “Historia del origen de los indios de esta provincia de Guatemala” Para el mismo Girard, en el
Popol Vuh no hay que buscar una parte mítica y otra histórica, porque sus relatos míticos son al mismo
tiempo históricos conformando así una mito-historia. (12)

Intertextualidad y paralelismo entre el Popol Vuh y la Biblia

Las siguientes consideraciones sobre el concepto de “intertextualidad” son de interés para la discusión
que sigue. Marchese y Forradelas han sugerido definirlo, siguiendo a M. Arrivé, como “el conjunto de las
relaciones que se ponen de manifiesto en el interior de un texto determinado,” las cuales lo acercan “tanto
a otros del mismo autor como a modelos literarios explícitos o implícitos a los que se puede hacer
referencia” (217). En este sentido es especialmente relevante el uso que le da al término Julia Kristeva, para
quien “todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro
texto”. Y por su parte, Barthes ha propuesto que todo texto sea leído como un “intertexto” puesto que
“otros textos están presentes en él, en estratos variables, bajo formas más o menos reconocibles; los textos
de la cultura anterior y los de la cultura que lo rodean; todo texto es un tejido nuevo de citas anteriores”
(citado en Marchese y Forradelas 217).

Todo texto, entonces, puede verse como el resultado de las relaciones explícitas o implícitas con otros
textos. De señalar esas relaciones entre los textos del Popol Vuh y la Biblia es que nos encargaremos en
adelante. Asimismo, en el desarrollo de este trabajo se señalarán ciertos aspectos de paralelismo entre la
Biblia y el Popol Vuh. Sobre este concepto, Roman Jakobson, ha sugerido que “son las unidades semánticas
de distintas capacidad las que organizan en primer lugar las estructuras paralelas [...] el paralelismo de
unidades unidas por similaridad, contraste o contigüidad influye activamente en la composición de la
intriga, en la caracterización de los sujetos y objetos de la acción, en el enfilado tema de la acción” (112).
Aunque el paralelismo que deseamos examinar atañe más a las unidades semánticas compartidas por dos
textos, la observación de Jakobson nos parece igualmente válida para este caso. Por lo tanto, en lo que
sigue nos encargaremos de señalar tanto el paralelismo conceptual como las relaciones de intertextualidad
entre los textos del Popol Vuh  y la Biblia.

Comenzaré por señalar que en el manuscrito del Popol Vuh no incluye divisiones en partes ni capítulos.
Sin embargo, algunos traductores y estudiosos, entre ellos Brasseur de Bourbourg y Adrián Recinos,
acostumbran dividir la obra en cuatro partes. De acuerdo con este criterio, la primera división temática
consta de once capítulos y se inicia con la descripción del estado de cosas antes de la Creación:

Todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del
cielo... No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces cangrejos, árboles, piedras, cuevas,
barrancas, hierbas ni bosques; sólo el cielo existía... Solamente había inmovilidad y silencio en la
obscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los progenitores, estaban en el
agua rodeados de claridad. (Popol  91)

Aunque expresados en distinto orden y con diferentes palabras, podemos apreciar aquí un evidente
paralelo semántico y explícita intertextualidad con el primer capítulo del Génesis de la Biblia judeo-
cristiana. Nótense los siguientes versículos: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba
desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la
Faz de las aguas” (Gén.1.1-2).

La idea del estado de cosas antes de la creación es la misma y refleja la vacuidad de un universo donde
solo existen los dioses y Dios en las aguas y sobre la faz de las aguas, respectivamente. Sin embargo vale la
pena señalar que la posición de los dioses del Popol Vuh en el momento de la creación es diferente de la
posición del espíritu de Dios al momento de iniciarla. El espíritu del Dios bíblico se movía sobre la faz de las
aguas, quizá para indicar su supremacía; en el Popol Vuh en cambio, los dioses estaban en el agua,
rodeados de claridad. La posición de los últimos parece definir su ubicación al mismo nivel de las aguas, no
por encima de ellas. Otra diferencia importante es el estado de las cosas antes del acto de la creación. En la
Biblia se menciona una situación de caos, a diferencia de la situación de calma y quietud en el texto maya.
Es importante señalar estas diferencias porque son elementos que habríamos de tomar en cuenta al
considerar la posible influencia del padre Ximénez al copiar y/o traducir el material..

