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© 1ra Edición Tivisay Guerrero, 2012

Diseño de Portada
Mariangel Méndez

Fotografías
Mariangel Méndez

Diseño Gráfico y Diagramación


Lic. Enrique Tineo

Portadillas e Ilustración
Tivisay Guerrero

Depósito Legal: LF07420121502014


ISBN: 978-980-12-6115-5
Impreso en Venezuela en el mes de Octubre 2012

Contactos
www.Tivisayguerrero.com
Facebook: Tivisay Guerrero Familia Interna

Se prohíbe la reproducción total o parcial en cualquiera de sus formas,


del contenido de este ejemplar, sin el consentimiento previo del autor,
incluyendo las siluetas, ilustraciones e imágenes.
Table of Contents
Title Page
Dedicatoria
Prólogo
Agradecimientos
Introducción
Capítulo I Familia Interna
Capítulo II Lugar que Ocupas
Capítulo III Programa Raíz
Capítulo IV Conductas Obligadas
Capítulo V Primeros Amores y Raices de Amor
Capítulo VI Los Contratos Ocultos
Capítulo VII Técnica
Capítulo VIII Lealtad Familiar
Capítulo IX Reprogramación
Capítulo X Algunas distribuciones con las siluetas y sus análisis
Bibliografía
DEDICATORIA
A quienes deseen reprogramar sus vidas
y disolver sus contratos, para vivir en la libertad de su ser.
PRÓLOGO

A partir de 1999 Venezuela se reconoce constitucionalmente como nación pluricultural


y multiétnica. Esto ha significado repensar los componentes de su realidad social y
cultural dejando, para sorpresa cotidiana, evidencias de una multiplicidad étnica y
variedad social que estaba presente desde siempre pero que permanecía oculta tras los
estándares y convenciones de la ley y de la visión hegemónica de su deber ser.
Desde finales del siglo XX y a lo largo de las primeras dos décadas del siglo XXI, los
venezolanos hemos develado este caleidoscopio de nuestra venezolanidad a través de
los estudios sobre identidad de psicólogos como José Miguel Salazar, Maritza Montero
o María del Pilar Quintero, que sentaron muchas de las bases de una psicología social
no sólo venezolana sino latinoamericana de la que somos agradecidos herederos tanto
psicólogos como antropólogos de estas tierras.
Una de las certezas actuales es que la familia en Venezuela es igualmente pluricultural y
multiétnica, que responde tanto al modelo nuclear occidental como al modelo extendido
de las sociedades mestizas latinoamericanas. De igual forma, los antropólogos sabemos
de las distintas psicologías; por ello recordamos que Jean-Paul Sartre recomendó que
para contar con una verdadera psicología hay que hacer una certera antropología. Así,
adaptar las terapias a las características y contingencias venezolanas, incluso las
regionales, es un paso correcto hacia esa mejor psicología propuesta por Sartre en su
Psicología de las emociones.
El presente libro de la psicóloga clínica Tivisay Guerrero no es un estudio sobre la
familia sino un aporte necesario para comprender los perfiles del comportamiento
psicológico de sus miembros en la actual sociedad venezolana dentro de su diversidad
y como marco terapéutico para restablecer el equilibrio cósmico de los pacientes en
consulta clínica, apoyado en más de 18 años de experiencia terapéutica.
Es imprescindible recordar que el modelo de familia heredado por el código civil
venezolano es el modelo de parentesco común a los pueblos occidentales, latinos,
cristianos, conocido en la antropología como sistema de parentesco esquimal. Sin
embargo, nuestra propia diversidad cultural nos recuerda que somos un híbrido de
sistemas de parentesco, que los modelos occidentales de roles parentales no son rígida
norma para la familia venezolana sino que ésta es el resultado de dinámicas históricas,
económicas y culturales distintas aún entre regiones dentro del país. Por ello, el modelo
terapéutico de la familia interna reduce estos roles a su expresión más sencilla con el
fin de hacerlos operacionales ante tal variedad.
En su modelo de la familia interna, Tivisay Guerrero recurre a instrumentos
terapéuticos sencillos pero profundos, consistentes en cuatro siluetas que representan a
los miembros básicos de una familia nuclear y sus relaciones, siluetas estas que abren
un camino al afloramiento de pensamientos íntimos e inconscientes de quienes acuden a
su consulta en busca de ayuda psicológica de diversa índole.
Por supuesto, sabemos que la familia nuclear es un modelo económico más que un
modelo de parentela y que nace junto a la revolución industrial y se extiende como
mecanismo de traslado del obrero especializado sin generar impacto emocional por
desarraigo de su familia conyugal; así como también sabemos que las representaciones
del padre, y de la madre van siempre más allá que el de simples progenitores. En este
sentido, vale recordar que el modelo de familia interna como programa inconsciente
de relaciones interpersonales en la vida adulta es una metáfora operacional.
De igual manera, las metáforas del cuerpo son metáforas que pertenecen a circuitos de
significación históricos. Una metáfora tecnológica y telemática del cerebro, de la
conducta y del cuerpo social es pertinente como argumentación por analogía en este
mundo que hoy se rige bajo el dominio tecnológico. Dentro del modelo de familia
interna esta investigadora emocional, acuña lo que ella llama los programas raíz que
han de acompañar a hombres y mujeres en la vida adulta, de manera que la terapia que
propone busca la reprogramación psicológica y emocional de sus pacientes.
El listado de programas raíz de Tivisay Guerrero puede ser, sin duda, ampliado por las
experiencias terapéuticas de otros profesionales de la psicología clínica, sin embargo,
esta lista es el resultado de la observación y el registro de conductas de sus pacientes a
lo largo de un prolongado ejercicio profesional con pacientes emocionales.
Una de las innovaciones de este modelo terapéutico son los contratos ocultos, huellas
emocionales de las relaciones familiares que arrastramos desde la infancia hasta la
vida adulta y que tienen una importante y trascendente influencia en nuestra relación con
otros roles en el entorno, bien sean familiares, afectivos, sociales, laborales, entre
otros.
Se reconoce entonces en este trabajo el inicio de una línea de investigación para una
psicología clínica, que al igual que nuestra cultura, será el resultado de un conjunto de
teorías heterotópicas que incluyan las propias experiencias del contorno profesional,
emocional y social venezolano. Quedan pues invitados a descubrir en su lectura, los
contratos ocultos y los programas raíz que cada lector evidenciará a lo largo de sus
capítulos.

Manuel Cabrera Alcalá


Antropólogo Etnohistoriador
La Hechicera, mayo de 2012
AGRADECIMIENTOS

Agradezco infinitamente al Padre por darme esta herramienta terapéutica y


permitirme con ella ser instrumento de sanación y ayuda para quienes acuden a mí
en busca de orientación.
Al Maestro Kaff, por animarme a transmitir esta técnica tan valiosa y apoyarme en la
comprensión de la misma.
A Coromoto Pulido, quien de manera incondicional se prestó como apoyo, oído y
asesora para plasmar en este libro la información recibida.
A mis pacientes y amigos, quienes con sus historias de vida me permitieron
profundizar, corroborar, apropiarme y enamorarme de la información que recibía a
diario a través de ellos.
A mis amigos y hermanos de viaje, por su paciencia al escucharme hablar
constantemente sobre la técnica y el libro… ¡Gracias por su apoyo!
A Raiza Andrade, Mariangel Mendez, Hazel Flores, Elizabeth Briceño, Manuel
Cabrera (Mañe), Jhorima Vielma y Dolores Barillas por su apoyo, sabios aportes,
impulso y orientaciones técnicas.
Especialmente agradezco a mi familia quienes con amor, paciencia y de manera
incondicional siguen mis pasos y me impulsan a seguir adelante... ¡Gracias por
caminar a mi lado!
INTRODUCCIÓN

La técnica que les presento a continuación, denominada Familia Interna, es el


resultado de una serie de estudios que he venido realizando durante los últimos años de
ejercicio en la práctica clínica, con quienes asistieron a mis consultas psicológicas
buscando orientación para resolver sus situaciones personales. Dicho estudio se inicia
cuando comienzo a observar en los pacientes patrones de conductas que se repetían una
y otra vez en sus vidas y de manera inconsciente, como por ejemplo: la escogencia de
parejas con características similares, amigos o socios parecidos; discusiones
repetitivas con jefes diferentes; estilos particulares de manejar las finanzas; situaciones
de estafa que se repiten en la familia; enfermedades características en el núcleo
familiar; relaciones con padres, hermanos, dinero; identificación con alguno de los
padres, entre muchas otras maneras de relacionarse.
Ante estas formas de relación, y notando la recurrencia con la que las personas
mostraban sus conflictos, así como los estilos propios de enfrentarlos, manifestando por
lo general la misma queja o situación, decido explorar dichos aspectos, remontando a
los pacientes a sus primeros años de vida, profundizando en las primeras relaciones
afectivas, y estudiando la dinámica familiar que se manejaba en ese entonces, en
particular revisando la imagen que traían de sus padres desde la infancia.
Con esta exploración, empiezo a notar que al llevarlos a recordar situaciones de su
infancia o adolescencia, era posible encontrar similitudes de su pasado y su
comportamiento actual, y al aceptarlas podían visualizar las razones por las que
repetían dichos conflictos. En este sentido, lo que más resaltaba era el “lugar” que
habían ocupado de niños en su núcleo familiar, llevándolos a representar determinado
rol, y la manera cómo, de una u otra forma, sus padres habían marcado sus vidas. Luego
de explorar con muchos pacientes dichos aspectos, tomo la decisión de profundizar más
en ellos, y con los resultados encontrados le doy estructura a la técnica, en la que se
engloban diferentes conceptos teóricos que me permiten fundamentarla.
Para estructurar la técnica, me baso en algunos aspectos sencillos del Psicoanálisis, de
las Constelaciones Familiares (como terapia alternativa), de la Bioquímica y de la
Informática, los cuales se fusionan en algunos conceptos que permiten darle una base
teórica a los resultados encontrados y aun cuando los enuncie en el texto, solo me
limitaré a detallar y desarrollar los que presento como aporte, por resultar novedosos
para el lector. A continuación señalaré dichos aspectos:
Del Psicoanálisis, tomo: los conceptos de la conciencia y el inconsciente, según
Sigmund Freud (1981); la importancia de las primeras relaciones objetales (aquí
expresados como Primeros Amores y desarrollados en el capítulo V), la exploración de
la dinámica familiar en los primeros años de vida (aquí conceptualizado y desarrollado
como Programa Raíz en el capítulo III); la asociación de situaciones con determinadas
imágenes, para que lo inconsciente se haga consciente y llevar a través de la palabra
representaciones que simbolicen situaciones factibles de hacerse conscientes (Lopera,
2002); lo que en esta técnica se desarrolla como Reprogramación en el capítulo IX.
Así mismo, se incorporan como elementos importantes, la identificación del sujeto con
otras personas que le resulten significativas y de quienes puede tomar determinadas
características para hacerlas propias, como parte de su personalidad, y por último y no
menos importante, se trabaja con la compulsión a la repetición, donde la persona puede
repetir durante su adultez experiencias reprimidas anteriormente.
De las Constelaciones Familiares, desarrollada por Bert Hellinger, se toma la
importancia de buscar el orden familiar, delimitado en esta técnica solo a los padres, el
paciente y sus hermanos; honrar a los padres, con lo cual, según este autor (2011),
asentimos a las oportunidades y limitaciones de nuestro propio destino, así como al
padre y a la madre como modo de conciliación con nosotros mismos. También se
trabaja con la imagen interior que tiene el paciente sobre su historia de vida, aquí
desarrollada como aporte y definida como Familia Interna en el capítulo I y
circunscrita sólo al núcleo familiar (padre, madre, hermanos y paciente), por lo que no
se exploran los ancestros, abortos, inmigraciones, número de hermanos, entre otros,
incluidos en las constelaciones familiares.
En esta técnica, se trabaja también el lugar que ocupa el paciente, el cual se describe
en el capítulo II. En constelaciones, este aspecto está más referido al lugar que ocupa la
persona en relación con la cantidad de hermanos nacidos o no, y la identificación que
esto trae con conflictos no resueltos con sus ancestros; también hace referencia al orden
jerárquico dentro del sistema familiar. En la Familia Interna, el lugar que ocupa la
persona está referido a su niñez o adolescencia, durante la cual interpretó un mundo de
emociones que quedaron fuertemente grabadas en su inconsciente y que no fueron
resueltas de la mejor manera en su momento, y que ahora reproduce en su actuar diario
al momento de interrelacionarse con su entorno, como la representación de un rol, a
través de posiciones emocionales que lo llevan a comportarse como el excluido,
conflictivo, autoritario, con poca valoración de sí mismo, entre muchas otras.
También se toman en cuenta, como parte de la clínica, patrones recurrentes dentro de la
familia, como la soltería, enfermedades específicas, profesiones o actividades
laborales similares, accidentes, entre otros, como patrón adquirido de la memoria
familiar y/o la identificación con el otro. La Lealtad familiar es otro aspecto que se
desarrolla en el capítulo VIII, inspirado en las Constelaciones Familiares.
De la Bioquímica, extraje la propuesta del Dr. Joe Dispenza (Bioquímico y
Neurofisiólogo), quien trabaja sobre la efectividad de ejercitar nuestras acciones,
conductas y pensamientos, con la finalidad de lograr nuevas conexiones neuronales y
debilitar otras. De aquí que se resalte la importancia de practicar lo que denomino las
Conductas Obligadas (otro aporte de esta técnica, expuesto en el capítulo IV), así
como las visualizaciones y afirmaciones positivas para lograr los cambios.
Por otra parte, incorporo algunos términos extraídos de la informática, en cuya
disciplina me formé a nivel de postgrado y ejercí como docente universitaria. De esta
adopté parte de la terminología por considerar que ayuda a explicar, de manera rápida,
algunos conceptos desarrollados como: Programa raíz y Reprogramación, aun cuando
este último se derive o se explique desde otras disciplinas como las antes mencionadas,
la Programación Neurolinguística o por otros autores como Louise L. Hay.
Además de desarrollar y adaptar los conceptos antes señalados y engranarlos como un
continuo de sucesos que pudieran explicar las razones por las que las personas se
relacionan de determinadas maneras, aporto un nuevo aspecto como lo son los
Contratos Ocultos (capítulo VI), con los cuales describo cómo las personas hacen
contratos consigo mismos en algún momento de su vida, cuando ocuparon determinado
lugar en su entorno familiar de infancia o adolescencia, y que luego llevan al
inconsciente, para ejecutarlos en su adultez como modo de realización de sus promesas.
Así mismo, como aporte, propongo un dispositivo terapéutico (en el capítulo VII)
basado en el diseño de una silueta de madera con variedad de colores, la cual
representa a una persona, sin distingo de rasgos masculinos o femeninos, en donde se
eligen cuatro de ellas para que el paciente las distribuya según lo considere pertinente y
con lo que nos dará una imagen susceptible de análisis sobre la manera en que tiene
representada inconscientemente su familia interna. Esta imagen arroja elementos para
reflejarle, de manera gráfica, lo que ya ha venido exponiendo en la clínica y que no
había hecho consciente.
También presento como aporte la dinámica terapéutica (capítulo VII) que se hace
luego de que la persona haya graficado su familia interna con la distribución de las
siluetas, en donde se le pide información sobre los sentimientos que le generaron sus
figuras paternas principalmente. Lo sorprendente de esta técnica es la similitud que
guarda la distribución o imagen dada, con el reporte de los pacientes, quienes suelen
alegar que ciertamente sus vidas son tal cual la están representando a través de la
imagen que dan. Esta marcada correlación entre la imagen y las conductas manifestadas
por ellos, llevan a proponer patrones de respuestas que facilita el abordaje terapéutico
a quienes deseen incursionar en esta técnica.
Las imágenes que dan las personas con las siluetas nos permiten traerlas al presente, y
mostrarles cómo han venido repitiendo sus patrones conductuales; por lo que se busca
que hagan una reprogramación mental y consciente de lo aprendido en su sistema
familiar y puedan con esto iniciar los cambios de su comportamiento actual, esta vez
desde la conciencia de sus propios actos y deseos.
Es importante resaltar que esta técnica no es un test proyectivo, ya que no hay patrones
estandarizados, aun cuando se hayan hecho reiterados estudios que coinciden con la
distribución de las siluetas y las características del paciente. En lo particular considero
que este es sólo el comienzo de una técnica que hay que seguir profundizando con el
tiempo y la práctica, en la que tiene un gran peso la interpretación del terapeuta, así
como su habilidad para discernir el por qué de las posiciones de las diferentes siluetas
y poderlas asociar con el discurso que los pacientes dan durante las sesiones clínicas.
Por otra parte, en las sesiones clínicas no se pretende describir a las personas con la
sola distribución de las siluetas, lo que se busca es brindarles elementos gráficos con
los que logren visualizar lo que ya han venido reportando en las entrevistas, y puedan
apoyarse en ellos para la resolución de sus maneras de relacionarse. Esta es una forma
de graficar la familia de origen para ser visualizada por ellos mismos, con lo cual se
permiten recordar el lugar que han venido ocupando (rol ejercido) y entender el por qué
repiten comportamientos y formas inconscientes al relacionarse.
Finalmente, quiero expresar que para generar los cambios hoy en día, es necesario
reconceptualizar la manera de hacerlo, ya que nuestros tiempos exigen otras formas de
abordaje, quizás formas más prácticas y sencillas, donde las técnicas o herramientas se
amolden al ritmo de aceleración en el que vivimos y no permitan que la persona se
adormezca en el tiempo. Donde ésta pueda reformular sus acciones y sienta que tiene
nuevas formas de hacerlo, se descubra a sí misma con prontitud y pueda ejercer
cambios decisivos en su día a día, desde la plena conciencia de sus actos.
Es por esto que luego de un tiempo de estudio de casos, registros, adaptaciones,
intervenciones terapéuticas, comparaciones entre los diferentes resultados y
conclusiones con los pacientes, decido compartir dicha técnica con todos aquellos
psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas y quienes de una u otra forma quieran generar
cambios significativos en sus vidas y en la de otros, por considerar que lo que hace
relevante esta herramienta es la eficacia, rapidez y sencillez de sus logros.
Entrego este libro con la convicción de que el mayor trabajo de cada uno de nosotros es
volcarnos hacia nosotros mismos, es tomar conciencia de nuestra dinámica y entender
que la pieza fundamental de esta historia no es otro sino “Yo”, aun cuando estemos
rodeados de familia, amigos, conocidos, sociedad; nosotros somos quienes le damos
sentido a nuestra vida, por lo que en nuestra actualidad, en la realidad de vida, lo más
importante que hay somos nosotros mismos, así que es a nosotros a quien corresponde
resolver nuestra propia historia de vida… Espero entonces este resulte un material que
los impulse en dicha resolución.
Capítulo I
FAMILIA INTERNA

¿Cómo están dispuestos los integrantes de nuestra familia en el


inconsciente?
¿Dónde estamos ubicados nosotros en todo esto?

Durante el desarrollo de este texto, quiero comunicarles el trabajo que he venido


realizando en los últimos años de mi ejercicio en la práctica clínica; tiempo en el cual
he podido constatar, con una gran variedad de pacientes, que todos traemos un esquema
inconsciente de nuestra familia nuclear y que éste mismo lo llevamos luego, sin darnos
cuenta, en nuestro actuar ante la vida y en los diferentes ámbitos en los cuales nos
desenvolvemos. En las reiteradas prácticas observé coincidencias significativas entre
los resultados y el reporte de quienes participaron en éste estudio cualitativo. Quiero
entonces describirles, de la manera más sencilla posible, como llegué a estas
conclusiones, y cuáles son los aportes de esta técnica a la que denomino Familia
Interna.
Como clínicos, sabemos que el esquema de familia que trae la persona es un factor
importante para tener en cuenta durante el proceso terapéutico y la resolución de sus
conflictos; sin embargo, este va más allá de la descripción racional que podamos hacer
del núcleo familiar. En esta técnica se toma en cuenta el esquema de familia constituida
por los padres biológicos, el paciente y sus hermanos; independientemente de que la
persona haya sido criada por padres sustitutos u otros familiares. Aquí el gran
significado lo llevan los padres biológicos y la historia que los pacientes hayan vivido
con ellos, claro está, si tienen conciencia de éstos, es decir, pueden ser adoptados y no
saber de la historia de sus padres biológicos, ni siquiera de su existencia, entonces en
estos casos se trabaja con la imagen de los padres que tuvieron (adoptivos).
Basándome en esto, inicio la descripción de la propuesta y sus resultados, con la
intención de que pueda ser material de estudio por parte de otros especialistas en la
práctica clínica y podamos en conjunto profundizar en dicha herramienta.
Para comenzar, me baso en que todos venimos de un núcleo conformado por un padre y
una madre y que dichos padres pudieron o no estar junto a nosotros durante la infancia,
por lo que está la posibilidad de haber crecido o no con ellos. En ambos casos, si
tomamos las experiencias vividas y sabemos de su existencia, siempre tendremos esas
dos figuras representadas mentalmente. Independientemente de que sean figuras que
estuvieron a nuestro lado o que nunca vimos, con quienes nunca compartimos, siempre
vamos a tener la imagen mental de lo que aquí denomino nuestra Familia Interna, en la
que estamos nosotros (Yo) y nuestra familia nuclear (padre, madre y hermanos si los
hay).
Quiero reiterar que si la persona ha sido adoptada y desconoce esta realidad, lo más
probable es que su familia interna se conforme en función de los padres adoptivos y si
tiene padres sustitutos y lo sabe, lo más probable es que internalice su familia con las
figuras paternas biológicas, quizás acompañada de un sentimiento de abandono. No
quiero con esto desmerecer los beneficios psicológicos que puedan generar los padres
sustitutos, sin embargo, en la práctica he observado la importancia que tiene para el
paciente el hecho de no haber crecido con quienes sabe son sus progenitores. Es por
esto que aquí me ocupa dicho aspecto.
Para ilustrar esto describiré el siguiente ejemplo:
Unos padres se unen y de ellos nace un niño; luego, el padre desaparece de sus
vidas y más tarde la madre abandona al niño. Aun cuando ambos padres estén
ausentes, este niño seguirá la historia de su vida. Es posible que alguien lo tome
para criarlo, y así sea batallando en la vida, él construirá su propia historia, con
vecinos, o abuelos, o tíos, o padres adoptivos, siempre habrá alguien ahí a su lado,
familiar o no acompañándolo. Y seguirá la historia de su vida con su propio
propósito y misión, tomando por supuesto como base, las experiencias iniciales con
sus figuras paternas.
En otro momento este niño abandonado por sus progenitores se encontrará con
alguien que le pregunte por su padre y quizás responda: “No lo conocí, no sé quién
es él”. ¿Y tu mamá? “No, yo no tengo mamá, porque me abandonó”
No lo conocí = lo desconozco, pero lo tengo
No tengo mamá = la estoy negando
Me abandonó = la tengo, pero no está
En este ejemplo, aun cuando el niño haya sido adoptado por otras personas, y
probablemente se refiera a ellos como su familia, al momento de precisarlo en relación
a sus padres, él hará referencia a estas personas como figuras paternas desconocidas,
pero que sin embargo están mentalmente representadas dentro de él. ¿Qué significa
esto? Que todos tenemos mentalmente la estructura de una familia. El problema es que,
por lo general, no tenemos claro cómo está conformada por tratarse de un aspecto
inconsciente, y se nos dificulta saber la disposición de los integrantes, incluyendo la
nuestra propia, en dicho esquema mental.
Uno de los aspectos de esta técnica denominada Familia Interna, es saber que tenemos
una familia en nuestra gráfica mental. También que podemos conocer cómo es dicha
representación con el fin de entender de qué manera traemos este esquema a nuestro
actuar diario. Con esta técnica se busca que la persona tome conciencia de sus patrones
mentales y conductuales, que logre ver la estrecha relación que guardan con sus
maneras inconscientes de relacionarse con quienes le rodean y a partir de esta
comprensión, pueda reprogramar de manera consciente, su sistema familiar,
construyendo nuevamente la esencia de imagen interna en un orden, independientemente
de lo que haya vivido o no con sus padres. Este orden familiar contempla al padre, a la
madre, a los hermanos y al paciente, denominado aquí “Yo”. Al integrar estas figuras de
manera consciente en su interioridad es posible que pueda actuar desde la libertad de
su misión ante la vida…. ¡Vivir desde el amor, orden, felicidad y facilidad que ésta nos
provee!
¿Por qué es necesario que la persona reprograme el sistema familiar que trae? Porque
sólo así podrá hacerse libre de patrones que no le corresponden, los cuales no ha
logrado entender por más que se lo propone, y pueda modificarlos de tal manera que le
resulten cómodos ante la vida. Sólo así tendrá la opción de actuar de manera diferente y
poder sentirse más satisfecho consigo mismo.
En este sentido, quizás resulte importante saber que somos responsables de nuestras
acciones y que no deberíamos atribuírselas a nadie más, ni siquiera a nuestros padres o
a quienes nos hayan criado, pues ellos también tienen su propia historia que vivir y
asumir. Al respecto Hellinger (2011), señala que el hijo sólo recibe la vida de sus
padres y lo que hagan éstos más adelante es su historia, no la del hijo.
Si nos detenemos un momento a pensar en la verdadera misión de los padres, quizás nos
resulte fuerte la conclusión, sin embargo, en realidad pudiéramos decir que sólo tienen
una ¡darnos la vida! Ellos son el puente para que lleguemos a este mundo y en lo
particular, es la mujer quien tiene el poder de la vida, pues es ella quien decide si da o
no curso al embarazo, y luego si se queda o no con el hijo que trajo al mundo, o si lo
cede en adopción. Como dice Hellinger (2011), esa sería su historia, la del hijo es
diferente. Otro aspecto es la responsabilidad que implica traer un hijo al mundo… sin
embargo aquí solo se hará referencia a la historia de vida que cursa cada uno de estos
integrantes.
La misión del hijo al nacer es seguir con su propia historia, teniendo o no conciencia de
ésta, llevándola de manera fácil o difícil, siendo buena o mala, su misión es ¡seguir
adelante! Puede que haya crecido al lado de sus padres y que sus experiencias con ellos
hayan sido poco gratificantes, o muy gratas, y sin embargo, en ambos casos no tener
dichas figuras integradas de manera armónica en su inconsciente y en función de lo
internalizado, puede ir por la vida repitiendo un patrón o actuando de determinadas
maneras sin tener claro el por qué de muchas de sus acciones.
Cuando la persona grafica la familia interna, la cual trae de manera inconsciente, a
través de las herramientas que se le proveen con esta técnica (siluetas de madera), se
busca que reconozca el orden familiar que trae implícito, para luego colocar a ambos
padres en el lugar que les corresponde y ubicarse ellos y a sus hermanos en su debido
puesto, buscando así la gratificación y el sentimiento de estar bien consigo mismos.
Como lo dijo Hellinger (2011), si un hijo acepta y respeta a sus padres tal como son,
sin pretender otra cosa además de aceptarlos, se sentirá bien consigo mismo.
Identidad y Pertenencia
¿Y qué significa aceptar a nuestros padres? ¿Qué significa tomarlos en este caso?
Significa reconocer al padre y a la madre en su justo puesto, lo cual genera una
respuesta automática en el inconsciente, la persona enseguida se da cuenta que no está
sola, que tiene una familia: “¡tengo!”. Es en ese momento cuando se crea algo
sumamente importante, porque ahí es donde comienza la pertenencia “¡es mío!” “¡me
pertenece!” ¿Y eso qué genera? ¡Confianza y seguridad! Es en ese momento cuando el
paciente puede tomar el poder de su vida, cuando se adueña de ella, ya que reconoce
que existe y que tiene algo que le pertenece. Esto resulta muy intenso para quienes se
enfrentan a este proceso, más de lo que imaginamos, porque automáticamente el
paciente manifiesta un alivio ante la imagen que representa de su familia interna, con lo
cual pareciera haber resuelto algo en su interioridad.
En mis sesiones, suelo recomendarle a los pacientes, como ejercicio para afianzar la
pertenencia, que respiren de manera consciente y profunda y se digan: “Hoy recordé
que tengo un lugar en esta casa”, y así mismo hacerlo en cada espacio al que llegan:
“Hoy recordé que tengo un lugar en esta oficina, en esta ciudad, en este país, en este
continente, en este planeta, en este universo”. ¿Qué estamos haciendo con esto?
Propiciando la pertenencia de lugar. ¿Qué significa esto? Que sabemos que en cualquier
parte del mundo donde estemos hay un lugar para nosotros… ¡es lo primero que
tenemos que llenar!
Cuando vaya a su casa, al abrir la puerta, puede respirar profundamente y decirse:
(quienes están casados) “hoy recordé que tengo un lugar como esposo / esposa en este
espacio”. Y si tienen hijos, puede respirar profundo y decirse: “hoy recordé que tengo
un lugar como mamá / papá”. Y si están los amigos: “hoy recordé que tengo un lugar
como amigo(a); que tengo un lugar como compañera de trabajo” etc. Puede hacer dicho
ejercicio varios días hasta sentirse familiarizado con él. El hecho de respirar
profundamente ante cada afirmación nos lleva a poner en estado de alerta al cerebro
para recibir la información que le daremos, con lo cual la estaremos afianzando con
conciencia.
Cuando ya llenamos nuestros espacios, automáticamente entramos en un sentimiento de
seguridad y confianza. Porque estamos otra vez en las líneas de pertenencia, el siguiente
paso es sentirse más confiado ante las situaciones de vida que se presenten. Es por esto
que se invita al paciente a profundizar en los aspectos que implican su familia interna,
familiarizarse con ellos y poder así llenar sus vacíos.
Ahora pregúntese ¿Tengo llenos todos mis espacios? ¿Cuántos tengo vacíos? Y si ve
que algunos están vacíos, ¡comience entonces a llenarlos! Una vez que logra saber
cómo está su familia interna puede precisar otros aspectos, como por ejemplo, el lugar
que ha venido ocupando a lo largo de su vida y el Programa Raíz que grabó desde
temprana edad, entonces usted tendrá conciencia y claridad para deshacerse de lo que
no desea en su vida.
Una vez que la persona reconoce como está su familia interna (esto se explicará en
detalle en el Capítulo VII), es posible llevar esta comprensión a su actuar en el día a
día, y lo que más les sorprende, es darse cuenta de que sus vidas han resultado
similares a lo que representan de manera gráfica con las siluetas (herramientas de
trabajo) y al tomar conciencia de esto, en pocos instantes comienzan a entender el por
qué de tantos conflictos en ellos. De una manera más sencilla de lo que nos
imaginamos, una vez que las personas se hacen conscientes de esto pueden entender
cómo es su Programa Raíz y así darse cuenta cómo han llevado sus vidas. Lo que hay
que tener presente es que ésta es la que les da el orden y la estructura para su
proyección de vida.
Cuando se identifica dicho orden, es cuando se logra visualizar la posición que tiene
cada uno dentro de ella, así como el lugar que han venido ocupando en éste núcleo y su
identificación con algún miembro de la familia; ante lo cual es posible pedirle al
paciente que se tome un tiempo para redescubrir de qué manera imita o reproduce cada
acto o decisión en sus vidas, desde la óptica de la posición en la que ha estado
actuando. Con esto es posible que la persona logre el insight, lo que le permite orientar
el cambio en relación con lo que ha venido reportando. De aquí la importancia de
visualizar entonces el lugar que ocupamos en nuestra dinámica familiar y el Programa
Raíz que reproducimos en función de esto. A continuación veremos en el siguiente
capítulo, información en detalle sobre el lugar que ocupamos.
Capítulo II
LUGAR QUE OCUPAS

