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Padre providente, que nos has dado el pan vivo bajado del cie-
lo, para que lo comamos santamente,
haz que al comerlo tengamos vida eterna y resucitemos en
él ultimo día.
Tú, Señor, que libraste a los tres jóvenes del horno ardiente,
libra también las almas de los difuntos del castigo que su-
fren por sus pecados.
ORACIÓN.
Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que, al proclamar
nuestra fe en la resurrección de tu Hijo, se avive también nues-
tra esperanza en la resurrección de nuestros hermanos. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. LAUDES
CONCLUSIÓN.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.
INVITATORIO Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
¡Qué misterio tan profundo Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
éste de mi propio ser: y de la mano de todos los que nos odian;
he surgido del no ser ha realizado así la misericordia que tuvo con
y me exalto y me confundo, nuestros padres,
mientras cantando me hundo recordando su santa alianza
en mi nada, y sombra, y lodo! y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Soy cadáver a tu modo,
soy sueño, soy despertar, Para concedernos que, libres de temor,
soy vida, soy palpitar, arrancados de la mano de los enemigos,
soy luz, soy llama, soy todo. le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Muerte, que das a mi vida
trascendencia y plenitud, Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
muerte que ardes de inquietud porque irás delante del Señor
como rosa amanecida a preparar sus caminos,
cuando llegues encendida anunciando a su pueblo la salvación,
y silenciosa a mi puerto, el perdón de sus pecados.
besaré tu boca yerta
y, en el umbral de mi adiós, Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
al beso inmenso de Dios nos visitará el sol que nace de lo alto,
me dispondrás, muerte muerta. Amén. para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
SALMODIA para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz
Ant.1. Se alegrarán en el Señor los huesos quebranta-
dos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Salmo 50 por los siglos de los siglos. Amén.
Misericordia, Dios mío por tu bondad; Ant. Yo soy la resurrección y la vida, el cree en mí
por tu inmensa compasión borra mi culpa; aunque haya muerto, vivirá; y él que está vivo y cree
lava del todo mi delito, en mí no morirá para siempre.
limpia mi pecado.
que mantiene su fidelidad perpetuamente, Pues yo reconozco mi culpa,
que hace justicia a los oprimidos, tengo siempre presente mi pecado:
que da pan a los hambrientos. contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego, En la sentencia tendrás razón,
el Señor endereza a los que ya se doblan, en el juicio brillará tu rectitud.
el Señor ama a los justos, Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
el Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda Te gusta un corazón sincero,
y trastorna el camino de los malvados. y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
El Señor reina eternamente, lávame : quedaré más blanco que la nieve.
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Hazme oír el gozo y la alegría,
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. que se alegren los huesos quebrantados.
Como era en el principio, ahora y siempre, Aparta de mi pecado tu vista,
por los siglos de los siglos. Amén. borra en mí toda culpa.
Ant. 3 Alabaré al Señor mientras viva. ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
LECTURA BREVE 1Ts 4, 13 no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo
modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con Devuélveme la alegría de tu salvación,
él. afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
RESPONSORIO BREVE los pecadores volverán a ti.
Ant. 1. Se alegrarán en el Señor los huesos quebrantados. Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
Ant. 2. Líbrame, Señor, de las puertas del abismo. El Padre enseñan a sus hijos tu fidelidad.