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EL JUEGO DE LOS DIOSES

Miguel Ángel Segura

AGRADECIMIENTOS
Quiero dar las gracias a Dios por brindarme la oportunidad de escribir
libros, y poder así combatir a los dioses dentro de este macabro juego que
han diseñado.

Gracias también a todas aquellas personas que dedican su vida a


desenmascarar a estos dioses.

Mención especial para Salvador Freixedo, quien hace poco terminó su


partida y escapó del juego. Sus libros, conferencias e investigaciones han
servido para que muchas personas despierten. ¡Que Dios te bendiga!

Con esta novela pretendo desenmascarar una Verdad que permanece oculta
para la sociedad…

EL ÁNGEL DEL SEÑOR


Aquella mañana me desperté preso de la confusión, había pasado una noche
extraña, en el cual un ángel del Señor me habló en sueños. Tengo que
reconocer que por entonces no era una persona demasiado creyente, pues es
cierto que creía en Dios (a mi manera), pero como pueden creer muchas
personas, pensado que hay algo más allá, quizá un ser superior que ha
creado la vida. Sin embargo, desconocía quién es realmente Jesús y lo que
había hecho por mí, y por toda la humanidad.
La cuestión es que ese sueño que menciono me hizo reflexionar
profundamente sobre temas que antes nunca me había planteado en
profundidad. Lo mejor es que leas el mensaje que recibí de aquel ángel,
quien desde su amor más profundo me dijo cosas que comenzaron a
transformar mi alma y mi espíritu.

Por cierto, no me he presentado, mi nombre es Miguel Ángel.

MENSAJE DEL ÁNGEL

«Hola Miguel Ángel, no temas, soy un ángel enviado por Dios, y tengo un
mensaje para ti. Voy a hablarte de Dios, de la luz de Dios. Ha llegado el
momento de que abras los ojos y despiertes de la ceguera espiritual en la
que vives porque es la hora de formes parte del cuerpo de Cristo y hagas
todo aquello para lo que estás destinado. Eso sí, ten paciencia y escucha
mis palabras, las cuales durante varias noches pronunciaré en tus sueños.
Soy el ángel elegido por Dios para instruirte en la preparación antes de
que comiences tu ministerio.

No puede haber ningunas tinieblas en Él, porque Dios es luz, y en la luz no


hay tinieblas.

Esto es evidente, como bien reza en el los evangelios, por lo tanto, para
caminar de manera recta por la senda correcta, la de Dios, hay que hacerlo
a través del único camino verdadero que ha existido en el mundo, Jesús;
pues Él es el camino, la verdad y la vida. Jesús nos mostró la ruta hacia el
Padre, esa por la que la oscuridad no tiene cabida. Todo el que en Él cree,
no andará en tinieblas.

Sois débiles y proclives a caer en pecado debido a las tentaciones que


azotan este mundo, pues quien maneja los hilos mundanos es el príncipe de
este mundo (Satanás), y su deseo ardiente es alejaros de Dios. Sin embargo,
tenéis un redentor (Jesús) que os santifica mediante su obra completa, esa
que culminó en la Cruz del Calvario, y por la que todos aquellos que creen
en Él, son liberados del pecado. Es tan sencillo como creer en Jesús y
confiar en Él. No importa lo que hagáis ni los tubultos mundanos a los que
os enfrentéis. Ya lo dijo Jesús, «pasaréis por aflicciones en el mundo; pero
confiad, yo he vencido al mundo».

No te preocupes si pecas o caes en tentaciones, porque la sangre de Jesús


ha limpiado todos tus pecados. Eso sí, intenta vivir de la manera más recta
posible y alejado de tentaciones y pecados, caminando en la luz de Dios.
Pero si tropiezas no sufras, solo reconoce tu caída y encomiéndate al Señor,
para que de esa experiencia te haga más fuerte y te de discernimiento para
no volver a caer. La preocupación, el sentimiento de culpa y la inquietud
nunca llegan por parte de Dios, sino que es obra del maligno, quien intenta
confundiros para alejaros de Dios. Amigo Miguel Ángel, tienes que saber
que la obra de Jesús te justifica y te santifica, no por tus hechos, obras y
pensamientos, sino por la Suya. En Él sois perfectos, Jesús es vuestro
redentor, y solo mediante la fe estáis limpios de todos vuestros pecados y
malas acciones. Arrepiéntete de corazón, pues Jesús ya se ha encargado del
resto. Recuerda, en la luz no puede haber ningunas tinieblas, y si tú estás
en Jesús estás en la luz, por eso Él borra de ti toda oscuridad a través de la
gracia. Pronto te hablaré de cosas que ni imaginas, para las cuales no
estás preparado, pues antes deberás conocer otras cuestiones. En breve te
explicaré quiénes son los dioses que aparecen en el Antiguo Testamento,
quién creó el mundo, quiénes son en realidad los ángeles caídos, y te
explicaré cosas sobre vosotros, los humanos, que ahora mismo no creerías.
Ten paciencia, y si todo lo que te digo antes de esto te suena a religión, haz
un esfuerzo por seguir escuchándome, pues nada tiene que ver con la
religión. Confía y descubrirás grandes misterios. Ahora prosigo.

