Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
reprocesamiento mediante
movimientos oculares (EMDR)
Escribo estas líneas cuando ya Francine Shapiro «se ha ido». Se
fue un día de primavera en California, mientras dormía en casa con
su esposo, rodeada de bosques y aún activa.
La conocí cuando éramos muy pocos quienes conocíamos y
aplicábamos EMDR, y recuerdo que por aquel entonces, ella
impartía personalmente los encuentros de los profesionales de
Europa y Estados Unidos. Ya entonces se mostraba interesada por
lo que hacíamos en España. Más adelante coincidí con ella en otros
lugares. En el 2010, vino a Madrid y tuvimos la oportunidad de
conocerla un poco más en los muchos ratos que compartimos.
Siempre me impresionó su fina inteligencia, su concreción, su
mirada profunda, su escucha activa, sus agudas respuestas y su
gran sensibilidad, oculta en esa empatía distanciada, pero siempre
muy presente.
Mi agradecimiento a Francine y su legado es inmenso. Cada vez
que hago EMDR, enseño EMDR o hablo de EMDR, Francine «está
conmigo». Con su trabajo, nos ha brindado la oportunidad de poder
acceder a nuestra historia traumática para reorganizarla mediante el
protocolo estándar y los movimientos oculares, y así poder llegar a
disfrutar de una vida saludable y funcional.
Este libro, ya póstumo, representa para mí y espero que para todos
los profesionales del EMDR un acercamiento a la teoría y la practica
del EMDR. Es un texto muy actualizado e imprescindible para los
terapeutas que trabajamos con este abordaje. No me cabe la menor
duda de que será de gran ayuda para todos.
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, bajo las
sanciones establecidas por las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de
esta edición mediante alquiler o préstamos públicos.
Terapia de desensibilización y
reprocesamiento mediante
movimientos oculares (EMDR)
Sobre la autora
Prólogo
Agradecimientos
CAPÍTULO 1. Antecedentes
Un descubrimiento fortuito
El primer estudio controlado
Otras observaciones clínicas y experimentales
Cambio de paradigma
Procesamiento adaptativo de la información
Convergencias teóricas
Trastorno por estrés postraumático
Enfoques psicodinámicos
Enfoques cognitivo-conductuales
Abordaje integrador
Resumen y conclusiones
APÉNDICE B. TRANSCRIPCIONES DE
PACIENTES
Protocolo de tres vertientes con un veterano de guerra
Sesión de un caso de entretejido cognitivo con una sobreviviente
de acoso sexual
APÉNDICE C. EVALUACIONES CLÍNICAS Y DE
RESULTADOS
Escala de valoración de fidelidad al EMDR (efrs)
Evaluación empírica de EMDR sin un grupo control: guía detallada
para terapeutas EMDR
Propósito de esta guía
Parte i: diseños de caso único
Resumen y lógica de la evaluación de caso único
Guía detallada
Parte ii. puntos de referencia de la magnitud del efecto dentro del grupo
BIBLIOGRAFÍA
Prólogo
Enfoques psicodinámicos
Aunque la investigación no ha logrado avalar la terapia
psicodinámica en el tratamiento del TEPT, continúa siendo muy
utilizada en la práctica clínica general. El tratamiento EMDR es
altamente compatible con el modelo de procesamiento de
información psicodinámico (Horowitz, 1979), que propone que la
«tendencia natural a completar» continúa trabajando la información
traumática una y otra vez en la memoria activa hasta que puede
reconciliarse con los modelos internos del mundo. A menos que el
trauma se pueda incorporar a los esquemas existentes, la
información permanecerá en la memoria activa y se manifestará
mediante pensamientos intrusivos. Este proceso alterna con el
embotamiento y la evitación hasta que se obtiene como resultado
algo de integración.
El enfoque psicodinámico intenta reintegrar la experiencia
traumática utilizando diversas técnicas dirigidas a etapas específicas
del trastorno (o del proceso terapéutico), así como al desarrollo de la
personalidad del paciente (para un análisis completo, véase Kudler,
Krupnick, Blank, Herman y Horowitz, 2008; Summers y Barber,
2009). Las intervenciones terapéuticas incluyen técnicas
«implícitas» (p. ej., manejo del estrés) para etapas que implican
recuerdos intrusivos, y técnicas «explícitas» (p. ej., psicodrama)
durante las etapas de negación (Horowitz, 1973, 1974). La teoría de
la «tendencia a completar» es claramente compatible con el
paradigma de procesamiento bloqueado de la terapia EMDR, y el
empleo de diversas estrategias para lograr un alivio eficaz es
congruente con el enfoque polifacético de la terapia EMDR, que
incluye técnicas de autocontrol, la incorporación de etapas de
reescenificación imaginaria y la adopción de conductas alternativas.
Además, como señaló Wachtel (2002), la terapia EMDR, que
emplea procesos asociativos libres similares a la terapia
psicodinámica, parece mejorar el «funcionamiento» de la memoria a
través de la comprensión y la integración. Solomon y Neborsky
(2002) también informaron que la terapia EMDR es totalmente
compatible con los últimos modelos psicodinámicos.
Enfoques cognitivo-conductuales
El abordaje conductista del TEPT fue explicado por Keane, Zimering
y Caddell (1985) en relación al tratamiento de veteranos de guerra, y
sigue la teoría de aprendizaje de dos factores de Mowrer (1960),
que incorpora el condicionamiento clásico y el condicionamiento
operante. Se argumentó que existe una relación análoga entre el
desarrollo del miedo y la conducta de evitación que se encuentra en
el TEPT y el que se halla en animales condicionados en laboratorio.
El primer factor en la teoría de Mowrer implica el aprendizaje por
asociación, o condicionamiento clásico, como en los primeros
experimentos de Pavlov en los que una campana, denominada
«estímulo condicionado» (EC), se combinaba con una descarga o
«estímulo incondicionado» (EI). Esta combinación conduce a un
estado emocional aversivo (como el miedo) cuando suena la
campana (Pavlov, 1927). El segundo factor es el aprendizaje
instrumental, o conducta de evitación, que implica la evitación
constante por parte del organismo tanto del ECS (campana) como
del EI (descarga). Según este paradigma, el miedo generado por los
disparos en situación de guerra o por la violación se asocia con
otras señales presentes. La víctima evita todas estas señales, como
los ruidos fuertes o las calles oscuras, siempre que sea posible. Los
criterios diagnósticos para el TEPT incluyen pensamientos intrusivos
sobre los sucesos traumáticos, flashbacks y pesadillas que
incorporan detalles específicos del trauma. Por lo tanto, las técnicas
conductistas se adaptaron para aumentar la exposición al EC con el
fin de causar la extinción de la conducta de ansiedad/miedo y la
activación fisiológica asociadas. Dado que la existencia del incidente
traumático es la base de la mala adaptación psicológica y
conductual, los enfoques conductistas emplearon técnicas de la
exposición terapéutica directa (ETD) (Boudewyns y Shipley, 1983),
también conocidas como «inundación» (Malleson, 1959) e
«implosión» (Stampfl, citado en London, 1964), para aliviar el TEPT.
En el tratamiento de ETD del TEPT, los recuerdos traumáticos a
menudo se intensifican durante varias sesiones hasta que se reduce
la ansiedad. La intención es que el paciente se mantenga con la
máxima cantidad de ansiedad durante períodos prolongados. El
tratamiento se basa en el supuesto de que la exposición forzada que
impide la respuesta de evitación habitual a un estímulo que produce
ansiedad (que no está reforzado por un estímulo incondicionado
aversivo) hará que la ansiedad se extinga (Levis, 1980; Stampfl y
Levis, 1967). Hoy en día, la terapia más extendida que utiliza la
exposición en el tratamiento del TEPT es la de exposición
prolongada (EP) (véase Foa, Hembree y Rothbaum, 2007), que se
basa en la teoría del procesamiento emocional (Foa y Kozak, 1986)
y postula que las creencias negativas que incluyen una falta de
seguridad resultan en conductas de evitación que impiden que se
contradigan las creencias. Por lo tanto, el tratamiento consiste en
que, en la sesión, el paciente describa repetidamente el trauma para
exponerse al acontecimiento en su imaginación, y estas
descripciones se graban. Las tareas para casa entre sesiones
implican escuchar las grabaciones y exposición in vivo a diario, en la
que el paciente recibe instrucciones de ir deliberadamente a
entornos que le provocan ansiedad (p. ej., un callejón oscuro similar
al lugar donde violaron a la mujer).
La terapia EMDR ofrece un tratamiento alternativo de recuerdos
traumáticos que no requiere una exposición prolongada a estímulos
o tareas que producen ansiedad elevada, pero aun así, desensibiliza
rápidamente el acontecimiento traumático. Las comparaciones
directas han señalado una disminución más rápida de la ansiedad
con el procesamiento EMDR (p. ej., Rogers et al., 1999). Nueve de
los once ECA que compararon tipos de TCC basados en la
exposición indicaron que la terapia EMDR es equivalente o superior
en algunas medidas, y cinco estudios indicaron efectos positivos en
menor cantidad de sesiones (para más información, consúltese el
Capítulo 12).
Algunos pueden considerar que la terapia EMDR es un método de
exposición porque inicialmente se le pide al paciente que mantenga
el acontecimiento traumático en la conciencia para que se produzca
un efecto directo del tratamiento. Sin embargo, no se mantiene la
atención en el incidente, como en las terapias de exposición
estándar, y la cantidad de exposición necesaria en la terapia EMDR
parece ser mucho menor (p. ej., 4,5 horas de tratamiento) (Ironson,
Freund, Strauss y Williams, 2002; Marcus, Marquis y Sakai, 1997,
2004; Rothbaum, 1997; Wilson, Becker y Tinker, 1995, 1997), que la
exposición prolongada requerida por las técnicas de ETD para que
se desarrolle el proceso de extinción y para que el paciente muestre
signos de reducción de la ansiedad (véase Rogers y Silver, 2002;
Rogers et al., 1999). Además, la investigación ha indicado que
existen diferentes mecanismos de acción subyacentes, dado que las
exposiciones largas usadas en la TCC centrada en trauma (TCC-
CT) resultan en la extinción, mientras que exposiciones cortas como
las de la terapia EMDR resultan en la reconsolidación de la memoria
(Suzuki et al., 2004). Según lo descrito por Craske, Herman y
Vansteenwegen (2006), «[…] trabajos recientes sobre extinción y
restablecimiento […] sugieren que la extinción no elimina o
reemplaza las asociaciones previas, sino que más bien da como
resultado un nuevo aprendizaje que compite con la información
anterior» (p. 6). Las diferencias entre reconsolidación y extinción
tienen implicaciones importantes con respecto al potencial de
recaída y las aplicaciones clínicas (véase Shapiro, 2014a), y se
analizan en el Capítulo 12.
Mientras que la EP utiliza exposiciones prolongadas imaginarias e in
vivo para desmentir las creencias negativas que se postula
subyacen al TEPT, otros tratamientos de TCC hacen hincapié en el
uso de diversas técnicas para reestructurar directamente las
creencias. La más difundida de estas terapias cognitivas en los
Estados Unidos es la terapia de procesamiento cognitivo (Resick y
Schnicke, 1992), que inicialmente incluía una narrativa escrita del
relato basada en la exposición, pero más adelante se indicaron
mejores resultados al descartar ese elemento (Resick et al., 2008).
La terapia incluye conversaciones sobre el trauma y técnicas como
el uso del diálogo socrático para abordar directamente las creencias
negativas. Otras TCC para el TEPT, como la terapia cognitiva para
el TEPT (Ehlers y Clark, 2000), la terapia de exposición narrativa
(Schauer, Neuner y Elbert, 2011) y la psicoterapia ecléctica breve
(PEB) para el TEPT (Gersons, Meewisse y Nijdam, 2015) usan una
combinación de terapia cognitiva y técnicas de exposición. Si bien la
exposición puede variar en tipo y en duración, en todos los casos el
acontecimiento se describe en detalle y las interacciones específicas
entre el paciente y el terapeuta se centran en cambiar la
interpretación del acontecimiento.
Como se indicó anteriormente, en las guías de práctica de la OMS
(2013), el EMDR y la TCC centrada en el trauma son las dos únicas
psicoterapias recomendadas para el tratamiento del TEPT en todas
las etapas de la vida. Sin embargo, aunque existen similitudes, se
describieron diferencias claras: «A diferencia de la TCC centrada en
el trauma, el EMDR no implica (a) descripciones detalladas del
acontecimiento, (b) cuestionamiento directo de creencias, (c)
exposición prolongada, o (d) tareas para casa» (p. 1). Estas
diferencias procedimentales y las implicaciones para el tratamiento
clínico se exploran en detalle en los próximos capítulos.
Abordaje integrador
EMDR se desarrolló inicialmente como una terapia que
específicamente ayudaría a los pacientes a integrar afirmaciones
nuevas y deseables, a la vez que permitiría desensibilizar
rápidamente las claves traumáticas. Además, como aspecto
importante del tratamiento EMDR de los sobrevivientes de trauma,
se integró una reevaluación cognitiva que incluye la redefinición del
acontecimiento, encontrarle significado y aliviar la culpa inapropiada
(Janoff-Bulman, 1985). Es más, la terapia EMDR está estructurada
para facilitar una integración rápida de la información nueva, las
habilidades de afrontamiento y las conductas que ofrece el clínico.
Así como el enfoque cognitivo-conductual ha terminado incluyendo
diversas técnicas, algunas de ellas son inherentes a los
procedimientos integradores de EMDR (Lazarus y Lazarus, 2002;
Smyth y Poole, 2002; Young et al., 2002). Del mismo modo, la
terapia EMDR también engloba aspectos de muchas de las
principales tendencias psicológicas como la experiencial (Bohart y
Greenberg, 2002), la psicodinámica (Solomon y Neborsky, 2002;
Wachtel, 2002), la feminista (Brown, 2002), la somática (van der
Kolk, 2014), y muchas otras (Norcross y Shapiro, 2002; Shapiro,
2002a; Zabukovec, Lazrove y Shapiro, 2000). Sin embargo, como
método diferenciado de psicoterapia, los procedimientos y
protocolos estandarizados de la terapia EMDR son únicos, incluido
el uso específico de estímulos bilaterales de atención dual, como
movimientos oculares, tapping o tonos. Además, EMDR se basa en
el modelo PAI, lo que la diferencia de otras terapias. Como se
señaló anteriormente, el paradigma cognitivo-conductual considera
que las cogniciones y las conductas disfuncionales son las fuentes
de la patología y utiliza procedimientos para cuestionarlas y
cambiarlas directamente. Los procedimientos de la terapia EMDR
están guiados por el principio PAI de que las cogniciones y los
comportamientos disfuncionales son simplemente síntomas del
recuerdo almacenado fisiológicamente, que se aborda directamente
mediante procedimientos de procesamiento que incluyen el uso de
estímulos bilaterales.
Los principales investigadores neurobiológicos han postulado
teorías para explicar los efectos de los estímulos bilaterales de
atención dual (Andrade, Kavanaugh y Baddeley, 1997; Stickgold,
2002; Van der Kolk, 2002). Las investigaciones empíricas han
indicado un efecto directo sobre la memoria de trabajo (p. ej.,
Smeets, Dijs, Pervan, Engelhard y Van den Hout, 2012) y la
conectividad cerebral (p. ej., Nieuwenhuis et al., 2013). La
investigación también ha explorado las implicaciones de una
respuesta de orientación propuesta y de las conexiones potenciales
de los movimientos oculares rápidos con el sueño (p. ej., Kuiken,
Chudleigh y Racher, 2010). Aplicado simultáneamente con otros
elementos procedimentales, el estímulo bilateral de atención dual
parece graduar la perturbación, facilitar el procesamiento asociativo
y mejorar la recuperación de la memoria. La investigación se analiza
en el Capítulo 12, junto con sugerencias para futuras
investigaciones.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
El origen de la terapia EMDR, inicialmente llamada EMD, fue mi
observación del aparente efecto desensibilizador provocado al hacer
movimientos oculares espontáneos repetidos mientras tenía
pensamientos desagradables. El uso de movimientos oculares
dirigidos con setenta voluntarios con demandas no patológicas
demostró ser eficaz en la reducción de la perturbación. Durante
estos ensayos, se elaboró el procedimiento para maximizar sus
efectos con el objetivo de aplicarlo a una población clínica. Un
estudio controlado de veintidós sujetos con sintomatología de TEPT,
publicado en el Journal of Traumatic Stress (Shapiro, 1989a), indicó
que el procedimiento fue altamente beneficioso para la
desensibilización, la reestructuración cognitiva y la eliminación de
intrusiones pronunciadas derivadas del acontecimiento traumático.
El cambio de nombre de EMD a EMDR se produjo cuando se hizo
patente que el procedimiento implicaba un mecanismo de
procesamiento de información en lugar de un simple efecto de
tratamiento de desensibilización. El modelo integrador PAI subraya
una metodología que estimula el supuesto modo de autosanación
de un sistema innato de procesamiento de información. Los
primeros recuerdos se consideran la base principal de la mayoría de
los trastornos psicológicos, y se estima que los efectos de la terapia
EMDR cambian rápidamente el impacto de estos recuerdos con el
fin de alterar el cuadro clínico actual. Se utiliza un enfoque de tres
vertientes para hacer diana en el acontecimiento etiológico,
disparadores actuales y plantillas para acciones apropiadas en el
futuro.
Como psicoterapia integradora, diversos componentes de la terapia
EMDR son compatibles con las orientaciones psicodinámica,
cognitiva, experiencial, conductista y somática. Sin embargo, la
terapia EMDR está ampliamente reconocida en las guías prácticas
nacionales e internacionales como una forma eficaz de tratamiento
diferenciado de las otras modalidades principales. Debe tenerse en
cuenta, tanto para fines clínicos como de investigación, que la
terapia EMDR es un abordaje complejo, con toda una variedad de
procedimientos y protocolos que se consideran necesarios para que
sea plenamente eficaz. El Capítulo 2 proporciona una explicación
más detallada del modelo para su uso clínico.
CAPÍTULO 2
El procesamiento adaptativo de la
información
El modelo como hipótesis de trabajo
[Una vez más, dado que las dos respuestas anteriores fueron las
mismas y el paciente está relativamente cómodo, el tercer canal se
considera despejado y se vuelve a la diana original. Vemos que la
reacción del paciente hacia el compañero de trabajo incompetente
es bastante diferente ahora. Solo después de que se liberaran las
presiones psicológicas de la experiencia pasada de Vietnam, pudo
el paciente reaccionar de manera más relajada en el presente.]
TERAPEUTA: Sí.
ERIC: Quiero decir, es un tipo brillante. Es un tipo muy capaz. Es solo que
cuando miro los errores que comete, son cómicos, y son los mismos que
hicimos todos cuando intentamos por primera vez estas cosas. Sabemos
que encontramos un problema y que resolvimos una pequeña parte del
problema. Luego hay un problema gigante por ahí, pero decimos: «¡Sí!
Genial, lo resolví» porque era lo único que pudimos encontrar. (Se ríe.) Y
nos emocionamos tanto por haberlo encontrado, que fingimos que ese era
todo el problema. Los demás también lo están viendo, y lo gestionan mejor
que yo. Creo que siempre se han estado riendo entre dientes. Sabes, como
«bueno, ¿qué quieres que haga, estando en el nivel en el que está?».
Simplemente lo llevan mejor, pero todos lo ven también, y creo que en
cierto modo es gracioso que piense que puede arreglar el mundo.
TERAPEUTA: De acuerdo. Piensa en eso. (Dirige al paciente en otra tanda
de movimientos oculares.) Bien. Déjalo ir y respira profundamente. ¿Qué te
llega ahora?
ERIC: Más o menos lo mismo.
TERAPEUTA: Muy bien.
ERIC: Sí, me siento bien. Es agradable no estar perdido en la frustración y
la ira, y ahí es donde estaba la semana pasada. Estaba perdiendo la
cabeza y sentía que no había nada que pudiera hacer al respecto. Intenté
abstraerme de ello en cierto modo, pero no pude.
Disociación
Los pacientes pueden presentar numerosos síntomas pero no tener
recuerdos del acontecimiento traumático que les podría haber
llevado a este estado. En estos casos, los síntomas parecen ser una
manifestación de la información almacenada disfuncionalmente. Sin
embargo, no se presupone la naturaleza o la precisión de los
hechos del acontecimiento original. Los clínicos deben tener mucho
cuidado de no guiar al paciente ni hacer interpretaciones (véase la
sección «Falso recuerdo» en el Capítulo 11).
Debe recordarse que el material disociado podría no ser más que
información que no está disponible para la conciencia porque está
almacenada en forma dependiente del estado en una red neuronal
aislada. A medida que se procesa la información, puede aparecer en
la conciencia. Sin embargo, una imagen es solo una de las muchas
manifestaciones posibles de la información almacenada de forma
disfuncional, y puede que el verdadero recuerdo visual nunca se
pueda recuperar. Sin embargo, los clínicos han señalado que al
hacer diana en otros aspectos del recuerdo almacenado, tales como
sonidos, olores, pensamientos, sentimientos, sensaciones o los
síntomas actuales (incluida la sensación de peligro del paciente),
muchos de estos pacientes recuperan imágenes visuales del
acontecimiento disociado. De hecho, diversos estudios han indicado
que los movimientos oculares mejoran la recuperación de la
memoria episódica (p. ej., Christman et al., 2003; Nieuwenhuis et al.,
2013). Más importante aún, sin embargo, es que los síntomas
actuales pueden desaparecer incluso si no hay recuperación de
imágenes. Las sesiones de terapia EMDR han demostrado que
puede producirse un procesamiento eficaz tanto si la información
aparece como imagen en la conciencia del paciente como si no.
Metafóricamente hablando, el vídeo puede estar en marcha (es
decir, la información puede estar procesándose)
independientemente de si el monitor está o no encendido.
En los pacientes que se fusionan con la experiencia pasada durante
las abreacciones ocurren otros tipos de disociación. Las
abrumadoras sensaciones y reacciones emocionales
experimentadas a medida que se va accediendo al acontecimiento
son indicadores de que la información se ha mantenido de forma
disfuncional. A medida que se procesa con éxito la información, los
pacientes a menudo exclaman: «Ah, estoy aquí», y añaden: «No
estoy en Irak» o «No estoy en mi antigua casa» o «No estoy en
peligro».
