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Acerca del sueño

Análisis textual

JULIAN ORTEGA BEDOYA

ELEIN ZORZIT SIERRA

ISABEL SIERRA MONTOYA.

Docente:
OSCAR ALFREDO MÚÑIZ GIL

Curso:
PSICOPATOLOGÍA

2 de abril 2020

Psicología
Escuela de Ciencias Sociales
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

Medellín
2020
Con el siguiente trabajo se busca hacer una interpretación de lo entendido en los textos: Acerca

de sueño de Colette Soler (1988); Seminario 1: Los escritos técnicos de Freud de Jacques Lacan (1981)

y la Escena Primordial del Volumen XVII de Sigmund Freud (1918). Para tales fines se pretende

analizar específicamente el siguiente fragmento de Acerca del sueño de Colette Soler (1988), capitulo

contenido en su libro Finales del análisis, publicado posteriormente a partir de un seminario elaborado

en la ciudad de Buenos Aires en 1986.

De este modo, el binario del inconsciente y del Eso, cuya importancia en la enseñanza de Lacan

tuvo el mérito de destacar J.-A. Miller, viene a esclarecer la función del sueño que, si presenta

la pregunta del sujeto, puede incluir también la respuesta en cuanto a su ser, y designar, sin

metáfora, pero en el centro de las metáforas, el punto del que deriva toda metonimia, el

referente que no es del orden del mensaje, que no obedece a ninguna dialéctica y que,

estrictamente, puede presentarse en un marco. (p.80)

Para iniciar es pertinente retomar a Freud (1918) y la relación que establece entre la represión y

la Escena Primordial. Plantea que esta última se da cuando un sujeto, que todavía no ha desarrollado su

sexualidad, asiste u observa de forma involuntaria un encuentro sexual, generalmente de los padres,

durante la infancia. Debido a que la sexualidad de la persona todavía no ha sido desarrollada, y por

tener lugar esta escena en una edad temprana de la persona, se genera un trauma cuando el evento se

resignifica en edades posteriores al insertarse un deseo; procedente de la nueva etapa a la que ingresa la

persona; como la fase fálica. Este efecto tardío es denominado por el autor como nachträglich. Dicho

trauma puede tener como consecuencia una neurosis; que, ejemplificado en el caso de El Hombre de

Los Lobos, se manifiesta a través de su zoofobia y el sueño angustiante con los lobos que reporta a

Freud, su analista.
El primero, que un niño a la tierna edad de 1 1/2 año sea capaz de recoger la percepción

de un proceso tan complicado y conservarlo de manera tan fiel en su inconsciente; el

segundo, que a los 4 años sea posible elaborar con posterioridad [nacbtriiglich], hasta

llegar a entenderlas, esas impresiones así recibidas, y, por último, que mediante algún

procedimiento pueda lograrse hacer consciente, de una manera coherente y convincente,

una escena vivenciada y comprendida en tales circunstancias. (Freud, 1918, p.37).

Lacan, retomando a Freud, explica este mismo mecanismo al señalar:

Digamos que la Prägung [...] no fue integrada al sistema verbalizado del sujeto, que ni

siquiera alcanzo la verbalización, ni siquiera, podemos decirlo, alcanzó la significación.

Esta Prägung estrictamente limitada al dominio imaginario, resurge a medida que el

sujeto avanza en un mundo simbólico cada vez más organizado. (1986, p.281)

Este retorno a Freud se hace dispensable para entender el fragmento de Soler. El trauma

establece el síntoma y este es la manera en que eso, que siempre retorna igual, se manifiesta; la escena

primordial y la resignificación que el sujeto hace de la misma. En el caso del sueño, que es una

formación inconsciente, se pueden identificar dos partes. Lo que se deforma y busca una realización,

que siempre está en busca de la misma, y eso que es nuclear, que retorna constantemente igual y

responde al orden de lo pulsional.

Soler lo expresa al decir que “[...] Freud evoca lo que llamó “el ombligo del sueño” y, por otro

lado, en el fundamento del sueño, “las escenas infantiles”.” (1988, p.78). En este caso el ombligo es el

espacio del lenguaje, del deseo que constituye al sujeto indeterminado y conlleva a una sucesión de

significantes que remiten siempre a otro, un agujero simbólico que no busca recuperar el goce. Por su
parte la escena infantil está ligada a la falta, aquí hay un exceso de presencia y está conectado con el

goce, el trauma y la pulsión.

