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UNIVERSIDAD FERMIN TORO

VICERECTORADO ACADEMICO
DECANTATO DE CIENCIAS JURIDICAS Y POLITICAS
ESCUELA DE DERECHO

ENSAYO INTERDICTOS

BACHILLER:
LUIS ROSNIER PARRA GARCIA CI26107820
PROFESOR:
ABG. WINDER MONTES
En Roma solían producirse situaciones cuyo supuesto de hecho no estaba previsto
expresamente en la ley o en la costumbre, de manera que, llegado el caso de violación no
podía hacerse uso de acción alguna, simplemente porque para tal supuesto no existía
ninguna y si se producía, el Pretor, emitía una orden especial denominada interdicto, que
era una ley de tipo particular dictada para cada caso concreto y entre las dos partes
contendientes, de allí el nombre Enter duos edictum, por otra parte, las situaciones que
dieron lugar a estos fueron diversos intereses de derecho público o divino, con el transcurso
del tiempo, La mayoría de los intereses protegidos por los interdictos se consideraban como
derechos y fueron protegidos a su vez por acciones, de esto se desprende el por qué no
existieron los interdictos propiamente tales en el tiempo de Justiniano y la razón por la cual
fueron reemplazados por acciones en el sentido que se daba a esa palabra en el sistema de
los juicios extraordinarios

En el Derecho Romano clásico, los interdictos se distinguen de las acciones. Estos


son decretados emitidos por el pretor, previa cognición sumaria, para resolver una cuestión
que amenaza a paz social, las cuestiones protegidas por los interdictos eran de muy diversa
índole. Los interdictos sobre cuestiones de posesión eran de gran importancia, pero también
había interdictos para proteger el uso de los bienes públicos, por ejemplo, para evitar que se
impida la navegación en un río público, o para que no se estorbe el paso en la vía pública o
para que no se construya algo que impida o disminuya el uso de un lugar público, también
existían los interdictos para evitar perturbaciones a la libertad de los ciudadanos, para
proteger el patrimonio privado, y para proteger otros usos públicos o privados. En cuanto al
concepto mismo de interdicto en la legislación Justiniano, podemos aceptar la siguiente
definición de Vinio: “Los interdictos son un decreto del pretor concebido en ciertas
palabras, por el cual, en las causas de posesión de los derechos mandaba o prohibía algo,
según convenía al caso de que se trataba”. Según Eduardo Pallares (2004):

“Los interdictos eran acciones extraordinarias mediante las cuales, in substanciar


juicio en forma, pero con citación del demandado, se obtenía un decreto que ordenaba o
prohibía algo relativo a la posesión del objeto en litigio”.

El interdicto es el medio procesal a través del cual se garantiza la defensa de la


posesión legítima, que se ejerce sobre las cosas, frente al despojo, la perturbación o la
amenaza de obra nueva. Siendo de naturaleza posesoria, no podrá ser objeto de la litis en el
procedimiento interdictal una materia ajena a la posesión, pues estas acciones tienen la
particularidad de que en la sentencia definitiva no puede el Juez declarar el derecho de
ninguna de las partes, en razón de que el objeto controvertido es siempre un hecho.
Constituye un procedimiento especial mediante el cual el poseedor de un bien o de un
derecho solicita del Estado se le proteja su derecho posesorio, ante un despojo, una
perturbación o el daño posible que se desprende de una obra nueva o vieja que le
perjudique y a tal fin se tomen las medidas precautelativas necesarias, hasta la conclusión
del procedimiento. Dentro de este contexto, vale destacar que los interdictos en el derecho
moderno son los juicios sumarios en que se ventilan o deducen las acciones posesorias que
la Ley garantiza al poseedor contra toda agresión, molestia o amenaza de daño inminente.
Se puede decir entonces que los interdictos, históricamente y hasta la actualidad, han sido
una fórmula para proteger la posesión, independientemente de que corresponda o no
corresponda al titular del derecho de propiedad, e incluso, en contra del mismo titular; se
protege el hecho posesorio más que el derecho a poseer

En el Derecho Romano los interdictos eran los edictos del Pretor por medio de los
cuales prohibía a una parte ejecutar actos lesivos contra la otra. Especial importancia
tuvieron los interdictos posesorios entre los que podían distinguirse:

 Los interdictos adispicendi possessionis, que tenían por objeto adquirir la posesión.

 Los interdictos retinendae possesionis, que tenían por objeto mantener a posesión y
entre los cuales se contaban los interdictos uti possidetis y utrubi.

 Los interdictos recuperandae possessionis, que tenían por objeto permitir al


poseedor recuperar su posesión y entre los cuales se encontraban los interdictos de
clandestina possessione, de recuperandi unde vi y de precario.