Del mismo modo, una falta total de emociones apropiadas, algo que
también revela el paciente que usa términos como «entumecido» o
«bloqueado» cuando se accede a un acontecimiento traumático, es
un indicador de que la información se ha almacenado de manera
disfuncional. En estos casos, los pacientes pueden recuperar las
emociones, normalmente con un alto nivel de perturbación, durante
las fases iniciales de procesamiento. Cualquier respuesta disociativa
inapropiada, ya sea una reacción insuficiente o excesiva a un
acontecimiento traumático, se considera indicativa de una red de
memoria bloqueada y, por tanto, es una diana adecuada para el
procesamiento EMDR.
PSICOTERAPIA INTEGRADA
Como se puede ver en el análisis previo, muchas modalidades
psicológicas encajan con la terapia EMDR. Como enfoque clínico, el
paradigma EMDR abre nuevas posibilidades terapéuticas al apoyar
una integración de los elementos clave del tratamiento de las
principales modalidades psicológicas.
En una típica sesión de EMDR de noventa minutos, el clínico
observa cambios rápidos en el paciente. Es probable que aquellos
que usan un abordaje psicodinámico noten asociaciones libres,
catarsis, abreacciones, simbolismo y material de la familia de origen.
Los conductistas observan fácilmente cadenas de aprendizaje,
generalización, respuestas condicionadas, material asociativo y
otros. El terapeuta cognitivo ve el cambio progresivo de las
estructuras y creencias cognitivas. El terapeuta gestáltico observa la
eliminación de la estática emocional, que permite al paciente
diferenciar más fácilmente la relación entre figura y fondo. El
reichiano observa el cambio de las sensaciones físicas relacionadas
con el material disfuncional. Lo que encontramos en la terapia
EMDR es un entrelazado de gran parte de lo que parece ser válido
en la psicoterapia tradicional. Básicamente, e independientemente
de los términos utilizados, lo que todas las modalidades psicológicas
tienen en común es que la información se almacena
fisiológicamente en el cerebro. Cuando se activa la sanación, los
elementos clave de la mayoría de los enfoques psicológicos quedan
representados.
Sin embargo, mientras que el modelo PAI ofrece una teoría
unificadora que se puede considerar una síntesis de todas las
modalidades psicológicas, abre además nuevos territorios al definir
la patología como información almacenada de manera disfuncional
que puede asimilarse adecuadamente mediante un sistema de
procesamiento activado de forma dinámica. Por tanto, el clínico que
utiliza la terapia EMDR adopta un nuevo rol a la hora de ayudar a
facilitar resultados positivos del tratamiento.
Los diagnósticos globales, como el trastorno de la personalidad, a
menudo sirven para «encadenar al paciente a una montaña
inamovible». El uso del modelo PAI y la terapia EMDR sugiere que
el clínico se centre en las características que generan los
comportamientos responsables de la patología en lugar de atender
principalmente a una etiqueta diagnóstica. Se considera que las
características han sido producidas por experiencias anteriores,
incluidos los modelos parentales, que se almacenan
fisiológicamente en el cerebro y que son susceptibles de cambio
mediante un procesamiento focalizado. Por tanto, una amplia gama
de experiencias adversas en la infancia, la adolescencia y la edad
adulta se pueden localizar en un espectro de trauma y pueden estar
sujetas a cambios activados por el EMDR hacia la autocuración y la
resolución.
Invitamos a cada clínico, independientemente de su orientación, a
observar los efectos del procesamiento EMDR y redescubrir todo lo
que considera cierto de su enfoque. No obstante, también se insta al
clínico a considerar el modelo propuesto de procesamiento de
información en lugar de superponer de forma anticipada sobre la
terapia EMDR un enfoque teórico encontrado anteriormente.
El modelo PAI, las mejoras de los procedimientos EMDR y los
protocolos de tratamiento han evolucionado para explicar y
maximizar los efectos del tratamiento. Por tanto, se aconseja a los
clínicos que utilicen la terapia EMDR (como se describe en capítulos
posteriores) y que observen sus resultados antes de intentar
definirla (circunscribiéndola así) y ajustarla a las modalidades
previamente mencionadas. Esta precaución puede ayudar a evitar
que los beneficios de la terapia EMDR se confinen a los límites de lo
que se ha logrado hasta el momento. Por ejemplo, si la terapia
EMDR se define simplemente como hipnosis, su utilidad estará
limitada a los efectos ya disponibles para el hipnotizador. Si se
considera únicamente como desensibilización, el terapeuta podría
ignorar dinámicas y aplicaciones esenciales. Permitir que la terapia
EMDR defina sus propios parámetros sobre la base de sus efectos
significa que se podrían superar los límites observados en otras
modalidades (véase también Norcross y Shapiro, 2002). Por tanto,
para obtener los resultados terapéuticos más completos, es crucial
que el clínico observe las respuestas del paciente sin limitaciones
preconcebidas. En la práctica, la mejor definición de la terapia
EMDR es la de una terapia centrada en el paciente, interactiva,
interaccional, intrapsíquica, cognitiva, conductista y orientada al
cuerpo. Los elementos clave de todas estas modalidades se
integran para tratar al paciente como una persona completa.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
El modelo PAI plantea una serie de interacciones y efectos que
implican la importancia de los recuerdos no procesados a la hora de
conceptualizar y tratar una amplia variedad de patologías. El modelo
se ofrece como una hipótesis neurofisiológica, porque los
conocimientos actuales sobre la fisiología del cerebro aún no son
suficientes como para verificar los modelos de procesamiento de
información que subyacen a cualquier tipo de psicoterapia. Sin
embargo, la investigación ha respaldado muchos de sus postulados
y predicciones. Dado que este modelo se basa en efectos
observados del tratamiento y ha guiado con éxito la práctica y la
investigación de la terapia EMDR durante los últimos veinticinco
años, puede servir como un mapa de ruta clínico que sea a la vez
explicativo y predictivo, incluso aunque los detalles neurofisiológicos
de la hipótesis sean incorrectos.
El modelo PAI establece que existe un sistema fisiológico innato que
está diseñado para transformar la información perturbadora y
dirigirla hacia una resolución adaptativa y a una integración
psicológicamente saludable. Un trauma u otra experiencia de vida
adversa pueden alterar el sistema de procesamiento de información,
lo que provoca que las percepciones se almacenen de forma
dependiente del estado y se manifiesten mediante síntomas
pronunciados de TEPT y otros trastornos. Se cree que un sistema
de procesamiento de información que está bloqueado se puede
estimular mediante varios factores fisiológicos, los cuales incluyen
(1) descondicionamiento causado por una respuesta de relajación
obligada, (2) un cambio en el estado cerebral que potencia la
activación y el fortalecimiento de las asociaciones débiles, o 3)
alguna otra función de un mecanismo de procesamiento de
información de doble foco (véase en el Capítulo 12 un debate sobre
los mecanismos propuestos y un análisis de los datos de las
investigaciones). Se ha comprobado que la estimulación bilateral
alternativa, como los estímulos auditivos y táctiles, tiene un efecto
clínico similar al de los movimientos oculares. Como se destaca a lo
largo de este texto, los estímulos se usan dentro del contexto de
unos procedimientos focalizados y multifacéticos que también están
diseñados para apoyar y facilitar el procesamiento. Básicamente, la
hipótesis establece que la información diana se va metabolizando y
transmutando a lo largo de los canales de memoria asociados a
medida que avanza por las progresivas etapas de autocuración. La
transmutación se observa en todos los elementos de la información:
imágenes, emociones, sensaciones y creencias. A medida que la
información pasa de una forma disfuncional a una funcional, se van
disipando las manifestaciones negativas de la diana y las positivas
se vuelven más vívidas. Además, existe una incidencia
comparativamente alta de aparición de material previamente
disociado a medida que las diferentes redes neuronales de memoria
se van asociando progresivamente entre sí hasta que se llega a una
resolución adaptativa.
Dentro del PAI, se supone que la mayoría de las psicopatologías se
basan en experiencias vitales anteriores almacenadas de forma
dependiente del estado. Estos acontecimientos adversos de la vida
se pueden denominar traumas de «t pequeña» para recordar a los
clínicos el impacto que tienen. Esta denominación subraya la noción
de que los acontecimientos de la infancia pueden tener un efecto
negativo duradero sobre el yo y la psique y se pueden
conceptualizar como codificación de emociones y sensaciones
negativas que surgen espontáneamente cuando las condiciones del
presente las disparan. Por lo tanto, una humillación infantil puede
almacenarse disfuncionalmente de modo que inhiba el sentido de sí
mismo y la conducta óptima del adulto. Ciertamente, aunque se
denominó trauma de «t pequeña» para denotar la naturaleza
generalizada de este tipo de experiencias, los niños no sentían que
estos acontecimientos fuesen «pequeños». De hecho, las
humillaciones infantiles se pueden considerar el equivalente
evolutivo de ser excluido de la manada y podría ayudar a explicar
por qué una sobrecarga emocional consecuencia de que se dispare
un mecanismo de supervivencia puede dar lugar a un
almacenamiento disfuncional. Sin embargo, independientemente de
la causa o el tiempo transcurrido desde el acontecimiento, la
naturaleza asociativa de la red de memoria permite la generalización
de los efectos positivos del tratamiento para modificar la
autoevaluación y el comportamiento actuales. Tanto si la demanda
es un TEPT simple como un diagnóstico más complejo, la
transmutación a una perspectiva adulta adaptativa puede lograrse
relativamente rápido mediante este enfoque centrado, basado en la
fisiología, que parece desbloquear el sistema de procesamiento de
información y las redes de memoria.
Todos los elementos destacados de las principales modalidades
psicológicas, así como los indicadores del cambio psicológico
profundo, son evidentes en el abordaje integrado de la terapia
EMDR. Se considera que todos los procedimientos contribuyen a los
efectos positivos del tratamiento. Sin embargo, se advierte a los
clínicos de que deben ser flexibles y utilizar el modelo propuesto
como una hoja de ruta clínica para permitir la posibilidad de un
cambio psicológico expansivo que se podría lograr con una rapidez
inusual. Es necesario, por supuesto, que el clínico esté
adecuadamente formado y cualificado, dado que EMDR es tan
eficaz como la persona que lo utiliza, y serán necesarias toda la
formación y las habilidades clínicas previas para lograr el éxito
terapéutico.
CAPÍTULO 3
Los componentes de la terapia EMDR
y los efectos básicos del tratamiento
La imagen
El clínico pide al paciente que piense en el acontecimiento, luego que
se focalice en una imagen que represente el incidente completo o la
parte más perturbadora del mismo. Poco importa que la imagen sea
nítida o no. De hecho, es bastante habitual que el paciente tenga
solo una imagen borrosa o una visión fragmentada del
acontecimiento. El objetivo es simplemente establecer una conexión
entre la conciencia y el lugar donde se almacena la información en el
cerebro.
La cognición negativa
A continuación se le pide al paciente que identifique una afirmación
que exprese la creencia negativa subyacente o la autoevaluación
desadaptativa que acompaña a la imagen. Esta afirmación se
denomina «cognición negativa». Si bien el término «cognición» se ha
usado con frecuencia para definir todas las representaciones
conscientes de la experiencia, en la terapia EMDR lo usamos para
expresar una creencia o evaluación. Por tanto, la cognición
representa la «interpretación» actual que el paciente hace de sí
mismo, no meramente una descripción. Como interpretación, la
cognición negativa responde a la pregunta «¿Cuáles son las
creencias autodenigrantes sobre mí mismo en relación al
acontecimiento?». Las cogniciones negativas incluyen declaraciones
como «Soy malo/inútil/incapaz de tener éxito». La víctima de
violación que recuerda haber sido atada y amordazada, y nos da la
afirmación «Estaba indefensa» o «Estaba asustada» no está
expresando una cognición negativa; nos está dando la constatación
de un hecho, la descripción. La terapia EMDR no puede transformar
la afirmación de esta víctima de violación, porque el procesamiento
solo afecta al material inadecuado y disfuncional. Un ejemplo de una
cognición negativa apropiada para la hipotética víctima de violación
podría ser «Estoy indefensa». Esta afirmación indica cómo se siente
actualmente acerca de sí misma cuando recuerda la violación.
Cuando se estimula el recuerdo traumático, se sienten las emociones
disfuncionalmente almacenadas y la cognición negativa sirve para
transmitir su significado. Debido a que la afirmación «Estoy
indefensa» es inapropiada o disfuncional (ya que no existe peligro o
amenaza en el presente), se puede utilizar EMDR para reprocesarla.
Para los sobrevivientes de abuso sexual, algunas cogniciones
negativas apropiadas pueden incluir: «Estoy afectada de por vida»,
«Estoy indefensa» o «No merezco amor y no puedo obtenerlo».
Observemos las siguientes características de estas cogniciones
negativas: son todos enunciados en primera persona, se expresan
en tiempo presente e implican autoatribuciones negativas debido a la
participación del paciente (aunque forzada) en el acontecimiento
traumático. Estas declaraciones indican patología. Al igual que la
imagen, las cogniciones negativas son enlaces al material
disfuncional que necesita ser procesado.
La «cognición negativa» se define como la autoevaluación negativa
que hacen las víctimas en el presente. Cuando el paciente trae a la
mente el recuerdo de un trauma que pudo haber ocurrido hace
muchos años, el clínico debe determinar cómo se experimenta
actualmente el nivel de perturbación. El paciente puede continuar
pensando inapropiadamente sobre sí mismo en relación con el
acontecimiento (con sentimientos de culpa, incapacidad, indefensión
o autodenigración), lo que demuestra que el recuerdo no se ha
resuelto. Cuando la víctima de violación recuerda la escena de
violación y declara: «Estoy indefensa» o «Estoy sucia» o «No valgo»,
estas son interpretaciones sobre el yo hechas en el presente. Debido
a que representan creencias negativas inapropiadas (objetivamente
falsas), son dianas perfectas para el procesamiento EMDR.
Quiero enfatizar que la observación clínica indica que la terapia
EMDR no lleva al paciente a falsear la historia. Por tanto, una
cognición negativa que es realmente verdadera no va a cambiar; es
decir, la observación clínica indica sistemáticamente que el
procesamiento EMDR no puede usarse para eliminar una cognición
negativa verdadera o para persuadir de una falsa. Este fenómeno se
observó por primera vez con una paciente de EMDR que había sido
víctima de una violación. La cognición negativa que presentó era
«Soy culpable». Durante la sesión de tratamiento, indicó que esta
cognición se iba volviendo progresivamente más, no menos, válida.
Cuando se le preguntó sobre ello, la paciente reveló que estaba
pensando en el hecho de que había mentido a la policía y al fiscal
sobre los hechos reales del caso; es decir, ella era culpable… de
engaño. Entonces fue necesario utilizar una nueva cognición
negativa para el tratamiento.
Una vez más, una cognición negativa es interpretativa («Hay algo
malo en mí»), más que descriptiva («Mi madre no me amaba»). Si la
última afirmación fuera cierta, como en el caso de una madre
psicótica o sádica, no podría (y obviamente no debería) sufrir
cambios por el procesamiento EMDR: no se puede convertir a un
progenitor abusivo en un progenitor afectivo. Sin embargo, la
autoatribución negativa resultante («Hay algo malo en mí») puede
abordarse y reprocesarse adecuadamente para ayudar a cambiar la
patología del paciente. Aunque de niña la paciente se puede haber
culpado por la falta de amor de su madre, esto era y sigue siendo
inapropiado y constituye la verdadera diana para el reprocesamiento.
De hecho, una cognición negativa habitual, utilizada con frecuencia
en el trabajo con víctimas de abuso infantil, es «Yo no soy querible».
Algunos pacientes tienen dificultades para construir una cognición
negativa. El clínico puede ofrecer a dicho paciente una lista de
cogniciones negativas alternativas para ayudarle a comprender el
concepto (véase el Apéndice A). Sin embargo, es importante que
estas sugerencias se presenten de manera abierta y sin presión, lo
que deja la elección (o la construcción de una cognición negativa
más útil) completamente en manos del paciente. Es vital que esta
cognición surja de la propia experiencia del paciente y no sea un
constructo artificial del clínico.
Si a un paciente le cuesta poner una cognición negativa en palabras,
le ofrecemos algunos ejemplos que, en nuestra opinión clínica,
parezcan encajar bien. Como regla general, la mayoría de las
cogniciones negativas pueden clasificarse en tres categorías: (1)
responsabilidad/ser imperfecto («Yo hice o yo soy algo malo»), (2)
falta de seguridad, y (3) falta de control. Algunos ejemplos son los
siguientes:
«No valgo».
«Hay algo malo en mí».
«Soy una mala persona».
«Estoy sucia».
«No soy querible».
«Estoy en peligro».
«Me van a abandonar».
«Estoy indefensa».
«Estoy descontrolada».
«No puedo tener éxito».
La cognición positiva
Una vez que el paciente y el clínico han identificado la cognición
negativa asociada con la diana, el siguiente paso en la sesión EMDR
es que el paciente identifique la cognición positiva deseada y la
puntúe en la escala VOC de 7 puntos (Shapiro, 1989a), donde 1 es
«completamente falso» y 7 es «completamente verdadero». La
puntuación VOC debe basarse en cómo de verdadera y creíble
siente el paciente la cognición positiva, no en cómo de cierta es
objetivamente. Incluso mientras sigue estando en un caos emocional,
el paciente suele ser consciente de que debería creer en algo
positivo. Por tanto, el clínico debe pedirle que indique su respuesta a
«nivel intuitivo». Por ejemplo, una víctima de violación puede saber
que la violación no fue culpa suya, pero se sigue sintiendo culpable.
Por tanto, inicialmente puede que puntúe solo un 4 en la escala VOC
respecto a la cognición positiva «Soy una buena persona».
El propósito de identificar una cognición positiva deseada es
establecer una dirección para el tratamiento, estimular las redes
neuronales alternativas apropiadas y ofrecer al terapeuta y al
paciente un punto de referencia (la puntuación VOC) desde el que
evaluar el progreso. Identificar una cognición positiva antes de
comenzar el reprocesamiento también proporciona una declaración
que puede usarse para una instalación rápida (la fase de instalación
sigue a la de desensibilización, y se describe a continuación) si no
aparece una mejora en el transcurso del tratamiento.
Las sesiones de procesamiento EMDR demuestran
sistemáticamente que si la cognición positiva de un paciente es
inapropiada o imposible, interrumpirá el reprocesamiento. Cuando
ocurre una interrupción, el paciente suele estar tratando de
incorporar algún tipo de ilusión deseada. Las cogniciones positivas
deseadas poco realistas no se van a incorporar al sistema del
paciente. Una señal de esta condición es una puntuación VOC inicial
de 1 («completamente falso»), que suele indicar que la creencia
deseada es imposible de lograr. Un ejemplo de esto es el caso de
una paciente que había sido violada por su jefe. La cognición
deseada de la paciente era «Yo puedo defenderme». Esto le pareció
razonable a su terapeuta, pero la puntuación VOC inicial que le dio a
esta declaración no aumentó durante su sesión de procesamiento. Al
observar esto, el terapeuta le preguntó: «¿Qué impide que sea un
7?» y la paciente respondió: «Mide 2 metros y pesa 160 kilos». A no
ser que la paciente de metro y medio hubiera tomado lecciones de
artes marciales, la afirmación «Yo puedo defenderme» (que la
paciente dijo en sentido literal) era claramente falsa y resultaba
inapropiada como cognición positiva para un procesamiento EMDR
eficaz.
Al desarrollar una cognición positiva, siempre que sea posible se han
de dar instrucciones al paciente para que haga una afirmación en
primera persona que incorpore un locus de control interno. Los
pacientes a menudo ofrecen afirmaciones iniciales sobre las que no
tienen control alguno, tales como «Él me amará» o «Me van a dar lo
que yo quiero». Se han de dar ejemplos apropiados a los pacientes
para evitar dichas afirmaciones, y señalar la imposibilidad de
garantizar la veracidad de frases como «A mis hijos nunca les harán
daño». Cogniciones positivas apropiadas —como «Puedo manejar la
situación», «Puedo confiar en mí mismo» o «Puedo actuar de
manera responsable»— ofrecen al paciente una redefinición de sus
propias capacidades. Claramente, la afirmación «Soy querible» es
más potente que «Él me amará». La paciente no tiene realmente
ningún control sobre los pensamientos y las acciones de otras
personas. El objetivo debe ser que los pacientes sean capaces de
mantener una sensación de autoestima y equilibrio
independientemente de los elementos externos, en lugar de recurrir a
racionalizaciones o falsas esperanzas para el futuro.
Algunas veces, las únicas cogniciones positivas que se pueden
presentar de forma razonable vienen expresadas mediante
afirmaciones como «Ya pasó», «Lo hice lo mejor que pude» o
«Ahora tengo opciones». Esto es particularmente cierto en el caso de
la culpa del perpetrador, en el que a veces todo lo que
razonablemente se puede decir es «Está en el pasado» o «Puedo
aprender de ello». En estos casos, se reconoce un nivel apropiado
de responsabilidad por el comportamiento pasado y se hace hincapié
en las acciones del presente y del futuro. Si bien los informes clínicos
indican que el procesamiento EMDR no puede ocultar ni falsear lo
que es apropiado o verdadero, se puede aprender lecciones, redirigir
el impacto de los acontecimientos y liberar al paciente de las
emociones negativas que impiden acciones positivas en el futuro.
