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Introducción
Según la doctrina más ortodoxa, hasta el término de la Segunda Guerra Mundial, una de las
premisas en que descansaba el Derecho Internacional indicaba que los sujetos de sus normas eran los
Estados,1 pues su función era regular las relaciones entre Estados, y no entre los Estados y los
individuos. Por lo tanto, los Estados podían hacer con sus súbditos lo que estimaran conveniente, por
ser ésta una cuestión de su dominio reservado, que no estaba sujeta a ningún tipo de injerencia por
parte de los demás Estados o de la sociedad internacional organizada. Esta premisa se vio estremecida
con la adopción el Estatuto del Tribunal de Núremberg,2 que señaló a los individuos como titulares de
obligaciones internacionales, por lo que debían ajustar su conducta las reglas señaladas por el Derecho
Internacional. Sin embargo, fueron la Carta de la ONU y la Declaración Universal de Derechos
Humanos las que abandonaron definitivamente esas premisas, sustituyéndolas por otras nuevas, que
han alterado sustancialmente tanto el contenido como el propósito del Derecho Internacional
contemporáneo, haciendo del individuo un sujeto de dicho ordenamiento jurídico, con derechos y
obligaciones que derivan directamente del Derecho Internacional, y con capacidad procesal para hacer
valer esos derechos ante instancias internacionales, o para comparecer ante tribunales penales
internacionales con competencia para juzgar crímenes contra la humanidad y otros crímenes de
trascendencia internacional.
Las atrocidades cometidas en el curso de la Segunda Guerra Mundial fueron, sin duda,
determinantes a la hora de señalar los propósitos de la Organización de Naciones Unidas, e influyeron
decisivamente en la decisión de adoptar una Carta Internacional de Derechos Humanos, la cual se
materializó con la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos y con la posterior
aprobación de los Pactos Internacionales de derechos humanos. Durante la existencia de la ONU, se
ha gestado un abundante cuerpo normativo, conocido como el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos, que coloca al individuo como el centro de sus preocupaciones, y se han diseñado
mecanismos políticos y diplomáticos, más o menos eficaces, para la protección e la persona como tal.
Además, la ONU ha desempeñado un papel cada vez más activo en la protección efectiva de los
derechos humanos, incluyendo un redimensionamiento de las tradicionales operaciones de
1
Aunque se admitía a otros entes una subjetividad internacional limitada, en el caso de los beligerantes, del Comité Internacional de la
Cruz Roja, de la Santa Sede, y de la Soberana Orden de Malta. Además, muy poco después de la adopción de la Carta de la Organización
de Naciones Unidas, en su opinión consultiva sobre las reparaciones por daños sufridos al servicio de las Naciones Unidas, la Corte
Internacional de Justicia reconoció la subjetividad jurídica internacional de las organizaciones internacionales. Cfr. International Court of
Justice, Reparation for injuries suffered in the service of the United Nations, Advisory Opinion, April 11th, 1949, I. C. J. Reports, 1949,
pp. 178 y ss.
2
Acuerdo Londres, del 8 de agosto de 1945, entre los Estados Unidos, Francia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y la
Unión Soviética, para la Persecución y Castigo de los Principales Criminales de Guerra de las Potencias del Eje.
Sin duda, las fuentes del Derecho Internacional de los Derechos Humanos se han nutrido de
tratados internacionales con pretensiones de universalidad, sino también de tratados y de costumbres
regionales que han desarrollado las normas consagradas en los primeros. Sin embargo, en las escasas
páginas que se me ha asignado para ello, el propósito de este trabajo es examinar, sólo esos
instrumentos que conforman lo que se ha denominado el sistema universal de protección de los
derechos humanos.
I. La Carta de la ONU
Pero, sin duda, en lo que concierne a los derechos humanos, las disposiciones más
trascendentales de la Carta son las contenidas en los artículos 55 y 56, que se refieren,
respectivamente, a los compromisos adquiridos por la Organización y por los Estados miembros.
Según el artículo 55 letra c, “con el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar
necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al
principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, la Organización
promoverá: ... c. el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de
todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales
derechos y libertades.” Con esta disposición, se reconoce que el individuo, por el sólo hecho de ser
humano, es titular de determinados derechos y libertades, los cuales la Organización se compromete a
promover, y a procurar la efectividad de los mismos. Esta es la disposición que ha proporcionado una
base jurídica a la inmensa labor desplegada por la ONU en el ámbito de los derechos humanos, en lo
que se refiere a difusión y asistencia técnica, preparación e instrumentos normativos, y en la tarea más
delicada de supervisar la forma como los Estados han dado vigencia a esos derechos. Es cierto que el
3
165 Suscrita en San Francisco, el 26 de junio de 1945, al terminar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Organización Internacional, y en vigor desde el 24 de octubre del mismo año.
Lo que no dice la Carta de la ONU es cuáles son esos derechos humanos y libertades
fundamentales a que ella hace referencia, ni cuáles son sus límites, o las posibles restricciones a que
puede estar sujeto el ejercicio de los mismos, ni tampoco se señala cuáles son los recursos que tiene el
individuo en caso de violación de esos derechos, ni ante qué instancias internacionales, ni en qué
condiciones. De eso se ha ocupado la Carta Internacional de Derechos Humanos, las convenciones
especiales adoptadas con el patrocinio de la ONU (en algunos casos de la OIT y la UNESCO), y los
4
Cfr. la Resolución 417 (1977), adoptada por el Consejo de Seguridad el 31 de octubre de 1977.
5
Cfr. la Resolución 418 (1977), adoptada por el Consejo de Seguridad el 4 de noviembre de 1977.
La idea inicial era elaborar un solo documento de derechos humanos, que contuviera tanto
el catálogo de derechos como los mecanismos internacionales de promoción y protección. Sin
embargo, dadas las diferencias culturales e ideológicas propias de un foro mundial tan heterogéneo
como la ONU, desde el momento mismo en el que la Comisión de Derechos Humanos inició su
trabajo, surgieron discrepancias en cuanto al carácter, obligatorio o no, que debería tener la Carta
Internacional de Derechos Humanos, en cuanto a la naturaleza de los derechos protegidos, y en cuanto
a los mecanismos adecuados para asegurar la vigencia y el respeto efectivo de tales derechos. Por
consiguiente, asumiendo que sería más simple ponerse de acuerdo en las cuestiones de principio y en
las ideas generales, pero que tomaría más tiempo afinar los detalles, la Comisión decidió elaborar
primero una declaración, que haría un enunciado de los derechos humanos, conteniendo los principios
generales en que hubiera un amplio grado de consenso, pero que no tendría fuerza vinculante;
posteriormente, se prepararía un convenio o tratado de derechos humanos que, a diferencia de la
declaración, desarrollaría el contenido de los derechos enunciados en ella, incluiría mecanismos
internacionales de supervisión para su puesta en vigor efectivo, y sería obligatorio para los Estados
que lo ratificaran.
6
Cfr. Louis B. Sohn y Thomas Buergenthal, International Protection of Human Rights, The Bobbs-Merrill
Company, Inc., Indianapolis, Kansas City, New York, 1973, pp. 505-522.
7
Cfr. Resolución de la Asamblea General Nº 2200 A (XXI), del 16 de diciembre de 1966.
8
Cfr. Resolución de la Asamblea General Nº 44/128, del 15 de diciembre de 1989.
En 1947, como parte del trabajo que se le había encomendado, la Comisión de Derechos
Humanos sometió a la Asamblea General de la ONU un proyecto de Declaración Universal de
Derechos Humanos, el cual fue aprobado al año siguiente, el 10 de diciembre de 1948, como el
primero de los instrumentos que, en el diseño de la Comisión, conformarían la Carta Internacional de
Derechos Humanos. De los cincuenta y ocho Estados miembros de la ONU en ese momento, cuarenta
y ocho votaron a favor, ninguno votó en contra, ocho se abstuvieron (Sudáfrica, Arabia Saudita, la
URSS, Checoslovaquia, Polonia, Ucrania, Bielorrusia, y Yugoslavia), y dos Estados (Honduras y
Yemen), por razones desconocidas para el autor de estas líneas, no participaron en la votación.
9
Citado por Antonio Cassese, Los Derechos Humanos en el Mundo Contemporáneo, Ariel, Barcelona, 1991,p. 42.
Por consiguiente, hay tres elementos que sugieren que la Declaración Universal de
Derechos Humanos no fue aprobada como un instrumento obligatorio: a) la historia de su redacción,
b) las competencias del órgano que la aprobó, y c) el tenor literal de la propia Declaración. Sin
embargo, el que una resolución de la Asamblea General de la ONU no sea, en sí misma, vinculante, no
permite afirmar que el contenido de la Declaración no pueda ser obligatorio. De hecho, hay sólidos
argumentos para sostener el carácter obligatorio que tendría la declaración, o para atribuir a ella
importantes efectos jurídicos.
La tesis de que la Declaración Universal tenía efectos jurídicos fue sostenida desde un
comienzo por algunos juristas, entre los que sobresale el nombre de René Cassin, por haber formado
parte de la Comisión de Derechos Humanos que tuvo la responsabilidad de elaborarla. En opinión de
Cassin, la Declaración tiene la fuerza jurídica de una recomendación, sirviendo de punto de referencia
para apreciar el grado en el que los Estados miembros de la ONU cumplen con las obligaciones que
han asumido según el artículo 56 de la Carta.12 Además, a juicio de Cassin, la Declaración constituiría
un elemento de la comunidad de Derecho llamado a establecer un „orden público universal‟ 13 y, por lo
tanto, sería obligatoria. El punto de vista que atribuye efectos jurídicos a ciertas resoluciones de las
organizaciones internacionales es concordante con la opinión del juez Ammoun quien, en su opinión
separada en el caso de la Barcelona Traction, observó que “se está haciendo aparente una marcada
tendencia en la literatura jurídica, reflejando los nuevos aspectos de la vida internacional, la cual está a
favor de atribuir a las resoluciones y en particular a las declaraciones de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, por lo menos la condición de fuentes subsidiarias del Derecho Internacional, a ser
agregadas a las fuentes clásicas contenidas en el artículo 38 del Estatuto de la Corte.”14
Otra tesis sostiene que la Declaración Universal de Derechos Humanos, si bien no sería
obligatoria en cuanto mera resolución de la Asamblea general de la ONU, tendría carácter vinculante
en cuanto interpretación auténtica de las disposiciones de la Carta de la ONU que se refieren a
derechos humanos, pero que no indican cuáles son estos derechos, ni cuáles son los contornos de los
mismos, o cuáles son sus posible limitaciones.15Este criterio es concordante con lo dispuesto por el
10
De hecho, la Declaración Universal de Derechos Humanos fue aprobada el 10 de diciembre de 1948, mediante la Resolución 217-A,
en el III período de sesiones de la Asamblea General de la ONU.
