Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
En un capítulo dedicado a Píndaro y Platón1, la profesora Giselle von der Walde cita los
tres lugares de la obra pindárica donde el poeta tebano hace mención explícita de Homero.
En su lectura, estos pasajes muestran que Píndaro es consciente de que la poesía no sólo
dice la verdad sino que también dice engaños y falsedades, constituyendo esta duplicidad
un componente esencial no sólo de la propia poesía de Píndaro sino de su poética en
general. De este modo, cabría entender la figura de Píndaro como un índice privilegiado del
poeta al cual Platón hace alusión en la República y al que le reprocha precisamente esta
ambigüedad alética.
La ventaja que tiene identificar a Píndaro como el poeta que se busca en la República reside
en que, a diferencia de Homero, Píndaro es explícito en la caracterización que hace de la
labor poética como escindida entre la verdad y la falsedad, a la vez que recoge esta escisión
en su propia poesía. Estimo que este procedimiento de asumir a Píndaro como criterio para
comprender el Homero de Platón aporta elementos nuevos a la discusión sobre la relación
entre filosofía y poesía en la República. Desde mis propios presupuestos recorreré, pues,
este camino señalado por la profesora Giselle von der Walde, donde la figura de Píndaro
obra la mediación entre Platón y Homero.
1. El Homero de Píndaro
Los tres pasajes donde Píndaro menciona a Homero son estos2: Pítica 4, 277-278, Ístmica
4, 37-42 y Nemea 7, 20-23.
1
von der Walde 2010.
2
Fitch 1924, 57-59.
3
En general, sigo la traducción de Suárez 2000, con ajustes, según se precise y teniendo a la vista el texto
griego/inglés de Race 2012a y 2012b. Es propia la traducción de este pasaje, a partir de Nagy 1990, 202s y de
Race 2012a, 302s, donde los dos dependen de Gildersleeve 1885, 330, cuando éste aclara un pasaje paralelo
de la Pítica 8, 38.
2
El buen mensajero aquí es el propio poeta, que al conferir honor mediante su canto, recibe
él mismo el mayor honor; en esto el poeta no hace sino seguir a la Musa, cuyo honor
aumenta con el canto que ella misma ofrece. El canto recto (orthâs, 279) tanto confiere
honra al objeto cantado cuanto al sujeto que canta. Esta es la palabra de Homero que el
poeta considera fundamental, tanto así que toda su actividad poética se guía por ella.
Bueno es que el mensajero tenga también ideas oportunas (Ilíada 15, 207).
Es claro que más que una cita, se trata de una alusión en la que el tebano quiere respaldar su
propio obrar poético como mensajero de la Musa. Mayor interés reviste la constatación de
que Píndaro se sirve de una reinterpretación de Homero como base para la formulación de
su propia comprensión de la poesía, es decir, de su poética. Para avanzar en la cuestión de
cuál pueda ser el Homero que el poeta tiene en mente hay que estudiar ahora las otras dos
citas explícitas de Homero en la obra de Píndaro.
El pasaje de la Ístmica 4 ocurre en el centro del poema4, lo que atestigua la importancia que
el poeta le da en este punto a la mención de Homero. En efecto, siendo Ayante el más
destacado de los héroes griegos en Troya, sólo detrás de Aquiles, fue objeto de
maquinaciones malévolas que lo condujeron a tomar su propia vida, con lo que la censura
cayó sobre él. Así presenta el poeta esta situación:
4
Cf. McNeal 1978 para aspectos de estructura de la oda.
5
Traducción ligeramente cambiada: ‘artimañas’ se cambia por ‘habilidad’ (tékhna, 34).
6
Traducción ligeramente cambiada: ‘exaltó’ se cambia por ‘enderezó’ (orthósais, 38).
3
Un asunto más delicado consiste en determinar a qué Homero está haciendo referencia aquí
el poeta. Puede inferirse que Píndaro alude aquí a la gloriosa presentación que Homero
hace de Ayante en la Ilíada, que con sus versos corrige y endereza aquéllos del ciclo épico
donde Ayante se llena de oprobio. Homero es superior porque canta la honra de los héroes,
no su deshonra. De este modo queda claro que el pasaje de Ístmica 4 desarrolla la posición
programática declarada en Pítica 4, posición que Píndaro sitúa en la base de su poesía y de
su poética.