El diablo es un experto en infligir remordimientos de conciencia en las


personas, sobre todo en los cristianos. No dejes que el maligno te
atormente con sus mentiras. Dios te ama tal y como eres, y nunca te ha
dejado ni te dejará. Depende de ti estar siempre con Él o alejarte. Muchas
personas no creyentes prefieren vivir alejados de Dios porque saben que
sus obras son malas, y sienten rechazo a la luz porque ésta desvanece las
tinieblas. Otros simplemente tienen una vida confusa donde el engaño de
Satanás los lleva a vivir bajo el techo de falsas creencias y doctrinas, las
cuales las alejan de Dios. Estas personas son víctimas del tenebroso
príncipe de este mundo, por eso debemos orar por ellos, para que puedan
conocer a Jesús y descubrir la gracia de Dios, pues la verdad los hará
libres. Y es que viven bajo la sensación de que ya son libres, cuando en
realidad son esclavos del maligno y de las cosas mundanas que inocua en
este mundo, como modas, ídolos, vanagloria y bienes materiales, entre
otros muchos males. No saben que están jugando al juego de los dioses,
quienes en realidad son falsos dioses, pero de esto hablaré en próximas
noches.

Recuerda lo que dijo Jesús: «Todo nos está permitido, pero no todo nos
conviene». Dios no te prohíbe nada, absolutamente nada, te da libre
albedrío; eres tú quien decide si hacer las obras de la luz y seguir ese
camino, o hacer las obras de las tinieblas y vivir en la oscuridad. Si todo te
es lícito, mas no todo te conviene, decide qué camino quieres tomar… Para
mí es evidente, es preferible vivir en Jesús y hacer las obras de la luz. Y
cuando caigas en tentación y peques, porque lo harás, es inevitable no
sucumbir a ello, encomiéndate a Jesús para que te fortalezca. «Todo lo
puedo en Cristo, porque me fortalece (Filipenses 4:13 – RVR 1960)».

El impactante mensaje recibido por parte del ángel del Señor, tocó no solo
mi alma, también transformó mi espíritu… o mejor dicho, comenzó a
transformarlo. El proceso había comenzado esa noche, y yo era ajeno a mi
destino, al cometido que Dios tenía para mí y al tipo de ministerio que iba a
emprender. Amigo lector, Dios tiene planes para nosotros mucho más
grandes de lo que podemos llegar a imaginar. Cuando tomamos la decisión
de seguirlo y nos rendimos a Él poniendo nuestra vida a su servicio, la
grandeza del Señor toma posesión de nuestra vida y comenzamos a vivir en
abundancia. Ya lo dijo Jesús: «He venido para daros vida, y dárosla en
abundancia».

Aquella mañana, como otra más, salí de casa rumbo al trabajo, pero dentro
de mí algo había cambiado, ya no veía el mundo con la frialdad que lo hacía
antes, ni sentía ese vacío existencial dentro de mí. Fue una sensación
extraña, pero muy agradable, pues percibía una paz interior como no había
conocido jamás. En ese momento no era consciente, pero tiempo después
supe que esa era la paz de la que hablaba Jesús: «Os daré paz, y la paz que
yo doy no es de este mundo».

En la reunión de contenidos… Ah, por cierto, no lo he dicho, trabajaba


como redactor en un grupo de comunicación, y por entonces me habían
asignado dentro del equipo de trabajo de un programa de televisión sobre
“salseo”, algo que no me entusiasmaba a pesar de que había realizado
trabajos peores.

Retomando el tema de la reunión de contenidos de aquella mañana,


propusimos varios temas para tratar en el programa, hasta que, finalmente el
director eligió los más sensacionalistas, ya que eso, por desgracia, es lo que
genera mayor audiencia. A mí me encargaron realizar un reportaje sobre la
vida privada de una famosa, la cual tenía problemas familiares con sus
hijos. En ese momento, algo dentro de mí me hizo sentirme muy mal, pues
pude ver por primera vez en toda mi carrera profesional que eso no era
ético. «¿Sacar a la luz pública las vergüenzas y trapos sucios de una
familia? ¿Salpicar de amarillismo a unos niños de corta edad y destrozarlos
públicamente?», me pregunté. ¡Eso era indigno! Por primera vez mis ojos
se abrieron y mi corazón se emblandeció. «¿Qué carajo hago?», me volví a
pregunta… «Tengo que comer y pagar las facturas, pero no puedo hacer
este trabajo», me dije a mí mismo, mientras mis compañeros me miraban
extrañados a la vez que yo gesticulaba con la cabeza, diciendo que aquello
no podía hacerlo.

