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Colegio Secundario Nº 5054” Pdte .J.D.

Perón
Lengua y Literatura
INFORME: LA NOVELA PICAREZCA
DOCENTE: PROF. CLAUDIA PADILLA
ALUMNO: JESUS MANUEL FABIAN

MOLINOS , 2023
La novela picaresca es un genero literario narrativo en prosa muy característico
de la literatura española, aunque trascendió a la europea en general . surgio en
los años de transición entre el Renacimiento y el barroco , durante el llamado
siglo de oro de las letras españolas .

Índice
1. Introducción
2. Características
3. Trayecto del genero
4. Picaresca europea
5. La novela picaresca ante la critica
6. Nota
7. Bibliografía
8. Enlaces externos

Introducción:
La novela picaresca nació como sátira crítica, por un lado, de las instituciones
degradadas de la España imperial y, por otro, de las narraciones idealizadoras
del Renacimiento: epopeyas, libros de caballerías, novela sentimental y novela
pastoril. El fuerte contraste de valores entre los distintos estamentos sociales de la
España de la época generó, como respuesta irónica, las llamadas «antinovelas»,
obras de estética realista y carácter antiheroico, que mostraban lo sórdido del glorioso
momento histórico: las pretensiones de los hidalgos empobrecidos; las penurias de los
miserables desheredados; los falsos religiosos; los conversos marginados. Todos
estos personajes se contraponían al ideal de los caballeros, altos prelados y
burgueses enriquecidos, quienes vivían en una realidad muy distinta, bajo la exaltación
y el idealismo del Imperio. En tal sentido, algunos críticos han apuntado que este
género es «un producto pseudoascético, hijo de las circunstancias peculiares del
espíritu español, que hace de las confesiones autobiográficas de pecadores
escarmentados un instrumento de corrección».1
En España el género extraía la sustancia moral, social y religiosa del contraste
cotidiano entre dos estamentos: el de los nobles y el de los siervos. Durante el
siglo XVI comienza a vulgarizarse y degradarse la hidalguía y diversos personajes,
como don Quijote o el hidalgo pobre que se hace servir por Lazarillo de Tormes, son
ilustraciones de este fenómeno en la literatura española, encontrando también su
correlato reflejado por el género teatral del entremés. El humilde guitón, bigardo
o pícaro de cocina como tal es un anticaballero errante en una «epopeya del hambre»
a través de un mundo miserable, donde solo se sobrevive gracias a la estafa y el
engaño y donde toda expectativa de ascenso social es una ilusión; los vagabundeos
de un Pablos o de un Guzmán constituyen el contrapunto irónico a los de los
valientes caballeros. Con el género nace también una tipología de personajes que
tendrá gran trascendencia en la literatura universal: el antihéroe, cuyas hazañas se
limitan a sobrevivir y poder comer todos los días. La vida de Lazarillo de
Tormes (1554) es el comienzo de una crítica de los valores dominantes de la honra, de
la hipocresía y del clericalismo, arraigados en las apariencias, que hallará su
culminación y configuración canónica con la Primera parte de Guzmán de
Alfarache (1599) de Mateo Alemán, un hombre de negocios y funcionario judicial que
estuvo dos veces en la cárcel, de orígenes judeoconversos.
Características

Cubierta de una de las ediciones de 1554


del Lazarillo de Tormes.
Las características de este género literario son las siguientes:

 El protagonista es un pícaro, de muy bajo rango social o estamento y descendiente de


padres sin honor, abiertamente marginales o delincuentes. Perfilándose como
un antihéroe, resulta un antípoda al verdadero ideal caballeresco que ya no existe en
la sociedad contemporánea. Su aspiración es mejorar su condición social, pero para
ello recurre a su astucia y a procedimientos ilegítimos como el engaño y la estafa. Vive
al margen de los códigos de honra propios de las clases altas de la sociedad de su
época y su libertad es su gran bien, pero también posee una frecuente mala
conciencia que, por ejemplo en Guzmán de Alfarache, se extiende a lo largo de
páginas y más páginas de consideraciones éticas, morales y religiosas.