Ayudar al paciente a identificar una cognición positiva es un paso
importante en la recuperación. La capacidad de definir una visión
alternativa del trauma en un lenguaje razonable ofrece la esperanza
de escapar del dolor de denigrarse a uno mismo. Este ejercicio es útil
en cualquier estilo de terapia. Sin embargo, a medida que avanza la
sesión, la cognición positiva inicial identificada por el paciente puede
reemplazarse por una mejor. De hecho, en el procesamiento EMDR,
es habitual que surja una cognición más beneficiosa a medida que se
procesa el material disfuncional más antiguo. El terapeuta debe
prestar especial atención para percatarse de si hay una cognición
que sea preferible y, cuando sea posible, usar las propias palabras
del paciente al enunciarla. Por ejemplo, un paciente puede comenzar
con una cognición positiva como «Puedo tener éxito». Durante el
procesamiento, no solo se da cuenta de que ya ha tenido éxito en
muchas tareas, sino también de que no es necesario que se defina a
sí mismo por su trabajo. Puede que termine con la cognición «Soy
una persona que vale la pena». Esta segunda cognición tiene más
poder que la primera y debe incorporarse a la fase de instalación del
tratamiento, que se centra en la cognición positiva y la fortalece.
A veces, el paciente necesitará ayuda para formular cogniciones
positivas. Si tiene dificultad para encontrar las palabras para una
cognición positiva, se debe sopesar si alguna de las siguientes
afirmaciones podría aplicarse al caso del paciente:
Movimientos oculares
Como veremos, hay varios tipos de movimientos oculares que se
pueden aplicar en la terapia EMDR. El trabajo del clínico es hacer
uso del tipo que mejor se adapte a las necesidades del paciente.
Esto incluye garantizar su comodidad con respecto a los
movimientos oculares. El clínico no debe continuar si el paciente
indica dolor de ojos, sequedad o ansiedad causada por el
procedimiento en sí. Por ejemplo, algunos pacientes indican fuertes
asociaciones entre la mano en movimiento del terapeuta y los
recuerdos de haber sido abofeteados por uno de los padres. En este
caso, el clínico preferirá usar estímulos táctiles o auditivos, o una
barra de luces en lugar de movimientos oculares dirigidos con las
manos (véase Capítulo 9).
El objetivo del terapeuta es generar movimientos oculares desde un
lado del rango de visión del paciente hacia el otro. Este movimiento
bilateral completo se realiza lo más rápidamente posible sin que
resulte incómodo. El clínico debería usar dos o más dedos como
punto focal. Esta técnica permite que el paciente siga los dedos sin
tener que enfocarse en un objeto pequeño y sin que se produzcan
las asociaciones negativas que podrían surgir con un único dedo
índice en movimiento (p. ej., recuerdos de haber sido regañado por
un adulto). El clínico también puede usar un lápiz, una regla o
cualquier otro objeto para dirigir el movimiento ocular del paciente.
Sin embargo, dos dedos funcionan muy bien y numerosos pacientes
parecen preferirlos, pues brindan una experiencia más interpersonal.
Habitualmente, el terapeuta sostiene dos dedos en posición vertical,
con la palma hacia el paciente, aproximadamente a 30-35 cm de la
cara del mismo. Luego se le pregunta: «¿Esto te resulta cómodo?».
Si la respuesta es «no», el terapeuta debe determinar la ubicación y
la distancia con la que el paciente se sienta más cómodo. Luego, el
clínico muestra la dirección de los movimientos oculares
desplazando los dedos horizontalmente desde el extremo derecho
hasta el extremo izquierdo (o la inversa) del campo visual del
paciente, una distancia de al menos 30 cm (véase la Figura 3.1). El
clínico debe evaluar la capacidad del paciente de seguir los dedos en
movimiento comenzando lentamente, y luego aumentando la
velocidad para lograr la máxima que sea posible mantener. Los
terapeutas informan de que hay un procesamiento más eficiente a
mayor velocidad (es decir, dos movimientos de lado a lado por
segundo), aunque algunos pacientes funcionan mejor con un
movimiento más lento. Durante esta fase de prueba, muchos clínicos
piden al paciente que indique cualquier preferencia con respecto a la
velocidad, la distancia, la altura, etc., antes de concentrarse en el
material emocionalmente perturbador. Después de que se haya
hecho diana en el material disfuncional, el clínico debe escuchar el
feedback que da el paciente al final de cada tanda o set para evaluar
la cantidad de procesamiento que se ha producido. Si el material
disfuncional va cambiando con facilidad y el paciente está
relativamente cómodo, se puede mantener la velocidad a la que se
mueven los dedos. Sin embargo, si no se cumple alguna de estas
condiciones, se debe ajustar la velocidad y la dirección (de las que
hablaremos en breve) y el número de movimientos oculares de cada
tanda.
FIGURA 3.1. Movimientos de la mano en horizontal utilizados para realizar EMDR.
El acontecimiento específico
Los recuerdos emergentes pueden estar vinculados al recuerdo
diana por la naturaleza del acontecimiento en sí. Por ejemplo,
cuando se trabaja en una violación con una víctima de agresiones
múltiples, puede surgir una secuencia de recuerdos de otras
violaciones. Normalmente, estos recuerdos tienen las mismas
cogniciones y emociones negativas que la violación que tomamos
como diana, pero el hilo dominante es la propia violación. Tam-bién
es posible que surjan recuerdos disociados de abusos infantiles
cuando la diana principal es algun otro tipo de abuso sexual. Es
importante tener en cuenta que una víctima de múltiples abusos o
violaciones puede sentirse abrumada cuando aparecen muchos
recuerdos adicionales de agresiones durante una sesión. Con estos
pacientes se ha de tener especial cuidado de fomentar sensaciones
de seguridad y garantizarles que podrán descansar cuando lo
necesiten. Los pasos procedimentales sobre cómo hacer esto están
descritos en el Capítulo 5, y en el Capítulo 11 se presenta
información adicional sobre el trabajo con esta población.
Cambios en la imagen
Como ya hemos indicado, la imagen del acontecimiento diana puede
cambiar a una imagen de un acontecimiento diferente pero asociado,
o puede cambiar a un aspecto diferente del mismo acontecimiento.
Sin embargo, la imagen también puede cambiar su contenido o
apariencia. En un cambio de contenido, un rostro lascivo puede
transformarse en un rostro sonriente, un arma puede desaparecer,
etc. La imagen puede cambiar de apariencia mediante un cambio de
perspectiva o por la expansión de una escena para incluir más
detalles. Por ejemplo, un paciente recuperó el recuerdo de una
reunión en la que había sido humillado, pero todo lo que podía ver
inicialmente era la expresión en el rostro del colega que lo insultó. A
medida que continuaba el procesamiento, la escena se expandió,
como si se hubiera quitado las anteojeras. En la escena más amplia,
el paciente vio a otras personas, con expresiones más positivas y de
apoyo. Es interesante observar en este ejemplo que esta información
más autoafirmante siempre había estado almacenada en el cerebro
del paciente. Sin embargo, no estaba disponible previamente cuando
se accedió al recuerdo, presumiblemente porque la imagen del rostro
del compañero estaba asociada con un nivel particular de las
emociones dominantes (ansiedad y humillación). A medida que se va
procesando la información disfuncional, se va encontrando más
acceso a toda la red asociativa. Después del tratamiento, el paciente
de este ejemplo fue capaz de recuperar no solo la mirada en el rostro
de la persona que lo humilló sino también otros detalles más
positivos, dado que la ansiedad ya no era dominante; cuando se le
pidió que recuperara el recuerdo, vio espontáneamente la escena
más amplia.
Un buen procesamiento también resulta evidente cuando el paciente
indica otros cambios en la apariencia de la imagen. La imagen puede
volverse más grande, más pequeña o borrosa; puede tornarse gris,
acercarse o alejarse; o puede desaparecer por completo. La
naturaleza exacta del cambio no puede predecirse. A los pacientes
que deben relatar el incidente a la policía o en un tribunal en detalle,
se les ha de advertir de que, después del tratamiento, quizá no
puedan recuperar una imagen del acontecimiento. Algunos pacientes
se sienten confusos o molestos cuando la imagen comienza a
desaparecer. Con frecuencia dicen: «Debo estar haciendo algo mal;
no puedo recuperar la imagen». Los clínicos deben asegurarles que
cualquier cambio es natural mientras continúe el procesamiento, y
que si pierden la imagen, deberían pensar simplemente en el
incidente, independientemente de lo que les venga a la mente.
Algunos pacientes pueden sentirse perturbados cuando la imagen
comienza a desaparecer, porque temen perder buenos recuerdos u
olvidar por completo que el incidente ocurrió. Debemos asegurar a
estos pacientes que el acontecimiento diana no será olvidado y de
que, en el tratamiento EMDR, los buenos recuerdos o emociones
nunca se pierden. Se les debe explicar que la información
disfuncional se «digiere» y se convierte a un formato más útil, y que
todo lo que está cambiando es el modo en que la información se
almacena en el cerebro, de manera que la imagen y las emociones
molestas ya no dominen.
Cualquier cambio en la imagen referido por el paciente es indicativo
de procesamiento de información, y la naturaleza subjetiva del
cambio no necesita ser cuestionada por el clínico. En otras palabras,
no importa lo grande o pequeña que se haya vuelto la imagen o lo
borrosa que aparezca. Los terapeutas sabrán que se ha producido el
procesamiento si detectan algún indicador de cambio. Incluso la
afirmación «Tiene un aspecto diferente» es suficiente. Los clínicos
deben evitar preguntar al paciente sobre dichos cambios. Los
intentos de obtener una descripción detallada del contenido de la
imagen o la naturaleza de un cambio no especificado pueden
interrumpir y socavar los efectos del procesamiento.
Nivel de compenetración
Los pacientes deben poder sentirse cómodos con la posibilidad de
experimentar altos niveles de vulnerabilidad, falta de control y
cualquier sensación física del acontecimiento que pueda ser
inherente al recuerdo diana. Esto significa que los pacientes deben
estar dispuestos a decirle a su terapeuta la verdad sobre lo que
están experimentando. Si bien no es necesario que revelen los
detalles del trauma, deben estar dispuestos a experimentar en
presencia del clínico las emociones que surjan y a informar con
precisión sobre la naturaleza y la intensidad de estas emociones.
Algunas veces —por falta de confianza, alta susceptibilidad a las
características de la demanda o deseo de evitar material doloroso
adicional— el paciente indicará incorrectamente un bajo nivel de
angustia y finalizará la sesión de manera inapropiada o prematura.
Cuando sucede esto, es más probable que el paciente experimente
incomodidad entre sesiones y se vea forzado a tratar con material al
nivel de una abreacción sin un respaldo clínico apropiado. Hay que
tener en cuenta que los pacientes corren un mayor riesgo de
ideación suicida e intentos de suicidio cuando se sienten muy
perturbados pero le ocultan al clínico esta información. Aunque esto
es cierto con cualquier tipo de terapia, la posibilidad de que haya
perturbación adicional entre sesiones durante el tratamiento EMDR
pone de relieve la necesidad de una fuerte alianza terapéutica,
acuerdos específicos de revelación de la verdad y que el terapeuta
pueda transmitir un mensaje de seguridad, flexibilidad y respeto
incondicional.
Se ha de prestar especial atención a los pacientes con antecedentes
de abusos graves antes de continuar con el tratamiento, ya que
suelen tener problemas con cuestiones de seguridad y confianza.
Hasta que el paciente no se sienta cómodo con el terapeuta en las
interacciones habituales de la terapia tradicional, no se debe utilizar
el procesamiento EMDR.
Perturbación emocional
Los pacientes deben ser capaces de soportar los altos niveles de
perturbación emocional que pueden surgir durante o entre las
sesiones de procesamiento EMDR. Con el fin de ayudar a evaluar
esta capacidad antes de hacer diana específicamente en el material
traumático, se recomienda encarecidamente que el clínico averigüe
durante las sesiones de recogida de historia si el paciente puede
responder al autocontrol y a las técnicas de relajación. El clínico
debe probar varias de estas técnicas con el paciente en consulta y
solo proceder con el procesamiento EMDR si puede guiarlo con
éxito para que disipe un nivel moderado de perturbación (véase el
Capítulo 9 para algunos ejemplos).
Cuando el material diana ha sido procesado de manera incompleta
durante cualquier sesión, es necesario recapitular (como se define
en el Capítulo 6) y utilizar la visualización guiada, las técnicas de
relajación o la hipnosis para ayudar al paciente a recuperar el
equilibrio emocional. Como el clínico no podrá predecir el nivel de
perturbación entre sesiones, es útil entrenar a los pacientes en estas
técnicas de autocontrol antes de emprender el procesamiento
EMDR. También recomiendo el uso de grabaciones de audio que se
pueden utilizar entre sesiones (p. ej., «Dejar ir el estrés», Miller,
1994). Algunas de estas técnicas de relajación se describen en el
Capítulo 9 y se pueden usar para cerrar sesiones que de otro modo
estarían incompletas. También deben utilizarse a diario por los
pacientes, así como para proporcionar alivio si el procesamiento
espontáneo entre sesiones está causando perturbación emocional.
Si el paciente es incapaz de usar dichas técnicas de autocontrol, no
se debe intentar procesar con EMDR hasta que se complete la
preparación suficiente. Los informes clínicos indican que los
procedimientos EMDR se pueden utilizar para mejorar los recursos
al preparar a pacientes más complejos con desregulación afectiva
(Korn y Leeds, 2002). Conocido como «desarrollo e instalación de
recursos» (RDI, por sus siglas en inglés) (Leeds, 1998; Leeds y
Shapiro, 2000), estos procedimientos mejoran el acceso a una gran
variedad de emociones positivas de manera similar a la técnica del
lugar seguro/tranquilo (véase el Capítulo 9). Cuando sea apropiado,
los clínicos deben experimentar con este y con métodos alternativos
hasta que el paciente sea capaz de reducir niveles significativos de
perturbación. La incapacidad para reducir la perturbación puede
aumentar justificadamente el temor del paciente cuando se accede
al material disfuncional y podría obstaculizar gravemente los efectos
positivos del tratamiento.
Estabilidad
Es vital que se evalúe la estabilidad personal del paciente. Al igual
que con la mayoría de las terapias para el trauma, es habitual que
haya ideación suicida en ciertos pacientes después del tratamiento
EMDR, como las víctimas de múltiples abusos sexuales gravemente
perturbadas. Los clínicos han de informar adecuadamente a los
pacientes (véase el Capítulo 6), y la evaluación inicial debe incluir la
capacidad del paciente para recordar las instrucciones y para pedir
ayuda si es necesario.
El nivel de estabilidad del entorno también es significativo. Por
ejemplo, no se deben tratar de reprocesar traumas no relacionados
si los pacientes están actualmente sometidos a presiones
importantes en la vida (p. ej., crisis familiares/sociales o problemas
económicos/profesionales) y son incapaces de gestionar la
perturbación adicional engendrada por el reprocesamiento.
Por supuesto, los clínicos deben determinar si los traumas
anteriores no están, de hecho, relacionados con las condiciones de
vida actuales del paciente. Los pacientes que se encuentran
constantemente en un estado de crisis podrían estar gobernados
por experiencias de vida adversas del pasado que deben resolverse
antes de poder aliviar sus problemas actuales. Es importante
determinar qué recuerdos perturbadores son directamente
responsables de la disfunción actual y, por tanto, deberían
procesarse ahora con terapia EMDR, y cuáles son secundarios
respecto a la crisis del presente y pueden dejarse de lado mientras
se abordan los problemas actuales con planes de acción
apropiados.
Apoyos vitales
Los pacientes deben tener apoyos en la vida, como amigos y
familiares que puedan cuidarlos durante cualquier perturbación entre
sesiones. Si los pacientes están aislados o son cuidadores
principales sin una red de apoyo propia, los clínicos han de proceder
con precaución. Deben determinar si sus pacientes son capaces de
sostenerse a sí mismos a nivel psicológico o si se podrían sentir lo
suficientemente consolados por el terapeuta por teléfono si
necesitaran ayuda.
Deficiencias neurológicas
No se conocen casos de daños al paciente en aquellos que sufren
de deterioro neurológico. Sin embargo, dado que el modelo PAI
plantea ciertos procesos fisiológicos subyacentes, los clínicos deben
estar al tanto de cualquier historial de anormalidades neurológicas o
daño cerebral orgánico. No se han referido contraindicaciones para
el uso de EMDR con pacientes que sufren de trastorno por déficit de
atención/hiperactividad.
Los clínicos han indicado una tendencia a que se produzca una
menor generalización del tratamiento en algunos pacientes con
daño cerebral orgánico y, en consecuencia, una necesidad de usar
como diana una cantidad de recuerdos mayor a la habitual para
lograr un efecto terapéutico completo. Si bien el procesamiento
EMDR se ha utilizado con éxito en pacientes que manifiestan una
amplia variedad de problemas neurológicos, se debe tener
precaución al intentar tratar a esta población; es decir, puede haber
algún tipo de daño cerebral que provoque una falta de respuesta o
una incomodidad extrema durante las sesiones de procesamiento
EMDR. Siempre se debe procurar consultar con un médico si se
sospecha que una enfermedad física, incluido un deterioro
neurológico, podría presentar un problema. Los clínicos que intenten
hacer procesamiento EMDR con este tipo de personas también han
de tener una amplia experiencia con distintos efectos del tratamiento
EMDR para reconocer cualquier respuesta anormal, en cuyo caso la
sesión debería finalizar.
Epilepsia
Si bien varios pacientes con epilepsia han sido tratados con éxito
con terapia EMDR, por norma, se debe ejercer precaución, como
con cualquier paciente con problemas neurológicos.
Tan solo he sabido de tres casos de pacientes que hayan
experimentado convulsiones (leves en todos los casos) durante las
sesiones de procesamiento EMDR. En un caso, el recuerdo que se
estaba reprocesando estaba relacionado con las convulsiones; la
paciente recuperó la conciencia en cinco minutos, se lavó la cara y
continuó con la sesión sin más incidentes (este fue el único ataque
epiléptico sufrido por la paciente en más de una docena de
sesiones). Otro paciente sufrió un pequeño ataque durante una
sesión de procesamiento EMDR, pero después de concluir el
tratamiento nunca volvió a sufrir convulsiones. Ambos ocurrieron
con el uso de movimientos oculares. En el tercer caso, se usó una
barra de luces para el seguimiento de los ojos. En general, antes de
comenzar el tratamiento, a los pacientes con epilepsia se les debe
informar de la posibilidad de sufrir un ataque durante la terapia
EMDR, y se sugiere que se use estimulación táctil o auditiva dirigida
por el terapeuta.
También es digno de mención el caso de una paciente con epilepsia
que había sido tratada con éxito de un TEPT e intentó hacer los
movimientos oculares ella misma cada vez que tenía un «aura» u
otra señal de que iba a sufrir un ataque inminente. Descubrió que
los movimientos oculares le permitían evitar los ataques.
Problemas oculares
Se ha registrado un informe de un paciente que sufrió daño ocular
grave que resultó en ceguera debido al tratamiento con movimientos
oculares. Esto ocurrió en manos de un terapeuta que no estaba
formado en el uso de EMDR. Aparentemente, a pesar de que el
paciente indicaba dolor ocular constante, el clínico, que no tenía
conocimiento de los efectos del tratamiento EMDR, continuó
aplicando las tandas de movimientos oculares. Bajo ninguna
circunstancia se debe continuar con el procesamiento EMDR si el
paciente indica dolor de ojos. Si esto ocurre, el clínico debe usar
formas alternativas de estimulación. Lo mismo se aplica para los
pacientes que no pueden realizar tandas continuas de movimientos
oculares por debilidad de los músculos oculares.
Los pacientes que usan lentes de contacto deberían llevar el
estuche de las lentillas a las sesiones de tratamiento para que
puedan quitárselas si se observa algún signo de sequedad o
irritación. Con muchos pacientes, puede ser preferible evitar el uso
de movimientos oculares cuando llevan lentes de contacto.
De nuevo, cuando no pueden realizarse los movimientos oculares,
el clínico puede usar formas alternativas de estimulación táctil o
auditiva (tal y como se describe en el Capítulo 3).
Requisitos legales
Si una víctima de un crimen, un testigo o un agente de policía está
siendo tratado por un incidente grave, es esencial establecer si a la
persona se le va a requerir, o se le puede requerir, una deposición
legal o cualquier tipo específico de testimonio de prueba. Durante el
procesamiento EMDR, la imagen del acontecimiento puede
difuminarse, volverse borrosa o desaparecer por completo. Aunque
la paciente no olvida lo que ha sucedido y aún podrá contar lo que
ocurrió, es posible que no pueda proporcionar una descripción
vívida y detallada del acontecimiento. Por el contrario, la paciente
podría ser capaz de dar una descripción más detallada y ver la
imagen más claramente después del tratamiento EMDR. Sin
embargo, no hay forma de saber de antemano cómo va a procesar
el paciente un acontecimiento en particular.
En consecuencia, el consentimiento informado debe ser acordado
con todas las partes pertinentes cuando existen procedimientos
legales en curso (o pudieran contemplarse). Los clínicos deben
explicar que después del procesamiento EMDR, (1) puede que el
paciente sea incapaz de acceder a una imagen vívida del
acontecimiento y (2) puede que el paciente ya no sea capaz de
contar el incidente con una emoción extrema (que podría ser un
problema si es necesario que suba al estrado un testigo muy
emocional).
Control de sistemas
Al igual que con cualquier tipo de psicoterapia, el tratamiento EMDR
influye no solo en los pacientes, sino también en sus familias y
amigos. A medida que se procesa la información disfuncional y se
engendran nuevas autovaloraciones, la conducta del paciente
cambia. Según los pacientes se van abriendo a nuevas opciones, se
les debe educar mediante entrenamiento en habilidades. Por
ejemplo, es posible que necesiten que se les enseñe a tratar con
personas problemáticas o situaciones nuevas mediante
entrenamiento en asertividad, habilidades relacionales o temas
profesionales. Al principio del tratamiento, los clínicos deben ayudar
al paciente a encontrar grupos apropiados de apoyo y grupos de
entrenamiento. Los pacientes de la terapia EMDR pueden procesar
material a un ritmo sorprendentemente rápido, y deben estar
preparados para gestionar la resistencia con la que se puedan
encontrar por parte de colegas, familiares o amigos. Por ejemplo, si
los pacientes insisten en permanecer en un entorno peligroso en el
que la nueva asertividad sería perjudicial (como el caso de una
esposa maltratada que todavía vive con su marido alcohólico), se
les debe informar sobre los posibles problemas y se les ofrecerían
estrategias alternativas de expresión.
