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ORDEN DEL CULTO

LLAMADO A LA ADORACIÓN

CÁNTICO: SALMO 51
Crea en mí un limpio corazón oh Dios,
y no me eches de tu presencia Señor
y no quites de mi tu Espíritu Divino
vuélveme el gozo de tu salvación
y renueva Tu Espíritu dentro de mi

LECTURA MANDAMIENTO:
Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
No tendrás dioses ajenos delante de mí. Éxodo 20:1-3

CÁNTICO: SUBLIME GRACIA


Sublime gracia del Señor
Que a un infeliz salvó
Fui ciego más hoy veo yo
Perdido y Él me hallo

Su gracia me enseñó a temer


Mis dudas ahuyentó
Oh cuán precioso fue a mi ser
Cuando él me transformó

Ya libre soy, Dios me salvó


Y mis cadenas ya Él rompió
Y como un río fluye el perdón
Sublime gracia inmenso amor

En los peligros o aflicción


Que yo he tenido aquí
Su gracia siempre me libró
Y me guiará feliz

Ya libre soy, Dios me salvó


Y mis cadenas ya el rompió
Y como un río fluye el perdón
Sublime gracia, inmenso amor

Y cuando en Sión por siglos mil


Brillando esté cual sol
Yo cantaré por siempre allí
Su amor que me salvó
LECTURA ANTIGUO TESTAMENTO:
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente. Salmo 51:1-12

LECTURA NUEVO TESTAMENTO:


30 Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. 31 Entonces Jesús les dijo:
Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas
del rebaño serán dispersadas. 32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. 34
Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35
Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo
mismo. 36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. 37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo,
comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está
muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. 39 Yendo un poco adelante, se postró
sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como
yo quiero, sino como tú. 40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que
no habéis podido velar conmigo una hora? 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el
espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con
Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. Saliendo él a la puerta,
le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. Pero él negó otra
vez con juramento: No conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que por allí estaban,
dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aún tu manera de hablar te
descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el
gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo,
me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?
Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la
segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le
dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció
de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te
amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te
ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y
te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios.
Y dicho esto, añadió: Sígueme. Mateo 26:30-41, Mateo 26:69-75, Juan 21:15-19.

CÁNTICO: Amados
Amados, amémonos unos a otros
Porque el amor es de Dios
Y todo el que ama, es nacido de Dios
Y conoce a Dios.
El que no ama, no conoce a Dios.
Porque Dios es amor, Dios es amor,
Amados, amémonos unos a otros.
VELAD Y ORAD
(Tercera parte)
Velad y orad, para que no entréis en tentación;
el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Mateo 26:41

Si el pecado derribó al hombre más fuerte, Sansón; al hombre más sabio, Salomón; y al hombre
conforme al corazón de Dios, David; entonces puede ser muy astuto, dominarte y derribarte a ti
también. ¡Velad y Orad! John Piper. Hemos estado estudiando en el Evangelio de Mateo, la
advertencia de nuestro Señor Jesucristo a Velar y Orar para no entrar en tentación. Así mismo vimos
como en el contexto del pasaje, sus discípulos cayeron y huyeron, Judas vendió al Señor por 30
monedas de plata, el precio de un esclavo y Pedro, tras haber jurado prácticamente que
permanecería fiel al Señor por encima de los otros discípulos, empieza a decaer desde el mismo
momento en que debía estar orando y velando, luego reaccionando en su carne e hiriendo a Malco
al quitarle su oreja y por último la negación de Jesucristo con juramento y maldición sobre sí mismo.

La paga del pecado es la muerte y una vez entramos en tentación y pecamos, nuestras conciencias
nos acusan, se producen diferentes reacciones, algunas veces miedo, como lo experimentó Adán,
otras veces es tal la gravedad que los sentimientos y pensamientos nos abruman incluso hasta
quedar devastados, otras veces el final es trágico como en el caso de Judas y otras veces el dolor
nos lleva a los pies de Cristo como en el caso de Pedro, aunque es allí donde vemos la Gracia y
misericordia de Dios, quien busca a sus ovejas perdidas y las carga sobre sus hombros. El pecado no
separa del Señor y nos pone en una mala situación, solamente por la gracia y misericordia de Dios
somos sostenidos. Cristo así lo expresó: Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha
pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez
vuelto, confirma a tus hermanos. Lucas 22:31-32.