11
34 UN ECOSOC, Supp. Nº 8, United Nations Doc., E/3616/Rev. 1, 1962, p. 15.
12
Cfr. La Commission des Droits de l‟Homme de l‟ONU, en Miscelanea W. F. Ganshof van der Meersch, LGDJ, París, 1972, vol. I, p.
405.
13
Cfr. ibidem.
14
International Court of Justice, Barcelona Traction Light and Power Company, Limited, judgment of 5 February 1970, ICJ Reports,
1970, Opinión separada del Juez Ammoun, p. 302.
15
Cfr. En este sentido, Louis B. Sohn y Thomas Buergenthal, International Protection of Human Rights, The Bobbs-Merrill Company,
Inc., New York, 1973, pp. 520 y sig. También, Pedro Nikken, La Protección Internacional de los Derechos Humanos: Su desarrollo
progresivo, Instituto Interamericano de Derechos Humanos / Editorial Civitas, S. A., Madrid, 1987, pp. 269 y sig. En cierta forma, esta
tesis también fue desarrollada por el juez Ammoun, en su opinión separada en el caso de la Barcelona Traction (International Court of
Justice, Barcelona Traction Light and Power Company, Limited, judgment of 5 February 1970, ICJ Reports, 1970, Opinión separada del
Juez Ammoun, pp. 302 y sig.).
16
Suscrita en Viena, el 23 de mayo de 1969.
17
Aprobada por la Asamblea General de la ONU el 14 de diciembre de 1960, mediante la Resolución 1514, del XV período de sesiones
de la Asamblea General.
18
Aprobada por la Asamblea General de la ONU el 20 de noviembre de 1963, mediante la Resolución 1904, del XVIII período de
sesiones de la Asamblea General
19
Aprobada el 13 de mayo de 1968, por la Conferencia Internacional de Derechos Humanos celebrada en Teherán, para examinar los
progresos logrados en los veinte años transcurridos desde la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos y preparar un
programa para el futuro.
En tercer lugar, una costumbre jurídica que exige el respeto de los derechos humanos podría
haberse consolidado después de la aprobación de la Declaración Universal, llegando a coincidir con el
contenido de ésta; esta última parece ser la opinión de la Oficina de Asuntos Jurídicos de la Secretaría
General de la ONU, independientemente del impacto que la Declaración pueda haber tenido en la
formación y desarrollo de la costumbre, en cuanto expresa que, “en vista de la gran solemnidad y
significación de una „declaración‟, puede considerarse que ella transmite, en representación del
órgano que la adopta, una fuerte expectativa de que los miembros de la comunidad internacional la
acatarán. En consecuencia, en la medida en que la práctica de los Estados gradualmente justifique esta
expectativa, una declaración puede, mediante la costumbre, llegar a reconocerse como estableciendo
reglas obligatorias para los Estados.”20 Asimismo, el juez Ammoun, en su ya citada opinión en el caso
de la Barcelona Traction, coincidió con este punto de vista, atribuyendo a la Declaración el efecto de
haber contribuido a la formación de una costumbre jurídica; según el juez Ammoun, “en cualquier
caso, para retornar a la práctica de los Estados manifestada en el seno de las organizaciones o
conferencias internacionales, no puede negarse, con respecto a las resoluciones que emergen de allí o,
20
ECOSOC, Official Records, Suppl. N° 8, E/3616/Rev. 1, 1962, p. 15
Una cuarta hipótesis ha sido sugerida por el juez Tanaka, en su opinión disidente en el caso
de África Sud-Occidental (segunda fase), al expresar que: “si podemos introducir en la esfera
internacional una categoría de Derecho, el ius cogens, recientemente examinado por la Comisión de
Derecho Internacional, vale decir una especia de Derecho imperativo, que contrasta con el ius
dispositivum, susceptible de ser cambiado a voluntad por los Estados, con seguridad el Derecho
relativo a la protección de los derechos humanos puede considerarse como parte integrante del ius
cogens.”23 René Cassin expresó una opinión más o menos coincidente al señalar que la Declaración
era un elemento de la comunidad de Derecho llamado definir un „orden público universal‟, 24que
probablemente habría que identificar con el ius cogens.
En cualquiera de las cuatro hipótesis que intentan explicar por qué la Declaración Universal
de Derechos Humanos sería obligatoria, se distingue entre el aspecto formal de la Declaración que, en
21
International Court of Justice, Barcelona Traction Light and Power Company, Limited, judgment of 5 February 1970, ICJ Reports,
1970, Opinión separada del Juez Ammoun, p. 303.
22
Cfr. La Commission des Droits de l‟Homme de l‟ONU, en Miscelánea W. F. Ganshof van der Meersch, LGDJ, París, 1972, vol. I, p.
405.
23
International Court of Justice, South West Africa cases (Ethiopia v. South Africa /Liberia v. South Africa), second phase, judgment of
18 July 1966, ICJ Reports, 1966, dissenting opinion, p. 293.
24
Cfr. La Commission des Droits de l‟Homme de l‟ONU, en Miscelánea W. F. Ganshof van der Meersch, LGDJ, París, 1972, vol. I, p.
405.
25
Entre ellas cabe destacar la Declaración de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial,
proclamada por la Asamblea General de la ONU el 20 de noviembre de 1963, la Declaración sobre la eliminación de todas las formas de
intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las convicciones, proclamada por la Asamblea General de la ONU el 25 de
noviembre de 1981, la Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales, aprobada y proclamada por la Conferencia General de la
UNESCO el 27 de noviembre de 1978, la Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas,
religiosas y lingüísticas, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 1992, la Declaración sobre la eliminación
de la discriminación contra la mujer, proclamada por la Asamblea General de la ONU el 7 de noviembre de 1967, la Declaración de los
derechos del niño, proclamada por la Asamblea General de la ONU el 20 de noviembre de 1959, la reglas Mínimas para el Tratamiento
de los Reclusos, adoptadas por el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del delito y tratamiento del delincuente,
celebrado en Ginebra en 1955, y aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus resoluciones 663C (XXIV) del 31 de julio de 1957
y 2076 (LXII) del 13 de mayo de 1977, la Declaración sobre la protección de todas las personas contra la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes, adoptada por la Asamblea General de la ONU el 9 de diciembre de 1975, los Principios básicos
relativos a la independencia de la judicatura, adoptados por el Séptimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del delito y
tratamiento del delincuente, celebrado en Milán del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1985, y confirmados por la Asamblea General de
la ONU en su resoluciones 40/32 de 29 de noviembre de 1985 y 40/146 del 13 de diciembre de 1985, la Declaración sobre la protección
Durante las discusiones en la Comisión de Derechos Humanos, para sentar las bases de lo que
sería el convenio o tratado de derechos humanos, surgieron distintas concepciones de los derechos
humanos, produciéndose un choque entre diversas tendencias y corrientes de pensamiento. En
particular, se hicieron explícitas las diferencias entre socialistas y liberales, cada uno de ellos poniendo
énfasis en una categoría distinta de derechos, lo que llevó a la conclusión de que sería más
conveniente preparar dos convenios en vez de uno; en consecuencia, habría un tratado relativo a
de todas las personas contra las desapariciones forzadas, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 1992, la
Declaración sobre el progreso y el desarrollo en lo social, proclamada por la Asamblea General de la ONU el 11 de diciembre de 1969, la
Declaración universal sobre la erradicación del hambre y la malnutrición, aprobada el 16 de noviembre de 1974 por la Conferencia
Mundial de la Alimentación, convocada por la Asamblea General de la ONU el 17 de diciembre de 1973, y que la Asamblea General hizo
suya en su resolución 3348 (XXIX) del 17 de diciembre de 1974, y la Declaración de los derechos de los impedidos, proclamada por la
Asamblea General de la ONU el 9 de diciembre de 1975.
26
Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de la ONU en su resolución
2200 A (XXI), del 16 de diciembre de 1966, y en vigor desde el 3 de enero de 1976.
27
Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de la ONU en su resolución 2200 A (XXI), del 16 de
diciembre de 1966, y en vigor desde el 23 de marzo de 1976.
28
Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de la ONU en su resolución 2200 A (XXI), del 16 de
diciembre de 1966, y en vigor desde el 23 de marzo de 1976.
29
Aprobado y proclamado por la Asamblea General de la ONU en su resolución 44/128, del 15 de diciembre de 1989, y en vigor desde
el 11 de julio de 1991.
30
Adoptada y abierta a la firma y ratificación por la Asamblea General de la ONU en su resolución 2106 A (XX), del 21 de diciembre de
1965, y en vigor desde el 4 de enero de 1969.
31
Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de la ONU en su resolución 34/180, del 18 de
diciembre de 1979, y en vigor desde el 3 de septiembre de 1981.
32
Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de la ONU en su resolución 44/25, del 20 de noviembre
de 1989, y en vigor desde el 2 de septiembre de 1990.
33
Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de la ONU en su resolución 39/46, del 10 de diciembre
de 1984, y en vigor desde el 26 de junio de 1987.
Por otra parte, para justificar la adopción de dos tratados en vez de uno, también se argumentó que
los mecanismos necesarios para supervisar el cumplimiento de las obligaciones asumidas, y el grado
de respeto brindado a los derechos humanos por los distintos Estados, dada la diferente naturaleza de
las obligaciones que derivaban de cada categoría de derechos, debían ser diferentes. De acuerdo con
esta tesis, respecto de los derechos civiles y políticos, por ser de ejecución inmediata, podían
establecerse mecanismos de control muy estrictos, de carácter judicial o cuasi-judicial; por el
contrario, respecto de los derechos sociales, en la medida en que estos sólo podían asegurarse de
manera relativa y progresiva, teniendo en cuenta los recursos disponibles y el grado de desarrollo
económico y social de cada pueblo, sólo era posible recurrir a mecanismos de control político, tales
como un sistema de informes periódicos sometidos por los propios Estados ante alguna instancia
internacional encargada de supervisar el cumplimiento de las obligaciones asumidas por los Estados.
Estas diferencias de criterio en cuanto a los mecanismos adecuados para la supervisión y control de
una u otra categoría de derechos condujo a la preparación de un tercer tratado, el Protocolo Facultativo
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que introducía la posibilidad de que los
individuos pudieran denunciar ante una instancia internacional eventuales violaciones de sus derechos
civiles y políticos.