Conoció también el Derecho Romano, los interdictos de novi operis nunciatio y de


damni infecti correspondientes a nuestros interdictos de obra nueva y de daño temido.

El Derecho Canónico amplió considerablemente el campo de aplicación de los


interdictos recuperandae possessionis, al establecer como principio general que el
despojado debía ser, ante todo, restituido en su posesión. Asimismo, aparece, hasta cierto
punto, la distinción entre tres clases de interdictos:
 El interdicto de reintegro o en reintegro, que corresponde a nuestro interdicto de
despojo;

 El interdicto de queja que corresponde a nuestro interdicto de amparo;

 El interdicto de denuncia de obra nueva.

Sin embargo, en la Edad Media muchas veces no se consideraban esas tres clases de
interdictos como tres acciones diferentes sino como una sola, que producía distintos efectos
de acuerdo con la situación de hecho que la originara.

El conocimiento de los interdictos corresponde exclusivamente a la jurisdicción


civil ordinaria, salvo lo dispuesto en leyes especiales, correspondiendo su conocimiento al
que ejerza la jurisdicción ordinaria en primera instancia en el lugar en donde esté situada la
cosa objeto de ella, respecto a la posesión hereditaria lo es el de la jurisdicción del lugar
donde se haya abierto la sucesión. Por otra parte los interdictos posesorios serán
competentes para conocer, los Jueces Civiles de Primera Instancia; los cuales parten desde
los Tribunales de Municipio, siguen los de Primera Instancia, continúan los Jueces
Superiores y llegan hasta los Magistrados del TSJ.

En cuanto a la Estimación de la demanda interdictal, hay una disposición doctrinaria


que nos dice que, como no se discute la titularidad del bien, sean estos muebles o
inmuebles; estimar la demanda no significa que se va a colocar el valor del bien cuya
posesión se está demandando. Ej. Como la casa cuya posesión se demanda, está ubicada en
La Lagunita, y cuesta dos millardos de Bs. se va a estimar la demanda en un millardo de
Bs. Eso no es así; la estimación de estas demandas viene dadas por los costos en que el
demandante considera los daños que sufrió por la perturbación o por el despojo, para
restituirlo nuevamente en la posesión o para que cese la perturbación.

Ej. El demandante intenta el interdicto de perturbación contra un vecino, porque éste tiene
cierto tiempo practicando gol en el jardín de su casa, y cada vez que la pelotita salta la
cerca, le parte algún cristal de las puertas del jardín. Él hablo del problema con el vecino,
pero éste hizo caso omiso y continúa con la perturbación. El demandante dentro del año de
la perturbación, va ante el Tribunal y pide que cese la perturbación. En este caso, la
estimación de la demanda será el valor y costo del cambio de todos los vidrios que le ha
partido el vecino. Esta estimación debe estar acorde con los daños sufridos, porque si el
demandado impugna la estimación de la demanda, el demandante tendrá que probarla
fehacientemente.

No se debe exagera en la estimación de la demanda, pero tampoco se debe estimar muy


baja, para que permita cumplir con todos los costos y gastos que se producen durante el
proceso.

El objeto de los Interdictos es, por lo tanto, amparar la posesión sin entrar al fondo del
derecho mismo a que ella concierna. Esta protección es urgente y se funda en razones de
peso:

El respeto y la garantía de la posesión están íntimamente unidos a la paz social y al orden


jurídico que debe reinar en un estado civilizado que no puede existir si fuera lícito a los
particulares o a las autoridades perturbar la posesión o arrebatarla sin acudir a los
tribunales. La posesión por regla general, es la manifestación material y visible de la
propiedad y de la titularidad del derecho a que ella se refiera. De allí, que se presuma
propietario al poseedor, hasta prueba en contrario, presunción que trae consigo la necesidad
de proteger la misma posesión porque en este caso, como en muchos otros, el Derecho no
puede más que conformarse con las apariencias, y considerarlas realidades,
provisionalmente hasta que se compruebe en amplio debate que el poseedor no es el titular
del derecho en cuestión. Mantener la situación de hecho, hasta que se resuelva
definitivamente en un proceso declarativo, lo que tenga que ver con el Derecho de
propiedad o posesión definitiva sobre el inmueble.

Los interdictos tienen por objeto proteger no toda clase de posesión, sino la que pudiera
llamarse posesión provisional o interina, la definitiva está protegida por la acción
publiciana y la reivindicatoria. Por ser ese su propio y singular objetivo, en el interdicto no
se puede discutir ninguna cuestión concerniente a la propiedad ni a la plena posesión

El Interdicto es una figura atípica, por eso están previstos en el CPC, dentro de los
procedimientos especiales. Los interdictos son medidas cautelares anticipadas, que
protegen la posesión, no la propiedad. En ellos se discute solamente la posesión o la
protección de la posesión, Lo primero que tratamos de precisar en esta temática es si la
acción interdictal es una acción personal o una acción real. La acción interdictal, es una
acción posesoria, no petitoria, en la cual no se discute la propiedad sino la posesión.