 Estructura de falsa autobiografía. La novela de humor está narrada en primera


persona como si el protagonista, un pecador arrepentido y antihéroe, fuera el autor y
narrara sus propias aventuras con la intención de moralizar, empezando por
su genealogía, antagónica a lo que se supone es la estirpe de un caballero. El pícaro
aparece en la novela desde una doble perspectiva: como autor y como actor. Como
autor se sitúa en un tiempo presente que mira hacia su pasado y narra una acción
cuyo desenlace conoce de antemano.
 Determinismo. Aunque el pícaro intenta mejorar de condición social, fracasa siempre
y nunca dejará de ser un pícaro. Por eso, la estructura de la novela picaresca es
normalmente abierta. Las aventuras que se narran podrían continuarse
indefinidamente para sugerir que no hay evolución posible que cambie dicha historia.
Este paradigma, al que apela Lázaro para justificar sus propios errores y ganarse la
simpatía del lector en La vida de Lazarillo de Tormes, fue contestada por Mateo
Alemán, Francisco de Quevedo, Miguel de Cervantes y otros autores de narraciones
picarescas en años posteriores, puesto que contravenía la doctrina católica del libre
albedrío tan importante en la Contrarreforma.2

 Ideología moralizante y pesimista. Cada novela picaresca está narrada desde una
perspectiva final de desengaño; vendría a ser un gran «ejemplo» de conducta
aberrante que, sistemáticamente, resulta castigada. La picaresca está muy influida por
la retórica sacra de la época, basada en muchos casos, en la predicación de
«ejemplos», en los que se narra la conducta descarriada de un individuo que,
finalmente, es castigado o se arrepiente.

 Intención satírica y estructura itinerante. La sociedad es criticada en todas sus


capas, a través de las cuales deambula el protagonista en una estructura itinerante en
la que se pone al servicio cada vez de un elemento representativo de cada una. De
ese modo el pícaro asiste como espectador privilegiado a la hipocresía que representa
cada uno de sus poderosos dueños, a los que critica desde su condición de
desheredado porque no dan ejemplo de lo que deben ser.

 Realismo, incluso naturalismo al describir algunos de los aspectos más


desagradables de la realidad, que nunca se presentará como idealizada sino como
burla o desengaño.
 El protagonista es un pícaro sin oficio, este vive de pequeños hurtos y no tiene
conciencia moral.3
 El protagonista sirve a varios amos, lo cual concede al protagonista vistas de lacras
sociales, principal objetivo de las novelas picarescas.3

Trayectoria del genero


De la fábula milesia y la novela griega Vida de Esopo proviene un elemento satírico
que ha sido una constante en la literatura universal. Aparece en
el Satyricón de Petronio y sobre todo en El asno de oro de Apuleyo, así como en otras
obras clásicas, pero también en la Edad Media a través de la literatura goliardesca,
uno de cuyos representantes hispánicos es Juan Ruiz, arcipreste de Hita, y su Libro
de buen amor; en las maqamat árabes configuradas como género a fines del siglo X
por el persa Al Hamadani; en los fabliaux franceses; en la novela en
verso Espill (Espejo, 1460), del valenciano Jaume Roig; en las aventuras folclóricas
del astuto campesino medieval Till Eulenspiegel recopiladas por primera vez en 1515
en una antología alemana, probablemente basada en un original más antiguo de la
Baja Sajonia; en algunas de las novelle de Giovanni Boccaccio y en el Arcipreste de
Talavera Alfonso Martínez de Toledo; en La Celestina de Fernando de Rojas y sobre
todo sus continuaciones, entre las que destaca la de Feliciano de Silva; en las
autobiografías y biografías de criminales estudiadas por Parker, en La lozana
andaluza de Francisco Delicado, en El momo de León Battista Alberti, etcétera. Pero la
trayectoria canónica del género en España es la siguiente:

 Anónimo, La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554).


 Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache (1599 y 1604).
 Juan Martí, Segunda parte del Guzmán de Alfarache (1603), apócrifo.
 Francisco de Quevedo, La vida del Buscón (1604-1620), impreso en 1626.
 Gregorio González, El guitón Honofre (1604).
 Francisco López de Úbeda, Libro de entretenimiento de la pícara Justina (1605).
 Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, La hija de la Celestina (1612), La ingeniosa
Elena (1614), refundición y ampliación de la anterior, El sagaz Estacio y El sutil
cordobés Pedro de Urdemalas (1620).
 Vicente Espinel, Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón (1618).
 Carlos García, La desordenada codicia de los bienes ajenos (1619).
 Juan de Luna, Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes, sacada de las
crónicas antiguas de Toledo (1620).
 Juan Cortés de Tolosa, Lazarillo de Manzanares, con otras cinco novelas (1620).
 Jerónimo de Alcalá, Alonso, mozo de muchos amos o El donado hablador (1624 y
1626).
 Alonso Castillo Solórzano, Harpías de Madrid y coches de las estafas (1631); La
niña de los embustes, Teresa del Manzanares, natural de
Madrid (1632); Aventuras del bachiller Trapaza, quintaesencia de embusteros y
maestro de embelecadores (1637); La garduña de Sevilla y anzuelo de las
bolsas (1642),
 Antonio Enríquez Gómez, Vida de don Gregorio Guadaña (1644).
 Atribuido a Gabriel de la Vega, La vida y hechos de Estebanillo González, hombre
de buen humor, compuesto por él mismo (1646).
 Félix Machado de Silva y Castro, Tercera parte de Guzmán de Alfarache (1650)
 Francisco Santos, Periquillo el de las gallineras (1668).
Obras asimilables al género, pero que no comparten todas sus características,
son Rinconete y Cortadillo de Miguel de Cervantes, El diablo Cojuelo de Luis Vélez de
Guevara, El viaje entretenido (1603) de Agustín de Rojas Villandrando, La varia
fortuna del soldado Píndaro (1626) de Gonzalo de Céspedes y Meneses, las novelas
cortesanas con matices picarescos Las harpías de Madrid y coche de las
estafas (1631), La niña de los embustes, Teresa de Manzanares, Aventuras del
bachiller Trapaza y su continuación La garduña de Sevilla y anzuelo de las
bolsas (1642) de Alonso de Castillo Solórzano, Los antojos de mejor vista de Rodrigo
Fernández de Ribera, El castigo de la miseria de María de Zayas y Sotomayor; muy
próximos al costumbrismo están Antonio Liñán y Verdugo con sus Avisos y guía de
forasteros que vienen a la corte (1620) y El día de fiesta por la tarde de Juan de
Zabaleta, que describen una serie de tipos sospechosos de la sociedad madrileña de
la época; de sesgo más autobiográfico que picaresco es la Vida de Diego de Torres y
Villarroel. La comedia histórica de José de Cañizares, El picarillo de España, señor de
la Gran Canaria, tiene elementos picarescos también. A fines del siglo XVIII, Bernardo
María de Calzada escribió una continuación de la famosa novela picaresca de Alain
René Lesage, fingiéndose hijo del personaje principal: Genealogía de Gil Blas de
Santillana. Continuacion de la vida de este famoso sugeto, por su hijo Don Alfonso
Blas de Liria restituida a la lengua original en que se escribio por el teniente coronel D.