¿Por qué resulta importante tomar conciencia del lugar que ocupamos en nuestra
familia?
¿Qué sucede si no ocupamos el lugar que nos corresponde?

Hoy, cada uno de nosotros somos producto de un pasado. Gracias a ese pasado somos
la esencia que manifestamos como persona y tenemos la raíz conductual que nos
caracteriza. Siendo niños integramos y copiamos lo que vivimos en nuestro pequeño
mundo, que no es otro que nuestro hogar. Somos como una pizarra en blanco en la que
los seres que se responsabilizan de nosotros, comienzan a escribir parte de nuestra
historia y junto con ellos, el entorno en el que estamos inmersos. El problema está en
que, en la medida que vamos creciendo y desarrollándonos, también vamos olvidando
mucha de esa información raíz o de ese programa adquirido. Como consecuencia de
esto, siendo adultos, parte de ese comportamiento lo llevamos grabado en el
inconsciente y se nos dificulta cambiarlo si no entramos en conciencia de dicha raíz, ya
que el inconsciente siempre va a hacer todo lo posible por mantener el programa
adquirido.
Pudiéramos decir que, siendo niños, no tenemos la conciencia suficiente para entender,
como lo haría un adulto, todas las situaciones que se nos presentan, y muchos de
nuestros deseos de infancia jamás se ajustaron a la realidad vivida en el núcleo
familiar, por lo que se pudieron haber generado emociones que quedaron fuertemente
grabadas en el inconsciente. Basados en nuestra interpretación de las circunstancias,
empezamos desde pequeños a tomar posiciones ante éstas o resolverlas a nuestra
manera, como modo de protegernos de ellas. Mostramos así conductas para ser
aceptados y encontrar el espacio donde tener la libertad, por así decirlo, de interactuar
en ese medio donde nos desenvolvemos. Ocupamos entonces un lugar o posición en
nuestra familia como respuesta a esto.
Al ocupar un lugar, y probablemente uno que no nos corresponde, como por ejemplo: la
asesora de mamá, siendo una niña; el hombre de la casa, aunque sólo soy un niño; la
defensora de mamá ante los maltratos de papá; el compañero de mamá cada vez que se
ausenta papá; la mediadora entre mamá y papá; la mamá de mis hermanos, etc.,
comenzamos a construir el mundo de emociones que no resolvimos en su momento, y lo
dejamos guardado en el inconsciente para luego revivirlo en la adolescencia o adultez.
Es entonces en el hogar donde elegimos nuestro lugar, donde se forjan las conductas, se
toman diversas posiciones según sea el caso, y aprendemos a representar un rol: el de
víctima, perpetrador, dominante, salvador, conflictivo, rechazo a la figura masculina o
femenina, identificación con los padres, etc. Luego buscamos repetir la historia en la
adultez y vivir esas mismas emociones grabadas, representando ese rol, creando
circunstancias para vivir en función de lo mismo, ya que es lo único que conocemos.
Aquí cabria citar el señalamiento que hiciera Jung (1986: 76): Las potencialidades
futuras del yo dependen de su sombra presente.
En este sentido, con la técnica de la Familia Interna, se busca visualizar las emociones
grabadas en la infancia, a través de la disposición de las siluetas que dé el paciente.
Vemos entonces que las personas suelen presentar las posiciones del excluido, del
conflictivo, el de autoridad, el de la negación; estas son las cuatro posiciones más
frecuentes observadas en los casos estudiados, entre otras. Lo mismo sucede con
cualquier otro representante del núcleo familiar. Así podemos ver también qué lugar le
dan al padre y a la madre, si mantienen su lugar de autoridad o los anulan, y cómo están
los hermanos en dicha distribución gráfica. Claro está, esto varía de acuerdo a las
particularidades de cada quien. Veamos un ejemplo de esto:
Ejemplo:
Yin es Yang
Muchas veces pasamos nuestra existencia señalando a esas figuras principales en
nuestras vidas: papá y mamá ¡nuestros primeros amores! y basándonos en esto
generamos circunstancias que nos traen problemas. Si papá abandonó a mamá,
podemos generar un contrato inconsciente donde digamos “como papá no lo hizo
bien yo ocupo su lugar”, y no conforme con esto, podemos convertir
inconscientemente a mamá en nuestra compañera ¿Por qué? porque como papá no lo
hizo bien, lo desplazamos o sustituimos. Si este fuera nuestro caso, al representar la
familia interna con las siluetas, quizás lo hagamos de la siguiente manera,
colocando a papá debajo (Figura 1).

Para efectos didácticos, en este libro se le asignaran las iniciales P (Papá) – M (Mamá)
– H (Hermanos) – Y (Yo) a cada silueta, a fin de poder ubicar al terapeuta que se inicia
en esta técnica. Sin embargo, es importante resaltar que en la práctica clínica, las
siluetas sólo son diferenciadas con colores, en donde el rol del representante se lo
asigna el terapeuta sin que le notifique al paciente de éste.
Volviendo al ejemplo se tiene que, según lo observado en este estudio, cuando el padre
pierde el valor ante su hijo, en el caso de la mujer, por lo general lo ubica en la parte
inferior en su representación gráfica. Por otra parte, puede que busque parejas a
quienes mandar y dominar, ya que inconscientemente se puede decir “es que ellos (los
hombres) no pueden hacerlo bien, así que quien mejor que yo para hacerlo”. Con esta
posición se deja un vacío en el lugar de la pareja, y la persona comienza a generar un
desorden en su vida porque no puede haber un lugar para otra persona, ya que ella está
ocupando la cabeza de familia. Al tomar el mando en esta relación, puede colocar a su
pareja como hijo, y esta situación se convierte en una de esas donde las mujeres
constantemente están mandando y diciéndole a sus esposos que no saben hacer las
cosas.
En el caso del hombre ocurre igual. Cuando la madre pierde el valor ante el paciente,
éste ocupa su lugar, y la esposa se convierte en la hija, ya que todo lugar dominante que
se toma en la pareja, de padre o madre, lleva a transformar a las parejas en hijos
(inconscientemente). Veamos otro ejemplo:
Ejemplo:
¡Después que le entregué mi vida!
Una mujer se comporta como una madre con su marido, lo señala con frecuencia y
se queja de él diciendo: “es que mi marido es un quedado”, pero luego de la
revisión en detalle sobre el comportamiento de éste, resulta que él no es una
persona con poca iniciativa, solo que se vuelve cómodo porque toma el lugar de
hijo, por lo que le resulta fácil decirse (inconscientemente) “mamá lo resuelve todo,
entonces para que esforzarme, si ella lo va a resolver”. Lo que no tienen presente
las parejas es que el hijo crece y se va de casa. Lo más probable es que esto suceda
en este tipo de relación, y es cuando oímos la siguiente historia: “después que le
entregué mi vida, después que hice todo por él, ahora me abandona”.
Las parejas con estas características no se han hecho conscientes que se relacionan
como padres e hijos en lugar de pareja y que este estilo de relación no se mantiene por
siempre, el hijo(a) crece y dice: “gracias, ahora sí voy a buscar a alguien que ocupe el
lugar de esposa(o), tengo que irme”.
Si queremos transformar nuestras vidas, debemos cambiar nuestras raíces y tener
consciente el lugar que ocupamos ante los demás y en particular en nuestras familias.
Lo importante ahora es saber que el lugar que ocupamos en el núcleo familiar es el
mismo que hoy traemos con nosotros, y todas las reacciones y respuestas que
mostramos están condicionadas por esta identificación de infancia o adolescencia. Es
decir, dependiendo del lugar que decidamos ocupar en casa durante la infancia o
adolescencia, actuaremos con nuestro entorno y seres cercanos, repitiendo el mismo
patrón una y otra vez. Veamos esto con un caso:
Caso:
Se busca a un padre
Sara, de 29 años de edad, divorciada y sin hijos, acude a la consulta para revisar su
relación con quien fuera su esposo a fin de entender su participación en esta separación.
Durante el trabajo clínico se tiene que, siendo ella adolescente, su padre se va de la
casa. Comienza en ella en ese entonces, un Programa raíz de abandono con esta
vivencia. Luego en su adultez, guiada por su programa, ella reproduce este lugar de hija
abandonada y comienza así, de manera inconsciente, a buscar un padre, por lo que se
casa con un hombre a quien ve como éste. En esta relación, inconscientemente, ella deja
de ocupar el lugar de esposa y mujer, y comienza a ocupar el de hija (satisfaciendo así
su deseo inconsciente de tener un padre a su lado). ¿Qué sucedió luego en esta relación
padre - hija? Siendo esposa (hija), Sara comenzó a exigirle a su marido desde su lugar
de hija, depositando todo en él y esperando que “papá resolviera todas las situaciones”.
Como consecuencia de esto, su esposo se cansó de la relación y terminó dejando a “la
hija” para buscarse “una esposa”. Una vez que Sara entiende cómo su Programa Raíz
de abandono la hizo colocarse en el lugar de hija en esta relación, se inicia un trabajo
terapéutico orientado a Reprogramar su lugar, evitando así repetir nuevamente su
historia.
Al visualizar el lugar que ocupamos podemos entender el programa raíz que traemos
desde los primeros años de vida. La casa es nuestro primer mundo, es una sociedad, un
núcleo, ¡es todo!, y ocupamos algún lugar dentro de éste. Las experiencias vividas allí
son la base de lo que vamos a vivir fuera de dicho núcleo ya que es lo que dominamos,
es un programa inconsciente que repetimos fuera de casa, lo único que cambia son los
personajes, pero el programa es el mismo. Esto es tan sencillo que a veces nos cuesta
mucho verlo.
Según lo encontrado en la clínica, se tiene que:
- Si el conflicto del paciente fue con el padre del mismo sexo (madre e hija;
padre e hijo), presentará una imagen de mujer u hombre distorsionada en su
Programa Raíz.
- Si el conflicto fue con el padre del sexo opuesto (madre e hijo; padre e hija),
manifestarán sus conflictos principalmente con la pareja.

Orden familiar
Según lo explorado con los pacientes en relación al orden familiar, es posible señalar
que cada miembro debe ocupar su lugar porque, de no ser así, se inicia un proceso de
conflicto entre ellos. Apoyados en la propuesta de Hellinger (2001), es importante
mantener la jerarquía en la familia en función del inicio de la pertenencia a dicho
núcleo. Es por esto que en esta técnica se mantiene el orden de origen tomando en
cuenta la sucesión temporal, como lo propone dicho autor, sin embargo, en la Familia
Interna, este orden se circunscribe solo al núcleo familiar, como se ha venido señalando
desde el principio, representado por 4 miembros como lo son: el padre, la madre, el
paciente y los hermanos (simbolizados como una unidad). Así pues, se tiene entonces
que ambos padres deben ir arriba, por nacer primero y los hijos debajo de ellos, por
venir después. A diferencia de la propuesta de Hellinger, aquí no se toma como
relevante la posición hacia la derecha o la izquierda de sus integrantes, ni el orden
entre hermanos según su nacimiento.
Por otra parte, además de tomar en cuenta la posición de los integrantes, también hay
que revisar las relaciones objetales. Según De Paiva (2009), éstas no necesariamente
hacen referencia a una relación individuo – individuo. Esta autora señala que el objeto
puede ser además de una persona, una institución, situación, relación, entre otros. Dicho
aspecto resulta relevante para esta propuesta por lo que es tomado en cuenta en la
familia Interna, de ahí la importancia de entender que en función de la posición en la
que las personas colocan las siluetas que representan a cada miembro de la familia, se
puede interpretar no sólo su manera de relacionarse con los integrantes de este núcleo,
sino también con lo que cada uno de ellos puede significar simbólicamente.

Significado simbólico según la distribución


Ubicar al padre fuera de lugar:
Cuando se ubica a la figura del padre fuera del lugar que le corresponde (en el capítulo
VII se describe con detalle el lugar esperado para cada representante del núcleo
familiar), se puede interpretar que las acciones de estas personas ante la vida se darán
en conflicto hacia todo lo que representa la figura paterna (lo masculino): el padre, el
trabajo, jefes masculinos, la autoridad, la abundancia, el abastecimiento, el poder, la
fuerza.

Ubicar a la madre fuera de lugar:


Ubicar la silueta que representa a la madre en un lugar inadecuado, puede hacer
referencia a una figura materna distorsionada, así como todo lo que se relacione con lo
femenino, tanto en los hombres como en las mujeres; por lo que se pueden explorar los
conflictos con las amigas, las vecinas, las suegras, hijas, las figuras de autoridad
femeninas, los afectos, la sensualidad, el orden y el equilibrio, la protección, la
seguridad, lo sutil y lo delicado de la vida.

Ubicar a los hermanos fuera de lugar:


Esto puede implicar conflicto con los hermanos, bien sea por sentirlos en posición de
dominio, superioridad o de excluidos. En todo caso denota una relación conflictiva con
ellos.

Ubicarse a sí mismo fuera de lugar:


Cuando la persona ubica a la silueta que lo representa fuera de lugar, se recomienda
indagar su manera de relacionarse con quienes le rodean. Si bien esto representa
situaciones muy particulares e individuales, nos puede dar una idea del análisis
terapéutico a realizar, ya que estas posiciones implican que ocupó un lugar que no le
correspondía y al internalizarlo puede estar actuando desde una posición de niño
malcriado, egoísta, grosero, exigente, con rabia, o reclamando atención para sí.
También pudiera estarse relacionando desde la posición de víctima, sumisión,
autoritarismo, de desorden con quienes comparte, desde la negación o exclusión hacia
lo que se merece.
Una vez que se determine con el paciente el lugar que ocupó, se puede profundizar en el
Programa Raíz que inició con esto, a fin de orientar el trabajo terapéutico hacia la
resolución de sus maneras conflictivas de relacionarse. Veamos esto con detalle en el
siguiente capítulo.
Capítulo III
PROGRAMA RAIZ

¿Cómo iniciamos nuestro Programa Raíz?


¿Qué tan conscientes estamos del Programa Raíz que traemos con
nosotros?

Como se dijo en el capítulo anterior, la importancia de reconocer qué lugar ocupamos


es porque podemos entender que es el mismo que venimos ocupando a lo largo de
nuestras vidas, ya que fue el único que aprendimos en los primeros años y el que quedó
grabado en nuestro inconsciente. Desde este lugar iniciamos nuestro Programa Raíz o
Programa Base, a través del cual nos formamos conceptos y maneras de presentarnos
ante quienes nos rodean. Lo que pudiera complementarse con lo referido por Carl Jung
(1986: 77):
Cuando el hombre conserva de la vida interior sólo su primera impresión de
pobreza, ésta constituye una de las causas de la excesiva subestimación que
afecta comúnmente a las cosas del alma.
El Programa Raíz (aporte de esta técnica), no es otro sino ese que parte de nuestra
Familia Interna y que grabamos de manera inconsciente en la niñez, basado en el lugar
que ocupamos en ella, como modo de defendernos o cuidarnos muchas veces de lo que
no queríamos o no entendíamos. Éste es la base de nuestras maneras de relacionarnos,
así que todas las respuestas y acciones estarán condicionadas por dicha raíz, el
problema es que la mayoría de nosotros no tenemos conciencia de esto, por lo que en la
actualidad se nos dificulta entender muchas de nuestras conductas y circunstancias, las
cuales repetimos con suma frecuencia; lo que Freud (1981) refería como esa tendencia
a la compulsión de repetir situaciones dolorosas de infancia ante las cuales las
personas no podías defenderse, como medio de tratar de digerirlas.
Una vez que entendemos esto lo podemos aplicar en todo lo que nos rodea, por
ejemplo, si tenemos un compañero de trabajo que es muy conflictivo, en lugar de
criticarlo y señalarlo, ahora podremos saber que aprendió a ocupar ese lugar, el del
conflicto, porque seguro en casa vivió situaciones difíciles, y ese mismo lugar es el que
ocupa en su campo laboral. Entonces, de ahora en adelante en lugar de criticar a alguien
lo pudiéramos entender mejor ¡Cómo señalarlo si todo en la vida se trata del lugar que
ocupamos!
Es necesario que nos ubiquemos en la realidad de nuestras vidas, porque lo que
vivimos hoy es reflejo de esa posición que tomamos en el hogar. Es así como, al
reconocer nuestro lugar en él, nos permitimos, ahora conscientemente, obligarnos a
hacer las cosas de una manera diferente, a romper esa estructura que veníamos
repitiendo, por lo que podemos proponernos a nosotros mismos lo siguiente: “lo que
vaya a hacer, voy a hacerlo diferente”.
Es importante tener presente que el inconsciente siempre se va a encargar de que ese
programa inicial se mantenga, por ejemplo, si yo vengo de un hogar de muchos
conflictos donde mis padres se peleaban constantemente, y mi deseo era estar un tiempo
con papá y otras veces con mamá, entonces en mi adultez ¿Cómo voy a llevar mi vida?
¡Igual! Sólo que cambiaré los personajes. Estaré entonces en el medio de dos
situaciones de conflicto siempre, con dos vertientes que se repiten una y otra vez, por
ejemplo con mi pareja e hijos, o en el trabajo el cual me puede gustar y al mismo
tiempo no satisfacerme.
Con esta herramienta, una vez reconocido el lugar que se ha venido ocupando, así como
los patrones repetitivos que son su consecuencia, puede que la persona,
conscientemente, acceda a sus programas almacenados en el inconsciente, y pueda
permitirse ahora asumir el control de las situaciones personales que quiere cambiar en
su vida.
El programa raíz persiste y prevalece hasta que podamos entenderlo de manera
consciente, es sólo después de esto cuando realmente lo podremos transformar.
Mientras tanto, seguiremos repitiendo patrones y generando circunstancias para
mantenernos en lo único que sabemos manejar… nuestro lugar en la familia… nuestro
programa raíz. Por ejemplo, a veces me llegan pacientes que dicen “lo que más quiero
tener en mi vida es paz”. Pero ¿cómo acceder a la paz si en su programa raíz ésta no se
conoce? Otros dicen “en mi vida todo es un problema, en las relaciones, en el trabajo…
en todo”. Entonces, cuando indagamos su historia de vida, resulta que ¡todo era una
complicación en casa! Pedimos paz o tranquilidad, sin embargo, lo que aprendimos
fueron relaciones conflictivas, esto nos dificulta vivir un programa diferente o
desconocido.
Buscando una analogía, esto sería algo así como pretender abrir un archivo en un
computador que no cuenta con el programa que lo reconoce. Por más que lo intentemos
y nos esforcemos, no será posible acceder a esta información si no hemos instalado
previamente el programa requerido. De la misma manera ocurre en nosotros,
constantemente estamos en una lucha por querer actuar de manera distinta a lo que
traemos en nuestro programa raíz, sin embargo si no hacemos conscientes nuestras
maneras de relacionarnos, ni las reprogramamos, por más esfuerzo que hagamos,
nuestro cerebro sólo nos dirá “no sé nada… no entiendo… desconozco este
programa…” Por lo tanto, vamos por la vida actuando en función del programa raíz de
manera inconsciente. Y sin darnos cuenta actuamos desde éste generando circunstancias
y consecuencias en nuestro día a día, para repetirlo siempre. Veamos un ejemplo de
esto con un caso:
Caso:
No merezco el amor de mamá
Oscar es un oficinista de 52 años de edad, quien está divorciado y tiene 2 hijos
adolescentes que viven en otra ciudad. Actualmente él vive con su segunda esposa,
quien a su vez tiene 3 hijos de un matrimonio anterior. Él asiste a la consulta porque
quiere revisar diversos aspectos: Su dificultad para tener buenas relaciones con sus
hijos, incluyendo los de su actual esposa y su temor al fracaso en el matrimonio, ya que
sus múltiples relaciones de pareja no han sido duraderas y actualmente presenta
conflictos en esta unión.
Durante las entrevistas, él reporta que su madre biológica lo cedió en adopción a otra
persona teniendo meses de nacido, lo cual aún representa un gran dolor para él; también
expone que nunca conoció a su padre. Por otra parte, su madre adoptiva siempre lo
mantuvo informado sobre su adopción y le brindó relaciones afectivas que reporta
como positivas.
Al iniciar el trabajo terapéutico se revisa el lugar que ocupa en su familia interna y se
logra precisar la posición del excluido; posición que busca repetir en sus relaciones
afectivas (parejas, hijos, hijastros). Luego se explora su Programa raíz en el que repite
el patrón de abandono del padre ante sus hijos (no tuvo modelo de padre y no sabe
cómo serlo). Por otra parte, en sus relaciones de pareja, busca constantemente llenar el
vacío de la madre biológica que nunca tuvo, por lo que siempre está en la búsqueda de
este amor en otras mujeres; así mismo ve en sus parejas a la mujer que lo abandonó y,
antes de vivir nuevamente ese dolor, es él quien toma la iniciativa de retirarse, para
luego buscar nuevamente ese afecto en otra mujer.
¿Qué tendríamos entonces que tomar en cuenta con esta técnica? Que el lugar que
ocupamos en casa es el mismo que ocupamos en la vida. Si estuvimos excluidos en casa
estaremos excluidos en el trabajo, o en nuestro propio hogar conformado en la adultez,
o en otros espacios sociales. Sin embargo, al descubrir cómo está nuestra familia
interna y el lugar que ocupamos en ella, es posible comenzar a generar una nueva
información en nuestro cerebro, pero esta vez de manera consciente. Para esto debemos
iniciar la reprogramación del esquema previo a uno nuevo, el cual le permita al
paciente visualizar un orden familiar desde el que pueda proyectarse en armonía
consigo mismo. Con esto podemos crear una nueva red neuronal que empiece a
conducir esta nueva corriente de información ¿Y qué pasa con la vieja información? Se
sustituye hasta que desaparece, porque, aunque el inconsciente se encargue de mantener
los programas, es a través de la conciencia que generamos la transformación, eligiendo
y decidiendo lo que queremos.
Como lo refiere Dispenza (2005 a), cuando memorizamos información estamos
reforzando las conexiones neuronales que ya tenemos, sin embargo, cuando aprendemos
algo nuevo, apoyándonos en la observación, logramos que se formen nuevos circuitos y
conexiones en el cerebro, por lo que éste comienza a reestructurarse con nuevas
secuencias y patrones de conexiones que, al mantenerlas en el tiempo, hacen posible
lograr el cambio en nuestros pensamientos. De allí el beneficio de poder visualizar, a
través de las siluetas, nuestra familia interna, y de realizar la Reprogramación de la
misma (este aspecto se desarrolla con detalle en el capítulo IX).
Por lo tanto, lo que hacemos con la reprogramación, es crear una nueva red neuronal
con información consciente, haciendo consciente lo inconsciente, develando lo que
estaba oculto y permitiendo así que la persona tome el poder de sus acciones. Sólo con
traer a la conciencia esta información nos estaremos apropiando de nuestras vidas, si
así nos lo proponemos.
Pero ¿qué tan conscientes estamos todos del lugar que hemos venido ocupando?
Podemos pasar la vida haciendo talleres, leyendo libros, oyendo consejos, buscando
guías y sin embargo, al darnos la vuelta nos damos cuenta que estamos ocupando el
mismo lugar, sencillamente no hay otro y lo malo de esto es que cuando no ocupamos el
que nos corresponde creamos vacíos. ¿Y cuáles son esos vacíos? El vacío en nuestra
interioridad, en nuestra convicción de merecimiento de todo lo positivo que nos ocurre
en la vida. Es por ello que hay que crear la pertenencia en las personas, porque,
automáticamente, en el momento en el que empiezan a crearla se genera, como se dijo
anteriormente, la confianza y seguridad en sí mismas.