En este sentido nuestra mejor fuente, que es Savigny, considera que las acciones de
posesoria, y es obvio que la interdictal es su mejor expresión, es una acción personal, pues
no se trata en su criterio de tutelar el derecho de posesión, sino el hecho mismo de
posesión. Esta tesis, compartida por la gran mayoría de los tratadistas conocidos, aun
cuando difiramos de ella, presenta algunas modalidades, como son:

Se acepta la circunstancia de ser una acción personal que tutela el hecho simple de
la posesión, agotándose en esa acción toda la capacidad jurídica de legitimarse
procesalmente para proteger su posesión turbada o arrebatada. No podrá el poseedor
querellante reclamar por la vía del posesorio ordinario sus lesionados derechos, pues la
decisión interdictal le afecta a él con la inmutabilidad de la Cosa Juzgada, aun cuando ésta
sea meramente formal.

 Otros aceptan la naturaleza personal de la acción que protege un hecho actual su


legitimación para acudir al posesorio ordinario haciendo valer sus derechos. La postura
opuesta señala que los interdictos son una acción real porque al proteger la posesión como
el derecho que tiene sobre una cosa, aun cuando carezca del ius disponendi, plasma de todo
el derecho real que protege, y, por tanto, se legitima frente a cualquier persona que perturbe
o despoje el bien de su actual poseedor, con abstracción del derecho superior que éste
pueda tener sobre la cosa. Es común encontrar en la división de las acciones reales la
clasificación que genera la existencia de acciones reales petitorias y acciones reales
conservatorias, siendo obvio que en este último caso se está realizando un señalamiento
tácito a la posesión y a los interdictos.

El Código Civil, al regular el instituto de la posesión en el Título V del Libro Segundo,


incluye dentro de tal regulación la figura de los interdictos, encontrando que conforme a la
misma, es así como nuestra legislación patria posee mecanismos judiciales idóneos,
dispuestos a los efectos de defender la posesión que un individuo ostenta sobre un bien;
ellos son el interdicto de amparo, mantenimiento o queja; el interdicto de despojo,
restitución o reintegro; el interdicto de obra nueva; y el interdicto de daño temido o de obra
vieja. Interdicto de amparo o por perturbación: Artículo 782 CC.- Quien, encontrándose por
más de un año en la posesión legítima de un inmueble, de un derecho real, o de una
universalidad de muebles, es perturbado en ella, puede dentro del año, a contar desde la
perturbación, pedir que le mantenga en dicha posesión

Ahora bien, este interdicto posesorio, exige como supuesto de hecho determinante la
perturbación de la posesión, y su finalidad es hacer cesar dichas perturbaciones para
restablecer la situación existente antes de que estas ocurrieran.

Interdictos prohibitivos: Constituyen los medios para proteger la posesión y no la


propiedad y tiene por objeto que se impida a otro hacer una cosa que puede perjudicarle a
quien promueve el interdicto. Ahora bien, a diferencia de las acciones posesorias ordinarias
(interdicto restitutorio e interdicto de amparo), no existe un acto equivalente al de
contestación de la demanda, ni existe lapso probatorio, ni sentencia definitiva de mérito, ya
que en dichos procedimientos el Juez se limita a ordenar la paralización de la obra previo la
constitución de las garantías pertinentes o a ordenar su continuación a solicitud del
querellado y previa la práctica de una experticia. Los llamados interdictos prohibitivos
participan de la naturaleza de las acciones posesorias, en cuanto que no pueden ser
ejercidas sino por las personas que poseen las cosas amenazadas por el perjuicio o daño que
se teme; como su objeto no es el de retener o recuperar la posesión de tales cosas, ni en el
juicio correspondiente se ventila o discute como cuestión principal, la de la posesión de las
cosas amenazadas, (cosa que si se discute en los interdictos posesorios) se les ha
considerado como acciones posesorias especiales, que no constituyen por sí misma una
controversia autónoma, separada, independiente, relativa a la posesión de la cosa cuya
posesión esté amenazada, sino un derecho a prevenir la amenaza o peligro temidos,
accesorio o emanado del derecho principal que se tiene sobre la cosa como poseedor de la
misma; por lo cual, cuando prospera la denuncia hecha y se hace firme el decreto de
suspensión de la obra, las partes quedan citadas por ministerio de la ley para ventilar en
juicio ordinario ese derecho principal.

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