Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las bacterias patógenas tienen capacidad de transmitirse de un ser vivo infectado a otro de
múltiples formas. Cada microorganismo tiene una manera distinta de hacerlo. Por ejemplo, los
patógenos respiratorios suelen transmitirse por vía aérea, mientras que los patógenos intestinales
tienden a transmitirse a través del agua o los alimentos.
El contagio de una persona a otra puede ocurrir por contacto directo, por ejemplo, al dar la mano
a alguien que está resfriado y que acaba de tocarse la nariz. También se podría transmitir al entrar
en contacto con sangre u otros fluidos de una persona infectada, en las relaciones sexuales, al
compartir jeringas con agujas contaminadas, a través de la saliva al besarse o por vía aérea al
inhalar las partículas líquidas que una persona infectada expulsa al toser o estornudar, como
puede suceder con la bacteria causante de la tuberculosis.
También podemos adquirir una infección al consumir alimentos o agua contaminada. En el caso de
los alimentos, las bacterias pueden propagarse de unos a otros durante el proceso de preparación,
por ejemplo, si las manos no están limpias o al utilizar utensilios de cocina sucios. Es lo que se
conoce como contaminación cruzada.
Este tipo de microorganismos beneficiosos protegen nuestro organismo conviven con nosotros, se
encuentran dentro de nuestro organismo y ayudan a su correcto funcionamiento. Encontramos
ejemplos de ellos en los que se localizan en la vagina; producen ácido láctico que protege de las
infecciones por hongos.
Existen otras bacterias presentes en el suero de la leche que protege de las infecciones
gastrointestinales y ayuda a fortalecer las defensas. Los que se encuentran en otras zonas mucosas
del cuerpo humano, como la cavidad oral, ayudan a que el crecimiento excesivo de patógenos no
se desarrolle.