Otro paralelo por semejanza se nota en la creación del universo. Obsérvese el siguiente fragmento:

¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe (el espacio)!, Que surja la tierra y
que se afirme!...¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra!... Así fue en verdad como se hizo la
creación de la tierra: - ¡Tierra!, dijeron y al instante fue hecha.(Popol  91)

Patricia Henríquez, en su ensayo “Oralidad y teatralidad en el Popol Vuh,” afirma que “el Popol Vuh
comienza con la creación de una atmósfera en consonancia con la situación que se desarrollará: el génesis
del universo. La descripción inicial busca la grandiosidad y la belleza, propias del arte del espectáculo...”
(50). Esta valoración podría aplicarse también al texto bíblico, con un tono imperativo y un tipo de
expresión similar en los dos primeros capítulos del Génesis: “Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de
las aguas, y separe las aguas de las aguas.” (Gén.1.6)
Al respecto, muy acertada nos parece la observación de José Ignacio González Faus, quien tanto en la
concepción del acto de la Creación del universo como en la del hombre, encuentra en el  Popol Vuh y en
la Bibliaaspectos que obedecen a una lógica ambiental y cultural de sus respectivos pueblos. Referente al
acto de la creación González Faus establece un acercamiento entre los textos, mencionando como punto
común la prioridad de las aguas. Para él, este aspecto en el Génesis parece haber sido importado del
mundo mesopotámico, a diferencia del Popol Vuh, en el que probablemente fue motivada por su geografía
ambiental.

Según Rafael Girard, la diferencia fundamental consiste en que la creación del universo en el texto
indígena se inicia “con la fijación de los límites y dimensiones del cosmos distribuidos en dos planos
cuadrangulares superpuestos: cielo-tierra, cuyos lados, ángulos, distancias y puntos básicos quedaron
determinados de una vez y para siempre” (24). Otra diferencia muy importante es que la visión quiché de la
creación del universo involucra a una pluralidad divina: el Creador, el Formador y los Progenitores; en
cambio en la Biblia la obra es esencialmente realizada por un sólo demiurgo.

En otro ámbito incluido en las dos narrativas, las respectivas historias de la creación del hombre
presentan notables similitudes así como contrastes muy interesantes. Básicamente en los dos textos el
barro se menciona como materia prima [3]; sin embargo en la historia quiché, los resultados de este primer
intento no son satisfactorios, debido a que las creaturas así formadas no eran capaces de exaltar o alabar a
sus creadores. Por esta razón, fueron necesarias dos tentativas adicionales, creándose primero un hombre
de palo y finalmente uno de maíz.

En relación con la materia de la que el hombre fue creado González Faus afirma:

El hombre es creado de maíz, no de barro como en el Génesis. La lógica subyacente parece ser que el
hombre se alimenta sobre todo de maíz: luego, ¡De eso debe estar hecha su carne!. [...] La lógica que
domina en el Génesis 2 no es esa, sino la de la poquedad del hombre: fue hecho de barro porque es tierra
(adaniah); y por eso su castigo consistirá simplemente en que “vuelvas al polvo del que naciste” (Gén. 3, 19)
Dos acentos diferentes y dos lógicas complementarias.

Por su parte, al comentar las fallidas tentativas iniciales de crear al hombre según el PopolVuh, Margaret
Mclear hace un señalamiento que dentro de este contexto es de especial interés por el significado ético
que ella le atribuye:

As it turns out the stories do not point out to the failure of the gods to make man, but the imposibility for
man to be exclusively a glob of mud, a piece of wood, or a mere brute. In others words, the stories explain
what man is not to be. (39)

La interpretación de McClear trae a luz un tipo de intertextualidad que quizás no sea tan explícita como
en los casos anteriores. Según la teleología del Popol Vuh, el hombre debe ser sensible, con corazón y alma
suficientemente generosos como para ser agradecidos y amorosos con sus creadores y sus semejantes. De
ahí que los muñecos de palo fueran destruidos, por no ser sensibles, por no tener corazón y por lo tanto no
ser obedientes. En la Biblia se enfatiza igualmente la obediencia, y los primeros descendientes de Adán
fueron destruidos por la misma causa, la falta de sensibilidad a la palabra de Dios. En ambos textos se
menciona la muerte de los hombres desobedientes mediante un diluvio, aunque en el pasaje quiché se
agregan también otras formas de muerte de los hombres de palo. En los dos casos la muerte es primero
que nada una manifestación del castigo divino.

