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Exposision Erotica.
Exposision Erotica.
Paige Tyler
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Traducido y corregido por Mari
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Índice
Argumento…………………..……………………………………………………….……… Página 4
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Argumento
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Capítulo Uno
“Ya sabes, si esto no fuera por una buena causa, no habría forma de
que estuviera haciéndolo,” le dijo Liz Bellamy a su hermosa perra
labrador de color chocolate, Godiva.
Bueno, tal vez decir que se quitaría la ropa era una exageración. Ella
podría hacer un poquitín de exposición artística de los hombros, quizás
incluso mostrar un poco de pierna. Nada más que eso.
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Realmente era para una buena causa. El refugio animal en donde
obtuvo a Godiva dos años atrás, estaba organizando una especie de sexy
calendario “desnúdate-para-la-causa”, con el fin de reunir fondos. Liz y
las otras mujeres voluntarias, habían accedido a hacer las fotografías.
Hubo una organización de rescate animal en Portland que había hecho lo
mismo el año pasado y tuvo un gran éxito, obteniendo miles de dólares
para ayudar a apoyar su refugio. Cuando la dueña, en donde Liz era
voluntaria, le preguntó si lo haría, no fue capaz de decir que no.
Pero ella había dicho que lo haría, así que no se iba retractar ahora.
Nunca podría enfrentar a las otras chicas del refugio si no lo hacía. Todas
ya hicieron sus sesiones de fotos y no habían dejado de hablar sobre lo
divertido que había sido.
Así que, tirando más de cerca la correa de Godiva, Liz abrió la puerta y
entró. Una pequeña campana adherida a la parte superior de la puerta
tintineó, anunciando su llegada. Miró alrededor del estudio, creyendo
encontrar a la fotógrafa esperándola, pero la mujer no se veía por ningún
lado. Las otras chicas que hicieron la sesión de fotografía ya la habían
descrito como alguien muy fácil con quien trabajar. Eso hizo sentir mejor
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a Liz. Posar para una agradable mujer mayor no la haría sentir tan
avergonzada.
Godiva le lanzó una mirada que Liz tradujo como, “Lo que sea,” antes
que se echara para lamerse las patas. Probablemente quería que sus
uñas lucieran bien para la sesión, pensó Liz, deseando estar tan relajada
como su perra.
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del refugio habían escogido a este estudio de fotografía para tomar las
fotos de este calendario. Si salían la mitad de elegantes como las que se
encontraban en la pared, el resultado sería una obra de arte.
Liz estaba tan hipnotizada por las fotografías que no escuchó a nadie
entrar a la habitación y saltó al sonido de la voz de un hombre. Con una
mano en su garganta, se giró para ver al tipo más magnífico en el que
alguna vez posó los ojos, parado justo frente a ella. Alto y musculoso con
cabello oscuro y una mandíbula cincelada, él tenía el tipo de ojos
conmovedores con los que una chica se perdería si no era cuidadosa.
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“Godiva,” le advirtió Liz, luego le dio al hombre una tímida mirada.
“Lamento eso. Es su primera vez en un estudio de fotografía, así que está
un poco emocionada”.
El tipo se echó a reír. “Está bien. Sólo está siendo amistosa. ¿No es
así, muchacha?”
Le dio a Godiva otra caricia, y luego se levantó. “Tú debes ser Liz
Bellamy, ¿ciento?”
“Oh”. Liz miró por sobre él hacia la puerta que daba a la parte
posterior del estudio. “¿Maxine está aquí?”
“En realidad, tuvo que irse más temprano. Su hija entró en labor de
parto hace un par de horas, así que ella y su esposo se dirigieron a
Olympia.”
“Oh.”
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Liz no sabía si sentirse aliviada sobre posponer la sesión o no. Había
pasado la mayor parte del día preparándose psicológicamente y ahora
tendría que hacerlo todo de nuevo.
Liz se mordió el labio inferior. Mientras que una parte de ella quería
volver cuando Maxine estuviera allí, otra parte deseaba terminar con todo
el asunto de una vez. ¿Pero podría posar frente a un hombre? No estaba
tan segura de eso. Por otra parte, la corta vestimenta que había traído no
era tan reveladora. No es como si tuviera que desnudarse por completo
frente a él.