7
Boeke 2004, 49 señala que aquí no se cabe hacer una transición rápida a Odiseo, pues la oda habla de todos
los griegos que fueron a Troya.
8
En este punto patina la interpretación de von der Walde: “En Ístmica 4 [Píndaro] censura a Homero por
honrar a Áyax y darle fama a través de las generaciones, a pesar de ser absolutamente reprochable entre los
griegos el hecho de que se haya suicidado” (von der Walde 2010, 82). Cf., por ejemplo, Currie 2005, 313s:
“Homer is often invoked as a paradigm for the laudator, who thus hopes to bestow a similar ‘immortal fame’
on his subject. At I. 4.37-44 Homer’s wondrous words (39 thespesíon epéon) are the vehicle for preserving
Aias’ ‘fine deeds’ (42 ergmáton … kalón), and his commemoration of Aias’ areté is the model for Pindar’s
commemoration of Melissos (43-4)” y Boeke 2004, 49: “Through Homer the Greeks’ bad judgement was
reversed, Aias was redeemed and his deeds were made known to posterity. Thus Pindar uses the myth to
demonstrate the extraordinary power of poetry. It can set the record straight and confer immortality”.
9
Traducción modificada. Currie 2005, 313 llama la atención a la composición en anillo de este pasaje.
4
Para abordar la interpretación de estas densas líneas hay que tener presente que esta oda
asocia de un modo quizás sorprendente la figura de Neoptólemo con la del atleta vencedor,
Sógenes. Los versos citados forman el preludio de dicha relación. Ahora bien, tanto Ayante
como Neoptólemo son Eácidas10, merecedores, pues, de que el poeta cante su honor, tras su
muerte y, precisamente, por haber muerto, con independencia de cómo haya acaecido su
deceso, pues igual todos los hombres han de morir. Quizás en la vida de ambos héroes haya
acciones vergonzosas, pero no es a ello a lo que el poeta dirige su mirada, sino a su
grandeza, digna de un canto igualmente grande. Que Ayante era poderoso, segundo sólo de
Aquiles, lo confirma aquí el poeta, razón por la cual incluso un dios ha exaltado su relato,
en la Ilíada precisamente, con lo que en este punto Nemea 7 se desarrolla en la misma línea
de Ístmica 4.
De este modo queda completa la caracterización que Píndaro hace de Homero, que es
coherente en los tres pasajes donde aparece el nombre del bardo, en el sentido de que el
poeta canta el honor para así mismo recibir honor, donde la figura paradigmática de esta
operación es el gran Ayante Telamonio tal como se presenta en la Ilíada. Por el contrario,
la Odisea, con sus mentiras y triquiñuelas, no puede considerarse como un canto ejemplar
en lo que tiene que ver con la poética de Píndaro, y si logra captar cierta favorabilidad del
oyente o lector es sólo gracias al consumado arte de Homero. De aquí no se sigue, empero,
que Píndaro considere que la poesía puede tanto decir la verdad, como decir la mentira, de
un modo indiferenciado y doloso. Es cierto que el poeta puede mentir, como miente el
Homero de la Odisea, pero en este caso no se trata de mentiras que engañen al lector, esto
es, que tengan el propósito de engañarlo, sino que son las mentiras constitutivas del propio
relato, mentiras de las cuales el lector siempre está al tanto.
2. El Píndaro de Platón
Porque creo que vamos a decir que poetas y prosistas cometen un grandísimo error
cuando a propósito de los hombres afirman que hay muchos injustos que son felices y que,
en cambio, hay justos que son desgraciados, así como que es provechoso ser injusto, si
10
Cf. Burnett 2005, 192: “This emphatic weapon revives the metallic image of the blade that finished Ajax
(27), suggesting an ultimate parallelism between the two Aiakids, both under-appreciated by epic singers,
both in final receipt of the good fame that a god brings into being with the help of mortal praise (32)”.
5
nadie se da cuenta, y que la justicia es un bien ajeno pero un castigo para uno mismo
(República III, 392b).