Como bien señala González Faus, una importante diferencia entre las dos historias sobre la creación del
hombre radica en que en el Popol Vuh, no es un solitario Adán sino cuatro individuos los que reciben el don
de la vida. A esta observación habría que agregar, como se indicó anteriormente al hablar de la creación en
general, que en el texto indígena la creación es una obra de colaboración entre varios demiurgos, en
contraste con la versión estrictamente judaica de la Biblia, en la que el hombre es la creación de un solo
Dios. Naturalmente, la interpretación cristiana aporta la posible participación de otras personas divinas
(Padre, Hijo y Espíritu Santo) [4], aludidas por el uso del plural: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;...” (Génesis 2) Esta última interpretación nos permitiría
afirmar que en ambos casos la creación del hombre es el resultado de una decisión colectiva. En el caso
del Popol Vuh, Girard sugiere que los dioses creadores no existen como tales sin la integración perfecta (28,
30). Para él, la integración del septemvirato (Tzakol, Bitol, Alom, Cajolom, Tepeu, Gucumatz, y Corazón del
cielo o Cabahuil ilustra el concepto monoteísta indígena fundado en la pluralidad dentro de la unidad, el
mismo principio que rige el organismo comunal donde el individuo no existe, sino en tanto que miembro de
su comunidad, como parte integrante y necesaria de un todo. (33)

Igual que en la Biblia, en el Popol Vuh los sucesos obedecen a un plan divino que en opinión de Patricia
Hernández, “demanda ciertos requerimientos rituales y conductuales, tanto a escala individual como
colectiva”(2). Hernández agrega que: “la civilización Maya Quiché desciende de los dioses, y sus líderes
políticos, sociales y religiosos son los ancestros de toda la comunidad social. De ahí que se requiera de un
medio que mantenga vivo, actualizado y vigorizante esa unión divina y humana”(2). En el génesis de la
humanidad descrita en los dos textos sagrados se observa esa relación entre lo divino y lo humano, entre el
creador y lo creado.

La parte segunda del texto indígena, según la división propuesta por Recinos, comprende catorce
capítulos; además de ser la más extensa generalmente se la considera “la más novelesca” (Acevedo 28). Así
como en el Génesis, aparece aquí la genealogía de los primeros seres vivientes. En la Biblia se detalla la
descendencia de Adán, y después del diluvio la de Noé; en el Popol Vuh se presenta la genealogía de los
gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, hijos de Hun-Hunahpú, quien fue a su vez engendrado por Ixpiyacoc e
Ixmucané. En esta misma parte encontramos la alusión a los caminos que el hombre tiene opción de seguir
en su vida y de lo cuidadoso que debe ser al escoger, pues un error lo puede llevar a la muerte, como le
sucedió a Hun-Hunapú y Vucub -Hunapú, quienes escogieron el camino negro: “De estos cuatro caminos
uno era rojo, otro negro, otro blanco y otro amarillo. Y el camino negro les habló de esta manera: -yo soy el
que debéis de tomar porque yo soy el camino del Señor” (121).

Esta situación evoca su contraparte en Génesis 3.1-6, aunque en este otro pasaje no es el árbol del bien y
del mal (= el camino negro), sino la serpiente la que promete: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día
que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” En realidad,
los temas del libre albedrío y la tentación, emergen en otros pasajes bíblicos. Por ejemplo, en Jeremías
6.16, Jehová invita a los hombres a detenerse en los caminos y a preguntar por las sendas antiguas que
representan el buen camino. Naturalmente, la invitación incluye el seguimiento del camino del bien. Más
familiar quizás es la analogía de las dos sendas o puertas (Mateo 7.13-14) que conducen al bien o al mal:
una ancha y otra angosta. La primera nos lleva a la perdición; y la angosta a la vida eterna.

