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Material de Lectura - Versión Final
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ENCUENTRO JURISDICCIONAL
NACIONAL DE JUECES
ESPECIALIZADOS EN MATERIA
CONSTITUCIONAL
1 y 2 de diciembre de 2020
Edición
El contenido de los textos que aparecen en el presente material de lectura es responsabilidad exclusiva de
los autores y no compromete la opinión del Centro de Investigaciones Judiciales o del Poder Judicial.
Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la República
Presentación
Temas
Los primeros meses del presente año el mundo recibió la noticia de un contagio
que invadiría nuestros días, tanto que hoy su vencimiento es incierto en nuestras
vidas. La presencia del nuevo Covid 19 en nuestro país viene interfiriendo en
diversos ámbitos de nuestra esfera personal y social, lo que ha generado que el
Estado Peruano adopte medidas urgentes para controlar y evitar su
propagación, las cuales incluyen la declaratoria del estado de emergencia,
suspensión de labores, establecimiento de medidas de aislamiento social, entre
otras; para garantizar la vida y salud de la población en general, afectada por el
brote de este virus.
Es a esos jueces que estas páginas están dirigidas, y en quienes reposa la difícil
labor de afrontar los problemas interpretativos cuya solución redundará en el
correcto ejercicio de la función jurisdiccional en dicha materia. Esta labor
acrecienta el sólido compromiso de la judicatura nacional con el proceso de
reforma judicial que, bajo nuevos paradigmas, busca consolidar una justicia
predecible para nuestro país.
Primera Ponencia:
No, en tanto la sentencia expedida en el proceso constitucional es diferente a
cualquier otra sentencia y tiene prevalencia sobre las de los restantes órganos
jurisdiccionales, de conformidad con el Artículo 22 del CPC. De esta manera, la
sentencia firme expedida en proceso constitucional debe recibir el tratamiento
diferente y especializado que garantice el cumplimiento de los fines esenciales
de los procesos constitucionales, cumpliéndose en sus propios términos y en los
plazos que establece el Código Procesal Constitucional; a lo que se agrega que, la
Ley 27584 regula sólo el proceso contencioso administrativo.
Segunda Ponencia.
Fundamentos:
Primera Ponencia
Parte por señalar que, el que el proceso constitucional es diferente de los demás
procesos, destacando que el Tribunal Constitucional ha señalado que el proceso
constitucional se diferencia del proceso ordinario, principalmente, en 04
aspectos:
“… 1) Por sus fines, pues a diferencia de los procesos constitucionales, los ordinarios no
tienen por objeto hacer valer el principio de supremacía constitucional, ni siempre
persiguen la protección de los derechos fundamentales;
2) Por el rol del juez, porque el control de la actuación de las partes por parte del juez es
mayor en los procesos constitucionales;
3) Por los principios orientadores, pues si bien es cierto que estos principios,
nominalmente, son compartidos por ambos tipos de procesos, es indudable que la exigencia
del cumplimiento de principios como los de publicidad, gratuidad, economía procesal,
socialización del proceso, impulso oficioso, elasticidad y de favor processum o pro actione,
es fundamental e ineludible para el cumplimiento de los fines de los procesos
constitucionales; y
4) Por su naturaleza, que es de carácter subjetivo-objetivo, pues no sólo protegen los
derechos fundamentales entendidos como atributos reconocidos a favor de los individuos,
sino también, en cuanto se trata de respetar los valores materiales del ordenamiento
jurídico, referidos en este caso a los fines y objetivos constitucionales de tutela de
urgencia…”1
Asimismo, “las sentencias que provienen del juez ordinario, se limitan a los
efectos que tienen lugar entre las partes que promovieron el litigio; no
repercuten en el resto de la colectividad. La valoración, la motivación y la
decisión que efectúan se dan en torno a un interés individual, por lo que, una
vez solucionado el conflicto o dilucidada la incertidumbre jurídica, lo resuelto
no tiene mayores alcances y utilidad que para aquellos que formaron parte del
proceso. Los efectos de los fallos de los jueces constitucionales siempre están
ubicados más allá del supuesto litigio. Dicho en otros términos, el caso ordinario
solo interesa y vincula a los sujetos involucrados en él; en cambio, el caso
constitucional interesa a todos aquellos que están sometidos al imperio de la
Constitución (efecto erga omnes, como en el caso de los procesos de
inconstitucionalidad y de acción popular). Otra diferencia entre el juez el
ordinario y el juez constitucional es que el primero tiene la prohibición expresa
de fallar extra petita, es decir, no puede motivar o resolver aspectos que no
hayan sido expuestos directamente por las partes; el segundo, en cambio,
cuando así lo exija la circunstancia y convenga a los fines propios del proceso,
puede pronunciarse sobre cuestiones adicionales a las que originalmente fueron
peticionadas, si bien relacionadas con la materia controvertida y necesarias para
la solución del conflicto y/o el restablecimiento del derecho o del orden
constitucional…”2.
1. Las sentencias dictadas por los jueces constitucionales tienen prevalencia sobre las de los
restantes órganos jurisdiccionales y deben cumplirse bajo responsabilidad3.Lo que significa que,
frente a cualquier sentencia de la justicia ordinaria, la sentencia constitucional, tiene prioridad.
2. La sentencia que cause ejecutoria en los procesos constitucionales se actúa conforme a sus
propios términos por el juez de la demanda4.Lo que a su vez, implica que el mandato contenido
en la sentencia firme no puede variarse (inmutabilidad).
1
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PERUANO, STC 0023-2005-PI/TC, 27/OCT/2010, FJ 10
2
BARDELLI Lartirigoyen, Juan Bautista, El juez constitucional, https://revistas-
colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/anuario-derecho-constitucional/article/view/3826/3365
3
Artículo 22 del Código Procesal Constitucional.
4
Id.
3. Para el cumplimiento de la sentencia constitucional, de acuerdo al contenido específico del
mandato y de la magnitud del agravio constitucional, el Juez podrá hacer uso de multas fijas o
acumulativas que pueden ascender, a criterio del Juez, hasta el cien por ciento por cada día
calendario, hasta el acatamiento del mandato judicial 5.
4. Asimismo, ante el incumplimiento de la sentencia, puede disponerse la DESTITUCIÓN del
responsable6.
5. El Juez establecerá los demás efectos del fallo para el caso concreto, y mantendrá su competencia
hasta que esté completamente restablecido el derecho7.
Segunda Ponencia
En ese sentido, señala que el artículo 47 y los numerales 47.2, 47.3 y 47.4 del
Decreto Supremo N° 013-2008-JUS, enumeran de manera detallada el
procedimiento para el pago de la ejecución de una obligación de dar suma de
dinero, siendo que conforme al artículo 47.2), en el caso de que para el
cumplimiento de la sentencia el financiamiento ordenado en el numeral anterior
resulte insuficiente, el Titular del Pliego Presupuestario, previa evaluación y
priorización de las metas presupuestarias, podrá realizar las modificaciones
presupuestarias dentro de los quince días de notificada, hecho que deberá ser
comunicado al órgano jurisdiccional correspondiente.47.3); de existir
requerimientos que superen las posibilidades de financiamiento expresadas en
los numerales precedentes, los pliegos presupuestarios, bajo responsabilidad del
Titular del Pliego o de quien haga sus veces, mediante comunicación escrita de
la Oficina General de Administración, hacen de conocimiento de la autoridad
judicial su compromiso de atender tales sentencias de conformidad con el
artículo 70 del Texto Único Ordenado de la Ley 28411, Ley General del Sistema
Nacional de Presupuesto, aprobado mediante el Decreto Supremo 304-2012-EF.
47.4) Transcurridos seis meses de la notificación judicial sin haberse iniciado el
pago u obligado al mismo de acuerdo a alguno de los procedimientos
establecidos en los numerales 47.1, 47.2 y 47.3 precedentes, se podrá dar inicio al
proceso de ejecución de resoluciones judiciales previsto en el Artículo 713 y
siguientes del Código Procesal Civil.
Se concluye que, en consecuencia, debe seguirse las reglas de la Ley 27584 – Ley
del Proceso Contencioso Administrativo, que es el procedimiento establecido
para el caso de la ejecución de sentencia en los casos de obligaciones de dar
suma de dinero.
Resoluciones Contradictorias
Primera Ponencia:
AUTO DE VISTA Res. 581, Expediente Secuencial Sala 553-2008. Primera Sala
Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima Norte.
Segunda Ponencia
AUTO DE VISTA N° 263 -2019-3SC, Exp. 00611-2016. Tercera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Arequipa.
DOCUMENTOS DE TRABAJO
N°
SUMILLA
El presente artículo trata sobre el Proceso Contencioso Administrativo visto desde una perspectiva
moderna, con el fin de lograr de manera eficiente y eficaz atender los requerimientos ciudadanos al
dar mayor protección a sus derechos. Sin embargo, existen deficiencias que originarán controversias
competenciales en sede Contenciosa Administrativa. Por otro lado, el Tribunal Constitucional
buscará, a través de una serie de precedentes, incidir en los términos de su relación con el Poder
Judicial peruano, ya sea aumentando su margen de actuación revisora de lo incluido en diferentes
resoluciones judiciales, o reconduciendo el trámite de algunas pretensiones abordadas mediante
procesos constitucionales, con el fin de que estos sean tratados por medios procesales donde el
Proceso Contencioso Administrativo adquiere una relevancia singular. Finalmente, se analizará el
Decreto Legislativo N° 1067 con el fin de observar si esta normativa proporciona una eficiente
respuesta a los importantes requerimientos entonces existentes.
* Catedrático de Pre y Post Grado en las universidades Pontificia Católica del Perú, Nacional Mayor de San Marcos, de Lima, de
Piura e Inca Garcilaso de la Vega. Profesor Principal y ex Director General de la Academia de la Magistratura. Profesor Visitante
o Invitado de diversas universidades europeas, latinoamericanas o peruanas. Integrante de, entre otras instituciones, las mesas
directivas de las Asociaciones Peruanas de Derecho Administrativo, Derecho Constitucional y Derecho Procesal, así como de la
del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional.
Administrativo, la del contencioso subjetivo reclamaba como parte de una perspectiva subjetiva
o de plena jurisdicción, en el cual el análisis o de plena jurisdicción, no respondía en puridad
jurisdiccional no se limita a determinar si la a esos parámetros, creando así expectativa que
Administración actuó o no conforme a Derecho, luego resulta imposible atender. Como bien puede
sino que apunta básicamente a establecer si en apreciarse, no todo lo actuado por el administrado
su quehacer dicha Administración respetó los frente a la Administración podría ser revisado
derechos fundamentales de los administrados, por un juez en lo Contencioso Administrativo en
fenómeno al cual, por cierto, no ha sido ajeno el Perú. Si, de otro lado, el tratamiento previsto
nuestro país, pues con la dación de las Leyes Nº para el desarrollo de actividad probatoria era
27584 y 27684 es que se instaura en el Perú un más bien el propio de un contencioso de nulidad,
Proceso Contencioso Administrativo que reclama desafortunadamente puede constatarse que
ser uno subjetivo o de plena jurisdicción. estamos ante severas limitaciones a la consecución
del objetivo deseado, limitaciones acentuadas por
La Ley Nº 27584, o Ley del Proceso un tratamiento de la dimensión más procesal de lo
ContenciososAdministrativo, se presentó entonces plasmado con muchas imprecisiones e importantes
como la plasmación de una perspectiva distinta, deficiencias.
con un cometido intrínsecamente más valioso que
el contencioso de nulidad hasta entonces vigente Paso entonces a explicitar los alcances del
en el Perú, objetivo que a la vez se facilitaba por razonamiento que acabo de efectuar: y es que
ir acompañado de una dinámica procesal más si se observa lo explícitamente previsto en la Ley
moderna, y por ende, más proclive a consolidar Nº 27584 como su objeto (y que en rigor es su
una actuación más célere en la composición de finalidad), y se lo vincula con lo recogido como
las controversias que podrían sostenerse. Ahora, pretensiones posibles de ser invocadas en estos
luego de haber transcurrido más de diez años procesos (artículo 5º de la Ley), bien parecería
desde la dación de esta norma, conviene evaluar que estamos ante una dinámica propia de un
si en los hechos se cuenta hoy, y dentro de la Contencioso Administrativo de plena jurisdicción.
misma judicatura ordinaria peruana, con un medio Sin embargo, cuando se pasa a revisar lo previsto
procesal que de una manera eficiente y eficaz en el artículo 4º de la Ley Nº 27584 como
permita atender los requerimientos ciudadanos actuaciones impugnables, ya se encuentran
de mayor protección de sus derechos frente algunas sorpresas.
al cotidiano quehacer de las Administraciones
públicas. Y si la constatación que puede luego Fácilmente puede apreciarse que, aunque para
efectuarse es la de que el cometido buscado no muchos la lista consignada en el ya mencionado
ha sido obtenido, probablemente tengamos así artículo 4º no debería entenderse como una
elementos para plantear qué respuestas podemos de carácter taxativo, sin duda alguna hubiese
esbozar para alcanzar dicho objetivo. Pasaré sido conveniente realizar algunas precisiones al
respecto. Nada se dice en la Ley, por ejemplo,
entonces a asumir esta tarea de inmediato.
de la eventual existencia de actos políticos o de
discrecionalidad política, y menos aun del posible
II. Una primera constatación: Un marco de control jurisdiccional a los mismos.
Contencioso Administrativo entre la De otro lado, se esperaba expresamente de los
consagración de un objetivo loable y su casos pasibles de revisión mediante Procesos
incompleta formulación, sobre todo en Contencioso Administrativos a aquellos en los
lo referido a su dinámica más procesal cuales se podría recurrir directamente a los procesos
constitucionales, posibilidad tremendamente
amplia si se toma en cuenta el carácter alternativo
2.1 Cuando no hay suficiente claridad en el
que en ese momento se le otorgaba a los procesos
objeto y las pretensiones a tutelar de Amparo1, y además, se reconocía la existencia
de medios procesales como la acción popular o el
Justo es entonces anotar, por lo menos como proceso de cumplimiento2.
1
Como es de conocimiento general, en base a lo previsto en la anterior Ley peruana de Hábeas Corpus y Amparo, la Ley Nº
23506, se habilitaba al ciudadano o ciudadana a no necesariamente agotar las vías judiciales ordinarias existentes antes de
acudir a procesos constitucionales como el Amparo, sino a poder optar en cada situación en particular en escoger entre iniciar
un proceso constitucional o acudir a un medio procesal ordinario. Po ello se consideraba al amparo peruano como “alternativo”,
situación que ha variado luego de la entrada en vigencia del código Procesal constitucional. Allí, y fundamentalmente por lo
previsto en su artículo 5º inciso 2, se habla del paso a un Amparo “subsidiario” o “residual”.
2
Con el proceso de Acción Popular se cuestiona la constitucionalidad y legalidad de normas de carácter general pero con grado
inferior a la Ley (decretos, reglamentos), pretensión que en otros contextos bien pudo haber sido canalizada por un Contencioso
Administrativo. Con el proceso de Cumplimiento se busca que la Administración cumpla con aquellas obligaciones que la
constitución o la Ley le asignan en defensa de los derechos de los administrados. Aquí el punto de contacto con aquello que
puede ser visto por un proceso Contencioso Administrativo es a todas luces evidente.
Banca y Seguros y Administradoras Privadas de cierta flexibilidad las pretensiones que podían
Fondos de Pensiones), añadirá a la lista de entidades plantear las partes involucradas5.
referida en el párrafo anterior, a dos instituciones
más: el Tribunal Administrativo de CONASEV, y el Curiosamente entonces se tenía un Contencioso
Directorio o Comisión de Protección al Accionista Administrativo con serias limitaciones a su
Minoritario de esa institución. Eso es también lo reclamado carácter de plena jurisdicción frente
actualmente previsto en el segundo párrafo del a un escenario de retracción de las materias
artículo 11º del Texto Único Ordenado de la Ley. pasibles de ser vistas por amparo o por proceso de
cumplimiento, y lo más grave, sin el establecimiento
El razonamiento que impulsa esta distinción es de criterios claros para dar salida a la difícil
indudablemente interesante y atendible, pues situación existente en ese momento. Ante ello,
busca que situaciones ya conocidas por una se darán primero algunos pronunciamientos del
instancia colegiada a nivel administrativo sean Tribunal Constitucional, y luego, una importante
vistas también por una instancia colegiada modificación a la Ley del Proceso Contencioso
en el escenario jurisdiccional. Es más, es éste Administrativo. Ambas actuaciones supuestamente
precisamente el razonamiento seguido en otros tenían como una de sus motivaciones centrales
países, razonamiento que permitió justificar la la de esclarecer cuáles pretensiones debían ser
modificación introducida en su momento al texto atendidas en sede contencioso administrativa,
originalmente aprobado por el Congreso al y cuáles mediante procesos constitucionales.
respecto, texto mediante el cual se establecía que Sin embargo, y cómo se verá de inmediato,
la primera autoridad competente para conocer aquello desafortunadamente estuvo muy lejos de
todo Proceso Contencioso Administrativo era un materializarse.
juez o jueza de primer grado, sea especializado(a)
en lo Contencioso Administrativo, o en su defecto, III. La actuación delTribunal Constitucional
uno(a) mixto o civil. peruano y su incidencia sobre los
procesos contencioso-administrativos
Ello se hizo más notorio a la luz de lo que sucedió en nuestro país
con la entrada en vigencia del Código Procesal
Constitucional, gracias al cual muchas materias En nuestro país, y sobre todo luego de la caída
que antes eran vistas a través de procesos del fujimorismo, los entonces integrantes del
constitucionales de la libertad, ahora se canalizan Tribunal Constitucional Peruano, entendieron que
mediante el Proceso Contencioso Administrativo. debían apostar por posesionar a dicha entidad y
Aquello le añadió mayor dificultad al tema de la sus pronunciamientos sobre otros emitidos o por
determinación de la vía procesal a seguir para la emitirse por otras instituciones o funcionarios (as)
tutela de ciertos derechos, ante la falta de criterios públicos. Aquello por cierto se hizo muy claro en
establecidos al respecto. lo referido a sus relaciones frente a la judicatura
ordinaria nacional, sirviéndose el Tribunal para
Lo mismo se hacía patente cuando se tomaba ello en buena medida de un uso bastante intenso
en cuenta que la vía procedimental prevista de precedentes vinculantes.
como regla general para el trámite los Procesos
Contencioso Administrativos era la del proceso Así pues, y con la dación de una serie de
abreviado de conocimiento, siguiéndose solamente precedentes, el Tribunal Constitucional buscará
vía proceso sumarísimo de conocimiento los casos incidir en los términos de su relación con el Poder
que explícitamente estaban previstos en el artículo Judicial peruano, ya sea aumentando su margen
24º de la Ley Nº 275843; y además, la actividad de actuación revisora de lo incluido en diferentes
probatoria, de acuerdo al artículo 27º de la Ley resoluciones judiciales; o, lo que sin duda es más
Nº 27584, básicamente se circunscribía a la relevante para el tema desarrollado en el presente
3
Pauta reservada para casos vinculados al cese de cualquier actuación material que no se sustente en un acto administrativo
o relacionado con el orden dado a la Administración para que efectúe una determinada actuación, actuación a la cual la
Administración se encontrará obligada por mandato de la Ley o en virtud de acto administrativo firme.
4
Esa era la regla general prevista en el artículo 27º del texto original de la Ley Nº 27584, la cual solamente podía ser matizada si
el juez o jueza decidía de oficio ordenar la actuación de otras pruebas. El tratamiento procesal dado al tema probatorio contenía
además serias imprecisiones en materias como la de la carga de la prueba, explicados con mayor detalle en nuestro “Código
Procesal Constitucional, Proceso Contencioso Administrativo y Derecho del Administrado”. Lima: Palestra, p. 188 y ss.
5
Ver en este sentido nuestro “ Código Procesal…”.Ibid., p.195 y ss.
En el segundo, se busca determinar que omisiones Finalmente, en el caso “ Baylón”, y ante el debate
de la Administración pueden ser cuestionadas por sobre cuál sería una vía igualmente satisfactoria
un proceso de cumplimiento y cuáles mediante un al Amparo para canalizar la resolución de
Contencioso Administrativo. En el último de los controversias en materia laboral (aquellas que en
mencionados, se tenía la tarea de explicitar cuál ese momento, conjuntamente con las previsionales,
sería la vía igualmente satisfactoria a una demanda motivaban el grueso de los amparos iniciados
de amparo presentada en materias de tipo laboral. en el Perú), el Tribunal Constitucional peruano
establece cual sería en su opinión el medio
En estos tres procesos lo que los justiciables procesal a recurrir en los diferentes supuestos que
esperaban era la fijación de ciertos criterios para generan los distintos tipos de regímenes laborales
que luego, y ya en base a ellos, pueda, ya sea existentes en nuestro país, más no explica en base
el mismo Tribunal Constitucional o la judicatura a qué consideraciones hace esa asignación, y lo
ordinaria, resolver caso a caso lo que se pudiese que es más grave aún, no establece cuáles son
presentar. Sin embargo, no es ello exactamente lo los criterios que nos permiten sustentar cuándo
sucedido en estas tres situaciones, tema que aquí estamos ante una vía igualmente satisfactoria.
únicamente reseñaré por cuestiones de tiempo
y espacio, pero que si he trabajado con mayor Sin embargo, y en mérito a la lista que configura, el
detalle en otras ocasiones6. Tribunal Constitucional peruano hará en “Baylón”
lo mismo que en “Anicama” o “Villanueva”:
Así pues, en el caso “Anicama”, y luego de identificar devolverá a la judicatura ordinaria todas las causas
contenido constitucionalmente protegido con que tiene en trámite a las cuales considera no
6
Un último acercamiento a ese tema está plasmado en “Precedentes Constitucionales en el Perú: surgimiento, uso, evolución,
retos y riesgos. En: AAVV- “El Precedente Constitucional vinculante en el Perú.” Arequipa, Adrus, 2009, p.819.
7
En realidad aquí corresponde efectuar dos apreciaciones: la primera, dirigida a cuestionar la pertinencia de recurrir a posturas
como las denominadas “Teoría absoluta” y “Teoría institucional” del contenido esencial, básicamente por la dificultad y muy
relativa real utilidad en términos tuitivos que implicaría el fijar cuál es el núcleo al que circunscribe su margen protector, máxime
si estamos ante derechos de estructura compleja, o compuesta a su vez por un conjunto de otros derechos (como, por ejemplo,
es el caso del Debido Proceso).
En segundo término, es sin duda muy discutible buscar identificar una técnica destinada más bien a analizar caso a caso si
una situación en particular requiere la tutela urgente propia de un proceso constitucional (a lo que por cierto apunta el buscar
determinar el contenido constitucionalmente protegido de algún derecho) con una suerte de pauta o plantilla previamente
establecida que, independientemente de las buenas intenciones que puedan motivarla, impedirá en los hechos un necesario
análisis de muchísimos casos por el Tribunal Constitucional, salvo mejor parecer.
debieran seguirse mediante proceso de Amparo e peruano aprobó el Decreto Legislativo Nº 1067,
impondrá a los juzgadores y juzgadoras tramitarlas norma que introduce importantes modificaciones
RDA 11 - Contencioso Administrativo
8
Esa fue la preocupación central nuestro libro “Código Procesal Constitucional, Proceso Contencioso Administrativo y Derechos
del Administrado”. Op.Cit.
por mandato de la Ley o en virtud de acto Antes de dictar sentencia, las partes podrán
3. Las relativas a materia provisional en cuanto se Sala Segunda del Tribunal Constitucional, con
refieran al contenido esencial del derecho a la fecha once de mayo de 2009 (aunque notificada
RDA 11 - Contencioso Administrativo
Todo lo expuesto aparece sin duda como muy Allí pues, y más propiamente en el cuarto
interesante, pero se encontraba, por ejemplo, considerando de ese pronunciamiento, el Tribunal
enfrentado a otros parámetros ya establecidos Constitucional Peruano señalará que el Proceso
en materia previsional, poniendo con ello en una Especial previsto en la Ley Nº 27584 no puede ser
situación bastante difícil a los operadores jurídicos calificado como la vía igualmente satisfactoria para
vinculados con la solución de posteriores conflictos resolver la controversia planteada (controversia
que puedan surgir al respecto. en donde se busca la nulidad de un acuerdo
del Consejo Directivo de PROINVERSIÓN, que
Digo esto en mérito a que, de acuerdo con lo a su vez había declarado nulo un acuerdo del
señalado en el tercer inciso del artículo 26º del Comité de Saneamiento de esa misma institución
Texto Único Ordenado de la Ley, debe defenderse vinculado a la realización de un, si cabe el término,
mediante Proceso Contencioso Administrativo, y en “megaproyecto inmobiliario” en Collique, donde
la lógica de Proceso urgente, el contenido esencial estaba ubicado antes el Aeródromo de la ciudad
del derecho a la pensión. Aquello se aprobó sin de Lima), en mérito a que este proceso contencioso
tomar en cuenta que el Tribunal Constitucional especial
peruano ya había establecido en el caso “Manuel
Anicama”, e incluso con carácter de precedente “[…] a diferencia de la regulación actual del
vinculante, que el contenido esencial del derecho a proceso de amparo, incluye la participación
la pensión debe ser tutelado mediante un proceso del Ministerio Público, lo cual no asegura
constitucional de amparo. que dicho proceso sea verdaderamente
una manifestación de la tutela de urgencia
Ello lamentablemente causó grandes dificultades (sumarización del proceso)”.
a la judicatura ordinaria y a los litigantes, frente
a la duda de qué medio procesal corresponde Luego de ello la sentencia sigue por otros derroteros,
aplicar a los múltiples casos que se generan sobre algunos de ellos bastante discutibles. Sin embargo,
el particular. El Tribunal Constitucional peruano y en lo que más directamente atañe al presente
buscará entonces darle una salida a esta situación, trabajo, tiene el mérito de ser el caso donde por
aplicando para ello unas pautas del razonamiento primera vez el Tribunal Constitucional esboza un
cuya pertinencia evaluaré a continuación. criterio para definir cuándo correspondería recurrir
a un Proceso Contencioso Administrativo y cuándo
Ante este actual estado de cosas, el Tribunal a un amparo: la necesidad de tutela urgente. En
Constitucional peruano, aún cuando sigue sin esa línea de pensamiento, un proceso cuyo trámite
haber emitido un pronunciamiento donde explique tiene previsto una participación del Ministerio
con mayor detalle cuáles son los criterios a Público, como es el caso del Proceso Contencioso
emplear para determinar si nos encontramos ante Administrativo especial, no podría ser considerado
una vía igualmente satisfactoria, ha comenzado una vía igualmente satisfactoria al amparo.
a especificar qué medios ordinarios, según
su parecer, constituirían o no vía igualmente Esto es sin duda un avance, pero por cierto bastante
satisfactoria a procesos constitucionales como el incompleto. Es más, múltiples observaciones
proceso de Amparo. Entre todos ellos, tiene para podrían plantearse al respecto. Aquí me limitaré
nuestro tema especial relevancia la formulada a resaltar dos. En primer término, si bien es justo
en relación con el expediente Nº 01387-2009- reconocer que aquí por primera vez se explicita
PA/TC, proceso de amparo mediante el cual la un criterio a tomar en cuenta (necesidad de tutela
dos tipos de audiencias: una, donde, entre otros Y junto a lo ya reseñado, también se hace
factores, se ve lo referido al saneamiento del necesario tener presente, sobre todo si aquí se
RDA 11 - Contencioso Administrativo
9
Mi crítica al tratamiento inicialmente otorgado al tema probatorio en el proceso Contencioso Administrativo peruano se
encuentra recogida, entre otros textos, en “Código Procesal Constitucional, Proceso Contencioso Administrativo y Derechos del
Administrado”. Op. Cit. Yendo entonces ya a hablar de incluir mejoras en el ámbito de lo cautelar, bien convendrías contemplar
un escenario en el cual sea fácil factible recurrir a un amplio elenco cautelar, el que incluso incorpore a medidas anticipadas o
innovativas. De otro lado, y frente al cuestionamiento hoy cada vez más generalizado al carácter inaudita pars reconocido a estas
medidas, bien podría habilitarse a los jueces(zas) a, una vez recibida la solicitud cautelar, poder tomas medidas previsionales que
aseguren la efectividad de la medida cautelar solicitada. Ello por solamente mostrar algunos ejemplos al respecto.
El juez constitucional
BARDELLI LARTIRIGOYEN. Juan Bautista. “El juez constitucional”. [En
Internet]. Consulta: 25/11/20. Enlace en:
https://www.corteidh.or.cr/tablas/r23482.pdf. Pág. 15 - 24.
Juan Bautista Bardelli Lartirigoyen (Perú)*
El juez constitucional
* Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Doctor Honoris Causa por la Uni-
versidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle; por la Universidad Nacional de la Amazonia
Peruana; por la Universidad Privada San Juan Bautista de Lima. Catedrático en la Universidad San
Martín de Porres, Inca Garcilaso de la Vega, así como de la Academia de Práctica Forense del Ilustre
Colegio de Abogados de Lima. Profesor Honorario de las Universidades Nacional de San Agustín de
Arequipa y Privada San Pedro de Chimbote. Miembro de la Federación Internacional de Abogados
(FIA). Magistrado del Tribunal Constitucional. Conferencista Internacional. Ex presidente del Tribunal
Agrario. Ha ocupado importantes cargos públicos y privados, como director municipal de Desarrollo
Urbano de la Municipalidad Metropolitana de Lima. ‹jbbardelli@gmail.com›
1 Persona que constituye una categoría dentro de la carrera judicial, actúa con desinterés obje-
tividad, independencia e imparcialidad, está sometida al imperio de la Ley y al Derecho (Diccionario
Jurídico Espasa, 2001, p. 867).
2 Constitución Política del Perú. Aprobada por el Congreso Constituyente Democrático y rati-
ficada por el referéndum del 31 de octubre de 1993.
3 Código Procesal Constitucional, ley n.o 28237.
16 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2008
Conviene precisar que, si bien el término juez se utiliza para designar a aquel a
quien la ley confiere la potestad de administrar justicia —por encargo de la sociedad
y el Estado—, no es lo mismo un juez ordinario que un juez constitucional.
2. Funciones
Distingue a un juez constitucional de uno ordinario que el primero tiene la mi-
sión clara y concreta de fallar en relación con la validez general de la norma respecto
a la Constitución, asegurando, ante todo y sobre todo, la supremacía de la Carta
Fundamental, mientras que el segundo falla en los casos particulares de la aplicación
de la ley. El juez constitucional decide los casos puestos a su consideración con la
Constitución y desde ella, utilizando los códigos, leyes, reglamentaciones y demás
normas solo con carácter subsidiario y en la medida en que respeten el fondo y la
forma constitucional, mientras que el ordinario, a contrario sensu, utiliza primero las
leyes ordinarias y a posteriori las compatibiliza con la Constitución.
Las sentencias que provienen del juez ordinario se limitan a los efectos que tie-
nen lugar entre las partes que promovieron el litigio; no repercuten en el resto de la
colectividad. La valoración, la motivación y la decisión que efectúan se dan en torno
JUAN BAUTISTA BARDELLI LARTIRIGOYEN - EL JUEZ CONSTITUCIONAL 17
sociales exijan lo contrario. Por ello, más que otros jueces, el juez constitucional no
puede perder de vista las consecuencias de su sentencia; debe vislumbrar los efectos
que ella tendrá no solo en el contexto jurídico, sino también en lo político, económi-
co y social, pues el mínimo error en contravención con el orden constitucional puede
resquebrajar todo el statu quo imperante en determinada sociedad.
La tarea del juez en el contexto moderno es, como ya se dijo, interpretar las
normas y crear derecho. Ya no es la de aplicar automáticamente las disposiciones
legales y pronunciar textualmente la palabra de la ley. Ahora su función se extiende
a desentrañar y comprender el sentido de la norma para ajustarla a los fines del de-
recho y hacerlo siempre dinámico, posibilitando su eficacia aun en los momentos en
que la ley parezca no responder a las exigencias de la realidad.
Consciente de ello, el Código Procesal Constitucional ha investido a sus opera-
dores de las facultades para que, dentro de un margen de libertad, puedan interpretar
con mayor precisión las disposiciones constitucionales para luego materializarlas en
el momento de su aplicación, admitiendo que es el mejor conocedor de las normas
constitucionales y confiando en su disposición para ser su más fiel defensor.
La interpretación de la Constitución adquiere especial importancia, pues a tra-
vés de ella se busca dar un sentido a las normas fundamentales que organizan la
convivencia política del país. En consecuencia, se puede a firmar que la Constitución
es una norma jurídica.6 Además, dada su peculiar característica de norma suprema,
de su interpretación depende la vigencia de las demás normas.
En tal sentido, la interpretación constitucional ha de orientarse a mantener la
seguridad jurídica y la vigencia del Estado de derecho, pues las normas constitucio-
nales conforman la base del resto del ordenamiento jurídico. Por una determinada
interpretación de la Constitución pueden ser expulsadas del sistema jurídico de un
país algunas leyes, debido precisamente a la imposibilidad de interpretarlas confor-
me a los preceptos constitucionales, lo cual puede originar, asimismo, la inconstitu-
asignado a cada uno de los órganos constitucionales, de modo tal que el equilibrio inherente al Estado
constitucional, como presupuesto del respeto de los derechos fundamentales, se encuentre plenamente
garantizado.
d) El principio de función integradora. El producto de la interpretación solo podrá ser con-
siderado como válido en la medida en que contribuya a integrar, pacificar y ordenar las relaciones de
los poderes públicos entre sí y las de estos con la sociedad.
e) El principio de fuerza normativa de la Constitución. La interpretación constitucional
debe orientarse a relevar y respetar la naturaleza de la Constitución como norma jurídica, vinculante in
toto y no solo parcialmente. Esta vinculación alcanza a todo poder público (incluyendo, desde luego, a
este Tribunal) y a la sociedad en su conjunto.
6 Expediente 0042-2004-AI. La Constitución no es un mero documento político; implica que el
ordenamiento jurídico nace y se fundamenta en la Constitución y no en la Ley. En ese sentido, el prin-
cipio de fuerza normativa de la Constitución quiere decir que los operadores del derecho y, en general,
todos los llamados a aplicar el derecho —incluso la administración pública— deben considerar a la
Constitución como premisa y fundamento de sus decisiones.
20 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2008
cionalidad de otras normas que se encuentren en conexión con tales leyes.7 Solo el
Tribunal Constitucional puede declarar lo inconstitucional en ultima ratio.
Por otro lado, la interpretación constitucional exige una particular sensibilidad
e identificación con los valores y principios que sirven de fuente para el contenido
de la ley fundamental y que a su vez inspiran al resto del ordenamiento jurídico en
su conjunto, por lo que no pueden seguir las mismas reglas que las que se utilizan
para las normas ordinarias, no tanto por razones de jerarquía normativa, sino por la
trascendencia y los alcances de sus preceptos sustantivos.
El juez constitucional debe entender en primer lugar la esencia de la Constitu-
ción, identificarse con ella, comprender la orientación de sus disposiciones y tener
en consideración las condiciones sociales, económicas y políticas existentes en el
momento en que tenga que desentrañar el sentido mismo de los preceptos constitu-
cionales, antes que hacer de ella una abstracción lógica formal.
Los criterios o principios que deben orientar la función interpretativa del juzga-
dor constitucional pueden sustentarse en los siguientes:
Por su parte, Linares Quintana ha establecido una serie de reglas peculiares que
deben servir de orientación para la interpretación de las disposiciones constituciona-
les, entre las cuales merecen descartarse: que en tal interpretación debe prevalecer
el contenido teleológico y finalista; que debe utilizarse un criterio amplio, liberal
y práctico; que debe considerarse la Ley Suprema como un conjunto armónico de
disposiciones y de principios; que deben tomarse en cuenta no solo las condiciones y
necesidades existentes en el momento de la sanción, sino también las imperantes en
la época de la aplicación, etcétera.
Franco Pierandrei considera que el juez constitucional tiene que realizar una
doble interpretación normativa,8 puesto que por un lado debe interpretar la disposi-
ción legal ordinaria que se tacha de contraria a la Carta Fundamental, y por otro debe
desentrañar el alcance y la proyección del precepto constitucional. Esto evidente-
mente ratifica que la actividad de tal juez posee aspectos peculiares con respecto a la
del ordinario, tanto en relación con su conciencia valorativa como con respecto a la
estructura lógica y sistemática con que tiene que resolver.
De este modo, los principios cumplen una doble función: corrigen las deficien-
cias o llenan las lagunas del derecho, e informan y orientan la labor hermenéutica del
operador intérprete, ofreciendo y fundamentando las razones para decidir.
El Código Procesal Constitucional ha recogido principios procesales que, aun-
que no son todos los que reconoce la doctrina, orientan y sirven para optimizar la
función del juez constitucional en procura de la eficaz consecución de los fines pro-
pios de los procesos constitucionales.
El principio que advertimos en el contenido del Código es el de dirección judicial
del proceso. Este incorpora la presencia de un juez dinámico y protagonista del pro-
ceso para la defensa de la primacía constitucional y los derechos fundamentales, con
facultades para administrar y conducir el proceso hasta la consecución de sus fines.
El juez constitucional no puede ser un agente con actitud pasiva (una especie
de convidado de piedra) que se limite a protocolizar o legitimar la actividad de las
partes y entender exclusivamente lo que ellas le presentan, sino un personaje que
tome iniciativas y decisiones encaminadas a establecer el orden constitucional que
va más allá de los intereses individuales de las partes. Esto es lo que procura imponer
el Código con la incorporación del principio de dirección judicial del proceso.
En virtud de este principio, el juez puede adecuar el trámite de los procesos
constitucionales para que estos sean idóneos, rápidos y eficaces, a fin de que puedan
cumplir con sus fines trascendentales, así como disponer —en cualquier estado— las
medidas necesarias para hacer efectivos los fines del proceso y evitar consecuencias
en contravención de ellos, o cualquiera otra actuación que considere necesaria para
el normal desarrollo del proceso.
El impulso de oficio, que podríamos advertir como un principio implícito, es
consecuencia del anterior.
Otro principio que precisa el Código es el de gratuidad en la actuación del de-
mandante. Está dado para garantizar al agraviado una tutela más efectiva de sus dere-
chos, toda vez que su posición frente al agresor lo coloca en desventaja en la relación
jurídica, y sería de algún modo injusto obligar a quien ya se ve perjudicado por un
abuso de poder a sufragar un monto dinerario para la defensa o el restablecimiento de
sus derechos, más aún si se trata de una persona de escasos recursos económicos.
Otro principio que tuvo a bien incorporar el Código y que sirve como pauta
orientadora para el desempeño de la función judicial es el de economía procesal.
Dentro del proceso constitucional, debemos entender este principio como el esfuerzo
para tutelar lo más pronto posible los valores o bienes superiores que están siendo
amenazados, para lo que el juzgador debe utilizar solo aquellas formalidades real-
mente necesarias para el proceso y rechazar aquellas otras que no sirvan para la ob-
tención de sus propósitos. Esto responde a la naturaleza de tutela urgente que tienen
los procesos constitucionales.
El principio de inmediación, por su parte, faculta al juez para que se ponga en
el mayor contacto y relación posible con las partes y las cosas intervinientes en el
proceso, a efecto que pueda contar con todos los elementos de juicio en el momento
de interpretar o elaborar el derecho constitucional. Por otro lado, atendiendo a la
pluriculturalidad de la sociedad peruana y a la desigualdad en que pueden encontrar-
se las partes, el Código ha recogido también el principio de socialización, a fin de
que el juzgador pueda tomar las medidas necesarias que posibiliten o enerven tales
desventajas y contribuyan a equilibrar la relación procesal.
El principio de socialización no solo conduce al juez —director del proceso—
por el sendero que hace más asequible la oportunidad de expedir una decisión justa,
sino que lo faculta para impedir que la desigualdad en que las partes concurren al
proceso sea un factor determinante para que los actos procesales o la decisión final
tengan una orientación que repugne al valor de justicia. La socialización del proceso
nos apresta a precisar que todos debemos ser iguales en el desenvolvimiento del
proceso.9
9 Articulo III del Titulo preliminar, Código Procesal Constitucional, ley n.o 28237.
JUAN BAUTISTA BARDELLI LARTIRIGOYEN - EL JUEZ CONSTITUCIONAL 23
de la interpretación solo podrá ser considerado como valido en la medida en que contribuya a integrar,
pacificar y ordenar las relaciones de los poderes públicos entre sí y las de estos con la sociedad.
24 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2008
Reflexiones y conclusión
En un contexto en el que se viene consolidando la democracia, se exige más que
nunca la actuación de un juez constitucional independiente y soberano en sus facul-
tades, que haga respetar los derechos en la puja constante que existe en el marco de
los conflictos sociales, que procure el restablecimiento y el mantenimiento del orden
constitucional por encima de toda presión gubernamental o del poder político.
El perfil que se demanda en el juez constitucional presupone especial capacidad
de determinación y vocación exclusiva para ser guardián máximo de la Carta Funda-
mental, de los principios y valores que inspiran su proclamación y vigencia. Con tal
fin, debe prepararse con esmero y dedicación, porque del desempeño de su función
dependerá el éxito o el fracaso del statu quo constitucional.
Desde aquí mi sincera invocación para que se instaure en el Poder Judicial
una magistratura constitucional especializada, como existe en materia civil, penal,
comercial, laboral y de familia, ya que ello va a permitir contar con el Poder Judicial
que merecemos y no con el que podemos.
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
En el Perú, no basta con ganar los procesos judiciales, también debe lograrse la
ejecución de las sentencias. El problema es que los funcionarios públicos no
sienten la obligación de darles cumplimiento cuando estas han adquirido
firmeza, a pesar de lo establecido por el artículo 59 del Código Procesal
Constitucional, que precisa lo siguiente: “En todo caso, el Juez […]mantendrá su
competencia hasta que esté completamente restablecido el derecho”.
1. Consideración previa
En tal sentido, la sentencia no es la etapa final del proceso, pues los jueces
deben realizar todos los esfuerzos para lograr la ejecución de sus sentencias.
Sin embargo, no pueden hacerlo solos, especialmente en casos sensibles donde
enfrentan poderes políticos o económicos. Requieren también de los propios
demandantes y sus abogados; para quienes, es importante mantenerse alertas
y movilizarse para exigir cuando sea necesario hasta lograr el total
cumplimiento de las sentencias que amparan sus derechos.
[2] FERNÁNDEZ PACHECO MARTÍNEZ, Teresa (1994). Op. cit., p. 26. Véase la
sentencia del TC español 219/1994, citada por esta autora
[3] Loc. cit., p. 26. Esta autora cita las sentencias del TC español 125/1987 y
215/1988
[4] Loc. cit., p. 26. Esta autora cita la sentencia TC español 153/1992.
I. Introducción
va, Tucumán, Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, UNSTA, 1981, p. 44.
473
2 Jesús González Pérez define a este derecho de la siguiente manera: “El derecho a la
tutela jurisdiccional es el derecho de toda persona a que se le ‘haga justicia’, a que cuando
pretenda algo de otra, esta pretensión sea atendida por un órgano jurisdiccional, a través de
un proceso con unas garantías mínimas”.
González Pérez, Jesús, El derecho a la tutela jurisdiccional, 3a. ed., Madrid, Civitas, 2001, p. 33.
3 Pérez Royo, Javier, Curso de derecho constitucional, 8a. ed., Madrid, Marcial Pons, 2002,
p. 489.
4 González Pérez, Jesús, op. cit., p. 53.
5 Ibidem,
p. 23.
6 Ramírez Arcila, Carlos, Fundamentos procesales y pretensiones contencioso-administrativas, Bo-
gotá, Temis, 1983, p. 91.
7 Gerhard Robbers destaca que el Estado de derecho también tiene vinculaciones con
la ética, que constituye la doctrina del bien en los actos humanos o el conocimiento sistemá-
tico de la moral. No se trata de que el Estado de derecho se base en una ética específica o
postule una moralidad concreta —pues el Estado de derecho es un orden de la tolerancia y
el pluralismo— sino en la consecuencia jurídica de un cúmulo de legitimaciones de las cuales
ha contribuido las diferentes corrientes sobre la ética. Así, ideas como la paz, la responsabi-
lidad, los deberes ciudadanos, el reconocimiento del otro como persona o prójimo son claros
ejemplos de mandatos éticos de aceptación común.
Gerhard Robbers, “El Estado de derecho y sus bases éticas”, en Thesing, Josef (comp.), Es-
tado de derecho y democracia, Buenos Aires, Konrad Adenauer Stiftung, Ciedla, 1999, pp. 37-41.
8 Tobar Donoso, Julio, Elementos de ciencia política, 4a. ed., Quito, Ediciones de la Pontifi-
cia Universidad Católica del Ecuador, 1981, pp. 300 y 301.
3. Responsabilidad pública
1. El derecho mexicano
Bogotá, Fundación de Derecho Administrativo, Biblioteca Jurídica Dike, 1998, pp. XVII-23.
12 Cervantes Montenegro, Joaquín, “El cumplimiento de las sentencias que emite el
Tribunal Fiscal de la Federación”, Revista del Tribunal Fiscal de la Federación, México, 1988,
p. 122.
Los juicios serán en todo caso de nulidad; normalmente simples juicios decla-
rativos (casos de oposición y de instancias de la Secretaría de Hacienda). En
otros, llevarán implícita la posibilidad de una condena (negativa de devolu-
ción). Pero, y esto conviene aclararlo, el Tribunal no está dotado de competencia para
pronunciar mandamientos dirigidos a obtener la ejecución de sus fallos. La negativa de los
agentes del fisco a obedecer las disposiciones del Tribunal deberá de combatirse, como la de
cualquiera otra autoridad obstinada en no hacer lo que legalmente está obligada a realizar,
mediante el amparo, en el que, como es obvio, ya no se discutirán las cuestiones que fueron
resueltas en el juicio administrativo, sino únicamente la posibilidad material o jurídica de la
ejecución. La ley se ha limitado a fijar —en garantía del opositor— que entre
tanto no se cumpla, siga en vigor la suspensión del procedimiento de ejecu-
ción (lo resaltado es del autor).14
nal Fiscal de la Federación realiza funciones jurisdiccionales y actúa dentro del cauce de un
proceso. Por ello, la Ley precisa que se llama “juicio” y no “recurso” a la instancia que se
sigue ante el Tribunal.
14 Tribunal Fiscal de la Federación, “Ley de Justicia Fiscal”, Revista del Tribunal Fiscal de
Treviño Garza, Adolfo, Tratado de derecho contencioso-administrativo, 3a. ed., México, Porrúa,
2004, p. 142.
15 Margáin Manatou, Emilio, op. cit., p. 393.
16 Cortina Gutiérrez, Alfonso, ciclo de conferencias “Ciencia Financiera y Derecho Tri-
17 Iturbe
Rivas, Arturo, Elementos de derecho procesal administrativo, México, Porrúa, 2004, p.
202. Al respecto, resultan preocupantes las afirmaciones de Margáin Manatou (op. cit., p. 8),
quien en su momento advirtió: precisamente porque el Tribunal no es de plena jurisdicción
buen número de contribuyentes, que han obtenido sentencias favorables, han aceptado que
la autoridad la viole antes de enfrascarse en un nuevo juicio y ante Tribunal distinto para
obtener su cumplimiento.
B. Situación actual
18 Según señala Iturbe Rivas, la declaratoria de nulidad para efectos comporta una sen-
tencia de condena, pues obliga a la autoridad administrativa demandada a hacer algo, esto
es, dictar una nueva resolución administrativa o reponer el procedimiento, según el caso, lo
cual sucede, respectivamente, cuando es la propia resolución impugnada la que adolece de
vicios de forma, o cuando la ilegalidad se cometió durante el desarrollo del procedimiento
que culminó con el acto impugnado.
La declaratoria de nulidad para efectos observa, como es evidente, un vicio de nulidad re-
lativa, es decir, de aquellos que no comportan una violación a requisitos esenciales de validez.
La declaratoria de nulidad lisa y llana se traduce en la resolución jurisdiccional que de-
termina que el acto impugnado no produce efecto legal alguno, sin que se imponga a la
autoridad administrativa demandada, en principio, una obligación específica.
Iturbe Rivas, Arturo, op. cit., pp. 190 y 193.
cia de anulación —esto es, aquella que establece que el acto administrativo
impugnado viola severamente el ordenamiento— deberá arbitrar todas las
medidas de reparación que sean necesarias para restablecer el orden jurídico
violado. Como dispone el literal c) de la fracción V del artículo 52, “… cesa-
rán los efectos de los actos de ejecución que afectan al demandante, inclusi-
ve el primer acto de aplicación que hubiese impugnado”, razón por la cual
coincidimos con González Pérez y Vázquez Alfaro en el sentido de que una
vez anulado el acto, “…el demandante podrá, en ejecución de la sentencia,
pedir que se hagan desaparecer las situaciones creadas por el acto anulado
que las legitimaba (v. gr., si se anuló una licencia de edificación, la demo-
lición de ésta)”.19 Tal sería no únicamente una consecuencia directa de la
sentencia, sino concomitantemente un resultado de constatar el vicio de nu-
lidad que afecta al acto y de determinar su invalidez absoluta con motivo de
una grave transgresión al derecho. Si la desaparición de dichas situaciones
jurídicas no es posible, procedería la indemnización de daños y perjuicios.
El artículo 58 de la LJCA prevé que, de oficio o a petición de parte,
una vez transcurridos los plazos legales previstos para el cumplimiento de la
sentencia, el Tribunal pueda asegurar el acatamiento de ésta. Se exceptúan
las sentencias que hayan señalado efectos, cuando la resolución impugnada
derive de un procedimiento oficioso, es decir, aquel que no ha sido iniciado
por el particular. Esto se debe a que, tratándose de facultades oficiosas, la
autoridad conserva el derecho de iniciar el procedimiento si lo considera
pertinente.
En síntesis, las facultades que otorga la LJCA al Tribunal para asegurar
el cumplimiento de las sentencias son las siguientes:
2. El derecho ecuatoriano
Artículo 440. Si el juicio hubiere versado sobre la entrega de una especie o cuerpo cierto,
el ejecutado será compelido a la entrega, y el alguacil, de ser necesario, con el auxilio de la
Fuerza Pública, lo entregará al acreedor. Si la obligación fuere de hacer, y el hecho pudiere
realizarse, el juez dispondrá que se realice por cuenta del deudor. Si la especie o cuerpo cierto
no pudiere ser entregado al acreedor, o no se obtuviere la realización del hecho, el juez deter-
minará la indemnización que deba pagarse por el incumplimiento y dispondrá el respectivo
cobro, por el procedimiento de apremio real.
Si el hecho consistiere en el otorgamiento y suscripción de un instrumento, lo hará el juez
en representación del que deba realizarlo. Se dejará constancia en acta, suscrita por el juez, el
beneficiario y el secretario, en el respectivo juicio.
24 En el proceso número 2316 propuesto por un contratista en contra del Ministerio
25 Según las definiciones del artículo 604 del Código Civil, los bienes nacionales de uso
público son aquellos “cuyo dominio pertenece a la Nación toda” y cuyo uso corresponde a
todos los habitantes, como las playas, las calles, etcétera.
26 Escola, Héctor, El interés público como fundamento del derecho administrativo, Buenos Aires,
acepciones: “Proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de
una ciencia”; “Doctrina de Dios revelada por Jesucristo a los hombres y testificada por la
Iglesia”, y “Fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión”.
Por su parte, la palabra fantasía, según las pertinentes acepciones que presenta el Diccionario
antes citado, es “Facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas
pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de idealizar las reales”, y
“Ficción, cuento, novela o pensamiento elevado e ingenioso”.
del hombre: así Dios, la naturaleza, los seres humanos y sus relaciones, los acontecimientos
de la historia… Una cosa es ‘construida’ cuando es fabricada o producida por el hombre: una
casa, un poema, un razonamiento, el Estado belga o el francés”. Dabin, Jean, Teoría general del
derecho, trad. de Francisco Javier Osset, Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado, 1955,
pp. 149 y 150.
29 Ibidem, p. 151.
nes del Estado, sus organismos y dependencias y los funcionarios públicos no podrán ejercer
otras atribuciones que las consignadas en la Constitución y en la ley, y tendrán el deber de coor-
dinar sus acciones para la consecución del bien común” (lo resaltado es del autor).
31 La expresión “división o separación de poderes” es equívoca, si por tal se llega a en-
tender una suerte de fractura del poder público o un aislamiento absoluto de los órganos que
ejercen las funciones constitucionales. La Revolución francesa, por diversas razones ideoló-
gicas y políticas, planteó una rígida división entre los órganos que ejercen el poder público.
Para la consecución de sus ideales, se requería un Ejecutivo fuerte, con un espacio propio, e
inmune al Poder Judicial. Se propugna así una tajante separación entre dichos “poderes”, y se
deduce un fundamental principio: juger l’Administration c’est encore administrer (juzgar a la admi-
nistración es lo mismo que administrar). Según la Ley de la Asamblea Constituyente del 16 de
agosto de 1796, a los jueces les estaba vedado interferir (troubler) de cualquier manera que sea
en la labor administrativa y, de igual modo, les estaba prohibido citar ante ellos a los funcio-
narios administrativos por razón de sus funciones (Les fonctions judiciaires sont et demeurent toujour
séparees des fonctions administratives. Les juges ne pourront, a peine fortaiture troubler de quelque manière
que ce soit, les opérations des corps administratifs, ni citer devant eux les administrateurs pour raison de leur
fonctions). Cfr. Soriano García, José Eugenio, Los fundamentos históricos del derecho administrativo en
octubre de 1988, el incumplimiento de las sentencias dictadas por los jueces administrativos
comporta un atentado contra la democracia y el Estado de derecho:
Tout défaut d´exécution, tout retard mis á la exécution, tout exécution incomplète ou
incorrecte, par une collectivité publique, d´une décision de la justice administrative sont
des offenses à l´Etat de droit. Minant l´autorité du juge, ils peuvent conduire les citoyens à
désespérer de la justice.
République Française, Journal Officiel, http://www.legifrance.gouv.fr/jopdf/common/jo_pdf.jsp?n
umJO=0&dateJO=19881015&numTexte=&pageDebut=13008&pageFin=.
34 Escola, Héctor, El interés público como fundamento del derecho administrativo, Buenos Aires,
General del Estado, “...en 2003, las autoridades públicas han perjudicado al Estado, con
acciones delictivas (indicios de responsabilidad penal) y acciones cuasidelictivas (estableci-
miento de responsabilidades civiles), en 232 millones 661 mil dólares americanos y en 45
billones 627 mil millones de sucres, equivalentes a 17 millones 825 mil dólares americanos.
O sea un total, entre delitos y cuasidelitos, de 250 millones 486 mil dólares americanos de fondos
públicos”.
Hidalgo López, Luis, “Autoridades públicas delincuentes y cuasidelincuentes”, http://
www.lexis.com.ec/lexis/novedadesDescargas/Cartas/2004/Autoridades%20Publicas%20Delincuen-
tes%20y%20Cuasidelincuentes.htm. Véase también, República del Ecuador, Contraloría Gene-
ral del Estado, Informe a la Nación del año 2003, http://www.contraloria.gov.ec/inf_nacion2003/
inf_apr_resumen.pdf.
V. A manera de conclusión
Tal vez el principal dogma y fantasía que limita los poderes de ejecución
del juez de lo contencioso-administrativo se representa en la memorística
invocación de la “razón de Estado”, o de la nebulosa idea del “interés gene-
ral”, que muchos repiten rutinariamente sin saber en qué consiste o en dónde
está. Se trata de ideas demasiado favorables al autoritarismo, que conjugan
el error de concepción con el nefasto criterio, tan cacareado por la autori-
dad, de que el interés del ciudadano, o mejor dicho, su derecho debe ceder
ante dicho “interés”, o ante lo que se entiende por tal. La verdad es que esa
idea de “interés general”, propia de tiempos en que la democracia auténti-
ca y completa era aspiración, contrasta en forma directa con una depurada
noción del Estado y de su fin. En efecto, aquella nebulosa idea de “interés
general”, que nadie sabe en qué consiste o dónde está, y que para desgracia
de la democracia está definida unilateral y monopólicamente por la autoridad
—incluso con criterios de favoritismo u oportunismo político— ahora tiene
en el pensamiento constitucional un referente preciso y fácilmente identifica-
ble: el bien común constituido por el derecho del ciudadano, por el anhelo
de su bienestar integral como persona, por sus derechos fundamentales.36
El logro de un interés general con rostro humano pugna con el mal
entendido “principio de prevalencia de intereses”, ya que esta idea pasa
por alto que la persona es causa material y eficiente de la sociedad política,
y por consiguiente, que el bien común, el verdadero interés general, es en
esencia la vida buena de las personas, y no a ultranza el bien del aparato
estatal, que simplemente resulta un medio frente a las exigencias impuestas
por la dignidad y la naturaleza humana.
Exigir que la administración pública cumpla con la sentencia que le es
adversa, actualiza una vez más la acertada máxima de Tomás-Ramón Fer-
36 LaConstitución ecuatoriana, en efecto, dispone: “Artículo 16. El más alto deber del
Estado consiste en respetar y hacer respetar los derechos humanos que garantiza esta Cons-
titución”.
“Porque, ¡nótese bien!, exigir a la administración que dé cuenta de sus actos, que expli-
que con claridad las razones que la mueven a elegir una solución en lugar de otra u otras y
confrontar con la realidad la consistencia de esas razones es algo que no sólo interesa al jus-
ticiable, sino que importa decisivamente a la comunidad entera. Juzgar a la administración
es, ciertamente una garantía, y una garantía esencial en un Estado de derecho, que sin ella
no podría siquiera merecer tal nombre, razón por la cual la Constitución no sólo la otorga
a todos sin excepción alguna, ni personal, ni objetiva (“sin que en ningún caso, pueda pro-
ducirse indefensión”: artículo 24.1), sino que la asegura a ultranza en todo caso poniendo
a su servicio, incluso el amparo constitucional. Pero juzgar a la administración es también
algo distinto y algo más que eso: juzgar a la administración contribuye a administrar mejor, porque al
exigir una justificación cumplida de las soluciones en cada caso exigidas por la administra-
ción obliga a ésta a analizar con más cuidado las distintas alternativas disponibles, a valorar
de forma más serena y objetiva las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas y a pesar
y medir mejor sus respectivas consecuencias y efectos, previniendo a las autoridades de los
peligros de la improvisación, de la torpeza, del voluntarismo, del amor propio de sus agentes,
del arbitrismo y de otros riesgos menos disculpables aun que éstos y no por ello infrecuentes
en nuestra realidad cotidiana de ayer y de hoy”.
Fernández, Tomás-Ramón, De la arbitrariedad de la administración, Madrid, Civitas, 1994,
p. 132.
http://dx.doi.org/10.18543/ed-66(2)-2018pp347-372
Recibido: 30.10.2018
Aceptado: 21.11.2018
Resumen
En este trabajo se estudia la delimitación que realiza el Tribunal Constitucional
en su jurisprudencia del derecho a la tutela judicial efectiva, en su vertiente de dere-
cho a la ejecución. Se examina así el alcance constitucional del derecho de la ejecu-
ción de la sentencia en sus propios términos, y el de su precedente lógico, el derecho
a la invariabilidad de las resoluciones judiciales firmes.
Palabras clave
Tutela judicial efectiva; Derecho a la ejecución; Invariabilidad de las resoluciones;
Cosa juzgada; Ejecución sustitutoria.
*
Cómo citar / Citation ‘Chicago-Deusto’ (Autor-fecha / Author-date / Lista de refe-
rencias / Reference list entries): Cubillo López, Ignacio José. 2018. «El derecho a la tute-
la judicial efectiva y el derecho a la ejecución en la jurisprudencia constitucional». Estu-
dios de Deusto 66, n.º 2: 347-372. http://dx.doi.org/10.18543/ed-66(2)-2018pp347-372.
Proyecto de Investigación «Administración pública y derechos fundamentales: nue-
vas perspectivas», DER2015-67695-C2-2-P (MINECO/FEDER).
Estudios de Deusto
© Universidad de Deusto • ISSN 0423-4847 • ISSN-e 2386-9062, Vol. 66/2, julio-diciembre 2018, págs. 347-372
1 http://www.revista-estudios.deusto.es/ 347
El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
Abstract
This paper studies the delimitation that the Constitutional Court makes in its
jurisprudence of the right to effective judicial protection, in its aspect of right to exe-
cution. This examines the constitutional scope of the right to enforce the judgment on
its own terms, and that of its logical precedent, the right to the invariability of final
judicial decisions.
Keywords
Effective judicial protection; Right to execution; Invariability of resolutions;
Juged thing; Substitute execution.
Estudios de Deusto
© Universidad de Deusto • ISSN 0423-4847 • ISSN-e 2386-9062, Vol. 66/2, julio-diciembre 2018, págs. 347-372
348 http://dx.doi.org/10.18543/ed-66(2)-2018pp347-372 • http://www.revista-estudios.deusto.es/ 2
El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
Estudios de Deusto
© Universidad de Deusto • ISSN 0423-4847 • ISSN-e 2386-9062, Vol. 66/2, julio-diciembre 2018, págs. 347-372
3 http://dx.doi.org/10.18543/ed-66(2)-2018pp347-372 • http://www.revista-estudios.deusto.es/ 349
El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
1
Para De la Oliva Santos (con Díez-Picazo Giménez y Vegas Torres, J., en Curso de
Derecho Procesal Civil I. Parte General, Editorial Universitaria Ramón Areces, Madrid,
3ª ed., 2016, p. 137): «Se entiende por justiciable todo sujeto jurídico en cuanto puede en-
trar en relación con la Jurisdicción o Administración de Justicia o en cuanto, de modo ac-
tual, es protagonista principal del proceso». Y este autor se refiere al contenido complejo
del derecho a la tutela judicial efectiva señalando que «el tan repetido derecho fundamental
sirve de rótulo general para un conjunto de derechos subjetivos, elevados ex Constitutione
a un rango superior, el de derechos fundamentales», enumerando y glosando a continua-
ción los derechos fundamentales que se entienden ahí incluidos (ob. cit., pp. 157 a 161).
2
Para un desarrollo de la jurisprudencia sobre estos derechos, con carácter general,
destacan las obras: Garberí Llobrregat, J., El derecho a la tutela judicial efectiva en la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Bosch, Barcelona, 2008; Ruiz-Rico Ruiz y
Carazo Liébana, M. J., El derecho a la tutela judicial efectiva. Análisis jurisprudencial,
Tirant lo Blanch, Valencia, 2013; y Salah Palacios, E., La tutela judicial efectiva en la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional 1981-2014, Cultiva Libros, Madrid, 2015.
Estudios de Deusto
© Universidad de Deusto • ISSN 0423-4847 • ISSN-e 2386-9062, Vol. 66/2, julio-diciembre 2018, págs. 347-372
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El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
3
Garberí Llobregat realiza un estudio detallado del contenido y de las consecuencias
del derecho de acceso, según la jurisprudencia constitucional: ver ob. cit., pp. 27 a 66.
Sobre otras manifestaciones más actuales del derecho de acceso, ver sendos trabajos pu-
blicados en este mismo número monográfico de Peiteado Mariscal, «Consideraciones
sobre la relación entre el derecho a la tutela judicial efectiva y la mediación obligatoria»,
y Catalán Chamorro, «El Derecho Fundamental de Acceso a la Justicia de los Consumi-
dores».
4
Como afirma Garberí Llobregat (ob. cit., p. 78): «la única clase de resoluciones ju-
diciales capaces de contener un pronunciamiento sobre los términos concretos de la con-
troversia sometida a los tribunales, una decisión que se manifieste acerca de a cuál de los
litigantes, y en qué medida, es al que asiste el Derecho objetivo, son las denominadas re-
soluciones judiciales de fondo (generalmente, las que revisten forma de sentencia)».
5
Así, De la Oliva Santos: «Con la denominación «derecho al proceso» se designa el
derecho subjetivo público de quien solicita una concreta tutela de los tribunales a obtener
una sentencia que se pronuncie sobre tal solicitud… derecho a una sentencia sobre el
fondo, que entraña, no una actividad jurisdiccional cualquiera, sino precisamente toda la
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actividad jurisdiccional necesariamente previa a una sentencia sobre el fondo y esa misma
sentencia, es decir, todo un proceso» (ob. cit., p. 144 y ss.).
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4º) La respuesta judicial sobre el fondo y fundada a que tienen derecho los
justiciables también ha de ser congruente con sus pretensiones, como parte
del derecho a la tutela judicial efectiva. Por tanto, los tribunales deben ofrecer
una completa respuesta sobre las pretensiones concretas deducidas en el pro-
ceso, y no sobre otras distintas, de manera que el fallo judicial se adecue al
objeto procesal perfilado por las partes. Conforme a la jurisprudencia del TC,
las modalidades de incongruencia que resultan lesivas del artículo 24.1 de la
CE son tres. En primer término, la incongruencia omisiva o ex silentio, con-
sistente en que la sentencia deja sin resolver alguna de las pretensiones de las
partes. Ahora bien, no toda omisión en este sentido tiene relevancia constitu-
cional, es preciso que: i) la omisión sea explícita e implícita (pues si la res-
puesta judicial no consta en el fallo pero cabe deducirla de los fundamentos de
la sentencia, no se lesionará el derecho a la tutela judicial efectiva); ii) la omi-
sión se refiera a una pretensión, y no a una alegación que sirva de fundamento
de la misma, salvo que se trate de una alegación de carácter sustancial (ya que
toda pretensión debe encontrar respuesta judicial en la sentencia, pero no ocu-
rre igual con las alegaciones); y iii) dicha omisión, sobre una pretensión o ale-
gación sustancial debatidas en el proceso, debe tener influencia en el fallo (de
suerte que, de no haberse producido, el fallo hubiera sido distinto). Contiene
una exposición muy completa de las incongruencias omisivas que son consti-
tucionalmente relevantes, por ejemplo, la STC 4/2006, de 16 de enero (FJ 3).
En segundo lugar, también puede tener relevancia constitucional la lla-
mada incongruencia por exceso, que puede ser por extra o por ultra petitum,
según que el tribunal resuelva sobre cuestiones distintas, o que van más allá,
de la tutela solicitada. En estos casos, para que exista lesión del artículo 24.1
de la CE, el TC requiere que la sentencia se haya apartado de forma sustan-
cial del objeto del proceso, resolviendo sobre algo respecto de lo que las par-
tes no han tenido oportunidad de alegar y de probar, es decir, de ejercitar su
derecho de defensa. En este sentido, resulta muy ilustrativa la STC 264/2005,
de 24 de octubre.
En este sentido, resulta muy ilustrativa la STC 264/2005, de 24 de oc-
tubre (FJ 2)6.
6
El ajuste de lo que resuelva el tribunal con relación al objeto procesal definido por
las partes se extiende a sus distintos elementos, incluida la causa de pedir. Y así, el TC
recuerda en esta misma sentencia que: «la adecuación debe extenderse tanto al resultado
que el litigante pretende obtener, como a los hechos que sustentan la pretensión y al fun-
damento jurídico que la nutre, sin que las resoluciones judiciales puedan modificar la
causa petendi, alterando de oficio la acción ejercitada, pues se habrían dictado sin oportu-
nidad de debate, ni de defensa, sobre las nuevas posiciones en que el órgano judicial sitúa
el thema decidendi». Pero a la vez, poco más adelante precisa que: «el principio iura novit
curia permite al Juez fundar el fallo en los preceptos legales o normas jurídicas que sean
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de pertinente aplicación al caso, aunque los litigantes no las hubieren invocado, y que el
juzgador sólo está vinculado por la esencia y sustancia de lo pedido y discutido en el
pleito, no por la literalidad de las concretas pretensiones ejercitadas, tal y como hayan sido
formuladas por los litigantes, de forma que no existirá incongruencia extra petitum cuan-
do el Juez o Tribunal decida o se pronuncie sobre una de ellas que, aun cuando no fuera
formal y expresamente ejercitada, estuviera implícita o fuera consecuencia inescindible o
necesaria de los pedimentos articulados o de la cuestión principal debatida en el proceso».
7
Garberí Llobregat, ob. cit., p. 135.
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necesaria, el derecho que los justiciables tienen a que las sentencias que los
tribunales ordinarios hayan dictado para la tutela de sus derechos e intereses
legítimos se hagan cumplir forzosamente, cuando el destinatario de las mis-
mas –el condenado– no lleve a cabo voluntariamente la prestación a la que se
le condene, sea ésta de dar, hacer o no hacer. De otra forma no podría
hablarse de una genuina tutela judicial efectiva. Una de las primeras senten-
cias en este sentido, citada por otras posteriores, fue la STC 32/1982, de 7 de
junio (FJ 2):
«Es preciso reconocer que esta situación supone, como afirman los
recurrentes, una violación del art. 24.1 de la Constitución. El derecho a la
tutela efectiva que dicho artículo consagra no agota su contenido en la
exigencia de que el interesado tenga acceso a los Tribunales de Justicia,
pueda ante ellos manifestar y defender su pretensión jurídica en igualdad
con las otras partes y goce de la libertad de aportar todas aquellas pruebas
que procesalmente fueran oportunas y admisibles, ni se limita a garantizar
la obtención de una resolución de fondo fundada en derecho, sea o no fa-
vorable a la pretensión formulada, si concurren todos los requisitos proce-
sales para ello. Exige también que el fallo judicial se cumpla y que el recu-
rrente sea repuesto en su derecho y compensado, si hubiere lugar a ello,
por el daño sufrido: lo contrario sería convertir las decisiones judiciales y
el reconocimiento de los derechos que ellas comportan en favor de alguna
de las partes, en meras declaraciones de intenciones»8.
Este derecho a la ejecución forzosa enlaza así con la potestad jurisdiccio-
nal que la Constitución reconoce a los tribunales en su artículo 117, para el
ejercicio de la función también calificada de jurisdiccional, y que, como es
bien sabido, tiene una vertiente declarativa, consistente en «juzgar» o decla-
rar qué es lo jurídico en el caso concreto, y otra vertiente ejecutiva, encami-
nada a «hacer ejecutar lo juzgado» o transformar la realidad para que se
adecue a lo declarado previamente como conforme a Derecho. Y a los ciuda-
danos se les reconoce un genuino derecho fundamental a que los órganos
jurisdiccionales ejerciten dicha potestad jurisdiccional, también en su ver-
tiente ejecutiva, a través de los procedimientos que las leyes establezcan (ver
art. 117.3 CE), siempre que hagan valer sus pretensiones de tutela ejecutiva
de conformidad –igualmente– con lo dispuesto en las leyes procesales.
8
En la misma línea, entre otras muchas, en la STC 206/1993, de 22 de junio (FJ 2),
se afirma que: «este derecho fundamental no se satisface con una mera declaración judi-
cial, desprovista de sustancia práctica, sino que necesita de su realización y, por tanto, la
tutela, en cuanto efectiva por exigencia constitucional expresa, ha de llegar hasta el cum-
plimiento forzoso, si preciso fuere, de los pronunciamientos judiciales, donde se exterio-
riza la potestad de juzgar. Esto ha sido dicho tantas veces, con unas o con otras palabras
por este Tribunal, que releva de una cita al por menor del copioso cuerpo de sentencias en
las que se contiene tal afirmación».
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31 de enero (FJ 3), se califica del mismo modo el derecho a la ejecución de que tratamos:
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«Exigencia objetiva del sistema jurídico, la ejecución de las Sentencias y demás resolu-
ciones que han adquirido firmeza también se configura como un derecho fundamental de
carácter subjetivo incorporado al contenido del art. 24.1 de la C.E., cuya efectividad que-
daría decididamente anulada si la satisfacción de las pretensiones reconocidas por el fallo
judicial en favor de alguna de las partes se relegara a la voluntad caprichosa de la parte
condenada o, más en general, éste tuviera carácter meramente dispositivo».
10
Sobre esta cuestión y con cita de esta sentencia, Ruiz-Rico Ruiz y Carazo Liébana:
ob. cit., pp. 351 a 352.
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11
Así, por ejemplo, en el orden civil, la LEC requiere para que se pueda despachar
ejecución: que el actor presente un título de los previstos en el artículo 517, que lo haga
ante el tribunal dispuesto en los artículos 545 y 546, que se cumplan los requisitos de las
partes recogidos en los artículos 538 a 544, que la demanda tenga el contenido exigido en
el artículo 549 y se acompañe de los documentos indicados en el artículo 550, y que no se
presente antes del plazo señalado en el artículo 548 si se refiere a un título ejecutivo judi-
cial, etc.
12
Por continuar con lo dispuesto en la LEC, véanse los artículos 605 a 607 sobre el
carácter inembargable de ciertos bienes; o el artículo 518, que establece un plazo de cadu-
cidad para las acciones ejecutivas basadas en título judicial; o los preceptos relativos a la
suspensión de la ejecución forzosa, artículos 565 a 569.
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En otros casos, teniendo en cuenta esta misma doctrina, el balance del TC ha llega-
13
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García Pons, E., entiende que las dos manifestaciones señaladas, unidas a la nece-
14
sidad de que la ejecución se produzca sin dilaciones indebidas, forman el contenido esen-
cial del derecho a la ejecución que recoge el artículo 24.1 de la CE: «El Tribunal Consti-
tucional distingue en el derecho a la ejecución de sentencia tres manifestaciones que
integran el contenido fundamental del derecho a la tutela judicial efectiva, a saber: 1ª)
Derecho a la intangibilidad de las resoluciones judiciales firmes no susceptibles de ser
modificadas por vías que no sean las legalmente previstas; 2ª) Derecho a que las resolu-
ciones judiciales firmes se ejecuten en sus propios términos; y 3ª) Derecho a que la ejecu-
ción se produzca sin dilaciones indebidas» (en Ejecución de sentencia. El derecho a la
ejecución de sentencia como manifestación prestacional del contenido fundamental del
derecho a la tutela judicial efectiva según la doctrina del Tribunal Constitucional, PPU,
Barcelona, 1995, p. 17 y ss.).
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El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
Es bien sabido que cuando una resolución judicial alcanza firmeza tiene
como efecto que ya no puede ser modificada, de suerte que lo decidido en ella
vincula tanto al propio órgano que la ha dictado y a las partes a quienes se
dirige, como a otros potenciales tribunales y sujetos jurídicos. Este efecto vin-
culante, denominado fuerza de cosa juzgada, se califica de formal cuando se
proyecta respecto del propio proceso en el que se dicta la resolución, y
adquiere el calificativo de material cuando tiene repercusión hacia otros even-
tuales procesos que puedan abrirse. Así, cuando algo se resuelve con fuerza de
cosa juzgada, ya no puede cambiarse. Es más, desde que las resoluciones son
firmadas por quienes las dictan devienen invariables, lo que significa que sólo
se permiten las correcciones o los añadidos no sustanciales que caben al
amparo del artículo 267 de la LOPJ16. Si una resolución -invariable- no es
firme, aún podrá modificarse su contenido por medio de los recursos legal-
mente previstos. Pero si la resolución adquirió firmeza, únicamente podrá pre-
tenderse la entera rescisión de la sentencia firme –sólo de las sentencias– a
través de los excepcionales mecanismos previstos para este fin17.
15
Recogen y comentan algunas sentencias relevantes sobre la intangibilidad de las re-
soluciones firmes Oleo Banet, F. y Pérez Nieto, R., «El derecho a la tutela judicial efectiva
y las garantías constitucionales del proceso», en La Constitución Europea, Tribunal Consti-
tucional y Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005, pp. 292 y ss.
16
Existe un buen número de sentencias del TC en las que se perfila qué puede hacer-
se y qué no puede hacerse –por considerarse lesivo de la invariabilidad de las resoluciones
firmes y por ello del derecho a la tutela judicial efectiva– con apoyo en los expedientes
previstos en el artículo 267 LOPJ. Así, García Pons (ob. cit., pp. 38 a 41) se refiere a la
STC 23/1994, de 27 de enero (FJ 1); Oleo Banet y Pérez Nieto (ob. cit., pp. 294 a 298)
comentan las SSTC 31/2004, de 4 de marzo (FJ 6) y 49/2004, de 30 de marzo (FJ 2); y
Garberí Llobregat (ob. cit., pp. 239 a 245) alude a las SSTC 286/2006, de 9 de octubre (FJ
2); 289/2006, de 9 de octubre (FJ 3); 357/2006, de 18 de diciembre (FJ 2); 171/2007, de
23 de julio (FJ 2). Y más recientemente, la STC 89/2011, de 6 de junio (FFJJ 4 y 5), trata
de la misma cuestión.
17
El TC también tiene declarado desde hace tiempo que no es contrario a la exigida
intangibilidad de las resoluciones firmes que existan tales mecanismos excepcionales.
Así, por ejemplo, en la STC 15/1986, de 31 de enero (FJ 3): «No quiere decir ello que la
formulación constitucional impida al legislador sacrificar la «santidad de la cosa juzgada»
en aras del superior valor de la justicia, estableciendo supuestos de firmeza potencialmen-
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El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
te debilitada; lo que el derecho a la tutela judicial efectiva proscribe es que, fuera de los
supuestos taxativamente previstos, las resoluciones firmes no queden sin efecto. Como
indicamos en la Sentencia 67/1984, de 7 de junio, los principios de seguridad jurídica y de
legalidad en materia procesal (art. 9.3 y 117.3 de la C.E.) vedan a los Jueces y Tribunales,
fuera de los casos previstos por la Ley, «revisar el juicio efectuado en un caso concreto, si
entendieran con posterioridad que la decisión no se ajusta a la legalidad», sea ésta sustan-
tiva o meramente objetiva».
18
Así se declara, por ejemplo, en la STC 119/1988, de 20 de junio (FJ 2): «También
ha sostenido este Tribunal que presupuesto para el ejercicio de tal derecho del justiciable
a instar la ejecución de lo juzgado es el principio de la intangibilidad de las Sentencias que
«entra a formar parte, por lo mismo, del cuadro de garantías que el art. 24.1 de la Consti-
tución consagra», de modo que el derecho a la tutela judicial efectiva proscribe que, fuera
de los supuestos taxativamente previstos, las resoluciones firmes queden sin efecto (STC
15/1986, de 31 de enero)»; o también, entre otras muchas, la STC 86/2005, de 18 de abril
(FJ 2): «De ahí que, en estos casos, el derecho a la intangibilidad de las resoluciones judi-
ciales firmes, al constituir un presupuesto lógico del derecho a la ejecución de las resolu-
ciones judiciales firmes, se integre en este derecho fundamental (SSTC 49/2004, de 30 de
marzo, FJ 2; 116/2003, de 16 de junio, FJ 3)».
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19
«Es importante destacar que, como se recuerda en la STC 89/2011, de 6 de junio,
FJ 4, con cita de la STC 53/2007, de 12 de marzo, FJ 2, el principio de invariabilidad de
las resoluciones judiciales firmes es una consecuencia, tanto del principio de seguridad
jurídica (art. 9.3 CE), como, sobre todo, del derecho a la tutela judicial efectiva sin inde-
fensión (art. 24.1 CE), habida cuenta de que «este derecho asegura a los que han sido
parte en un proceso que las resoluciones judiciales definitivas dictadas en el mismo no
sean alteradas o modificadas fuera de los cauces legales establecidos para ello» (SSTC
180/1997, de 27 de octubre, FJ 2, 48/1999, de 22 de marzo, FJ 2, y 218/1999, de 29 de
noviembre, FJ 2, entre otras), pues si el órgano jurisdiccional modificara una Sentencia
fuera del correspondiente recurso establecido al efecto por el legislador, quedaría asimis-
mo vulnerado el derecho a la tutela judicial, puesto que ésta carecería de eficacia si se
permitiera reabrir un proceso ya resuelto por resolución firme (SSTC 180/1997, de 27 de
octubre, FJ 2, y 56/2002, de 11 de marzo, FJ 4, entre otras). Por ello, «el derecho funda-
mental reconocido en el art. 24.1 CE actúa como límite… incluso en la hipótesis de que
con posterioridad entendieran que la decisión judicial no se ajusta a la legalidad» (SSTC
48/1999, de 22 de marzo, FJ 2; 218/1999, de 29 de noviembre, FJ 2; 96/2005, de 28 de
abril, FJ 5, y 115/2005, de 9 de mayo, FJ 4)».
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Con la misma doctrina, García Pons (ob. cit., pp. 105 a 110) cita de ejemplo la STC
314/1994, de 28 de noviembre (FFJJ 2 y 3), que estimó el amparo solicitado por cuanto en
el proceso de ejecución se enjuició de nuevo lo ya resuelto en el proceso declarativo, con
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el pretexto de que había cambiado el criterio jurisprudencial sobre la norma aplicable para
resolver la controversia de fondo.
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Como señala Garberí Llobregat (ob. cit., pp. 168 a 169): «De esta forma el derecho
21
a que la sentencia se ejecute en sus propios términos tiene un carácter objetivo en cuanto
se refiere precisamente al cumplimiento del fallo sin alteración y no permite por tanto
suprimir, modificar o agregar a su contenido excepciones o cargas que no puedan reputar-
se comprendidas en él. La ejecución, por tanto, ha de consistir precisamente en lo estable-
cido y previsto en el fallo y constituye, junto al derecho del favorecido a exigir su cumpli-
miento total e inalterado, el del condenado a que no se desvirtúe, se amplíe o se sustituya
por otro (STC 219/1994, de 28 de octubre)».
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Así lo propone, siguiendo al TC, Bermúdez Requena, J. M., «Tutela judicial efectiva
y ejecución por sustitución en procesos civiles», Diario La Ley, nº 6967, de 13 de junio de
2008, pp. 3 a 4): «El criterio interpretativo literal debe ceder en esta cuestión ante una inter-
pretación teleológica o finalista sobre la efectiva aplicación práctica del derecho a la ejecu-
ción en sus propios términos, por lo que no cabría, siguiendo consolidada doctrina jurispru-
dencial constitucional, interpretar aquél «restrictivamente, sino más bien a favor de una
ejecución satisfactoria, con lo que se quiere decir, en suma que el Juez de la ejecución ha de
apurar siempre, en virtud del principio pro actione, del de economía procesal y, en definitiva,
de su deber primario de tutela, la posibilidad de realización completa del fallo, infiriendo de
él todas sus naturales consecuencias en relación con la causa petendi, es decir, de los hechos
debatidos y de los argumentos jurídicos de las partes, que, aunque no pasan literalmente al
fallo, como es lógico, sí constituyen base para su admisión o rechazo por el juzgador... Lo
cual, es obvio, no supone que se puedan ampliar en fase de ejecución de Sentencias los tér-
minos del debate o hacerse otras pretensiones distintas, ampliando indebidamente el conte-
nido de la ejecución… Simplemente implica que la interpretación y aplicación del fallo de la
Sentencia no ha de ser estrictamente literal, sino finalista (art. 3 CC) y en armonía con el todo
que constituye la Sentencia» [esta cita es de la STC 148/1989, de 21 de septiembre]».
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© Universidad de Deusto • ISSN 0423-4847 • ISSN-e 2386-9062, Vol. 66/2, julio-diciembre 2018, págs. 347-372
23 http://dx.doi.org/10.18543/ed-66(2)-2018pp347-372 • http://www.revista-estudios.deusto.es/ 369
El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
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370 http://dx.doi.org/10.18543/ed-66(2)-2018pp347-372 • http://www.revista-estudios.deusto.es/ 24
El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
23
Para un estudio exhaustivo de las mismas, véase, por todos, Ortells Ramos, M., La
ejecución de condenas no dinerarias en la Ley de Enjuiciamiento Civil, La Ley, Madrid,
2005. Y desde la perspectiva de su entronque con el derecho a la tutela judicial efectiva,
véase el entero trabajo citado en la nota anterior, de Bermúdez Requena.
24
Sobre estos dos tipos de imposibilidad, ver Bermúdez Requena: ob. cit., pp. 4 a 6.
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El derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a la ejecución… Ignacio José Cubillo López
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EL DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA
Y EL DERECHO A LA EJECUCIÓN EN LA
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
The right to effective judicial protection and the right
to execution in constitutional jurisprudence
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Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
LA SENTENCIA CONSTITUCIONAL
EN LOS PROCESOS TUTELARES
BOLIVIANOS
SUMARIO: 1.- Breve Introdución. 2.- La Sentencia Constitucional. 2.1. Estructura general. 2.2. Estructura
de la parte motiva. 2.3. Suma de la problemática. 2.4. Sustento fundamental. 2.5. Sustento legal. 2.6. Sustento
doctrinal.2.7. Sustento jurisprudencial. 2.8. Ratio decidendi. 2.9. Obiter dicta y obiter dictum. 3. Tipos de
Sentencias. 3.1. Sentencias básicas. 3.2. Sentencias fundadoras. 3.3. Sentencias moduladoras. 3.4. Sentencia
reiteradora o confirmadora. 3.5. Sentencia unificadora. 3.6. Sentencia reconductora. 3.7. Sentencia única o
aislada. 4.- Bibliografia.
17
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
18
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
3 PEREZ TREMPS, PABLO, El recurso de Amparo, Tirant lo blanch, Valencia, 2004, p. 292.
19
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
20
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
para tal acreditación, así como los no demostrados, que tengan influencia en
lo resuelto, señalándose en ambos casos el razonamiento que se hizo sobre
el medio probatorio aportado, para tener o no como acreditado el hecho; e)
Análisis de las cuestiones de derecho, con influencia en lo planteado; f) La
parte resolutiva en la que se pronunciará el fallo sobre el fondo del recurso
o demanda, en la forma prevista para cada caso, su dimensionamiento en el
tiempo y los efectos sobre lo resuelto; g) la condenatoria en costas y multa si
procediere; y h) las comunicaciones pertinentes para su ejecutoria.
21
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
22
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
23
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
24
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
6 LOPEZ, MEDINA, DIEGO EDUARDO, El Derecho de los Jueces, Legis Editores S.A., Bogotá,
2002, 105.
7 Ibidem, p. 106.
25
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
26
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
2.10. Decisum
8 Ibidem, p. 107.
27
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
que, quienes se ocupan de ella son los estudiosos del desarrollo jurisprudencial
y no así el legislador.
Las sentencias básicas a juicio nuestro, son aquellas que revisten una
relevancia particular y mayor con relación al resto de las sentencias. Son
aquellas que resultan imprescindibles en el sistema de administración de
justicia adoptado por la jurisdicción constitucional, pues a partir de estos fallos
se definen derechos fundamentales o el núcleo esencial de los mismos, así
como también se conciben conceptos de instituciones importantes vinculadas
a estos derechos, como también se desarrollan los principios y valores que no
sólo rigen a la jurisdicción constitucional, sino al resto de las jurisdicciones
comunes o especiales.
9 LOPEZ GUERRA, LUIS, Las sentencias básicas del Tribunal Constitucional, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, 2da. Edición, Madrid, 2000, p. 13.
10 BELTRAN DE FELIPE, MIGUEL y GONZÁLEZ GARCIA, JULIO V., Las sentencias básicas del
Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 2005.
28
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
Este tipo de sentencias, como su nombre lo indica son las que contienen una
línea jurisprudencial fundacional, primigenia, originaria; es decir resuelven una
problemática que se presenta por primera vez, por tanto dan lugar a la creación
de una directriz para los operadores de justicia. A partir de una sentencia
fundadora no cabe sino proseguir resolviendo de la misma manera cuanta
situación análoga se presente, es decir habrá que hacer el ejercicio práctico y
ver si los supuestos en abstracto de la nueva problemática son idénticos a los
que dieron lugar a la sentencia fundadora.
11 DURAN RIBERA, WILLMAN R., Líneas Jurisprudenciales básicas del Tribunal Constitucional,
Editorial El País, Santa Cruz, 2003, p. 15-16.
12 LOPEZ, MEDINA, p. 68.
29
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
13 Ibidem, p. 68.
30
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
31
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
en el lugar dónde se ordenó el acto ilegal o donde éste surtió sus efectos.
Expresamente se estableció “Este entendimiento no es excluyente respecto a
la competencia que tiene en razón del territorio el juez o tribunal del lugar
donde surtan sus efectos los actos ilegales cometidos en otra jurisdicción;
por ello, es preciso modular la Sentencia 1382/2002-R, en resguardo de la
economía procesal y la tutela efectiva e inmediata del afectado, quien podrá
plantear la acción en forma indistinta, en el lugar donde se cometió el acto
ilegal ó donde el mismo surtió sus efectos.” Sin embargo esta modulación
pronto fue dejada sin efecto a través de otra sentencia reconductora de la línea
primicial.
32
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
Al efecto, se debe precisar que por regla general, los profesionales abogados que
interponen recursos de amparo constitucional reclamando que se reparen problemas
33
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
34
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
35
Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho
4. Bibliografia
36
La Sentencia constitucional en los Procesos Tutelares Bolivianos
Trigo, Ciro Félix, Derecho Constitucional Boliviano, Editorial “Cruz del Sur”,
La Paz, 1951.
37
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
La sentencia constitucional
GARRORENA MORALES. ÁNGEL. “La sentencia constitucional”. [En Internet].
Consulta: 26/11/20. Enlace en:
http://revistas.uned.es/index.php/derechopolitico/article/view/8115/7766. Pág. 7 - 27.
LA SENTENCIA CONSTITUCIONAL
POR
SUMARIO
I. PLANTEAMIENTO.—IL PRINCIPIO DE CONGRUENCIA.—III. PRINCIPIO DE
MOTIVACIÓN.—IV. PRINCIPIO DE COLEGIALIDAD.—V. PRINCIPIO DE EFICACIA.
VI. CONCLUSIÓN.
I. PLANTEAMIENTO
técnico, lo Único correcto sin duda (aunque ello exija, claro está, un esfuerzo
jurisprudencial mucho más intenso) es sentar como presupuesto la controla-
bilidad de todos los interna corporis y a partir de aquí iniciar una ponderada
y prudente construcción jurisprudencial que depure progresiva y casuística-
mente —con la riqueza de lo que está vivo y no con la comodidad de las pre-
sunciones globales— qué vicios de forma deben ser, son efectivamente esen-
ciales, invalidantes..., y cuáles no.
4. Tal vez éste sería el momento oportuno para añadir, a tal catálogo
de vicios o defectos que permiten fundamentar una sentencia constitucional,
cuando menos la sugerencia en torno a si es posible o no apreciar inconstitu-
cionalidad por vicio de omisión, esto es, por apoyo en lo que la doctrina
alemana (Schneider, Wessel, Lechnes...) llama «Unterlassungen des Gesetzge-
bers» y la doctrina italiana (Mortati, en un célebre trabajo aparecido en II
Foro Italiano, en 1970; Nicola Picardi, en sendas aportaciones de 1977 y
1979 sobre «sentenze integrative»...) denomina «comportamenti omissivi del
legislatore».
La extremada delicadeza política de tal supuesto no necesita ser destacada:
implica nada menos que el eventual paso del «control negativo» al «control
positivo» de constitucionalidad; en otras palabras, viene a suponer no tanto
la negación o anulación de lo que, siendo inconstitucional, fue puesto por el
legislador, cuanto la adición (en una arriesgada, sorprendente y discutible-
mente subrogatoria intervención normativo-positiva) de aquello que, siendo
constitucionalmente debido, el legislador dejó de poner.
Pero, puesto que después hemos de volver sobre el tema —y en aras de
una economía de tiempo que se nos impone inevitablemente—, digamos sólo
aquí que la jurisprudencia italiana está intentando abrir brecha en ese camino
18 ÁNGEL GARRORENA MORALES
V. PRINCIPIO DE EFICACIA
VL CONCLUSIÓN
irado cuáles son las brechas por donde se filtran sus tentaciones de poder
y cuáles los terrenos en que se sustancian sus colisiones con los demás poderes;
en función de lo uno y de lo otro, las decisiones que contienen las sentencias
de los Tribunales Constitucionales son —además de resoluciones judiciales—
actos de neto indirizzo político.