A MANERA DE PREVENCIÓN CON LOS NIÑOS


Tomando en cuenta la repercusión que tiene en las personas el reconocer el lugar que
han ocupado y su programa raíz, resulta importante, a manera de prevención o abordaje
terapéutico, trabajar este aspecto en los niños. Por lo que, basándome en los estudios
realizados, sugiero que se les enseñe a verse y aceptarse a sí mismos, que sepan que
están presentes, que ocupan un lugar que es único y que nadie les va a quitar, ni los
hermanos, ni la familia, ni nadie. Podemos trabajar en ellos activándoles una
conciencia de lugar en su familia. Recuerde que toda persona que desarrolle esta
conciencia internaliza la confianza y la seguridad, y empieza así a desarrollar su
sentido de pertenencia. Este es el primer paso con los niños: enseñarles que ocupan un
lugar en el espacio, en la familia, en la ciudad, en su país, en el planeta, un lugar como
hijos, amigos, compañeros...
Por su parte, los padres tienen que entender que no pueden asignarles a sus hijos
responsabilidades que no les corresponden; que los niños no son el sustituto de papá, la
mamá del hermano menor o de la mamá, la responsable de la casa, la pareja de papá, la
consejera de mamá… No es a ellos a quienes corresponde resolver las situaciones de
casa, más allá de sus responsabilidades propias de niños. Simplemente hay que
permitirles ocupar el lugar de hijos, en conjunto con sus hermanos, en donde ninguno es
mejor ni peor que el otro, son simplemente hermanos.
Como se sabe, los niños y adolescentes suelen ser más flexibles a los cambios, lo cual
he podido corroborar en las consultas ya que ante la sola visualización del lugar que
ocupan, ellos buscan por sí mismos generar cambios de manera creativa, sin mayores
trabas. Aunque en ocasiones me reportan cambios sin entender lo que sucede, y por lo
general se lo atribuyen a sus padres haciendo referencia a que son ellos quienes han
cambiado su comportamiento. Tal como ocurrió con Yesenia, una joven de 13 años de
edad, que vive con su padre a quien considera “estresado” por su actividad laboral.
Ellos conversaban poco ya que al llegar a casa éste se encerraba en su cuarto a ver la
televisión.
Luego de la primera consulta donde se trabajó con ella la importancia de hacer cosas
distintas para obtener resultados diferentes, la joven decide tenerle la cena lista a su
padre, lo cual nunca solía hacer. En la sesión siguiente me comenta lo que estaba
haciendo y me refiere que no sabe por qué pero “mi papá ha estado cambiando, ahora
llega menos estresado y en lugar de meterse al cuarto, conversa conmigo”. A su vez, el
padre también reporta cambios favorables en su hija a quien consideraba
“despreocupada con las actividades del hogar” y ahora “es más conversadora y
receptiva”.
A continuación les presento dos casos de trabajos con niños, cuyos padres estaban en
proceso de separación o divorciados.
Caso
Javier (10 años):
La madre lleva a la consulta a Javier, quien tiene 10 años de edad y es el mayor de 2
hermanos. Ella manifiesta que está preocupada porque se encuentra en proceso de
separación de su esposo, quien desde hace años ha venido presentando conductas
agresivas hacia el núcleo familiar, y teme que su comportamiento haya afectado de
alguna manera al niño, ya que con frecuencia discute con su hermano menor, incluso ha
llegado a maltratarlo físicamente.
Luego de la entrevista en privado con la madre y del reporte detallado sobre la
conducta autoritaria e irascible de su esposo, solicito al niño que ingrese al consultorio.
Le pido que distribuya las siluetas de tal manera que se sienta cómodo con la imagen
dada; ante lo que presenta la imagen de su familia interna con la siguiente distribución
(figura 2):

En esta distribución, Javier se coloca por encima de su grupo familiar, en una posición
de poder y posible autoritarismo, en la que se pudiera pensar que se identifica con el
carácter del padre. Por otra parte, coloca a ambos padres debajo de él y su hermano, lo
cual pudiera estar reflejando su desaprobación ante el comportamiento de ambos
progenitores. Lo importante aquí es que Javier no internalice la posición que está
representando, ya que esto le puede traer serias dificultades con quienes le rodean;
también corre el riesgo de repetir la historia del padre con su manera agresiva de
relacionarse.
Mientras converso con el niño, le señalo a quién representa cada silueta. Luego las
redistribuyo (figura 3), al tiempo que le expongo brevemente que sus padres tienen su
propia historia y que lo que hayan hecho, sea lo que sea, es algo que les pertenece sólo
a ellos.

Le explico al niño que sus padres le han dado lo más importante: ¡la vida! “ellos
vinieron primero y luego viniste tú, por eso vas aquí delante de ellos, no por encima…”
Al explicarle que puede honrarlos y que puede hacer las cosas de manera diferente a
ellos, se le pide que visualice la imagen, agache la cabeza ante este nuevo orden
familiar, y repita con el terapeuta:

Terapeuta y Javier: Papá, mamá, gracias por darme la vida, sea como sea que
lo hayan hecho, esa es su historia, no la mía. Les pido su permiso para hacerlo
diferente.
Luego le muestro nuevamente la imagen dada por él y le pregunto ¿Cuál imagen te gusta
más? ¿Con cuál te sientes mejor? El niño respondió “¡con la segunda!, porque yo no soy
más grande que mis padres”.
En la siguiente sesión, al explorar con el niño cómo se siente luego de la
reprogramación, él responde: “me siento bien, ahora respeto más a mi mamá y a mi
hermanito”. Este reporte es ratificado por la madre.
Caso:
Paola (8 años):
Paola es traída a la consulta por sus padres quienes están separados y mantienen buenas
relaciones entre ellos. La niña es hija única, tiene 8 años de edad y según sus padres se
muestra dominante con ellos y sus docentes, por lo que sienten que a veces se le
dificulta el manejo de normas. Tomando en cuenta que la niña no tiene hermanos, se le
entregaron 3 siluetas para explorar cómo está su familia interna y se le pidió que las
distribuyera según como se sintiera cómoda. Ella dio la siguiente imagen (figura 4):

Se visualiza en su representación, a la madre excluida del núcleo familiar y a Paola


sustituyendo su lugar al ubicarse al lado del padre. Por lo que se explora su relación
con la madre:
Terapeuta: ¿Qué crees que no está haciendo bien mamá?
Paola: “Que me esté gritando porque no hago caso, a veces peleo y nos
gritamos”.

Luego de su exposición le informo a quien representa cada silueta al tiempo que las
coloco en el orden familiar (los padres arriba y la hija abajo), Figura 5.

Se le pide que honre a sus padres ante esta nueva imagen. La niña agacha la cabeza y
con orientación del terapeuta le dice a las siluetas: “papá, mamá, ustedes son mis
padres y yo la hija, ustedes tienen su historia y yo la mía… Los honro por ser mis
padres“.
Luego de esta acción la niña mueve sola las siluetas entre la imagen dada por ella y el
orden familiar dado por mí, ante lo que exclama “¡Entonces yo era la que mandaba, y
mi mamá era como la hija, por eso yo no le hacía caso y le gritaba a ella!”. Ante este
insight se concluye la sesión. Aun cuando Paola no asistió más a la consulta y no fue
posible hacerle un seguimiento sobre su comportamiento con los padres y docentes, con
la implementación de la herramienta se pudo lograr que la niña evidenciara su relación
con la madre y se fuera con un elemento nuevo de análisis.
Capítulo IV
CONDUCTAS OBLIGADAS

¿Podemos cambiar nuestros patrones obligándonos a hacerlo?


¿Las conductas obligadas pueden propiciar una nueva programación?

Una vez que la persona haya reestructurado la imagen de su familia interna, en este caso
apoyándose en el trabajo terapéutico, puede iniciar la reprogramación del esquema
mental que traía, siempre que decida romper con él ¿De qué manera? Lukas (2006),
expone que las cosas comienzan a tener sentido cuando se presenta la exigencia de
hacerlas, cuando se tiene un sentido para esto, cuando lo sentimos como lo correcto en
nuestro interior. Apoyándome en esto, busco que la persona tome conciencia de su
programa, le dé sentido al mismo y quiera cambiarlo, y que con ello pueda lograr
resultados favorables en su accionar ante la vida. Para esto, la única manera de
cambiarlo es obligarse a hacerlo, actuando de manera diferente, asumiendo Conductas
Obligadas (propuestas en esta técnica), creando nuevas conductas y actitudes frente a
las circunstancias que se le presenten en lo sucesivo.
Quizás el término “obligadas” se confunda inicialmente con imposición por parte del
terapeuta, lo cual resultaría contradictorio con lo que se busca en el ejercicio clínico.
Por el contrario se trata, de que la misma persona ejerza cierta presión según su ritmo e
interés, sobre su manera acostumbrada de relacionarse y que le ha venido causando
incomodidad o conflictos. Para esto debe primero reconocerla y determinar el cambio
que desea.
A través de las conductas obligadas es posible crear una nueva programación en el
cerebro, desaprendiendo y reaprendiendo, reconociendo nuestra posición correcta,
nuestra identificación familiar y, a través de ese reconocimiento, iniciar el cambio de
vida. De ahí la importancia de tener conciencia de un pasado que no se puede borrar,
pero si transformar.
En este sentido, Dispenza (2007, en Ortiz), afirma que el hecho de reconocer las
características de nuestros padres no cambia la condición en la persona, por el
contrario, le ayuda a aprender nueva información y contrastarla con el sistema de
creencias que trae, por lo que hay que convertir el hábito inconsciente en algo
consciente, es decir, hacerse consciente de los pensamientos y sentimientos
inconscientes que se tienen, con lo que podemos iniciar así un cambio en las conexiones
neuronales.
Una vez establecidas dichas conexiones resulta necesario comenzar a implementarlas,
desaprendiendo y aprendiendo. Así mismo, este autor explica que aprendemos a través
de la experiencia y la práctica, y que al pensar siempre lo mismo en una situación dada,
actuaremos de la misma manera cuando se nos presente una similar, por lo que resulta
necesario cambiar el modo de pensar para romper con las viejas conexiones neuronales
y poder así establecer unas nuevas con la que podremos entonces cambiar nuestras
acciones (Dispenza, 2006).
El cambio sólo será posible si la persona así lo desea y si actúa como si ya lo hubiera
logrado. Es por esto que cuando se le pide al paciente que se obligue a actuar de
manera distinta, desincorporando lo que no le es útil e intentando nuevas maneras de
relacionarse, lo llevamos a generar nuevas conexiones y programas que le permitirán el
cambio deseado; aunque no sea un cambio mágico, éste es posible con la práctica de un
nuevo esquema mental. Ahora bien, ¿Cómo es posible ejecutar una conducta obligada?
Veamos algunos ejemplos de esto:
Ejemplo:
¡Igualita a mi madre!
Usted se está enamorando y ya está consciente de que viene de una crianza con una
madre dominante y de carácter fuerte. Si usted hace una revisión de su historia
quizás se dé cuenta de que, de manera inconsciente, o como usted prefiera llamarlo,
por lo general han llegado a su vida mujeres con características semejantes a las de
su madre. Quizás, en algunas ocasiones en las que ha decidido aceptar a una de
ellas, es probable que se haya dicho a sí mismo: “Ya caí, es igualita a mamá”, lo
increíble es que lo piensa, lo dice e incluso se lo puede haber reclamado a la pareja:
“¡tú eres igualita a mamá!”
A efectos de no repetir esta manera de relacionarse y hacerse consciente de su
situación, se recomienda que usted se detenga un momento a pensar y se diga a sí
mismo: “yo no quiero esto para mi vida, porque estaría repitiendo el patrón que traigo
de mi pasado, sería como sentirme de novio con mi mamá y no quiero eso”.
Cuando la persona entra en conciencia de la repetición del patrón que ha estado
presentando, puede plantearse una conducta obligada que le lleve a actuar de manera
diferente a la habitual. En este ejemplo, usted puede obligarse, diciéndose a sí mismo:
“ella es igualita a mamá, por lo tanto aunque la quiera mucho, esto no significa que
tenga que iniciar una relación (o permanecer en ella)”. Entonces tendría dos opciones:
obligarse a cambiar esta situación y hacerlo de manera diferente, o decidir quedarse ahí
repitiendo su viejo patrón.
Recuerde que su inconsciente lo pondrá constantemente ante situaciones
comprometedoras para que se pruebe qué tan firme y real es en relación con lo que
dice, siente y piensa, por lo que usted podrá confirmar que el problema no es la pareja
¡el problema es usted! Esta persona sólo se le presenta en la vida porque es lo que
usted busca de manera inconsciente y ante un grupo de personas, curiosamente, usted
sólo elige a quienes tengan un patrón similar a lo que está buscando. La casualidad deja
de existir para convertirse en una conexión inconsciente de ambas partes, porque con
seguridad la otra persona también estará buscando su complemento para el programa
raíz que trae.
Seguiremos con otros ejemplos:
Le muestro al mundo
Si una persona vivió siempre luchando en su casa para demostrar que podía hacer
las cosas bien, pero nadie se lo creyó, constantemente buscará demostrarle al
mundo lo que sabe o puede hacer y buscará quienes le reconozcan lo que ha hecho
¿Cómo salir de ese programa de necesidad de aprobación? Debe obligarse a hacer
las cosas donde la única aprobación que necesite sea la suya propia, por lo que
puede repetirse a sí mismo: “no necesito de la aprobación de los demás, sé que lo
estoy haciendo bien”. También podrá evitar ponerse en situaciones donde deba
solicitar la aprobación de otros. Con esto propiciará la confianza en sí mismo
además del cambio conductual.
Ejemplo:
Soy la cabeza de familia
Hay mujeres que, teniendo a sus parejas en casa, ocupan el lugar del hombre y
actúan como la cabeza de familia, mostrando dificultad para recibir atenciones de
ellos. Ahora bien, sabiendo que en la actualidad la mujer no está subordinada al
hombre y que la familia es consensuada, se hace necesario que dichas mujeres
aprendan a recibir de ellos, sin que por esto se sientan inferiores. A ellas hay que
decirles ¡suelten ese lugar!, porque tomar ese lugar las lleva a comportarse desde el
ego, y desde el ego es como resuelven, porque piensan “nadie puede hacer las cosas
mejor que yo”.
¿Qué hacer entonces? Ellas deben permitirles a sus parejas que ocupen el lugar que
les pertenece y cada vez que puedan, decirles aunque sea mentalmente: “hoy
recordé que lo haces tan igual o mejor que yo”. Es probable que al principio no se
lo crean, y se saboteen el trabajo esperando a ver en qué falla la pareja, pues éste es
su viejo programa. Sin embargo, al obligarse a dejar que ellos hagan las cosas a su
manera y las resuelvan, se obligan a confiar en ellos. Cuando menos lo esperen han
hecho una gran transformación en sus vidas y comenzarán a ocupar verdaderamente
su lugar, en una libertad y orden, que no las limita ni las condiciona. También es
probable que empiecen a recibir más de su pareja.
A continuación les presento algunos casos vistos en la consulta a fin de ilustrar un poco
más lo antes señalado:
Caso:
Julio y sus esposas
Julio, de 45 años de edad, profesional en el área de la Ingeniería y con una gran
prosperidad en sus negocios, acude a la consulta para plantear lo siguiente: Aun cuando
está divorciado de su segunda esposa desde hace 3 años, continúa sintiéndose unido a
ella y responsable de su cuidado; así mismo reporta que sus relaciones de pareja no son
duraderas y que las cambia con suma frecuencia.
Actualmente él y su última esposa tienen lazos sentimentales con terceras personas. Su
relación con ella le preocupa ya que considera que no es la más adecuada y que puede
traerle inconvenientes con su actual pareja. Al explorar las características personales
de su ex esposa, Julio señala que ella presentó rasgos depresivos durante todo el
matrimonio. Cuando se indaga sobre la personalidad de sus parejas anteriores, también
reporta que presentaban rasgos depresivos, ante lo que exclama con sorpresa “¡Qué
casualidad! ¡Como que me las busco igualitas!”
Se decide entonces en la terapia, profundizar más sobre sus propios antecedentes
personales y explorar las características de su madre. Luego de su reporte exclama
nuevamente sorprendido “¡ella también era depresiva, se parecía a mis esposas!”.
Precisando un poco más su historia se obtiene que, durante su adolescencia, Julio se
prometió a sí mismo que siempre vería de su madre y que nada le faltaría. Mucho antes
de ver cumplido su deseo su madre fallece, por lo que se siente en deuda con ella.
Ahora en su adultez, cuando está solvente económicamente, él busca cumplir su contrato
oculto, por lo que inconscientemente busca parejas que se parezcan emocionalmente a
la madre y que requieran de su apoyo. Se concluye en la consulta que su programa raíz
es el de salvador de mamá, lo cual lo lleva inconscientemente a ayudar a mujeres que
se le parezcan a ella… ¡busca salvar a la madre!
Ante esta historia repetida en su vida, Julio puede analizar su manera de relacionarse
con las mujeres y entender que ninguna será la madre a quien prometió ayudar y que
nada le faltaría (bajo un contrato oculto, lo cual se detallará en el capítulo VI). Por
otra parte, es necesario que entienda que de seguir relacionándose bajo este patrón,
seguirá teniendo parejas poco estables ya que, como se ha venido diciendo a lo largo
de este texto, en la relación madre – hijo, cada quien busca su camino. Con esta
información él se puede hacer consciente de su situación y obligarse a sí mismo a
hacerlo diferente, teniendo presente su programa de salvador. Cada vez que decida
establecer una relación formal con alguien, deberá analizar sus emociones y las
características de la persona con quien desea relacionarse sentimentalmente y en
función de esto tomar sus propias decisiones.
Caso:
María, de jefe a asistente
María, de 38 años de edad, soltera y profesional en el área de la salud, viene a la
consulta para revisar su situación laboral. Ella plantea que en sus trabajos ha logrado
obtener buenas posiciones laborales y que cuando las alcanza, con frecuencia es
removida de éstas y asignada a otros cargos de menor responsabilidad.
Al revisar el lugar que ha venido ocupando en su familia interna, se tiene que ella ubica
a la silueta que la representa, por debajo de su núcleo familiar, en un lugar de
negación. Por otra parte, durante la exploración de su historia, también reporta que
tuvo un padre de carácter fuerte y que siempre la señaló, la juzgó, la condenó y
acostumbraba a decirle: “es que nunca haces nada bien”.
Precisando el programa raíz que se identifica en María, se puede ver que se repite el de
negación (en su representación con las siluetas y en su autoimagen ante el padre).
Tomando en cuenta que, por lo general, repetimos nuestros programas y lo que cambia
son los personajes y los lugares (pero todo lo demás es lo mismo), concluimos en la
consulta que identifica a sus jefes con su padre, lo cual se corrobora al explorar la línea
de jefes que ha tenido, a quienes califica como muy “señaladores y mandones” “¡son tan
iguales a papá!”
Es por esto que, al ocupar el lugar de negación, su programa la lleva a luchar por lo que
desea y cuando llega a donde quiere, nuevamente regresa a una posición de menor
responsabilidad (abajo), porque esa es la posición que sabe ocupar.
¿Qué puede hacer María entonces ante esta situación? Tomar conciencia del rol que ha
venido repitiendo; asumir el lugar que le corresponde y obligarse a reconocerse a sí
misma en su justa posición; también requiere honrar y reconocer al padre y al hombre,
ese es el primer gran paso de todos aquellos que tienen desordenes con sus figuras
paternas, ¡honrarlos! En este caso, se le pide a María que le diga a sus padres lo
siguiente, bien sea imaginándolos en frente de ella, cuando los esté viendo o ante la
silueta que los representa:
- “Papá / Mamá te reconozco, te honro y a través de ti honro a todos los hombres /
mujeres del mundo, porque ocupan un lugar maravilloso en mi vida, y en la vida
del planeta”.
- “Papá, hoy recordé que yo no necesito que nadie me reconozca o me diga que lo
hago bien. A partir de hoy comienzo a creer que lo hago bien”, “sé que tengo un
lugar y lo ocupo de la manera que es”.

Así como la técnica de la Silla Vacía, este ejercicio ayuda al paciente a reconocer los
sentimientos y emociones asociados a la situación que trabaja, en este caso su relación
con los padres. Al hacerse consciente, se permite liberar las tensiones que esto le
ocasionaba y entender el significado que le había asignado a sus vivencias en el
pasado, así como la intensidad con la que esto interfería en su vida. Una vez que haya
hecho consciente estos sentimientos, puede liberarse de ellos.
Para ayudarla a liberarse de ellos, a fin de reconocerse a sí misma y permitirse a través
de su reconocimiento cambiar conceptos y maneras de presentarse ante la vida, se le
pide también, como conducta obligada, que durante un tiempo corto (quizás una
semana) le diga mentalmente a todos los hombres que pasen a su lado: “te honro y
agradezco tu presencia en mi vida y en mi mundo”. Con esto se busca que pueda
cambiar su programa raíz de lucha con la figura masculina y por consiguiente con sus
jefes, lo cual le ha generado dificultades laborales.
Al cabo de 15 días María asiste a la consulta y reporta que nuevamente su jefe le asignó
el cargo de mayor responsabilidad que tenía anteriormente, que se siente en armonía
con él y que considera que ha cerrado una etapa en su vida.
Caso:
Papá y mamá se pelean
Alba, de 49 años de edad, divorciada y comerciante, solicita orientación para resolver
las constantes situaciones de conflicto que se dan entre sus padres. Ellos discuten
frecuentemente en su presencia, lo cual se volvió costumbre desde que ella era
adolescente. En vista de lo recurrente de esta situación Alba decidió intervenir en estas
diferencias, ocupando el lugar de la salvadora de sus padres. Al ocupar este lugar, ella
establece un contrato oculto con sus progenitores “siempre abogaré por ustedes”.
Durante las consultas se le lleva a hacerse consciente de su programa raíz y se le invita
a obligarse a cambiar dicho patrón de salvadora. ¿Qué va a hacer Alba ahora? Ante
estas discusiones respirará profundo como modo de hacerse consciente de su
reprogramación y se dirá a sí misma “ellos lo eligieron, ellos lo resuelven”, y por más
que desee intervenir en esto como acostumbraba a hacerlo, deberá repetirse a sí misma
“lo siento padres, me retiro”. Al principio es probable que le cueste hacerlo, sin
embargo, una vez que lleve esta reprogramación de manera consciente, logrará
desvanecer el programa inicial e instaurar uno nuevo. La clave para el cambio está en
obligarse a hacerlo, en establecer el programa de conductas obligadas, “me obligo a
generar nuevas maneras de relacionarme en mi vida”.
Basta con que usted cambie la actitud para que, de una manera automática, su
inconsciente se conecte con ello y todo cambie a su alrededor. Pero ¿cuán despiertos
estamos para entender esto? Es necesario hacernos conscientes de dónde estamos hoy,
¿dónde está mi vida ahora? ¿Dónde estoy yo en mi vida? Al cambiar la manera de hacer
las cosas, todo cambia alrededor de nosotros.
Una manera de hacernos conscientes ante lo que pasa en nuestra vida puede ser
deteniéndonos y mirando qué hay afuera. Si estamos en armonía podremos darnos
cuenta de que todo en nosotros fluye, las personas nos aman, nos buscan. Si estamos en
discordia, pelearemos aquí y allá, tendremos problemas con el vecino, en la casa.
Entonces preguntémonos ¿dónde estoy yo en esta historia? ¿Por qué insisto en seguir
dónde estoy?

CONDUCTAS OBLIGADAS EN TRABAJOS CON PAREJAS


Tomando en cuenta que el cerebro tiende a repetir lo que ya conoce, es posible que los
estados de logro entre las parejas probablemente no perduren si no se toma conciencia
de ello. Es por esto que, para cambiar la manera acostumbrada de relacionarse y que
les genera conflictos, se requieren acuerdos mutuos en pro de la relación, y conductas
obligadas en que apoyarse.
Es posible que, luego de los acuerdos efectuados durante el trabajo terapéutico, las
parejas comiencen nuevamente a repetir su programa raíz al momento de relacionarse.
Es en ese momento cuando pueden obligarse a hacerlo diferente en medio de su
incomodidad: “me voy a obligar otra vez a tomarle la mano”, “me voy a obligar otra
vez a sentarme a hablar con él”, “me obligaré a ser amable con ella”, “retomaré los
detalles bonitos de esta relación”, etc.
¿Y cómo saber hasta cuando llevar la relación? ¡Hasta que las cosas fluyan sin que
hagan ningún esfuerzo! Por el contrario, si las cosas no fluyen, entonces ¿para qué
seguir? Las personas tienen que reconocer de manera consciente cómo es su relación,
porque suelen caer en la costumbre, en el deseo de no quedarse solos, en la aceptación
de imposiciones del otro y muchas veces están juntos porque no saben estar solos, y aun
cuando la relación resulte tormentosa, y no sean felices, o vivan cada uno por su lado,
¡continúan juntos! Y ninguno de los dos se atreve a iniciar la separación porque su
necesidad de afecto es tan grande, que en lugar de estar solos prefieren mantener la
relación aunque sea bajo esas circunstancias. En estos casos, por lo general, sucede que
hay uno que pierde la identidad, y se adapta o tolera la situación con su pareja, con tal
de que el otro no se vaya de su lado.
La idea es vivir en libertad, libre de ataduras inconscientes y de miedos a terceros, por
lo que cada quien debe poder decidir, en la libertad de sí mismo, cómo quiere llevar su
vida, además debe poder creérselo y llevarlo a cabo. Se trata de que nos liberemos de
lo que nos ata, y sólo así podremos seguir libremente nuestro camino, solos o
acompañados, pero seguir nuestro camino… Al hablar de libertad no me refiero a
desentendernos de los compromisos, sino a que nos sintamos a gusto con lo que
hacemos, que sintamos que nuestras acciones nos hacen sentirnos bien con nosotros
mismo y con los demás.
Las personas pueden proponerse conductas obligadas como estrategia para propiciar
sus propios cambios, y para esto deben tener presente que el inconsciente puede surgir
de diversas formas buscando mantener lo ya estructurado. La manera de lograrlo es
mantenerse en su posición de cambiar su modo de relacionarse, salir del programa raíz
y tomar ahora el control de su vida.
Capítulo V
PRIMEROS AMORES Y RAICES DE AMOR

¿Por qué es importante reconocer la relación que tuvimos con nuestros


padres?
¿De qué manera elegimos a nuestras parejas?