En esta misma segunda parte del Popol Vuh nos encontramos con una referencia a cierto árbol cuya fruta
estaba prohibida comer; es imposible no apreciar su cercanía temática con el árbol del bien y el mal del
Génesis bíblico:

A juicio de aquellos, la naturaleza de este árbol era maravillosa, por lo que había sucedido en un instante
cuando pusieron entre sus ramas la cabeza de Hun-Hunapú. Y los señores de Xibalbá ordenaron: --¡Que
nadie venga a coger de esta fruta! ¡Que nadie venga a ponerse debajo de este árbol! (Popol 133)

En capítulos posteriores se narra la experiencia de Ixquic, quien es precisamente la hija de uno de los
señores de Xibalbá, en términos claramente similares a la primigenia desobediencia de Eva en el Edén
bíblico. Ixquic desatiende la orden de su padre de no acercarse al árbol, y tentada por la prohibición va en
busca de los frutos, que en realidad son calaveras. Es imposible evadir la similitud con la correspondiente
descripción del pecado original en la tradición hebrea, según la cual Eva desobedece la prohibición de
comer el fruto del árbol de la ciencia, del bien y del mal (Gen.3.6).

La experiencia de Ixquic incluye otros elementos que durante siglos han permanecido asociados en la
cultura cristiana con personajes sobresalientes en la narración bíblica. Las circunstancias de la
desobediencia conducen a una concepción sobrenatural. Una de las calaveras dialoga con la joven, y le dice
que extienda la mano para tomar las “frutas.”

En este instante la calavera lanzó un chisquete de saliva que fue a caer directamente en la palma de la
mano de la doncella. Miróse ésta rápidamente y con atención la palma de la mano, pero la saliva de la
calavera ya no estaba en su mano.

--En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia (dijo la voz del árbol) ... (Popol  134)

Meses más tarde, ésta es la respuesta de Ixquic cuando es cuestionada por su padre respecto a su
preñez: “--¿De quién es el hijo que tienes en el vientre, hija mía? Y ella contestó: --No tengo hijo, señor
padre, aún no he conocido varón” (136).

Aunque corresponde a circunstancias más trascendentales, la misma sorpresa se trasluce en el diálogo


que transcribe el evangelista Lucas (1.34): “Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Pues no conozco
varón.”

Como un ejercicio meramente especulativo, es válido aventurar algunas reflexiones sobre la simbología
de la intertextualidad que estamos describiendo. De una forma un poco extraña, las historias de dos
mujeres extraordinariamente relevantes en el texto bíblico, Eva y María, parecen fundirse en Ixquic, quien
representa a la vez la desobediencia y la redención. En Ixquic, Eva es la misma María. Si en la historia bíblica
la preñez de María obedece a la voluntad de Dios de usarla como medio para hacerse presente en la tierra
a través de su hijo y así redimir a la humanidad, en el Popol Vuh, la preñez de Ixquic según la interpretación
de Girard “ejemplifica el doble misterio de la concepción humana y de la germinación de las plantas (los
gemelos asumen más adelante la función de dioses de maíz), asociándose en esta ocasión, por primera vez,
los conceptos inseparables de fecundidad humana y fertilidad de la tierra, típicos de la cultura maya-
quichés” (Girard, Fuente histórica,  109). En la historia bíblica Jesucristo es Dios encarnado en hombre, y
como ente divino se comporta santamente, de modo que su conducta sirve de modelo. Hunapú e
Ixbalamqué, los hijos concebidos por Ixquic, engendrados por los Ahpú mediante el chisquete de saliva,
representan la continuación generacional de una familia que encarna el bien, la moral, lo correcto, en
resumen, lo santo.