No hace falta para comprobarlo recordar que la sentencia Dred Scott
V. Sandfordj de 1857, con sus criterios sobre el problema racial,- transformó
todo el planteamiento de la campaña electoral de 1860 y precipitó la Guerra
de Secesión..., porque es evidente que la sentencia menos espectacular y llama-
tiva acaba trasluciendo igual los criterios ideológicos de sus jueces, como re-
conociera el ex presidente Branca en el encuentro de Parma de 1976. Tampoco
es preciso traer a la memoria graves enfrentamientos con otro poder, como el
muy conocido de ciertas sentencias constitucionales del Tribunal Supremo de
los Estados Unidos con el presidente Roosevelt..., porque también las senten-
cias que no tienen inconveniente en torcer su argumentación jurídica hasta
acabar coincidiendo complacientemente con el criterio de ese otro poder (re-
cuérdese la aproximación de las sentencias alemanas de 15 de diciemlíre
de 1970 y de 22 de mayo de 1975 a los aspectos más involucionistas de la
política del Gobierno alemán) son, por razones obvias, sentencias con indirizzo
político. Ni, en fin, es necesario considerar que ya el presidente Jefferson
intentó obtener la destitución del juez Samuel Chase para así influir sobre la
directriz política de las sentencias..., porque, más cerca de nosotros, está la
oposición de la Democracia Cristiana italiana al nombramiento de Lelio Basso,
conocida su orientación y su criterio sobre ciertas materias.
La sentencia constitucional, en definitiva —ese es su riesgo, pero pienso
que también, en mayor medida, su riqueza y su virtud—, es a la vez realidad
política y realidad jurídica fundidas en unidad de acto. Esa es su condición...
Y lo único que cabe desear es que ese discurso formalizado que es la sen-
tencia, conforme a lo que Francis Bacon consideraba que es el sentido de todo
discurso, acierte a «aplicar la razón a la imaginación... para, de este modo,
mover mejor la voluntad».
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Sumario
I. Alguna cuestión previa. II. La reforma de la LOTC por la LO 15/2015, de
16 de octubre, para la ejecución de las resoluciones del Tribunal Constitucio-
nal como garantía del Estado de Derecho. Un breve comentario. III. El primer
caso de aplicación de la reforma: el ATC 141/2016, de 19 de julio y actuacio-
nes subsiguientes. IV. El incidente de ejecución. V. LA doctrina del TC sobre
el incidente de ejecución del artículo 92 LOTC. VI. La posición del TC a tra-
vés del incidente de ejecución. VII. La constitucionalidad de la reforma del
incidente de ejecución.
1 Salas, J. Palomino, V., «La ejecución de las Sentencias del Tribunal Constitucional (Especial refe-
rencia a las relativas a la Administración)», DA, n.º 209, 1987, pp. 89 y ss.
2 Véase el espacio que le dedica Caamaño/Gómez/Medina/Requejo, Jurisdicción y procesos constitu-
cionales, Mcgraw hill, Madrid, 1997; Pérez Tremps, P., Sistema de justicia constitucional, Civitas, Ma-
drid, 2010; Huelin Martínez de Velasco, J., Comentario a los artículos 80, 87 y 92, Comentarios a la
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, Requejo Pagés, J. (coord.), TC/BOE, Madrid, 2001. Lo que
contrasta con la nutrida literatura que ha comentado esta cuestión y en particular el alcance de los poderes
de ejecución del BVerfG con arreglo al § 35 de la Ley reguladores del Tribunal Constitucional Federal
alemán (BVerfGG). Por todos y los allí citados BETHGE, H., § 35 BVerfGG Kommentar, Bundesferfas-
sungsgerichtsgesetz. Kommentar, Maunz/Schmidt-Bleibetreu/Klein/Bethge, C.H.Beck, München (Lfg.44, ju-
lio 2014). Recientemente, Almeida Cerreda, M., «El nuevo sistema de ejecución de las resoluciones del
Tribunal Constitucional español», Istituzioni dei Federalismo n.º 371, pp. 163-189.
3 Según consta en sus Memoria el TC ha resuelto en sus 35 años apenas medio centenar de incidentes
de ejecución en relación con sus resoluciones. Una media de menos de 2 al año (destacando el 2001 con 7 y el
2008 con 5). Un escaso 1% del total de sus resoluciones. No parece que la ejecución de las sentencias y autos
del TC sea un asunto problemático en el derecho procesal constitucional español. No por ello deja de ser una
cuestión interesante dogmáticamente.
4 La cita de los artículos 80, 87, 92 y 95.4 LOTC siempre se hace con referencia a su contenido refor-
mado por la LORLOTC, salvo cuando se indique expresamente lo contrario.
5 Sobre esta cuestión véase Huelin Martínez de Velasco, J., «Comentario al artículo 80», cit.,
pp. 1274 y 1275.
6 Así se expresaba el alto tribunal alemán en su BVerfGE 6, 300 (303 ff.), de 21 de marzo de 1957, en
relación con el § 35 BVerfGG: «Aus dem umfassender Gehalt der Vorschrift, die das Gericht recht eigentlich
zum Herrn der Vollstreckung macht, folgt aber, dass jene Anordnungen, wenn sich ihre Notwendigkeit erst
nachträglich herausstellt, auch in einem selbständigen Beschluss des Gerichts getroffen werden können»
(«Del amplio contenido del precepto, que ciertamente hace del Tribunal el dueño de la ejecución, sin embar-
go resulta que esas disposiciones pueden adoptarse mediante resoluciones independientes del Tribunal, si
ulteriormente se advierte su necesidad», traducción del autor). Sobre el alcance y polémica doctrinal sobre esa
expresión véase Bethge, ob. cit., pp. 9 y ss.; Roth, W., «Grundlage und Grenzen von Übergangsanordnun-
gen des Bundesverfassungsgerichts zur Bewältigung möglicher Folgeprobleme seiner Entscheidungen», Ar-
chiv des öffentlichen Rechts, Bd. 124, 1999, pp. 470 y ss., pp. 487 y ss.; y Schlaich/Korioth, Das Bundesver-
fassungsgericht. Stellung, Verfahren, Entscheidungen, C.H. Beck, München, 2004 (6.ª edic.), pp. 330 y 331.
En cierto modo el § 35 BVerfGG, cuya literalidad está bien presente en la del artículo 92 LOTC, tanto en su
redacción original como en la reformada, es un trasunto de los inespecíficos e implícitos poderes de la Supreme
Court de los EEUU para hacer valer sus decisiones. Sobre esta cuestión y en términos generales véase Baum,
L., The Supreme Court, C.Q. Press, Los Angeles/London, 2015 (12.ª ed.), pp. 183 y ss. Esta ausencia de reglas
precisas sobre la ejecución de las resoluciones de la Corte Suprema en ocasiones ha llevado a graves tensiones
entre ésta y la jurisdicción ordinaria en el cumplimiento de las sentencias de la primera; quizá el caso más
famoso sea el Florida ex rel. Hawkings v. Board of Control, 347 U.S. 971 (1954), 350 U.S. 413 (1956), 355
manera de llevar a debido cumplimiento las resoluciones del TC, que parece ha-
ber querido precisar la actual reforma del precepto.
De otra, parece que el proceso ejecutivo del contencioso-administrativo, tanto
por la similitud de su objeto (normas y actos del Poder público sometidos al con-
trol judicial) como por sus sujetos (Poderes públicos y los terceros afectados por las
disposiciones, actos y vías de hecho de aquéllos), constituye probablemente la sede
procesal más adecuada para articular procedimentalmente los incidentes de ejecu-
ción relativos a una resolución del TC. Claro está, y conviene señalarlo, que esto
no altera ni puede alterar la competencia del orden jurisdiccional ordinario al que
le corresponda ejecutar efectivamente la decisión del TC, y que lo hará sometido a
sus normas procesales específicas (civiles, laborales o penales). Es el TC quien so-
meterá sus incidentes de ejecución a lo dispuesto en la LJCA, no el órgano juris-
diccional al que el TC señale como sujeto responsable de la ejecución.
La reforma bien podría haber concluido aquí. Sin embargo también se refor-
ma el artículo 87 introduciendo la potestad de notificación «personal» de las re-
soluciones del TC y la condición de título ejecutivo de sus resoluciones. Respecto
de lo primero, conviene señalar que esa potestad es procesalmente superflua. Las
resoluciones del TC se publican en el BOE y además se notifican a las partes en el
proceso. Añádase que el artículo 80 remite a la LOPJ y a la LEC en los relativo a
las comunicaciones y actos de auxilio judicial, y el artículo 149, 4.º, 5.º y 6.º LEC,
en lo que ahora importa, prevé como actos procesales de comunicación los reque-
rimientos, mandamientos y oficios a través de los cuales el TC puede ordenar una
actuación, inactividad o cualquier comportamiento necesario para dar por ejecu-
tada una de sus resoluciones7. Por tanto, hay que entender que aquellas notifica-
ciones personales adoptarán la forma según el caso de requerimientos, manda-
mientos u oficios. Parece, pues, que esa previsión de la notificación personal del
reformado artículo 87 sirve al agravamiento de la responsabilidad en la que pue-
da incurrir la autoridad o empleado público que haga caso omiso de la notifica-
ción y de lo en ella notificado. En este extremo, lo aquí dispuesto habrá de conci-
liarse con lo establecido en el apartado 4 del artículo 92 LOTC, que apodera al
TC para, advertido un incumplimiento de sus resoluciones, requerir «a las insti-
tuciones, autoridades, empleados públicos o particulares» a quiénes les cumplía
ejecutar la resolución en cuestión para que informen al respecto. Cabría decir que
la primera del artículo 87 es la norma general por la cual permite al TC no sólo
identificar en sus resoluciones al responsable de su cumplimiento (artículo 92.1
U.S. 839 (1957), en el que la SCtUS llegó a pronunciarse en tres ocasiones en relación con la frustrada y final-
mente no admitida solicitud de admisión de un ciudadano negro para ingresar en una Facultad de Derecho
reservada para blancos, a pesar de que la SCtUS en aplicación de la Brownn v. Board of Education ordenó la
tramitación de dicha solicitud. El Tribunal Supremo de Florida no ejecutó lo acordado por la SCtUS apelando
a los límites que incluso la jurisdicción de la Corte tenía respecto de los ostentados por los tribunales estatales.
El Sr. Hawkings no llegó a ingresar nunca en esa Facultad de Derecho.
7 Por todos, Huelín, ob. cit. pp. 1281 y ss.
8 Este precepto ya había sufrido una modificación introducida por la LO 6/2007, que también lo hizo
del artículo 4 dándole la redacción vigente. En esta reforma se añadió al texto original en correspondencia con
la nueva redacción dada al citado artículo 4 el siguiente texto: «Podrá también declarar la nulidad de cuales-
quiera resoluciones que contravengan las dictadas en el ejercicio de su jurisdicción, con ocasión de la ejecución
de éstas, previa audiencia del Ministerio Fiscal y del órgano que las dictó».
9 Huelin, ob. cit., p. 1377.
10 En efecto, a nuestro juicio, el TC no debería dar inicio al incidente de ejecución si la parte que lo
promueve no le ha dado antes a la institución, autoridad o empleado público renuentes la posibilidad de eje-
cutar la resolución del TC, debiendo pues agotar la vía judicial ordinaria pertinente antes de acudir al TC,
máxime si las resoluciones del TC son un título ejecutivo.
11 Aquí la panoplia de posibilidades es grande según el caso, así podría deducirse testimonio por la
comisión de alguno de los Delitos contra la Administración Pública (prevaricación, desobediencia y denega-
ción de auxilio) y contra la Constitución (rebelión).
12 Sobre la lealtad constitucional véase Álvarez Álvarez, L., La Lealtad constitucional en la Constitu-
ción española de 1978, CEPC, Madrid, 2008.
13 Es ésta una cuestión técnicamente llamativa de esta Ley Orgánica. Fijar las cuantías de una multa
coercitiva acaso no fuese materia de ley orgánica. Quizá también piensa el legislador orgánico que en este
preciso supuesto no cabe acudir a la técnica de las materias conexas y declarar en la oportuna adicional que el
apartado 4 del artículo 90 no es orgánico en relación con las cuantías. Pero el caso es que la reserva de ley
orgánica en este caso se refiere a la regulación del TC y tenemos alguna duda sobre si en efecto cabe excluir de
la reserva la fijación de esas cuantías. Incluso la necesidad de que sean objeto de revisión.
14 Proposición de LO de reforma de la LOTC, para la ejecución de las resoluciones del Tribunal Cons-
titucional como garantía del Estado de Derecho (122/000213), que fue presentado el 01/09/2015.
15 Bien es sabido que este conflicto «catalán» se inicia con la STC 31/2010 por la que se declara par-
cialmente inconstitucional el Estatuto de Cataluña de 2007, a la que siguieron las Sentencia relativas a la
declaración del Parlament sobre el inicio del proceso de independencia de Cataluña (STC 42/2014), las senten-
cias sobre la ley catalana de consultas no refrendarias y el Decreto de convocatoria de la consulta del 9 de no-
viembre de 2014 (SSTC 31 y 32/2015) y la que anuló la declaración de desconexión del Estado español (STC
259/2015) y la más reciente que declara contrarias a la CE una serie de leyes cuyo objeto es la creación de
diversas instituciones catalanas (STC de 7 de julio de 2016).
16 Recurso de inconstitucionalidad n.º 7466/2015, promovido por contra la LO15/2015, de 16 de
octubre, de reforma de la LO 2/1979, de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional, para la ejecución de las
resoluciones del Tribunal Constitucional como garantía del Estado de Derecho, así como contra su artículo
único. Tres, por la redacción dada a los artículos 92.4.a), .b) y último inciso del .c), y .5 de la LO 2/1979, de
3 de octubre. Presentado el 05/02/2016, calificado el 09/02/2016.
17 Recurso de inconstitucionalidad n.º 229/2016, promovido por el Gobierno Vasco, contra la LO
15/2015, de 16 de octubre, de reforma de la LO 2/1979, de 3 de octubre, para la ejecución de las resoluciones
del Tribunal Constitucional como garantía del Estado de Derecho, así como contra el artículo único apartado
tres de la misma en la redacción dada a las letras b) y c) del apartado 4 y al apartado 5 del artículo 92 de la
LOTC. Presentado el 05/02/2016, calificado el 09/02/2016.
18 Así lo expresa la Proposición de Ley: «Esta obligación difícilmente se podrá hacer sin vulnerar el
principio de separación de poderes y sin alterar el sistema de contrapesos institucionales definidos por la
Constitución, ya que es evidente que el Tribunal Constitucional no puede llegar a sustituir al legislador, al
Gobierno del Estado, el poder judicial o los poderes territoriales, en la ejecución de sus decisiones. … Además,
cabe recordar que la falta de potestades ejecutivas de los Tribunales Constitucionales, como la previsión de
que sólo pueden actuar a instancia de las partes legitimadas por la Constitución cuando plantean sus deman-
das, resulta precisamente de la necesidad de limitar el poder de un órgano que ya está dotado de las máximas
potestades, como es la de anular las leyes aprobadas por los representantes electos del pueblo. Si, además, se
atribuyen a este Tribunal las potestades para ejecutar directamente sus Sentencias, posiblemente se está con-
centrando en un órgano, que sólo tiene una legitimación democrática indirecta, un exceso de poder cuyo
ejercicio no podrá ser objeto de control por ninguna otra institución del Estado».
querido ir más allá, urgido por una situación política excepcional (el proceso in-
dependentista catalán), y, todo hay que decirlo, por una larvada desconfianza en
la firmeza y resolución del TC en hacer ejecutar lo que ha juzgado.
dad que vulnere los principios democráticos, los derechos fundamentales o el resto de
los mandatos constitucionales, y el intento de su consecución efectiva se realice en el
marco de los procedimientos de reforma de la Constitución. Cuando, por el contrario,
se pretenden alterar aquellos contenidos de manera unilateral y se ignoran de forma
deliberada los procedimientos expresamente previstos a tal fin en la Constitución, se
abandona la única senda que permite llegar a ese punto, la del Derecho».
19 Vamos a dejar para otra ocasión el interesantísimo debate sobre la cuestión relativa a la calidad ju-
rídica de esa Resolución y de si en efecto tiene o no efectos jurídicos, como el TC ha considerado, pues no es
éste el lugar para ello, ni el propósito de este artículo.
Parece que la admonición de este ATC ha tenido poca eficacia, porque con
fecha 1 de agosto el TC ha admitido a trámite mediante providencia un nuevo
incidente de ejecución instado por el Gobierno de la Nación (Acuerdo del Con-
sejo de Ministros de 29 de julio de 2016) contra la Resolución 263/XI del Parla-
«4. Conforme al art. 87.1 LOTC, sin perjuicio de la obligación que dicho
precepto impone a todos los poderes públicos de cumplir las resoluciones de este
Tribunal, y de acuerdo con lo pedido por la parte recurrente, notifíquese personal-
mente la presente resolución a la Presidenta del Parlamento de Cataluña, a los de-
más miembros de la Mesa del Parlamento y al Secretario General del Parlamento de
Cataluña, así como al Presidente y demás miembros del Consejo de Gobierno de la
Generalitat de Cataluña. Se les advierte, asimismo, de su deber de impedir o parali-
zar cualquier iniciativa que suponga ignorar o eludir la suspensión acordada, aper-
cibiéndoles de las eventuales responsabilidades, incluida la penal, en las que pudie-
ran incurrir.
5. Requerir a la Presidenta del Parlamento de Cataluña, a los demás miembros
de la Mesa del Parlamento y al Secretario General del Parlamento de Cataluña para
que en el plazo de veinte días hábiles emitan los correspondientes informes, a los
efectos del artículo 92.4 LOTC, acerca de si las actuaciones parlamentarias que die-
ron lugar a la aprobación de la Resolución 263/XI del Parlamento de Cataluña, de
27 de julio de 2016, han contravenido la STC 259/2015, de 2 de diciembre y el
ATC de 19 de julio de 2016.»
21 La LOTC no precisa plazo alguno a partir del cual puede plantearse el incidente. Podría aplicarse
entonces lo dispuesto en el artículo 104.2 LJCA (dos meses desde la comunicación de la resolución del TC).
22 Imaginemos el caso de un Ayuntamiento que opone ante la orden dictada por el Ministerio compe-
tente de suspensión y liquidación de una empresa municipal deficitaria la hipotética sentencia del TC recaída
en un recurso de inconstitucionalidad que declara contraria a la CE esa norma. El Ayuntamiento en cuestión,
ante la insistencia del Gobierno en aplicar la norma declarada inconstitucional, podría esgrimir la sentencia
del TC como título ejecutivo frente a cualquier acción del Estado dirigida a imponer la liquidación de la
empresa municipal. Y llegado el caso, si también la jurisdicción contencioso-administrativa hiciese caso omi-
so de la sentencia de inconstitucionalidad del TC, a nuestro juicio ese Ayuntamiento estaría legitimado para
instar el incidente de ejecución pretendiendo del TC la anulación de la resolución judicial correspondiente y
los actos del Estado en aplicación de una norma que ha sido declarada inconstitucional y nula.
el proceso constitucional del que trae causa el incidente de ejecución, interpretado a la luz de la jurisprudencia
del TEDH sobre el artículo 6 CEDH, deben poder ser oídos en el incidente; aunque no se hayan personado en
el procedimiento principal. Desde luego, nada podrán plantear sobre lo debatido en éste, y su alegato debe
limitarse únicamente sobre los particulares de la ejecución de la resolución que le puso fin. De otro modo se
estaría sustanciando no sólo una pretensión ajena al incidente, también o una alegación extemporánea (o in-
cluso un recurso de amparo si esgrimen la lesión de alguno de sus derechos fundamentales).
25 Es cierto que el artículo 92 no lo establece con claridad, y bien pudiera decirse que el incidente no
requiere de las alegaciones de las partes, salvo la del Ministerio Fiscal y el órgano que haya dictado la resolu-
ción, disposición o acto, en el caso de que el TC resolviese anularlas, tal y como dispone el segundo párrafo del
artículo 92.1 LOTC, y el artículo 4.3 LOTC también. No obstante, debería acudirse al artículo 109 LJCA que
sí regula esa audiencia previa. Por otra parte, esta es la práctica habitual del TC en los incidentes que ha re-
suelto hasta la fecha.
26 Haya sido o no objeto de la notificación personal del artículo 87.1 LOTC. En efecto, la citada noti-
ficación es potestativa y no condiciona la responsabilidad sobre la ejecución de las resoluciones del TC, quien
tampoco está obligado a precisar en ellas quién vendría obligado a dicha ejecución (artículo 92.1 LOTC). Por
tanto, ninguna de las dos circunstancias (la omisión de la identificación del responsable de la ejecución en la
resolución del TC y la notificación personalizada) pueden esgrimirse como excusa para el cumplimiento en
debida forma a quien corresponda de lo resuelto por el TC.
27 En la STC 158/2004 el TC resuelve un conflicto planteado contra la actuación del Estado mediante
la firma de un Acuerdo tripartido y la convocatoria de ayudas y permisos para asistir a los cursos de formación
ofertados al amparo de dicho Acuerdo que desconocerían la competencia de la CCAA en esta materia declara-
da en las citadas SSTC 95 y 190 de 2000. En aquella Sentencia, en la que en modo alguno se suscita una
cuestión sobre la ejecución de aquellas otras, sino de cumplimiento de la doctrina del TC sobre la competen-
cia en materia de formación continua de los trabajadores, se hace la siguiente afirmación que haría fortuna en
la jurisprudencia del TC sobre el alcance de la vinculación del artículo 87.1 LOTC (FJ 4): «Por ello tenemos
de nuevo que «recordar que las Sentencias de este Tribunal, de las que deriva una doctrina —la doctrina
constitucional—, como señala el art. 40.2 LOTC, tienen el valor de cosa juzgada (art. 164.1 CE), de suerte
que todos los poderes públicos, tal como prescribe el art. 87.1 LOTC, están obligados a dar cumplimiento a
lo que el Tribunal Constitucional resuelva cualquiera que sea el procedimiento en que lo haya sido. Los men-
cionados preceptos determinan, por sí solos, una eficacia de las Sentencias de este Tribunal que no se proyecta
únicamente respecto de los hechos pretéritos que fueron el objeto del proceso, sino que se extiende de algún
modo hacia el futuro» (STC 230/2003, FJ 6)… Al respecto, hay que añadir que, según hemos declarado ya
respecto de las manifestaciones ob iter u ob iter dicta (sic), «una cosa es el puro dictum ‘observación al pasar’,
Dice el ATC 107/2009 (FJ 4): «Tal cuestión deberemos resolverla aplicando
los criterios consolidados en la doctrina constitucional en cuanto al art. 92 LOTC,
pues corresponde a este Tribunal resolver, en su caso, las incidencias de ejecución
de sus propias resoluciones. A tal efecto, debe velar para que las Sentencias y de-
cisiones que adopte se ejecuten, por quien resulte obligado a ello, en sus propios
términos y de la manera más diligente posible, evitando que se produzcan in-
cumplimientos simulados o inexactos y dilaciones indebidas en la ejecución, sin
que deba olvidarse que el propio art. 92 LOTC permite que este Tribunal dis-
ponga en la Sentencia o resolución que dicte quién ha de ejecutarla».
En toda su jurisprudencia sobre el incidente de ejecución del artículo 92
LOTC, el TC insiste de forma reiterada en que debe haber una identidad de razón
y fundamento entre el objeto del proceso constitucional resuelto previamente por
el TC (que puede ser un incidente también, pues cabe plantear el incidente de
ejecución respecto de una medida cautelar, como fue el caso del ATC 12/2001 o
del ATC 107/2009) y el objeto del incidente de ejecución. El TC ha examinado
escrupulosamente esa conexión y ha rechazado la pretensión de plantear por me-
dio del incidente pretensiones que no estaban contenidas en las que originaron el
proceso del que trae causa dicho incidente o el examen de la constitucionalidad
de las actuaciones de un Poder público en el cumplimiento de una resolución del
TC si ese juicio no deriva de la obligación de llevar a su debido cumplimiento lo
acordado en esa resolución28.
no trascendente ni como argumento complementario, y otra el dictum argumentativo que se relaciona más o
menos lateralmente con las razones decisivas del fallo. En este caso esos dicta son opiniones del Juez o Tribu-
nal con propia eficacia y si bien no integran la cosa juzgada (ésta se configura en el fallo y su fundamento de-
terminante), sí valen como valoraciones jurídicas del Tribunal y constituyen, en cierto modo y buena medida,
antecedentes dotados de auctoritas. Esta interpretación del Tribunal, en el ámbito de su específica competen-
cia, constituye por ello regla vinculante (arts. 164 CE y 38 LOTC)» (STC 6/1991, de 25 de enero, FJ 4)…Por
tanto, la especial vinculación que para todos los poderes públicos tienen las Sentencias de este Tribunal no se
limita, en contra de lo sostenido por el Abogado del Estado, al contenido del fallo, sino que se extiende a la
correspondiente fundamentación jurídica, en especial a la que contiene los criterios que conducen a la ratio
decidendi».
28 Un buen ejemplo de la cognición limitada del incidente y esa identidad entre lo resuelto en el
proceso y lo que se pretende ejecutar es el ATC 107/2009 es paradigmático Este Auto desestima el incidente
promovido por el Abogado del Estado respecto de la suspensión de una resolución de la Administración de
una Comunidad Autónoma en relación con las obras de una planta desalinizadora. La autoridad administrati-
va autonómica había paralizado las obras de la planta al estar disconforme con su ubicación, y el Estado había
planteado un conflicto positivo de competencias contra dicha resolución esgrimiendo el artículo 161.2 CE con
el objeto de levantar la suspensión autonómica y permitir la continuación de las obras de la planta. El TC
decretó en consecuencia la suspensión de la resolución paralizadora de las obras, lo que tendría el efecto de que
éstas siguiesen su curso. Posteriormente el Ayuntamiento en el que se realizaban las obras decretó la paraliza-
ción del bombeo de aguas con ocasión de sus trabajos de ejecución, que estaba afectando a una calle y a la
vereda de una carretera nacional a su paso por el término municipal. El Estado impugnó ante el contencio-
so-administrativo los decretos municipales, y tras la declinatoria de jurisdicción del juez ordinario al conside-
rar que el competente era el TC por entender que se trataba de un incidente de ejecución de su Auto de sus-
pensión dictado al amparo del artículo 161.2 LOTC, la Abogacía del Estado instó dicho incidente ante el alto
tribunal al considerar que los decretos municipales incumplían las suspensión acodada por el TC de la resolu-
ción autonómica que paralizaba las obras de la planta. El TC sin embargo consideró que los decretos munici-
1. Ejecutar amparos
pales sólo ordenaban la paralización del bombeo de agua por las razones expuestas y no la obra en su conjunto,
por lo que los decretos municipales no guardaban relación ni suponían una contravención de su Auto de
suspensión, pues la obra podía seguir su curso a pesar de que esos bombeos estaban paralizados.
29 Un análisis desde otra perspectiva de la ejecución de los amparos según se trate de resoluciones
declarativas, constitutivas o de condena, puede verse en Javier Salas/Valeriano Palomino, ob.cit., pp. 99 y ss.
30 No se olvide que el incumplimiento por parte de la jurisdicción ordinaria objeto de un posible in-
cidente de ejecución no es el que el TC considera uno de los casos de trascendencia constitucional que justifi-
carían la admisibilidad de un recurso de amparo, a tenor de lo sentado en la STC 155/2009, FJ 2: «d) o si la
vulneración del derecho fundamental traiga causa de una reiterada interpretación jurisprudencial de la ley que
el Tribunal Constitucional considere lesiva del derecho fundamental y crea necesario proclamar otra interpre-
tación conforme a la Constitución; e) o bien cuando la doctrina del Tribunal Constitucional sobre el derecho
fundamental que se alega en el recurso esté siendo incumplida de modo general y reiterado por la jurisdicción
ordinaria, o existan resoluciones judiciales contradictorias sobre el derecho fundamental, ya sea interpretando
de manera distinta la doctrina constitucional, ya sea aplicándola en unos casos y desconociéndola en otros», y
especialmente el así descrito «f) o en el caso de que un órgano judicial incurra en una negativa manifiesta del
deber de acatamiento de la doctrina del Tribunal Constitucional (art. 5 de la Ley Orgánica del Poder Judicial:
LOPJ)». Todos ellos son incumplimientos que contarían lo dispuesto en el artículo 164 CE, y en los artículos
40.2 y 87.1 LOTC, y sólo serían susceptibles de fundar un incidente de ejecución y no un recurso de amparo,
si la «negativa manifiesta» del órgano jurisdiccional lo es a lo resuelto en concreto en una sentencia (o auto si
es suspensivo) del TC recaída en un amparo y, o bien es el órgano judicial al que por mandato expreso del TC
o a resultas de lo resuelto, le cumple llevar a debido efecto su fallo y fundamentos en los que se sostiene, o bien
si, no siendo el obligado en primer término a cumplir con la resuelto por el TC (caso de los amparos de los
artículos 42 y 43 LOTC), pero conociese del caso, procediese negando o con manifiesto desconocimiento de lo
fallado por el TC. La propia dicción del apartado 2 del artículo 40 LOTC (reforzada por la de los artículos 5,
6, 7 y 8 Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial) no puede ser más clara: «En todo caso, la
jurisprudencia de los tribunales de justicia recaída sobre leyes, disposiciones o actos enjuiciados por el Tribu-
nal Constitucional habrá de entenderse corregida por la doctrina derivada de las sentencias y autos que resuel-
van los procesos constitucionales». La cuestión constitucionalmente relevante a los efectos de admitir un
amparo es la elusión por la jurisdicción ordinaria de la doctrina del TC sobre un derecho fundamental y no el
incumplimiento de un fallo concreto del TC.
31 En dicho Auto el TC desestima un incidente de ejecución en el que el amparado pretendía ex novo
una repetición de la elecciones que no había pretendido en su demanda de amparo de cuya estimación traía
causa el incidente del artículo 92 LOTC. Este Auto es comentado por Javier Salas/Valeriano Palomino,
ob. cit., pp. 103 y ss., donde se hacen eco del Voto Particular discrepante del Magistrado Rubio Llorente. El
TC en su ATC 12/2001 sostuvo que no se trataba de un caso de incumplimiento de una de sus sentencias de
amparo la desestimación de una petición de indemnización formulada por el amparado en el procedimiento
judicial ordinario instado para el debido cumplimiento de la resolución del TC (el recurrente había obtenido
una sentencia estimatoria de su amparo contra la Administración, y al tiempo que instó a ésta judicialmente
para que diese debido cumplimiento a la sentencia de amparo, solicitó una indemnización por los daños pa-
trimoniales que le había ocasionado el hecho de haber tenido que pleitear contra la Administración). El TC
dice con claridad que «En efecto, la solicitud de indemnización ante la Administración autonómica como
consecuencia de la estimación de su demanda de amparo, cuya denegación el Sr… considera que supone una
inejecución de la STC 48/1998 de 2 de marzo, no es algo de lo que pueda conocer este Tribunal a través del
art. 92 LOTC» (FJ 2).
32 Además, el TC planteó este asunto como una posible contravención de la fuerza de cosa juzgada de
la STC 104/1986 de la que traía causa los autos de la STC 159/1987.
órgano judicial de una Sentencia de este Tribunal puede requerir una interpretación
del alcance de la misma, a fin de dar un cabal cumplimiento a lo resuelto en ella y
adoptar, en consecuencia, las medidas pertinentes para hacer efectivo el derecho
fundamental reconocido frente a la violación de la que fue objeto. Pero semejante
consideración y aplicación por el órgano judicial no puede llevar, sin embargo,
como es claro, ni a contrariar lo establecido en ella ni a dictar resoluciones que me-
noscaben la eficacia de la situación jurídica subjetiva allí declarada (SSTC 159/1987,
de 26 de octubre, FJ 3; 227/2001, de 26 de noviembre, FJ 6; 153/2004, de 20 de
septiembre, FJ 3; y AATC 134/1992, de 25 de mayo, FJ 2; 220/2000, de 2 de oc-
tubre, FJ 1; 19/2001, de 30 de enero, FJ 2). Por lo demás, la especial vinculación
que para todos los poderes públicos tienen las Sentencias de este Tribunal no se li-
mita al contenido del fallo, sino que se extiende a la correspondiente fundamenta-
ción jurídica, en especial a la que contiene los criterios que conducen a la ratio deci-
dendi (STC 158/2004, de 21 de septiembre, FJ 4)».
Otro caso bien conocido y que dio lugar a un sonado conflicto con el TS fue
el de la STC 186/2001, en la que el TC da respuesta mediante la estimación de
un nuevo amparo al defectuoso cumplimiento por el TC de lo fallado en su STC
115/2000, que declaró la lesión del derecho a la intimidad de la recurrente33.
Similar a este caso fue también el de la STC 122/2003 donde se admite y estima
un amparo con ocasión del cumplimiento por la jurisdicción ordinaria de la STC
96/1999. El TC consideró que la jurisdicción ordinaria había incurrido en una
manifiesta incongruencia omisiva lesiva del derecho fundamental a la tutela judi-
cial del amparado, incumpliendo con este comportamiento lo fallado anterior-
mente por el TC, lo que fue paladinamente desoído y orillado por el juez de ins-
tancia. En ninguno de ellos, el TC se planteó la cuestión sobre si el cauce procesal
adecuado para resolver las quejas de los recurrente previamente amparados por
sendas decisiones del TC debió ser el incidente de ejecución y no la admisión y
resolución de sendos nuevos amparos (ni siquiera lo hizo el Voto Particular que
acompañó a la STC 186/2001)34. En otras ocasiones el TC no ha tenido reparo
alguno en resolver las impugnaciones de los actos y resoluciones dictadas con
33 El TC razona en este caso que el TS no había motivado la revisión del quantum indemnizatorio como
consecuencia del nuevo recurso de casación planteado por la amparada en cumplimiento de lo fallado en la STC
115/2000 y además había vulnerado el derecho a la intimidad de la recurrente una vez más al haberse apartado
de la doctrina que sobre este derecho ha sentado el TC. El TC en este caso acordó la nulidad de la Sentencia re-
currida de la Sala Primera del Tribunal Supremo «y, a los fines indicados, declarar que, en cuanto al quantum
indemnizatorio, ha de estarse en ejecución de nuestro fallo a la cantidad acordada en concepto de indemnización
por el fallo de la Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de 12 de enero de 1993, cuya fundamentación
resulta acorde con las exigencias del derecho fundamental expresadas en la STC 115/2000» (FJ 9).
34 Véanse también los casos de la STC 240/2000, que resuelve desestimatoriamente un amparo impe-
trado contra una sentencia de la jurisdicción ordinaria a la que imputa la lesión del artículo 24.1 CE por no
cumplir con lo ordenado n la STC 117/1996; o de la STC 241/2000 en relación con el reconocimiento de una
indemnización y la reformatio in peius, en la que según la amparado incurrió la jurisdicción ordinaria al dictar
nueva resolución tras la estimación de su amparo mediante la STC 59/1997. En este caso el TC desestimó el
amparo; aunque tácitamente vino a concluir que si la resolución de la jurisdicción ordinaria dictada en ejecu-
ción de una del TC incurría en reformatio in peius lo pertinente sería plantear un amparo frente a esta resolu-
ción, pues habría conculcado un derecho distinto al que resultó amparado con antelación.
35 Ese fue el caso del ATC 134/1992, que trae causa de la STC 140/1991 que anula las sentencias
penales que condenaban al amparado por lesión de su derecho a la presunción de inocencia. En este caso, el TC
afirmó que su fallo en la STC 140/1991 declaró la lesión del derecho a la presunción de inocencia del ampa-
rado y anuló las sentencias condenatorias sin ordenar la retroacción de las actuaciones, por lo que, sin necesi-
dades de ulteriores actuaciones, no cabía repetir el juicio contra el recurrente. Por esta razón estimó el inci-
dente de ejecución y ordenó la comunicación a los órganos judiciales ordinarios de que no era posible reabrir
juicio por los mismos hechos contra el amparado. De interés resulta también el caso del ATC 220/2000 por
el que se resuelve un incidente de ejecución en relación con un Auto del TC de suspensión (ATC 247/1999)
relativo a un lanzamiento de una vivienda. El caso es que cuando el TC acordó la suspensión del lanzamiento,
éste ya se había producido, por lo que enterada la jurisdicción ordinaria de la suspensión, acordó ordenar la
devolución de la posesión de la vivienda al recurrente de amparo, a lo que se opuso la contraparte dictándose
nuevas resoluciones judiciales dejando sin efecto dicho reintegro de la posesión. El TC estima el incidente,
recrimina a la jurisdicción de instancia el no haber adoptado medida cautelar alguna para proteger al ampa-
rado de posible perjuicios futuros, lo que podría haber dejado sin eficacia el recurso de amparo si llegara a
estimarse, limita los efectos suspensivos de la interposición del amparo acordados en el ATC 247/1999 a las
actuaciones futuras que puedan agravar de forma irreparable el perjuicio ya sufrido por el recurrente, y ordena
la anotación preventiva en el Registro de la Propiedad de la demanda de amparo.
36 El TC estimó el incidente al concluir que las resoluciones judiciales de instancia habían contrariado
gravemente lo resuelto por el TC, tanto su fallo y las razones que lo fundaron, al negar la vulneración del dere-
cho a la libertad sindical de los amparados a pesar de que esa vulneración había sido declarada en la STC
84/2002. En el fallo el TC anula las resoluciones judiciales atacadas por considerar que no ejecutan adecuada-
mente lo dispuesto en la STC 84/2002, y ordena la retroacción de las actuaciones judiciales (un recurso de sú-
plica) del que trae causa inmediata el incidente de ejecución para que se resuelvan las pretensiones de las partes
partiendo de la lesión del derecho a la libertad sindical en los términos que así fue declarada en la STC 84/2002.
El ATC 151/2001 también aborda un caso de inejecución en sus propios términos de la STC 74/1998 relativa
a la lesión del derecho a la libertad sindical en relación con una discriminación salarial. En este caso el ATC
anula la sentencia de instancia y ordena que se dicte una nueva en el sentido expuesto en su FJ 6.
predica, no sólo de las resoluciones dictadas por los órganos judiciales, sino también
de las propias Sentencias de este Tribunal Constitucional. Dicha garantía deriva en
este ámbito, tanto de la virtualidad del derecho fundamental a la tutela judicial
efectiva (art. 24.1 CE), del que no puede obviamente quedar excluida nuestra propia
jurisdicción, como de lo dispuesto al efecto en el art. 87.1 LOTC (así, en Sentencias
de recursos de amparo: SSTC 159/1987, de 26 de octubre, FJ 2; y 153/2004, de 20
de septiembre, FFJJ 1 y 3; AATC 151/2001, de 13 de junio, FJ 7; 459/2007, de 17
de diciembre, FJ 2; y 90/2008, de 14 de abril, FJ 2). Por lo demás la vinculación de
los poderes públicos a nuestras Sentencias se extiende tanto al fallo como a su fun-
damentación jurídica (SSTC 158/2004, de 21 de septiembre, FJ 4; 302/2005, de 21
de noviembre, FJ 6; ATC 273/2006, de 17 de julio, FJ 4). Consecuentemente, y
tratándose de recursos de amparo, la inejecución por los Tribunales ordinarios de
nuestras Sentencias acarrea, no sólo la vulneración de la garantía a la ejecución e
intangibilidad de nuestras decisiones, sino también la del derecho fundamental
cuyo reconocimiento y restitución habían sido acordados por este Tribunal en el
fallo correspondiente (AATC 79/2002, de 20 de mayo, FJ 4; y 273/2006, de 17 de
julio, FJ 4).
En orden al cumplimiento del mencionado derecho a la ejecución e intangibi-
lidad de nuestras decisiones por los Tribunales de Justicia hemos señalado que «en
algunas ocasiones el cumplimiento por el órgano judicial de una Sentencia de este
Tribunal puede requerir una interpretación del alcance de la misma, a fin de dar un
cabal cumplimiento a lo resuelto en ella y adoptar, en consecuencia, las medidas
pertinentes para hacer efectivo el derecho fundamental reconocido frente a la viola-
ción de la que fue objeto. Pero semejante consideración y aplicación por el órgano
judicial no puede llevar, sin embargo, como es claro, ni a contrariar lo establecido
en ella ni a dictar resoluciones que menoscaben la eficacia de la situación jurídica
subjetiva allí declarada» (STC 302/2005, de 21 de noviembre, FJ 6; en similares
términos SSTC 159/1987, de 26 de octubre, FJ 3; 227/2001, de 26 de noviembre,
FJ 6; y 153/2004, de 20 de septiembre, FJ 3; AATC 134/1992, de 25 de mayo, FJ
2; y 273/2006, de 17 de julio, FJ 4). Lo que ha de examinarse al cotejar el contenido
de nuestra Sentencia con la resolución jurisdiccional dictada en su ejecución no es
tanto, ni necesariamente, la estricta correspondencia literal de los términos entre
ambas, sino que la resolución judicial posterior no incurra en alguna de estas dos
situaciones proscritas por nuestra doctrina (pronunciamiento contrario a nuestra
decisión o intento de menoscabar la eficacia ‘jurídica o material’ de lo que hemos
resuelto y mandado).
Por otra parte, el ámbito de conocimiento del incidente de ejecución previsto
en el art. 92 LOTC “se circunscribe exclusivamente a determinar si la Sentencia del
Tribunal Constitucional dictada con ocasión de un recurso de amparo ha sido co-
rrectamente ejecutada, sin que, en modo alguno, pueda extenderse a cualesquiera
otras pretensiones mantenidas por la parte recurrente ante la jurisdicción ordinaria”
(AATC 52/2004, de 23 de febrero, FJ 2; y 323/2008, de 20 de octubre, FJ 2).»
«De ello debemos concluir que la cuestión “constitucional” planteada por vía
del art. 92 LOTC (inejecución de un pronunciamiento del Tribunal) es exclusiva-
mente la relativa a la condena en costas a la Administración (o aplicación del art.
10.3 Ley 62/1978 e imposición o aplicación del art. 139.1 LJCA y absolución), la
cual resulta —a todas luces— una materia de legalidad ordinaria (y así lo confirma-
rían, entre otras, las SSTC 134/1990, de 19 de julio, FJ 5; 190/1993, de 14 de ju-
nio, FJ 4; 41/1994, de 15 de febrero, FJ 2; 48/1994, de 16 de febrero, FJ 2; 46/1995,
de 14 de febrero, FJ 3; 8/1999, de 8 de febrero, FJ 1; 191/2001, de 1 de octubre, FJ
6; 170/2002, de 30 de septiembre, FJ 17; y 107/2006, de 3 de abril, FJ 3, o la ul-
teriormente citada por el Ministerio Fiscal, de STC 172/2009, de 9 de julio). Y, por
otra parte, que la causa petendi constitucional del recurrente reside en la imputa-
ción de un error en dicha fundamentación legal de las costas, cuestión que tampoco
debe ser objeto de nuestro pronunciamiento, primero, porque al tratarse de otro
derecho fundamental diferenciado del inicialmente invocado en el recurso de ampa-
ro n.º 6540-2004, correspondería haberla introducido por medio de un amparo au-
tónomo, y no como un incidente del art. 92 LOTC (lo cual —a su vez— implicaría
óbices de admisibilidad); y segundo, que la fundamentación de la condena (o no) en
costas, es una tema estrictamente de legalidad, en el que el Tribunal ha de respetar
la integridad competencial de la jurisdicción ordinaria “salvo incongruencia, arbi-
trariedad o irrazonabilidad” (por todas SSTC 232/2007, de 5 de noviembre, FJ 3, y
51/2009, de 23 de febrero, FJ 2 —cuestión distinta del “error patente” alegado,
STC 109/2006, de 3 de abril); sin que en este supuesto pueda apreciarse la reseñada
irrazonabilidad en la opción por la aplicación de un determinado precepto legal re-
lativo a las costas (vid. STC223/2005, de 12 de septiembre, FJ 2), aunque sea jurí-
dicamente desacertado (por todas STC 172/2009, de 9 de julio, FJ 4) (FJ 2).»
37 Sigue siendo una referencia inexcusable sobre la tipología de fallos en este tipo de procesos y su
relación con la forma en que vinculan el trabajo de Jiménez Campo, Javier, «La declaración de inconstitucio-
nalidad de la ley», Rubio Llorente/Jiménez Campo, Estudios sobre jurisdicción constitucional, McGraw Hill,
Madrid, 1998, pp. 109 y ss., pp. 121 y ss. También puede verse el de Roth, W., «Grundlage und Grenzen
von Übergangsanordnungen des Bundesverfassungsgerichts zur Bewältigung möglicher Folgeprobleme sei-
ner Entscheidungen», Archiv des öffentlichen Rechts, Bd. 124, 1999, pp. 470 y ss., pp. 476 y ss.
función de las peculiaridades de los diversos procedimientos posibles ante este Tri-
bunal, quedando, por lo ya indicado, excluida su aplicación en lo que afecta a las
cuestiones de inconstitucionalidad (FJ 2)».
38 Puede consultarse un elenco de casos similares en los que el BVerfG ha resuelto incidentes de eje-
cución en relación con actuaciones del legislador en Bethge, Werner, ob. cit., pp. 18 y ss., y 32 y ss., donde
analiza también las distintas variantes de pronunciamientos en los procesos de control de constitucionalidad
y sus formas de ejecución.
3. Conflictos y ejecución
Han sido muy escasas las ocasiones en las que el TC se ha tenido que plantear
un problema de incumplimiento de sus resoluciones recaída en procedimientos
conflictuales, ya interorgánicos o territoriales. El artículo 66 LOTC en relación
con los conflictos positivos permite al TC acordar «la anulación de la disposición,
resolución o actos que originaron el conflicto en cuanto estuvieren viciados de
incompetencia, pudiendo disponer lo que fuera procedente respecto de las situa-
ciones de hecho o de derecho creadas al amparo de la misma». El artículo 72,3
LOTC fija el alcance del fallo en los conflictos negativos, en los que o bien decla-
rará improcedente el requerimiento, o procedente, en cuyo caso el TC fijará un
plazo «dentro del cual la Comunidad Autónoma deberá ejercitar la atribución
requerida»39. El artículo 75.2 LOTC establece para el caso de los conflictos inte-
rorgánicos que «la sentencia del Tribunal determinará a qué órgano correspon-
den las atribuciones constitucionales controvertidas y declarará nulos los actos
39 Interesantes reflexiones sobre la ejecución en el caso de los conflictos negativos en las pp. 98 y ss. de
J. Salas, V. Palomino, ob. cit.
40 Cuyo FJ 3 sostuvo «En cuanto a las consecuencias derivadas de dicha anulación, es preciso tener en
cuenta que, de acuerdo con el art. 66 de la LOTC (LOTC), este Tribunal puede disponer lo que estimare
procedente respecto de las situaciones de hecho o de derecho creadas al amparo de la disposición, resolución o
acto anulados… En el presente caso, el equilibrio de los intereses en juego aconseja que las situaciones creadas
no se destruyan en mayor medida de la que exija la competencia reconocida a la Generalidad. Por lo que se
refiere a la situación jurídica de los Registradores afectados, dicho equilibrio, dado el carácter de la competen-
cia estatutaria y el régimen de provisión de vacantes, se logra manteniendo dicha situación, condicionada a la
ulterior decisión que la Generalidad de Cataluña adopte en el ejercicio de su competencia. En cualquier caso,
las incidencias derivadas de la ejecución de esta Sentencia podrán plantearse ante este Tribunal Constitucio-
nal, quien resolverá, en su caso, de conformidad con el art. 92 de la LOTC». Más recientemente, el TC resol-
vió en efecto un incidente de ejecución en el ATC 177/2012 en relación con la suspensión de una ley autonó-
mica acordada mediante el ATC 105/2010.
41 Herzog, R., «Die Vollstreckung von Entscheidungen des Bundesverfassungsgericht», Der Staat,
Bnd. 4 Hft.1, 1965, pp. 37 y ss. Véase también Roth, W., «Grundlage und Grenzen von Übergangsanord-
nungen des Bundesverfassungsgerichts zur Bewältigung möglicher Folgeprobleme seiner Entscheidungen»,
Archiv des öffentlichen Rechts, Bd. 124, 1999, pp. 470 y ss., pp. 475 y ss.; y Bethge, W., ob. cit., passim.
42 Roth, Wolfgang, ob. cit., pp. 488 y ss.
sobre los poderes de ejecución del BVerfG estriba en si el alcance de esos poderes
en su condición de «dueño de la ejecución» no altera sustancialmente el equili-
brio y división de poderes entre los órganos constitucionales, y en particular en
su relación con la jurisdicción ordinaria43. Un debate aún hoy abierto en la dog-
mática alemana como pone de manifiesto el comentario al § 35 BVerfGG de
Werner Bethge44. Sin embargo, quizá debiera enfocarse esta cuestión desde la
perspectiva contraria, y preguntarnos sobre si la única forma efectiva de salva-
guardar la posición de intérprete y garante supremo de la Constitución del TC no
pasa por justamente hacerle «dueño» de la ejecución de sus resoluciones. En el
caso de la jurisdicción contencioso-administrativa era evidente que sustraer a la
Administración el poder de ejecutar las resoluciones judiciales era una forma in-
dispensable de perfeccionar el Estado de Derecho, y en particular el principio de
legalidad, sin que por ello se considere puesta en juego la división de poderes.
Otro tanto cabría decir de la jurisdicción constitucional que, en el cumplimiento
de su función de garante e intérprete supremo de la CE, debe disponer también
del poder de velar por que sus resoluciones se cumplan, que es una forma de ase-
gurar además que se cumple la CE. Cosa distinta es que el TC, al amparo de su
competencia sobre la ejecución de sus resoluciones, exceda su ámbito funcional e
invada el de otros Poderes del Estado. De ahí la importancia de precisar el objeto
y alcance del incidente de ejecución que ni es un proceso de control de constitu-
cionalidad de disposiciones y actos de los Poderes públicos, ni autoriza al TC a
realizar por sí lo que a otros les compete por mandato constitucional.
El TC desde sus primeras resoluciones relativas al artículo 92 LOTC ha afir-
mado rotundo que «En efecto, conforme a la jurisprudencia constitucional (entre
otros, AATC 107/2009, de 24 de marzo, FJ 2, y 177/2012, de 2 de octubre, FJ
2) los arts. 87.1 I y 92 LOTC tienen por finalidad garantizar la defensa de la po-
sición institucional del Tribunal Constitucional y la efectividad de sus sentencias
y resoluciones, protegiendo su ámbito jurisdiccional frente a cualquier intromi-
sión ulterior de un poder público que pudiera menoscabarla». El TC no ha tenido
duda alguna sobre su competencia para cuidar del debido cumplimiento y obser-
43 Véase Bethge, Herbert, ob. cit., pp. 7 y ss., especialmente pp. 9 y ss., donde se advierte del riesgo de
convertir el Estado de democrático y de Derecho en un «Estado judicial» («Jurisdiktionsstaates») en virtud de
la competencia ilimitada que el § 35 BVerfGG atribuye al BVerfG en relación con la ejecución de sus resolu-
ciones. Otro tanto cabría decir del artículo 92 LOTC. En España se abrió este debate (incluso premonitorio a la
vista de las tensiones que surgieron entre el TC y el TS) —por el TS a cuenta de la ejecución— del TC de una
de las sentencias en amparo de aquél —SSTC 115/2000 y 181/2001—; puede encontrarse un relato detallado
de este conflicto en Salvador Coderch, P. Gómez Pomar, F. (eds.), Libertad de expresión y conflicto institucio-
nal, Civitas, Madrid, 2002, sobre el alcance de la vinculación de la jurisdicción ordinaria a las resoluciones del
TC consúltense los trabajos, no siempre coincidentes, De Pérez Tremps, P., Tribunal Contitucional y Poder
Judicial, CEC Madrid, 1985; Santos Vijande, J., Doctrina y jurisprudencia del Tribunal Constitucional: su eficacia
respecto de los Tribunales ordinarios, Comares, Granada, 1995; Punset, R., «Tribunal Constitucional y órganos
judiciales en la tutela de la supremacía de la Constitución. Una perspectiva general», RJA, n.º 19, 1995, pp. 1
y ss., y su «Doctrina constitucional y órganos judiciales», REDC, n.º 46, 1996, pp. 285 y ss.
44 Bethge, W., ob. cit., especialmente pp. 23 y ss.
45 Así lo expresaron Salas, J. Palomino, V., ob. cit., p. 91: «Pues bien, habida cuenta de que la ju-
risdicción constitucional es una verdadera jurisdicción, en ella se da, por supuesto, la potestad ejecutiva, con
todo el haz de facultades inherentes a la misma». En sentido contrario Bocanegra Sierra, R., El valor de las
sentencias del tribunal Constitucional, Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1982, pp. 55 y ss.,
y 108 y ss. Véase Otto y Pardo, I. de, «La posición del Tribunal Constitucional a partir de la doctrina de la
interpretación constitucional», El Tribunal Constitucional, IEF, Madrid, 1981.
46 Roth, W., ob. cit., p. 478; Pestalozza, C., Verfassungsprozessrecht, C.H.Beck, Múnchen, 1991
(3.ª edic.), § 19, rdn. 8.
47 Véase Sala, J. Palomino, V., ob. cit., pp. 90 y ss. Geiger identifica la peculiaridad de la jurisdic-
ción constitucional en la circunstancia de que es el propio Estado quien controla su cumplimiento de la norma
constitucional, Geiger, W., «Die Grenzen der Bindung verfassungsrechtlicher Entscheidungen (§ 31 Abs.
1 BVerfGG)», Neue Juristische Wochenschrift, Hft.29, 1954, pp. 1057 y ss., p. 1058.
48 Véanse Fernández Farreres, G. Sistema de Derecho Administrativo, Civitas, Cizur Menor, 2014, pp. 903
y ss.; Betancor Rodríguez, A., «La evolución histórico-normativa de la ejecución de sentencias contencio-
so-administrativas (1845-1956)», DA, n.º 209, 1987, pp. 199 y ss.
49 Sin perjuicio de que los efectos de la resolución declarativa en algunos casos se agoten con su sola
publicación. Un caso de agotamiento de los efectos de la resolución del TC en su fallo puede verse en el ATC
58/2001 en el que el TC desestimó un incidente de ejecución de la STC 231/2000 en estos términos: «Las
pretensiones del actor no son viables por cuanto la STC 231/2000 agotó en su fallo cualquier hipotética eje-
cución: declaró la lesión del derecho fundamental y anuló los Autos judiciales en que aquélla se había produ-
cido, de modo que los órganos jurisdiccionales nada tenían que hacer en ejecución de dicha Sentencia, visto
que al dictarse ésta, el recurrente estaba ya cumpliendo condena. No puede pretenderse en este impropio in-
cidente de ejecución resolver cuestiones no abordadas ni decididas en el Fallo o con las que éste no guarda una
directa e inmediata relación de causalidad» (FJ único).
50 Véase Bethge, W., ob. cit., pp. 11 y ss.
51 Herzog, R., ob. cit., p. 38; Bethge, W., ob. cit., pp. 23 y ss.
Más arriba hemos mencionado el reproche que le hizo a esta reforma la Pro-
posición de ley para su derogación, y que es probable que sustente también los
recursos de inconstitucionalidad interpuestos por los Gobiernos vasco y catalán,
revelado quizá en los alegatos de la representación procesal del Parlamento cata-
lán en el ATC 141/2016. Nos referimos a las dudas suscitadas sobre la cobertura
constitucional para dotar al TC de semejantes poderes de ejecución. Un debate
que también se suscitó con ocasión del § 35 BVerfGG53. Los Poderes públicos (y
los particulares) están obligados a cumplir con la CE (artículo 9.1 CE) y con las
resoluciones del TC en cuanto expresan la normatividad de los preceptos consti-
tucionales. Y al TC le cumple ejecutarlas si se desatiende esa obligación (164 CE
y 87 LOTC). En esa medida, no cabe considerar contraria a la CE la reforma ope-
rada de la LOTC. Ni siquiera es necesario que se mencione expresamente en la CE
esta potestad de ejecución, porque resulta de la posición constitucional del TC y
su función de garante jurisdiccional último de la supremacía constitucional. A
nuestro juicio, nada obsta para que esa potestad de ejecución sea considerada una
de las «materias» a las que se refiere la letra d) del artículo 161.1 CE y que puede
regular la LOTC. La dicción del artículo 161.1 d) CE habilita sin duda al legis-
lador orgánico para regular esta función inherente a la jurisdicción constitucio-
nal, máxime cuando en rigor no se trata de regular un nuevo procedimiento de
control de constitucionalidad no previsto expresamente en dicho precepto54.
Sin embargo, sí que suscita dudas de constitucionalidad la suerte de remo-
ción temporal de su cargo o empleo público de quien, obligado a cumplir con una
resolución del TC, no lo ha hecho (artículo 92.4 letra c). Para el caso de los em-
pleados públicos y los cargos públicos en órganos no constitucionales, y regula-
dos por ley ordinaria o disposiciones de rango inferior, lo dispuesto en el artículo
92.4 LOTC constituye una «configuración legal» de su estatuto con arreglo a la
garantía que les dispensa el derecho a ocupar y ejercer cargos públicos sin restric-
ciones o perturbaciones ilegítimas del artículo 23 CE. Pero se nos antoja más
difícil salvar la tacha de inconstitucionalidad en el caso de que esa suspensión
temporal de funciones afecte a miembros y titulares de órganos constitucionales
cuyo estatuto jurídico esté reservado expresamente en la CE a una específica ley
orgánica reguladora de su estatuto orgánico-funcional (artículo 81 CE). Otro
tanto, creemos, podría decirse de la presidencia de las CCAA y otros titulares de
órganos autonómicos cuya regulación está reservada a los EEAA en los términos
del artículo 147 CE, invadiendo competencias autonómicas por una ley estatal
que no es de reforma del EEAA, al fijar causas de cese temporal de sus funciones
no previstas en su normativa específica55.
presa habilitación de la GG para que la BVerfGG regule esos poderes. Herzog, R., ob. cit., p. 38. Bethge,
W., no pudo ser más contundente: «el § 35 BVerfGG es conforme con la Constitución» (ob. cit., p. 15).
54 Éste fue justamente uno de los reproches que se le hicieron en su momento al control previo de
constitucionalidad de normas con rango de ley que preveía originariamente la LOTC, y que ha vuelto a incor-
porarse para los Estatutos de Autonomía y sus reformas, en la reciente ley de reforma de la LOTC por la LO
12/2015. Sobre esta cuestión véase Villaverde Menéndez, I., «El control previo de constitucionalidad de
las normas con rango de ley. Crónica de un escéptico», Revista Catalana de Derecho Público, n.º 49, 2014, pp. 20
y ss., pp. 37 y ss.
55 No debe confundirse la previsión del artículo 92.4 LOTC con los procedimientos constitucionales
de remoción del Jefe del Estado que se deben seguir ante el correspondiente Tribunal Constitucional, como
es el caso alemán, italiano o austriaco. El artículo 61 de la Ley Fundamental de Bonn (en adelante, LFB) prevé
un procedimiento de remoción del Presidente de la República ante el BVerfG que no está previsto sin embar-
go en la CE. Este precepto regula un procedimiento a instancia del Bundestag o del Bundesrat de destitución
del Presidente de la República en caso de que éste vulnere deliberadamente la LFB o cualquier otra Ley fede-
***
Title: The enforcement powers of the resolutions of the Constitutional Court and its recent reform
Abstract: This article analyzes the recent reform of the Organic Law of the Constitutional Court
(LOTC) to strengthen the enforcement powers of the resolutions by the Constitutional Court. The author ex-
amines the origin of the reform, its content, the enforcement procedure and the doctrine of the Constitutional
Court on the matter. Likewise, the Resolution of the Constitutional Court 141/2016 in which the Court has
had the first opportunity to apply Article 92 LOTC after its reform. The author’s thesis is that the reform has
clarified and improved LOTC enforcement proceedings TC resolutions, providing the TC specific powers to
ensure compliance its resolutions by public authorities and individuals. However, the author draws attention
to the questions of constitutionality which raise some of the implementing measures provided for in Article 92
LOTC as the temporary suspension of public office in constitutional or regional public Institutions.
Resumen: Este artículo analiza la reciente reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional
(LOTC) para reforzar los poderes de ejecución de sus resoluciones. Examina el origen de la reforma, su conte-
nido, el procedimiento de ejecución y la doctrina del Tribunal Constitucional sobre la materia. Igualmente se
analiza el Auto del Tribunal Constitucional 141/2016 en el que el Tribunal ha tenido la primera ocasión
de aplicar el artículo 92 LOTC tras su reforma. La tesis del autor es que la reforma de la LOTC ha preci-
sado y mejorado el procedimiento de ejecución de sus resoluciones, dotando al TC de poderes concretos dirigidos
a asegurar su cumplimiento por los poderes públicos y los particulares. No obstante, el autor llama la atención
sobre las dudas de constitucionalidad que suscitan alguna de las medidas de ejecución establecidas en el artí-
culo 92 LOTC, como la suspensión temporal de cargos públicos en órganos constitucionales o autonómicos.
Key words: Constitutional jurisdiction. Constitutional Court. Enforcement Constitutional Court
Resolutions. Implementation of Constitutional Court Resolutions.
Palabras clave: Jurisdicción constitucional. Tribunal Constitucional. Incidente de ejecución. Vin-
culación de las resoluciones del Tribunal Constitucional.
Fecha de recepción: 22.07.2016 Fecha de aceptación: 01.09.2016
ral. El BVerfG, que nunca se ha visto en tal tesitura, tras un breve proceso regulado en los §§ 49-57 BVerfGG,
podrá declarar que el Presidente de la Federación es culpable de vulnerar deliberadamente la LFB o cualquier
Ley federal por lo que «puede» removerlo del cargo. Incluso el propio precepto apodera al BVerfG para adop-
tar como medida cautelar una vez admitida a trámite la demanda su suspensión en el ejercicio de su cargo.
Obviamente no es el caso del artículo 92.4 LOTC, ya que no se trata de un incidente de ejecución. También
el artículo 134 de la Constitución italiana atribuye a la Corte Constitucional la competencia para conocer de
las acusaciones contra el Presidente de la República por vulneración de la Constitución. Lo mismo sucede en
Austria, cuya Ley reguladora del Tribunal Constitucional austriaco (B-VG) en sus artículos 142 y ss., que
amplía la competencia para conocer también de acusaciones dirigidas contra los miembros de los órganos
superiores federales y de los Estados federados. En el caso del Presidente de la República, sólo si lo vulnerado
es la Constitución. Los miembros del Gobierno federal, Presidentes de los Estados federados y miembros de
sus Gobiernos y otros altos cargos del Estado también pueden serlo por vulneración de las leyes federales.
RESUMEN: El artículo pretende exponer una crítica a cinco argumentos que han servido
para defender la tesis de que los jueces ordinarios pueden inaplicar las leyes en los casos
en que estén seguros sobre la inconstitucionalidad de estas.
ABSTRACT: This article criticizes five arguments exposed by some scholars that support
the thesis according to which Chilean courts can refrain to apply statutes when they are
convinced about the unconstitutionality of them.
INTRODUCCIÓN
Una parte de la doctrina ha venido sosteniendo de manera constante que los
jueces ordinarios tienen la facultad de declarar inaplicables aquellos preceptos legales
que se les presenten como “claramente” inconstitucionales1. Una vez que entrara en
vigor la reforma a nuestra Carta Fundamental de 2005 todo parecía indicar que aquellas
razones que motivaban estas posturas se disolverían ante tan contundente cambio cons-
titucional. Sin embargo ello no ha sido así y, más aún, aquella modificación ha revitali-
zado algunas de esas posturas2. El juez ordinario que cree firmemente estar ante una ley
inconstitucional, seguirán diciendo estos autores, no se encuentra ahora obligado a
plantear la cuestión de constitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, sino que
puede (y debe) inaplicar directamente aquella ley3.
Los argumentos utilizados para defender esta tesis pueden clasificarse de la si-
guiente manera:
1. Es fácil encontrar en los trabajos de este sector doctrinal una clara preferencia
por un sistema de control de constitucionalidad de carácter difuso al estilo del impuesto
hoy por su mayor representante: Estados Unidos. Este sistema sería para ellos el que
mejor se ajustaría al constitucionalismo moderno, el que mejor respetaría la supremacía
de la constitución y el que mejor protegería los derechos fundamentales de las personas.
Al contrario, el sistema de control de constitucionalidad concentrado diseñado en Euro-
pa vendría a ser, más bien, un sistema afecto a cierta distorsión o enfermedad debida a
algunos aspectos negativos presentes en la cultura del Civil Law.
do que cita no pretenden justificar una determinada interpretación de nuestra Constitución sino que solo
sirven para mostrar cómo diversos países practican el control difuso de constitucionalidad de la ley mien-
tras “nosotros, no obstante tener la solución frente a nuestros ojos, seguimos con la errónea creencia que
esto sería grave y hasta peligroso”. RÍOS (2005b) p. 122 y ss.
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LETELIER W ARTENBERG , Raúl “Jueces ordinarios y justicia constitucional”
Creo que los argumentos que apoyan la tesis defendida son erróneos, equívocos y
poco convincentes y me propongo demostrarlo en las siguientes líneas. Para ello, abor-
daré uno a uno estos razonamientos, en el mismo orden en que los he presentado.
9 R ÍOS (2005b) y RÍOS (2002). En el mismo sentido, FERNÁNDEZ (2005) p. 116 y ss.
10 RÍOS (2002) p. 418.
11 M ARTÍNEZ (2006) p. 459.
12 R ÍOS (2005b) p.105. Aun cuando contradictoriamente este autor sostenga que el sistema que imperará
luego de la reciente reforma a la Constitución será un control “concentrado en un solo órgano supremo, lo
que restablece el principio de unidad de jurisdicción en esta delicada materia y pone término a la indesea-
ble dualidad interpretativa, anterior a la vigencia de la reforma...”, R ÍOS (2005a) p. 76
13 M ARTÍNEZ (2005a) p. 170.
Revista Chilena de Derecho, vol. 34 N 0 3, pp. 539 - 574 [2007]
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L ETELIER W ARTENBERG , Raúl “Jueces ordinarios y justicia constitucional”
norma superior –tal como lo habría hecho atrevidamente los EE.UU.– no podría al
mismo tiempo obligar a los jueces a que apliquen (que no es otra cosa que ejecutar
aquella jerarquía) leyes inconstitucionales14.
Pero, ¿es que realmente cuando EE.UU. “inventa” su sistema de judicial review
solo pretende realzar el valor normativo de su Constitución y obtener así su irrestricto
respeto? ¿Es que solo pretende hacer realmente efectivo aquel contrato social de todos
los norteamericanos? ¿Qué hay efectivamente en el origen de este sistema de justicia
constitucional?
Como sabemos, el argumento fundacional acerca del comienzo de la revaloriza-
ción de la Constitución comienza ya a partir de la Constitución de 1787, y, por sobre
todo, en su ejecución en el famoso caso Marbury vs Madison. El texto de esta sentencia
resulta ser bastante claro cuando indica que “cuando una ley está en conflicto con la
Constitución y ambas son aplicables a un caso particular, de modo que la Corte debe
decidir ya sea conforme a la ley, desechando la Constitución, o conforme a la Constitu-
ción, desechando la ley, debe la Corte determinar cuál de las normas en conflicto
gobierna el caso. Esto constituye la esencia misma del deber de administrar justicia.
Luego, si los tribunales deben tener en cuenta la Constitución y ella es superior a
cualquier ley ordinaria, es la Constitución y no la ley la que debe regir el caso al cual
ambas normas se refieren”15. Aquella Constitución libertaria y esta sentencia atrevida
inaugurarían, así, la era de las constituciones efectivamente respetadas.
La argumentación histórica parece ser entonces bastante razonable. El sistema
norteamericano ha sido el que, escriturando su pacto principal y respetándolo realmen-
te, no podía sino entregarle a cualquier juez la posibilidad de ejecutar coactivamente
aquellas normas constitucionales, coacción que es la expresión máxima de estar ante
verdadero derecho.
Sin embargo, paralela a esta supuesta épica historia de una sociedad dispuesta a
que su pacto constitucional sea respetado y a garantizar los derechos de los ciudada-
nos16, existen también otras historias, menos heroicas, menos famosas, menos optimistas
acerca del desarrollo de los institutos humanos, pero que, tal vez, muestran más clara-
mente el porqué del nacimiento de esta idea de supremacía constitucional o del por qué
de entregar específicamente el poder de judicial review a un grupo de jueces17.
No es mi propósito agotar aquí todas aquellas “otras” historias presentes en el
desarrollo del constitucionalismo americano. Solo pretendo insinuar la idea de que bajo
la entrega a los jueces del poder de judicial review se encontraban también otras razones
un poco menos optimistas, pero que explican más eficazmente este interesante fenóme-
no. Adelantando la conclusión, creo que puede razonablemente sostenerse que detrás del
comienzo de la justicia constitucional norteamericana no solo se quería afirmar la supre-
ce, only the history of American legal culture as a whole, can explain the development of this extraordina-
ry power”. WOOD (1988) p. 1293.
Revista Chilena de Derecho, vol. 34 N 0 3, pp. 539 - 574 [2007]
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LETELIER W ARTENBERG , Raúl “Jueces ordinarios y justicia constitucional”
macía de la Constitución, sino que también se quería utilizarla como un eficaz instru-
mento de opresión a las fuerzas democráticas.
En 1786, un veterano de la guerra de independencia llamado Daniel Shays, organi-
zó una de las más grandes rebeliones antijudiciales de la historia norteamericana. El
motivo de esta era evitar que los jueces conocieran las causas que algunos acreedores
habían iniciado contra miles de deudores, exigiéndoles el pago de deudas contraídas sin
otro afán que hacer frente en común a la guerra de independencia que hace poco termina-
ba. Una vez lograda la autonomía, aquellos deudores, principalmente campesinos, artesa-
nos u obreros, se encontraban en una situación tanto o más precaria que aquella que
habían tenido con anterioridad. Cansados de esa miseria e inestabilidad, aquellos deudores
reclamaban continuamente a los legisladores que se tomasen medidas inmediatas para
frenar esta verdadera usurpación en manos de los jueces18. Sin embargo, esos legisladores,
muchos de los cuales representaban solo a las elites norteamericanas, poco les tomaban en
cuenta. Ante esta desolación, muchos de esos campesinos y obreros recurrieron a “ocupar”
los tribunales para que estos no dieren curso a aquellos “injustos” procesos judiciales19.
Si bien muchos de estos levantamientos fueron prontamente acallados, sus conse-
cuencias perdurarían. Tal era la cantidad de deudores y tan justas sus pretensiones que
poco a poco los legisladores estatales debieron empezar a atenderlas. Esos mismos legis-
ladores, en efecto, comenzaron a proponer en sus campañas electorales programas de
gobierno que consistían casi exclusivamente en medidas tendientes a aliviar los proble-
mas de los deudores 20. Una vez que se percibió que el incremento de estas demandas
populares era problemático, los votos debieron buscarse precisamente en la satisfacción
de aquellas necesidades comunes. Por otra parte, la revolución había traído consigo la
democratización de las asambleas legislativas de los estados, aumentando sus miembros y
variando su componente social. Hombres más humildes y menos instruidos se sentaban
ahora en los parlamentos. “En New Hampshire, por ejemplo, en 1765 la asamblea
colonial solo contaba con treinta y cuatro miembros, casi todos caballeros acaudalados
de la región costera en torno a Portsmouth. En 1786, la Cámara de Representantes del
estado había aumentado hasta tener ochenta y ocho miembros. La mayoría de ellos eran
granjeros corrientes u hombres moderadamente ricos y muchos procedían de las regio-
nes occidentales del estado”21. Serán, entonces, estos nuevos parlamentos los que co-
menzarán a escuchar los clamores populares, aprobando las controvertidas emisiones de
dinero para hacer frente así a la galopante situación de crisis existente.
Estas decisiones, sin embargo, no podían ser percibidas de forma pacífica por la
clase de los mercaderes, políticos y grandes propietarios. La clase baja y los mismos deudo-
res se habían apoderado de los parlamentos, y ahora pretendían imponer sus pretensiones a
18 A propósito de ello, escribía el general Henry Knox a Washington que “there creed is, that the property
of the United States, has been protected from confiscation of Britain by the joint exertions of all, and
therefore ought to be the common property of all”. The Papers of George Washington. [en línea] http://
gwpapers.virginia.edu/documents/constitution/1784/madison2.html.
19 F ISKE (1896) p. 177 y ss.
20 G ARGARELLA (1996) p. 23-24.
21 W OOD (2003) p. 191.
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L ETELIER W ARTENBERG , Raúl “Jueces ordinarios y justicia constitucional”
través de las leyes. La ley y la democracia, banderas de luchas para la elite política y para la
clase acaudalada en la era revolucionaria, se habían convertido así, en el nuevo enemigo
que había que afrontar. El argumento de las “amenazas a los derechos individuales” y el del
“respeto de las minorías” serán ahora el motor de lucha22. Estas dos ideas más el retórico
argumento de que la soberanía no reside realmente en los representantes sino en el pueblo,
harán que, reduciendo la dignidad de la ley, no cueste tanto diseñar un sistema para
derrotarlas aun cuando hayan sido aprobadas por la mayoría del Parlamento23.
El programa a seguir estaba entonces trazado. Controlar la ley y frenar la demo-
cracia. El delegado a la Convención por Massachussetts era bastante explícito cuando
indicaba que “los males que experimentamos derivan del exceso de democracia”. El
mismo Hamilton se manifestaba “contra los vicios de la democracia” y la “sorprendente
violencia y turbulencia del espíritu democrático”24. Esto será lo que conllevará a que
aquella primera constitución esté impregnada de una fuerte división y compensación de
poderes. El Poder Legislativo debía ser frenado, sobre todo luego de observar que de
forma constante “cuanto más numerosa es una asamblea [legislativa], sean las que fueren
las personas que la integren, más fuerte es el ascendiente de la pasión por sobre la
razón” 25. La desconfianza en el Legislativo será, así, una idea matriz en toda la organiza-
ción constitucional norteamericana26.
Para lograr el objetivo propuesto debía idearse un sistema de control de los actos
del Parlamento. Se pensó en un órgano especial de revisión compuesto por miembros del
Poder Ejecutivo y Judicial, pero la idea no tuvo un gran éxito27. Una cosa sí estaba
totalmente clara para los participantes en la Convención: los jueces debían tener un rol
totalmente protagónico en este control28. Diversas son las razones que motivaban esta
conclusión. Una razón, sin embargo, normalmente no enunciada, resulta ser especial-
mente interesante. Los jueces en el siglo XVIII no provienen precisamente de los secto-
res desposeídos de la sociedad norteamericana. Ellos representan, de cierta forma, a las
elites gobernantes y son, para ellas, una excelente forma de controlar, de apaciguar, de
aquietar a las masas apasionadas. ¿Dónde se encuentra la aristocracia americana? se
pregunta Tocqueville. “La aristocracia americana –concluye– se sienta en el banquillo de
los abogados y en el sillón de los jueces”29.
eran considerados como una verdadera extensión del poder de la Corona, incluso sin la independencia que
los mismos jueces británicos podían tener. Esta fue, en efecto, una de las razones para poder neutralizar el
poder de los jueces por medio de la institución de los jurados. WOOD (1999) p. 790.
29 T OCQUEVILLE (2002) p. 387. “Cuanto más se reflexiona sobre lo que pasa en los Estados Unidos, más
se convence uno de que el cuerpo de los legistas forma en ese país el más poderoso y, por así decirlo, el
único contrapeso de la democracia”
“En los Estados Unidos es donde se descubre fácilmente cómo el espíritu legalista, por sus cualidades y aun
diría que por sus defectos, puede neutralizar los vicios inherentes al gobierno popular”.
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El control de los actos del Parlamento no surge, entonces, solamente por la afir-
mación progresiva de la supremacía constitucional, cual victoria de las reglas básicas por
sobre los mandatos del Parlamento. Este control es también una toma de posición (con
los valores y necesidades presenten en ese momento) acerca de la forma como una
sociedad determinada, o más bien, los grupos de poder dominantes en un momento
temporal específico, miran la democracia y la forma en que deben coordinarse los
intereses de una minoría influyente y de una mayoría supuestamente inculta e inexperta
en el arte de gobernar30.
El asentamiento de este poder de control no podía, sin embargo, haberse dispues-
to en la misma carta constitucional. La otrora desconfianza en los jueces lo impedía, y
documentadamente es posible acreditar que los padres fundadores de la Constitución
americana no pretendieron insertar en ella un poder tan fuerte como el de judicial
review31. Sería el silencio de la Constitución el primer paso para la posterior consagra-
ción del sistema de control de las leyes de la mano de los mismos jueces, alguna vez
cuestionados. No es entonces una casualidad que diversos antiguos diplomáticos y polí-
ticos, una vez enfrentados a la opción de elegir sus “futuros trabajos”, opten con poste-
rioridad a la Constitución por sentarse precisamente en los sillones de la Corte Supre-
ma32, y desde allí, más que expertos legales, se consoliden rápidamente como verdaderas
autoridades políticas33.
El escenario en que nacerá la justicia constitucional en los sistemas jurídicos
europeos será, por otra parte, totalmente diverso. Tampoco pretendo aquí enunciar
todos los hechos históricos que rodean tanto su construcción como la misma dilación en
su implementación. Solo pretendo poner de relieve la importancia de las “dudas estruc-
turales” que dominan su generación.
Como se sabe, en comparación con el sistema norteamericano, el sistema europeo
de justicia constitucional nace con un claro retardo. Si bien hay algún germen en
algunas constituciones como la suiza de 1874, es recién en la constitución austriaca de
1920 donde el sistema adquiere su forma más característica, posicionándose como el
“modelo europeo de justicia constitucional”, en oposición al modelo norteamericano.
Una difundida explicación de la tardanza en asumir un sistema de control de
constitucionalidad la conecta con aquella imagen que muestra a Europa sumida en una
monarquía sin límites, un poder estatal soberano que pisoteaba día a día los derechos de
“Cuando el pueblo americano se deja embriagar por sus pasiones o se entrega con arrebato a sus ideas, los
legistas le ponen un freno casi invisible que lo modera y lo contiene. A sus impulsos democráticos oponen
secretamente sus propias tendencias aristocráticas; a su amor por la novedad, su respeto supersticioso por lo
antiguo; a la inmensidad de sus designios, la estrechez de sus puntos de vista; a su desprecio por las reglas,
su amor por las formas, y a su prisa, su hábito de proceder con lentitud”.
“Los tribunales son los órganos más visibles de que se sirve el cuerpo de legistas para actuar sobre la
democracia”. TOCQUEVILLE (2002).
30 W OOD (1999) p. 809.
31 W OOD (1999) p. 796-797.
32 W OOD (1999) p. 803.
33 W HEELER (1973) p. 123-158.
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antigua. Esta disfuncional respuesta generó rápidamente una fuerte oposición38. Eran
muchos los que, reclamando la primacía de las leyes federales, abogaban por la creación
de un tribunal que resolviera los conflictos entre leyes. “[N]o resulta excesivo afirmar
–sostenía Kelsen– que la idea política del Estado federal no se encuentra plenamente
realizada sin la institución de un tribunal constitucional”39. Esta prevalencia ya había
sido introducida, por lo demás, tímidamente al ordenamiento austriaco con la Ley
Constitucional de Representación popular de 1918 por la cual se había instituido un
control previo de competencia legislativa de los Länder. De ahí que en la formulación de
la Constitución austriaca de 1920 el tema de una jurisdicción constitucional estará
empapado de la discusión sobre los conflictos competenciales40, tema de enorme impor-
tancia, toda vez que con él se trazan los rasgos esenciales de la distribución del poder
entre los estados y federación. Será precisamente esa discusión de implementación del
modelo federal la que decantará en el famoso art. 140 de la Constitución austriaca de
1920, con el cual se entrega a un tribunal constitucional el conocimiento de la inconsti-
tucionalidad de las leyes del Land a petición del gobierno federal (reconocimiento tácito
de la primacía del derecho federal) y la inconstitucionalidad de las leyes federales a
instancia de un gobierno de los Länder (cláusula de transacción41, por la cual estos
Länder se aseguran cierto control a la federación)42.
La posterior caída del orden democrático será preparada en parte por el fenómeno
de depreciación en la custodia constitucional que comienza a partir de 1933 cuando se
inicia el desmantelamiento y desactivación del Tribunal Constitucional austriaco. Los
hechos que suceden a este período son ya por todos conocidos. La crisis de los sistemas
jurídicos, valóricos y sociales desencadenará el quiebre total de la sociedad europea y su
autodestrucción masiva.
Con posterioridad a la II Guerra Mundial, la necesidad de una justicia constitu-
cional se hará más viva que nunca. El imperioso requerimiento de no volver a tener
aquella clase de gobiernos autoritarios hará necesaria una entrega más fuerte de la
custodia del pacto constitucional a un tercero imparcial. Ello traerá consigo que los
juristas europeos vean con otros ojos lo que sucedió y seguía sucediendo en los
conflicto que veían venir los partidos políticos austriacos con posterioridad a la I Guerra mundial. Este
conflicto ideológico requería urgentemente la existencia de un órgano que descomprimiera la tensión entre
ellos.
42 Cabe indicar que esta impugnación puede realizarse en cualquier momento, es decir, aún (y especial-
EE.UU. en materia de judicial review 43. Sin embargo, también ello significará una
reactivación de los estudios acerca del mejoramiento del sistema europeo de justicia
constitucional.
Por otra parte, eran también conocidos en Europa los excesos que había cometido
la Corte Suprema norteamericana en la llamada crisis del New Deal. En esta crisis, la
corte había mostrado claramente cómo podía imponer una específica concepción liberal
para proteger ciertos intereses económicos afectados por leyes federales de marcado
carácter social44. Aquella concepción incidió en forma específica en la legislación dictada
por el presidente Roosevelt, declarando inconstitucionales diversas normas que compo-
nían su programa político (New Deal). Una vez reelegido por una mayoría abrumadora,
amenazó al tribunal con un programa que implicaba su propia reforma (Court Packing
Plan), lo que hizo que este cambiara su actitud y restringiera al máximo su posición
liberal45. Había sido así superado este impasse entre la Corte Suprema y el poder políti-
co, mas se habían exhibido claramente los escasos límites al poder de los jueces y su
potente capacidad de intromisión en las decisiones democráticas.
Este cúmulo de acontecimientos llevará a los europeos a retomar los estudios para
poder generar un mejor y más eficiente control a la actividad del Parlamento. Así las
cosas, la pregunta acerca de si realmente es justificable el deterioro de las bases democrá-
ticas bajo el pretexto de defender la Constitución requería una respuesta urgente. Sin
embargo, esta respuesta no podrá contestarse positivamente en orden a importar total-
mente el modelo norteamericano. La perspectiva europea de lo que se entiende por
democracia no calzará con la judicial review. En este tema, la solución americana será
claramente el antimodelo46.
Un difundido y lúcido artículo de Hans Kelsen mostrará las desventajas de asumir
el sistema norteamericano y la superioridad de un sistema como el austriaco47. El desor-
den y la inseguridad jurídica que provoca el hecho que diversos aplicadores del derecho
puedan juzgar la constitucionalidad constituían un aspecto intolerable en una posible
43 CAPPELLETTI y ADAMS (1966) p. 1207. Como dice Kelsen, “it was especially the experience of the
constitutional practice in the United States which influenced the regulation of this question in the Aus-
trian Constitution”. K ELSEN (1942) p. 194.
44 Y esto a través de una discutible interpretación de la cláusula del debido proceso como “debido proceso
sustantivo y económico” (economic substantive due process). Utilizando esta construcción, se sostuvo en el
caso Smyth v. Ames (169 U.S. 466) “que las tarifas de ferrocarriles fijadas por los Estados estaban sujetas a
control judicial para comprobar si había ferrocarriles en los que se privara de propiedad arbitrariamente”.
La misma idea, con mayor fuerza, y más crítica, se desarrolló en el caso Lochner v. New York (198 U.S. 45).
En él “se planteaba la constitucionalidad de una ley que reducía el horario laboral de los empleados en las
panaderías a sesenta horas semanales y diez horas diarias, el Tribunal declaró la inconstitucionalidad de la
ley alegando que esta vulneraba la libertad contractual en forma arbitraria y que por tanto no podía
compatibilizarse con la cláusula de debido proceso”. D ORADO (1997) p. 12.
45 Así, en 1937 (un año después de la reelección de Roosevelt) el tribunal consideró en el caso West Coast
Hotel v. Parrish (300 U.S. 397) que “la libertad de contratar no es ilimitada y que las consideraciones
legislativas de bienestar público justifican restricciones de la misma”. D ORADO (1997) pág. 13.
46 A HUMADA (2005) p. 257.
47 KELSEN (1942). Sobre las aportaciones de Kelsen al modelo austriaco de justicia constitucional C ARAVI -
TA (1985) p. 57 y ss.
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48 K ELSEN (1942) p. 185-186. Este problema es generado, en gran parte, debido a que los sistemas basados
en el derecho romano carecen de stare decisis y, por ende, las decisiones de los tribunales superiores no
tienen fuerza vinculante para los tribunales inferiores en casos similares. De ahí que el sistema norteameri-
cano –poseedor de este elemento– pueda paliar aquella inseguridad jurídica e incerteza que un sistema de
control difuso podría generar en países europeos. CAPPELLETTI y ADAMS (1966) p. 1215.
49 K ELSEN (1942) p. 186-187.
50 K ELSEN (1942) p. 193
51 AHUMADA (2005) p. 283.
52 C RUZ (1987) pp. 32-33.
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En tanto norma que atribuye una competencia obviamente no prohíbe las compe-
tencias que no entrega, es decir, existiendo otra norma constitucional que habilitase a los
jueces para declarar la inconstitucionalidad de las leyes ambas serían igualmente válidas.
Pero como sabemos esta última competencia no existe y por ende el único poder que los
jueces tienen en esta materia –de la misma forma que las partes– es el de ser legitimados
para impugnar las leyes ante el Tribunal Constitucional.
Sin embargo, además de estas razones eminentemente formales, aceptar una inter-
pretación como la propuesta por esta parte de la doctrina conllevaría desvirtuar comple-
tamente todo nuestro sistema de justicia constitucional. Y ello por varias razones:
1. Aquella interpretación iría totalmente en contra de lo pretendido con las modi-
ficaciones constitucionales. Como indicó el mismo proyecto con el que se inician las
reformas de 2005, lo que se pretendió fue “transferir el recurso de inaplicabilidad de la
Corte Suprema al Tribunal Constitucional, dando vida con ello a una jurisprudencia
constitucional especializada y uniforme” 53.
Esta pretensión de especialización y uniformidad escasamente se lograría si cualquier
juez pudiese inaplicar un precepto que, a su propio entender, considerase inconstitucional.
2. La tesis que atacamos se encontraría, además, en contra de toda nuestra tradi-
ción constitucional. Como bien sabemos, a lo largo de nuestra historia como República,
nunca hemos evaluado positivamente entregar una facultad de inaplicación de las leyes
de manera general a todos los jueces.
En efecto, ya bajo el imperio de la Constitución de 1833, encontramos presente
en el debate público el problema de si los tribunales ordinarios pueden inaplicar leyes,
más aún cuando aquella Constitución nada decía a propósito de ese control. Sin embar-
go, aún con esta omisión, la Corte Suprema tuvo una clara tendencia a considerar que
los tribunales no tenían competencia para inaplicar preceptos legales54. La doctrina, por
su parte, era todavía más uniforme en esta visión55.
53 Boletín Nº 2.526-07. Proyecto de reforma constitucional, iniciado en moción de los HH. Senadores
señores Chadwick, Díez, Larraín y Romero, que modifica la composición y atribuciones del Congreso
Nacional, la aprobación de los tratados internacionales, la integración y funciones del Tribunal Constitu-
cional y otras materias que indica.
54 B ERTELSEN (1969) p. 135 y ss. Cita este autor un dictamen evacuado el 27 de junio de 1848 por la
Corte Suprema donde esta señala que “el Tribunal observará que ninguna Magistratura goza de la prerroga-
tiva de declarar la inconstitucionalidad de las leyes promulgadas después del Código Fundamental y de
quitarles, por este medio, sus efectos y su fuerza obligatoria. Este poder, que por su naturaleza sería
superior al del Legislador mismo, puesto que alcanzaba a anular sus resoluciones, no existe en Magistratura
alguna, según nuestro sistema constitucional”.
55 Así, indicaba sólidamente Huneeus que “[l]os Tribunales llamados a juzgar las causas civiles y criminales
han de hacerlo con arreglo a las leyes, puesto que su deber y su misión es aplicarlas en las controversias de
que conocen. De aquí se infiere que, llamados a fallar un negocio, no pueden dejar la ley sin aplicación,
aun cuando, a juicio de ellos, fuera inconstitucional; así como el Presidente de la República tampoco
podría dejar sin ejecución una ley, porque él la conceptuase contraria a la Carta Fundamental. La Consti-
tución califica este acto como delito, en su artículo 92 (83), respecto de los Ministros, y en ninguna parte
confiere semejante atribución a los Tribunales, pues ella los haría Jueces del Congreso mismo y les suminis-
traría un medio fácil de hacer nugatorias e ineficaces las leyes, so pretexto de reputarlas como inconstitu-
cionales. El Poder Judicial no es Juez de la Ley; ha sido creado para aplicarla, sea ella buena o mala”.
H UNEEUS (1891) pp. 238-239.
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56 BERTELSEN (1969) p. 138-139. además el desarrollo de la discusión en SAENGER (2003) p. 409 y ss.
57 No son así solo “fantasmas” o “temores paralizantes” como define Ríos a todos estos argumentos que van
en contra de asumir el modelo norteamericano de control difuso. RÍOS (2002) p. 396 y ss.
58 Citado por Z ÚÑIGA (2002) T. II, p. 43.
59 Zúñiga cita a las Terceras Jornadas de Derecho Público como un momento en el cual la doctrina
iuspublicista de 1964 reclama la creación de un Tribunal Constitucional al cual se le otorguen las faculta-
des de “a) el control preventivo de la constitucionalidad de los proyectos de ley o indicaciones a dichos
proyectos, a petición del Presidente de la República o de cualquiera de las Cámaras, y b) el control, con
efecto absolutos de la constitucionalidad de todas las leyes, tanto respecto de su contenido (inconstitucio-
nalidad de fondo) cuanto el procedimiento de formación de la ley (inconstitucionalidad de forma)”.
ZÚÑIGA (2002) T. II, p. 42-43.
60 Z ÚÑIGA (2002) T. II, p. 60
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61 El actual proyecto que modifica a Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Boletín 4059-07) es claro
al exigir que el requerimiento de inconstitucionalidad que realizan tanto el juez como de las partes deberán
contener “una exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya, la indicación del
o de los vicios de inconstitucionalidad que se aducen, con indicación precisa de las normas constituciona-
les que se estiman transgredidas”. En efecto, el Tribunal Constitucional rechazará los requerimientos
judiciales si estos carecen de fundamento plausible y así lo declarará en su sentencia, la que deberá
comunicarse a la Corte Suprema para los fines que sean pertinentes.
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62 RÍOS (2002) pp. 401 y ss.; MARTÍNEZ (2006) p. 465. En el mismo sentido, FERNÁNDEZ (2005) pp. 116 y ss.
63 S OTO (2000) pp. 55-62, FIAMMA (1991) pp. 91-98.
64 S OTO (1988) pp. 157-167.
65 S OTO (1996) T. II, pp. 308
66 G ARCÍA DE E NTERRÍA (2006) pp. 47 y ss.
67 Solo a modo de ejemplo, dicha cláusula no se encuentra en constituciones como la de EE.UU., Alema-
Sin embargo, y dejando este argumento de lado, aún entendiendo que este artícu-
lo posee un contenido normativo especial, cual es, la concepción de la supremacía
constitucional, incluso en ese caso, como excelentemente lo ha mostrado Atria, dicha
supremacía no puede justificar que todo juez (o todo funcionario) pueda declarar la
inconstitucionalidad de una regla68.