1. DOS CLASES DE TRISTEZAS: Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque
fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que
ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce
arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce
muerte. ¡¡Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, !!qué solicitud
produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué
vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto. 2 Corintios 7:9-11 El Padrenuestro nos
lleva a orar para que no entremos en tentación y seamos librados del mal o del maligno. Cristo
enseñó esto pues estamos en una guerra, batallamos contra el pecado, satanás y el mundo, donde
en muchas ocasiones saldremos seriamente lastimados.

En la Biblia vemos la caída de muchos hombres, pero en este pasaje de Mateo 26, vemos al grupo
de personas levantadas por Cristo como sus apóstoles caer. A pesar de la caída general, podemos
ver que dos personas se destacan, Judas el Iscariote y Pedro. Ambos traicionaron al Señor, Judas lo
vendió por 30 monedas de plata, las cuáles jamás usó, pues fue tal el dolor y la desesperación que
fue consumido por la excesiva tristeza y bajo la acusación del maligno, llevándolo al suicidio. El otro
personaje es Pedro, quien lloró amargamente luego de que el gallo cantara. La Biblia nos narra
acerca de las dos tristezas:
a) LA TRISTEZA DEL MUNDO: La que experimentó Judas, la cuál incluso puede llevarnos a la
muerte. El remordimiento, el dolor por lo que hemos hecho, la acusación de Satanás, no
tienen el poder de redimir. Esta tristeza no es por la indignación del pecado como ofensa a
Dios, sino muchas veces es por el orgullo herido, el haber sido sorprendidos en pecado o por
no haber satisfecho los deseos pecaminosos. Solo produce culpabilidad, vergüenza,
desesperación, depresión, auto conmiseración, e incluso puede llevar a las personas a
contemplar la muerte como la salida. No en vano el mismo Pedro advierte que Satanás anda
como león rugiente buscando a quien devorar.

b) LA TRISTEZA DE DIOS: Según el pasaje de la carta a los Corintios esta tristeza que es producida
por el Espíritu Santo, trae un dolor profundo, un sentimiento y apreciación de nuestra banca
rota espiritual, el reconocer que hemos ofendido y defraudado al Señor nuestro Dios. En el
impío esta tristeza lleva al arrepentimiento para la salvación, en el creyente aviva el gozo de
la salvación y la alegría de su unión con el Padre Eterno. La tristeza de Dios lleva a apartarnos
del pecado y busca restaurar la relación personal con Dios, santificándonos para él, lo cuál se
hace visible en nuestras vidas al aumentar nuestro temor reverente, el amor por Él y su
palabra.

2. VOLVIÉNDOSE ATRÁS (Juan 21:1-14) Este pasaje nos muestra a Pedro en Galilea pero no en el
monte donde el Señor lo había requerido, se encontraba en el mar de Tiberias o de Galilea. El decidió
volver atrás, abandonar la misión para la cuál el Señor le había llamado, su fracaso, sus
pensamientos, sus tristezas, lo estaban llevando a vivir su antigua vida. Su influencia afectó a otros
seis discípulos quienes le siguieron. Pedro volvía a su antigua profesión, alisto sus redes para pescar
peces, eso sí sabía hacerlo bien, sin embargo, en el pasaje vemos que el tiempo en la barca pasó, las
redes se echaron y el resultado fue frustrante, no hubo nada de pesca. Un fracaso más para Pedro,
su confianza en si mismo estaba rota, ya ni pescar le salía bien.

Jesús se aparece antes del alba y les pregunta con cariño: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le
respondieron: No. Juan 21:5. La respuesta es seca y tajante, muestra cuán mal estaban. Sin embargo,
la pregunta iba directo al corazón, ellos no podrían pescar nada a menos que fuera la voluntad del
Señor, o: «¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar lo obedecen?». Mateo 8:27 b. Su vida sin
Cristo sería infructuosa: Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás,
es apto para el reino de Dios. Lucas 9:62. Jesús les mostraría su gracia y misericordia al ir por ellos
pues andaban como ovejas sin pastor, les mostraría que tenía el control y por eso ordena en donde
echar las redes y por tanto estas se llenaron hasta casi reventar.