Esa misma mañana, tras la reunión de contenidos decidí cambiar de trabajo.


No tenía ni idea a qué me iba a dedicar, pero lo que sí supe es que no
volvería a la redacción. Así se lo comuniqué a mi jefe. Horas más tarde, me
encontraba sin trabajo, sumergido en la incertidumbre de lo que me
depararía el futuro. Las personas de mi entorno y mis compañeros no
entendía mi decisión, y me tildaron de irresponsable al dejar el trabajo antes
de tener otro. Hay que tener en cuenta que por aquella época me ganaba la
vida muy bien con mi profesión, por eso la gente no comprendía cómo
alguien en mi situación era tan estúpido como para dejar el trabajo, pues era
lo único que me generaba ingresos. Sin embargo, dentro de mí sentía una
paz absoluta al haber tomado esa decisión. Es más, nunca en toda mi vida
me había sentido tan bien, con la conciencia tan tranquila.
Pasé el resto del día en el campo; necesitaba apartarme de todo y
desconectar de lo mundano, así que paseé, me senté bajo un árbol y disfruté
de la soledad y el silencio que emanan de la naturaleza.

Al llegar la noche varios pensamientos hostiles comenzaron a


atormentarme, instaurando la duda en mi cabeza… «¿Has hecho lo
correcto, Miguel Ángel?», me preguntaba. «¿De qué vas a vivir ahora?..
encontrar trabajo no es sencillo, hay muchísimo paro». Y es que el
demonio, en su inmensa maldad intenta inyectarnos la duda y el
remordimiento, algo que yo ignoraba en ese momento.

Me acosté hecho un manojo de nervios, aunque dentro de mí, muy adentro,


seguía sintiendo esa paz de la que he hablado, pero los ataques del diablo
sembraban las dudas en mí y relegaban la paz que Dios me había dado a un
segundo plano. Tiempo después supe que la mejor manera que existe para
derrocar estas agresiones del maligno es la fe. Confiar en Jesús es el arma
más poderosa que tiene un creyente para deshacer las acciones que
proceden de las tinieblas.

La cuestión es que me acosté y, tras dos horas dando vueltas en la cama


conseguí dormirme… Esa noche, nuevamente apareció en mis sueños el
ángel del Señor, quien me dejó el segundo mensaje. Mi formación
ministerial estaba en proceso, y eso nadie lo podía parar, ya que había sido
un designio de Dios. Aun así, no tenía ni idea de lo que sucedería poco
después, pues el segundo mensaje me seguía pareciendo muy religioso.
Todo cambiaría muy pronto...

JESÚS, NUESTRO REDENTOR


Ajeno a lo que iba a suceder esa noche, me acosté y me puse a orar... No lo
hice recitando mantras ni repitiendo vanas palabras, ya que para mí la
oración no es otra cosa que hablar con Dios, o con Jesús. Así que, como si
conversara con un amigo, le hablé mentalmente a Jesús para agradecerle
que hubiese aparecido en mi vida, enviándome a un ángel la noche anterior.

Una vez que me dormí y entré en un estado profundo de sueño, el enviado


de Dios se presentó nuevamente ante mí… El mensaje que me dejó aquella
segunda noche lo puedes leer a continuación.

MENSAJE DEL ÁNGEL

«Amado Miguel Ángel, cuando conoces a Jesús tienes que, forzosamente


caminar en su senda, y no porque sea una imposición que Él nos hace, sino
porque uno se da cuenta de lo que Jesús significa. Como bien nos dijo, «
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel
que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. (1 Juan 4:7 RVR 1960)». Es
decir que todo aquel que vive en el amor vive en Dios, y es hecho Hijo de
Dios. Jesús dejó claro que no vino al mundo para condenaros, ni siquiera
para juzgaros, sino para salvaros. Y la salvación, como bien consta en (1
Juan 4:7) es el amor, pues al ser hechos Hijos de Dios seréis salvos. Si un
humano, con sus defectos y maldades no abandona a su hijo, cuánto menos
lo hará Dios, que es el Padre con mayúsculas, el Padre eterno.

