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AGRADECIMIENTOS
Quiero dar las gracias a Dios por brindarme la oportunidad de escribir
libros, y poder así combatir a los dioses dentro de este macabro juego que
han diseñado.
Con esta novela pretendo desenmascarar una Verdad que permanece oculta
para la sociedad…
«Hola Miguel Ángel, no temas, soy un ángel enviado por Dios, y tengo un
mensaje para ti. Voy a hablarte de Dios, de la luz de Dios. Ha llegado el
momento de que abras los ojos y despiertes de la ceguera espiritual en la
que vives porque es la hora de formes parte del cuerpo de Cristo y hagas
todo aquello para lo que estás destinado. Eso sí, ten paciencia y escucha
mis palabras, las cuales durante varias noches pronunciaré en tus sueños.
Soy el ángel elegido por Dios para instruirte en la preparación antes de
que comiences tu ministerio.
Esto es evidente, como bien reza en el los evangelios, por lo tanto, para
caminar de manera recta por la senda correcta, la de Dios, hay que hacerlo
a través del único camino verdadero que ha existido en el mundo, Jesús;
pues Él es el camino, la verdad y la vida. Jesús nos mostró la ruta hacia el
Padre, esa por la que la oscuridad no tiene cabida. Todo el que en Él cree,
no andará en tinieblas.
Recuerda lo que dijo Jesús: «Todo nos está permitido, pero no todo nos
conviene». Dios no te prohíbe nada, absolutamente nada, te da libre
albedrío; eres tú quien decide si hacer las obras de la luz y seguir ese
camino, o hacer las obras de las tinieblas y vivir en la oscuridad. Si todo te
es lícito, mas no todo te conviene, decide qué camino quieres tomar… Para
mí es evidente, es preferible vivir en Jesús y hacer las obras de la luz. Y
cuando caigas en tentación y peques, porque lo harás, es inevitable no
sucumbir a ello, encomiéndate a Jesús para que te fortalezca. «Todo lo
puedo en Cristo, porque me fortalece (Filipenses 4:13 – RVR 1960)».
El impactante mensaje recibido por parte del ángel del Señor, tocó no solo
mi alma, también transformó mi espíritu… o mejor dicho, comenzó a
transformarlo. El proceso había comenzado esa noche, y yo era ajeno a mi
destino, al cometido que Dios tenía para mí y al tipo de ministerio que iba a
emprender. Amigo lector, Dios tiene planes para nosotros mucho más
grandes de lo que podemos llegar a imaginar. Cuando tomamos la decisión
de seguirlo y nos rendimos a Él poniendo nuestra vida a su servicio, la
grandeza del Señor toma posesión de nuestra vida y comenzamos a vivir en
abundancia. Ya lo dijo Jesús: «He venido para daros vida, y dárosla en
abundancia».
Aquella mañana, como otra más, salí de casa rumbo al trabajo, pero dentro
de mí algo había cambiado, ya no veía el mundo con la frialdad que lo hacía
antes, ni sentía ese vacío existencial dentro de mí. Fue una sensación
extraña, pero muy agradable, pues percibía una paz interior como no había
conocido jamás. En ese momento no era consciente, pero tiempo después
supe que esa era la paz de la que hablaba Jesús: «Os daré paz, y la paz que
yo doy no es de este mundo».
Ahora bien, esto no quiere decir que cometer actos en contra del amor sea
algo bueno, ni mucho menos, pero Dios conoce la debilidad del ser
humano, y lo ama igual. Es más, aquellos que, verdaderamente han
conocido a Jesús, y lo aman de corazón, detestan las malas acciones, las
que no llegan desde el amor, y esto los lleva a no sucumbir tanto a las
tentaciones ni a la maldad, como sí lo hacen otros que no han conocido ni
aman a Jesús, ya que no han conocido el amor verdadero, y viven en una
falsa realidad donde la confusión los llevan a confundir el amor de verdad
con el amor propio, y eso los convierte en personas egoístas y llenas de
vanagloria.
ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,
Amado Miguel Ángel, para terminar con el mensaje de hoy quiero decirte
que todo lo que hagas, aunque te equivoques, o por error tomes la decisión
incorrecta, hazlo con amor, porque el amor siempre procede de Dios, y
cuando el amor es lo que te mueve, ni siquiera lo malo puede distanciarte
del Señor. Ama a los demás como te gustaría que ellos te amaran a ti. Que
Dios te bendiga».
NO AMÉIS AL MUNDO
Sorprendido por lo que había descubierto leyendo el Antiguo Testamento y
el Nuevo Testamento, comparando los mensajes de ambos dioses (dios y
Dios), me surgieron muchas preguntas las cuales me pusieron en una
encrucijada que hizo tambalear todo lo que hasta en ese momento creía con
respecto al Creador y, sobre todo con el origen de toda la Biblia.
Fue tal impacto que me generó el descubrimiento que había llevado a cabo,
que durante todo el día me olvidé de que no tenía trabajo y necesitaba
encontrar uno con la mayor brevedad posible. Sobre esta cuestión no puse
atención ni siquiera a la hora de acostarme, ya que todo mi compendio de
creencias se había tambaleado de tal manera que mi mente no podía pensar
en otra cosa. La cuestión es que, ajeno a lo que sucedería una vez que
conciliara el sueño, me acosté e intenté dormir. Una hora más tarde, caí
rendido y emprendí un nuevo viaje a través del sueño. Esa noche además de
recibir un mensaje por parte del ángel del Señor, pude conversar con él y
preguntarle algunas cosas que me inquietaban.