En la tercera parte (diez capítulos) se describe el tercer y definitivo intento de la creación del hombre,
esta vez hecho de maíz. Los nombres de los primeros seres humanos fueron Balam-Quitzé, Balam-Acab,
Mahucutah, e Iqui-Balam. Éstos fueron dotados de tanta inteligencia y tanta capacidad que en muchos
aspectos eran como sus creadores. Por ello, como precaución, los dioses cambiaron la naturaleza de sus
creaturas, echándoles un vaho sobre sus ojos para hacerlos inferiores. (Popol 107) Esta misma percepción
de la inclinación humana hacia la soberbia y el auto-engrandecimiento, es la razón por la que Jehová decide
confundir las lenguas de los edificadores de Babel:

Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un
nombre... (Gén.11.4)

Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su
compañero. (Gén. 11.7)
Obviamente, la misma aprensión se percibe en la prohibición de comer del fruto del árbol de la ciencia,
del bien y del mal (Gén. 2.16-17) En este respecto, es válido concluir que al comparar la versión bíblica con
la versión quiché, se puede observar que en ambos el creador y los creadores respectivamente prefieren
establecer límites y asegurar su supremacía sobre el género humano.

Para finalizar esta aproximación a las coincidencias temáticas entre el texto bíblico y el Popol Vuh, vale la
pena echar un vistazo a otras situaciones o episodios que ameritarían un futuro y más detallado examen.

1. En el capítulo tres se describe así la creación de las esposas de los hombres de maíz:

Entonces existieron sus esposas y fueron hechas sus mujeres. Dios mismo las hizo cuidadosamente. Y así
durante el sueño, llegaron, verdaderamente hermosas, sus mujeres, al lado de Balam'Quitzé, Balam'Acab,
Mahucutah e Iqui-Balam. Allí estaban sus mujeres, cuando despertaron, y al instante se llenaron de alegría
sus corazones a causa de sus esposas. (Popol 91)

De manera semejante dio mujer Jehová a Adán, mientras éste dormía. En ambos casos la creación de la
mujer parece obedecer al designio de proporcionarle al hombre una compañera, para asegurar su
reproducción y prolongación de la especie. En ambos textos la mujer es creada después del hombre, lo cual
tiende a motivar discusiones sobre las connotaciones sexistas de los dos textos.

2. La confusión de lenguas, aunque por distintas razones, es otra tema común en los dos textos. En el
capítulo XI de Génesis se narra la forma en que los descendientes de Noé, después de salir de oriente y de
haberse establecido en Sinar decidieron edificar “una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo” (v. 4).
Habiendo considerado esta iniciativa como una necedad de los hombres, Jehová decidió confundir su
lengua y esparcirlos por toda la faz de la tierra. El mismo éxodo y la necesidad de establecerse en una
ciudad y la confusión de lenguas son también elementos presentes en el Popol Vuh.

3. Otra semejanza de interés corresponde al milagro de la separación de las aguas, en el caso de la Biblia,
para dar paso al pueblo judío, que después de escapar de Egipto iba en busca de la tierra prometida, y en el
éxodo del pueblo quiché, que también tuvo que cruzar el mar. A ambos pueblos se los describe en un
contexto de aflicción y sufrimientos.[5]

4. La estrella que guió a Balam-Quitzé, Balam-Acab, Muhucutah e Iquí-Balam es descrita de forma similar
a la estrella que marcó la ruta de los reyes Magos hacia Belén de Judea, en busca del recién nacido Jesús
(Mat. 2.9-11). También los eventos que se describen presentan una notable similitud:

Grandemente se alegraron Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam cuando vieron la estrella


de la mañana. Salió primero con la faz resplandeciente, cuando salió primero delante del sol. Enseguida
desenvolvieron el incienso que habían traído desde el oriente y que pensaban quemar y entonces
desataron los tres presentes que pensaban ofrecer. (Popol 211)

5. Dada la naturaleza histórico-religiosa de el Popol-Vuh, puede decirse que este elemento no podía
faltar: En la tercera parte encontramos varias manifestaciones de alabanzas e invocaciones semejantes a las
de los salmos bíblicos: “¡Oh tú, Tzacol, Bitol! ¡Míranos, escúchanos! ¡No nos dejes, no nos desampares, oh
Dios que estás en el cielo y en la tierra, Corazón del Cielo, Corazón de la Tierra!” (193).