En la vida comentéis errores, caeréis en tentación, llevaréis a cabo malas


acciones, y muchas otras cosas que se escapan del amor. No sufráis por
ello, ser conscientes de que en vuestro mundo azotan legiones de demonios
que tientan al hombre y la mujer desde todos los ámbitos, y como sois
carne, y la carne es imperfecta, y está llena de debilidades, es normal que
muchas veces sucumbáis ante tentaciones, llegando a cometer actos que no
son de amor. Dios no os va a juzgar por ello, os comprende y sabe que es
imposible vivir sin mancha en un mundo de tinieblas como es vuestro
mundo. Es por eso que Jesús bajó al mundo, se hizo carne y vivió sin
mancha para terminar crucificado en la Cruz del Calvario, llevándose
consigo toda mancha habida y por haber en este mundo. Desde ese
momento en que Jesús culminó la obra del Padre, a todo aquel que cree en

Él y lo acepta como redentor (Señor y Salvador), le son borradas sus


manchas, y cuando deje el mundo material vivirá eternamente en el lugar
que le corresponde, que es de donde procede: el mundo espiritual.

Ahora bien, esto no quiere decir que cometer actos en contra del amor sea
algo bueno, ni mucho menos, pero Dios conoce la debilidad del ser
humano, y lo ama igual. Es más, aquellos que, verdaderamente han
conocido a Jesús, y lo aman de corazón, detestan las malas acciones, las
que no llegan desde el amor, y esto los lleva a no sucumbir tanto a las
tentaciones ni a la maldad, como sí lo hacen otros que no han conocido ni
aman a Jesús, ya que no han conocido el amor verdadero, y viven en una
falsa realidad donde la confusión los llevan a confundir el amor de verdad
con el amor propio, y eso los convierte en personas egoístas y llenas de
vanagloria.

Tenéis que reconocer que, a pesar de haber hallado a Jesús y vivir en el


amor, seguís siendo imperfectos y cometéis actos que no concuerdan con el
amor, pero que, aun así, Dios os ha justificado por medio de la fe, de la fe
que tenéis en Jesús, a quien habéis aceptado como redentor.

El dios vengativo, celoso, criminal y homicida que aparece en el Antiguo


Testamento no es el Dios verdadero, sino un dios falso y mentiroso. Sé que
esto puede impactante mucho, pues seguramente nunca lo hayas
escuchado, pero es así. Solo tienes que leer el Antiguo Testamento y el
Nuevo Testamento, y verás que ambos dioses, el dios con minúscula y el
Dios con mayúscula son totalmente opuestos. Jesús nunca llamó a Dios con
los nombres que se le cita en el Antiguo Testamento, sino que lo llamaba
Padre. Además, el mensaje de Jesús fue radicalmente opuesto al que daba
el dios del Antiguo Testamento. Jesús predicaba el amor, incluso hacia los
enemigos, mientras que el dios con minúscula era un dios de odio,
venganza, guerra y sacrificios humanos y de animales. ¡Nada que ver uno
con otro! Ejemplo de ello son estos versículo:

***Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida,

ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,

quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

(Éxodo 21: 23-25 RVR 1960 – Antiguo Testamento).


***Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te
quite la capa, ni aun la túnica le niegues.

(Lucas 6:29 RVV 1960 – Nuevo Testamento).

Amado Miguel Ángel, para terminar con el mensaje de hoy quiero decirte
que todo lo que hagas, aunque te equivoques, o por error tomes la decisión
incorrecta, hazlo con amor, porque el amor siempre procede de Dios, y
cuando el amor es lo que te mueve, ni siquiera lo malo puede distanciarte
del Señor. Ama a los demás como te gustaría que ellos te amaran a ti. Que
Dios te bendiga».

Si el mensaje recibido la primera noche me dejó impactado ―en el buen


sentido― y comenzó a transformarme, este segundo me caló mucho más
adentro, y me hizo ver algunas cosas con una perspectiva que jamás la
había visto. Yo pensaba que el dios del Antiguo Testamento era el mismo
que el Dios del que hablaba Jesús, pero no, no era así, y el ángel del Señor
me lo había revelado. Sin embargo, quise profundizar más en este asunto,
así que, a la mañana siguiente acudí a una conocida librería de mi ciudad y
me compré una Biblia, concretamente una versión Reina Valera 1960.

Pasé todo el día leyendo versículos y comprobando por mí mismo la


realidad que el ángel del Señor me había dicho. Invito al lector a que haga
lo mismo, pues podrá sacar sus propias conclusiones por él mismo… ¡Te
sorprenderás, amigo mío!, y verás una realidad que, para muchos
permanece oculta.

NO AMÉIS AL MUNDO
Sorprendido por lo que había descubierto leyendo el Antiguo Testamento y
el Nuevo Testamento, comparando los mensajes de ambos dioses (dios y
Dios), me surgieron muchas preguntas las cuales me pusieron en una
encrucijada que hizo tambalear todo lo que hasta en ese momento creía con
respecto al Creador y, sobre todo con el origen de toda la Biblia.