Juan reconoció a Jesús y exclamó: Es el Señor, aquel que gobierna el universo, solo Él tenía el
conocimiento y el poder para manifestarlo al controlar el tiempo, el lugar y las circunstancias. El
pecado no les sería tropiezo para el amor de Cristo quien venía a ellos tras su aparición en varias
ocasiones tras su resurrección. Pedro solo pudo tomar su ropa y lanzarse en busca de su amado
Señor. Es similar a la parábola del hijo pródigo, Dios busca y hay un encuentro. Jesús preparó la cena
y tuvieron comunión con él. Esto solo sería la antesala de la restauración de Pedro.

Se estaba cumpliendo la Escritura: Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido
para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto,
confirma a tus hermanos. Lucas 22:31-32. Cristo sabía que Pedro dejaría de Velar y Orar, que
entraría en tentación, la hora más oscura de su vida, pecaría gravemente con el Señor, pero Cristo
oraría por él, su fe no fallaría pues Cristo mismo le sostenía, ahora era el tiempo de volver a su
Amado, dejar las redes de los peces para pescar hombres, ayudando a edificar la Iglesia.

2. LA RESTAURACIÓN DE PEDRO (Juan 21:1-14): Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón
Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo.
Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez:
Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le
respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De cierto,
de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo,
extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender
con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.

Cuando pecamos, el Señor nos llama a restaurar nuestra relación con Él. Como personas
experimentamos la necesidad de ir pero también el temor a su rechazo, la vergüenza y el fracaso
nos dificultan el ir, sin embargo el Señor de manera amorosa nos invita a entrar confiadamente a su
presencia por el mérito de Cristo. El Señor llamó a Pedro por el nombre de su vida anterior, Simón,
hijo de Jonás, lo que debió llamar poderosamente su atención y llevarlo a humillarse bajo la
poderosa mano de Dios. Pedro, llevado por sus emociones fue quien decidió volver a las redes, pero
Cristo en su amor lo llevaría de los peces a los hombres, para eso lo había llamado. Pedro había
fracasado en lo más importante, en amar a su Señor, el amor es la fuerza que nos da las razones
para el servicio Cristiano, es el distintivo del siervo de Dios, pues de nada sirve hacer grandes cosas
si no se tiene amor, tanto que el primer mandamiento es: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con todo tu ser y con toda tu mente. Mateo 22:37.

Primera pregunta (vs15): Pedro había jurado no abandonarlo como los otros, ahora le preguntaba
si lo amaba más que estos: sus discípulos, las redes, la pesca, es decir su antigua vida. Cristo lo
llamaba a dejar todo lo que conocía por amarlo. El amor de la pregunta de Cristo es amor Agape
(Agapao), el amor de Dios que vemos en 1 Corintios 13. Pedro, consiente de su fracaso no puedo
afirmar este tipo de amor, él responde con que lo ama pero con amor fileo, es decir,
afectuosamente. Recurrió a la omnisciencia y le recordó: “Tu sabes que te amo”. A pesar de su
respuesta, Cristo lo llamó a apacentar sus corderos. La respuesta de Pedro era humilde, un corazón
quebrantado y contrito es lo que agrada al Señor.

Segunda pregunta (vs16): Cristo usó otra vez el término (Agapao) y Pedro respondió nuevamente
con fileo. Cristo le encarga: Pastorea mis ovejas. Le encomendaba la responsabilidad de cuidar del
Pueblo de Dios. Tal y como lo describiría en su carta, al llamar Pedro a otros a ser pastores del pueblo
de Dios (1 Pedro 5:2).

Tercera pregunta (vs16): Pedro se entristeció, porque Cristo esta vez el término Fileo en vez de
Agapao, estaba cuestionando la devoción menor de Pedro. Esto llevaría a Pedro en no confiar en sí
mismo sino confiar en aquel que lo estaba llamando y por eso responde con la omnisciencia de
Cristo: Señor, tu lo sabes todo, tú sabes que te amo. Jesús aceptó el reconocimiento e imperfección
y fracaso de Pedro, con misericordia le encargó el cuidado de su rebaño: Apacienta mis ovejas. Así
ocurrió la restauración plena de Pedro ante su fracaso. Pero también le recordaría lo que implicaría
el seguirlo a él y la manera en que acabaría su vida. Nuestro cristianismo es sostenido por el amor
de Cristo pero hay un precio.
DOXOLOGÍA: A Él sea la Gloria

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