6. La cuarta y última parte del Popol Vuh, conformada por doce capítulos, narra la dispersión de los
descendientes de los hombres de maíz por el territorio quiché (50). Aquí también se destaca la victoria del
dios Tohil, lograda con la mediación de sus sacerdotes y sacrificadores. Como paralelos con los pasajes
bíblicos reconocemos sólo algunas invocaciones similares a las de los salmos, del mismo tono que el
ejemplo citado anteriormente.
Hay pues notable evidencia sobre la relación intertextual y paralelística entre los textos de la Biblia
judeocristiana y el Popol Vuh, pero es también significativa la existencia de importantes diferencias en las
respectivas historias de la creación. Estas diferencias son quizás la clave más importante que tenemos para
dar respuesta a la interrogante de si los transcriptores y traductores originales alteraron la versión
primigenia del Popol Vuh en respuesta a presiones ideológico políticas de las instituciones dominantes en
aquella época. Entre esas diferencias importantes debemos considerar nuevamente la concepción explícita
de una pluralidad divina, junto con elementos símbólicos como el estar los dioses en las aguas y no sobre
ellas en el momento crucial de la creación, o la referencia indirecta a la falibilidad de los creadores.
Recuérdese que éstos necesitaron al menos tres intentos hasta la formación de los hombres de maíz,
creados para dar sustento a los dioses, en lugar de ser éstos los proveedores de sus creaturas. Todo ello
definitivamente contribuye a perfilar a unos dioses dependientes e imperfectos en muchos aspectos y sin el
carácter omnipotente del Dios bíblico. Puesto que no se trata de diferencias despreciables en su valor
teológico, parece razonable aceptar que en conjunto alejan la posibilidad de que el Popol Vuh hubiese sido
alterado simplemente para adaptarlo a la visión cristiana de los conquistadores.

Conclusión

Los pasajes que hemos citado constituyen evidencia de la notable semejanza entre el  Popol Vuh y la
Biblia. Son tan transparentes las semejanzas entre los dos relatos que es muy difícil aceptar que se deba a
una simple coincidencia, o a la simple existencia de aspectos comunes que marcan el desarrollo de todas
las sociedades humanas. Los eventos que en el Popol Vuh  muestran cierto paralelismo con ciertos pasajes
bíblicos aparecen muchas veces en un orden diferente, pero en otros casos incluso la secuencia es idéntica,
como ocurre en el caso de la creación de la mujer, o en el relato de las esposas de los hombres de maíz.

Es también demasiado simple proponer que esa fusión de concepciones religiosas sea una infiltración
que haya tenido lugar consciente o inconscientemente durante el trabajo de traducción del padre Ximénez,
ya que queda muy marcada una fuerte carga de "paganismo" en la obra. Esa conducta de parte del padre
Ximénez sería justificable sólo si se considerara en ella una intención conciliadora entre ambas religiones
que facilitara la evangelización de los indígenas. Sin embargo esta actitud de apertura religiosa parece
imposible dado el sistema riguroso que se implantó en aquella época para hacer desaparecer todo vestigio
“pagano.” Pero también es difícil concebir que esta infiltración sea obra de un indio convertido, a menos
que él haya querido armonizar el pasado religioso de su pueblo con el presente del mismo. En todo caso
esto no parece muy lógico, puesto que él transcriptor original declara que reconstruyó el texto con la
finalidad de preservar su contenido como un testimonio histórico de las creencias de sus antepasados. Una
posibilidad que se perfila como más probable es que ese indio transcriptor haya insertado algunos pasajes
bíblicos con el propósito de atenuar el matiz “pagano,” y poner el documento a salvo de la mano
destructora de los españoles, conservando así lo esencial del relato original.

Cualquiera que haya sido la motivación para escribir la versión más antigua que conocemos del Popol
Vuh, es innegable la forma en que opera la intertextualidad de los dos textos: a) Si el documento realmente
recibió forma escrita por uno o varios nativos conversos, estaríamos ante un documento que revela la
confirmación temprana de una identidad producto de un sincretismo cultural. b) Si el “espejeo” de la Biblia
que se asoma en el Popol Vuh fue la única manera de ponerlo a salvo de la hostilidad de los conquistadores
o una forma de facilitar la evangelización de los quichés, la intertextualidad en ese caso revela una
deliberada manipulación tanto de los pasajes bíblicos como del original de la obra quiché. c) Si las
similitudes ya señaladas no fueran más que coincidencias en la manera de concebir la creación del mundo,
la intertextualidad que parece existir sería un elemento revelador de la universalidad del pensamiento
histórico-religioso.
A pesar de todas las incertidumbres, el Popol Vuh o Biblia de los quichés es una obra de estimable valor
histórico, religioso, ético y literario, cuya temática gira en torno a la creación del hombre y a las vicisitudes
de los pueblos mayas desde su lugar de origen hasta su establecimiento en las tierras de Guatemala. Allí
eventualmente desarrollarían una de las más elevadas civilizaciones precolombinas, y el Popol Vuh es
testimonio fehaciente de su potencia intelectual.