PRIMEROS AMORES
Muchos autores hacen referencia a la importancia de la relación que las personas han
tenido durante sus primeros años con sus padres y la repercusión de este aspecto en la
elección de pareja durante su adultez. Para Freud (1981), los padres son los primeros
objetos de amor de sus hijos y en función de sus vivencias buscaran en la adultez una
pareja que les recuerde las características de sus progenitores. Así mismo, John
Bowlby (1976), establece en su teoría del apego, la importancia que tienen para las
personas las experiencias vividas en su edad temprana, generalmente con sus padres, y
su posterior resultado para establecer vínculos de tipo afectivo.
Basándome en lo expuesto por estos autores y en función de los aspectos que se he
venido describiendo a lo largo de los capítulos anteriores, se puede decir que
dependiendo de la relación inicial entre el niño y sus padres, se generará la raíz base
de amor, siendo ellos lo que aquí denomino los Primeros Amores. Como hayamos
vivido esa relación inicial así mismo manifestaremos nuestras formas de relacionarnos
en el futuro ante la elección de pareja. De allí que sea importante reconocer la relación
que se tuvo con el padre y la madre, así como con los hermanos, quienes también
resultan una referencia significativa para entender nuestra manera de relacionarnos, ya
que es de este núcleo de donde parte el patrón de comportamiento ante las relaciones
con el entorno, y de donde surgen también nuestros programas inconscientes, lo cual nos
lleva a elegir situaciones afectivas, laborales o de interrelación en general, basándonos
en lo que conocemos, identificándonos con nuestro repertorio emocional y buscando
sentirnos cómodos al repetir lo ya conocido.
En este sentido, es importante recalcar que papá y mamá fueron nuestros primeros
amores en la vida. Para un niño no hay amor más grande que el de sus padres, así que,
la relación que estos tengan entre sí y hacia sus hijos, de alguna manera será copiada y
tomada como referencia, por ser los modelos que se tienen presente. Estas personas son
quienes van a generar en nosotros el programa raíz de nuestra forma de expresar el
amor. Independiente de cómo haya sido éste, bueno o deficiente, ese será el modelo a
seguir. Por esto es importante tener presente que, si estas figuras nos generaron muchos
conflictos emocionales o abandono durante nuestra niñez, lo más probable es que en la
actualidad no las consideremos significativas en nuestras vidas, sin embargo, aun
cuando no las recordemos, ellas estarán siempre ahí, representadas en el inconsciente, y
será en función de esto que estructuraremos nuestra familia interna.
Veamos un pequeño ejemplo de esto:
Supongamos que un niño siempre vivió con su madre en casa durante sus primeros
años de vida. Sin embargo, aun cuando vivieron juntos, ella siempre estuvo ocupada
resolviendo la dinámica propia que implica el cuidado del hogar, por lo que no le
prestaba la suficiente atención y el tiempo que él requería.
Ante esta relación madre - hijo, es posible que siendo niño se sintiera abandonado,
ya que, aunque ella siempre estaba presente físicamente, emocionalmente le
resultaba distante. Con esta relación, lo más probable es que él inicie un programa
raíz que tiene como base la forma de amor mostrada por su madre, a la que él
pudiera definir en su adultez como “abandono”.
Ahora bien, dependiendo del tipo de relación que la persona tuvo con sus padres será
su elección de pareja. Sin embargo, esta puede tener una gran variedad de direcciones
que sólo serán guiadas por la manera como la persona haya interpretado psíquica y
emocionalmente sus afectos con sus figuras paternas. En este sentido, a continuación se
hace una revisión de la incidencia encontrada entre las raíces de amor de los pacientes
y su posterior elección de pareja.

RAÍCES DE AMOR Y ELECCIÓN DE PAREJA


Según estudios psicológicos sobre el apego, la calidad de los patrones de las
relaciones que recibieron las personas siendo niños, la establecerán luego con sus
hijos, así mismo, el tipo de relación que recibieron de sus padres son predictoras de las
experiencias emocionales y rasgos de personalidad mostrados en la adultez.
Valdez, González y Sánchez (2007), concluyen en su estudio correlacional, que tanto los
hombres como las mujeres presentan una clara tendencia a vincularse con sus parejas
según el tipo de apego que hayan tenido con sus padres. Por otra parte, para Scarano
(2005) las personas suelen vincularse con la vida según el tipo de apego que tuvieron,
el cual llega a ser un aspecto inconsciente que en la adultez se hace presente. Así
mismo expone que, según el tipo de relación entre los padres y la relación específica
que tengan los hijos con cada uno de ellos, serán sus relaciones de pareja a futuro.
Durante la exploración de este aspecto, coincido en que las personas suelen elegir
parejas con comportamientos similares a los que tenían sus padres durante su infancia.
Con suma frecuencia pueden identificarse con mamá / papá y elegir parejas tal como lo
hicieron alguno de ellos, por lo que se puede decir que si se identifican con papá
traerán parejas como mamá y viceversa. Esto también fue expuesto previamente por
Dicks (citado por Sager 2003), quien refirió que lo que las personas introyectan de sus
progenitores en la infancia lo proyectan luego sobre la pareja elegida.
En este sentido, según lo descrito en los capítulos anteriores, las personas pueden
elegir a sus parejas desde el programa raíz que traen de la infancia, tomado de su
relación con sus padres. Por lo que considero que ante las primeras relaciones
afectivas el niño o la niña generará un programa raíz, el cual va a repetir al momento de
relacionarse con su pareja. Sin embargo, esta relación se hará desde el inconsciente y
con una marcada característica que les recuerda siempre cómo fue mamá / papá con
ellos, pues buscarán reproducir lo aprendido, como lo refiere Eiguer (en De Paiva
2009: 8) las dos parejas entrecruzan los inconscientes.
Ante una raíz determinada, tomada del primer amor, tendremos un reflejo en la elección
de pareja. Este concepto de amor será la unión de esa raíz generada con papá y mamá.
Entonces, aunque en las relaciones de parejas estables en la adultez se den momentos
bonitos y otros incómodos, lo que va a dominar allí es la raíz de lo que se trae de la
infancia, en donde podemos adoptar formas de amor basadas en alguna de las figuras
paternas, por lo que se pudo ver como las personas se relacionaban buscando repetir lo
que aprendieron o lo opuesto como modo de resolución de lo que pudieron considerar
un conflicto.
Basándome en esto, presentaré una lista descriptiva inicial, de las maneras como las
personas se relacionan en función de sus programas, a modo de ilustrar lo antes dicho.
Esta lista podrá ser reformulada en función de los subsiguientes estudios que se puedan
realizar al respecto:
Raíz de amor autoritario:
A lo largo de la implementación de esta técnica en la clínica, he conseguido que, las
personas que tuvieron una madre / padre autoritaria(o), han buscado una pareja
autoritaria, de carácter fuerte, dominante, que le demande con facilidad. Estas personas
no saben hacerlo de otra manera, así que buscan la raíz de autoridad. Como no saben
qué hacer ante alguien muy pausado, que les genere tranquilidad, que les facilite todas
las cosas, las relaciones con este tipo de personas no prosperan, por lo que suelen
preferir personas con autoridad. Si, por el contrario, se prometieron a sí mismos
mostrarle a papá / mamá, a través de un contrato oculto (los cuales se describen en el
capítulo VI), que era posible hacerlo diferente, buscarán a alguien a quien dominar y
quizás generen un conflicto tal que los lleve a terminar con esa relación, cumpliendo así
con el contrato inconsciente establecido con los padres “les mostraré que era posible
hacerlo de otra manera”.
Raíz de resentimiento, rabia, ira o temor:
Las personas cuyos padres se relacionaron con ellos de tal manera que les generaron
estos sentimientos, mostraron una mayor predisposición a relacionarse con parejas que
le generaban conflictos, resentimientos; que se mostraban como lo hacían mamá / papá:
fuertes de carácter, con actitudes que los humillaban. Se relacionaron con mayor
frecuencia con personas que le generaron todos los sentimientos que les generó mamá /
papá… Siendo esto lo que conocen, es difícil traer a sus vidas una pareja que les hable
de manera agradable y les brinde un trato amoroso, no saben cómo manejarlo porque
ese no está en su programa raíz, por lo tanto difícilmente se relacionarán con este tipo
de personas.
Raíz de trabajo o estudio:
Si mamá / papá todo el tiempo estuvo trabajando o avocada(o) a sus estudios, y le
mostró al niño(a) que no podía estar con él con frecuencia, ya que por sus actividades
no había tiempo para él, por lo que éste recibía poca manifestación de afecto; entonces
esta persona pudo internalizar que para manifestar el amor tenía que trabajar o estudiar.
Es probable que siempre esté buscando un curso, estudio u otra actividad que le
mantenga ocupado y que le limite el compartir con su pareja, o buscará una pareja muy
ocupada con estas actividades, a quien pedirle atención y que le brinde poco tiempo,
repitiendo así lo que aprendió en su niñez: “para mí no hay tiempo”.
Raíz de exigencia:
Las personas que significaron el amor de mamá / papá como exigente, se buscaron una
pareja que les exigía constantemente, que siempre les pedía hacer algo, llevar o traer y
que nunca estaba conforme con lo que hacían. O, por el contrario fueron él o ella
quienes exigían constantemente en la relación, por identificación con alguno de sus
padres.
Raíz pasiva:
Estas personas por lo general atrajeron a su vida a una persona pasiva, donde ellos son
los activos, quienes toman las decisiones y mandan en la relación. También pueden ser
ellos los pasivos y quienes busquen a alguien que les diga qué o como hacer las cosas.
Raíz de no merecimiento:
Con esta raíz de amor de no merecimiento, las persona reportaron sentimientos de no
merecer a la pareja que tenían a su lado, de no saber qué hacer con el afecto que les
expresaba, esto puede crear un conflicto, lo cual puede llevar a una situación de tensión
y posible separación.
Raíz de amor expresado con dinero:
Si el amor de mamá / papá estuvo asociado al dinero y esa era la forma en que se
entregaba el afecto: “mamá / papá no está pero está esto” (plata, ropa, zapatos,
juguetes) el niño puede internalizar: “como está esto, pues yo me consuelo” “qué
importa que mamá / papá trabaje, lo que importa es que me dio esto que está conmigo”
(entonces “esto” es mamá / papá). Si la madre / padre de alguna manera le traía el
regalo que quería el niño(a); quizás diciendo subjetivamente “no estoy yo, pero aquí
tienes lo que quieres”; la madre / padre estaba todo el tiempo trabajando y no le
prestaba la atención que requería de niño(a), en su adultez esta persona, ante la pareja,
va a generar cosas y presentes para complacerle, tal y como lo aprendió en su infancia.
Entonces va a tomar el poder en su casa y es quien va a querer entregar y resolver, por
lo que su pareja será pasiva como complemento de ésta activa, o por el contrario,
puede que busque a una pareja que quiera darle todo y aun así no le llene, quizás
siempre esté en un vacío, en una lucha, y por más que le den no va a sentirse pleno,
como ocurrió en su infancia.
Raíz de comodidad, a gusto:
Las personas que significaron el amor de mamá / papá como cómodo, con el que se
estaba a gusto, ya que siendo niños tenían la tranquilidad de que ella / él resolvía, y
vieron a la madre / padre en situaciones de querer salir adelante en la vida; se ubicaron
en una posición de poder; para ellos pareciera no haber obstáculos, porque muestran
una buena disposición sobre todas las cosas. Se observó en personas prósperas, de
éxito.
Raíz de abandono, ausencia emocional, indiferencia, dolor, desapego o soledad:
Si el amor es igual a abandono físico, entonces estas personas irán ante la vida
buscando parejas que les traigan conflictos y que les dejen o simplemente serán ellos
quienes busquen irse. A estas personas se les dificulta permanecer con una pareja. De
alguna manera al principio puede resultarles muy hermosa la relación, sin embargo, con
el tiempo ya se desvanece el sentimiento y empiezan a generar situaciones de conflicto.
Cuando las personas llevan una raíz de desapego, soledad, ausencia, siempre se están
cuidando de no ser abandonadas, de que no las dejen. Estas personas pueden aferrarse a
su núcleo familiar (pareja e hijos) y sentir que solo ellos conforman la familia, pueden
sobrevalorar los afectos o generar conflictos entre ellos, es probable que busquen
quedarse solos y repetir su programa.
Raíz de indiferencia:
La indiferencia también es abandono, sin embargo, a veces lleva a la negación. Las
personas que vivieron con una raíz de amor indiferente se sienten en negación con su
pareja. Las parejas pueden expresarles amor y ellas no lo toman, entregarles cosas y no
aceptarlas o creer que no son para ellas. Sus parejas pueden estar allí, dar lo mejor de
sí, sin embargo para ellas es lo mismo. Su programa raíz también las puede llevar a ser
indiferentes y frías como personas, ante los afectos de su pareja.
Raíz dominante y de frialdad, le resuelven la vida a todos:
Si la raíz de amor es de frialdad y dominio, también se buscan parejas desde el
abandono. La persona busca en su pareja maneras exigentes para que le demuestren el
afecto y puede adoptar la actitud del niño. Esta persona se convierte en el niño
malcriado para decir “yo estoy aquí”, se las ingeniará de todas las maneras para decir
“estoy”. También pueden buscar parejas dominantes. Buscan atender a su pareja, sin
embargo, también lucharán para que nadie les quite su espacio. Se pueden rebelar ya
que por lo general todo hijo que está con una madre dominante se rebela. Ellos pueden
comenzar a ver a su pareja como un conflicto. Estas relaciones no resultan fáciles, las
parejas se convierten en un conflicto al quitarles espacio, el cual les resulta importante.
Siempre van a estar defendiendo lo que es de ellos, y su pareja los verá como egoístas,
“no piensas en mí, no me quieres”.
Raíz de amor a través de la comida:
Si la madre siempre expresaba su amor a través de la comida y generaba con esto
momentos de conflicto, cada vez que esta persona tenga problemas con su pareja lo más
probable es que coma mucho o deje de hacerlo. Y cuando se sienta a gusto comerá
bastante, como señal de abundancia.
Raíz de poder:
Estas personas asocian el poder con el amor, por lo que buscarán como pareja a un
rival, alguien que consideren con mucho poder y con quien pudieran entrar en conflicto,
a ver quién domina más entre ambos.
Raíz de control:
Ante esta raíz, las personas buscaron parejas inseguras, que estuvieran pendientes de
ellos, demandándoles, controlando sus acciones, o para ser ellos quienes tuvieran que
decirles qué hacer y controlarlos de esta manera. Para poder estar vigilantes tienen que
crear el personaje perfecto que se adapte a su raíz.
Raíz de amor y abnegación:
La abnegación en el amor lleva al sufrimiento. Si la persona no está alerta, esta raíz lo
llevará al sufrimiento, a colocarse en el lugar de víctima, o en el victimismo. Entonces
buscarán parejas que sean fuertes, tiranas, para poder ser la víctima.
Raíz de amor incondicional, de apego o sobreprotección:
Las personas que reportaron que en casa se les mostró un amor incondicional, de apego
o sobreprotección, mostraron dificultad para deshacer lazos afectivos con sus parejas,
aunque les resultaran poco satisfactorias. Esto les resulta difícil y en ocasiones
limitante ya que se muestran dependientes de la pareja y tienden a repetir el programa
de apego. Por lo tanto viven una relación de dependencia y su vida gira en función del
otro, sin la pareja sienten que no tienen vida. Estas personas buscan cuidar y guiar o ser
cuidados.
Este listado de Raíces de amor, antes presentado, puede crecer o reagruparse a través
de otras investigaciones a futuro, que bien puede ser por otros terapeutas que
profundicen en el tema, por lo que dejo por sentado que no es una forma definitiva ya
que es posible generar nuevas expresiones de raíces de amor, agrupar otras o
complementarlas. Reitero mi interés en invitar a otros terapeutas que deseen
profundizar en la técnica, a que exploren dichos aspectos y se permitan ahondar en
ellos.
Por otra parte, quiero señalar que precisar la raíz de amor, no significa que juzguemos a
nuestros padres, por la manera en cómo nos criaron; no se trata de caer en conflicto con
ellos, o quedarnos en la historia vivida; simplemente se trata de ver la raíz que se tiene
para poder cambiarla, para empezar a ocupar el lugar que nos corresponde, como es
debido.
Es por esto que una vez que entendemos el contexto de esa raíz, podemos entender por
qué nuestra vida fue de determinada forma, ya que esa misma la vamos a llevar a
cuantas personas se vinculen a nosotros, llevándonos a relacionarnos con el mundo
como lo hicimos en casa. Entonces en nuestros trabajos o con nuestra pareja y
compañeros la tendremos presente, sólo que ahora lo podemos comprender y hacer
consciente. Es por esto que al determinarla, podemos entonces buscar su
reprogramación, con la intención de mejorar la relación de pareja, incluso nuestras
relaciones en general, enfocándonos ahora en que al relacionarnos debemos propiciar
la independencia, sin que el desempeño de uno limite al otro.
Capítulo VI
LOS CONTRATOS OCULTOS

¿Cuál es la razón por la que no terminamos de librarnos de nuestras


limitaciones?
¿Qué nos limita a fluir libremente en la vida?

A lo largo de nuestras vidas, hemos buscado siempre la manera de estar mejor, o de


hallar esto que parece a veces tan difícil de conseguir como es la felicidad. Muchos
pasamos parte de nuestra existencia en una lucha, tratando de comprender por qué las
situaciones se nos dan de determinada manera, y hacemos todo lo que esté a nuestro
alcance para mejorarlas, sin embargo, a muchos nos ha pasado que luego de un tiempo
de arduo trabajo con nosotros mismos, nos damos cuenta de que estamos en el mismo
lugar ¿Por qué? ¿Cuál es la razón por la que no terminamos de cambiar, de vivir en
libertad y librarnos de nuestras limitaciones? Es porque aún nos cuesta entender que, si
no buscamos la raíz de lo que traemos en nuestro inconsciente, pasaremos la vida en
esa lucha, en ese estado de búsqueda, sin hallar lo que queremos. Cuando empezamos a
entenderlo, nos permitimos entonces el cambio, le permitimos a nuestro cerebro generar
una nueva información totalmente diferente a lo que veníamos manejando y con ella un
posible cambio conductual.
Apoyándome en lo observado en la práctica clínica, presentaré ahora un aspecto
significativo encontrado durante el análisis de las maneras de actuar de las personas
que asistieron a las consultas. Luego de revisar con detenimiento el comportamiento de
los pacientes y de percibir en ellos un patrón repetitivo, así como una fidelidad, por así
decirlo, a situaciones que, aunque les resultaban incómodas, continuaban allí inmersos,
comienzo a explorar que aspectos los llevaron a dicha fidelidad ante determinadas
situaciones, principalmente de interrelación. Explorando en su niñez, así como lo que
pudieran recordar de ella, revisé sus promesas de infancia, las cuales se dijeron que
cumplirían cuando fueran adultos. Muchos pacientes reportaron haberse prometido
“algo” y sin embargo, en la actualidad se encontraban haciendo lo contrario.
Este aspecto resultó interesante, por lo que decido profundizar un poco más y explorar
otros indicadores que complementaran sus promesas de niñez o adolescencia. Se
correlaciona cualitativamente entonces el lugar que venían ocupando en su núcleo
familiar y el programa raíz, con las promesas hechas de manera consciente, lo cual
permitió visualizar con mayor claridad la existencia de lo que se denomina aquí los
Contratos Ocultos (otro aporte en esta técnica).
Al hablar de los contratos ocultos me refiero a aquellas promesas que las personas
generaron en su infancia o adolescencia, como consecuencia de tomar, de manera
inconsciente, un lugar en su familia. Estos contratos son los retos que asumimos, o las
aprobaciones inconscientes que buscamos, que nos llevan a actuar en función de lo
establecido en nuestro orden familiar, y que nos permiten buscar la respuesta o solución
a las circunstancias que nos rodearon en la infancia. Estos siempre se cumplen como
modo de realización inconsciente de lo que decidimos en nuestra niñez o adolescencia,
ellos condicionan nuestros comportamientos, y al crear el condicionamiento, creamos la
limitación en nuestra manera de actuar.
Los contratos ocultos nos limitan y nos impiden fluir libremente en la vida. En la
medida en que vamos creciendo, olvidamos esa raíz fundamental de la que venimos (el
lugar que ocupamos en nuestro núcleo familiar). Entonces, al enfrentarnos a la vida, por
más deseos e intenciones que tengamos de generar cambios, no los podemos llevar a
cabo, porque nos apegamos a nuestro programa raíz, sumado esto al contrato generado
en la niñez. Así, de alguna manera, volvemos a lo mismo, actuamos en función del
programa y los contratos generados; ahora sólo cambian los personajes, y serán las
relaciones con los jefes, parejas, amigos, circunstancias similares, que se repitan una y
otra vez ¿Por qué?, porque este programa base nos lleva siempre a repetir el
comportamiento aprendido, y que llevamos de manera inconsciente. Veamos dos casos
donde se ilustran los contratos ocultos establecidos:
Caso:
Cuando sea grande seré como papá
David, de 25 años y Carmen de 24, ambos comerciantes, acuden a la consulta como
pareja por tener serias dificultades en el modo de relacionarse, ya que constantemente
están discutiendo por cualquier motivo. Ella argumenta que él no le hace caso en nada
de lo que le dice, la deja discutiendo sola y además siempre quiere resolver las cosas
de casa, las cuales ella considera que le corresponden, como lavar o cocinar, por lo
que se siente, según sus propias palabras “inútil y descalificada” en su rol de mujer.
Por su parte, David argumenta que Carmen discute por todo y que ya está cansado de
esta situación, quiere mejorar la relación y no sabe cómo hacerlo, ya que se le dificulta
llegar a acuerdos con ella.
Con esta pareja se explora la relación de infancia con sus padres (primeros amores), y
los contratos ocultos establecidos por cada uno de ellos. De las entrevistas se obtiene
lo siguiente:
Carmen reporta que en su familia había “una guerra constante de todos contra todos”.
Ambos padres discutían con frecuencia, y ella en lo particular retaba constantemente a
su padre por considerarlo fuerte de carácter. Aún en la actualidad mantiene una relación
de tensión con éste.
Durante las consultas, para explorar los contratos, les explico a los pacientes en qué
consisten, diciéndoles que son compromisos internos ante realidades que no podemos
resolver siendo niños, por lo que nos hacemos promesas para cumplirlas “cuando
seamos grandes” y aun cuando estas se nos olviden luego las cumplimos. Sabiendo que
estos contratos se vuelven inconscientes, no espero que el paciente los tenga claros, sin
embargo, se los explico porque así me pueden dar información de interés y ayudar a
determinarlos. Suelo recalcarles que los contratos se cumplen, con lo cual puedo
precisarlos mejor junto con ellos.
En el caso de Carmen, logramos precisar que su contrato fue: “cuando sea grande no me
dejaré dominar por ningún hombre”, lo cual explica que ella vea como un ataque
cualquier intento de su esposo de ayudarla con los deberes de la casa o de intentar
hablar en buenos términos con ella. En este caso, aprendió a ver a los hombres como
dominantes por lo que debe defenderse constantemente de ellos (representados ahora en
su esposo). Así mismo, como parte de su mecanismo de defensa, se busca a un marido
de carácter dócil y condescendiente con ella.
Por su parte, David me informa sobre la relación con sus padres. La madre era
dominante con su padre y con él, discutía con ambos constantemente, lo cual lo llevaba
a distanciarse de ella y refugiarse en su padre a quien considera un buen hombre,
tranquilo y cómplice en su niñez, ya que siempre lo ayudaba a resolver las discusiones
con su madre y lo autorizaba en sus salidas.
Ante la exploración del contrato oculto, David me refiere que siempre se prometió que
nunca se casaría con alguien como su madre. Sin embargo, al estar casado con alguien
como mamá queda claro que su contrato no es este, ya que la práctica me ha demostrado
que las personas cumplen sus promesas, y que al hacerlas conscientes se sienten más
acorde con la información que recuerdan o con la cual se identifican, por lo que éstos
resultan entonces inapelables y llevan a la persona a cumplirlos. Al indagar más sobre
este tema, logro determinar que su admiración por el padre lo llevó a prometerse que
cuando fuera grande sería igual a él, con lo cual logramos precisar que su contrato era
¡ser igual a papá! Es por esto que al ser “igual a papá”, David se busca
inconscientemente a alguien como mamá, repitiendo así su patrón de identificación con
éste. Esto explica que no discuta con su esposa y que además quiera siempre ayudarla
con sus deberes como lo hiciera su padre en su momento.
Ambos aprendizajes de vida, programa raíz y contratos ocultos, los llevan a
relacionarse y buscarse de manera inconsciente para seguir en dichos programas. No es
azar la selección que hizo cada uno del otro, ya que se buscaron para cumplir sus
contratos ocultos. Ahora pueden apropiarse de la información obtenida y promover el
cambio como pareja, haciéndose conscientes de que venían repitiendo una historia
obtenida de sus padres y no las suyas propias. Pueden hacer acuerdos y proponerse
ajustar sus vidas como la desean, apoyándose en la orientación terapéutica y las
conductas obligadas pertinentes para esto.
Las siguientes sesiones se orientaron en función de llegar a acuerdos mutuos, en los que
ambos se sintieran a gusto y pudieran fomentar el cambio de la dinámica familiar que
traían. Meses después de ser dados de alta en la consulta, Carmen me envía un mensaje
de texto donde expone: “¡Hola!, solo quería darte las gracias porque ahora soy otra
persona, llena de defectos pero mucho más estable y feliz. ¡David y yo estamos muy
bien y ya somos una familia mucho más fuerte! Un Millón”.
Caso:
No seré como mamá
Carlos, médico y soltero de 38 años de edad, acude a la consulta para plantear que aun
cuando desea casarse y tener hijos, no logra hacerlo, por lo que desea revisar la causa
de esto.
Las sesiones se inician explorando su pasado, su relación con sus padres y los posibles
contratos ocultos. De estas se obtiene lo siguiente: Siendo niño tuvo conflictos con su
madre, quien le trajo muchos problemas porque nunca tenía tiempo para compartir con
él, por lo que empezó a generar un amor en carencia. No conforme con esto, la madre le
señalaba todo y lo criticaba constantemente. La lealtad familiar lo lleva a decirse a sí
mismo “entiendo a mamá, tiene que trabajar mucho, porque somos muchos hermanos y
no tiene otra forma de hacerlo”. Pero, en su familia interna se estructura una gran
carencia, “cada vez que necesitaba a mamá no estaba, y esto generó en mí una gran
ausencia de ella, esto me dio rabia”.
Carlos fue guardando, de manera inconsciente, la rabia que le generaba su mamá. Y,
según lo observado en la práctica clínica, cuando se guardan sentimientos que no se
terminan de entender, se establecen los contratos. Siendo niño él mira a su mamá todos
los días y se molesta porque ella no le hace caso, entonces un día en defensa ante esta
situación y sentimientos que no comprende se dice a sí mismo: “¿sabes una cosa
mamá?, cuando yo esté grande y tenga hijos, no voy a ser como tú”. ¡Se inicia ahí el
contrato!, solo que con el tiempo éste pasa al inconsciente y no es recordado.
Cuando Carlos crece, siente el deseo consciente de tener su propia familia, sin
embargo, una parte de él está deformada porque la figura de mamá además de ser madre
también representa a la mujer. Es por esto que él comienza a tener conflictos con la
imagen femenina, porque en su inconsciente la figura de mujer le trajo problemas, y por
lo tanto si una mujer (su primer amor) le trajo problemas, todo lo que esté a su
alrededor en relación a mujeres le resultará conflictivo.
Siendo adulto, Carlos se fragmenta de alguna manera porque inconscientemente se dice
“¿Y vas a tener hijos? ¿Para qué? ¡No! ¡Mejor no!” Y empieza a generar conductas para
no terminar como mamá. Es por esto que pasa el tiempo y no se casa, y ante las
interrogantes de quienes le rodean sobre su soltería, responde “es que no hay
mujeres…”. Pero resulta que en su contrato oculto, él dijo “yo jamás tendré un hijo o
una familia para dejarlos solos” por lo que está siendo fiel al contrato. Así pasa la vida
preguntándose “¿pero si yo quiero un hijo por qué no logro tenerlo?” Porque su contrato
decía: “no vas a tener hijos, porque tener hijos es dedicarles tiempo y si mamá nunca
tuvo tiempo, tú tal vez tampoco lo tengas”.
En este caso, corresponde entonces hacerle entender esto a Carlos y llevarlo a romper
su contrato, reprogramando su vida hacia lo que realmente desea y pueda así cumplir su
propósito real.