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“No,” le respondió. “Ya estamos los dos aquí, así que bien podríamos
seguir adelante y hacerlo.” Caramba, ¿había dicho eso en voz alta? El
color subió por su rostro cuando se dio cuenta que debió sonar como si
ella quisiera saltar sobre sus huesos ahí mismo. “Me refiero a la sesión
fotográfica.”
“Así que, ¿para qué refugio animal estás haciendo este calendario?”
preguntó Kent.
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“Bob.”
Liz se volvió hacia él. Había estado tan interesada en hablar sobre su
perro, que casi se olvidó del motivo real de su visita. “Bien, gracias.” Le
dio a la correa que tenía en su mano un suave tirón. “Vamos, Godiva.”
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Sacudiendo su cabeza, Liz entró en el baño y cerró la puerta. Se quitó
los vaqueros y la camiseta. Debido a que las fotos del calendario eran de
contenido sensual, ella y las otras mujeres que posaron, se les ocurrió la
idea de usar lencería para la sesión. La camisola y las bragas de bikini
que algunas de sus amigas utilizaron parecían ser demasiado reveladoras
para ella, así que, en cambio, optó por su corta bata favorita de seda.
Observando su reflejo en el espejo de cuerpo entero cuando se ataba el
cinturón alrededor de su delgada cintura, se alegró de elegir ese atuendo.
No sólo la linda bata azul claro acentuaba sus esbeltas curvas, sino que
también mostraba sus piernas largas. Se había puesto maquillaje justo
antes de ir al estudio, así que todo lo que tuvo que hacer fue retocar su
brillo de labios, pasó los dedos por su largo cabello oscuro, y ya estuvo
lista.
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y tímidamente de inclinó para darle a Godiva una suave palmada en la
cabeza.
Ella asintió. Ese era un montaje elegante. “Está bien. Vamos, Godiva.”
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sobre mirarse en el monitor, lanzó una rápida ojeada en esa dirección y
vio que ella y Godiva lucían bastante bien. Todo ese asunto del monitor
era genial.
“Muy bonito.” Tomó algunas fotografías más, y luego la miró por sobre
la cámara. “Está bien, intentémoslo contigo arrodillada al lado de
Godiva.”
Él bajó la cámara para destellarle una sonrisa sexy. “Si todas las
mujeres son tan hermosas como tú, estoy seguro que terminaré
comprando un calendario.”
Ella se sonrojó ante el cumplido y alzó una mano libre para meterse el
pelo detrás de la oreja de manera avergonzada.
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Sacó lo que deberían haber sido unas veinte o treinta fotos desde
varios ángulos con ella en esa pose, antes de bajar la cámara para darle
otra sonrisa. “Sabía que ibas a ser natural en esto.”
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¿Escote? Liz parpadeó sorprendida. No se había dado cuenta de que
estuviera mostrando escote alguno, pero una rápida mirada le demostró
que su bata se había abierto un poco, no sólo revelando el encaje de su
sujetador de satín negro, sino que la parte superior de sus pechos
también. Sonrojada, ella se inclinó hacia delante para mostrarle a la
cámara –y a Kent- un poco más. Ya comenzaba a acostumbrarse a esto.
“Oh sí, justo así,” susurró. “Mantén esa pose para mí.”
Liz no estaba segura si fue la manera ronca en que dijo las palabras o
la provocativa y sexy pose, pero mientras Kent se movía más cerca para
sacar las fotos, ella sintió una repentina oleada de calor que se
concentraba entre sus muslos. Joder, en realidad se estaba excitando.
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“Está bien,” dijo, bajando su mano. “Tenemos suficientes tomas para
el calendario.”
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Capítulo Dos
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Ella rió, sus mejillas se colorearon ante el cumplido. Dios, este sujeto
sabía exactamente qué decirle a una chica.
Liz no estaba muy segura de cómo ser sensual, pero decidió dar lo
mejor de sí misma. Poniendo sus manos en el suelo frente a ella, se
inclinó hacia delante para mostrarle un poco más de escote y lo miró por
debajo de sus pestañas.
“No estoy tan segura si puedo hacer una buena mirada sensual,” le
contestó.
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ojos azules medio escondidos bajo la espesa franja de pestañas negras,
la parte superior de sus pechos cubiertos de encaje asomándose por
sobre la bata de seda, no sólo no lucía ridícula, sino que parecía ser la
exacta definición de sensualidad. Ese pensamiento envió otra corriente de
excitación a través de su coño.