Notas:

Libro: Enseñanzas Secretas del Popol Vuh


GLOSARIO MAYA
El lenguaje maya es abundante en homónimos, es decir, una misma palabra significa muchas cosas a la
vez, el lector tendrá que intuir y darle la interpretación más acertada, valiéndose del sentir práctico que el
Popol Vuh encierra en nuestra vida y dejando a un lado el intelectualismo vano.
Ahpú: Puede traducirse como: Mago, entendiendo la magia como la capacidad de influir sobre nuestra
propia naturaleza, como el que es capaz de transformarse radicalmente, de tener dominio de su propia
naturaleza. También se ha sugerido que es “tirador” (de cerbatana); la cerbatana, lo mismo que la Flauta
Mágica de la obra cumbre de Mozart, tiene el mismo significado, la fuerza creadora del primer instante. Por
lo que tanto, uno u otro significado no cambia la esencia del mensaje que nos quieren dar a entender los
maestros mayas.
Hunahpú: “Hun” es uno, maestro, supremo y “Ahpú” es mago, por lo que tenemos a “Maestro-Mago”.
Aquél que tiene la capacidad de transformarse internamente.
Ixbalanqué: “Ix” quiere decir pequeño, “Balam” es jaguar, mago, brujo, sacerdote, protector, “quih” es el
sol, los estudiosos del Popol Vuh lo han traducido como: “Brujito”, hemos preferido dejarlo como:
“Pequeño-Sacerdote-Solar”, pues el lector captará mejor su esencia a través de este nombre.
Popol Vuh: “Popol” quiere decir consejo o comunidad, “Wuj” es libro. Así tenemos que Popol Vuh es el
libro del consejo o de la comunidad. Aludiendo el sentirse todos como un solo ser.
Quiché: k'iche’. Lengua maya en que fue escrito el Popol Vuh, en donde “Qui” o “quiy”, es muchos, “che”
es tierra de muchos árboles.
Xibalbá: “Xibil” es desparecerse como visión o fantasma. También se traduce como: demonio, difunto,
visión. Son nuestros defectos psicológicos y también el inframundo que tiene su equivalente en nuestro
subconsciente.
Voc o Vac. El gavilán, los mayas tenía como costumbre llamar a los animales, por su sonido que los
mismos emitían. Voc o Vac, es el símil al sonido que produce el gavilán.
SAMAEL AUN WEOR Y EL POPOL VUH
Como un apoyo al lector interesado, transcribimos lo que el Maestro Samael Aun Weor, escribiera sobre
el tema del Popol Vuh.
Samael Aun Weor. Tarot y Cábala. Cap. 2
El Libro Sagrado de los Mayas, El Popol Vuh, dice que Dios creó al hombre de barro y después de
madera (la raza Atlante), pero ellos se olvidaron de sus "Padres y Madres", se olvidaron del "Corazón del
Cielo", luego vino un gran diluvio y todos perecieron, se metían en cavernas para guarecerse y éstas se
derrumbaban (se refiere al sumergimiento de la Atlántida). Así pues cada quien tiene a su Padre y a su
Madre Divina que son muy sagrados. En el Padre y en la Madre Kundalini vemos las dos columnas Jachín
y Boaz que son las que sostienen el Templo.
Samael Aun Weor. Tarot y Cábala. Cap. 3
La Madre Celeste, en el campo material, significa Producción Material, y lo mismo en el campo
espiritual significa producción espiritual. Si se analiza más profundamente se descubre un aspecto muy
interesante, el No. 1 es el Padre que está en secreto, la Mónada, y de ahí nace la Madre Divina Kundalini,
la Duada; ésta a su vez se desdobla en el No. 3 que es Padre, Madre e Hijo, éste es el Espíritu Divino e
Inmortal de cada viviente, y los tres, Osiris el Padre, Isis la Madre y Horus el Hijo, vienen a constituir lo
que el Libro Sagrado de los Mayas, el Popol-Vuh llama "El Corazón del Cielo". El Hijo a su vez se desdobla