Se ha de aconsejar a los pacientes en relaciones sociales
disfuncionales (p. ej., aquellas en las que se podrían aprovechar de
ellos si aparentan un estado vulnerable) que eviten estas relaciones
inmediatamente después de procesar el trauma. Por este motivo,
tratar pacientes en instituciones penales puede estar contraindicado
en muchos casos, debido a la presión social inherente al sistema.
Beneficios secundarios
Se debe tener especial cuidado para evaluar las posibles
consecuencias positivas, necesidades o problemas de identidad que
resultan beneficiadas por la demanda. Los pacientes pueden haber
organizado su existencia en torno a su patología, y esta posibilidad
debe abordarse, al menos cognitivamente, antes de que se puedan
esperar cambios en el tratamiento EMDR. Fundamentalmente, el
clínico ha de identificar lo que el paciente deberá enfrentar o a lo
que tendrá que renunciar si el tratamiento tiene éxito y determinar si
tiene la estabilidad y los recursos para gestionar el cambio.
Un buen ejemplo de este problema se puede encontrar en ciertos
veteranos de guerra. Después de sufrir flashbacks, pesadillas y
pensamientos intrusivos durante muchos años, ahora se les ofrece
tratamiento EMDR junto con el reclamo: «Le quitaremos sus
flashbacks, pesadillas, pensamientos intrusivos; y sus ingresos por
discapacidad». El miedo (que podría rechazar a nivel consciente) de
un veterano a quedarse sin hogar por perder ingresos es bastante
comprensible. A no ser que se aborde este problema, es probable
que su disfunción permanezca sin resolver. El clínico debe abordar
esta preocupación (y otras) por medio de planes de acción
apropiados antes de intentar tratar el trauma de aquellos pacientes
que reciben compensación económica o cuidados especiales debido
a su discapacidad emocional.
El temor a perder la identidad social también puede ser un
problema. Muchos veteranos han dicho: «¿Quién soy si no soy un
veterano afectado?». Los veteranos de guerra pueden temer perder
el sentido de camaradería que acompaña a ser un miembro sufridor
de su grupo de tratamiento. También puede que teman, a medida
que disminuya su dolor emocional, dejar de honrar a sus muertos.
Es muy recomendable explorar estas preocupaciones antes de
comenzar a trabajar con el trauma. Los factores directamente
relacionados con los veteranos de guerra se analizan más
detalladamente en el Capítulo 11.
El miedo a perder la identificación con un grupo de iguales también
es pertinente para algunas víctimas de abuso sexual. Pueden tener
miedo a la curación, porque reconocen que a medida que disminuye
su dolor, ya no sienten una afiliación tan fuerte con otros
sobrevivientes. Finalmente, aquellos pacientes que han estado en
un grupo de tratamiento durante muchos años pueden haber
establecido su identidad y estructura social en torno al tratamiento
de su disfunción; dichas personas necesitan afiliarse al grupo de
una manera diferente para que el tratamiento tenga éxito.
Los tiempos
Las respuestas emocionales de los pacientes y la intensidad de la
perturbación entre sesiones son muy variables. No hay forma de
predecir con precisión estas reacciones antes de que comience el
procesamiento. Por tanto, es importante evaluar la situación actual
de la vida del paciente (y del clínico) a fin de reducir problemas
potenciales. Por ejemplo, si la paciente ha programado hacer una
presentación importante en el trabajo, no debe iniciarse el
procesamiento EMDR para el trauma, ya que podría estar
demasiado distraída o perturbada para funcionar con la máxima
eficacia.
Además, dado que no hay forma de saber cuánto material
disfuncional residual puede quedar al final de una sesión o cuánto
procesamiento asociado continuará espontáneamente, se ha de
tener cuidado para evitar altos niveles de angustia si el paciente no
tiene apoyo psicológico. Si, por ejemplo, el paciente está a punto de
realizar un viaje fuera de la ciudad o si el terapeuta tiene
programadas unas vacaciones de 2 semanas, no se debe iniciar el
reprocesamiento de un trauma importante.
Los clínicos deberían explicar a los pacientes que el procesamiento
de recuerdos con EMDR puede suponer un trabajo emocionalmente
intenso y que no se han de programar citas importantes ni largas
horas de trabajo inmediatamente después de una sesión de
tratamiento. El horario de trabajo del paciente debe poder ajustarse
a estos requisitos posteriores a una sesión. Si esto no es posible, el
trabajo con trauma está contraindicado.
Los clínicos deben proporcionar el tiempo adecuado durante cada
sesión para procesar el recuerdo traumático que se presenta y
realizar el cierre requerido. Se recomienda que la recogida de
historia inicial se realice en sesiones separadas de cincuenta
minutos (o más) y que el posterior procesamiento EMDR de los
traumas se lleve a cabo en sesiones de noventa minutos. Aunque es
mucho tiempo, según los estándares convencionales, incluso una
sesión de noventa minutos nos puede proporcionar justo el tiempo
adecuado para implementar fases desde la tres a la siete y procesar
un trauma en particular suficientemente. Al menos, una sesión de
noventa minutos puede permitir que los aspectos más angustiosos
del recuerdo se aborden adecuadamente. Si un solo trauma se trata
rápidamente, se puede abordar más de un recuerdo en la misma
sesión.
Como se mencionó anteriormente, si el trauma no se procesa lo
suficiente, es probable que el paciente se quede con un nivel
relativamente alto de perturbación que podría continuar, o incluso
aumentar, entre sesiones. Independientemente de la duración de la
sesión, bajo ninguna circunstancia debe un paciente dejar la
consulta durante (o inmediatamente después de) una abreacción no
resuelta. Aunque generalmente no se recomiendan las sesiones de
cincuenta minutos, un estudio controlado aleatorizado indica que
pueden ser utilizadas con éxito por clínicos experimentados en
EMDR con población civil (véase Marcus, Marquis y Sakai, 1997,
2004). En estas circunstancias, el procesamiento EMDR debe
realizarse sabiendo que puede aumentar la probabilidad de que el
paciente permanezca con un nivel relativamente alto de angustia al
final de la sesión y durante el procesamiento que continúa entre
sesiones. Se debe hacer mucho énfasis en el autocontrol de la
angustia y en el uso de técnicas de regulación afectiva al final de
una sesión y entre sesiones. Además, mantener la duración
tradicional de cincuenta minutos generalmente duplica la cantidad
de sesiones necesarias para resolver completamente las demandas
de los pacientes. Dado que puede producirse algo de desorientación
inmediatamente después del tratamiento, el clínico debe evaluar la
capacidad del paciente para salir de la consulta y conducir de
manera segura. Se debe dejar suficiente tiempo al final de la sesión
para hacer un resumen con los pacientes y permitirles, si es
necesario, recuperar cualquier pérdida de equilibrio. Incluso en las
mejores condiciones, existe la posibilidad de que un trauma no se
procese lo suficiente después de una sesión de noventa minutos.
Algunos traumas tardan varias sesiones en desactivarse. Siempre
se ha de tener cuidado si un paciente sigue angustiado, y se han de
evaluar las necesidades especiales que podría tener para regresar
al trabajo o volver a casa. La hora de la cita debe estar dirigida a las
necesidades específicas del paciente. Por ejemplo, los pacientes
con una gran responsabilidad en el trabajo deben verse al final del
día, o al final de la semana, en lugar de al principio, porque pueden
sentirse incapacitados para regresar a una situación de alta presión.
Para acelerar el tratamiento, si es necesario, las sesiones de
procesamiento también se pueden programar en días consecutivos.
Necesidades de medicación
A veces, un paciente puede estar ya estabilizado con medicamentos
que le hayan sido recetados o se puede valorar que necesita dicho
medicamento para mantener la estabilidad emocional entre
sesiones. Hasta el momento, parece que ningún medicamento
bloquea completamente el procesamiento EMDR, aunque se ha
señalado que las benzodiacepinas reducen la eficacia del
tratamiento en algunos pacientes. Un paciente que tome cualquier
medicamento para la angustia emocional debe ser monitorizado
cuidadosamente, para que la medicación pueda reducirse o
suspenderse en el momento apropiado. Presumiblemente, a medida
que se procesa el material psicológico disfuncional, se alivia la
ansiedad o depresión concomitante, lo que reduce la necesidad de
medicación para tratar el problema.
Los terapeutas deberían procesar de nuevo los traumas
presentados una vez que el paciente ya no tome el medicamento.
Se ha indicado que si se le pide a un paciente que vuelva a acceder
al recuerdo tratado después de suspender la medicación, puede
volver con aproximadamente el 50 % de su perturbación asociada
original. Por ejemplo, un trauma de guerra inicial al que se dio una
puntuación de 10 en la escala SUD puede bajar a un nivel
postratamiento de 0 mientras el paciente toma medicación, pero una
vez que esta se suspende, el recuerdo podría tener una puntuación
de 5. Esta regresión revela la presencia de alguna disfunción
residual en forma dependiente del estado, un problema que
contrasta con los efectos de tratamiento estables que se encuentran
habitualmente en pacientes no medicados. Por tanto, se debe
evaluar cuidadosamente la necesidad de medicación, sabiendo que
su uso probablemente aumentará el tiempo requerido para que el
tratamiento tenga éxito.
Trastornos disociativos
El uso del procesamiento EMDR con trastornos disociativos,
especialmente el trastorno de identidad disociativo (TID, conocido
antes del DSM-IV como trastorno de personalidad múltiple, o TPM),
está especialmente desaconsejado sin formación supervisada en
trastornos disociativos y los protocolos EMDR apropiados. Además,
se requieren los procedimientos más avanzados de la terapia EMDR
(descritos en el Capítulo 10), debido a la predisposición de esta
población clínica a tener dificultades para reprocesar el recuerdo
traumático por completo (consulte las pautas del Grupo de trabajo
EMDR sobre trastornos disociativos en el Apéndice E). Mientras que
los trastornos disociativos constituyen una sección separada en el
DSM-5, los especialistas de EMDR consideran el TID como una
forma compleja de TEPT (Spiegel, 1993) en la que la victimización
fue tan grande que, para sobrevivir, el recuerdo global se
compartimentó a fin de contener los diferentes aspectos del dolor y
la perturbación, y se fue dividiendo en estados de personalidad más
disociativos. Por tanto, los estados de la personalidad se pueden
conceptualizar como configuraciones de redes neuronales que
funcionan como compartimentos de la memoria (Braun, 1988;
Lanius y Bergmann, 2014). Cuando la terapia EMDR (u otros
tratamientos, p. ej., la abreacción hipnótica) ha resuelto con éxito el
material traumático, disminuye la necesidad de compartimentación,
se disuelven las barreras amnésicas entre los estados de
personalidad, aumenta la «co-conciencia» y puede darse la
integración. Sin embargo, es esencial que se use un tratamiento
orientado por fases (Sociedad Internacional para el Estudio del
Trauma y la Disociación, 2011), lo que permite tiempo suficiente
para la preparación y estabilización antes del procesamiento del
trauma (Chu, Dell, Van der Hart y Cardeña, 2011; Ross, 1997; Van
der Hart, Nijenhuis y Steele, 2006).
Los clínicos indican que se observa una integración espontánea
comparativamente rápida de los estados de la personalidad cuando
la terapia EMDR se utiliza adecuadamente con los trastornos
disociativos (véase el Capítulo 11). Sin embargo, los pacientes
corren un gran riesgo si la patología se diagnostica erróneamente o
si el tratamiento es llevado a cabo por un clínico que carece de la
formación adecuada en trastornos disociativos graves. Si se trata a
un paciente con un trastorno disociativo sin las precauciones
adecuadas, la focalización en los recuerdos traumáticos puede
hacer que este tenga dificultades para reprocesar un nivel alto de
emociones y sensaciones somáticas. Además, aunque el material
parezca llegar a una conclusión apropiada durante una sesión, su
activación puede causar un alto nivel de perturbación debido al
«puente afectivo» (en el resto del sistema de memoria), un efecto
que puede dar como resultado la necesidad de hospitalización o
cuidados de emergencia entre sesiones. Asimismo, existen informes
de un número significativo de incidentes en los que emergen
espontáneamente estados de la personalidad del TID con el inicio
del procesamiento EMDR, un fenómeno que puede deberse a la
estimulación activa de las redes neuronales asociadas.
Debido a que muchos clínicos no están formados en el tratamiento
de los trastornos disociativos y subestiman bastante su prevalencia,
se debe hacer hincapié en tomar precauciones apropiadas (véase
Ross, 2015). Una característica habitual de los pacientes con TID es
una historia de muchos diagnósticos previos, ya que no son fáciles
de identificar. Por tanto, el clínico que tenga la intención de iniciar
EMDR debe administrar primero la Escala de Experiencias
Disociativas II (DES-II, Carlson y Putnam, 1992) y realizar una
evaluación clínica exhaustiva con cada paciente. Cuando la
puntuación DES está por encima de 30, se debe aplicar una
entrevista diagnóstica estructurada para los trastornos disociativos,
como la Entrevista Clínica Estructural para los Trastornos
Disociativos del DSM-IV (SCID-D, Steinberg, 1994) (véase también
el Apéndice E).
Aquí se presenta un breve resumen de varios de los principales
indicadores del TID. Hay que tener en cuenta que si bien la mayoría
de los clínicos asocian el TID con lapsos de memoria, puede que los
pacientes desconozcan su amnesia y rellenen los vacíos de
memoria sin saber que se han producido episodios disociativos
(Putnam, 1989).
Dentro de un examen estándar de estado mental, las siguientes
señales clínicas deberían sugerir al entrevistador que el paciente
podría tener un trastorno disociativo: (1) síntomas somáticos
inexplicables e intratables, (2) problemas para dormir, (3)
flashbacks, (4) desrealización y despersonalización, (5) síntomas de
Schneider (p. ej., voces, sentimientos inexplicables), (6) lapsos de
memoria, (7) múltiples hospitalizaciones psiquiátricas y (8) múltiples
diagnósticos con poco progreso del tratamiento (véase también
Ross, 2015; Van der Hart et al., 2006). Aunque los trastornos
disociativos han sido infradiagnosticados, también se debe tener
cuidado de no sobrediagnosticar (Draijer y Boon, 1999). Las pautas
recomendadas por el Grupo de Trabajo EMDR sobre Trastornos
Disociativos en el Apéndice E ofrecen más ayuda sobre el
diagnóstico. En caso de duda, se recomienda encarecidamente al
clínico que derive al paciente a un experto en trastornos disociativos
para una evaluación exhaustiva.
PLANIFICACIÓN DEL TRATAMIENTO
Al igual que en cualquier forma de psicoterapia, el propósito de las
sesiones de recogida de historia es identificar el cuadro clínico
completo antes de intentar tratar al paciente. Si bien la etapa inicial
de la recogida de historia en la terapia EMDR determina la
idoneidad del paciente para el procesamiento del trauma, la
segunda etapa establece los objetivos potenciales con tanta
especificidad como sea posible. Una metáfora útil es imaginar la
patología que se presenta como una tabla atornillada encima del
paciente. El trabajo del clínico es quitar el tablero para darle espacio
al paciente para que crezca. En lugar de dar martillazos al tablero,
es más apropiado tratar de identificar los tornillos con los que se ha
de trabajar. Por tanto, por decirlo de algún modo, el EMDR sirve
como una herramienta eléctrica para quitar estos tornillos con más
rapidez.
Incluso si dos pacientes llegan a terapia con la misma demanda, sus
necesidades de tratamiento pueden variar considerablemente. Se
ha de determinar qué problemas deben remediarse mediante
educación, resolución de problemas o técnicas de manejo del
estrés, y cuáles están basados en información disfuncional que
debe procesarse. Aunque se puede utilizar EMDR para aumentar la
asimilación de nuevas habilidades, por lo general, deben abordarse
primero los patrones disfuncionales existentes.
Por ejemplo, si una paciente solicita ayuda por sufrir malos tratos en
su matrimonio, el proceso de recogida de historia deberá establecer
el foco principal de la intervención EMDR. Si el esposo de la
paciente se ha vuelto abusivo recientemente después de un
accidente de tráfico, el plan de tratamiento adecuado diferirá
claramente del que sería necesario si la paciente hubiera tenido una
larga historia de relaciones abusivas que incluyeran un padre
dominante. Mientras que, en el primer ejemplo, puede ser necesario
que la paciente reprocese los acontecimientos de maltrato que
acaban de suceder en el matrimonio, la existencia de una relación
normal antes de que el esposo se lesionase hasta el punto de
provocar un cambio de personalidad permite al clínico concentrarse
en factores presentes, estímulos y resolución de problemas. En el
segundo ejemplo, la historia de relaciones abusivas de la paciente
indica elementos caracterológicos que necesitan abordarse
específicamente. Esta observación no es nueva en el área de la
psicoterapia en general. Sin embargo, en este caso, el plan de
tratamiento EMDR se basa, entre otras cosas, en una conclusión de
la observación clínica de miles de sesiones de reprocesamiento; a
saber, que las experiencias de abuso tempranas suelen ser
directamente responsables de las relaciones disfuncionales en el
presente. La asociación entre la disfunción actual y los incidentes
anteriores (explorada en el Capítulo 2 en el contexto del modelo
PAI) ha sido corroborada por la investigación y lo demuestran
sistemáticamente los informes de los pacientes durante las sesiones
de procesamiento EMDR que intentan hacer diana en las
situaciones actuales. Para tratar a los pacientes con relaciones
disfuncionales actuales que tienen antecedentes de abuso temprano
o en serie, se deben identificar sus características generalizadas
(como predisposiciones y conductas asociadas con las creencias
negativas). Junto con los abusos que se han producido en la
relación actual, se suelen focalizar y reprocesar los recuerdos fuente
previos (es decir, los incidentes tempranos que generan la
autodefinición) antes de que se puedan esperar cambios
psicológicos y conductuales sustanciales y generalizados.
Si bien algunas víctimas de TEPT de acontecimiento único pueden
ser tratadas con EMDR simplemente haciendo diana en el recuerdo
traumático, la mayoría de los pacientes necesitan un tratamiento
más integral. Este tratamiento debe implicar una focalización
secuencial de los primeros recuerdos fuente críticos, las situaciones
actuales que estimulan la disfunción y las conductas alternativas
que pueden usarse en el futuro para cumplir los objetivos de la
terapia. El clínico debe intentar definir la demanda que presenta el
paciente y sus antecedentes de la forma más concreta posible. Si
bien la siguiente lista no es exhaustiva, proporciona al clínico
algunas pautas básicas para la planificación del tratamiento a las
que se debe prestar atención (véase también el Apéndice A):
1. Síntomas: ¿Cuáles son las conductas disfuncionales, las
emociones y las cogniciones negativas predominantes?
¿Cuáles son los síntomas específicos, como flashbacks,
pensamientos intrusivos, ataques de pánico y conductas
imprudentes? ¿Cuáles son los disparadores desencadenantes
actuales y su frecuencia, duración, localizaciones y otras
características?
Usemos como ejemplo el caso de la paciente que estaba
actualmente en un matrimonio que constituía la más reciente de
una serie de relaciones abusivas. El clínico determinó que la
patología principal venía definida por los sentimientos de
vergüenza e impotencia de la paciente, junto con la cognición
«No valgo nada», todo lo cual contribuía a su continua atracción
por parejas abusivas y a su incapacidad de hacerse valer. La
recogida de datos reveló que los sentimientos de pánico y los
recuerdos de las palizas de la infancia ocurrían cuando el
esposo de la paciente actuaba con frialdad, cuando su jefe se
enfadaba, cuando tenía que hacerse valer ante el dependiente
de alguna tienda, etc.
2. Duración: ¿Cuánto tiempo ha sido evidente la patología? ¿Cómo
ha cambiado con el tiempo? ¿Qué alteraciones han ocurrido en
los factores que contribuyen a la patología?
En nuestro ejemplo de caso, la patología de la paciente había
existido desde la infancia, pero los ataques de pánico habían
aumentado en número e intensidad en los últimos años. Desde
que había tenido un bebé, la paciente se sentía más vulnerable
y fuera de control.
3. Causa inicial: ¿Cuál fue el suceso original o el acontecimiento,
modelado, lección, etc. principal más perturbador, el que
representa la génesis de la disfunción? ¿Cuáles fueron las
circunstancias —incluidos los factores de interacción, sociales o
de sistemas familiares—, en el momento del primer
acontecimiento? Una pregunta útil es: «¿Cuándo fue la
primera vez que recuerdas haberte sentido así?».
En nuestro ejemplo, la paciente era la menor de tres hijos. Su
padre la golpeaba por pequeñas infracciones y sus hermanos la
intimidaban. El primer ataque de pánico que podía recordar
ocurrió una vez que corría hacia su madre en busca de ayuda y
esta la apartó. Su madre había creído la historia de sus
hermanos y le gritó: «Espera a que llegue tu padre a casa».
4. Hechos pasados adicionales: ¿Qué otros incidentes han sido
fundamentales a la hora de influenciar o reforzar la patología?
¿Qué otras variables significativas existen? ¿Quiénes son los
participantes principales? ¿Qué categorías de participantes,
respuestas desadaptativas, cogniciones negativas, etc. son
aparentes? ¿Cómo podrían agruparse los acontecimientos para
maximizar la generalización de los resultados del tratamiento?
A los pacientes se les puede pedir que identifiquen sus diez
recuerdos más perturbadores. Se les puede alentar a analizar
su vida con una actitud de interés y exploración, con el
terapeuta como compañero de refuerzo en el análisis. Describir
brevemente los diez recuerdos normalmente ayudará a definir
los tipos de cogniciones negativas y experiencias que deben
abordarse. Este suele ser un buen momento para identificar una
cantidad igual de recuerdos positivos que puedan usarse para
identificar personas y experiencias como recursos potenciales.