También se pueden observar diferencias entre la declaración y los Pactos en cuanto al mayor grado
de precisión con que se definen los derechos y libertades en estos últimos, señalando sus contornos, y
las posibles limitaciones y restricciones a que pueden ser sometidos. Esta es una consecuencia lógica
del carácter meramente declarativo, no vinculante, con que se adoptó la Declaración, y de la
naturaleza obligatoria de los Pactos, haciendo indispensable establecer con absoluta precisión las
obligaciones asumidas por los Estados.
i.- Los derechos protegidos. En este instrumento se consagran los derechos de carácter económico,
social y cultural, que se enuncian en los artículos 22 al 27 de la Declaración, más otros derechos del
mismo tipo, que corresponden a los nuevos derechos humanos. En los artículos 6 al 15 del Pacto, se
consagran los derechos al trabajo, a condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias, el derecho a
fundar sindicatos y afiliarse al de su elección, el derecho de huelga, el derecho a la seguridad social, el
derecho a la protección de la familia, el derecho a un nivel de vida adecuado, incluyendo
alimentación, vestido y vivienda adecuados, el derecho a la salud, el derecho a la educación, y el
derecho a participar en la vida cultural.
ii. Las obligaciones asumidas por los Estados. Cada Estado parte asume la obligación de adoptar
medidas, tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, hasta el
máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente y por todos los medios
apropiados, la plena efectividad de los derechos consagrados en el Pacto. Además, los Estados partes
en el Pacto se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en él se enuncian sin
discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento, o cualquier otra condición social; en
particular, los Estados se comprometen a asegurar a los hombres y a las mujeres igual título a gozar de
todos los derechos económicos, sociales y culturales enunciados en el Pacto.
iv. El órgano encargado de la supervisión. Según el artículo 40 del Pacto, el órgano encargado de
la supervisión de las obligaciones asumidas por los Estados es el Consejo Económico y Social de la
ONU (ECOSOC). Sin embargo, en mayo de 1978 el ECOSOC estableció un grupo de trabajo para
asistir en la implementación del Pacto y, en particular, en el examen de los informes que sometan los
Estados.36 Posteriormente, el ECOSOC decidió modificar la denominación de este grupo de trabajo,
llamándolo Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, señalando su composición e
indicando sus funciones.37 De acuerdo con esta resolución, el Comité estará integrado por 18 personas,
elegidas en su capacidad personal, que deben ser expertos de reconocida competencia en materia de
derechos humanos; en su elección debe tenerse en consideración la distribución geográfica equitativa
y la representación de diferentes formas de sistemas sociales y legales. A diferencia de otros comités,
cuyos miembros son elegidos por los Estados partes en las convenciones respectivas, los miembros del
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales son elegidos por el ECOSOC, de una lista de
candidatos propuestos por los Estados partes en el Pacto.
El Comité examinará los informes sometidos por los Estados, y deberá presentar al ECOSOC un
informe de sus actividades, incluyendo un resumen de su análisis de los informes presentados por los
Estados, con las observaciones y recomendaciones de carácter general que surjan de esos informes y
de los sometidos por las agencias especializadas de la ONU,
34
Cfr. las resoluciones 1988 (LX), del 11 de mayo de 1976, y 1978/10, del 3 de mayo de 1978.
35
ECOSOC, Res. N° 1985/17, del 28 de mayo de 1985
36
Cfr. Resolución 1978/10, del 3 de mayo de 1978.
37
Cfr. Resolución 1985/17, del 28 de mayo de 1985.
i. Los derechos protegidos. En este instrumento se consagran los derechos y libertades clásicos,
como el derecho a la vida, el derecho a la integridad física, la prohibición de la esclavitud, el derecho a
la libertad y seguridad personales, el derecho al debido proceso, la prohibición de leyes penales ex
post facto, el derecho a la vida privada, la libertad de conciencia y religión, la libertad de expresión, el
derecho de reunión, la libertad de asociación, los derechos políticos, la igualdad ante la ley, y el
derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica. Además de los derechos consagrados en la
Declaración Universal, el Pacto incluye el derecho de toda persona privada de libertad a ser tratada
humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano, la prohibición de la
38
E/1992/23, párrafo 362.
39
Cfr. E/CN.4/1997/105.
40
Cfr. E/CN.4/2002/57, y E/CN.4/2003/53.
41
Cfr. Res. 1/3, del 29 de junio de 2006.
En el caso de los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, el Pacto
dispone que no se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les
corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a
profesar y practicar su propia religión, y a emplear su propio idioma.
ii. Las obligaciones asumidas por los Estados. En los términos del artículo 2 del Pacto, cada uno
de los Estados partes en el mismo se compromete a respetar y a garantizar, a todos los individuos que
se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción, los derechos reconocidos en el mismo,
sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento, o cualquier otra condición social. Adicionalmente,
los Estados se comprometen a adoptar las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias
para hacer efectivos los derechos reconocidos en el Pacto y que no estuvieren ya garantizados en el
Derecho interno del Estado respectivo.
En situaciones excepcionales, que pongan en peligro la vida de la nación, el artículo 4 del Pacto
autoriza a los Estados a suspender los derechos que éste consagra, en la medida estrictamente limitada
a las exigencias de la situación, y siempre que dicha medida no sea incompatible con las demás
obligaciones que le impone el Derecho Internacional ni entrañe discriminación alguna fundada en
motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social. Sin embargo, hay ciertos derechos cuyo
régimen jurídico no se puede ver alterado ni aún en esas circunstancias extraordinarias, y que tienen
que ser respetados y garantizados en todo momento; esos derechos intangibles son: el derecho a la
vida (en los términos del artículo 6 del Pacto, que permite la pena de muerte), la prohibición de la
tortura y otras penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes (artículo 7 del Pacto), la prohibición de
la esclavitud y servidumbre (artículo 8, párrafos 1 y 2), el derecho a no ser encarcelado por el
incumplimiento de obligaciones contractuales (artículo 11), la
prohibición de la aplicación de las leyes penales ex post facto (artículo 15), el reconocimiento de la
personalidad jurídica (artículo 16), y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión (artículo
18).
De acuerdo con el artículo 5 del Pacto, ninguna de sus disposiciones podrá ser interpretada en el
sentido de conceder derecho alguno a un Estado, grupo o individuo, para emprender actividades o
realizar actos encaminados a la destrucción de cualquiera de los derechos y libertades consagrados en
el mismo, o a su limitación en mayor medida que la prevista en él.
Entre las funciones que le asigna el Pacto, el Comité debe encargarse de examinar los informes
que le sometan los Estados y de conocer de las comunicaciones que le sometan los Estados alegando
que otro Estado parte no ha cumplido con las obligaciones que le impone el Pacto.
iv. El sistema de informes periódicos. De acuerdo con el Pacto, la función primordial del Comité
es examinar los informes que cada Estado está obligado a someter en los términos del artículo 40 del
Pacto. Según la disposición citada, los Estados partes en el Pacto se comprometen a presentar
informes sobre las disposiciones que se hayan adoptado y que den efecto a los derechos reconocidos
en el Pacto y sobre el progreso que hayan realizado en cuanto al goce de esos derechos.
Cada Estado parte debe presentar un primer informe en el plazo de un año luego de la entrada en
vigor del Pacto respecto del Estado interesado, y en lo sucesivo, cada vez que el Comité lo requiera.
Por consiguiente, luego del informe inicial, no hay una periodicidad pre establecida para la
presentación de nuevos informes, como la que en su oportunidad dispuso el ECOSOC respecto de los
informes requeridos por éste.42 De acuerdo con el artículo 66 del Reglamento,43 el Comité podrá
solicitar la presentación de informes en virtud del artículo 40 del Pacto, de acuerdo con la periodicidad
decidida por el Comité o en cualquier otro momento que lo juzgue conveniente; en caso de que se
produzca una situación excepcional cuando el Comité no se encuentre en sesión, el Presidente podrá,
después de haber consultado con los miembros del Comité, solicitar la presentación de informes.
Siempre que el Comité pida a los Estados Partes que presenten informes en virtud del artículo 40 del
Pacto, determinará las fechas en que habrán de presentarse esos informes. El Comité podrá informar a
los Estados Partes, por intermedio del Secretario General, de sus deseos en cuanto a la forma y al
contenido de los informes que deben presentarse en virtud del artículo 40 del Pacto.
Si bien el Comité no dispone de atribuciones para verificar lo señalado por los Estados en sus
informes, éste ha desarrollado procedimientos que, por lo menos, le permiten examinar la seriedad de
tales afirmaciones. En particular, el Comité invita al representante del Estado concernido a presentar
formalmente su informe ante el Comité, en una audiencia en que los miembros del Comité, que han
sido designados como tales en su calidad de expertos, le formulan las preguntas que consideran
apropiadas, y pueden solicitar información adicional.
42
Cfr. ECOSOC, resolución 624 B (XXII), del 1 de agosto de 1956, resolución 1074 C (XXXIX), del 28 de
julio de 1965, y la resolución 1596 (L), del 11 de junio de 1971.
43
Reglamento del Comité de Derechos Humanos, Doc. CCPR/C/3/Rev. 7, del 4 de agosto de 2004.
De acuerdo con el artículo 33 del Reglamento, las sesiones del Comité y de sus órganos auxiliares
serán públicas, a menos que el Comité decida otra cosa o que de las disposiciones pertinentes del
Pacto o del Protocolo resulte que la sesión debe celebrarse en privado. La aprobación de las
observaciones finales de conformidad con el artículo 40 tendrá lugar en sesión privada.
v. Las comunicaciones o denuncias entre Estados. De acuerdo con el artículo 41 del Pacto, el
Comité puede recibir y examinar comunicaciones en que un Estado parte alegue que otro Estado parte
no ha cumplido con las obligaciones que le impone el Pacto. Sin embargo, este procedimiento no es
automático, y para que pueda operar se requiere que las comunicaciones sean presentadas por un
Estado que haya hecho una declaración reconociendo con respecto a sí mismo esa competencia, y que
el Estado denunciado en dicha comunicación haya hecho una declaración en el mismo sentido.
Además, previo a la comunicación dirigida al Comité, es indispensable que el Estado que considera
que otro Estado no ha cumplido con las disposiciones del Pacto se dirija por escrito directamente a
este último para que, dentro del plazo de tres meses, el Estado denunciado proporcione al Estado que
haya enviado la comunicación una explicación o cualquier otra declaración por escrito que aclare el
asunto, haciendo referencia a los procedimientos nacionales, y a los recursos adoptados o en trámite
que puedan haberse utilizado.