“Hermosa,” dijo Kent. “Ahora, deja caer un poco la bata por tus
hombros para mí.”
Él se rió entre dientes. “Eso es. Muéstrame más. Diviértete con ello.”
“Mantén esa pose,” dijo Kent mientras sacaba más fotos. “Muy
bonito.”
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misma yendo por el cinturón de su bata. Pero entonces dudó. ¿Se
atrevería? El sujetador y las bragas a juego que llevaba podrían
considerarse diminutas, pero no eran tan distintas a un bikini, de esos
que usualmente se ponía. Además, posar para unas fotografías subidas
de tono era bastante divertido. Como si fuera su propia sesión fotográfica
glamorosa.
Liz no había pensado que lo que estaba haciendo era hacerle el amor a
la cámara, pero esas palabras hicieron que su concha temblara aún más
entre sus piernas. Se preguntó si la idea de posar como modelo de página
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central era lo que encontraba excitante, o si era en realidad el hacer esto
frente a un hombre tan arrebatador como Kent. Mientras ella se sentaba,
decidió que era un poco de ambas.
“Estoy segura.” Ella ladeó un hombro hacia delante y le dio una linda
mueca. “¿Por qué lo preguntas?”
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“Porque sabes exactamente cómo seducir a la cámara.”
Ella le lanzó una tímida mirada y cruzó sus brazos por sobre sus
pechos otra vez. “¿Fue demasiado para ser la primera sesión fotográfica?”
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“Apóyate hacia atrás con tus manos y cruza una rodilla sobre la otra,”
le indicó Kent.
“Justo así.”
Liz esperó hasta que él sacó unas cuantas fotografías de esa pose
antes de estirar una pierna frente a ella y llevar la otra hacia arriba.
Mientras lo hacía, sintió la humedad entre sus muslos y se dio cuenta que
sus bragas estaban mojadas con su excitación. Si ella deslizaba una mano
dentro de éstas, estaría segura que se encontrarían empapadas.
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acariciar con los dedos los pliegues de su coño. Dios Santo, se hallaba
empapada. Su clítoris palpitaba, rogando que lo acariciaran y, esta vez, ni
siquiera intentó contener el gemido que escapó de sus labios. Sin poder
evitarlo, comenzó a hacer pequeños círculos alrededor de su clítoris.
Ante el sonido de la voz de Kent, Liz abrió los ojos para descubrir que
ya no estaba tomándole fotografías, pero, en cambio, observaba cada
uno de sus movimientos con sus ojos oscuros cargados de lujuria. El
recordatorio de que ella tenía audiencia sólo hizo que el acto de darse
placer a sí misma fuera incluso mucho más candente.
Liz no sabía quién de los dos estaba más sorprendido por sus palabras,
si ella o Kent. Normalmente, no hacía proposiciones a hombres que
acababa de conocer. Al contrario, le gustaba llevar las cosas muy
despacio. Pero esta noche ella parecía haber desechado sus inhibiciones
junto con la bata. Además, se había sentido atraída por el atractivo
fotógrafo desde el momento en que lo conoció y justo ahora, no podía
pensar en nada más que en sentir su duro cuerpo contra el suyo.
Aún así, Kent se quedó mirándola por tanto tiempo, que Liz tuvo
miedo que no fuera a aceptar su oferta. Sin embargo, después de un
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momento, él dejó la cámara y subió a la tarima. Su pulso se aceleró
cuando se arrodilló a su lado. Esperó a que dijera algo, pero, en cambio,
deslizó su mano por su largo cabello e inclinó la cabeza para besarla.
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“Estoy sorprendido. Es muy estricto.” Tomó el labio inferior con su
boca y lo succionó. “Aunque el código no fue lo único que me impidió
besarte.”
Ella gimió mientras él tentaba sus labios con besos de mariposa. “¿No
lo fue?”
“No lo hay.”
“Bien.”
“Bien.”
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“¿Verte a ti misma de ese modo te excita?”
Kent ya estaba de pie antes de que ella pudiera averiguar hacia dónde
se dirigía y lo miró curiosa cuando él tomó la cámara digital que había
estado usando y la puso en el trípode. Frunció el ceño, preguntándose si
iba a sacar más fotografías. Estuvo a punto de interrogarlo cuando
regresó y se arrodilló a su lado nuevamente.