Si el paciente no puede identificar recuerdos positivos y/o se
angustia, es un indicador de que podría ser necesario hacer
más estabilización (véase la sección del Capítulo 11 sobre
TEPT complejo). La paciente de nuestro ejemplo fue
influenciada negativamente por numerosos abusos y palizas a
lo largo de su infancia; por su dislexia, que provocó
humillaciones en la escuela; por una violación en una cita, que
ocurrió durante su adolescencia; y por sus experiencias con una
serie de novios maltratadores. Fue posible agrupar los
diferentes tipos de abusos y humillaciones. Los clusters se
componen de acontecimientos que son similares en diversos
aspectos, como ataques verbales de la misma persona o
momentos de haber sido abandonada por el mismo progenitor.
Se hizo diana en los padres, los hermanos, tres maestros y los
novios maltratadores como principales perpetradores, y se
identificaron las siguientes cogniciones negativas: «No valgo
nada», «Estoy sucia», «No tengo el control» y «No puedo tener
éxito». Dichas cogniciones surgían en el trabajo, en las
relaciones sociales y cuando la paciente se relacionaba con
figuras de autoridad. En otros casos, los clusters pueden
comprender incidentes similares, como los enfrentamientos
armados experimentados por personal militar. Hacer diana en
los momentos más perturbadores suele resultar en una
generalización de los efectos positivos del procesamiento en las
otras experiencias del cluster.
5. Otras demandas: ¿Qué otras dificultades se encuentran? ¿Qué
otras disfunciones pueden estar enmascaradas por la demanda
principal? Evaluar áreas personales y relacionales.
En el ejemplo, hubo que abordar las dificultades relacionadas
con el trabajo y la crianza inadecuada por parte de la paciente
(hacia su hija).
6. Limitaciones actuales: ¿Cómo le afecta a la paciente hoy en día?
¿Qué emociones o conductas disfuncionales aparecen? ¿Qué
acciones no puede realizar la paciente? ¿Qué problemas
sistémicos (como familia disfuncional o estructura social) deben
abordarse?
La paciente de nuestro ejemplo era infeliz en su hogar y en su
entorno de trabajo y tenía sentimientos generalizados de
fracaso y baja autoestima. No podía ser asertiva, abandonar su
situación actual ni ofrecer el apoyo adecuado a su hija. Es más,
estaba claro que ni sus padres ni su esposo apreciarían los
comportamientos que podrían resultar de un aumento de su
autoestima.
7. Estado deseado: ¿Cómo preferiría la paciente actuar,
presentarse, sentir y creer? ¿Qué, específicamente, está
impidiéndolo? ¿Cuáles son las consecuencias potenciales del
éxito del tratamiento? ¿Qué experiencias positivas existen en la
historia del paciente?
Aunque la paciente en nuestro ejemplo quería ser más asertiva y
tener una mayor autoestima, era constantemente bombardeada por
recuerdos de abusos previos y por las emociones negativas
desencadenadas por su esposo y su jefe. Aunque algunas de sus
emociones eran adecuadas para las situaciones actuales, su
intensidad se agravaba por los acontecimientos infantiles; por tanto,
sus emociones a menudo la abrumaban hasta el punto de la
inacción. Las posibles consecuencias del éxito del tratamiento
incluían conclusiones como que podría necesitar divorciarse de su
esposo y encontrar un trabajo mejor pagado para mantenerse a sí
misma y a su hija. Comprensiblemente, la perspectiva de
defenderse a sí misma disparaba la cognición negativa «No puedo
tener éxito». Por supuesto, cualquier problema existente de
beneficios secundarios tendría que abordarse primero.
En general, al planificar el tratamiento el clínico está intentando
descubrir paralelismos entre el pasado y el presente del paciente,
con el fin de identificar patrones de respuesta. Una vez definidos los
estímulos actuales, las cogniciones disfuncionales, las emociones y
los comportamientos, el clínico debe aislar dianas específicas, que
pueden abarcar desde los primeros recuerdos del paciente hasta la
última experiencia perturbadora. Los planes de tratamiento implican
consolidar recursos, y luego focalizar o hacer diana en (1) los
recuerdos tempranos que sientan las bases para la disfunción, (2)
los disparadores del presente que estimulan el material y (3) las
respuestas futuras deseadas (el protocolo estándar se explica en los
Capítulos 3 y 8, mientras que las consideraciones para el
tratamiento del TEPT complejo se presentan en el Capítulo 11).
TRANSCRIPCIÓN DE RECOGIDA DE HISTORIA
La siguiente transcripción recoge secciones de una sesión de
recogida de historia que incluyó la planificación del tratamiento. La
paciente es una víctima de abusos sexuales que está en terapia
para aliviar las secuelas. Las anotaciones indican el propósito del
terapeuta al hacer determinadas preguntas y las respuestas que
este intenta conseguir en futuras sesiones.
TERAPEUTA: ¿Qué te trae por aquí?
PACIENTE: He tenido pesadillas y trastornos del sueño desde que tengo
uso de razón. Realmente no recuerdo no haberlos tenido, y lo atribuyo a los
abusos sexuales de mi tío cuando tenía unos cinco años. Creo que es una
combinación de eso y de que mi padre es lo que yo llamo un «incestuoso
emocional». Nunca me tocó ni nada de eso, pero hacía comentarios
sexuales realmente inapropiados, cosas así. Y mi madre, durante mi
infancia, siempre se enfurecía mucho. ¿Alguna vez has visto estos vídeos
educativos sobre el abuso infantil? ¿Y sabes cuándo el progenitor que está
a punto de pegarle al niño comienza a ponerse cada vez más agresivo?
Era ese nivel de intensidad, sin llegar a los golpes, todos los días. Entonces
es como un golpe triple. Es todo eso junto. He hecho mucha terapia, he
meditado mucho y he hecho muchísimas cosas. Sabes, hace cinco años,
me despertaba aterrorizada seis noches por semana, y ahora diría que es
más como una perturbación del sueño. Y tengo pesadillas muy fuertes
cuando me estreso.
[El terapeuta busca una relación que pueda usarse como diana.]
PACIENTE: Terminé con uno hace seis meses. Fue una relación de ocho
meses e íbamos muy en serio, y fue todo lo que acabo de describir. Dijo
que se había enamorado de otra persona y fue muy cruel. Eso fue
realmente devastador para mí, y lo estoy superando ahora realmente.
TERAPEUTA: De acuerdo. ¿Y qué ocurre ahora con tu relación con tu
padre?
PACIENTE: Vaya, es difícil; porque a mi tío, puedo más o menos alejarlo de
mi vida. Mi padre era la persona de mi familia que me cuidaba,
probablemente más que cualquier otro. Siempre ha sido muy difícil para mí
diferenciarme de mi padre, y —¿cómo lo digo?— sigue habiendo mucha
calidez y cariño. Hace unos años, realmente puse un límite a sus
comentarios sexuales y le dije que no podía pasar tiempo con él si hacía
eso, y dejó de hacerlo.
Procesamiento asociativo
Los pacientes informan de sus experiencias en términos de cambios
en imágenes, sonidos, sensaciones, emociones, sabores u olores.
Si surgen sabores u olores, se debe hacer diana en ellos en las
siguientes tandas. Si estas tandas hacen que se desvanezcan sin
dar lugar a otra asociación, se ha de volver a acceder al recuerdo
original.
Imágenes
Muy a menudo, los pacientes describen el procesamiento en
términos de imágenes cambiantes. Independientemente de si estos
son recuerdos nuevos o alteraciones de un único acontecimiento, el
material emergente debe convertirse en el foco en el que
concentrarse durante una nueva tanda. Una vez más, el clínico no
debe fomentar ningún modo particular de informar (p. ej.,
preguntando: «¿Qué ves?»), porque el paciente puede estar más
atento a pensamientos nuevos u otros estímulos sensoriales. Los
siguientes son patrones habituales que implican cambios en las
imágenes y la respuesta clínica apropiada.
RECUERDO NUEVO
CAMBIOS EN LA IMAGEN
CAMBIA LA APARIENCIA
Sonidos y pensamientos
El clínico debería poder detectar cualquier evidencia de que se está
procesando la información de la diana. Si bien muchos pacientes
indican cambios en las imágenes, los cambios auditivos y cognitivos
no son menos significativos. Por tanto, el foco puede cambiar con
una secuencia de nuevos pensamientos; pueden surgir los
pensamientos que se experimentaron en el momento del
acontecimiento, o pueden desarrollarse ideas sin referencias
visuales. Siempre y cuando los pensamientos ocurran de manera
espontánea y progresiva, simplemente se recomienda al paciente
que los note para utilizarlos en tandas posteriores. Una vez más,
después de que un canal de asociación auditivo o cognitivo ha sido
procesado con éxito, se debe invitar al paciente a volver a acceder
la diana original.
DECLARACIONES NEGATIVAS
DESAJUSTES
PENSAMIENTOS POSITIVOS
INSIGHTS
Sensaciones y emociones
Los pacientes a menudo refieren efectos de procesamiento en
términos de sensaciones físicas o emociones que surgen y van
cambiando. El procesamiento EMDR puede liberar en la conciencia
del paciente no solo las sensaciones físicas asociadas con toda una
variedad de emociones, sino también las sensaciones físicas
almacenadas en el momento del acontecimiento traumático. Por
ejemplo, la víctima de violación puede sentir las manos del violador,
y la víctima del accidente puede sentir la colisión del automóvil. Se
debe prestar especial atención cuando un paciente experimenta una
emoción dolorosa o sensaciones físicas asociadas con el trauma.
Las instrucciones para trabajar con los pacientes que sufren
abreacciones con altos niveles de perturbación se analizan en el
siguiente capítulo. Sin embargo, independientemente del nivel de
perturbación, siempre y cuando el material esté cambiando, se
aplican las instrucciones habituales del procesamiento.
EMOCIONES NUEVAS
SENSACIONES CAMBIANTES
Evaluación
Cada línea de asociación se ha de evaluar para determinar si se da
una progresión, un procesamiento secuencial, que sea
terapéuticamente relevante. La tendencia dominante es que el
paciente indique información nueva o cambiante que sea
progresivamente menos perturbadora. Sin embargo, aunque
aumente la perturbación, se puede estar reprocesando porque se
está experimentando otro aspecto del recuerdo a medida que se
metaboliza.
Los clínicos pueden suponer que se ha eliminado un canal cuando
el paciente siente cada vez menos perturbación, cuando las
asociaciones parecen haber llegado a un punto de detención
razonable, y cuando no surge nada nuevo o significativo después de
dos tandas de movimientos oculares en diferentes direcciones. El
clínico debe ser consciente de que una nueva imagen o enunciado
que entre en la conciencia del paciente puede estar simplemente en
la misma meseta de información que la imagen o el enunciado
anterior. Por ejemplo, si una paciente comienza a acceder a
emociones positivas sobre su madre e informa de escenas de
diferentes fiestas o almuerzos a los que asistieron juntas, estos
recuerdos liberados, aunque sean agradables, no son indicativos de
una nueva meseta.
A medida que van cesando las tandas con asociaciones
terapéuticamente mejoradas, se le debe pedir al paciente que
vuelva a focalizarse en el incidente original: «Piensa en el
incidente. ¿Qué te llega?». Luego se inicia una nueva tanda,
incluso si la respuesta parece positiva o los pacientes creen que no
hay nada más que procesar. A menudo, la nueva tanda abre un
canal inesperado. Cualquier canal nuevo debe procesarse de
acuerdo con las pautas anteriores. Al final de cada canal, el clínico
debe pedir al paciente que regrese a la diana original.
Si después de volver a focalizar en el incidente original y completar
una tanda no se dan nuevas asociaciones y no se revelan nuevas
emociones, sensaciones o imágenes, el clínico debe volver a
verificar el nivel de SUD del paciente. Si el paciente indica un cero,
la diana se considera desensibilizada y puede comenzar la fase de
instalación. Sin embargo, hay que insistir en que la distinción entre
estas fases es algo arbitraria, porque todo el tratamiento EMDR
supone un reprocesamiento, y la desensibilización y la mejoría de
las respuestas positivas se consideran derivados simultáneos.
Si bien es necesario procesar todos los canales de información
disfuncional revelados antes de que comience la fase de instalación,
el clínico debe ser consciente del tiempo. Al llegar al final de un
canal determinado, el paciente se sentirá menos perturbado, pero
volver a focalizar en la información original puede abrir otro canal
con un material aún más perturbador. Por lo tanto, si solo quedan
unos minutos de sesión, no se debe abrir un nuevo canal. Puede
que el clínico prefiera ir directamente a la fase de cierre si no hay
tiempo suficiente para finalizar el procesamiento. La idea es dejar al
paciente al final de cada sesión sintiéndose empoderado y con una
sensación de logro.
Si el paciente indica un bajo nivel de SUD (pero más de cero) que
no varía con cambios de sentido en dos tandas de movimientos
oculares, se realiza una evaluación adicional. El clínico pregunta:
«¿Qué emoción sientes?». En ocasiones, los pacientes pueden
haberse confundido y dan un nivel de SUD para hacer referencia a
una sensación de calma o bienestar. Si es así, se les debe recordar
que evalúen solo las emociones perturbadoras. Sin embargo, si el
paciente refiere emociones negativas de bajo nivel, el clínico debe
preguntar: «¿Qué impide que sea un cero?».
Una respuesta que revele una creencia bloqueante como «Si estoy
demasiado contento, lo lamentaré» debe abordarse con un
tratamiento EMDR completo en el recuerdo correspondiente. Si la
respuesta del paciente parece ecológicamente apropiada, es decir,
apropiada para la situación (p. ej., «Me siento triste porque murió mi
tío»), entonces puede llevarse a cabo la fase de instalación.
El clínico debe tener cuidado de no aceptar prematuramente una
afirmación de un paciente que parezca limitar el progreso. Por
ejemplo, si un paciente está trabajando en una fobia a hablar en
público, podría ser tentador dejarle con un nivel bajo de ansiedad,
especialmente si el paciente dice: «Supongo que siempre me voy a
sentir un poco ansioso para hacer un buen trabajo». Este tipo de
declaración puede ser meramente una creencia congruente con esa
meseta de procesamiento. Desafortunadamente, puede que algunos
clínicos acepten este tipo de afirmación y trunquen el tratamiento
porque haya un paralelismo con su propio sistema de creencias; sin
embargo, algunas personas pueden, de hecho, hacer discursos
maravillosos mientras sienten anticipación y entusiasmo, en lugar de
ansiedad, como fuente de activación. Por tanto, el clínico debe
reconocer la declaración del paciente y hacer al menos dos tandas
adicionales de movimientos oculares diferentes antes de aceptar la
limitación como una afirmación correcta. Detener prematuramente
las tandas puede dejar áreas importantes sin explorar o niveles
injustificados de perturbación. Las limitaciones deben aceptarse solo
si parecen razonables y si dos tandas adicionales resultan
improductivas. Los niveles de SUD superiores a 0 deben
examinarse cuidadosamente para determinar su idoneidad
ecológica antes de pasar a la fase de instalación.
FASE CINCO: INSTALACIÓN
Después de haber conseguido el reprocesamiento inicial —la diana
a la que se ha accedido tendrá una puntuación SUD de 0 o 1 (a
menos que sea ecológicamente apropiado, p. ej., «Lamento que
haya muerto»)¬— comienza la fase de instalación. La instalación se
concentra principalmente en la integración total de una
autoevaluación positiva con la información que se ha focalizado.
Esta fase se usa para mejorar la cognición positiva y conectarla
específicamente con el tema o acontecimiento diana original. Dado
que toda la información debería haber cambiado durante el
reprocesamiento, se comprueba tanto la aplicabilidad como la
validez actual de la cognición positiva. El clínico le pide al paciente
que evalúe la cognición positiva que eligió durante la fase de
evaluación; es decir, el clínico dice: «¿Cómo te suena [repite la
cognición positiva]?».
Al llegar a este punto de la sesión, el paciente debería haber
progresado de forma destacada en la manera en que se siente con
respecto al acontecimiento original. Gracias a toda una variedad de
nuevas revelaciones, puede que haya superado con creces sus
propias expectativas y ahora pueda ver el acontecimiento con una
perspectiva mucho más positiva de lo que originalmente se
imaginaba. En otras palabras, puede que la cognición positiva que
deseaba al comienzo del tratamiento ahora no sea lo
suficientemente positiva. Por ejemplo, los sentimientos de fracaso y
culpa en respuesta a una tragedia del pasado lejano podrían haber
llevado a una paciente a elegir inicialmente la cognición «He
aprendido de ello». Sin embargo, al final del tratamiento, la paciente
podría darse cuenta de que, de hecho, lo hizo muy bien en el
momento del acontecimiento, y la cognición positiva más apropiada
ahora podría ser «Soy una persona válida».
Después de que el clínico repita la cognición original deseada, se
debe animar al paciente a aceptarla o cambiarla o sustituirla por una
mejor. Puede ser útil que el clínico diga: «¿Siguen encajando las
palabras [el clínico repite la cognición positiva] o hay otro
enunciado positivo que te parezca más adecuado?». El clínico
también debe percatarse de si ha surgido una cognición positiva
más terapéutica o mejorada durante el procesamiento. Si parece ser
potencialmente más empoderadora, el clínico debe ofrecer al
paciente la nueva cognición positiva en un tono que permita que la
rechace con facilidad.
Es crucial que la paciente elija la cognición positiva que sea más
significativa para ella. Sin embargo, el trabajo del clínico es ayudar
en el proceso terapéutico. Así como la experiencia del clínico en
formulación de casos es necesaria para ayudar a enmarcar las
cogniciones negativa y positiva iniciales, esa experiencia también es
necesaria para ayudar al clínico a crear una nueva cognición
positiva que resuma la experiencia de procesamiento y sea
específicamente útil y aceptable para el paciente. Al ofrecer una
posible cognición positiva que no haya sido expresada inicialmente
por este, se ha de tener cuidado de enmarcarla solo como una
sugerencia tentativa. No se deben usar características de demanda,
ya que el objetivo principal es la sensación de autosuficiencia del
paciente. Si este acepta la sugerencia, la instalación puede
continuar después de comprobar su puntuación VOC en la nueva
cognición.
Si el paciente acepta la cognición positiva original, el clínico debe
pedir una puntuación VOC para ver si ha mejorado: «Al pensar en
el incidente, ¿cómo sientes las palabras, entre 1
(completamente falsas) y 7 (completamente verdaderas)?». Si la
VOC no ha aumentado, se ha de volver a examinar la cognición
positiva. Es decir, con la información ahora procesada, la mayor
sensación de autosuficiencia del paciente debería reflejarse en un
fortalecimiento de la cognición. Si no es así, existen muchas
posibilidades de que la cognición positiva propuesta sea
inapropiada, y será necesario encontrar una sustituta.
Después de verificar la VOC, se enlaza explícitamente la cognición
positiva elegida con el acontecimiento traumático previo. Al darle
instrucciones al paciente de «pensar en el acontecimiento»,
surgirá la imagen original o la manifestación actual. Las
instrucciones son generales, porque la imagen original puede haber
desaparecido o haber sido reemplazada por una que ahora sea más
pertinente.
Luego se le pide al paciente que mantenga la imagen en mente (si
no hay imagen, se le pide: «Simplemente piensa en ello»)
mientras se repite mentalmente la cognición positiva. Es decir, el
clínico dice: «Piensa en el acontecimiento y mantenlo junto a las
palabras [el clínico repite la cognición positiva]», y luego guía al
paciente en una nueva tanda. Después, el clínico verifica de nuevo
la VOC, y se repiten las tandas, combinando el acontecimiento y la
cognición positiva, hasta que la VOC alcanza el 7 o «completamente
cierto». Una vez que el paciente valora la cognición positiva con un
7, se repiten las tandas hasta que la validez de la cognición y la
sensación de idoneidad hayan alcanzado el máximo. El aumento de
la validez puede continuar más allá del nivel arbitrario de 7 en la
escala VOC, ya que el paciente a menudo no es inicialmente
consciente de cuán positiva y correcta puede sentirse una cognición.
Normalmente resulta útil entrenar al paciente para determinar si el
enunciado se siente «más fuerte» o «más sólido». La norma para la
fase de instalación es que si la información continúa avanzando por
la vía del procesamiento de información, las tandas deben repetirse.
Cuanta mayor sensación de validez de la cognición positiva tenga el
paciente, mayor será el potencial de una mejor autoestima y una
mejoría generalizada.
Si, al aplicar repetidamente los movimientos oculares en diferentes
direcciones, el paciente indica que el nivel de VOC no aumenta, el
clínico debe investigar si le están llegando otras asociaciones que
deban abordarse. Si la VOC no sube por encima de un 5 o un 6, se
le pregunta: «¿Qué impide que sea un 7?». El paciente
generalmente podrá indicar la creencia bloqueante, que podría ser
tan inocua como «Tendré que pasar por ello para asegurarme de
que puede ser cierto» o tan disfuncional como «No merezco estar
sana». Cuando se realiza una declaración inocua y no problemática,
el clínico debe pasar a la siguiente fase, la exploración corporal.
Cuando se revela una creencia bloqueante disfuncional y no remite
con tandas sucesivas, el clínico deberá hacer diana en ella con un
tratamiento EMDR completo en el recuerdo asociado que está
generando la autoevaluación negativa.
Habitualmente, hasta que se reprocesan los recuerdos tempranos
que causan la disfunción bloqueante, no se puede tratar del todo el
trauma diana original (el clínico identifica la diana preguntando:
«¿Cuándo fue la primera vez que recuerdas sentirte así?»).
También se pueden usar las técnicas de «flotar hacia atrás»
(floatback) y del «escaneo» o «puente afectivo» (affect scan)
revisadas en el Capítulo 4. Una vez que el recuerdo temprano
bloqueante se reprocesa con desensibilización, instalación y
examen corporal, el clínico debe reevaluar el recuerdo diana original
y completar la instalación. Sin embargo, debido a limitaciones de
tiempo, es habitual que el clínico deba esperar hasta la siguiente
sesión para iniciar el tratamiento del recuerdo temprano bloqueante.
Cuando sea este el caso, el clínico debe pasar a la fase de cierre
(omitiendo el examen corporal) y hacer una recapitulación
especialmente cuidadosa. Cualquier sesión incompleta podría
causar un aumento del nivel de perturbación entre sesiones y
ningún tratamiento se considera completo sin terminar el examen
corporal.