En efecto, creo que el mecanismo creado para apreciar la legalidad o la constitu-
cionalidad de una norma, y con el cual se explica la concesión a determinados tribunales
de la competencia para distribuir tanto aquella legalidad como la constitucionalidad,
funciona de la siguiente forma:
La Constitución, en tanto acuerdo fundacional, posee evidentemente una jerar-
quía mayor a todas las demás decisiones, toda vez que ordenará la forma misma de
adoptar esas decisiones futuras. Todas las demás normas y actuaciones, cuya validez
depende del cumplimiento del procedimiento establecido en la Constitución, deben ser
consideradas nulas si es que no la respetan. Leyes, actos administrativos, sentencias
judiciales estarán sujetas a esta “regla sistémica de validez”.
Esta regla sistémica de validez se construye a partir de un concepto absoluto o,
más bien, de un presupuesto necesario del sistema jurídico, cual es la negación general
de validez para los casos de contravención al derecho. El enunciado podría indicarse así:
(A) Toda norma contraria a derecho es nula. Este tipo de norma tiene la misma
morfología que otras reglas que pudiesen operar al interior de otros sistemas como la
que indica que “toda ley injusta no es ley”.
Sin embargo, además de esta forma de expresar la idea de nulidad, comúnmente
utilizamos otro enunciado para hacer referencia a la nulidad para un caso determinado. Así:
(B) La norma X es nula.
En este caso, en cambio, el enunciado “nula” contiene un concepto esencialmente
relativo69, toda vez que la apreciación de validez requiere una asignación de sentido a la
norma de contraste y a la contrastada, y el desarrollo de una operación de confrontación
de suyo compleja, de manera que los resultados de este test podrán variar considerable-
mente de un operador jurídico a otro70.
El enunciado (A) es indiscutible dentro del sistema que lo genera, toda vez que
viene a representar una verdadera regla de sustento de las demás. El enunciado (B), por
su parte, hace referencia a una idea de nulidad que, en tanto relativa, es pragmáticamen-
te ambigua. En efecto, este juicio puede ser pronunciado71:
a) Por el juez que conoce de la legitimidad de una determinada norma, ya sea para
convalidar o “invalidar” aquella norma.
b) Por el abogado o por un jurista dogmático para proponer al juez que conoce de
la legitimidad de la norma la convalidación o invalidación de ella.
argumentaciones de moral personal. Véase, por ejemplo, ROSS (1994) pp. 133 y ss.; WRÓBLEWSKI (1981)
pp. 604-626.
71 Sigo en parte a G UASTINI (1992) p. 199.
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72 En este sentido, indica Guastini que “in un ordinamento come il nostro, dal “punto di vista esterno”
[operadores diferentes a los que poseen poder de juzgar la validez], il sistema delle norme valide è sempli-
cemente inconoscibile”. GUASTINI (1992) p. 201.
73 No hay por qué imaginar que esta asignación de sentido variará sustancialmente de persona a persona.
En efecto, el sentido natural de las palabras y nuestra misma pertenencia a un momento social y cultural
específico, como también a un territorio determinado, nos hará coincidentes en muchos de los resultados.
Sin embargo, ante normas abiertas (como las que consagran derechos fundamentales) aquel sentido natural
de las palabras o aquellos arraigos podrán tambalear como argumentos unívocos y podrán mostrar diver-
gencias sustanciales. Ante formas diversas de plantearnos nuestros planes de vida, diversas historias y, en
fin, ante el hecho innegable de la diversidad, muy posible será nuestro disenso sobre la extensión de
derechos básicos a situaciones prácticas.
74 K ELSEN (1942) p. 190. Y ello –como indica Atria– se da porque “el derecho es un sistema formal, es
decir, un sistema elaborado sobre la base de una más o menos sofisticada red de competencias e incompe-
tencias”. A TRIA (2003) p. 321.
75 Este imperativo de juzgar de la misma manera los casos semejantes viene impuesto por el principio de
igualdad formal, o de lo que Perelman denominó regla de justicia formal. Dentro del razonamiento
jurídico, esta obligación encuentra sustento en el principio de universalidad o universalización, que consis-
te en que el juez que adopta una decisión en un caso concreto debe estar dispuesto a dar la misma solución
a todos los casos futuros que se le presenten y que tengan análogas propiedades relevantes. Referido a un
mismo aplicador del Derecho, esta regla de racionalidad se ha denominado “autoprecedente”., sobre la
regla de justicia formal, PERELMAN (1964) pp. 28 y 55. Sobre la universalización, A LEXY (1989) p. 187;
MACCORMICK (1997) p. 84-86; P RIETO (1992) pp. 163-169. Por último, sobre el autoprecedente GAS-
CÓN (1993) pp. 37-38, y pp. 51-52.
76 Y aquí la norma competencial posee la misma validez (y jerarquía) que la norma que ha impuesto la
jerarquía superior de la Constitución. Haciendo una síntesis entre ambas normas igualmente válidas podría
concluirse la siguiente norma: Para el caso en que la jerarquía de la Constitución habilite la declaración de
nulidad o derogación de una norma legal, solo el Tribunal Constitucional estará habilitado para declararla
con los efectos señalados en la misma.
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province and duty of the judicial departament, to say what the law is. AHUMADA (2005) p. 21.
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Así las cosas, creo que es bastante fácil sostener que con anterioridad a la reforma
de 2005, y salvo lo que indicábamos a propósito de la derogación de normas preconsti-
tucionales, la Corte Suprema sí tenía el monopolio de la inaplicación de las leyes incons-
titucionales85. Como hemos indicado más arriba (2), el sistema de justicia constitucional
que imperaba en nuestro país –y así era prácticamente entendido por la totalidad de la
doctrina86– era un modelo concentrado, “de dualidad de judicatura”, ejercido de forma
principal por la Corte Suprema a través del recurso de inaplicabilidad y ocasionalmente
por el Tribunal Constitucional.
85 Esto, con la excepción de la declaración de inconstitucionalidad de Decretos con fuerza de Ley al tenor
del antiguo art. 82.3 CPR o de las declaraciones de inconstitucionalidad referidas en art. 82.5 de la misma
CPR, competencias ambas ejercidas por el Tribunal Constitucional.
86 Salvo escasísimas excepciones, por ejemplo, R ÍOS (2005b) pp. 389-418.
87 Especialmente M ARTÍNEZ (2006) pp. 465 y ss.
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buida por cualquier tribunal e incluso por cualquier funcionario público, y la Corte
Suprema solo actuaba como última instancia, de la misma forma que en los casos de
simple aplicación de leyes88. La reforma de 1945 amplió incluso más este control, toda
vez que atribuyó también a la jurisdicción de lo contencioso administrativo la compe-
tencia para conocer de las demandas por inconstitucionalidad de los decretos dictados
por el Gobierno que no tuvieran carácter o fuerza de ley. Recién con la Constitución de
1991 se crea en forma específica un Tribunal Constitucional con competencias de con-
trol abstracto89.
De ahí que el sistema colombiano se haya caracterizado, desde sus inicios –por lo
demás pioneros en la órbita latinoamericana e incluso mundial– precisamente por ser un
sistema de control constitucional que ha privilegiado el carácter difuso en su construc-
ción90. No obstante, este sistema no es ajeno a constantes críticas. El hecho que cual-
quier autoridad pública pueda realizar un examen de constitucionalidad es visto por
muchos autores como un exceso, requiriéndose contrariamente su limitación o racionali-
zación. El deterioro en la seguridad jurídica que esto origina posee un peso mayor a la
hipotética ventaja de una supremacía absoluta de la Constitución91.
En el caso de Perú, por otro lado, lo incorrecto de la tesis criticada se muestra más
evidente. Como se sabe, el sistema de justicia constitucional peruano es relativamente
moderno. De hecho, fue la carta de 1979 la que estableció por primera vez un modelo
denominado dual de jurisdicción constitucional, el cual solo duraría hasta el quiebre del
régimen democrático de 199292. Así las cosas, será la carta de 1993, vigente en la
actualidad, la que delineará en forma específica el modelo de justicia constitucional
elegido por Perú. En este orden de ideas, es suficientemente claro lo que dispone el
actual art. 138 de la Constitución cuando indica que “[e]n todo proceso, de existir
incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren
la primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre toda otra norma de rango infe-
rior”. La opción por un sistema de control difuso es absolutamente evidente. Al lado de
este control difuso se encuentra, sin embargo, un Tribunal Constitucional con compe-
tencia para resolver de la acción de inconstitucionalidad, conocer en última y definitiva
instancia las resoluciones denegatorias de las acciones de habeas corpus, amparo, habeas
data y acción de cumplimiento y, finalmente, resolver los conflictos de competencia.
constitucionales le compete exclusivamente a la Corte Constitucional, mientras que cualquier juez tiene
competencia para ejercer un control constitucional concreto en dos eventos: a) por vía de la “excepción de
inconstitucionalidad” y b) en casos de interposición de acciones de tutela. La Corte Constitucional, sin
embargo, actúa en el ámbito de la acción de tutela como máximo tribunal de revisión, seleccionando
discrecionalmente (al estilo del certiorari norteamericano) aquellas sentencias que considere pertinentes y
adoptando una decisión final sobre el asunto.
91 En este sentido, C OPETE (1960) p. 224.
92 Un antecedente de la opción por el modelo difuso se encontraba en el Código Civil 1936 vigente hasta
1984. Su art. 22 indicaba que “[c]uando hay incompatibilidad entre una disposición constitucional y una
legal se prefiere la primera”. La aplicación de esta norma fue, sin embargo, siempre tímida.
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questione di legittimità costituzionale o non ritenga che la questione sollevata sia manifestamente infonda-
ta, emette ordinanza con la quale, riferiti i termini ed i motivi della istanza con cui fu sollevata la
questione, dispone l’immediata trasmissione degli atti alla Corte costituzionale e sospende il giudizio in
corso”.
95 por todos, Z AGREBELSKY (1988) pp. 190 y ss; C ICCONETTI (2001) p. 54 y ss; S ORRENTINO (1998) pp.
Entscheidung ankommt, für verfassungswidrig, so ist das Verfahren auszusetzen und, wenn es sich um die
Verletzung der Verfassung eines Landes handelt, die Entscheidung des für Verfassungsstreitigkeiten zustän-
digen Gerichtes des Landes, wenn es sich um die Verletzung dieses Grundgesetzes handelt, die Entschei-
dung des Bundesverfassungsgerichtes einzuholen”.
100 M AUNZ y D ÜRIG (2006) T. VI, art. 100. p. 30.
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101 En este preciso sentido avanzan las legislaciones comparadas. En el caso español, por ejemplo, la
reciente modificación a la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional de 2007 se encargó de precisar que el
tribunal que pretende elevar una cuestión de inconstitucionalidad “deberá concretar la ley o norma con
fuerza de ley cuya constitucionalidad se cuestiona, el precepto constitucional que se supone infringido y
especificar o justificar en qué medida la decisión del proceso depende de la validez de la norma en
cuestión” (art. 35.2)
102 SCHLAICH (1982) p. 569.
103 B ARENTS (2004) pp. 167 y ss.
104 Por todos, S CHWARZE (1992) p. 248.
105 La caída del proyecto de Constitución europea no contribuye, sin embargo, a clarificar este asunto.
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dichas tradiciones se ha verificado tanto mediante la ratificación de los tratados constitutivos y sus sucesi-
vas reformas, como a través de las sentencias en que el TJCE ha llenado ciertos vacíos dejados por los
tratados; es decir, ha creado o reconstruido jurisprudencialmente normas y principios para resolver ciertos
casos. Sobre las tradiciones constitucionales comunes, véase además BENGOETXEA (1994) p. 72; LENAERTS
(2003) pp. 874 y ss.; M ÖLLERS (2004) pp. 129-139.
112 M ENÉNDEZ (2006) p. 158.
113 Esto, tanto porque el Tratado por el cual se instituye una Constitución para Europa no ha sido
ratificado y existen dudas razonables sobre si entrará o no en vigor, como porque la identificación de las
tradiciones constitucionales comunes es un proceso reconstructivo no exento de dificultades. Se trata de un
mínimo común denominador que puede no extenderse a todos los estados miembros, y que además, en
tanto integrado por principios, el contenido de los mismos debe ser objeto de determinación y delimita-
ción por parte del TJCE.
114 Un enfoque del derecho comunitario desde los principios que lo informan puede verse en S CHWARZE
reconstrucción de las tradiciones comunes, y las normas de los tratados constitutivos van
formando la cúspide más clara de la derivación de validez de las normas inferiores.
Pero yendo incluso más lejos, aún suponiendo la existencia de una cúspide norma-
tiva clara, también puede apreciarse que el efecto de la supremacía del derecho comuni-
tario posee claras fisuras en su relación con los ordenamientos de los estados miembros,
tal como lo veremos luego.
Este panorama refleja en gran parte el proceso de integración de la Unión Europea
como un proceso no cerrado, en el cual las categorías normativas tradicionales piramida-
les no tienen cabida, y donde cada día se va reestructurando un nuevo sistema jurídico
sin precedentes.
Sin embargo, aun con las prevenciones que hemos indicado, es posible examinar
en el ordenamiento comunitario una construcción similar a la existente en países de
justicia constitucional concentrada. En efecto, en lo relativo a los actos generados por las
instituciones europeas –sujetos estos al derecho constitucional comunitario– Europa no
ha optado por un sistema de control difuso en donde cada tribunal que aplique dichos
actos (principalmente los tribunales ordinarios de los estados miembros) pueda anularlos
o desconocerlos. Frente a estos casos, los estados miembros prefirieron un control jerár-
quico y concentrado. Así lo prescribe hoy el art. 230 del Tratado Constitutivo de la
Comunidad Europea, cuando dispone que será el TJCE el que controlará la legalidad de
los actos adoptados conjuntamente por el Parlamento Europeo y el Consejo, de los actos
del Consejo, de la Comisión y del Banco Central Europeo que no sean recomendaciones
o dictámenes, y de los actos del Parlamento Europeo destinados a producir efectos
jurídicos frente a terceros.
Este control de legalidad comunitaria lo realizará el tribunal a través de diversas
acciones. Una de ellas es el recurso de anulación, de fisonomía muy parecida al control
abstracto de constitucionalidad. Sin embargo, para lo que nos interesa, es especialmente
relevante el art. 234 del tratado en cuanto dispone que el TJCE (y solo él, por cuanto es
una norma competencial) será competente para pronunciarse, con carácter prejudicial,
entre otras: a) sobre la interpretación del presente Tratado; y b) sobre la validez e
interpretación de los actos adoptados por las instituciones de la Comunidad y por el
BCE. Ambos casos representan dos problemas a los que los jueces nacionales se enfren-
tan cuando deben aplicar una norma comunitaria en un caso concreto que conocen: cuál
es la correcta interpretación de la norma comunitaria y si esa norma es válida o no115. Y
el mecanismo utilizado para resolver estas dudas no es otro que el utilizado por los
mismos Tribunales Constitucionales de la órbita europea, es decir, el reenvío del asunto
al TJCE116.
117 Tampoco les obliga cuando son jueces inferiores. Solo habría obligación –siempre que la norma se
considere “inconstitucional”– respecto a los jueces cuyas sentencias no admiten otras posibilidades de
revisión.
118 Lo cual es aplicación de la llamada teoría del “acto claro” (acte clair) popularizada por el Conseil d’Etat
francés en diversas de sus decisiones. En el ámbito europeo caso CILFIT e Lanificio di gavardo SPA c.
Ministero della sanitá el 6 octubre de 1982 (C- 283/81)
119 S CHERMERS y W AELBROECK (2001) pp. 57 y ss. En esta esfera interpretativa bien valga lo indicado por
uniforme del derecho comunitario120, es decir, las mismas consideraciones por las cuales
Europa ha luchado siempre por un sistema de control concentrado de constitucionali-
dad. Como indica Arnull “tal como es aceptable para los tribunales nacionales tener
poderes limitados para interpretar ellos mismos las normas del derecho comunitario, es
también importante que determinadas normas sean declaradas inválidas por tribunales
cuyas resoluciones sean tenidas como decisiones de autoridad por las instituciones polí-
ticas y los demás tribunales de los estados miembros...”121.
Pero no solo ha sido la doctrina la que ha alzado la voz en contra de aquella
posible interpretación del art. 234, sino que ha sido la misma jurisprudencia la que ha
entendido también que la invalidez de las normas comunitarias debe realizarse solo por
el TJCE. Y ello ha sido así desde que el Tribunal comenzó a entender que la declaración
de invalidez vía art. 234 (cuestión prejudicial) no solo tenía efectos relativos para el juez
y las partes que intervienen en el proceso que motiva la cuestión, sino que dicha declara-
ción afectaba a todos los jueces para casos semejantes122. Nuevamente, razones de segu-
ridad jurídica y uniformidad del derecho así lo aconsejaban123.
Una vez entendido que el efecto de la declaración de invalidez vía art. 234 posee
efectos erga ommes, esto es, los mismos efectos que la declaración de nulidad vía art.
230, resulta natural que el Tribunal de Justicia exija que ambas decisiones sean adop-
tadas concentradamente por él, y no por cada uno de los tribunales de los estados
miembros.
Así las cosas, la discrecionalidad de los jueces inferiores operará solo en un senti-
do, es decir, solamente podrán no remitir el asunto al Tribunal de Justicia cuando no
acojan la invalidez, pero cuando crean firmemente que la norma comunitaria debe
declararse inválida, deberán obligatoriamente remitir el asunto124.
El TJCE fue totalmente claro en el sentido antes indicado cuando en el caso Foto-
Frost v--Hauptzollamt Lübeck-ost The Times indicó que “[l]os órganos jurisdiccionales
incorpora, en la parte resolutiva de su sentencia, la siguiente regla que curiosamente tiene tal nivel de
generalidad que parece dirigirse a un verdadero destinatario universal. “La sentenza della Corte –dice el
tribunal– che accerti, in forza dell’art. 177 del trattato, l’invaliditá di un atto di un’istituzione, in partico-
lare di un regolamento del Consiglio o della Commissione, sebbene abbia come diretto destinatario solo il
giudice che si è rivolto alla corte, costituisce per qualsiasi altro giudice un motivo sufficiente per conside-
rare tale atto non valido ai fini di una decisione che esso debba emettere; poichè tale constatazione non ha
tuttavia l’effetto di privare i giudici nazionali della competenza loro attribuita dall’art. 177 del trattato,
spetta a tali giudici stabilire se vi sia interesse a sollevare nuovamente una questione già risolta dalla corte
nel caso in cui questa abbia constatato in precedenza l’invalidita di un atto di un’istituzione della comuni-
tà. tale interesse potrebbe, in particolare, esistere qualora sussistessero questioni relative ai motivi, alla
portata ed eventualmente alle conseguenze dell’invalidità precedentemente accertata”. Caso International
Chemical Corporation c. Amministrazione delle finanze dello Stato de 13 de mayo de 1981(C-66/80). los
comentarios a esta sentencia en L ABAYLE (1982) pp. 492 y ss y en B EBR (1981) pp. 483 y ss.
124 Un completísimo trabajo sobre este tema puede verse en A DINOLFI (1997).
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125 Caso Foto-Frost c.- Hauptzollamt Lübeck-ost The Times de 22 de octubre de 1987 (C-314/85).
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126 De hecho algunos países como UK se han opuesto continuadamente a que un futuro tratado constitu-
cional europeo contenga una cláusula general de primacía del derecho comunitario por sobre el nacional.
127 BVerfGE 37, 271. Solange, en el sentido de la utilización la expresión “en la medida en que” o “en
cuanto que” (solange) relativizando así la supremacía total del derecho comunitario por sobre el derecho
estatal.
128 BVerfGE 73, 339.
129 BVerfGE 89, 155
130 BVerfGE 97, 350.
131 BVerfGE 95, 370.
132 BVerfGE 102, 147.
133 Corte Costituzionale, sentenze nº 173 del 1983
134 Corte Costituzionale, sentenze nº 170 del 1984
135 C RAIG y B ÚRCA (2003) p. 285 y ss.
136 La pasividad de la Corte Suprema norteamericana en el caso de los presos de Guantánamo es, por
6. CONCLUSIONES
Como se ha podido revisar, los argumentos esgrimidos para apoyar la tesis de que
nuestra actual Constitución posibilita la inaplicación de las leyes por parte de los jueces
ordinarios son incorrectos y, por ende, poco convincentes.
Las relaciones entre los jueces ordinarios y el Tribunal Constitucional no vienen
dadas ni por el reconocimiento de la jerarquía normativa de la Constitución ni por
preconizar una defensa irrestricta de los derechos fundamentales. Este tipo de relaciones,
al contrario, debe ser construido expresamente a través del pacto constitucional a través
de decisiones generadas democráticamente. Y en dicho pacto se tomarán en cuenta –tal
como lo han hecho muchos otros países– los múltiples criterios que puedan servir para
optimizar la satisfacción de las pretensiones tanto comunitarias como individuales.
¿Cual es el mejor sistema para cumplir este fin? Una respuesta a esta pregunta requiere
una reflexión mucho mayor acerca de nosotros mismos, de nuestra historia y de nuestras
perspectivas a futuro. Sin embargo, la defensa de los derechos fundamentales o el su-
puesto respeto a la Constitución no impone de por sí que sean los tribunales ordinarios
los habilitados naturalmente para llevarla a cabo. Ejemplos del fracaso de esa custodia
tenemos por cientos136 y no debemos mirar tampoco tan lejos para encontrarlos. El
Legislativo también tiene su historia negra, pero mal que mal esta refleja nuestra propia
historia de aciertos y desaciertos. Un Tribunal Constitucional, de componente técnico
pero de elección por los órganos legitimados democráticamente, es una buena solución
de transición, mientras esperamos una mejora en nuestra comunidad y comenzamos a
tomarnos más en serio y más responsablemente la primacía de los acuerdos comunes o,
lo que es lo mismo, de la democracia.
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Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Resolución
Primera Ponencia
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Exp. N° 553-2008
CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE LIMA NORTE. Sala Civil. Exp. N° 553-
2008. Lima Norte, 9 de julio de 2008.
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Resolución
Segunda Ponencia
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Causa. N° 00611-2016
CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE AREQUIPA. Sala Civil. Causa. N° 00611-
2016-43-0401-JR-DC-01. Arequipa, 15 de mayo de 2019.
Demandado : Municipalidad provincial de Arequipa
Materia : Acción de Cumplimiento
Juez : Karina Apaza del Carpio
CAUSA Nº 00611-2016-43-0401-JR-DC-01
Primera Ponencia:
El derecho al plazo razonable ha sido reconocido como un derecho que
constituye, parte del acceso a la tutela jurisdiccional efectiva, que debe ser
analizado desde cuatro elementos, a) La demora de la Administración, b) la
responsabilidad del propio justiciable o administrado y c) La complejidad de la
causa, d) Evaluación de la gravedad del daño o afectación. En el primero y
último caso, los operadores de justicia, están en obligación de resolver el
problema generando (Consecuencias), mecanismos para la celeridad del
proceso o tomando decisiones más oportunas para no afectar el derecho
fundamental, debiendo realizarse apercibimientos y plazos en la administración,
el magistrado o funcionario a cargo y en su caso, disponiendo en su caso, la
sanción correspondiente.
Segunda Ponencia:
Bajo los mismos criterios, en relación al derecho fundamental al plazo razonable;
debe incluirse decisiones, (Consecuencias), de reparación o sanción relacionado
al derecho subjetivo del justiciable, como concluir el proceso o procedimiento
que lo afecta, anularse las sanciones administrativas, patrimoniales o jurídicas
que pesen sobre éste, considerando que si el Estado no cumple en un plazo
razonable con la persecución o sanción, pierde el derecho a ello,
independientemente de los plazos de prescripción o caducidad que no pudieran
aplicarse.
Fundamentos:
Por esta razón, muchas personas han recurrido al Proceso de Amparo a fin de
lograr el reconocimiento de la situación de afectación del plazo razonable y
solicitando, según su interés, una u otra consecuencia, por lo que es preciso que
exista una homogeneidad en las decisiones jurisdiccionales y criterios claros
para determinadas generalidades, pues en algún caso puede ocurrir que
signifique la evasión de la acción de la justicia de los intereses del Estado y en
otros casos, la persecución arbitraria de un ciudadano y sus derechos. Empero,
la demora, significa también pérdidas económicas para el justiciable, pero
también para el Estado, tanto por el mismo hecho de un largo trabajo de la
administración, (Horas hombre), como por las consecuencias patrimoniales.
Resoluciones Contradictorias
Primera Ponencia:
STC N° 00295-2012-PHC/TC
Segunda Ponencia:
STC 4532-2013 AA/TC
DOCUMENTOS DE TRABAJO
N°
El tema del debido proceso ha sido desde hace Instituto Peruano de Seguridad Social, por un supuesto
algunos años un tema cuyo análisis ha ocupado en gran incumplimiento del pago de aportaciones. Ahora bien,
medida a los constitucionalistas, y en especial, a los la empresa fue sometida a dicho procedimiento
órganos jurisdiccionales. Ahora bien, en nuestra coactivo no obstante haber efectuado diversos
jurisprudencia se está considerando de particular reclamos, a través de los mecanismos legalmente
importancia su aplicación a los órganos previstos para ellos, reclamos que de manera alguna
administrativos. El presente trabajo tiene por finalidad fueron atendidos por la entidad demandada.
analizar una sentencia emitida sobre el particular por
el Tribunal Constitucional peruano, y adicionalmente, 1.1 El Juzgado de Primera Instancia.
intentar un esbozo de la naturaleza y contenido del El Juzgado de Primera Instancia de Lima
derecho al debido proceso cuando el mismo debe declaró improcedente la demanda, al considerar,
hacerse efectivo ante el órgano administrativo. primero, que existe un incorrecto emplazamiento,
cuando debió haberse demandado también al Instituto
1 Los hechos. Peruano de Seguridad Social y no solamente al
Ejecutor Coactivo respectivo; asimismo, que existen
La sentencia materia de estudio 0 J tiene su origen ciertas facultades especiales del ejecutor coactivo en
en la acción de amparo presentada por la Inmobiliaria cuanto a la ejecución de Jos actos administrativos,
Valle del Sur S.R.L. contra el Ejecutor Coactivo del máxime si la norma legal que regulaba el
Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS), a fin de procedimiento coactivo, el Decreto Ley No.l7355,
que cese el procedimiento coactivo seguido en su señalaba que ninguna autoridad ni órgano
contra, por vulnerar diversos derechos administrativo, político, judicial podrá suspender el e
(J)
(1) Sentencia del Tribunal Constitucional de fecha 01 de Setiembre de 1997. Constructora Valles del Sur S.R.L. Expediente Nro. 461-
96-AA!IT. Lima
339
Christian Guzmán
1.2 La sentencia de Vista. es susceptible de ser evaluada por la vía del control
Una vez interpuesta la apelación difuso cuando esta afecta un derecho fundamental< 2J.
correspondiente por la entidad demandante, la b) La indicación de que las garantías del artículo
Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Lima 139 de la Constitución son inaplicables al caso de autos
confirmó la sentencia de primera instancia, que es "una muestra de abierto desconocimiento de los
declaraba improcedente la demanda de amparo alcances de nuestra norma fundamental". Ello, dado
interpuesta, por similares fundamentos a los que el debido proceso posee un efecto jurídico que se
expresados en la sentencia de primera instancia. encuentra "por encima del funcionamiento y actuación
Sin embargo, la sentencia antes indicada agrega del órgano estrictamente judicial".
un elemento importante, que nos sirve de base para e) Interpretar de otro modo el derecho materia
tomar en cuenta la principal discrepancia de cierto de la sentencia implicaría entonces la inexistencia de
sector de la doctrina en contra de la aplicación del la obligación de la administración de respetar los
debido proceso al procedimiento administrativo. La derechos fundamentales del administrado, lo cual
sentencia de vista señalaba entonces que, dado que los devendría en absurdo e inconstitucional.
ejecutores coactivos no pertenecen a la jerarquía
judicial y su función no es jurisdiccional, mal puede 2 La naturaleza del derecho al debido
aplicárseles las garantías establecidas por el artículo proceso.
139 de la Constitución. La Corte Superior claramente
excluía el debido proceso en sede administrativa de En primer lugar, se hace indispensable definir en
los derechos que la constitución consagraba. En forma adecuada cuál es el concepto que la doctrina maneja
consecuencia, no lo consideraba un interés pasible de respecto al debido proceso. En un primer término, es
ser protegido mediante una acción de amparo. necesario tener clara la complejidad de la institución que
venimos describiendo. Y es que el debido proceso es, al
1.3 La sentencia del Tribunal mismo tiempo, un principio constitucionalmente
Constitucional. consagrado, una garantía de la Administración de 1usticia
El Tribunal Constitucional, una vez admitido y, sobretodo, un derecho constitucionat(3>.
el correspondiente recurso extraordinario de nulidad Definimos debido proceso como el conjunto de
respectivo, falla revocando la resolución de la Sala garantías indispensables para que un proceso pueda
Civil, declarando fundada la demanda de acción de ser considerado justo. Ahora bien, el debido proceso,
amparo y en consecuencia, aplicando el control difuso, como derecho constitucional, es un derecho complejo,
declara inaplicables a la demandante los efectos de los definiéndose como tal aquel derecho cuyo contenido
artículos 3, 6, 7, 8 y 11 del Decreto Ley No.l7355, se encuentra conformado a su vez por otros derechos,
ordenando la paralización del procedimiento coactivo. de naturaleza no compleja. En este orden de ideas, el
Los fundamentos del Tribunal Constitucional, debido proceso contiene en su seno derechos tan
para emitir su sentencia en los términos antes importantes como el derecho al juez natural, la
expuestos, fueron básicamente los siguientes: instancia plural, el derecho de defensa o la motivación
a) Es inaceptable sostener que no pueda de las resoluciones emitidas por la entidad respectiva.
aplicarse control alguno sobre la Ley No.l7355 sólo Por otro lado, la doctrina y la jurisprudencia,
porque la misma señale la imposibilidad de que la peruana y universal, reconocen dos modalidades de
autoridad judicial pueda suspender el procedimiento debido proceso, el formal y el material. El debido
N
N
(/)
coactivo. Ello en particular porque cualquier norma proceso formal implica el cumplimiento de las
C\l
+-'
·;::
<1>
> (2) De la Carta de 1993: "Artículo 138.-. ( ... )En todo proceso. de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma
+""' legal, los jueces prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre toda otra norma de rango inferior."
<1>
(/)
(3) Artículo 139.- Son principios y derechos de la función jurisdiccional:
:::::¡ ( ... )
3. La observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada
por la ley. ni sometida a procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por órganos jurisdiccionales de excepción
340 ni por comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera sea su denominación.
El debido proceso en sede administrativa en la jurisprudencia y la doctrina peruana
formalidades del proceso, formalidades que se que se da en sede judicial. En primer lugar, no cabe
encuentran señaladas en la Constitución y desarrolladas hablar de cosa juzgada, sino tan sólo de cosa decidida.
en las normas procesales pertinentes. Las resoluciones administrativas, por regla general, son
Por otro lado, el debido proceso material implica susceptibles de ser impugnadas en la víajudicia)(?J, por
la emisión de una sentencia ajustada a derecho, es decir, lo cual, no gozan de la inmutabilidad de las
la realización de un proceso justo. Ello implica que se resoluciones judicialesC 8 !. Asimismo, no cabe
cumplan con criterios mínimos de razonabilidad, de necesariamente adoptar como elemento inherente al
proporcionalidad, de equidad, que permitan vincular debido proceso en sede administrativa la garantía de
el debido proceso, no sólo con el cumplimiento de la instancia plural, dado que no toda entidad
requisitos formales, sino además con la satisfacción administrativa posee una instancia superior. Esto
de la justicia como valor< 4 J necesario para obtener la último es claro en el caso de los entes reguladores,
resolución de los conflictos y la paz social. cuya resolución agota la vía administrativa.
Ahora bien, la doctrina y la jurisprudencia del país Finalmente, por regla general, las entidades
y parte del resto del mundo están considerando el administrativas carecen de la facultad de inaplicar una
derecho al debido proceso como un derecho que no sólo norma legal a un caso concreto, facultad que si posee
es aplicable a los órganos jurisdiccionales, sino también la judicatura, denominada control difuso y contenida
a los entes administrativos, e inclusive, a las entidades en el artículo 138 de la Constitución.
privadas de naturaleza corporativa. Semejante Existen, evidentemente, elementos comunes a
ampliación tiene su origen en el concepto original del ambos ámbitos de aplicación del derecho al debido
due process of law de la doctrina norteamericana el proceso, sea el jurisdiccional o el administrativo. La
mismo que se encuentra contenido en la Quinta doctrina y la jurisprudencia incluyen el derecho de
Enmienda a la Constitución NorteamericanaC5J. Dicho defensa, el derecho a la presentación de pruebas, el
concepto no hace distinciones respecto a la naturaleza derecho a que la entidad ante la cual se sustancia el
del proceso al cual resulta aplicable el precepto acotado, proceso emplee necesariamente el procedimiento
razón por la cual el concepto puede aplicarse sin mayores preestablecido por la ley, la motivación de resolución
dificultades a procesos judiciales, administrativos, e emitida, el derecho a un plazo razonable para la
inclusive, a procesos que se dan en entidades privadas emisión de la resolución respectivaC9!, entre otros.
de naturaleza corporativaC6J. Ahora bien, el debido proceso en sede administrativa
tiene ciertos elementos diferenciales. En primer lugar,
3 El contenido y la justificación del la posibilidad de impugnar judicialmente la resolución
derecho al debido proceso en sede emitida por la autoridad administrativa, posibilidad a la
administrativa. cual hemos hecho referencia líneas arriba. Asimismo,
la naturaleza reglada del accionar administrativo genera
Ahora bien, este derecho al debido proceso en sede un marco de acción más limitado respecto de la entidad
administrativa tiene un contenido que no está enfocado estatal que el que poseen en general los órganos
a todos los componentes de los que se le reconocen al jurisdiccionales.
(4) Sobre el particular: BUSTAMANTE, Reynaldo. El Derecho a una decisión justa cmno elemento esencial de un Proceso Justo. En:
Derecho & Sociedad. Nro. 15, 2000 .pp.39 y ss.
(5) "( ... )ni podrá obligársele a nadie a testificar contra sí mismo en una causa penal; ni se le privará de la vida, la libertad o la propiedad
sin el debido proceso legal; ni tampoco podrá tomarse la propiedad privada para uso público sin una justa compensación".(el e
subrayado es nuestro).
en
CD
(6) ESPlNOSA-SALDAÑA B., Eloy. Debido Proceso en Procedimientos Administrativos, su viabilidad y la.1· Experiencias Peruana y ......
Mundial sobre el Particular En: Revista Jurídica del Perú. N ro l8.Año Ll: Editora Normas Legales, Lima. P. 2. <
CD
(7) La Constitución Peruana reconoce la existencia de dos tipos de resoluciones administrativas inimpugnables: Las emitidas por el ....
;::¡.:
Jurado Nacional de elecciones en materia electoral y las emitidas por el Consejo Nacional de la Magistratura en materia de destitución O>
de magistrados. en
(8) No obstante, la cosa juzgada no es absolutamente inmutable. En circunstancias muy especiales cabe la revisión de un proceso N
N
judicial, en particular mediante el empleo de dos mecanismos: La nulidad de cosa juzgada fraudulenta y el amparo contra resoluciones
judiciales que no hayan emanado de un procedimiento regular.
(9) ESPINOSA-SALDAÑA B, Eloy. Op. cit., p.6 341
Christian Guzmán
Finalmente, es necesario dejar en claro que no nos Ahora bien, el primer cuestionamiento a la
encontramos en realidad ante un derecho constitucional existencia de dichas facultades, es que, por definición,
distinto, sino más bien ante una esfera de acción distinta las mismas se encontrarían libres de todo control, en
para un derecho constitucional, que la que especial, judicial. La razón de ser del principio de
tradicionalmente se le ha conferido al mismo. legalidad reside precisamente en el control de la
arbitrariedad estatal. El reconocimiento del debido
3.1 El componente sustantivo. proceso sustantivo en sede administrativa permite
Es evidente además que existe definitivamente conjurar en forma más eficiente el riesgo de un
un componente sustantivo en el debido proceso en sede comportamiento de la Administración que puede
administrativa. En sede administrativa es necesario resultar formalmente ajustado a derecho -con lo cual
también que se emita una resolución justa. Cuando podríamos encontrarnos ante el cumplimiento de
hacemos referencia a una resolución justa en particular preceptos propios del debido proceso formal- pero que
queremos decir que esta decisión no podrá ser arbitraria. en realidad vulnera derechos fundamentales, que como
Ello implica, en consecuencia, que la citada decisión se veremos más adelante, tienen una posición preferente
sustente en una aplicación de la norma jurídica vigente respecto a intereses, principio o metas que no sean
a los supuestos de hecho del caso concretd 10J. derechos constitucionalmente consagrados, tenga
Lo señalado en el párrafo precedente significa naturaleza individual o colectiva.
además que el acto administrativo se emite, no en uso Por otro lado, al obedecer el acto discrecional
de facultades discrecionales, sino en uso de facultades a una decisión que no se encuentra regulada
regladas y predeterminadas de la Administración expresamente por la norma legal, la judicatura
Pública. Ello se encuentra corroborado inclusive por carecería de parámetros para determinar si la decisión
la propia jurisprudencia peruana, que ha señalado de la administración resulta ser justa o no. La existencia
claramente que una decisión administrativa no puede de un debido proceso sustantivo en sede administrativa
responder a criterios absolutamente discrecionales, -que se encuentra reconocido por la doctrina y
pues debe ponderarse contextos y situaciones al jurisprudencia peruana, como ya lo hemos indicado-
emitirse el acto resolutivo. permite a la judicatura tener parámetros más o menos
Ahora bien, cuando nos referimos a actividad objetivos para evaluar el comportamiento de la
discrecional hacemos referencia a aquella que no administración pública.
depende de normas legislativas concretas y
preexistentes que la regulen. Las facultades 3.2 Los elementos del debido proceso
discrecionales le permiten al órgano administrativo recogidos por la nueva Ley de
cierta libertad para elegir entre uno u otro curso de Procedimiento Administrativo.
acción, o para hacer una cosa de una u otra forma. La Finalmente, debemos señalar que el
necesidad de permitirle a la Administración Pública cumplimiento del debido procedimiento es un principio
cierta actividad discrecional deriva, en principio, de legalmente recogido en nuestro ordenamiento, en
la circunstancia de que es imposible para el legislador particular por la nueva Ley de Procedimiento
tener una visión exacta de los elementos concretos que, Administrativo General 01 J. El hecho que una norma
al menos en parte y en ciertos casos, condicionan la legal recoja un derecho que estamos asumiendo como
oportunidad de la decisión administrativa. constitucionalmente regulado nos permite emplear su
N
N
-
(/) (10) BUSTAMANTE, Reynaldo. Op. cit., p.42
(1j
·;:: ( 11) De la Ley de Procedimiento Administrativo General: "Artículo IV.- Principios del procedimiento administrativo. E! procedimiento
administrativo se sustenta fundamentalmente en los siguientes principios, sin perjuicio de la vigencia de otros principios generales
-
Q)
> del Derecho Administrativo:
Q) ( ... )
(/) 1.2. Principio del debido procedimiento.- Los administrados gozan de todos los derechos y garantías inherentes al debido procedimiento
;::::¡ administrativo, que comprende el derecho a exponer sus argumentos, a ofrecer y producir pruebas y a obtener una decisión
motivada y fundada en derecho. La institución del debido procedimiento administrativo se rige por Jos principios del Derecho
342 Administrativo. La regulación propia del Derecho Procesal Civil es aplicable sólo en cuanto sea compatible con el régimen
administrativo.
El debido proceso en sede administrativa en la jurisprudencia y la doctrina peruana
regulación a fin de poder determinar el contenido del Administrativo General nos habla de "garantías del
derecho materia de análisis. debido proceso" e incluso, establece los principios de
La norma legal antes señalada dota de contenido tipicidad y legalidad, e inclusive, el principio del non
al derecho al debido proceso administrativo, pero omite bis in idem -la prohibición de ser sancionado
ciertos elementos constitutivos que consideramos de administrativamente dos veces por la misma falta- e
particular importancia, como puede ser por ejemplo la inclusive la retroactividad benigna, como principios
existencia previa de un procedimiento regulado por la que rigen a dichos procedimientos(l 3 J, y que
Ley. Asimismo, omite la referencia al plazo razonable inicialmente podrían haberse considerado como
de resolución. No obstante encontrarse ambos garantías aplicables únicamente al Derecho Penal.
conceptos en forma implícita en el articulado de la ley,
el hecho de no formar parte de la definición que hace
la norma de Debido Procedimiento impide completar Existen, evidentemente, elementos
el criterio interpretativo al que hacemos referencia. comunes a ambos ámbitos de
Ello, no obstante el enunciado que hace la norma
respecto de los derechos de los administrados en el
aplicación del derecho al debido
procedimiento administrativo0 2 J, los mismos que proceso, sea el jurisdiccional o el
podría considerarse que establecen parte del contenido administrativo. La doctrina y la
del derecho que venimos analizando. Un elemento a jurisprudencia incluyen el derecho de
tomar en cuenta es la posibilidad de intervenir en el defensa, el derecho a la presentación
control y prestación de servicios públicos, que nos lleva
de pruebas, el derecho a que la
ya a posiciones avanzadas respecto a la doctrina de
participación social en la actividad administrativa. entidad ante la cual se sustancia el
Adicionalmente, nuestro ordenamiento es aún proceso emplee necesariamente el
más específico en cuanto al llamado procedimiento procedimiento preestablecido por la
administrativo sancionador, el cual hoy en día posee ley,(. .. ), entre otros
ya una importancia inusitada. La ley de Procedimiento
(12) Artículo 55.-Derechos de los administrados. Son derechos de los administrados con respecto al procedimiento administrativo, los
siguientes: l. La precedencia en la atención del servicio público requerido, guardando riguroso orden de ingreso. 2. Ser tratados con
respeto y consideración por el personal de las entidades, en condiciones de igualdad con los demás administrados. 3. Acceder, en
cualquier momento, de manera directa y sin limitación alguna a la información contenida en los expedientes de los procedimientos
administrativos en que sean partes y a obtener copias de los documentos contenidos en el mismo sufragando el costo que suponga su
pedido, salvo las excepciones expresamente previstas por ley. 4.Acceder a la información gratuita que deben brindar las entidades del
Estado sobre sus actividades orientadas a la colectividad, incluyendo sus fines, competencias, funciones, organigramas, ubicación de
dependencias, horarios de atención, procedimientos y características. 5. A ser informados en los procedimientos de oficio sobre su
naturaleza, alcance y, de ser previsible, del plazo estimado de su duración, así como de sus derechos y obligaciones en el curso de tal
actuación. 6. Participar responsable y progresivamente en la prestación y control de los servicios públicos, asegurando su eficiencia
y oportunidad. 7. Al cumplimiento de los plazos determinados para cada servicio o actuación y exigirlo así a las autoridades. 8. Ser
asistidos por las entidades para el cumplimiento de sus obligaciones. 9. Conocer la identidad de las autoridades y personal al servicio
de la entidad bajo cuya responsabilidad son tramitados los procedimientos de su interés. 1O. A que las actuaciones de las entidades
que les afecten sean llevadas a cabo en la forma menos gravosa posible. 11. Al ejercicio responsable del derecho de formular análisis,
críticas o a cuestionar las decisiones y actuaciones de las entidades. 12. A exigir la responsabilidad de las entidades y del personal a
su servicio, cuando así corresponda legalmente, y 13. Los demás derechos reconocidos por la Constitución o las leyes.
( 13) Artículo 230.- Principios de la potestad sancionadora administrativa
La potestad sancionadora de todas las entidades está regida adicionalmente por los siguientes principios especiales: e
(/)
Legalidad.- Sólo por norma con rango de ley cabe atribuir a las entidades la potestad sancionadora y la consiguiente previsión de las CD
consecuencias administrativas que a título de sanción son posibles de aplicar a un administrado, las que en ningún caso habilitarán a .-+
4 Los derechos constitucionales reconocidos al puebloC 16l. Esta norma tiene a su vez su
implícitos. origen en la concepción iusnaturalista de que los
derechos constitucionales son anteriores y superiores
Es necesario precisar, en primer lugar que la al Estado.
Jurisprudencia Peruana, en materia de acciones de Ahora bien, desde el punto de vista precisado líneas
garantía, configura uno de los casos poco comunes en arriba, es posible sustentar el derecho al debido proceso
los cuales las decisiones jurisdiccionales resultan ser en procedimientos administrativos mediante dos
vinculantes para los demás órganos del Poder razonamientos: Uno, de naturaleza valorativa, a partir
JudicialCI 4 J. En este orden de ideas, la Jurisprudencia de la propia naturaleza de los derechos fundamentales.
peruana estaría considerando, con cierta regularidad, Otro, a partir de una lógica funcional.
que ciertos principios resultan equiparables a los En primer término, el debido proceso en sede
derechos fundamentales, razón por la cual su violación jurisdiccional se encuentra debidamente consagrado
permitiría la procedencia de una acción de amparo. en nuestra carta fundamental como resultado de la
Amparándose en la violación del citado principio, aplicación de los principios de jurisdicción. Si se va
puede considerarse que existe la afectación a un a resolver un conflicto o controversia, debe existir
derecho constitucional y declararse fundado el amparo principios mínimos que permitan llevar a cabo dicha
que se sustente en dicho supuesto. función. Si trasladamos este razonamiento a la
Ahora bien, a fin de justificar la existencia de un Administración Pública, queda claro que la misma,
derecho al debido proceso en sede distinta a la al realizar un procedimiento administrativo, resuelve
jurisdiccional, resulta de aplicación la llamada un conflicto o petición. Los principios mínimos que
"cláusula implicativa", contenida en el artículo tercero se requieren para ello conforman los conceptos de
de la norma constitucional< 15l, que configura, en el caso debido proceso a los que nos estamos refiriendo. Ello,
peruano, lo que doctrina llama derechos fundamentales máxime si como hemos indicado líneas arriba el
implícitos o no enumerados. Estos se definen como concepto original del due process of law no distingue
aquellos derechos fundamentales que no se encuentran el proceso al cual resulta aplicable en cada caso
enunciados explícitamente en la Constitución, pero que concreto.
se deducen de ciertas características de la organización Por otro lado, el debido proceso en sede
política del país esbozadas por la propia Carta Magna. administrativa puede justificarse mediante una lógica
Estas características tienen que ver con la dignidad del funcional. La falta de reconocimiento del citado
hombre reconocida por el texto constitucional, con la derecho abre las puertas a la arbitrariedad en el
forma republicana de gobierno, con los valores ejercicio de las facultades inherentes a la
democráticos, con la soberanía y con consideraciones Administración Pública y la posibilidad que en dicho
análogas. ejercicio se vulneren derechos de los particulares, sin
El principio antes indicado no resulta ser ninguna que haya un plausible control para ello.
novedad, puesto que proviene del constitucionalismo Desdichadamente, el Tribunal no hace referencia
norteamericano. La Novena Enmienda a la a la cláusula de derechos implícitos antes indicada en
Constitución Norteamericana señala claramente que la sentencia materia de autos, desaprovechando la
los derechos enumerados en la norma no elimina otros oportunidad de justificar claramente la existencia del
N
N ( 14) De hecho,la sentencia materia de análisis ha sido empleada como precedente por otras sentencias posteriores del Tribunal Constitucional
(/)
respecto al debido proceso administrativo. Una interesante muestra de ello es la sentencia de fecha 13 de Abril de 2000, expediente
C1J
..... Nro. 439-99-AA!IT. En la citada sentencia, aparte de hacerse una interesante distinción entre debido proceso formal y debido
....
Q) proceso sustantivo, el Tribunal ya presupone la existencia del debido proceso en sede administrativa. Pero, en este caso, se ampara
> fundamentalmente en los artículos l y 3 de la Constitución, a los que estamos haciendo referencia en el principal del presente trabajo .
.....
Q) (15) Artículo 3.- La enumeración de los derechos establecidos en este capítulo no excluye los demás que la Constitución garantiza, ni
(/) otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado
::J democrático de derecho y de la forma republicana de gobierno.
(16) De la Constitución Norteamericana:
344 Enmienda IX: "La enumeración de ciertos derechos en la Constitución no deberá interpretarse como la negación o el menosprecio de
otros derechos retenidos por el pueblo."
El debido proceso en sede administrativa en la jurisprudencia y la doctrina peruana
derecho que venimos estudiando. Es preciso señalar normas del ordenamiento jurídico: el principio de favor
que la referencia al artículo 139 de la Constitución es libertatis, o el de prevalencia de los derechos
insuficiente para argumentar a favor del tantas veces fundamentales. El principio establece que los derechos
señalado derecho al debido proceso en fundamentales, como límites a la actuación del Estado,
procedimientos administrativos. son preferidos sobre toda otra consideración que no
Sin embargo, en algunas sentencias más recientes, el sea tal, aun cuando se encuentre constitucionalmente
Tribunal está haciendo referencia, por Jo menos en forma consagrada. Ello implica que los derechos deben ser
limitada, al artículo 3 de la Constitución PeruanaC 17Jpara preferidos incluso sobre metas colectivas o intereses
justificar el derecho al debido proceso en sede públicos o estatales.
administrativa. Sin embargo, aún no existe una utilización Ahora bien, el principio materia de análisis tiene
explícita de dicho principio para justificar la ampliación también su origen en el constitucionalismo
de la aplicación del derecho del debido proceso. norteamericano, en el cual aparece la doctrina de la
Finalmente, y no obstante lo antes señalado, existe posición preferente de los derechos fundamentales
importante jurisprudencia, ora del Tribunal (preferred position). Es decir, los derechos
Constitucional, ora de la Corte Superior de Lima, que constitucionalmente reconocidos tienen un valor
emplea el artículo 3 de la Constitución a fin de especial en el ordenamiento jurídico. El principio
explicitar derechos no enumerados, como ciertos funciona como un estándar interpretativo de la
derechos de naturaleza tributaria o el llamado derecho Constitución(I 9 J, en el sentido de que cuando se
al plazo razonabJe0 8 J. Queda claro que el Tribunal interpreta la norma antes indicada, debe estarse a la
Constitucional está empleando el principio de los interpretación más favorable para el particular(2°J.
derechos no enumerados para la elaboración de Ahora bien, la Constitución Peruana recoge
construcciones que permitan la aparición de derechos claramente el principio al que estamos aludiendo, en
fundamentales que antes no encontramos en nuestra su artículo 1, al señalar la importancia de la persona
norma fundamental humana -individualmente considerada- como objeto
de protección del Estadd 21 J. En nuestro sistema,
5 El principio de preferencia por los entonces, y al nivel de protección de derechos
derechos fundamentales. constitucionales, prima el individualismo liberal. El
resultado lógico que se deduce de lo antes precisado
Conjuntamente con el análisis realizado en el es que los derechos fundamentales están por encima
acápite precedente, es necesario señalar la aplicación de cualquier consideración, constitucionalmente
de un principio que consideramos fundamental, no sólo consagrada o no, que no posee rango de derecho
para efectos de la interpretación constitucional, sino fundamental, aun cuando nos encontremos ante un bien
también en cuanto a la interpretación de las demás constitucionalmente protegidoC 22 !.
(20) Un tratamiento amplio del tema podemos encontrarlo en: SIEGAN, Bemard. Refánna Constitucional. Lima: CITEL, 1993, pp.53 y ss. <
CD
Respecto a la aplicación del principio de preferencia por los derechos fundamentales a la interpretación constitucional: GARCIA BELAUNDE, .....
;::::¡.:
Domingo. La 111lerpretación Constitucional mmo problema. En: Pensamiento Constitucional. Lima, PUCP, 1994, p. 31-32. m
(21) Artículo 1.- La persona humana es el fin supremo de la Sociedad y del Estado. en
N
(22) Sobre el particular LAPORTA, Francisco. Sobre el concepto de derechos humanos. En: Doxa 4, 1987, p. 36 y ss. Ahora bien, N
tribunales constitucionales europeos, en particular el español, aun mantienen la tendencia a considerar como válidas las limitaciones
a derechos fundamentales que se encuentren amparadas en bienes consta en: http://www.lacompu.com/hoy/juegos/juad nacional. En
puridad, la única limitación lícita que un derecho fundamental puede admitir es la que genera otro derecho fundamental.
345
Christian Guzmán
La sentencia del Tribunal no hace referencia impedimentos a un ejercicio adecuado y/o efectivo de
explícita al principio antes indicado. Sin embargo, Jos derechos en cuestión. Es decir, a fin que se haga
puede deducirse su empleo a partir de la consideración efectiva la violación de derechos constitucionalmente
a los derechos fundamentales que señala la sentencia consagrados, y por ende, que sea procedente una acción
materia de análisis en su considerando número 8: "( ... ) de amparo, basta con que se ha11a transgredido uno o
Jos derechos de los justiciables que en conjunto forman varios elementos de los mismos. La jurisprudencia no
lo que se conoce como 'el debido proceso' poseen un hace distinciones entre derechos complejos y no
radio de aplicación, que está por encima del complejos, razón por la cual podemos aplicar el
funcionamiento y actuación del órgano estrictamente razonamiento precedente a cualquiera de e11os, máxime
judicial, pues de otro modo ninguna entidad o si los elementos constitutivos de un derecho complejo
corporación privada y ni siquiera la propia son, a su vez, también derechos fundamentales.
administración, cuando conoce del llamado En el caso que nos ocupe, nos encontramos ante
procedimiento administrativo, tendría porque una clara violación de derechos fundamentales, puesto
respetar los derechos del justiciable, lo que sería que la empresa sufre un procedimiento coactivo no
absurdo e inconstitucional" (el resaltado es nuestro). obstante haber reclamado respecto del cobro por parte
En gran medida, el fundamento del razonamiento de la entidad. La configuración del derecho al debido
del Tribunal Constitucional reside en que la modalidad proceso se da en tanto no se ha resuelto la reclamación
del derecho materia de análisis se sustenta en el hecho del demandante en el proceso administrativo seguido
de que, considerarlo de otro modo, implicaría que ante el IPSS. Y, no obstante ello, la entidad ha iniciado
ninguna entidad administrativa estaría obligada a el correspondiente procedimiento coactivo, empleando
respetar Jos derechos de la persona. E11o a su vez nos una norma legal que a todas luces violaba derechos
lleva a concluir que, de acuerdo a la jurisprudencia fundamentales.
peruana, Jos derechos fundamentales se encuentran Lo precisado líneas arriba queda evidenciado a
necesariamente en una posición preferente sobre través del análisis que la Sentencia del Tribunal
cualquier meta colectiva o interés de naturaleza Constitucional hace del artículo 6 del Decreto Ley
general, sea público o estatal, que anime el No.l7355, el mismo que señala la imposibilidad que
comportamiento de la Administración Pública. ningún órgano (incluso el jurisdiccional) pueda
suspender el procedimiento coactivo ya iniciado. El
6 La naturaleza de afectación de precepto antes señalado evidentemente deja abiertas
derechos en la acción de amparo. las puertas para que la Administración Pública pueda
vulnerar derechos fundamentales sin que admita
Ahora bien, un punto crucial en el presente análisis control jurisdiccional alguno, ni siquiera por vía
pareciera esta centrado en determinar si nos cautelar.
encontramos ante un supuesto válido de acción de A mayor abundamiento, el Tribunal
amparo, en tanto y en cuanto el citado proceso se Constitucional ha señalado que el procedimiento
vincula a la protección de derechos fundamentales, de coactivo que se encontraba regulado por el Decreto
conformidad con lo prescrito por el artículo 200 de la Ley No.l7355 no garantizaba un adecuado ejercicio
Constitución( 23 J. En este orden de ideas, la acción de del derecho de defensa -quizá el componente más
amparo procede cuando se genera la violación a básico del derecho al debido proceso- al posibilitar
determinados derechos constitucionales, que las decisiones de la administración se ejecuten
La jurisprudencia y la doctrina hablan de una inclusive cuando las mismas han sido impugnadas
violación cierta, clara, evidente. Ahora bien, dicha por evidentes violaciones, a su vez, de principios del
violación puede implicar también la existencia de debido proceso.
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(23) Artículo 200.- Son garantías constitucionales: La Acción de Amparo, que procede contra el hecho u omisión. por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los demás derechos reconocidos por la Constitución. No procede contra
346 normas legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de procedimiento regular.
El debido proceso en sede administrativa en la jurisprudencia y la doctrina peruana
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347
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
RESUMEN:
El derecho al plazo razonable ha sido desarrollado en jurisprudencia constitucional
del Perú como contenido implícito del debido proceso toda vez que no ha sido
expresamente regulado en la Constitución del Estado de 1993. En ese orden de ideas, el
Tribunal Constitucional del Perú ha recogido diversos criterios de análisis influenciado
por la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos. En el presente documento de trabajo, se abordará el
desarrollo de este derecho a la luz de la jurisprudencia internacional y su influjo en la
jurisprudencia constitucional del Perú.
PALABRAS CLAVE:
Plazo razonable, debido proceso, detención preventiva, investigación preliminar,
jurisprudencia.
ABSTRACT:
The right to the reasonable time has been developed in the constitutional
jurisprudence of Peru as an implicit contain of the right of due process since it has not
been regulated in the Constitution of State from 1993. Therefore, the Constitutional Court
of Peru has picked up several judgments of analysis influenced by the jurisprudence of
the Inter-American Court of Human Rights and the European Court of Human Rights. In
the present document of work will be place the development of this right as a result of the
international jurisprudence and its influence in the constitutional jurisprudence of Peru.
KEY WORDS:
Reasonable time, due process, preventive detention, preliminary investigation,
jurisprudence.
*
Recibido en fecha 21/02/2011. Aceptada su publicación en fecha 30/06/2011.
43
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
Núm. 27, año 2011, págs. 43-59
SUMARIO:
EL DERECHO AL PLAZO RAZONABLE COMO CONTENIDO
IMPLÍCITO DEL DERECHO AL DEBIDO PROCESO: DESARROLLO
JURISPRUDENCIAL A NIVEL INTERNACIONAL Y NACIONAL ...................43
THE RIGHT TO THE REASONABLE TIME AS AN IMPLICIT CONTAIN OF THE RIGHT
OF DUE PROCESS: JURISPRUDENTIAL DEVELOPMENT AT INTERNATIONAL AND
NATIONAL LEVEL ...........................................................................................................43
I. El derecho a ser juzgado en plazo razonable como contenido implícito del
derecho al debido proceso .................................................................................................. 44
II. El derecho al plazo razonable en los instrumentos internacionales ............................. 47
1. La Declaración Universal de los Derechos Humanos ...................................................................47
2. La Declaración Americana de Derechos Humanos.......................................................................47
3. La Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) ...................................................47
4. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) .................................................47
5. El Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales (CEDH) ................................................................................................................48
III. El derecho al debido proceso en la jurisprudencia nacional e internacional ............. 48
IV. Desarrollo jurisprudencial del tribunal europeo de derechos humanos y de la
corte interamericana de derechos humanos respecto al derecho a ser juzgado
dentro de un plazo razonable: elementos para evaluar la afectación al plazo
razonable ............................................................................................................................. 49
V. fundamentos que utiliza el tribunal constitucional del perú para declarar
fundada el recurso de agravio constitucional interpuesto por walter chacón
málaga (stc 3509-2009-phc/tc) y la pretendida vulneración del derecho al plazo
razonable del proceso ......................................................................................................... 52
VI. Apuntes sobre el derecho al plazo razonable de la detención judicial preventiva
y el plazo razonable de la duración de la investigación fiscal (STC exp. n° 03987-
2010-phc/tc-caso sánchez paredes- Perú) ......................................................................... 55
VII. Conclusiones .................................................................................................................... 58
44
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
Núm. 27, año 2011, págs. 43-59
Natalia, Comentarios al Caso Chacón ¿Puede el TC excluir del proceso a un acusado por afectación al
derecho a ser juzgado en un plazo razonable?. En Gaceta Constitucional Tomo 24, Lima, diciembre 2009.
4 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, El acceso a la justicia como garantía de los
derechos económicos, sociales y culturales. Estudio de los estándares fijados por el Sistema
45
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Núm. 27, año 2011, págs. 43-59
46
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
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8 Daniel R. Pastor, Acerca del derecho fundamental al plazo razonable duración del proceso penal.
REJ – Revista de Estudios de la Justicia – Nº 4 – Año 2004. Facultad de Derecho, Universidad de Chile.
En Dirección Web:
http://www.derecho.uchile.cl/cej/recej/recej4/archivos/Articulo%20sobre%20plazo%20razonable%20Past
or_10_.pdf. Consulta: 12/11/10.
47
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
Núm. 27, año 2011, págs. 43-59
9
El Debido Proceso en las decisiones de los órganos de control constitucional de Colombia, Perú y
Bolivia. En Dirección Web: http://190.41.250.173/guia/debi.htm. Consulta: 10/11/10.
48
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
Núm. 27, año 2011, págs. 43-59
10
El Debido Proceso en las decisiones de los órganos de control constitucional de Colombia, Perú y
Bolivia. Ut Supra.
11
El Debido Proceso en las decisiones de los órganos de control constitucional de Colombia, Perú y
Bolivia. Ut Supra.
12
El Debido Proceso en las decisiones de los órganos de control constitucional de Colombia, Perú y
Bolivia, ut Supra.
49
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
Núm. 27, año 2011, págs. 43-59
indebida exclusión de del general E.P. (r) Walter Chacón Málaga del proceso penal por enriquecimiento
ilícito. En Gaceta Constitucional Tomo 24, Lima, diciembre 2009.
50
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
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Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente o imparcial (…)”. Al
respecto, “La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dejado en claro que el
concepto de plazo razonable no resulta de sencilla definición. Para establecer un lapso
preciso que constituya el límite entre la duración razonable y la prolongación indebida de
un proceso, la Corte ha señalado que es necesario examinar las circunstancias particulares
de cada caso. En este sentido ha manifestado, compartiendo el criterio establecido por la
Corte Europea de Derechos humanos, que para determinar la razonabilidad del plazo en
el cual se desarrolla un proceso se deben tomar en cuenta: a) la complejidad del asunto,
b) la actividad procesal del interesado y c) la conducta de las autoridades judiciales”15.
En ese orden de ideas, la Corte Interamericana, en la sentencia del 29 de enero de
1997, en el caso Genie Lacayo vs. Nicaragua, adopto la tesis del “no plazo”,
estableciendo como criterio de razonabilidad- siguiendo al Tribunal Europeo de Derechos
Humanos- la complejidad del caso, la actividad procesal de las partes demandante y la
conducta asumida por las autoridades jurisdiccionales. Igual posición adoptó en la
sentencia del 12 de noviembre de 1997, en el caso Suarez Rosero vs. Ecuador.
Asimismo, “la Corte Interamericana ha considerado importante tomar otro criterio
desarrollado por la Corte Europea para determinar la razonabilidad del plazo de duración
de un proceso: el análisis global del procedimiento. La Corte, en consecuencia, no opta
por precisar un plazo determinado en días calendarios o naturales como el máximo de
duración aplicable a un proceso sino que brinda unos criterios a ser evaluados por la
judicatura para precisar si se afecta o no el derecho a la duración de un proceso en un
plazo razonable, según las características de cada caso”16.
En concreto, de acuerdo a la jurisprudencia internacional que el Tribunal
Constitucional del Perú ha hecho suya, es necesario expresar que “el plazo razonable (…)
no puede traducirse en números fijo de días, semanas, meses o años, o en varios periodos
dependiendo de la gravedad del delito”.17 Ahora bien, como bien lo ha señalado nuestro
Tribunal Constitucional, dicha imposibilidad para establecer plazos fijos no impide tener
criterios o pautas que, aplicadas a cada situación específica, permitan al juez
constitucional determinar la afectación del derecho constitucional a ser juzgado más allá
del tiempo razonablemente necesario.18
Así, para el Tribunal Constitucional del Perú, el carácter razonable de la duración de
un proceso se debe apreciar según las circunstancias de cada caso y teniendo en cuenta:
a) La complejidad del asunto, b) El comportamiento del recurrente, c) La forma en que el
asunto ha sido llevado por las autoridades (es decir, lo que ordinariamente se demora en
resolver determinado tiempo de procesos).
15El Debido Proceso en las decisiones de los órganos de control constitucional de Colombia, Perú y
Bolivia. Ut Supra.
16 El Debido Proceso en las decisiones de los órganos de control constitucional de Colombia, Perú y
Bolivia. Ut Supra.
17
STC Expediente 3509-PHC/TC, f.j.20.
18 STC Expediente Nº 549-2004-HC/TC ff.jj7-9.
51
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
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19 TORRES ZÚÑIZA, Natalia, Comentarios al Caso Chacón ¿Puede el TC excluir del proceso a un
acusado por afectación al derecho a ser juzgado en un plazo razonable? en Gaceta Constitucional, Tomo
2, diciembre 2009.
20
Corte IDH Caso Genie Lacayo vs Nicaragua. Sentencia del 29 de enero de 1997.
21
STC Expediente Nº 2915-2004-HC-TC.
52
Revista Internauta de Pràctica Jurídica
Núm. 27, año 2011, págs. 43-59
fojas 138, se trata de un proceso con un gran número de imputados, (…)” motivo
por el cual se efectuaron desacumulaciones sucesivas en el 2007, “dicha
desacumulacion pone de manifiesto por la naturaleza de las imputaciones
ventiladas en el proceso seguido contra el recurrente era posible seguir varios
procesos distintos con menos imputados, lo que en definitiva haría menos complejo
el proceso penal. Sin embargo, llama la atención que la referida desacumulacion,
se haya dado recién en el 2007, cuando el proceso penal tenía ya seis años de
iniciado. De modo, que es posible advertir que en el presente caso, la gran
cantidad de imputados, elemento que incidió en gran medida en la complejidad del
proceso, en realidad constituye una imputable al propio órgano jurisdiccional”.
El Tribunal Constitucional concluyó que existió una irrazonable demora en el
proceso penal y que la misma había sido consecuencia de una tramitación negligente del
proceso por parte del órgano jurisdiccional. En tal sentido, en el caso de autos, señala
que:
“34. (…) que se ha mantenido al recurrente en un estado de sospecha
permanente y sin que – cono se ha visto a lo largo de la presente sentencia – las
circunstancias del caso justifiquen dicha excesiva dilación, el acto restitutorio de la
violación del derecho al plazo razonable del proceso consistirá en la exclusión del
proceso penal”
Como cuestionamientos al fallo, los siguientes:
El hecho que el Tribunal Constitucional haya excluido del proceso a Walter Chacón
no tiene conexión con el pedido del demandante, quien solicito la nulidad del proceso.
Hay aquí un vicio de incongruencia, estando a que el razonamiento adolece de
motivación externa. En efecto, no fue pedida por el beneficiario del habeas corpus – ni
siquiera repara adecuadamente el derecho del afectado, que es la finalidad de todo
proceso constitucional. Efectivamente, si se considera que la lesión se produjo como
consecuencia de una demora excesiva en el proceso penal, por ejemplo, lo razonable era
compeler a los jueces a resolver prontamente el caso, incluso bajo apercibimiento de
declarar nulo el proceso (además de cambiar la forma de apercibimiento en caso de que la
dilación implique también una vulneración del plazo razonable de detención).
Si “lo que estaba en evaluación era la nulidad o no del proceso penal debió emitir
una sentencia de tipo exhortativa al Poder Judicial. Es decir, la salida más real y acorde
con sus funciones debió ser la de exigir a la Sala que conoce el proceso a emitir una
sentencia de fondo, de lo contrario el proceso era nulo. El Tribunal Constitucional
confunde su labor de juez constitucional con la de juez penal ordinario, capaz de decidir
sobre la continuidad o no del proceso.”25. La exclusión de responsabilidad penal solo
corresponde a la justicia ordinaria.
Sorprende “que el Tribunal Constitucional disponga de algo fundamental para la
comunidad política como la potestad punitiva del Estado. El ordenamiento jurídico prevé
diversas formas de extinción de la acción penal y el Tribunal Constitucional no podía
crear jurisprudencialmente una causal – más beneficiosa que la prescripción – invadiendo
25
TORRES ZÚÑIGA, Natalia, Ut Supra.
54
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26 SOSA SACIO, Juan Manuel, ¿Derecho de gracia pretoriano?. En Gaceta Constitucional Tomo 24,
Lima, diciembre 2009.
27 ANGULO ARANA, Pedro Miguel, “El plazo razonable y las desacumulaciones”, en Gaceta
Ahora bien, debemos reiterar que los “instrumentos internacionales sobre derechos
humanos reconocen el derecho de toda persona acusada de un delito a ser juzgada dentro
de plazos razonables. Si en el marco de estos procesos se emite una orden judicial de
detención, esta no puede durar lo mismo que el proceso, por lo que si la duración de la
medida privativa de la libertad no es razonable, la persona con orden de detención tiene
derecho a recuperar su libertad, sin perjuicio de que el proceso en su contra continúe. A
esta garantía se le conoce como el derecho al plazo razonable de duración de la detención
judicial preventiva”30.
En consecuencia, el plazo razonable de la detención judicial preventiva es un
derecho implícito de la libertad personal y también una garantía del principio de la
presunción de inocencia. En ese sentido, como bien indicamos precedentemente el
Tribunal Constitucional del Perú influenciado por la jurisprudencia internacional ha
establecido los criterios para determinar el plazo razonable de duración del proceso, y en
ese orden de ideas, ha hecho lo mismo en el caso de la detención preventiva. “Con
relación a la duración razonable de detención no puede tomarse en consideración
únicamente la presunción de inocencia y el derecho a la libertad del procesado sino que la
constitucionalidad de la prisión provisional encierra el deber estatal de perseguir
eficazmente el delito”31.
En efecto, se debe tomar en cuenta una serie de elementos y/o criterios a fin de
determinar la razonabilidad de la medida privativa, “estos criterios son similares a los
previstos en doctrina y la jurisprudencia internacional y comparada respecto al plazo
razonable para la duración de un proceso, pero aplicados al supuestos de las detenciones
judiciales”32, tales criterios estriban, en a) la actuación de los órganos judiciales, b) la
complejidad del asunto y c) la actividad procesal del detenido33.
Ahora bien, respecto al plazo razonable de la prosecución de una investigación
fiscal, el Tribunal Constitucional del Perú “en la sentencia recaída en el Exp. Nº 5228-
2006-PHC/TC, Gleiser Katz, ha precisado con carácter de doctrina jurisprudencial
(artículo VI del Título Preliminar del C.P.Const) que para determinar la razonabilidad
del plazo de la investigación preliminar, se debe acudir cuando menos a dos criterios:
Uno subjetivo, que está referido a la actuación del investigado y a la actuación del fiscal,
y otro objetivo, que está referido a la naturaleza de los hechos objeto de investigación.
Dentro del criterio subjetivo, en lo que respecta a la actuación del investigado, es de
señalar que la actitud obstruccionista de éste puede manifestarse del modo siguiente: 1)
en la no concurrencia, injustificada, a las citaciones que le realice el fiscal a cargo de la
investigación; 2) en el ocultamiento o negativa, injustificada, a entregar información que
sea relevante para el desarrollo de la investigación; 3) en la recurrencia, de mala fe, a
determinados procesos constitucionales u ordinarios con el fin de dilatar o paralizar la
investigación prejurisdiccional, y 4) en general, en todas aquellas conductas que realice
30 HUERTA GUERRERO, Luis Alberto, “Plazo razonable de detención judicial preventiva y habeas
corpus. Reflexiones sobre la sentencia del Tribunal Constitucional en torno al caso Antauro Humala”, en
Gaceta Constitucional, Tomo 20, Lima, agosto 2009.
31 STC recaída en el Exp. 7694-2005.PHC/TC, f.j.2.
32
HUERTA GUERRERO, Luis Alberto, ut Supra.
33 STC recaída en el Exp. 7694-2005.PHC/TC, f.j.5.
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Núm. 27, año 2011, págs. 43-59
con el fin de desviar o evitar que los actos de investigación conduzcan a la formalización
de la denuncia penal”34.
En cuanto “a la actividad del fiscal, los criterios a considerar son la capacidad de
dirección de la investigación y la diligencia con la que ejerce las facultades especiales
que la Constitución le reconoce. Si bien se parte de la presunción de constitucionalidad y
legalidad de los actos de investigación del Ministerio Público, ésta es una presunción
iuris tantum, en la medida en que ella puede ser desvirtuada. Ahora bien, para la
determinación de si en una investigación prejurisdiccional hubo o no diligencia por parte
del fiscal a cargo de la investigación deberá considerarse la realización o no de aquellos
actos que sean conducentes o idóneos para el esclarecimiento de los hechos y la
formalización de la denuncia respectiva u otra decisión que corresponda. Dentro del
criterio objetivo cabe comprender la naturaleza de los hechos objeto de investigación; es
decir, la complejidad del objeto a investigar”35.
Bajo lo anteriormente expuesto, se colige que “uno de los derechos que deben
respetarse en la investigación fiscal es el de su duración razonable. Tal derecho ha sido
también reconocido respecto de la duración del proceso y de la detención preventiva. De
manera que, deberán considerarse (en este supuesto) la actuación del fiscal y del
investigado, así como de la naturaleza o complejidad del caso investigado. Finalmente,
debe considerarse que quien realiza este primer análisis debe ser el fiscal; este debe
motivar sus decisiones acerca de la duración de su investigación y la necesidad de llevar
a cabo ciertas diligencias para el esclarecimiento de los hechos”36.
En este extremo, la reciente “sentencia recaída en el expediente Nº 03987-2010-
PHC/TC, - declaro fundado el recurso de agravio constitucional interpuesto por el
Ministerio Público contra una resolución estimatoria de segunda instancia - conforme al
criterio establecido en la STC Exp. 02748-2010- PHC/TC37. En ese sentido, el Tribunal
Constitucional rechazó la pretensión de varios miembros de la Familia Sánchez Paredes –
procesados por diversos delitos como tráfico ilícito de drogas y lavado de activos - de que
se ordene el cese de una investigación preliminar que supuestamente vulneraria su
derecho al plazo razonable. El Colegiado consideró que, dado que los miembros de la
Fiscalía a cargo de la investigación deben examinar el patrimonio de más de 70 personas,
auditar más de cien empresas y citar testigos extranjeros, además que la propia defensa
había solicitado repetidas veces que se amplié el plazo de la investigación, no existe
vulneración del derecho al plazo razonable de la investigación. En consecuencia, se
Benedicto Jiménez Baca. En Gaceta Constitucional Tomo 17, Lima, mayo 2009.
37 Es de indicar que, el Tribunal Constitucional del Perú en la sentencia recaída en el Exp. 02748-
2010- PHC/TC, estableció como precedente vinculante la admisión excepcional de recursos de agravio
constitucional (RAC) contra sentencias estimatorias de segundo grado, en cualquier plazo, para casos
relacionados con los delitos de tráfico ilícitos de drogas y lavados de activos. El precedente vinculante en
mención, se aplicó por primera vez en la sentencia recaída en el Exp. Nº 3245-2010-PHC/TC, que declaró
fundado el RAC interpuesto por la Fiscalía y, por ende, infundada el habeas corpus declarado fundado en
segunda instancia, interpuesto a favor uno de los miembros de la familia Sánchez Paredes.
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VII. CONCLUSIONES
Dentro del haz de derechos o contenidos implícitos que se desprenden del derecho
al debido proceso, tenemos el derecho al plazo razonable.
En efecto, el derecho al plazo razonable no se encuentra expresamente consagrado
en la Constitución Política del Perú de 1993, sin embargo, conforme lo ha indicado el
Tribunal Constitucional peruano, este derecho está implícito dentro del derecho al debido
proceso.
El “derecho al plazo razonable puede ser invocado ante una investigación policial,
fiscal o de la justicia penal; sea que su actuación se haya producido por orden de las
autoridades o participe en forma voluntaria. Pueden ser imputados, agraviados, testigos,
terceros responsables civiles, etc”40.
Las formas de reparación ante la vulneración del plazo razonable pueden variar
según el daño que se cause. El Tribunal Constitucional del Perú en un pleno acordó “que
una eventual constatación por `parte de la justicia constitucional de la violación al
derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable no puede ni debe significar el archivo
definitivo del proceso penal” y más bien señalo que “Lo que, corresponde es la
reparación in natura por parte de los órganos jurisdiccionales que consiste en emitir en el
plazo más breve posible el pronunciamiento definitivo sobre el fondo del asunto y que se
declare la inocencia o responsabilidad del procesado, y la consiguiente conclusión del
proceso penal”.
No existe ninguna justificación para “desoír el cumplimiento de los plazos
razonables en los procesos penales, aduciendo que existe una gran congestión de los
procesos penales en los juzgados o que no existe la tecnología adecuada para el
juzgamiento o que en muchos lugares se viene juzgando con el sistema inquisitivo y que
ello cambiara cuando se implemente el Nuevo Código Procesal Penal (peruano). El
infundada la demanda por considerar que no se había vulnerado el derecho al plazo razonable en virtud de
la complejidad del caso, el cual se funda en la gran cantidad de investigados, lo que justifica las sucesivas
ampliaciones de investigación y que no se ha vulnerado el derecho de defensa en tanto que los
beneficiarios fueron notificados de las resoluciones y tuvieron libre acceso a los actuados. La Cuarta Sala
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, revocando la apelada,
declaró fundada la demanda y ordenó el archivo definitivo de la investigación fiscal”. (STC Exp. 03987-
2010-PHC/TC
40 MEDINA OTAZU, Augusto, ut Supra.
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Revista Internauta de Pràctica Jurídica
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Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
dicho sistema recibe diariamente y el estado de violencia una cada vez más injusta y peor sociedad. Es el proceso
social cotidiana que envuelve a nuestra sociedad son el que debe adaptarse a la sociedad, y no la sociedad al
(l) COUTURE. Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Cil'il. Montevideo, Buenos Aires: Faira, 2002. p. 120.
(2) !bid.
273
Giovanni Priori
proceso. Por ello debe reinvindicarse el hecho que el necesidad se produce una relación entre la necesidad
proceso está al servicio de los hombres y de la del hombre y el bien apto para satisfacerla; y es a esta
satisfacción de sus necesidades, y no al revés'3 J. relación a lo que la Teoría General del Derecho
El proceso no existe por sí ni para sí, ni se debe a sí denomina "interés"( 6!.
mismo' 4 J. Por ello, una visión del proceso desde el Los bienes, sin embargo, no son siempre suficientes
interior del mismo hacia él mismo, es una mirada para poder satisfacer las necesidades de todos los
huérfana. Un procesalismo introvertido es un hombres. Es esta escasez de bienes lo que provoca que
procesalismo decadente' 5J. El proceso debe ser visto dos o más sujetos puedan identificar un mismo bien como
desde fuera de él, para ver cómo él sirve a algo distinto apto para satisfacer sus respectivas necesidades, situación
a sí mismo. El procesalismo, entonces, debe ser más en la cual cada uno de ellos va a tener una relación de
bien extrovertido. tensión respecto de un mismo bien; y es esto lo que da
El presente trabajo intentará ofrecer algunas lugar al conflicto intersubjetiva de interesesOJ_
reflexiones acerca de la necesidad de redefinir algunos El surgimiento de un conflicto intersubjetiva de
institutos procesales para hacer que el proceso se intereses genera el peligro de una solución violenta, y
reencuentre con los fines que justifican su propia la violencia es un peligro para la paz social la cual sólo
existencia. se logra a través de una solución justa de los diversos
conflictos.
2. Nociones previas a la noción de proceso. De esta manera, la propia sociedad organizada, con
base en los diversos valores que la inspiran( 8 !, dicta sus
En la visión tradicional del Derecho Procesal se parte propias normas de conducta (Derecho objetivo) en las
de la idea que, en la sociedad, los hombres tienen un cuales dispone cuál es la solución a los diversos
sinnúmero de necesidades que deben satisfacer. Para conflictos de intereses que se presentan. Estas normas
lograr la satisfacción de dichas necesidades, los hombres se dictan con la finalidad de dar una solución justa al
requieren de bienes aptos para ello. Una vez que un conflicto evitando con ello la violencia social y
hombre identifica un bien como apto para satisfacer su procurando con su dictado la paz social en justicia.
(3) "Y Dios creó al hombre. Mi particular reflexión sobre el sistema procesal toma como punto de partida a la persona, en función de la cual
se construye todo el sistema jmídico. Vale la pena recordarlo, porque con frecuencia, nos afanamos por crear estructuras que. lejos de
satisfacer las necesidades del individuo, acaban por ponerlo a su servicio, como si de un siervo se tratara''. RAMOS MÉNDEZ, Francisco.
El sistema proresal npaíio/. Barcelona: Bosch, 2000. p. 3.
(4) Ya en ese mismo sentido se pronunciaba Couture: "(e)l proceso por el proceso no existe". COUTURE, Eduardo. Op. cit.; p. 18.
(5) La palabra "decaer" es, para el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: "( ... )perder alguna persona o cosa alguna parte
de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor''. REAL ACADEMIA DE LA LENGUA
ESPAÑOLA. Diccionario de Lengua E;paiiola. 2lera. edición. Tomo l. Madrid, 1992. p. 665.
(6) Sobre el particular, véase: BIGLIAZZl GERl, Lina y otros. Diritto Civil e. Norme, Soggetti e rapporto giuridico. Tomo 1.1. Torino: Utet,
1997. pp. 260 y ss.; CARNELUTTl, Francesco. Sistema de Derecho Pmcesal Civil. Tomo l. Buenos Aires: Uteha, 1994. pp. 11 y ss.;
CARNELUTTI, Francesco. Teoría Genera/e del Diritto. Edizione Scient(fiche ltaliane. Ristampa del/a Scuola di specializzazione in
diritto civile del/' Universitá di Camerino del/a terza edizione del/a Soáetá del Fom Italiano. Roma, 1951; ROCCO, Ugo. Tratado de
Derecho Procesal Civil. Tomo l. Buenos Aires-Bogotá: Depalm-Temis. 1976. pp. 16 y ss. Dentro de la doctrina nacional podemos citar
a TlCONA POSTIGO, Víctor. El debido proceso y la demw1da ci1·il. Tomo l. Lima: Rodhas, 1999. pp. 11 y ss. Nosotros también le
hemos dedicado algunas líneas a este tema en: PRIORI POSADA, Giovanni. La tutela jurisdi<·cional de los derechos diji1sos: una
aproximación desde el derecho procesal mnstituciona/. En: BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo y Giovanni PRIORI POSADA.
Apuntes de Derecho Pmcesal. Lima: ARA, 1997. pp. 28 y ss.; PRIORI POSADA, Giovanni. Reflexiones en torno al artículo VI del
Título Preliminar del Código Civil. En: Advocatlls. Nueva época. Revista editada por alumnos de la Facultad de Dereclw de la Universidad
'-0
de Lima. No. 7. 2002. pp. 172 y ss.
01 (7) Para Camelutti la situación de conflicto se explica de la siguiente manera: "(s)i el interés significa una situación favorable a la satisfacción
U)
de una necesidad; si las necesidades del hombre son ilimitadas, y si por el contrario, son limitados los bienes, es decir. la porción del
ctl
.....
·;;:: mundo exterior apta para satisfacerlas. como coJTelati va a la noción de interés y a la de bien aparece la del conflicto de intereses. Surge
(]) conflicto entre dos intereses cuando la situación favorable a la satisfacción de una necesidad excluye la situación favorable a la
> satisfacción de una necesidad distinta··. CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho ... ; p. 16. Sin embargo, en la concepción de
.....
(]) Camelutti. se hace preciso, además, tener en cuenta la noción de litigio, según la cual "llamo litigio al conflicto de intereses calificado
U) por la pretensión de uno de los interesados y por la resistencia del otro". !bid. p. 44.
:::::l
(8) FAZZALARI, Elio. /stitu;ioni di diritto pmce.1sua/e. 8va. edición. Padua: CEDAM. 1996. p. 22. El citado profesor italiano manifiesta
que: "(l)a norma jurídica se adscribe a la esfera del valor, entendido sea como algo aprobable o prefe1ible para determinada cultura o. y
274 coiTelativamente, como criteiio -regla- de conducta ordenado sobre el valor: la norma o normas incorporan un valor que resulta potenciado
por los atiibutos propios de la juridicidad". Traducción libre de: "(l)a norma giuridim é da ascrivere al/a .yfi!ra del mlore inte.1o l'lWi
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
En dichas normas, el Derecho objetivo establece de través del cual se puede decir que se funda la justicia
manera abstracta y general qué interés, de aquellos que en una sociedad, es el acto en virtud del cual la
se encuentran en conflicto. es el que será digno de tutela sociedad priva a los individuos del derecho y del poder
(interés prevalente) y qué interés es el que debe ceder de hacer justicia a sí mismos"l 10!. En ese mismo sentido
(interés no prevalente o subordinado), otorgando con se pronuncia el profesor Andrea Proto Pisani cuando
ello a los particulares diversas situaciones jurídicas sostiene ''que la jurisdicción estatal, y el correlativo
(situaciones jurídicas de ventaja a quien resulta ser titular derecho o poder de acción, representan la contrapartida
del interés prevalente y situaciones jurídicas de a la prohibición de la autotutela privada" 01 J. El derecho
desventaja a quien resulte ser titular del interés no de acción, el proceso y la función jurisdiccional son
prevalente)'9!. por ello institutos que están íntimamente ligados a esa
El presupuesto, claro está, es que dichas normas de tarea social de acercarnos a la justicia y alejarnos de
conducta sean actuadas de manera espontánea por los la violencia. Si alguno de ellos no funciona bien la
sujetos, lo que no ocurre con frecuencia. Para ello, el sociedad estará cada vez más lejos de la justicia y, en
ordenamiento jurídico otorga a los particulares un medio consecuencia, de obtener la paz social.
que sirva para actuar el Derecho objetivo cuando los De ahí que Paul Ricoeur afirme que: "detrás del
particulares no cumplan espontáneamente con sus proceso está el conflicto, el contraste, la controversia,
disposiciones normativas. Dicho medio o instrumento el litigio; y en el fondo del litigo está la violencia. El
es el proceso. lugar de la justicia se encuentra, de esta manera,
La explicación dada en los párrafos precedentes señalado como por una huella, como parte del conjunto
nos anuncia una verdad incontrastable: el proceso es de alternativas que una sociedad opone a la violencia y,
siempre un medio para alcanzar fines que son distintos todas juntas, definen un Estado de derecho" 02 J. Y sin
a sí mismo. En efecto, a través del proceso se busca duda !ajusticia es la alternativa por la que una sociedad
que el Derecho objetivo sea aplicado al caso concreto que procura la paz social duradera debe optar03 J; pues
para con ello dar una protección efectiva a las la paz social presupone que cada uno de los miembros
situaciones jurídicas de los particulares, logrando con de una sociedad reconozcan como justa la solución dada
ello tutelar sus intereses y satisfacer con ello sus a un conflicto de intereses.
necesidades. A través de ello, se busca obtener la paz A partir de todo lo anterior queda expuesto con
social en justicia, pues, se logra una solución al absoluta contundencia que el proceso es un instrumento
conflicto de manera pacífica erigiéndose el proceso fundamental para conseguir la tutela efectiva de las
precisamente sobre la base de un presupuesto: la situaciones jurídicas de los particulares 04 J, para que lo
eliminación de la facultad de los particulares de hacer establecido por el derecho objetivo tenga una real
justicia por su propia mano. Y es que la justicia se vigencia0 5 J y para con todo ello lograr una paz social en
opone a la violencia; por ello, "el acto fundamental a justicia< 16J.
alczmché di apprombile, di pr~j'eribile in una data cultura, vuoi, e correlativamente, come criterio -regola- di condotta su di esso
ordinato: la norma, o pizí norme ( ... ) incorporano un valore il qua/ene risu/ta poten:iato per gli atrributi propri perla giuridicitá ( ... )".
(9) BIGLIAZZI GERI. Lina y otros. Op. cit.; pp. 270.
( 10) Traducción libre de"( ... ) l'attofondamentale attrm•erso cui si puó di re che la giustiúa éfondata in una sorietá, é 1'atto in vi mí del qua/e
la societá priva gli indit·idui del dirirto e del pote re difare giustóa a se stessi ( ... )": RICOEUR, Paul./1 Giusto (traducido por: IANNOTTA
DI MARCOBERARDINO, Daniella). Tu1ín: Societá editrice italiana, 1998. p. 163.
( 11) PROTO PISAN!, Andrea. Apunti su/la tutela cautela re nel processo civile. En: Rit·ista di diritto civile 1987 Parte l. Sin embargo, en
dicha publicación aparece una nota del editor en la cual se señala: "por cortés autorización de la dirección se anticipa aquí la publicación
de la \'OZ pmvedimellti cautelari redactada para la Enciclopedia giuridica del Instituto de la Enciclopedia Italiana··.
(12) Traducción libre de:"( ... ) dietm al processo c'é il conflirto, la t•ertenza, la controversia, illitigio; e su/lo ·\fondo del cm!flitto c'é la
t•iolen:a. 11 posto del/a giusti:ia si flvt·a cosí segnaro come da un'impronta, comefacente parte de/l'insieme del/e altemative che una
sol'ietá opone al/a l'iolen:a e che, turre insieme, definiscono uno Staro di dirirro". RICOEUR, Paul. Op. cit.; p. 162.
e
en
(13)
(14)
!bid.; pp. 163-164.
FAZZALARI, Elio. Op. cit.; pp. 116, 271 y ss.; ASCENCIO MELLADO. José María.lllfrodurción al Derecho Procesal. Valencia: -
<D
<
-
Tiran! lo Blanch, 1997. pp. 22-23; QUINTERO, Beatriz y Eugenio PRIETO. Teoría gmera/ del proceso. 3era. edición. Bogotá: Temis, <D
-,
2000. p. 309; DI MAJO. Adolfo. Tutela l'it•ile dei diritti. 2da. edición. Milán: Giuffré. pp. 4-7; LUISO. Francesco. Diritto pmcessuale
cil'ile. Tomo l. Milán: Giutlré. 1997. pp. 3-6: LEIBLE, Stefan. Proceso cit·i/ alemán. Medellín: Diké. pp. 53-55; GRECO FILHO, ¡:u
en
Vicente. Direiro processual cit·il brasi/eiro. Volumen l. Sao Paulo: Saravia, 2000. pp. 17-32; y, PUGLIATTI. Sa!Yatore. Esenóone N
jór~ara e diriflo sosran:iale. Milán: Giuffré, 1935. p. l. 0\
(15) VESCOVI. Enrique. Teoría general del proceso. 2da. edición. Bogotá: Temis, 1999. pp. 89-92.
(16) MONROY GÁLVEZ, Juan. introducción al proceso cit•i/. Tomo l. Bogotá: Temis- De Belaunde y Monroy Abogados. 1996. pp. 9-10; 275
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría general del proceso aplimble a roda clase de procesos. Buenos Aires: Universidad, 1997. p. 43.