Con la exploración de los Contratos Ocultos, se pudieron determinar con los pacientes
diferentes tipos, con los cuales se puede precisar un poco más los aspectos clínicos a
revisar con ellos. Es por esto que los describo a continuación como modo de darle
mayores herramientas al terapeuta que se incline por poner en práctica esta técnica.

TIPOS DE CONTRATOS OCULTOS


En esta oportunidad, como aporte de esta técnica, les presentaré tres tipos de contratos
ocultos, los cuales se han podido determinar durante el presente estudio. Sin embargo,
quiero dejar por sentado que no se descarta la posibilidad de que, al continuar
profundizando en el tema, se puedan precisar otros tipos diferentes.
Los conceptualizados hasta el momento son los siguientes:
- Contrato de reto o demostración
- Contrato Adquiridos o de compromiso
- Contrato de Castigo
Como se dijo antes, son adquiridos en determinado momento de la infancia incluso
también pueden hacerse en la adolescencia o la adultez, y surgen ante situaciones que
no podemos resolver o entender de manera consciente, con la particularidad de que
luego los hacemos inconscientes y los ejecutamos desde esta posición. También es
relevante señalar que podemos tener diferentes contratos simultáneamente, dependiendo
de las circunstancias vividas. Veamos a continuación las características y ejemplos de
cada uno de ellos:

CONTRATOS DE RETO O DEMOSTRACIÓN:


Estos contratos se hacen ante situaciones de constante señalamiento o descalificaciones
de uno o ambos padres hacia el sujeto, y suelen hacerse ante la impotencia de no poder
demostrar en sus primeros años lo que son capaces de hacer, por lo que se prometen a
sí mismos hacerlo mejor o diferente a sus padres cuando sean adultos. Estas personas
se esmeran en sus estudios o campos laborales para demostrarle a papá / mamá que si
son buenos. Por lo general estos contratos se terminan al cumplirse o demostrase, y
quizás las personas empiecen nuevamente otras acciones que las lleven a repetir el
contrato de otra manera y poder así demostrar que ciertamente son capaces de hacer lo
que prometieron y lo que se proponen. El problema aquí es que la persona se limita a
cumplirlo y llegar a obtener el éxito, y una vez que llega a la meta no puede continuar
con esto, porque el reto era llegar hasta ahí, mas no mantenerse, y si se mantiene lo hace
con un sentimiento de vacío o inconformidad.
Es importante que las personas que hayan establecido este tipo de contrato, se hagan
conscientes de que todo cuanto logren lo harán para sí mismos, sin buscar la aprobación
de otros o demostrarle a los demás lo capaces que son; deben saber que todo cuanto
hacen se lo merecen y que son capaces de mantenerse en el éxito. Ante esto el paciente
puede afirmar lo siguiente:
- “Permanezco en lo que hago, y disfruto de mi éxito”
- “Merezco todo éxito y permanezco en él”

Caso de contrato de reto:


Tendré tres veces más que tú
Luis, de 52 años de edad, empresario, consulta porque ha logrado consolidar las
empresas que pocos han podido hacer, pero una vez que lo hace al poco tiempo fracasa.
Él tiene un programa raíz de carencia porque viene de un hogar de mucha escasez,
donde se le mostró que tener mucho dinero era malo. Cuando empieza a recordar su
infancia dice que había momentos que tenían mucha necesidad y sin embargo veía que
su padre no trabajaba. La madre le reclamaba constantemente y entraban en conflicto, le
pedía que fuese a la calle, que hiciera algo, sin embargo, el padre se mostraba cómodo
ante esta situación.
Un día, siendo niño, Luis enfrentó al padre y discutieron fuertemente, y en ese momento
le dijo “te vas a acordar de mí, cuando crezca no voy a ser como tú eres, y voy a tener
tres veces más de lo que tú has hecho”. Se creó el contrato… uno de reto. Él crece y se
hace empresario. Como su contrato era demostrarle al padre que podía “tener”,
entonces creaba lo más difícil y cuando llegaba a la cima y cumplía el reto, al tiempo lo
dejaba: porque los contratos de reto sólo nos llevan a demostrar que podemos hacer
algo “mira, lo hice” “hice lo que tú no pudiste”.
En el abordaje clínico hay que llevar al paciente a que entienda que mientras siga en
esta posición siempre repetirá el mismo patrón conductual, por lo que se puede iniciar
con él una reprogramación donde debe (conducta obligada) convencerse a sí mismo de
que no tiene que demostrarle a nadie sus triunfos, y una vez que los logre, se puede
mantener ahí. Esta conducta obligada será posible solo si él así lo desea, de lo
contrario continuará repitiendo el mismo patrón.
Una manera práctica de buscar el contrato establecido es preguntándole a la persona
¿qué parte de tu vida no has resuelto? porque allí es donde están los contratos y allí es
donde se empiezan a resolver de verdad, ya que comienzan a hacerse conscientes. Ante
la respuesta de la persona (no estoy bien económicamente, no me he casado, no tengo
hijos, no me gusta el trabajo…), el terapeuta puede empezar a buscar el programa raíz
preguntando ¿Cómo está este aspecto en casa? ¿Qué decían papá y mamá?, ¿cómo era
mamá? ¿Qué grabaste allí en esa historia? Con esto el terapeuta podrá darse cuenta de
donde está el contrato y traerlo a su presente ¿Por qué Ud. hoy genera situaciones de
escasez? o ¿por qué hoy está en ese reto de demostrarle a alguien que lo va a hacer
mejor?
El mismo relato del paciente va a llevar al terapeuta a ayudarlo a resolver su contrato
oculto. Ahora, en lugar de explorar las emociones y sentimientos de la persona, vamos
a su programa raíz, al lugar que ocupó, al contrato que estableció e hizo inconsciente, y
es allí donde puede empezar a reprogramar la nueva manera de relacionarse ante las
personas y situaciones. Veamos ahora el siguiente tipo de contrato.

CONTRATOS ADQUIRIDOS O DE COMPROMISO:


Estos contratos se adquieren por patrones o compromisos familiares, donde la persona
se compromete a asumir responsabilidades por lealtad con su grupo familiar, por lo que
suelen repetirse con frecuencia en diferentes miembros de la familia. Por ejemplo:
todos serán médicos, o empresarios, o mujeres separadas, o sufrirán de enfermedades
similares, entre otros.
Ante estos se puede afirmar:
“Todo compromiso que haga en mi familia lo haré en libertad”
“Mi lealtad familiar no me va a llevar a hacer de todo un compromiso”
“Mi lealtad familiar no me va a llevar a crear compromisos con ellos”

Veamos algunos ejemplos de este tipo de contratos:


Caso de contrato adquirido:
Liz y sus hermanas
Liz, de 44 años de edad, profesional en el área de la administración, asiste a la consulta
por depresión, producto de su dificultad para aceptar la separación desde hace 3 años,
con su ex esposo con quien vivió 15 años y tuvo un hijo. Al explorar sus contratos
ocultos, se obtiene lo siguiente:
Su madre, siendo joven, tiene 6 hijos de su esposo quien presentaba una alta ingesta
alcohólica, lo cual le generaba constantes conflictos y discusiones, razón por la cual la
señora decide separarse y criar sola a su familia. De estos hijos 4 son hembras y 2 son
varones. Todos establecieron su propia familia y tuvieron hijos, sin embargo, sólo los
varones continúan estables en sus relaciones de pareja, ya que las mujeres se
relacionaron con hombres con pobre control de sus impulsos siendo estos
maltratadores, adictos al alcohol o a las drogas, jugadores compulsivos o mentirosos y
embaucadores; y muchos años después de tener sus hijos deciden terminar sus
respectivas relaciones, por lo que ahora todas están separadas y no han establecido otra
relación de pareja. Indagando un poco más atrás en esta historia, se tiene que la abuela
materna de Liz también se separó de su esposo alcohólico luego de tener a todos sus
hijos.
Al hacer un análisis de los contratos establecidos, se concluye que en la familia de Liz
todas las mujeres hasta su generación, tienen un contrato adquirido por lealtad a su
grupo familiar, por lo que todas repiten el mismo patrón de vida. Una vez que se
determina esto, es posible iniciar la reprogramación en ella y llevarla, a través del
proceso terapéutico, a que acepte que esto se ha venido repitiendo por generaciones y
que ahora, al tomar conciencia de ello, puede hacerlo diferente, por lo que podrá
obligarse a no elegir parejas con adicciones y afirmarse a sí misma que es merecedora
de una pareja estable, próspera y sana a su lado.
En este tema, se debe tener en cuenta que los contratos también se hacen siendo adultos
y los generamos en momentos en los que no sabemos actuar ante las circunstancias en
las que estamos inmersos, tal como lo hace un niño ante una circunstancia que lo
rebasa. Veamos otro caso como ejemplo:
Caso de contrato de compromiso:
Soy papá, el jefe de la empresa
El padre de Alberto, crea una gran empresa familiar y todos los hijos trabajan en ella;
el papá es pieza fundamental en la familia por tener el mando de todo. La madre, es una
persona sumisa. De manera inesperada muere el padre, y Alberto, de 32 años, siendo el
mayor de tres hermanos, asume el mando diciéndose: “papá no está y quien mejor que
yo para tomar su lugar”, aquí vienen los contratos con la muerte del padre: “papá no
está, pero yo me hago responsable de que esto siga”, “papá, voy a continuar este legado
tuyo, y a la familia no le va a faltar nada”, “mamá, no te preocupes, yo voy a cuidar de
ti, hasta tus últimos días”.
Cuando Alberto toma el mando y ocupa el lugar del padre, la estructura familiar cambia
porque al moverse una pieza cambia todo el sistema. Él toma la posición del padre, los
hermanos dejan de ser hermanos y pasan a ser hijos, la mamá pasa a ser la compañera;
la relación se altera y esto le ocurre igualmente a la estructura familiar.
Alberto no está consciente del lugar que tiene cada uno de sus hermanos en la familia.
Resulta que su hermano Juan traía el papel del excluido y Héctor, el otro hermano, tenía
el lugar de la dualidad y el conflicto. Entonces, estos hijos que ya dejaron de ser
hermanos, se comportan de la siguiente manera: a Juan (el excluido) no le interesa si la
empresa prospera o no, pero exige de alguna manera resultados, reclamándole
constantemente al padre (Alberto); porque un hijo excluido reclama mucho. Él ve al
hermano como quien se adueñó de lo suyo “ahora se adueñó de todo y como siempre
para mí no hay nada”, entonces, cada vez que Alberto quiera hacer algo, va a venir un
conflicto donde el excluido no lo va a dejar actuar “porque te estás adueñando de lo
que es mío”.
Héctor (que está en el lugar de la dualidad y el conflicto), unos días apoya a ese padre
y otros días está en rebeldía con él. Entonces, los hijos que participaban en la empresa
familiar, se vuelven cómodos y ninguno quiere ayudar “porque papá y mamá resuelven,
por lo tanto yo como hijo no hago nada”. Alberto, quien asume la empresa, soporta un
gran peso familiar por su promesa de cumplir con la tradición de su padre y trabajar
sólo en esto.
Por otra parte, su contrato dice “todo el dinero que haga para la familia vendrá en
grandes cantidades”, entonces esta empresa empieza a producir en grande. Un día él se
enamora, y decide comenzar a formar su propia familia. Para esto empieza creando un
negocio. Cuando el negocio comenzó a crecer, fracasa, y él no entiende por qué no
funcionó. No funcionó porque su contrato dice que todo el dinero que haga será para
“su familia”.
Entonces cada vez que decide unirse a alguien, algo pasa y debe volver a casa. Su
contrato dice: “tengo que cuidar a mamá” “voy a velar por ti hasta el último momento”,
y ¿cómo va a llenar este lugar si ya lo ocupa la madre?
En este caso, al concientizar su contrato oculto con la familia y la empresa, Alberto
puede permitirse reprogramarlo y asumir que él es tan igual a sus hermanos, por lo que
en conjunto pueden empezar a generar soluciones donde todos sean incluidos y llevar
con igual responsabilidad la carga que esto genera. Así mismo, puede aceptar que su
lealtad familiar no tiene por qué interferir en la consolidación de su propia familia y
prosperidad financiera personal. Veamos ahora el siguiente tipo de contrato oculto.

CONTRATOS DE CASTIGO:
Estos contratos se generan cuando las personas sienten que han fallado ante una
exigencia familiar o propia, la cual se ven obligadas a cumplir. El no hacerlo bien
significa que se deben castigar por esto (inconscientemente).
Ante estos contratos se puede afirmar:
“El que no lo haya hecho como esperaban, no significa que lo esté haciendo mal”
“El que lo haga diferente no quiere decir que lo esté haciendo mal”

Caso de contrato de castigo:


Estoy embarazada, merezco ser castigada
Maritza tiene 27 años de edad, y un hijo de 9 años. Ella acude a la consulta reportando
que se le dificulta mantener una pareja estable, aun cuando ha tenido algunas parejas y
un esposo previamente. Ante su reporte, se decide explorar su historia de la cual se
obtiene lo siguiente:
Cuando tenía 18 años de edad, quedó embarazada, esto representó un gran
desequilibrio en su familia, quienes la juzgaron y condenaron por sus acciones. Ella,
ante esta situación se siente obligada con su grupo familiar y decide satisfacerlos
casándose con su compañero. Una vez que está casada establece un contrato diciéndose
“bueno, le fallé a mis padres, por lo tanto asumo la responsabilidad de esto”. Al no
tomar la decisión desde la libertad de sus acciones, comienza a sentirse infeliz en su
matrimonio, y decide divorciarse cierto tiempo después. Aunque deshizo el matrimonio
por su propia voluntad, ella queda con un contrato de castigo establecido, por lo que de
manera inconsciente se dice: “como lo hice mal, merezco un castigo”, razón por la cual
no se permite casarse nuevamente. Al precisar este aspecto con ella, reporta que
ciertamente se siente avergonzada por haber quedado embarazada en ese entonces y
expone “es verdad, cada vez que estoy frente a mi papá, bajo la cabeza y me siento
avergonzada”.
En este caso es necesario trabajar, a través de la terapia, la disolución del contrato
oculto, donde ella se castiga por sus actos, por lo que hay que llevarla a que acepte su
situación y se responsabilice por esto, sin que tenga que generar una limitación o
castigo como pago de sus acciones, y pueda así establecer nuevas relaciones sin que
esto le propicie conflictos con su pareja o sus familiares.

Tomando en cuenta los casos antes descritos, se hace necesario tener presente que
pueden haber muchos contratos, y se llaman contratos ocultos porque están en el
inconsciente de la persona. Es ahí donde exploraremos a través de esta técnica. Por otra
parte, no siempre son necesariamente con el padre o la madre, también pueden existir
contratos ocultos con el dinero, el amor, los amigos, el trabajo… ya que los mismos se
desprenden de la manera como los pacientes se relacionaron con el objeto de amor de
su niñez y el significado simbólico que le pudieron dar en su momento. Recuerde que
esta relación los lleva a establecer su programa raíz en el cual se fundamenta su manera
de interrelacionarse con su entorno.
Es muy probable que al tener determinada información almacenada en el inconsciente,
el paciente busque las mil maneras de cumplirla a cabalidad sin darse cuenta de lo que
hace. Es decir, no nos percatamos de que nos la estamos ingeniando para cumplir
nuestras propias profecías y contratos ocultos. Sin embargo, poder hacernos
conscientes de esto es abrir el camino hacia el cambio… permitirnos hacerlo diferente
sin que esto genere desequilibrio en nosotros y en quienes nos rodean.
Luego de revisar estos casos, podemos decir que al contactar con los contratos ocultos
de los pacientes y visualizar como estos se limitan en su andar por la vida, surge la
inquietud y la necesidad de orientarlos a que vivan en libertad, a que reconozcan los
juicios que se han hecho, o los que han permitido de otros; a que reconozcan sus
críticas y condenas, a que se liberen de ellas y se permitan asumir la responsabilidad
de sus vidas, apoyados en el reconocimiento del origen de sus acciones, de su
Programa Raíz.
A continuación describiré en el siguiente capítulo en qué consiste la aplicación de la
técnica en el contexto terapéutico, luego de haberles presentado los aportes teóricos
que la fundamentan.
Capítulo VII
TÉCNICA

¿Qué es lo que hace la representación a través de las siluetas?


¿Cómo podemos saber cómo está nuestra familia interna?

A lo largo de este trabajo se ha venido resaltando cómo puede el paciente representar


la dinámica inconsciente que trae en relación a su esquema familiar y la importancia de
permitirle visualizarla como medio para concientizar el patrón característico de
interrelación con los seres que le rodean en la actualidad, en todos sus ámbitos.
Tenemos entonces, según lo descrito en los capítulos anteriores, que nuestra Familia
Interna se estructura en función de una sumatoria de eventos dados durante los
primeros años de vida, como lo son: la presencia o no de nuestros padres, el tipo de
relación que tuvimos con ellos, el lugar que ocupamos en casa en función de las
situaciones que nos rodeaban, los contratos ocultos que establecimos ante nuestras
experiencias no resueltas y el programa raíz que generamos basado en todo lo anterior
(figura 6):
Ahora bien, luego de presentarles estos conceptos, describiré a continuación su
implementación en la práctica, tratando de ser lo más explícita posible para que el
psicoterapeuta pueda apoyarse en ella e iniciar su aplicación. Comenzaré por describir
la herramienta de trabajo empleada.

HERRAMIENTA DE TRABAJO
La técnica de la Familia Interna surge del trabajo psicoterapéutico individual, en
donde se hizo importante el empleo de un dispositivo terapéutico concreto que le
permitiera al paciente proyectar los aspectos internos que surgían durante la
exploración clínica. Esto ya ha sido propuesto antes por otros autores como la
psicóloga Colodrón (2010) quien trabaja con muñecos en sus terapias y la Consteladora
Castillo (2009) quien emplea figurines sistémicos en trabajos individuales, así como
muchos otros consteladores lo han venido haciendo a lo largo de estos años, adaptando
sus propios materiales de trabajo para la atención individual.
En este sentido se revisaron un sinfín de elementos empleados en diversas terapias
individuales así como en Constelaciones familiares, por considerarlos prácticos;
encontrándose que a dichos elementos se les ha denominado de diversas maneras:
muñecos, piezas, figurines, figuras; así mismo son realizados con variados materiales y
formas. Se decide luego de dicha revisión, personalizar el dispositivo a fin de
diferenciarlo de los elementos ya existentes en el mercado, con lo que se caracteriza
más la técnica y se reafirma una identidad propia. Se diseña para esto la Silueta
(Figura 7), la cual es la representación de una persona, con un diseño moderno y
sencillo, cuya característica principal es que no presenta distingo de género, limitando
así su asociación con determinado sexo o miembros de la familia; tampoco se
discrimina delante o detrás.

En esta técnica, a cada silueta se le asigna un color. En relación a esto, no hay un patrón
preestablecido, por lo que el terapeuta puede elegir los que considere pertinentes. El
material empleado es la madera, por suponer que es resistente al uso, sin embargo,
también es posible hacerlas con goma, plástico, papel o cualquier otro material.
Quien explora la familia interna, sólo debe elegir 4 siluetas de diferentes colores y
asignarle un rol a cada una: papá (P), mamá (M), hermanos (H) y yo (Y), sin informarle
esto al paciente (así se evita la representación racional que tienden a hacer las
personas, según colores o patrones mentales previos).
Acción del dispositivo
Como es sabido, el cerebro guarda información basada en infinidad de códigos,
símbolos, imágenes, recuerdos, representaciones, entre otros tantos. Muchos de estos
están almacenados en el inconsciente y solo se revelan ante determinados estímulos. En
esta técnica, las siluetas resultan un dispositivo que permite al paciente conectarse con
dicha información codificada y relacionada con la familia que traen en su
representación mental, permitiéndoles proyectarla de manera inconsciente para luego
hacerla consciente con la intervención terapéutica.
La asignación del rol asociado a cada una de las siluetas (por parte del terapeuta),
pareciera disparar en el paciente una asociación inconsciente con cada personaje, ya
que en la práctica se evidencia que indistintamente de dicha asignación, la distribución
que suelen dar coincide con el reporte en la clínica, con lo cual es posible obtener
información susceptible de análisis para concientizar su patrón de relaciones; ante esto,
cabe citar a Carl Jung cuando se refirió a la intuición (1986: 89), ya que la distribución
que dan los pacientes pareciera coincidir con su señalamiento:
…No sé lo que ha sucedido cuando un hombre sabe de pronto una cosa que, por
definición, no debería saber; no sé cómo ha llegado a este conocimiento, pero sé
que es real y que puede servir de base para su acción.
Según lo observado en la clínica en reiteradas ocasiones, y más aún, afirmo que en la
totalidad de las veces que he aplicado esta técnica, observo con asombro como el
paciente se conecta con la asignación dada por el terapeuta y en función de esto da una
imagen susceptible de análisis que por lo general lo describe en sus acciones. Pareciera
una suerte de conexión inconsciente entre el rol asignado por el terapeuta a cada silueta
y los códigos mentales que guarda el paciente en su interioridad.
LA CONSIGNA
Una vez que el terapeuta ha asignado el rol a cada una de las siluetas (sin notificárselo
al paciente), prosigue a entregárselas en la mano, a fin de evitar una distribución
sugestiva sobre la mesa. Se le deja a la persona la libre elección de distribuirlas,
permitiéndole al inconsciente actuar durante su disposición en el espacio, al tiempo que
se le da la siguiente consigna:

Consigna:
Te voy a dar estas cuatro piezas y quiero que las coloques como más te guste,
como visualmente sientas que te agradan.
Recuerde que en este texto las iniciales sólo se colocan a modo didáctico, en la
práctica cada silueta se diferencia solo por el color (Figura 8).

Castillo (2009) explica que luego de su consigna, en la atención individual, la persona


accede a lo que ella llama la “imagen interior”, refiriéndose a todo un sistema familiar
que puede incluir hasta a los ancestros de quien hace la consulta, incluso puede emplear
muchas más piezas de las que aquí se proponen. Para Colodrón (2010) los muñecos
representan la “realidad subjetiva” del paciente, y puede emplear tantos como sean
necesarios según el grupo familiar del paciente, incluso el de su cónyuge. En esta
técnica que les presento, sólo se trabaja con el núcleo familiar del paciente, por lo que
al darle la consigna lo que se pretende es que nos muestre cómo está su familia interna,
por tratarse de la representación de los miembros de su familia nuclear.
Por otra parte, Castillo (2009) señala que, por lo general, las imágenes dadas por las
personas no se dan de manera consciente, ya que suelen reportar incluso informaciones
contradictorias con lo que muestran a través de la distribución que dan con las personas
que sirven como representantes de la situación que se desea explorar (en dinámicas
grupales). Igualmente, con esta técnica, se observa que los pacientes suelen dar una
diversidad de imágenes con las siluetas que en ocasiones no pueden explicar
conscientemente y con las que parecieran no coincidir inicialmente. Esta imagen dada
viene desde su inconsciente, desde la imagen inicial de familia, que luego llevaron
quizás, como mecanismo de defensa, al inconsciente, por lo que no se les hace fácil
entenderlas inicialmente.
Es importante reiterar que aquí sólo se toman 4 siluetas para representar al grupo
familiar de origen, aunque hayan otros miembros en la familia que resulten
significativos para el paciente, como los abuelos, padrastros, tíos, nietos, entre otros.
Aquí se trata de indagar sólo el esquema de familia interna que trae la persona y
relacionarla con su ahora. Es por esto que no se indagan aspectos como los abortos, el
número de hijos, el tipo de unión entre los padres, etc. Por otra parte, el número de
hermanos tampoco se hace significativo ya que sólo se explora la posición del paciente
en relación a este grupo, por lo que solamente se elige un representante para todos
ellos.
Siguiendo con la exploración, se tiene que, una vez dada la consigna, las personas
tienden a pedir más información sobre lo que deben hacer… ¿Acostados? ¿Parados? El
terapeuta sólo les ratificará:

Consigna:
Colócalos acostados, como desees, como te sientas cómodo.