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Levantándose sobre sus rodillas frente a Kent, pasó sus manos por
debajo de su camiseta y la jaló hacia arriba. Alzó la mano hasta su
cabeza y lo ayudó a quitársela, arrojándola a un lado, y dejó su magnífico
torso desnudo ante su hambrienta mirada. Ella lo observó con
apreciación, absorbiendo el six-pack que tenía por abdominales y sus
pectorales bien definidos, preguntándose otra vez porqué diablos él
pasaba su tiempo detrás de la cámara en vez de estar frente a ésta.
Maldita sea, si estaba bien formado.
Ella pasó sus manos por los músculos lisos de su pecho y por sobre
sus hombros anchos, suspirando por la manera en que se flexionaban
bajo su caricia. No podía recordar la última vez que tuvo sexo con un tipo
simplemente porque era un bombón. El pensamiento de tener su dura
verga dentro de ella prácticamente la tenía jadeando de necesidad y
envolvió una mano alrededor de su nuca para jalarlo en busca de un
beso. Esta vez, fue ella quien tomó la iniciativa, hundiendo la lengua en el
interior de su boca.
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Fue por ese motivo que casi protestó cuando quitó su mano. Pero
entonces se dio cuenta que había dejado de jugar con sus pechos para
poder recostarla gentilmente en el suelo.
El halago calentó a Liz por todo el camino hasta la punta de los dedos
de sus pies. Le habría dado las gracias, pero Kent ya se había inclinado
hacia delante para besar lentamente a lo largo del interior de su pierna
extendida. Ella se lamió los labios con anticipación mientras él se
acercaba más y más a su concha. Pero, para su sorpresa, pasó de largo
su sexo y fue directamente a sus senos otra vez, ahuecándolos con
ambas manos. Ella jadeó cuando cerró su boca en el mismo pezón con el
que antes había estado jugando. Así que, al hombre le gustaban los
pechos ¿no? Sus labios se curvaron en una sonrisa. Debería haberlo
sabido por la forma en que sus ojos se mantuvieron pegados a ellos
durante toda la sesión fotográfica.
Liz gimió, alzando su mano y pasando los dedos por su pelo oscuro
mientras él arremolinaba su lengua una y otra vez alrededor del pequeño
y rígido pico. Si bien lo que estaba haciendo se sentía maravilloso,
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también era suficiente para conducirla a la demencia y no estaba muy
segura de sentirse aliviada o consternada cuando finalmente alzó la
cabeza. Antes de poder decidirlo, él se inclinó nuevamente para tomar el
otro pezón con su boca y prodigarle la misma atención, volviéndola loca
otra vez.
Tomando su culo con las manos, Kent alzó los ojos para sostener la
mirada por un largo instante, antes de inclinarse para pasar lentamente
su lengua a lo largo de los resbaladizos pliegues de su concha. Liz gimió,
automáticamente echando un vistazo al monitor otra vez. Ver el cabello
oscuro de Kent enterrado en su coño, foto tras foto, hizo que el acto del
sexo oral fuera incluso más erótico y no podría haber quitado los ojos de
la pantalla incluso si lo intentaba.
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Kent no lamió su clítoris de inmediato, sino que enfocó su atención en
los labios de su concha, provocando, pasando su lengua primero por un
lado y luego por el otro, hasta que ella estuvo tan excitada, que estuvo
segura que iba a explotar en el momento en que finalmente lamiera su
clítoris. Se preguntaba si él iba a sentir misericordia por ella en algún
momento, cuando puso su cálida boca en la pequeña protuberancia
regordeta.
Como para volverla aún más loca, él sacudió su clítoris con rápidas y
leves caricias, antes de hacer lentos y deliberados círculos a su alrededor.
Ella se arqueó en su contra, sus dedos hallando el camino hacia su pelo
nuevamente mientras comenzaba a rotar sus caderas.
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envolvió en un arrebatador clímax tras otro hasta dejarla completamente
mareada. Se sentía tan bien, que no quiso detenerlo.