en el Alma Anímica que lleva cada quien dentro.
Matrimonio Perfecto. Cap. 33 La Serpiente Voladora. Samael Aun Weor.
En el Popol Vuh de los mayas, el ave y la serpiente figuran como creadores sexuales del Universo. Tepeu
y Cocumatz envían un gavilán al inmenso mar de la gran vida para traer la serpiente, con cuya sangre
maravillosa amasan el maíz amarillo y blanco. Dice el Popol Vuh, que con esa masa de maíz blanco y
amarillo, mezclado con la sangre de la serpiente, el dios Tzacol formó la carne de la gente. El ave
representa al Espíritu Universal de Vida. La serpiente representa al fuego sexual del Tercer Logos. La
sangre de la serpiente indica las aguas del Génesis, el Gran Esperma Universal, el Ens Seminis o Semen
Cristónico, en cuyas aguas está el germen de toda vida. Estas aguas son la sangre de la tierra, según el
filósofo maya. La diosa Coatlicue es la Madre de la Vida y de la Muerte.
(El Ens Seminis).
Realmente, el fuego sexual del Tercer Logos hace fecundas las aguas de la vida para que surja el
Universo.
En la teogonía maya, dos dioses intervienen en la creación: uno que da la vida y la forma al hombre, y
otro que le da la Conciencia. El Tercer Logos hace fecundas las Aguas de la Vida y cuando éstas han sido
fecundadas, interviene el Segundo Logos infundiendo Conciencia en todos los organismos. Los vehículos
de acción de todas las fuerzas Logoicas son los dioses inefables.
El Gavilán H´ Ch´ Uuy, el guacamayo “Mo”, el cernícalo X´ Cen Cen Bac, el tapir, Tzimink, Aax y la
serpiente “Can” son los factores básicos de los mitos geogénicos mayas. Estos símbolos se utilizan
exotéricamente y esotéricamente. En el campo exotérico o público simbolizan hechos de tribu,
acontecimientos históricos, etc. En el aspecto esotérico o secreto, la cuestión es altamente científica,
profundamente filosófica, sublimemente artística y tremendamente religiosa.
Entre los mayas, el Paraíso Terrenal es Tamoanchan, el sagrado lugar del Pájaro Serpiente. Tamoanchas
son de hecho los Iniciados de la Serpiente. El mito de los Tamoanchas es el del Pájaro-Serpiente. Los
Tamoanchas descienden de los toltecas, olmecas y mayas.
Los aztecas, después de muchas penalidades, llegaron al lago Texcoco, símbolo del Semen Cristónico,
donde encontraron el pájaro y la serpiente, el águila y la culebra. Cabe a los aztecas el alto honor de
haber fundado la Gran Tenochtitlán sobre la base de la Sabiduría de la Serpiente.
La serpiente emplumada está hablando claramente del pájaro serpiente. La serpiente emplumada fue
identificada con Quetzalcóatl, el Cristo mexicano. Quetzalcóatl siempre está acompañado de los símbolos
sagrados del águila y de la serpiente. La serpiente emplumada dice todo. El Águila del Espíritu y la
Serpiente de Fuego nos convierten en dioses.
El Quetzal de los mayas es la serpiente emplumada, el pájaro serpiente.
Magia Crística Azteca. Monografía Nº 14. Secretas enseñanzas nahuas, el dios murciélago. Samael Aun
Weor.
En el Popol Vuh (la Biblia Maya) el murciélago es un ángel que bajó del cielo para decapitar a los
primeros hombres mayas hechos de madera, el murciélago celeste que aconsejó a Ixbalanqué y a
Hunahpú lo que debían hacer para salir victoriosos de la prueba de la caverna del dios Murciélago.
Misterios Mayas. Descripción de la serpiente. Samael Aun Weor
* Idéntico a lo del libro del Matrimonio Perfecto.

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