Si en el lapso de seis meses contados desde la fecha en que el Estado destinatario haya recibido la
primera comunicación el asunto no se ha resuelto a satisfacción de ambos Estados, cualquiera de ellos
podrá someter ese asunto al Comité de Derechos Humanos, mediante notificación dirigida al Comité y
al otro Estado. De acuerdo con el artículo 74 del Reglamento, esta notificación deberá contener
información sobre: a) Las medidas adoptadas para intentar resolver el asunto de conformidad con los
apartados a) y b) del párrafo 1 del artículo 41 del Pacto, incluido el texto de la comunicación inicial y
de cualquier otra explicación o declaración pertinente que hayan hecho posteriormente los Estados
Partes interesados; b) Las medidas adoptadas para agotar los recursos internos; y c) Cualquier otro
procedimiento de investigación o solución internacional a que hayan recurrido los Estados Partes
interesados.
El Comité conocerá del asunto que se le someta después de haberse cerciorado de que se han
interpuesto y agotado los recursos de la jurisdicción interna de que se pueda disponer, de conformidad
con los principios del Derecho Internacional generalmente admitidos.
De acuerdo con el artículo 84, párrafo 2, del reglamento, cuando sea necesario, el Secretario
General podrá pedir al autor de una comunicación aclaraciones en cuanto a su deseo de que la
comunicación sea sometida al Comité para su examen de acuerdo con el Protocolo Facultativo. Si
subsisten dudas en cuanto al deseo del autor, la comunicación será sometida al Comité.
Hasta la fecha de escribir estas líneas, en el sistema de Naciones Unidas, éste es uno de los cuatro
mecanismos convencionales que permiten examinar peticiones o comunicaciones individuales; 44 sin
duda, es el más elaborado de ellos, y es el que ofrece un desarrollo jurisprudencial más abundante.
En los términos previamente referidos, a diferencia de las resoluciones 1235 y 1503 del ECOSOC,
no es necesario alegar que la violación alegada forma parte de una práctica sistemática de violaciones
masivas de derechos humanos, bastando con un hecho aislado
Como primera medida, el Comité debe establecer su competencia en función de cuatro elementos:
a) el momento en que ocurrieron los hechos objeto de la denuncia, y que debieron haber tenido lugar
después de la entrada en vigor del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del Protocolo
Facultativo del mismo respecto del Estado denunciado; b) el ius standi del reclamante, que sólo puede
ser una persona física, y que debe ser un individuo que alegue ser víctima de la violación de derechos
humanos alegada,45 actuando directamente o a través de sus representantes (de acuerdo con el artículo
44
Los otros tres son, en el orden cronológico de su aparición, el Comité para la eliminación de la Discriminación Racial, creado por la
Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, el Comité contra la Tortura, creado por la
Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, y el Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer, creado por la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Existe un proyecto de Protocolo para crear un mecanismo semejante que permita conocer de denuncias de violación del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
45
Esta condición está enunciada en el artículo 1 del Protocolo, que dispone que el Comité podrá recibir comunicaciones de individuos
que aleguen ser víctimas de una violación de cualquiera de los derechos enunciados en el Pacto, y en el artículo 2 del mismo Protocolo,
ii. El procedimiento de admisibilidad. Una vez que el Comité ha establecido su competencia para
conocer del caso, debe examinar si la comunicación pertinente cumple con los requisitos de
admisibilidad señalados en el Protocolo o en el reglamento del propio Comité. El examen de
admisibilidad puede hacerlo el propio Comité o un Grupo de Trabajo establecido por éste. De acuerdo
con el artículo 93, párrafo 2, del Reglamento, un Grupo de Trabajo podrá declarar que una
comunicación es admisible, siempre que el grupo esté integrado por cinco miembros y todos ellos así
lo decidan.
En cuanto a los requisitos de forma de la comunicación, el Protocolo requiere, en primer lugar, que
ésta se presente por escrito (artículo 2 del Protocolo). Además, de acuerdo con el artículo 3 del
Protocolo, la comunicación no puede ser anónima, por lo que se requiere que el denunciante esté
perfectamente identificado. En particular, el autor de la comunicación debe indicar su nombre,
dirección, edad, ocupación, y prueba de su identidad.46 De acuerdo con el artículo 96, letra a), del
Reglamento, el Comité o el Grupo de Trabajo debe cerciorarse que la comunicación no es anónima, y
que procede de una persona o de personas que se hallan bajo la jurisdicción de un Estado Parte en el
Protocolo Facultativo.
En segundo lugar, para que la comunicación sea admisible, no puede haber litis pendencia; es
decir, el mismo asunto no puede haber sido sometido previamente a otro procedimiento de examen o
arreglo internacional. Sin embargo, para que esta regla pueda tener aplicación se requiere identidad de
la persona del denunciante, identidad de los hechos denunciados, identidad de los derechos que se
alega infringidos, y que la otra denuncia haya sido presentada ante una instancia de arreglo
internacional, que pueda resolver la situación particular del reclamante.
que señala que todo individuo que alegue una violación de cualquiera de sus derechos enumerados en el Pacto podrá someter una
comunicación a la consideración del Comité.
46
Cfr. el artículo 86, párrafo 1, letra a), del Reglamento.
Por último, y sin que sea la condición menos importante, para que sea admisible una
comunicación, el autor de la misma debe haber agotado los recursos de la jurisdicción interna que
hayan estado disponibles. Sin embargo, de acuerdo con el artículo 5 del Protocolo, esta disposición no
se aplicará cuando la tramitación de los recursos se prolongue injustificadamente. Este requisito pone
de relieve el carácter subsidiario del procedimiento de protección diseñado por el Protocolo. El
agotamiento de los recursos internos tiene el propósito de brindarle al Estado la oportunidad de reparar
la violación por sus propios medios; además, la naturaleza de los recursos intentados determinará el
ámbito de la competencia material del Comité. En tal sentido, si lo que se intentó ante los tribunales
locales fue un recurso para obtener la libertad de un detenido, no se puede plantear ante el Comité algo
distinto a la violación del derecho a la libertad personal denunciando, por ejemplo, que la persona fue
torturada.
Según el artículo 97, párrafo 3, del Reglamento, dentro de los dos meses siguientes a la
notificación de la comunicación al Estado, éste podrá solicitar por escrito, dentro del plazo de dos
meses, que la comunicación sea rechazada por ser inadmisible, indicando los motivos de tal
inadmisibilidad.
Varios de los requisitos previamente referidos, como el agotamiento de los recursos internos, la
litis pendencia, o el que la comunicación esté suficientemente bien fundada, pueden estar íntimamente
relacionados con el fondo del asunto. Por consiguiente, el Comité podrá, eventualmente, examinar
ambos aspectos al mismo tiempo.
iii. El procedimiento sobre el fondo. El Comité pondrá toda comunicación que le sea sometida en
conocimiento del Estado que se afirma que ha violado cualquiera de las disposiciones del Pacto. En un
plazo de seis meses, el Estado deberá presentar por escrito explicaciones o declaraciones en las que se
aclare el asunto, y en las que se señale las medidas que eventualmente el Estado haya adoptado al
respecto.
En esta fase del procedimiento, en los términos del artículo 92 del Reglamento, antes de adoptar su
dictamen, y sin que esto implique un juicio sobre el fondo de la comunicación, el Comité podrá
adoptar medidas provisionales, para evitar un daño irreparable a la víctima de la violación alegada.
Todo este procedimiento se desarrolla en forma escrita. En los términos del artículo 5 del
Protocolo, el Comité debe examinar las comunicaciones recibidas tomando en cuenta a información
escrita que le hayan facilitado las partes. Por lo tanto, no está contemplada la posibilidad de oír
alegatos o de recibir a las partes en audiencia. Además, cuando examina las comunicaciones previstas
en el Protocolo, el Comité celebra sus sesiones a puerta cerrada.
iv. Las observaciones del Comité. Una vez concluido el examen del caso, el Comité emite su
dictamen, determinando si los hechos configuran o no una violación del Pacto. Para la preparación de
su dictamen, el Comité podrá remitir la comunicación a un grupo de trabajo o a un relator especial,
para que haga las recomendaciones pertinentes.
El Comité no se puede pronunciar acerca del fondo de la comunicación sin que previamente haya
examinado la aplicabilidad de todos los requisitos de admisibilidad mencionados en el Protocolo
Facultativo.
Las observaciones del Comité, que además de la calificación jurídica de los hechos pueden
contener recomendaciones para que el Estado reforme su legislación o sus prácticas internas, o para
que adopte medidas reparadoras, son transmitidas al Estado parte y al individuo autor de la
comunicación.
v. La publicación del dictamen y su seguimiento. De acuerdo con el artículo 102, párrafo 5, del
Reglamento, las decisiones del Comité acerca de la inadmisibilidad, el fondo del asunto o la
cesación de las actuaciones se harán públicas. Asimismo, se harán públicas las decisiones sobre
medidas provisionales que adopte el Comité o el relator especial designado al efecto.
El Comité designará un relator especial para el seguimiento del dictamen aprobado en virtud del
párrafo 4 del artículo 5 del Protocolo Facultativo, a fin de conocer las medidas que adopten los
Estados Partes para dar efecto al dictamen del Comité. El Relator Especial podrá tomar las medidas y
establecer los contactos apropiados para el debido cumplimiento del mandato de seguimiento, y hará
las recomendaciones que sean necesarias para la adopción por el Comité de las nuevas medidas. El
Relator Especial informará periódicamente al Comité acerca de las actividades de seguimiento. Por su
parte, el Comité incluirá en su informe anual información sobre las actividades de seguimiento. En
general, los Estados suelen acatar el dictamen del Comité, y suelen adoptar las recomendaciones que
Este Protocolo no admite ninguna reserva, con excepción de una reserva formulada al momento de
la ratificación o adhesión en la que se prevea la aplicación de la pena de muerte en tiempo de guerra,
como consecuencia de una condena por un delito sumamente grave, de carácter militar, cometido en
tiempo de guerra.
Además de los esfuerzos desplegados por la ONU a fin de elaborar una Carta Internacional de
Derechos Humanos, con un catálogo que comprendiera todos los derechos humanos y que incluyera
mecanismos adecuados para garantizar el respeto efectivo de los mismos, desde sus primeros años la
ONU se ha ocupado de elaborar normas adicionales para el desarrollo de principios compatibles con el
respeto de los derechos humanos, o para la protección de derechos humanos específicos (como la
prohibición de la esclavitud, o de la tortura), o para la protección de personas especialmente
vulnerables (como las mujeres, o los niños), o para la protección de los derechos humanos en caso de
conflictos armados. La larga lista de esos instrumentos no puede ser examinada en un trabajo como
éste, de tan limitadas dimensiones; sin embargo, este breve comentario sobre la protección universal
de los derechos humanos no estaría completo si no mencionara al menos aquellos instrumentos
internacionales más relevantes.