Bernardo María de Calzada, Madrid: Imprenta Real, 1792, 2 vols. Una derivación
hispanoamericana de la picaresca española es El Periquillo Sarmiento (1816), de José
Joaquín Fernández de Lizardi, y El lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires
hasta Lima (Gijón, 1773), narración de elementos picarescos compuesta por
Concolorcorvo, pseudónimo de Alonso Carrió de la Vandera (1715-1783). Ya
modernamente hay que mencionar el pastiche Nuevas andanzas y desventuras de
Lázaro de Tormes (1944) de Camilo José Cela y sobre todo el Peralvillo de
Omaña (1921) de David Rubio Calzada.
Trayectoria en otras literaturas[
La novela picaresca española influyó extraordinariamente en la narrativa europea de
su tiempo;4 su principal aportación, fuera de un realismo que descubría más horizontes
que la narrativa idealizada por el neoplatonismo del renacimiento, fue un personaje
trascendental: el antihéroe, que observaba críticamente todos los estratos sociales. En
un principio, se hicieron imitaciones como la Vida de Jack Wilton (1594) del
inglés Thomas Nashe (1567–1601); L'Histoire comique de Francion (1623), de Charles
Sorel; La novela cómica (1651–1657) del francés Paul Scarron; El español de
Brabante (1617), del neerlandés Gerbrand Adriaensz Bredero (1585-1618) e Historia
verdadera de Isaac Winkelfelder y Jobst von der Schneid, de Nikolaus Ulenhart
(aparecido en el mismo volumen de la traducción al alemán del Lazarillo de Tormes en
1617). Después se crearon auténticas obras maestras originales: el Mirandor (1695)
de Nikolaas Heinsius el Joven; Fortunas y adversidades de la famosa Moll
Flanders (1722) de Daniel Defoe, o el Joseph Andrews (1742) y La historia de Tom
Jones, un expósito (1749) de Henry Fielding. Otras obras importantes fueron Las
aventuras de Roderick Random (1748) y Peregrine Pikle (1751), de Tobias George
Smollett, todas obras de la literatura inglesa. Por otra parte, el elemento picaresco se
funde con otros en varias novelas: con el erótico-pornográfico en Fanny Hill (1748)
de John Cleland y con todo tipo de fórmulas experimentales en la famosa La vida y
opiniones del caballero Tristram Shandy (1759–1767) de Laurence Sterne; y
reaparece en novelas como La suerte de Barry Lyndon (1844) de William Makepeace
Thackeray, Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain y en ciertos aspectos
del Oliver Twist de Charles Dickens, ya en el siglo XIX.
En Alemania la obra maestra es, fuera del precedente autóctono de las leyendas en
torno al pícaro Till Eulenspiegel, recopiladas por primera vez en 1515, El aventurero
Simplicíssimus (1669), de Hans Jakob Christoph von Grimmelshausen, que compuso
alguna otra obra más del género, la más lograda de las cuales es La pícara
Coraje (1670), una novela picaresca "feminista". Por otra parte, Johann Beer se
especializó en el género escribiendo dos novelas: Der Berühmte-Spital y Jucundus
Jucundissimus, además de Der Simplicianische Welt-Kucker ("El simpliciano
observador del mundo"), 4 vols. (1677–79) y Der Abenteuerliche Ritter Hopffen-
Sach ("El venturoso caballero Hop-Sack"), 1678. Ya en el Romanticismo, Joseph von
Eichendorff publicó Aus dem Leben eines Taugenichts ("De la vida de un tunante",