Giovanni Priori
3. El divorcio y reconciliación del derecho miraba a sí misma, pues cualquier mirada fuera de ella
procesal con el derecho material< 17 >. y en especial a la disciplina material. sería acusada de
retrógrada, pues hubiera supuesto una contaminación
El Derecho Procesal clásico se vertebra sobre la base del Derecho Procesal con el derecho material, lo que
de tres conceptos fundamentales: acción, jurisdicción era inaceptable en un momento en el cual se hacía
y proceso. Pero es sin duda la evolución de los estudios necesario la proclamación de la más absoluta autonomía
acerca del derecho de acción la que ha marcado la pauta del Derecho Procesal, pues el Derecho Procesal como
del desarrollo del Derecho Procesal. disciplina autónoma recién se estaba gestando. Ramos
En pocas palabras podemos decir que el concepto Méndez describe esta situación en los siguientes
del derecho de acción ha transitado por tres etapas: términos: "(h)asta entonces la ciencia del proceso había
a) Aquella en la cual no existía distinción alguna vivido el crédito que le proporcionaban el Derecho Civil
entre el derecho de acción y el derecho subjetivo y el Derecho político, que le suministraban los conceptos
material (identidad entre ius y actio), noción que va de acción y jurisdicción, respectivamente. Llegada la
desde el Derecho romano hasta mediados del siglo XIX; hora de la emancipación existe el empeño por el
b) Aquella en la cual se establece una clara distinción momento de borrar toda huella del derecho de la
entre el derecho subjetivo material y el derecho de concepción de la acción ( ... ) la preocupación
acción, lo que se produce con la famosa polémica fundamental es establecer distancias entre la acción y
Windscheid-Muther ( 1856) y se consolida con Giuseppe el derecho" 08 J.
Chiovenda en su célebre Prolusión de Bolonia (1903); El citado profesor español sigue explicando dicha
etapa en la cual si bien se establece que el derecho de situación en los siguientes términos: "(e)! Derecho
acción y el derecho subjetivo material son dos derechos Procesal en un esfuerzo por lograr una autonomía e
distintos, aún se mantiene la idea que existe el primero independencia propias( ... ) trata de elaborar sus propios
sólo en la medida que exista el segundo y es lo que ha conceptos. Este despegue, por llamarlo así, de la ciencia
dado lugar a lo que se denomina la teoría concreta del del Derecho Procesal respecto del Derecho privado
derecho de acción, para la cual el derecho de acción es provoca una primera fractura entre el Derecho y el
el derecho a obtener una sentencia favorable; y, proceso ( ... ). Desde un punto de vista de la naturaleza
e) Aquella en la cual se ratifica que el derecho de jurídica del proceso se inscribe en el campo dualista:
acción y el derecho subjetivo material son dos derechos derecho y proceso son dos entidades completamente
distintos, sin embargo, se llega a establecer que la independientes la una de la otra. En efecto, muy mucho
existencia y titularidad del derecho de acción en nada se cuidan de señalar los autores en sus construcciones
depende de la existencia y titularidad del derecho que la relación procesal es autónoma, en el sentido de
subjetivo material; dando esto lugar a la teoría plena independencia de la relación material; que son
abstracta del derecho de acción. distintos los presupuestos, los sujetos y el contenido de
Como vemos, el desarrollo de la noción del derecho ambas; que mientras una de ellas es de Derecho público,
de acción ha ido siempre en el rumbo de buscar una la otra de Derecho privado; que la relación procesal es
absoluta autonomía del derecho de acción respecto del compleja, mientras que la relación de Derecho privado
derecho material, buscando un absoluto divorcio y puede ser simple; en fin, que las vicisitudes de la relación
separación entre ambos derechos. Dicha autonomía del procesal son propias e independientes de la relación
derecho de acción respecto del derecho material fue material. En este momento y ante la novedad del hallazgo
precisamente lo que llevó al surgimiento de una disciplina que supone el concepto de relación jurídico procesal,
jurídica autónoma e independiente: el Derecho Procesal. señalado unánimente por la doctrina como punto de
Dicho recorrido que comenzó en el siglo XIX y se arranque de la moderna ciencia procesal, los autores se
\0 prolongó por gran parte del siglo XX determinó que el preocupan sobre todo de diferenciar el proceso del
N
C/J Derecho Procesal se proclamara como disciplina Derecho privado, alejando lo más posible ambos
Cll autónoma e independiente, y que los estudios procesales conceptos"( 19 J.
-~
.....
Q) miraran sólo a las instituciones procesales, dejando de La situación anteriormente descrita puso un especial
-
>
Q)
C/J
::J
lado a las situaciones jurídicas materiales. Se comenzó
entonces a desarrollar una disciplina procesal que se
énfasis en el desarrollo y estudio de institutos procesales
olvidando la esencia y finalidad última del proceso: la
( 17) PRIORI POSADA. Giovanni. Litigación estratégica. Hacia una e{ectim tutela jurisdiccional de/medio ambiente (por publicarse).
276 ( 18) RAMOS MÉNDEZ. Francisco. Derecho y proreso. Barcelona: Bosch, 1978. pp. 61-62.
(19) lbid.; p. 28.
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
de ser un mecanismo para la protección jurisdiccional Otro profesor italiano, Andrea Proto Pisani, explica
de las situaciones jurídicas materiales a través de la la situación comentada de la siguiente manera: "(!)a
aplicación del derecho objetivo al caso concreto. Dicha afirmación de la autonomía del derecho de acción
situación supuso un desan·ollo de la disciplina procesal respecto del Derecho sustantivo, el carácter publicista
absolutamente divorciada de los cambios y del proceso y de la jurisdicción como actuación del
modificaciones de las situaciones jurídicas materiales, Derecho objetivo, antes que de tutela de los derechos
las que especialmente se dieron en la segunda post- subjetivos, ciertamente había tenido el mérito de abrir
guerra. el camino científico del procedimiento jurisdiccional
Con ello tuvimos un Derecho Procesal que entendido como conjunto de poderes, deberes y
evolucionó divorciado de las instituciones materiales; facultades procesales, tanto de las partes como del juez,
sin observarlas y sin preocuparse por ellas. De esta y no sólo como un conjunto de formas y términos, pero
manera, el Derecho Procesal se divorció de su propia que también determinó el inicio de un peligroso divorcio
finalidad y esencia, de su propia razón de ser, cual es la entre el estudio del derecho sustantivo y el del proceso,
de brindar a las personas un medio adecuado para la como si el derecho sustantivo pudiera sostener su
protección de sus situaciones jurídicas. esencia sin la concurrencia de instrumentos procesales
Se olvidó de esta manera que el proceso surge ante de tutela, y como si el proceso no tuviera que adecuarse
la necesidad de brindar tutela jurisdiccional a las de manera continua a las necesidades de tutela de los
situaciones jurídicas materiales cuando éstas se vean derechos sustantivos particulares"< 221.
lesionadas o amenazadas y que el proceso sólo justifica En sede nacional también ha sido expresada esta
su existencia en la medida que el mismo responda de preocupación en los siguientes términos: "( ... ) la
manera adecuada a esa lesión o amenaza de lesión. Se necesidad de separar al proceso de los derechos
olvidó que la "tutela jurisdiccional debe partir de la materiales -en donde fue cobijado tradicionalmente
realidad sustancial y a la realidad sustancial debe como una expresión más de cada derecho-, determinó
tornar"< 201 . Se pensó que el Derecho Procesal y el que se construyera una disciplina (la procesal)
Derecho material podían separarse, divorciarse, en aras totalmente autónoma, en el sentido de desarrollarse de
de una desesperada proclamación de la autonomía del manera independiente respecto de los derechos
Derecho Procesal, como si esta tan ansiada autonomía materiales a los cuales debía de servir de instrumento.
fuera incongruente con la necesaria relación que debe Es decir, la urgencia de autonomía ha sido llevada a
existir entre el Derecho Procesal y el Derecho extremo, al punto tal que se ha construido un sistema
material, relación que está dada por una situación de procesal que se perfecciona a sí mismo sin que fuera
instrumentalidad del primero respecto del segundo. trascendente establecer una relación entre sus rasgos y
Lo expuesto ya había sido manifestado hace varios la naturaleza y fines de los derechos materiales respecto
años por el ilustre profesor italiano Salvatore de los cuales sólo es un instrumento para lograr su
Pugliatti, para quien, "(e)s tal estrecho el nexo entre eficacia"< 231 .
el aspecto sustancial y aquél formal (procesal) del La situación antes descrita ha comenzado a sufrir
derecho, que se puede decir indisoluble, tanto que no un cambio radical, pues la doctrina procesal de fines
se puede concebir un derecho sustancial sin el derecho del siglo XX comenzó a buscar una reconciliación entre
procesal, y viceversa, y esta relación de correlativa el desarrollo de los institutos procesales y la tutela de
reciprocidad no compromete, en nada, la autonomía las situaciones jurídicas materiales a través de la noción
sistemática del derecho procesal frente al derecho de "tutela jurisdiccional efectiva", sin abandonar, claro
sustancial ( ... )"< 211 • está, uno de los más grandes logros de la disciplina
(20) Traducción libre de:''/' attivitá giurisddona/e deve partire dalla realitá sostmdale ed al/a l<'alitá sostan:iale deve tornare''. LUISO,
e
Cll
Franccsco. Op. cit.: p. 5. CD
..-+
(2 I) Traducción libre de: "E' tal sn·erro ilnexo tra l'a1petto .\o.\tanúale e quelloformale (pmcessuale) del diritto, che si puó di re indisolubile,
sí che non si puó concepil<' un diritto sostanziale sen:a il diritto processuale, e vice1'ersa, e questo rapporto di correlati1·a reciprocitá
<
CD
11011 {'(}mpmmete tuttm·ia l'autonomia sistematica del diritto pmcessua/e difivnte a que/lo sostmóale ( .. .)". PUGLIATTI, Salvatore. Op.
.....
..-+
cit.: pp. 2-3. m
Cll
(22) !'ROTO PISAN!, Andrea. De1Hho Procesal Civil en Italia. En: SOBERANTES FERNÁNDEZ, José Luis. Tendencias actuales del N
Derecho. 2da. edición. México: Universidad Nacional Autónoma de México y Fondo de Cultura Económica, 2001. p. 34. 0\
(23) MONROY GÁLVEZ, Juan y Juan José MONROY PALACIOS. Del mito del proceso ordinario a la tutela diferenciada. Apuntes iniciales.
En: Re1·ista Peruana de Dem·/w Pmcesa/. Número IV. p. 163. En el mismo sentido: MONROY PALACIOS, Juan José. Panorama 277
actual de la justicia ci1·i!: Una mirada general desde el proceso. En: Themis. Revista Derecho. Número 43. 2001. pp. 165-168.
Giovanni Priori
(24) Cabe precisar, sin embargo, que el principio de efectividad del ordenamiento jurídico tiene su origen en el Derecho Internacional, de
acuerdo a lo sostenido por reconocida doctrina. Así, véase: PIOVANE, Pietro. vk: E{{etril'itá (principio di). En: Enciclopedia del diritro.
Tomo XIV. Milán: Giuffré. 1965. pp. 420-431. Asimismo: BOBBIO, Norberto. Estado, Gobierno y Sociedad. Por una teoría general de
la polítim. 1era. edición. 7ma. reimpresión. México: Fondo de Cultura Económica, 1999. pp. 124-127. Sin embmgo, el mismo Piovanc
sostiene lo siguiente: "la misma formulación del p1incipio de efectividad. como se presenta en los tratados más autorizados. no limita el
radio de acción de este principio al derecho internacional"·. Traducción libre de: '·fa stessa.formula~ione del principio de ~ffeti,·itá, quali
si presenta nel/a trata~ione pilÍ consapevoli, non/imita il raggio d'azione di questo principio al diritro imerna~iona/e"'.
-
Q)
(/)
:::l
(25) KELSEN, Hans. La dourina pura del dirirro. Turín, 1956. p. 77. Citado por: PIOVANE, Pietro. Op. cit.; p. 426.
(26) Si bien la palabra utilizada por Kelsen en la traducción al italiano es "eficacia"", la palabra más adecuada para refe1irse al fenómeno
descrito es ·'efectividad"", y es así como se ha difundido este fenómeno tanto en lengua inglesa como en la italiana; precisamente para
diferenciarlo del fenómeno de la eficacia jurídica. Para esta explicación terminológica, recomendamos la lectura de PIOVANE, Pietro.
Op. cit.: 420.
278 (27) KELSEN, Hans. Teoria genera/e del diritro e del/o Stato. Milán, 1952. p. 24. Citado por: PIOVANE, Pietro. Op. cit.: 426.
(28) BlANCA, Massimo. Diritro cil'ile. La norma giuridica e i soggetri. Milán: Giuffré, 1990. pp. 26-27.
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
(... ) la efectividad es el principio de legitimación del para el ejercicio de la acción y la jurisdicción, para el
sistema ( ... ) el principio de efectividad ( ... ) es la enjuiciamiento, en suma. para el juicio. Carácter
condición necesaria para la legitimación de un sistema instrumental que no significa contingencia, sino por el
jurídico"129 J. contrario necesidad inmanente para el juicio; ni tampoco
Si no son cumplidas las reglas establecidas por un quiere decir accesoriedad, precariedad, sino sólo que el
ordenamiento jurídico el mismo pierde su razón de ser. proceso no es un fin en sí mismo. Es precisamente a
Por ello, se hace preciso que se diseñen efectivos través del proceso como, según ponen de relieve los
mecanismos que garanticen la efectividad de un autores de diversa forma, se tutela el orden jurídico
ordenamiento jurídico, pues sólo así serán efectivas las general, se actúa la voluntad concreta de la ley, se realiza
situaciones jurídicas de los particularesl 30; garantizando un conjunto de valores, cómo se interpretan las normas
con ello la paz social en justicia. sustanciales con validez intersubjetiva, cómo se logra
la satisfacción jurídica, cómo se determina, en definitiva,
5. una reafirmación necesaria: la el derecho irrevocablemente en el caso concreto"131 J.
instrumentalidad del proceso. Pero el proceso no es un mero instrumento, sino que
además es un instrumento necesario para el ejercicio
Para lograr todo lo anteriormente expuesto, se hace de la función jurisdiccional, pues sin él, la función
preciso que el ordenamiento jurídico dote a los sujetos jurisdiccional no puede desplegarse. El proceso es, pues,
de un instrumento adecuado para ello y este instrumento un instrumento necesario para que la tutela jurisdiccional
es el proceso. Nótese que si nos encontrásemos en una pueda prestarse132J.
sociedad en la que todos los individuos cumplen con lo En otra cosa no consiste la esencia misma del
dispuesto por el ordenamiento jurídico no sería proceso: en ser un instrumento de la efectividad del
necesario el proceso, pues los fines del ordenamiento ordenamiento jurídico, de las situaciones jurídicas de
jurídico, las satisfacción de los intereses de los los particulares, y de la paz social en justicia. Olvidar
particulares y la paz social en justicia se habrían logrado esa esencia es dejar de lado la propia razón de ser del
sin más; sin requerirse ningún medio adicional para ello. proceso y desnaturalizar su existencia. Sería vaciar de
Asimismo, si en una sociedad se admitiese la autotutela contenido al proceso mismo. Reafirmar la
o autodefensa como un medio legítimo de hacer valer instrumentalidad del proceso es llenar de contenido a
todas las situaciones jurídicas de los particulares, el dicho instituto, darle un sentido a su existencia y
proceso no sería necesario, pero es dudoso que la paz encontrarle una justificación y una tarea dentro del
social en justicia se logre. Por ello, la noción de proceso ordenamiento jurídico: servir de medio de tutela.
se justifica en la medida en que vivimos en una sociedad
en la que los sujetos con mucha frecuencia no cumplen 6. La tutela jurisdiccional.
con las disposiciones del derecho objetivo, y en la que
se ha prohibido el recurso a la autotutela. El carácter Podríamos decir que la noción de "tutela" puede ser
instrumental del proceso es por ello innegable. entendida como la protección que viene ofrecida a un
Él es un recorrido necesario para lograr la determinado interés ante una situación en la cual el
satisfacción de los intereses de los particulares y la paz mismo sea lesionado o insatisfecho(33J. Por ello, cada
social en justicia. O, si se quiere, el proceso es un vez que se reflexione sobre la tutela debemos
instrumento del que se vale el ordenamiento jurídico necesariamente reflexionar sobre los diversos medios
para hacer que las situaciones jurídicas de los sujetos que el ordenamiento jurídico prevé en el caso de la lesión
sean efectivas y la paz social en justicia se logre. o amenaza de lesión de una situación jurídica134! y la
La doctrina enseña que "(e)llo revela que el forma de tutela de las situaciones jurídicas por
verdadero alcance del proceso es servir de instrumento excelencia es la tutela jurisdiccional, la misma que se e
(J)
CD
......
(29) Traducción libre de: "un ordinamento giuridico é legittimo nel suo complexo quando é effettivo, cioé quando la maggior pane del/e sue
regale sono ossen•ate il piú del/e volte dalla maggior parte dei loro destinatari ( ... )la 4fettivitá é il principio de leggitima~ione del <
CD
sistema( ... ) principio di ~ffettivitá é la condiúone necesaria perla legittima~ione del sistema giuridico ( ... )''. BOBBIO, Norberto. Vo¡;: ~-
Fatto normati1·o. En: Enciclopedia del diritto. Tomo XVI. Milán: Giuffré, 1967. pp. 994-995. 5)
(J)
(30) DI MAJO, Adolfo. Vo¡;: 7iaela (diritto primto). En: Enciclopedia del diritto. Milán: Giuffré. p. 361.
N
(31) RAMOS MÉNDEZ. Francisco. Derecho ypmceso ... ; pp. 46-47. En el mismo sentido: ASCENCIO MELLADO. Op. cit.; pp. 22-23. 0\
(32) VALENCIA MIRÓN, Antonio José. Introducción al Derecho Procesal. Granada: Comares, 2000. p. 350.
(33) DI MAJO, Adolfo. Op. cit.; p. 360. 279
(34) !bid.; p. 361.
Giovanni Priori
lleva a cabo a través del proceso. De esta forma, la tutela que la función jurisdiccional adopta distintas formas
jurisdiccional hará que la tutela prevista por el procesales, se diversifica en una pluralidad de procesos
ordenamiento jurídico a los diversos intereses, sea destinados a proporcionar la tutela jurisdiccional
efectiva. adecuada al correspondiente derecho material"\ 38 !.
La doctrina explica de la siguiente manera la relación En eso consiste la tutela jurisdiccional, y ésta cumple
existente entre tutela jurídica y tutela jurisdiccional: "(l)a también un rol en la efectividad del ordenamiento
tutela jurídica que concede la norma sustancial consiste jurídico, pues una de las manifestaciones de dicho
en el reconocimiento de derechos, con su haz de principio es precisamente el otorgar una efectiva
facultades y deberes correlativos, atribuyéndoles la protección a las situaciones jurídicas de los
protección jurídica necesaria para que se pueda afirmar particulares<391 . La trascendencia de esta necesidad, es
que son derechos, mientras que la tutela jurisdiccional decir, de lograr una protección efectiva de las situaciones
hace referencia a la función estatal desempeñada por jurídicas de los particulares está en la base misma de
Jueces y Tribunales cuyo cometido es actuar el derecho un Estado constitucional y está en el mismo fundamento
objetivo, aplicando, en su caso, las sanciones expresas de un Estado democrático, por ello, el propio
o implícitamente establecidas en éste para el caso de la ordenamiento reconoce en los particulares, como uno
violación de la norma jurídica. En un primer momento, de sus derechos más esenciales y fundamentales, el
la tutela jurídica comporta la creación de un derecho contar con una tutela jurisdiccional efectiva.
subjetivo y, en un segundo momento, este derecho
subjetivo puede ser protegido mediante la tutela 7. El derecho a la tutela jurisdiccional
jurisdiccional"<35 J. efectiva.
De esta manera, el Estado a través de sus órganos
jurisdiccionales brinda aquella protección que no ha sido El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es el
lograda por la espontánea conducta de los sujetos. Así, derecho que tiene todo sujeto de derecho de acceder a
si bien antes del proceso el derecho se encuentra un órgano jurisdiccional para solicitar la protección de
amenazado, vulnerado o lesionado, luego del proceso una situación jurídica que se alega que está siendo
se pretende que dicho derecho se encuentre protegido vulnerada o amenazada a través de un proceso dotado
pues el Estado pone de sí toda la fuerza que él detenta de las mínimas garantías, luego del cual se expedirá
para que dicho derecho sea respetado incluso, contra la una resolución fundada en Derecho con posibilidad de
voluntad de algunos particulares\ 36!. ejecución.
Y es que precisamente la tutela jurisdiccional que
se brinda a través del proceso opera cuando la protección 7.1. La efectividad como rasgo esencial del
del ordenamiento jurídico no ha operado por medio de derecho.
la colaboración de los privados; así:"( ... ) la función del La efectividad de la tutela jurisdiccional sin duda
proceso es siempre la de constituir un remedio a la constituye el rasgo esencial de este derecho, de forma
carencia de cooperación que se verifica en las relaciones tal que una "tutela que no fuera efectiva, por definición,
entre los privados. Y sólo donde dicha cooperación no no sería tutela"C 40 i. Es por ello que "el sistema procesal
se dé, se evidencia la necesidad de tutela trata de asegurar que el juicio cumpla el fin para el que
jurisdiccional"\ 37 !. está previsto"C 41 i.
No es posible pues afirmar un absoluto divorcio y La efectividad de la tutela jurisdiccional puede ser
separación entre el proceso y las situaciones jurídicas entendida en dos sentidos.
materiales. En efecto, "( ... ) la inescindibilidad del Según el primero de ellos, todas y cada una de las
proceso con el derecho material significa, entonces, que garantías que forman parte del derecho a la tutela
\0 la efectividad de éste depende de aquél en la medida jurisdiccional efectiva deben tener una real y verdadera
N
-
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ro
·;:: (35) VALENCIA MIRÓN, Antonio José. Op. cit.; p. 5.
(36) FAZZALARI, Elio. Vo:: Tutela giurisdiúonale. En: Enciclopedia del diritto. Milán: Giuffé. p. 404.
-
<D
> (37) Traducción libre de: "( ... )la jiu done del processo é pur sempre que/la di costituire un rimedio a la rarenw di coopera:ione che si
<D rerifica nei rapporti interprimti. E, solo 01'e tale cooperazione venga meno, si eviden:a il bisogno di tutela giurisdi:iona/e". DI MAJO,
(/) Adolfo. Op. cit.; p. 362.
::l
(38) VALENCIA MIRÓN, Antonio José. Op. cit.; p. 350.
(39) DI MAJO, Adolfo. Op. cit.; p. 36 I; y. FAZZALARI, Elio. Vo:: Tutela giurisdiúonale ... ; p. 403.
280 (40) CHAMORRO BERNAL. Francisco. La tutelajudicia14eniva. Bosch: Barcelona. 1994. p. 276.
(41) RAMOS MÉNDEZ, Francisco. El sistema pmcesal...; p. 68.
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
existencia. Por ello, la doctrina sostiene que: "( ... ) cumplir éste en el ordenamiento jurídico. En efecto, "el
efectividad quiere decir que el ciudadano tenga acceso real derecho procesal cumple una función instrumental
y no formal o teórico a la jurisdicción, al proceso y al esencial: (... )debe permitir que Jos derechos e intereses
recurso; que pueda defenderse real y no retóricamente, legítimos, garantizados por el derecho sustancial, sean
que no se le impongan impedimentos irrazonables a ello. tutelados y satisfechos. El principio de efectividad, en
Efectividad quiere decir que la persona afectada por un esa perspectiva, constituye un aspecto de la visión más
juicio sea llamada al mismo, efectividad quiere decir que general de la efectividad del ordenamiento jurídico, y
no se hurte al ciudadano una resolución al amparo de en consecuencia es justificada la afirmación según la
formalismos exagerados; efectividad quiere decir que la cual el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva se
resolución decida realmente el problema planteado (... )"(42 >. encuentra dentro de los principios supremos del
Según el segundo sentido para entender la ordenamiento, en estrecha relación con el principio de
efectividad, ésta tiene que ver con la real y verdadera democracia"( 45 >.
tutela que debe brindar el proceso a las situaciones Con ello, el derecho a la tutela jurisdiccional
jurídicas materiales amenazadas o lesionadas. Es decir, efectiva no se agota en el acceso de los ciudadanos al
en este segundo sentido la tutela jurisdiccional efectiva proceso, ni en que el proceso sea llevado con todas y
tiene que ver directamente con el hecho que el proceso las más absolutas garantías previstas para su desarrollo;
debe cumplir la finalidad a la que está llamado a cumplir. sino que el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva va
De esta manera, "es indispensable que la tutela más allá de ello, y alcanza hasta la satisfacción plena
jurisdiccional -de Jos derechos y de Jos intereses- sea de la situación jurídica material lesionada o amenazada
efectiva. No toda forma de tutela satisface el precepto en todos aquellos casos, claro está, en que se ampare la
constitucional; su actuación exige que el juez disponga pretensión del demandante. Por ello, Francisco
de los instrumentos y de los poderes para hacer Chamorrd461 sostiene que se puede hablar de cuatro
conseguir al interesado el bien de la vida (la utilidad) grados de efectividad:
que el ordenamiento jurídico reconoce y garantiza. El a) La efectividad de primer grado garantiza a los
principio de efectividad se vincula, entonces, a una ciudadanos la obtención de una respuesta del órgano
concepción entre el derecho sustancial y procesal, jurisdiccional. Queda claro entonces que la tutela
porque la tutela jurisdiccional es indispensable para la jurisdiccional efectiva no se agota en el mero acceso y
actuación del derecho sustancial. El simple en el proceso debido; sino que se requiere además una
reconocimiento de una posición jurídica no es suficiente: respuesta del órgano jurisdiccional.
la tutela jurisdiccional debe garantizarle su b) La efectividad de segundo grado garantiza que
actuación"( 431 • De esta manera, un diseño de tutela la resolución del órgano jurisdiccional será una que
jurisdiccional inadecuado provocaría la insatisfacción resuelva el problema planteado. Sin embargo, esto no
del derecho material, es decir, su vulneración. En otras quiere decir que este derecho garantice a los ciudadanos
palabras una tutela jurisdiccional no efectiva provoca un tipo especial de respuesta jurisdiccional, sino sólo que
la ineficacia de la situación jurídica sustanciaJ( 44 J. se resuelva el problema planteado independientemente
De esta manera, la efectividad de la tutela de la respuesta que se dé, siempre que, claro está, dicha
jurisdiccional tiene que ver con la instrumentalidad solución sea razonable y esté en armonía con el
misma del proceso, es decir, con la función que debe ordenamiento jurídico.
-
Milán: Giuffre, 1991. p. 6. CD
......
(44) CAPPELLETTI, Mauro. w giurisdizione costituzionale delle libená. Milán: Giuffré, 1976. p. 6.
(45) SICA, Marco. Op. cit.; pp. 6-7. Traducción libre del texto: "Il diritto processuale riveste wzafunzione strumentale essenziale: ( ... )debe ro
C/)
con1entire r·he i diritti e gli interessi legittimi, garantiti da! diritto sostanziale, siano tutelati e sodi4atti. ll principio di effettivita, in N
e
questa prospettiva, COstituisce un aspetto de/ pizl genera/e pr~fi/o delf'effettivita del!'ordinamento giuridico; quindi giust!ficata fa 0\
aff'ermazione che il diritto alfa tutela giurisdizionale rienn·a tra i principi supremi del!' ordinamento in stretta connessione col principio
di democrazia". 281
(46) CHAMORRO BERNAL, Francisco. Op. cit.; p. 277-279.
Giovanni Priori
e) La efectividad de tercer grado garantiza que la expedido por cualquiera de sus órganos que lesione o
solución al problema planteado sea razonable y extraída amenace este derecho es un acto inconstitucional.
del ordenamiento jurídico. e) No se requiere la existencia de una norma legal
d) La efectividad de cuarto grado garantiza que la para que dicho derecho sea exigible ante los órganos
decisión adoptada por un órgano jurisdiccional será jurisdiccionales<51 J.
ejecutada. d) Todo juez está obligado a inaplicar cualquier
La efectividad de la tutela jurisdiccional, entonces, disposición legal o de rango inferior a la ley que lesione
no sólo reclama que todas y cada una de las garantías o amenace el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva.
que forman parte de dicho derecho sean respetadas en e) Toda norma del ordenamiento jurídico debe ser
el proceso en concreto, sino además, reclama que el interpretada conforme al contenido del derecho a la
proceso sea el instrumento adecuado para brindar una tutela jurisdiccional efectiva. De esta manera, cada vez
tutela real a las situaciones jurídicas materiales. que un órgano jurisdiccional deba interpretar o aplicar
una norma procesal debe hacerlo a la luz del derecho a
7.2. El derecho a la tutela jurisdiccional la tutela jurisdiccional efectiva.
efectiva como derecho fundamental. f) Existe la posibilidad de interponer una demanda
Si consideramos, como lo hemos hecho, que la de amparo contra cualquier acto que lesione o amenace
justicia y la paz social son aspiraciones valiosas para el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva.
un hombre y para su comunidad, y aceptamos que el h) El Poder Legislativo está obligado a respetar
derecho y su aplicación efectiva respecto de todos y este derecho constitucional en su tarea de producción
cada uno de los individuos, son el mejor medio que está normativa<52 J.
a nuestro alcance para lograr esos finesC 47 !, debemos Sin perjuicio de todo lo expuesto anteriormente,
concluir que resulta fundamental que se le reconozca al la configuración del derecho a la tutela jurisdiccional
ciudadano el derecho de alcanzar esos fines de manera efectiva como derecho constitucional en el
efectiva. De esta manera, "el derecho a la justicia ( ... ) ordenamiento jurídico peruano es incuestionable debido
es un derecho que los hombres tienen por el solo hecho a su expreso reconocimiento en el inciso 3 del artículo
de ser hombres"C 48 J. 139 de la Constitución Política de 1993, conforme al
El reconocimiento del derecho a la tutela cual:
jurisdiccional efectiva como un derecho fundamental "Son principios y derechos de la función
ha determinado que dicho derecho haya sido elevado a jurisdiccional:
la jerarquía de derecho constitucional, con todas las (... ) 3. La observancia del debido proceso y la tutela
consecuencias que ello supone: jurisdiccional( ... )".
a) Tiene una doble naturaleza, pues por un lado Dejando de lado la grave omisión del constituyente
desarrolla una función en el plano subjetivo actuando del rasgo de la efectividad del derecho a la tutela
como garantía del individuo; y por otro, desarrolla una jurisdiccional, la misma que puede excusarse si
función en el plano objetivo, asumiendo una dimensión admitimos que una tutela jurisdiccional que no es
institucional al constituir uno de los presupuestos efectiva no es en realidad una verdadera tutela; el
indispensables de un Estado ConstitucionaiC49 J. constituyente peruano nos enfrenta a un problema
b) Es un derecho que vincula a todos los poderes adicional, que es la relación que existe entre el derecho
públicos, siendo el Estado el primer llamado a respetar al debido proceso y el derecho a la tutela jurisdiccional
este derechoC 50 J. Con ello, cualquier acto del Estado efectiva, asunto sobre el que ya se ha pronunciado un
ID (47) MORENO ORTIZ, Luis Javier. Acceso a /ajusticia. Bogotá: Academia Colombiana de Jurisprudencia, 2000. p. 81; BUSTAMANTE
('1
ALARCÓN, Reynaldo. Derechos Fundamentales y Proceso Justo. Lima: Ara, 2001. pp. 229-236; HOYOS, Arturo. El debido proceso.
-
(/)
Santa Fe de Bogotá: Temis, 1998. pp. l-6.
co
·;:: (48) GONZALEZ PÉREZ, Jesús. El derecho a la tutelajurisdicrional. Madrid: Civitas, 1989. p. 19-31.
a> (49) PRIORI POSADA, Giovanni. Comentarios a la Ley del Proceso Contencioso Administrativo. Lima: Ara, 2002. pp. 72-73; HABERLE,
->
a>
(/)
;:::¡
Peter. La libertad .fundamental en el Estado comtitucional. Lima: PUCP, 1997. pp. 55-56; PÉREZ LUÑO, Antonio. Los derechos
.fimdamentales. Madrid: Tecnos, 1991. p. 25; FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. La dogmática de los derechos humanos. Lima: Ediciones
Jurídicas, 1994. pp. 59-60; BUSTAMANTEALARCÓN, Reynaldo. Op. cit.; pp. 236-242.
(50) PICÓ 1 JUNOY, Joan. Las garantías constitucionales del proceso. Barcelona: Bosch, 1997. p. 25.
(51) !bid.
282 (52) BUSTAMANTEALARCÓN, Reynaldo. Op. cit.; p. 243.
(53) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo 5. Lima: PUCP, 1999. p. 49.
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
sector de la doctrina nacional, tema en el que nos proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva ha generado
detendremos a continuación. Sin embargo, creemos una diversidad de posiciones en la doctrina nacional
importante señalar que consideramos un importante acerca de la relación entre ambos derechos
avance el logrado por el texto constitucional de 1993 al constitucionales, muchas de las cuales son, incluso,
haber consagrado de manera expresa el derecho a la anteriores al propio texto constitucional. En ese sentido,
tutela jurisdiccional (efectiva) como derecho podemos identificar los siguientes grupos de posiciones
constitucional, pues el mismo no se encontraba previsto en la doctrina nacional acerca de la relación que existe
en la Constitución Política de 1979. En efecto, los entre debido proceso y tutela jurisdiccional efectiva:
derechos al debido proceso y a la tutela jurisdiccional a) El derecho al debido proceso es una
efectiva no se encontraban expresamente establecidos manifestación del derecho a la tutela jurisdiccional
en la Constitución Política de 1979(53 l y en el Proyecto efectiva (Eguiguren PraeJiC55 J, Monroy Gálvezc 56 J, Ti cona
de Constitución de 1993 sólo se encontraba PostigoC57 J. Dentro de esta posición también nos hemos
expresamente reconocido el derecho al debido proceso. ubicado nosotros en un trabajo anteriorC 58 J).
Sin embargo, el texto vigente fue el resultado de una b) El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
aprobación con 53 votos a favor y 5 votos en contraC54l y el derecho al debido proceso se relacionan por un
en el Congreso Constituyente Democrático. estricto orden secuencial, de forma que primero opera
el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y luego el
7 .3. El debido proceso y la tutela debido proceso. Nótese que en esta tesis el debido
jurisdiccional efectiva. proceso no es una manifestación del derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva, como se sostiene en la tesis
7.3.1. El debido proceso y la tutela jurisdiccional anterior (Espinosa-SaldañaC59 J, López Flores(60!).
efectiva en la doctrina nacional. e) El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
La inclusión en el inciso 3 del artículo 139 de la y el derecho al debido proceso son, en sustancia, lo
Constitución Política de 1993 de los derechos al debido mismo (Quiroga LeónC 61 !, Rubio Correa( 62!).
(54) TORRES Y TORRES LARA, Carlos. El centro del Debate Constitucional enl993. Tomo 11. Lima: Congreso de la República, 2000. p. 467.
(55) "Puede considerarse que este derecho a una efectiva tutela judicial comprende tres aspectos: en primer lugar, un derecho de los justiciables
de acción y acceso real, libre, amplio e irrestricto a la prestación jurisdiccional del órgano estatal competente; en segundo lugar, a que la
atención de las pretensiones se desarrolle conforme a las reglas del debido proceso, es decir, según las normas vigentes y los estándares
aceptados como necesarios para hacer posible la eficacia del derecho; y, en tercer lugar, a la efectividad de la sentencia, es decir, a que
el proceso concluya en una resolución final, la misma que debe estar arreglada a derecho y dotada de un contenido mínimo de justicia,
decisión ésta que debe ser susceptible de ser ejecutada con coercitividad"'. EGUIGUREN PRAELI, Francisco.J..a inejecución de sentencias
por incumplimiento de emidades estatales. Algunas propuestas de solución. En: Jus et Veritas. Número 18. p. 97.
(56) MONROY GÁLVEZ, Juan. Op. cit.; pp. 245-249. Para el profesor Monroy, el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva puede ubicarse
antes del proceso y durante el proceso, encontrándose en este último al debido proceso. Sin embargo, el profesor Monroy señala: "(e)n
nuestra opinión, entre el derecho a la tutela jurisdiccional y el derecho a un debido proceso, existe la misma relación que se presenta entre
la anatonúa y la fisiología cuando se estudia un órgano vivo, es decir, la diferencia sólo reside en la visión estática y dinámica de cada
disciplina, respectivamente. El primero es el postulado, la abstracción; en cambio, el segundo es la manifestación concreta del primero"
(página 249).
(57) "( ... )el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es un derecho genérico que, a su vez comprende tres derechos fundamentales específicos:
de acción, de contradicción o defensa en general y derecho al debido proceso". TI CONA POSTIGO, Víctor. Op. cit.; p. 61.
(58) PRIORI POSADA, Giovanni. Comentarios a la Ley ... ; p. 77.
(59) "Podríamos entonces decir, con cargo a un mayor análisis posterior, que si bien la tutela jurisdiccional efectiva implicaría por lo menos
un acceso de todo justiciable a los tribunales judiciales tanto en el desarrollo del proceso judicial (incluida la ejecución de sentencias)
como en el desenvolvimiento de los diferentes procedimientos administrativos y las relaciones entre los particulares deberán respetarse
las garantías del debido proceso"'. ESPINOSA-SALDAÑA, Eloy. El debido proceso en el ordenamiemo jurídico peruano y sus alcances
en función a los aportes her·!ws por nuestra Corte Suprema sobre el particular. En: Cuademos Jurisdiccionales. Asociación No hay
Derecho. Lima: Ediciones Legales, 2000. p. 53 (nota 27). e
Ul
(60) ''Por consiguiente, podemos concluir que del análisis realizado en el derecho peruano( ... ) el derecho constitucional a la tutela jurisdiccional CD
..-+
se concibe como aquel que tiene todo sujeto de derechos -por el solo hecho de serlo- que lo habilita para exigir al Estado que haga
efectiva su función jurisdiccional. Por consiguiente, una vez que ingresa al proceso para satisfacer su necesidad de justicia mediante la <
CD
solución del conflicto intersubjetiva, el ciudadano requiere la protección de su derecho a contar con todas las herramientas inherentes al -.
..-+
proceso judicial (observancia de las garantías mínimas), lo cual determinará la emisión de una solución justa por parte de quien debe Ol
Ul
resolver el conflicto. Esto último, en el derecho peruano, es lo que atañe al debido proceso y aquello que lo dota de contenido". LÓPEZ N
FLORES, Luciano. La pmtección del dererho a la tutelajurisdicriona/:.flexibikandodogmas, repensando estrategias desde la perspertiva 0\
del interés público. En: Litigio y Políticas Públicas en Derechos Hummw.1·. Serie de Publicaciones E.1peciales. Número 14. Santiago de
Chile: Escuela de Derecho de la Universidad Diego Portales, 2002. p. 157. 283
(61) "Por tutela jurisdiccional efectiva o debido proceso legal, se entiende,( ... ) la satisfacción efectiva de los fines del derecho en el proceso,
Giovanni Priori
la realización de la paz social mediante la plena vigencia de las normas jurídicas ( ... ) esto es, la misma idea que anima el origen y
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N finalidad del proceso judicial jurisdiccional. De allí es que sin duda la doctrina procesal actual equipara plenamente los conceptos de
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tutela judicial efectiva en tanto tutela jurídica con su instrumento el proceso judicial, con el concepto anglosajón de debido proceso legal
o due process of law". QUIROGA LEÓN, Aníbal. Las garantías constitucionales de la administración de justic-ia. En: La constitución
diez mios después. Lima: Constitución y Sociedad y Fundación Friedrich Naumann, 1989. p. 303.
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(62) "De manera que lo más razonable en vista de la cercanía de los dos conceptos, es decir que debido proceso y tutela jurisdiccional parecen
ser en sustancia el mismo cuerpo de derechos que tiene dos nombres distintos por haber tenido dos tendencias distintas, tanto de naciones
como de familias de derecho". RUBIO CORREA, Marcial. Op. cit.; p. 49.
(63) "( ... )ciñéndonos estrictamente a la comprensión estadounidense (que dicho sea de paso conesponde al lugar donde el proceso justo ha
alcanzado su mayor desanollo ), el reconocimiento del derecho fundamental a un proceso justo o debido proceso hace innecesario
284 reconocer el derecho a una tutela jurisdiccional efectiva, por la sencilla razón de que los elementos de esta última están comprendidos
dentro del primero". BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. Op. cit.; p. 186.
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
relaciona -aunque no de manera clara, al menos para el su origen en la tradición jurídica romano-germánica; y
autor de este trabajo- con el derecho a la protección esto es algo en lo que la doctrina nacional que se ha
jurisdiccionaL preocupado del tema está de acuerdo' 65 '. Por eso,
Más adelante, en el numeral 10.4. de la misma cualquier explicación de la relación de estos dos
sentencia, el Tribunal Constitucional afirma que: "el derechos debe partir teniendo en cuenta la diversidad
artículo 8, numeral 1 de la Convención Americana sobre de tradiciones jurídicas en las cuales surge cada uno de
Derechos Humanos garantiza el derecho a la protección éstos.
jurisdiccional de todos los individuos y, en De esta manera, a fin de comprender mejor las
consecuencia, nadie puede ser impedido de acceder a relaciones entre tutela jurisdiccional efectiva y debido
un tribunal de justicia para dilucidar si un acto, proceso, debemos partir de qué se entiende por tradición
cualquiera sea el órgano estatal del que provenga, afecta jurídica. Siguiendo a John Henry Merryman( 66 J la
o no sus derechos reconocidos en la Constitución o en tradición jurídica es un complejo de comportamientos
la Convención Americana sobre Derechos Humanos". profundamente arraigados e históricamente
Nuevamente pareciera aquí utilizarse indistintamente condicionados sobre la naturaleza del derecho: el rol
las nociones de protección jurisdiccional de los derechos del derecho en la sociedad y en el ámbito político; la
y acceso a !ajusticia. organización y funcionamiento de un sistema jurídico
De esta manera, somos de la opinión que la y sobre el modo en el que el derecho debe ser creado,
jurisprudencia del Tribunal Constitucional Peruano no aplicado, estudiado, perfeccionado y enseñado; de forma
ayuda en la tarea de aclarar los derechos contenidos en tal que la tradición jurídica relaciona al sistema jurídico
la Constitución. de un Estado con la cultura de la cual ella es una
expresión parciaL
7.3.3. El debido proceso y la tutela jurisdiccional Ahora bien, dos de las tradiciones jurídicas más
efectiva: dos manifestaciones de importantes que existen en el mundo son la romano-
tradiciones jurídicas diferentes. germánica y la anglosajona. Si bien son tradiciones
El problema en el que se encuentran tanto la jurídicas que en nuestra época están en constante diálogo
doctrina como la jurisprudencia nacionales para delinear y comunicación, las mismas tienen diferencias de
las relaciones entre el derecho al debido proceso y el origen, culturales y estructurales fundamentales. La
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva radica en que primera de ellas tiene un origen mucho más antiguo,
ambos derechos tienen su origen en dos tradiciones pues sus orígenes pueden remontarse hacia el año 450
jurídicas distintas. a.C., fecha probable de la aparición de las XII Tablas
En efecto, mientras el derecho al debido proceso en Roma; mientras que la segunda al año 1066 d.C.,
tiene su origen en la tradición jurídica del Common fecha en la cual los normandos conquistan Inglaterra' 67 J.
Law( 64 \ el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva tiene Mientras en la primera de ellas las fuentes del Derecho
(64) La fuente original del debido proceso se encuentra en la Cm1a Magna de 1215 expedida por el Rey Juan para reconocer una serie de
derechos feudales en respuesta a las demandas de los barones de Runnymede (HOYOS, Arturo. Op. cit.; pp. 1-6). De esta forma, en el
capítulo 39 se establecía: "(n)ingún hombre libre será detenido, hecho prisionero, puesto fuera de la ley o exiliado, ni en modo alguno
arruinado, ni iremos ni mandaremos a nadie contra él mediante el juicio de sus pares según la ley de la tierra" (8 USTAMANTE ALARCÓN,
Reynaldo. Op. cit.; p. 182).
Como se ve ya en 1215 surge la idea, aun cuando todavía la denominación de "debido proceso", la cual surge recién en la V Enmienda de
la Constitución de los Estados Unidos de América, según la cual: "(n)inguna persona será detenida para que responda por un delito
capital o infamante por algún otro motivo, sin un auto de denuncia o acusación de un gran jurado, salvo en los casos que se presenten en
las fuerzas tenestres o navales, o en la milicia, cuando éstas estén en servicio efectivo en tiempos de gueiTa o de peligro público; ni por
un mismo delito podrá someterse a una persona dos veces al peligro de perder la vida o sufrir daños corporales; ni podrá obligársele a
nadie a testiticar contra sí mismo en una causa penal; ni se le privará de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal:
ni tampoco podrá tomarse la propiedad p1ivada para uso público sin compensación''.
Posteriormente, se dicta la Sección 1 de la XIV Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América, según la cual: "(t)odas
las personas nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos y sujetas a la jurisdicción de éstos, son ciudadanos de los Estados Unidos y del
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(]} estado en el cual residan. Ningún Estado podrá hacer o poner en vigor ley alguna que menoscabe las prenogativas o las inmunidades de
(/) los ciudadanos de los Estados Unidos. Ningún Estado podrá tampoco privar a persona alguna de la vida, la libertad o la propiedad sin el
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debido proceso legaL ni negarle la protección igual de las leyes dentro de su jurisdicción''.
(65) BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. Op. cit.; p. 185: RUBIO CORREA, Marcial. Op. cit.; p. 49; ESPINOSA-SALDAÑA, Eloy.
286 Op. cit.; p. 51.
(66) MERRYMAN. John Henry. La rradbrme di Civil LaH· nel/'ana/isi di un giurisra del Common Law. Milán: Giuffré, 1973. p. 9.
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
más importantes son formales (Constitución, ley, derecho cuyo contenido irá variando dependiendo de
reglamento. y sólo en defecto de éstas la jurisprudencia, su aplicación al caso concreto; el derecho a la tutela
costumbre y principios generales): en la segunda las jurisdiccional efectiva es un derecho cuyo contenido es
principales fuentes del Derecho son la jurisprudencia y elaborado por la doctrina sobre la base de la
la costumbre' 68 J. Mientras en la segunda el desarrollo trascendencia y finalidad que cumple dicho derecho en
de la tradición jurídica radica en los jueces a través de todo el sistema jurídico, para luego, ser reconocido por
la doctrina del stare decisis. en la primera el papel del el legislador y aplicado por los jueces. Mientras en un
juez no es tan difundido e importante como el que tiene caso se espera que los jueces creen el contenido, en el
la legislación formal o la doctrina' 69!. En efecto, mientras otro se espera que los jueces lo apliquen y lo respeten
que la tradición jurídica del Common Lm"' es una (aunque, claro está, no sólo los jueces)C72 !.
tradición jurídica de jueces, la romano-germánica es una Ahora bien, el Perú, como todo Latinoamérica,
tradición jurídica de doctrinarios y legisladores; de pertenece a la tradición romano-germánica. En ese
forma tal que, mientras en un caso el Derecho avanza sentido, si partimos de considerar que unos de los
con las decisiones jurisprudenciales, en el otro con los valores de nuestra sociedad son la justicia y la paz social,
aportes doctrinarios que posteriormente son recogidos que para lograr ellos se reconoce una serie de derechos
por las Ieyes 170 J. De ahí que la importancia de la ciencia de las personas, que se hace preciso que ese
jurídica en una tradición sea mayor que en la otra. No reconocimiento no se agote en ello sino en lograr una
es ésta la sede para delinear una diferencia de las dos verdadera efectividad, si una de las principales funciones
tradiciones jurídicas, ni es éste un trabajo de derecho del Estado es hacer que ese reconocimiento sea efectivo;
comparado; sin embargo, la enumeración hecha entonces, se hace preciso reconocer el derecho a la tutela
demuestra la gran diferencia entre ambas concepciones. jurisdiccional efectiva. Ese derecho que faculta a los
Es precisamente en estas diferencias en las que particulares a exigir tutela jurisdiccional de las
sustenta también la diferencia entre el derecho al debido situaciones jurídicas de ventaja que se vean lesionadas
proceso y el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. o amenazadas. Por ello, la Constitución peruana ha
En efecto, mientras que el debido proceso es un derecho reconocido el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva.
que surge en una tradición donde el Derecho evoluciona Pero además, creemos que en la denominación
con los jueces a partir de decisiones jurisprudenciales; del derecho está su real alcance y contenido: lograr una
el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es un efectiva tutela jurisdiccional; alcance y contenido que
derecho que surge en una tradición donde el Derecho no se logra extraer de la denominación "debido
evoluciona sobre la base de la doctrina. proceso", denominación que pone énfasis en el
En ese sentido, el profesor Rubio Correa afirma instrumento, antes que en la finalidad; que se preocupa
que: "( ... ) el debido proceso es una institución del medio, antes que del resultado. Lo trascendente es
anglosajona que se comporta como anglosajona y que, que el medio se ha adecuado para alcanzar el resultado.
por consiguiente, sólo puede ser definido y precisado No que el medio se respete sin importar el resultado.
por la propia ley y jurisprudencia que lo aplique Creemos que el énfasis puesto en la propia designación
creativamente"0 1'. De la misma manera podemos decir del debido proceso está en el proceso mismo y no en la
que el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es una tutela que él brinda. La noción de tutela jurisdiccional
institución romano-germánica que se comporta como responde más a esa necesidad de que el proceso cumpla
tal. De esta manera, mientras el debido proceso es una realmente los fines a los que está llamado a cumplir.
institución cuyo contenido será determinado por Jos Pero no sólo ello, no podemos en un país como el Perú,
jueces en su actividad jurisdiccional, es decir, es un esperar que el derecho a un debido proceso evolucione
y complete su contenido como lo hace en los Estados De esta manera. compartimos la opinión de
del Common Law, pues las realidades, culturas y Montero Aroca sobre el particular, quien sostiene que
comportamientos son distintos; porque el sistema "(l)o difícil es llegar a saber qué es realmente el 'debido
jurídico todo se comporta diferente. proceso·, pues,( ... ) la frase es bellísima retóricamente,
En ese sentido, incorporar una noción ajena a pero que técnicamente no sólo no dice nada, sino que
nuestra tradición jurídica puede generar serias constituye la negación misma del proceso y de la ciencia
distorsiones en nuestro sistema de justicia y en las procesal. En efecto, incluso en los Estados Unidos se
garantías de los particulares frente a él. Esa distorsión, admite que la expresión tiene un sentido flexible y de
creemos, se demuestra en una reciente sentencia de acomodación a los tiempos, en el que se introducen
nuestro Tribunal Constitucional, al afirmar en el elementos jurídicos, pero también políticos,
expediente No. 1941-2002-AA/TC que "el Tribunal sociológicos, éticos y morales de contornos poco
Constitucional opina que no en todos los procedimientos definidos, y ello hasta el extremo de que no se define
administrativos se titulariza el derecho al debido positiva y de modo general lo que sea el debido proceso,
proceso. Por ello, estima que su observancia no puede sino que la jurisprudencia ha ido y sigue diciendo caso
plantearse en términos abstractos, sino en función de la por caso que una determinada actividad o la falta de la
naturaleza del procedimiento que se trata, teniendo en misma en un proceso da lugar a la vulneración del
cuenta el grado de afectación que su resultado -el acto derecho a un debido proceso"C 73 J. De esta manera, en
administrativo- ocasione sobre los derechos e intereses opinión de Montero Aroca la noción de "debido
del particular o administrado". Sigue el Tribunal proceso·· que surge en la Constitución de los Estados
Constitucional señalando más adelante lo siguiente: Unidos se debe a que el constituyente norteamericano
''(e)n tal sentido la ratificación o no de magistrados a desconocía los enunciados fundamentales de la ciencia
cargo del Consejo Nacional de la Magistratura, se procesal: "(e )1 error de partida está en que no se tenía ni
encuentra en una situación muy singular. Dicha se tiene una noción clara de lo que es el proceso ni de
característica se deriva de la forma como se construye los principios que lo conforman, pues si se hubiera
la decisión que se adopta en función de una convicción tenido se habría comprendido que lo que el constituyente
de conciencia y su expresión en un voto secreto y no norteamericano pretendía era simplemente proclamar
deliberado, si bien esta decisión debe sustentarse en que ninguna persona podía ser privada de la vida, de la
determinados criterios; sin embargo, no comporta la idea libertad o de la propiedad sino por medio del proceso,
de una sanción sino sólo el retiro de la confianza en el sin que la palabra debido añada nada al derecho. No
ejercicio del cargo. Lo que significa que, forzosamente, existen un proceso debido y otros indebidos; existe
se tenga que modular la aplicación -y titularidad- de verdadero proceso, sin más, o no existe proceso" 174 !.
todas las garantías que comprende el derecho al debido Finalmente sentencia el profesor español
proceso, y reducirse ésta sólo a la posibilidad de señalando: "(e)n muchos ambientes jurídicos de países
audiencia". De esta manera, el Tribunal Constitucional de tradición jurídica continental se siente una
concluye: ''(e )1 establecimiento de un voto de confianza 'fascinación' absurda por el sistema jurídico
que se materializa a través de una decisión de conciencia norteamericano. Este sistema puede ser adecuado en su
por parte de los miembros del Consejo Nacional de la medio, pero desde luego no tiene sentido pretender
Magistratura, sobre la base de determinados criterios copiar lo que no puede adecuarse en sistemas jurídicos
que no requieran ser motivados. no es ciertamente una distintos" 175 !.
institución que se contraponga al Estado Constitucional
de Derecho y los valores que ella persigue promover, 7.3.4. El debido proceso aplicable a todos los
pues en el derecho comparado existen instituciones ámbitos.
\O como los jurados. que, pudiendo decidir sobre la Precisamente debido al desarrollo
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libertad, la vida o el patrimonio de las personas. al jurisprudencia! que ha tenido en los Estados Unidos el
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ro momento de expresar su decisión, no expresan las derecho al debido proceso, la jurisprudencia fue
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razones que las justifican.,. ampliando su aplicación a ámbitos distintos al proceso
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(73) MONTERO AROCA. Juan.lllfmdul'ci<Íil al derel'ilo jurisdicl'ional peruano. Lima: EN M ARCE. 1999. p. 155.
288 (74) lbid.; p. 156.
(75) lbid.; p. 157.
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
jurisdiccional, lo que ha determinado que sea mayor la En ese sentido, si bien existen derechos
complejidad que debe afrontar quien intenta definir constitucionales que deben ser respetados
dicho derecho. "Este es el momento oportuno para ineludiblemente por todos en el procedimiento
recordar la enorme complejidad de la institución del administrativo y en procedimientos entre particulares,
due process of law no sólo en los Estados Unidos sino creemos que ese hecho no debe llevarnos a considerar
en general en los países de tradición jurídica que existe un gran derecho: el derecho al debido proceso
anglosajona, y la razón de dicha complejidad es que la que pueda enunciarse para todos los ámbitos de manera
institución se ha ido desarrollando a través del sistema uniforme. Creemos que se debe reconocer
de creación jurisprudencia! del derecho a lo largo de constitucionalmente tanto el derecho a la tutela
más de siete siglos, con lo que en la actualidad su jurisdiccional efectiva como un derecho a un "debido
presencia es patente en todos los ámbitos relevantes del proceso o procedimiento"; sin que se tenga que tratar
derecho y en relación a los bienes o derechos de mezclar ambos derechos, pues hacerlo significaría
fundamentales de la persona, vida, libertad y crear un artificio inconsistente en la medida que a la
propiedad" 061 • larga la confusión que se produce al intentar designar
El desarrollo de la jurisprudencia de los Estados con un mismo nombre dos situaciones complejas
Unidos ha determinado pues que se afirme que el debido distintas determina un gran peligro de que ninguno de
proceso no sólo debe ser respetado en procesos esos dos derechos constitucionales tenga una efectiva
jurisdiccionales, sino en cualquier otro ámbito: vigencia. Repetimos, no dudamos, sino que reafirmamos
procedimiento administrativo o procedimientos entre que tanto en el procedimiento administrativo, como en
particulares, por ejemplo; noción que ha sido recogida procedimientos entre particulares, se deben respetar
incluso por la Corte Interamericana de Derechos derechos fundamentales como la defensa; pero debemos
HumanosC 771 • tener mucho cuidado de no mezclar ni confundir
En el Perú, esa es la principal razón por la que fenómenos que, por naturaleza, son distintos.
se sostiene que el reconocimiento del debido proceso De esta manera, dejar de lado o no reconocer el
hubiera sido suficiente en nuestro texto constitucional, derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, sería
sin que se reconozca el derecho a la tutela jurisdiccional retroceder años; sería dejar a los particulares en un
efectiva0 81 • Nosotros somos de la opinión que en la inminente riesgo de que sus derechos y garantías no
medida que el proceso supone el ejercicio de la función encuentren esa efectividad real que necesitan y que sólo
jurisdiccional del Estado, los particulares tienen un se garantiza a través de la tutela jurisdiccional efectiva.
sinnúmero de derechos que sólo son aplicables y
oponibles en ella y ante ella. En eso consiste el complejo 7.4. Contenido del derecho a la tutela
de derechos que forman parte del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva.
jurisdiccional efectiva. Sin embargo, no se puede Habiendo dejado claramente establecida nuestra
transportar todo ese complejo de derechos a ámbitos posición acerca de la relación que existe entre derecho a
distintos al jurisdiccional, como al procedimiento la tutela jurisdiccional efectiva y debido proceso,
administrativo o a procedimientos entre particulares, corresponde ahora establecer cuál es el contenido de este
pues la naturaleza de éstos es sustancialmente distinta. derecho constitucional. Inicialmente debemos decir que
Ello no quiere decir que en estos procedimientos no el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es un derecho
exista una serie de derechos que deben ser respetados de contenido complejo en la medida que está conformada
por todos, como el derecho de defensa, a la prueba, por una serie de derechos que determinan su contenido.
etcétera; y que tienen naturaleza constitucional; sin Esta serie de derechos sería como sigue: derecho al acceso
embargo, existen otros que no pueden ser transportados a los órganos jurisdiccionales, derecho a un proceso con
a ámbitos distintos al jurisdiccional, como el derecho a las garantías mínimas, derecho a una resolución fundada e
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la doble instancia, a la efectividad de las sentencias o a en derecho y derecho a la efectividad de las resoluciones
la cosa juzgada, para citar algunos ejemplos. judiciales 091 .
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(J)
(76) ESPARZA LEIBAR, lñaki. El prúwipio del ¡nvceso debido. Barcelona: Bosch. 1995. p. 228. N
(77) HUERTA GUERRERO, Luis. El debido proceso y la Corte Interamericano de Derechos Humanos: tendencias actuales y posibilidades 0\
de aplicación por las d~/i?llsorías del pueblo. En: Debate D~fensorial. Revista de la Def'ensoría del Pueblo. Número 3. Mayo 2001. p. 81.
(78) BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. Op. cit.; pp. 184 y ss. Marcial Rubio también considera que bastaba refe1irse al derecho al 289
debido proceso, pero por razones distintas: RUBIO CORREA, Marcial. Op. cit.; p. 65.
Giovanni Priori
A continuación, nos referiremos brevemente a cada derecho a un juez natural, el derecho a un proceso sin
uno de estos aspectos: dilaciones indebidas, el derecho a la asistencia de letrado
y el derecho de defensa.
7.4.1. El derecho de acceso a la jurisdicción. El derecho al juez natural puede ser enunciado
Si el Estado prohíbe a los particulares el recurso como el derecho que tienen los sujetos a que un proceso
a la autotutela para que éstos puedan proteger sus sea conocido por un tercero imparcial predeterminado
intereses, es evidente que el Estado debe garantizar que por la ley.
los particulares puedan acceder a la función El derecho a un proceso sin dilaciones
jurisdiccional para que a través del inicio de un proceso indebidas parte del supuesto que el proceso es un
se pueda lograr una tutela a la situación jurídica de instrumento necesario para que se actúe la tutela
ventaja que ha sido amenazada o lesionada. Si no se jurisdiccional, pero dicha necesidad no puede convertir
permite este acceso o éste se restringe, entonces, ello el proceso en un instrumento que desnaturalice a la
sería lo mismo que admitir que el Estado no tiene ningún propia tutela jurisdiccional, es decir, que la convierta
interés en tutelar determinado derecho. en no efectiva. Por ello, el proceso debe durar un plazo
La importancia del derecho de acceso a la razonable.
jurisdicción para la efectiva tutela de las situaciones Es el derecho que tienen las personas a contar
jurídicas de ventaja puede ser constatada con las con un abogado que la asesore en su defensa durante el
palabras de Mauro Cappelletti, para quien "(e)n realidad, proceso.
el derecho a un acceso efectivo se reconoce cada vez El derecho de defensa es el derecho que tienen
más como un derecho de importancia primordial entre todas las partes a formular todas sus alegaciones y
los nuevos derechos individuales y sociales, ya que la pruebas dentro de un proceso; a que sean tratadas con
posesión de derechos carece de sentido si no existen igualdad dentro de él; a que tengan conocimiento
mecanismos para su aplicación efectiva. El acceso oportuno de las ocurrencias del proceso para que, en un
efectivo a la justicia se puede considerar, entonces, como tiempo razonable puedan preparar su defensa; el derecho
el requisito más básico -el "derecho humano" más a que se resuelva sobre aquello respecto de lo cual han
fundamental- en un sistema igualitario moderno, que tenido oportunidad de defenderse (congruencia); a que
pretenda garantizar y no solamente proclamar derechos la sentencia afecte a quien ha participado del proceso;
de todos"< 80 J. La consideración de Cappelletti del y a que puedan hacer uso de los recursos previstos por
derecho de acceso a la jurisdicción como el más la ley.
fundamental de todos, parte de una consideración
evidente: la única forma de garantizar la eficacia de las 7.4.3. El derecho a una resolución fundada en
situaciones jurídicas es garantizando a las personas el derecho que ponga fin al proceso.
libre e igualitario acceso a la jurisdicción para la defensa Es el derecho que tienen las partes a que al
de sus derechos. Si ello no se garantiza, las situaciones término del proceso el órgano jurisdiccional expida una
jurídicas serían una mera proclamación. resolución que ponga fin al proceso y al conflicto,
Para ello, el Estado debe procurar eliminar todas solucionando el problema que le ha sido planteado;
las barreras que limiten, restrinjan o impidan el libre e resolución que debe ser motivada, racional, razonable
igualitario acceso a los órganos jurisdiccionales. y justa.
7.4.2. El derecho a un proceso con las mínimas 7.4.4. El derecho a la efectividad de las
garantías. resoluciones.
Este derecho a un proceso en el que se respeten Es el derecho que tienen las partes a que lo
\0 las mínimas garantías, debe principalmente respetar el decidido por el órgano jurisdiccional sea cumplido. Para
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(79) Debemos señalar. sin embargo, que en un trabajo ante1ior (PRIORI POSADA. GiovannL Comentarios a la Lev... ; pp. 77-91) habíamos
manifestado que, a nuestro juicio, podía sostenerse que el contenido del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva podía ser explicado en
base a tres momentos. Aunque. en sustancia la posición que expresamos esta vez se mantiene, sólo hemos variado la forma de explicar su
contenido, al considerarla más adecuada y mucho más comprensiva de lo que realmente significa el derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva.
290 (80) CAPPELLETTI, Mauro y Bryan GARTH. El acceso a la justicia. La tendencia mundial para lwcer efectivos los derel'hos. México:
Fondo de Cultura Económica, 1996. pp. 12-13.
La efectiva tutela jurisdiccional de las situaciones jurídicas materiales
ello, se debe proveer al ciudadano de todos los medios En este rubro de tutela diferenciada podemos ubicar
adecuados para que se garantice la efectividad de las a la tutela preventiva y a la tutela de urgencia.
resoluciones judiciales: medidas cautelares. Por tutela preventiva se puede entender la prestación
jurisdiccional destinada a impedir la realización,
8. La tutela diferenciada como continuación o repetición de un acto ilícito( 821 ;
manifestación de una efectiva tutela de permitiendo con ello que la tutela jurisdiccional opere
las situaciones jurídicas materiales: una antes que se produzca un ilícito con el propósito de
aproximación general. evitarlo. Nótese cómo en este caso el Derecho Procesal
brinda una respuesta adecuada a la situación jurídica
No es ésta la sede para entrar a un estudio profundo sustancial, pues crea mecanismos para evitar que la
ni detallado de tan importante tema. Por otro lado, la lesión de la misma se produzca, lo que opera bajo la
complejidad del mismo haría que sea irresponsable hipótesis de que una efectiva tutela de las situaciones
intentar dedicarnos a este tema sin la profundidad y jurídicas sustanciales es aquella que no sólo las protege
espacio que lo merece; pero al mismo tiempo concluir frente a la lesión, sino también ante la amenaza de lesión.
este trabajo sin dedicarle unas palabras a este tema, Con ello, se parte de la idea de por qué pensar que la
aunque muy breves, significaría haber dejado inconclusa tutela jurisdiccional deba actuar sólo después de haber
la tarea propuesta. Por ello, con el riesgo de pecar de sido lesionada una situación jurídica sustancial, y por
irresponsables por intentar resumir en breves palabras qué no evitar que la lesión se produzca.
todo este gran tema del Derecho Procesal La tutela de urgencia "tiene por finalidad neutralizar
contemporáneo, nos proponemos concluir con la tarea o eliminar la frustración que puede producir el peligro
propuesta al inicio de estas líneas. en la demora durante la secuela del proceso"( 83 i; de esta
El instituto de la tutela diferenciada tiene que ver manera, se parte de la hipótesis que existen determinadas
con la necesidad de que el proceso sirva a los fines para situaciones donde la providencia jurisdiccional debe
los que ha sido creado, para que la sociedad reconozca actuar de manera inmediata, urgente, pues de no hacerlo
en el proceso ]ajusticia que vivamente busca, para que la situación jurídica podría verse lesionada de manera
el proceso sea un medio efectivo de protección de las irreparable; por ello, no puede esperarse llevar un largo
situaciones jurídicas materiales. proceso cognitivo para después de él, recién dictar una
De esta manera, se busca que el proceso responda resolución sobre el tema de fondo; si la respuesta no se
con mayor eficacia a la exigencia de tutela que reclaman da hoy, la situación jurídica material no sería realmente
los ciudadanos, que sea cada vez más adecuado a las protegida.
nuevas necesidades de tutela de las situaciones jurídicas Esta formas de tutela tienen a su vez varias
materiales, se busca un medio de tutela distinto para manifestaciones, sobre las cuales ya no nos podemos
cada situación particular. detener por razones de espacio. Lo trascendente es que
De esta manera, podemos explicar el fenómeno de todo lo expuesto parte de ver cómo el instrumento poco
la tutela diferenciada en los términos esgrimidos por a poco se va adecuando a las situaciones materiales,
los profesores Monroy Gálvez y Monroy Palacios: pues finalmente para eso existe el proceso. Los
"(p )recisamente una nueva concepción del proceso, mecanismos procesales ni las respuestas jurisdiccionales
sustentada en la incorporación de los principios de pueden considerarse como dogmas, como institutos
instrumentalidad y de efectividad, determinó la inamovibles, sino que deben ir modificándose conforme
necesidad de aumentar las previsiones tradicionales de las exigencias de tutela varíen. Y en eso consiste el tema
tutela ordinaria así como de sus manifestaciones que nos convoca.
clásicas. Cuando se empieza a apreciar el proceso desde
la perspectiva de su compromiso con hacer efectivos 9. A manera de conclusión. e
(/)
los distintos derechos materiales que, como ya se
expresó, habían desarrollado otras manifestaciones que
exigían fórmulas procesales más expeditivas, es cuando
En una sociedad en la que desesperadamente se
busca justicia, los procesalistas cumplen una labor
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aparece la llamada tutela jurisdiccional
diferenciada"\ 811 .
trascendental, pues un proceso inadecuado, largo,
costoso, formalista, tedioso, inaccesible para los
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(81) MONROY GÁLVEZ. Juan y Juan José MONROY PALACIOS. Op. cit.; p. 163.
(82) !bid. 291
(83) !bid.; p. 170.
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292
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
1 INTRODUCCIÓN
Resumen
blecido en nuestra Constitución Políti-
ca. Sin embargo, no queda duda algu-
na de su protección y reconocimiento
Recientemente, el Tribunal Constitu-
constitucional. Al respecto, el TC pre-
cional (TC) publicó en su portal web En el presente Informe tributario los cisa en la mencionada STC N° 295- 25
la Sentencia (STC) N° 295-2012-PH/ autores analizan la aplicación del de- 2012-PH/TC que el derecho al plazo
TC que constituye doctrina jurispru- recho al plazo razonable en el ámbito razonable “constituye una manifes-
dencial vinculante sobre el derecho tributario, revisando los mecanismos tación implícita del derecho al debi-
al plazo razonable. En la referida sen- que tiene el contribuyente para tu- do proceso reconocido en el artículo
tencia, el TC hace un importante re- telar dicho derecho ante la SUNAT y 139°.3 de la Constitución”(1), que se
cuento de sus pronunciamientos so- determinar las consecuencias de su encuentra “expresamente reconocido
bre el plazo razonable y consolida su afectación.
2
chos Humanos (artículo 8°.1)”(2).
al derecho al plazo razonable tenga EL DERECHO AL PLAZO En relación a su contenido esencial, ci-
incidencia o no sobre el aspecto sus-
tancial de la materia en controversia.
RAZONABLE EN LA tando el artículo 8°.1 de la Convención
RECIENTE DOCTRINA Americana de Derechos Humanos(3),
Teniendo en cuenta la mencionada
el TC afirma que “está fuera de toda
doctrina jurisprudencial vinculante, JURISPRUDENCIAL duda que el contenido del derecho al
el presente informe tiene como finali-
dad analizar la aplicación del derecho
VINCULANTE plazo razonable del proceso desplie-
DEL TRIBUNAL ga sus efectos jurídicos a todo tipo de
al plazo razonable en el ámbito tribu-
proceso o procedimiento penal, civil,
tario, revisar los mecanismos que tie- CONSTITUCIONAL laboral, administrativo, corporati-
ne el contribuyente para tutelar dicho
vo, etc.”(4), entendiéndose como plazo
derecho ante la propia administra- El derecho al plazo razonable o a ser razonable de un proceso o un proce-
ción y finalmente determinar cuáles juzgado dentro de un plazo razonable dimiento, aquel que “comprende un
son las posibles consecuencias de su no se encuentra expresamente esta- lapso de tiempo que resulte necesario
afectación y si estas alcanzan a aspec-
tos sustanciales de la deuda tributaria
como los intereses moratorios.
_______
(*) Abogado por la Universidad Católica de Santa María. Egresado de la Maestría de Derecho de la Empresa
en la Universidad Católica Santa María.
(**) Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Con estudios en la Maestría de Tributación
y Política Fiscal en la Universidad de Lima.
(1) STC N° 295-2012-PH/TC, Fundamento Jurídico (F. J.) 2.
(2) STC N° 295-2012-PH/TC, F. J. 1.
(3) "Artículo 8°. Garantías Judiciales
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable,
por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley,
en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de
sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter".
(4) STC N° 295-2012-PH/TC, F.J. 1.
INFORME TRIBUTARIO
y suficiente para el desarrollo de las vista en ningún momento el espe- El TC arriba a dicha conclusión con-
actuaciones procesales necesarias y cial celo que es exigible a todo juez siderando que: “10. (…) el derecho
pertinentes que requiere el caso con- encargado de dilucidar una causa. al plazo razonable del proceso es un
creto, así como para el ejercicio de Para ello, será preciso examinar las derecho de naturaleza inclusiva, en
los derechos de las partes de acuerdo actuaciones u omisiones de los órga- la medida en que su ámbito de tutela
a sus intereses, a fin de obtener una nos judiciales en la tramitación de la puede alcanzar a más de un titular.
respuesta definitiva en la que se de- causa. Las indebidas e injustificadas Así, tratándose de un proceso penal,
terminen los derechos u obligaciones acumulaciones o desacumulaciones la cobertura constitucional puede
de las partes”(5). de procesos; la suspensión reiterada alcanzar no solo al procesado, sino
En tal sentido, el plazo razonable no es e injustificada del juicio oral; la ad- también a la víctima o la parte civil.
igual o equivalente al plazo legalmen- misión y/o la actuación de una prue- Por ello, es posible que, cada vez que
te establecido para resolver la gene- ba manifiestamente impertinente; la se determine la violación del derecho
ralidad de los casos, sino que depende reiterada e indebida anulación por al plazo razonable del proceso, se
en gran medida de las circunstancias parte del órgano jurisdiccional de afecte también el derecho a obtener
especiales de cada caso concreto. Al segundo grado respecto de las deci- satisfacción jurídica en un tiempo
respecto, el Supremo Intérprete de la siones del órgano jurisdiccional de razonable de la víctima o la parte
Constitución Política, siguiendo la ju- primer grado, etc., vienen a ser ejem- civil. Y es que, una situación como la
risprudencia establecida básicamente plos de lo primero. La inobservancia descrita, esto es, la prolongación del
por el Tribunal Europeo de Derechos injustificada de los horarios para la proceso más allá de lo razonable, po-
Humanos, establece que para deter- realización de las diligencias; la de- dría afectar por igual a ambas par-
minar si se ha producido o no la vio- mora en la tramitación y resolución tes; y si ello es así, debería conside-
lación del derecho al plazo razonable de los medios impugnatorios, etc., rarse también la tutela del derecho
del proceso o a ser juzgado dentro de vienen a ser ejemplos de lo segundo.” de la víctima o la parte civil. De ahí
un plazo razonable, se debe evaluar En relación al inicio y fin del cómpu- la necesidad de que la consecuencia
26 los siguientes criterios en cada caso to del plazo razonable, el TC establece jurídica sea la emisión de la decisión
concreto: que “el cómputo del plazo razonable que resuelva de manera definitiva la
“i) la complejidad del asunto, en el del proceso debe iniciarse desde el situación jurídica del procesado. Di-
que se consideran factores tales como momento en que la persona conoce de cho con otras palabras, que el órgano
la naturaleza y gravedad del delito, los la atribución o del cargo que le afecta jurisdiccional emita pronunciamien-
hechos investigados, los alcances de la a sus intereses, y culmina con la deci- to definitivo sobre el fondo del asunto
actividad probatoria para el esclareci- sión que resuelve de manera definiti- en el plazo más breve posible.
Análisis Tributario 332 • setiembre 2015
miento de los hechos, la pluralidad de va su situación jurídica o determina 11. Así las cosas, este Tribunal con-
agraviados o inculpados, o algún otro sus derechos u obligaciones”(6). sidera que, en el caso de un proce-
elemento que permita concluir, con un Respecto a las consecuencias jurídicas so penal, no puede establecerse por
alto grado de objetividad, que la dilu- que se generan cuando se constata la ejemplo, la exclusión del procesado, el
cidación de un determinado asunto violación del derecho a ser juzgado sobreseimiento del proceso o el archi-
resulta particularmente complicada y dentro de un plazo razonable, el TC vo definitivo del proceso penal como
difícil. establece como doctrina jurispru- si fuera equivalente a una decisión de
ii) la actividad o conducta pro- dencial vinculante que “la eventual absolución emitida por el juez ordi-
cesal del interesado en el que se constatación por parte de la judica- nario; sino que, actuando dentro del
evalúa si su actitud ha sido diligente o tura constitucional de la violación del marco constitucional y democrático
ha provocado retrasos o demoras en derecho a ser juzgado dentro de un del proceso penal, el órgano jurisdic-
el proceso, por cuanto si la dilación plazo razonable no puede ni debe sig- cional debe emitir el pronunciamiento
ha sido provocada por él no cabe ca- nificar el archivo definitivo o la con- definitivo sobre el fondo del asunto en
lificarla de indebida. En ese sentido, clusión del proceso judicial de que se el plazo más breve posible, declaran-
habrá que distinguir entre el uso re- trate (civil, penal. laboral, etc.), sino do la inocencia o responsabilidad del
gular de los medios procesales que la que, bien entendidas las cosas, lo que procesado, y la consiguiente conclu-
ley prevé y la actitud obstruccionista corresponde es la reparación in na- sión del proceso penal. En cualquier
o la falta de cooperación del interesa- tura por parte de los órganos juris- caso, como es obvio, tal circunstancia
do, la cual estaría materializada en la diccionales, la misma que consiste en no exime de las responsabilidades a
interposición de recursos que, desde emitir el pronunciamiento definitivo que hubiere lugar para quienes incu-
su origen y de manera manifiesta se sobre el fondo del asunto en el plazo rrieron en ella, y que deben ser dilu-
encontraban condenados a la desesti- más breve posible”(7). cidados por los órganos competentes
mación. En todo caso, corresponde al (Cfr. STC 3689-2008-PHC, P.J. 10)”(8).
juez demostrar la conducta obstruc-
cionista del interesado; y,
iii) la conducta de las autorida- ______
(5) STC N° 295-2012-PH/TC, F.J. 3.
des judiciales donde se evalúa el (6) STC Nº 295-2012-PH/TC F.J. 5.
grado de celeridad con el que se ha (7) STC Nº 295-2012-PH/TC F.J. 9.
tramitado el proceso, sin perder de (8) STC Nº 295-2012-PH/TC F.J. 9.
INFORME TRIBUTARIO
Como vemos, atendiendo a que el de- su aspecto formal al plazo razonable de apelación dentro del plazo previsto
recho al plazo razonable forma parte es plenamente aplicable y exigible en en el artículo 150° del CT. Así lo reco-
del derecho al debido proceso en su el procedimiento contencioso tributa- noce expresamente el último párrafo
aspecto formal(9) y que debido a su na- rio regulado en el Título III del Libro del artículo 144° del CT cuando seña-
turaleza inclusiva dicho derecho pro- III del Código Tributario (CT). la que: “También procede la formu-
tege a todas las partes intervinientes En virtud de este derecho, la Adminis- lación de la queja a que se refiere el
en el proceso, el TC concluye acerta- tración Tributaria y el Tribunal Fiscal Artículo 155° cuando el Tribunal Fis-
damente que la eventual constatación (TF) que resuelven, respectivamente, cal, sin causa justificada, no resuelva
de la afectación del plazo razonable las etapas de reclamación y de apela- dentro del plazo a que se refiere el
solo puede tener implicancias en el ción, deben emitir pronunciamiento primer párrafo del Artículo 150°”.
trámite del proceso y no sobre lo deci- definitivo sobre el asunto sometido a En igual sentido, resulta procedente
dido en él, de manera tal que la tutela su competencia dentro de un espacio la queja en caso la Administración no
de dicho derecho consistirá en que se de tiempo adecuado y suficiente para emita la resolución de cumplimiento
ordene al órgano administrativo o ju- el desarrollo de las actuaciones nece- dentro del plazo previsto en el artículo
risdiccional que resuelva en el plazo sarias y pertinentes que requiere la 156° del CT.
más breve posible y de manera defini- solución del caso concreto. La efectividad e idoneidad de la que-
tiva el asunto materia de controversia. El contribuyente, por su parte, en ja como medio para tutelar derechos
Finalmente, en cuanto a lo que debe aquellos supuestos de demora incu- vinculados al aspecto formal del de-
entenderse por plazo más breve posi- rridos por la Administración Tribu- bido procedimiento (dentro del cual
ble, el TC concluye que: “el plazo para taria durante el procedimiento con- se encuentra el derecho al plazo razo-
el pronunciamiento definitivo sobre tencioso tributario, tiene mecanismos nable) en toda clase de procedimien-
el fondo del asunto no debe ser fija- de tutela para evitar tales omisiones. to tributario, ha sido reconocida por
do una vez y para siempre, de modo Uno de estos mecanismos de tutela el TC en el fundamento décimo de la
que sea aplicable en todos los casos, es la queja prevista en el artículo 155° STC N° 5-2010-PA/TC en los siguien-
sino que este debe ser fijado de ma- del CT que prescribe que “la queja se tes términos: “la queja se constituye 27
nera objetiva y razonable por el juez presenta cuando existan actuaciones como un medio de defensa que proce-
constitucional en atención a las cir- o procedimientos que afecten direc- de en los siguientes casos: a) contra
cunstancias concretas de cada caso, tamente o infrinjan lo establecido en actuaciones o procedimientos de la
sobre todo teniendo en cuenta el esta- este Código”. Administración Tributaria que afec-
do actual del proceso, por cuanto la Así, en caso la Administración no re- ten en forma indebida al administra-
fijación del mismo puede resultar un suelva el recurso de reclamación den- do; y, b) contra las actuaciones que
3 EL
lencio administrativo negativo y pre- gura como un remedio procesal cuyo
DERECHO AL sentar apelación contra la resolución objeto es que se respete la formalidad
PLAZO RAZONABLE ficta denegatoria para superar la falta prevista para cada procedimiento.
EN EL PROCEDIMIENTO de pronunciamiento, conforme a lo Mediante la queja se puede cuestio-
previsto en el artículo 144° del mis- nar toda actuación de la Administra-
CONTENCIOSO mo Código, sino que opcionalmente ción Tributaria en cualquier clase de
TRIBUTARIO Y LOS puede presentar una queja ante el TF procedimientos (fiscalización, con-
MECANISMOS DE con el fin de que se ordene resolver la tencioso, no contencioso, ejecución
reclamación. coactiva, etc.)”.
TUTELA PARA EVITAR También resultará procedente la que- En ese sentido, no cabe duda que en
SU AFECTACIÓN ja en aquellos casos que el TF no re- aquellos supuestos en los cuales la
suelva injustificadamente el recurso Administración Tributaria o el TF, in-
Como hemos visto, el derecho al plazo
razonable como parte integrante del
derecho al debido proceso es plena-
mente exigible no solo ante los órga- ______
nos jurisdiccionales sino también ante (9) El derecho al debido proceso tiene dos facetas o dimensiones; una formal o procedimental y otra de carác-
los órganos y tribunales administrati- ter sustantivo o material. “Mientras que en la primera de las señaladas está concebido como un derecho
continente que abarca diversas garantías y reglas que garantizan un estándar de participación justa o
vos pues, como bien lo afirmó el TC en debida durante la secuela o desarrollo de todo tipo de procedimiento (sea este judicial, administrativo,
el fundamento primero de la Senten- corporativo particular o de cualquier otra índole), en la segunda de sus dimensiones exige que los pro-
cia 295-2012-PHC/TC, este derecho nunciamientos o resoluciones con los que se pone término a todo tipo de proceso respondan a un referente
mínimo de justicia o razonabilidad, determinado con sujeción a su respeto por los derechos y valores
despliega sus efectos sobre toda clase constitucionales.” (STC N° 4509-2011-PA/TC FJ 3). En tal sentido, en su faceta formal, el derecho al debido
de proceso o procedimiento. proceso “comprende un repertorio de derechos que forman parte de su contenido esencial, entre ellos,
En ese sentido, no cabe duda que el el derecho al juez natural, el derecho al procedimiento preestablecido, el derecho de defensa, el derecho
a la pluralidad de instancias, el derecho a la motivación de las resoluciones, el derecho a los medios de
derecho al debido procedimiento en prueba, el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, etc.” (STC N° 4509-2011-PA/TC FJ 4).
(10) Sentencia 295-2012-PH/TC F.J. 12.
Continúa en edición impresa…
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Ahora bien, para entender de una mejor manera la implicancia del nuevo precedente
expedido por el máximo intérprete de nuestra Constitución, debemos repasar cual
ha sido el perfil que ha adoptado el TC sobre este tema hasta antes de la emisión
del fallo bajo comentario. Al respecto, tenemos el caso del E. P. (r) Chacón Málaga
como un ejemplo.
Asimismo, en la sentencia Chacón Málaga, el Tribunal optó por excluir del proceso
al recurrente. Ello fue sumamente criticable pues, el hecho de que el Tribunal
Constitucional haya excluido del proceso a Chacón Málaga no tuvo conexión alguna
con el pedido del demandante, quien solicitó la nulidad del proceso. Se presentó en
dicho caso un vicio de incongruencia, y estando a que el razonamiento adolece de
motivación externa. En efecto, esta decisión ni siquiera repara adecuadamente el
derecho del recurrente pues, si se considera que la lesión se produjo como
consecuencia de una demora excesiva en el proceso penal, por ejemplo, lo
razonable era compeler a los jueces a resolver de manera pronta el caso señalado.
Este es criterio jurisprudencial que también fue revisado y precisado con mayor
detalle por el TC en la reciente sentencia de observancia obligatoria como veremos
más adelante.
Lo que dejó sentado el TC en ese precedente es, en buena cuenta, que el plazo
razonable en el proceso penal empieza a contarse desde el momento de la apertura
de la investigación preliminar del delito, el cual comprende a la investigación policial
o fiscal, alejándose así de criterios anteriores, como el que observamos en el
anterior caso referido de Chacón Málaga, según el cual el plazo razonable
comenzaba a computarse desde del primer acto del proceso dirigido contra el
presunto responsable del delito, que podía estar representado por la fecha de
detención judicial preventiva del imputado o la fecha en que la autoridad judicial
toma conocimiento del caso con el auto de apertura de instrucción.
Como vemos, este nuevo precedente se vislumbra como un buen augurio para
construir, sobre esta base, futuros precedentes que ahonden más en el tema del
plazo razonable pues, aún queda por ver, a modo de ejemplo, si es que nuestro
Tribunal Constitucional tomará, de manera expresa y clara, no solo los clásicos tres
requisitos para determinar si un plazo es razonable o no, es decir, (i) la complejidad
del asunto; (ii) la actividad o conducta procesal del imputado y, (iii) la conducta de
las autoridades sino que también, si empieza a construir parámetros a partir del
cuarto requisito establecido al interior del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos: (iv) la conducta de las autoridades judiciales.
Resumen
El objetivo esencial es el análisis del plazo razonable, que tiene trascendencia y
desarrollo en los tratados internacionales que lo garantizan, referente a los dere-
chos humanos, y en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH). El capítulo está dividido en cuatro ejes temáticos: el
primero se enfoca en la ubicación del plazo razonable en los convenios inter-
nacionales; el segundo analiza los elementos que componen el plazo razonable
judicial según la Corte IDH; el tercero identifica el plazo razonable reparativo
1 Capítulo de libro que expone resultados de investigación del proyecto titulado “Desafíos contemporáneos para la
protección de derechos humanos en escenarios de posconflicto desde enfoques interdisciplinarios”, que forma par-
te de la línea de investigación “Fundamentación e implementación de los derechos humanos”, del grupo de inves-
tigación Persona, Instituciones y Exigencias de Justicia, reconocido y categorizado como tipo B, por Colciencias,
y registrado con el código COL0120899. El grupo está vinculado con el Centro de Investigaciones Sociojurídicas
(CISJUC), adscrito y financiado por la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Colombia.
PÚBLICO 20
14
Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
Introducción
Los convenios, acuerdos y tratados internacionales en materia de derechos huma-
nos han plasmado en sus textos la protección y garantía que tiene cualquier per-
sona que sea acusada de cometer hechos punibles a que se le juzgue dentro de un
plazo razonable; en consecuencia, los Estados parte de los tratados internaciona-
les han incluido la garantía dentro de sus ordenamientos jurídicos, en pro de mate-
rializar y hacer efectiva la garantía en lo pertinente al plazo razonable judicial.
Sin embargo, la realidad no es coherente con lo pactado, ya que se ha desbordado
el límite de la razonabilidad, y aunque en los convenios internacionales no se ha
contemplado el plazo razonable reparativo2, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (por medio de sus sentencias, opiniones consultivas y supervisiones
de cumplimiento), en su labor de garantizar y defender los derechos humanos
y derechos pactados en la Convención Americana de Derechos Humanos, ha con-
denado a 22 Estados parte de la Convención a reparar a las víctimas por medio del
plazo razonable reparativo. Los puntos resolutivos de las reparaciones conllevan,
per se, un plazo que puede ser determinado o indeterminado, dependiendo de si
es posible o no cuantificarlo por la Corte IDH, que otorga al Estado parte hallado
responsable de infringir la Convención Americana de Derechos Humanos un
plazo razonable para el cumplimiento de puntos resolutivos de sus sentencias.
En concordancia con esto, el plazo razonable se ha desbordado, ya que los
Estados parte han abusado de él; es decir, exceden la razonabilidad. Por ello tarda
2 Denominación que le hemos dado, por referirse a un tiempo indeterminado, pero que cuyo cumplimiento del punto
resolutivo materializará la reparación a las víctimas.
PÚBLICO 20
15
El plazo razonable a la luz de los estándares de la jurisprudencia de la Corte Interamericana
Metodología
El ámbito investigativo se desarrollará a partir de un estudio exploratorio de tipo
cualitativo, con un enfoque analítico descriptivo sobre el concepto de plazo razo-
nable, enfocado en la Convención Americana de Derechos Humanos y otros tra-
tados internacionales, junto con la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. El objetivo general se desarrolla desde una identificación
cronológica para identificar el nacimiento del plazo razonable judicial y repa-
rativo, y su posible cuantificación; la recolección de información será esencial-
mente de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la
cual se analiza en casos específicos y en lo referente a la doctrina sobre el plazo
razonable.
3 En el transcurso del proceso penal, cuando el tipo penal lo exija o cuando se cumplan los requisitos para privar a
una persona de la libertad, puede llegar a quebrantarse el plazo razonable para definirle a la persona su situación
jurídica; o se priva a la persona de la libertad, pero el juicio definitivo puede tardar más de lo esperado, y mientras
tanto la persona sigue privada de su libertad.
4 Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez
o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden
civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. Convención Americana sobre Derechos Humanos suscrita en la
Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos, San José, Costa Rica, 7 al 22 de noviembre
de 1969), artículo 8, no. 1.
PÚBLICO 20
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Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
5 Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la
ley para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta
en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren
su comparecencia en el juicio. Ibid., artículo 7, no. 5.
6 Toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin demora ante un juez u otro fun-
cionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser
la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del acusado
en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.
Naciones Unidas, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (16 de diciembre de 1966), artículo 9, no. 3.
7 Toda persona detenida preventivamente o internada en las condiciones previstas en el párrafo 1c del presente
artículo deberá ser conducida sin dilación a presencia de un juez o de otra autoridad habilitada por la ley para ejer-
cer poderes judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada en un plazo razonable o a ser puesta en libertad durante el
procedimiento. La puesta en libertad puede ser condicionada a una garantía que asegure la comparecencia del in-
teresado en juicio. Consejo de Europa, Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales (Roma, 4 de noviembre de 1950), artículo 5, no. 3.
8 Toda persona tiene derecho a que su causa sea oída equitativa y públicamente, y dentro de un plazo razonable,
por un tribunal independiente e imparcial, establecido por la ley, que decidirá los litigios sobre sus derechos y
obligaciones de carácter civil o sobre el fundamento de cualquier acusación en materia penal dirigida contra ella.
La sentencia debe ser pronunciada públicamente, pero el acceso a la sala de audiencia puede ser prohibido a la
prensa y al público durante la totalidad o parte del proceso, en interés de la moralidad, del orden público o de
la seguridad nacional en una sociedad democrática; cuando los intereses de los menores o la protección de la vida
privada de las partes en el proceso así lo exijan, o en la medida considerada necesaria por el tribunal, cuando en
circunstancias especiales la publicidad pudiera ser perjudicial para los intereses de la justicia. Ibid., artículo 6, no. 1.
9 Caso Suárez Rosero vs. Ecuador (Corte IDH, 1997), párrafo 70.
PÚBLICO 20
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El plazo razonable a la luz de los estándares de la jurisprudencia de la Corte Interamericana
Plazo razonable como garantía ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y sus
elementos
La Corte IDH, como órgano jurisdiccional en la defensa de la CADH, bajo su
competencia ha conocido casos cuya naturaleza involucra violaciones a la garan-
tía del plazo razonable. Una de ellas y la primera en llegar a la Corte fue el caso
de Genie Lacayo contra Nicaragua, en el que por unanimidad los jueces decidie-
ron que el Estado nicaragüense transgredió el artículo 8.1 de la CADH. Y ello
porque se debe dejar claridad en dos aspectos: (i) a partir de la aprehensión se
empieza a contar el plazo razonable y este termina cuando se dicta sentencia10.(ii)
En caso de no presentarse la detención de la persona, el plazo razonable empieza
a contar a partir del conocimiento del asunto por parte de la autoridad judicial.