Fue tal impacto que me generó el descubrimiento que había llevado a cabo,
que durante todo el día me olvidé de que no tenía trabajo y necesitaba
encontrar uno con la mayor brevedad posible. Sobre esta cuestión no puse
atención ni siquiera a la hora de acostarme, ya que todo mi compendio de
creencias se había tambaleado de tal manera que mi mente no podía pensar
en otra cosa. La cuestión es que, ajeno a lo que sucedería una vez que
conciliara el sueño, me acosté e intenté dormir. Una hora más tarde, caí
rendido y emprendí un nuevo viaje a través del sueño. Esa noche además de
recibir un mensaje por parte del ángel del Señor, pude conversar con él y
preguntarle algunas cosas que me inquietaban.

MENSAJE DEL ÁNGEL

«Las tinieblas del mundo no duran eternamente, y estas ya van pasando.


Sin embargo, es imposible caminar en la luz mientras aborreces a otras
personas, por eso dijo Jesús que tienes que amar a tu prójimo,
indiferentemente de que éste sea tu enemigo o la persona a la que más
quieres. Dios no hace acepción de personas, y como bien reza en los
evangelios, hace salir el sol para todos, buenos y malos.

No tenéis que amar el mundo, ni las cosas del mundo, porque todo lo que
hay en el mundo y pertenece a él, no procede de Dios, sino del maligno, que
fue quien creó el mundo material. Esto ya lo has comprobado, Miguel
Ángel, al leer hoy el Génesis, pero yo te lo repito para que quede
constancia.

El mundo y las cosas del mundo son pasajeras, pero Dios es eterno, y Jesús
es el camino que lleva a esa vida eterna, que no es otra cosa que volver a
casa, volver a Dios.
Sé que tienes muchas preguntas, amado Miguel Ángel, así que puedes
preguntarme lo que quieras».

En ese momento, me desperté… Ante mí estaba el ángel del Señor, quien


con forma humana y vestido con una resplandeciente túnica blanca, se sentó
en mi cama y me dijo que le preguntara lo que quisiera. La conversación
que mantuvimos es tan reveladora que, estoy seguro de que va a
transformar tu vida y la de todos aquellos que la lean. A partir de este
momento, tu visión de la existencia no volverá a ser la misma. Ahora te
dejo con la reveladora charla que protagonicé con el ángel enviado por el
Señor.

―Tengo tantas preguntas que no sé por dónde empezar ―dije conmovido y


emocionado por la situación.

―Empieza por el principio ―respondió el ángel, emanando una dulce


sonrisa.

―Sí, tiene sentido ―reímos.

Por cierto, me gustaría hacer hincapié en que el ángel se mostró muy


natural en todo momento, y tuve la sensación de que estaba hablando con
un amigo, un hermano o alguien cercano. No fue ni mucho menos una
experiencia distante o en la que me sintiera en desconexión con él, sino
todo lo contrario, parecía que estuviera delante de alguien a quien conocía
de toda la vida, incluso bromeamos y nos reímos. ¡Aquello me llenó de paz
y tranquilidad! Prosigo con la conversación.
―Venga, amigo Miguel Ángel, pregunta lo que desees.

―¿Quién creó el mundo y a los seres vivos?

―Explicarte el origen y evolución de la Creación es muy complejo, y una


mente humana no puede comprenderlo. ¿Qué sucedería si le intentas
explicar a una hormiga cómo se construye una casa, o cómo crece la hierva
donde ella está?

―Es imposible que lo entienda; de hecho, ni siquiera podría comunicarme


con ella, ya que no sabe ni que existo.

―Exacto. No tiene el intelecto suficiente para comprender algo que, sin


embargo, para ti es muy sencillo de entender. Pues esto mismo sucede con
vosotros a la hora de comprender el origen y la evolución de la creación.
Sin embargo, voy a explicártelo de manera muy simplificada y con
conceptos que puedes asimilar.

―Vale, me parece bien ―dije entusiasmado.

―¿Alguna vez has oído hablar de los cátaros?

―Sí ―respondí con firmeza.

―Ellos estaban muy cerca de la verdad, aunque desde un prisma muy


simple y dentro de términos de entendimiento humano.

―Los cátaros creían que Dios, el Padre de Jesús, creó el mundo espiritual,
y que otro dios, en este caso uno malo, al que llamaban Satanás, creó el
mundo material y, por consiguiente, el universo y al ser humano.