Con esto se busca sencillamente que proyecte su imagen interna, el orden de familia que
tiene, y se minimice cualquier información que lo pueda llevar a dar una representación
inducida por el terapeuta.
Una vez que la persona haya hecho la distribución con las siluetas (representación
gráfica), se le puede preguntar hasta dos veces si se siente bien con la imagen que
presentó. Ante la pregunta “¿Te gusta así?”, “¿Te sientes bien así o deseas
cambiarla?” Quienes no estén satisfechos con la imagen dada, buscarán la manera de
cambiarla y, automáticamente, ante las preguntas de confirmación, pueden manifestar
cierta inconformidad y tender a mover las siluetas dando así otra imagen, manifestando
finalmente la representación mental que tienen de familia; sin embargo el paciente no
siempre cambia su distribución, sencillamente hay quienes se limitan a aceptar la
imagen inicial que presentan y exponer su conformidad ante esta. Muchos de los
pacientes, cuando colocan las siluetas en su imagen final, suelen hacer manifestaciones
verbales o físicas de aceptación (suspiros o movimientos de aceptación con la cabeza),
parecieran decir ¡listo, encajé en lo mío!
Hay pacientes quienes luego de que se les indica a quien representa cada silueta,
tienden a dar explicaciones racionales que justifiquen su distribución, argumentando
que lo hacen en función de la policromía, o de sus preferencias ante cada color, o
porque prefirieron sacar los que no les gustaban, o porque pensaron que determinada
silueta los representaba mejor a ellos; en fin, dan una variedad de argumentos y sin
embargo, cuando se hace el análisis de lo que manifestaron a través de las siluetas,
coinciden con que ciertamente esta distribución los describe acertadamente, por lo que
me arriesgo a decir que ¡sale entonces esa familia interna que tienen en el inconsciente!
¿Qué es lo que hace la representación a través de las siluetas? sencillamente proyectar
la imagen interna que tiene el paciente de su familia. Es importante resaltar que se
refiere a la que grabó en sus primeros años de vida, o en su adolescencia, no a la que
tiene en la actualidad. Representa entonces el verdadero orden de su familia en su
niñez, o el que la persona interpretó, y no el que cree racionalmente. También es
posible interpretar dicho orden en función de su actualidad, ya que lo aprendido en la
niñez lo representamos luego en la adultez, por lo que para entender el presente se
puede trabajar con el significado simbólico de cada representante.
Una vez presentada la imagen de la Familia Interna, el terapeuta deberá estar atento a
las posiciones dadas con cada silueta. En principio, la imagen de origen esperada sería
la siguiente (figura 9):
Papá (P) y mamá (M) arriba, bien sea a la derecha o a la izquierda, esto es indiferente;
a diferencia de las Constelaciones familiares que establecen un lugar para cada una de
las figuras paternas (el padre es ubicado a la derecha y la madre a la izquierda). Los
hermanos (H) y el paciente (Yo) van abajo, también es indistinto si van a la derecha o a
la izquierda. Si la persona presenta esta imagen se espera que tenga un orden estructural
de su familia, ya que esta es la esencia de la familia: los padres tienen el lugar siempre
arriba porque ellos son los que dieron la vida, y los hijos van abajo ¿Por qué? Porque
es así como los padres, simbólicamente empujan a los hijos a seguir la vida. Según lo
planteado por Hellinger (2001), quienes nacieron primero tienen más derecho que
quienes vinieron después, es por esto que en las Constelaciones Familiares colocan
primero a los padres y luego a los hijos. Pues bien, en esta técnica también se adopta
dicho orden jerárquico, por considerar que realmente es el adecuado, sólo que aquí los
hermanos están en la misma línea de esta distribución, aun cuando sean unos mayores y
otros menores, y todos son representados por una misma silueta.
Siguiendo con la técnica, si la persona es hijo único, el terapeuta debe colocar sólo tres
siluetas y obviar la de los hermanos, ya que lo que nos interesa ver es como está ese
núcleo familiar. Y si alguno de los padres tiene otros hijos que no viven con el
paciente, y éstos le resultan significativos, se incluirá la silueta de los hermanos, y así
se puede explorar cómo está el paciente en relación a ellos.
Quizás ustedes se pregunten ¿Habrá quienes coloquen las siluetas en un orden familiar?
¿En su debido orden? Veámoslo así: hay personas que por lo general mantienen un
orden y equilibrio en sus acciones y probablemente vengan de un hogar donde honren a
sus padres, dándoles su debido lugar, y donde las relaciones familiares hayan sido
armónicas, placenteras, gratificantes y bajo líneas de respeto y amor; entonces, lo más
probable es que ellos reflejen sus programas raíz de esta misma manera, por lo que no
siempre veremos posiciones conflictivas o que requieran mayor análisis por parte del
terapeuta. No tenemos que ir por la vida esperando siempre conseguir personas que nos
arrojen imágenes de una familia interna distorsionada ya que no siempre las personas
enfrentarán la vida de una manera conflictiva, o sin aciertos. Aunque esta posición no
es la que suelen dar quienes acuden a terapia.
Por otra parte, quizás quien se está iniciando en esta técnica le interese saber cómo se
puede registrar de manera rápida la imagen dada por las personas durante la sesión
clínica. En lo particular, dibujo a cada miembro de la familia con un óvalo y dentro de
éste coloco la inicial que lo representa. El óvalo nos permite visualizar la distancia,
dirección y ubicación que pueda haber entre los diferentes representantes de la familia,
sin embargo invito al terapeuta para que se sienta en libertad de establecer su propia
estrategia.
Registro de la imagen dada

Así mismo, es posible que se requiera de alguna anotación adicional que permita
discriminar la orientación de las siluetas. En este caso se sugiere registrar de las
siguientes maneras:
INICIO DEL ANÁLISIS TERAPÉUTICO
Luego de que el paciente nos haya dado la imagen de su familia interna a través de la
distribución de las siluetas, se puede dar inicio al análisis terapéutico. Se recomienda
comenzar la revisión viendo donde está el padre y la madre en la distribución, ya que
ellos son el origen de todo, y quizás también el inicio de nuestros patrones de
comportamiento. Luego se revisarán los otros representantes. Según lo observado en
este estudio, las posiciones más frecuentes son las del excluido, la del conflicto, la de
autoridad, la de negación y la de responsabilidad. Pienso que quizás sea posible que
luego se determinen otras posiciones, sin embargo, en este trabajo sólo haré referencia
a las observadas en el grupo de pacientes estudiados.
Posiciones más frecuentes:
- El excluido
- El conflicto
- La autoridad
- La negación
- Responsabilidad

Antes de proseguir, debo resaltar la importancia de que no se tome a la ligera esta


técnica, fuera del contexto terapéutico, ni como un juego de adivinación, ya que la
experiencia me ha llevado a entender que con ella se abren procesos a los cuales hay
que brindarles el debido espacio y seriedad, por tratarse de un elemento terapéutico.
Debo confesarles que he tenido la experiencia con familiares y amigos quienes me han
pedido que les enseñe en que consiste la técnica, y en mi afán de mostrársela, lo he
hecho en sitios públicos, fuera de contexto terapéutico o ante terceros sin la intención
de profundizar en la misma, como resultado de esto me he visto en la necesidad de
hacer terapia en sitios poco propicios, contención y en ocasiones postergar el trabajo
para hacerlo dentro del encuadre terapéutico. Es por esto que insisto no se tome a la
ligera esta técnica, ni se trate de impresionar a nadie pretendiendo señalarle aspectos
inconscientes de su vida, ya que lejos de ayudar podemos abrir procesos y perjudicar
en algún aspecto.
Siguiendo con la técnica, y dentro del encuadre terapéutico, una vez que el terapeuta
identifica las posiciones del padre y de la madre, puede buscar donde está el paciente
ubicado en esta imagen ¿Dónde estoy en este cuadro familiar? Las posiciones de cada
miembro nos dan ya la idea de cómo tiene estructurada esa imagen inicial de familia y
nos orienta a indagar aspectos con cada uno de sus miembros.
El siguiente paso es indagar qué pasó con los padres. Particularmente, suelo
preguntarles: ¿Cuéntame de papá / mamá? ¿Cómo era él / ella? ¿En que marcó papá /
mamá tu vida? Y comienzo a indagar sobre cada uno de ellos por separado, tratando de
que el paciente no mezcle su historia con ambos a la vez, ya que esto le permitirá oírse
a sí mismo sobre lo que refiere y quizás sentir la emoción que cada uno le generó o le
genera aún.
A diferencia de las Constelaciones Familiares (grupales), en las que se trabaja con el
reporte que da cada representante seleccionado por la persona que consulta, en esta
técnica se trabaja con la posición que el paciente le da a cada silueta y su correlación
con el relato que nos provee sobre su historia de vida; es decir, que el terapeuta es
quien hace el análisis e interpretación de la posición de cada silueta, corroborándolo
con el paciente.
Luego de explorada la historia de la persona con los integrantes de su núcleo familiar,
se le puede hacer referencia sobre a quién representa cada silueta. Con la información
obtenida es posible iniciar la interpretación de cada posición ocupada por los
miembros de la familia. Es en base a dicha información que el terapeuta podrá indagar
otros aspectos y entender la gráfica dada, con lo cual tendrá más elementos para
continuar el proceso terapéutico. Sencillamente lo que se busca es tener suficiente
información para interpretar la posición de cada representante en la gráfica y con esto
poder ayudar al paciente en la visualización de sus aspectos internos.
Al identificar a cada uno de los representantes en la imagen, le permitimos al paciente
visualizarla de manera consciente. Por lo general, automáticamente hacen un insight
porque se dan cuenta de que esa misma gráfica describe su situación actual para
relacionarse y por lo general lo ratifican explícitamente: “es verdad, mi vida es igualita
a esto”. Entran en conciencia que su vida hoy es igual a esa raíz, sólo que ahora en
lugar de vivirlo con mamá lo viven con la esposa, o en lugar de papá lo viven con el
jefe, etc.
Por otra parte, también está la posibilidad de que el paciente no se identifique con la
imagen dada. En este caso habría que explorar más a fondo su historia, ya que
trabajamos con el inconsciente y muchas veces con el olvido, por lo que es relevante
ahondar en el reporte que nos pueda dar la persona y las emociones asociadas con cada
representante antes de iniciar el análisis.
En lo particular, en los estudios realizados con los pacientes, se han presentado muy
pocos casos donde la persona no admita que la distribución dada los represente; esto se
ha dado específicamente en algunos adolescentes y en pacientes a quienes se les
dificulta escuchar al terapeuta, mostrándose racionales en sus argumentos. En este
sentido, también quiero resaltar que con esta técnica estoy presentando los resultados
hasta ahora encontrados, los cuales aún pueden ser susceptibles de cambio y
profundización. Por otra parte, también recomiendo trabajar, en estos casos, otro
aspecto importante que pueden llevar todavía aún más a desordenar la raíz que se trae;
dicho aspecto es la lealtad familiar: la resistencia que mostramos ante la evocación de
las características de nuestra relación con ambos padres. Veamos esta en el siguiente
capítulo.
Capítulo VIII
LEALTAD FAMILIAR

¿Por qué se nos dificulta aceptar muchos de los aspectos negativos que
vivimos en nuestra infancia?
¿Cuál es la importancia de mantener la conexión con nuestros padres?

Antes de proseguir con las características del trabajo terapéutico que se realiza con el
paciente, considero importante describir la lealtad familiar, ya que es un aspecto con
el que nos encontraremos frecuentemente durante la aplicación de esta técnica. Este
aspecto surgió luego de las entrevistas iniciales con los pacientes, mientras se indagaba
sobre las relaciones con sus padres, buscando información sobre sus primeros amores.
Ante esto, por lo general prevalecieron respuestas positivas hacia dicha relación, aun
cuando hubiese aspectos negativos en sus historias de vida. Tomando en cuenta la
recurrencia de este tipo de respuestas como elemento característico, decidí explorar los
aspectos negativos de las mismas, con lo cual era frecuente observar cierta resistencia
por parte de las personas, a conversar de ello. Es así como se decide ahondar en la
lealtad familiar a fin de entenderla y poder usarla luego como elemento para disminuir
dicha resistencia al explicársela a los pacientes.
Se tiene entonces que la lealtad familiar es la defensa que surge como primera
respuesta ante la pregunta sobre las características de los padres y su relación con
ellos. Esta lealtad se traduce en comentarios positivos que hace la persona sobre el
trato que recibieron durante la crianza y se convierte en una forma de engaño a sí
mismos; es la manera a través de la cual las personas justifican las características de
sus padres, las cuales pudieron haberles creado un desorden en sus vidas y hacerles
daño, por lo que es común oírles decir: “ellos eran muy buenos conmigo, aunque casi
no nos veíamos”, “yo entiendo que mamá fuera así” o “papá me pegaba porque yo lo
hacía enojar”, etc. Teniendo en cuenta este aspecto, se decide entonces explicárselo a
los pacientes, durante la exploración de su historia familiar, observándose luego de su
descripción se mostraban más aliviadas y accedían a conversar con soltura sobre los
aspectos que consideraban negativos de la crianza o trato que recibieron de sus padres.
La lealtad familiar, forma parte de la razón del por qué el paciente no resuelve sus
situaciones de vida, ya que busca ver sólo un aspecto de dicha relación.
Independientemente de lo buena o no que haya sido ésta, por lo general, las personas
inician sus respuestas señalando lo bueno que recibieron de sus padres. Sin embargo,
en esta ocasión, a efectos de lograr que emerjan los aspectos inconscientes que los
dominan, se trata de reconocer los sentimientos negativos que les generaron durante sus
primeros años de vida, por lo que habrá que trabajar la lealtad, ya que, de lo contrario,
sólo nos desviaríamos del propósito terapéutico.
Para explorar el sentimiento que les generó la relación con la madre y el padre, se les
puede plantear lo siguiente:

Consigna:
Vamos atrás, vamos a viajar, vamos cuando eras niño, recuerda a mamá / papá,
tráelos a tu memoria, y dime “¿Cómo era mamá / papá contigo?

Ya sabemos que por lo general, la respuesta del paciente ante estas preguntas serán de
lealtad hacia sus padres, por lo que de una vez ésta los llevará a razonar algo así:
“mamá / papá era el gran amor, no puedo aceptar que mamá / papá era mala(o)”.
Entonces, de ser el caso, antes de aceptar que mamá / papá les trajo problemas a sus
vidas, su lealtad los lleva a decir “mamá / papá eran muy buenos”.
Es aquí donde el terapeuta debe minimizar dicha lealtad y dejarla a un lado precisando
al paciente en lo que se desea:

Consigna:
Dejando de lado lo bueno de mamá / papá… yo quiero que me digas ¿en que
marcó mamá / papá tu vida?

Con la intervención del terapeuta se busca que ceda la resistencia ante la lealtad y el
paciente pueda quitarse un peso de encima contando sus verdaderos afectos. Algunos
pacientes pueden responder también: “yo comprendí por qué papá /mamá fue así” “No
los puedo juzgar”. Ante esto, se le puede precisar diciéndole:

Consigna:
No se trata de juzgarlos, sólo de entender cómo fue esa relación y que me digas
de qué manera papá / mamá marcó tu vida” “que me digas lo que te molestó, lo
que te hizo sentir mal de ellos” “no vamos a hacer juicios, ni condenar el
pasado, sólo saber la raíz de tu programa de infancia.

La lealtad familiar no nos permite aceptar que fuimos abandonados, agredidos o


perjudicados como niños y de una vez nos lleva a defender a papá y a mamá en nombre
de esa lealtad y ese amor; por el simple hecho de ser nuestros primeros grandes
amores. Es importante resaltar que, con la lealtad, el paciente no está honrando a los
padres tal y como son, sino que está conteniendo las emociones negativas que estos
pudieron generarle en la infancia y negándose el permiso de verlas, lo cual le genera
tensiones emocionales por lo que no termina de resolver. Y así como lo vive lo va a
representar luego, pero desde un programa inconsciente, desde su programa raíz. Al
entender esta raíz el paciente puede entender su manera de relacionarse en el ahora,
aceptar su realidad y quitarse los velos que traía desde la infancia, liberándose de la
carga afectiva que lo lleva a relacionarse de determinadas maneras.
Se tiene entonces que la resistencia juega un papel importante ante la lealtad, y el
paciente puede sentirse un poco molesto por estar faltándole a ésta, sin embargo, el
propósito es hacer que él entre en conciencia de lo que no le gustó durante su infancia
con sus padres, de lo que careció, porque es de ahí de donde viene el verdadero
programa raíz en nosotros, y si no estamos conscientes de esto, lo seguiremos
repitiendo una y otra vez en nuestras vidas.
Lo que nos cuesta entender es que el inconsciente está siempre en acción, atento ¿para
qué? para mantener activos nuestros programas. Así pues, debemos intervenir ante la
lealtad para permitirle a la persona decir lo que nunca se ha permitido decirse a sí
mismo, por permanecer fiel a su grupo familiar.
Es por esto que, durante la exploración de las emociones que le generaron sus padres
en sus primeros años de vida, se debe tratar de entender ¿cómo era ese primer amor?
¿Cómo lo significó el paciente durante sus primeros años de vida? Para esto es posible
formular preguntas que le permitan darnos información al respecto. Se puede comenzar
por la figura paterna que evidencia mayor conflicto en la distribución de las siluetas.
Para esto se pudiera emplear alguna de las siguientes preguntas. Recuerde que es un
proceso terapéutico, no un interrogatorio, por lo que sólo se preguntará lo que se
considere pertinente y se ajuste al caso:
Preguntas sugeridas para explorar las emociones del paciente:
- ¿Cómo era mamá / papá contigo?
- ¿Cómo veías a mamá / papá de niño?
- ¿Cómo te mostraba mamá / papá su amor?
- ¿Cuán expresiva era mamá / papá contigo?
- ¿Qué significó para ti ese comportamiento de mamá / papá?
- Identifica ese comportamiento de mamá / papá hacia ti, esa manifestación de amor
de mamá / papá hacia ti.
- Identifica las emociones que generó mamá / papá en ti.
- ¿Todo ese comportamiento que mamá / papá te manifestó, es igual a qué?
- ¿En qué marcó mamá / papá tu vida?

Con esto es posible que el paciente pueda asociar un sentimiento en particular, como
representación de lo que significó ese primer amor. Luego se puede explorar su
relación con la otra figura paterna. En lo particular prefiero iniciar la exploración con
la última pregunta:

Consigna:
¿En qué marcó mamá / papá tu vida? O ¿Qué cosa no hizo bien mamá / papá?

Una vez precisadas las posiciones dadas por el paciente con las siluetas e indagado
sobre las características de su relación con sus padres y hermanos, así como sus
propios sentimientos, podemos darle inicio al análisis terapéutico descrito en el
capítulo anterior. Para esto podemos revisar el siguiente caso, a manera de ilustración.
Caso:
Joel y sus parejas
Joel de 27 años de edad, bachiller, con un cargo gerencial y de gran responsabilidad en
una empresa, asiste a la consulta por infidelidad con su esposa. Reporta que para ese
momento está casado y que lejos de la ciudad tiene otra pareja, además de frecuentar a
otras chicas que eventualmente conoce en bares y discotecas. Al indagar sobre su
manera de relacionarse con las mujeres previo al matrimonio, reporta que antes de
casarse tenía una novia además de tener una relación afectiva con quien luego fuera su
esposa. Al solicitarle que distribuyera las siluetas como mejor le agrade, él presenta la
siguiente imagen (figura 12):
Él es el menor de tres hermanos y además es el único varón. Basándome en esta imagen
le pregunto si sus hermanas eran quienes llevaban la responsabilidad de la casa. Él
afirma que no fue así, que siempre fueron ambos padres. Esta situación me genera
ciertas interrogantes ¿Qué hacen sus hermanas iniciando la línea familiar como
responsables de ésta? Ya que parece, según esta imagen, que ellas eran quienes
llevaban la responsabilidad del hogar, (según lo encontrado en los estudios, ubicarse al
inicio de la distribución, implica hacerse responsable de la familia). ¿Por qué los
padres están en posición de conflicto al final de esta línea? (estas posiciones se
explicarán en el capítulo X). Ante esto, se indaga un poco más ¿qué pasaba con mamá y
con papá? Es ahí cuando el paciente recuerda que su mamá vivía fuera de la ciudad por
razones de trabajo y que sólo se veían los fines de semana. Así mismo, me informa que
su padre conducía un camión, por lo que siempre viajaba por diferentes estados, estaba
lejos de casa con suma frecuencia, y se veían sólo algunos fines de semana. Es ahí
cuando le señalo a quien representa cada silueta en su imagen.
Esta vivencia explica el por qué Joel coloca a sus hermanas como las responsables de
la familia, ya que eran ellas quienes veían de él la mayor parte del tiempo. Una vez
visualizada esta imagen, con la identificación clara de cada uno de sus representante, le
hago ver que su comportamiento actual con las mujeres es el mismo que trae de su
familia interna ya que se bandea entre dos amores, el que le dieron sus hermanas y el
que añoraba cada día hasta verlo los fines de semana (mamá). Así pues, esto refleja
como él se mantiene en esta posición de dualidad constantemente, sustituyendo el amor
de hermana y el de mamá, por el de esposa y el de amante. Adicional a esto, cada vez
que tiene una pareja siente que ella “no es lo que esperaba”, por lo que suele buscar a
la siguiente aunque aún esté con la anterior. Quizás en su niñez permanecía con sus
hermanas a quienes les tiene un gran afecto, sintiendo que ellas no eran su madre (“no
es lo que esperaba”), y añoraba todos los días encontrarse con su primer amor (mamá).
Por otra parte, su trabajo consiste en viajar constantemente a las afueras de la ciudad,
por lo que permanece poco con alguna de sus parejas (como lo hizo papá con su
esposa).
Para que Joel rompa este programa raíz, es necesario que entienda lo que ha venido
haciendo de manera reiterada, y se obligue entonces a cambiar dicho patrón, de lo
contrario seguirá siempre entre dos amores. Esto sólo se hace a través de la
interpretación de esa imagen inicial, de la asociación de ésta con su comportamiento
actual, de descubrir el lugar que ha venido ocupando en ese esquema familiar
inconsciente, identificando así su programa raíz y reprogramándolo conscientemente
desde la reestructuración del esquema de familia, con la conducción de la terapia.
Siguiendo con la técnica, una vez dada la representación gráfica con las siluetas, se
espera que el cerebro entre en un estado de alerta a través del cual la persona puede
Reprogramar su vida ¿De qué manera? Cambiando esa gráfica de familia, ubicando a
cada quien en su lugar, en orden. Y en el momento que los está ubicando puede iniciar
una resolución interna. ¿Por qué? Porque nuestro inconsciente sabe que papá tiene un
lugar, que mamá tiene otro, los hermanos el suyo y yo como hijo también tengo uno. Así
pues, nos estamos yendo a la esencia de lo que es la familia, su estructura familiar:
padre, madre e hijos, ¡y ahí es a donde tenemos que volver para poder retomar lo que
realmente nos pertenece!
Hellinger (2003), explica la importancia de mantener la conexión con los padres ya que
es a través de ellos que tenemos la vida y es sólo a través de la paz y el respeto que les
tengamos que podremos tomar la totalidad de nuestra existencia. Es por esto que, en
esta técnica de la Familia Interna también se asume que sólo a través del
agradecimiento y la honra a nuestros padres, podremos cambiar esta imagen interna que
hemos venido repitiendo. Por lo que se busca que las personas reprogramen su
esquema de familia interna en un orden que les permita reconciliarse con sus padres y
separarse de su historia para vivir la suya propia, reconociendo que, sea lo que sea que
hayan hecho, lo hicieron desde el estado de conciencia que tenían para ese entonces.
Es así como, al honrar, dejamos de lado la lealtad familiar, con la cual veníamos
aceptando de manera incondicional lo malo y lo bueno que vivimos con nuestros
padres, reprimiendo nuestras verdaderas emociones. Al dejarla de lado, estaremos
aceptando los aspectos negativos que nos pudieron marcar en la vida, nos damos el
permiso de ver el pasado en su verdadera dimensión, haciendo conscientes las
emociones generadas para poder así dejar que salgan de nuestro inconsciente, y liberar
gran parte de ellas. Es por esto que la reprogramación propuesta en la técnica de la
familia interna juega un papel importante, porque lleva al paciente a generar nuevas
maneras de ver su realidad, reconectándose con sus figuras paternas, esta vez desde la
aceptación consciente de ellas, desde donde podrá permitirse vivir otras maneras de
relacionarse, retomando así el lugar que le corresponde.
Dicho lugar está presente en la persona, por lo que la reprogramación comienza cuando
volvemos al orden real de la familia, donde el paciente recuerda este lugar. Y digo
recordar porque en esencia, en nuestra interioridad, todos sabemos cuál es el nuestro,
pero por lealtad o contratos establecidos a veces no lo hemos ocupado o preferimos
llevarlo al olvido.
Para llegar a esto es necesario que reconozcamos que sólo nosotros podemos cambiar
nuestra historia, sólo nosotros podemos reestructurar nuestro orden familiar, y sólo así
podremos entonces cambiar la manera inconsciente de relacionarnos con todo cuanto
nos rodea, y que de alguna u otra forma nos genera conflicto.
Capítulo IX
REPROGRAMACIÓN

¿Por qué es importante aceptar y perdonar?


¿Es posible reprogramar las conductas aprendidas?