La razonabilidad del plazo debe apreciarse en relación con la duración total del
proceso: desde el primer acto procesal, hasta que se dicte sentencia definitiva,
incluyendo los recursos de instancia que pudieran presentarse11.
El principio de plazo razonable al que hacen referencia los artículos 7.512
y 8.1 de la Convención Americana, como lo habíamos dicho antes, tiene como
finalidad impedir que los acusados permanezcan largo tiempo bajo acusación y
asegurar que esta se decida pronto, en busca de una verdad jurídica que sirva para
determinar si la persona es inocente o culpable de lo que se le acusa, para que
sea definida su situación jurídica, la cual debe terminar con una condena o con
la preclusión del proceso que se adelante. En palabras de la Corte IDH, el plazo
razonable no es un concepto que se pueda dar en una definición sencilla.
Para precisarlo se pueden invocar los elementos que ha señalado la Corte Europea
de Derechos Humanos en varios fallos en los cuales se analizó este concepto, pues
este artículo de la Convención Americana es equivalente, en lo esencial, al artículo 6
del Convenio Europeo para la Protección de Derechos Humanos y de las Libertades
10 Caso Guincho vs. Portugal (Tribunal Europeo de Derechos Humanos, 1984), párrafo 29.
11 Caso Luna López vs. Honduras (Corte IDH, 2013), párrafo 188.
12 En el marco de esta garantía, la Corte IDH se ha manifestado así: “Tanto este Tribunal como la Corte Europea
han considerado de particular importancia el pronto control judicial de las detenciones para prevenir las arbitra-
riedades. Un individuo que ha sido privado de su libertad sin ningún tipo de control judicial debe ser liberado o
puesto inmediatamente a disposición de un juez, pues el cometido esencial del artículo 7 de la Convención es la
protección de la libertad del individuo contra la interferencia del Estado”. Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala
(2000), párrafo 66. Esto ejemplifica la trascendencia que la figura tiene en Europa y la concordancia que se le da
dentro del SIDH.
PÚBLICO 20
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Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
Fundamentales. De acuerdo con la Corte Europea, se deben tomar en cuenta tres ele-
mentos para determinar la razonabilidad del plazo en el cual se desarrolla el proceso:
a. la complejidad del asunto; b. la actividad procesal del interesado; y c. la conducta
de las autoridades judiciales13.
Entendiendo que la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) había
hecho un avance en la materia, la Corte IDH decidió implementar los tres ele-
mentos que se acabaron de mencionar (complejidad del asunto, actividad proce-
sal del interesado y la conducta de las autoridades judiciales) para determinar si
la razonabilidad de tiempo que lleve o dure el proceso está o no justificada con
los hechos de la realidad. Así, la creación o, en este caso, la implementación de
directrices pueden acercar a la solución correcta de los casos difíciles, como en su
momento los llamó Ronald Dwokin, con el fin de que no toda actuación, dilación
o demora dentro del proceso encaje, como excusa de los Estados parte, dentro del
plazo razonable. De esta manera, hemos decidido estudiar y analizar lacónica-
mente cada uno de esos aspectos.
Para que la Corte IDH determine que la garantía del plazo razonable ha sido vio-
lada por un Estado parte, deberá recurrir a los tres criterios que adoptó de la Corte
Europea de Derechos Humanos, ya mencionados. La complejidad del asunto, en
palabras del Tribunal Constitucional de Lima, consiste en:
La complejidad del proceso penal tiene que determinarse en función de las circuns-
tancias de jure y de facto del caso concreto, que a su vez, alternativamente, pueden
estar compuestas por: a) el establecimiento y esclarecimiento de los hechos, los cua-
les pueden ser simples o complejos; b) el análisis jurídico de los hechos por los cuales
se inicia el proceso penal; c) la prueba de los hechos, la cual puede ser difícil, nece-
sariamente prolongada o de complicada actuación; y d) la pluralidad de agraviados o
inculpados, con sus respectivas defensas, entre otros elementos.14
Seguiremos los criterios tenidos en cuenta por el Tribunal Constitucional de
Lima sobre la complejidad del caso o del asunto, no sin antes aclarar y precisar
14 Caso Julio Rolando Salazar Monroe vs. Primera Sala Penal Especial de la Corte Superior de Justicia de Lima
(Tribunal Constitucional de Lima, 2010).
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El plazo razonable a la luz de los estándares de la jurisprudencia de la Corte Interamericana
que, en lo referente a los criterios, cada caso particular presenta sus propias faci-
lidades y dificultades:
a. El establecimiento y esclarecimiento de los hechos. El análisis jurídico
de un caso específico puede resultar sencillo o, en su defecto, dotado de
desconcierto, el cual, a su vez, puede predicarse sobre las pruebas del
proceso, que normalmente pueden ser prolongadas, complicadas, costo-
sas o de tardía recaudación15.
b. En el caso colombiano se hará el análisis jurídico de los hechos por los
cuales se inicia el proceso penal. La acción penal inicia por querella,
delitos investigables de oficio o por petición de la Procuraduría General
de la Nación. La autoridad competente procederá a realizar un análisis
objetivo y detallado de los hechos o la noticia criminal que diera inicio a
la acción penal, y a la verificación de circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que se desarrolló el delito16.
c. La prueba de los hechos que sirva para determinar la responsabilidad o
inocencia del sindicado. Una de las pruebas que presta mayor dificultad
es la veracidad del testimonio, y será el juez el que enfrentará dificultades
semejantes a la veracidad del testimonio para establecer la verosimilitud
de este17.
d. Pluralidad de agravios o inculpados. En la investigación de la comisión de
uno o varios delitos pueden identificarse varios autores; así mismo, puede
presentarse un concurso de delitos, lo que obliga a extender la investiga-
ción y aumentar la dedicación de tiempo y recursos para la investigación.
15 Carolina Rodríguez y Deiner Andrade, “El plazo razonable en el marco de las garantías judiciales en Colombia”,
Memorando de Derecho 2, n.° 2 (2011): 117.
16 Fiscalía General de la Nación, Manual de procedimientos de fiscalía en el sistema penal acusatorio colombiano
(Bogotá: Fiscalía General de la Nación, 2005), 54.
17 Ibid.
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Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
la CADH, con el fin de dar cabal cumplimiento a los puntos resolutivos de las
sentencias emitidas por la Corte IDH.
18 Caso Cepeda Vargas vs. Colombia (Corte IDH, 2010), párrafo 128.
19 Ibid. Caso Julio Rolando Salazar Monroe vs. Primera Sala Penal Especial Corte Superior de Justicia de Lima.
20 Caso Valle Jaramillo vs. Colombia (Corte IDH, 2010), párrafo 5. Voto concurrente de Sergio García.
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El plazo razonable a la luz de los estándares de la jurisprudencia de la Corte Interamericana
21 Caso de la Comunidad moiwana vs. Surinam (Corte IDH, 2005), párrafo 147.
22 Ibid. Caso Julio Rolando Salazar Monroe vs. Primera Sala Penal Especial Corte Superior de Justicia de Lima.
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Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
25 Ibid. Caso Julio Rolando Salazar Monroe vs. Primera Sala Penal Especial Corte Superior de Justicia de Lima.
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El plazo razonable a la luz de los estándares de la jurisprudencia de la Corte Interamericana
26 Alfonso Martínez y Jaime Cubides, “Influencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y del control
de convencionalidad; análisis de dos casos paradigmáticos”, En Eficacia del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos (Bogotá: Universidad Católica de Colombia, 2015), 112.
27 Denominamos plazo razonable reparativo al plazo que otorga la Corte IDH para que un Estado dé cabal cumpli-
miento a un punto resolutivo que tenga como objetivo principal resarcir un daño o perjuicio a las víctimas.
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Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
29 Juana Acosta y Diana Bravo, “El cumplimiento de los fines de reparación integral de las medidas ordenadas por
la corte interamericana de derechos humanos: énfasis en la experiencia colombiana, International Law, Revista
Colombiana de Derecho Internacional, 6, n.° 13, (2008): 330.
30 Caso Niños de la Calle vs. Guatemala (Corte IDH, 2001), párrafo 84.
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El plazo razonable a la luz de los estándares de la jurisprudencia de la Corte Interamericana
En la sentencia del caso Barrios Altos contra Perú de 2001 se le otorga un año de
plazo al Estado para erigir un monumento; sin embargo, en el 2004, en la senten-
cia del caso 19 comerciantes contra Colombia, la Corte IDH otorgó al Estado un
plazo razonable para que construya y erija el monumento en honor a las víctimas,
con una placa que incorpore el nombre de los 19 comerciantes. Esto encaja en
el espacio abrumador de la incertidumbre para hacer más distante la oportunidad
de alcanzar la reparación, ya que no se trata de una obligación de cumplimiento
indefinido, sino una obligación que razonablemente pudo haberse materializado
a dos años de la expedición de la sentencia sobre reparaciones31.
La Corte IDH, en el caso Barrios Altos, infiere en un primer momento otorgar
el plazo cierto de un año, pero pasados más de dos años, el Estado no cumple con
su obligación; sin embargo, del estudio de la obligación se infiere que en dos años
era posible su cumplimiento; por el contrario, la resolución del 7 de septiembre
de 2012 en supervisión del cumplimiento, constata que a la fecha el monumento
del caso Barrios Altos no se ha erigido.
En el caso de ‘19 comerciantes’ se otorgó el plazo razonable para erigir
el monumento32; así, el 20 de septiembre de 2013, el Estado colombiano entregó el
monumento y la placa, que fue erecta en Bucaramanga, en el Parque de los Niños.
El vicepresidente de la República hizo la entrega, aceptó la responsabilidad del
Estado y pidió perdón a los familiares de las víctimas33. Nueve años fue el tiempo
razonable que necesitó el Estado colombiano para cumplir con este punto resolu-
tivo, periodo que a simple vista desborda la razonabilidad del plazo.
En el caso de la masacre de Mapiripán contra Colombia (2006), la Corte IDH
decidió retomar el plazo cierto de un año para elaborar y erigir el monumento,
con el fin de recordar los hechos y a las víctimas, acorde con el derecho a la no
33 Léase la Sentencia T-653/12. Los familiares de las víctimas instauraron acción de tutela en contra del Ministerio
de Relaciones Internacionales, debido a que el monumento se encontraba dentro de las instalaciones de la base
militar, y al parecer miembros de esa base militar habrían sido autores de la masacre. De acuerdo con lo pactado
por los familiares de las víctimas y el Estado, debió haberse erigido en el Parque de los Niños; a pesar de que la
Corte Constitucional ordenó al Ministerio erigirlo donde se había acordado, en un plazo máximo de un mes, fue
después de un año que este monumento se erigió. Corte Constitucional Colombiana, Sentencia T-653/12, http://
www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2012/t-653-12.htm.
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Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
34 Así mismo, los casos Masacre de Pueblo Bello contra Colombia (2006); Comunidad moiwana contra Surinam
(2005); el caso del Penal Miguel Castro contra Perú (2006); la Masacre de Las Dos Erres contra Guatemala (2009);
González y otras (“campo algodonero”) contra México (2009); Goiburú y otros contra Paraguay (2006).
35 Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros contra Trinidad y Tobago (2002); Bulacio contra Argentina (2003);
Herrera Ulloa contra Costa Rica (2004); Claude Reyes y otros contra Chile (2006); Montero Aranguren y otros
(Retén de Catia) contra Venezuela (2006); Zambrano Vélez y otros contra Ecuador (2007); Kimel contra Argentina
(2008); Reverón Trujillo contra Venezuela (2009); Chocrón Chocrón contra Venezuela (2011); López Mendoza
contra Venezuela (2011).
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El plazo razonable a la luz de los estándares de la jurisprudencia de la Corte Interamericana
Se debe aclarar que en el avance del concepto y alcance del control de con-
vencionalidad (CCV) no solo se basa en adecuar y armonizar el derecho interno
con el Sistema Interamericano de derechos humanos, si no que se requiere que los
funcionarios que ejercen la fuerza, la administración pública y la justicia tengan
conocimiento del CCV, del corpus iuris interamericano y de las sentencias de la
Corte IDH para desarrollar un adecuado control de constitucionalidad36. Es por
ello que corresponderá a toda autoridad nacional usar el control de convencio-
nalidad en su modalidad difusa, para dar cumplimiento a la Convención en cada
actuar37.
Brindar cursos, programas o capacitaciones a funcionarios públicos sobre derechos humanos y derecho inter-
nacional humanitario
36 Para ahondar más sobre el control de convencionalidad, léase: Jaime Cubides, “Implicaciones del Control de
Convencionalidad: cumplimiento de la Sentencia Radilla Pacheco versus México y el caso de la masacre de Santo
Domingo versus Colombia”, Revista General José María Córdova, 13, n.° 15 (2012): 115-41.
37 Jaime Cubides, “El origen del control de convencionalidad (CCV) y sus implicaciones para los Estados que
reconocen el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, SIDH”, Ambiente Jurídico (2013): 104-25.
38 El Estado colombiano dio cumplimiento al punto resolutivo de implementar, en un plazo razonable, programas de
educación en derechos humanos y derecho internacional humanitario permanentes dentro de las Fuerzas Armadas
colombianas, en todos los niveles jerárquicos; en un lapso de casi 4 años, el 8 de julio de 2009 se terminó de
implementar el programa.
39 Blanco Romero y otros contra Venezuela (2005); Masacres de Ituango contra Colombia (2006); López Álvarez
contra Honduras (2006); Servellón García y otros contra Honduras (2006); Penal Miguel Castro Castro contra Perú
(2006); La Cantuta contra Perú (2006); Masacre de La Rochela contra Colombia (2007); Montero Aranguren y otros
(retén de Catia) contra Venezuela (2006); Anzualdo Castro contra Perú (2009); Gomes Lund y otros (“Guerrilha
do Araguaia”) contra Brasil (2010); Rosendo Cantú y otra contra México (2010); Fleury y otros contra Haití (2011);
Torres Millacura y otros contra Argentina (2011); Familia Barrios contra Venezuela (2011); Gelman contra Uruguay
(2011); Vélez Restrepo y familiares contra Colombia (2012); Masacres de El Mozote y lugares aledaños contra El
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Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
El primer caso al respecto fue el de Cantoral Benavides contra Perú. Un año des-
pués de la sentencia, la Corte IDH condenó al Estado a proporcionar tratamiento
médico y psicológico a la señora Gladys Benavides López; así mismo, el Estado
informó que la víctima se encontraba inscrita en el Sistema Integral de Salud en
el 2009. La última supervisión de cumplimiento se dio en el 2010, y hasta ese
momento se mantenía la incertidumbre sobre si el tratamiento médico y psicoló-
gico a la fecha había terminado o, por el contrario, aún debía seguirse prestando.
Por ello, entendemos que lo correspondiente al tratamiento médico o psico-
lógico a cargo del Estado no puede ser cuantificable. El propósito del tratamiento
es cumplir con el derecho a la verdad para que las víctimas puedan superar el
duelo por la pérdida de sus seres queridos y, así, ser reparado integralmente. Han
sido diversas las sentencias que se han referido al tratamiento psicológico, pero
determinar un tiempo sería nefasto para la víctima o las víctimas que lo requieran.
Salvador (2012); Atala Riffo y niñas contra Chile (2012); Nadege Dorzema y otros contra República Dominicana
(2012).
40 Mendoza y otros contra Argentina (2013); Gutiérrez y familia contra Argentina (2013); Rochac Hernández y otros
contra El Salvador (2014).
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El plazo razonable a la luz de los estándares de la jurisprudencia de la Corte Interamericana
Con el fin de determinar quién o quiénes han sido los autores materiales o inte-
lectuales de las contravenciones por las que el Estado fue condenado, se les ha
ordenado a los Estados continuar con las investigaciones judiciales que permitan
esclarecer los hechos y hallar a los culpables de cometerlos; ya que la sanción no
es para el Estado, debe concluirse el proceso en el cual los autores materiales del
hecho respondan ante la justicia por sus actos.
El adelantamiento de las investigaciones a cargo del Estado para dar con los
responsables de los hechos no ha tenido una evolución del plazo razonable al
plazo determinado; ya que el mismo análisis lo tenemos en el desarrollo de las
investigaciones del Estado, no se puede condenar al Estado a que en el plazo
determinado cuantificado en meses o años dé con los responsables de los hechos;
eso sería obligar al Estado a lo imposible, y es principalmente en ese fundamento
que se hacen evidentes las dificultades que acarrearía dar cabal cumplimento al
esclarecimiento de los hechos. En consecuencia, será prácticamente imposible
que en este caso el plazo razonable se convierta en un plazo cierto.
El avance en el tema de plazo razonable ha sido considerable por medio de
la jurisprudencia de la Corte IDH. Por esto, se debe rescatar el esfuerzo hecho
hasta aquí por este cuerpo colegiado, y debe constituirse como precedente para
no dejar abiertos los plazos nuevamente en temas que ya han sido cuantificables
para la Corte IDH.
Conclusiones
La evolución del plazo razonable reparativo y judicial ha tenido un desarrollo en
la jurisprudencia de la Corte IDH bastante fructífero; la implementación de los
criterios para determinar la razonabilidad es bastante acertada, y más aún cuando
se adicionó el cuarto criterio que complementa el estudio del plazo razonable,
siempre con el fin de acercarse y dar pasos firmes hacia una garantía material y
efectiva de los derechos humanos.
En cuanto a lo desarrollado en este capítulo en materia de plazo razonable
judicial, es pertinente que los Estados dentro de su ordenamiento interno inte-
gren los elementos que determinan cuándo un proceso se ajusta dentro del plazo
razonable, con el fin de materializar y garantizar el derecho humano a gozar de
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Desafíos contemporáneos de la protección de los DD HH en el SI
la libertad que tienen todas las personas; no es propicio afirmar y proponer una
cuantificación o un plazo determinado para la culminación de un proceso, ya que,
como mencionamos en el desarrollo, existen casos difíciles que conllevan implí-
cito un plazo cuya naturaleza no es cuantificable.
Como lo habíamos advertido en el desarrollo de este artículo, el punto reso-
lutivo de tratamiento psicológico e investigaciones para dar con los autores del
agravio es mucho más difícil de cuantificar, y se corre el riesgo de que, si se
cuantifica, los Estados parte podrían cumplir con tener abierto este punto resolu-
tivo y cerrarlo cuando se cumpla el plazo; el aporte significativo que haremos en
este punto se relaciona directamente con la restitución integral, donde estos dos
se encuentran inmersos, y se necesita saber la verdad y estar bien consigo mismo
para materializar una reparación que cumpla con ser integral.
Pero, por el contrario, somos enfáticos en manifestar que los puntos resoluti-
vos en los que su cumplimiento puede encajarse en un plazo cierto, y en los que
se haya hecho el avance de que mute de razonable a determinado, debe conti-
nuarse con el de plazo cierto. Se debe esperar que el Estado cumpla con el plazo y
la condición, y que se refleje la justa y debida reparación que buscan las víctimas;
por ello, en los puntos “Elaboración de monumentos y placas”, “Adecuación de
la Convención con el derecho interno” y “Brindar cursos, programas o capacita-
ciones a funcionarios públicos” de este texto, la Corte IDH no debe conceder un
tiempo superior a los dos años para que se cumplan los requerimientos.
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Resumen Abstract
2 Abogada, Conciliadora especialista Derecho Administrativo. Maestrando en Defensa de los Derechos Humanos
ante Tribunales Internacionales. Docente área de Derecho Público de la Universidad Libre Seccional Pereira.
3 La Corte Interamericana en el Caso Velásquez Rodríguez vs Honduras se pronunció por primera vez sobre este
aspecto en sentencia de Fondo. Sobre el particular manifestó que “El artículo 46.1.a) de la Convención remite
“a los principios del Derecho Internacional generalmente reconocidos”. Esos principios no se refieren sólo a
la existencia formal de tales recursos, sino también a que éstos sean adecuados y efectivos, como resulta de
las excepciones contempladas en el artículo 46.2.(…) Que sean adecuados significa que la función de esos
recursos, dentro del sistema del derecho interno, sea idónea para proteger la situación jurídica infringida (…)
Un recurso debe ser, además, eficaz, es decir, capaz de producir el resultado para el que ha sido concebido.
4 Voto razonado del juez Sergio García Ramírez A la sentencia de la corte interamericana De derechos humanos
Sobre el caso López Álvarez vs. Honduras, Del 1 de febrero de 2006. Par. 37
5 Síntesis del informe anual de la corte interamericana de derechos humanos correspondiente al ejercicio
de 2010, que se presenta a la comisión de asuntos jurídicos y políticos de la organización de los estados
americanos(Washington, D. C., 18 de marzo de 2011)
Por ello, en el voto concurrente del Juez Este criterio es considerado importante
Sergio García emitido en la sentencia y determinante de la pronta o demorada
de la corte interamericana de derechos resolución del conflicto o litigio, pues, la
humanos sobre el caso Valle Jaramillo del actividad procesal del interesado, es decir,
27 de noviembre de 2008, se percibe que su participación tanto en el procedimiento
no son menos complejas las condiciones como en el proceso, permite claramente
de facto cuando convergen el litigio identificar su conducta en el marco de
múltiples relaciones que deben ser la diligencia procesal y establecer sí
consideradas y aclaradas, junto con el la misma ha sido activa u omisiva. En
6 Voto razonado del juez Sergio García Ramírez a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en el caso la cantuta, del 29 de noviembre de 2006
7 Voto razonado del juez Sergio García Ramírez a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
Sobre el caso López Álvarez vs. Honduras, Del 1 de febrero de 2006. Par.30.
8 Informe No. 12/96 Argentina, Caso 11 .245, aprobado el lo. de marzo de 1996. Informe Anual de la CIDH, par.
70, págs. 44-45.
10 Voto concurrente del juez Sergio García Ramírez a la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos sobre el caso Valle Jaramillo y otros del 27 de noviembre de 2008. Párr. 12
11 Voto razonado del Juez Sergio García Ramírez con respecto a la sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en el caso Kawas Fernández vs. Honduras, del 3 de abril de 2009. Párr. 23.
12 Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-012 de enero 23 del 2002 MP. Dr. Jaime Araujo Rentería.
CorteIDH. Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros Vs. Trinidad y Tobago. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94
CorteIDH. Caso Ricardo Canese Vs. Paraguay. Sentencia de 31 de agosto de 2004. Serie
C No.111
Corte IDH. Caso Acevedo Jaramillo y otros Vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 7 de febrero de 2006. Serie C No.144
Corte IDH. Caso Gomes Lund y otros (Guerrilha do Araguaia) Vs. Brasil. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2010.
Serie C No.219
Voto razonado del juez Sergio García Ramírez A la sentencia de la corte interamericana De
derechos humanos Sobre el caso López Álvarez vs. Honduras, Del 1 de febrero de 2006.
Voto razonado del juez Cancado Tridade. Caso López Álvarez vs honduras.1 de Febrero
de 200
Voto razonado del juez Sergio García Ramírez a la sentencia de la corte interamericana de
derechos humanos en el caso la cantuta, del 29 de noviembre de 2006
Voto concurrente del juez Sergio García Ramírez a la Sentencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos sobre el caso Valle Jaramillo y otros del 27 de noviembre de 2008.
Voto razonado del Juez Sergio García Ramírez con respecto a la sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el caso Kawas Fernández vs. Honduras, del 3
de abril de 2009.
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Informe No. 12/96 Argentina, Caso 11 .245, aprobado el lo. de marzo de 1996. Informe
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Eur. Court Hum. Rights. Caso Calleja v. Malta, Sentencia de 7 de abril de 2005.
“…lo único que queda como inmutable e imprescindible son los ideales genéricos, eternos, de la
democracia; y todo lo demás, todo lo que sea medio para realizar y dar eficacia en cada momento
a esos ideales democráticos es transitorio…” José Ortega y Gasset [2]-
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Notas [arriba] -
[1] Abogado litigante en la Provincia de Entre Ríos, Argentina, Profesor de Derechos Humanos en
la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER) – Gualeguay. Expositor nacional e internacional
en temas de Derecho Público y de Filosofía del Derecho, Maestrando en Derecho Procesal y
Doctorando en Derecho por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) – Argentina.
[2] Ortega y Gasset, José, Vieja y nueva política, Obras Completas, t I, ed. 7º, Revista de occidente,
Ediciones Castilla, Madrid, 1966 p. 289.
[3] Ildarraz Benigno, Zarza Mensaque Alberto, Viale Claudio, Derecho Constitucional y
Administrativo, 2º ed. Eudecor, Córdoba, p. 421.
[4] Parejo Alfonso, Luciano, Lecciones de Derecho Administrativo, 5º ed. Tirant lo Blanch,
Valencia 2012, p. 727.
[5] Beling, Ernst von, Esquema de Derecho Penal La Doctrina del delito-tipo, Librería del Foro,
Buenos Aires, 2002 p. 74.
[6] Jinesta Lobo, Ernesto, Tratado de Derecho Administrativo, t I, Dike, Medellín, 2002 p. 461.
[7] Marienhoff, Miguel, Tratado de Derecho Administrativo, t I Abeledo Perrot, Buenos Aires, p.
628. Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo t 3, 5º ed. Fundación de Derecho
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7º ed. reimp. Abeledo Perrot, Buenos Aires, p.p. 123-4.
[8] García De Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás Ramón, Curso de derecho administrativo, t II,
9º ed. Civitas, Madrid, 2004 p. 163.
[9] Alessi, Renato, Instituciones de Derecho Administrativo, trad. 3º ed. italiana Buenaventura
Pellisé Prats, t I, Bosch, Barcelona, 1970, p. 231, 233, 237.
[10] Brewer Carias, Allan R. Las Instituciones Fundamentales del Derecho Administrativo y la
Jurisprudencia Venezolana, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1964, p. 38.
[11] Cassagne, Juan C., Derecho Administrativo, t II, 7º ed. reimp. Abeledo Perrot, Buenos Aires, p.
438.
[12] Bermúdez Soto, Jorge, Derecho Administrativo General, 2º ed. Abeledo Perrot Thomson
Reuters, Santiago, 2011, pp. 325-326.
[13] Cimmino, Salvatore, La organización administrativa en su contexto social, Centro de
formación y perfeccionamiento de funcionarios, EA, Madrid, p. 271.
[14] Serra Rojas, Andrés, Derecho Administrativo, t I, 8va. Ed., Porrúa, México, 1977, p. 443.
[15] White Leonard, Introducción al estudio de la Administración Pública, trad. Florentino Torner,
Compañía General de Ediciones, México, 1962, p. 412.
[16] Parada, Ramón, Derecho Administrativo, t I, 23º ed. Open, Madrid, 2013, p. 624.
[17] Waldo, Dwight, Administración Pública, La función Administrativa, 6º reimp. Trillas, México,
p. 414.
[18] Debbasch, Charles, Ciencia Administrativa, 2º ed. Trad. José Antonio Colás Leblanc, Instituto
Nacional de Administración Pública, Madrid, 1981, p. 400, 401.
[19] Faya Viesca, Jacinto, Administración Pública Federal, Porrúa, México, 1976, p.p. 626-7.
[20] Hauriou, Maurice, Principios de Derecho Público y Constitucional, Trad. Carlos Ruiz del
Castillo, Reus, Madrid, 1927, p. 92, 432. NIETO, Alejandro, Derecho Administrativo Sancionador,
4º ed. Tecnos, Madrid, 2005, p. 133.
[21] Moraga Klenner, Claudio, Tratado de Derecho Administrativo, t VII, Abeledo Perrot, Santiago,
2010, p. 36.
[22] Martínez Morales, Rafael, Derecho Administrativo, 3º ed. Oxford Harla, México, 1998 p. 278.
[23] Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo t 4, 8º ed. Fundación de Derecho
Administrativo, Buenos Aires, 2004, p. II-16. FRAGA, Gabino, Derecho Administrativo, 24º ed.
Porrúa, México, 1985, pp. 258-259.
[24] Astorga Bracht, Sergio y otro c/ COMFER - dto. 310/98 s/ amparo ley 16.986" - CSJN -
14/10/2004, del cual pueden extraerse tres premisas fundamentales, a saber: a) la consolidación del
derecho a la tutela administrativa efectiva; b) la reiteración de la vigencia en nuestro derecho del
denominado derecho a la tutela judicial efectiva; c) el reconocimiento de la posibilidad de
interponer recursos administrativos pero sólo como un derecho; d) la obligación de resolver que
carga sobre la Administración, y el consecuente derecho del particular a solicitar tal actitud. Citado
por Borla, Silvia, Esbozos sobre el rol de la Administración frente a Cuestiones Ambientales en la
Provincia de Salta, Revista Iberoamericana de Derecho Ambiental y Recursos Naturales – Nº 11 –
2014 27-02-2014, IJ-LXX-767.
[25] Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo t 3, 5º ed. Fundación de Derecho
Administrativo, Buenos Aires, 2000, p. VIII-34.
[26] Ivanega, Miriam "El derecho de defensa en el procedimiento disciplinario", en "Cuestiones de
Procedimiento Administrativo", RAP, Buenos Aires, p. 930.
[27] Cámara en lo Contencioso Administrativo Nº 2, Concepción Del Uruguay, “Municipalidad de
Federación c/ Valenzuela Leandro Jesús s/ Acción de Lesividad Nº 207/CU” 24/06/2013.
[28] Cámara en lo Contencioso Administrativo Nº 2, Concepción del Uruguay, “Micheloud,
Marcelo c/ Estado Provincial s/ Contencioso Administrativo Nº 130/CU” 7/11/2013.
[29] Fallo cit. Micheloud 7/11/2013.
[30] Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Entre Ríos (STJER), Sala Penal “Colazo,
Daniel – Homicidio s/ Rec. de Casación” Expte. Nº 4387/2013, 15/5/2014.
[31] Hutchinson, Tomás, Régimen Procedimientos Administrativos, 4º ed 3º reimp. Astrea, Buenos
Aires, 1998, p. 38. DIEZ, Manuel M., Manual de Derecho Administrativo, t 2, 6º ed. Plus Ultra,
Buenos Aires, 1997, p. 485.
[32] En algunos países como es el caso de Colombia se lo estudia como una disciplina autónoma.
[33] Schmidt-Assman, Eberhard, La teoría general del Derecho Administrativo como sistema,
Marcial Pons, Madrid, 2003, p. 15. García De Enterría, Eduardo, La Constitución como norma y el
Tribunal Constitucional, Civitas, reimp. 1991, Madrid, p. 20.
[34] García Belaunde, Domingo, “El derecho procesal constitucional: un concepto problemático”
Revista latino-americana de estudos constitucionais Dir. Paulo Bonavides, Livraria Del Rey Editora
Ltda. Belo Horizonte, Brasil, 2004, p. 140. Gozaíni, Osvaldo, “La autonomía científica del derecho
procesal constitucional” en Temas de Derecho Procesal Constitucional Latinoamericano, editor
Boris Barrios González, Universalbooksm Panamá, 2012 p. 29.
[35] Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo t 4, 10º ed. Fundación de Derecho
Administrativo, Buenos Aires, 2010, p. II-17.
[36] Castro Loria, Juan C., Derecho Administrativo sancionador y garantías constitucionales, FPDP.
San José, Costa Rica, 2006, p. 17.
[37] Bendezú Neyra, Guillermo, Derecho Procesal Administrativo, Fecat, Lima, 2010 p. 141.
[38] Balbín, Carlos, Manual de Derecho Administrativo, La Ley, Buenos Aires, 2011, p. 492.
Villagra Maffiodo, Salvador, Principios de Derechos Administrativo, 2º e. Servilibro, Asunción, p.
205.
[39] Comadira, Julio, Derecho Administrativo, Lexis Nexis Abeledo Perrot, 2º ed. reimp. Buenos
Aires, 2003, p. 575.
Se puede consultar vía WEB en:
http://ar.ijeditores.com/pop.php?option=articulo&Hash=3ab7d464f81e0b84d38dc096efa09f95
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Este artículo hace una exégesis de las últimas reformas legislativas llevadas a cabo sobre las
tasas judiciales y la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita, que pueden comportar una colisión con el
derecho a la tutela judicial efectiva y un obstáculo al libre acceso a la jurisdicción.
También se hace un estudio sobre los delitos contra la Administración de Justicia que vienen
establecidos en el Código Penal vigente y los delitos relacionados con la Corte Penal Internacional, cuya
finalidad es controlar la legalidad de la actuación administrativa, sancionando aquellos comportamientos
que afecten el buen funcionamiento de la misma.
Abstract: The Right to an effective legal protection or remedy as recognized in Article 24 of the
Spanish Constitution is one of the Fundamental Rights that the State provides citizens with via the
jurisdictional function of the courts. This is to ensure their rights and legitimate interests are effective and
to obtain a resolution based on law, making judicial declarations effective, in which the Constitutional Court
has pronounced sentence through the jurisprudence.
This work provides an exegesis of recent legislative reforms carried out regarding court fees and
the Law of Free Legal Assistance, which may be in conflict with the right to an effective legal protection
and create an obstacle to free access to the legal system.
We also carry out a study regarding offences against the Administration of Justice as established
in the current Penal Code and offences related to the International Criminal Court whose aim is to control
the legality of the administration’s activities, and penalize such behaviour as affects the correct functioning
of the administration.
Finally, we mention the right of access to justice within the framework of European Community
law, through the analysis of the jurisprudence established by the Court of Justice of the European Union
and the European Court of Human Rights in the area of effective legal protection.
Palabras clave: Tutela judicial efectiva, proceso judicial, órgano jurisdiccional, tasa judicial,
justicia gratuita, delitos contra la administración de justicia.
Keywords: Effective legal protection, effective legal remedy, judicial process, judicial body, court
fees, free justice, offences against justice administration.
1. INTRODUCCIÓN.
Finalmente se hace una exégesis de los delitos contra la Administración de Justicia, en el sentido
utilizado por el Código Penal vigente, como sistema institucional de solución de conflictos, y que el Estado
de Derecho a través del Poder Judicial, de manera exclusiva e independiente, asume las funciones de
administrar justicia, sometiendo a todos los poderes públicos al cumplimiento de la Ley, controlando la
legalidad de la actuación administrativa y ofreciendo a todas las personas la tutela efectiva en el ejercicio
de sus derechos e intereses legítimos sin olvidar que, el legislador español, extiende a la Corte Penal
Internacional la protección de los delitos relacionados con la misma, con los que se busca sancionar
comportamientos que afecten su buen funcionamiento. Y, por último, se analiza el derecho de acceso a la
justicia en el marco del Derecho Comunitario Europeo.
2. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
La palabra acción proviene etimológicamente del vocablo latino actio que significa el acto jurídico
del demandante o actor dirigido a conseguir en el juicio una sentencia favorable. En un sentido formal o
procesal, es el acto de demandar ante el magistrado para iniciar el procedimiento (actione experiri,
actionem exercere), y en un sentido material, equivale a pretensión para conseguir una prestación o una
abstención de otra persona1. Y el Diccionario de Autoridades define “acción”, en una tercera acepción,
como el derecho que uno tiene sobre alguna cosa, para pedirla en juicio, según y como le pertenece2.
En el Derecho Romano la acción a la tutela judicial efectiva se precisa como la res in iudicium
3
deducta, el objeto de la controversia en el procedimiento formulario, una vez celebrada la litis contestatio ,
es decir, la cosa que en el juicio se pide.
1
GARCÍA GARRIDO, J.M., S.v. “Actio”, Diccionario de Jurisprudencia Romana, cit., 7.
2
S.v. “Acción” en Diccionario de Autoridades – Tomo I (1726)”En lo forense significa el derecho que uno tiene à alguna
cosa, para pedirla en juicio, segun y como le pertenece: y si es por causa legítima, ò por título, se llama el modo de
proponerla Demanda civíl, y si es criminál se llama Acusación. En lo antiguo no se usó en el Foro de esta palábra,
porque se decía demanda ò querella, como se vé en las leyes. Los Jurisconsultos dán à las acciones diferentes
nombres, segun la calidád y naturaleza de los casos. Lat. Actio, id est, jus prosequendi in judicio quod sibi debetur.
BARBAD. Coron. fol. 127. Dexandole la acción libre para pedirlo en justicia.”
3
GARCÍA GARRIDO, J.M., S.v. “Res in iudicium deducta”, Diccionario de Jurisprudencia Romana, Madrid 2000, 304.
El origen del debido proceso, como elemento integrante del derecho a esta acción, se recoge en
la Carta Magna de 1215 en la que el rey Juan "sin tierra" de Inglaterra se comprometía a respetar los
fueros e inmunidades de la nobleza y a no disponer la muerte ni la prisión de los nobles ni la confiscación
de sus bienes, mientras aquellos no fuesen juzgados por ‘sus iguales’, otorgando una carta de libertades
que en su sección 39 estableció: ” Ningún hombre libre será arrestado, o detenido en prisión o
desposeído de sus bienes, proscrito o desterrado, o molestado de alguna manera; y no dispondremos
sobre él, ni lo pondremos en prisión, sino por el juicio legal de sus pares, o por la ley del país”. Por lo que
el debido proceso surge como un derecho de la persona a no ser condenado sin un juicio previo.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), al igual que la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, ha establecido el proceso en el artículo 8.1: “Toda
persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación
de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”.
Tampoco la Constitución Española de 1978 ha sido ajena a esta tendencia, y así lo demuestra su
artículo 24, cuyo contenido será objeto de estudio en el apartado siguiente.
La tutela judicial efectiva se encuentra entre los derechos fundamentales de la Sección 1ª del
Capítulo II del Título I de la Constitución Española vigente, bajo la rúbrica “De los derechos fundamentales
y de las libertades públicas”, y aparece como un derecho fundamental de la persona, porque constituye el
instrumento de defensa que el Estado pone en manos de los ciudadanos para hacer efectivos sus
derechos e intereses legítimos.
En primer lugar, el derecho a la tutela judicial efectiva comprende el libre acceso a los órganos
jurisdiccionales, y así, la STC 13/1981 de 22 de abril en su FJ1º dispone: “El art. 24 de la Constitución
supone no sólo que todas las personas tienen derecho al acceso a los Tribunales para el ejercicio de sus
derechos e intereses legítimos, sino también que dichas personas -todas las personas- tienen derecho a
«obtener una tutela efectiva» de dichos Tribunales «sin que», como se dice textualmente en el referido
artículo, «en ningún caso, pueda producirse indefensión». Por lo que de este pronunciamiento se deduce
que la titularidad del derecho a la tutela judicial efectiva correspondería a todos los sujetos de Derecho,
tanto a las personas jurídicas, privadas y públicas, tengan o no plena capacidad jurídica, como a las
físicas, sean nacionales, residentes de la Unión Europea o extranjeros. Asimismo, el derecho a la tutela
4
Artículo 19.- Restricción de los derechos fundamentales
(4) Toda persona cuyos derechos sean vulnerados por el poder público, podrá recurrir a la vía judicial. Si no hubiese
otra jurisdicción competente para conocer el recurso, la vía será la de los tribunales ordinarios. No queda afectado el
artículo 10, apartado 2, segunda frase.
5
Artículo 101.- Prohibición de tribunales de excepción
(1) No están permitidos los tribunales de excepción. Nadie podrá ser sustraído a su juez legal.
6
Artículo 103.- Derecho a ser oído, prohibición de leyes penales con efectos retroactivos y el principio de ne bis in idem
(1) Todos tienen el derecho de ser oídos ante los tribunales.
judicial efectiva, es un derecho humano proclamado en Pactos Internacionales, y que el art. 6 del
7
Convenio Europeo de Derechos Humanos lo determina como el Derecho a un proceso equitativo .
En cuanto a la prohibición de la indefensión, tal como se recoge en el mismo precepto del art.
24.1º de la CE “…sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión” se pronuncia el Tribunal
Constitucional al indicar que “viene declarando reiteradamente que, en el contexto del artículo 24.1 CE, la
indefensión es una noción material que se caracteriza por suponer una privación o minoración sustancial
del derecho de defensa; un menoscabo sensible de los principios de contradicción y de igualdad de armas
de las partes que impide y dificulta gravemente a una de ellas la posibilidad de alegar y acreditar en el
proceso su propio derecho,[…] que la indefensión sea causada por la incorrecta actuación del órgano
jurisdiccional” (STC 40/2002). Se produce por tanto la indefensión, cuando se priva a una parte o se la
limita en sus medios de defensa, produciendo un perjuicio en sus derechos e intereses, pues el derecho a
la defensa y a la asistencia de letrado proclamado en el art. 24.2º CE, hace que la asistencia de un
profesional del derecho, junto con el principio de contradicción que rige el proceso judicial y la igualdad de
armas en la defensa de las partes, sean esenciales para no producir indefensión y para la efectividad de
sus derechos y, que aunque la asistencia letrada no sea preceptiva, constituye un derecho que asiste a
las partes para defender sus intereses (STC 21/2000 de 18 de septiembre y 22/2001 de 29 de enero).
En segundo lugar, el derecho a la tutela judicial efectiva comprende el derecho a un proceso con
todas las garantías, que implica el acceso a un juez legal imparcial o, según dispone el art. 24.2º de la CE
“al Juez ordinario predeterminado por la ley”, y que pretende mantener y asegurar en el proceso su
neutralidad en relación con los intereses en conflicto, siendo las causas de abstención y recusación de los
jueces y magistrados del art. 219 de la LOPJ, las que garanticen dicha imparcialidad.
Asimismo, el derecho de acceso al proceso lo es a cada una de sus instancias. Así, en la primera
instancia, rige el derecho a la tutela judicial efectiva en toda su amplitud, mientras que el derecho de
acceso a los recursos, lo ha de ser con arreglo al sistema de recursos preestablecido y bajo el
cumplimiento de todos y cada uno de los requisitos que condicionan su admisibilidad y que según STC
37/1995 de 7 de febrero en su FJ2º dispone: “Situados en el perímetro del derecho a la efectividad de la
tutela judicial, desde la concepción genérica y global que parece la más adecuada al caso, es claro que
conlleva varias exigencias entrelazadas. La primera de ellas, que la pretensión formulada ante el Juez
competente al efecto reciba una respuesta no sólo en la primera instancia sino también en los demás
grados procesales, si los hubiere, sean ordinarios o extraordinarios. En tal sentido hemos dicho muchas
veces, en estas o en otras palabras, que una vez diseñado el sistema de recursos por las leyes de
enjuiciamiento de cada orden jurisdiccional, el derecho a su utilización pasa a formar parte del contenido
de la tutela judicial, tal y como se regula en ellas y por tanto puede resultar menoscabada si se impide el
acceso a las instancias supraordenadas arbitrariamente o con fundamento en un error material (SSTC
55/1993 y 28/1994)”.
Asimismo, el denominado recurso de audiencia al rebelde previsto en los arts 496-508 LEC,
basado en la anulación de una sentencia firme, por imposibilidad de comparecencia en el proceso o en el
desconocimiento de su existencia, se fundamenta en el derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24.1
CE, que garantiza el libre acceso de los ciudadanos al proceso, así como el derecho de no ser
condenados sin haber tenido la oportunidad procesal de ejercitar su derecho de defensa.
La motivación de las resoluciones judiciales, también forma parte de la tutela judicial efectiva
constitucionalmente proclamada, pues el derecho a obtener de los órganos jurisdiccionales una resolución
fundada en derecho, exigen que la misma sea de fondo, motivada, razonada y congruente, y que permite
conocer a las partes litigantes los criterios jurídicos y los fundamentos que han llevado al juzgador a
decidir lo resuelto en su parte dispositiva.
El derecho a la obtención de una resolución de fondo se refiere a que el juez ha de otorgar una
respuesta jurídico material al conflicto, por lo que nuestro ordenamiento procesal intenta evitar
7
Art. 6.1 CEDH, sobre el Derecho a un proceso equitativo dice: “Toda persona tiene derecho a que su causa sea oída
equitativa, públicamente y dentro de un plazo razonable, por un tribunal independiente e imparcial, establecido por la
ley, que decidirá los litigios sobre sus derechos y obligaciones de carácter civil o sobre el fundamento de cualquier
acusación en materia penal dirigida contra ella.”.
resoluciones denegatorias del derecho de acción, mediante la actuación del letrado de la Administración
de Justicia y del juez, al inicio del proceso, sobre el cumplimiento de los presupuestos procesales,
otorgando a la parte interesada la facultad de subsanar sus posibles incumplimientos y que, en ocasiones,
el control del derecho de acceso a la jurisdicción, se proyecta hacia la apreciación de defectos de
postulación procesal que causan la exclusión de la parte, o ante supuestos de falta de legitimación pasiva,
en cuyo caso la jurisprudencia del Tribunal Supremo admite el examen de oficio (STS de 15 de octubre de
2002 -2003/256, STS de 30 de mayo de 2002 -2002/4576, STS de 24 de julio de 2001 -2001/4988).
El deber constitucional de que “las sentencias serán siempre motivadas”, viene recogido en el art.
120.3 de la CE, y así el Tribunal Constitucional ha considerado incluido en el derecho a la tutela la
8
obligación de los juzgados y tribunales de motivar las sentencias , y en STC 86/2000 de 27 de marzo FJ4
dice: “Este Tribunal, en una ya muy reiterada y consolidada doctrina, ha venido declarando que el derecho
a la tutela judicial efectiva incluye el derecho a obtener de los órganos judiciales una respuesta razonada,
motivada, fundada en Derecho y congruente con las pretensiones oportunamente deducidas por las
partes, por cuanto la motivación de las resoluciones judiciales, aparte de venir institucionalizada en el
artículo 120.3 CE, es una exigencia derivada del artículo 24.1 CE que permite conocer las razones de la
decisión que aquéllas contienen y que posibilita su control mediante el sistema de los recursos.”
Y en cuanto a la exigencia constitucional de que las sentencias han de ser congruentes con las
pretensiones de las partes, se refiere expresamente el art. 218.1 de la LEC al expresar que “Las
sentencias deben ser claras, precisas y congruentes con las demandas y con las demás pretensiones de
las partes, deducidas oportunamente en el pleito. Harán las declaraciones que aquéllas exijan,
condenando o absolviendo al demandado y decidiendo todos los puntos litigiosos que hayan sido objeto
del debate.”, cuyo incumplimiento deja expedita al justiciable la vía del recurso ordinario contra la
sentencia y, en última instancia, el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, pues tiene
declarado este alto Tribunal que el derecho a obtener del órgano jurisdiccional una sentencia congruente
forma parte del contenido del derecho a la tutela judicial, y así lo demuestra la STC 88/1992 de 30 de
marzo en su FJ2, que dice: “Desde la STC 10/1982. hemos declarado reiteradamente que el vicio de
incongruencia entendido como desajuste entre el fallo judicial y los términos en que las partes formulan
sus pretensiones, concediendo más o menos, o cosa distinta de lo pedido, puede entrañar una
vulneración del principio de contradicción constitutiva de una efectiva denegación del derecho a la tulela
judicial. siempre y cuando la desviación sea de tal naturaleza que suponga una sustancial modificación de
los términos en que discurrió la controversia procesal con la consiguiente indefensión, sustrayendo a las
partes el verdadero debate contradictorio y produciéndose un fallo extraño a sus recíprocas pretensiones
(por todas. SSTC 144í1991. 18311991 Y 59/1992)”.
8
Cfr., GIMENO SENDRA, V., “Introducción al Derecho Procesal”, Madrid, 2014, 247.
En torno a la sentencia y al derecho a obtener la efectividad de sus pronunciamientos, basada en
su ejecución , la STC 32/1982 de 7 de junio en su FJ2º declara: “El derecho a la tutela efectiva que dicho
artículo consagra no agota su contenido en la exigencia de que el interesado tenga acceso a los
Tribunales de Justicia, pueda ante ellos manifestar y defender su pretensión jurídica en igualdad con las
otras partes y goce de la libertad de aportar todas aquellas pruebas que procesalmente fueran oportunas
y admisibles, ni se limita a garantizar la obtención de una resolución de fondo fundada en derecho, sea o
no favorable a la pretensión formulada, si concurren todos los requisitos procesales para ello. Exige
también que el fallo judicial se cumpla y que el recurrente sea repuesto en su derecho y compensado, si
hubiere lugar a ello, por el daño sufrido: lo contrario sería convertir las decisiones judiciales y el
reconocimiento de los derechos que ellas comportan en favor de alguna de las partes, en meras
declaraciones de intenciones”. Por lo que la actividad jurisdiccional no puede agotarse con la declaración
contenida en la sentencia, sino que es necesario realizar lo ordenado en un título definitivo e irrevocable,
como lo es la sentencia firme, pues el Tribunal Constitucional ha declarado en STC 3/2002 de 14 de
enero FJ1: “del derecho a la ejecución de sentencias firmes como garantía integrada en el derecho a la
tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE)”.
En este mismo sentido se pronuncia la STC 314/1994 de 21 de noviembre, FJ2 al declarar que “la
obligatoriedad de las Sentencias y demás resoluciones firmes de los Jueces y Tribunales (art. 118 C.E.),
viene a integrarse con absoluta naturalidad en el haz de derechos fundamentales contenido en el art. 24
de la Constitución. Así, pues, tal exigencia significa que el ganador del pleito haya de ser repuesto en su
derecho y compensado, si hubiere lugar a ello, por el daño sufrido. Lo contrario sería convertir las
decisiones judiciales y el reconocimiento que ellas comportan a favor de alguna de las partes, en meras
declaraciones de intenciones o buenos propósitos (por todas, in extenso STC 102/1994), vaciando de
contenido, en definitiva la función jurisdiccional si se la priva de consecuencias practicas”. Por este motivo
el art. 18.2 de la LOPJ establece que “Las sentencias se ejecutarán en sus propios términos”, y por tal
razón, la inejecución de una sentencia conlleva el recurso de amparo, pues tal como ha señalado el
Tribunal Constitucional la tutela judicial efectiva tiene que impedir que las sentencias se conviertan en
meras declaraciones de derechos sin alcanzar su efectividad, limitando a las personas el derecho de
acceso a la justicia y menoscabando la protección de esta derecho fundamental y del Estado de
9
Derecho .
Su cumplimiento será vigilado por el juez10, al tratarse de un requisito que permite su subsanación
(arts. 414 y 415 LEC), y a quien le incumbe cumplir con el deber que le impone la doctrina constitucional11
sobre el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, de dar la oportunidad a las partes para que
12
subsanen los defectos de postulación advertidos , pues la respuesta jurisdiccional no se limita a la
9
Consejo de Europa, CCJE (2010), Informe nº 13 (2010) sobre el papel de los jueces en la ejecución de las
resoluciones judiciales, Estrasburgo, apdo 7.
10
En opinión de CLARA PAULETTI, A., “Iura Novit Curia y reconducción de las postulaciones. Cuando la Tutela
Judicial Efectiva, es un Derecho Fundamental”, en XXVI Congreso Nacional de Derecho Procesal, Santa Fe, 8. 9 y 10
de Junio de 2011, en uso de las facultades y deberes impuestas al juez, le ordenan señalar, antes de dar trámite a
cualquier petición, los defectos u omisiones de que adolezca, ordenando que se subsanen dentro del plazo que fije.
11
Pues la STC 2/2005, de 17 de enero, FJ 5 dispone: “En efecto, por lo que se refiere a los defectos advertidos en los
actos de postulación o representación procesal de las partes, que es la cuestión que nos ocupa, este Tribunal ha
mantenido siempre de forma indubitada que la falta de acreditación de la representación procesal es subsanable si el
defecto se reduce a esta mera formalidad, y siempre que tal subsanación sea posible, de modo que en tales supuestos
debe conferirse a las partes la posibilidad de subsanación antes de impedirles el acceso al proceso o al recurso
legalmente previsto (SSTC 67/1999, de 26 de abril, FJ 5; 195/1999, de 25 de octubre, FJ 2; y 285/2000, de 27 de
noviembre, FJ 4, por todas)”.
12
Sobre el principio pro actione y los defectos procesales advertidos la STC 327/2005, de 12 de diciembre, FJ 3 c)
dispone que “los órganos judiciales deben llevar a cabo una adecuada ponderación de los defectos que adviertan en
los actos procesales de las partes, guardando la debida proporcionalidad entre el defecto cometido y la sanción que
debe acarrear, procurando, siempre que ello sea posible, la subsanación del defecto, a fin de favorecer la conservación
de la eficacia de los actos procesales y del proceso como instrumento para alcanzar la efectividad de la tutela judicial
efectiva. En dicha ponderación debe atenderse a la entidad del defecto y a su incidencia en la consecución de la
finalidad perseguida por la norma infringida, y su trascendencia para las garantías procesales de las demás partes del
proceso, así como a la voluntad y grado de diligencia procesal apreciada en la parte en orden al cumplimiento del
resolución del litigio, sino que debe velar por la idoneidad de la protección jurisdiccional de los derechos,
dando la oportunidad a las partes para que subsanen los defectos de postulación advertidos, cuando sean
susceptibles de reparación, sin menoscabo del procedimiento, y así mantener el derecho de igualdad de
oportunidades de acceso a la justicia, lo que también significa un derecho a la efectiva protección del
derecho material13.
Pero ante esta falta de posibilidad de suplir la postulación procesal se suma la falta de motivación
en la decisión de no suspensión de la celebración de vista por inasistencia letrada, en la se pronunció la
STC 66/1999 de 26 de abril de 1999, en su FJ 2 que dice "en todo proceso judicial debe respetarse el
derecho de defensa contradictoria de las partes contendientes mediante la oportunidad de alegar y probar
procesalmente sus derechos o intereses, sin que pueda justificarse la resolución judicial inaudita parte
más que en el caso de incomparecencia por voluntad expresa o tácita, o por negligencia imputable a
alguna parte"; por lo que no es válido celebrar sin más la vista oral, "ignorando la petición de suspensión",
sobre la que no recayó pronunciamiento alguno ni, por ende, expresión de las razones por la que no
resultaba procedente la suspensión solicitada”, pues la razón estriba en que la decisión debe ser en todo
caso motivada, ya que en caso contrario podría traducirse en una vulneración de los principios de
contradicción y defensa y, por ello, en una lesión de derechos fundamentales.
requisito procesal omitido o irregularmente observado”; y siguiendo la misma línea y en opinión de SALAH PALACIOS,
E., “La tutela judicial efectiva en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional 1981-2014”, 2015, 114 que dice: “Depende
del contenido normativo del mismo art. 24.1 CE, regla que impone al juzgador un deber de favorecer la defensa de los
derechos e intereses cuya tutela ante él se reclame sin denegar dicha protección mediante la aplicación
desproporcionada de las normas procesales que prevén una resolución de inadmisión o de eficacia equiparable”.
13
En este sentido MARINONI, L.G., “Derecho Fundamental a la Tutela Jurisdiccional Efectiva”, Ed. Palestra, 2007, 233.
14
STC 101/1997, de 20 de mayo, que en su Fundamento Jurídico 6, dispone: “No obstante lo expuesto, es un hecho
cierto que por la Audiencia Provincial en su resolución se declara la nulidad de las actuaciones practicadas en el
procedimiento desde la providencia en la que el Juez de instancia se pronuncia sobre la admisión de los recurrentes al
procedimiento. Debe afirmarse, pues en este punto, que la Sala en su Sentencia ha procedido de un modo no
conforme al derecho a la tutela judicial efectiva, toda vez la misma ha imposibilitado que los demandados pudieran
efectuar en tales autos, en los términos establecidos en la ley, las alegaciones que tuvieran por convenientes mediante
la contestación a la demanda, y en su caso, la formulación de la correspondiente demanda reconvencional, así como
del ejercicio de la aquella actividad probatoria necesaria e imprescindible para la adecuada defensa de sus derechos e
intereses legítimos, tal como señala el Ministerio Fiscal, habiéndose producido en definitiva, una restricción innecesaria
de los derechos constitucionales de acceso a la jurisdicción y de la defensa, ya que la Audiencia Provincial no ha
tomado en consideración el ejercicio, aunque sea en sentido negativo que había hecho el Juez de instancia del
contenido específico de los arts. 34 y 63, in fine, del Decreto de 21 de noviembre de 1952, que le permiten la corrección
de los defectos de forma desde su dimensión legal y constitucional.”
15
La STC 110/2008, de 22 de septiembre, en su Fundamento Jurídico 3 dispone: “Ciertamente, en el presente
supuesto, se trataba de un proceso nuevo y autónomo del de separación, en el que era preciso, conforme exige el art.
553.2 LEC, realizar la diligencia de notificación de la demanda ejecutiva a la persona del ejecutado para que pudiese
personarse a través del Abogado y Procurador de su elección y, formular, de este modo, su escrito de oposición a la
demanda ejecutiva. Sin embargo el Juez no cumplió con lo preceptuado en esa norma, impidiendo que la parte
ejecutada se personase en la ejecución para oponerse a la pretensión de la ejecutante.
El órgano judicial, no veló, pues, por la correcta constitución de la relación jurídica procesal al despachar la ejecución, y
tampoco actuó con posterioridad conforme al principio pro actione para permitir el ejercicio del derecho de defensa de
la parte ejecutada una vez que el Procurador del proceso declarativo comunicó al ejecutado la existencia de la
demanda ejecutiva… Todo ello nos lleva a concluir que en el caso de autos el órgano judicial no cumplió con el deber
de velar por los derechos de defensa de las partes en el seno del proceso a través de una correcta y escrupulosa
constitución de la relación jurídico-procesal, lo que ha de conducir al otorgamiento del amparo por vulneración del
derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) al haberse cercenado el derecho del recurrente a oponerse a la
demanda ejecutiva formulada en su contra.”
16
Y que la STC 287/2005, de 7 de noviembre en su fundamento Jurídico 4 dispone que “En virtud de lo expuesto cabe
concluir que la providencia impugnada, y las resoluciones judiciales dictadas con posterioridad, vulneraron el derecho a
la tutela judicial efectiva sin indefensión al privar a la parte recurrente de su derecho de acceder al procedimiento
monitorio para oponerse al mismo y, así, evitar la conversión del citado procedimiento en un proceso de ejecución
forzosa dirigido contra sus bienes, mediante una interpretación de las normas reguladoras del apoderamiento del
Procurador contraria a las exigencias del principio pro actione.”, pues para este Tribunal, las resoluciones impugnadas
vulneran el art. 24 CE en su vertiente de acceso al proceso, al realizar una interpretación del precepto “…que puede
tildarse como la más restrictiva, dentro de las posibles, en relación con el derecho a la tutela judicial.
de firma del Abogado o del Procurador de la parte es un defecto "que no debe conducir sin más a la
nulidad del recurso y a la declaración de firmeza de la Sentencia impugnada y a la caducidad de la
acción, pues ello supondría una sanción desproporcionada con la entidad real del defecto;” pues se trata
de un requisito de cumplimiento subsanable y añade “sólo cuando después de conceder ocasión para ello
no hubiera sido subsanado, podrá servir como motivo de inadmisión del recurso sin lesionar la tutela
judicial efectiva".
Entre otros de los derechos constitucionales que asisten al proceso, es el derecho del acusado a
ser informado de la acusación, conocer los hechos que se le imputan y la calificación jurídica de los
mismos, y que es esencial para que pueda preparar su defensa (SSTC 44/1983), por lo tanto el art. 24 de
la CE no permite que ningún Juez pueda juzgar penalmente de oficio sin una acusación previa. El cuanto
al derecho a un proceso público debemos entenderlo como una garantía para el acusado, evitando los
juicios secretos, que junto con la expresión de dilaciones indebidas, cuya consideración depende de
criterios obtenidos de la jurisprudencia constitucional (SSTC 220/2004 y 5/2010 entre las más recientes),
tales como la circunstancia del proceso, la complejidad objetiva del mismo, la duración de otros procesos
similares, la actitud procesal del recurrente, la actitud de los órganos judiciales y sus medios de defensa,
configuran la necesaria efectividad del derecho a la tutela judicial.
El derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para la defensa, hace que el Juez o
Tribunal al admitir los medios de prueba, deban velar para que las pruebas propuestas por las partes
sean pertinentes, útiles y estén relacionadas con el litigio y, por ello, se hace necesario fundamentar la
inadmisión de los medios de prueba que puedan incidir en la sentencia, necesitando una especial
17
motivación la resolución desestimatoria de los mismos , ya que afecta al citado derecho fundamental.
El derecho a no declarar contra sí mismo y no confesarse culpable son otra garantía constitucional
del derecho de defensa, que el acusado puede utilizar en la forma que estime más conveniente para sus
intereses, sin que pueda ser obligado o inducido a ello (STC 122/1992).
La presunción de inocencia es otro derecho fundamental que vincula a todos los poderes públicos
(STC 31/1981) y que actúa como presunción iuris tantum, pues quien acusa tiene que mostrar la
culpabilidad del acusado, pues su condición de inocente ha de verse desvirtuada por las pruebas
aportadas por la acusación, cuya valoración deberán efectuar Jueces y Tribunales a través del principio
de la libre valoración de la prueba.
Y finalmente, el art. 24.2 CE concluye con excluir el deber constitucional de colaborar con la justicia
previsto en el art. 118 de la CE, como es el no declarar sobre hechos presuntamente delictivos, por razón
de parentesco (por el condicionante que produce el hecho de ser familiar del acusado), o de secreto
profesional (como el que disfrutan los sacerdotes, médicos o abogados en el ejercicio de su profesión).
El Estado, a través del derecho a la asistencia jurídica gratuita, mantiene una actividad
instrumental dirigida a dotar de medios necesarios a quienes carecen de recursos económicos para litigar,
a fin de que el derecho a la tutela judicial efectiva sea real y efectivo.
Y a este finalidad responde la Ley 1/1996, de 10 de enero, de Asistencia Jurídica Gratuita, cuya
última reforma realizada por la Ley 42/2015 de reforma de la LEC, supone un impulso al desarrollo de la
justicia gratuita en nuestro ordenamiento jurídico español, en cuya exposición de Motivos se mantiene el
reconocimiento del derecho de asistencia jurídica gratuita a determinadas víctimas con independencia de
los recursos económicos (como por ejemplo las víctimas de violencia de género, de terrorismo y de trata
de seres humanos, menores y personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental), y se
establece un turno de designación de profesionales para asegurar la labor de asesoramiento jurídico
especializado previo, siguiendo los dictados de las normas de la Unión Europea, como la Directiva
2011/36/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5 de abril de 2011, en cuanto a la prevención y
lucha contra la trata de seres humanos y a la protección de las víctimas.
17
El Artículo 285 de la LEC establece un régimen de resolución e impugnación sobre la admisión e inadmisión de los
medios de prueba: “1. El tribunal resolverá sobre la admisión de cada una de las pruebas que hayan sido propuestas.
2. Contra la resolución que admita o inadmita cada una de las pruebas sólo cabrá recurso de reposición, que se
sustanciará y resolverá en el acto, y, si se desestimare, la parte podrá formular protesta al efecto de hacer valer sus
derechos en la segunda instancia.”
18
STC 16/1994, FJ 3, dispone: “El art 119 del Texto constitucional proclama, pues, un derecho a la gratuidad de la
A nivel legislativo, también en los apartados 1 y 2 del artículo 20 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial se dice que: “1. La justicia será gratuita en los supuestos que establezca la ley. 2. Se regulará por
ley un sistema de justicia gratuita que dé efectividad al derecho declarado en los artículos 24 y 119 de la
Constitución, en los casos de insuficiencia de recursos para litigar.”
Con lo cual queda consagrado como derecho constitucional el derecho a la tutela judicial efectiva
reconocido en el art. 24.1 de la C.E. cuya finalidad inmediata radica en permitir el acceso a la justicia de
aquellas personas que carecen de medios económicos para sufragar los costes del litigio y, más
ampliamente, intenta garantizar el principio de igualdad de partes reconocido en el art. 14 de la C.E.,
asegurando que ninguna persona quede indefensa procesalmente por carecer de recursos para litigar.
Asimismo, la reforma de la LEC por Ley 42/2015 de acuerdo con la Directiva 2008/52/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo de 21 de mayo de 2008, y en consonancia con la disposición adicional
segunda de la Ley 5/2012 de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y mercantiles, incluye en la
prestación relativa al asesoramiento y orientación gratuitos el derecho del beneficiario de la asistencia
jurídica gratuita a recibir toda la información relativa a la mediación y otros medios extrajudiciales de
solución de conflictos como alternativa al proceso judicial.
Para superar las discordancias en los datos aportados por los solicitantes de la asistencia jurídica
gratuita con la realidad, se han aumentado las facultades de averiguación patrimonial por parte de las
Comisiones de Asistencia Jurídica Gratuita, pudiendo no sólo requerir a la Administración Tributaria para
confirmar los datos, sino al registro del Catastro, a la Seguridad Social y a los Registros de la Propiedad y
Mercantiles y, a aquellos otros registros que permitan comprobar por medios electrónicos la información
solicitada, que no versará solamente en las rentas o ingresos, sino que se tendrá en cuenta el patrimonio.
Respecto a las personas físicas, el artículo 2 de la LAJG 1996 efectúa un reconocimiento del
derecho e introduce en su reforma algunas particularidades en relación a distintos órdenes
jurisdiccionales.
Se reconoce en el precepto 2.a) el derecho a los ciudadanos españoles, los nacionales de los
demás Estados miembros de la Unión Europea y los extranjeros que se encuentren en España, cuando
acrediten insuficiencia de recursos para litigar, y que en este sentido, ya se pronunció la STC 95/2003 en
el que estimó parcialmente el recurso de inconstitucionalidad contra el inciso “que residan legalmente en
España” del artículo 2.a.) de la LAJG en su redacción inicial, al declarar que “supone, sin duda, una
vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva consagrado en el art. 24.1 CE, del que son titulares
todas las personas (también los extranjeros no residentes legalmente en España),” pues el derecho a la
tutela judicial efectiva debe dirigirse a todo ser humano, tanto para los españoles como para los
extranjeros, legalmente o no residentes en España, y por lo tanto todos ellos tendrán derecho a la
asistencia jurídica gratuita.
justicia pero en los casos y en la forma en los que el legislador determine. Es un derecho prestacional y de
configuración legal cuyo contenido y concretas condiciones de ejercicio, como sucede con otros de esta naturaleza,
corresponde delimitarlos al legislador atendiendo a los intereses públicos y privados implicados y a las concretas
disponibilidades presupuestarias. Sin embargo, como ha reiterado este Tribunal en múltiples ocasiones, al llevar a cabo
en juicio como para el ejercicio de acciones para la efectividad de los derechos laborales en los
procedimientos concursales.
En base al art. 2. f) en los litigios transfronterizos en materia civil y mercantil, tendrán derecho a
la asistencia jurídica gratuita las personas físicas contempladas en el Capítulo VIII de esta ley, en los
términos que en él se establecen.
La Ley 42/2015 que modifica la Ley 1/1996, de 10 de enero, de asistencia jurídica gratuita,
cambia la letra g), en relación con las víctimas de violencia de género, terrorismo y de trata de seres
humanos, quedando redactada del siguiente modo: “Con independencia de la existencia de recursos para
litigar, se reconoce el derecho de asistencia jurídica gratuita, que se les prestará de inmediato, a las
víctimas de violencia de género, de terrorismo y de trata de seres humanos en aquellos procesos que
tengan vinculación, deriven o sean consecuencia de su condición de víctimas, así como a los menores de
edad y las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental cuando sean víctimas de
situaciones de abuso o maltrato.- Este derecho asistirá también a los causahabientes en caso de
fallecimiento de la víctima, siempre que no fueran partícipes en los hechos.”
No obstante, si existe o no vulneración del art. 14 CE por el hecho de que la ley otorgue un trato
diferenciado a las personas físicas y a las jurídicas, y a estas últimas entre sí según la finalidad que
persigan, a ello da respuesta la STC 117/1998 FJ 4, en cuanto a la diferente naturaleza y función de las
personas jurídicas, pues, “a diferencia de lo que ocurre con las personas físicas, cuya existencia jurídica
no puede ser negada por el ordenamiento jurídico, pues la persona, esto es, el ser humano, tiene el
derecho inviolable a que se reconozca su personalidad jurídica…, constituyen una creación del legislador,
y tanto su existencia como su capacidad jurídica vienen supeditadas al cumplimiento de los requisitos que
el ordenamiento jurídico establezca en cada caso”, por lo que de ello se deduce que, son las personas
jurídicas, creaciones del ordenamiento jurídico puestas al servicio de la persona física para que pueda
alcanzar los fines que le son propios, y por lo tanto, realidades diferentes que permiten justificar un trato
desigual en el acceso al derecho a la asistencia jurídica gratuita, que también posee una evidente
justificación en lo que respecta a la distinta condición de las personas jurídicas societarias de las
constituidas para fines de interés general, y en cuyo derecho prestacional, el legislador dispone de un
margen de libertad respecto a los intereses públicos y privados implicados y a las disponibilidades
presupuestarias.
Asimismo, la misma STC 117/1998 FJ 5 al remitir lo resuelto por la STC 16/1994 FJ 3, considera
que el contenido indisponible que encierra el art. 119 CE “sin necesidad de definirlo de forma exhaustiva,
supone, sin duda, que la justicia gratuita debe reconocerse a quienes no puedan hacer frente a los gastos
originados por el proceso (…) sin dejar de atender a sus necesidades vitales y a las de su familia, al
objeto de que nadie quede privado del acceso a la justicia por falta de recursos económicos. Dicho en
otras palabras, deben sufragarse los gastos procesales a quienes, de exigirse ese pago, se verían en la
alternativa de dejar de litigar o poner en peligro el nivel mínimo de subsistencia personal o familiar”, por lo
que, de ello se deriva, que el contenido indisponible del art. 119 CE sólo será aplicable a la persona física,
de la que sólo puede determinarse “un nivel mínimo de subsistencia personal o familiar”.
Por último, de todo ello se deduce que si bien el art. 119 CE no se opone a que todas las
personas jurídicas puedan ser beneficiarias de la justicia gratuita, el art. 3.5 de la LAJG limita ese ámbito
de libertad, ya que pertenece al legislador ordinario decidir cuándo y en qué condiciones las personas
jurídicas deben ser merecedoras del beneficio al derecho de asistencia jurídica gratuita.
En este sentido, es necesario destacar lo dispuesto en el art. 31 de la LAJG, pues una vez
efectuada la designación de los abogados y procuradores, éstos desempeñarán sus funciones de
asistencia y representación de forma real y efectiva hasta la terminación del proceso en la instancia
judicial de que se trate y, en su caso, la ejecución de las sentencias, si las actuaciones procesales en ésta
se produjeran dentro de los dos años siguientes a la resolución judicial dictada en la instancia, sin
perjuicio del efecto de las causas de renuncia o excusa que estén previstas en la Ley, con la excepción de
que sólo en el orden penal podrán los abogados designados excusarse de la defensa, siempre que
concurra un motivo personal y justo, que será apreciado por los Decanos de los Colegios (art. 31 LAJG), y
de otro lado, se prevé la posibilidad de que el Abogado designado para un proceso pueda excusarse de la
defensa alegando de insostenible la pretensión que el litigante pretenda hacer valer ante los tribunales
(art. 32 LAJG).
Asimismo, y a mayor abundamiento, la misma STC 182/2002 FJ4 añade que la asistencia letrada,
además de ser objeto de un derecho fundamental de la persona, debe cumplir -en el marco de la
deontología profesional- una función de filtro de aquellas pretensiones o recursos que pretendan
entablarse con manifiesta falta de fundamento. Por ello, el hecho de que concretamente a los Letrados
designados de oficio se les permita juzgar preliminarmente un asunto como improcedente, puede ser
entendido, sin duda, como una manera de no forzar a un Letrado a defender una postura que no cree
correcta; pero, además, cumple, del mismo modo que lo puede hacer cualquier Letrado, una función
preventiva frente a abusos de la justicia (STC 12/1993, de 18 de enero, FJ 2). Por lo tanto, la denegación
del Abogado y el Procurador del turno de oficio por insostenibilidad de la pretensión no supone en sí una
infracción del art. 24.1 CE.
Otros de los requisitos que constituyen parte del contenido del derecho a la asistencia jurídica son
de destacar:
“4. Inserción gratuita de anuncios o edictos, en el curso del proceso, que preceptivamente deban
publicarse en periódicos oficiales.
5. Exención del pago de tasas judiciales, así como del pago de depósitos necesarios para la
interposición de recursos.
6. Asistencia pericial gratuita en el proceso a cargo del personal técnico adscrito a los órganos
jurisdiccionales, o, en su defecto, a cargo de funcionarios, organismos o servicios técnicos dependientes
de las Administraciones públicas.
8. Reducción del 80 por 100 de los derechos arancelarios que correspondan por el otorgamiento
de escrituras públicas y por la obtención de copias y testimonios notariales no contemplados en el número
anterior, cuando tengan relación directa con el proceso y sean requeridos por el órgano judicial en el
curso del mismo, o sirvan para la fundamentación de la pretensión del beneficiario de la justicia gratuita.
9. Reducción del 80 por 100 de los derechos arancelarios que correspondan por la obtención de
notas, certificaciones, anotaciones, asientos e inscripciones en los Registros de la Propiedad y Mercantil,
cuando tengan relación directa con el proceso y sean requeridos por el órgano judicial en el curso del
mismo, o sirvan para la fundamentación de la pretensión del beneficiario de la justicia gratuita.
10. Los derechos arancelarios a que se refieren los apartados 8 y 9 no se percibirán cuando el
interesado acredite ingresos por debajo del indicador público de renta de efectos múltiples.” (apartado 10
modificado por la Ley 42/2015).
Una vez adoptada la pertinente resolución por los Colegios de Abogados, la decisión definitiva
sobre las solicitudes presentadas corresponde a las Comisiones de Asistencia Jurídica Gratuita, que se
constituirán en cada capital de provincia, en las ciudades de Ceuta y Melilla y en cada isla en que existan
uno o más partidos judiciales, como órgano responsable en su correspondiente ámbito territorial, de
efectuar el reconocimiento del derecho regulado en la presente Ley. No obstante, el órgano competente
en la Comunidad Autónoma podrá determinar un ámbito territorial distinto para la Comisión. Asimismo, en
relación con los Juzgados y Tribunales con competencia en todo el territorio nacional, se constituirá en la
capital del Estado una Comisión Central de Asistencia Jurídica Gratuita dependiente de la Administración
General del Estado (art. 9 LAJG).
La Ley 42/2015 modifica el contenido del artículo 12 de la LAJG dando nueva redacción a los
aportados 2 y 5 del siguiente modo:
“2. El reconocimiento del derecho a la asistencia jurídica gratuita, que podrá comprender todas o
algunas de las prestaciones previstas en el artículo 6, se instará por los solicitantes ante el Colegio de
Abogados del lugar en que se halle el juzgado o tribunal que haya de conocer del proceso principal para
el que aquél se solicita, o ante el juzgado de su domicilio. En este último caso, el órgano judicial dará
traslado de la petición al Colegio de Abogados territorialmente competente.
La solicitud podrá presentarse por cualquier medio, incluyendo los previstos en la normativa de
acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos.
5. Si se acreditare que los ingresos y haberes patrimoniales de alguno de los solicitantes que
deban litigar bajo una sola defensa o representación superan los umbrales previstos en el apartado 1 del
artículo 3 pero no alcanzan el quíntuplo del indicador público de renta de efectos múltiples, la Comisión de
Asistencia Jurídica Gratuita podrá determinar cuáles de las prestaciones establecidas en el artículo 6 se
otorgará a los solicitantes.”
Y añade un nuevo apartado 6 al artículo 12 de la LAJG, que dice:
6. Cuando el coste de las prestaciones reconocidas hubiera de sufragarse por varios litigantes, la
aportación del sistema de asistencia jurídica gratuita se limitará a la parte proporcional que corresponda a
las partes a las que se hubiera reconocido el derecho.”
19
Y así el art. 20 de la LAJG, modificado por la Ley 42/2015, establece lo siguiente: “1. Quienes sean titulares de un
derecho o de un interés legítimo podrán impugnar las resoluciones que, de modo definitivo, reconozcan, revoquen o
denieguen el derecho a la asistencia jurídica gratuita.Tal impugnación, para la que no será preceptiva la intervención de
abogado, habrá de realizarse por escrito y de forma motivada, en el plazo de diez días desde la notificación de la
resolución o desde que haya sido conocida por cualquiera de los legitimados para interponerla, ante el secretario de la
Comisión de Asistencia Jurídica Gratuita. Este remitirá el escrito de impugnación, junto con el expediente
correspondiente a la resolución impugnada y una certificación de ésta, al juzgado o tribunal competente o al Juez
Decano para su reparto, si el procedimiento no se hubiera iniciado.2. Recibido el escrito de impugnación y los
documentos y certificación a que alude el párrafo anterior, el secretario judicial requerirá a las partes y al Abogado del
Estado o al Letrado de la Comunidad Autónoma correspondiente cuando de ella dependa la Comisión de Asistencia
Jurídica Gratuita, para que en el plazo de cinco días presenten por escrito las alegaciones y pruebas que estimen
oportunas.El juez o tribunal podrá acordar mediante providencia, de oficio o a instancia de parte, la celebración de una
comparecencia si la impugnación no pudiere resolverse con los documentos y pruebas aportados. El secretario judicial
señalará día y hora para que tenga lugar dentro de los diez días siguientes.3. Recibidas las alegaciones o finalizada la
comparecencia, en su caso, el juez o tribunal resolverá sin más trámites mediante auto en el plazo de cinco días,
manteniendo o revocando la resolución impugnada, con imposición de una sanción pecuniaria de 30 a 300 euros a
quien hubiere promovido la impugnación de manera temeraria o con abuso de derecho.Contra el auto dictado por el
juez o el tribunal no cabrá recurso alguno.”
20
En este sentido, PRESNO LINERA, M.A., “Tasas judiciales versus derecho fundamental a la tutela judicial efectiva”,
en www.presnolinera.wordpress.com. El Derecho y el revés. 2013.
21
Las tasas judiciales y su limitación sobre la tutela judicial efectiva, véase LOZANO SERRANO, C., “Calificación como
Tributos o Prestaciones Patrimoniales públicas de los Ingresos por Prestación de Servicios”, en Civitas. Revista
española de Derecho Financiero, 16 (2002) 611; SALINAS, M.,”Tasa judicial en el ámbito laboral. Límite a la tutela
judicial efectiva”, en www.cerem.es-Busines School. 2015.
22
Sobre la conveniencia de reinstaurar un tributo que actúe como mecanismo disuasor y permita inyectar fondos para
financiar la modernización de la justicia véase VELASCO NÚÑEZ, E., “Efectividad y coste de la justicia en la
Comunidad Valenciana”, en El coste de la justicia, en Cuadernos de Derecho Judicial, v. XV, Consejo General del
Poder Judicial, (2001) 380, y DEL CARRIL, E., “Impuesto de Justicia o tasas judiciales”, ponencia en la Conferencia
Regional del Banco Mundial sobre Reforma de la Justicia: nuevos enfoques para atender la demanda de Justicia,
Ciudad de México, mayo (2001) 8-9.
23
LOREDO COLUNGA, M., “Las tasas judiciales: una controvertida alternativa de financiación de la Justicia”, en InDret,
1 (2005) 8-11.
24
Hay que constatar que las tasas se incluyen en una norma con rango de ley, publicada el 21 de noviembre de 2012,
de la Ley 10/2012, por lo que se puede comprobar el respeto al principio de seguridad jurídica.
10/2012 no depende de si se deben o no pagar las tasas, sino de su carácter proporcional o no, puesto
que la exigencia de elevadas cuantías puede impedir o dificultar en la práctica el acceso a la jurisdicción.
Asimismo, las limitaciones impuestas al ejercicio del derecho fundamental a la tutela judicial
efectiva han de ser razonables y proporcionales en relación con el objeto pretendido y, no han de afectar
al contenido esencial del derecho, pues se desnaturalizaría el ejercicio de la función jurisdiccional, al
tomar parte activa el órgano judicial en la gestión de la obligación tributaria25, atribuyendo a la misma un
carácter preferente al ejercicio del derecho al acceso a los tribunales, lo cual afectaría a la esencia misma
de la tutela judicial efectiva26.
En este sentido el criterio seguido por el Tribunal Constitucional en el F.J. 10º de la Sentencia nº
20/2012, introduce una cláusula de salvaguarda del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva,
unificando su doctrina con la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y con la del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea, citando pronunciamientos en los que el Tribunal de Estrasburgo
ha sentado la doctrina de que el derecho de acceso a un tribunal no es absoluto y que puede estar sujeto
a limitaciones, al decir que: “En esta misma línea se ha pronunciado el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos que, a partir de la Sentencia Kreuz contra Polonia, de 19 de junio de 2001 (asunto núm.
28249/95), mantiene que el requisito de abonar tasas judiciales en procesos civiles no infringe por sí solo
el derecho de acceso a un tribunal protegido por el art. 6.1 del Convenio de Roma. Sin embargo, la
cuantía de las tasas no debe ser excesiva, a la luz de las circunstancias propias de cada caso, de tal
modo que impida satisfacer el contenido esencial del derecho de acceso efectivo a la justicia (§§ 60 y 66;
en el mismo sentido, SSTEDH de 26 de julio de 2005, Kniat c. Polonia, as. 71731/0127; 28 de noviembre
28
de 2006, Apostol c. Georgia, as. 40765/02 ; y 9 de diciembre de 2010, Urbanek c. Austria, as.
35123/05).”
Por lo que de todo ello se deduce que la aplicación de este criterio ha de venir modulado por las
pautas que el Tribunal Constitucional, el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos y el Tribunal de
Justicia de la Unión Europea han elaborado, a fin de garantizar la plena efectividad de los derechos
29
reconocidos, en el art. 24 de la CE, art. 6.1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos y el art. 47.1
de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea30. Y en este sentido, en Stankov c.
Bulgaria, nº 68490/01, 12 de julio de 2007, el TEDH determinó que existía violación del artículo 6,
apartado 1 del CEDH, pues aunque la imposición de tasas judiciales era compatible con la buena
administración de justicia, el porcentaje relativamente alto e inflexible de la tasa judicial constituía una
restricción desproporcionada del derecho del demandante a la justicia.
25
VILLAFÁÑEZ GALLEGO, R., “¿Pueden los jueces controlar directamente las tasas judiciales?”, en
www.elderecho.com/tribuna.2014.
26
Vid., FALCON Y TELLA, R., Las nuevas tasas judiciales y el derecho a la tutela judicial efectiva, en Repertorio
Aranzadi del Tribunal Constitucional, 1 (2003) 1888; BELTRÁN AGUIRRE, J. L., “Las nuevas tasas judiciales y los
derechos fundamentales a la tutela judicial efectiva y a la igualdad en la ley”, en Revista Aranzadi Doctrinal, 10 (2013)
36.
27
En la sentencia Kniat contra Polonia, de 26 de julio 2005, EDJ 2005/123016, se calificó de excesiva a la cuantía de
las tasas exigidas al contar la apelante como único medio de pago acreditado con la suma recibida e la división de la
sociedad conyugal y apreciar el Tribunal que “no parece razonable pedirle pagar con ella las tasas judiciales, en lugar
de construir su futuro y asegurar sus necesidades y las de sus hijos después del divorcio” (§44).
28
En la sentencia Apostol contra Georgia, de 28 de noviembre 2006 –EDJ 2006/311434, ha considerado el Tribunal
Europeo que exigir al acreedor el desembolso de los gastos preliminares para iniciar un proceso de ejecución, “junto
con el desprecio por su situación financiera”, supone una violación del art. 6.1 del Convenio (§65).
29
El art. 6.1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, dispone: “Toda persona tiene derecho a que su causa sea
oída equitativa, públicamente y dentro de un plazo razonable, por un Tribunal independiente e imparcial, establecido
por ley, que decidirá los litigios sobre sus derechos y obligaciones de carácter civil o sobre el fundamento de cualquier
acusación en materia penal dirigida contra ella. La sentencia debe ser pronunciada públicamente, pero el acceso a la
sala de audiencia puede ser prohibido a la prensa y al público durante la totalidad o parte del proceso en interés de la
moralidad, del orden público o de la seguridad nacional en una sociedad democrática, cuando los intereses de los
menores o la protección de la vida privada de las partes en el proceso así lo exijan o en la medida en que sea
considerado estrictamente necesario por el tribunal, cuando en circunstancias especiales la publicidad pudiera ser
perjudicial para los intereses de la justicia.”
30
El art 47.1 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, dispone: “Toda persona cuyos
derechos y libertades garantizados por el Derecho de la Unión hayan sido violados tiene derecho a la tutela judicial
efectiva respetando las condiciones establecidas en el presente artículo.
Toda persona tiene derecho a que su causa sea oída equitativa y públicamente y dentro de un plazo razonable por un
juez independiente e imparcial, establecido previamente por la ley. Toda persona podrá hacerse aconsejar, defender y
representar.
Se prestará asistencia jurídica gratuita a quienes no dispongan de recursos suficientes siempre y cuando dicha
asistencia sea necesaria para garantizar la efectividad del acceso a la justicia”.
serán exigibles en ningún procedimiento ni recurso, cuya derogación supone una garantía de la tutela
31
judicial efectiva .
De la exégesis de lo expuesto se puede concluir que, con la asunción de parte del coste judicial
por los ciudadanos que recurren ante los tribunales, se pretende racionalizar el ejercicio de la potestad
jurisdiccional, como potestad exclusiva del Estado que se ejercita únicamente a través de los órganos
jurisdiccionales (art. 117 de la CE), y al mismo tiempo, la tasa judicial aporta mayores recursos que
33
permiten una mejora en la financiación del sistema judicial y, en particular, de la asistencia jurídica
34
gratuita . Pero si se pretende descongestionar el sistema judicial por vía del tributo, sería necesario
plantearse cuáles son los tipos de asuntos que más congestionan el sistema judicial y que, a la vez,
tengan menor interés institucional o puedan solucionarse por otras vías alternativas al de la vía judicial. La
imposición de tasas judiciales, como medido de financiación para los servicios que presta la
Administración de Justicia, debe ser razonable, no excesiva y proporcional al fin perseguido35.
El Estado de Derecho a través de la división de poderes determina que el Poder Judicial asuma,
de manera exclusiva e independiente, las funciones de administrar justicia, que comprende ejecutar y
aplicar imparcialmente las normas, someter a todos los poderes públicos al cumplimiento de la Ley,
controlar la legalidad de la actuación administrativa y ofrecer a todas las personas la tutela efectiva en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos.
El objeto de protección de los delitos contra la Administración de Justicia consiste en la tutela del
proceso36, configurando el bien jurídico a partir de la función jurisdiccional37, que se caracteriza por la
38
actuación y tutela del Derecho objetivo, cuya finalidad va dirigida a la solución de conflictos .
31
A esta tasa judicial estatal queda por incorporar la tasa judicial autonómica exigible en aquellas Comunidades
Autonómicas en que fue instaurada, como en el caso de Cataluña, en virtud del art. 16 de la Ley 5/2012, cuya
legitimidad fue confirmada por la STC de 6 de mayo de 2014.
32
No obstante, el criterio adoptado por la Agencia Tributaria desde el 1 de abril de 2016, fundamentado en el art. 33 de
la Ley 35/2006 y en el art. 48, sobre las normas de la declaración de la Renta del ejercicio 2015, al establecer que:
“Cualquier ciudadano al que una sentencia judicial reconozca el abono de las costas, tanto por ganar el pleito como por
temeridad procesal de la parte contraria, tendrá que incluir el importe de las costas en la base liquidable general del
IRPF, aumentando la progresividad de los sueldos, pensiones, resultados de los autónomos o alquileres declarados”,
graba en este sentido las costas judiciales, penalizando nuevamente el derecho de acceso a la justicia.
33
LOREDO COLUNGA, M., “Las tasas judiciales: una controvertida alternativa de financiación de la Justicia”, en “Las
tasas judiciales: una controvertida alternativa de financiación de la Justicia”, cit., 10; BORRAJO INIESTA, I., “El marco
constitucional de las tasas judiciales”, en www.elderecho.com. Lefebvre-El Derecho. 2013.
34
Vid., BELTRÁN AGUIRRE, J. L., “Las nuevas tasas judiciales y los derechos fundamentales a la tutela judicial
efectiva y a la igualdad en la ley”, cit. 33.
35
En opinión de BELTRÁN AGUIRRE, J. L., “Las nuevas tasas judiciales y los derechos fundamentales a la tutela
judicial efectiva y a la igualdad en la ley”, cit., 35: “No parece nada razonable que el ciudadano que quiera defenderse
frente a abusos e ilegalidades de las Administraciones públicas, tenga que iniciar esa defensa pagando un tributo
económicamente considerable.”
36
Vid., GARCIA PÉREZ, O, “Encubrimiento y su problemàtica en el código penal”, Barcelona, 2008, 32.
37
En la doctrina procesal se destaca que la función jurisdiccional se identifica con la Administración de Justicia. Cfr.
DE LA OLIVA, A, en DE LA OLIVA/FERNÁNDEZ, “Lecciones de Derecho Procesal I, Barcelona ,1984, 16.
La regulación penal de estos delitos, establecida en el Título XX del Código Penal, no va dirigida
solamente a sancionar las conductas de los miembros del personal jurisdiccional, Jueces, Magistrados,
Letrados de la Administración de Justicia, cuando vulneren la tutela judicial efectiva, dictando resoluciones
injustas, negándose a juzgar o retardando la administración de justicia en las obligaciones más propias y
esenciales de la función jurisdiccional, sino que tiene un ámbito de aplicación personal y material mucho
más amplio, pues aparecen como sujetos activos de tales delitos los testigos, los peritos, intérpretes,
abogados, procuradores, graduados sociales, Ministerio Fiscal, sentenciados, presos y denunciantes,
además de otros tipos en los que cualquier persona puede ser sujeto activo de la conducta delictiva.
Procederemos a hacer un breve análisis de cada uno de los delitos contra la Administración de
Justicia, y empezaremos con el delito “De la prevaricación” previsto en el Capítulo I Título XX “Delitos
contra la Administración de Justicia” del Código Penal vigente, que sanciona tres conductas distintas,
consistentes en otros tantos incumplimientos flagrantes de las obligaciones básicas de la función
jurisdiccional: dictar resoluciones injustas39, negarse a juzgar o retardar maliciosamente la Administración
de Justicia.
-La prevaricación estricta y dolosa, se tipifica en el art. 446 del Código Penal, como delito
especial propio40, dictar a sabiendas41 sentencia o resoluciones injustas42. La prevaricación dolosa no
consiste en una mera contradicción objetiva del ordenamiento jurídico de aplicación al caso, sino en una
exclusión o apartamiento del Derecho.
-La denegación de Justicia tipificada en el art. 448 del Código Penal es otro incumplimiento
flagrante de la función jurisdiccional, los Jueces y Tribunales tienen el deber inexcusable de resolver en
todo caso los asuntos de que conozcan, ateniéndose al sistema de fuentes establecido.
-El retardo malicioso en la Administración de la Justicia, tipificado en el art. 449 del Código
Penal como delito especial propio de los Jueces, Magistrados, Letrados de la Administración de Justicia o
cualquier otro funcionario adscrito a la Administración de Justicia, supone un comportamiento lesivo en sí
mismo del derecho fundamental a un proceso público sin dilaciones indebidas reconocido en la CE.
El bien jurídico protegido en este tipo de delito guarda estrecha relación con la potestad
jurisdiccional43, cuya finalidad última es proteger un aspecto esencial del derecho fundamental de los
44
ciudadanos a la tutela judicial efectiva, el derecho a obtener una resolución fundada en Derecho .
Otro de los delitos tipificados en el art. 450 del Código Penal es el “De la omisión de los deberes
de impedir delitos o promover su persecución” del Capítulo II Título XX “Delitos contra la
Administración de Justicia”, como delito de dos conductas de omisión propias, dirigido a aquellos
ciudadanos que no impidan la comisión de delitos contra la vida, integridad, salud, libertad o libertad
sexual, pudiendo hacerlo de manera personal o reclamando la intervención de los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad, sin que ello suponga un riesgo para si mismos o para terceras personas, ya que en estos
38
No solamente la Administración de Justicia es la única instancia encargada de dar solución a los conflictos, sino que
también existen en la sociedad unos mecanismos capaces de abordar los litigios que surgen en su seno ( como los
medios de la autocomposición –p.e. allanamiento, desistimiento- o como los medios de heterocomposición –el
arbitraje). GIMENO SENDRA, V., “Introducción al Derecho Procesal”, cit.,17-23.