―Efectivamente, Miguel Ángel, así pensaban ellos, y la verdad es que no


iban mal encaminados. El Dios verdadero, ese del que habló Jesús y al cual
llamaba Padre, es el Creador de la existencia, la Fuente Original donde
empezó todo. Él creó el mundo espiritual y a todos los seres, seres
espirituales. Al principio de la Creación no existía la materia, al menos tal y
como la conocéis vosotros, todo era espiritual. Hizo la vida desde el más
puro amor, por lo que otorgó a su Creación lo que vosotros denomináis
«libre albedrío». Esto del libre albedrío es algo muy complejo de explicar
según vuestro entendimiento, pero sería algo así que Dios en su infinito
amor permitió que sus criaturas (espirituales) tuviesen la libertad de actuar
como quisieran, incluso imitándolo a Él. Esto significa que les otorgó la
capacidad de crear… Eso sí, de crear a otro nivel inferior que Él. Es por eso
que en la Biblia se dice que nos creó a imagen y semejanza. Aunque esta
afirmación también se usa para hacer referencia a cuando los falsos dioses
llevaron a cabo su propia creación, pero sobre esto hablaremos más
adelante.

La cuestión es que al principio todos éramos espíritus, ángeles, como les


llamáis vosotros. Vivíamos en un plano espiritual y el mundo físico no
existía. Esto cambió cuando un grupo de ángeles, queriendo imitar a Dios
en nivel supremo, se llenó de vanagloria y creó el mundo material, dando
origen al universo y todo lo que eso conlleva. Estos ángeles (o espíritus), al
ver lo que habían creado se sintieron tan poderosos que se corrompieron,
sintiendo que ya no necesitaban estar cerca de Dios, y que ellos podían ser
sus propios dioses. Este grupo de ángeles envanecidos, tras crear el
universo creó la vida, vida material. Sin embargo, como a pesar de poder
imitar a Dios su poder era limitado, tan solo pudieron crear vida material
mortal: humanos, animales, insectos, etcétera. Es decir, que no podían crear
vida inmortal, como sí puede hacerlo Dios.

La cosa es que una vez que habían creado la vida material se dieron cuenta
de que los seres se comportaban de manera muy automatizada, y carecían
de emociones, sentimientos, independencia, juicio, y muchas otras cosas
que, a día de hoy caracterizan al ser humano. Entonces, este grupo de
ángeles, cada vez más envanecidos, decidió modificar a los seres de su
creación, y desde la enorme inteligencia que Dios les había dado, se les
ocurrió que podían encerrar a otros ángeles (espíritus) en los cuerpos de los
seres que habían creado, así su creación tendría vida de verdad, con
sentimientos, emociones, independencia y juicio. Fue en ese momento
cuando se inició la gran batalla de los cielos de la que habla la Biblia. Estos
ángeles vanagloriosos, comenzaron una conspiración en el mundo
espiritual, intentando engañar a otros ángeles, haciéndoles creer que sería
maravilloso que encarnaran en cuerpos materiales para experimentar cosas
que siendo espíritus sin materia no podrían. Vendieron la idea como una
especie de juego: «Meteros en un cuerpo material y “bajad” a un planeta del
universo a jugar y experimentar». El fin de la partida era la muerte física…
Aunque ahí había trampa, como te explicaré ahora.

Millones de ángeles, engañados por quienes consideraban sus hermanos,


aceptaron formar parte de esta experiencia, ajenos a la realidad oculta que
había tras ella. Y así, amado Miguel Ángel, es como se creó la vida
humana, animal y toda la demás que habita en el universo.

―Entonces, ¿los humanos somos los ángeles caídos de los que habla la
Biblia?

―Sí, vosotros sois los ángeles caídos. No obstante, en el Antiguo


Testamento los dioses intentan confundiros al acusar de malos y perversos a
los ángeles caídos, y glorificar al falso dios. La realidad es que la maldad
que se le atribuye a los ángeles caídos, es decir a vosotros, es la maldad que
tienen los dioses. Vosotros sois simplemente víctimas del engaño, y el
pecado original no es otra cosa que la decisión que tomasteis de alejaros de
Dios para vivir una experiencia material. Dios no está enfadado con
vosotros, sabe que sois buenos, y que sois sus ángeles, su creación. Además
es consciente de que el mundo material corrompe y que, por lo tanto,
vuestra maldad se debe a ello. Los dioses (los ángeles que crearon la
materia), se han ocupado de elaborar una estrategia casi perfecta, en la cual
entra en juego el hecho de que vosotros, al aceptar jugar a este juego,
consentisteis que vuestros recuerdos sobre quiénes sois y de dónde venís
fueran borrados, para poder jugar al ciento por ciento, y meternos de lleno
en el personaje del juego.