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Estaba mucho mejor dotado que cualquier otro tipo con el que había
estado antes, y mientras lo observaba ponerse un condón que tomó del
bolsillo de sus pantalones, sólo pudo imaginarse cuan glorioso iba a
sentirse dentro de ella. Su concha latió con anticipación. Iba a descubrirlo
muy pronto.
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Liz se quedó sin aliento mientras la penetraba. Su polla la llenaba de
manera tan perfecta y completa que era como si él estuviera hecho para
ella.
Por encima de ella, Kent gimió con voz ronca. “Dios, estás tan
apretada.”
Liz lo envolvió con sus piernas, llevándolo aún más profundo. “Eso es
algo bueno, ¿verdad?”
Él hizo un sonido que fue entre risa y gemido. “Eso es algo muy
bueno.”
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Liz estaba tan cerca de correrse, que no le habría importado si él
aceleraba el ritmo en ese momento. Trató de instarlo a ir más rápido
acercándolo con sus talones descalzos, pero se rehusó a obedecer. En
cambio, continuó con su ritmo lento y constante, manteniéndola al borde
del orgasmo.
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más rápido. Dios, era tan excitante cuando un hombre se hacía cargo de
ese modo durante el sexo.
Se volvió hacia Kent para ver que éste tenía una sonrisa tirando de su
boca. “Caliente, ¿ah?”
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“Oh sí, justo así,” lo instó. “No te detengas. ¡Por favor, no te
detengas!”
Esas palabras fue todo lo que se necesitó para enviar a Liz sobre el
borde. Aferrándose a sus hombros, ella dejó salir un grito de éxtasis lo
suficientemente fuerte como para que toda la ciudad de Seattle lo
escuchara. Kent hizo un sonido propio, gimiendo profundamente por su
garganta mientras alcanzaba su propio clímax.
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“Eres la primera.”
¿Qué más había esperado que dijera? Aún así, las palabras la
complacieron y sonrió. “Buena respuesta.”
Había una sinceridad en sus ojos oscuros que hizo que Liz le creyera y
volvió a acurrucarse sobre él. No pudo evitar sentirse mareada. Eso hacía
que lo que acababan de compartir fuera incluso más especial.
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hasta que llegó a su polla. Ella iba a tomarlo tan duro como nunca lo
había sido en su vida. Envolviendo una mano alrededor de la base, rodó
la lengua sobre la cabeza para lamer el reluciente líquido preseminal de la
punta. Era dulce y almizclado, y Liz dejó salir un pequeño gemido de
apreciación cuando el sabor llenó su boca.
Por sobre ella, Kent gruñó otra vez, aunque ahora con obvia
aprobación, y Liz casi sonrió cuando lentamente movió su boca arriba y
abajo de su longitud.
“Maldita sea, eres buena en eso,” dijo, con voz ronca por el deseo.
Esta vez, Liz sí sonrió mientras trazó un camino por su pene con su
lengua. Cuando ella llegó hasta la punta, arremolinó su lengua sobre la
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cabeza antes de tomarlo hondamente con su boca de nuevo. Luego se lo
llevó más profundo y succionó.
Detrás de ella, Kent la agarró por las caderas y Liz quedó sin aliento
cuando lo sintió jugar en la entrada de su concha con la cabeza de su
verga. La urgencia de tenerlo en su interior era imposible de resistir.
Cuando comenzó a penetrarla, ella intentó empujar hacia atrás, pero él la
mantuvo en su lugar y se introdujo en su coño centímetro a glorioso
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centímetro. Una vez que finalmente se hallaba tan profundo como podía,
se mantuvo allí, llenándola completamente.
Kent se sentía tan perfecto en su interior que Liz pensó que realmente
se podría correr por el extremo placer de su unión.
Pero entonces él hizo algo que llevó ese placer a otro nivel. Se sentó
sobre sus talones, instándola a que se sentara en su regazo. Esa posición
empujó su polla más profundo y ella se quedó sin aliento cuando se
inclinó en contra de su torso.
“Dios, ¡sí!”
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Ella obedeció, ondulando sus caderas con lentitud. Él se sentía tan bien
en su interior que era difícil mantener un ritmo pausado, y se alegró
cuando la distrajo al susurrarle otra vez.
“Mira el monitor.”
Liz alzó la cabeza hacia atrás para mirar el monitor. La posición lucía
incluso más primitiva en la pantalla y estaba fascinada por la imagen.