39
Por lo que se refiere al carácter injusto de la resolución, se excluyen del ámbito de la prevaricación judicial aquellas
resoluciones que son defendibles o justiciables, es decir que no sean defendibles a través de ningún método aceptable
de interpretación de la norma legal, pues como afirma la sentencia del Tribunal Supremo 1497/2002 de 24 de
septiembre el delito de prevaricación de funcionario requiere que la resolución dictada por funcionario en un asunto
administrativo sea objetivamente contraria a derecho.
40
Los arts. 446 y 447 del Código Penal se refieren al “Juez o Magistrado”, encontrándonos ante delitos especiales
propios, pero según opinión de PEDREIRA GONZÁLEZ, F. M., “Prevaricación (delitos de)”, en Eunomía. Revista en
Cultura de la legalidad, 1 (septiembre 2011- febrero 2012) 164-165, pueden incluirse en este ámbito, no sólo Jueces y
Magistrados integrantes de la jurisdicción ordinaria, sino también otros posibles sujetos no integrados en la misma,
como los miembros de la Jurisdicción Militar, los Magistrados del Tribunal Constitucional, los Consejeros del Tribunal
de Cuentas en el enjuiciamiento de la responsabilidad contable, los miembros de los Tribunales Consuetudinarios y
Tradicionales e, incluso, los miembros del Tribunal del Jurado y los Árbitros.
41
La expresión “a sabiendas” se identifica con el dolo, y exige conciencia y voluntad.
42
Si bien el delito de prevaricación judicial sólo se podrá cometer a través de una resolución con contenido decisorio,
según OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, E., “La prevaricación del funcionario público, Madrid, 1980, 85, quedan
excluidos los actos de trámite; contrariamente RAMOS TAPIA, Mª Inmaculada, “El delito de prevaricación judicial”
Valencia, 2000, 225, en algunas ocasiones nos encontramos con resoluciones como la providencia, que tienen el
contenido propio de un auto y resuelven cuestiones esenciales de un asunto, por lo que se habrá de analizar si nos
encontramos ante una resolución con contenido decisorio.
43
Según sentencia del Tribunal Supremo 798/1995 de 10 de julio, el bien jurídico protegido por el legislador, es el
recto y normal funcionamiento de la Administración de servir con objetividad a los intereses generales, con sujeción al
sistema de valores instaurado en la Constitución y en consideración de los arts. 103 y 106 que sirven de punto de
partida para cualquier actuación administrativa, con pleno sometimiento al principio de legalidad.
44
PEDREIRA GONZÁLEZ, F. M., “Problemas fundamentales del delito de prevaricación judicial. Doctrina y
jurisprudencia, en CEURA, Madrid, 2007, 52.
casos, los particulares pueden ejercer determinadas capacidades de intervención o reacción que
propiamente corresponde al Estado.
45
-El encubrimiento es otra figura delictiva autónoma como delito previsto en el Capítulo III Título
XX “Delitos contra la Administración de justicia”, que viene tipificado en el art. 451 del Código Penal, y se
concibe como una forma genérica de favorecimiento postejecutivo46, mediante la que se reprocha el
47
comportamiento personal de quien obstaculiza la eficacia de la Administración de justicia , al pretender
que el delito no sea descubierto, ya favoreciendo el beneficio o la impunidad de los delincuentes, ya
dificultando la investigación de los hechos o la captura de sus responsables.
-La realización arbitraria del propio Derecho que establece el art. 455 del Capítulo IV Título XX
“Delitos contra la Administración de Justicia” del Código Penal, se trata de un delito común y de resultado,
de comisión activa, con el que el legislador respalda uno de los principios del sistema vigente de la
Administración de Justicia, consistente en la prohibición de que los ciudadanos se tomen la Justicia por su
mano, no utilizando las alternativas que el ordenamiento jurídico pone a su disposición48 a través de los
órganos jurisdiccionales. Por lo que se inculpa todas las posibilidades violentas y coactivas de ejercicio
ilegítimo de un derecho subjetivo, esto es, de utilización instrumental de la violencia, la intimidación o la
fuerza en las cosas49 al margen de las vías legales. La STS 24/2011 de 1 de febrero en su FJ 2 establece
que “de la presencia de la tipicidad de la realización arbitraria del propio derecho de un elemento subjetivo
del injusto “para realizar un derecho propio”…, la finalidad perseguida por el autor debiera consistir,…, en
la utilización de una vía de hecho, violenta en las personas o con fuerza en las cosas, para recuperar la
cosa a la que se tiene derecho y que la parte obligada no cede voluntariamente”.
No obstante, y en otra línea de opinión, Magaldi50 pone de manifiesto que, el no recurso a los
Tribunales para hacer efectivo un derecho mediante la elección de vías de hecho violentas, no deberían
ser acreedoras de protección penal, porque aunque con ellas se rompa la paz jurídica, se intenta evitar
perjuicios patrimoniales o personales a sujetos individuales concretos y, asimismo, el ordenamiento
jurídico posee recursos suficientes para resolver el conflicto surgido, como la vía interdictal a la que podrá
51
acudir el deudor, arbitrariamente desposeído de la cosa, para reclamar la posesión de la misma , o la
acción reivindicatoria de dominio52.
-La acusación y la denuncia falsa está tipificada en el art. 456.1 del Código Penal, para
sancionar a quienes con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, imputaren a
alguna persona hechos que, de ser ciertos, constituirían infracción penal, si esta imputación se hiciera
ante funcionario judicial que tenga el deber de proceder a su averiguación. Es un delito común y de mera
actividad, con el que se produce la puesta en marcha, de manera fraudulenta, del sistema institucional,
45
El tratamiento de la receptación en la legislación española ha sufrido una evolución desde su configuración como una
forma de participación, modalidad del encubrimiento, hasta llegar la Ley de 9 de Mayo de 1950 que la regula como
delito independiente, dentro del Título " De los delitos contra la propiedad", DEL ROSAL, J., “Acerca del encubrimiento”,
en Anuario de derecho penal y ciencias penales, Tomo 2, 3(1949) 521-522.
46
Recogiendo el sentido expuesto se pronuncia la Sentencia del Tribunal Supremo de 28 de marzo de 2001, al
senyalar que “El fundamento esencial del tratamiento del encubrimiento como delito autónomo se encuentra en la
consideración de que no es posible participar en la ejecución de un delito cuando ya se ha consumado”,
47
Tras la entrada en vigor de la Constitución de 1978, y al mismo tiempo que se realizan reformas parciales del
Código entonces vigente, se producen varios intentos de elaboración de un nuevo texto legal que recogiera los
principios adoptados por el texto constitucional. En el Proyecto de 1980 y propuesta de Anteproyecto de 1983
desaparece el encubrimiento como forma de participación y se instala, como tipo autónomo, entre los delitos contra la
Administración de Justicia; al mismo tiempo, permanece el delito de receptación también como delito autónomo entre
los delitos contra el patrimonio. El código penal de 1995, diferencia entre receptación de bienes y el llamado blanqueo ,
que ve muy ampliada su esfera de aplicación, y se aproxima más a los comportamientos que encuadraríamos como
encubrimiento y que hoy se constituye como un tipo autónomo, y que el legislador dedica a las conductas que lesionan
la Administración de Justicia, Vid. OCAÑA-DIAZ-ROPERO, C., EN “Antecedentes históricos y legislativos de los delitos
de encubrimiento, receptación y figuras afines”, en Revista electrónica de Metodología e Historia del Derecho. Volumen
II, Madrid, 2005, 53-54.
48
El Estado es el único que tiene la potestad para dirimir los conflictos empleando el uso de la fuerza, por lo que se
intenta dejar sin efecto el uso de la misma por parte del ciudadano que quiere hacer valer sus derechos.
49
En realidad se trata de un delito contra la administración de justicia y contra los bienes jurídico-penales individuales
de quienes sufren la violencia, intimidación o fuerza en las cosas.
50
Vid.MAGALDI PATERNOSTRO, Mª J., “Algunas cuestiones en torno al delito de realización arbitraria del propio
derecho”, en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, 1 (1992) 91.
51
Artículo 446 del Código Civil: “Todo poseedor tiene derecho a ser respetado en su posesión; y, si fuere inquietado en
ella, deberá ser amparado o restituido en dicha posesión por los medios que las leyes de procedimiento establecen.”
52
Artículo 348.2 del Código Civil: “El propietario tiene acción contra el tenedor y el poseedor de la cosa para
reivindicarla.”
administrativo o judicial de averiguación del delito y castigo al delincuente53. Observamos pues, que dicha
acusación o denuncia falsa se formula ante funcionario judicial o administrativo, que tienen el deber de
proceder a su averiguación, o bien ante la Policía Judicial, ante los órganos judiciales encargados de la
54
instrucción o bajo la inspección del Fiscal del Tribunal competente . El único requisito para perseguir el
delito de acusación o denuncia falsa es que la causa incoada haya terminado por sentencia absolutoria o
por auto de sobreseimiento libre o provisional, y cuando sean estas resoluciones firmes, podrá abrirse la
causa de oficio o por denuncia del propio ofendido.
-En la simulación de delito tipificada en el art. 457 del Código Penal, se sanciona a quien ante
alguno de los funcionarios, judiciales o administrativos, simulare ser responsable o víctima de una
infracción penal o denunciare una infracción inexistente, provocando actuaciones procesales. Es un delito
común, con el que se produce la puesta en marcha, de manera fraudulenta, del sistema institucional de
averiguación del delito y castigo al delincuente. Este delito mantiene una particular diferencia con la
denuncia falsa, puesto que no es necesario acusar a una persona sino que es suficiente con manifestar
ser víctima o realizar, sin ser cierto, una falta o delito que conlleva consecuencias procesales al respecto.
-El delito de falso testimonio tipificado en el art. 458 del Capítulo VI Título XX “Delitos contra la
Administración de Justicia” del Código Penal, es una infracción especial propia, que sólo puede cometer
como autor quien sea llamado a declarar, en la condición de testigo, en un procedimiento judicial55,
cuando falte a la verdad en su testimonio. Ello significa mentir y añadir en un relato cierto elemento falso u
omitir en él datos ciertos, de tal manera que se distorsione sustancialmente el contenido veraz de la
declaración, que puede inducir error al Juez o Tribunal ante el que se presta, provocando una resolución
injusta, lesionando un interés que ha de ser protegido por el poder judicial56.
No obstante, existen otras modalidades delictuales, que afectan a peritos e intérpretes cuando
faltaren maliciosamente a la verdad en su dictamen o traducción, cuyo delito viene tipificado en el art. 459
del Código Penal, o cuando el testigo, perito o intérprete, sin faltar sustancialmente a la verdad la alterare
con reticencias, inexactitudes o silenciando hechos o datos relevantes que le fueran conocidos, conforme
establece el art. 460 del Código Penal, o la presentación en juicio de testigos falsos o peritos o intérpretes
57
mendaces , que se configura en dos modalidades: una básica, tipificada en el 461.1 del Código Penal y
otra cualificada prevista en el segundo apartado, en la que se agrava la sanción si el responsable de
estos delito fuese abogado, procurador, graduado social o representante del MF, en actuaciones
profesionales o en ejercicio de su función.
-En el delito “De la obstrucción a la Justicia y deslealtad profesional” que viene contemplado
en el Capítulo VII del Título XX “Delitos contra la Administración de Justicia” destaca, en primer lugar, la
conducta típica del delito de incomparecencia en juicio que viene establecida en el art. 463.1 del Código
58
Penal, y que se tipifica con un doble sentido: por un lado, se sanciona a quien citado legalmente , dejare
59 60
voluntariamente de comparecer , sin justa causa , ante el Juzgado en proceso criminal con reo en
53
En cuanto al grado de ejecución de este delito, la STS 382 de 6 de marzo de 2002 caben tres supuestos: 1º:Que
formulada denuncia falsa no se lleguen a realizar actuaciones procesals porque los funcionarios policiales se percatan
de la falsedad de la denuncia, en cuyo caso se castigará como tentativa; 2º: Cuando la denuncia inicial provoca la
apertura de un procedimiento, se castigará como delito consumado; 3º: Cuando tras la denuncia, y antes de que se
abra el procedimiento, se produce la retractación del agente que impide que llegue a incoarse el procedimiento penal,
lo que determina la exención de responsabilidad penal por el delito intentado por desistimiento activo, dado que es el
propio agente quien impide la consumación del delito al evitar la producción de su resultado. Sobre estos conceptos
también STS 1575/2002.
54
La jurisprudencia considera que el delito tipificado en el art. 456 del Código Penal se trata de un delito pluriofensivo,
pues daña el buena hacer de la Administración de Justicia y por otro lado el honor de la persona ofendida (SSTS de 23
de septiembre de 1993 y 21 de mayo de 1997).
55
La acción típica de faltar a la verdad se ha desarrollar en causa judicial, que se entiende en cualquier proceso que se
desarrolle ante cualquier jurisdicción penal, civil, contencioso-administrativa o social.
56
Véase STS 1624/2002, de 21 de octubre EDJ2002/49772).
57
La acción criminal que dará lugar a este tipo delectivo sólo resultará típicamente relevante a efectos penales en la
fase del juicio oral, no en las declaraciones prestadas en sede de instrucción penl, según STS 318/2006 de 6 de marzo.
58
Sujeto activo de este delito puede ser cualquier persona que no tenga la cualidad de profesional de la justicia (es
indiferente que haya sido citada como testigo, perjudicado, querellante), que haya sido citada judicialmente.
59
La STS de 24 de marzo de 1983 viene a sustentar que la suspensión del juicio decae cuando el testigo haya
declarado en el sumario, si bien la declaración del testigo fuera de ese momento no debe eximirle de responsabilidad
penal, excepto en los casos que lo hiciera en el curso de prueba constituida o anticipada según el art. 448 LECrim.
Tampoco la incomparecencia de perito constituye motivo de suspensión, pues según ha reiterado la jurisprudencia del
prisión provisional, provocando la suspensión del juicio oral61 y, como consecuencia un perjuicio directo,
tanto a la Administración de Justicia como al propio reo en situación de prisión preventiva, a quien se le
prolonga injustificadamente esta situación provisional.
Y si el autor responsable del delito previsto en el art. 463.1 del Código Penal fuese abogado,
procurador o representante del Ministerio Fiscal, su conducta viene tipificada en el art. 463.2 del Código
Penal, y en el caso de que la suspensión del juicio oral fuera como consecuencia de la incomparecencia
del Juez o miembro del Tribunal o de quien ejerza las funciones de Letrado de la Administración de
Justicia, la conducta vendrá tipificada en el art. 463.3 del mismo precepto legal, con una pena agravada,
pues como profesionales del derecho deben tener mayor rectitud en el cumplimiento de las funciones
judiciales.
-Los delitos de amedrantamiento o represalia contra las partes, peritos y testigos, son dos
figuras delictivas distintas que se engloban en el art. 464 del Código Penal porque persiguen garantizar la
indemnidad de quienes cumplen los deberes legales de intervención en un procedimiento judicial. En la
primera conducta, se configura como un delito común y de resultado, y se sanciona a quién, con violencia
o intimidación intentare influir directa o indirectamente en quien sea denunciante, parte o imputado,
Abogado, Procurador, perito, intérprete o testigo en un procedimiento para que modifique su actuación
procesal.
La segunda conducta se establece en el art. 464.2 del mismo Código, como infracción común y
de resultado. Consiste en la realización de cualquier acto atentatorio contra la vida, integridad, libertad,
libertad sexual o bienes, como represalia contra las personas citadas en el apartado anterior, por su
actuación en el procedimiento judicial. En este delito el bien jurídico protegido sigue siendo la justicia, si
bien existen otros bienes como la libertad, la vida, la seguridad, el patrimonio o la integridad física que
quedan a disposición del sujeto activo para alterar el curso del proceso.
-En el delito de revelación de actuaciones procesales secretas del art. 466 se refuerza la
protección de la institución específica del denominado secreto del sumario, que debe entenderse en lo
relativo a la investigación de los hechos, el aseguramiento de personas y cosas así como de las pruebas,
en donde el ejercicio de la libertad de expresión, como derecho fundamental, impone unos límites a los
deberes de reserva, pues la prohibición de acceder a la investigación sumarial o de publicar la sentencia
solamente quedaría justificada si concurren las circunstancias recogidas en la STC 13/1985 de 31 de
enero: como la previsión de la excepción en norma con rango de ley, que el secreto sumarial debe quedar
justificado por la protección de otro bien jurídico o derecho de carácter fundamental, y que debe haber
congruencia y respeto al principio de proporcionalidad que debe existir en la protección de ambos
intereses jurídicos en conflicto.
Tribunal Supremo “la ley no hace alusión para nada especial a la prueba pericial” (STSS de 7 de abril de 1974, 1 de
abril de 1980, 22 de abril de 1982).
60
La incomparecencia habrá de ser voluntaria y no ha existir causa que justifique la misma.
61
No podría apreciarse este tipo cuando nos encontremos en fase de instrucción, pues el precepto legal exige que se
produzca la suspensión del juicio oral.
62
Vid. J.R.SERRANO-PIEDECASAS, “La obstrucción a la justicia y la deslealtad profesional en el nuevo Código
Penal”, en ADPCP, vol. XLIX, fasc. II, (1996) 415 y ss.
manifiesta los intereses que le fueren encomendados, de tal forma que el reproche alcanza también a los
63
supuestos de inactividad procesal .
La protección que se pretende con la tipicidad de esta conducta va dirigida a la confianza que
64
debe existir entre el Abogado y Procurador y su cliente , pues de lo contrario se produciría un ataque
contra la Administración de Justicia lesionando el derecho a la tutela judicial efectiva. El Abogado y el
Procurador desempeñan una función auxiliar al servicio de la Administración de Justicia65, cuya
deslealtad profesional podría afectar la función jurisdiccional y una lesión al derecho a la tutela judicial
efectiva del particular66. Asimismo, la situación que puede provocar este delito sería la misma que
provocaría un mal funcionamiento de la Administración de Justicia, pues los deberes de actuación en
beneficio del cliente o de cuidado en la defensa técnica emanan de las necesidades de protección de un
servicio público, cuya prestación es constitutiva de un derecho fundamental constitucionalmente
reconocido, que se vería afectado con la intervención desleal del Abogado67.
-El primero, según el art. 468 del Código Penal, castiga a quienes quebrantaren su condena,
medida de seguridad, prisión, medida cautelar, conducción o custodia, distinguiendo a efectos de
determinación de la sanción, si el responsable del hecho estuviera o no privado de libertad. Es un delito
especial propio y de mera actividad, que supone una desobediencia a una obligación concreta de
comportamiento, establecida en resolución jurisdiccional, el delito sólo existe si la voluntad del sujeto
activo es la de hacer ineficaz la decisión judicial de que se trate.
Dentro de este tipo de delitos, especial atención merece el delito de quebrantamiento por aquél
que tuviere impuesta la medida de alejamiento o de no comunicación con la víctima, conforme viene
tipificado en el art. 468.2 del Código Penal, cuando la víctima haya consentido voluntariamente el contacto
con aquél o incluso haya sido quien lo haya propiciado, y que el Tribunal Supremo en acuerdo de 25-11-
2008 indicó que el consentimiento de la víctima no excluye el quebrantamiento del alejamiento impuesto
como medida cautelar o en sentencia, pues el bien jurídico protegido por este delito “es la eficacia de los
pronunciamientos de los órganos jurisdiccionales en orden a la ejecución y cumplimiento de determinadas
penas o medidas” (STS 223/2005, de 24 de febrero), por lo que el bien jurídico protegido es la
Administración de Justicia, al excluir el consentimiento de la víctima en el acercamiento, cuya ineficacia se
confirma en otra STS de 29 de enero de 2009 en los siguientes términos: “en cuanto a la relevancia que
pudiera tener el consentimiento de la esposa para la exclusión de este delito del art. 468 C.P. en los
casos de medida cautelar (o pena) contra el marido consistente en prohibición de alejamiento, el asunto
fue tratado en una reunión de pleno no jurisdiccional, celebrada el pasado 25 de noviembre, en la cual,
por una mayoría de 14 votos frente a 4, se acordó que “el consentimiento de la mujer no excluye la
punibilidad a efectos del art. 468 CP”; todo ello en base a la idea clave de la irrelevancia en derecho penal
del perdón de la persona ofendida por la infracción criminal, principio que solo tiene su excepción en los
llamados delitos privados, que en cuando expresamente la ley penal así lo prevé”. Por lo tanto, cuando
exista pena o medida de alejamiento68 o prohibición de comunicar con la víctima, cabe cumplir en su
integridad todo lo dispuesto en la sentencia o en la medida cautelar, con independencia de que la mujer
consienta o quiera reanudar la vida en común o los contactos con su agresor, pues en caso contrario, nos
63
Es este un delito que se encuentra ubicado entre la obstrucción a la justicia y la deslealtad profesional, ya que no
sólo se actúa abusando de su función, sino que su finalidad está encaminada a obstruir o perturbar el desarrollo de un
proceso.
64
Cfr. VÁZQUEZ PORTOMEÑE SEIJAS, “Notas sobre la deslealtad profesional de los abogados en el Código Penal de
1995”, en Revista Xurídica Galega, 27(2000)16, “Para que pueda verificarse el delito es necesario que exista o haya
existido una relación cliente-profesional entre los sujetos activo y pasivo”; así lo declara la STGS de 10 de marzo de
1993, en el sentido que el concepto de cliente viene a aportar un componente o matiz temporal al delito.
65
Los abogados y procuradores a efectos penales deberán desempeñar su profesión ante Juzgados y Tribunales.
66
Vid., SERRANO-PIEDECASAS, J.R., “La obstrucción a la justicia y la deslealtad profesional en el nuevo Codigo
penal”, cit., 420.
67
Vid., VÁZQUEZ PORTOMEÑE SEIJAS, “Notas sobre la deslealtad profesional de los abogados en el Código Penal
de 1995”, cit., 23.
68
Sobre la distinción entre pena y medida cautelar DOMÍNGUEZ RUIZ, L., “Tutela procesal de la violencia de género:
cuestiones controvertidas y soluciones recientes”, en Diario La Ley, 7327(2010), es de la opiniòn que, a los efectos del
delito de quebrantamiento no existe tanto diferencia, porque si bien la medida cautelar es disponible y la pena no, ya
que la misma viene impuesta imperativamente, quien decide sobre la adopción de dicha medida es la autoridad judicial,
no siendo elemento legal de disponibilidad de la misma la voluntad de la víctima.
enfrentaremos con un delito de quebrantamiento de condena o medida cautelar69, que a su vez constituye
un delito contra la Administración de Justicia que no puede quedar anulado por el perdón de la víctima.
-El segundo, según el art. 469 del Código Penal, sanciona a los sentenciados o presos que se
fugaren del lugar en que estén recluidos, haciendo uso de violencia o intimidación en las personas o
fuerzas en las cosas o tomando parte en motín, y que es una forma especializada y agravada del delito de
quebrantamiento de condena.
-Y el tercero, que el art. 470.1 del Código Penal castiga al particular que proporcionare la evasión
a un condenado, preso o detenido, bien del lugar en que esté recluido, bien durante su conducción, en el
que se sancionan todos los comportamientos materiales que provocan como resultado la evasión.
Sobre estos delitos de quebrantamiento en el ámbito penal, podemos concluir diciendo que su
razón reside en sancionar penalmente los ataques a la función jurisdiccional de Jueces y Magistrados y,
concretamente, en aras a esta última, en reprimir conductas tan graves como el incumplimiento de penas
de prisión, medidas de seguridad y medidas cautelares, resoluciones de fondo adoptadas en el proceso
penal, a fin de proporcionar una tutela judicial efectiva, haciendo realidad el mandato constitucional en
70
que consiste la jurisdicción .
1. El falso testimonio que se sanciona la conducta dolosa de quien presta testimonio estando
obligado a decir la verdad conforme a las normas de dicha Corte. 2. La presentación de pruebas falsas. 3.
La destrucción o alteración de pruebas e interferencia en las diligencias de pruebas. 4. La corrupción de
testigo, obstrucción de su comparecencia o testimonio o interferencia en ellos. 5. La obstaculación de las
funciones de un funcionario de la Corte y corrupción o intimidación al mismo. 6. La toma de represalias
contra testigos o funcionarios de la Corte, en donde la represalia contra el funcionario sólo es típica si se
efectúa en razón de funciones que haya desempeñado él u otro funcionario y, la represalia contra el
testigo, sólo integra el tipo si se efectúa por su declaración ante la Corte. 7. El cohecho de funcionario de
la Corte, que abarca tanto el solicitar como el aceptar un soborno en relación con sus funciones oficiales.
69
En este sentido DOMÍNGUEZ RUIZ, L., “Tutela procesal de la violencia de género: cuestiones controvertidas y
soluciones recientes”, cit., al comentar la STS de 26 de septiembre de 2005, hace alusión a que el Tribunal estima que
la vigencia o la anulación de la medida no podría quedar al arbitrio de la persona protegida, ya que supondría una
“absoluta falta de seguridad jurídica para la otra persona [el agresor], que prácticamente podría aparecer como autor
del quebrantamiento según la exclusiva voluntad de la protegida, además de que ello supondría dejar la efectivad del
pronucimiento judicial a la decisión de un particular, lo que no le consiente la naturaleza pública de la medida”. A partir
de la STS de 19 de enero de 2007 surge una nueva línea jurisprudencial de la materia, en el sentido de que en su FJ
2º se considera irrelevante el consentimiento de la víctima, que no podría eliminar la antijuridicidad del hecho porque o
bien el consentimiento de la víctima estaría viciado por presiones de la familia, o porque la vigencia del jurídico
protegido no queda enervada por el consentimiento de la mujer, ya que el principio de autoridad el que se ofende con el
quebrantamiento de la medida. En la STS 29 de enero de 2009 FJ 6º se entiende irrelevante el consetimiento de la
víctima, puesto que en derecho penal el perdón de la persona ofendida por la infracción criminal sólo tiene su
excepción en los llamados delitos privados.
70
En esta misma línea, Cfr. ÁLVAREZ GARCÍA, F.J., “Sobre quebrantamiento de condena, impago de pensiones, falta
de comparecencia a comisiones de investigación y citaciones judiciales” en Revista de Derecho Penal y Criminología,
19 (2007) 31, dice que “es menester introducir tipoos en el Código Penal que protejan la autoridad de las decisiones
judiciales y administrativas, y que lo hagan con un arsenal que en términos de prevención general negativa sea lo
suficientemente podero e intimidatorio. Se trata, en definitiva, de proteger la función judicial o administrativa, lo que
constituye un requerimiento autónomo en relación a los concretos intereses que en cada caso puedan querer
salvaguardarse.”
71
El Tribunal Penal juzga los más graves crímenes cometidos en los Estados, desde que las Naciones Unidas
aprobaron el Estatuto de la Corte Penal Internacional en Roma, el día 17 de julio de 1998. Sus características básicas
consisten en que es un Tribunal de competencia penal, y jurisdicción universal (si bien sólo en relación a Estados que
hayan ratificado el Estatuto), es de naturaleza permanente, que tiene su sede en La Haya, es un Tribunal
independiente aunque el Consejo de Seguridad tiene importantes funciones en relación al mismo, es subsidiario, al
ejercicio de la soberanía de los Estados en materia judicial, actuando cuando no exista persecución en un Estado y
sólo respecto a cuatro clases de delitos: genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y el crimen de
agresión, y su jurisdicción es de obligado cumplimiento, debiendo colaborar los Estados con lo que les requiera.
en el art. 47 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea que dice lo siguiente: “Toda
persona cuyos derechos y libertades garantizados por el Derecho de la Unión hayan sido violados tiene
derecho a la tutela judicial efectiva respetando las condiciones establecidas en el presente artículo”.
Asimismo, destaca la estrecha relación entre la tutela judicial efectiva prevista en este artículo 47
y el derecho a un proceso equitativo consagrado en el artículo 6 del Convenio Europeo de Derechos
Humanos y el derecho a un recurso efectivo en el artículo 13 del Convenio Europeo de Derechos
Humanos. Y en este sentido, se pronunció el TJUE en el caso Sofiane Fahas c.Consejo de la Unión
Europea, T-49/07, 7 de diciembre de 2010, al declarar que “el principio de la tutela judicial efectiva es un
principio general del Derecho comunitario, que resulta de las tradiciones constitucionales comunes a los
Estados miembros, y que ha sido consagrado en los artículos 6 y 13 del CEDH y reafirmado en el artículo
47 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
No obstante, los Estados están obligados a velar por la ejecución de sentencias judiciales firmes y
vinculantes, y el no ejecutarlas entra en aplicación el art. 6 del CEDH, y el retraso en la ejecución de las
mimas puede constituir una infracción, que da lugar a una reclamación prevista en el art. 13 del CEDH,
que dice: “Toda persona cuyos derechos y libertades reconocidos en el presente Convenio hayan sido
violados tiene derecho a la concesión de un recurso efectivo ante una instancia nacional, incluso cuando
72
la violación haya sido cometida por personas que actúen en el ejercicio de sus funciones oficiales” .
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos vela para que los Estados miembros cumplan con sus
obligaciones al atender las peticiones de particulares sobre vulneraciones del Convenio Europeo de
Derechos Humanos, bajo condiciones de admisibilidad como la establecida en el art. 35 del CEDH: “ Al
Tribunal no podrá recurrirse sino después de agotar las vías de recursos internas,…”, lo que bajo este
principio de subsidiariedad significa que, serán los órganos jurisdiccionales nacionales73 los primeros
responsables de garantizar y proteger los derechos humanos en su ámbito nacional, por lo que se exige
que se agoten las vías de recurso internas antes de recurrir al TEDH, y a su vez supone una garantía
adicional de protección de los derechos en el ámbito nacional, que les convierte en principales garantes
del Derecho de la Unión Europea, pudiendo solicitar dictámenes sobre cuestiones de interpretación al
Tribunal de Justicia de la Unión Europea a través de la cuestión prejudicial.
72
El TEDH en Yuriy Nikolayevich Ivanov c. Ucrania, nº 40450/04, 15 de octubre de 2009, apdos. 53-57, confirmó que el
Estado es responsable de la ejecución de resoluciones judiciales firmes si los factores que dificultan o bloquean su
ejecución completa y oportuna están bajo el control de las autoridades.
73
En Julius Kloiber Schlachtholf GmbH y otros c. Austria, n. 21565/07, 21572/07, 21575/07 y 21580/07, 4 de abril de
2013, el TEDH declaró que un órgano jurisdiccional se caracteriza por su función judicial, lo que implica la resolución
de los asuntos de su competencia en aplicación de la ley y tras la celebración de un proceso con un procedimiento
preestablecido
74
STJUE. Asunto C-415/11 (Mohamed Aziz / Catalunyacaixa) de 14 de marzo de 2013.
75
STEDH. Estrasburgo de 21 febrero 1975. Caso Golder contra Reino Unido. Demanda num. 4451/1970.
Asimismo, también resulta relevante el número de asuntos relativos a la cuestiones de Derecho
76
de internet y, así, en el Asunto Schrems (Asunto C-362/14) sobre las lagunas existentes en la seguridad
jurídica del llamado Derecho de internet, el TJUE declaró que la política de privacidad de Facebook viola
el derecho a la intimidad de los usuarios, puesto que una normativa que no prevé la posibilidad de que el
justiciable disponga de las vías jurídicas apropiadas para acceder a los datos personales que le
conciernen, o para obtener su rectificación o supresión, vulnera el derecho a la tutela judicial efectiva.
8) CONCLUSIONES.
La tutela judicial efectiva aparece como uno de los derechos fundamentales de la Sección 1ª del
Capítulo II del Título I de la Constitución Española vigente, que constituye el instrumento de defensa que
el Estado pone en manos de los ciudadanos para hacer efectivos sus derechos e intereses legítimos.
El Estado, a través del derecho a la asistencia jurídica gratuita, mantiene una actividad
instrumental dirigida a dotar de medios necesarios a quienes carecen de recursos económicos para litigar,
a fin de que el derecho a la tutela judicial efectiva sea real y efectivo.
La imposición de tasas judiciales, como medido de financiación para los servicios que presta la
Administración de Justicia, debe ser razonable, no excesiva y proporcional al fin perseguido.
El objeto de protección de los delitos contra la Administración de Justicia consiste en la tutela del
proceso, configurando el bien jurídico a partir de la función jurisdiccional, que se caracteriza por la
actuación y tutela del Derecho objetivo, cuya finalidad va dirigida a la solución de conflictos.
El derecho de acceso a la justicia en el marco europeo se configura como un principio del Derecho
Comunitario Europeo, y es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el organismo que vela para que los
Estados miembros cumplan con sus obligaciones, al atender las peticiones de particulares sobre
vulneraciones del Convenio Europeo de Derechos Humanos.
9) BIBLIOGRAFíA
BELTRÁN AGUIRRE, J. L., “Las nuevas tasas judiciales y los derechos fundamentales a la
tutela judicial efectiva y a la igualdad en la ley”, en Revista Aranzadi Doctrinal, 10 (2013).
CLARA PAULETTI, A., “Iura Novit Curia y reconducción de las postulaciones. Cuando la Tutela
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DEL ROSAL, J., “Acerca del encubrimiento”, en Anuario de derecho penal y ciencias penales,
Tomo 2, 3(1949).
76
STJUE. Asunto C-362/14 (Maximillian Schrems/Data Protection Commissioner) de 6 de octubre de 2015.
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la Justicia”, en InDret, 1 (2005).
OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, E., “La prevaricación del funcionario público, Madrid, 1980.
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CALVI. Ignacio. “La tutela judicial efectiva y el plazo razonable ¿Un conflicto de
derechos?”. [En Internet]. Consulta: 26/11/20. Enlace en:
http://www.amfjn.org.ar/2019/08/05/a-tutela-judicial-efectiva-y-el-plazo-razonable-
un-conflicto-de-derechos/. Pág. 1 – 17.
“La tutela judicial efectiva y el plazo razonable ¿Un conflicto de derechos?”
Por Ignacio Calvi1
1 Abogado por la Universidad de Buenos Aires (UBA), Especialista en Derecho Penal por la Universidad
Torcuato Di Tella (UTDT), docente de la materia “Derecho Penal III” de la Universidad de Morón, y
Secretario del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional nro. 2 de Morón.
tiempo, pero al haberse ampliado el alcance del concepto de la tutela judicial efectiva,
resulta necesario analizar bajo qué circunstancias y en qué casos la prescripción se ha
convertido en una regla problemática e incluso inaplicable.
2 BIDART CAMPOS, German, “Manual de la Constitución Reformada”, Buenos Aires, Editorial Ediar,
año 2006, Tomo II, p.145.
3 Ver MAURINO, Gustavo et al en “Acceso a la justicia” en Roberto Gargarella et al (coord.)
“Comentarios de la Constitución de la Nación Argentina”; Buenos Aires, Ed. La Ley, año 2016, Tomo II.
4 CSJN; Fallos 197:135
5 CSJN; Fallos 247:646
impedir que aquéllos ejerzan un poder absolutamente discrecional, sustraído a toda
especie de revisión ulterior (Fallos: 244:548). Que el alcance que ese control judicial
necesita poseer para que sea legítimo tenerlo por verdaderamente suficiente, no depende
de reglas generales u omnicomprensivas, sino que ha de ser más o menos extenso y
profundo según las modalidades de cada situación jurídica. En otras palabras: la medida
del control judicial requerido deberá ser la que resulte de un conjunto de factores y
circunstancias variables o contingentes, entre los que podría mencionarse, a título de
ejemplo, la naturaleza del derecho individual invocado, la magnitud de los intereses
públicos comprometidos, la complejidad de la organización administrativa creada para
garantizarlos, la mayor o menor descentralización del tribunal administrativo, etc.
(Fallos: 244:548). Y todo ello, como es natural, obliga a examinar, en cada caso, los
aspectos específicos que singularizan a la concreta materia litigiosa.”
En el ámbito internacional, el derecho de acceso a la justicia fue reconocido en
múltiples instrumentos desde el art. 10 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948, el art. 13 del Convención Europea de Derechos Humanos de 1950, el
art 47 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea del 2000 así
como las constituciones italiana, alemana y española entre otras.
En el plano local, nuestra constitución se inscribe en la tradición liberal, con
compromiso en la protección de las personas contra las arbitrariedades y abusos del
poder estatal6. Esta tradición, sumada a la tendencia a desplazar a la víctima por parte
del derecho penal, ha provocado que la práctica constitucional haya estado dirigida a
robustecer las garantías de los acusados, sin poner el mismo énfasis en las víctimas7.
Para nuestra CSJN8, la defensa en juicio debe ser interpretada de manera amplia en
razón del interés institucional y constitucional en reparar los agravios de las personas: la
Constitución garantiza a todos los litigantes por igual el derecho a obtener una sentencia
fundada que sea consecuencia de un juicio previo y sustanciado en legal forma. Así que
no hay razón para tratar de modo desigual a quien acude peticionando un
reconocimiento y a quien se opone a ello.
En el ámbito penal, la finalidad es que la investigación se tramite de modo más rápido
posible para, por un lado, proporcionar a la acusación una vía para obtener una condena,
6 Ver PASTOR, Daniel “Tendencias. Hacía una aplicación más imparcial del derecho penal”, Buenos
Aires Ed. Hammurabi, año 2012.
7 Siguiendo los términos de los Arts. 1.30 y 1.31 del Reglamento de la Corte IDH, se trata de “presuntas
víctimas”, ya que serían “víctimas” recién cuando reciben una sentencia por parte de una corte.
8 CSJN; Fallos 321:3322 con cita en 268:266
y por el otro, al imputado la posibilidad de desvincularse del proceso en armonía con la
presunción de inocencia9.
La interpretación amplia de la inviolabilidad de la defensa en juicio fue durante décadas
la protección constitucional de las víctimas en el proceso penal. A partir de la
incorporación de los pactos internacionales de derechos humanos se vieron enriquecidos
por los deberes estatales de investigar y en su caso, sancionar a aquellos delitos que a su
vez configuren una violación a los derechos humanos.
Cuando estamos frente a un delito que a su vez configura una violación de los derechos
protegidos por la CADH, la aplicación y alcance del derecho de acceso a la justicia de
las víctimas de ese delito/violación tienen especificidades propias, en particular: la
interrelación con el derecho a la verdad, la obligación de debida diligencia en las
investigaciones penales, el derecho a ser oída y de participar en los procedimientos y las
garantías del debido proceso.
La ampliación del derecho a la tutela judicial efectiva de las víctimas que se produjo a
partir de la entrada en vigencia de la CADH y de su interpretación por la CIDH ha
llevado a diversos cuestionamientos, entre ellos, si esto implica la existencia de un
“derecho a la sanción” por parte de la víctima.
En el caso “Góngora”10, en particular, con relación al “deber de sancionar” en casos de
violencia de género, al que se ha comprometido internacionalmente nuestro país en
razón de los tratados internacionales que oportunamente ratificara. Así, según expresó la
Corte: “… 6º) Para la Cámara de Casación, la obligación de sancionar aquellos ilícitos
que revelen la existencia de violencia especialmente dirigida contra la mujer en razón de
su condición, que en virtud de la “Convención de Belém do Pará” ha asumido el Estado
Argentino (artículo 7, inciso primero de ese texto legal), no impide a los jueces la
posibilidad de conceder al imputado de haberlos cometido, la suspensión del juicio a
prueba prevista en el artículo 76 bis del Código Penal… … 7º)… la decisión de la
Casación desatiende el contexto del artículo en el que ha sido incluido el compromiso
del Estado de sancionar esta clase de hechos, contrariando así las pautas de
interpretación del artículo 31, inciso primero, de la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados (“Regla de interpretación. I. Un tratado deberá interpretarse de
buena fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado
en el contexto de estos y teniendo en cuenta su objeto y fin”). Esto resulta así pues,
14 Corte IDH; “Padilla Pacheco vs México” 23/11/2009, parr. 180. La Comisión ha derivado el derecho a
la verdad del derecho de acceso a la información, contemplado en el Art. IV de la DADCH y Art. 13
CADH.
15 Corte IDH; “Bamaca Velázquez vs Guatemala” y “Genie Lacayo vs Nicaragua”
16 Corte IDH; “Barrios Altos vs. Perú” parr. 48; “Bulacio vs Argentina” parr 114; y “García Ibarra y
otros vs Ecuador”
17 OC 9/1987
ser garantizada a toda persona, por igual, independientemente de su condición como
parte acusadora, acusado o incluso tercero en el marco de un proceso18.
El plazo razonable de duración del proceso al que alude el 8.1 también tiene
implicancias especiales en las víctimas. Dado que el transcurso del tiempo afecta la
posibilidad de obtener y presentar pruebas que esclarezcan los hechos y determinen las
responsabilidades, por sí mismo configura una violación de las garantías judiciales. En
consecuencia, los jueces, como rectores de los procesos, deben procurar su celeridad,
para lo cual deberán dirigirlos y encausarlos de modo tal de impedir dilaciones y
entorpecimientos indebidos19.
Julio Maier ha criticado la interpretación amplia que se le ha dado a estos artículos ya
que, según este autor, “en unos casos el texto sólo quiere introducir remedios
inmediatos para lesiones manifiestas de rango constitucional —por ende, sencillas de
observar sin mayor acopio probatorio—, con el fin de restituir o reparar el derecho
básico afectado lo más pronto posible, como el habeas corpus y el amparo, y, en otros,
el texto no dice más que el derecho de demandar ante los órganos judiciales aquellas
pretensiones que quien las invoca cree admisibles jurídicamente, fundadas en derechos
que la ley le concede”20.
No es ocioso recordar que el amplio alcance que se le ha dado a esta normativa
convencional no necesariamente traduce la intención original de sus redactores.
Entonces, podemos preguntar si el articulo 25 efectivamente pretendía darle ese alcance
a la “tutela judicial” de las víctimas o si el art 8 no se refería solo a garantías del
imputado. En principio podríamos responder que sirve con fines académicos pero no
quedan dudas de la interpretación “expansiva” que la CIDH ha hecho de los mismos a
través de sus fallos y que es hoy obligatoria para nuestros tribunales.
Se desprende entonces de estos dos artículos de la CADH, que son referencia obligada
en todo texto doctrinario o jurisprudencial cuando se trata la cuestión de la tutela
judicial efectiva, que el requerimiento del plazo razonable puede ser exigido tanto por la
víctima como por el imputado. Lo cierto es que ya podemos entonces ir vislumbrando la
18 PIQUE, María Luisa “Los derechos de las víctimas de delitos en nuestra constitución” en
“Comentarios de la Constitución de la Nación Argentina” Roberto Gargarella et al (coord.); Buenos
Aires, Ed. La Ley, año 2016, Tomo II.
19 Ver Corte IDH; “García Ibarra vs Ecuador”
20 MAIER, Julio, Idem cita 13
problemática que asoma cuando aplicamos la prescripción y la consecuente extinción de
la acción penal. La prescripción tiene como uno de sus fundamentos la necesidad de no
extender irrazonablemente los plazos de persecución penal, haciendo cesar el estado de
incertidumbre y de sospecha21 que pesa sobre el imputado (como un aspecto de la tutela
judicial que le es debida) pero su consecuencia es la negación absoluta del derecho a
una sentencia útil.
La Corte Suprema de Justicia ha dicho “Que además este Tribunal ha señalado que el
instituto de la prescripción en materia penal encuentra fundamento en el hecho social
según el cual el transcurso del tiempo conlleva el "olvido y el desinterés del castigo"
(Fallos: 292:103) y que si bien consideraciones relacionadas con la seguridad jurídica y
la economía procesal fundan las normas legislativas que determinan la prescripción
extintiva de las acciones represivas, también son razones vinculadas al interés general
las que llevan al legislador a determinar el efecto interruptivo de la comisión de un
nuevo delito o de la secuela del juicio (Fallos: 307:1466)”22
Tanto es así, que hay quienes entienden que el mismo imputado podría exigir la
prosecución del proceso hasta que se dicte una sentencia condenatoria o absolutoria en
cumplimiento de su derecho a una tutela judicial efectiva que por cierto no le brinda un
sobreseimiento por prescripción23. Podríamos decir entonces que cuando los plazos se
prolongan en demasía violando las garantías fundamentales tanto del imputado como de
las víctimas, el remedio que impone nuestro ordenamiento legal privilegia una de las
partes en detrimento de la otra. Esto ha sido así tradicionalmente pero con la
incorporación a la CN de los pactos internacionales que mencionamos, el concepto ha
ido evolucionando.
Uno de los tantos casos donde la CIDH trató posibles violaciones de la tutela judicial
efectiva fue “Cantos vs Argentina”. No estaba en discusión la prescripción sino otro
obstáculo legal para acceder a la jurisdicción (el costo económico para el actor) pero la
Corte fue muy clara en su interpretación del Art. 25 en cuanto al amplio alcance de la
tutela exigida (protección de los derechos de la Convención pero también de la
Constitución y la ley) como a su relevancia incluso como pilar del Estado de derecho24.
21 MAIER, Julio “Derecho Procesal Penal I, Fundamentos,” Buenos Aires, Editorial Del Puerto, Tomo
I, p.160.
22 CSJN, Fallos 337:354
23 BIDART CAMPOS, German “Manual de la Constitución Reformada.” Buenos Aires, Editorial Ediar,
año 2006, Tomo II, p.149.
24 Corte IDH “Cantos vs Argentina”. Considerando 52.
A su vez, en “Barrios Altos vs Perú”25, resolvió en el mismo sentido, apelando a la
tutela judicial efectiva que había sido afectada por leyes de auto amnistía en un caso de
violaciones graves a los DDHH. Fue clara en cuanto a la inoponibilidad de
disposiciones de derecho interno que violen garantías establecidas en la CADH y ya
anticipaba que la prescripción era una de esas disposiciones.
Naturalmente entonces, la CIDH debió decidir en casos donde se manifestó en forma
evidente la tensión entre prescripción y tutela judicial de las víctimas mencionada
precedentemente.
El fallo en cuestión, tuvo sus apoyos y también sus detractores, Víctor Abramovich 27
defendió la posición de la CIDH frente a aquellos que consideraban inaceptable el
avasallamiento de institutos fundamentales para el Estado de derecho. Para el autor, “la
jurisprudencia interamericana, presupone una noción de igualdad sustantiva que apunta
a brindar mayor protección a quienes, a raíz de factores estructurales, sufren un trato
desigual del Estado. Este principio abandona la neutralidad, pues trata precisamente de
dar un tratamiento particular a ciertas prácticas extendidas de violencia estatal, seguidas
de prácticas también estructurales de impunidad, que desarrollan las propias instancias
del Estado.”28
Dice el Juan Carlos Rua29 que “No se trata de hechos que en sí mismos repugnen a la
comunidad internacional, ni que su investigación o sanción puedan ser sustraídas de la
soberanía estatal, sino que por su gravedad y triste repetición en nuestro continente, por
la particular situación de vulnerabilidad en la que se encuentran sus víctimas y, teniendo
especialmente en cuenta que por ser sus ejecutores funcionarios estatales o actuar con su
connivencia son sistemáticamente impunes, es que la protección de los derechos
involucrados en juego exige que sus responsables sean enjuiciados.
Pero además, la necesidad de someter a proceso a los responsables de estos hechos
encuentra fundamento en la protección de una institucionalidad democrática saludable,
que incluya una práctica colectiva de discusión de los asuntos públicos y sea compatible
con los estándares mínimos fijados por la jurisprudencia interamericana, que en este
caso se expresa como el derecho colectivo a conocer la verdad de lo ocurrido”.
De estos argumentos, pretendemos rescatar algunas cuestiones interesantes para
profundizar, por ejemplo si el estatus “reforzado” de la tutela surge: ¿solo ante la
violencia estatal o también la de los particulares? , ¿cuál es el estándar de gravedad del
delito exigido?, ¿las absoluciones “aparentes” también son aquellas donde la
prescripción se produce por la lentitud “estructural” del sistema judicial? Y cuando son
“fraudulentas”, ¿es la prescripción el problema o la garantía de la cosa juzgada?
No podemos llegar a una conclusión clara pero la CIDH se ha referido, aunque sin
demasiada precisión, a algunas de estas cuestiones. En particular, ha dicho que no
necesariamente deben ser agentes del estado los responsables 30 de estas graves
violaciones y, en cuanto a la gravedad, ha exigido que se trate de una afectación de
derechos fundamentales lo puede dejar un campo peligrosamente abierto a la expansión
de esta tutela “especial”.
29 RUA, Juan Carlos “Los compromisos internacionales como límites a la conciliación penal. El caso de
la violencia de género.” En Ledesma, Ángela E. [dir.] “El debido proceso penal: doctrina, análisis
jurisprudencial, fallos fundamentales” Tomo 8 en prensa.
30 Fallo Corte IDH; “Velázquez Rodríguez vs Honduras”.
De la jurisprudencia local, entre muchos casos, hemos elegido uno que propone un
argumento interesante para casos de violaciones de derechos fundamentales sin
participación de agentes del estado (abusos sexual de menores en un instituto religioso)
donde no debería, a juicio del tribunal, aplicarse la prescripción31.
Así, el voto del juez Chaia en el caso “Ilarraz, Justo Jose”, sostiene que lo que está en
juego es la dignidad humana y que la obligación de tutelar la dignidad humana es un
Principio rector del derecho. De esta manera, el tribunal concluye que al ponderar los
derechos enfrentados debemos dar prioridad a un principio sobre una regla, como la del
art 62 CP que rige la prescripción (hacemos notar que sin embargo también está en
juego un Principio, el de legalidad). De esto se desprende que solo prevalece la tutela
cuando adquiere el carácter de “principio” y esto es así cuando lo que está en juego es la
dignidad humana, no cualquier vulneración de derechos. Aceptamos que también puede
ser problemático definir el alcance de esta categoría pero entendemos que es más
acotada que la noción de “derechos fundamentales”.
El segundo voto que resuelve en el mismo sentido apela a un argumento adicional: si
bien se avasalla el derecho a un juicio en un tiempo razonable (materializado legalmente
por la prescripción) esto no afecta un requisito fundamental para la tutela efectiva del
imputado que es el de obtener una sentencia justa. En definitiva, plantea que cuando
está en juego la defensa de la dignidad humana, entre los requisitos que exige la tutela
judicial efectiva se debe dar prioridad a la obtención de una sentencia útil (derecho de la
víctima pero también del imputado) por sobre el plazo razonable32.
Aun así queda claro que sigue siendo problemático definir qué características deben
tener los delitos para que la tutela judicial efectiva prevalezca frente a la prescripción.
En “Bordoni”33 el TSJ Córdoba ha señalado que aun reconociendo la gravedad del caso,
la afectación de derechos fundamentales e incluso las maniobras dilatorias de los
imputados, las garantías reconocidas constitucionalmente no pueden ceder y declaro
prescripta la acción penal. Para el Tribunal las pautas de la CIDH no eran de aplicación
31 Cámara de Casación Penal de Paraná; “Ilarraz, Justo Jose”, Sala I, año 2014.
32 Voto Dra Zilli. Sala I de la Cámara de Casación Penal de Paraná. 2014.
33 Se le imputó “el no haber efectuado personalmente el examen clínico y el control de anamnesis que,
como responsable del servicio, debió hacerle al donante C.A.O., quien, por sus características (adicto a las
drogas, tatuajes rudimentarios, promiscuidad y rechazo anterior como donante), se encontraba dentro de
lo que se denomina ‘población de riesgo’ y no apto para la donación de sangre”. Según la acusación –a
los co-imputados de Bordoni-, “omitieron efectuar las pruebas obligatorias para la detección del HIV y se
limitaron únicamente a la detección de anticuerpos, con lo que, imprudentemente, informaron a Bordoni
que la muestra de sangre de C.A.O. había arrojado resultado negativo cuando era reactiva al HIV”. Como
consecuencia de esa omisión se contagiaron de HIV una mujer y su hija.
automática al caso siendo que no se trataba de aquellos delitos reconocidos como
imprescriptibles por el derecho internacional.
Si bien no se trata de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, es relevante analizar las
distintas posturas de los tribunales inferiores en casos con referencias directas a
jurisprudencia de la Corte IDH sobre derechos humanos, ya que ello nos permite
aventurar los desafíos que el cimero tibunal tratará en el futuro, o bien, la necesidad de
legislar en la materia a efectos de evitar decisiones contradictorias en los distintos
tribunales del país.
Más allá de las situaciones excepcionales que según la jurisprudencia más reciente que
mencionamos en el punto anterior justifican la inaplicabilidad de la prescripción, la
propia Corte IDH ha reconocido la validez del instituto en general como garantía del
imputado. Así, en “Albán Cornejo y otro v. Ecuador” determinó que la acción penal
estaba correctamente prescripta y que “la prescripción en materia penal determina la
extinción de la pretensión punitiva por el transcurso del tiempo, y generalmente, limita
el poder punitivo del Estado para perseguir la conducta ilícita y sancionar a sus
autores”. Aunque resulta dificultoso identificar a partir del fallo los factores que llevan a
la Corte a considerar que no ha sido violada la tutela judicial de la víctima, el hecho de
que se tratara de un delito (homicidio) culposo y sin intervención de agentes estatales
permitiría distinguirlo de las graves violaciones de derechos humanos previamente
analizadas.
En el plano local, la regla de art 62CP se ha venido aplicando generalizadamente por los
tribunales locales cuando se cumplen los plazos y las condiciones que esa normativa
exige. Incluso, en determinados casos, han llegado a considerar a la regla de la
prescripción como insuficiente para hacer efectiva la garantía del plazo razonable y han
declarado la insubsistencia de la acción (aplicando la prescripción) para dar fin a
procesos excesivamente largos. De manera que si, como hemos visto, actualmente se
acepta que el derecho a la tutela judicial efectiva hace inaplicable la regla de la
prescripción en determinados casos (los más graves), en otros prevalece absolutamente
la garantía del plazo razonable. Así la CSJN en “Ibáñez” ha dicho que: “…el instituto
de la prescripción de la acción tiene una estrecha vinculación con el derecho del
imputado a un pronunciamiento sin dilaciones indebidas, y que dicha excepción
constituye el instrumento jurídico adecuado para salvaguardar el derecho en
cuestión…”34.
Los tribunales han entendido que dicho plazo puede alcanzarse aun cuando los términos
legales para la prescripción no se hayan cumplido. Como dijimos, nos interesan estos
casos porque los ubicamos justamente al otro extremo de la protección absoluta de la
tutela judicial efectiva por inaplicabilidad del instituto de la prescripción que
estudiamos previamente. Aquí se trata, al contrario, de apartarse de la regla del art. 62
C.P para proteger a rajatabla la garantía del plazo razonable para el imputado. Del
análisis de estos dos extremos podrán surgir pautas que ayuden a entender la
ponderación que hacen los tribunales frente a la “tensión” en estudio y los factores que
involucran.
La CSJN ha dicho desde antiguo que “la garantía constitucional de la defensa en juicio
incluye el derecho de todo imputado a obtener un pronunciamiento que, definiendo su
posición frente a la ley y la sociedad, ponga término del modo más breve, a la situación
de la incertidumbre y de la restricción de la libertad que comporta el enjuiciamiento
penal”35.
En “Iribarne”36 el Tribunal hace una exposición acabada sobre la garantía del plazo
razonable, su evolución jurisprudencial y doctrinaria y su relación con la prescripción
para resolver que, no habiendo prescripto la acción, aun así corresponde extinguirla por
haber sido superado el plazo razonable de persecución penal. Notamos que entre la
normativa respaldatoria citan al artículo 8.1 dela CADH pero no al art 25, de hecho no
hay ninguna mención en todo el fallo de la tutela judicial de las víctimas como derecho
en riesgo.
Cuando analiza los factores que deben ponderarse para definir el “plazo razonable”
avanzan sobre tres aspectos: la complejidad del caso, la inoperancia de la Justicia y las
dilaciones por el accionar del imputado. Luego establece un vínculo –discutible, desde
nuestro punto de vista- que suele darse entre “gravedad” y “complejidad”. Vemos
entonces que los argumentos no son más que la contracara de aquellos utilizados para
rechazar la prescripción: por tratarse de delitos menores (menos complejos, sin agentes
del estado involucrados ni derechos fundamentales afectados) los retardos que no son
responsabilidad del procesado no pueden perjudicarlo en sus derechos.
34 CSJN; Fallo “Ibáñez, Ángel Clemente s/ robo calificado”, Considerando 4º, año 2009.
35 CSJN; Fallos 194:40 “Mattei”
36 Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 2 de La Plata, sentencia “Iribarne, juan Ceferino
s/prescripción de la acción penal”; año 2015
Parece razonable entonces -aunque el tribunal no lo dice- sostener que en estos casos de
delitos menores, con el paso del tiempo se reduce la exigencia de tutela por parte de la
víctima pero aumenta inversamente la del plazo razonable por parte del imputado. O sea
que a medida que pasa el tiempo se va consolidando el olvido de las víctimas y se hace
más evidente la demora inaceptable para emitir sentencia.
Este proceso no se daría, como vimos, en aquellos casos de delitos muy graves que
“nunca se olvidan”. Pero, con este criterio también resulta problemático incluir a los
delitos de corrupción donde la “víctima” esta mas indeterminada y por ende se debilita
la vigencia de su derecho a la tutela con el paso del tiempo (salvo cuando se logra
conectar formalmente a la corrupción con las víctimas –como resultó del caso “Once”-).
En estos casos, toman más relevancia otros fundamentos utilizados por la CIDH como
los derechos de la “sociedad” a conocer la verdad y el efecto disuasorio de la
investigación y las sanciones (la “no repetición”).
Hemos visto entonces que en la escala de gravedad de los delitos vamos de un extremo
donde la prescripción no tiene lugar hasta el otro donde debe ser aplicada incluso
anticipadamente. También dijimos que, más allá de los casos extremos evidentes,
muchas veces es dificultoso ubicar a los delitos en esa escala.
La jurisprudencia de la CSJN ha intentado una solución para alguno de estos casos
problemáticos. Así en “Funes”37, un caso de homicidio culposo de un niño cometido por
dos policías que ocultaron el cuerpo, la Corte (originalmente el TSJ Cordoba había
confirmado la prescripción de la acción) decidió que: “de esta forma, dadas las
particularidades del caso, el Estado observará las "condiciones de vigencia" fijadas al
respecto por la Corte Interamericana y habrá de brindar una mejor tutela judicial
efectiva a los familiares de la víctima (arts. 8.1 y 25.1 de la Convención Americana),
con prescindencia de que por el tiempo transcurrido sea posible, o no, aplicar sanciones
penales Conf. Casos "Vera Vera", párrafo 123, y "Vélez Restrepo",”.
Así, la solución contempla al menos un aspecto de la tutela judicial efectiva: la
investigación y el derecho a conocer la verdad, pero sacrificando la obligación de
castigo. En definitiva, en la búsqueda de un equilibrio en el conflicto de derechos
37 CSJN, fallo “Funes, Gustavo Javier y otro”, con remisión al voto de la Procuración; año 2014
planteado, no cede la prescripción como disposición de orden público y se afecta “solo”
parcialmente el derecho a la tutela judicial efectiva.
Entendemos que puede ser relevante estudiar si este cambio trascendente en cuanto a los
derechos de las víctimas de violaciones de DDHH que hemos comentado hasta aquí
también debe ser acompañado por un rol más activo de la misma en el proceso penal.
A priori podría parecer una consecuencia lógica otorgarle un rol más protagónico en
oposición al modelo de acusación pública obligatoria y “confiscación” del conflicto por
el Estado.
Sin embargo, en base a jurisprudencia de la CIDH, podemos deducir que ese rol activo,
de injerencia, no debería traducirse en una obligación negativa por parte del Estado,
sino en que la querella cumpla un rol de seguimiento o auditoria del proceso, pudiendo
intervenir con el fin de proponer medidas conducentes, aportar prueba y evitar que por
la inacción estatal los procesos queden inertes y sus imputados impunes.
También fija la Corte los criterios jurídicos que permiten atribuir esos crímenes de
particulares al Estado. La definición de un campo de responsabilidad jurídica estatal por
crímenes de particulares es un tema espinoso en un contexto regional atravesado por
crisis políticas recurrentes, causadas por el creciente deterioro de la seguridad
ciudadana. El caso se refiere además a hechos ocurridos en una de las ciudades más
violentas del continente. En Campo Algodonero, el tribunal interamericano retomó la
doctrina del riesgo previsible y evitable –inspirada en la jurisprudencia del sistema
europeo de derechos humanos–, que había desarrollado en fallos previos relacionados
con prácticas de violencia de grupos paramilitares en el conflicto armado interno en
38 Corte IDH, Caso González y otras (Campo Algodonero) vs. México. Sentencia de 16 de noviembre de
2009.
Colombia. En esta ocasión aplicó esos estándares al contexto social de prácticas de
violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez, definiendo un deber de protección estatal
reforzado por la CBDP.
En “Gelman” la corte IDH nuevamente reitero que “el deber de investigar es una
obligación de medios y no de resultado, que debe ser asumida por el Estado como un
deber jurídico propio y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser
infructuosa, o como una mera gestión de intereses particulares, que dependa de la
iniciativa procesal de las víctimas, de sus familiares o de la aportación privada de
elementos probatorios”39.
V.- Conclusión
Con el surgimiento de esta concepción ampliada del derecho a la tutela judicial efectiva
para determinadas categorías de víctimas, se ha generado una multiplicidad de
soluciones con respecto a la aplicación de la prescripción (imprescriptibilidad,
prescripción “parcial”, prescripción legal y prescripción anticipada) que debería llevar a
una revisión legislativa a efectos de dar más certeza y previsibilidad al sistema. Nos
lleva a preguntarnos incluso si existiendo entonces un derecho a la tutela judicial
efectiva de distinta “intensidad” según el delito del que se trate se hace inviable una
regla general.
Observamos aparentes categorías englobadas en delitos graves entre los que estamos
seguros se encuentran los de lesa humanidad y los catalogados como “graves
violaciones a los derechos humanos” donde se vislumbra cierta tendencia a incluir los
39 Corte IDH; Fallo “Gelman vs Uruguay”, párr. 184.
40 BOVINO, Alberto. “El querellante en los delitos de acción pública en algunos códigos
latinoamericanos” disponible en formato web:
https://www.academia.edu/12224825/El_querellante_en_algunos_c%C3%B3digos_de_Am
%C3%A9rica_Latina.
de corrupción, hechos cometidos por funcionarios públicos y graves delitos sexuales,
donde la prescripción se vuelve relativa en favor del derecho a la tutela efectiva de la
víctima.
Por otro lado, una situación extrema de delitos menores donde la relatividad de la
prescripción juega en favor de la garantía del imputado a ser juzgado en un plazo
razonable, llegando –incluso- a situaciones donde si bien no se ha cumplido el plazo de
la prescripción, los jueces han considerado que ese plazo razonable se había vencido.
41 PIQUE, María Luisa “Los derechos de las víctimas de delitos en nuestra constitución” en Roberto
Gargarella et al (coord.); “Comentarios de la Constitución de la Nación Argentina” Buenos Aires, Ed. La
Ley, año 2016,Tomo II.
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
ANTONIO FAÚNDEZ-UGALDE I, *
I
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Valparaíso, Chile)
antonio.faundez@pucv.cl
https://orcid.org/0000-0002-1293-1270
Resumen: Abstract:
El presente artículo aborda el problema de la colisión This article addresses the problem of the collision of funda-
de derechos fundamentales con relación al derecho a mental rights in relation to the right to be tried within a rea-
ser juzgado dentro de un plazo razonable en proced- sonable time in tax proceedings, postulating, as a mecha-
imientos tributarios, postulando, como mecanismo de nism of solution, the possibility that the judge disregards
solución, la posibilidad de que el juez prescinda de la ley the unconstitutional law and is loyal to the Constitution
inconstitucional y sea leal a la Constitución y al derecho and international law in the application of the American
internacional en la aplicación de la Convención Amer- Convention on Human Rights. Thus, the study will begin
icana de Derechos Humanos. Así, el trabajo comenzará with the analysis of effective guardianship mechanisms, as
con el análisis de mecanismos efectivos de tutela, como a fundamental right in itself, and its relationship with the
derecho fundamental en sí mismo, y su relación con el tax law material in tax procedures. Then, cases of normative
derecho tributario material en procedimientos tributari- collision will be studied in relation to the right to be judged
os. Luego, se estudiarán casos de colisión normativa con within a reasonable period of time, to end with proposals
relación al derecho a ser juzgado dentro de un plazo ra- for mechanisms of solution, considering the praxis in rele-
zonable, para finalizar con propuestas de mecanismos de vant judgments of Chilean courts. The methodology to be
Como citar esse artigo/How to cite this article: FAÚNDEZ-UGALDE, Antonio. La tutela jurisdiccional efectiva con relación al de-
recho a ser juzgado dentro de un plazo razonable en procedimientos tributarios: experiencia comparada entre Chile y Brasil
frente a la Convención Americana de Derechos Humanos. Revista de Investigações Constitucionais, Curitiba, vol. 6, n. 3, p.
687-702, set./dez. 2019. DOI: 10.5380/rinc.v6i3.64284.
* Doctor en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Valparaíso, Chile). E-mail: antonio.faundez@pucv.cl..
solución, considerando la praxis en sentencias relevantes followed in this research is that of the legal sciences, which
de tribunales chilenos. La metodología que se seguirá en translates into the study of the tax legal norm and its ideo-
esta investigación es aquella propia de las ciencias jurídi- logical foundations, also considering the three dimensions
cas, que se traduce en el estudio de la norma jurídica of legal dogma proposed by Alexy.
tributaria y sus fundamentos ideológicos, considerando,
asimismo, las tres dimensiones de la dogmática jurídica
propuesta por Alexy.
Palabras claves: tutela jurisdiccional; colisión de dere- Keywords: jurisdictional protection; collision of rights; tax
chos; derecho tributario; derechos fundamentales; Chile. law; fundamental rights; Chile.
SUMARIO
1. Introducción; 2. Tutela jurisdiccional efectiva y derecho material; 3. Colisión normativa frente al dere-
cho a ser juzgado dentro de un plazo razonable; 4. Mecanismos de solución frente a la colisión norma-
tiva; 5. Tres sentencias; 6. Conclusiones; 7. Referencias.
1. INTRODUCCIÓN
La intervención jurisdiccional debe ser ejercida a través de un proceso que
ofrezca un mínimo de garantías para las partes, situación que reviste importancia fren-
te a la función del juez en la aplicación de las normas. Así, en todo proceso, la tutela
jurisdiccional se presenta como el derecho de toda persona a que se haga justicia, a
que cuando pretenda algo de otra, esta pretensión sea atendida por un órgano jurisdic-
cional, a través de un proceso con garantías mínimas1. Por su parte, De Oliveira2 define
tutela jurisdiccional como el resultado de la actividad desarrollada por los órganos del
Estado que ejercen la jurisdicción o que están autorizados para ello, con miras a la pro-
tección del patrimonio jurídico.
Sin embargo, reconocer el derecho a una tutela jurisdiccional no es suficien-
te sino se encamina a su efectividad en su aplicación. Así, Marinoni3 sostiene que la
efectividad de la tutela jurisdiccional radica en que debe ser oportuna y, en algunos
casos, tener la posibilidad de ser preventiva. Es por esta razón que la tutela jurisdiccio-
nal efectiva en todo procedimiento tributario no limita su contenido en el derecho a
acceder a un tribunal de justicia, sino que involucra, asimismo, el reconocimiento de
garantías que impliquen un trato igualitario entre las partes del proceso, sea en virtud
del derecho a presentar o debatir un acto de la autoridad fiscalizadora, sea el derecho
de las partes de rendir prueba para acreditar sus pretensiones, o bien, garantizar el pro-
nunciamiento del juez tributario dentro de un plazo razonable, como también, el de-
recho a obtener el cumplimiento de la sentencia o el restablecimiento del imperio del
1
GONZÁLEZ, Jesús. El derecho a la tutela jurisdiccional. Madrid: Civitas, 1984. p. 29.
2
DE OLIVEIRA, Carlos. Teoría y práctica de la tutela jurisdiccional. Lima: Communitas, 2008. pp. 176-177.
3
MARINONI, Luiz. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva. Lima: Palestra, 2007. p. 220.
derecho4. De Oliveira5 indica que hay tutela incluso cuando se desestima lo pedido, ya
que, en este caso, quedará protegida la posición sustancial del demandado. No obstan-
te lo anterior, desde ya se hace presente, que la tutela jurisdiccional no queda radicada
solamente en los derechos fundamentales, sino que, además, comprende la protección
de derechos que no tienen un asidero constitucional6.
Ahora bien, dentro de las distintas formas de tutela jurisdiccional7, esta inves-
tigación tendrá como principal foco de estudio: el derecho a ser juzgado en un plazo
razonable, derecho fundamental consagrado en el nº 1 del artículo 8 de la Convención
Americana de Derechos Humanos (CADH)8. Si bien, “la más básica forma de tutela de los
derechos está constituida por la propia norma del derecho material”9, nos hacemos par-
tícipe de los que postulan que la protección de los derechos no puede quedar limitada
a normas de derecho tributario material, sino que el proceso también constituye un
mecanismo efectivo de tutela10. Por lo tanto, si bien el proceso es autónomo en relación
4
Vallespín indica que “[e]l derecho a la tutela judicial efectiva que consagra el art. 24 CE [Constitución es-
pañola de 1978] no agota su contenido en la exigencia de que el interesado tenga acceso a los Tribunales de
Justicia”, agrega que se “[e]xige también que el ‘fallo se cumpla’ y que el recurrente sea puesto en su derecho
y compensado” (VALLESPÍN, David. El modelo constitucional de juicio justo en el ámbito del proceso civil.
Barcelona: Atelier, 2002. pp. 142-143). González precisa que como norma general las violaciones del derecho
a la tutela jurisdiccional se producirán en un proceso y procederán de un órgano jurisdiccional (GONZÁLEZ,
Jesús. El derecho a la tutela jurisdiccional. Madrid: Civitas, 1984. p. 146).
5
DE OLIVEIRA, Carlos. Teoría y práctica de la tutela jurisdiccional. Lima: Communitas, 2008. p. 177.
6
En este sentido se puede citar: MARINONI, Luiz. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efecti-
va. Lima: Palestra, 2007. p. 279. Aldunate plantea la problemática en la protección de derechos que carecen
el reconocimiento constitucional, los que deberían quedar vinculados al reconocimiento que un juez pueda
realizar considerando la ley o vías procesales reguladas por la ley (ALDUNATE, Eduardo. Derechos Fundamen-
tales. Santiago: Legal Publishing, 2008. p. 205)
7
El autor De Oliveira clasifica la tutela jurisdiccional en: (i) tutela declarativa: aquella que tiene por finalidad
certificar la existencia de determinada relación jurídica, otorgándole certeza; (ii) tutela condenatoria: aquella
que tiene por finalidad satisfacer la obligación de pagar; (iii) tutela constitutiva: tiene por finalidad satisfacer los
derechos potestativos; y, (iv) tutela ejecutiva lato sensu: tiene por finalidad satisfacer obligaciones de dar y los
deberes de constituir (DE OLIVEIRA, Carlos. Teoría y práctica de la tutela jurisdiccional. Lima: Communitas,
2008. p. 218).
8
Si bien partimos de la base de que los textos Constitucionales de cada Estado deben ser complementados
con lo dispuesto en los tratados internacionales, asumimos que no es un tema pacífico. En tal sentido, nuestro
trabajo no se hará cargo de dicha discusión doctrinaria sobre la jerarquía de los tratados sobre Derechos Hu-
manos en el derecho interno, lo que podría exceder de los límites que se proponen. Un mayor análisis sobre
este punto se puede consultar: HENRÍQUEZ, Miriam. Análisis jurisprudencial de la aplicación de los tratados de
derechos humanos en recursos de protección (1989 – 2010). Estudios Constitucionales, Talca, vol. 8, n. 2, pp.
745-762. 2010. DOI: http://dx.doi.org/10.4067/S0718-52002010000200022.
9
MARINONI, Luiz. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva. Lima: Palestra, 2007. p. 174.
10
En este mismo sentido: VALLESPÍN, David. El modelo constitucional de juicio justo en el ámbito del
proceso civil. Barcelona: Atelier, 2002. p. 142; MARINONI, Luiz. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccio-
nal efectiva. Lima: Palestra, 2007. p. 278; DE OLIVEIRA, Carlos. Teoría y práctica de la tutela jurisdiccional.
Lima: Communitas, 2008. p. 176; DE OLIVEIRA, Carlos. El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva desde la
perspectiva de los derechos fundamentales. Revista de Derecho, Valdivia, vol. 22, n. 1, pp. 185-201. 2009.
DOI: http://dx.doi.org/10.4067/S0718-09502009000100009.
al derecho tributario material, no significa que él pueda ser neutro o indiferente a las
distintas situaciones de derecho sustancial.
Es precisamente en este punto en que radica el planteamiento del problema re-
lativo a determinar, en un procedimiento tributario, si se presenta en forma permanen-
te una tensión entre el derecho tributario material y la tutela jurisdiccional efectiva, con
relación a la razonabilidad del plazo para ser juzgado. Si bien existe un complemento
constante entre el derecho tributario material y la tutela jurisdiccional efectiva, resulta
necesario establecer cuál es la esfera de uno y otro para la adecuada aplicación de las
normas, especialmente cuando existe antinomia de derechos fundamentales11, caso en
el cual el juez debe optar por el mejor mecanismo de solución que resguarde en forma
preferente los derechos de todas las partes del proceso.
En el siguiente apartado se analizarán los mecanismos efectivos de tutela, como
derecho fundamental en sí mismo, y su relación con el derecho tributario material en
procedimientos tributarios, para luego dar paso a casos de colisión normativa con re-
lación al derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable. Finalizaremos el estudio
con propuestas de mecanismos de solución, considerando la praxis en sentencias rele-
vantes de tribunales chilenos. La metodología que se seguirá en esta investigación es
aquella propia de las ciencias jurídicas, que se traduce en el estudio de la norma jurídica
tributaria y sus fundamentos ideológicos, considerando, asimismo, las tres dimensio-
nes de la dogmática jurídica propuesta por Alexy12, esto es: la analítica, la empírica y la
normativa. La analítica trata de las consideraciones sistemáticos-conceptuales sobre el
derecho válido, que van desde el análisis de los conceptos fundamentales (por ejem-
plo, el concepto de norma, de derecho subjetivo, de libertad y de igualdad), pasando
por la construcción jurídica (por ejemplo, la de la relación entre el supuesto de hecho
y las restricciones de los derechos fundamentales y la del efecto en terceros) y por el
estudio de la estructura del sistema jurídico (por ejemplo, la llamada irradiación de los
derechos fundamentales), hasta la cuestión de la fundamentación (por ejemplo, de la
ponderación). La dogmática jurídica empírica tiene un doble significado: primero, el
conocimiento del derecho positivamente válido y, segundo, de la utilización de pre-
misas empíricas en la argumentación jurídica. Este aspecto de la dimensión empírica
alude al conocimiento de los elementos de hecho a ser involucrados, en el sistema de
fuentes, como jurídicamente relevantes. Finalmente, la dimensión normativa trata de
la orientación y crítica de la praxis jurídica, sobre todo de la praxis de la jurisprudencia
11
Se habla de antinomia o colisión de derechos fundamentales cuando el efecto jurídico de la protección
iusfundamental alegada por un sujeto (titular del respectivo derecho) es incompatible con el efecto jurídico
por otro sujeto a partir de un alegato de protección iusfundamental. El efecto jurídico es que el resultado ad-
judicado a uno va a implicar negación o rechazo de la protección o amparo defendido por el otro (ALDUNATE,
Eduardo. Derechos Fundamentales. Santiago: Legal Publishing, 2008. p. 269).
12
ALEXY, Robert. Teoría de los derechos fundamentales. España: Centro de Estudios Constitucionales.
1993. pp. 29 -34.
judicial; tanto para cerrar las lagunas del material dado autoritativamente, como para
abordar el problema de la fundamentación aportada por los tribunales como sustento
de sus decisiones.
13
En este sentido: VALLESPÍN, David. El modelo constitucional de juicio justo en el ámbito del proceso
civil. Barcelona: Atelier, 2002. pp. 142-143; MARINONI, Luiz. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional
efectiva. Lima: Palestra, 2007. p. 278; DE OLIVEIRA, Carlos. Teoría y práctica de la tutela jurisdiccional. Lima:
Communitas, 2008. p. 176.
14
FAÚNDEZ-UGALDE, Antonio. Tutela jurisdiccional efectiva y derecho tributario: ¿Una tensión permanente
en el procedimiento de reclamación por vulneración de derechos?. Revista de Estudios Tributarios, n. 5, pp.
207-224. 2011. DOI: https://revistas.uchile.cl/index.php/RET/article/view/41137/42676.
15
MARINONI, Luiz. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva. Lima: Palestra, 2007. pp. 227-
228.
16
MARINONI, Luiz. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva. Lima: Palestra, 2007. p. 278.
17
En el mismo sentido: PÉREZ, Álvaro; SILVA, Oscar. El imperativo de transparencia patrimonial del deudor
como requisito funcional para una ejecución civil eficiente. Revista Ius Et Praxis, Talca, vol. 15, n. 2, pp. 79-115.
2009. Disponible: http://www.revistaiepraxis.cl/index.php/iepraxis/article/view/180/173.
18
MARINONI, Luiz. Teoría geral do proceso. São Paulo: Revista dos Tribunais. 2006. p. 227.
19
CHIOVENDA, Giuseppe. Istituzioni di diritto processuale civile. Napoli: Jovene. 1960. p. 139.
menester establecer qué ponderación se le asignará a cada uno de ellos para una ade-
cuada aplicación de las normas por parte del juez, quien debe elegir el mejor mecanis-
mo de solución en resguardo de los derechos pretendidos por las partes24. En atención
a lo anterior, esta problemática se puede presentar –como se verá más adelante– en el
caso en que el juicio tributario se prolongue por un tiempo que no resulta razonable
frente a los plazos establecidos en cada una de las etapas del proceso.
En el caso de Chile, la fuente legal de la tutela jurisdiccional se encuentra radica-
da en el artículo 19 n° 3 de la Constitución Política de la República, constituyendo, en sí
misma, un derecho fundamental que incide principalmente en su efectiva protección
en un proceso civil. Sin embargo, en una primera aproximación considerando la lite-
ralidad del texto, se podría sostener que el artículo 19 nº 3 inciso quinto se encuentra
ligado a la idea de argumentación, pero no a la efectividad, generando un grado de in-
certidumbre frente al derecho a ser juzgado en un plazo razonable. En el caso de Brasil,
si se revisa el nº 54 del artículo 5 de la Constitución Política del año 1988, se garantiza a
los litigantes de un procedimiento judicial o administrativo, un proceso contradictorio
y amplia defensa con los medios y recursos inherentes a la misma, sin embargo, dicha
disposición no precisó si en el ejercicio de la defensa tendría relevancia la duración del
proceso.
La falta de regulación en el derecho interno sobre la razonabilidad del plazo
para ser juzgado, no inhibe la aplicación de aquellas normas que derivan del derecho
internacional, incorporadas a través de convenios o tratados, debidamente ratificados
por los Estados, destinadas a establecer límites para la duración de un juicio. Así, la
mayoría de los países de la región tienen en común el respeto de los tratados interna-
cionales ratificados por ambos países. En el caso de Brasil, el párrafo 2º de la Constituci-
ón indica que “2º Os direitos e garantias expressos nesta Constituição não excluem outros
decorrentes do regime e dos princípios por ela adotados, ou dos tratados internacionais
em que a República Federativa do Brasil seja parte”. Asimismo, el párrafo 3º del artículo
5 indica que los tratados y convenciones internacionales sobre derechos humanos se
aprueban en cada Cámara del Congreso Nacional en dos rondas, por tres quintos de los
votos de los miembros respectivos, siendo equivalentes a las enmiendas constitucio-
nales, es decir, tienen estatuto constitucional25, lo que también ha sido ratificado por la
jurisprudencia de la Suprema Corte brasileña26. Por lo demás, la Corte Interamericana
24
FAÚNDEZ-UGALDE, Antonio. Tutela jurisdiccional efectiva y derecho tributario: ¿Una tensión permanente
en el procedimiento de reclamación por vulneración de derechos?. Revista de Estudios Tributarios, n. 5, pp.
207-224. 2011. DOI: https://revistas.uchile.cl/index.php/RET/article/view/41137/42676.
25
ROZNAI, Yaniv; KREUZ, Letícia. Conventionality control and Amendment 95/2016: a Brazilian case of uncon-
stitutional constitutional amendment. Revista de Investigações Constitucionais, vol. 5, n. 2, pp. 35-56. 2018.
DOI: 10.5380/rinc.v5i2.57577.
26
MENDES, Gilmar Ferreira; BRANCO, Paulo Gustavo Gonet. Curso de direito constitucional. 9. ed. São Pau-
lo: Saraiva, 2014. p. 130.
27
ROZNAI, Yaniv; KREUZ, Letícia. Conventionality control and Amendment 95/2016: a Brazilian case of un-
constitutional constitutional amendment. Revista de Investigações Constitucionais, vol. 5, n. 2, pp. 35-56.
2018. DOI: 10.5380/rinc.v5i2.57577; CONTESSE, Jorge. The International Authority if the Inter-American Court
of Human Rights: a critique of the conventionality control doctrine. The International Journal of Human
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stitutional-Court-The-Invention-of-the-Conventionality-Control-by-the/download; SAGÜÉS, Nestor Pedro.
Nuevas fronteras del control de convencionalidad: el reciclaje del derecho nacional y el control legisferante
de convencionalidad. Revista de Investigações Constitucionais, Curitiba, vol. 1, n. 2, p. 23-32. 2014. DOI:
http://dx.doi.org/10.5380/rinc.v1i2.40509; HERNÁNDEZ-MENDIBLE, Victor Rafael. El control de convencional-
idad como expresión del control de constitucionalidad: originalidad y desaciertos. Revista de Investigações
Constitucionais, Curitiba, vol. 2, n. 3, p. 137-168. 2015. DOI: http://dx.doi.org/10.5380/rinc.v2i3.44532. LEAL,
Mônia Clarissa Hennig; ALVES, Felipe Dalenogare. O controle de convencionalidade e o Judiciário brasileiro: a
sua aplicação pelo Tribunal Superior do Trabalho como forma de proteger a dignidade da mão-de-obra (ve-
dação de terceirização de atividade- m) no case Carneiro Távora v. Telemar Norte Leste e Contax. Revista de
Investigações Constitucionais, Curitiba, vol. 4, n. 1, p. 109-128. 2017. DOI: 10.5380/rinc. v4i1.48212.
28
PALOMO, Diego. Aportación de la Convención Americana de Derechos Humanos a la perspectiva chilena
de la dogmática procesal del derecho a la tutela judicial. Un apoyo en dos fallos: casos Barrios Altos y Castillo Pe-
truzzi. Revista Ius Et Praxis, Talca, vol. 8, n. 2, 2002. DOI: http://dx.doi.org/10.4067/S0718-00122002000200009.
29
MARINONI, Luiz. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva. Lima: Palestra, 2007. p. 177.
presentada fuera del plazo legal para hacerlo, la técnica procesal consistirá en la decla-
ración de inadmisibilidad del reclamo como forma de establecer una tutela jurisdic-
cional efectiva respecto de la pretensión del órgano fiscalizador. La misma tensión de
normas se presentará si la acción no es presentada cumpliendo las formalidades que
establece la ley.
Sin perjuicio de que la tutela jurisdiccional abarca todo tipo de derechos, la
tensión entre las normas revestirá mayor importancia cuando el derecho fundamental
objeto del reclamo colisiona con la tutela jurisdiccional efectiva considerada, también,
como un derecho fundamental. Esta situación debe ser apreciada por el juez caso a
caso considerando los derechos fundamentales en pugna.
Aldunate30 sintetiza distintas posiciones que buscan un mecanismo de solución
a la colisión de normas: una primera solución se enmarca en la idea de establecer un or-
den de prelación o jerarquía determinable en abstracto, entre los diferentes derechos,
idea que ha sido asimilada a la doctrina de los preferred rights de origen norteameri-
cano. Se identifica en esta categoría el argumento de preferencia que debe dársele a
aquellos derechos fundamentales que no sean renunciables para su titular (en especial,
por estar asegurados en resguardo de la dignidad personal); a aquellos que posibilitan
la realización de otros que devienen en posteriores, y por tanto, menos importantes
que los primeros; a aquellos que cuentan con un positivo índice de garantización, re-
conocible a partir de la garantía otorgada vía acciones que ampara la Constitución; a
aquellos cuya pérdida o supresión impacte en el ámbito institucional de modo más
relevante; a aquellos derechos denominados “fines” en relación a los derechos “medios”
para lograr esos fines y, por último, la preferencia que debe darse a aquel derecho que
tienda a la mayor dignidad humana. Se ubican en esta postura a los autores Ruiz-Tagle
y Cea Egaña.
Otra postura radica en la idea de ponderación de derechos en el caso concreto
(balacing test) posición que implica que serán las circunstancias del caso las que apor-
tarán los elementos determinantes de la preferencia que deba darse a un derecho por
sobre otro, pero sólo en ese caso. La posibilidad de resolver la colisión de derechos
por la vía de la ponderación se encuentra íntimamente vinculada a una concepción de
derechos como principios, y es propuesta por Alexy con referencias al pensamiento de
Dworkin. Alexy31 expresa que en las circunstancias específicas de la hipótesis, es posible
establecer entre los principios una relación de precedencia condicionada, con preci-
sa indicación de las condiciones para que un precepto preceda a otro. Puede ocurrir,
30
ALDUNATE, Eduardo. Derechos Fundamentales. Santiago: Legal Publishing, 2008. pp. 269 a 280; ALDUNA-
TE, Eduardo. La colisión de derechos fundamentales. Revista Derecho y Humanidades, n. 11, pp. 69-78. 2005.
DOI: https://revistas.uchile.cl/index.php/RDH/article/view/17052.
31
ALEXY, Robert. Teoría de los derechos fundamentales. España: Centro de Estudios Constitucionales.
1993. pp. 90 y 91.
por eso, que, en otras condiciones, la precedencia se invierta. Agrega el mismo autor
que el conflicto entre derechos fundamentales debería ser solucionado a través de un
mecanismo de ponderación de los intereses opuestos. Explica este autor que en esta
ponderación, de lo que se trata es determinar cuál de los intereses, abstractamente del
mismo rango, posee mayor peso en el caso concreto; de esta forma, si la ponderación
da como resultado que los intereses del reclamante, que se oponen a la intervención,
tienen en el caso concreto un peso manifiestamente mayor que el de aquel interés a
cuya preservación está dirigida la medida estatal, entonces la intervención viola el prin-
cipio de proporcionalidad y, con ello, el derecho fundamental.
La tercera postura que sintetiza Aldunate es la idea de la armonización, concor-
dancia práctica o del equilibrio adecuado. Para esta postura no se busca encontrar el
criterio que permita a un derecho primar sobre otro, ni aún en el caso concreto, sino
que debe buscarse una solución que permita lograr un óptimo de protección para los
derechos que se enfrentan. Explica Aldunate que esta idea de armonización o concor-
dancia práctica puede ser considerada, en sus efectos, una variante de la ponderación a
la que se le suma el elemento teológico de buscar la óptima protección de los derechos
en conflicto.
Finalmente, Aldunate considera y critica las diversas soluciones propuestas,
planteando las siguientes hipótesis: la tesis de que no hay una solución general, sino
que la Constitución distingue entre diversos derechos, de manera que las colisiones
deben solucionarse de manera diversa según los derechos alegados; y, por otra parte,
la tesis de que el uso constitucional de expresiones como ejercicio legítimo y restable-
cimiento del imperio del derecho implican que a nivel constitucional no existen crite-
rios que permitan resolver las colisiones de derechos, sino que hay una remisión a las
normas de nivel subconstitucional, en las que los jueces deberían hallar los criterios de
solución so pena de verse abocados a crear derecho, para lo que no están autorizados.
Aldunate32 se plantea la pregunta: ¿qué sucede cuando la antinomia se presenta
entre el derecho fundamental de la tutela jurisdiccional efectiva y una norma incons-
titucional? Al respecto, aborda dos hipótesis de solución: o bien, aceptar la posibilidad
de que el juez prescinda de la ley inconstitucional y sea leal a la Constitución, o bien,
mientras no exista un tribunal competente que declare la inconstitucionalidad de una
ley, el juez se obliga a aplicar las leyes inconstitucionales.
Considerando las hipótesis anteriores, surge la siguiente inquietud: ¿frente a la
colisión de una norma de derecho tributario material con un derecho fundamental,
mientras no se declare la inconstitucionalidad de la primera, implica atentar contra la
tutela jurisdiccional efectiva? Siguiendo a Aldunate33, si existe un tribunal con com-
32
ALDUNATE, Eduardo. Derechos Fundamentales. Santiago: Legal Publishing, 2008. p. 203.
33
ALDUNATE, Eduardo. Derechos Fundamentales. Santiago: Legal Publishing, 2008. pp. 203 y 204.
5. TRES SENTENCIAS
El problema de colisión de derechos fundamentales con normas de derecho
tributario material ha sido un tema discutido en la jurisprudencia chilena de los últi-
mos años. En el caso “Industrial Molina Limitada con Servicio de Impuestos Internos”34 dio
paso a una de las primeras sentencias en establecer la primacía de los derechos funda-
mentales reconocidos en la CADH por sobre normas de derecho material en el ámbito
tributario. El conflicto se posicionaba en la prescripción de la acción de cobro de la
autoridad fiscalizadora, en atención a que había transcurrido más de 6 años desde la
presentación de la acción del contribuyente y la fecha de la notificación de la sentencia
de primera instancia. La sentencia declaró en lo medular: “que las normas constitucio-
nales y de derecho internacional exigen que la acción de la justicia sea rápida y oportuna,
tanto en escuchar a los justiciables como en resolver los problemas planteados, sean ellos
del ámbito civil o del penal. En tal perspectiva, si bien estos sentenciadores comparten que
la presentación del reclamo basta para suspender el curso de la prescripción que consagra
el Código Tributario, no pueden aceptar, en razón de la antedicha normativa -preferente-
mente integrada, en lo internacional, por el pacto de San José de Costa Rica y por el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas, además del artículo 5°
de la Carta Política, en lo nacional-, que tal suspensión opere incluso por un período mayor
que el asignado por la legislación para la prescripción adquisitiva extraordinaria, esto es, en
la práctica de manera indefinida”. La colisión normativa es evidente, estableciendo una
primacía de la CADH por sobre el derecho interno. Si bien, se presentaron dos votos
discidentes de la sentencia, éstos plantearon rechazar la defensa del contribuyente por
“la carencia de una regla de aplicación general entregada por el legislador, la aplicación
del principio al que se recurre ha de ser consecuencia de las circunstancias del caso, esto es,
resultado de hechos que obliguen a entender que ha tenido lugar una dilación inexcusable”.
34
Sentencia Corte Suprema de fecha 14 de abril de 2014,“Industrial Molina Limitada con Servicio de Im-
puestos Internos”, rol nº 5.165-2013.