―Entonces, una vez que morimos supongo que regresamos a Dios y


dejamos de jugar a este macabro juego, ¿verdad?

―No es tan sencillo, amado Miguel Ángel. Los dioses os tienen sometidos
a un ciclo de reencarnación constante: naces, vives y mueres; y vuelta a
empezar una y otra vez. Según os dijeron ellos, para ganar la partida y
terminar el juego tenéis que vivir una vida sin cometer ningún “pecado”.
Esto a lo que llaman pecado no es más que las normas que le han puesto al
juego. Si cometes algún pecado; es decir, si infringes alguna norma,
entonces tienes que volver a empezar la partida una vez que mueres, y para
ello reencarnas en otro cuerpo humano.

―¿Estamos condenados a permanecer en el juego eternamente?

―¡No! Jesús, como Él dijo, es el camino, la verdad y la vida. Él,


voluntariamente aceptó jugar al juego a cambio de que si lograba ganar la
partida todo aquel que creyera en Él podría abandonar el juego. Digamos
que en Jesús somos vencedores, es como el salvaconducto que nos lleva a
abandonar el juego.

Aquella conversación me dejó perplejo. Por primera vez en mi vida entendí


perfectamente quiénes somos y qué hacemos en este mundo. Todo encajaba,
lo inexplicable cobraba sentido. ¿Qué debía hacer a partir de ese momento?
La verdad es que solo deseaba abandonar el juego, pero era consciente de
que antes debía expandir el conocimiento que el ángel del Señor me había
trasmitido. Pese a ello, era plenamente consciente de que el mensaje era tan
sombroso que la mayoría de la gente no me creería, tachándome de loco,
farsante o demente. Sin embargo, tenía que decirle al mundo todo lo que
había descubierto, ya que solo así, y mediante Jesús, otros ángeles caídos
como yo podrían poner fin a sus partidas y salir de este siniestro juego,
donde el sufrimiento es la base del mismo.

MENOS PAJA Y MÁS GRANO


Jesús nos dijo que por sus frutos los conoceríamos. Esto quiere decir que
por el comportamiento de las personas los identificamos y, por ende,
nuestras acciones son el espejo del alma.

Pensé mucho sobre esta cuestión a la hora de valorar la manera es que debía
divulgar los conocimientos que el ángel del Señor me había trasmitido, y
pensé en escribir un libro. Sin embargo, no sabía cómo enfocarlo para que
el mensaje calara en los lectores y absorbieran su esencia en toda su
plenitud. Pensé, ignorante de mí, que si escribía un libro con muchas
páginas el lector valoraría más el contenido. Ya sabes, amigo, tenemos el
defecto de creer que «más es mejor...». Sin embargo, aquella noche,
nuevamente me visitó el ángel del Señor para decirme que esa sería la
última vez, al menos de momento, que se comunicaría conmigo. Quiero que
leas la conversación que mantuvimos, pues de ella obtendrás los últimos
mensajes y descubrirás las instrucciones que recibí para llevar acabo mi
ministerio como divulgador de esta Verdad.

Me acosté a las once de la noche, como de costumbre. Apagué la luz y cerré


los ojos… De repente, la luz se volvió a encender. ¡Se encendió sola!
Aunque en ese momento me percaté de que el ángel del Señor estaba allí.
No me había dado tiempo a dormirme, y él ya se hallaba a mi vera. Se situó
delante de mí y comenzamos a charlar.

―Hola Miguel Ángel. Sé que tienes incertidumbre y que la duda te aprieta.


No te dejes tambalear por la preocupación, pues ésta es irreal, forma parte
del juego. Todo lo que es de este mundo es irreal y forma parte del juego.
Recuerda siempre que estás dentro de un juego, jugando una partida y, por
lo tanto, por muy siniestro que sea y por mucho que sufras, es todo irreal.
La vida de verdad es que la que se tiene con Dios (la Fuente Original),
regresando al mundo espiritual de donde procedes. Todo lo que hay en el
mundo material, y sus aflicciones, no son reales, son simulaciones que
vives como si fuesen reales, pero no lo son.

―Entiendo a lo que te refieres, pero aun así, es difícil de aceptar y digerir.


Si me pinchan sangro, y si tengo hambre lo paso mal. Para mí es muy real
todo esto, a pesar de que forme parte de un macabro juego creado por los
dioses.

―Claro, de eso se trata el juego, si no pareciese real no tendría sentido para


sus creadores. Tienes que ser fuerte y soportar el peso del conocimiento que
te he trasmitido, porque todo se pondrá en tu contra dentro de la partida.
Tienes que saber que los dioses van a intentar desacreditar tu mensaje
porque si no les fastidias el juego. Van a difamarte, calumniarte, reírse de ti,
atacarte, desprestigiarte y muchas otras cosas. ¡Aguanta hasta el final!
Recuerda que todo es irreal.

