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Durante el siglo XVII desaparecen buena parte de los géneros literarios del XVI y, por el contrario, algunos
modelos narrativos del XVI tienen notable descendencia:
Desaparecen los libros de caballerías y la novela pastoril; perviven la novela picaresca y la novela corta; de
nueva creación serían la novela alegórica o filosófica y la prosa satírica.
Prosa didáctica o de ideas: Los escritos de carácter didáctico son muy numerosos en el siglo XVII y con
ellos alcanza en algunos momentos la prosa barroca altas cimas, como ocurre con los casos de Quevedo
y Baltasar Gracián. Con Baltasar Gracián llega a su cenit la principal tendencia estilística del Barroco
español, llamado conceptismo. El estilo de Gracián es voluntariamente difícil, accesible sólo para
iniciados, para un lector que debe esforzarse por descifrar el concepto.
Autores y obras:
Baltasar Gracián, Agudeza y arte de ingenio; tratado sobre los artificios literarios, indispensable para
entender el conceptismo. El pensamiento de Gracián es hondamente pesimista y muy barroco. El
mundo, según Gracián, es engañoso, el hombre es un ser débil, miserable y, a menudo, malicioso. Toda
esta filosofía de la vida es inseparable de la conciencia de Gracián de la decadencia hispánica, que
extiende un velo de amargura sobre los intelectuales de la época.
Francisco de Quevedo, Los sueños; prosa satírico-moral (También ha sido considerada como ejemplo
de novela alegórica). Cinco narraciones en las que satiriza diversos tipos y profesiones con intención
moral y desolado pesimismo.
Prosa de ficción
Novela picaresca: Uso de la autobiografía, orígenes innobles del protagonista, evolución del personaje
desde la niñez hasta la muerte, afán de medro y promoción social, novela urbana que retrata la grave
situación social de las ciudades, etc.
Autores y obras:
Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache
La novela tiene un argumento típicamente picaresco: Guzmanillo, hijo de un mercader tramposo y
afeminado y de una mujer adúltera, llega a ser consumado ladrón, se arrepiente y vuelve a reincidir en
diversas ocasiones en una sucesión de estafas, fraudes y trampas, para terminar condenado a galeras.
Allí se arrepiente de nuevo y dice que escribe su vida como ejemplo de lo que no debe hacerse.
Propósito didáctico.
Novela filosófica o alegórica: nuevo subgénero narrativo propio del XVII. Son novelas cuya acción es
un simple pretexto para dar rienda suelta a todo tipo de reflexiones de carácter moral, social o
político, valiéndose del simbolismo y la alegoría (ficción en virtud de la cual un relato representa o
significa otra cosa diferente, en sentido figurado, por medio de un conjunto de metáforas).
En ella se incluyen largos pasajes expositivos y argumentativos de naturaleza filosófica, de crítica social
o de sátira burlesca.
Autores y obras:
Baltasar Gracián, El criticón. Dividida en tres partes que quieren simbolizar las etapas de la vida:
1ª Primavera y estío (niñez y juventud, respectivamente).
2ª Otoño (edad adulta).
3ª Invierno (vejez).
Los dos protagonistas también son simbólicos: Andrenio, que representa la naturaleza y el instinto; y
Critilo, que simboliza la inteligencia y la prudencia.
Luis Vélez de Guevara, El diablo cojuelo. Gran parte de la crítica la considera novela picaresca, en ella se
ofrece una visión satírica de la dicotomía realidad – apariencia tan propia de la sociedad barroca.