Un año después del caso anterior, en la causa “Distribuidora don Francis S.A. con
Servicio de Impuestos Internos”35, la Corte Suprema rechazó la defensa del contribuyente
quien planteaba que la acción del Fisco estaba prescrita porque habían transcurrido
11 años desde la sentencia de primer grado, contraviniendo el nº 1 del artículo 8 de
la CADH. La Corte sustentó su sentencia en que “durante el tiempo transcurrido entre
el 6 de diciembre de 2007, fecha en que la Corte de San Miguel ordenó reponer la causa al
estado de proveer el reclamo, y la fecha en que éste se acogió a tramitación, la prescripción
del artículo 200 del Código Tributario se encontraba suspendida, con ocasión del reclamo
presentado por el contribuyente”; y, concluye: “la suspensión de la prescripción constituye
un beneficio establecido por la ley a favor de determinadas personas, que a diferencia de la
interrupción, no hace perder el tiempo de prescripción sino que ésta detiene su curso mien-
tras subsista la causa que la produce. Desaparecida ella, continúa corriendo la prescripción,
por lo que el tiempo se añadirá al que corra con posterioridad”. Este es un claro caso en
donde en la decisión del asunto controvertido primó el derecho interno por sobre la
CADH. Sin embargo, en la misma sentencia el voto de minoría declaró la procedencia
en reconocer los derechos de la CADH por sobre el derecho interno. En efecto, el voto
discidente aceptó la “prescripción de la acción de cobro, porque, en su concepto, conside-
raciones afincadas en el respeto a las normas constitucionales y de derecho internacional
exigen que la acción de la justicia sea rápida y oportuna, tanto en escuchar a los justiciables
como en resolver los problemas planteados, sean ellos del ámbito civil o del penal, debien-
do resolverse el conflicto en un plazo razonable”; y concluye: “no puede aceptar, en razón
de la antedicha normativa -preferentemente integrada, en lo internacional, por el Pacto
de San José de Costa Rica y por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las
Naciones Unidas, además del artículo 5° de la Carta Política, en lo nacional-, que el cobro
se extienda por más una década, plazo considerado desde la data de exigibilidad de los
impuestos hasta la fecha de expedición de esta sentencia; lo que aparece como contrario a
toda lógica y por cierto a las citadas disposiciones internacionales, con evidente conculca-
ción de los derechos del contribuyente reconocidos por tales normas. Resulta contradicto-
rio que la máxima prescripción que contempla nuestro Código Civil opera al vencimiento
del término de diez años y, en cambio, la prescripción en materia tributaria pueda requerir
mayor plazo”.
Una tercera sentencia a destacar es el caso “Fernando Echavarri Borssotto con
Servicio de Impuestos Internos”36, en donde la Corte Suprema nuevamente estuvo por
acoger la prescripción de la acción del Fisco al haber transcurrido mas de dos déca-
das desde la presentación de la reclamación. La sentencia indicó que el caso debía
35
Sentencia Corte Suprema de fecha 10 de septiembre de 2015,“Distribuidora don Francis S.A. con Servi-
cio de Impuestos Internos”, rol nº 16.644-2014.
36
Sentencia Corte Suprema de fecha 10 de enero de 2017,“Fernando Echavarri Borssotto con Servicio de
Impuestos Internos”, rol nº 15.929-2016.
considerar “la forma en que las disposiciones del derecho interno se relacionan con las nor-
mas constitucionales y de derecho internacional citadas, pues el respeto de estas últimas,
exige que la acción de la justicia sea rápida y oportuna, tanto en escuchar a los justiciables,
como en zanjar los problemas puestos en su conocimiento, sean ellos del ámbito civil o
penal, debiendo resolverse el conflicto en un plazo razonable, esto es, ajustado a la razón.
En tal perspectiva, si bien la conjunción de los artículos 201 incisos 2° y 3° dejan en claro que
la presentación del reclamo basta para suspender el curso de la prescripción que consagra
el Código Tributario y que ese estado se mantiene, de acuerdo con su inciso final, mientras
los impuestos no pueden girarse, ya sea en primera instancia por disposición de la ley o en
alzada a petición del reclamante (artículo 24 inciso 2° y 147), no es posible aceptar, en razón
de la antedicha normativa -preferentemente integrada, en lo internacional, por el pacto de
San José de Costa Rica y el artículo 5° de la Carta Política, en lo nacional-, que tal suspensión
opere, en la práctica, de manera indefinida, deviniendo la acción de cobro del Fisco, en los
hechos, en imprescriptible, sin fundamento legal”. Esta sentencia también presentó dos
votos de minoría, los que sostuvieron que, si bien, “la Convención Americana de Dere-
chos Humanos, es directamente aplicable por estar incorporada al ordenamiento jurídico
nacional, se trata de un concepto jurídico indeterminado, que carece de precisión legislati-
va dentro de los cuales se encuadre su aplicación, esto es, no contiene la determinación de
lo que debe entenderse como un tiempo razonable para justificar un juzgamiento”.
De acuerdo con las sentencias anteriores, la discusión aún no es pacífica, sin
perjuicio de que hay una tendencia en aceptar la primacía de la CADH como forma de
solucionar colisiones normativas con el derecho interno. En tal problemática, el me-
canismo de solución ha sido aceptar la posibilidad de que el juez prescinda de la ley
interna y sea leal a los derechos fundamentales recogidos por la CADH, sin necesidad
de obtener, previamente, alguna declaración de inconstitucionalidad, lo que responde
una protección efectiva de la tutela jurisdiccional.
6. CONCLUSIONES
Un proceso que ofrezca garantías mínimas para las partes no puede quedar li-
mitado solamente a la aplicación de las normas de derecho material. De acuerdo con
ello, el mecanismo efectivo de tutela, como derecho fundamental en sí mismo, debe
considerar una complementación con el derecho tributario material, no desconocien-
do la posibilidad de generar colisiones normativas. Dentro de las formas de solución de
dichas colisiones entre una norma de derecho tributario material y un derecho funda-
mental, adherimos a la propuesta de Aldunate, esto es, aceptar la posibilidad de que
el juez prescinda de la ley inconstitucional y sea leal a la Constitución. En tal sentido, si
existe un tribunal con competencia para declarar inconstitucional un precepto legal a
un caso en concreto, no soluciona la antinomia normativa, sino que dicha declaración
tiene por finalidad impedirla. Por lo tanto, un juez puede resolver una colisión normati-
va sin necesidad de esperar una declaración de inconstitucionalidad de una norma de
derecho tributario material, como se presentó en los casos chilenos “Industrial Molina
Limitada con Servicio de Impuestos Internos” y “Fernando Echavarri Borssotto con Servi-
cio de Impuestos Internos”, lo que, perfectamente, puede tener aplicación en el ordena-
miento jurídico brasileño.
7. REFERENCIAS
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nales. 1993.
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manente en el procedimiento de reclamación por vulneración de derechos?. Revista de Estu-
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VALLESPÍN, David. El modelo constitucional de juicio justo en el ámbito del proceso civil. Bar-
celona: Atelier, 2002.
Resolución
Primera Ponencia
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Exp. N° 00295-2012-PHC/TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. Exp. N° 00295-2012-PHC/TC. Lima, 14 de
mayo de 2015.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
OTDA
FO.JAS
EXP. N. 0 00295-2012-PHC/TC
LIMA
ARISTÓTELES ROMÁN ARCE PAUCAR
En Lima, a los 14 días del mes de mayo de 2015, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los magistrados Urviola Hani, Presidente; Miranda
Canales, Vicepresidente; Blume Fortini, Ramos Núñez, Sardón de Taboada, Ledesma
Narváez y Espinosa-Saldaña Barrera, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
ANTECEDENTES
Sostiene que el referido proceso penal iniciado el 6 de abril de 2006 viene siendo
dilatado por el denunciante, Jovino López Medina (representante de la Compañía
structora e Inmobiliaria Bacilio López S.A.) a través de diversas argucias legales.
~.r.~~::.r·e.rega que tal accionar también ha sido recogido por los jueces demandados, toda vez
que, pese a haberse vencido en forma reiterada el plazo de investigación del proceso, y a
haber sido absuelto hasta en dos oportunidades, la Sala Superior demandada ha anulado
los actuados y ha ordenado la ampliación del plazo investigatorio sin motivo alguno, a
j fin de que se le continúe investigando.
EXP. N. 0 00295-2012-PHC/TC
LIMA
ARISTÓTELES ROMÁN ARCE PAUCAR
...ser calificado como pr o complejo, y, no obstante ello, han transcunido más de 5
años sin que exista decisión definitiva que resuelva su situación jurídica, lo cual vulnera
sus derechos a ser juzgado dentro de un plazo razonable y a la libertad personal.
Investigación sumaria
El Décimo Primer Juzgado Penal de Lima, con fecha 18 de julio de 2011 (f.
, declaró fundada la demanda, y, en consecuencia, declaró nula la resolución de
echa 22 de diciembre de 201 O. Ordenó que la Sala Superior emplazada en el plazo de
30 días emita sentencia que defina la situación jurídica del demandante, por considerar
que han transcunido más de 5 años desde que inició el proceso penal, pese a que se
investiga un solo delito contra un solo imputado, sin que exista el control de los plazos
por parte del juez, y que el demandante no ha tenido una actuación obstruccionista.
Asimismo, señaló que no se motivó los hechos que no fueron debidamente investigados
y que determinaron la ampliación de la instrucción por un plazo adicional.
La Primera Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima revocó la sentencia apelada, y reformándola, declaró improcedente la
demanda, por considerar que la dilación del proceso penal no puede ser atribuida a los
jueces emplazados, toda vez que fue el Ministerio Público el que solicitó que se
actuaran otras pruebas, a fin de que no se afecte el derecho de defensa de las partes
procesales.
u
-·o c.
IBUNAL CONSTITU ON AL
EXP . N .0 00295-2012-PHC/TC
LIMA
ARISTÓTELES ROMÁN ARCE PAUCAR
uzgado Penal Transitorio del Callao también había participado en la tramitación del
proceso penal en cuestión, optó por una medida alternativa y excepcional. Además,
porque, previo a emitir pronunciamiento que ponga fin a la controversia, le notificó el
recurso de agravio constitucional al juez referido, otorgándole un plazo de cinco días
hábiles para que ejerza su derecho de defensa. La citada resolución fue notificada el 17
de setiembre de 2012, sin que a la fecha haya remitido respuesta alguna. En
consecuencia, la causa se encuentra expedita para emitirse en ella resolución definitiva.
FUNDAMENTOS
El objeto de la demanda es que se ordene que el Poder Judicial , a través del órgano
jurisdiccional correspondiente, emita sentencia definitiva que resuelva la situación
jurídica del demandante Aristóteles Román Arce Paucar en el proceso penal que se
le sigue por la presunta comisión del delito de usurpación agravada (Exp. 0614-
2006). Se alega la vulneración de sus derechos a ser juzgado dentro de un plazo
razonable y a la libertad personal.
5. Ahora bien, el cómputo del plazo razonable del proceso debe iniciarse desde el
momento en que la persona conoce de la atribución o del cargo que le afecta a sus
intereses, y culmina con la decisión que resuelve de manera definitiva su situación
jurídica o determina sus derechos u obligaciones. En el ámbito del proceso penal, se
ha señalado que el cómputo del plazo razonable comienza a correr desde el primer
acto del proceso dirigido contra la persona como presunto responsable de un delito,
el que a su vez puede estar representado por: i) la fecha de aprehensión o detención
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NA L
EXP. N .0 00295-2012-PHC/TC
LIMA
ARISTÓTELES ROMÁN ARCE PAUCAR
del imputado, o ii) la fecha en que la autoridad judicial toma
conocimiento del caso; entendiéndose en términos generales que dicho acto lo
constituye el auto de apertma de instrucción (Cfr. STC 5350-2009-PHC, F.J. 45;
STC 2700-2012-PHC, F.J. 7; STC 0350-2013-PHC, F.J. 3.3 , entre otras).
8. Por otro lado, en relación a las consecuencias jurídicas que se generan cuando se
constata la violación del derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable,
inicialmente el Tribunal señaló que ello conlleva a la exclusión del imputado del
proceso penal (Cfr. STC 3509-2009-PHC, F.J. 39). Posteriormente, advirtió que el
órgano jurisdiccional debía emitir y notificar, en el plazo máximo de 60 días
naturales, la sentencia que defina la situación jurídica, bajo apercibimiento de darse
por sobreseído el proceso penal, no pudiendo ser nuevamente investigado ni
procesado por los mismos hechos, por cuanto ello conllevaría la vulneración del
principio ne bis in idem (Cfr. STC 5350-2009-PHC, F.J. 40).
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AL
EXP . N. 0 00295-2012-PHC/TC
LIMA
ARI STÓTELES ROMÁN ARCE PAUCAR
proceso judicial de que se trate (civil, penal, laboral, etc.), sino que, bien entendidas
las cosas, lo que corresponde es la reparación in natura por parte de los órganos
jurisdiccionales, la misma que consiste en emitir el pronunciamiento definitivo sobre
el fondo del asunto en el plazo más breve posible.
11. Así las cosas, este Tribunal considera que, en el caso de un proceso penal, no puede
establecerse por ejemplo, la exclusión del procesado, el sobreseimiento del proceso
1 archivo definitivo del proceso penal como si fuera equivalente a una decisión de
bsolución emitida por el juez ordinario, sino que, actuando dentro del marco
# constitucional y democrático del proceso penal, el órgano jurisdiccional debe emitir
el pronunciamiento definitivo sobre el fondo del asunto en el plazo más breve
posible, declarando la inocencia o responsabilidad del procesado, y la consiguiente
conclusión del proceso penal. En cualquier caso, como es obvio, tal circunstancia no
exime de las responsabilidades a que hubiere lugar para quienes incurrieron en ella,
y que deben ser dilucidados por los órganos competentes (Cfr. STC 3689-2008-
PHC, F.J. 10).
12. Por último, el referido plazo más breve posible para la emisión del pronunciamiento
que resuelva de manera definitiva la situación jurídica del procesado debe ser fijado
o establecido según las circunstancias concretas de cada caso. Y es que el plazo para
el pronunciamiento definitivo sobre el fondo del asunto no debe ser fijado una vez y
para siempre, de modo que sea aplicable en todos los casos, sino que éste debe ser
fijado de manera objetiva y razonable por el juez constitucional en atención a las
circunstancias concretas de cada caso, sobre todo teniendo en cuenta el estado actual
del proceso, por cuanto la fijación del mismo puede resultar un imposible en algunos
casos y/o puede constituir un exceso en otros.
13. Del examen de los documentos que obran en autos, y de las declaraciones de las
partes, este Tribunal considera que la demanda debe ser estimada, sobre la base de
____,~ ~
TRIBUNAL CONS1TfUCIOÑAL .
OTDA
FOJAS
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J\ _ ...........J
EXP . N .0 00295-2012-PHC/TC
LIMA
ARISTÓTELES ROMÁN ARCE PAUCAR
b) Con fecha 1O de octubre de 2008, el Primer Juzgado Penal Transitorio del Callao
dictó sentencia absolutoria (fojas 1O1). La Tercera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia del Callao, por resolución de fecha 20 de abril de 2009
(fojas 23), declaró nula la precitada sentencia, por considerar que, mediante
resolución de fecha 1 de octubre de 2008, se avocó al proceso un nuevo
juzgador. Por ende, en su opinión lo que la parte agraviada no pudo ejercer es su
derecho de defensa, toda vez que sus alegatos escritos los presentó ante el
anterior juez, lo que motivaría su solicitud de un nuevo informe oral que permita
al nuevo juzgador conocer su pretensión antes del dictado de la sentencia, más
aún cuando con fecha posterior a la sentencia (28 de octubre de 2008) se le
notificó con la resolución de fecha 1 de octubre de 2008.
14. De la simple constatación de las fechas se advierte que existe dilación en el trámite
del proceso penal cuestionado, demora que este Tribunal considera que no es
atribuible a Aristóteles Román Arce Páucar, debiéndose tener presente que se trata
de un proceso sumario en el que el único procesado es el recurrente y que el juez no
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EXP , N ,0 00295-2012-PHC/TC
LIMA
ARISTÓTELES ROMÁN ARCE PAUCAR
a fundamen la dilación por una especial dificultad del proceso que lo derive en
complejo, Si bien los magistrados emplazados, en sus declaraciones, arguyen que
los medios de defensa presentados por el recurrente han contribuido a la dilación del
proceso, en autos no se aprecia algún apercibimiento que el juez hubiese podido
decretar contra el recurrente por una conducta renuente a las citaciones del juzgado
o que los medios de defensa presentados -conforme al derecho de defensa que le
asiste a todo procesado- hayan sido considerados como maliciosos. Asimismo, a la
fecha no obra en autos documento que acredite que se haya determinado
definitivamente la situación jurídica del recurrente.
Por lo expuesto, este Tribunal declara que la dilación ocurrida en el trámite del
proceso penal, Expediente N. 0 614-2006, viola el derecho a ser juzgado dentro de un
plazo razonable, implícito en el artículo 139° inciso 3, de la Constitución.
Efectos de la sentencia
P
or consiguiente, la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao,
en el plazo de quince días naturales, deberá emitir la sentencia que decida la
ituación jurídica de Aristóteles Román Arce Páucar, no pudiendo el actor ser
nuevamente investigado ni procesado por los mismos hechos, por cuanto ello
conllevaría la vulneración del principio ne bis in ídem .
18. Asimismo, la presente sentencia deberá ser puesta en conocimiento del Consejo
Nacional de la Magistratura y de la Oficina de Control de la Magistratura para que
inicien las investigaciones pertinentes a los jueces que vulneraron el derecho a ser
juzgado dentro de un plazo razonable.
HA RESUELTO
2. ORDENAR a la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao que
en el plazo de quince días naturales, contados desde la fecha de notificación del
presente fallo , emita y notifique la correspondiente sentencia que decida la
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
EXP. N .0 00295-2012-PHC/TC
LIMA
ARISTÓTELES ROMÁN ARCE PAUCAR
situación jurídica de Aristóteles Román Arce Páucar, expediente penal N. 0 614-
2006.
Publíquese y notifíques
SS .
URVIOLA HANI
MIRANDA CANALES
BLUME FORTI
RAMOSNÚÑEZ
SARDÓN DE T ABO ADA
LEDESMA NARV ÁEZ
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Resolución
Segunda Ponencia
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Exp. N° 04532-2013-PA/TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. Exp. N° 04532-2013-PA/TC. Lima, 16 de
agosto de 2018.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 16 días del mes de agosto de 2018, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los señores magistrados Blume Fortini, Miranda Canales,
Ramos Núñez, Sardón de Taboada, Ledesma Narváez y Espinosa-Saldaña Barrera
pronuncia la siguiente sentencia, con el abocamiento del magistrado Ferrero Costa,
aprobado en la sesión de Pleno del día 5 de setiembre de 2017. Asimismo, se agregan el
fundamento de voto del magistrado Espinosa-Saldaña Barrera y el voto singular de la
magistrada Ledesma Narváez.
ASUNTO
Con fecha 25 de julio de 2012, don Fernando Martínez Ramos, representante legal
de Icatom S.A., interpone demanda de amparo contra la Sunat solicitando que: (i) se
deje sin efecto la Resolución de Ejecución Coactiva 101-006-0016924, de fecha 17 de
mayo de 2012, en el extremo que liquida los intereses legales desde la fecha de la
imposición de las multas establecidas mediante las Resoluciones 101-002-0001905;
101-002-0001906; 101-002-0001907; 101-002-0001908, y 101-002-0001909 hasta el
17 de mayo de 2012; (ii) se ordene a Sunat liquidar los respectivos intereses legales
hasta la fecha en la cual venció el plazo para que el Tribunal Fiscal emitiera
pronunciamiento respecto de la apelación interpuesta contra la Resolución
1050140000946/SUNAT, de fecha 31 de mayo de 2007; y (iii) se ordene a la Sunat la
devolución del monto cancelado en exceso por la demandante por concepto de los
intereses derivados de las multas impuestas.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
111111111101111111111111111
EXP. N.° 04532-2013-PA/TC
ICA
ICATOM SA, REPRESENTADA POR
FERNANDO MARTÍNEZ RAMOS
(GERENTE GENERAL)
FUNDAMENTOS
1111111 1111111111111111111111
EXP N.° 04532 2013-PA/TC
ICA
ICATOM SA, REPRESENTADA POR
FERNANDO MARTÍNEZ RAMOS
(GERENTE GENERAL)
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
11111911II I IIIIII1111111111
EXP. N.° 04532-2013-PA/TC
ICA
ICATOM SA, REPRESENTADA POR
FERNANDO MARTÍNEZ RAMOS
(GERENTE GENERAL)
A, : ecto, este Tribunal advierte que, en efecto, pudo cuestionarse la demora del
p _ s'II
i illf, . e , omía y Finanzas tal y como lo prevén los artículos 144 y 155, literal b, del
/
1„,
ódigo Tributario. Sin embargo, ello no hubiera significado la suspensión del
cobro de los intereses moratorios, dado que el procedimiento coactivo se suspende
exclusivamente al concurrir alguna de las causales previstas en el artículo 119 del
lifj/'
/ Código Tributario, entre las que no figura la presentación del recurso de queja.
10. Tanto la Sunat, como las instancias precedentes, han considerado que la demanda
debe declararse improcedente, dado que el proceso contencioso administrativo
constituye la vía procesal para resolver la pretensión de la recurrente.
11. La parte demandada sostiene que, por lo dispuesto en el artículo 157 del Código
Tributario, la resolución del Tribunal Fiscal debió ser impugnada mediante el
proceso contencioso administrativo. Sin embargo, en tanto eso no ocurrió, la
autoridad administrativa llevó a cabo el procedimiento de cobranza coactiva. En
V3V.WA pat.>
.10
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IEXP.
11 I I I IN.°
1I1I11104532-2013-PA/TC
111111111
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ICATOM SA, REPRESENTADA POR
FERNANDO MARTÍNEZ RAMOS
(GERENTE GENERAL)
14. En el presente caso, este Tribunal concluye que existe la necesidad de brindar
tutela de urgencia, toda vez que conforme lo dispone el propio artículo 157 del
Código Tributario, "la presentación de la demanda no interrumpe la ejecución de
los actos o resoluciones de la Administración Tributaria", es decir, se advierte un
riesgo de irreparabilidad en la lesión de los bienes de relevancia constitucional
invocados por la demandante, tales como el principio de razonabilidad que rige la
actuación de la administración pública o el derecho a recurrir en sede
administrativa; por lo que es menester emitir un pronunciamiento de fondo.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
excedido en demasía el plazo que tenía el Tribunal Fiscal para resolver dicho
recurso lo que corresponde es que los intereses legales sean calculados
únicamente hasta la fecha en la cual venció el plazo legal de doce meses, esto es,
hasta el 31 de julio de 2008. En ese sentido, alega la vulneración del derecho al
debido procedimiento por haberse inobservado el principio de razonabilidad en la
aplicación de los intereses moratorios.
17. Si bien en el caso precitado la recurrente era una persona natural que no ejercía
actividad económica comercial, mientras que en el caso de autos la demandante es
una persona jurídica dedicada a la actividad empresarial, este Tribunal
Constitucional considera que el razonamiento establecido en el Expediente 04082-
2012-PA/TC, en los extremos referidos a los intereses moratorios y su
capitalización, resulta aplicable a la presente controversia.
18. Ello debido a que en ambos supuestos las recurrentes cuestionan el hecho que la
Administración Tributaria les haya impuesto el cobro de intereses moratorios
durante el periodo de impugnación de su deuda tributaria en sede administrativa
por considerar que dicho actuar resulta lesivo del principio de razonabilidad. Es
decir que, la distinta naturaleza jurídica de las entidades recurrentes y las
divergencias en su configuración y desempeño económico no conllevan per se a
afirmar que nos encontramos ante supuestos de hecho distintos, ya que, en ambos
casos, las demandantes invocan un acto lesivo sustancialmente igual al amparo de
DeL
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
20. Este criterio, conviene recordar, resulta por demás coherente con el establecido
por el Tribunal en el Expediente 0905-2001-AA/TC, donde se reconoció que las
personas jurídicas de derecho privado también pueden ser titulares de derechos
fundamentales [fundamento 5], y el Expediente 01567-2006-AA/TC, donde se
dejó establecida su titularidad del derecho al debido proceso [fundamento 9], cuya
exigibilidad no se restringe a los procesos judiciales, sino que se extiende a los
procedimientos administrativos [entre otros, los Expediente 04289-2004-PA/TC,
fundamento 3 y 03741-2004-PAJTC, fundamento 18].
IV §4.2. El principio de razonabilidad en la administración pública y su vinculación
en las medidas restrictivas de derechos
.4,
§4.3. Análisis del presente caso
23. De autos se advierte que la deuda contenida en las cinco resoluciones de multa, a
la fecha de haber sido notificadas a la demandante (6 de octubre de 2006),
ascendía a un total de S/. 179 890.00 (fojas 5 a 9), incluyendo la multa impuesta
además de los intereses capitalizados y moratorios. Luego de la decisión del
Tribunal Fiscal, mediante la Resolución de Ejecución Coactiva 101-006-0016924,
de fecha 17 de mayo de 2012 (fojas 107), se calcularon nuevamente los intereses
capitalizados y moratorios, con lo cual la multa ascendía a un total de S/. 328
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932.00, monto que, actualizado a la fecha de pago de la deuda fue de S/. 330
069.00, cobrado por medio de la Resolución de Intendencia 102-180-0000643
(fojas 53).
24. Dicho cálculo fue efectuado de conformidad con lo dispuesto en el artículo 33 del
TUO del Código Tributario, modificado por el 6 del Decreto Legislativo 981,
entonces vigente al momento del cómputo de los intereses moratorios (desde el 1
de abril de 2007 -de conformidad con lo establecido en la Primera Disposición
Complementaria Final de dicho decreto- hasta el 13 de julio de 2014, fecha esta
última en la que entra en vigencia la modificatoria del artículo 7 de la Ley 30230,
que establece medidas tributarias, de simplificación de procedimientos y
rmisos ara la promoción y dinamización de la inversión en el país).
(...)
La aplicación de los intereses moratorios se suspenderá a partir del vencimiento
de los plazos máximos establecidos en el Articulo 142° hasta la emisión de la
resolución que culmine el procedimiento de reclamación ante la Administración
Tributaria, siempre y cuando el vencimiento del plazo sin que se haya resuelto la
reclamación fuera por causa imputable a ésta.
Durante el periodo de suspensión la deuda será actualizada en función del Índice
de Precios al Consumidor.
Las dilaciones en el procedimiento por causa imputable al deudor no se tendrán en
cuenta a efectos de la suspensión de los intereses moratorios":
La suspensión de intereses no es aplicable a la etapa de apelación ante el
Tribunal Fiscal ni durante la tramitación de la demanda contencioso-administrativa.
25. Al respecto, cabe indicar que la finalidad del cobro de intereses moratorios en las
deudas tributarias es compensar al acreedor tributario por la demora en el pago;
finalidad que resultará legítima en tanto la demora sea imputable y
razonablemente previsible por el deudor tributario. Así, a partir de lo establecido
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28. Por otro lado, este Tribunal no advierte una causa objetiva que justifique un
tamiento legislativo diferenciado entre los recursos de reclamación y apelación
o especta a la suspensión en el cobro de intereses moratorios luego de
plazo legal establecido para que la autoridad administrativa resuelva
cursos. Ello es así toda vez que si bien cada uno de ellos es conocido y
elto por distintas entidades administrativas (Sunat y Tribunal Fiscal,
respectivamente), dicho aspecto no resulta determinante para reconocer una
naturaleza disímil a estos mecanismos impugnatorios, sino que, por el contrario,
en ambos casos nos encontramos ante recursos administrativos que pretenden
garantizar el derecho al debido procedimiento en su manifestación de facultad
para recurrir las decisiones administrativas. Por lo tanto, la disposición que
establece la suspensión en el cobro de intereses moratorios durante el tiempo en
exceso que, respecto del plazo legal establecido, tomara la administración
tributaria para resolver, resulta aplicable durante la tramitación de ambos recursos
(reclamación y apelación).
29. Así las cosas, en el presente caso corresponde que en el cobro de las multas
impuestas a la demandante mediante las Resoluciones 101-002-0001905; 101-
002-0001906; 101-002-0001907; 101-002-0001908, y 101-002-0001909, la Sunat
suspenda el cómputo de los intereses moratorios durante el tiempo en exceso que,
respecto del plazo legal establecido, tomó el Tribunal Fiscal para resolver el
recurso de apelación planteado por la recurrente. En ese sentido, corresponde
asimismo declarar la nulidad de la Resolución de Intendencia 102-180-0000643
0000643 (fojas 137), de fecha 4 de junio de 2012, en el extremo que dispuso la
aplicación del monto consignado en una nota de crédito negociable por el monto
de S/. 330 069.00 para la cancelación de las deudas originadas en las resoluciones
de multa.
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§4.4. La garantía del plazo razonable como elemento del derecho al debido
procedimiento administrativo
// 31. Ahora, si bien es cierto que en el presente caso el Tribunal Fiscal no ha sido
emplazado, este Colegiado debe advertir que el análisis respecto de la eventual
vulneración del derecho al plazo razonable se hará sobre el contexto del
procedimiento administrativo tributario como un todo, es decir, las actuaciones
seguidas tanto ante la Sunat como ante el propio Tribunal Fiscal. Esto se justifica
debido a que se trata de un análisis de puro derecho, que comprende una
evaluación objetiva sobre las posibles demoras en que pudiera haber incurrido la
administración tributaria en resolver el caso plantado en sede administrativa.
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Inicio y fin del cómputo del plazo razonable del procedimiento contencioso tributario
35. Este Tribunal ha establecido que el cómputo del plazo razonable del proceso debe
iniciarse desde el momento en que la persona conoce de la atribución o del cargo
que le afecta a sus intereses, y culmina con la decisión que resuelve de manera
definitiva su situación jurídica o determina sus derechos u obligaciones
[Expediente 00295-2012-PHC/TC, fundamento 5]. En el ámbito de los
procedimientos administrativos, que el artículo 29 del TUO de la Ley de
Procedimientos Administrativos General —Decreto Supremo 006-2017-JUS- los
define como el "conjunto de actos y diligencias tramitados en las entidades,
conducentes a la emisión de un acto administrativo que produzca efectos jurídicos
individuales o individualizables sobre intereses, obligaciones o derechos de los
administrados", resulta claro que el inicio del procedimiento se entiende desde
que la administración pone en conocimiento del administrado algún acto
administrativo que tenga incidencia en sus intereses.
36. En el presente caso, dado que las Resoluciones de Multa 101-002-0001905; 101-
002-0001906; 101-002-0001907; 101-002-0001908; 101-002-0001909 —que
fueron objeto de cuestionamiento en sede administrativa por parte de la
recurrente— le fueron notificadas con fecha 12 de octubre de 2006 (fojas 5 a 9),
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esta será tomada en cuenta como término de inicio para efectos de verificar la
vulneración o no del plazo razonable en sede administrativa.
37. En relación a la finalización del cómputo del plazo, este Tribunal entiende que el
término del procedimiento administrativo opera en el momento en que la
autoridad administrativa expide la decisión definitiva que resuelve la situación
jurídica de la persona en sede administrativa, lo cual incluye a los recursos que se
establecen dentro del propio procedimiento administrativo para cuestionar una
primera decisión de la autoridad. En ese sentido, este Tribunal advierte que, en el
caso de autos, el procedimiento contencioso tributario culminó con la expedición
de la Resolución 01853-1-2012 por parte del Tribunal Fiscal con fecha 3 de
febrero de 2012 (fojas 50), considerando además que el artículo 153 del TUO del
Código Tributario establece que "[c]ontra lo resuelto por el Tribunal Fiscal no
cabe recurso alguno en la vía administrativa" (...).
40. Del expediente se advierte, que la materia a dilucidar era el tributo omitido por la
demandante con la presentación de las declaraciones rectificatorias en las que la
empresa determinó el tributo a pagar por concepto del pago a cuenta del Impuesto
a la Renta. Asimismo, se advierte que, mediante Resolución de Intendencia
1050140000946/SUNAT la Intendencia Regional de Ica rechazó el pedido de la
o,
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
43. Ahora, si bien es cierto que el incumplimiento del plazo legal no puede configurar
per se una violación de la garantía del plazo razonable, toda vez que su evaluación
debe tomar en cuenta las circunstancias particulares de cada caso, este Tribunal
considera que el tiempo que tomó en este caso la administración tributaria para
resolver el recurso de apelación interpuesto por la entidad recurrente en el
procedimiento administrativo resultó ser ciertamente excesivo, perjudicando de
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Finalmente, para este Tribunal resulta evidente que la demora en la resolución del
administrativo por parte de la administración tributaria se ha
un perjuicio significativo para la demandante. En efecto, ello se
el hecho que, en todo el tiempo que duró el procedimiento la deuda se
ntó aproximadamente en un 180%, siendo que, como se indicó
nteriormente, al inicio la deuda total ascendía a un monto de S/. 179 890.00
(fojas 5 a 9) y, luego de la decisión del Tribunal Fiscal, mediante la Resolución de
Ejecución Coactiva 101-006-001624, de fecha 17 de mayo de 2012 (fojas 107), la
deuda se incrementó y, al momento de ser pagada, ascendía a S/. 330 069.00
(fojas 53).
46. Esta situación, aun cuando ya se haya hecho efectivo el pago de la deuda,
evidentemente ha significado un desmedro económico para la parte demandante.
En consecuencia, resulta claro que el transcurso del tiempo ha afectado de manera
particular la situación de la parte interesada, es decir, del contribuyente.
47.Luego del análisis de estos cuatro elementos para determinar la razonabilidad del
plazo, este Tribunal concluye que las autoridades administrativas a cargo del
procedimiento tributario en el presente caso, no actuaron con la debida diligencia
y celeridad a fin de resolver en un plazo razonable la situación jurídica de la parte
,/‘.. demandante, razón por la cual se ha incurrido en una violación del derecho a que
el procedimiento dure un plazo razonable.
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ICATOM SA, REPRESENTADA POR
FERNANDO MARTÍNEZ RAMOS
(GERENTE GENERAL)
,
pendientes de resolución firme, incluyendo para tal efecto la fase de ejecución del
procedimiento o proceso en la que se suele proceder a la liquidación de los
intereses moratorios.
HA RESUELTO
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ICATOM SA, REPRESENTADA POR
FERNANDO MARTÍNEZ RAMOS
(GERENTE GENERAL)
Publíquese y notifíquese.
SS.
BLUME FORTINI
MIRANDA CANALES
RAMOS NÚÑEZ
SARDÓN DE TABOADA
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA
FERRERO COSTA
»Ni 7
Lo que certifico;
Coincido con lo resuelto por mis colegas magistrados, pero al respecto debo señalar lo
siguiente:
1. Conviene tener presente que si bien todos los pronunciamientos del Tribunal
Constitucional obligan, los mandatos que de ellos se pueden extraer no tienen
todos los mismos alcances. Es así que el criterio recogido en el expediente
04082-2012-PA/TC es, como bien ha señalado la sentencia, un criterio, mas no
un precedente o una doctrina de este Tribunal.
4. Para efectos del análisis del plazo razonable, cabe recordar que el Tribunal
Constitucional aprobó como doctrina jurisprudencial algunos criterios que tienen
que evaluarse en casos que involucren a este derecho:
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*1
1 91:
ICA
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FERNANDO MARTINEZ RAMOS -
GERENTE GENERAL
S.
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA
lia~c 04a-117?
Lo que certifico:
Considero que la demanda debe declararse INFUNDADA, toda vez que la demandante
no reclamó a su debido tiempo la demora en resolver el recurso de apelación ante el
Tribunal Fiscal, dado que no hizo uso del recurso de queja, regulado en el artículo 144
in fine del T.U.O. del Código Tributario, que procede "cuando el Tribunal Fiscal, sin
causa justificada, no resuelva dentro del plazo a que se refiere el primer párrafo del
-.artículo 150".
Asimismo, la mayoría del Tribunal Constitucional ha fijado reglas futuras en este caso
oncreto (fundamentos 51, 52 y 53), obligando además a toda la Administración
Tributaria a seguir tales criterios (punto resolutivo 3), pese a que no constituyen materia
de su competencia: A) los criterios del caso Medina de Baca no resultan aplicables a
aquellos procedimientos contencioso-tributarios que se encuentren concluidos; B)
tampoco resulta aplicable a aquellos procesos judiciales -contencioso administrativos o
procesos constitucionales- que, con anterioridad a la publicación de dicha sentencia,
cuenten con resolución judicial firme respecto al cálculo de intereses moratorios; y, C)
i corresponderá la aplicación de estos criterios en aquellos casos en los que, luego de
ublicada la sentencia, ya sea que se trate de procedimientos contencioso-tributarios o
rocesos judiciales, aun se encuentren en trámite o pendientes de resolución firme,
incluyendo para tal efecto la fase de ejecución del procedimiento o proceso en la que se
suele proceder a la liquidación de los intereses moratorios.
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FERNANDO MARTINEZ RAMOS -
GERENTE GENERAL
administra la justicia en nuestro país, desde el más Alto Tribunal? Qué preocupante
realidad.
El T.U.O. del Código Tributario también regula el recurso de queja que, de acuerdo
al artículo 155, se presenta cuando, en el trámite del procedimiento contencioso-
tributario, existen actuaciones o procedimientos que afecten directamente o
' infrinjan lo establecido en el Código Tributario, la ley de aduanas o las normas que
atribuyan competencia al Tribunal Fiscal. No es, en estricto, un recurso, porque su
interposición no supone que la Administración se pronuncie sobre el fondo; pero sí
corrige las actuaciones administrativas o procedimientos que devienen en
irregulares.
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ICATOM S.A. Representado(a) por
FERNANDO MARTINEZ RAMOS -
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ICATOM S.A. Representado(a) por
FERNANDO MARTINEZ RAMOS -
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12. Por lo tanto, consintió el paso del tiempo al no presentar el recurso de queja y, por
ende, no es posible que, en etapa de ejecución coactiva del procedimiento
contencioso-tributario, recién cuestione la demora y alegue la suspensión de los
intereses moratorios por el retraso del Tribunal Fiscal, cuando teniendo la
oportunidad no lo hizo.
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FERNANDO MARTINEZ RAMOS -
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Lo que certifico:
Primera Ponencia:
Segunda Ponencia:
Fundamentos:
Caso 1°
Caso 2°
Resoluciones Contradictorias
Primera Ponencia
Exp. N° 00791-2014-PA/TC
EXP. N.° 01675-2016-PA/TC
Segunda Ponencia
192. Como ha apuntado Bernales, «[l]as garantías constitucionales persiguen dos grandes
tipos de finalidades distintas. Así, el primer grupo defiende los derechos constitucio-
nales (...). El segundo grupo de garantías defiende la estructura del orden jurídico, su
jerarquía y coherencia». BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis
comparado. 5ª edición, Constitución y Sociedad, Lima 1999, p. 815.
104 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
193. Atribución que, en buena cuenta, viene a ser la especificación de la finalidad que de
manera general se recoge en el artículo II del Título Preliminar del Código procesal
Constitucional, que ya fue objeto de comentario.
DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE HÁBEAS CORPUS... 105
194. Cfr. CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Elementos de una..., ob. cit., ps. 45–46.
195. EXP. N.º 1797–2002–HD/TC, de 29 de enero de 2003, f. j. 11.
196. Por ejemplo, los beneficios creados por ley, como pueden ser los tributarios; o las
subvenciones creadas por ley a favor de determinado grupo social.
197. Hablando de las garantías judiciales de los derechos constitucionales, Peces–Barba ha
afirmado que «[l]a piedra angular de la protección de los derechos fundamentales es
el control jurisdiccional. Solamente cuando el derecho fundamental puede ser alega-
do por su titular ante un Tribunal de Justicia, es posible hablar realmente, y en un
sentido integral de protección». PECES–BARBA, Gregorio. Curso de derechos fundamenta-
les. Teoría general. Universidad Carlos III de Madrid y Boletín Oficial del Estado,
Madrid, 1999, p. 513.
198. EXP. N.º 2220–2002–AA/TC, de 5 de diciembre de 2002, f. j. 1.
106 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
199. Es el caso de ETO CRUZ, Gerardo. Régimen legal del hábeas corpus y amparo. Gaceta Jurídi-
ca, Lima, 1999, p. 84.
200. Por todos, el EXP. N.º 1144–2001–AA/TC, de 11 de septiembre de 2002, f. j. 2.a, en el
que el Tribunal Constitucional manifestó que «aunque en los procesos ordinarios es
una regla común que la carga de la prueba recaiga en quien afirma hechos o en quien
los contradice mediante otros distintos, dicha máxima resulta particularmente dis-
tinta en materia de procesos constitucionales orientados a la tutela de derechos fundamentales,
pues en tales circunstancias, presumida la afectación de un derecho constitucional, la
carga de la prueba necesariamente se encuentra condicionada al principio de preva-
lencia de la parte quejosa». La cursiva es añadida.
201. Buena cuenta de ello son los derechos que se reconocen a lo largo del artículo 139 CP.
DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE HÁBEAS CORPUS... 107
202. DÍAZ REVORIO, Javier. «Tribunal Constitucional y derechos constitucionales «no escri-
tos» «, en ESPÍN TEMPLADO, Eduardo y DÍAZ REVORIO, Javier, Justicia Constitucional en el
Estado democrático; Tirant lo blanch, Valencia 2000, p. 231.
203. Cfr. comentarios al artículo II, apartado IV.
204. EXP. N.º 2220–2002–AA/TC, citado, f. j. 1.
108 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
Por lo que se lleva dicho ya puede concluirse que los procesos consti-
tucionales que ahora se comentan, protegen exclusivamente el contenido
de todo derecho con rango constitucional205, entendiendo por ellos los de-
rechos que expresamente están recogidos a lo largo de la norma constitu-
cional o en los Tratados internacionales sobre derechos humanos obligato-
rios para el Perú; o que tiene reconocimiento implícito al ser derivación de
los principios constitucionales recogidos en el artículo 3 CP206.
205. Cfr. RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución política de 1993. Vol. I, Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 551.
206. Por eso es que no se entiende bien cuando se afirma, por ejemplo, que «estimamos
que el actual ordenamiento constitucional peruano permite calificar como una zona
de penumbra la prescripción del objeto de protección del Amparo, dado su reduccio-
nismo en pretender encorsetar que sólo es susceptible de defensa por el amparo los
derechos cotizables a nivel constitucional». ETO CRUZ, Gerardo. Régimen legal del..., ob.
cit., ps. 72–73.
207. Como bien ha afirmado Borea, «[t]odos los derechos reciben evidentemente su vi-
gencia del marco constitucional, pero no puede colegirse de ello que la violación de
cualquier derecho da lugar a las acciones de Amparo o Habeas Corpus». BOREA ODRÍA,
Alberto. Evolución de las garantías constitucionales. Fe de Erratas, 2ª edición actualizada,
2000, p. 57.
DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE HÁBEAS CORPUS... 109
208. BOREA ODRÍA, Alberto. Evolución de las..., ob. cit. p. 58. El plantear cuestiones sin relevan-
cia constitucional ha sido una de las razones que ha motivado el empleo abusivo de
las acciones de garantía en general y de la acción de amparo en particular. Acierta
Eguiguren cuando afirma que «[o]tro problema recurrente en gran cantidad de accio-
nes de amparo, ha sido que a pesar de invocarse un derecho efectivamente
constitucional, la afectación alegada no está referida a un aspecto susceptible de ser
comprendido dentro del contenido o ámbito de protección constitucional de dicho
derecho. La distorsión consiste en extender indebidamente el contenido y alcances de
un derecho reconocido en la Constitución, refiriéndolo a situaciones que, si bien
guardan alguna relación o se ‘derivan’ de un derecho constitucional, escapan a temas
o problemas realmente constitucionales y se vinculan a aspectos regulados o resuel-
tos por la vía legal y los procesos judiciales ordinarios o especiales». EGUIGUREN PRAELI,
Francisco. Estudios constitucionales. Ara editores, Lima, 2002, p. 219.
209. EXP. N.º 0410–2002–AA/TC, de 15 de octubre de 2002, f. j. 8. La cursiva de la letra es
añadida.
110 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
sencillo, rápido y efectivo, sino que, en esos casos, tal derecho al recurso
judicial debe entenderse como que comprende a las vías judiciales ordina-
rias que se han previsto en las leyes procesales respectivas. En efecto, como
lo ha recordado este Tribunal, si aquellas características de ‘sencillez’, ‘ra-
pidez’ y ‘efectividad’ son condiciones que el legislador debe observar al
momento de regular los diversos procesos ordinarios, también se trata de
exigencias que deben observar los jueces al conocer las reclamaciones de
los justiciables»214.
216. Como bien se ha advertido, «la sola lectura del artículo primero de la Ley Nº 23506
nos muestra una institución procesal circunscrita más bien a labores de carácter
reparador, y cuyo objetivo, el volver las cosas al estado anterior al perjuicio sufrido,
parece tener pocos puntos de contacto con lo que uno busca cuando intenta proteger
su acceso a la información. Regresar a la situación anterior, en el cual justamente no
se tiene el acceso a lo que se pide, no necesariamente se nos presenta aquí como la
mejor alternativa para ese tipo de casos». ESPINOSA–SALDAÑA BARRERA, Eloy. «El derecho
de acceso a la información y la eficacia del Habeas Data como mecanismo de protec-
ción». En: Normas Legales, nº 325, junio 2003, p. 11.
217. BURGOA, Ignacio. El juicio de amparo. Editorial Porrúa, México 1999, p. 467.
218. Idem, p. 464.
DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE HÁBEAS CORPUS... 113
3. La restitución en el CPConst.
Ahora, con la nueva legislación, se ha producido una diferencia. Si la
finalidad del proceso constitucional se ha logrado (cese), o la finalidad es
imposible de lograr (irreparabilidad), no en todos los casos el juez declara-
rá improcedente la demanda, sólo lo podrá hacer si el cese o la
irreparabilidad ocurren antes de presentada la demanda (primera parte
del segundo párrafo del artículo 1 CPConst.).
Si presentada la demanda constitucional y habiéndose acreditado tan-
to la existencia del acto vulnerador del derecho como la suspensión o la
irreparabilidad total de la agresión, el juez deberá declarar fundada la de-
manda constitucional siempre y cuando el cese y la irreparabilidad han
ocurrido luego de presentada la demanda. En uno y otro caso, y como es
de suponer, el que se declare fundada la demanda constitucional, no afec-
223. EXP. N.º 1421–2002–AA/TC, de 20 de enero de 2003, f. j. 3. Son otros ejemplos de este
supuesto el caso en el que una resolución de alcaldía disponía el derrumbe de una
pared del inmueble del recurrente, resolución que fue ejecutada incluso antes de
vencerse el plazo para que quede consentida (EXP. N.º 0133–2001–AA/TC, de 12 de
agosto de 2002, f. j. único). También el caso en el que una persona que había sido
contratada como profesora por un numero de meses determinado, es despojada de su
cargo poco tiempo después de iniciada su labor y la sentencia del Tribunal Constitu-
cional es bastante tiempo después de llegado el término del contrato. EXP. N.º
1159–2002–AA/TC, de 20 de enero de 2003, f. j. 2.
224. EXP. N.º 0851–2000–AA/TC, de 6 de agosto de 2002, f. j. 1.
DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE HÁBEAS CORPUS... 115
225. AA. VV., Código Procesal Constitucional. Anteproyecto y legislación vigente. Palestra, Lima,
2003, p. 21.
116 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
tos son posibles de reparar total o parcialmente» 229. De modo que «la
irreparabilidad en la lesión de un derecho constitucional, para que se cons-
tituya plenamente como una causal de improcedencia del amparo, debe ser
total, y no sólo parcial»230.
¿Cuándo estamos frente a un acto totalmente irreparable? Esta pre-
gunta ha sido contestada por el Tribunal Constitucional, para quien «[u]n
acto es totalmente irreparable cuando de ninguna manera se puede resta-
blecer el ejercicio de un derecho constitucional. En cambio, es parcial, en lo
que al caso importa precisar, cuando el restablecimiento sólo lo puede ser
de modo fragmentario»231.
Piénsese, por ejemplo, en un acto expropiatorio de la Administración
pública llevado de manera inconstitucional, y que ha terminado con una
resolución de demolición de lo construido sobre el inmueble expropiado.
Se podrá impugnar vía acción de amparo la resolución de expropiación y de
demolición si es que ésta última aún no se ha ejecutado, o estando en ejecu-
ción se ha demolido sólo una parte del inmueble sin afectar la utilidad total
del mismo.
Muy de la mano con la exigencia de que la irreparabilidad en el dere-
cho sea total, se encuentra el hecho de que si de la agresión se han produci-
do consecuencias que pueden ser aún salvadas, la demanda constitucional
deberá igualmente proceder. Se trata de llevar a su máxima expresión la
finalidad de los procesos constitucionales y asumir con criterio extensivo lo
que se ha de entender por regresar las cosas al estado anterior.
Se ha de intentar en lo posible regresar a la situación habida antes de
configurada la agresión del derecho constitucional. Debe intentarse llegar
a una situación igual a la que hubiese existido sin la violación del derecho
constitucional. En este contexto, puede ocurrir que la denunciada agresión
del derecho se haya convertido en irreparable. Sin embargo, no por ello se
declarará improcedente la demanda por sustracción de la materia. Habrá
que preguntarse si existen vigentes consecuencias producidas por la viola-
ción del derecho y, de ser el caso, habrá que intentar su neutralización.
Este razonamiento lo ha puesto de manifiesto el Tribunal Constitucio-
nal para los casos de temporal suspensión en el trabajo de funcionarios
pondrá remitir los actuados al Fiscal penal correspondiente para iniciar las
acciones penales a que hubiesen lugar.
Para permitir mandar abrir la instrucción correspondiente contra el
agresor, el Tribunal Constitucional ha exigido que se haya probado «la vo-
luntad deliberada de cometer agravio por parte de la demandada»235; o, lo
que viene a ser lo mismo, que el agravio al derecho constitucional se haya
sustentado «en una conducta manifiestamente dolosa»236. Esto significa que
será en un proceso diferente al del proceso constitucional –generalmente
en un proceso de naturaleza penal– en el cual se determine la responsabili-
dad efectiva o grado de responsabilidad del agresor para su sanción co-
rrespondiente.
En todo caso, las multas a las que se refiere el artículo 22 CPConst. por
así haberlo dispuesto el artículo 1 CPConst., no deben ser asumidas como
una sanción de modo que se entienda que habrán procesos constitucionales
en los que la sanción sea una finalidad posible. Las referidas multas se
presentan como apercibimientos y la finalidad no es tanto sancionar por la
agresión del derecho, sino por haber incumplido un mandato judicial.
A) Regla general
La cuarta causal de improcedencia relacionada con la finalidad es que
los procesos constitucionales serán improcedentes cuando se persiga la in-
demnización por el daño ocasionado a una persona a raíz de la vulneración
de su derecho constitucional. Si el agraviado de un derecho constitucional
intenta conseguir una indemnización por el daño que el agravio le ha oca-
sionado, tendrá que acudir a los procedimientos judiciales ordinarios, y no
a los procesos constitucionales. El pedido de indemnización no es posible
ni como pretensión complementaria a la petición de cese del agravio del
derecho constitucional.
El Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de manifestarse so-
bre esta causal de improcedencia de los procesos constitucionales. Así, tie-
ne declarado que «si el demandante estima que los actos lesivos de los
cuales fue objeto su propiedad, generaron daños y perjuicios, tiene expedi-
ningún caso puede definir ningún quantum; y el caso de las remuneraciones dejadas
de percibir durante el tiempo que duró el despido nulo, que –como ya se dijo– de
verificarse los ya mencionados elementos, se debería acoger también la solicitud de
pago de las remuneraciones no recibidas.
245. EXP. N.º 1277–1999–AC/TC, citado, f. j. 17.
246. Es muy probable –por otra parte– que si se dan estas situaciones, vayan estrechamen-
te vinculadas a alguna afectación del debido proceso, de modo que haya que tener en
cuenta también una figura que será estudiada más adelante: la procedencia de los
procesos constitucionales contra resoluciones judiciales emanadas de un procedi-
miento en el que no se ha respetado la tutela procesal efectiva, es decir, de un
procedimiento irregular.
247. De modo que, si ocurre el supuesto en el que ha quedado manifiestamente acreditada
cual debe ser la indemnización que corresponde en el caso concreto por error judicial
o detención irregular, el amparo constitucional debería proceder incluso ordenando
la entrega de una cifra concreta. Pero estos casos en los que el quantum de la indem-
nización sea clara y quede debidamente acreditada con instrumentales, son muy
difíciles que ocurran por no decir imposibles de darse. Por eso es que en los casos
referidos a la protección del artículo 139.7 CP, una vez reconocida la violación del
derecho constitucional vía un proceso de garantía constitucional, se tenga que ir a un
proceso judicial ordinario para establecer el quantum concreto de la indemnización
en la que consiste el derecho.
DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE HÁBEAS CORPUS... 125
esta causal de improcedencia en BURGOA, Ignacio. El juicio de amparo..., ob. cit., ps. 468–
472.
254. EXP. N.º 0383–1997–AA/TC, de 29 de septiembre de 1998, f. j. 2.
128 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
tucional frente a eventuales futuras nuevas agresiones por parte del de-
mandado.
Se trata de un deber antes que de una prerrogativa. La norma se ha
redactado de modo que ha dispuesto un imperativo al juez. La expresión
«atendiendo al agravio producido» que se recoge en el segundo párrafo
del artículo 1 CPConst., no debería ser interpretada como si diese la posibi-
lidad de que el juez examinando la entidad de la violación del derecho
constitucional, pueda declarar la sustracción de la materia y la improceden-
cia de la demanda, por considerarla de poca gravedad. Toda lesión a todo
derecho constitucional, si la lesión realmente es tal y el derecho es de rango
constitucional, es igualmente grave, e igualmente deseable que no vuelva a
ocurrir. La referida expresión, más bien, debe interpretarse como dirigida
al juez como criterio que le ayudará a según el agravio del derecho consti-
tucional «precisar los alcances de su decisión».
Sin embargo, parece ser que la interpretación que ha realizado el Tri-
bunal Constitucional es una distinta. Por las sentencias que lleva expedidas
sobre este punto, el Supremo intérprete de la Constitución se ha decantado
más bien por no declarar fundada la demanda en todos los casos en los que
habiéndose producido una agresión a un derecho constitucional y esta haya
cesado o devenido en irreparable luego de la presentación de la demanda.
Es el caso de un juez que había sido cesado en aplicación de la incons-
titucional DL 25446. La demanda de amparo la dirigió «solicitando que se
declare inaplicable la Resolución N.° 037–2003–CNM, expedida el 19 de
mayo de 2003, que declaró improcedente su solicitud de reincorporación
en el cargo de Juez Titular del Tercer Juzgado de Paz Letrado de Lima»256.
Posteriormente a la presentación de la demanda de amparo, el demandan-
te es repuesto en su juzgado, de modo que la agresión a su derecho consti-
tucional (de ser sancionado según un proceso debido, entre otros), había
cesado.
El Tribunal Constitucional, lejos de declarar fundada la demanda en
este punto y ordenar lo que le permite el segundo párrafo del artículo 1
CPConst., declara que ha habido sustracción de la materia en este extremo.
Resuelve el Tribunal constitucional «[d]eclarar que, respecto de la preten-
sión de que se ordene la reincorporación del recurrente en el cargo que
256. EXP. N.º 4180–2004–AA/TC, de 18 de febrero de 2005, primer párrafo de los antece-
dentes.
130 LUIS CASTILLO CÓRDOVA
257. Idem, punto 1 del fallo. Lo mismo ocurre en el caso del EXP. N.º 0811–2005–AA/TC, de
30 de marzo de 2005, en el que se resolvió «[d]eclarar que carece de objeto pronun-
ciarse sobre el fondo de la materia controvertida, por haberse producido la sustracción
de la materia». Igualmente en el EXP. N.º 2909–2004–HC/TC, de 20 de diciembre de
2004, en el cual se resolvió declarar improcedente la demanda constitucional porque
«la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, con fecha
15 de julio de 2004, declaró nulo el concesorio del recurso de nulidad presentado por
la defensa del reo ausente Aureliano Emilio Vilca Soto –tal como se acredita a fojas 14
del cuadernillo del Tribunal Constitucional–, resolución que ha sido objeto de la
demanda. Siendo así, ha operado la sustracción de la materia prevista en el artículo 1°
del Código Procesal Constitucional, debiendo desestimarse la demanda» (f. j. 9).
258. EXP. N.º 0603–2004–AA/TC, citado, f. j. 1.
259. Idem, f. j. 3.
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Resumen
En este artículo se trata de desentrañar la naturaleza jurídica del proceso de amparo, es-
tudiando aquellas características esenciales intrínsecas y despojadas del régimen legal que
le establezca cada sistema de jurisdicción constitucional. Los tribunales constitucionales
identifican al amparo con una doble naturaleza, que persigue no solo la tutela subjetiva
de los derechos fundamentales de las personas, sino también comprende la tutela objetiva
de la Constitución. Lo primero supone la restitución del derecho violado o amenazado, lo
segundo la tutela objetiva de la Constitución, esto es, la protección del orden constitucional
como una suma de bienes institucionales.
Palabras clave: Proceso de amparo. Tutela de urgencia de derechos fundamentales. Juris-
dicción constitucional. Constitución peruana de 1993.
Sumilla
1. Concepto y naturaleza jurídica
2. Antecedentes del amparo en el Perú
3. La ordenación legal vigente del proceso de amparo
3.1. La regulación en el Código Procesal Constitucional
3.2. El agotamiento de las vías previas
3.3. Derechos objeto de protección
3.4. El acto lesivo
3.5. Amparo contra normas legales
3.6. Amparo contra resoluciones judiciales
3.7. Amparo contra amparo
3.8. Amparo contra laudos arbitrales
3.9. Las causales de improcedencia del amparo
3.9.1. Derechos de sustento constitucional directo y contenido constitucionalmente
protegido de los derechos fundamentales
3.9.2. La existencia de vías igualmente satisfactorias
3.9.3. Cuando se haya recurrido previamente a otro proceso judicial
3.9.4. La necesidad de agotar las vías previas
* Magistrado del Tribunal Constitucional del Perú y director general del Centro de Estudios Constitucionales.
1
Proto Pisani, Andrea. Lezioni di Diritto Processuale Civile. Napoli: Jovene, 1994, p. 6.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 147
2
STC 0023-2005-PI/TC.
3
Häberle, Peter. El Derecho Procesal Constitucional como derecho constitucional concretizado frente a la
judicatura del Tribunal Constitucional. En Nueve ensayos constitucionales y una lección jubilar, Presentación y
edición al cuidado de Domingo García Belaunde, Nota liminar de Joaquín Brage Camazano. Lima: Palestra –
Asociación Peruana de Derecho Constitucional, 2004, pp. 23-54.
4
Fix-Zamudio, Héctor. Reflexiones sobre la naturaleza procesal del amparo. En Ensayos sobre el Derecho de
Amparo. Segunda edición. México: Porrúa y UNAM, 1999, p. 112.
5
Como la planteada por Häberle, Peter. El Derecho Procesal Constitucional como derecho constitucional
concretizado frente a la judicatura del Tribunal Constitucional. Ob. cit.
6
La postura teórica general en Marinoni, Luz Guilherme. Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efec-
tiva. Del proceso civil clásico a la tutela jurisdiccional efectiva. Traducción de Aldo Zela Villegas. Lima: Palestra,
2007. La tesis de la instrumentalidad del Derecho Procesal para el caso del amparo en Abad Yupanqui, Samuel.
La creación jurisprudencial de normas procesales: la «autonomía procesal» del Tribunal Constitucional. Un
análisis preliminar. Palestra del Tribunal Constitucional. Revista de doctrina y jurisprudencia, XXX. Lima: Palestra,
junio de 2008, pp. 138-148.
7
Sagüés, Néstor Pedro. Derecho Procesal Constitucional, T.I. Recurso Extraordinario. Buenos Aires: Depalma,
1984, pp. 12 y ss.
8
Zagrebelsky, Gustavo. ¿Derecho Procesal Constitucional?. Revista Peruana de Derecho Procesal, T. IV. Lima:
Estudio Monroy Abogados, diciembre de 2001, pp. 401 y ss.
9
Astudillo, César. Doce tesis en torno al Derecho Procesal Constitucional. Justicia Constitucional, II, 4
(julio-diciembre 2006), p. 153. Lima.
10
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo. El Derecho Procesal Constitucional como disciplina jurídica autó-
noma». En Juicio de Amparo y Derecho Procesal Constitucional. Santo Domingo: Comisionado de Apoyo
a la Reforma y Modernización de la Justicia, 2010, pp. 26 y ss.
148 Pensamiento Constitucional N° 18, 2013 / ISSN 1027-6769
El Perú cuenta con un antecedente remoto: el amparo colonial, que fue fruto de
la antigua legislación novoandina que provino del derecho de indias11 y que en
México desde los años setenta también se han descubierto estos antiguos antece-
dentes novoandinos provenientes del influjo ibérico12.
Sin embargo, una delimitación más precisa y moderna en torno al amparo, se
puede trazar en cuatro periodos: a) el primer periodo donde el amparo funciona
como hábeas corpus (1916-1979); b) la segunda etapa la hemos identificado
como la constitucionalización del amparo. Aquí, la Constitución de 1979, regula
con perfiles propios el régimen del amparo: ser el instrumento procesal para la
tutela de los diversos derechos constitucionales distintos a la libertad individual.
En este periodo se regula su primer desarrollo legislativo a través de la ley 23506;
c) la tercera etapa comprende un interinazgo producto del régimen de facto (5 de
abril de 1992 hasta el año 2000) y se caracterizó porque se dictó un amplio stock
de normas que mediatizaron el amparo tanto como el hábeas corpus; d) el cuarto
periodo comprende, en estricto, desde la presencia de la transición política del
gobierno de Valentín Paniagua, el retorno a la democracia con Alejandro Toledo;
y, sobre todo, con la promulgación y vigencia del Código Procesal Constitucional
que impulsara un grupo de académicos liderados por Domingo García Belaunde y
donde se inicia a partir de este Código, el desarrollo más orgánico de una doctrina
jurisprudencial en torno al proceso de amparo y que se extiende hasta nuestros días.
11
Guevara Gil, Jorge A. Propiedad agraria y derecho colonial. Los documentos de la Hacienda Santotis. Cuzco
(1543-1822). Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1993. García Belaunde,
Domingo. El amparo colonial peruano. En Derecho Procesal Constitucional. Bogotá: Themis, 2001, pp. 79-87.
12
Lira González, Andrés. El amparo colonial y el juicio de amparo mexicano (Antecedentes novohispanos del
Juicio de Amparo), Prólogo de Alfonso Noriega. México: Fondo de Cultura Económica, 1972.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 149
por tres elementos: a) el sujeto activo (que lleva a cabo el acto lesivo), b) el sujeto
pasivo (que se ve perjudicado en sus derechos por el acto lesivo), y c) la acción u
omisión concreta. Todos estos elementos se encuentran relacionados con aspectos
esencialmente fácticos. Por su parte, la determinación del contenido «jurídico»
del acto lesivo implica una valoración sobre la afectación producida, pues esta
debe estar relacionada con el ejercicio de un derecho fundamental13. Implica, por
lo tanto, determinar la existencia de un agravio personal y directo de los derechos
fundamentales como presupuesto para la procedencia de una demanda de amparo.
Los actos lesivos pueden ser clasificados en función a determinados requisitos o
características, que determinan la procedibilidad de la demanda. En función al
modo de afectación, los actos lesivos se dividen entre aquellos que implican un
hacer o una amenaza de hacer («acción») de aquellos que implican un no hacer
(«omisión»). En atención al momento de su realización se clasifican en actos pasa-
dos, presentes, futuros o de tracto sucesivo. En atención al criterio de reparabilidad,
los actos lesivos pueden clasificarse en reparables o irreparables. En atención a su
subsistencia al momento de presentar la demanda, en subsistentes o insubsistentes.
En atención a su carácter manifiesto, vinculado con el tema de la prueba en el
amparo, se clasifican en manifiestos y no manifiestos. Finalmente, en función al
consentimiento por la parte agraviada, se pueden dividir en consentidos (de forma
expresa o tácita) y no consentidos14.
Los actos lesivos también pueden ser analizados desde la perspectiva de su ori-
gen, es decir, a partir del órgano, autoridad o persona que lo lleva a cabo, pues la
procedibilidad de una demanda también se encuentra condicionada a este factor.
Los actos del Poder Ejecutivo abarcan un conjunto bastante amplio de materias,
pues se relacionan con la gestión y administración de los asuntos públicos que
se encuentran bajo su competencia. En el desarrollo de sus labores, puede dictar
actos administrativos o resoluciones que inciden directamente en los derechos de
los administrados. Al respecto, no existe alguna materia que quede al margen de la
esfera de defensa de los derechos fundamentales a través del proceso constitucional
de amparo. Esto no implica reconocerla presencia de actos políticos no justiciables,
pero son situaciones excepcionales.
Respecto al Poder Legislativo, son diversos los actos que pueden dar lugar a la
afectación de un derecho fundamental y, por lo tanto, permitir la interposición
de una demanda de amparo. Entre ellos se encuentran los actos administrativos
que dicta, las leyes que aprueba, las resoluciones de sanción de altos funcionarios,
13
Burgoa, Ignacio. El juicio de amparo. Trigésimo cuarta edición, México: Porrúa, 1998, p. 205 y ss.
14
Ibíd., p. 211 y ss.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 151
15
STC 5854-2005-PA/TC.
16
Véase in extenso nuestro trabajo Eto Cruz, Gerardo. Control constitucional y poder político. Navegando por
los archipiélagos de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano. En Peter Häberle y Domingo García
Belaunde (coords). El control del poder. Homenaje a Diego Valadés, T II. México: UNAM, 2011, p. 253 y ss.
152 Pensamiento Constitucional N° 18, 2013 / ISSN 1027-6769
17
Zerón de Quevedo, Rodrigo. Amparo directo contra leyes. Tercera edición. México: Porrúa, 2004.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 153
que debía entenderse como tal. Al hacerlo, se llegó a un importante consenso, tanto
por parte del Poder Judicial como del antiguo Tribunal de Garantías Constitucio-
nales, optándose por considerar que un «procedimiento regular» era aquel en que
se respetaban la tutela jurisdiccional efectiva y las garantías del debido proceso, por
lo que solo cabía presentar una demanda de amparo contra resoluciones judiciales
cuando se hubiesen dictado con afectación de tales derechos. En este sentido, a
nivel de la jurisprudencia constitucional, mientras estuvo vigente la Constitución de
1979, se acogió en el Perú la denominada «tesis permisiva moderada». Sin embargo,
el principal problema del amparo contra resoluciones judiciales estuvo centrado
en el excesivo número de demandas que eran presentadas sin estar referidas a la
protección de derechos fundamentales.
La Constitución de 1993, en el segundo párrafo del inciso 2 del artículo 200
elevó a rango constitucional la causal de improcedencia sobre el amparo contra
resoluciones judiciales prevista en el inciso 2 del artículo 6 de la ley 23506. Por
este motivo, los tribunales continuaron aplicando y perfeccionando los criterios
establecidos respecto a esta materia durante la vigencia de la Constitución de 1979.
En este sentido, el nuevo texto constitucional no tuvo mayor influencia en algún
cambio jurisprudencial respecto a la opción por la «tesis permisiva moderada».
Incluso, el nuevo Tribunal Constitucional, que inició sus funciones en junio de
1996, mantuvo una línea similar a la desarrollada por el Poder Judicial y el anterior
Tribunal de Garantías Constitucionales.
En este sentido, a partir de una interpretación «a contrario» de la prohibición
establecida en la Constitución y la ley para presentar demandas de amparo contra
resoluciones judiciales emanadas de un «procedimiento regular», se continuó in-
terpretando que los procesos regulares son únicamente aquellos que respetan las
garantías del debido proceso. Este lineamiento estará presente en la jurisprudencia
del nuevo Tribunal Constitucional y podemos afirmar que adquirió la calidad de
jurisprudencia vinculante para todos los órganos jurisdiccionales del Estado.
El Código Procesal Constitucional trajo consigo importantes novedades res-
pecto al tema del amparo contra resoluciones judiciales. En este sentido, cambia
la perspectiva para regular esta materia, pues si en la ley 23506 se encontraba
prevista en un artículo referido a las causales de improcedencia de los procesos
constitucionales, el Código precisa los alcances de este tema en un artículo dife-
rente, que habilita el amparo contra resoluciones judiciales, pero condicionando
tal posibilidad a determinados requisitos: a) que las resoluciones que se cuestionan
sean firmes, es decir, que contra ellas se haya interpuesto todos los recursos legales
que el ordenamiento jurídico ofrece para tal efecto, y b) que se busque proteger
una violación manifiesta de la «tutela procesal efectiva», la cual comprende, según
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 157
18
Las fórmulas de delimitación entre jurisdicción constitucional y jurisdicción ordinaria pueden verse en
León Vásquez, Jorge y Nicolaus Weil von der Ahe. Jurisdicción constitucional y tribunales ordinarios: el
examen de constitucionalidad de las resoluciones judiciales en Alemania. Revista Peruana de Derecho Constitu-
cional, Tribunal Constitucional, 3 (julio-diciembre 2010), pp. 321 y ss.
19
Grández, Pedro y Priori Posada, Giovanni. Tribunal Constitucional versus Poder Judicial: ¿Desamparando
al amparo? Debate sobre la política jurisdiccional del contra amparo. Themis, 55 (2008), pp. 157 y ss.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 159
ser invocada una vez que se haya agotado la vía previa; b) cuando la jurisdicción
arbitral resulta impuesta ilícitamente, de modo compulsivo o unilateral sobre una
persona (esto es, sin su autorización), como fórmula de solución de sus conflictos
o de las situaciones que le incumben; c) cuando, a pesar de haberse aceptado
voluntariamente la jurisdicción arbitral, esta verse sobre materias absolutamente
indisponibles (derechos fundamentales, temas penales, etc.)24.
En segundo lugar, el Tribunal había determinado que, antes de interponer la
respectiva demanda de amparo contra un laudo arbitral, debían agotarse los me-
canismos previstos en el ordenamiento jurídico nacional para impugnarlo, es decir,
que de modo previo se debía acudir a las instancias jurisdiccionales ordinarias con
la finalidad de tutelar los derechos afectados. No obstante, no ha sido sino con la
expedición de la STC 0142-2011-PA/TC, con carácter de precedente vinculante,
que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional ha experimentado un cambio
copernicano, impulsado en buena cuenta por las recientes modificaciones operadas
a nivel de la legislación ordinaria en materia de arbitraje (y en particular, la entrada
en vigencia del decreto legislativo 1071, Ley General de Arbitraje).
En efecto, partiendo de la consideración de que la especial naturaleza del arbitraje
no supone en lo absoluto su desvinculación del esquema constitucional, el Tribu-
nal reconoce que, si bien los criterios antes descritos no han perdido su vigencia
e importancia, estos requieren ser acoplados de una manera más directa a lo que
expresamente ha previsto el Código Procesal Constitucional. Esta necesidad suya
de unificar la jurisprudencia en materia de amparo arbitral, aunada a la constata-
ción de una buena cantidad de procesos de este tipo que estaban en trámite ante
la jurisdicción constitucional, es lo que finalmente ha llevado al Tribunal a emitir
un precedente vinculante, bajo la clave (antes ignorada en el análisis del asunto) de
que el amparo no es más un proceso alternativo, sino uno subsidiario o residual.
En ese sentido, el Tribunal ha señalado que el «recurso de anulación» previsto en el
decreto legislativo 1071 (y, por razones de temporalidad, los recursos de «apelación»
y «anulación» para aquellos procesos sujetos a la ley 26572) constituyen vías proce-
dimentales específicas, igualmente satisfactorias, para la protección de los derechos
constitucionales, lo que determina la improcedencia del amparo de conformidad
con el artículo 5 inciso 2 del referido Código. En particular, el Tribunal ha excluido
expresamente del ámbito del amparo tres supuestos concretos de impugnación, en los
que cabe interponer más bien el recurso de anulación previsto en el decreto legislativo
1071, y estos son: a) la protección de los derechos constitucionales, incluso cuando
estos sean el debido proceso o la tutela procesal efectiva; b) la falta de c onvenio
24
STC 4972-2006-PA/TC.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 161
siendo algunas de ellas aplicables a otros procesos (hábeas corpus, hábeas data y
cumplimiento), mientras que otras solo se aplican al amparo en particular.
La Constitución de 1979 no mencionó ninguna causal específica de improcedencia
respecto al proceso de amparo. La ley sobre la materia, en concreto el artículo 6
de la ley 23506, precisó tres causales de improcedencia, aplicables tanto al amparo
como al hábeas corpus, y relacionadas con el cese y la irreparabilidad del acto lesivo,
el cuestionamiento de resoluciones judiciales emanadas de un procedimiento irre-
gular, y la decisión de haber optado por una vía judicial ordinaria para proteger el
derecho amenazado o vulnerado. En el caso de las causales específicas del proceso de
amparo, se estableció la necesidad de agotar las vías previas y presentar la demanda
dentro del plazo legalmente establecido. En términos generales, este sería el marco
normativo de las causales de improcedencia vigente en el Perú desde 1982 hasta
diciembre de 2004, cuanto entró en vigencia el Código Procesal Constitucional.
La Constitución de 1993 estableció en el artículo 200, inciso 2 una nueva causal de
improcedencia (la prohibición del amparo contra normas legales), y elevó a rango
constitucional la causal prevista a nivel legal sobre el amparo contra resoluciones
judiciales. Asimismo, incorporó dos supuestos específicos en que tampoco cabía
la posibilidad de presentar una demanda de amparo. Nos referimos al artículo
142, cuyo objetivo es garantizar el normal desarrollo de las actividades del Jurado
Nacional de Elecciones y el Consejo Nacional de la Magistratura.
El Código Procesal Constitucional establece una relación más completa y detallada
sobre las causales de improcedencia de los procesos constitucionales de tutela de
derechos fundamentales. En este sentido, el texto original del artículo 5 estableció
diez causales de improcedencia. Casi todas estas se mantienen en la actualidad. Una
de ellas, la prevista en el inciso 8, relacionada con el amparo en materia electoral,
fue objeto de una reforma a través de la ley 28462, la misma que posteriormente
fue declarada inconstitucional25, por lo que actualmente no existe una norma
específica en el Código sobre esta materia.
Las causales de improcedencia previstas en el artículo 5 del Código Procesal
Constitucional, son aplicables —en su mayoría— a todos los procesos de tutela de
derechos fundamentales. Sin embargo, no son los únicos supuestos que justifican
declarar improcedente una demanda de amparo, pues existen otras disposiciones
del Código que también impiden al juez emitir un pronunciamiento sobre el
fondo de la controversia.
25
STC 0007-2007-PI/TC.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 163
dencia del Tribunal Constitucional ha buscado de forma progresiva llenar este vacío,
decantándose básicamente por considerar que una vía es igualmente satisfactoria
cuando brinda una tutela idéntica a la brindada por el amparo (por ejemplo en
materia laboral, se entiende que el amparo no procede, en el caso del régimen laboral
público, pues el proceso contencioso administrativo permite también la reposición
de los trabajadores, situación distinta a lo que ocurre, en el régimen laboral privado,
donde el amparo procede, ante la falta del efecto restitutorio del proceso laboral
ordinario), o cuando cuenta con la posibilidad de interponer medidas cautelares27.
Por otro lado, además de la interpretación subjetiva de la causal de improcedencia
contenida en el artículo 5, inciso 2 del C.P.Const., que determina la improcedencia
cuando no se encuentren presentes circunstancias de tutela urgente del derecho
fundamental del actor, el TC peruano ha procedido a efectuar una interpretación
en clave objetiva de dicho precepto, en tanto que admite que aun cuando no se
encuentre presente dicha exigencia de tutela urgente subjetiva, si en el caso se
verifica la presencia de una interpretación errónea del derecho fundamental en
cuestión, interpretación que viene siendo realizada continuamente en la judicatura
ordinaria, el amparo procede con el objeto de proteger los derechos fundamentales,
en un sentido objetivo28.
27
STC 976-2001-AA/TC, STC 0206-2005-PA/TC.
28
STC 228-2009-PA/TC. Véase ampliamente al respecto Rodríguez Santander, Roger. «Amparo y residua-
lidad. Las interpretaciones (subjetiva y objetiva) del artículo 5.2 del Código Procesal Constitucional». Justicia
Constitucional, 2 (2005), p. 98 y ss. Lima: Palestra.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 165
De este modo se explica que si una persona ha acudido a un proceso judicial distinto
al amparo para la tutela de sus derechos fundamentales, luego no puede interponer
un amparo con el mismo objeto.
29
Como ejemplo puede verse la STC 2034-2009-PA/TC, donde el Tribunal emitió pronunciamiento sobre el
derecho a la salud, a pesar de haberse producido el fallecimiento de la amparista.
166 Pensamiento Constitucional N° 18, 2013 / ISSN 1027-6769
carácter de precedente vinculante, por medio de la cual ratificó que, en casos excep-
cionales, sí procede una demanda de «amparo contra amparo»30. Como ya vimos con
anterioridad, en esta sentencia, como en otras ha perfilado los supuestos en los que
procede esta sub-especie del amparo contra resoluciones judiciales. Últimamente
el TC peruano ha admitido también la posibilidad de que pueda presentarse un
amparo contra lo resuelto en un hábeas corpus; sin embargo, ha recogido la misma
regla que para el caso del amparo laboral, en el sentido que para admitir el amparo
contra lo resuelto en un hábeas corpus es requisito indispensable que previamente
se haya cumplido y ejecutado lo ordenado en la sentencia de hábeas corpus31.
El mismo artículo 5, inciso 6 del Código Procesal Constitucional establece que no
proceden los procesos constitucionales cuando haya litispendencia, que consiste en
la simultánea tramitación de dos o más procesos en que los elementos esenciales
de las demandas respectivas son iguales. Sobre este tema son escasos y de poca
relevancia los casos conocidos por el Tribunal Constitucional, por lo que no se ha
emitido algún fallo que desarrolle de forma amplia los alcances de esta causal de
improcedencia, a fin de orientar su correcta aplicación, omisión que debería ser
subsanada de manera inmediata.
30
STC 4853-2004-PA/TC
31
STC 1761-2008-PA/TC.
32
STC 3361-2004-AA/TC.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 167
33
STC 0007-2007-PI/TC.
34
STC 1407-2007-PA/TC, STC 2939-2004-PA/TC.
35
STC 4853-2004-PA/TC.
168 Pensamiento Constitucional N° 18, 2013 / ISSN 1027-6769
36
Eto Cruz, Gerardo. El rol de los principios procesales en la actuación del juez constitucional. Gaceta Cons-
titucional, 13 (enero 2009), p. 27 y ss.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 169
a) La «persona natural», entendida como el ser humano afectado por el acto lesi-
vo. La persona física solo debe afirmar la titularidad del derecho fundamental
que considera lesionado, para convertirse en sujeto legitimado. Aquí, además,
se pueden distinguir cuatro supuestos: a) la persona directamente afectada,
b) el representante de la persona afectada, c) el apoderado, y d) la tercera per-
sona (procuración oficiosa, artículo 41 del C.P.Const.).
b) La «persona jurídica», que en nuestro país aún se presenta la discusión sobre si
pueden ser titulares o no de derechos fundamentales. El tema se bifurca en dos
grandes aspectos: a) el relacionado a las personas jurídicas de derecho privado
y b) el vinculado a las personas jurídicas de derecho público. En el caso de las
primeras, el tema no tiene mayor complejidad por cuanto la Constitución sí
distingue a las personas naturales de las jurídicas, en tanto estas son detentadoras
y recipiendarias de derechos de cotización fundamental en todo en cuanto le
corresponda. Empero, en el caso de las personas jurídicas de derecho público
el tema sí tiene un alto contenido polémico. Con todo, el TC peruano ha
interpretado que los entes públicos son titulares del derecho al debido proceso
y la tutela jurisdiccional efectiva, así como también del debido procedimiento
administrativo, posición que no nos resulta del todo correcta, en cuanto si bien
el debido proceso no puede ser afectado en caso alguno, ello no quiere decir que
los entes públicos sean titulares de este derecho fundamental, sino simplemente
que su respeto es una exigencia de la función jurisdiccional del Estado.
c) Otro supuesto vinculado a la legitimación activa es la «legitimación pública»
otorgada en nuestro caso al defensor del pueblo, en ejercicio de su función
como órgano protector de los derechos fundamentales.
d) Un último supuesto de legitimación procesal activa es el relacionado a los
llamados «intereses difusos» y que corresponde a intereses transindividuales o
supraindividuales o colectivos y cuya naturaleza indivisible de lo que se discute
habilita a que cualquier persona pueda entablar un proceso de amparo vincu-
lado a los derechos difusos de bienes inestimables en valor patrimonial, tales
como el medio ambiente o el patrimonio cultural o histórico o del consumidor
(artículo 40 del C.P.Const.).
La «legitimación pasiva» está vinculada con la configuración del acto lesivo de
quien lo perpetra. En tal sentido, en el ordenamiento constitucional peruano dada
la gran amplitud de quien pueda realizar un acto lesivo, es que se comprende que
puede ser una trilogía expresada en autoridad, funcionario o persona. Problemática
especial es el conflicto vía el amparo entre personas particulares, hipótesis que sin
embargo ha sido ampliamente admitida por el TC peruano al recoger la tesis de
la «eficacia horizontal» de los derechos fundamentales37.
37
STC 976-2001-AA/TC.
170 Pensamiento Constitucional N° 18, 2013 / ISSN 1027-6769
3.12. La competencia
La competencia en el proceso de amparo se determina sobre la base de tres criterios:
a) la «competencia material», que se ha otorgado a los jueces civiles en primera
instancia, a las Salas Civiles, en segunda instancia y al Tribunal Constitucional, en
última y definitiva instancia en caso de resolución denegatoria; b) la «competencia
funcional», que corresponde a los juzgados en primera instancia, a las Salas de las
Cortes Superiores en segunda instancia y al Tribunal Constitucional en última
instancia; y c) la «competencia territorial», que se ha asignado en tres posibilida-
des: al juez del domicilio del demandante o al juez donde acaeció el acto lesivo
(de acuerdo a la modificatoria introducida por el artículo 1 de la ley 28946). En una
opción legislativa que bien puede morigerarse, nuestro ordenamiento procesal ha
dispuesto un régimen unitario en la asignación de la competencia ratione materiae,
entregando todos los casos a los jueces civiles. Esto si bien puede representar un
orden en la asignación de la competencia, deja de lado la especialización que deter-
minados procesos de amparo pueden reclamar, como el amparo laboral o el amparo
económico, solo por mencionar dos ejemplos que bien podrían ser mejor resueltos
en los juzgados laborales o los juzgados comerciales. Sin embargo, un adecuado
avance en la asignación de una mejor competencial material es la implementación
de Juzgados y Salas Constitucionales, aun cuando su número sea aún reducido.
3.13. La demanda
La demanda es el acto voluntario mediante el cual se ejerce el derecho de acción,
activándose la actividad de la jurisdicción constitucional en procura de la protección
ius-fundamental. En nuestro sistema procesal, se han establecido determinados
requisitos que debe contener la demanda de amparo, entre los cuales se encuentran:
La designación del Juez ante quien se interpone; el nombre, identidad y domicilio
procesal del demandante; el nombre y domicilio del demandado, sin perjuicio
de lo previsto en el artículo 7 del presente Código; la relación numerada de los
hechos que hayan producido o estén en vías de producir la agresión del derecho
constitucional; los derechos que se consideran violados o amenazados; el petitorio,
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 171
del auto de rechazo liminar es notificada a la contraparte, con lo que esta toma
conocimiento del proceso. Aun cuando, en estricto, desde la óptica del Derecho
Procesal, cuando se produce el rechazo liminar no se configura una relación procesal,
el TC ha admitido la posibilidad de que se emita en las instancias superiores una
decisión sobre el fondo del asunto, en tanto consten en el expediente elementos de
juicio suficientes sólidos para emitir un pronunciamiento, y en tanto la urgencia
del caso así lo amerite41.
3.17. La prueba
Aun cuando el artículo 9 del C.P.Const., ha establecido que en el amparo no existe
una etapa de actuación probatoria, el Tribunal ha utilizado la excepción contenida
en la misma norma, según la cual el juez constitucional puede actuar la prueba que
estime pertinente, para recabar la información necesaria que permita establecer
la vulneración de un derecho fundamental. Así, ha hecho uso de los pedidos de
información, de informes de amicus curiae, entre otros para producir la prueba
que lleve al establecimiento de la verdad en el proceso constitucional42.
Por otro lado, en reciente jurisprudencia el Tribunal ha dispuesto, innovando en la
regla usual sobre la carga de la prueba en el amparo, que en el caso de producirse
una discriminación por motivos sospechosos, el acto lesivo se reputa inconstitucio-
nal, recayendo en el ente infractor la probanza sobre la legitimidad constitucional
de la medida43.
41
STC 4587-2004-PA/TC.
42
STC 3081-2007-PA/TC, FJ. 2-4.
43
STC 2317-2010-PA/TC, FF.JJ. 32-34. Vid. al respecto León Florián, Felipe Johan. Sobre la prueba en el
proceso de amparo. En AA.VV. La prueba en el proceso constitucional. Lima: Gaceta Jurídica, 2010, pp. 80-90.
Gerardo Eto Cruz. El proceso constitucional de amparo en la Constitución de 1993 y su desarrollo 173
3.18. La sentencia
Los contenidos de la sentencia en el amparo se encuentran regulados en dos as-
pectos: a) por un lado, en el artículo 17 del C.P.Const., se recogen los contenidos
que debe tener una sentencia, independientemente si es estimativa o no; y b) el
contenido de la sentencia fundada que se encuentra regulado en el numeral 55 y
que debe tener algunos contenidos mínimos, como son: identificación del derecho
constitucional vulnerado, declaración de nulidad, restitución o restablecimiento de
los derechos constitucionales y orden y definición precisa de la conducta a cumplir.
Los efectos personales de la sentencia de amparo se van a expresar en dos modalida-
des: a) el efecto general o erga omnes a través de dos tipos de fallos: i) vía precedente
vinculante, y ii) mediante la declaratoria del estado de cosas inconstitucionales con
efecto más allá de las partes44; y la segunda modalidad b) es el carácter concreto o
inter partes, derivado de la famosa «fórmula Otero».
La ejecución de la sentencia en materia de amparo presenta un amplio entramado
normativo con mecanismos de eficacia y coerción como son la imposición de mul-
tas o la destitución del responsable (artículo 22 y 59 del C.P.Const.); igualmente
otras instituciones como la actuación inmediata de la sentencia o la represión de
actos homogéneos.
La actuación inmediata o ejecución provisional de la sentencia ha sido reconocido
expresamente por el TC peruano en la STC 0607-2009-PA/TC, aun cuando
existía duda sobre su regulación en el artículo 22 del C.P.Const. Subyace en esta
institución procesal la tutela de urgencia del justiciable que obtiene sentencia es-
timativa en primera instancia y, aunque la contraparte apele, dicho fallo se ejecuta
en los términos allí dispuestos, pero teniendo el juez que evaluar el carácter de la
irreversibilidad de lo ordenado en la sentencia de amparo.
La represión de actos lesivos homogéneos (artículo 60 del C.P.Const.) es un
mecanismo de protección judicial de derechos fundamentales frente a actos que
presentan características similares a aquellos que han sido considerados en una
sentencia previa como contrarios a tales derechos. En este sentido, lo resuelto en
un proceso constitucional de tutela de derechos fundamentales no agota sus efectos
con el cumplimiento de lo dispuesto en la sentencia respectiva, sino que se extiende
hacia el futuro, en la perspectiva de garantizar que no se vuelva a cometer una
afectación similar del mismo derecho. Subyace como fundamentos de este instituto
44
STC 2579-2003-HD/TC. Véase al respecto Vargas Hernández, Clara Inés. La garantía de la dimensión
objetiva de los derechos fundamentales y la labor del juez constitucional colombiano en sede de acción de tutela:
el llamado «estado de cosas inconstitucional». Estudios Constitucionales, 1/1, 001 (2003), p. 207 y ss. Santiago
de Chile: Centro de Estudios Constitucionales.
174 Pensamiento Constitucional N° 18, 2013 / ISSN 1027-6769
45
STC 0294-2009-PA/TC, FF.JJ. 11-18.
46
RTC 0168-2007-Q, FF.JJ. 5-7.
47
RTC 0201-2007-Q, FF.JJ. 3-10.
48
STC 0004-2009-PA/TC, FF.JJ. 12-15.
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
In Peru, the amparo process is the most widely En el Perú, el amparo es el proceso constitucional
used constitutional process, and one of the más utilizado y uno de los más importantes. Por
most important ones. For that reason, there is a esa razón, es muy necesario un análisis detallado
strong need to analyze in detail this emblematic de esta emblemática figura, en el que se respon-
legal form, as the next questions should be dan las siguientes cuestiones: ¿el amparo tuvo
answered: has the amparo process always had siempre la misma regulación en el Perú? ¿Existe
the same regulation in Peru? Is there only one sólo un tipo de amparo? ¿Cuál es la importancia
type of amparo process? What is the importance del Código Procesal Constitucional y del Tribunal
of the Constitutional Procedure Code and the Constitucional con respecto a este proceso?
Constitutional Court regarding this process?
En el presente artículo, el autor realiza este aná-
In this article, the author conducts the mentioned lisis de forma notable, dando respuesta a estas y
analysis in a remarkable way, providing answers otras preguntas desde una visión tanto histórica
to those and other questions from a historic and como jurídica.
legal point of view.
Key Words: Amparo; Constitutional Law; Consti- Palabras clave: Amparo; Derecho Constitucio-
tutional Court; Code of Constitutional Procedure. nal; Tribunal Constitucional; Código Procesal
Constitucional.
* Abogado. Doctor en Derecho Público por la Universidad Autónoma de Madrid. Diplomado en Derecho Constitucional
y Ciencia Política por el Centro de Estudios Constitucionales de España. Fue miembro de la Comisión de Bases para
la Reforma Constitucional e integró el equipo que elaboró el Anteproyecto del Código Procesal Constitucional. Ex Jefe
del Gabinete de asesores del Ministerio de Justicia. Ex Secretario General del Tribunal Nacional del Servicio Civil. Ex
Coordinador del Área de Instituciones Democráticas de la Comisión Andina de Juristas. Ex Adjunto en Asuntos Consti-
tucionales y Ex Primer Adjunto de la Defensoría del Pueblo. Profesor de Derecho Constitucional en las Facultades de
Derecho de la Universidad del Pacífico y de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), en la Maestría de Dere-
cho Constitucional de la PUCP y en la Academia de la Magistratura. Socio del Estudio Echecopar, asociado a Baker &
McKenzie International. Contacto: sabad@pucp.edu.pe.
Nota del editor: El presente artículo fue recibido por el Consejo Editorial el día 16 de julio de 2015, y aceptado por el
mismo el día 22 de julio de 2015.
293
EL PROCESO DE AMPARO EN EL PERÚ: ANTECEDENTES, DESARROLLO NORMATIVO Y REGULACIÓN VIGENTE
El proceso de amparo adquiere rango constitucio- A fin de determinar los antecedentes nacionales
nal en la Constitución de 1979, vigente en 1980, y del amparo, es preciso remontarnos a fines del si-
se mantiene en la Carta de 1993. Con el ingreso del glo XIX. El primer proceso constitucional introduci-
régimen democrático, en julio de 1980, luego de do en el Perú fue el hábeas corpus (1897). Durante
doce años de gobierno militar, se apreció la falta su trayectoria, amplió sus alcances para tutelar de-
de una adecuada regulación que garantice una tu- rechos distintos a la libertad física. Siguiendo a Do-
tela judicial efectiva de los derechos fundamenta- mingo García Belaunde1, se puede distinguir tres
les. En esos momentos se aplicaba el procedimien- etapas en su evolución legislativa:
to establecido para el denominado “hábeas corpus
civil”. Frente a esta situación, la Ley 23506, Ley de a. De 1897 a 1933. En este período, el hábeas
Hábeas Corpus y Amparo [en adelante, LHCA] −del corpus se circunscribió a ser un mecanismo
7 de diciembre de 1982−, estableció un camino de defensa de la libertad personal (leyes de
procesal teóricamente ágil y expeditivo, cuyo de- octubre de 1897 y de septiembre de 1916,
sarrollo en la vida cotidiana presentó serias limita- Constitución de 1920 y Código de Procedi-
ciones. Dicha ley permaneció en vigencia hasta el mientos en materia Criminal del mismo año).