1. La Convención de Genocidio
47
Cfr. Resolución 44/128, del 15 de diciembre de 1989.
48
En vigor desde el 12 de enero de 1951
De acuerdo con la Convención, ni el genocidio ni ninguno de los actos prohibidos por ella serán
considerados como delitos políticos. En consecuencia, los Estados partes se comprometen a conceder
la extradición, conforme a su legislación y a los tratados vigentes, de las personas acusadas de alguno
de tales actos.
A tenor de lo dispuesto en el artículo VIII de la Convención, toda parte contratante puede recurrir
a los órganos competentes de las Naciones Unidas a fin de que estos tomen, conforme a la Carta de la
ONU, las medidas que juzguen apropiadas para la prevención y la represión de actos de genocidio, o
de cualquiera de los actos enumerados en el artículo III de la Convención.
49
Adoptada por la Asamblea General de la ONU, y abierta a la firma y ratificación de los Estados, con fecha 21 de noviembre de 1965,
mediante resolución 2106 A (XX). En vigor desde el 4 de enero de 1969.
Los Estados deberán tomar, cuando las circunstancias lo aconsejen, medidas especiales y
concretas, en las esferas social, económica, cultural, y en otras esferas, para asegurar el adecuado
desenvolvimiento y protección de ciertos grupos raciales o de personas pertenecientes a estos grupos,
con el fin de garantizar, en condiciones de igualdad, el pleno disfrute por dichas personas de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales. Esas medidas en ningún caso podrán tener como
50
Adoptada por la Asamblea General de la ONU, y abierta a la firma y ratificación de los Estados, con fecha
30 de noviembre de 1973., mediante resolución 3068 (XXVIII). En vigor desde el 18 de julio de 1976.
51
213 Convenio N° 111, adoptado por la Conferencia General de la OIT, en su cuadragésimo segundo período de
sesiones, con fecha 25 de junio de 1958. En vigor desde el 15 de junio de 1960.
52
Adoptada por la Conferencia General de la UNESCO el 14 de diciembre de 1960. En vigor desde el 22 de
mayo de 1962.
Los Estados partes en esta Convención condenan toda la propaganda y todas las organizaciones
que se inspiren en ideas o teorías basadas en la superioridad de una raza o de un grupo de personas de
un determinado color u origen étnico, o que pretendan justificar o promover el odio racial y la
discriminación racial, cualquiera que sea su forma, y se comprometen a tomar medidas inmediatas y
positivas destinadas a eliminar toda incitación a tal discriminación. Con ese fin, a) declararán como
acto punible conforme a la ley toda difusión de ideas basadas en la superioridad o en el odio racial,
toda incitación a la discriminación racial, así como todo acto de violencia o toda incitación a cometer
tales actos contra cualquier raza o grupo de personas de otro color u origen étnico, y toda asistencia a
las actividades racistas, incluida su financiación; b) declararán ilegales y prohibirán las
organizaciones, así como las actividades organizadas de propaganda y toda otra actividad de
propaganda, que promuevan la discriminación racial e inciten a ella, y reconocerán que la
participación en tales organizaciones o en tales actividades constituye un delito penado por la ley; y c)
no permitirán que las autoridades ni las instituciones públicas, nacionales o locales, promuevan la
discriminación racial o inciten a ella.
Los Estados asegurarán a todas las personas que se hallen bajo su jurisdicción, protección y
recursos efectivos ante los tribunales competentes y otras instituciones del Estado, contra todo acto de
discriminación racial que, contraviniendo la Convención, viole sus derechos humanos y libertades
fundamentales; asimismo, le garantizarán el derecho a pedir a esos tribunales satisfacción o reparación
justa y adecuada por todo daño de que puedan ser víctimas como consecuencia de tal discriminación.
Los Estados se comprometen a tomar medidas inmediatas y eficaces, especialmente en las esferas
de la enseñanza, la educación, la cultura y la información, para combatir los prejuicios que conduzcan
a la discriminación racial, y para promover la comprensión, la tolerancia y la amistad entre las
naciones y los diversos grupos raciales o étnicos, así como para propagar los propósitos y principios
de la Carta de las Naciones Unidas, de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial,
y de la Convención que comentamos
El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial informará cada año, por conducto del
Secretario General, a la Asamblea General de la ONU sobre sus actividades, y podrá hacer
sugerencias y recomendaciones de carácter general basadas en el examen de los informes y de los
datos transmitidos por los Estados. Estas sugerencia y recomendaciones de carácter general se
comunicarán a la Asamblea General junto con las observaciones de los Estados partes, si las hubiere.
iv. Las comunicaciones o denuncias entre Estados. Si un Estado parte considera que otro Estado
parte no está cumpliendo con las disposiciones de la Convención, podrá señalar el asunto a la atención
del Comité. El Comité transmitirá la comunicación correspondiente al Estado interesado; dentro de los
tres meses siguientes, el Estado deberá presentar al Comité explicaciones o declaraciones por escrito
para aclarar la cuestión y, de ser el caso, exponer qué medida correctiva hubiere adoptado.
El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial podrá conocer del asunto cuando se
haya cerciorado de que se han interpuesto y agotado todos los recursos de la jurisdicción interna, de
conformidad con los principios del Derecho Internacional generalmente admitidos; sin embargo, esta
regla no se aplicará cuando la substanciación de los mencionados recursos se prolongue
injustificadamente.
En todo asunto que se le someta, el Comité podrá pedir a los Estados interesados que le faciliten
cualquier otra información pertinente. Los Estados involucrados en el caso podrán enviar un
representante que participe, sin derecho a voto, en los trabajos del Comité mientras se examine el
asunto.
Una vez que el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial haya obtenido y estudiado
toda la información que estime necesaria, el Presidente nombrará una Comisión especial de
conciliación, integrada por cinco personas designadas con el consentimiento pleno y unánime de las
partes en la controversia, y sus buenos oficios se pondrán a disposición de los Estados interesados, a
fin de llegar a una solución amistosa del asunto, basada en el respeto a la Convención. Si,
transcurridos tres meses, los Estados no se ponen de acuerdo en los miembros de la Comisión. Estos
serán elegidos por el Comité, de entre sus propios miembros. La información obtenida y estudiada por
el Comité se facilitará a la Comisión, y ésta podrá pedir a los Estados interesados que le faciliten
cualquier otra información pertinente.
Cuando la Comisión haya examinado detenidamente el asunto, preparará y presentará al
Presidente del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial un informe en el que figuren
sus conclusiones sobre todas las cuestiones de hecho pertinentes al asunto planteado entre las partes, y
las recomendaciones que la Comisión considere apropiadas para la solución amistosa de la
A diferencia del mecanismo previsto en el Pacto de Derechos Civiles y políticos, que tiene carácter
opcional, dependiendo de una declaración expresa formulada por los Estados aceptando dicho
procedimiento, el sistema previsto en la Convención tiene carácter automático. Sin embargo, en ambos
casos (así como en otros) este sistema de comunicaciones o denuncias entre Estados no ha tenido
ninguna importancia práctica.
El Estado que hiciere una declaración en los términos del párrafo anterior podrá establecer o
designar un órgano, dentro de su ordenamiento jurídico nacional, que será competente para recibir y
examinar peticiones de personas o grupos de personas comprendidas dentro de su jurisdicción, que
aleguen ser víctimas de violaciones de cualquiera de los derechos estipulados en la Convención y que
hayan agotado los demás recursos locales disponibles. El órgano así establecido o designado llevará
un registro de las peticiones y depositará anualmente, por los conductos pertinentes, copias
certificadas del registro en poder del Secretario General, en el entendido que el contenido de las
mismas no se dará a conocer públicamente. En caso de que no obtuviere una reparación satisfactoria
del órgano así designado, el peticionario tendrá derecho a comunicar el asunto al Comité, dentro de los
seis meses.
De acuerdo con el artículo 94, párrafo 3, del Reglamento, por razones de urgencia, y sin prejuzgar
sobre el fondo de la comunicación, el Comité podrá adoptar medidas provisionales, con el objeto de
evitar daños irreparables a las personas que alegan ser víctimas de la violación denunciada.
Debido a que este procedimiento entró en vigor hace relativamente poco tiempo, el 3 de 1982, y a
que hasta el momento ha sido aceptado sólo por un número reducido de Estados, la práctica del
Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial es bastante escasa, reduciéndose a alrededor
de 15 casos.
53
Aprobada el 9 de diciembre de 1975, mediante la resolución 3452 de la Asamblea General de la ONU.
54
Adoptada por la Asamblea General de la ONU, y abierta a la firma y ratificación de los Estados, con fecha 10 de diciembre de 1984.
En vigor desde el 26 de junio de 1987.
ii. Las obligaciones derivadas de la Convención contra la tortura. De acuerdo con la Convención,
los Estados se comprometen a tomar medidas legislativas, administrativas, judiciales o de otra índole,
eficaces para impedir los actos de tortura en todo territorio que esté bajo su jurisdicción. En ningún
caso podrán invocarse circunstancias excepcionales, tales como un estado de guerra o amenaza de
guerra, inestabilidad política interna o cualquier otra emergencia pública, como justificación de la
tortura; tampoco podrán invocarse órdenes de un funcionario superior o de una autoridad pública
como justificación de la tortura.