Aplicado a Homero esto quiere decir que el poeta de la Odisea se equivoca cuando hace a
Odiseo un hombre feliz, a pesar de las muchas injusticias que cometió, a la vez que muestra
el alma de Aquiles llena de desdichas. Si se asume que allá donde el poeta tebano canta el
honor, el filósofo ateniense loa la justicia, el propósito filosófico de Platón no sería
diferente, pues, del que Píndaro ha expresado en su poesía y en su poética.
En su estudio, la profesora Giselle von der Walde ha llamado la atención a dos tipos de
mentiras que Sócrates distingue en el libro II de la República; se trata, simplificando, de las
mentiras reales y de las mentiras de palabra. La mentira real o ‘mentira verdadera’ es
aquella con la que se engaña sobre lo que es, la que lleva ignorancia al alma de quien la
recibe, lo que antes se ha llamado la mentira dolosa. La mentira de palabra, por su parte, es
la imitación de un engaño, por ende, “no una mentira totalmente pura” (República II,
382b)11; en ella se dicen cosas que no son o que, como en referencia a los hechos antiguos,
no se sabe si son así, pero el oyente no se engaña con ella o, en todo caso, no hay que tratar
de engañarlo con ella, puesto que esas cosas no son así o no puede saberse si son así. Los
mitos, en particular, asimilados aquí al relato de hechos antiguos cuya verdad no puede
determinarse, no pueden usarse con propósitos dolosos, es decir, para engañar al alma
sumiéndola en la ignorancia, si bien tienen su ámbito de utilidad no sólo en la presentación
imitativa de hechos de la antigüedad sino como arma contra los enemigos y remedio para
los amigos.
Desde esta perspectiva es censurable que el poeta presente como hechos relatos que sólo
tienen la verdad de la palabra, esto es, que haga un uso doloso de mentiras de palabra. Le
dice Sócrates a Adimanto:
Por lo tanto, evidentemente, también es preciso que vigilemos a quienes pretenden contar
estos mitos, pidiéndoles que no ofendan con tanta ligereza lo que sucede en el Hades, sino
que más bien lo alaben, porque no estarían diciendo la verdad ni nada útil para quienes
han de ser esforzados combatientes (República III, 386b-c).
Tras hacer un repaso de diversos pasajes cuestionables en este sentido, pasajes tanto de la
Odisea como de la Ilíada, concluye el filósofo:
Pediremos a Homero y a los demás poetas que no se enfaden si eliminamos estos versos y
todos los semejantes, no porque no sean poéticos ni gratos de escuchar para la mayoría,
sino porque cuanto más poéticos sean, tanto menos deberán ser escuchados por niños y
hombres que han de ser libres y temer a la esclavitud más que a la muerte (República III,
387b).
11
Cf. Nemea 7, 14 para el tema de la tarea de la poesía como recurso a un espejo, con la diferencia de que
Sócrates no desarrolla el tema de la ‘verdad poética’, que es también una imitación.
6
Conclusión
Bibliografía
J du P Boeke, “Deeds Speak Louder than Looks: Pindar’s Isthmian 4”, Akroterion, 49
(2004), 43-55.
Anne Pippin Burnett, Pindar’s Songs for Young Athletes of Aigina, Oxford University
Press, Oxford-Nueva York 2005.
Bruno Currie, Pindar and the Cult of Heroes, Oxford University Press, Oxford-Nueva York
2005.
Edward Fitch, “Pindar and Homer”, Classical Philology, 19 (1924), 57- 65.
Basil L. Gildersleeve, Pindar: The Olympian and Pythian Odes, Harper, Nueva York 1885.
Rosa Mariño, Salvador Mas, Fernando García, Platón. La República, Akal, Madrid 2009.
Gregory Nagy, Pindar’s Homer. The Lyric Possession of an Epic Past, The Johns Hopkins
University Press, Baltimore-Londres 1990.
William H. Race, Pindar: Olympian Odes. Pythian Odes, Harvard University Press,
Cambridge MA-Londres 2012 (a).
William H. Race, Pindar: Nemean Odes. Isthmian Odes. Fragments, Harvard University
Press, Cambridge MA-Londres 2012 (b).
Giselle von der Walde, “¿Podría ser Píndaro el poeta buscado en el libro 2 de la
República?”, en Giselle von der Walde, Poesía y mentira. La crítica de Platón a las
poéticas de Homero, Hesíodo y Píndaro en el Ion y en República 2, Universidad de los
Andes, Bogotá 2010, 77-86.