30 de noviembre de 2004, pues desde diciembre Sin embargo, en febrero de 1916 se promul-
de ese año empezó a regir el nuevo Código Pro- gó la Ley 2223, que permitió la protección
cesal Constitucional [en adelante, CPC], aprobado de derechos constitucionales distintos a la
por la Ley 28237, publicada en el Diario Oficial “El libertad personal, pero que en la práctica no
Peruano” el 31 de mayo de 2004. llegó a tener mayor desarrollo.
Durante el gobierno del ingeniero Alberto Fuji- b. De 1933 a 1979. Con la Constitución de
mori (julio de 1990-noviembre de 2000), se ins- 1933, el hábeas corpus amplió su ámbito de
trumentalizó el amparo para evitar todo posible protección a todos los derechos individuales
control frente a las arbitrariedades cometidas y sociales. Este proceso fue regulado por el
por dicho régimen. Basta para ello mencionar la Código de Procedimientos Penales de 1940
forma en que fueron restringidos los procesos y por el Decreto Ley 17083 de octubre de
constitucionales en virtud de diversos decretos 1968. De esta manera, se establecieron dos
leyes expedidos por el Gobierno a partir del golpe vías distintas para su tramitación: (i) la pe-
del 5 de abril de 1992, la manipulación del Po- nal, para la defensa de la libertad personal,
der Judicial, la destitución de tres magistrados la inviolabilidad del domicilio y la libertad de
del Tribunal Constitucional, entre otros aspectos tránsito; y, (ii) la civil, para los demás dere-
que impidieron la eficacia del amparo. Asimismo, chos fundamentales.
la jurisprudencia de ésa época evidenció criterios
arbitrarios, interpretaciones legalistas y escasas c. A partir de la Constitución de 1979, se apre-
de desarrollo argumentativo, ausencia de unifor- cian dos procesos constitucionales distin-
midad y sumisión a presiones políticas y econó- tos: (i) el hábeas corpus, para la tutela de
micas. La labor legislativa tampoco brindó satis- la libertad individual; y, (ii) el amparo, para
factorias alternativas de reforma ni idóneas solu- la protección de los demás derechos funda-
ciones integrales o de conjunto, y en ocasiones mentales. La Carta de 1993 mantiene esta
sirvió, más bien, para restringir el funcionamiento distinción, aunque incorpora al hábeas data
del amparo. y a la acción de cumplimiento.
En la actualidad, la situación ha cambiado. El Tribu- En síntesis, la “acción de amparo” nace con tal de-
nal Constitucional se ha convertido en un decidido nominación en la Constitución de 1979. No obstan-
motor para el desarrollo del proceso de amparo, te, podemos encontrar antecedentes nacionales: (i)
aunque han existido etapas menos exitosas que en la Ley 2223 (1916), pues permitía la tutela de de-
otras, como lo sucedido con la conformación que rechos distintos a la libertad individual; (ii) en el há-
dejó el cargo en junio de 2014. Todo ello ha con- beas corpus de la Constitución de 1933, similar por
tribuido a ir diseñando un modelo de amparo que su amplitud al juicio de amparo mexicano; y, (iii) en
no se ciñe solamente a lo dispuesto por el Código el Decreto Ley 17083, que fijó un trámite especial
Procesal Constitucional, sino que se nutre decidi- en la vía civil para el hábeas corpus, que también
damente del aporte jurisprudencial. protegía los demás derechos individuales y sociales.
1
GARCÍA BELAUNDE, Domingo. “El hábeas corpus en la nueva Constitución”. En: Revista Jurídica del Perú. 1980.
pp. 228-229.
294
THĒMIS-Revista de Derecho 67. 2015. pp. 293-307. ISSN: 1810-9934
295
EL PROCESO DE AMPARO EN EL PERÚ: ANTECEDENTES, DESARROLLO NORMATIVO Y REGULACIÓN VIGENTE
tenía la ventaja de poder extenderse a la tutela de A dicho proceso, que se presentaba ante el Tribu-
THEMIS 67 | Revista de Derecho
cuantos derechos individuales y sociales reconocía nal Agrario, se le denominó “recurso de amparo
la Carta de 1933, mientras que el hábeas corpus agrario” (artículo 1)12. Este instrumento procesal
se ligaba predominantemente con la defensa de la era una modalidad de amparo que pretendía
libertad individual. defender la propiedad agraria con las obvias li-
mitaciones del contexto: un gobierno militar.
C. El Decreto Ley 17083, de octubre de 1968 En 1982, ya en democracia, el artículo 43 de la
LHCA varió su denominación por el de “exceso
La Carta de 1933 amplió el ámbito de protec- de poder”. Como lo explicaba su exposición de
ción del hábeas corpus a la defensa de todos los motivos, se trataba “de evitar una duplicidad en
derechos individuales y sociales. Sin embargo, el el nombre”.
Código de Procedimientos Penales de 1940 sólo
reguló dicho proceso para tutelar la libertad indi- III. LA CONSTITUCIÓN DE 1979
vidual. Posteriormente, el 24 de octubre de 1968,
se expidió el Decreto Ley 17083, que estableció el La Asamblea Constituyente se instaló el 28 de ju-
procedimiento de hábeas corpus para tutelar los lio de 1978, avocándose en principio a formular
demás derechos individuales y sociales, al que Fix y aprobar su reglamento. De acuerdo con él, se
Zamudio calificó como “ley de amparo”10. constituyeron la Comisión Principal de Constitu-
ción y catorce Comisiones Especiales; cada una de
Se distinguieron así dos tipos de hábeas corpus: ellas trabajaría sobre uno de los títulos de la futura
“civil” y “penal”. El primero, regulado por el Decre- Carta. Las ponencias de las Comisiones se presen-
to Ley 17083, se tramitaba ante los jueces civiles, tarían a la Comisión Principal, la cual, sobre la base
mientras que el segundo se ventilaba ante los jue- de ellas, con las iniciativas de sus miembros y las
ces penales, sobre la base del Código de Procedi- sugerencias del público, elaboraría el anteproyec-
mientos Penales de 1940. En esa época, no era fre- to de Constitución. Luego, dicha Comisión debía
cuente que los autores nacionales se ocuparan de elaborar el proyecto respectivo, texto que fue pu-
analizar los procesos constitucionales. Los pocos blicado y elevado al Pleno el 1 de abril de 1979.
autores que lo hicieron coincidieron en la necesi- La versión aprobada fue promulgada el 12 de julio
dad de introducir el amparo como un proceso au- de 1979 y ratificada al día siguiente, rechazando
tónomo, especialmente Ferrero Rebagliati, García las observaciones formuladas por el Presidente
Belaunde y Borea Odría11. de facto, General de División EP Francisco Morales
Bermúdez.
D. El Decreto Ley 20554, de marzo de 1974
A. La ponencia de la Comisión sobre Derechos
Este decreto, publicado el 13 de marzo de 1974, y Deberes Fundamentales-Garantías
precisó la composición y el funcionamiento del
Tribunal Agrario. Reguló un procedimiento judicial La Comisión Especial 3, presidida por Mario Polar
especial que podía interponer el propietario que Ugarteche, estuvo integrada por Javier Valle-Ries-
consideraba no haber incurrido en causal de afec- tra, Carlos Roca Cáceres, Luis Heysen I., Alfonso
tación o de declaración de abandono, o que se ha- Ramos A., Pedro Cáceres V. y Magda Benavides.
bían cometido vicios de nulidad con motivo de la Aquella elevó su ponencia a la Comisión Principal
aplicación de la Ley de Reforma Agraria por parte de Constitución el 27 de octubre de 1978. La po-
del Ministerio de Agricultura. nencia incorporó la acción de amparo13.
10
FIX ZAMUDIO, Héctor. “El derecho de amparo en México y en España. Su influencia recíproca”. En: Revista de Estudios
Políticos 7. 1979. p. 229. Ver la nota 3.
11
Ver: FERRERO REBAGLIATI, Raúl. “Ciencia política, teoría del Estado y Derecho Constitucional”. Lima: Studium. 1981;
GARCÍA BELAUNDE, Domingo. Óp. cit.; BOREA ODRÍA, Alberto. “La defensa constitucional: el amparo”. Lima: Bibliote-
ca Peruana de Derecho Constitucional. 1977.
12
Artículo 1.- “Si un propietario estimare que no ha incurrido en causal de afectación o de declaración de abandono, podrá
interponer recurso de amparo ante el Tribunal Agrario dentro del término de quince días computados a partir de la notifi-
cación del correspondiente decreto supremo de expropiación o de extinción de dominio, exponiendo los fundamentos de
hecho y de derecho, sin cuyo requisito será denegado. La interposición del recurso será puesta en conocimiento del Poder
Ejecutivo por intermedio de la Dirección General de Reforma Agraria y Asentamiento Rural, dentro de dos días de recibida.
Mientras se resuelva el recurso de amparo, no se interpondrá la demanda de expropiación de las tierras afectadas. Los
decretos supremos que no sean impugnados dentro del término señalado, causarán ejecutoria” [El énfasis es nuestro].
13
Artículo.- “La acción u omisión de cualquier autoridad o funcionario, incluso los judiciales, que transgreda o amenace los
derechos individuales reconocidos por la Constitución, da lugar a la acción de hábeas corpus.
La acción de amparo cautelará los demás derechos normados por la Constitución, transgredidos o amenazados por
cualquier autoridad. Esta acción puede interponerse inclusive contra resoluciones judiciales firmes, dentro de los treinta
días siguientes a su notificación”.
296
THĒMIS-Revista de Derecho 67. 2015. pp. 293-307. ISSN: 1810-9934
Dispuso que el Tribunal de Garantías Constitucio- Un aspecto adicional, cuya modificación fue pro-
Artículo.- “Se constituye un Tribunal de única instancia denominado de Garantías Constitucionales y que es competente
Samuel B. Abad Yupanqui
para conocer:
[…]
b) De la acción de amparo”.
14
GARCÍA BELAUNDE, Domingo. “Hábeas corpus”. En: La Prensa. 29 de noviembre de 1978. p. 10.
15
ASAMBLEA CONSTITUYENTE 1978-1979. “Diario de los Debates de la Comisión Principal de Constitución de la Asam-
blea Constituyente 1978-1979”. Tomo III. Lima. pp. 8 (ver: 20 sesión del 29 de enero de 1979) y 392 (ver: 22 sesión del
16 de febrero de 1979).
16
DIARIO “EL COMERCIO”. Edición del 8 de marzo de 1979. Lima: El Comercio. p. 4.
17
DIARIO “EL COMERCIO”. Edición del 20 de marzo de 1979. Lima: El Comercio. p. 4.
18
Artículo 297.- “La acción u omisión por parte de cualquier autoridad o funcionario, inclusive judicial, que vulnere o ame-
nace la libertad individual, da lugar a la acción de hábeas corpus.
La acción de amparo cautela los demás derechos reconocidos por la Constitución que sean vulnerados o amenazados
por cualquier autoridad.
Esta acción puede interponerse inclusive contra resoluciones judiciales firmes, dentro de los treinta días siguientes a su
notificación.
La acción de amparo tiene el mismo trámite que la acción de hábeas corpus en lo que le sea aplicable”.
Artículo 300.- “El Tribunal de Garantías Constitucionales tiene jurisdicción en todo el territorio de la República y es com-
petente para:
[…]
3) Conocer de los autos denegatorios de la acción de hábeas corpus y los autos denegatorios de la acción de amparo,
agotada la vía judicial”.
297
EL PROCESO DE AMPARO EN EL PERÚ: ANTECEDENTES, DESARROLLO NORMATIVO Y REGULACIÓN VIGENTE
V sobre “Garantías constitucionales”, y la creación cana (APRA), que eliminaba aquel párrafo que au-
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de un Tribunal encargado de conocer los “autos” torizaba el amparo contra resoluciones judiciales.
denegatorios de las acciones de hábeas corpus y
amparo luego de agotada la vía judicial. Para evitar los severos cuestionamientos formu-
lados por la Corte Suprema, se propuso que el
El proyecto de Constitución fue objeto de algunos TGC conociera del amparo en casación, luego de
cuestionamientos. Se consideró que partía de una agotarse la vía judicial. En la sesión de la Comisión
desconfianza hacia el Poder Judicial, pues permi- Principal del 6 de junio de 1979, se acordó aprobar
tía impugnar a través del amparo las resoluciones la propuesta efectuada por Enrique Chirinos Soto:
judiciales. Se afirmó que se devaluaba a la Corte “Una sola cosa propongo. Si decimos conocer en
Suprema al crear encima de ella al TGC, que ac- casación ya está, y entonces regresa a la Corte Su-
tuaría como cuarta instancia19. Tales opiniones y prema”22. Luego del debate del artículo 297 del
los debates tanto en el pleno de la Asamblea como texto sustitutorio, aquél fue sometido a votación
en la Comisión Principal condujeron a que el texto y aprobado por la Comisión Principal. Los referidos
definitivo fuese en varios aspectos distinto al del dispositivos fueron elevados al pleno, el cual los
proyecto. aprobó por unanimidad el 6 de junio de 197923.
19
Ver: QUIÑE ARISTA, Luis. “Designación y funciones de los jueces”. En: La Revista del Foro 2-4. 1979. pp. 67-68; QUIÑE
ARISTA, Luis. “Organización del Poder Judicial en el proyecto de Constitución”. En: Revista de Jurisprudencia Peruana
38. 1979. p. 422.
20
ASAMBLEA CONSTITUYENTE 1978-1979. “Diario de Debates de la Asamblea Constituyente 1978-1979”. Tomo VII.
Lima. p. 532 (ver: sesión del 1 de junio de 1979) y 554 (ver: sesión del 4 de junio de 1979).
21
ASAMBLEA CONSTITUYENTE 1978-1979. Ibid. pp. 551-552.
22
ASAMBLEA CONSTITUYENTE 1978-1979. “Diario de los Debates de la Comisión Principal de Constitución de la Asam-
blea Constituyente 1978-1979”. Tomo VII. Lima. p. 580.
23
ASAMBLEA CONSTITUYENTE 1978-1979. “Diario de Debates de la Asamblea Constituyente 1978-1979”. Tomo VIII.
Lima. p. 42.
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2. Conocer en casación las resoluciones dene- bre del 2004, pues luego fue sustituida por el CPC.
24
Décimo Segunda.- “[…] En los casos que se interponga la acción de amparo contra las resoluciones expedidas por el
Fuero de Trabajo y Comunidades Laborales no será de aplicación lo dispuesto en el artículo 31 de la Ley 23506”.
25
Disposición complementaria.- “Son de estricta aplicación los artículos 45 y 57 de la Ley General de Expropiación o
Decreto Legislativo 313. Si pese a esto, se intenta una Acción de Amparo contra lo dispuesto por esta Ley o por Reso-
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EL PROCESO DE AMPARO EN EL PERÚ: ANTECEDENTES, DESARROLLO NORMATIVO Y REGULACIÓN VIGENTE
luciones Supremas dictadas en virtud de la misma, la acción se interpone por ante la Sala […] Civil de turno de la Corte
Superior del lugar donde se afectó el derecho. Si la Sala admite la acción, designa al Juez Civil de turno para el trámite.
Una vez cumplimentado, la Sala señala día y hora para los informes orales si se hubiese pedido la palabra.
[…]
Si se solicita la suspensión del acto reclamado, la Sala resuelve lo conveniente y su resolución es recurrible por ante la
Segunda Sala en lo Civil de la Corte Suprema.
En todo lo no previsto en esta disposición, rige la Ley 23506”.
26
Por Resolución Suprema 263-84-JUS del 25 de mayo de 1984, se designó una comisión encargada de proponer al
ministro de Justicia un proyecto de reglamento de la LHCA. La referida comisión estuvo presidida por Domingo García
Belaunde e integrada además por Javier Valle-Riestra −quien posteriormente renunció−, Alberto Borea, Francisco Ayala
y Fausto Viale. El proyecto, de fecha 15 de enero de 1985, fue entregado al Ministro de Justicia, permaneciendo archi-
vado hasta que en 1990 fue desempolvado, sirviendo de base para la expedición del Decreto Supremo 024-90-JUS.
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A. La suspensión del acto o medida cautelar validez constitucional, pese a que tenía atribución
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EL PROCESO DE AMPARO EN EL PERÚ: ANTECEDENTES, DESARROLLO NORMATIVO Y REGULACIÓN VIGENTE
decirse sobre el particular, y por eso propongo que no frente al abuso […]. Vuelvo a decir que, en este
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se elimine la parte final”27. caso, prefiero pecar por exceso que por defecto”31.
Enrique Chirinos Soto (Renovación) sostuvo una Ante esta situación, nuevamente se pasó a votar el
opinión contraria: “[e]l caso es que, desde que pu- último párrafo del citado artículo, rechazándose la
simos el amparo, se ha abusado de ese derecho propuesta de eliminarlo (sesión 42 A, realizada el
[…]. Creo que sí conviene, por pedagogía forense, 12 de abril de 1993).
decir […] [que] [n]o procede contra normas […].
Nunca una norma puede ser materia de la acción Otro aspecto que generó discusiones al interior de
de amparo […] porque no puede ser que los aboga- la Comisión de Constitución y Reglamento fue el
dos […] se enfrenten contra normas con la acción procedimiento que correspondía al amparo; es de-
de amparo, que no sirve para normas. La acción de cir, si debía presentarse ante el Juez, ante la Corte
amparo sirve para hechos u omisiones que violan Superior y cómo debía intervenir la Corte Suprema
derechos distintos de la libertad individual”28. (en casación o como instancia). Esta discusión se
suscitó sin tomar en cuenta la relación del amparo
Con relación a la improcedencia del amparo fren- con el Tribunal Constitucional, pues la propuesta
te a resoluciones judiciales propuesta por el pro- inicial de la Comisión fue la de eliminar a dicho ór-
yecto, tanto los congresistas Carlos Ferrero Costa gano y sustituirlo por una Sala Constitucional en la
−Nueva Mayoría-Cambio 90− como César Fernán- Corte Suprema. Así, el texto aprobado por la Comi-
dez Arce −de la misma agrupación− sugirieron que sión estableció que la referida Sala Constitucional
el texto precise que el amparo no procedía contra tenía potestad “para conocer en casación las reso-
las resoluciones judiciales emanadas de un proce- luciones denegatorias de hábeas corpus, hábeas
dimiento regular, tal como lo señalaba el inciso 2 data, amparo y acción de cumplimiento”32.
del artículo 6 de la LHCA.
El 12 de agosto (sesión 29 K-1), se inició el debate
Luego del debate correspondiente, la Comisión de en el Pleno sobre el Título V, referido a las garan-
Constitución acogió la propuesta que impedía el tías constitucionales. En tal ocasión, el congresista
amparo contra normas y contra resoluciones judi- Ántero Flores-Aráoz −Partido Popular Cristiano,
ciales emanadas de un procedimiento regular. El PPC− propuso que, para evitar los abusos que se
texto fue aprobado por siete votos a favor y dos en habían presentado, debería “limitarse la acción de
contra. Luego de efectuada la votación, el congre- amparo a determinados derechos fundamentales
sista Fernando Olivera −Frente Independiente Mo- que deben estar específicamente señalados en
ralizador, FIM− insistió en que se suprima la parte esta Constitución”33.
final, pues consideraba que “limita la acción de
amparo y es contraproducente [con el] objeto que Por su parte, el congresista Julio Castro Gómez
se busca: proteger al ciudadano frente al abuso”29. −Movimiento Democrático de Izquierda, MDI−
Ante dicho planteamiento, Carlos Ferrero −Nueva cuestionó la segunda parte del artículo que regu-
Mayoría-Cambio 90− manifestó que “[…] para esos laba al proceso de amparo, pues según él “[t]iene
casos está la acción de inconstitucionalidad; o sea un sesgo reglamentarista en la medida que señala
[…] tienes el otro camino”30. que no procede contra normas legales ni contra re-
soluciones judiciales emanadas de procedimiento
Inmediatamente, replicó el congresista Fernando regular. Y creemos que estos asuntos deben que-
Olivera: “[c]omprendo eso y entiendo que existían dar para ser precisados en la ley correspondiente y
también en la Constitución vigente ambas vías: lle- de ningún modo deben incorporarse al texto cons-
gar por la vía de la acción de amparo y por la vía titucional, porque, desde nuestro punto de vista,
de la acción de inconstitucionalidad. En todo caso, connotaría una limitación a la garantía constitucio-
apuntan hacia un mismo fin: proteger al ciudada- nal del amparo”34.
27
COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y REGLAMENTO DEL CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO. “Debate
Constitucional-1993”. Tomo III (25 de marzo a 19 de abril de 1993). Lima: Congreso de la República. p. 1734.
28
Ibid. p. 1735.
29
Ibid. p. 1737.
30
Ibídem.
31
Ibídem.
32
COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y REGLAMENTO DEL CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO. “Debate
Constitucional-1993”. Tomo V (31 de mayo a 20 de septiembre de 1993). Lima: Congreso de la República. p. 3049.
33
CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO. “Debate Constitucional Pleno-1993”. Tomo III. Lima: Congreso de la
República. p. 1989.
34
Ibid. p. 1997.
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THĒMIS-Revista de Derecho 67. 2015. pp. 293-307. ISSN: 1810-9934
Durante el debate en el Pleno se propuso el man- han respetado las pautas esenciales de un debido
35
Ibid. p. 2007.
36
Ver: sentencia recaída en el Expediente 3179-2004-AA, de fecha 18 de febrero de 2005.
37
ARAGÓN REYES, Manuel. “El control como elemento inseparable del concepto de Constitución”. En: Revista Española
de Derecho Constitucional 19. 1987. pp. 17 y 36.
38
Sentencia recaída en el Expediente 2409-2002-AA, de fecha 7 de noviembre de 2002.
39
Sentencia recaída en el Expediente 3361-2004-AA, de fecha 12 de agosto de 2005.
40
Sentencia recaída en el Expediente 1333-2006-PA, de fecha 8 de enero de 2006.
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EL PROCESO DE AMPARO EN EL PERÚ: ANTECEDENTES, DESARROLLO NORMATIVO Y REGULACIÓN VIGENTE
“Juan de Dios Lara Contreras”41. De esta manera, que el Defensor del Pueblo está legitimado para
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el Tribunal Constitucional consideró que el citado interponer demandas de amparo en tutela de los
artículo 142 no le impide conocer y resolver una derechos constitucionales de la persona y la co-
demanda de amparo en tales casos. munidad. Esta legitimación suele concederse a los
defensores del pueblo tanto en Europa (por ejem-
C. El desarrollo legislativo del amparo a partir plo, España) como en América Latina (Argentina,
de la Carta de 1993 Colombia, Costa Rica, El Salvador). Cabe recordar
que ya el artículo 41 de la antigua Ley Orgánica del
Si bien durante la vigencia de la Carta de 1993 se Tribunal Constitucional −Ley 26435− señalaba que
mantuvo lo dispuesto por la LHCA, con diversas dicho funcionario podía presentar el denominado
reformas, a partir de 1993 se efectuaron algunas “recurso extraordinario” ante el Tribunal Constitu-
modificaciones que conviene examinar. El cambio cional contra las resoluciones denegatorias recaí-
normativo más relevante, sin duda, se produjo con das en los procesos de amparo.
la aprobación del Código Procesal Constitucional.
3. Amparo y derecho de rectificación
1. La Ley Orgánica del Tribunal Constitucional42
La Ley 2684745 desarrolla el derecho de rectifica-
La cuarta disposición transitoria de la Ley 26435, Ley ción reconocido por el inciso 7 del artículo 2 de la
Orgánica del Tribunal Constitucional, dispuso que Constitución. La rectificación debe efectuarse den-
por regla general las “acciones de garantía” se inter- tro de los siete días siguientes de recibida la solici-
pondrán ante el Juzgado Civil o Penal que correspon- tud si se trata de órganos de edición o difusión dia-
da, y que la Corte Superior respectiva conocerá en ria; en los demás casos, en la próxima edición que
segunda instancia. En caso que la resolución sea de- se haga luego de vencido ese plazo. Tratándose de
negatoria, se acudirá directamente al Tribunal Cons- medios de comunicación no escritos, si la persona
titucional, evitando el paso por la Corte Suprema. afectada lo solicita, la rectificación se efectuará el
mismo día de la semana y, de ser el caso, a la mis-
La excepción a este trámite se presentaba tratándo- ma hora en que se difundió la información que la
se del proceso de amparo contra una resolución judi- origina (artículo 3). En caso que no se publique la
cial, pues en tal caso conocería en primera instancia rectificación en los plazos señalados, o que el di-
la Corte Superior y, en segunda, la Corte Suprema. rector o responsable del medio de comunicación
Este dispositivo motivó diferentes interpretaciones. se niegue a hacerlo, o que la rectificación se efec-
Ante el debate suscitado, se aprobó la Ley 2644643, túe sin respetar la ley, el afectado podrá interponer
interpretando que la norma sólo se aplicaba a las demanda de amparo (artículo 7).
acciones de garantía iniciadas a partir de la vigen-
cia de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. 4. Competencia
2. La Defensoría del Pueblo y el proceso de am- La Ley 2679246 modificó el artículo 29 de la LHCA,
paro reformado a su vez por la Ley 25398, regulando
la competencia en materia de amparo47. Poste-
La Ley 26520, Ley Orgánica de la Defensoría del riormente, el Decreto Legislativo 90048 modificó
Pueblo44, establece en el inciso 2 de su artículo 9 nuevamente el citado artículo 29, formalizando
41
Sentencia recaída en el Expediente 01412-2007-PA, de fecha 11 de febrero de 2009.
42
Ley 26435, publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 10 de enero de 1995.
43
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 20 de abril de 1995.
44
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 8 de agosto de 1995.
45
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 28 de julio de 1997.
46
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 17 de mayo de 1997.
47
Artículo 29.- “Son competentes para conocer de la acción de amparo los jueces de primera instancia en lo civil o los
jueces de trabajo si la acción de amparo corresponde a un derecho de naturaleza laboral; del lugar donde se afectó el
derecho o donde se cierne la amenaza, o donde tiene su domicilio el afectado o amenazado, o donde tiene su domicilio
el autor de la infracción o amenaza, a elección del demandante. En los lugares donde no hubiesen Juzgados Especiali-
zados, es competente el juez mixto.
La acción de amparo se interpone indistintamente:
a) Ante el juez de turno al momento de producirse la amenaza o el acto violatorio del derecho constitucional; o,
b) Ante cualesquiera de los jueces cuyo turno esté programado para los treinta días siguientes a la fecha antes señalada.
Si la afectación de derecho se origina en una orden judicial la acción se interpone ante la Sala Civil, Laboral, o Mixta de
turno de la Corte Superior de Justicia respectiva, la que encarga su trámite a un juez de primera instancia”.
48
Publicado en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 29 de mayo de 1998.
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THĒMIS-Revista de Derecho 67. 2015. pp. 293-307. ISSN: 1810-9934
La Ley 2697949 reguló el procedimiento de ejecu- Posteriormente, la Ley 27809, Ley General del Sis-
ción coactiva y precisó que, además del ejecutor, tema Concursal53, derogó la Ley de Reestructura-
puede disponer la suspensión del procedimiento ción Patrimonial (Disposición derogatoria única) y,
de ejecución coactiva de obligaciones no tributa- además, reguló las instancias competentes en las
rias el Poder Judicial “solo cuando dentro de un “acciones de garantía” (artículo 133), así como los
proceso de acción de amparo […] exista medida efectos de la interposición de tales procesos en
Samuel B. Abad Yupanqui
cautelar firme” (artículo 16.2). Lo mismo señaló materia concursal (artículo 134). Estableció que
para el procedimiento de cobranza coactiva de conocerían en primera instancia la Sala Superior
obligaciones tributarias de los gobiernos locales Especializada en lo Civil de la Corte Superior de
(artículo 31.4) y tratándose de la suspensión del Justicia y, en segunda instancia, la Sala Constitu-
procedimiento coactivo de los órganos de la Admi- cional y Social de la Corte Suprema.
nistración Tributaria distintos a los gobiernos loca-
les (quinta disposición complementaria y transito- Agregaba que la interposición de “acciones de
ria). La intención fue reiterar que sólo una medida garantía” por personas naturales o jurídicas com-
cautelar “firme” puede suspender el procedimien- prendidas, a su solicitud, en los procedimientos
to de ejecución coactiva. regulados por dicha ley, determinaba automática-
49
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 23 de septiembre de 1998.
50
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 19 de enero de 1999.
51
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 29 de junio de 2000.
52
Aprobado mediante Decreto Supremo 014-99-ITINCI, publicado en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 1 de noviem-
bre de 1999.
53
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 8 de agosto de 2002.
305
EL PROCESO DE AMPARO EN EL PERÚ: ANTECEDENTES, DESARROLLO NORMATIVO Y REGULACIÓN VIGENTE
54
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 8 de mayo de 2003.
55
El grupo de trabajo estuvo integrado por los profesores Domingo García Belaunde, Francisco Eguiguren, Juan Monroy,
Arsenio Oré, Jorge Danós y Samuel Abad. Ver: GARCÍA BELAUNDE, Domingo; EGUIGUREN PRAELI, Francisco;
MONROY GÁLVEZ, Juan; ORÉ GUARDIA, Arsenio; DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge y Samuel ABAD YUPANQUI. “Código
Procesal Constitucional. Anteproyecto y legislación vigente”. Lima: Palestra Editores. 2003.
56
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 8 de diciembre de 2005.
306
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del Código Procesal Constitucional con la finalidad resoluciones judiciales se presentarán ante el Juez
57
Sentencia recaída en el Expediente 00007-2007-PI, de fecha 19 de junio de 2007.
58
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 24 de diciembre de 2006.
59
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 28 de mayo de 2009.
60
Publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 24 de diciembre de 2010.
61
Mediante la Resolución Ministerial 0201-2009-JUS, publicada en el Diario Oficial “El Peruano” con fecha 22 de octubre
de 2009, el Ministerio de Justicia designó una Comisión para proponer reformas al Código Procesal Constitucional con
motivo de sus cinco años de vigencia. A nuestro juicio, lo importante no es reformar el Código Procesal Constitucional,
sino tratar de lograr una mayor celeridad y eficacia en la justicia constitucional; y, para ello, las leyes no son suficientes.
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Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
UNIDAD III
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Academia de la Magistratura
CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
PRESENTACIÓN
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Esto explica la existencia del numeral 2), del artículo 5°, del Código Procesal
Constitucional, el cual tiene como finalidad conseguir que el amparo tenga una
naturaleza residual; es decir, que solo se utilice cuando no exista una vía
procedimental específica para tutelar la controversia, y que esta sea
igualmente satisfactoria.
La regla general es que para cuestionar un laudo, existe una vía procedimental
específica, que es el recurso de anulación contenido en la Ley que norma el
Arbitraje; sin embargo, excepcionalmente y residualmente se puede interponer
un amparo siempre que concurran los supuestos establecidos por el Tribunal
Constitucional en la STC N° 0142-2011 AA/TC, conforme vimos en la primera
unidad temática.
Ahora bien, lo mismo sucede con el famoso amparo laboral que tutela la
reposición en caso de despido arbitrario, en sus tres modalidades: incausado,
nulo y fraudulento. Así, la vía específica e igualmente satisfactoria para
cuestionar un despido es un la vía laboral, por lo que su tramitación se regiría a
lo dispuesto por la Ley Procesal del Trabajo (Ley N° 29497); sin embargo, el
Tribunal Constitucional en el precedente vinculante contenido en la STC N°
12312-2012-AA/TC, estableció que en determinados supuestos, la vía
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Esta causal de improcedencia tiene como objetivo evitar que se emitan dos
decisiones, contradictorias o coincidentes, sobre una misma controversia. En tal
sentido, si el propio demandante acudió a un proceso judicial para tutelar su
derecho, esto implica que esta es el mecanismo más adecuado para la tutela
del interés en juego. Carece de sentido entonces, iniciar un proceso
constitucional cuyo objetivo sea tutelar este mismo derecho.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Esto implica que en aplicación de esta causal nunca podrá existir un rechazo
liminar de la demanda, en la medida que para su aplicación se requerirá de
una evaluación, cuanto menos superficial, de la motivación y el procedimiento
que se llevó a cabo ante el CNM.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Legitimación activa
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Legitimación pasiva
2.1.3. Competencia
El artículo 51° del Código Procesal Constitucional establece que en el caso del
proceso de amparo, hábeas data, y proceso de cumplimiento es competente
el Juez civil o mixto del lugar donde se afectó el derecho, o en donde tiene su
domicilio principal el afectado, siendo elección del demandante seleccionar
donde interponer la demanda.
2.1.4. Plazo
El plazo para interponer un proceso de amparo es de 60 días desde ocurrida la
vulneración al derecho fundamental.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Legitimación activa
La demanda de hábeas corpus puede ser interpuesta por cualquier
persona, no es necesario tener representación.
Legitimación pasiva
Se interpone en contra de quién hubiera afectado el derecho a la libertad
personal.
2.2.2. Competencia
El competente cualquier Juez Penal.
2.2.3. Plazo
No existe un plazo para interponer la demanda.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Legitimación activa
Tiene legitimación activa el interesado; sin embargo, el artículo 40° del
Código Procesal Constitucional reconoce la posibilidad de este de actuar
mediante un representante.
Legitimación pasiva
En el caso del derecho de acceso a la información pública es la entidad
pública o la persona jurídica de derecho privado que tenga alguna
concesión de servicio público.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
2.3.2. Competencia
El artículo 51° del Código Procesal Constitucional establece que en el caso del
proceso de amparo, hábeas data, y proceso de cumplimiento es competente
el Juez civil o mixto del lugar donde se afectó el derecho, o donde tiene su
domicilio principal el afectado, siendo elección del demandante seleccionar
donde interponer la demanda.
2.3.3. Plazo
No existe plazo para la interposición de la demanda; sin embargo, existe un
requisito especial para la interposición de la demanda.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Legitimación activa
Cualquier persona puede interponer una demanda de cumplimiento en el
caso de que se pretenda el contenido de una norma contenida en una Ley
o en un Reglamento.
Legitimación pasiva
El demandado deberá ser el funcionario de la administración pública
renuente al cumplimiento de una norma legal o del acto administrativo.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
2.4.2. Competencia
El artículo 51° del Código Procesal Constitucional establece que en el caso del
proceso de amparo, hábeas data, y proceso de cumplimiento es competente
el Juez civil o mixto del lugar donde se afectó el derecho, o donde tiene su
domicilio principal el afectado, siendo elección del demandante seleccionar
donde interponer la demanda.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Legitimación activa
El artículo 84 del Código Procesal Constitucional establece que la demanda
de acción popular puede ser interpuesta por cualquier persona.
Legitimación pasiva
La demanda debe dirigirse contra la entidad que emitió la norma infralegal.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
2.5.2. Competencia
El artículo 85° del Código Procesal Constitucional establece que cuando la
norma objeto de la acción popular es de carácter regional o local, es
competente la Sala de la Corte Superior del Distrito Judicial al que pertenece el
órgano emisor.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
Legitimación activa
En el caso del proceso de inconstitucionalidad la legitimación activa
constituye un caso especial. En este caso el artículo 203° de la Constitución
Política del Perú establece que tienen legitimidad para interponer la
demanda de inconstitucionalidad los siguientes:
2.6.2. Competencia
La demanda solo puede ser interpuesta ante el Tribunal Constitucional.
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
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CURSO “CAUSALES DE IMPROCEDENCIA EN LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES”
2.7.2.Competencia
La demanda solo puede ser interpuesta ante el Tribunal Constitucional.
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de Jueces en materia Constitucional
%20CONSTITUCIONALES%20%281%29.pdf?sequence=4&isAllowed=y. Pág. 64 –
88.
El contenido constitucionalmente
protegido según el inciso 1 del artículo 5
del Código Procesal Constitucional
fmorales_s@yahoo.com
VOX JURIS (34) 2, 2017
VOX JURIS, Lima (Perú) 34 (2): 147-155, 2017
148 Francisco Morales Saravia
y por su alta incidencia para que los Jueces o si ella deviene en irreparable2, el Juez,
constitucionales declaren la improcedencia de atendiendo al agravio producido, declarará
los procesos de amparo. Me refiero al contenido fundada la demanda precisando los alcances de
constitucionalmente protegido de un derecho su decisión, disponiendo que el emplazado no
y a la existencia de vías procedimentales vuelva a incurrir en las acciones u omisiones
específicas, igualmente satisfactorias para la que motivaron la interposición de la demanda,
protección de un derecho, ambas reguladas y que si procediere de modo contrario se le
en los incisos 1 y 2 del artículo 5 del Código aplicarán las medidas coercitivas previstas en
Procesal Constitucional. el artículo 22 del mismo Código, sin perjuicio
de la responsabilidad penal que corresponda. 3
En esta oportunidad nos referiremos
a la determinación del contenido El inciso 2 del artículo 200 de la Constitución
constitucionalmente protegido de un dispone que la acción de amparo procede
derecho, dado que es el primer paso para la contra el hecho u omisión, por parte de
procedencia de un proceso de amparo en el cualquier autoridad, funcionario o persona, que
esquema residual, esto es, saber si los hechos vulnera o amenaza los derechos reconocidos
y el petitorio están referidos en forma directa a por la Constitución, con excepción de los
dicho contenido. Si no es así la demanda será protegidos por los procesos de hábeas corpus y
declarada improcedente. Cumplida esa primera de hábeas data. También señala que no procede
condición, el segundo paso es saber si existen contra normas legales ni contra resoluciones
vías procedimentales específicas, igualmente judiciales emanadas de procedimiento regular.
satisfactorias al amparo para la protección del
derecho, de existir, la demanda también será Desarrollando la norma constitucional citada
improcedente. Como podemos apreciar se los artículos 2 y 3 del Código Procesal
trata de dos requisitos fundamentales para la Constitucional disponen:
viabilidad del proceso de amparo.
• Procede el proceso de amparo cuando se
La doctrina nacional y la jurisprudencia amenace o viole los derechos constitucionales
constitucional han caracterizado ambas por acción u omisión por parte de cualquier
condiciones. Sin embargo, en relación a la autoridad, funcionario o persona.
primera, hasta el día de hoy, no podemos
• Cuando se invoque la amenaza de violación,
afirmar que exista una única postura para
ésta debe ser cierta y de inminente
precisar que debemos entender por el concepto
realización.
de contenido constitucionalmente protegido de
un derecho. En relación a la jurisprudencia ésta • Cuando se invoque la amenaza o violación de
ha sido cambiante en relación a perfilar una actos que tienen como sustento la aplicación
definición exacta. A continuación ensayaremos de una norma autoaplicativa incompatible
una propuesta a fin de enriquecer este debate. con la Constitución, la sentencia que declare
fundada la demanda dispondrá además la
FINALIDAD Y PROCEDENCIA DEL inaplicabilidad de la citada norma. 4
PROCESO DE AMPARO
Para el caso del proceso de amparo contra
El artículo 1 del Código Procesal Constitucional resoluciones judiciales el artículo 4 del Código
establece que el proceso de amparo Procesal Constitucional establece:
tiene por finalidad proteger los derechos
constitucionales, reponiendo las cosas al estado
anterior a la violación o amenaza de un derecho
constitucional.1 Añade la norma, que si luego 2 Ejemplo de este supuesto lo encontramos en el caso Gregorio
Dennis Chávez de Paz (Exp. N.° 02282-2013-PA/TC), donde
de presentada la demanda cesa la agresión o se declaró fundada la demanda en aplicación del segundo
amenaza por decisión voluntaria del agresor, párrafo del artículo 1 del Código Procesal Constitucional, por
un despido que violó el derecho al debido proceso, pero como
el mandato del cargo había vencido, el TC comprobó una
situación de irreparabilidad.
3 El artículo 22 del Código Procesal Constitucional prevé como
1 Por ejemplo, en el caso de un trabajador despedido, si se medidas coercitivas las multas fijas o acumulativas o la
comprueba que dicho acto lesivo vulneró su derecho al destitución del responsable.
trabajo o algún otro derecho constitucional, sólo a través de 4 El artículo 3 del Código Procesal Constitucional define las normas
su reposición en el puesto de trabajo se podrá reponer la autoaplicativas como aquellas cuya aplicabilidad, una vez que han entrado
situación al estado anterior a la violación de tal derecho. en vigencia, resulta inmediata e incondicionada.
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Constitucional
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derechos humanos de los que el Perú es parte. Mesía, C. (2013). ”Exégesis del Código
Ésta postura es casi pacífica entre nosotros. Procesal Constitucional”, 4ta Ed., Tomo I,
En un segundo nivel se podrían adoptar Lima, Gaceta Jurídica. Pág., 241.
determinadas posiciones doctrinarias, que en
nuestro caso sugerimos seguir la propuesta de Remotti, J. (2009), Prólogo. La lucha contra
Freixes, T. (1998). el terrorismo en el marco del Estado Social
y Democrático de Derecho, en: Castañeda
Segovia, Mateo G., El delito de terrorismo en
BIBLIOGRAFÍA garantías procesales en la lucha antiterrorista,
Abad, S. (2017) “El Proceso constitucional de Lima: Ed. Grijley.
amparo”, 3ra Ed., Lima: Gaceta Jurídica. Pág.
108, 110. JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
Castillo, L. (2006), El contenido constitucional Caso COSAPI S.A., Exp. N.° 0785-2004-AA/
de los derechos como objeto de protección del TC
proceso de amparo, en: Palomino Manchego,
J. El Derecho Procesal Constitucional Peruano Caso Blanca Estrella Cárdenas de la Torre,
(Estudios en homenaje a Domingo García Exp. N.° 661-2004-AA/TC
Belaunde), Tomo I, Lima: Editora Jurídica
Grijley. Pág. 583, 591-599. Caso Apolonia Collcca Ponce, Exp. N.° 3179-
2004-AA/TC
Eto, G. (2013), “Tratado del Proceso
Constitucional de Amparo”, Tomo I, Lima: Caso Anicama Hernández, Exp. N.° 01417-
Gaceta Jurídica. 2005-AA/TC
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Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Sustracción de la materia
I. Introducción
juicios sencillos y eficaces; economía procesal, menos gasto del ciudadano, procedimientos
D. R. © 2014. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
Boletín Mexicano de Derecho Comparado, núm. 140, pp. 705-717.
708 MARÍA ANTONIETA NAVARRETE RAMOS
menos complejos, un desarrollo oral y concentrado materializado a través del modelo pro-
cesal de audiencias. La realidad vivida por los que acuden al Juicio de Amparo está muy
alejada de lo que ordena la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
4 http://lema.rae.es/drae/?val=improcedencia
5 Noriega Cantú, Alfonso, “Las crisis del procedimiento de amparo. La improceden-
Peter, El Estado constitucional, trad. de Héctor Fix-Fierro, México, UNAM, Instituto de In-
vestigaciones Jurídicas, 2001, pp. 115 y 116.
9 http://www.oas.org/dil/esp/tratados_B-32_Convencion_Americana_sobre_Derechos_Huma-
nos.htm
D. R. © 2014. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
Boletín Mexicano de Derecho Comparado, núm. 140, pp. 705-717.
714 MARÍA ANTONIETA NAVARRETE RAMOS
10
Marabotto Lugaro, Jorge A., Un derecho humano esencial: el acceso a la justicia, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, http://juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/
dconstla/cont/2003/pr/pr16.pdf
D. R. © 2014. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
Boletín Mexicano de Derecho Comparado, núm. 140, pp. 705-717.
716 MARÍA ANTONIETA NAVARRETE RAMOS
VII. Bibliografía
Resoluciones
Primera Ponencia
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Exp. N° 00791-2014-PA/TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. Exp. N° 00791-2014-PA/TC. Lima, 30 de abril
de 2014.
26/11/2020 https://mail-attachment.googleusercontent.com/attachment/u/0/?ui=2&ik=ed791f3a96&attid=0.1&permmsgid=msg-f:1683985358494341…
En Lima, a los 30 días del mes de abril de 2014, el Tribunal Constitucional, en sesión de Pleno
Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Mesía Ramírez, Eto Cruz y Álvarez Miranda, pronuncia la
siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso de apelación por salto a favor de la ejecución de la STC N.º 01044-2013-PA/TC, interpuesto por
don Mateo Grimaldo Castañeda Segovia, de fecha 26 de diciembre de 2013; contra la Resolución N.º 38, de
fecha 26 de diciembre de 2013, obrante a fojas 1492 del Tomo II, expedida por el Quinto Juzgado Constitucional
de Lima, que declaró la sustracción de la materia y el archivamiento del proceso.
ANTECEDENTES
Con fecha 19 de mayo de 2011, el recurrente interpone demanda de amparo contra el Consejo Nacional de la
Magistratura (CNM), solicitando que se declare la nulidad del Acuerdo N.º 0178-2011, adoptado por mayoría y
contenido en el Acta de Sesión Plenaria Extraordinaria de fechas 27 y 28 de enero de 2011, que resolvió no
nombrarlo Fiscal Supremo en el marco de la Convocatoria N.º 002-2010-SN/VCNM pese a que ocupó el tercer
puesto del cuadro de méritos; invocando la afectación de sus derechos al debido proceso y a la motivación de
los actos administrativos [f. 315, tomo I].
Mediante STC N.º 04944-2011-PA/TC, de fecha 16 de enero de 2012, el Tribunal Constitucional declaró
fundada la demanda, considerando que el acto lesivo cuestionado había vulnerado los derechos del actor al
debido proceso y a la motivación de las resoluciones; y en consecuencia, nulo el Acuerdo N.º 0178-2011,
ordenando al CNM emitir un nuevo acuerdo debidamente motivado, y a sus miembros, volver a votar su
decisión de conformidad con lo dispuesto por el artículo 154º 1 de la Constitución, el segundo párrafo del
artículo 33º de la Ley N.º 29277 de la Carrera Judicial y el artículo 53º del Reglamento de Concursos para el
Acceso Abierto en la Selección y Nombramiento de Jueces y Fiscales aprobado mediante Resolución N.º 281-
2010-CNM [fundamento 41]. Cabe señalar que en los fundamentos de esta sentencia también se declaró
vulnerados los derechos de acceso a la función pública y a la presunción de inocencia.
Mediante Acuerdo N.º 766-2012, contenido en el Acta de Sesión Plenaria Extraordinaria del CNM de fecha
08 de junio de 2012, el CNM resolvió declarar desierto el concurso para la plaza de Fiscal Supremo, al no
haber alcanzado los doctores César Hinostroza Pariachi y Mateo Grimaldo Castañeda Segovia el número de
votos requeridos por el artículo 154 inciso 1 de la Constitución Política para ser nombrados [f. 731, tomo I]
Mediante Resolución N.º 13, de fecha 17 de agosto de 2012, el Quinto Juzgado Constitucional de Lima
resolvió declarar nula la sesión N.º 2202 del CNM del 08 de junio de 2012, en el extremo que decide no nombrar
al actor en el cargo de Fiscal Supremo; y en consecuencia, ORDENA que los Consejeros del CNM vuelvan a
emitir nuevo pronunciamiento, sujetándose de manera estricta a lo dispuesto por el TC en su sentencia de fecha
16 de enero de 2012, aclarada mediante resolución de fecha 16 de abril del mismo año [f. 854, tomo I].
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En cumplimiento de ello, mediante Acuerdo N.º 1615-2012, contenido en el Acta de Sesión Plenaria
Extraordinaria del CNM de fecha 29 de noviembre de 2012, el CNM resolvió No nombrar al señor MATEO
GRIMALDO CASTAÑEDA SEGOVIA, como FISCAL SUPREMO DEL MINISTERIO PÚBLICO, al no haber
alcanzado el voto conforme de los dos tercios del número legal de los miembros del Consejo Nacional de la
Magistratura, de conformidad con el artículo 154 inciso 1 de la Constitución Política [f. 899, tomo I].
Con fecha 26 de diciembre de 2012, el recurrente solicita al Juzgado que declare la nulidad del Acuerdo N.º
1615-2012 [f. 1031, tomo II].
Finalmente, ante los pedidos de conclusión de proceso de la demandada y de nulidad del actor, el Quinto
Juzgado Constitucional de Lima, mediante Resolución N.º 23, de 21 de enero de 2013 [f. 1059, tomo II] resuelve
declarar por cumplido el mandato ordenado en la Resolución N.º 13, y ordena la conclusión del proceso y su
archivo definitivo.
Con fecha 30 de enero de 2013, el actor interpone recurso de apelación por salto contra la Resolución N.º
23, de fecha 21 de enero de 2013 [f. 1143, tomo II].
Mediante Acuerdo N.º 1835-2013, contenido en el Acta de Sesión N.º 2482, de fecha 15 de noviembre de
2013 [fojas 1416 del Tomo III], el CNM resolvió declarar que los postulantes Hinostroza Pariachi y Casteñeda
Segovia no alcanzaron el requisito constitucional del voto conforme de los dos tercios del número legal de los
siete miembros que actualmente conforman el Consejo Nacional de la Magistratura .
Mediante Resolución N.º 34, de fecha 9 de diciembre de 2013 [fojas 1401], el Quinto Juzgado Constitucional
de Lima declaró improcedente el pedido de conclusión del proceso solicitado por la demandada, y en
consecuencia, requirió al CNM para que procedan a nombrar, entre los postulantes que quedan en carrera, a
aquél que corresponda desempeñarse como Fiscal Supremo, conforme a las bases y reglamentos vigentes al
momento de realizarse la convocatoria para dicha plaza, en estricto orden de méritos, conforme lo ordenado
por el Tribunal Constitucional de forma expresa y sustentado desde los fundamentos 22 a 29 de la sentencia
emitida en la STC Nº 1044-2013-PA/TC, y en los fundamentos 7, 8 y 9 de la resolución aclaratoria de fecha 31
de octubre de 2013, MANDATO que deberá ser cumplido en el plazo improrrogable de 02 días útiles contado a
partir de la notificación de la presente resolución; bajo apercibimiento de multa . Asimismo, se declaró
improcedente el pedido de suspensión del concurso 002-2012-SN/CNM correspondiendo a los miembros del
CNM tomar las medidas correspondientes con el fin de efectivizar lo ordenado por el TC, bajo
responsabilidad .
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26/11/2020 https://mail-attachment.googleusercontent.com/attachment/u/0/?ui=2&ik=ed791f3a96&attid=0.1&permmsgid=msg-f:1683985358494341…
Mediante Resolución N.º 35, de fecha 16 de diciembre de 2013 [fojas 1413], el Quinto Juzgado
Constitucional de Lima, declaró nula la Sesión N.º 2482 y el Acuerdo 1835-2013, en el extremo en que el CNM
decidió no nombrar al actor en el cargo de Fiscal Supremo.
Mediante Resolución N.º 37, de fecha 17 de diciembre de 2013 [fojas 1472], el Juez ordenó suspender el
concurso N.º 002-2012-SN/CNM, en el estado en que se encuentre, hasta que resuelva en definitiva la ejecución
de la sentencia a fin de evitar posible irreparabilidad en el derecho del actor y ordenó OFÍCIESE en el día
al Presidente del CNM para que proceda de acuerdo a ley .
Mediante Acuerdo N.º 1988-2013, emitido en Sesión de Pleno N.º 2498, de fecha 18 de diciembre de 2013
[fojas 1650], el CNM decidió no nombrar al actor en el cargo de Fiscal Supremo, señalándose allí, entre otras
cosas, que este cumplimiento constituye una solución institucional ante la imposibilidad jurídica propuesta
por el Juzgado y que el mandato del juez constituye un imposible jurídico y fáctico para ejecutar, no sólo
por la exigencia constitucional de los 5 votos al que ninguno de los citados demandantes (Hinostroza Pariachi y
Castañeda Segovia) ha alcanzado ni alcanzará en el futuro ( ) salvo que el juez ordene que el nombramiento 4
votos para el nombramiento, que ningún juez se atreverá a disponer . Cabe señalar que, en este caso, los
consejeros Talavera Elguera, Paz de la Barra y Guzmán Díaz, quienes venían votando a favor del nombramiento
del demandante, cambiaron su voto en contra del nombramiento del actor, sin explicar las razones de dicho
cambio, y sin precisar ninguna motivación constitucional, conforme lo exigía el artículo 139º, inciso 5 de la
Constitución Política del Estado; y el mismo artículo 33º de la Ley N.º 29277, Ley de la Carrera Judicial.
Y ese mismo día, mediante Acuerdo N.º 1990-2013, contenido en el Acta de Sesión N.º 2499, de fecha 18
de diciembre de 2013 [fojas 1645], el CNM resolvió nombrar como Fiscal Supremo a la Dra. Zoraida Ávalos
Rivera, quien figuraba en el primer puesto del cuadro de méritos elaborado por el Consejo, a raíz del concurso
irregular ya mencionado, donde además figuraban los postulantes Nora Miraval Gambini (2º puesto) y José
Pereira Rivarola (3º puesto); todo ello, en el marco de la Convocatoria N.º 002-2012-SN/CNM.
Mediante Resolución N.º 38, de fecha 26 de diciembre de 2013 [fojas 1492] el Quinto Juzgado
Constitucional de Lima declaró la sustracción de la materia y el archivamiento definitivo del proceso.
Con fecha 09 de enero de 2014, el recurrente interpone recurso de apelación por salto a favor de la ejecución
de la STC N.º 01044-2013-PA/TC, y contra la Resolución N.º 38 expedida por el juez de ejecución [fojas 1522].
FUNDAMENTOS
1. De conformidad con el artículo 139º, inciso 2 de la Constitución, toda persona sometida a un proceso
judicial tiene derecho a que no se deje sin efecto aquellas resoluciones que han adquirido la autoridad de
cosa juzgada, ni modificar su contenido, ni retardar su ejecución.
2. Sobre el particular, este Tribunal ha sostenido en reiterada jurisprudencia que este derecho garantiza
al justiciable que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no sólo no puedan ser
recurridas a través de medios impugnatorios bien sea porque estos han sido agotados o porque ha
transcurrido el plazo legal para interponerlos sino también que el contenido de las mismas no pueda
ser dejado sin efecto ni modificado, ya sea por actos de otros poderes públicos, de terceros o, incluso, de
los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso [STC N.º 04587-2004-AA/TC, fundamento 38].
3. En el ámbito de los procesos constitucionales este derecho encuentra una configuración expresa en el
artículo 22º, primer párrafo del Código Procesal Constitucional, el cual dispone que la sentencia que
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cause ejecutoria al interior de estos procesos se actúa conforme a sus propios términos por el juez de la
demanda .
4. La ejecución de las sentencias en sus propios términos, ha dicho este Tribunal en la STC N.º 01939-
2011-PA/TC, constituye una garantía a favor de las partes procesales, esto es, tanto para el ejecutante
como para el ejecutado, puesto que les impide reabrir el debate ya finalizado y clausurado por la
firmeza, así como modificar el derecho reconocido por sentencia firme a su capricho, alterando las
condiciones en que fue delimitado [Carballo Piñeiro, Laura. Ejecución de condenas de dar (tratamiento procesal
adaptado a la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil), Barcelona, Bosch, 2001, p. 30]. En ese mismo sentido, ha
reconocido que:
[no] resulta admisible que los contenidos de una resolución estimatoria puedan ser reinterpretados en vía de ejecución y
que incluso tal procedimiento se realice de forma contraria a los propios objetivos restitutorios que con su emisión se
pretende. Producida una sentencia estimatoria, y determinado un resultado a partir de sus fundamentos, es indiscutible
que no pueden, estos últimos, ser dirigidos contra la esencia de su petitorio, de manera tal que este termine por
desvirtuarse [STC N.º 01102-2000-AA/TC].
5. Así pues, con la finalidad de garantizar la eficacia de este derecho en el contexto de los procesos
constitucionales, este Tribunal, en la STC N.º 0004-2009-PA/TC, publicada el 15 de noviembre de 2010,
ha establecido que el recurso de apelación por salto a favor de la ejecución de una sentencia del Tribunal
Constitucional procede contra la resolución del juez de ejecución que declara actuado, ejecutado o
cumplido el mandato de una sentencia del Tribunal Constitucional, o que declara fundada la
contradicción u observación propuesta por el obligado; frente a supuestos de inejecución, ejecución
defectuosa o desnaturalización de una sentencia constitucional.
6. De autos se desprende que la controversia de autos consiste en determinar si, en fase de ejecución de
sentencia, se ha desvirtuado lo decidido por este Tribunal en la STC N.º 01044-2013-PA/TC, que
declaró fundado el recurso de apelación por salto planteado por la parte demandante, y ordenó al CNM
proceder a nombrar, entre los postulantes que quedaban en carrera, esto es, don César José Hinostroza
Pariachi o don Mateo Grimaldo Castañeda Segovia, a aquel que corresponda desempeñarse como Fiscal
Supremo, conforme a las bases y reglamentos vigentes al momento de realizarse la convocatoria para
dicha plaza.
7. El recurso de apelación por salto tiene por objeto que se declare la nulidad de la resolución N.º 38,
del 26 de diciembre de 2013 (f. 1492), emitida con ocasión del pedido del recurrente para que se declare
la nulidad de la Sesión N.º 2498 y el Acuerdo N.º 1988-2013 que no lo nombra como Fiscal Supremo; la
nulidad de las entrevistas personales de doña Zoraida Ávalos Rivera, doña Nora Miraval Gambini y don
José Pereira Rivarola, realizadas con posterioridad a la notificación de la suspensión de la notificación
de la suspensión judicial del concurso; y la nulidad de la sesión Nº 2499 y del Acuerdo Nº 1990-2013
que designa a doña Zoraida Ávalos Rivera como Fiscal Suprema; en este sentido, precisa que aquella
resolución declara la sustracción de la materia y dispone el archivo del proceso, dado que no existe
vacante alguna que cubrir.
8. El Código Procesal Constitucional regula dos supuestos para que la sustracción de la materia se
produzca, como se puede advertir de los artículos 1º y 5º.5 de dicha norma:
8.1. En el primer caso, el segundo párrafo del artículo 1º refiere que Si luego de presentada la
demanda cesa la agresión o amenaza por decisión voluntaria del agresor, o si ella deviene en
irreparable, el Juez, atendiendo al agravio producido, declarará fundada la demanda precisando los
alcances de su decisión ( ) . Como se aprecia del mismo, la norma establece que dependiendo del
agravio, el juez puede declarar fundada la demanda, pero no dice que otra u otras alternativas tiene
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8.2. En el segundo caso, el artículo 5º.5 precitado precisa que la demanda es improcedente
cuando A la presentación de la demanda ha cesado la amenaza o violación de un derecho
constitucional o se ha convertido en irreparable .
9. Como se advierte en ambos casos, estamos frente a situaciones en las que o la agresión o amenaza ha
cesado, o se ha convertido en irreparable, lo que obviamente debe ocurrir antes de que se haya emitido
sentencia resolviendo la pretensión planteada en cada caso.
10. Sin embargo, en el caso de autos nos encontramos frente a una situación en la que la parte recurrente
ya cuenta no solo con una sentencia dictada a su favor, sino además con otra que complementa la
anterior ante los nuevos hechos o actuaciones ocurridas o desarrolladas por la parte obligada, esto es, el
Consejo Nacional de la Magistratura. En consecuencia, no procede declarar la sustracción de la materia
ni mucho menos el archivo del proceso, sino determinar de qué manera se deben ejecutar las decisiones
emitidas por este Tribunal y que tienen la calidad de cosa juzgada.
11. Por ello, este Tribunal recuerda al a quo, que el derecho a la ejecución de las resoluciones judiciales
constituye parte inseparable de la exigencia de efectividad de la tutela judicial. En efecto, el Tribunal
Constitucional ya ha dejado establecido en anterior oportunidad que el derecho a la ejecución de
resoluciones judiciales no es sino una concreción específica de la exigencia de efectividad que garantiza
el derecho a la tutela jurisdiccional, y que no se agota allí, ya que, por su propio carácter, tiene una vis
expansiva que se refleja en otros derechos constitucionales de orden procesal ( ) El derecho a la
efectividad de las resoluciones judiciales garantiza que lo decidido en una sentencia se cumpla, y que la
parte que obtuvo un pronunciamiento de tutela, a través de la sentencia favorable, sea repuesta en su
derecho y compensada, si hubiere lugar a ello, por el daño sufrido [STC N.º 0015-2001-AI, 0016-2001-AI y
0004-2002-AI/TC, fundamento 11]. En esa misma línea de razonamiento, se ha precisado en otra sentencia
que la tutela jurisdiccional que no es efectiva no es tutela , reiterando la íntima vinculación entre
tutela y ejecución al establecer que el derecho al cumplimiento efectivo y, en sus propios términos, de
aquello que ha sido decidido en el proceso, forma parte inescindible del derecho a la tutela
jurisdiccional a que se refiere el artículo 139.3 de la Constitución [STC N.º 04119-2005-PA/TC, fundamento
64].
12. Como lógica consecuencia de lo expuesto, no corresponde ya que este Tribunal se pronuncia sobre
el fondo del proceso pues existen dos sentencias sobre el particular , sino únicamente recordar que en
tanto no se ejecuten las sentencias dictadas en sede constitucional, en sus propios términos, no solo se
afectan los derechos inicialmente demandados debido proceso y a la motivación , sino también los
derechos de acceso a la función pública y a la presunción de inocencia, así como a la ejecución de las
resoluciones judiciales.
13. Como correlato de ello, corresponderá que el CNM, con esta u otra conformación, procedan a
ejecutar las sentencias emitidas, las que se mantienen subsistentes ante el incumplimiento de lo
ordenado por el Tribunal Constitucional. Al respecto, debemos indicar que no existiría tutela
jurisdiccional, ni Estado social y democrático de derecho, si una vez resuelto un caso por la autoridad
judicial, una de las partes pudiera decidir unilateralmente si acata o no el fallo.
14. Resuelta así esta cuestión previa, el Tribunal Constitucional debe entrar a analizar el modo en el que
deberá ejecutarse la STC N.º 01044-2013-PA/TC, en concordancia con lo establecido primigeniamente
en la STC N.º 04944-2011-PA/TC; ante la reiterada renuencia y rebeldía del CNM.
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15. En este sentido, para este Tribunal no pasa desapercibido el hecho de que, con fecha posterior a la
notificación de la STC N.º 01044-2013-PA/TC a la parte demandada y el correspondiente
apercibimiento dictado por el juez a quo, el órgano demandado decidió proseguir con el procedimiento
de selección y nombramiento iniciado con la Convocatoria N.º 0002-2012-SN/CNM, al punto de que,
con fecha 18 de diciembre de 2013, mediante Acuerdo N.º 1990-2013, contenido en el Acta de Sesión
N.º 2499, resolvió nombrar como Fiscal Supremo a la Dra. Zoraida Ávalos Rivera, quien figuraba en el
primer puesto del cuadro de méritos elaborado por el Consejo. Y es tal decisión la cual, como se acaba
de ver supra, motivó que el juez a quo, erróneamente, declarara la sustracción de la materia y el
archivamiento definitivo del proceso, a pedido del CNM.
16. Sin embargo, lo que el Quinto Juzgado Constitucional de Lima inexplicablemente olvida es que el
CNM, de forma anterior a esta decisión, ya había sido notificada oportunamente de tres actos procesales,
a saber:
16.1 Notificación de la STC N.º 01044-2013-PA/TC, que ordenó al CNM proceder a nombrar,
entre los postulantes que quedaban en carrera, esto es, don César José Hinostroza Pariachi o don
Mateo Grimaldo Castañeda Segovia, a aquel que corresponda desempeñarse como Fiscal
Supremo, conforme a las bases y reglamentos vigentes al momento de realizarse la convocatoria
para dicha plaza. (notificación ocurrida con fecha 4 de octubre de 2013, fojas 1285).
16.2 Notificación de la Resolución N.º 34, de fecha 9 de diciembre de 2013, expedida por el
propio Juzgado, mediante la cual requirió al CNM para que cumplan el mandato del Tribunal
Constitucional (ocurrida con fecha 11 de diciembre de 2013)
16.3 Notificación de la Resolución N.º 37, de fecha 17 de diciembre de 2013, mediante la cual
el Juzgado había ordenado la suspensión del concurso N.º 002-2012-SN/CNM, en el estado en
que se encuentre, a fin de evitar posible irreparabilidad en el derecho del actor , precisamente
porque la plaza de Fiscal Supremo concursada era la única en la cual podía efectuarse el
nombramiento de cualquier de los demandantes (señores Hinostroza Pariachi o Castañeda
Segovia) (notificación ocurrida con fecha 18 de diciembre de 2013, a horas 9:55am, fojas 1482).
17. En consecuencia, si algo resulta meridianamente claro del recuento de estas todas notificaciones
procesales, es que el CNM estaba plenamente informado del mandato contenido en la STC N.º 01044-
2013-PA/TC, de los requerimientos del juez de ejecución (producidos en dos oportunidades) y, lo que es
más grave aún, del requerimiento de suspensión del Concurso N.º 002-2012-SN/CNM, medida ésta que
había sido dictada a fin de salvaguardar la ejecución de la referida sentencia constitucional respecto a los
señores Hinostroza Pariachi y Castañeda Segovia.
No obstante ello, en abierto desacato a lo resuelto por este Colegiado (y a los recaudos proveídos por el
juez de ejecución para evitar la inejecutabilidad de la sentencia constitucional), el Consejo demandado
prosiguió con el concurso N.º 002-2012-SN/CNM y, lo que es peor, declaró a un ganador en dicha plaza
para Fiscal Supremo, paradójicamente el mismo día en que señalaba que el cumplimiento de la STC N.º
01044-2013-PA/TC era un imposible jurídico para el caso del demandante Mateo Castañeda
Segovia. [Acuerdo N.º 1988-2013, de fecha 18 de diciembre de 2013, que obra a fojas 1650].
18. Al respecto, y a propósito del contenido de la Resolución N.º 37 que ordenó la suspensión del
concurso N.º 002-2012-SN/CNM, a fin de evitar posible irreparabilidad en el derecho del actor , el
Tribunal Constitucional valora que tal pronunciamiento del juez a quo no sólo resultaba compatible con
el contenido constitucionalmente protegido del derecho a la ejecución de las resoluciones judiciales, que
obliga a quienes son responsables de ejecutarlas a adoptar, según las normas y procedimientos
aplicables -y con independencia de que la resolución a ejecutar haya de ser cumplida por un ente
público o no- las medidas necesarias y oportunas para su estricto cumplimiento [STC N.º 015-2001-AI,
016-2001-AI y 004-2002-AI/TC (acumulados), fundamento 12], sino también con lo previsto en el artículo 15º del
Código Procesal Constitucional, que posibilita la solicitud y concesión de medidas cautelares cuando
exista apariencia del derecho, peligro en la demora y que el pedido cautelar sea adecuado o
razonable para garantizar la eficacia de la pretensión , requisitos éstos que también pueden verificarse
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en etapa de ejecución de una sentencia constitucional que ya es firme [con el mismo criterio, puede verse la
Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de 1 de julio de 2011, que concedió medida provisional en
etapa de ejecución de una sentencia de la propia Corte].
19. En definitiva, a este Colegiado no le queda margen de duda de que todos los actos procedimentales
posteriores a la notificación de la STC N.º 01044-2013-PA/TC a la parte demandada, y que tuvieron por
objeto desacatar lo finalmente resuelto, creando una supuesta sustracción de la materia allí adonde
simplemente no podía haberla, no hacen otra cosa que demostrar una conducta procesal inaceptable por
parte del CNM, completamente alejada de los principios de buena fe y rectitud que deben presidir la
etapa de ejecución de las sentencias constitucionales [Cfr. STC N.º 03066-2012-PA/TC, fundamento 37], y con
mayor razón las sentencias de este Alto Colegiado, que resultan plenamente vinculantes para todos los
poderes públicos, y cuyos efectos empiezan a regir desde el día siguiente a su notificación [artículo 48º del
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional], so pena de transgredir la prohibición constitucional de
avocamiento a causas pendientes ante un órgano jurisdiccional (en este caso, pendiente de ejecución) y
de dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ambas reconocidas en el
artículo 139º inciso 2º de la Constitución. En este sentido, resulta claro que la conducta inconstitucional
del CNM deriva de la resistencia a cumplir con los mandatos dictados por la jurisdicción constitucional
en salvaguarda de los derechos fundamentales.
20. En tal sentido, el Tribunal Constitucional considera que, ante la evidencia de esta práctica abusiva
adoptada órgano demandado, y con el objeto de hacerle frente, debe atenderse a lo que dispone el
artículo 44º del TUO de la Ley N.º 27584, Ley del Proceso Contencioso Administrativo (aprobado por
Decreto Supremo N.º 013-2008-JUS) [de aplicación supletoria a los procesos constitucionales, de conformidad con
el artículo IX del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional] , en el extremo en que se señala:
son nulos de pleno derecho los actos y disposiciones contrarios a los pronunciamientos de las
sentencias que se dicten con la finalidad de eludir el cumplimiento de éstas
22. El Tribunal Constitucional debe precisar, sin embargo, que ello no significa que la nulidad de tales
nombramientos suponga la afectación de las actuaciones realizadas por dichas magistradas en el ejercicio
de sus funciones, todos los cuales mantienen plena validez, por un criterio elemental de preservación de
la seguridad jurídica [principio éste que se deriva del artículo 2º, inciso 24, literales a y d, así como del artículo 139º
inciso 3, ambos de la Constitución]. Y es que, a criterio de este Colegiado, una medida distinta de reparación
sería manifiestamente contraria a la función pacificadora que deben ostentar sus sentencias, orientadas
como están a crear certidumbre, estabilidad y seguridad respecto de los hechos que, directa o
indirectamente, sean sometidos a su conocimiento o que puedan tener lugar como consecuencia de la
expedición de sus sentencias [STC N.º 0021-2003-AI/TC, fundamento 2]. Sobre la imposibilidad fáctica del
reintegro de magistrados destituidos con violación de sus derechos humanos, cabe indicar que tal criterio
ha sido avalado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en las sentencias recaídas en los casos
Corte Suprema de Justicia vs. Ecuador, sentencia de 23 de agosto de 2013, párrafos 213 a 215; y
Tribunal Constitucional vs. Ecuador, sentencia de 28 de agosto de 2013, párrafos 258 a 264.
23. Asimismo, y desde esta misma perspectiva previsora, al declarar la nulidad de tales nombramientos
el Tribunal no olvida que, de conformidad con el artículo 158º de la Constitución, los miembros del
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Ministerio Público gozan de los mismos derechos y prerrogativas que los del Poder Judicial, una de las
cuales es precisamente [l]a inamovilidad en sus cargos [artículo 146º inciso 2 de la Constitución]. En
tal sentido, siendo que la nulidad ordenada por medio de esta sentencia sólo alcanza a los actos
procesales efectuados con posteridad a la notificación de la STC N.º 01044-2013-PA/TC [con fecha 4 de
octubre de 2013, fojas 1285], debe declararse que el CNM, en coordinación con el Titular del Pliego
Presupuestario del Ministerio Público y el Ministerio de Economía y Finanzas, deben habilitar dos
vacantes presupuestadas para re-incorporar a las magistradas Zoraida Ávalos Rivera y Nora Miraval
Gambini como Fiscales Supremos de dicha institución, como una medida de reparación para ellas.
24. Finalmente, el Tribunal Constitucional aprecia que, dada la renuencia por segunda vez comprobada
del órgano demandado, el cual ha declarado en esta oportunidad que el mandato del juez constituye un
imposible jurídico y fáctico para ejecutar, no sólo por la exigencia constitucional de los 5 votos al que
ninguno de los citados demandantes (Hinostroza Pariachi y Castañeda Segovia) ha alcanzado ni
alcanzará en el futuro ( ) salvo que el juez ordene que el nombramiento 4 votos para el nombramiento,
que ningún juez se atreverá a disponer [Acuerdo N.º 1988-2013, de fecha 18 de diciembre de 2013]; es
menester aplicar al caso de autos el artículo 59º, párrafo cuarto del Código Procesal Constitucional, en
cuanto señala que
25. La potestad de este Tribunal para emitir una sentencia ampliatoria constituye una valiosa
herramienta procesal para hacer frente a situaciones de renuencia como la producida en el caso de autos.
Sobre ella, hemos afirmado en anterior oportunidad que sólo pueden ser expedidas en la etapa de
ejecución de sentencia, esto es, cuando la pretensión respecto del derecho constitucional vulnerado ha
merecido pronunciamiento favorable y se ha ordenado su restitución, siendo su objeto sustituir la
omisión por parte de la entidad vencida de acatar la sentencia en sus propios términos [RTC N.º 0174-
2006-Q/TC, fundamento 3].
26. Al respecto, y volviendo al caso de autos, debemos precisar que, en una primera oportunidad, en la
STC N.º 01044-2013-PA/TC, este Tribunal emitió una primera sentencia ampliatoria en la que,
guardando la debida deferencia al órgano demandado, le ordenó en su fallo lo siguiente:
27. Sin embargo, de los hechos expuestos hasta aquí, ha quedado demostrado que el órgano demandado
mantiene su renuencia a acatar una decisión de estas características, y que resulta previsible que lo siga
haciendo en el futuro, tal como lo señaló en su Acuerdo N.º 1988-2013, de fecha 18 de diciembre de
2013. A ello cabe agregar el hecho agravante de que en esta oportunidad los siete consejeros del Consejo
Nacional de la Magistratura han emitido su decisión de no nombrar al actor como Fiscal Supremo sin
brindar motivación alguna [Acuerdo N.º 1988-2013, de fecha 18 de diciembre de 2013], no obstante que tenían la
obligación de hacerlo, de conformidad con el artículo 33º de la Ley N.º 29277, Ley de la Carrera Judicial
y el artículo 53º del Reglamento de Concursos para el Acceso Abierto en la Selección y Nombramiento
de Jueces y Fiscales aprobado mediante Resolución N.º 281-2010-CNM; vulnerando así el derecho
humano de acceso a la función pública en condiciones de igualdad del recurrente.
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28. En tal sentido, el Tribunal Constitucional considera que, para reparar definitivamente el derecho de
la parte demandante, no queda otra alternativa de solución que optar por la aplicación del artículo 59º
cuarto párrafo del Código Procesal Constitucional [ Cuando el obligado a cumplir la sentencia sea un
funcionario público el Juez puede expedir una sentencia ampliatoria que sustituya la omisión del
funcionario y regula la situación justa conforme al decisorio de la sentencia ], y en razón de la omisión
del órgano emplazado y su desacato a la STC N.º 01044-2013-PA/TC, proceder al nombramiento del
demandante como Fiscal Supremo del Ministerio Público, en sustitución del Consejo Nacional de la
Magistratura.
29. Al hacerlo, el Tribunal Constitucional no desconoce que, según el artículo 154º inciso 1 de la
Constitución, es competencia exclusiva del Consejo Nacional de la Magistratura [n]ombrar, previo
concurso público de méritos y evaluación personal, a los jueces y fiscales de todos los niveles . Sin
embargo, y con el mismo énfasis, precisa que la medida adoptada en esta sentencia resulta excepcional y
constituye una medida de última ratio para reparar de forma definitiva el derecho fundamental de acceso
a la función pública de la parte demandante y al derecho a la ejecución de las sentencias constitucionales.
30. De conformidad con el artículo 22º del Código Procesal Constitucional, para el cumplimiento de las
sentencias constitucionales, y de acuerdo al contenido específico del mandato y la magnitud del agravio
constitucional el juez podrá hacer uso de multas fijas o acumulativas e incluso disponer la destitución
del responsable .
31. En el caso de la imposición de multas coercitivas, éstas constituyen un medio compulsorio a través
de la cual se busca coaccionar a la parte demandada para que cumpla con lo dispuesto en la sentencia
constitucional. En cambio, en el caso específico de la destitución del responsable, se trata sin duda
alguna de una medida de última ratio, a la cual cabe acudir sólo cuando las otras vías hayan resultado
infructuosas, y siempre que se cumpla con la debida observancia de los procedimientos legales y
constitucionales que prevé el ordenamiento jurídico para la remoción de determinadas autoridades y
funcionarios de alto rango. del Consejo Nacional de la Magistratura ( ) por infracción de la
Constitución y por todo delito que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de
que hayan cesado en éstas .
32. En consecuencia, dada la renuencia reiterada del órgano demandado en cumplir las sentencias y
resoluciones de ejecución dictadas en la presente causa, el Tribunal Constitucional considera que resulta
de aplicación lo previsto en el artículo 22º del Código Procesal Constitucional, de modo tal que si, una
vez notificada la presente sentencia, el CNM no diera cumplimiento del mandato constitucional dentro
del plazo de diez (10) días hábiles, el juez de ejecución deberá aplicar el equivalente a 20 Unidades de
Referencia Procesal, a modo de multa acumulativa al órgano demandado; y, en caso de renuencia, deberá
proceder al mecanismo de la destitución del responsable, disponiendo la remisión de los actuados a la
Comisión Permanente del Congreso de la República, a fin de que, en cumplimiento del artículo 99º de la
Constitución, se proceda a la acusación constitucional de los consejeros del Consejo Nacional de la
Magistratura, por infracción de la Constitución [concretamente, los artículos 51º, 201º primer párrafo y 202º inciso
2 de la Constitución] y/o por comisión de ilícito penal [artículos 368º y 377º del Código Penal, que tipifican los delitos
de incumplimiento de obligación y de desobediencia o resistencia a órdenes del funcionario público , respectivamente],
y se proceda a la remoción definitiva de dichos funcionarios; de modo tal que los nuevos consejeros que
sean elegidos según el artículo 155º de la Constitución en reemplazo de los removidos, una vez
instalados en sus cargos, den cabal cumplimiento a lo ordenado por este Colegiado.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución Política
del Perú
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HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADO el recurso de apelación por salto presentado por la parte demandante.
2. Declarar NULA la Resolución N.º 38, de fecha 26 de diciembre de 2013, que declaró la sustracción de la
materia y el archivamiento del proceso.
3. Declarar NULO el Acuerdo N.º 1988-2013 contenido en la Sesión del Pleno del CNM N.º 2498, de fecha
18 de diciembre de 2013, por el cual no se nombra al actor como Fiscal Supremo.
4. Declarar NULOS todos los actos posteriores realizados por el CNM después de notificado con la STC N.º
01044-2013-PA/TC; lo que significa la nulidad de los nombramientos de las magistradas Zoraida Ávalos
Rivera y Nora Miraval Gambini; dejando a salvo las actuaciones realizadas por dichas magistradas mientras
ejercieron sus funciones, los cuales mantienen plena validez.
5. NOMBRAR al demandante, señor Mateo Grimaldo Castañeda Segovia, como Fiscal Supremo del
Ministerio Público, en virtud del artículo 59º cuarto párrafo del Código Procesal Constitucional, y en
sustitución de la omisión del órgano demandado; y ORDENAR al Consejo Nacional de la Magistratura que
expida el título correspondiente al actor y tomar el juramento de ley en el plazo improrrogable de 10 días
hábiles, y en caso de renuencia, deben ser expedidos por el juez de ejecución.
6. ORDENAR, como medida de reparación a las magistradas Ávalos Rivera y Miraval Gambini, que el
Consejo Nacional de la Magistratura, en coordinación con el Titular del Pliego Presupuestario del Ministerio
Público y el Ministerio de Economía y Finanzas, HABILITEN dos vacantes presupuestadas para re-
incorporar a las magistradas Zoraida Ávalos Rivera y Nora Miraval Gambini como Fiscales Supremos de
dicha institución.
7. Disponer que el juez de ejecución haga uso de todos los apremios y apercibimientos de ley para hacer
efectivo el mandato de este Tribunal; particularmente, las medidas previstas en los fundamentos 30 a 33 de la
presente sentencia.
8. Remitir copias de la presente sentencia al Fiscal de la Nación y al Ministerio de Economía y Finanzas, a
fin de efectivizar el mandato contenido en el fundamento 23 de la presente sentencia.
9. Remitir copias de la presente sentencia al Congreso de la República, para los fines correspondientes.
Publíquese y notifíquese.
SS.
MESÍA RAMÍREZ
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA
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Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Exp. N° 01675-2016-PA/TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. Exp. N° 01675-2016-PA/TC. Lima, 24 de
octubre de 2018.
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Resoluciones
Segunda Ponencia
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Exp. N° 02960-2013-PA/TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. Exp. N° 02960-2013-PA/TC. Arequipa, 20 de
junio de 2014.
RIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Arequipa, a los 20 días del mes de junio de 2014, la Sala Segunda del
iTribunal Constitucional, integrada por los magistrados Blume Fortini, Ramos Nuñez y
edesma Narváez, pronuncia la siguiente sentencia.
UNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Iván Pedro Luis Juárez
Rodar uez contra la sentencia expedida por la Primera Sala Civil de la Corte Superior
de Jus icia de Arequipa, de fojas 211, su fecha 16 de mayo de 2013, que declaró
infundada la demanda de autos.
ANTECEDENTES
111 II I 1111
EXP N 02960 2013-PA/TC
AREQUIPA
IVAN PEDRO LUIS JUÁREZ
RODRÍGUEZ
— La Sala revisora confirmó la apelada, por estimar que el vínculo laboral existente
entre las partes se extinguió válidamente por la causal de disolución y liquidación,
habiéndose respetado las formalidades de ley, siendo por tanto válidos los actos que
ealizó la demandada para cesar al actor.
FUNDAMENTOS
3. Tal como lo tiene definido este Tribunal por vía de su jurisprudencia, la sustracción
de materia justiciable puede configurarse, tanto en los casos de cese de la afectación
como en los de irreparabilidad de los derechos. Mientras que en el primer supuesto
la conducta violatoria ha quedado superada por voluntad de la propia autoridad,
funcionario o persona emplazada; en el segundo, los derechos invocados se han
visto irreversiblemente afectados, lo cual imposibilita reponerlos a su estado
original.
TRI AL CONSTITUCIONAL
6. Finalmente, y solo en los casos en los que existan elementos de juicio que permitan
al juez constitucional presumir que la violación a ]os derechos supone a su vez la
comisión de uno o varios delitos, será de aplicación el Artículo 8° del Código
Procesal Constitucional, debiéndose, en tal supuesto, declarar fundada la demanda
sin perjuicio de derivar los actuados al Ministerio Público a efectos de que ejerza
las competencias persecutorias que correspondan.
HA RESUELTO
Publíquese y notifiquese.
SS.
BLUME FORTINI
RAMOS NÚÑEZ
LEDESMA NARVÁEZ
R ZA AT ALCÁZAR
S CRETAR/0 ENERAL
TRIR11. CONSTITUCIONAL
Encuentro Jurisdiccional Nacional
de Jueces en materia Constitucional
Exp. N° 05097-2015-PA/TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. Exp. N° 05097-2015-PA/TC. Lima, 6 de marzo
de 2018.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 6 días del mes de marzo de 2018, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los señores magistrados Blume Fortini, Espinosa-Saldaña
Barrera, Miranda Canales, Sardón de Taboada, Ledesma Narváez y Ferrero Costa,
pronuncia la siguiente sentencia, con el abocamiento del magistrado Ramos Núñez
aprobado en la sesión de Pleno administrativo del día 27 de febrero de 2018. Asimismo,
se agregan los fundamento de voto de los magistrados Espinosa-Saldaña Barrera,
Ramos Núñez, Sardón de Taboada, Ledesma Narváez y el voto singular del magistrado
Blume Fortini.
ASUNTO
ANTECEDENTES
Con el debido respeto por la opinión vertida por mis colegas magistrados, me adhiero a
lo opinado por la magistrada Ledesma Narváez, apartándome del fundamento 8 de la
sentencia de mayoría, puesto que también considero que, aun cuando haya operado la
sustracción de la materia, el juez constitucional está habilitado para emitir un
pronunciamiento sobre el fondo del asunto atendiendo a la magnitud del agravio
producido.
S.
SARDÓN DE TABOADA
Lo que certifico:
11111111111111111111111 11111
EXP N.° 05097-2015-PA/TC
HUAURA
DALILA YERENARDA VALVERDE
MENDEZ
S.
L SMA NARVÁEZ
Lo que certifico:
••••
Coincido con el sentido de lo resuelto, pero considero pertinente dejar sentado que, en
realidad, basta con efectuar una interpretación contrario sensu del segundo párrafo del
artículo 1 del Código Procesal Constitucional, para determinar cuáles son los efectos de
detectar una situación donde se produce una sustracción de la materia.
Con todo respeto, no es necesario establecer, como lo hace la presente ponencia, una
suerte de regla sobre cómo entender los alcances de la sustracción de la materia en un
proceso constitucional como el amparo.
S.
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA
L r uua Certijk0:
Reátegui Apana
Secretario Relator
TRUUMALJONSTITUCIONAL
•s1LkCA aCz
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Con el debido respeto por mis ilustres colegas Magistrados, emito el presente
voto singular precisando las razones por las que a mi juicio no corresponde declarar
improcedente la demanda por sustracción de materia, sino fundada la demanda en
atención a lo dispuesto por el artículo 1 del Código Procesal Constitucional, por haberse
vulnerado los derechos fundamentales al debido proceso y a la pluralidad de instancias
del recurrente, pues, a mi juicio, el artículo 405, numeral 1, inciso c), que para la
admisión del recurso de apelación exige que se precisen las partes o puntos de la
decisión a los que se refiere la impugnación, y se expresen los fundamentos, con
indicación específica de los fundamentos de hecho y de derecho que lo apoyen, no solo
es inconstitucional sino también inconvencional, por contradecir abiertamente los
tratados internacionales sobre derechos humanos y la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, que ha delineado el contenido protegido del
derecho fundamental a la pluralidad de instancias.
1. Antecedentes
2. El derecho fundamental a la pluralidad de instancia
3. Análisis del caso
4. El sentido de mi voto
1. Antecedentes
1.1. El día 5 de agosto de 2009, doña Dalila Yerenarda Valverde Mendéz interpuso
demanda de amparo contra Wilian Timaná Girio, señor juez del Juzgado Penal
Unipersonal de Barranca, solicitando se deje sin efecto la resolución de fecha 10
de junio de 2009, que declaró inadmisible su recurso de apelación de sentencia y
nulo su concesorio; y la resolución de fecha 17 de julio de 2009, que declaró
improcedente su recurso de queja por denegatoria de recurso de apelación. Señaló
que ambas resoluciones fueron expedidas en el proceso de faltas contra la persona
en la modalidad de lesiones seguido en contra de Wilfredo Naupari Vargas,
Expediente 515-2008. Alegó la vulneración de sus derechos constitucionales al
debido proceso, a la pluralidad de instancias y a la prueba.
1.2. Refiere que el juez revisor calificó su recurso de apelación atendiendo a requisitos
de formalidad que la norma no contiene, toda vez que el artículo 405, numeral 1,
inciso c), del Código Procesal Penal no exige como requisito de admisibilidad del
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1.6. Seguido el trámite del proceso, por resolución de fecha 28 de octubre de 2014, el
Juzgado Civil Transitorio de Barranca, declaró improcedente la demanda por
sustracción de la materia, toda vez que la acción penal había prescrito. Además,
señaló que no se produjo vulneración de los derechos constitucionales alegados,
pues las decisiones se encuentran debidamente fundamentadas.
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2.6. Es más, la Corte ha afirmado en otros de sus casos que en tanto las garantías
judiciales buscan que quien esté incurso en un proceso no sea sometido a
decisiones arbitrarias, "(...) el derecho a recurrir del fallo no podría ser efectivo si
no se garantiza respecto de todo aquél que es condenado, ya que la condena es la
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manifestación del ejercicio del poder punitivo del Estado" (Cfr. Caso Mohamed
Vs. Argentina. Sentencia del 23 de noviembre de 2012, párrafo 92).
2.7. Es decir, que como quiera que una sentencia condenatoria refleja en su cabal
dimensión el poder punitivo del Estado, debe tenerse un mayor celo al protegerse
los derechos procesales de aquel que es condenado en un proceso, lo que implica
garantizar escrupulosamente la revisión del fallo condenatorio a través del
respectivo pronunciamiento del superior en grado.
2.8. Ahora bien, conviene enfatizar en este punto, que constituye un imperativo para
los operadores de justicia el interpretar los derechos conforme a los tratados
internacionales sobre derechos humanos y la jurisprudencia supranacional dictada
al respecto, de acuerdo a lo señalado en la Cuarta Disposición Final y Transitoria
de la Constitución peruana, que a la letra preceptúa "Las normas relativas a los
derechos y las libertades que la Constitución reconoce se interpretan de
conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los
tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificadas por el
Perú"; y en el artículo V del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional,
que expresamente dispone: "El contenido y alcances de los derechos
constitucionales protegidos por los procesos regulados en el presente Código
deben interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos, los tratados sobre derechos humanos, así como de las decisiones
adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos humanos constituidos
según tratados de los que el Perú es parte".
2.9. Vale decir, que el Estado peruano se encuentra obligado a interpretar el contenido
y alcances de los derechos fundamentales de conformidad con los instrumentos
internacionales sobre derechos humanos y la jurisprudencia de las cortes
internacionales correspondientes. No es otra cosa que el sometimiento de nuestro
Estado al Derecho Interamericano de los Derechos Humanos, al llamado Derecho
Convencional, en tanto parte suscriptora de tratados internacionales sobre
Derechos Humanos y, por tanto, respetuosa de los mismos y de las decisiones de
los tribunales internacionales que delimitan el contenido protegido de tales
derechos.
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3.2 Es decir, señala que la parte apelante debe: 1) precisar los puntos de la decisión
que cuestiona en su apelación; 2) expresar, con indicación específica los
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3.3 En mi opinión, bajo la tónica de un Estado Constitucional que garantiza una real y
efectiva tutela procesal y los derechos que esta comprende, y que además es
respetuoso de los tratados internacionales, el apelante debe siempre obtener un
pronunciamiento en segunda instancia así no haya fundamentado su apelación,
pues basta la interposición de tal medio impugnatorio en tiempo oportuno para
obligar ineludiblemente al órgano jurisdiccional superior a emitir
pronunciamiento; máxime en los procesos penales en los cuales se deslindan
imputaciones tipificadas como ilícitos criminosos, con lo que ello implica en la
esfera del derecho a la libertad individual y los demás derechos fundamentales,
cuya defensa, rescate y guardianía deben estar plenamente garantizados por el
órgano encargado de administrar la justicia penal
CI)
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queda librada a la discrecionalidad del legislador, sino tan solo que existe un
contenido constitucionalmente protegido del derecho que está garantizado por la
propia Norma Fundamental y que, por tanto, resulta indisponible para el
legislador.
3.6 Dicha delimitación legislativa, en la medida que sea realizada sin violar el
contenido constitucionalmente protegido del propio derecho u otros derechos o
valores constitucionales reconocidos, forma el parámetro de juicio para controlar
la validez constitucional de los actos de los poderes públicos o de privados.
3.7 En ese orden de ideas y conforme lo he señalado con anterioridad, considero que
el exigir en la apelación que se precisen las partes o puntos de la decisión a los
que se refiere la impugnación; se expresen los fundamentos, con indicación
específica de los fundamentos de hecho y de derecho que lo apoyen; y se concluya
formulando una pretensión concreta, bajo riesgo de declararse inadmisible el
medio impugnatorio interpuesto, resulta, repito, una medida irrazonable,
desproporcionada, desmedida y arbitraria, que contraviene el contenido
constitucional protegido del derecho fundamental a la pluralidad de instancia.
4. El sentido de mi voto
S.
BLUME FORTINI
Lo que certifico:
Fl to Reátegui Apaza
Secretario Mater
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