Detrás de ella, los hombros y torso de Kent ondulaban y flexionaban
frente a la cámara, la iluminación que él había preparado para la sesión
fotográfica acentuaba sus magníficamente cincelados músculos mientras
bombeaba dentro y fuera.
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“¡Más duro!” ella demandó, apoyando sus manos en el suave material
que cubría la tarima y empujaba hacia atrás.
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Liz sonrió. ¿A quién se le habría ocurrido que ella terminaría haciendo
el amor con su fotógrafo? Y pensar que casi se acobarda acerca de venir
esta noche y ser fotografiada para el calendario a beneficio.
Ese pensamiento le hizo recordar que Godiva aún esperaba por ella en
la sala y ahogó un gemido. Mientras que habría preferido quedarse justo
ahí durante toda la noche, realmente necesitaba ir a ver cómo se
encontraba su preciosa cachorra.
Kent arrugó la frente. “Maldita sea, estaba tan callada, que olvidé que
se encontraba aquí.”
Él pasó una mano por su cabello y la jaló para un largo y lento beso
antes de ayudarla a levantarse. Mientras se vestían, ella no pudo evitar
mirar por sobre su hombro para observar el cuerpo desnudo de Kent una
vez más. Dios mío, él era espléndido.”
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Ahogando un gemido, ató el cinturón de la bata alrededor de su
cintura, luego pasó una mano por su pelo despeinado y se apresuró hacia
la sala para ver qué estaba haciendo Godiva. La perra estaba en el suelo
junto al sofá, profundamente dormida con su cabeza sobre sus patas,
pero ante el sonido que Liz hizo al entrar, levantó su cabeza para lanzarle
una mirada somnolienta.
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Apresurándose hacia el cuarto de baño, se quitó la bata y la metió en
su bolso, luego se colocó los vaqueros y camiseta rápidamente. Ella se
observó en el espejo y sonrió. Maldita fuera si no lucía como si acabara
de ser total y absolutamente follada. Se veía muy bien en ella. Lanzando
su bolso sobre el hombro, regresó al estudio, sintiéndose más sexy de lo
que nunca antes se había sentido en su vida.
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Él rió y se acercó al computador. Un momento después, apareció un
nuevo conjunto de imágenes en la pantalla. Dios, había un montón de
esas. El ordenador las mostraba en el orden en que fueron tomadas y Liz
lentamente dejó que su mirada vagara de una foto a la siguiente,
asombrada por cuan sexy se veía, desde ir completamente vestida a
totalmente desnuda.
Él rió entre dientes. “Eres sólo tú, nena. Yo sólo tomé las fotografías.”
Él se inclinó para hacer clic otra vez y las fotos de ella y Kent haciendo
el amor aparecieron en la pantalla. Éstas eran incluso más
impresionantes que las otras, y todo lo que podía hacer era mirarlas con
asombro. Aunque eran extremadamente eróticas, gracias a las seductoras
sombras que la luz creaba, también eran sexys y elegantes al mismo
tiempo. Como verdaderas obras de arte.
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mucho que me guste la idea de quedarme con las fotos, no quiero que
estés preocupada acerca de que terminen por todo el Internet, así que
será mejor que te las lleves contigo.”
“Las guardé en el disco duro, pero sólo las tuyas con Godiva.”
“En realidad no.” le dio un guiño. “Soy un muy buen juez de carácter y
no creo que seas ese tipo de persona.”
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Kent acercó su mano para alejarle el cabello del rostro. “¿Sabes? Llevo
a Bob al parque que está en la Cuarta Avenida todos los sábados por la
tarde. Me preguntaba si tú y Godiva querrían ir con nosotros esta
semana. Luego de que los perros nos dejen agotados, podemos salir a
cenar, entonces tal vez podamos ir a ver una película o algo así.”
“Genial.” Dio un paso más cerca. “Por cierto, esa tarjeta de memoria
puede almacenar muchas más fotos.”
“Muchas más.”
Liz lo observó por debajo de sus pestañas y le dio una sonrisa sexy.
“Entonces, ¿vas a traer tu cámara a nuestra cita?”
Kent deslizó sus manos por el cabello y le echo la cabeza hacia atrás.
“Cuenta con ello,” le prometió, con su boca cerrándose sobre la suya.
Fin
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