Todo Estado parte asume el compromiso de que los actos de tortura, incluyendo la tentativa de
cometer tortura y todo acto de cualquier persona que constituya complicidad o participación en la
tortura, constituyan delitos conforme a su legislación penal. Los Estados se comprometen a castigar
esos delitos con penas adecuadas en las que se tenga en cuenta su gravedad. Sin excluir ninguna
jurisdicción penal ejercida de conformidad con las leyes nacionales, todo Estado parte dispondrá lo
que sea necesario para instituir su jurisdicción sobre los delitos anteriores: a) cuando el delito se
cometa en cualquier territorio bajo su jurisdicción o a bordo de una aeronave o un buque matriculados
en ese Estado; b) cuando el presunto delincuente sea nacional de ese Estado; y c) cuando la víctima
sea nacional de ese Estado y éste lo considere apropiado. Asimismo, todo Estado parte tomará las
medidas necesarias para establecer su jurisdicción sobre estos delitos en los casos en que el presunto
delincuente se halle en cualquier territorio bajo su jurisdicción y dicho Estado no conceda la
extradición; las autoridades de dicho Estado tomarán su decisión en las mismas condiciones que las
aplicables a cualquier delito de carácter grave, de acuerdo con la legislación de ese Estado. Sin
embargo, los delitos de tortura se consideran entre los delitos que dan lugar a extradición en todo
tratado de extradición celebrado entre Estados partes; los Estados partes se comprometen a incluir
dichos delitos como casos de extradición en todo tratado de extradición que celebren entre sí en el
futuro; todo Estado que subordine la extradición a la existencia de un tratado, si recibe de otro Estado
parte con el que no tiene un tratado al respecto una solicitud de extradición, podrá considerar la
Convención contra la tortura como base jurídica suficiente para la extradición por tales delitos; los
Estados partes que no subordinen la extradición a la existencia de un tratado reconocerán dichos
delitos como casos de extradición entre ellos; a los fines de la extradición entre Estados partes, se
Todo Estado en cuyo territorio se encuentre una persona que se sospeche que ha cometido un acto
de tortura, si tras examinar la información de que dispone considera que las circunstancias lo
justifican, procederá a la detención de dicha persona o tomará otras medidas para asegurar su
presencia. Tal Estado procederá inmediatamente a una investigación preliminar de los hechos y
notificará inmediatamente de la detención y las circunstancias que la justifican a los Estados que
tendrían jurisdicción sobre el delito. El Estado que proceda a la investigación preliminar comunicará
sin dilación sus resultados a esos mismos Estados antes mencionados, e indicará si se propone ejercer
su jurisdicción.
Los Estados partes se prestarán todo el auxilio posible en lo que respecta a cualquier
procedimiento penal relativo a los delitos de tortura perseguidos por la Convención, inclusive el
suministro de todas las pruebas necesarias para el proceso que obren en su poder; los Estados
cumplirán estas obligaciones de conformidad con los tratados de auxilio judicial mutuo que existan
entre ellos.
Los Estados se comprometen a velar por que se incluyan una educación y una información
completas sobre la prohibición de la tortura en la formación profesional del personal encargado de la
aplicación de la ley, sea éste civil o militar, del personal médico, de los funcionarios públicos y otras
personas que puedan participar en la custodia, el interrogatorio, o el tratamiento de cualquier persona
sometida a cualquier forma de arresto, detención o prisión. Los Estados partes deben incluir esta
prohibición en las normas o instrucciones que se publiquen en relación con los deberes y funciones de
esas personas.
Todo Estado parte tiene la obligación de mantener sistemáticamente en examen las normas e
instrucciones, métodos y prácticas de interrogatorio, así como las disposiciones para la custodia y el
tratamiento de las personas sometidas a cualquier forma de arresto, detención o prisión, en cualquier
territorio que esté bajo su jurisdicción, a fin de evitar todo caso de tortura.
Los Estados partes en esta Convención tienen el deber de velar por que, siempre que haya motivos
razonables para creer que dentro de su jurisdicción se ha cometido un acto de tortura, las autoridades
competentes procederán a una investigación pronta e imparcial.
Todo Estado velará por que toda persona que alegue haber sido sometida a tortura en cualquier
territorio bajo su jurisdicción tenga derecho a presentar una queja y a que su caso sea pronta e
imparcialmente examinado por sus autoridades competentes. Se deberán tomar medidas para asegurar
que quien presente la queja y los testigos estén protegidos contra malos tratos o intimidación como
consecuencia de la queja o del testimonio prestado.
Todo Estado parte velará porque su legislación garantice a la víctima de un acto de tortura la
reparación y el derecho a una indemnización justa y adecuada, incluidos los medios para su
rehabilitación lo más completa posible. En caso de muerte de la víctima como resultado de un acto de
tortura, las personas a su cargo tendrán derecho a indemnización. Lo anterior es sin perjuicio de
cualquier derecho de la víctima o de otra persona a una indemnización que pueda existir con arreglo a
las leyes nacionales.
Todo Estado se compromete a prohibir, en cualquier territorio bajo su jurisdicción, otros actos que
constituyan tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, y que no lleguen a ser tortura tal como se
define en el artículo 1 de la Convención, cuando esos actos sean cometidos por un funcionario público
u otra persona que actúe en el ejercicio de funciones oficiales, o por instigación o con el
consentimiento o la aquiescencia de tal funcionario o persona. Otros compromisos asumidos por los
Estados respecto de la prevención y castigo de la tortura se hacen extensivos a los tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes.
iii. El Comité contra la Tortura. De acuerdo con los términos del artículo 17 de la Convención, se
establece un Comité contra la tortura, compuesto de diez expertos de gran integridad moral y de
reconocida competencia en materia de derechos humanos, que ejercerán sus funciones a título
personal. Los expertos serán elegidos por los Estados partes teniendo en cuenta una distribución
geográfica equitativa y la utilidad de la participación de algunas personas que tengan experiencia
jurídica.
Teniendo en cuenta las observaciones que haya presentado el Estado, así como cualquier otra
información pertinente de que disponga, el Comité contra la Tortura podrá, si decide que ello está
justificado, designar a uno o varios de sus miembros para que procedan a una investigación
confidencial e informen urgentemente al Comité. El Comité solicitará la cooperación del Estado de
que se trate, y tal investigación podrá incluir una visita a su territorio. Después de examinar las
conclusiones de quienes hayan realizado la investigación, el Comité contra la Tortura transmitirá sus
conclusiones al Estado de que se trate, junto con las observaciones o sugerencias que estime
pertinentes en vista de la situación.
Todas las actuaciones del Comité en esta materia serán confidenciales y en todas las actuaciones,
en el ejercicio de esta función, se recabará la cooperación del Estado. Cuando se hayan concluido
actuaciones relacionadas con una investigación hecha por un miembro o miembros del Comité
vi. El sistema de denuncias entre Estados. Con arreglo al artículo 21 de la Convención, todo
Estado parte en la Convención puede declarar en cualquier momento que reconoce la competencia del
Comité contra la Tortura para recibir y examinar las comunicaciones en que un Estado parte alegue
que otro Estado parte no cumple las obligaciones que le impone la Convención. Dichas
comunicaciones sólo se podrán admitir y examinar si son presentadas por un Estado Parte que haya
hecho una declaración por la cual reconozca con respecto a sí mismo la competencia del Comité. Por
ende, el Comité no tramitará ninguna comunicación relativa a un Estado parte que no haya hecho tal
declaración.
De acuerdo con este procedimiento, si un Estado considera que otro Estado no está cumpliendo
con las disposiciones de la Convención, podrá señalar el asunto a la atención de dicho Estado
mediante una comunicación escrita. Dentro de un plazo de tres meses, contado desde la fecha de
recibo de la comunicación, el Estado destinatario proporcionará al Estado que haya enviado la
comunicación una explicación o cualquier otra declaración por escrito que aclare el asunto, la cual
hará referencia, hasta donde sea posible y pertinente, a los procedimientos nacionales y a los recursos
adoptados, en trámite o que puedan utilizarse al respecto. Si el asunto no se resuelve a satisfacción de
los dos Estados interesados en un plazo de seis meses contado desde la fecha en que el Estado
destinatario haya recibido la primera comunicación, cualquiera de ambos Estados tendrá derecho a
someterlo al Comité contra la tortura, mediante notificación dirigida al Comité y al otro Estado.
El Comité contra la Tortura conocerá, en sesiones a puerta cerrada, de todo asunto que se le
someta de acuerdo con el procedimiento señalado precedentemente, después de haberse cerciorado de
que se han interpuesto y agotado todos los recursos de la jurisdicción interna de que se pueda
disponer, de conformidad con los principios del derecho internacional generalmente admitidos. Sin
embargo, esta regla no se aplicará cuando la tramitación de los mencionados recursos se prolongue
injustificadamente, o cuando no sea probable que mejore realmente la situación de la persona que sea
víctima de la violación de la Convención.
El Comité contra la Tortura pondrá sus buenos oficios a disposición de los Estados interesados a
fin de llegar a una solución amistosa del asunto, fundada en el respeto de las obligaciones establecidas
en la Convención. A tal efecto, el Comité podrá designar, cuando proceda, una comisión especial de
conciliación.
El Comité contra la Tortura, que celebrará sus sesiones a puerta cerrada, en todo asunto que se le
someta, podrá pedir a los Estados interesados que faciliten cualquier información pertinente. Los
Estados interesados tendrán derecho a estar representados cuando el asunto se examine en el Comité, y
a presentar exposiciones verbalmente o por escrito, o de ambas maneras.
Dentro de los doce meses siguientes a la fecha de recibo de la notificación sometiendo el asunto al
Comité, éste presentará un informe en el cual: a) si, como resultado de sus buenos oficios, se ha
llegado a una solución, se limitará a una breve exposición de los hechos y de la solución alcanzada; b)
si no se ha llegado a ninguna solución amistosa, se limitará a una breve exposición de los hechos y
agregará las exposiciones escritas y las actas de las exposiciones verbales que hayan hecho los Estados
Partes interesados. En cualquier caso, dicho informe se enviará a los Estados interesados.
El Comité contra la Tortura considerará inadmisible toda comunicación que sea anónima, o que, a
su juicio, constituya un abuso del derecho de presentar dichas comunicaciones, o que sea incompatible
con las disposiciones de la Convención. El Comité no podrá examinar ninguna comunicación sin
haberse cerciorado de que la misma cuestión no ha sido, ni está siendo, examinada según otro
procedimiento de investigación o solución internacional, y que la persona ha agotado todos los
recursos de la jurisdicción interna de que se pueda disponer. Sin embargo, la regla del agotamiento de
los recursos internos no se aplicará cuando la tramitación de esos recursos se prolongue
injustificadamente, o no sea probable que mejore realmente la situación de la persona que sea víctima
de la violación de la Convención.
El Comité contra la Tortura transmitirá las comunicaciones que se le presenten a la atención del
Estado respecto del cual se alegue que ha violado cualquier disposición de la Convención. Dentro de
un plazo de seis meses, el Estado destinatario proporcionará al Comité explicaciones o declaraciones
por escrito que aclaren el asunto y expongan, en su caso, las medidas que ese Estado haya adoptado.
Sin prejuzgar sobre la opinión definitiva sobre el fondo, el Comité podrá adoptar medidas
provisionales, con el fin de evitar posibles daños irreparables a las personas que aleguen ser víctimas
de la presunta violación.
