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Universidad de los Andes

Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas


Escuela de Derecho
Derecho Procesal Civil II

Los Interdictos

Hebert Eduardo Izquierdo Valero.

Diciembre 2018
Interdicto o interdictum, deriva del verbo latino interdicere que significa prohibir, y se
remonta a la antigua Roma cuando el Pretor por la autoridad que le embestía, emitía un
mandato que prohibía o hacia prohibición de alguna conducta, así pues en la antigua Roma
los interdictos sirvieron como medidas administrativas dictadas por un magistrado con el
fin de mantener el orden jurídico que debía reinar en la comunidad Romana y como ya se
dijo consistían en un mandato emanado de este magistrado, con el fin de dirimir
determinados intereses privados, sin embargo los interdictos no sólo eran prohibitorios,
sino también exhibitorios y restitutorios.

Pero para poder entender que es el Interdicto antes debemos saber que es la posesión. Así
pues la posesión es el hecho de tener una cosa corporal en su poder reteniéndola
materialmente con la voluntad de poseerla y disponer de ella como lo haría su propietario.

Por regla general la posesión acompaña a la propiedad, puesto que el propietario no puede
utilizar la cosa que le pertenece no teniéndola a su disposición, aun cuando pueden también
separarse de manera que el propietario no la posea y que el poseedor no sea propietario
porque es un derecho independiente del hecho de la posesión. Además, la situación del que
posee sin ser propietario terminó por ser protegida y de su posesión nacían para él ventajas
ya sancionadas por el derecho.

En Roma la posesión y la propiedad eran el anverso y reverso de una misma realidad y con
el interdictum, se lograba la defensa y protección de la posesión, siendo que el pretor
concedía facultades a los sujetos para hacer valer esta frente a terceros, dando órdenes o
prohibiciones a petición de parte, para poner fin a una controversia o diferencias entre dos
personas, cuya solución no admitía dilaciones; además, el pretor también daba órdenes o
prohibiciones generales, para todos, mediante el edictum.

Tales órdenes tenían un carácter peculiar, pues el magistrado no procedía a comprobar la


veracidad de los hechos alegados por el ciudadano que solicitaba el interdicto, y por ello
utilizaba al dictar la orden una fórmula hipotética y condicional, para el caso de que los
hechos alegados existan realmente. Tal acto de autoridad, solucionaba rápidamente la
situación conflictiva y evitaba la lentitud e inconvenientes propios de un proceso ordinario.

Si el destinatario del interdicto obedecía la orden, no era necesario seguir adelante pues
había cumplido su finalidad; si no la acataba, estimando que el solicitante no llevaba razón,
se abría un verdadero proceso más rápido que el normal.

Podríamos decir entonces que los interdictos son remedios creados por el magistrado o por
el pretor para resolver relaciones que, por su naturaleza no se pueden hacer valer por vía de
acción ordinaria.

Había en el Derecho Romano, interdictos para recuperar la posesión que se había perdido,
para retener la posesión, cuando el poseedor, aún sin ser despojado era molestado en su uso
y goce, y de adquirir una posesión que nunca se había tenido, como el que solicitaba el
acreedor hipotecario para entrar en posesión de los bienes que garantizaban su deuda, y que
estaban en poder del deudor remiso; y por la naturaleza del comportamiento impuesto al
destinatario y el contenido del precepto prohibitivo o imperativo, los interdictos se
clasifican en prohibitorios, restitutorios y exhibitorios.

Los interdictos prohibitorios de hacer alguna cosa. Por ejemplo, la prohibición de ejercer
violencia contra el poseedor no vicioso, la prohibición de construir sobre terreno sacro o en
ríos o riveras impidiendo la navegación.

Los interdictos restitutorios de una cosa o la reconstitución del estado de hecho relativo a
las condiciones de una persona o también a la reposición de la situación preexistente a los
actos de disturbio. Por ejemplo, disponer la restitución de un fundo a quien ha sido
despojado de él por la violencia.

Los interdictos exhibitorios que imponen la prestación de presentar personas o de cosas.


Por ejemplo, exhibir la persona que se desea declarar libre, que el padre exhiba a los hijos
sometidos a su potestad.
Dentro del ámbito del Derecho Canónico, el interdicto es una de las tres sentencias
eclesiásticas que usualmente pronuncia el papa, o en su defecto el obispo de la diócesis, por
el que se prohíbe a ciertas personas, lugares o países administrar o gozar los sacramentos y
los ritos funerales solemnes, es decir, se penaliza con la retirada de ciertos bienes
espirituales, aunque sin por ello perder la comunión total con la Iglesia católica.

En Venezuela los interdictos son acogidos en el código en el año 1936. En cuanto a la


diferencia entre los interdictos prohibitivos y los posesorios el Dr. Henriquez La Roche
sostiene que la diferencia no estriba en el objeto de la pretensión. Todos por igual pretenden
la protección posesoria, aun cuando solo se denominen posesorios solos a los de amparo y
despojo, pero la conditio sine qua non del interdicto prohibitivo, también es la posesión.

Se puede concluir con que el interdicto, es un procedimiento mediante el cual se protege la


posesión de un bien de la perturbación o daño que pueda producirle un tercero. Desde su
origen los interdictos como medios de defensa específicos de la posesión han demostrado
más allá de los cambios y críticas ser efectivos, para proteger la posesión y muestra de ellos
es su mantenimiento como procedimiento especial en el ordenamiento jurídico.

La acción interdictal se configura como un instrumento en manos de los que tienen la


posesión del bien en contra de las arbitrariedades de otro, traducido en las perturbaciones o
daños que pueden ocasionarle al bien.

Al mismo tiempo el ejercicio de la protección posesoria comporta la paz social, porque al


ejercer el querellante sus derechos se va a establecer la igualdad entre los ciudadanos.

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