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Objetivos:
Dios, a través de Jesús, nos ha entregado todo para la vida. Dios se entregó por completo a
través de Jesús. Murió por nosotros, no lo prometió todo - vida en abundancia, vida eterna -.
Cualquier cosa que piensen que Dios ya no lo ha prometido.
Pero entonces, ¿Por qué no todos los católicos logran tener todo de Dios, si tienen a su
alcance todos los medios? - se abren micrófonos.
Porque solo tendremos todo de Dios cuando Él tenga todo de nosotros. Así como dice en la
parte inferior del logo de Ofel. Si estamos acá es porque estamos decididos a entregarle
todo a Dios.
Por eso hay que poner todo el empeño en jugar el dominó de la siguiente manera:
Todo empieza aquí. De la fe parte todo. Si bien la fe es un don que Dios nos regala, a
través del cual nos atrae constantemente hacia Él para que encontremos la verdad y la
felicidad plena; la fe también es una acción del hombre, encaminada a jugársela por Dios.
Por eso, cuando hay fe, Dios le pide al hombre que se entregue a su Voluntad y que haga
de su Voluntad la propia. Por eso es la primera jugada que debemos hacer siempre. (CIC
27, 143)
La fe no sea una creencia estática, sino que siempre es activa y dinámica. No basta con
decir <<creo en Dios>>, sino que el necesario juzgarla toda para Él. Responder a ese
llamado que Jesús nos hace <<Ven y sígueme>>
Si queremos ser cristianos virtuosos, debemos ser cristianos con sed de conocimiento.
«Nada hay para el sumo bien como amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con
toda la mente. [...] lo cual preserva de la corrupción y de la impureza del amor, que es los
propio de la templanza (...)» (San Agustín, De moribus Ecclesiae Catholicae, 1, 25, 46).
Es decir, mientras con el conocimiento me la juego a aprender todo de Dios y lograr una
armonía entre mi razón y mi fe; con la templanza me la juego al conocimiento de mí mismo.
Adentrarme en mi, conocerme, escrutarse, para saber afrontar las situaciones de la vida de
la forma más correcta, y no dejarme llevar por mis pasiones, sino por la fe y el conocimiento
de Dios.
La templanza logra que nos autodeterminemos libremente hacia Dios.
De nada nos sirve empezar a jugar con afán de ganar si no tenemos perseverancia, o más
bien, si no tenemos la decisión firme de perseverar todos los días, cada mañana. A veces
pretendemos jugar para ganar en dos semanas o en un mes, y no nos preocupamos por
cultivar la perseverancia - no solo pasa en la vida cristiana, sino que muchos propósitos
pequeños se nos quedan en nada por no haber perseverado en ellos, ni siquiera
perseveramos en sacar un poco de tiempo para lograrlo -.
La oración es la respiración del alma, es la respiración del juego, es una necesidad vital. Es
como ese entretiempo para tomar un respiro, coger fuerzas, sacar ánimos y seguir adelante
con el juego enfocados en ganar. Además, es un entretiempo que lo podemos sacar en
cualquier momento de la partida y las veces que queramos.
«Nada vale como la oración: hace posible lo que es imposible, fácil lo que es difícil [...]. Es
imposible [...] que el hombre [...] que ora [...] pueda pecar» (San Juan Crisóstomo, De Anna,
sermón 4, 5). (CIC 2744)
Aunque en principio la oración o piedad nos parezca la parte más compleja de todo el juego
porque supone un esfuerzo. Cuando la logras implementar en tu estrategia, nunca te
arrepientes, porque logras descanso. Se ora como se juega, porque se juega como se ora.
(CIC 2725)
Por lo tanto, para perseverar hay que orar, porque es la que nos restaura y nos recupera.
Sin recuperación, no hay forma de perseverar. La vitalidad y energía es lo que siempre nos
llevará a seguir jugando.
Entra a hacer parte del juego, la fraternidad. Ya no jugamos solos, jugamos al lado de otros
que han decidido hacerlo. Siendo imagen y semejanza de Dios, no estamos hechos para
vivir aislados, sino siempre en una relación íntima con Dios y en comunión interpersonal los
demás -fraternidad-.
Para ganar este juego, es necesario entrar en comunión con Dios y los demás; para ganarlo
hay que vencer el ensimismamiento, dureza de corazón y egoísmo, para llegar a ver a
nuestro prójimo como verdaderos hermanos.
“La fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva
conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una
verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una
sociedad justa, de una paz estable y duradera.” - Papa Francisco
Para ganar el juego es necesario tomar en cuenta a quienes caminan a nuestro lado, a
verlos y amarlos como hermanos nuestros. Aunque jugar este dominó sea de forma
individual, solo lo ganamos estando en comunidad.
Se juega con la piedad, ya que es con la oración que venceremos nuestra dureza de
corazón y perfeccionamos el ejercicio de la caridad, porque nos unimos con Jesús que es la
caridad excelsa.
El amor o la caridad es la virtud teologal más excelsa, por la cual amamos a Dios sobre
todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. (CIC 1822
Cuando logremos jugar con la estrategia aquí planteada, llegaremos a la meta, el amor. Es
nuestra meta porque el amor es paciente, servicial; no es envidioso, no es jactancioso, no
se engríe; es decoroso; no busca su propio interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal;
no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo
espera. Todo lo soporta» (1 Corintios 13, 4-7).
«La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo,
corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos» (San Agustín, In
epistulam Ioannis tractatus, 10, 4).
Se juega con espíritu fraternal, porque ese sentido de fraternidad es el primer paso para
vivir plenamente el amor, es decir tendremos todo de Dios, porque Él ya tiene todo de
nosotros.
-Dar un tip concreto y práctico-
Esta debe ser la estrategia de nuestra vida cristiana para obtener la victoria, esa victoria que
no es más que Jesús venza en nuestra vida todos los días y en cada situación.
Tenemos que poseer esto en abundancia, es decir, todos los días estar dispuestos a dar la
pelea de esta manera, esforzándonos cada día por dar nuevas jugadas y nuevos pasos
hacia la meta.
Así que procuremos consolidar esta estrategia cada vez más en nuestra realidad, conforme
a lo que aquí el Señor nos ha enseñado.
<< Su poder divino, en efecto, nos ha concedido gratuitamente todo lo necesario para la
vida y la piedad, haciéndonos conocer a aquel que nos llamó por la fuerza de su propia
gloria. Gracias a ella, se nos ha concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de
que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que
reina en el mundo a causa de los malos deseos.
Por esta misma razón, pongan todo el empeño posible en unir a la fe la virtud; a la virtud, el
conocimiento; al conocimiento, la templanza; a la templanza, la perseverancia; a la
perseverancia, la piedad; a la piedad, el espíritu fraternal; y al espíritu fraternal, el amor.
Porque si ustedes poseen estas cosas en abundancia, no permanecerán inactivos ni
estériles en lo que se refiere al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. El que no las
posee es un ciego, un miope, porque olvida que ha sido purificado de sus pecados
pasados. Por eso, hermanos, procuren consolidar cada vez más el llamado y la elección de
que han sido objeto: Si obran así, no caerán jamás y se les abrirán ampliamente las puertas
del Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.>>
Si obramos así, nunca caeremos, porque seremos fructíferos en todo lo que hagamos y así
Jesús vencerá en nuestra vida. Amén!