FASE SEIS: EXAMEN CORPORAL
El modelo PAI que guía la práctica de EMDR postula que el material
disfuncional puede tener una resonancia física perceptible(es decir,
sensaciones físicas que corresponden a procesos cognitivos) que
podría ser una diana en sí misma. Por tanto, la sexta fase del
tratamiento, que concluye el reprocesamiento acelerado, se
concentra principalmente en tensión corporal y otras sensaciones
físicas.
Una vez que la cognición positiva alcanza un 7 en la escala VOC (o
6, si fuera ecológicamente apropiado) y no se hace más fuerte con
tandas adicionales, se le pide al paciente que mantenga en mente
tanto la imagen como la cognición mientras examina mentalmente
todo su cuerpo para identificar cualquier sensación persistente de
tensión, opresión o cualquier otra que resulte inusual. El clínico
podría, por ejemplo, decir lo siguiente:
Visualización
Si, al final del tiempo asignado para la sesión, el paciente está
mostrando algún signo de perturbación o se está produciendo una
abreacción, el clínico debe utilizar la hipnosis o una visualización
guiada para dirigirlo a un estado cómodo. Los terapeutas que no
están familiarizados con las técnicas de visualización guiada
deberían aprenderlas antes de usar el procesamiento EMDR. El
ejercicio del lugar seguro/tranquilo descrito en el Capítulo 5 se
puede usar con la mayoría de los pacientes de EMDR, ya que los
clínicos informan sistemáticamente de sus efectos positivos. Los
procedimientos adicionales de autocontrol y cierre (incluidas las
grabaciones de audio) se analizan en el Capítulo 9.
Como se señaló anteriormente, los clínicos deben utilizar un
proceso de relajación, como el ejercicio del «lugar seguro/tranquilo»,
con el paciente en una de las primeras sesiones antes de comenzar
el procesamiento, una precaución que puede proporcionar al
paciente confianza sobre su capacidad para detener el
procesamiento acelerado y controlar la perturbación. Durante la fase
de cierre, es más fácil utilizar un método de relajación que ya ha
tenido éxito previamente con un paciente que experimentar con otro
nuevo.
Evaluación de la seguridad
Después de usar una visualización guiada, el clínico debe evaluar al
paciente para detectar cualquier disociación que le impida regresar
al aquí y ahora o que dificulte su capacidad para caminar por la calle
o conducir un automóvil. A veces puede ser necesario que un
paciente permanezca en la sala de espera durante un período de
tiempo hasta que el clínico determine que no existe posibilidad de
peligro.
Si bien se puede ayudar a la mayoría de los pacientes a cerrar el
procesamiento incompleto de un acontecimiento diana a un nivel
que sea manejable hasta la siguiente sesión, en algunos casos será
necesario ver al paciente más tarde el mismo día para completar el
reprocesamiento o programar una cita para más adelante en la
semana.
Aunque en la mayoría de los casos se recomienda generalmente
que pase una semana entre sesiones, para que el paciente tenga la
oportunidad de integrar el material que se ha procesado y de
identificar nuevas dianas, algunos pacientes deben tratarse con más
frecuencia. Este es el caso si surgen muchos recuerdos
perturbadores nuevos o si el paciente siente mucha angustia por
una sesión incompleta. Es importante evaluar el potencial del
paciente para sentir un alto nivel de perturbación y, en caso
necesario, programar una cita telefónica para comprobar su
progreso. Para algunos pacientes con TEPT complejo, puede ser útil
programar varias citas al principio del tratamiento, después de la
preparación, ya que el propio procesamiento contribuye a una mayor
estabilización. Procesar los recuerdos disfuncionales significa que
ya no se van a disparar en la vida cotidiana y los pacientes no van a
verse afectados por los efectos perturbadores de alta intensidad que
se almacenaron en el momento del acontecimiento traumático
(véase el Capítulo 11). Dado que las tareas para casa no son
necesarias en la terapia EMDR, el tratamiento puede llevarse a cabo
en días consecutivos con la presencia de regulación afectiva del
terapeuta. El clínico debe tener en cuenta las precauciones y las
pautas descritas en los capítulos anteriores y confiar en su propia
evaluación del paciente y del nivel de perturbación; no hay sustituto
para el juicio clínico de un experto.
Recapitulación y registro
Es importante hacer una recapitulación con cada paciente al final de
cada sesión. Sin embargo, es especialmente importante hacerlo de
forma minuciosa y detallada si el material no se ha procesado por
completo, ya que en este caso hay más probabilidades de que la
paciente continúe el procesamiento entre sesiones con un nivel más
alto de perturbación. Para reducir esta perturbación, el clínico debe
decirle que se volverá a acceder a la diana en la siguiente sesión.
Al final de cada sesión, es importante recordarle a la paciente que
anote todos los recuerdos, sueños, pensamientos y situaciones que
de algún modo sean perturbadores. Al llevar un diario de este tipo,
la paciente po-drá informar al clínico de cualquier diana evidente
que deba trabajarse. Además, es posible que las anotaciones del
diario puedan usarse para identificar cualquier patrón de
comportamiento disfuncional y disparadores con los que se deba
trabajar (véase el Capítulo 8). Puede ser útil instruir a la paciente en
el uso de un registro DICES, dibujando seis columnas en una hoja
de papel en blanco (consultar el Apéndice A). Se coloca una «D» en
la parte superior de la segunda columna que significa «disparador»;
una «I» en la parte superior de la tercera columna para «imagen»;
una «C» para «cognición»; una «E» para «emoción» y una «S» para
«sensación». La columna final es para el nivel de SUD. Luego se le
explica: «Si surge algo perturbador, simplemente debes anotar la
información brevemente en las columnas. Solo lo suficiente como
para recordarte lo que ha sucedido. Y luego usa un procedimiento
de relajación, como el lugar seguro [o tranquilo]». Este proceso
ayuda a la paciente a contener cualquier angustia. Al pedirle que
evalúe cognitivamente la situación y delimite los componentes, se
produce un cambio en la respuesta puramente emocional y
comienza a ver las reacciones como un hecho predecible que será
atendido en la próxima sesión. El registro funciona como un
contenedor para la perturbación emocional, que luego se disipa
utilizando la técnica de autocontrol.
Se le debe decir a la paciente que ser consciente de cualquier
experiencia que encuentre perturbadora es un paso excelente y
ayudará a definir dianas para futuras sesiones. En cuanto a
cualquier recuerdo o sueño que pueda surgir, es útil explicar que es
importante no ir demasiado rápido, y que el hecho de que surja más
perturbación es parte del procesamiento. Si bien este es realmente
el caso, esta afirmación también supone una intervención paradójica
(Fisch, Weakland y Segal, 1982) que ayuda a la paciente a aceptar
cualquier perturbación como parte del proceso de sanación. Por
tanto, la paciente puede alegrarse tanto si no surge perturbación
como si surge alguna. Su capacidad de simplemente «dejar que
pase lo que tenga que pasar» es un aspecto importante entre una
sesión y otra. Si no se realiza una correcta recapitulación, puede
que la paciente se sienta bien después de una sesión y deduzca
que ha terminado. Sin embargo, si surge perturbación entre
sesiones, puede verse a sí misma como «algo deteriorado». A
menos que se haga una adecuada recapitulación para garantizar
expectativas realistas, las pacientes que de entrada tienen baja
autoestima verán esto como otra señal de su fracaso, y puede
aparecer ideación suicida.
Es vital que la paciente comprenda que, independientemente de la
naturaleza de la perturbación, simplemente representa la
continuación del efecto del procesamiento EMDR. A veces pueden
surgir imágenes y recuerdos, y otras veces solo emociones
perturbadoras. Sea cual sea el origen de la angustia, la paciente
solo debería apuntarlo —sin convertirlo en algo significativo— y
luego realizar un ejercicio de relajación. Si la paciente tiene alguna
pregunta, puede llamar al clínico. Una adecuada recapitulación dará
como resultado menos llamadas de emergencia (posiblemente
menos de lo que el clínico haya experimentado previamente). Una
paciente bien preparada puede observar la angustia, en lugar de
sucumbir ante ella.
Otra razón para pedirle que lleve un registro es que le brinda otra
forma de distanciarse de la perturbación entre sesiones. Al observar
su propia angustia, se le enseña tácitamente a la paciente que ella
es más grande que la patología. Se le pide que «tome una foto» de
la perturbación anotando una descripción breve de lo que la
desencadenó y de cualquier pensamiento, emoción, sensación física
o imágenes específicas que le vinieron a la mente en ese momento.
Esto le da la oportunidad de observar sus propios patrones y
respuestas. Además, en lugar de utilizar declaraciones como
«Estaba asustada», se le pide simplemente que identifique los
componentes del miedo. Esto comienza a enseñarle que las
emociones como el miedo, la vergüenza y la rabia en realidad son
sensaciones principalmente físicas que se pueden describir y
cambiar. Este proceso instructivo se implementa más aún al pedirle
a la paciente que use una grabación de audio de relajación o un
ejercicio de lugar seguro/tranquilo después de anotar la información
en su registro.
No es necesario que la paciente escriba mucho en el registro; solo
se necesita la información suficiente como para permitirle ser
consciente de las circunstancias de la perturbación a fin de
comentarlo durante la siguiente sesión y posiblemente hacer diana
en ello (véase Apéndice A). El registro puede incluir sueños,
acontecimientos pasados, situaciones presentes o miedos sobre el
futuro. Para equilibrar el diario, es útil pedirle a la paciente que anote
también cualquier cosa agradable que surja. Las revelaciones
positivas también son favorables para planificar y orientar el
tratamiento.
Aunque el clínico pueda tener una lista de los traumas de la
paciente derivados de las sesiones de recogida de historia, no se
deben trabajar nuevos recuerdos traumáticos hasta que las
principales reverberaciones de los anteriores se hayan reducido. En
otras palabras, si la paciente experimenta una serie de pesadillas
claramente vinculadas al acontecimiento que acaba de procesar, el
clínico debe enfocarse en ellas en la siguiente sesión. Si surgen
varias imágenes asociadas o si la paciente describe un nuevo punto
de vista con respecto a la diana original que necesita más atención,
el clínico debe ayudar a la paciente a procesar esto antes de tratar
un nuevo trauma. Es importante dejar a la paciente en un estado de
equilibrio psicológico. Si las ramificaciones de la diana original
siguen siendo perturbadoras, se deben abordar antes de procesar
nuevo material traumático que pueda causar más angustia. Sin
embargo, si acaba de surgir otro recuerdo perturbador o si la
paciente se está obsesionando con ello, debería abordarse como
parte del efecto del procesamiento. El registro debe ser el indicador
inmediato de la diana para la siguiente sesión.
Durante las etapas iniciales de la terapia EMDR, el énfasis está en
tratar los recuerdos más disfuncionales que han sentado las bases
de la patología. Junto con la historia, el registro revela las dianas
más pertinentes, como recuerdos perturbadores, sueños, incidentes
asociados y disparadores. Los usos adicionales del registro se
describen en el Capítulo 8, que cubre la octava y última fase del
tratamiento, la de reevaluación. Este capítulo guía al clínico en la
aplicación ampliada del protocolo estándar de tres vertientes de la
terapia EMDR (es decir, pasado-presente-futuro) y analiza su
ubicación más adecuada en un plan de tratamiento general.
Algunos pacientes muestran poco o ningún cambio con respecto al
reprocesamiento en la consulta. Sin embargo, el clínico debe ofrecer
a la paciente la información adecuada y las instrucciones para llevar
un registro, incluso si no se ha logrado un reprocesamiento
evidente. Es habitual que una paciente se muestre relativamente
resistente al tratamiento durante la sesión, pero más tarde procese
el material. Este procesamiento inesperado puede ser muy
perturbador para los pacientes que no están preparados, y los
clínicos deben prestar atención para garantizar su seguridad,
independientemente de la cantidad de cambios que se hayan
observado durante la sesión.
Además del uso individual de técnicas de regulación afectiva, se
debe animar a los pacientes a utilizar diariamente una grabación de
control del estrés como ayuda para relajarse y como herramienta
adicional para tratar cualquier idea o emoción perturbadora que
pueda surgir. Una visualización guiada o un ejercicio de relajación
puede resultar de más ayuda a la mayoría de los pacientes que los
intentos de modificación cognitiva o conductual no asistida. Si no
hay grabaciones comerciales disponibles o que sean aceptables, el
clínico puede grabar una de las técnicas de cierre del Capítulo 9
para que la paciente lo use en casa.
Naturalmente, se le debe transmitir a la paciente que esté preparada
para cualquier cambio en las emociones o, por el contrario, para que
no haya cambio alguno. El clínico debe tratar de inculcar en la
paciente un sentido de aceptación y objetividad («Solo deja que
suceda y simplemente observa»), para que ni busque ni fuerce
cambios entre sesiones. Para muchos pacientes, el tiempo entre
sesiones es un período de revelaciones añadidas; para otros, puede
ser un momento de sensaciones y emociones caóticas. Aunque el
terapeuta tenga la esperanza de que haya señales de un buen
procesamiento a través de nuevas relaciones o conductas, si la
paciente recibe expectativas falsas o indebidas, es probable que se
debilite cualquier beneficio terapéutico.
El tono general utilizado para esta parte de recapitulación se resume
en el siguiente ejemplo de lo que el clínico podría decirle a la
paciente:
Si persiste la abreacción
Si el clínico ha intentado todas las sugerencias anteriores y las
descritas en la siguiente sección sobre respuestas bloqueadas
durante una abreacción y ha fracasado, el clínico novato en terapia
EMDR debe usar el ejercicio del lugar seguro/tranquilo (véase
Capítulo 5) o uno de los procedimientos de cierre descritos en el
Capítulo 9 para desconectar. La versión más proactiva de la terapia
EMDR, necesaria para continuar el procesamiento, se presenta en
el Capítulo 10. Sin embargo, recordemos que este libro se ha de
utilizar inicialmente como libro de texto, con sesiones de prácticas
supervisadas por un formador experto en EMDR. La versión más
proactiva del procesamiento EMDR debe intentarse solo después de
que el clínico haya practicado y se haya convertido en un
especialista en las variaciones de EMDR revisadas en este capítulo.
ESTRATEGIAS PARA EL PROCESAMIENTO
BLOQUEADO
Las estrategias que se ofrecen en el resto de este capítulo pueden
ayudar al clínico a volver a estimular el procesamiento que se ha
estancado. Las enumeradas en la siguiente sección, titulada «Diana
principal», mantienen la concentración de la paciente en
manifestaciones de la diana original. Las sugerencias dadas en la
sección titulada «Dianas auxiliares» se enfocan en los factores
contribuyentes que pueden estar causando el bloqueo. Estos
factores deben ser explorados, ya que la continua angustia de la
paciente puede indicar la necesidad de reprocesar material diferente
antes de volver a la diana original; las siguientes indicaciones
deberían usarse si las estrategias de la sección anterior no han
tenido éxito a la hora de activar el procesamiento. Sin embargo, el
clínico debe estar alerta ante la posibilidad de que sean necesarias
estrategias alternativas de ambas secciones para una determinada
sesión.
Diana principal
Esta sección ofrece variaciones en los procedimientos que puede
usar el clínico para guiar un cambio en el foco de la paciente con
respecto a la diana cuando el efecto de reprocesamiento parece
haber cesado. El clínico debe deducir que el procesamiento se ha
detenido cuando la información no ha alcanzado el nivel de
desensibilización adecuado, pero no cambia después de dos tandas
consecutivas.
Como se explicará en breve, las dos primeras variaciones técnicas
consisten en cambiar los propios movimientos oculares y
concentrarse solo en las sensaciones corporales. Si estas
variaciones resultan ineficaces, se requieren estrategias adicionales.
El principio subyacente es «poner en marcha» el cerebro pidiéndole
a la paciente que cambie deliberadamente su atención de un modo
que suele ocurrir espontáneamente cuando el procesamiento tiene
éxito. Estas sugerencias son producto de muchas horas de
observación clínica, pero la lista no es exhaustiva. Una vez que ya
tengan experiencia con la terapia EMDR, los clínicos deberían
sentirse con la libertad de añadir nuevas variaciones derivadas de
su propia práctica clínica.
Hay que tener en cuenta que para algunos pacientes, especialmente
aquellos que se disocian, será necesaria la versión más proactiva de
los procedimientos del procesamiento EMDR. Esta versión, descrita
en el Capítulo 10, debe usarse solo después de que el clínico haya
trabajado con la versión básica de la terapia EMDR durante al
menos ocho semanas (o aproximadamente treinta sesiones),
siguiendo una práctica debidamente supervisada. Antes de usar la
versión proactiva de EMDR de manera eficaz, el clínico necesitará la
práctica suficiente como para sentirse cómodo al implementar la
información descrita en los Capítulos 4-9 y la experiencia suficiente
como para tener una idea general del punto de partida de respuesta
de la paciente. Los clínicos que no cumplan estos criterios deberían
finalizar la sesión con un cierre apropiado si una paciente bloqueada
no reanuda el procesamiento después de probar todas las
variaciones incluidas en este capítulo, y pasar a otro tipo de
tratamiento hasta que haya realizado prácticas supervisadas en el
uso de la versión proactiva.
Las siguientes variaciones están presentadas por orden de utilidad.
En todos los casos de procesamiento bloqueado, se ha de probar
primero a cambiar los movimientos oculares y a prestar atención a
las sensaciones corporales.
LA SENSACIÓN PRINCIPAL
Si el procesamiento no se reanuda y la paciente refiere varias
sensaciones corporales, durante la siguiente tanda se le debe
indicar que se concentre en la sensación más pronunciada,
nuevamente sin imagen ni cognición.
PALABRAS NO DICHAS
Ciertos tipos de tensión corporal pueden indicar la necesidad de
expresar palabras no dichas, es decir, los gritos o frases que la
paciente retuvo durante el trauma o en la infancia durante los
abusos. Cuando los pacientes parecen estar experimentando
emociones de rabia o traición (o sensaciones físicas congruentes
con estos estados), el clínico debe pedirles que digan lo que quieran
en voz alta o para sí mismos. Esto es especialmente útil si la
paciente indica tensión en la mandíbula o la garganta, ya que a
menudo se tragan los gritos de ayuda o de rabia por temor a las
represalias. Una vez que se le pide a la paciente que verbalice estas
palabras no dichas y se concentre en ellas en los siguientes sets, el
procesamiento puede reanudarse a la velocidad acelerada anterior.
El clínico debe tener cuidado de mantener una conducta de apoyo y
aliento, independientemente de las palabras de la paciente. Cuando
se tocan focos intensos de ira, es posible que los pacientes
visualicen o describan atrocidades horrendas hacia el perpetrador.
Los clínicos deben asegurar a los pacientes que estos sentimientos
son naturales y que es mucho mejor dejarlos salir que mantenerlos
guardados. Es esencialmente la impotencia de la ira infantil (o la
frustración de la ira adulta), que finalmente se ha tocado. El clínico
debe comunicar que la verbalización de la paciente no conlleva
ningún estigma moral y no causará daño alguno. Por tanto,
independientemente de lo que le diga la paciente al (imaginado)
perpetrador (p. ej., «Te voy a cortar en pedazos»), el clínico debe
actuar como un escuadrón de apoyo para la verbalización en sí. Al
continuar con las tandas, se pueden resolver la ira y el miedo que
suprimieron las palabras que ya se han dejado salir. Obviamente,
antes del final de la sesión, el clínico necesita recapitular con la
paciente sobre sus sentimientos actuales y las propuestas de
acción. Es vital que el clínico disuada a la paciente de intentar
confrontar al perpetrador si el material antiguo no ha terminado de
procesarse.
Hay numerosas opciones para que los pacientes pronuncien estas
palabras no dichas en voz alta o para sí mismos, durante o entre las
tandas. Si la paciente verbaliza entre tandas, ha de ensayar
mentalmente sus frases durante la siguiente tanda. Deberían
repetirse en las siguientes hasta que las diga firmemente y sin
miedo. Si bien es preferible que el clínico escuche esas frases para
juzgar su timbre y volumen y ver si dan sensación de resolución,
puede que la paciente se sienta demasiado inhibida para decirlas en
voz alta. Si es así, se le debe pedir que verbalice internamente
durante el set y que, cuando termine, use la señal de la mano que
indica que desea parar. El clínico debe extender la tanda hasta que
dé la señal. Luego se le debe preguntar a la paciente cómo se
siente, y su respuesta ha de informar al clínico de si es necesario
repetir las verbalizaciones más veces y hacer más tandas. Además,
los clínicos pueden ayudar a los pacientes a expresar sus
declaraciones con fuerza al pedirles que primero gesticulen con la
boca, luego susurren y después vocalicen las declaraciones con una
voz más fuerte en cada tanda.
Esta potente intervención puede mejorar enormemente el
tratamiento clínico. De esta manera, la víctima de abuso a menudo
puede hacer una declaración de independencia con respecto a un
padre o un agresor por primera vez. Sin embargo, es importante que
las declaraciones de la paciente evolucionen del miedo indefenso de
la niñez a una perspectiva adulta que incluya asignar
responsabilidades adecuadamente (es decir, al perpetrador) y
comprender la seguridad del presente. Las declaraciones y las
tandas deben continuar hasta que la paciente sienta tanto
justificación como convicción, sin miedo o sin culparse a sí misma.
Cómo escanear
Una vez más, si el procesamiento se detiene, el clínico debe indicar
específicamente al paciente que cambie el punto focal de la
siguiente tanda. Un buen procesamiento a menudo implicará que la
persona tome conciencia de diversos elementos de manera
espontánea. Cuando se ha de estimular artificialmente el material
bloqueado, se les pide a los pacientes que hagan
intencionadamente lo que otros pacientes han generado de forma
espontánea. Se supone que de esta manera se realizarán las
conexiones neurofisiológicas que permitan reanudar el
procesamiento de la información.