Retornando entonces al fragmento de Soler (1988), y considerando a Freud y a Lacan,

entendemos que al referirse al “[…] Binario del inconsciente y el eso […]” (p.80), aluda al ombligo del

sueño y al ello. Y nos específica, a continuación, que “[…] tiene como función esclarecer la finalidad

del sueño […]” (p.80); que en palabras de la autora no es más que “[...] “El vector de la palabra” [...] lo

que hace hablar al sujeto y que, al mismo tiempo, focaliza sus palabras, desviándolo de hablar

cualquier cosa” (p.77). Entonces la función del sueño; según el fragmento de Soler, es, por lo menos en

una de sus instancias, dirigir la palabra del sujeto, direccionar sus dudas, su pregunta de sujeto;

incertidumbre de ser, al saber, al analista. Instaura la transferencia y se elabora, desde la

conceptualización de la autora, la cura; la dirección de la palabra a lo que el sujeto tiene, pero no sabe

que está ahí.; “[...] es el signo de que, en la transferencia, el sujeto - vía el analista- dirige su pregunta al

objeto del saber.” (Soler, 1988, p77). Si buscamos soporte teórico en Lacan podremos encontrar que

conceptualiza, al analizar las elaboraciones de Strachey, algo muy símil a lo expuesto por Soler;

No es en torno, ni alrededor, ni antes ni después, sino en el momento preciso en que lo que está

por despuntar en lo imaginario está a la vez presente en la relación verbal con el analista,

cuando la interpretación debe hacerse a fin de que pueda ejercer su valor de decisivo, su función

mutativa [...] la interpretación puede adquirir un valor de progreso solo en un momento preciso

del análisis (1986, p.279)

Ahora bien, la autora continúa señalando; “[...] si presenta la pregunta del sujeto, puede incluir

también la respuesta en cuanto a su ser.” (Soler, 1988, p.81). esta respuesta parte de aquello que

muestra, de la escena primordial en donde se inserta la pulsión, liga al trauma y a las huellas que esta

deja en el cuerpo, es decir a la prolongación del goce que se establece en los orificios corporales, pero
no el orifico simbólico ya expuesto. Esto que retorna, como explica Freud y luego Lacan (1981, p.283),

se establece nuclearmente cuando la represión opera, desde aquí se construirán u organizaran los

síntomas y las represiones posteriores; se entabla entonces el modo particular de goce que acompaña al

sujeto de aquí en delante y que es, en esencia, lo único que en verdad responde por su ser; más allá de

los significantes que el usa para describirse.

Hasta aquí hemos determinado que la función del sueño está determinada por un binomio; en el

cual el extremo inconsciente determina la dirección y formula la pregunta; por sustentarse en un

horizonte de significantes inagotables, y la otra punta, el otro extremo de la cadena, se encarga de

responder; porque se instaura desde el ello, desde la falta que es llenada, de manera excesiva, por

aquello que retorna inmutable; aun cuando se rodea de las desfiguraciones oníricas. Sin embargo, falta

ocuparnos del ultimo fragmento del extracto textual aquí estudiado;

[...]y designar, sin metáfora, pero en el centro de las metáforas, el punto del que deriva

toda metonimia, el referente que no es del orden del mensaje, que no obedece a ninguna

dialéctica y que, estrictamente, puede presentarse en un marco. (Soler, 1981, p.80).

La autora expresa entonces que esta respuesta, aun cuando no se acompaña de significante, de

sustitución, si se inscribe en una puesta en escena, en un orden de representación simbólica; Esta guía

metafórica, ese punto que da conclusión y significa la cadena de significantes infinitos del individuo,

reúne todo su deseo, su ser mismo y responde a su modo de goce; así desaparece el ombligo del sueño,

porque el agujero ya no es existente, y se remplaza o se completa, como se ha expuesto repetidamente,

con las particularidades que la escena primordial logra dejar en el sujeto.; “Ciertamente en el sueño eso

habla, dice lacan [...] Pero también “eso muestra”.[…] Al contrario del espectáculo del mundo que es

voyerista [...] el sueño muestra” (Soler, 1988, p.79). Cabe señalar que esto, que retornó idéntico, que

responde a la angustia de la pregunta por el ser, no proviene del otro, no es procedente de su represión
primaria; de la significación ajena al sujeto mismo, y tampoco es transmutable, porque es nuclear y

siempre regresa igual y sin deformación; aun cuando un marco referencial, un conjunto de

significantes, lo acompañen.

[...] la puesta en escena del sueño, con su posibilidad de hacer aparecer o desparece de

improvisto, en una puerta entornada, en una ruptura de cuadro, en una discontinuidad de tiempo

o de espacio, se presta a convocar el más allá- o el lado de acá- de la realidad [...] Las

sustituciones significantes están allí dispuestas alrededor de un elemento que es insustituible.

(Soler, 1988, p.80)


Referencias bibliográficas

 Freud, S. (1979). Volumen XVII. Buenos Aires: Amorrortu editores.

 Lacan, J. (1981). Seminario 1: Los escritos técnicos de Freud. Barcelona: Ediciones Paidos.

 Soler, C. (1988). Finales del análisis. Buenos Aires: Ediciones Manantial.

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