1826), y en el siglo XX Thomas Mann volverá al género con Confesiones del estafador
Félix Krull.
En Francia inició el género Charles Sorel con su La Vraye Histoire Comique de
Francion (1622-41). Siguió el ya citado Roman Comique de Paul Scarron (1655-1657 y
el Roman Bourgeois de Antoine Furetière (1666). Se llega a una obra maestra del
género con Las aventuras de Gil Blas de Santillana (cuatro vols., 1715–1735), de Alain
René Lesage. Este, por otra parte, se había decantado a favor de la narración
picaresca "pura" al suprimir los "sermones" morales en una traducción que hizo
del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, declarándolo incluso en el título que le
puso: Histoire de Guzman d'’Alfarache de Mateo Alemán, nouvellement traduite et
purgée de moralités superflues. El elemento picaresco, por otra parte, aparece
imbricado con el filosófico-moral en el Cándido de Voltaire y con el satírico en su Los
viajes de Scarmentado, ya en el siglo XVIII.
En Rusia la novela picaresca entra con la anónima Historia de Frol Skobeyev, cuyo
argumento se desarrolla durante el reinado de Pedro I el Grande (1682–1725) y más
tardíamente con Matvéi Komarov y su La historia auténtica y detallada de dos pícaros:
el primero, ruso, ladrón de fama, salteador de caminos y antiguo sabueso moscovita
Juanito Caín, y de todas sus buscas y capturas, y así como de su alocada boda,
canciones muchas y divertidas y su retrato completo; y el otro, un pícaro francés
llamado Cartouche y sus compinches (1779). Muy interesante es Mijaíl Dmítrievich
Chulkov (1743-1792), quien ya utilizó elementos picarescos en su El burlón (1766) y
compone una famosa novela en los cánones del género protagonizada por una
pícara, La lozana cocinera o Las andanzas de una mujer perdida (1770), cuya
segunda parte no se ha conservado. Una tradición más indirecta la representa Vasili
Trofímovich Narezhny (1780-1825), que escribió El Gil Blas ruso o las aventuras del
príncipe Gavrila Simónovich Chistiakov, toda una galería mordaz, desenfadada y
pintoresca de personajes que le supuso serios problemas con la censura. El último
cultivador del género fue Faddéi Venedíktovich Bulgarin (1789-1859) con dos
exponentes famosos del género: Ivan Vyzhigin (1829) y Piotr Vyzhigin (1831), cuyo
protagonisa es un pequeño burgués al que los avatares de la vida terminan
convirtiendo en un pícaro redomado.
En el siglo XX hubo derivaciones de la novela picaresca de Grimmelhausen en el ya
citado Thomas Mann, Bekenntnisse des Hochstaplers Felix Krull ("Confesiones del
estafador Felix Krull"). Y el género continuó vivo en Las aventuras del buen soldado
Svejk del checo Jaroslav Hasek, en Las aventuras de Chichíkov (1922) de Mijaíl
Bulgákov, en Kvachi Kvachandiradze (1924) del escritor georgiano Mijail Javajishvili,5 y
en Las doce sillas (1928) y su continuación El becerro de oro (1931) de Ilf y Petrov. La
literatura en inglés contribuyó con Las buenas compañías (The Good Companions,
1929), de J. B. Priestley y Las aventuras de Augie March (1953) de Saul Bellow.
Puede decirse además que existen elementos picarescos en muchas otras novelas y
que algunos ejemplos de la llamada novela negra policíaca están muy cerca de ella y
reactualizan sus tópicos con fuerza.

