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Los ríos profundos de José María Arguedas:

la otra realidad
Los ríos profundos fue la tercera novela escrita por el escritor peruano José
María Arguedas. El autor aborda en ella la temática indigenista, que comenzó
a desarrollarse a finales del siglo XIX y tuvo especial relevancia sobre todo en la
primera mitad del siglo XX, siendo algunos de sus exponentes más destacados las
novelas Cumandá (1879), Raza de bronce (1919), Huasipungo (1934) o El mundo
es ancho y ajeno (1941).
Pese a que Los ríos profundos fue publicada en 1958, cuando este tipo de novelas ya
no estaban tan de moda, tuvo una excelente acogida en Perú, y existe un consenso
al afirmar que se trata de la obra maestra de José María Arguedas, que consigue
dotar a sus páginas de un lirismo extraordinario.
Como en todas las novelas de esta temática, en Los ríos profundos se aborda la
cuestión social y la problemática de la pobreza de los indios, en este caso los
andinos. La lengua quechua está presente en toda la novela no ya solo en
ciertos términos sino en frases enteras que son letras de canciones o poemas
recitados por algunos de los personajes de esta obra,
Con el título Los ríos profundos (Uku Mayu, en lengua quechua) parece que el
propósito de José María Arguedas fue doblemente metafórico. Por una
parte, la más obvia, hace alusión a la profundidad de los ríos que nacen en la
región andina y descienden a los valles con un caudal inmenso, lo que viene a
simbolizar un canto al paisaje, elemento fundamental en esta novela. Por otra parte,
menos evidente, parece que José María Arguedas quiso simbolizar la cultura
indígena como una corriente subterránea que fluye bajo la parte visible del
río, es decir, el autor quiso hacer referencia a las raíces culturales del pueblo
andino.
El argumento de Los ríos profundos es relativamente sencillo. El protagonista en
un muchacho adolescente de catorce años. En la novela se relata su proceso de
transformación a marchas forzadas desde esa adolescencia a la madurez.
La historia comienza con la llegada de Ernesto y su padre, un abogado itinerante, a
la ciudad de Cuzco, donde visitan a un pariente adinerado al que le solicitan
trabajo, sin ningún éxito. El pariente, a quien apodan El Viejo, es retratado como un
ser mezquino que explota a las personas que trabajan en sus haciendas. En vista del
fracaso, padre e hijo reemprenden su viaje en busca de trabajo y vagan por
sucesivos pueblos en los que el padre encuentra trabajo a duras penas y pasan por
algunas penurias.

Finalmente, para que Ernesto no suponga una carga para el padre mientras
encuentra un empleo, decide dejarlo en un internado dirigido por unos religiosos en
la localidad de Abancay mientras él reemprende su viaje itinerante en busca de
clientela.
A partir de ese momento, el grueso de la novela se centra en la vida de Ernesto en el
internado y en la población de Abancay, donde conocerá a varios indios que
inicialmente le resultan hostiles y será testigo de la miseria en que viven. Ernesto
paseará por calles en las que resulta fácil encontrar prostitutas y en el colegio
conocerá a algunos compañeros que abusan sexualmente de las indias, aunque
también a quien las defiende de este tipo de agresiones.

En definitiva, Ernesto conocerá en primera persona una realidad que hasta


entonces había pasado junto a él de forma tangencial: la de la pobreza de los
indígenas andinos. Sin embargo, Los ríos profundos no solo trata de proporcionar
una visión crítica del conflicto social con los indígenas del Perú, sino que en cierto
modo es una novela en la que se describe un viaje iniciático, el de Ernesto, que se ve
abocado a madurar a pasos agigantados al enfrentarse a un mundo para el que no
estaba preparado.
Uno de los momentos álgidos de la novela se produce cuando las mujeres salen a la
calle a protestar porque no se les ha entregado la parte de sal que les corresponde y
tratan de asaltar el almacén. Ernesto se unirá a esta manifestación y será
severamente castigado por los sacerdotes del colegio, ya que consideran que lo que
hizo Ernesto fue ayudar a cometer un robo. La rebelión de las indias es
rápidamente reprimida por los soldados, quienes castigan a varias de las mujeres
azotándolas públicamente.

La vida en el colegio y la relación entre los alumnos y los sacerdotes se tensa en


varios momentos, produciéndose peleas e incluso huidas de algunos alumnos que
abandonan el internado sin que vuelva a saberse nada de ellos.

Otro de los momentos más importantes de la historia es cuando Ernesto rompe su


amistad con dos de los internos por defender a las indias de sus comentarios soeces.
Esa pelea supone el momento en el cual termina de producirse la transformación
total de Ernesto en alguien capaz de asumir la responsabilidad que conlleva ser una
persona íntegra.

Una epidemia de tifus será la causa de que Ernesto abandone el internado. Recibe
por carta la autorización de su padre para dejar el colegio y regresar con su familia,
en este caso, a casa de su pariente apodado El Viejo, hasta que su padre pueda
hacerse cargo de él. Con esta despedida del colegio y vuelta a sus orígenes, se cierra
un ciclo de ida y vuelta en ese camino iniciático del protagonista, pero con una
visión crítica de la sociedad que ha conocido y de la importancia de luchar por un
sentido de la justicia.

Los ríos profundos de José María Arguedas, cosechó un gran éxito de crítica no solo
en Perú, sino en el resto de Hispanoamérica. Esta novela destaca, más que por
el uso de una técnica narrativa moderna (más bien es un relato
costumbrista) por su extraordinario lirismo y por el retrato psicológico de
Ernesto, el protagonista adolescente. La reflexión sobre la realidad social de los
indios y su relación con el mundo occidental está presente en todo el relato y queda
retratada de forma magistral.
Uno de sus mayores aciertos es mostrar la extrañeza inicial del protagonista cuando
es testigo de cómo funciona la realidad que le rodea y como, poco a poco, esa
realidad desgarradora le obliga a tomar partido aun cuando ese deseo suyo de
encajar en el mundo de los indios esté abocado al fracaso. Los ríos profundos es, sin
lugar a dudas, una novela esencial para comprender la literatura y la realidad
hispanoamericana, una obra profunda como su título, y de una perfección formal
indiscutible.

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