―¿Cómo difundo el mensaje que me has dado? He pensado en escribir un


libro, pero claro, considero que tiene que ser una obra de muchas páginas
para que los lectores lo tomen en serio ―dije convencido.

―¡No! Al revés, Miguel Ángel. Los libros normalmente tienen mucha paja
y poco grano, la gente tiene que leer páginas y páginas con información
irrelevante para hallar entre ellas un porcentaje muy bajo de información
relevante y transformadora. No caigas tú también es ese error. La
información que te he dado y que debes divulgar tiene que ser concisa, clara
y sin rodeos. Escribe un libro de pocas páginas donde relates la experiencia
que has tenido conmigo y los mensajes que te he dado, sin más. La Verdad
hará libres a otros como tú. Además, hasta que el último de los ángeles que
han aceptado jugar a este juego de nacimiento, vida y muerte (ciclo de
reencarnación) no terminen la partida y abandonen el juego, éste seguirá
vigente. Por lo tanto, todos tienen que concluir una partida ganando, y solo
pueden hacerlo si ponen su fe en Jesús, quien como ya te dije anteriormente
nos convierte en vencedor, pues se trata de Dios mismo, quien aceptó jugar
una partida, y ganó, llegando al final de la misma sin cometer pecado
alguno (sin saltarse ninguna norma del juego). Por eso, en su pacto con los
dioses, Dios modificó las reglas del juego añadiendo una nueva, y es que si
Él ganaba su partida todo aquel que creyera en Él como Salvador,
automáticamente se convertía en vencedor. Digamos que al aceptar a Jesús
pasamos a formar parte de su equipo, y todos los que son de su equipo han
ganado el juego y, por ende, abandonan la partida y no tienen que jugar
más.

―Entonces, ¿escribo un libro que vaya al grano y evito llenarlo de paja?


―esperaba la confirmación definitiva.

―Así es, Miguel Ángel. Además, me gustaría que los beneficios del libro
fuesen destinados a divulgar la Verdad. Dios proveerá otras fuentes de
ingreso para que puedas subsistir mientras permaneces en el juego.

―¿Dios puede influir en este mundo material a pesar de que sea un juego?
―¡Por supuesto! Aunque solo lo hace en aquellos que, voluntariamente lo
desean, y siempre y cuando no se interrumpa el libre albedrío de nadie.
Recuerda que Dios en su inmenso amor dio a su Creación lo más grande
que un Padre puede dar a sus hijos, que es la libertad. Por eso solo actúa
con quienes se lo piden, y siempre y cuando su actuación no infrinja el libre
albedrío de otros.

―Claro, ahora entiendo por qué a veces no se cumplen las peticiones de


algunas personas. Y es que si yo le pido que me den un puesto de trabajo
concreto, eso violaría el libre albedrío del jefe de personal de elegir
libremente al candidato que considere oportuno. O si le pido que mi novia
vuelva conmigo, no me lo puede conceder porque eso sería atentar con el
libre albedrío de mi exnovia para decidir voluntariamente si hacerlo o no.

―Exacto, Miguel Ángel, lo has comprendido perfectamente. Ahora ve y


difunde la Verdad. ―¿Ya no te veré más mientras esté dentro del juego?

―No lo sé, de momento no. Aunque desconozco los designios de Dios,


quizá más adelante me pida que regrese para darte más información sobre el
juego o sobre otras cuestiones.

―Muchas gracias. Por cierto, ¿cómo te llamas? ―pregunté con mucho


interés.

―Soy tu ángel de la guarda… Cuando Dios aceptó jugar al juego y bajar


como Jesús, otra de las cosas que le impuso a los dioses como nueva norma
si querían que Él jugara fue que cada humano tuviera a partir de entonces
un ángel que lo acompañara. Ten en cuenta que para esos ángeles
vanagloriosos a los que llamamos dioses, el hecho de que Dios formara
parte de su juego, de su creación, eran algo que los llenaba de ego por todas
partes, así que aceptaron algunas normas nuevas, de las cuales Dios se ha
servido para conseguir que los ángeles caídos que viven atrapados en
cuerpos humanos puedan ver el camino que les lleva al triunfo, y el ejemplo
más claro es el propio Dios que se hizo carne en Jesús, para que todos
conozcáis el camino de la liberación.
Con estas últimas palabras, el ángel del Señor se marchó, y yo comencé a
escribir este libro que acabas de leer. Espero, amigo lector, que todo lo que
acabas de conocer te sirva para escapar de este macabro juego que han
diseñado los dioses. Que Dios te bendiga.

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