La novela picaresca ante la crítica


La trayectoria crítica de la novela picaresca puede resumirse en cuatro grandes
apartados:7

 Referencialistas, que contemplan la novela picaresca esencialmente según su


sentido y contenido histórico. Así los estudios de Chandler, que entendía la
picaresca como el resultado de una paupérrima situación histórico-social; Ludwig
Pfandl, que estableció una división en tres grandes grupos: con enfoque «idealista-
satírico», como el Guzmán y el Buscón; con enfoque «realista-optimista», como
la Pícara Justina, La hija de Celestina o el Estebanillo y, por último, con enfoque
«novelesco-descriptivo» como el Segundo Guzmán, el Marcos, la Desordenada
Codicia o el Alonso, aunque cometió el gran error de dejar fuera de su clasificación
al Lazarillo. Miguel Herrero García se dedicó al estudio del ascetismo como factor
definitorio del género, a pesar de que no era un rasgo típico de la picaresca, sino
que más bien, se trataba de una característica muy presente en todo el Siglo de
Oro; Ángel Valbuena Prat presenta una perspectiva omnicomprensiva e incluye,
por tanto, cualquier título que roce el tema picaresco y presta especial atención a
la enseñanza ética que subyace en el Lazarillo, el Guzmán y la Pícara Justina,
entre otros.
 Temáticos, centrados en conceptos como la «delincuencia», la «honra», el
«antihonor», como los de Alexander Parker que consideró el tema de
la delincuencia y el de la biografía criminal como motor de la novela picaresca y,
aplicando este criterio a las distintas obras, decidió cuáles eran picarescas y
cuáles no: el Lazarillo no sería picaresca, mientras que el prototipo vendría
definido por el Guzmán, el Buscón alcanzaría el cenit y el Estebanillo el nadir. Pero
esta visión peca de exclusivismo temático y demasiada atención al Guzmán.
Con Marcel Bataillon ocurre algo parecido, pues se centra en el concepto
de honra y deja fuera al Lazarillo, a la Pícara y al Marcos. Maurice Molho se
detiene en el honor y entiende al pícaro como la encarnación del antihonor, que a
diferencia de otros críticos, solo encuentra en el Lazarillo, el Guzmán y
el Buscón. Enrique Tierno Galván entendía la picaresca como expresión de
la lucha de clases y por tanto, solo el Lazarillo, el Guzmán, la Pícara, el Buscón y
el Estebanillo serían propiamente picarescas.
 Unificadores, que conjugan rasgos formales y contenido. Samuel Gili Gaya, por
ejemplo, asocia rasgos formales y de contenido que ya encuentra presentes en el
fundador del género, el Lazarillo. Alberto del Monte, por su parte, concibe el
género de forma abierta y dinámica al distinguir entre género picaresco
y gusto picaresco y reconoce tres fases cronológicas: el «nacimiento» con
el Lazarillo, la «apoteosis» con el Guzmán y la «agonía» con el Buscón, dejando
fuera títulos como la Pícara Justina, el Marcos o el Estebanillo.
 Formalistas en busca de los rasgos morfológicos e internamente organizativos del
género. Fernando Lázaro Carreter es el mayor representante de esta tendencia y
critica a sus antecesores, en primer lugar, por la excesiva atención a los
contenidos contra la percepción del diseño estructural, en segundo por considerar
al género como un todo en lugar de como un organismo dinámico y, por último, por
elegir a una cualquiera de las obras como un modelo puro que estatuya el género.
Él plantea la picaresca como una poética común expuesta a través de
modificaciones, repeticiones, supresiones o combinaciones en la que la cabeza
visible es el Lazarillo y será el Guzmán el verdadero constituyente del género. Y
establece además unos rasgos de poética que serán aceptados por la inmensa
mayoría de los estudiosos:

 a) utilización del «yo autobiográfico» para referir las peripecias, en sucesión


jerárquica, de un ser perteneciente a la más ínfima extracción social.
 b) vertebración de la autobiografía en el «servicio a varios amos»
 c) justificación retrospectiva de toda la narración, desde el «caso» final.
 d) comienzo «ab origine», con la subsiguiente temporalidad (nacimiento-
madurez) que el hecho implica.
 e) «genealogía vil» con sus secuelas sociales «fundamental motivo
biográfico de los padres viles –con la correlativa transgresión del cuarto
mandamiento–, recibió la bellaquería anejada con la sangre».
 f) «punto de vista único», es decir, presentación de una visión de la
realidad unilateral, casi siempre marcada negativamente.
 g) carácter «picaresco» del protagonista; apicarado por la confluencia de:
linaje vil, malas compañías y mundo hostil.
 h) alternancia de «fortunas y adversidades».
En esta perspectiva se incluye su discípulo Francisco Rico, que desarrolla en
particular el punto de vista como forma de organización del contenido de cada
espécimen picaresco.
Nota
1. Miguel Herrerco García: vida de cervantes. Madrid : Editora Nacional, p. 256.
2. David A. Boruchoff “Free Will, the , Picaresque , and the Exemplarity of
cervantes Novelas ejemplares “ M L N (Modern Language Notes ) 124,2
(2009):372-403.
3. Begoña Rodríguez: Introducción. Panorama critico –bibliográfico de la novela
picaresca “, dentro de Antología de la novela picaresca española ( 2005 )
Bibliografía
Dentro de la amplia bibliografía en torno el fenómeno literario de la picaresca ,
puede resultar útil consultar un trabajo especifico como el ya clásico de laurenti, a
partir de esta selección obra critica:
MOLINOS , 2023

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