SEÑALES VISUALES
El clínico debe pedirle al paciente que escanee el incidente en
busca de algo que actualmente sea más molesto que la diana
original. Por ejemplo, cuando a una víctima de violación se le pide
por primera vez que se centre en la parte más desagradable del
recuerdo, puede que se concentre en ver el momento de la
penetración vaginal. En un buen reprocesamiento, podrían surgir
espontáneamente otros aspectos y hechos ocurridos durante la
violación. Sin embargo, si el efecto de reprocesamiento cesa
después de focalizar en la escena inicial y solo se ha aliviado parte
de la perturbación emocional después de varias tandas, el clínico
debe pedirle a la víctima que revise mentalmente toda la violación
para ver si nota otro aspecto del suceso que en este momento sea
particularmente inquietante. Aquí, puede que la paciente señale más
angustia respecto al intento de penetración oral. Una vez
identificada, se focaliza esta escena durante una tanda. Con
frecuencia, esto permite que continúe el reprocesamiento y
disminuya la angustia emocional. Puede que el clínico necesite
invitar varias veces a la paciente a cambiar su foco visual hacia otra
parte del recuerdo antes de que completar la desensibilización.
Antes de la instalación, se debe encontrar la manifestación
dominante del acontecimiento y revisar que el procesamiento esté
completo, pidiéndole a la paciente que regrese a la diana original.
EFECTOS DE SONIDO
Si se detiene el reprocesamiento, se debe invitar a los pacientes a
buscar un efecto de sonido que pueda ser particularmente
perturbador. Tomemos, por ejemplo, el caso del veterano que se
despertó para descubrir que sus hombres habían liberado a un
prisionero para poder dispararle por la espalda mientras corría hacia
la jungla. Durante el reprocesamiento, el nivel de SUD del paciente
bajó a un 5, pero parecía estar ahí estancado. Cuando se le pidió
que escaneara su memoria en busca de un efecto de sonido, notó
que el sonido de los disparos del M-16 parecía aumentar
drásticamente su ansiedad. Cuando el clínico le pidió que se
concentrara solo en el sonido del rifle durante la siguiente tanda, el
nivel de SUD del paciente disminuyó aún más. Como la intervención
llevó al final de un canal, se le pidió al paciente, según los
procedimientos habituales, que volviera a la diana original para
seguir procesándola.
DIÁLOGO
Otro aspecto del recuerdo que quizá no haya surgido
espontáneamente y que debería buscarse es el diálogo que tuvo
lugar durante el acontecimiento. Cuando a los pacientes que están
haciendo diana en un recuerdo de abusos físicos se les invita a
analizar lo que se dijo, a menudo descubren que lo que ahora es
significativo es el abuso verbal. Al centrarse en las palabras del
perpetrador y en sus propias reacciones físicas, los pacientes
pueden reactivar el procesamiento en las tandas siguientes.
Alteraciones
Cuando las estrategias en las que el paciente se concentra
directamente en el recuerdo percibido no tienen éxito, el clínico
puede pedirle que modifique su foco de atención o la diana en sí.
Por ejemplo, hacer que el paciente imagine el acontecimiento o sus
aspectos asociados de una manera diferente (véanse los párrafos
siguientes) durante los sets puede volver a estimular el
procesamiento. Los clínicos no han informado de que surja ningún
problema con los pacientes cuando se recupera el recuerdo diana
después de completar el tratamiento. Los pacientes siguen sabiendo
lo que sucedió realmente, independientemente de las alteraciones
que hayan realizado (ya sea de modo deliberado o espontáneo)
durante el procesamiento. Sin embargo, como siempre, el clínico
debe pedirle al paciente en algún momento que regrese a la diana
original para su reprocesamiento final.
ASPECTO DE LA IMAGEN
Intentar alterar la imagen en sí puede permitir que se reanude el
procesamiento. Algunos pacientes en tratamiento EMDR pueden
volver a estimular con éxito el procesamiento haciendo que la
imagen sea más brillante, más pequeña o más distante, o pasándola
a blanco y negro. Una vez más, esto implica pedirle al paciente que
haga deliberadamente algo que, en otras personas, ocurre
espontáneamente durante la terapia EMDR. Para implementar esta
alteración, la precaución clínica es que los pacientes deben tener un
buen control al hacer visualizaciones y se debe volver a hacer diana
en la manifestación original del recuerdo, sin la distorsión
superpuesta, para efectuar un reprocesamiento completo. A
menudo, la distorsión de la imagen pasará espontáneamente a su
forma original en tandas posteriores. Ya sea que se recupere de
forma espontánea o intencionada, la imagen original suele generar
mucha menos perturbación una vez que la imagen alterada se
desensibiliza lo suficiente.
SIN ACCIONES
Otra estrategia de alteración visual es pedir al paciente que visualice
al perpetrador (u otra persona que provoque angustia) pero no sus
acciones. Esto generalmente reduce la perturbación y permite que
se reanude el procesamiento.
Incluso cuando se ha logrado procesar bien, centrarse en el
perpetrador pero no en sus acciones produce una generalización
más completa, especialmente con los niños (véase el Capítulo 11).
Tal vez porque comparativamente existen pocas experiencias
asociadas en la red neuronal de un niño, pedirle que imagine al
perpetrador tal y como estaba vestido, sin centrarse en ninguna
acción en particular, produce un efecto de generalización rápido.
Esto es especialmente cierto si ya se han procesado los recuerdos
más destacados. Por ejemplo, una víctima de maltrato de cinco
años reveló solo tres acontecimientos traumáticos; todos ellos bien
reprocesados. Sin embargo, tenía muchos más recuerdos, ya que el
abuso había ocurrido durante muchos meses. Dado que el
perpetrador usaba habitualmente una bata y una máscara rojas al
violarla, se le pidió a la niña que lo imaginara simplemente de pie
con esa vestimenta. Ella lo hizo mientras se administraban
aproximadamente siete tandas de movimientos oculares. Después
de un solo tratamiento, dejó de tener problemas con orinarse en la
cama y de sufrir pesadillas.
JERARQUÍA
Otra alteración visual es la creación y el uso de una jerarquía de
tratamiento, un procedimiento de renombre en psicología por su uso
en la desensibilización sistemática (Wolpe, 1991). Básicamente, se
les pide a los pacientes que hagan que el acontecimiento diana sea
menos perturbador imaginándose una alteración del mismo en
términos de tiempo o distancia (p. ej., «Imagina que la araña está a
dos manzanas en lugar de en tu brazo»).
Por tanto, una víctima de abuso puede imaginarse una pared de
vidrio entre él y el perpetrador, o se puede hacer que el perpetrador
esté más distante y que regrese gradualmente al lugar original. Si
bien el procesamiento inicial puede tener éxito con estas
manipulaciones, nos hemos de asegurar de regresar finalmente a la
diana original, de modo que pueda procesarse completamente sin
distorsión.
REDIRIGIR A LA IMAGEN
Cuando en un canal surgen diferentes eventos durante el
procesamiento, puede parecer que un hecho específico causa un
alto nivel de perturbación. En tandas posteriores, el paciente puede
comenzar a concentrarse en pensamientos o sentimientos
relacionados con ese acontecimiento específico. El procesamiento
continúa hasta que los sentimientos o pensamientos del paciente
alcanzan un estado de perturbación leve y luego ya no cambian
más. Cuando ocurre esto, hemos de redirigir la atención del
paciente a la imagen del último acontecimiento significativamente
perturbador que le llegó. Esto puede reintensificar la experiencia y
se puede reanudar el procesamiento.
Dianas auxiliares
Las estrategias comentadas en esta sección requieren un nivel aún
mayor de agudeza clínica y experiencia a la hora de identificar una
diana apropiada. Como se señaló anteriormente, la terapia EMDR
solo puede interactuar con las habilidades clínicas, no sustituirlas.
Cuando un paciente no ha podido reanudar el procesamiento
cambiando el foco con respecto al acontecimiento diana, existe la
posibilidad de que otros factores estén contribuyendo a la
perturbación. Como se describe a continuación, el clínico debe
identificar las áreas problemáticas y tratarlas ofreciendo una
seguridad adecuada y, cuando sea necesario, reprocesando los
bloqueos residuales. A veces, habrá que posponer el retorno a la
diana original para otra sesión; otras veces, solo se necesitan unos
minutos antes de regresar a ella. En cualquiera de estas
situaciones, se ha de asegurar al paciente que redefinir el foco de
una sesión de EMDR es parte de la estrategia clínica general, del
mismo modo que un corredor de larga distancia haría los ajustes
que exige un terreno nuevo a lo largo de un recorrido. Es posible
que el clínico necesite hacer un ejercicio de cierre para poder
comentar con los pacientes cualquier problema que surja y para
organizar un plan de acción.
Recuerdos alimentadores
Los «recuerdos alimentadores» son recuerdos tempranos que no se
han tocado y que contribuyen a la disfunción actual y bloquean su
procesamiento. Comencemos nuestro debate sobre los recuerdos
alimentadores revisando algunos antecedentes. La sesión inicial de
recogida de historia sirve para identificar patrones de larga duración
de las disfunciones del paciente, así como los acontecimientos
originales que los ponen en marcha. El protocolo EMDR sugerido
para la mayoría de las demandas (como se ha descrito en capítulos
anteriores, y se ha explicado en detalle en el Capítulo 8) tiene tres
vertientes: (1) hacer diana en el material original; (2) hacer diana en
los estímulos del presente que provocan la disfunción actual; y (3)
incorporar una plantilla positiva para iniciar el aprendizaje acelerado
de nuevas conductas saludables y así realizar acciones apropiadas
en el futuro.
Concluí con este protocolo cuando por primera vez experimenté en
1987 con focalizar en las disfunciones actuales de los pacientes.
Descubrí que la mayoría de la gente recordaba espontáneamente
experiencias previas durante las tandas y que aquellos que
permanecían enfocados en la situación actual a menudo se ponían
más ansiosos y su procesamiento se quedaba estancado.
Aplicando el principio subyacente de que el procesamiento se puede
desbloquear haciendo que el paciente realice deliberadamente algo
que ya ha surgido de forma espontánea durante un buen
procesamiento, les pedí a aquellos primeros pacientes de EMDR
que buscaran un recuerdo anterior que incluyera la cognición
negativa. Cuando se identificaba dicho recuerdo y se trataba con
éxito, descubrí que la disfunción actual era mucho menos
perturbadora y mucho más fácil de procesar que antes. Pedirle al
paciente que encuentre un recuerdo anterior mediante la cognición
negativa es una estrategia importante para desbloquear el
procesamiento. Debe ser una de las primeras opciones que
considerase el clínico cuando fuera necesario procesar los
recuerdos de un paciente de la edad adulta (consultar la técnica de
flotar hacia atrás o floatback en el Apéndice A).
Puede que el paciente no tenga ni idea de que existe una disfunción
anterior que está relacionada con su experiencia actual. En estos
casos, si hacemos diana primero en la reacción negativa a los
estímulos del presente, podría, de hecho, aumentar la perturbación
del paciente, y ninguna de las variaciones previamente sugeridas en
este capítulo serviría para reducirla. Veamos un ejemplo:
Una paciente deseaba una sesión de procesamiento EMDR para
poder sentirse más tranquila en el trabajo, donde había estado
experimentando una gran angustia cada vez que su jefe se
enfadaba con ella. Después de confirmar inicialmente que su
angustia era inapropiada (no corría peligro de ser despedida), el
clínico hizo diana en su situación en el trabajo. La paciente indicó
altos niveles de ansiedad, junto con una sensación irritante pero no
identificable en el pie. A pesar de hacer diana en varias sensaciones
y de usar diversas estrategias para el procesamiento bloqueado, el
alto nivel de perturbación de la paciente permaneció igual.
Finalmente, el clínico le pidió que se concentrara en la cognición
negativa «Estoy en peligro» mientras escaneaba su infancia para
identificar otra ocasión en la que la rabia hubiese significado peligro.
Al cabo de unos instantes, refirió un recuerdo vívido de su padre
enfadado y lanzándola contra la puerta de la nevera. Cuando se
hizo diana en este recuerdo, comenzó realmente el procesamiento
(la sensación del pie, donde su padre la había lastimado, primero
aumentó y luego desapareció). Una vez terminado el procesamiento
de este recuerdo, se le pidió a la paciente que volviera a la diana
original, y vio que la situación actual con su jefe era menos
perturbadora y pudo procesarla más fácilmente. En resumen,
aunque el procesamiento en sí suele revelar espontáneamente el
recuerdo alimentador, a veces el clínico tiene que identificarlo y
focalizarlo específicamente para que el procesamiento pueda seguir
adelante.
Aunque muchos clínicos sospecharán indudablemente que la
reacción inapropiada de un paciente a la rabia en la edad adulta
tiene su origen en la infancia, a veces puede que la génesis de la
disfunción no sea tan obvia. El supuesto teórico del tratamiento con
EMDR es que cualquier reacción disfuncional actual (con excepción
de las patologías con base orgánica o química) es siempre el
resultado de una experiencia previa, aunque no necesariamente de
la infancia. Es obvio que inicialmente se ha de hacer diana en un
evento traumático reciente (p. ej., una catástrofe natural o un
accidente de tráfico) que parece ser la demanda principal. Sin
embargo, los recuerdos alimentadores pueden bloquear el
procesamiento. Aunque es posible que los clínicos de orientación
estrictamente conductista sigan aplicando la EMDR exclusivamente
a las disfunciones actuales (y, en muchos casos, con excelentes
resultados iniciales), sigue siendo importante buscar un recuerdo
alimentador cuando el reprocesamiento parece estar bloqueado.
Los efectos negativos de los recuerdos alimentadores también se
pueden observar cuando el reprocesamiento aparentemente
adecuado de una situación actual vuelve a ser perturbador al
focalizar en ello más adelante. Dado que puede ser muy perturbador
y desalentador tener que buscar un recuerdo alimentador cuando se
bloquea el procesamiento o reprocesar un recuerdo que ya parecía
haberse resuelto, se recomienda al clínico que use los protocolos
estándar de EMDR y que inicialmente aborde los recuerdos
anteriores siempre que sea posible. Sin embargo, el problema de los
recuerdos alimentadores también puede aparecer durante la
segunda vertiente del protocolo (diana en los estímulos actuales)
cuando determinados acontecimientos tempranos que difieren de
aquellos trabajados en la primera vertiente del protocolo demuestran
ser la inesperada fuente de perturbación.
Se ha de permitir que los pacientes sean quienes determinen el
recuerdo más temprano. Un paciente quería usar el procesamiento
EMDR para hacer diana en su ansiedad relacionada con la
anticipación de una inspección de una agencia gubernamental. El
primer paso que dio el clínico fue determinar si la ansiedad se
basaba en una realidad consensuada, ya que, como se señaló
anteriormente, la terapia EMDR no elimina ninguna emoción que
sea apropiada para la situación ni el impulso de efectuar una acción
conveniente. En otras palabras, si el paciente estaba ansioso
porque no estaba preparado, su perturbación justificada no habría
podido modificarse con el procesamiento EMDR. Después de
determinar que el paciente estaba completamente preparado para la
inspección, el clínico comenzó el tratamiento con la cognición
negativa «Soy un fracaso». Se escogió esta cognición porque la
ansiedad del paciente estaba obviamente vinculada a la anticipación
de que los inspectores le consideraran incompetente. El paciente
indicaba una sensación continua de perturbación, que calificó como
un 8 en la escala SUD, independientemente de la cantidad de
variaciones del procedimiento EMDR que se utilizaran. Entonces, el
clínico le pidió que identificara un recuerdo de la infancia que le
hubiera enseñado la idea de «Voy a fracasar». El paciente dijo que
no se le ocurría nada de la infancia, pero que sí recordaba un
incidente relevante en la universidad. Después de hacer diana en
este incidente y en la cognición negativa durante una tanda, el
paciente comentó: «Ah, pasó algo en primero de primaria».
Procesar ese recuerdo dio lugar a que el paciente reconociera que,
después de todo, no había fracasado en ese incidente de la infancia
(descubrió que había aprobado cuando les devolvieron los papeles
del examen) y que, de hecho, había sido recompensado por sus
logros. Cuando se volvió a hacer diana en la futura inspección, se
había reducido mucho el nivel de SUD del paciente y la angustia
restante se reprocesó fácilmente.
Como se ejemplifica en estos casos, el clínico ha de dar
instrucciones a los pacientes para que localicen el recuerdo
disponible más temprano al que se aplica la cognición negativa.
Escanear los recuerdos de la infancia mientras se piensa en la
cognición negativa y se atiende a las sensaciones físicas suele
revelar el material original necesario para que el procesamiento sea
eficaz, o se puede usar la técnica de flotar hacia atrás (véase el
Apéndice A). Sin embargo, es necesario tener habilidad clínica,
porque puede que la cognición negativa original determinada por el
paciente no sea la que está conectada con el recuerdo temprano.
Por ejemplo, se podría haber elegido la cognición negativa original
de la oficinista que estaba indebidamente molesta por los enfados
de su jefe para hacer diana en su situación de adulta y podría
haberse verbalizado como «No puedo tener éxito». Sería entonces
la tarea del clínico formular la conexión entre la sensación de miedo
de la paciente y un posible mensaje de la infancia o centrarse solo
en la sensación.
Otra forma de acceder a los recuerdos alimentadores es centrarse
en la emoción dominante y la sensación física, verbalizarla y luego
buscar un recuerdo anterior. Por ejemplo, mientras se estaba
reprocesando la demanda de una paciente que tenía miedo a volar
focalizando en un viaje real en avión, la emoción de la paciente
cambió y el procesamiento se detuvo. Su nueva emoción y las
sensaciones asociadas eran bastante fuertes, y se verbalizaron con
las palabras «Me siento inadecuada». Luego se le pidió que cerrara
los ojos, se centrara en las sensaciones físicas y las palabras, y
buscase un momento de su infancia en el que se hubiera sentido
intensamente de esa manera. Recordó un momento en el que su
madre se lamentaba de que hubiera nacido. Después de reprocesar
este recuerdo, su miedo a volar, que estaba asociado a una serie de
problemas contributivos relacionados con el control, se resolvió en
gran medida. Por otro lado, la técnica del escaneo o puente afectivo
puede usarse sin necesidad de verbalización ni de evaluación
cognitiva (véase el Apéndice A).
Cuando se trabaja con bloqueos que se deben a recuerdos
alimentadores no descubiertos, los clínicos deben estar dispuestos a
explorar toda una variedad de posibilidades. Afortunadamente, los
efectos del procesamiento EMDR son tan rápidos que se revelan
inmediatamente las vías falsas. Hemos de tener en cuenta que los
recuerdos alimentadores son un elemento extremadamente
importante para el buen procesamiento de las dianas de la edad
adulta, tanto si estas son recuerdos como si son situaciones del
presente.
Creencias bloqueantes
Cuando el procesamiento de la diana inicial no se resuelve, el
clínico debe buscar las creencias negativas que están bloqueando el
progreso. Como se indicó en el Capítulo 6, esto se puede hacer
preguntando al paciente: «¿Qué impide que tu puntuación SUD
sea un cero?» (si el paciente está en la fase de desensibilización) o
«¿Qué impide que tu puntuación VOC sea un 7?» (si el paciente
está en la fase de instalación). A menudo, los pacientes pueden
identificar otra cognición negativa en la que se debe hacer diana y,
después de escanearla, son capaces de determinar el recuerdo
temprano asociado que resulta adecuado. Hasta que se haga diana
en esa cognición negativa identificada (la «creencia bloqueante») y
se reprocese, el progreso de la diana inicial estará detenido.
Un ejemplo que viene al caso es el de un veterano que estaba en
tratamiento por síntomas de TEPT. Refirió ataques de pánico de tres
a cuatro veces por semana, flashbacks cada vez que un avión le
sobrevolaba, altos niveles de ansiedad general y evitación de
relaciones. Después de evaluar el caso, el clínico sugirió la
cognición positiva «Puedo estar cómodamente en control», pues
percibía que el paciente tenía una gran necesidad de control, ya que
le sobrevenía el pánico cada vez que sentía que lo estaba
perdiendo. El paciente aceptó la cognición positiva. Luego, se
introdujo la cognición negativa «No tengo el control». Cuando el
clínico le pidió al paciente que se focalizara en un acontecimiento
que representase esta cognición, describió el momento en que su
esposa le ingresó involuntariamente en un hospital psiquiátrico
después de la guerra, un recuerdo que calificó con un 10 en la
escala SUD (y que fue capaz de procesar hasta un 0). Sin embargo,
cuando el clínico le pidió que designara una puntuación de la VOC
para la cognición positiva sugerida, el paciente respondió: «No soy
digno de estar cómodamente en control». Esta afirmación se
considera una creencia bloqueante, porque impide la continuación
del procesamiento y la resolución del problema con el control. Por
tanto, el clínico le pidió al paciente que identificara el recuerdo que
representaba sus sentimientos de falta de valía. El veterano habló
entonces de un encuentro sexual fallido con una mujer a la que
quería profundamente. Ese recuerdo se procesó de un 8 a un 0 en
la escala SUD sin incidentes. Sin embargo, antes de que se pudiera
determinar la puntuación de la VOC, el paciente comentó
espontáneamente: «Quizá debería hablar con ella al respecto, pero
probablemente fracase igual que con todo lo demás». Esto también
se identificó como una cognición negativa que estaba bloqueando
más aún la resolución, y se le pidió al paciente que identificara el
recuerdo principal relacionado con sentirse como un fracaso.
Entonces el paciente relató una trágica historia en la que había sido
acusado falsamente de negligencia en el cumplimiento del deber y
de haber causado la muerte de algunos soldados mientras
realizaba, de hecho, un acto heroico. Ese recuerdo, con su
cognición negativa acompañante «Soy un fracaso», se procesó
correctamente, permitiendo que la cognición positiva «Puedo estar
cómodamente en control» aumentase a un 7 en la escala VOC. Los
síntomas de TEPT del paciente disminuyeron y, en tres meses,
había conseguido un trabajo y empezado una relación íntima.
Los pacientes no siempre pueden verbalizar las creencias
bloqueantes tan claramente como en este caso. Cuando se detiene
el procesamiento, pese a haberse hecho una serie de variaciones,
se le debe pedir al paciente que cierre los ojos, piense en la
situación y verbalice cualquier pensamiento que surja. El clínico
debe evaluar cuidadosamente el monólogo interior del paciente en
busca de autoatribuciones negativas inherentes a sus reflexiones.