Continuando con su tradición de adoptar primero una declaración que enuncie principios
generales, seguida luego de un tratado que desarrolle esos principios e incluya mecanismos de
supervisión y control, la hoy desaparecida Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas
designó un grupo de trabajo para que preparara un proyecto de Convención sobre los derechos del
niño, el cual fue aprobado por la Asamblea General de la ONU a fines de 1989.57 Para asegurar el
55
Aprobada mediante resolución 1386 (XIV), del 20 de noviembre de 1959.
56
Esta Declaración fue adoptada por la Liga de Naciones, en 1924, respondiendo a un proyecto elaborado por
la Unión Internacional para Salvar a los Niños, una organización no gubernamental.
57
Convención sobre los derechos del niño, adoptada por la Asamblea General de la ONU mediante resolución
La Convención sobre los Derechos del Niño ha tenido en cuenta el carácter demasiado genérico e
inadecuado para la protección del niño de otros tratados de derechos humanos; en consecuencia, ha
desarrollado esos derechos con referencia al menor y a sus especiales requerimientos, haciendo notar
que ‘el mejor interés del niño’ deberá ser el principio conductor que siempre se tenga en
consideración.
Para los propósitos de esta Convención, se define como ‘niño’ a todo ser humano menor de
dieciocho años, a menos que bajo el Derecho nacional aplicable haya alcanzado antes la mayoría de
edad.
Uno de los aspectos novedosos que regula esta Convención se refiere al derecho del niño a
preservar su propia identidad. Esta disposición fue incorporada a proposición de la delegación
argentina, teniendo en cuenta la horrible experiencia de la dictadura militar que se entronizó en ese
país en la década de los años setenta y parte de los ochenta, y la suerte corrida bajo ese régimen por
numerosos niños, hijos de padres „desaparecidos‟ como víctima de la represión, que vieron adulterada
su identidad y fueron registrados como hijos biológicos de otras personas, con frecuencia involucradas
en el asesinato de sus padres. Otras disposiciones dignas de destacar incluyen, inter alia, el derecho
del niño a no ser separado de sus padres, la obligación del Estado de adoptar medidas para luchar
contra el traslado ilícito de niños al extranjero y la retención ilícita de niños en el extranjero, el
derecho del niño a ser oído en los procedimientos judiciales o administrativos que le conciernan, el
tipo de información que debe recibir el niño de los medios de comunicación social, la protección del
menor de toda forma de maltrato físico o mental, la obligación del Estado de proteger al niño contra
todas las formas de explotación o abuso sexual (incluyendo la prostitución y la utilización del menor
en actuaciones o materiales pornográficos), las precauciones que deben adoptar los Estados en caso de
adopción del menor, y muy particularmente en caso de adopciones que involucren el traslado del niño
a un país distinto del cual él es originario, la protección del niño de prácticas tradicionales pero
perniciosas para su salud (tales como la „circuncisión femenina‟), la protección del niño de la
explotación económica, y el establecimiento de reglas especiales en lo concerniente a la
administración de justicia para menores involucrados en la comisión de algún delito.
44/25, y abierta a la firma y ratificación por los Estados el 20 de noviembre de 1989. En vigor desde el 2 de
septiembre de 1990.
58
Adoptado por la Asamblea General mediante resolución A/Res/54/263, del 25 de mayo de 2000, En vigor desde el 18 de enero de
2002.
59
Adoptado por la Asamblea General mediante resolución A/Res/54/263, del 25 de mayo de 2000, En vigor
desde el 12 de febrero de 2002.
60
Conferencia Internacional del Trabajo, Convenio 182. En vigor desde el 19 de noviembre de 2000.
Los Estados Partes se comprometen a presentar al Comité, por conducto del Secretario General de
las Naciones Unidas, informes sobre las medidas que hayan adoptado para dar efecto a los derechos
reconocidos en la Convención y sobre el progreso que hayan realizado en cuanto al goce de esos
derechos. Esos informes deben presentarse dos años después de la entrada en vigor de la Convención
para el Estado respectivo y, posteriormente, cada cinco años. Los informes así preparados deberán
indicar las circunstancias y dificultades, si las hubiere, que afecten al grado de cumplimiento de las
obligaciones derivadas de la presente Convención; asimismo, deberán contener información suficiente
para que el Comité tenga cabal comprensión de la aplicación de la Convención en el país de que se
trate. El Comité examina cada informe y expresa sus preocupaciones y recomendaciones al Estado
parte en forma de "observaciones finales". El Comité debe presentar cada dos años a la Asamblea
General de las Naciones Unidas, por conducto del Consejo Económico y Social, informes sobre sus
actividades.
61
223 Adoptada por la Asamblea General de la ONU, y abierta a la firma y ratificación por los Estados, el 20 de
diciembre de 1952, mediante la resolución 640 (VII). En vigor desde el 7 de julio de 1954.
62
Adoptada por la Asamblea General de la ONU el 7 de noviembre de 1967, mediante resolución 2263
(XXII).
63
Adoptada por la Asamblea General de la ONU, y abierta a la firma y ratificación por los Estados, el 18 de
diciembre de 1979. En vigor desde el 13 de septiembre de 1981.
Los Estados partes en la Convención condenan la discriminación contra la mujer en todas sus
formas, y convienen en seguir, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, una política
encaminada a eliminar la discriminación contra la mujer. Con tal objeto, los Estados se han
comprometido a: a) consagrar, si aún no lo han hecho, en sus constituciones nacionales y en cualquier
otra legislación apropiada el principio de la igualdad del hombre y de la mujer y asegurar por ley u
otros medios apropiados la realización práctica de ese principio; b) adoptar medidas adecuadas,
legislativas y de otro carácter, con las sanciones correspondientes, que prohíban toda discriminación
contra la mujer; c) Establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de
igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales competentes y de
otras instituciones públicas, la protección efectiva de la mujer contra todo acto de discriminación; d)
abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de discriminación contra la mujer y velar por que las
autoridades e instituciones públicas actúen de conformidad con esta obligación; e) Tomar todas las
medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer practicada por cualesquiera
personas, organizaciones o empresas; f) adoptar todas las medidas adecuadas, incluso de carácter
legislativo, para modificar o derogar leyes, reglamentos, usos y prácticas que constituyan
discriminación contra la mujer; y g) derogar todas las disposiciones penales nacionales que
constituyan discriminación contra la mujer. Las medidas a adoptar, en cada una de estas esferas, han
sido ampliamente desarrolladas en la Convención.
64
Asamblea General de la ONU, Resolución A/54/4, del 6 de octubre de 1999. En vigor desde el 22 de
diciembre de 2000.
65
Convenio N° 111, adoptado por la Conferencia General de la OIT, en su cuadragésimo segundo período de
sesiones, con fecha 25 de junio de 1958. En vigor desde el 15 de junio de 1960.
66
Adoptada por la Conferencia General de la UNESCO el 14 de diciembre de 1960. En
vigor desde el 22 de mayo de 1962.
67
Convenio sobre igualdad de remuneración, adoptado por la Conferencia General de la OIT el 29 de junio de
1951.
Los Estados Partes se comprometen a someter al Secretario General de las Naciones Unidas, para
que lo examine el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, un informe sobre
las medidas legislativas, judiciales, administrativas o de otra índole que hayan adoptado para hacer
efectivas las disposiciones de la Convención y sobre los progresos realizados. Dicho informe se debe
presentar en el plazo de un año a partir de la entrada en vigor de la Convención para el Estado de que
se trate, y en lo sucesivo por lo menos cada cuatro años y, además, cuando el Comité lo solicite. En
dichos informes se podrán indicar los factores y las dificultades que afecten al grado de cumplimiento
de las obligaciones impuestas por la Convención.
El Comité, por conducto del Consejo Económico y Social, informará anualmente a la Asamblea
General de las Naciones Unidas sobre sus actividades, y podrá hacer sugerencias y recomendaciones
de carácter general basadas en el examen de los informes y de los datos transmitidos por los Estados
partes. Estas sugerencias y recomendaciones de carácter general se incluirán en el informe del Comité
junto con las observaciones, si las hubiere, de los Estados partes.
Las comunicaciones se presentarán por escrito y no podrán ser anónimas. El Comité no examinará
una comunicación a menos que se haya cerciorado de que se han agotado todos los recursos de la
jurisdicción interna, salvo que la tramitación de esos recursos se prolongue injustificadamente, o no
sea probable que brinde por resultado un remedio efectivo. Además, el Comité declarará inadmisible
toda comunicación que: a) se refiera a una cuestión que ya ha sido examinada por el Comité, o que ya
ha sido o esté siendo examinada con arreglo a otro procedimiento de examen o arreglo
internacionales; b) sea incompatible con las disposiciones de la Convención; c) sea manifiestamente
infundada o esté insuficientemente sustanciada; d) constituya un abuso del derecho a presentar una
comunicación; y e) los hechos objeto de la comunicación hayan sucedido antes de la fecha de entrada
en vigor del Protocolo para el Estado Parte interesado, salvo que esos hechos continúen produciéndose
después de esa fecha.
A menos que el Comité considere que una comunicación es inadmisible sin remisión al Estado
parte interesado, y siempre que la persona o personas interesadas consientan en que se revele su
identidad a dicho Estado parte, el Comité pondrá en conocimiento del Estado, de forma confidencial,
toda comunicación que reciba con arreglo a este Protocolo.
El Estado denunciado tendrá un plazo de seis meses para presentar al Comité, por escrito,
explicaciones o declaraciones en las que se aclare la cuestión y se indiquen las medidas correctivas
que hubiere adoptado.
El Comité examinará las comunicaciones que reciba en virtud del Protocolo a la luz de toda la
información puesta a su disposición por personas o grupos de personas, o en su nombre, y por el
Estado interesado. Toda esa información deberá ser transmitida a las partes interesadas.
El Comité examinará en sesiones privadas las comunicaciones que reciba. Tras examinar una
comunicación, el Comité hará llegar sus opiniones sobre la misma, conjuntamente con sus
recomendaciones, si las hubiere, a las partes interesadas. El Estado Parte dará la debida consideración
a las opiniones del Comité, así como a sus recomendaciones, si las hubiere, y enviará al Comité, en un
plazo de seis meses, una respuesta por escrito, especialmente información sobre toda medida que se
hubiera adoptado en función de las opiniones y recomendaciones del Comité. El Comité podrá invitar
al Estado a presentar más información sobre cualesquiera medidas que aquel hubiera adoptado en
respuesta a las opiniones o recomendaciones del Comité, si las hubiere.
Si el Comité recibe información fidedigna que revele violaciones graves o sistemáticas por un
Estado parte de los derechos enunciados en la Convención, el Comité invitará a ese Estado a colaborar
en el examen de la información y, a esos efectos, a presentar observaciones sobre dicha información.
