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EL AMOR A LOS RECUERDOS

Hay momentos en la vida cuyo recuerdo


es suficiente para borrar años de sufrimiento.
VOLTAIRE
¿Te sorprende que el amor a un recuerdo pueda mitigar el dolor?
Continuando con Viktor Frankl, él observó que en Auschwitz había personas que
fallecían pocos días después de llegar, independientemente de su estado físico, y
otras
que aguantaban largos periodos de tiempo pese a no ser aparentemente más
fuertes que
los que caían antes. Su propia experiencia en el campo de exterminio le confirmó
su
nueva de teoría de la logoterapia, que llevaba estudiando desde antes de la guerra.
Las
personas cuyas vidas tienen un sentido toleraron mejor el sufrimiento de
Auschwitz.
¿Cómo lo podemos interpretar adaptándolo a la vida moderna?
Las personas que encuentran una finalidad, un objetivo, un sentido a su
vida, tienen más razones para ser felices.
¡Cuánta gente no encuentra motivos para levantarse cada mañana!
Si uno tiene pensamientos y recuerdos constantes relacionados con gente a la que
quiere, momentos especiales, o ilusiones por las que vivir será más alegre y feliz.
¡Cuidado, eso no siempre nos sale natural y hay que pelearlo! Hemos de ser
capaces de
reflexionar, de pensar en nuestras vidas y encontrar esas personas, momentos o
esperanzas para que se conviertan en nuestras fuerzas motrices. Hay mucha gente
que se
abandona, que no busca en su interior, que cada día de su vida simplemente se
deja
llevar.
Nos adentramos en un tema importante. Recordar escenas placenteras tiene un
fuerte
impacto en el cerebro: el hecho de recordar momentos especiales de nuestro
pasado tiene
la capacidad de producir las mismas sustancias y activar las mismas zonas
cerebrales que
se activaron cuando eso pasó en realidad. Esto constituye, en mi opinión, el
principio de
una auténtica revolución en el mundo de la neurociencia.
El doctor Herbert Benson, médico y cardiólogo, profesor de la Universidad de
Harvard, ha sido uno de los primeros científicos en ahondar en la relajación y
meditación
inspirándose en la filosofía oriental. Es pionero en estudios de mente y cuerpo, lo
que él
denomina «medicina del comportamiento». Su objetivo es demostrar la bondad
de la
meditación y determinadas actitudes mentales frente a los efectos nocivos de la
ansiedad
y el estrés. Sus ideas han significado un puente entre la religión y la medicina, fe
y
ciencia, aunando Oriente y Occidente, mente y cuerpo. El doctor Hebert Benson
aplica
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un nombre a este concepto: el bienestar recordado. Recordar eventos
gratificantes,
emotivos o alegres del pasado permite a nuestro organismo liberar sustancias
bioquímicas
antidepresivas.
Cuando percibo que hay tensión en alguna pareja, suelo preguntar:
—¿Cómo os conocisteis, cómo te conquistó tu marido?
A pesar del malhumor y de la tensión acumulada, el hecho de recordar eventos
alegres
del pasado consigue cambiar, al menos momentáneamente, el tono emocional de
quien
habla. Por eso muchas técnicas de relajación o de curación de estrés o traumas
tienen lo
que llamamos un «lugar seguro» en la mente. Una sensación, recuerdo o imagen
que nos
produce paz, solo con evocarla en nuestra mente.
El doctor Benson sostiene que una persona con dolor de cabeza o dolor de
espalda
puede mejorar con placebo. ¿La razón? Recuerda la sensación de bienestar que
experimentaba tras ingerir la medicación. Por eso el efecto placebo tiene ese
efecto casi
mágico por todos conocido.

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