Según Dispenza (2005b), si se mantiene fija una idea en el cerebro es posible generar
huellas que puedan funcionar luego como la base de nuestro comportamiento y de
nuestro actuar. Manteniendo estas huellas por periodos de tiempo es posible volver el
pensamiento real, y cuando eso sucede el cerebro crea un nuevo patrón de conexiones
neuronales que se asocian con dicho concepto o idea. Por lo que al aprender algo
nuevo, creamos nuevas conexiones cerebrales, y al memorizarlas estas se refuerzan y es
posible mantenerlas, “la memoria es mantener esas conexiones, el aprendizaje es
formar esas conexiones” (Dispenza 2005b: s/p). Es por ello que con esta técnica se
busca que el paciente internalice la imagen del orden familiar a través de la constante
visualización de las siluetas que se le presentan, a fin de lograr la reprogramación.
En este sentido, reprogramar significa reestructurar un orden familiar interno que nos
permita un actuar diferente, de tal manera que podamos vivir libres de ataduras
inconscientes hechas en el pasado en nuestro núcleo familiar, para habilitar ahora, de
manera más fácil, nuestro fluir en la vida. Es ir en un orden de respeto, principalmente
hacia nuestros padres, porque ellos nos dieron la vida. Es romper con nuestros
contratos ocultos y proponernos de ahora en adelante hacerlo desde la libertad de lo
que realmente queremos y con lo que nos sentimos plenos en la vida. En definitiva se
trata de crear un nuevo patrón conductual que nos permita romper las viejas ataduras
inconscientes.
Para exponerlo de manera sencilla, pudiéramos decir que la reprogramación es como
cuando iniciamos nuestro proceso de adquisición de los conceptos básicos para las
operaciones numéricas. Si queremos aprender a sumar, la opción más viable es que
“nos obliguemos” a practicar dichos conceptos y procedimientos. De esta manera
estamos creando una nueva red neuronal la cual se alimenta de la práctica constante de
estas operaciones, para luego permitirnos evocar el aprendizaje establecido con
facilidad y cuando así lo requerimos. Por otra parte, siguiendo este ejemplo, si luego de
obtenido este conocimiento matemático, nos apoyáramos constantemente de una
calculadora u otro implemento que nos facilite estas operaciones, y no ponemos en
práctica lo aprendido basándonos en operaciones mentales, lo más probable es que
dicho conocimiento vaya disminuyendo y quizás se nos olvide. Así mismo funciona la
reprogramación de nuevas conductas, nos podemos “obligar” a actuar diferente para
crear nuevas redes neuronales y permitir que las anteriores vayan disminuyendo,
extinguiendo así una conducta no deseada.
Cuando reprogramamos, creamos una nueva red de información en nuestro cerebro. La
información anterior de alguna manera tratará de salir, como suele suceder con la
información almacenada en el inconsciente. Sin embargo, esta vieja información
guardada en alguna red neuronal, va perdiendo fuerza eléctrica para trasmitirse ya que
la unión o puente que le permitía seguir no se está reforzando, por esto es posible que la
nueva red vaya haciendo y fortaleciendo una nueva conexión a través de la cual la
persona pueda mantener su nueva posición si así se lo permite, para lo cual tendrá que
obligarse a hacerlo, con plena conciencia de su decisión, si desea reestructurar su
orden familiar.
Reestructurar su orden familiar es reconocer el lugar que ocupa cada uno en este
núcleo, es tomar el poder, saber que existimos y que algo nos pertenece. Como lo
expuso la autora Franke-Gricksch (2009: 73) a sus alumnos de educación primaria “la
familia siempre queda intacta aunque los padres concluyan su relación amorosa. Los
padres siempre serán los padres y, en forma consciente o no, mantendrán una relación
de padres mientras vivan. Allí están contenidos ustedes”. Es por esto que al
reprogramar a la familia, la persona se estructura en esencia, con un nuevo enfoque ante
sus relaciones, ante sí mismo, crea la pertenencia de familia y toma una posición ante su
nuevo programa, genera la confianza y la seguridad que requería para hacerlo diferente
de ahora en adelante. El siguiente paso es ir más confiado ante la vida porque hay un
lugar para sí que le pertenece, a donde quiera que vaya ¡hay un lugar para mí! Esto es
tan intenso que con frecuencia sucede que cuando se aplica la técnica con los pacientes
y se les dice “no tienes idea de lo importante que es esto en tu vida”, al tiempo regresan
y ratifican que entendieron y que pudieron sentir el cambio en sus relaciones y maneras
de comportarse.
Para ilustrar esto me permito citar a Clarissa Pinkola Estés (2001: 141), como bien lo
dijo en su libro “Mujeres que corren con los lobos”, al analizar el relato del Patito Feo:
Cuando el sentimiento anímico particular de un individuo, que es
simultáneamente una identidad instintiva y espiritual, se ve rodeado por el
reconocimiento y la aceptación psíquica, la persona percibe la vida y el poder
con más fuerza que nunca. El hecho de descubrir a la propia familia psíquica
confiere a la persona vitalidad y sensación de pertenencia.
Es tan sencillo que luego de hacer el trabajo y mostrarles el orden familiar, si le
preguntamos al paciente “¿Qué ves ahí?” algunos de ellos no dicen nada, pero por lo
general hacen una respiración particular, como un suspiro; otros refieren sentirse mejor
ante la nueva imagen. Luego al preguntarles “¿Cómo te sientes?”, suelen hacer una
respiración más aliviada y reportar que se sienten como si les hubieran quitado un peso
de encima. Entonces, le decimos a estas personas que con solo acomodar a los
representantes de su familia (a través de las siluetas), ya su cerebro comienza a
entenderlo, por lo tanto se sienten bien, porque su cerebro manda de una vez la orden de
esa nueva imagen y es cuando la persona manifiesta un alivio en su interioridad, porque
ha descargado lo que traía, y al reconocer la descarga del mundo que traía consigo se
permite manifestar el alivio.
Con la reprogramación, la persona inicia un cambio en su interioridad, el cual es
posible notar en las siguientes sesiones a través del reporte que dan, y de sus maneras
de abordar sus relaciones luego de esto. Es un cambio favorable, casi imperceptible,
sin embargo posible de notar.

ASENTIR, ACEPTAR, PERDONAR Y REVERENCIAR


Con la reprogramación, lo que se busca es que la persona se contacte con esa parte
humilde de sí misma y pueda asentir ante su emocionalidad o situación, es decir
admitir sus verdaderas emociones. Se busca romper la emocionalidad que nos da el
ego, ya que, si no asentimos no transformamos. Hellingen (2008: 35) describe que solo
logramos soltar cuando asentimos y solo logramos asentir cuando también soltamos.
Para este autor, al asentir hay que hacerlo sin juicios ni restricciones, y al hacerlo
entramos en una sintonía con el otro y con nosotros mismos. Por lo con esta acción
quizás podamos terminar entonces con lazos del pasado que nos pueden estar limitando.
Por otra parte, también es importante tener presente la aceptación de las circunstancias
que marcaron nuestra vida en el pasado, con nuestros padres generalmente, con la
convicción de que ya no nos hará más daño; es así como iniciamos el camino al
equilibrio emocional y conductual de la situación planteada. Para complementar la
aceptación el paso a tomar es el perdón, al perdonar aceptamos. Perdonar es
reconocer, es un acto de recapacitación, donde usted libera al otro y a sí mismo de sus
acciones. Por ejemplo: si yo sentí que mi padre me hizo daño y acepto que esto fue así,
puedo decirle aunque sea mentalmente “con todo y el daño que me hiciste (estoy
aceptando) te perdono (lo libero) y me perdono por permitirlo (me libero)”.
Veámoslo de otra manera, si usted genera un desorden con determinada conducta, tiene
dos opciones para abordar dicha situación: una es desde el orgullo, no reconociendo lo
que hizo y otra es desde la humildad, pidiendo perdón. Esta segunda opción no es desde
el ego, por el contrario, con esto nos colocamos en posición de respeto hacia el otro y
de aceptación de nuestros actos.
Otro aspecto importante es la reverencia. Para Hellinger (2011), al reverenciar a los
padres se está asintiendo a la vida tal como se ha recibido, incluyendo el precio que
ésta nos cuesta y el destino que nos espera con ella. Es por esto que, en las consultas,
en ocasiones, les pido a los pacientes que reverencien a sus padres luego de que hayan
establecido gráficamente el orden familiar, reconociendo así que lo principal que ellos
hicieron era darles la vida. Como lo expresa Franke-Gricksch (2009: 29) la buena
postura de los hijos frente a sus padres, es la de respeto y agradecimiento por haber
venido al mundo. Así mismo, esta autora expone que, con la reverencia hacia los
padres, se les agradece la vida, se les reconoce como los mayores y se les acepta como
son. Por esto, en la consulta, luego de honrar a los padres y su núcleo familiar, les
sugiero a los pacientes que hagan la siguiente verbalización:

Terapeuta / paciente: papá, mamá, no importa la manera como lo hayan


hecho, simplemente gracias a ustedes yo estoy aquí.

El reconocimiento es algo muy sencillo cuando se ha aceptado. Castillo (2009) lo


reafirma al expresar que se puede cambiar la imagen interior y comenzar a ver a los
padres como esos seres que nos dieron la vida, por lo que merecen nuestra gratitud,
esto nos lleva a un sentimiento de armonía y tranquilidad en nuestro interior.
Cuando los adolescentes vienen a la consulta con fuertes conflictos y rabia hacia sus
padres, se les permite que drenen toda esa emocionalidad y luego se les pide que los
honren y muestren su respeto hacia ellos agachando la cabeza; como lo expresa
Colodrón (2010), se busca que se desprendan del juicio y de su intento de hacerlo
mejor que ellos. Se les puede pedir entonces que realicen lo siguiente:

Terapeuta:
Ahora baja la cabeza ante ellos porque fueron el puente para que tú llegaras,
eso era lo único que tus padres tenían que hacer, y así lo hicieron, pero se te
olvidó que esa era su misión.
Es ahí cuando logran entenderlo y darles la razón y comienzan así la comprensión hacia
ellos, de manera diferente. Debo reiterar que con esta acción no necesariamente
logramos un cambio inmediato, pero si una actitud de mayor receptividad, la cual se
debe seguir trabajando en la terapia.

TÉCNICAS PARA REPROGRAMAR EL ORDEN FAMILIAR


Como se ha dicho anteriormente, el Bioquímico Joe Dispenza (2005a; 2007s/p) refiere
que al adquirir nueva información es posible establecer nuevas conexiones neuronales y
desaparecer aquellas que no utilizamos, ya que el cerebro empieza una reestructuración
basada en el pensamiento, el cual provoca reacciones químicas que pueden conducir a
determinados comportamientos y sensaciones, bien sean positivas o negativas, y que al
aprender sobre la efectividad de dichos pensamientos, es posible reprogramar y
desarrollar comportamientos nuevos en el cerebro. Este autor ratifica que fabricamos
sustancias químicas cada vez que pensamos y que dichas sustancias a su vez nos llevan
a sentir cómo estamos pensando; “en el momento en que empezamos a sentir de la
manera en que pensamos, empezamos a pensar de la manera en que nos sentimos, y
eso produce aún más química”.
Es por esto que, basados en la imagen inicial dada por el paciente, y luego de revisar su
situación personal con cada uno de los miembros de la familia nuclear (representados a
través de las siluetas), podemos comenzar la reprogramación, con la intención de que la
persona visualice la imagen, la entienda, luego visualice el orden familiar y trabaje en
ello durante una o dos semanas, basándose en pensamientos positivos y aceptación ante
su familia; con lo cual podrá interiorizar el nuevo esquema presentado, y crear nuevas
redes neuronales que lo lleven a pensar y sentirse en armonía con estos cambios. En la
consulta he observado que hay pacientes que manifiestan cambios en la siguiente sesión
(una semana), sin embargo hay otros que requieren de un tiempo mayor, por lo que en
definitiva esto va a depender del ritmo de trabajo de cada quien, así como del
compromiso que tenga con su propio proceso terapéutico.
Veamos ahora las técnicas de reprogramación propuestas. Durante la práctica de la
familia interna, he desarrollado tres maneras de iniciar la reprogramación, en la que
propongo nos adaptemos a la situación particular de cada quien y al contexto
terapéutico del momento. Es por esto que me permito describirles cada una de ellas, a
fin de que el terapeuta implemente la que considere según su criterio profesional. Lo
importante es que inicie un trabajo de reprogramación a través de la nueva imagen dada
con las siluetas, claro está, apoyándose siempre en el abordaje terapéutico, sin olvidar
que se trata sólo de un dispositivo terapéutico, no de un mecanismo para proveer
cambios mágicos.

PRIMERA TÉCNICA:
REPROGRAMANDO EL ORDEN ESTRUCTURADO DE FAMILIA

Tomando como base la información que el paciente suministró según lo sugerido en el


capítulo VII, recomiendo realizar la técnica que les presento a continuación, la cual
considero la más práctica de las tres (no por esto la más efectiva). La misma es
implementada con aquellos pacientes que de alguna manera creemos que tienen alguna
resistencia ante el cambio; que no tendrán otro momento terapéutico; cuando no se
dispone de mucho tiempo, o sólo como preámbulo de lo que será la siguiente sesión
terapéutica.
Luego del trabajo con el paciente, donde ha distribuido las siluetas y le hemos dado la
interpretación de la imagen generada, se le muestra la imagen de familia estructurada,
reordenando las siluetas como se muestra en la figura 13.
Ante esto se le pide que la visualice y la internalice dándole a cada quien su respectivo
lugar. Castillo (2009) sugiere crear un anclaje con la entrega de parte del material
empleado en sus terapias; al igual que esta autora, coincido en que en este momento es
posible y recomendable ayudar al paciente creando un anclaje físico de esta
distribución, entregándole 4 siluetas que sustituyan las anteriores (de igual color y
quizás de otro material como papel o goma), para que las coloque en un lugar visible en
su casa u oficina y así permitirle continuar con el trabajo de manera visual, apoyándose
además con afirmaciones positivas que lo conduzca a la reprogramación de sus
pensamientos, lo cual se apoya en lo expuesto por Dispenza (2010: 241):
Lo que experimentamos por medio de nuestros sentidos, se convierte en aquello
en lo que podemos basarnos para formular y fortalecer nuestras conexiones.
Por lo que se busca con esto que el paciente mantenga la imagen estructurada de familia
en la que cada miembro ocupa su lugar, lo cual le permite llevar este orden a su
estructura interna para hacerla cada vez más consciente. Si se considera que no habrá
otro momento terapéutico o que pasará un tiempo antes de continuar con el mismo, se
puede dejar el trabajo hasta este punto. Si por el contrario, se considera que habrá una
continuidad, es recomendable se concluya la sesión con la distribución dada por la
persona, interpretándola sin mostrarle el orden familiar. Con esto se mueve al paciente
emocionalmente y se le permite el insight sobre el por qué de su comportamiento o
patrón de conducta. En la siguiente sesión se puede retomar la gráfica dada por este,
seguir el análisis terapéutico y reestructurar el orden familiar.

SEGUNDA TÉCNICA:
REPROGRAMANDO A TRAVÉS DE LA VISUALIZACIÓN

Colodrón (2010) expone que sus trabajos con los muñecos suelen concluir con
visualizaciones guiadas para facilitar la resolución del conflicto en el paciente. Así
mismo, en esta técnica, luego de reconocida la imagen dada por la persona y haber
realizado la interpretación de la misma, se busca reestructurar el orden familiar,
acompañado del movimiento de siluetas y de la visualización guiada por el terapeuta,
con la cual el paciente puede drenar esas emociones contenidas desde hace tiempo por
los conflictos vividos con cada una de sus figuras paternas en el pasado, o con sus
hermanos. Recuerde que siempre debe explorar previamente como fue la relación en
casa con sus padres y hermanos, ya que esta será la información en la que se apoyará
para guiar la visualización. Lo importante aquí no es la historia que el paciente cuenta
sobre sus padres, sino los sentimientos que estos le generaron.
Para iniciar la visualización invitamos al paciente a ponerse cómodo (es opcional una
música suave para inducir la actividad), le pedimos que cierre sus ojos, respire
profundo y expire suavemente (así iniciamos la puesta en alerta y activación del
cerebro), lo invitamos a que repita esta misma acción tres veces para asegurarnos de
que su atención está centrada en la actividad.
Lo llevamos a que se ubique en el pasado, según lo que nos haya manifestado
previamente durante la exploración del lugar ocupado y sus contratos ocultos. Luego le
pedimos que visualice al frente de sí a uno de sus padres y lo llevamos a reconocer el
sentimiento que vivió con éste, que lo exprese con la mayor intensidad posible, y que lo
haga refiriéndose a esa persona más no al terapeuta. Lo orientamos a que le refleje lo
que lo marcó de alguna manera en la vida, bien sea soledad, abandono, maltrato,
conflictos, miedo, rabia, desconfianza, etc., sin contar su historia de vida, sólo le
pedimos que manifieste los sentimientos que esto generó y que trate de vivenciarlos
para poder así desprenderse de ellos durante la terapia. La intención es que la persona
reviva esos sentimientos y pueda darse el permiso de liberarse de ellos, ya que, al
verbalizarlos, estos afloran de su inconsciente y puede así minimizar la emocionalidad
que estos le generan.
El terapeuta pude ayudar al paciente guiándolo en sus palabras, expresando de ser
posible los mismos sentimientos reportados por él previamente, para que se permita
decirle a su padre / madre / hermanos todo lo que ha acumulado por años, y luego
permitir la aceptación y el perdón ante esta situación.
Guiando al paciente con sus emociones
Puede iniciar con algo como esto:

Terapeuta / paciente:
“Papá / mamá, me dolió mucho tu ausencia, maltrato, abandono, indiferencia,
que no me trataras como a los demás, que no me dieras afecto, que me dejaras
solo(a) con otras personas, que te murieras siendo yo tan pequeño(a), que
fueras tan distante... No entendí por qué me tratabas tan mal, por qué me
dejabas solo(a), etc.

Se puede precisar al paciente preguntándole “¿Qué más quieres decirle? ¡Vamos, dile
lo que deseas!”, con el fin de propiciar el mayor desahogo de sus emociones y
sentimientos negativos. Una vez que consideremos que ha aflorado todos sus
sentimientos o que el paciente reporta que no tiene más que decir, podemos llevarlo a
un cierre emocional de estas situaciones con algo como lo siguiente:

Cerrando procesos:
“Papá / mamá / hermano, ahora entiendo que lo que hiciste, lo hiciste porque
no tenías otras herramientas o conocimientos diferentes para hacerlo, lo
hiciste desde tu nivel de conciencia”. O “papá / mamá / hermano, te perdono
por lo que me hiciste y me perdono por haberlo permitido, porque siendo un(a)
niño(a) no tenía la fortaleza / sabiduría / madurez / herramientas para
entenderlo o defenderme de esto”.

Es muy probable que el paciente se sienta removido ante esta situación, con lo que se
busca que luego de que drene dichas emociones pueda ahora reconciliarse con la figura
que visualiza al frente. Luego de esto se repite la misma visualización con el otro
representante padre / madre / hermano. Al finalizar, en lo particular les pido a los
pacientes que se imaginen a ambos padres al frente de ellos y les manifiesten:

“Papá, mamá, gracias, los honro porque a pesar de todo me dieron lo más
importante que tengo: la vida. Y con ustedes honro a todos los hombres /
mujeres en mi vida”, “Ahora entiendo que esa era su historia y no la mía, por
eso hoy me permito apropiarme de mi vida De ahora en adelante me permito
hacerlo diferente”.

Castillo (2009: 83) sugiere: Ha sido tan difícil para ti como para mí. Como tú lo
hiciste para mi está bien, pero ahora por favor, dame tu bendición si lo hago
diferente.
Luego de esta visualización y reprogramación del lugar de sus padres, se le pide al
paciente que visualice a sus hermanos y les exprese los sentimientos que tiene hacia
ellos, al igual que lo hiciera anteriormente con sus padres. Puede concluir diciendo:

“Hermano(s), ahora recordé que soy tan igual a ustedes, ni mejor ni peor,
solamente iguales y que todos tenemos el mismo lugar”.

Visualizando un camino
Al finalizar esta actividad, donde el paciente se ha permitido desahogarse
emocionalmente, les podemos pedir que se visualicen dando unos pasos hacia adelante
de su familia (en este momento podemos adelantar la silueta que los representa, como
símbolo de la acción que le sugerimos). Seguidamente los llevamos a que se imaginen
adelante de sí un camino tan hermoso como lo deseen: lleno de colores, paisajes,
personas, situaciones… en fin, tan rico y colorido como lo quieran, con las personas
que quieren esperándolos al frente, bien sean su pareja, hijos, o las personas con
quienes deseen reconciliarse. Les permitimos un tiempo breve para que puedan
visualizar en detalle lo que deseen. Para finalizar, les indicamos que se permitan
quedarse con ese camino visualizado y ese sentimiento de agrado y tranquilidad con los
miembros de su familia. También le podemos sugerir que afirme lo siguiente:

Me doy el permiso de dar un paso hacia adelante, apropiarme de mi historia y


vivirla en la libertada de mi ser.

Para concluir se le puede entregar la silueta que lo representa a sí mismo y se le puede


indicar que lo cargue consigo o lo coloque en un lugar visible de su casa por unos días,
como símbolo físico para anclar ese momento de reprogramación y de una nueva
manera de hacer su historia (¡en libertad!).

TERCERA TÉCNICA:
REPROGRAMANDO PASO A PASO CON LAS SILUETAS

Reconociendo a papá / mamá


Ante la imagen presentada por el paciente con las siluetas, y luego de la exploración
terapéutica de la misma, tomando en cuenta el reporte dado, se comienza a reestructurar
el orden familiar. Para esto el terapeuta toma a papá / mamá (esto es indistinto) y le
pregunta al paciente:
Terapeuta: ¿Quién es este? (figura 14).
Paciente: Papá (la intención es reconocerlos nuevamente y colocarlos arriba, en
su lugar).

El terapeuta puede ir guiando las palabras del paciente, a fin de facilitar la


reprogramación, si considera que es necesario apoyarlo porque se reprime con la
actividad. Una vez reconocido el estado emocional de la persona y el conflicto, se
traerá al presente sin relatar la historia… sólo las emociones.
Ejemplo:
A manera de ejemplo, se trabajará una situación de abandono por parte del padre, bien
sea que él no estuvo presente, o que estaba en casa pero la persona se sentía
abandonada. En este momento se le puede pedir al paciente que manifieste todo lo que
ha callado hasta ahora en relación a su padre. Dependiendo de su historia éste puede
decir junto con el terapeuta algo como lo que sigue:
Papá, reconozco que tu abandono (o sentimiento reconocido), hizo crear en mí un
gran dolor, tristeza, sufrimiento… me generó un gran trauma… mucho miedo ante
la vida, por saber que no estabas allí… Hoy acepto que me hiciste mucho daño…
entiendo que no tenías el conocimiento para hacerlo diferente. Hoy reconozco
que estaba viviendo una vida con situaciones que no me pertenecían, porque
siendo niño(a) no tenía el nivel de conciencia para resolverlo ni hacerlo
diferente, pero hoy si lo tengo y me permito cambiarlo. Papá, recordé que tienes
un lugar en mi vida, por eso hoy te perdono y te doy tu lugar.
La intención es que la persona diga lo que de alguna manera ha llevado reprimiendo
durante años y pueda así liberar ese sentimiento que en nada lo está ayudando. Como
expone Lopera (2002), a medida que la persona expresa en palabras, puede tomar
conciencia de lo que ha venido reprimiendo.
Si las emociones manifestadas son muy intensas, una vez que perdone puede decir: “Me
hago libre de ti y te hago libre de mí. Te amo, gracias”. Con esto se busca que la
persona ubique a la figura del padre de una manera ordenada en su cerebro, y comience
a sentir como piensa, en armonía con la figura paterna.
Luego se toma al siguiente representante: mamá

Terapeuta: ¿Quién es ésta? (figura 15).


Paciente: Mamá

Dándole el lugar a mamá:

Terapeuta junto con el paciente: “Mamá este es tu lugar, al lado de papá, hoy
recordé que esta fue tu elección”.

Si su mamá sufrió, lloró, papá le pegó, se quedó sola, fue abandonada, o pasaron mil
cosas, el paciente debe recordar que esa era la historia elegida o aceptada por ella y no
la suya.

Terapeuta junto con el paciente: “Mamá, toma lo que es tuyo (colocándola al


lado de la silueta que representa al padre), hoy recordé que tu elegiste esta
pareja, sólo que por ser niño no lo entendía y traje parte de tu mundo y tus
circunstancias a mi vida”.

Ante la expresión del sentimiento que se ha venido callando, estamos abriendo un


proceso en el paciente, y lo más probable es que llore con esto, por lo que es
conveniente hacerle ver la importancia de que libere la emoción que lo acompaña y
haga catarsis.

Terapeuta: “Permítete decirles a tus padres lo que no les has dicho antes,
suelta esas emociones, no te quedes con ellas”.

Si el paciente tiene mucho que decir, puede manifestarlo: “mamá me abandonaste… hoy
recordé que tu abandono (o las circunstancia que sean) me trajo dolor, tristeza, y lo
acepto”. Una vez que acepta las situaciones dadas con su madre le puede decir:
“mamá, te perdono”. “me hago libre de ti y te hago libre de mi… te amo… gracias.”
Liberando la emoción:
Para lograr hacer el cambio hay que liberar la emoción. Luego que la persona drena las
emociones que tenía ocultas, vamos nuevamente al origen, a la esencia de la familia, y
una vez reestructurada la imagen inicial podemos continuar.

Terapeuta: ¿Qué le voy a decir a papá y a mamá? “Papá, mamá, los honro, no
importa la manera como lo hayan hecho, lo importante es que gracias a
ustedes estoy aquí, ¡los amo!” “gracias porque a pesar de todo me dieron la
vida”.

Así reconoce que no importa la historia que haya vivido, simplemente gracias a ellos
está aquí... ¡eso ya es bastante! Por lo general las personas entran como en un alivio y
aceptación y suelen decir “bueno, si es verdad, lo más grande que hicieron mis padres
fue permitirme estar aquí, darme la vida”.
Reconociéndose a sí mismo
Terapeuta: ¿Quién es éste? (figura 16).
Paciente: Yo
Terapeuta junto con el paciente: “Este soy yo, hoy recordé que tengo un lugar
y regreso a él”.

El primer lugar que debemos reconocer es en la familia. Colocamos al representante de


la persona en su lugar, abajo, en el medio de papá y mamá (figura 17).

Si el conflicto es con él mismo (Y), trabajamos al niño interno (él en su infancia), según
los eventos vividos. Luego buscamos las emociones que se grabaron en determinados
momentos, y al identificarlas ayudamos al paciente a generar la integración con su niño.
Le pedimos entonces que le diga a ese niño:
Integrándose con su niño:
Ya no te preocupes (nombre del paciente), entiendo que por ser pequeño no
pudiste defenderte ni resolver el mundo que te rodeaba, pero ahora que soy
adulto lo puedo hacer por ti, por eso ahora estoy aquí para protegerte, amarte
y cuidarte.

Si el niño estuvo abandonado o la mamá nunca le prestó atención, ese niño graba en su
inconsciente sentimiento de rabia, abandono, soledad; por lo que entonces lo más
probable es que sea una persona miedosa, insegura o con resentimientos. Una vez
identificadas estas emociones negativas le vamos a permitir que evoque a su niño
interno un instante, para sacar estos sentimientos, luego así como lo exterioriza, le
pedimos que se diga a sí mismo, guiado por el terapeuta:

Terapeuta / Paciente: “todo está bien (nombre del paciente) ya no tienes por
qué tener miedo, ya no estarás solo, ahora estoy aquí para cuidarte y amarte.”

Hablaremos en presente porque el niño está siempre en presente “no te preocupes, yo te


amo, estoy aquí” Con esto no se espera que la vida cambie, sólo que la persona
comience a crear una alineación positiva hacia su interioridad, y las cosas comiencen a
estructurarse de manera ordenada y adecuada, ya que ha estructurado a su familia dentro
de sí. Luego podremos seguir con los hermanos.
Reconociendo a los hermanos
Terapeuta: ¿Quiénes son estos? (figura 18).
Paciente: Mi(s) hermano(s)
Paciente: “Hermano(s) hoy recordé que no somos mejores ni peores, ni buenos
ni malos, todos somos iguales, ustedes y yo tenemos el mismo lugar”.

En este momento, se incluye al representante de los hermanos en la imagen, no importa


si son colocados a la derecha o a la izquierda, los hermanos van al lado, al mismo
nivel, ni arriba ni abajo, todos iguales. Aun cuando los hermanos sean mayores, no
importa su ubicación, porque todos están en la misma línea de hermanos (figura 19).

Luego de estructurado el orden familiar, se toma a la silueta que representa al paciente


y se coloca aparte del grupo, más adelante que los demás. Ahora puede decir: “ahora
yo elijo ocupar mi lugar y seguir mi vida” (figura 20).
Reconociendo a la pareja o a la vida
A fin de permitirle al paciente reprogramar su existencia y apropiarse de su vida, se
puede continuar la sesión con una quinta silueta que bien puede representar a su pareja
o la misma vida.