Tomando en consideración las observaciones que haya presentado el Estado interesado, así como toda
información fidedigna que esté a disposición suya, el Comité podrá encargar a uno o más de sus
miembros que realice una investigación y presente con carácter urgente un informe al Comité; cuando
se justifique y con el consentimiento del Estado, la investigación podrá incluir una visita a su
territorio. Tras examinar las conclusiones de la investigación, el Comité las transmitirá al Estado parte
interesado junto con las observaciones y recomendaciones que estime oportunas. En un plazo de seis
meses después de recibir los resultados de la investigación y las observaciones y recomendaciones que
le transmita el Comité, el Estado interesado presentará sus propias observaciones al Comité. La
investigación será de carácter confidencial y en todas sus etapas se solicitará la colaboración del
Estado parte. El Comité podrá invitar al Estado interesado a que incluya en el informe que ha de
presentar con arreglo a las disposiciones de la Convención pormenores sobre cualesquiera medidas
que hubiere adoptado en respuesta a una investigación efectuada de oficio por el Comité. Transcurrido
el período de seis meses después de recibir los resultados de la investigación, el Comité podrá, si es
necesario, invitar al Estado interesado a que le informe sobre cualquier medida adoptada como
resultado de la investigación.
Desde un primer momento, los refugiados han recibido la atención especial de la ONU, que en
1951 aprobó una Convención sobre el Estatuto de los Refugiados.71 El propósito de esta Convención
ha sido, por una parte, codificar los acuerdos internacionales anteriores referentes al estatuto de los
refugiados y, por la otra, resolver el problema de quienes, como consecuencia de la Segunda Guerra
Mundial, se habían visto desplazados de sus hogares y se encontraban fuera del país de su
nacionalidad.
La Convención define como „refugiado‟ a toda persona que a) haya sido considerada como
refugiada en virtud de los arreglos del 12 de mayo de 1926 y del 30 de junio de 1928, o de las
Convenciones del 28 de octubre de 1933 y del 10 de febrero de 1938, del Protocolo del 14 de
septiembre de 1939, o de la Constitución de la Organización Internacional de Refugiados; o b) que
como resultado de acontecimientos ocurridos antes del 1 de enero de 1951, y debido a fundados
temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado
grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa
de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que careciendo de nacionalidad y
hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia
habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él.
La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados intenta asegurar a estos el ejercicio más amplio
posible de los derechos y libertades fundamentales, y señala las medidas que pueden adoptar los
Estados partes para evitar que éste se convierta en un problema demasiado oneroso para algunos
Estados, y para impedir que se convierta en una causa de tensiones o de conflictos entre Estados.
68
Proclamada por la Asamblea General de la ONU el 11 de diciembre de 1969, mediante la resolución 2542 (XXIV).
69
Proclamada por la Asamblea General de la ONU el 20 de diciembre de 1971, mediante la resolución 2856 (XXVI).
70
Proclamada por la Asamblea General de la ONU el 9 de diciembre de 1975, mediante la resolución 3447 (XXX).
71
Adoptada el 28 de julio de 1951, por una Conferencia de Plenipotenciarios convocada por la Asamblea General de la ONU, para
examinar el estatuto de los refugiados y de los apátridas. En vigor desde el 22 de Abril de 1954.
Según este documento, los desplazamientos son consecuencia habitual de experiencias traumáticas
de conflictos violentos, violaciones manifiestas de los derechos humanos y causas similares en las que
la discriminación tiene un papel significativo, generan casi siempre condiciones de sufrimiento y
penalidad para las poblaciones afectadas; provocan la ruptura familiar, cortan los lazos sociales y
culturales, ponen término a relaciones de empleo sólidas, perturban las oportunidades educativas,
niegan el acceso a necesidades vitales como la alimentación, la vivienda y la medicina, y exponen a
personas inocentes a actos de violencia en forma de ataques a los campamentos, desapariciones y
violaciones. Por lo tanto, estos principios rectores proponen un marco normativo e institucional
adecuado para la protección y asistencia de los desplazados internos.
72
Aprobado por la Asamblea General de la ONU mediante resolución 2198 (XXI), del 16 de diciembre de
1966. En vigor desde el 4 de octubre de 1967.
73
Adoptado por la Asamblea General de la ONU, el 14 de diciembre de 1950, mediante su resolución 428 (V).
74
Cfr. E/CN.4/1998/53/Add.2, de 11 de febrero de 1998.
75
Resolución del Consejo Económico y Social N° 663 C (XXIV), del 31 de julio de 1957, y Resolución del ECOSOC N° 2076 (LXII),
del 13 de mayo de 1977.
Sin perjuicio de las instancias previstas en tratados de derechos humanos, en el contexto de las
atribuciones que le confiere la Carta, los órganos de Naciones Unidas han diseñado diversos
procedimientos para promover –y eventualmente proteger- los derechos humanos. En general, estos
procedimientos han sido designados como „procedimientos no convencionales‟, o „extra
convencionales‟, y su creación no es el producto de un plan preestablecido, sino que responde a
circunstancias coyunturales y a la necesidad de los mismos en áreas específicas
A partir de 1970, con la adopción de la resolución 1503,78 también del Consejo Económico y
Social, se estableció un procedimiento confidencial y permanente para el examen de las quejas
individuales sobre violaciones de derechos humanos. Un Grupo de Trabajo de la Subcomisión
examina la lista confidencial de las comunicaciones recibidas y selecciona los casos que considere
constituyen pruebas fehacientes de un cuadro persistente de violaciones manifiestas de los derechos
humanos; es decir, de situaciones que afecten a un grupo numeroso de personas, durante largo tiempo,
en un país determinado.
76
Resolución del ECOSOC 728 F (XXVIII), del 30 de julio de 1959.
77
Resolución del ECOSOC 1235 (XLII), del 6 de junio de 1967.
78
Resolución del ECOSOC 1503 (XLVIII), del 27 de mayo de 1970.
Desde 1967, a partir de las competencias generales que la Carta de la ONU le confiere a sus
órganos con el objeto de promover el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales de
todos, la hoy desaparecida Comisión de Derechos Humanos desarrolló una serie de procedimientos, de
carácter geográfico o temático, y creó un conjunto de órganos especiales, con diversa denominación,
para investigar situaciones de violaciones graves, masivas y flagrantes de los derechos humanos. Este
sistema, que paulatinamente ha ido asumiendo funciones de protección, permite a las víctimas
disponer de un procedimiento a través del cual se puedan canalizar sus denuncias de violación de
derechos humanos. Estos procedimientos son de carácter público, y pueden estar diseñados para
examinar la situación de los derechos humanos en un país o región, o pueden ocuparse de temas
específicos, tales como las desapariciones forzadas, las ejecuciones sumarias, las detenciones
arbitrarias, etc. En la medida en que se trata de procedimientos extra convencionales, ellos realizan
una labor eminentemente humanitaria, por lo que no están sujetos al consentimiento de los Estados ni
requieren el agotamiento previo de los recursos de la jurisdicción interna. Sin embargo, desde 1990,
los grupos de trabajo y los relatores temáticos han invocado sistemáticamente las normas
internacionales relativas al objeto de su mandato.
En el desarrollo de estos procedimientos públicos especiales, uno de los pasos más trascendentales
se produjo en 1980, con la creación del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o
Involuntarias, con el que la hoy desaparecida Comisión de Derechos Humanos pasó a hacerse cargo de
las denuncias de particulares sobre este tipo de situaciones y, en el ejercicio de su mandato, comenzó a
pedir cuentas a los Estados y, con el consentimiento de estos, comenzó a realizar visitas a los Estados.
Adicionalmente, se han designado numerosos relatores especiales, que están facultados para utilizar
todos los recursos disponibles, incluyendo las comunicaciones de particulares, los datos
proporcionados por organizaciones no gubernamentales, e incluso la información de prensa, para
preparar sus informes. Su labor de investigación se lleva a cabo fundamentalmente sobre el terreno,
dialogando tanto con las autoridades de los Estados como con las presuntas víctimas y, dentro de lo
posible, reuniendo pruebas en el mismo lugar de los hechos.
Los informes de los grupos de trabajo y de los relatores especiales revisten especial interés para el
trabajo de los órganos convencionales de protección de los derechos humanos.
Entre estos procedimientos especiales sobresalen los de carácter geográfico, que están diseñados
para examinar la situación de los derechos humanos en un país o en una región particular.
En 1967, con la adopción de la resolución 1235, el ECOSOC sentó las bases para la creación de
los primeros órganos especiales de investigación de situaciones de violaciones graves, masivas y
flagrantes de los derechos humanos, prestando especial atención a la discriminación racial en la
antigua Rodhesia (actual Zimbabwe), la política de apartheid en Sudáfrica, y los territorios ocupados
por Israel. Pero es en 1975, con la creación por la Comisión de Derechos Humanos de un Grupo de
Trabajo ad hoc encargado de investigar la situación de los derechos humanos en Chile, luego del
golpe de Estado de Pinochet, que por primera vez se establece un órgano encargado de examinar la
situación global de los derechos humanos en un país. Posteriormente, entre los procedimientos más
emblemáticos establecidos por la Comisión de Derechos Humanos, debe mencionarse el
Representante especial del Secretario General de la ONU para examinar la situación de los derechos
En cuanto a los relatores especiales, la labor de estos abarca cuestiones relacionadas con las
ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias; la tortura; la independencia e imparcialidad del
poder judicial; los jurados y asesores y la independencia de los abogados; la intolerancia religiosa; el
empleo de mercenarios; la libertad de opinión y expresión; el racismo, la discriminación racial y la
xenofobia, la venta de niños, la prostitución y la pornografía infantiles; la eliminación de la violencia
contra la mujer, y las consecuencias de los productos tóxicos y peligrosos para el disfrute de los
derechos humanos.
Desde el punto de vista normativo, el sistema universal de protección de los derechos humanos es
el más elaborado y el más sofisticado. Muchas de sus soluciones son más políticas que jurídicas. Sin
embargo, tanto en el sistema convencional como en el extra convencional se han diseñado novedosas
soluciones para promover y proteger los derechos humanos de la manera más efectiva posible. En
algunos casos, con justa razón, puede decirse que sus instrumentos son sólo un punto de partida y no
una respuesta definitiva a las numerosas violaciones de derechos humanos; sin embargo, esos
instrumentos también han servido de inspiración para encontrar, en el derecho interno de cada Estado,
soluciones más apropiadas.