No tenéis que amar el mundo, ni las cosas del mundo, porque todo lo que
hay en el mundo y pertenece a él, no procede de Dios, sino del maligno, que
fue quien creó el mundo material. Esto ya lo has comprobado, Miguel
Ángel, al leer hoy el Génesis, pero yo te lo repito para que quede
constancia.
El mundo y las cosas del mundo son pasajeras, pero Dios es eterno, y Jesús
es el camino que lleva a esa vida eterna, que no es otra cosa que volver a
casa, volver a Dios.
Sé que tienes muchas preguntas, amado Miguel Ángel, así que puedes
preguntarme lo que quieras».
―Los cátaros creían que Dios, el Padre de Jesús, creó el mundo espiritual,
y que otro dios, en este caso uno malo, al que llamaban Satanás, creó el
mundo material y, por consiguiente, el universo y al ser humano.
La cosa es que una vez que habían creado la vida material se dieron cuenta
de que los seres se comportaban de manera muy automatizada, y carecían
de emociones, sentimientos, independencia, juicio, y muchas otras cosas
que, a día de hoy caracterizan al ser humano. Entonces, este grupo de
ángeles, cada vez más envanecidos, decidió modificar a los seres de su
creación, y desde la enorme inteligencia que Dios les había dado, se les
ocurrió que podían encerrar a otros ángeles (espíritus) en los cuerpos de los
seres que habían creado, así su creación tendría vida de verdad, con
sentimientos, emociones, independencia y juicio. Fue en ese momento
cuando se inició la gran batalla de los cielos de la que habla la Biblia. Estos
ángeles vanagloriosos, comenzaron una conspiración en el mundo
espiritual, intentando engañar a otros ángeles, haciéndoles creer que sería
maravilloso que encarnaran en cuerpos materiales para experimentar cosas
que siendo espíritus sin materia no podrían. Vendieron la idea como una
especie de juego: «Meteros en un cuerpo material y “bajad” a un planeta del
universo a jugar y experimentar». El fin de la partida era la muerte física…
Aunque ahí había trampa, como te explicaré ahora.
―Entonces, ¿los humanos somos los ángeles caídos de los que habla la
Biblia?
―No es tan sencillo, amado Miguel Ángel. Los dioses os tienen sometidos
a un ciclo de reencarnación constante: naces, vives y mueres; y vuelta a
empezar una y otra vez. Según os dijeron ellos, para ganar la partida y
terminar el juego tenéis que vivir una vida sin cometer ningún “pecado”.
Esto a lo que llaman pecado no es más que las normas que le han puesto al
juego. Si cometes algún pecado; es decir, si infringes alguna norma,
entonces tienes que volver a empezar la partida una vez que mueres, y para
ello reencarnas en otro cuerpo humano.
Pensé mucho sobre esta cuestión a la hora de valorar la manera es que debía
divulgar los conocimientos que el ángel del Señor me había trasmitido, y
pensé en escribir un libro. Sin embargo, no sabía cómo enfocarlo para que
el mensaje calara en los lectores y absorbieran su esencia en toda su
plenitud. Pensé, ignorante de mí, que si escribía un libro con muchas
páginas el lector valoraría más el contenido. Ya sabes, amigo, tenemos el
defecto de creer que «más es mejor...». Sin embargo, aquella noche,
nuevamente me visitó el ángel del Señor para decirme que esa sería la
última vez, al menos de momento, que se comunicaría conmigo. Quiero que
leas la conversación que mantuvimos, pues de ella obtendrás los últimos
mensajes y descubrirás las instrucciones que recibí para llevar acabo mi
ministerio como divulgador de esta Verdad.
―¡No! Al revés, Miguel Ángel. Los libros normalmente tienen mucha paja
y poco grano, la gente tiene que leer páginas y páginas con información
irrelevante para hallar entre ellas un porcentaje muy bajo de información
relevante y transformadora. No caigas tú también es ese error. La
información que te he dado y que debes divulgar tiene que ser concisa, clara
y sin rodeos. Escribe un libro de pocas páginas donde relates la experiencia
que has tenido conmigo y los mensajes que te he dado, sin más. La Verdad
hará libres a otros como tú. Además, hasta que el último de los ángeles que
han aceptado jugar a este juego de nacimiento, vida y muerte (ciclo de
reencarnación) no terminen la partida y abandonen el juego, éste seguirá
vigente. Por lo tanto, todos tienen que concluir una partida ganando, y solo
pueden hacerlo si ponen su fe en Jesús, quien como ya te dije anteriormente
nos convierte en vencedor, pues se trata de Dios mismo, quien aceptó jugar
una partida, y ganó, llegando al final de la misma sin cometer pecado
alguno (sin saltarse ninguna norma del juego). Por eso, en su pacto con los
dioses, Dios modificó las reglas del juego añadiendo una nueva, y es que si
Él ganaba su partida todo aquel que creyera en Él como Salvador,
automáticamente se convertía en vencedor. Digamos que al aceptar a Jesús
pasamos a formar parte de su equipo, y todos los que son de su equipo han
ganado el juego y, por ende, abandonan la partida y no tienen que jugar
más.
―Así es, Miguel Ángel. Además, me gustaría que los beneficios del libro
fuesen destinados a divulgar la Verdad. Dios proveerá otras fuentes de
ingreso para que puedas subsistir mientras permaneces en el juego.
―¿Dios puede influir en este mundo material a pesar de que sea un juego?
―¡Por supuesto! Aunque solo lo hace en aquellos que, voluntariamente lo
desean, y siempre y cuando no se interrumpa el libre albedrío de nadie.
Recuerda que Dios en su inmenso amor dio a su Creación lo más grande
que un Padre puede dar a sus hijos, que es la libertad. Por eso solo actúa
con quienes se lo piden, y siempre y cuando su actuación no infrinja el libre
albedrío de otros.