Terapeuta y paciente “Ahora voy a sanar mi vida porque ya elegí resolver mi


historia”.

Se toma una quinta silueta y se coloca al lado del representante del paciente (Y), como
pareja (PR) o como la vida (V). Es importante no darle un nombre específico a este
representante ya que la persona viene con un pasado de parejas que tiene que resolver,
y aquellos que hoy no tienen pareja, en un futuro tendrán una, por lo que tendrán que
darle un lugar en orden en sus vidas.

Terapeuta y paciente ante la pareja o la vida:


“¡Estoy de vuelta! Hoy recordé que tengo un lugar junto a ti, perdóname por no
haber estado ahí” O “¡Vida estoy de vuelta! Hoy recordé que tengo mi propia
vida y ahora decido apropiarme de ella” (figura 21).

Colodrón (2010:199) sugiere se le diga a la pareja que se ha de honrar: No soy mejor o


peor que tú y ahora te doy el lugar de respeto que mereces.

Tanto hombres como mujeres de ahora en adelante son quienes van a elegir qué lugar
van a ocupar: esposos, amigos, compañeros, novios… Esto ya es elección de cada
quien, lo importante es que tienen un lugar y que más nunca lo van a dejar vacío. Serán
ellos quienes elijan conscientemente cual ocuparán de ahora en adelante
Reconociendo a los hijos
Para quienes tienen hijos se seleccionará otra silueta (HJ). Recuerde que al no estar
ocupando el lugar que les corresponde, las otras posiciones también se ven alteradas,
por lo que el hijo puede ser el compañero, esposo, amigo, padre, etc., como es
frecuente ver en algunas madres que dicen “él es mi compañero”, o “él es mi mejor
amigo”, en lugar de decir ¡él es mi hijo! Entonces, siendo padres / madres, dirán:

Paciente: “Hoy recordé que eres mi hijo, y aquí estoy como papá / mamá.
Siempre estaré aquí, ocupando mi lugar, dándote mi apoyo y bendición para
que sigas adelante”.

Y al mirar esa imagen el paciente puede decir: “Esta es mi nueva elección ahora”
(figura 22).
Luego del reconocimiento del lugar de cada uno de los miembros de la familia, se
puede realizar con el paciente la actividad propuesta en la técnica dos: “visualizando
un camino”. Al finalizar se le sugiere repetir por unos días este ejercicio en su casa:
reconocer al padre y a la madre, sanar lo que tiene que sanar “hoy recordé que soy el
hijo”, y así ir cambiando todas las posiciones hasta llevarlas al orden familiar ya
trabajado. Del orden familiar pasar a la libre elección “este soy yo, tengo un lugar, yo
elegí una pareja”, y hacer el trabajo de pareja. Después podrá colocar la posición final
en un lugar de la casa donde sea visible. No es necesario contar ninguna historia ya que
cada vez que la persona vea la imagen, su cerebro estará recordando y reprogramando
la nueva información.

El terapeuta puede elegir, si lo considera necesario, que el paciente realice toda la


actividad o solo parte de esta, como por ejemplo, hasta apropiarse de la vida, o
reconocer que tiene una pareja, o aceptar que tiene una familia, dependiendo del motivo
principal de la consulta.

Terapeuta: “Te sugiero que por varios días repitas todo lo anterior y que
coloques a la familia en algún lugar visible en casa. Tómate un tiempo para
resolver esto…”

Como resultado del trabajo logrado con esta técnica se busca que la persona entre en un
estado de comprensión de sus maneras de relacionarse, de lo que venía repitiendo por
tanto tiempo, para que pueda así hacerse libre de esto, de sus problemas, para que
entienda y pueda decir: “¡si, es verdad, esa parte no la recordaba!” y pueda ahora
empezar a tomar el control de su vida con mayor conciencia. Reitero que con esto no se
busca un cambio mágico en la persona, sin embargo es posible ver actitudes positivas y
conductas favorables en corto tiempo. También hay que tener presente que, como todo
proceso terapéutico, no todos los pacientes presentan los mismos ritmos de avance en
la resolución de sus conflictos.
Por otra parte, quiero señalar que durante la práctica de esta técnica me he dado cuenta
que en ocasiones es necesario mostrarle al paciente la imagen que dio originalmente
para hacerle ver o recordar lo que ha venido repitiendo y el por qué de sus acciones, o
para mostrarle el avance que ha tenido. Así mismo, en ocasiones he tenido pacientes
resistentes al cambio o con mucha negación de su problemática, en estos casos he
mantenido la imagen original como elemento visual durante algunas sesiones, bien sea
con las siluetas en físico o con el registro gráfico que hago de ellas, hasta que
considero que la persona ha logrado entender o aceptar su situación. Luego de esto es
posible hacer la reprogramación con ellos.
En otros momentos, dependiendo del caso y como elemento terapéutico, me permito
mostrarles durante una sesión su distribución original y el orden esperado (luego de la
reprogramación) a modo de que visualicen gráficamente la interpretación que hago de
su reporte, por lo que me apoyo en las siluetas a medida que les voy explicando lo que
deseo que vean, y puedo perfectamente moverme entre ambas gráficas, con lo que
obtengo resultados efectivos que luego son reportados por ellos.
Entendiendo que esta técnica es novedosa, reconozco la importancia de mostrarle a los
lectores ejemplos que les permitan comprender su implementación a través de la
interpretación de algunas gráficas dadas por los pacientes, por lo que en el siguiente
capítulo les presentaré algunas distribuciones con las siluetas y sus respectivos
análisis.
Capítulo X
ALGUNAS DISTRIBUCIONES CON LAS
SILUETAS
Y SUS ANÁLISIS

A continuación les presentaré algunas de las distribuciones dadas con mayor frecuencia
con las siluetas. En esta oportunidad se hará mayor énfasis en el análisis del lugar que
ocupan los representantes del paciente (Y) en las imágenes, aunque también se
comentará sobre los demás representantes. En este contexto, se le sugiere a quienes
deseen explorar y profundizar en la técnica de la Familia Interna, que sustituyan o
intercambien a modo de ejercicio, a cada uno de los representantes en las diferentes
distribuciones que se les presentan, así podrán ver con mayor claridad la verdadera
dimensión de las posibles distribuciones en la clínica, e iniciar su propia exploración y
análisis.
Por otra parte, el terapeuta no debe olvidar que la interpretación de las posiciones de
cada representante dependerá del reporte que haya dado previamente el paciente, por lo
que cada análisis es único; tan único como la historia y el proceso terapéutico de cada
quien; por lo que podemos tener la misma imagen en dos pacientes distintos y tener
relatos individuales y particulares para cada uno de ellos, y aun así la imagen dada
puede representar de manera física lo que nos ha relatado con anterioridad.
He de enfatizar que las siluetas constituyen un dispositivo terapéutico a través del cual
es posible que se proyecten aspectos internos que conforman la familia interna de la
persona, por lo cual, aunque dicho dispositivo sea el mismo para todos (niños,
adolescentes y adultos), los resultados tendrán un matiz propio basado en la historia de
cada paciente, al igual que ocurriría en un proceso terapéutico donde se trabaje con
determinada corriente teórica; aunque la teoría sea la misma, los resultados siempre
serán únicos.
Basándome en lo anterior, sugiero que la información que aquí se presenta se tome sólo
como una guía en la cual podrán apoyarse quienes se inician, para comenzar su propio
proceso de conocimiento e implementación de esta técnica. Tenga presente que hay que
ser muy cuidadoso a la hora de hacer una interpretación. Es importante observar los
detalles: las posiciones, la orientación de los representantes, las distancias entre ellos,
la proximidad a alguno o varios integrantes, con quien se identifica más la persona o a
quien excluye, que color prefiere, entre otros. Así mismo, se sugiere iniciar la
exploración por el que esté más cerca o más lejos del representante del paciente (Y).
Las siguientes posiciones y su interpretación se tomaron de la coincidencia del reporte
de los pacientes en estudio y las imágenes que nos mostraban durante las consultas, por
lo que en esta oportunidad describiremos posiciones y no hablaremos de pacientes en
particular.

DISTRIBUCIONES MÁS FRECUENTES


Ubicación de
Significado
las siluetas
Anulación. No tengo lugar para
Afuera
mí. Exclusión
Al final Poca valoración
Conflicto con el representante que
Al frente de
tiene al frente
Al inicio Me hago responsable
Al lado de Apoyo de este representante
Arriba de Poder, Autoritarismo
Anulación, negación (no
Debajo de
pertenezco, no lo merezco)
En medio de Conflicto con quienes están a su
dos lado
Encima de Abuso

Algunas distribuciones dadas y aspectos relacionados con éstas:


A continuación describiré algunas distribuciones dadas por algunos pacientes y la
interpretación lograda con cada uno de ellos. Recuerde que dichas distribuciones se
mostrarán solo a modo de ejemplos y que las mismas provienen de las exploraciones
iniciales que se hicieron con las personas que se prestaron para este trabajo, en el cual
se observaron reiteradas coincidencias con su reporte.
1. Distribución 1 (Figura 23):

En esta imagen el paciente (Y) está debajo, al lado de la madre (M), quien según su
reporte le generó problemas, por lo que inconscientemente la coloca a su mismo nivel.
Al padre (P) sí le da su lugar (arriba), sin embargo, esto no significa que éste no le haya
traído inconvenientes ya que, en esta imagen, el padre y la madre no están juntos. Por
otra parte, al colocar a los hermanos (H) arriba señala que estos tuvieron más poder
que el paciente, a quienes considera más importantes que él.
2. Distribución 2 (Figura 24):

En la figura 24 el paciente coloca a su representante (Y) arriba, lo que significa que la


persona por lo general tiene una posición de poder. No le gusta estar abajo, le gusta
mandar y que se le escuche. En este caso tiene al lado a la silueta de la madre (M). En
casa la madre (M) era la fuerte, la autoritaria, la que mandaba, la que resolvía todo. Por
el contrario papá (P) al estar ubicado abajo significa que le generó conflictos al
paciente o que tal vez no ejerció su rol de padre como debía, por lo cual lo ubica en un
lugar donde no cause más inconvenientes (abajo).
Si papá (P) era el callado y el que decía siempre sí a mamá (M), pudo generar en el
paciente (Y) molestia por no tener autoridad o presencia. Colocar a papá (P) abajo
quiere decir que se le resta su lugar de autoridad, de cabeza de familia, sin embargo,
hay que tener presente que papá representa también al hombre. En el caso de las
mujeres, este esquema de familia interna las puede llevar a escoger a un hombre a
quienes ellas puedan mandar, en donde ellas sean el motor de todo, porque asumen el
poder como la madre. A estas mujeres se les dificulta encontrar un hombre que esté más
arriba que ellas o en igualdad de condiciones. En este caso es importante trabajar la
imagen del hombre en las terapias, darle su lugar, revisar la figura masculina en sus
vidas.
Los hermanos (H) están en el lugar que deben estar, sin embargo, al estar abajo
significa que el paciente (Y) siente que quienes tienen el poder son la madre (M) y él
(Y).
Cuando el paciente (Y) está al lado de la madre (M), está ocupando el lugar de papá
“como él no lo hizo bien, quien mejor que yo para hacerlo”. El contrato oculto aquí
pudiera ser “me comprometo a cuidar de mamá (M) y a estar pendiente de ella”.
Entonces, ya la relación del paciente (Y) con la madre no es una relación madre - hijo,
sino hijo - compañera. Es posible que se traten como pareja, no como madre - hijo. En
este caso, ocupar el lugar que no corresponde (según lo desarrollado en el capítulo VII)
trae problemas porque dejamos de ser lo que realmente somos; así mismo, tener una
pareja estable es difícil porque ya el lugar está ocupado inconscientemente con la
madre (M).
3. Distribución 3 (Figura 25):
Veamos una pequeña variación en la posición de dos de los representantes y otro
posible análisis de esta imagen, a modo de ejemplo:

En esta imagen el lugar de los hermanos está bien. Papá está abajo, lo cual puede
significar que le trajo problemas al paciente (Y). En este caso, papá (P) pudo haber
sido muy autoritario, por lo que esa autoridad le incomodó al paciente (Y), quien lo
ubica en un lugar donde no le cause problemas (lo manda abajo en su familia interna). A
mamá (M) le da el lugar que le corresponde, pero como papá (P) no lo hizo bien,
“¿quién mejor que yo para hacerlo como es?”, por lo que decide ocupar su lugar. El
problema es que en la posición que asume el paciente (Y) puede crear un gran
compromiso con la madre (M), ya que se inicia entre ambos una relación de pareja, (Y)
es el o la compañera de mamá, quien cuida de ella, entonces la madre (M) se siente con
derecho de pedir y demandar, con poder para exigirle que esté pendiente de ella ya que
necesita de su cuidado, ¿por qué? porque se convirtió en su pareja emocionalmente.
Puede que en la actualidad el paciente (Y) tenga su propia vida, pero una parte de sí
está con la madre (M), con la presión de tener que complacerla y cuidara. Por otra
parte, papá es un problema y (Y) se siente con poder sobre él. Se convierten en esos
hijos o hijas mandonas con sus padres, ya que ellos pasan a ser como el hijo: “Yo
mando a papá y él no me manda a mí”, “Yo le converso suavecito y él hace lo que yo
digo”.
4. Distribución 4 (Figura 26):

En este ejemplo, podemos observar a la figura de la madre al final de la fila. Poner a la


figura de mamá (M) al final, puede significar que la madre tuvo un comportamiento
estricto, quizás fue de esas madres que todo lo llevaban en orden en la vida o con un
comportamiento de sumisión. Esta imagen la han dado los pacientes cuyas madres los
marcaron con algún evento en sus vidas, y han colocado al final la figura de la madre (o
el padre). El hecho que todos los integrantes de la familia estén a la misma altura puede
significar en la persona que todos eran como iguales, y esta igualdad lleva al paciente
(Y) a algo muy importante que es ocupar el lugar de cabeza de familia (por estar al
inicio de la fila).
Ocupar este lugar es ocupar el lugar de la responsabilidad “Yo me siento responsable
de toda mi familia”, “tengo que resolverlo todo y tengo que dar para el uno y para el
otro”. Estas personas siempre están pendientes del bienestar de los demás miembros de
la casa en la actualidad.
Colocarse al lado de los hermanos (H) sugiere que el paciente (Y) sentía más apoyo en
ellos, por lo que su primera responsabilidad empieza por los hermanos (H). Aquí el
paciente (Y) se siente más responsable de los hermanos que de los padres. Entonces el
lugar que ocupa en su casa es el lugar de papá y mamá, la figura de autoridad. Es
posible que ante los hermanos (H) no sea hermano(a) sino papá y mamá, y quizás
busque resolverles todos sus problemas o aconsejarlos. Quizás su contrato oculto fue:
“papá, mamá no se preocupen yo estaré siempre aquí para cuidar de mis hermanos”
Quien tiene el lugar de cabeza de familia no sabe estar abajo, es por esto que siempre
van a tomar cargos de responsabilidad “porque yo puedo”. Estas personas suelen traer
siempre situaciones de responsabilidad en sus vidas “me siento responsable de los
amigos” “me siento responsable de los hermanos” “me siento responsable de la casa”.
En el trabajo suelen tomar la responsabilidad de todas las cosas para que salgan bien,
porque piensan que nadie lo va a hacer mejor que ellos, es por esto que suelen sentirse
con mucha carga sobre sí. Su programa es de trabajo, no saben hacerlo de otra manera.
A estos pacientes se les puede orientar para que cambien su patrón conductual de
autoridad y responsabilidad, ya que cada quien tiene que ocupar su lugar y asumir sus
propias responsabilidades; quizás con esto puedan tener más armonía en sus vidas, ya
que puede existir sobrecargas en ellos y probablemente no darse cuenta. Estas personas
tienen que bajar un poco la cabeza y aceptar: “como yo lo hago otros pueden hacerlo,
tan igual o mejor que yo”.
5. Distribución 5 (Figura 27):

En esta distribución el paciente (Y) se colocó en el medio de papá (P) y mamá (M).
Estar en esta posición es estar ocupando un lugar de conflicto y dualidad. Cuando las
personas dan esta imagen pueden haber tenido situaciones en su casa donde unas veces
se alineaban con la madre y otras con el padre, lo cual los lleva a generar siempre una
dualidad en todos los aspectos de su vida.
Esta posición lleva a las personas a dudar si hacer o no algo, tomarlo o no tomarlo. A
estas personas se les dificulta precisar lo que desean hacer y las situaciones en las que
quieren estar, bien sea laborales, familiares, sociales, etc. Por más armonía que quieran
tener se les dificulta conseguirla. Para ellos, es una gran mentira decir que llevan una
vida equilibrada, porque siempre van a estar sobre dos líneas de deseos. Por lo general
van a estar batallando sobre dos cosas y eso los hace indecisos. Su inconsciente los
llevará siempre a tener dos cosas en la vida. Y el paciente (Y) está en el medio, no
termina de definir lo que desea. Lo más probable es que asuma algunos
comportamientos propios de las personas que coloca a ambos lados, por lo que tendrá
conductas que lo describen de ambas maneras.
6. Distribución 6 (Figura 28):

Esta imagen es interesante porque se pudiera confundir con una posición de autoridad
por parte de los hermanos (H), sin embargo, analizándolo en detalle se puede visualizar
sutilmente su exclusión por estar fuera del círculo familiar, y en cambio mamá (M),
papá (P) y el paciente (Y) se encuentran ubicados en su lugar. Quizás el paciente (Y) se
sienta en un lugar de preferencia sobre sus hermanos (excluidos en este caso), ya que
los padres están más cerca de él que de ellos (H). El paciente (Y) está ocupando su
lugar, y sabe cuál es, por la distribución que hace del padre (P) y de la madre (M)
arriba y él (Y) abajo.
Ahora bien, en el medio se observa un vacío porque mamá (M) y papá (P) no están
unidos como tienen que estar, hay una distancia entre ellos, lo cual pudiera significar
que tienen papeles muy diferentes, tal vez uno ejerce el de la autoridad y el otro el de
cuidado. Recuerde que al explicarles las diferentes imágenes me baso en el reporte de
los pacientes, quienes coinciden en éste y la distribución que han dado a lo largo de la
exploración. Esta estructura de exclusión de los hermanos (H) y el vacío entre todos los
integrantes del núcleo familiar, implica una necesidad de estructurarse como familia, de
estar juntos. Hay una distancia muy grande entre el paciente (Y) y sus hermanos (H), y
esto genera el vació, porque la estructura familiar no está en armonía y en unión como
se espera que esté.
Distribución 7 (Figura 29):

Esta distribución la dieron los pacientes que presentaban una posición de conflicto
entre todos los integrantes de la familia. En ellos puede prevalecer lo racional sobre
los afectos y se observa que hay un vacío entre todos, no saben cómo llenarlo. Están
unidos por el intelecto más no por los sentimientos, lo cual se evidencia en la unión de
las siluetas a través de las cabezas.
Todos quieren tener el poder, van en función a lo que piensan. Esta distribución la
presentaron principalmente personas con familias críticas, señaladoras, religiosas,
estudiosas. El paciente (Y) no encaja en ningún lugar, “nada es suficiente para mí”. En
este caso hay un conflicto (mental, no emocional) entre el padre (P) y el paciente (Y) y
entre los hermanos (H) y la madre (M) por estar cada uno al frente del otro. Es como
esas familias cuyo interés es que el hijo crezca, se gradué y haga todo un plan de vida
laboral, con poca contemplación por los afectos y un futuro hogar.
7. Distribución 8 (Figura 30):

Esta distribución también denota vacío y conflicto en el sistema familiar. Al igual que
la distribución anterior los integrantes de esta familia no saben cómo llenar el vacío, se
encuentran unos frente a otros. Sin embargo, en este caso, cada quien vive su mundo
emocional, cada quien va por su lado, sus integrantes pueden ser individualistas. Hay
poca o ninguna sincronización con los demás miembros. Es un esquema de familia en
total conflicto, conflicto entre el padre (P) y el paciente (Y), y entre la madre (M) y los
hermanos (H). Esta distribución la dieron pacientes quienes reportaban un sentimiento
de “no tener rumbo en la vida” o sentirse solos, sin familia, o con poco apoyo de ésta,
con desunión entre sus integrantes; también reportaron inseguridad en sus relaciones
sociales.
8. Distribución 9 (Figura 31):

Esta imagen la dieron pacientes cuyos padres, presentaban una posición de autoridad en
la familia. En esta gráfica es la madre (M) quien predomina en este rol. El paciente (Y)
se ubica al final, lo cual pudiera significar un sentimiento de poca valoración ante sus
hermanos, ya que quizás ocupó un lugar de negación en su casa (según los reportes
dados en la clínica). Cuando las personas generan muchos conflictos en la vida de
alguien, éstos tienden a colocarse en el lugar de la negación, porque siempre van a estar
en una lucha de querer encontrar y tener “algo”, sin embargo, cuando las cosas se les
acercan no terminan de apropiarse de ellas ¿por qué? Porque hay un sentimiento de no
merecimiento “Yo no merezco, no son para mí”.
Estas personas por lo general siempre van a estar en una conducta de esfuerzo. Así
como desean encajar en la familia y no pueden, así mismo estarán en sus vidas, en sus
actividades laborales. Tienen un trabajo pero sienten que no terminan de encajar, y
aunque busquen cambios estos se les hacen difíciles. Se les dificulta encajar porque una
parte de ellos los lleva siempre a retirarse, a estar más distantes, a estar fuera, como el
lugar que están ocupando en su familia interna.
9. Distribución 10 (Figura 32)

En esta imagen el hecho de que el padre (P) esté ubicado arriba y la madre (M) abajo,
implica que él representa más autoridad que ella (M), es más respetado que mamá por
parte del paciente. Aquí, el paciente (Y) reconoce la autoridad del padre (P), y de
alguna manera quiere ocupar su lugar, sin embargo, como no puede tenerlo, ocupa un
lugar al lado de la madre (M), restándole autoridad a ella (al colocarla abajo): “mamá
es tan igual como yo”. En esta relación, posiblemente el paciente (Y) y la madre (M)
tengan muchos conflictos por tener una relación más como madre – pareja en lugar de
madre- hijo, ya que (Y) le resta autoridad.
Por otra parte, al colocar a los hermanos (H) arriba, denota que ellos ejercieron más
poder que el paciente en esta familia (Y). Al igual que la imagen anterior (figura 32), se
observa en esta estructura familiar que el paciente (Y) está fuera del núcleo, por lo que
está ocupando un lugar de negación, entonces, con seguridad, no termina de encajar en
su familia. Este lugar (de negación) siempre lleva a la persona a luchar por lo que
desea y cuando lo tiene cerca se sabotea para perderlo, en este caso es probable que se
diga a sí mismo “Yo no merezco, esto es para mis hermanos, para la familia, pero no
para mí”.
10. Distribución 11 (Figura 33):
En esta imagen, el paciente (Y) está en una posición de negación y anulación ante su
grupo familiar por ubicarse debajo de ellos. Estas personas buscan constantemente la
aprobación de sus acciones, también tienden a buscar parejas dominantes, que les digan
qué hacer, incluso pueden llegar a ser víctimas de maltrato, bien sea por sus padres,
hermanos o parejas. Sus jefes, compañeros de trabajo o amigos pueden tener autoridad
sobre ellos y llevar una relación de conflicto o sumisión. Por lo general se observó en
personas con una autoestima baja, con poca valoración de sí mismas.
11. Distribución 12 (Figura 34):

A diferencia de la distribución anterior, en esta se observa al paciente (Y) en posición


de poder sobre los demás integrantes de su familia (por ubicarse arriba de ellos). Estas
personas pueden ser autoritarias con sus familiares, parejas, incluso en sus lugares de
trabajo, lo cual les puede generar constantes conflictos ya que tienden a relacionarse
desde la descalificación hacia el otro, desde la imposición de sus ideas. En sus
relaciones de parejas pueden llegar a ser maltratadores e impositivos en sus
posiciones, con una posible rigidez de pensamiento que los lleva a creer que siempre
tienen la razón. Para ellos papá (P) y mamá (M) no hicieron bien su rol por lo que los
anula y los sustituye en su lugar.
12. Distribución 13 (Figura 35):

Esta distribución refleja un posible contrato oculto con la familia, en donde el paciente
(Y) se hace responsable de todos, y piensa que sólo con su familia genera y produce.
Estas personas tienden a tener fracasos económicos cuando inician actividades
laborales fuera de su grupo familiar, ya que sienten un gran compromiso con ellos y
para ellos. Todas sus acciones van orientadas en función de la familia, lo cual puede
generarles conflictos por sentirse responsables de todos. Sus acciones quizás no las
hagan en libertad, sino bajo un compromiso inconsciente.
13. Distribución 14 (Figura 36):

En esta imagen se observa al padre (P) en posición de abuso hacia el paciente (Y) por
encontrarse encima de éste, se puede ver a la madre (M) como cómplice de esta
situación. Por otra parte, tanto los hermanos como la madre están excluidos de esta
acción. Los integrantes de esta familia pueden ser sumisos o con sentimientos de
impotencia ante la vida.

Como se puede observar, existe un sinfín de distribuciones e interpretaciones. Lo


importante aquí es que estas imágenes sirvan de dispositivo para iniciar el análisis
sobre la vida del paciente y permitirles visualizar lo que han venido representando en
su actuar diario. Al hacer visible lo que antes no veían, es posible iniciar en ellos los
cambios, basándonos en el insight que esto les puede generar. Por ello insisto en que el
uso de las siluetas es solo un instrumento para el análisis y quizás la reprogramación de
sus vidas.

A MANERA DE CIERRE
Durante el ejercicio clínico he encontrado una gran variedad de distribuciones dadas
por los pacientes, quienes coinciden con que su gráfica representa el estilo de
relacionarse en su actuar diario, así mismo afirman que describen aspectos de sus
vidas. Teniendo claro que esta técnica está aún en exploración, no puedo dejar por
sentado que dichas imágenes dadas tienen una única interpretación, ya que como he
venido resaltando a lo largo de este trabajo, cada una de ellas representa una
particularidad en la vida de cada paciente, por lo que sus interpretaciones pueden ser
tan infinitas como las personas que las vivencian.
Basándome en esto quiero invitar a los psicoterapeutas interesados en su
implementación, a que la practiquen con diferentes grupos de estudios y en diferentes
contextos, con la intención de profundizar en ella y poder así sistematizar sus
resultados.
En conclusión, considero que la Familia Interna es una técnica de gran utilidad en la
consulta terapéutica por su sencillez, lo práctico de su implementación y porque nos
permite llegar al programa raíz de las personas, hacerlos visualizarse en éste, y
permitirles cambiarlo luego de concientizarlo, a través de la libertad de sus propias
acciones. Así mismo, les permite reconocer como está su familia interna y cuáles son
los contratos ocultos que los llevan a actuar de determinadas maneras, a través de una
acción inmediata que nos lleva a lograr el descubrimiento en ellos… Es por esto que
propongo la puesta en práctica, el registro e intercambio de los resultados logrados con
dicha técnica.
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