Explorar con el paciente las posibles interpretaciones y las
cogniciones negativas que se pueden aplicar suele revelar una
creencia bloqueante, en la que luego se puede hacer diana. Cuando
se ha hecho un reprocesamiento adecuado del recuerdo que
representa la creencia bloqueante, el paciente debe volver a
acceder al recuerdo de la diana inicial para completarlo. Esto
debería producirse sin mayor problema si los bloqueos se han
procesado lo suficiente.
Miedos
El procesamiento de la información focalizada también puede
bloquearse por el miedo del paciente al resultado o al proceso en sí.
En primer lugar, el clínico debe asegurarse de que el paciente (1) se
sienta seguro y apoyado en la relación terapéutica y (2) no altere ni
inhiba los efectos emocionales o cognitivos del procesamiento.
El miedo al resultado clínico probablemente esté relacionado con
problemas de los beneficios secundarios, como a quién o a qué se
verá obligado a enfrentarse el paciente si la terapia tiene éxito.
Como se explicó en el Capítulo 4, todos los aspectos de los
beneficios secundarios deben abordarse antes de que se puedan
lograr efectos terapéuticos positivos. El miedo al proceso en sí
puede reconocerse más fácilmente cuando el paciente menciona
que algún elemento de la EMDR o de la relación terapéutica le
resulta problemático. Por ejemplo, un paciente puede expresar una
preocupación relacionada con el descubrimiento de la causa de su
perturbación, o con la posibilidad de que su nivel de angustia aleje al
terapeuta. Independientemente de la causa del bloqueo, se ha de
explorar y se han de disipar los temores del paciente antes de
reanudar el procesamiento EMDR. Una vez que se haya
recapitulado cognitivamente sobre el miedo, cualquier remanente
del propio miedo puede ser una diana (con permiso del paciente).
Además de las declaraciones del paciente, otros indicadores de
miedos que bloquean el procesamiento incluyen los siguientes: (1)
tensión elevada independiente del material procesado, como cuando
un paciente se molesta al ver los dedos del clínico que se están
moviendo; (2) parar continuamente en mitad de las tandas de
movimientos oculares; (3) dificultad para realizar los propios
movimientos oculares; y (4) reticencia a participar en el
procesamiento EMDR a pesar de que las experiencias previas y los
resultados clínicos han sido positivos.
El clínico debe explorar de modo explícito cualquiera de estas
vacilaciones cuando estén presentes, preguntando específicamente
al paciente sobre los factores que causan el problema o impiden su
resolución. Cualquiera de los indicadores que acabamos de
mencionar puede estar causado por distintos factores; por lo tanto,
el clínico debe explorar, no ser inflexible. Naturalmente, el clínico
debe asegurar a los pacientes que ellos no son el problema, sino
que simplemente existen otras condiciones que deben cumplirse
para que se den avances terapéuticos. Puede ser útil transmitir al
paciente que, en cierto modo, todos los miedos son normales,
porque hay razones comprensibles para tenerlos; el objetivo clínico
es identificar y reprocesar aquellos miedos que ya no son útiles.
Los clínicos deben estar atentos a los indicadores verbales y no
verbales de miedo. Recordemos que se ha de hablar de todos los
miedos y el paciente debe estar tranquilo antes de que se pueda
reanudar el procesamiento en la diana original. Durante el
procesamiento, el paciente puede expresar cualquiera de una serie
de miedos, algunos de los cuales comentamos en los siguientes
párrafos.
MIEDO AL CAMBIO
El miedo al cambio puede ser el más difícil de todos a la hora de
abordarlo clínicamente, ya que se deben comprobar y reprocesar los
problemas de los beneficios secundarios antes de volver a trabajar
con las dianas originales. La dificultad clínica radica en el hecho de
que estos problemas pueden abarcar una variedad de aspectos
posibles, incluso probables, del proceso o del resultado terapéutico
esperado, incluidos el miedo al:
Éxito
Fracaso
Lo desconocido
Perder el control
Perder la identidad
Quién o qué tendrá que confrontar si la terapia tiene éxito
Dejar ir la terapia o el terapeuta
Traicionar los mandatos de los padres
Deslealtad a los padres al volverse diferentes a ellos
Manantiales de perturbación
El fenómeno del «manantial» indica la presencia de un gran número
de emociones bloqueadas que pueden resistirse a ser procesadas
por completo durante un tratamiento EMDR estándar. Esto puede
ocurrir en distintas personas que normalmente serían reacios a
buscar ayuda clínica. Es posible que estos pacientes busquen
terapia a instancias de otras personas queridas, pero no tienen un
deseo real propio de «ponerse en contacto» con sus emociones. Se
incluyen en este grupo aquellos cuyos cónyuges les han forzado a ir
a terapia para «salvar el matrimonio». Un ejemplo sería el marido
que, durante una entrevista inicial, describió una situación legal
terrible en la que su exesposa le estaba causando continuos
trastornos y dificultades económicas, pero que sin embargo asignó a
la situación una puntuación SUD de solo un 3. El cuadro clínico
indicaba que el esposo no podía conectarse conscientemente con
un nivel más alto de perturbación por experiencias tempranas que le
habían transmitido el mensaje de que no se le permitía sentir, que
sus sentimientos serían ignorados, y que de alguna manera no era
masculino tener emociones. Para experimentar perturbación
conscientemente a un nivel SUD de 7 u 8, lo cual habría sido
apropiado para la situación y más congruente con su irritabilidad y
sus acciones irascibles en casa, este hombre necesitaría algo que
estuviera al nivel de un bombardeo en tiempos de guerra.
Si se puede establecer una buena relación clínica con dichos
pacientes y estos dan permiso, las dianas iniciales deberían ser sus
primeros recuerdos asociados con las creencias negativas que
bloquean su capacidad para sentir emociones. Con algunos
pacientes, no se van a identificar recuerdos anteriores claros de este
tipo. En estos casos, puede ser útil para el clínico investigar más al
preguntar: «¿Qué es lo bueno de evitar emociones fuertes?» o
«¿Qué beneficio puedes obtener al no sentir…?». Este estilo de
preguntas a menudo pueden conducir a las experiencias de la
infancia que hacen que el paciente se cierre. Cuando estas estén
suficientemente procesadas, las experiencias actuales serán más
fáciles de asimilar.
Si el paciente no da permiso para tratar el cuadro clínico completo e
insiste en tratar únicamente las circunstancias actuales, el clínico
puede usar el procesamiento EMDR para conseguir algunos
cambios de comportamiento y reducir la tensión general; sin
embargo, el nivel de SUD podría mantenerse sin cambios durante la
sesión. El supuesto teórico es que las experiencias negativas
anteriores están causando la supresión de un alto nivel de
perturbación, y que estas emociones disfuncionales actúan como un
manantial que continúa alimentando la patología en el presente.
Cuando se hace diana en las situaciones actuales, las emociones
saldrán a la superficie al nivel máximo que se permita
conscientemente antes de que el paciente se cierre (lo cual es
probable que dichos pacientes califiquen como 2 o 3 en la escala
SUD), y el procesamiento se experimentará solo a este nivel
tolerable.
El fenómeno del manantial se puede reconocer clínicamente cuando
hay cambios en la percepción, las imágenes y las sensaciones
corporales del paciente, pero se indica un continuo nivel de
perturbación bajo. Con algunos pacientes, ningún resultado del
procesamiento será evidente y se deberán iniciar otros tratamientos.
Cuando el paciente no puede participar completamente en el
procesamiento, es útil enseñar procedimientos de estabilización de
EMDR que promuevan la regulación afectiva hasta que se
establezca una alianza terapéutica más sólida. En ese momento, el
paciente puede estar más abierto a procesar los acontecimientos
pasados que son la base de la disfunción. Puede ser muy difícil
trabajar con pacientes con este tipo de historia, e incluso si otorgan
permiso clínico total y se accede a los primeros recuerdos, es
posible que haya necesidad de usar las estrategias proactivas de
procesamiento EMDR comentadas en el Capítulo 10.
PRÁCTICAS SUPERVISADAS
Las estrategias presentadas en este capítulo se pueden practicar
mejor con ejercicios en grupos pequeños con un trauma intacto a un
nivel de perturbación entre 7 y 8 en la escala SUD. Antes de que los
clínicos intenten trabajar con pacientes por sí solos en su oficina,
deberían recibir supervisión de formadores expertos en EMDR al
menos con tres experiencias prácticas con una perturbación de nivel
alto.
Los clínicos deben familiarizarse completamente con la información
y los protocolos tratados en los capítulos 8 y 9, y deben sentirse
cómodos con los procedimientos y estrategias estándar. En general,
los clínicos deberían trabajar con la terapia EMDR durante
aproximadamente treinta sesiones antes de intentar tratar el material
más avanzado del Capítulo 10.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
Se necesitan variaciones estratégicas de EMDR para que se
produzca un procesamiento adecuado en casos especialmente
complicados. Estos pueden incluir abreacciones y situaciones en las
que el procesamiento se haya estancado.
En EMDR, «abreacción» se define como un estado en el cual el
material estimulado se experimenta con un alto nivel de
perturbación. Dado que la abreacción es una parte natural del
procesamiento y la integración para algunas personas, los clínicos
que usan la terapia EMDR deben sentirse cómodos con el hecho de
que sus pacientes muestren niveles de emoción potencialmente
altos. Para garantizar a los pacientes que es seguro tener estas
experiencias durante una sesión, los clínicos deben seguir una
filosofía de «regla de oro», mientras mantienen a los pacientes con
una atención de doble foco, es decir, la conciencia de estar a salvo
en el momento presente mientras simultáneamente dirigen su
atención al material disfuncional. El clínico debe tomar nota de las
señales no verbales de los pacientes para determinar si han logrado
llegar a las mesetas de información y guiar las siguientes tandas. El
procesamiento debe continuar durante los períodos de disociación,
siempre y cuando se hayan realizado pruebas de detección y se
hayan tomado las precauciones clínicas adecuadas. Sin embargo,
para el trabajo con abreacciones puede ser necesario aplicar
variaciones de la práctica estándar.
Aunque se pueden observar efectos simples del tratamiento con un
mínimo de intrusión clínica en aproximadamente el 50 % de los
casos, se requerirá un apoyo más activo del clínico en el resto.
Cuando en dos tandas sucesivas no se observan efectos
progresivos del tratamiento, los clínicos deben primero cambiar la
dirección, la longitud y la velocidad de las tandas. Si estos intentos
no funcionan, deberían intentar abrir el procesamiento bloqueado
cambiando el foco del paciente. Esto se hace evaluando y
redirigiendo la atención del paciente hacia el material preparatorio o
hacia la diana.
Si el paciente se queda atascado, el clínico le pide que haga
deliberadamente lo que en otros pacientes ocurre de modo
espontáneo. Esta es una lista abierta de posibilidades, ya que los
clínicos pueden usar su creatividad y añadir más estrategias
basadas en las observaciones de sus propios pacientes.
Si al cambiar el foco de atención del paciente a otro aspecto de la
diana o a un recuerdo diferente no se reanuda el procesamiento, el
clínico debe considerar qué factores secundarios pueden estar
causando el bloqueo, tales como recuerdos alimentadores,
creencias bloqueantes o necesidad de mantener beneficios
secundarios. Los clínicos deben centrarse primero en los elementos
tempranos que contribuyen a la actual disfunción, o el
procesamiento puede descarrilarse por los recuerdos alimentadores
(véase el Apéndice A).
Es importante recordar que la terapia EMDR no funciona sin
habilidades clínicas; más bien, encaja con ellas. Los clínicos con
poca experiencia deben asegurarse de recibir supervisión adecuada
y contar con consultores disponibles para ayudarles con la
formulación de casos y estrategias EMDR. Además, deben
combinar el material de este capítulo y del Capítulo 8 como guía
para su próxima práctica con una diana que puntúe 7 u 8 en la
escala SUD. Sin embargo, se debe entender que para ciertos
pacientes es necesaria la versión más proactiva del procesamiento
EMDR (descrita en el Capítulo 10).
CAPÍTULO 8
Fase ocho
Reevaluación y uso del protocolo estándar de
tres vertientes de la terapia EMDR
ACONTECIMIENTOS PRINCIPALES
Los «acontecimientos principales» son aquellos que tienen mayor
importancia para el paciente o que se han identificado como
representativos de ciertas áreas cruciales de disfunción. El clínico
debería volver a focalizarlos para evaluar la magnitud y la
constancia de los efectos del tratamiento y para determinar si otros
aspectos importantes del recuerdo parecen no estar resueltos.
PROGRESIONES
Mientras procesa una diana identificada, el paciente puede revelar
otro recuerdo que llega momentáneamente a la conciencia durante
o entre tandas. Aplicar tandas adicionales puede causar que
aparezca otro recuerdo más o que la diana inicial vuelva a salir a la
superficie. El clínico debe, por supuesto, seguir lo que sale en la
conciencia y reprocesarlo adecuadamente. Por otro lado, debe
tomar nota de cualquier recuerdo que surja que parezca
particularmente relevante para el cuadro clínico. Los recuerdos que
aparecen fugazmente en relación con un tema pueden ser centrales
para otra cognición u otra configuración disfuncional. El clínico
debería usar su criterio profesional para identificar y regresar a estos
recuerdos en un momento adecuado en la terapia.
CLUSTERS
Durante la sesión inicial de recogida de historia, el clínico habrá
desarrollado una serie de clusters agrupando adecuadamente
incidentes similares. Entonces le pedirá al paciente que elija
reprocesar un incidente que sea representativo de un cluster en
particular. Los informes clínicos han verificado que se suele producir
una generalización, lo que provoca un efecto de reprocesamiento en
todo el conjunto de incidentes. El clínico debe comprobar esto
pidiéndole al paciente que explore los incidentes de cada cluster
para identificar cualquier otro recuerdo que no se haya resuelto.
Digamos, por ejemplo, que una víctima de abuso sexual ha
identificado un conjunto de incidentes relacionados con haber sido
violada por su hermano. Aunque la paciente pudo haber sido
agredida muchas veces por su hermano, un cluster conveniente
podría estar formado por las veces en las que fue violada en el
sótano mientras escuchaba lo pasos de otros miembros de la familia
caminando por la casa encima de ella. Al regresar a este grupo de
incidentes para reevaluarlo, la paciente puede descubrir que uno de
ellos permanece sin resolver porque había una humillación adicional
(que el amigo de su hermano estuviese mirando) relacionada con la
violación. En otras palabras, los incidentes que contienen factores
adicionales (o variantes significativas) pueden requerir una
focalización individual para su completa resolución.
PARTICIPANTES
Se han de identificar y focalizar individualmente las personas
importantes en la vida del paciente (p. ej., miembros de la familia,
amigos, profesores) para determinar si quedan recuerdos
perturbadores o problemas con respecto a ellas. Esto es
especialmente importante en el abuso infantil, una situación en la
que se ha de hacer diana en todos los miembros de la familia para
identificar cualquier elemento que contribuya a problemas continuos
de baja autoestima, falta de sensación de autosuficiencia, etc.
Aunque puede que solo un miembro de la familia haya abusado
sexualmente del paciente, el estado de traumatización puede llevar
a una mayor vulnerabilidad ante cualquier mensaje crítico deliberado
o involuntario de los demás. Cuando se escoge un miembro de la
familia individual como diana y el paciente responde con una
cantidad significativa de perturbación, esa persona debe ser la diana
para acceder a los recuerdos clave que se han mantenido
disfuncionalmente almacenados. Concentrarse en la imagen de la
persona, junto con la respuesta física, sin una acción particular, es
una diana aceptable en la última parte —no en la primera— de esta
etapa de la terapia.
Trabajar en el pasado es la primera vertiente del protocolo EMDR
estándar. Cuando una reevaluación de los eventos pasados
relacionados con un área de disfunción indica que se han resuelto lo
suficiente, el clínico debe cambiar el énfasis a los estímulos del
presente. Esta es la segunda vertiente del protocolo estándar.
Personas significativas
Cuando el paciente ha reprocesado recuerdos sobre una persona
importante, el clínico debe pedirle que imagine que se encuentra
con esa persona en el futuro. Debe evaluarse la reacción del
paciente para determinar si se necesita procesamiento adicional.
Por ejemplo, a una paciente que ha procesado los recuerdos de
abusos sexuales a manos de un hermano se le debe pedir que
imagine verlo en una reunión familiar en el futuro. Esto es
especialmente importante si es probable que se produzca un
encuentro en el futuro. Si la paciente describe sentir miedo, se debe
explorar la realidad consensuada de la situación. Por ejemplo, si el
hermano es violento o podría intentar agredirla verbal o físicamente,
es posible que las reacciones de la paciente sean apropiadas. Sin
embargo, si la paciente señala que el hermano es una persona
pasiva o está arrepentido, hay buenas razones para suponer que el
miedo de la paciente es el resultado de material no resuelto, en el
que se habría que focalizar. Si el miedo es inapropiado, el clínico
debe reevaluar los clusters de acontecimientos que involucran al
hermano en busca de cualquier problema no resuelto. Se ha de
acceder a cualquier recuerdo disfuncional que quede y reprocesarlo.
Es posible que haya que explorar y hacer diana de forma adecuada
en otros miedos que la paciente tenga relacionados con ser asertiva
o establecer límites en general. Tanto si los temores están
justificados como si no, el clínico debe analizar con la paciente las
conductas adaptativas convenientes y ayudarla a asimilar la
información mediante el uso de una plantilla de futuro (como se
describe más adelante en este capítulo).
Situaciones significativas
Como se señaló anteriormente, es importante que el paciente se
imagine en situaciones significativas en el futuro para determinar si
tiene otras áreas de perturbación que no se hayan detectado. El
miedo anticipatorio inapropiado o la perturbación física
generalmente se deben a recuerdos disfuncionales más tempranos
no resueltos. Puede ser útil hacer que el paciente imagine una cinta
de vídeo de cómo habrán evolucionado las situaciones de su vida
actual dentro de uno o más años. Se puede evaluar cualquier
perturbación para determinar las intervenciones clínicas adecuadas,
incluida la educación sobre estrategias interpersonales, el modelado
de conductas apropiadas o el reprocesamiento de recuerdos
disfuncionales. Como ya se ha mencionado, también es útil pedirles
a los pacientes que imaginen situaciones específicas o encuentros
con personas importantes que han sido perturbadoras en el pasado.
Esto puede permitirle al clínico identificar y abordar áreas
problemáticas.
Seguimiento
El aspecto final de la reevaluación implica decisiones sobre la
finalización de la terapia. La paciente debería ir reduciendo sus
sesiones de terapia mientras continúa llevando su registro para
poder hacer un seguimiento. Después de que los informes de
registro sugieran que no está justificado hacer sesiones semanales,
el clínico puede programar una cita para dos semanas más tarde,
luego un mes y luego tres meses. Durante este tiempo, el registro es
vital para identificar cualquier patrón no revelado previamente que
necesite atención. También ayuda a la paciente a mantenerse más
consciente de sí misma, lo que puede animarla a seguir usando las
grabaciones y técnicas de control de estrés para lograr un
mantenimiento psicológico constante.
Con pacientes con antecedentes de abusos de larga duración, es
especialmente importante hacer un seguimiento exhaustivo, ya que
es probable que las creencias negativas que resultan del abuso
provoquen circunstancias en la vida adulta que refuercen
constantemente las sensaciones de inutilidad e impotencia. Por
ejemplo, es probable que el rendimiento laboral de la paciente sea
mediocre y anticipe fracaso y desaprobación. Se ha de hacer diana
y abordar estos posibles problemas.
Si la paciente ha sido tratada con buenos resultados con terapia
EMDR, los primeros recuerdos de los abusos se habrán
metabolizado lo suficiente como para permitir una cognición del tipo:
«Estoy bien. Mamá y papá realmente tenían un problema. Puedo
tener éxito». Luego se pueden reprocesar los estímulos actuales
para que las reacciones negativas en situaciones sociales y
laborales puedan ser reemplazadas ahora por respuestas
apropiadas que fomenten una nueva sensación de empoderamiento.
Se puede incorporar una plantilla positiva de futuro para diversas
situaciones sociales y así compensar cualquier déficit educativo o de
desarrollo (en asertividad, establecimiento de límites, etc.) debido a
un modelado inadecuado y a tratarse a uno mismo de modo
denigrante por las creencias negativas inherentes al trasfondo de
abuso.
Además de la incorporación de plantillas de futuro positivas y
específicas, pueden ocurrir cambios automáticos en el paciente con
el procesamiento EMDR. Por tanto, una de las consecuencias
esperadas de un reprocesamiento adecuado es un efecto dominó;
es decir, las conductas adaptativas surgen espontáneamente por el
nuevo sentido de identidad que aparece cuando se transforman los
mensajes negativos de los primeros recuerdos del paciente. Por lo
tanto, los clínicos pueden esperar que comience a mejorar el
rendimiento laboral de los pacientes con abusos y que esta mejoría
resulte en éxitos laborales aún mayores.
El clínico debe recordar que cualquier acción nueva de la paciente
se va a encontrar con nuevas respuestas del exterior, que a su vez
estimulan otras redes neuronales en la paciente que también
contienen creencias positivas o negativas. Se espera, por supuesto,
que esta comience a recibir refuerzo positivo por sus nuevas
acciones, pero en el proceso de acogida de cumplidos, promociones
o elogios, la paciente podría experimentar miedo o ansiedad. Esto
puede deberse a la activación de una red neuronal que contenga
una creencia disfuncional, como: «Si tengo demasiado éxito, me van
a abandonar». Una creencia de este estilo puede haberse
incorporado a raíz de observar una situación de la vida real, de un
libro o de una película. Independientemente de su génesis, esta
creencia no se ha examinado previamente, porque la paciente
nunca antes había obtenido suficientes resultados positivos (y los
consiguientes elogios) como para activarla. Sin embargo, las
emociones negativas estimuladas por situaciones que normalmente
causarían satisfacción deben alertar al clínico sobre la necesidad de
procesar.
Es crucial que la paciente entienda la necesidad del clínico de
continuar monitorizando para reevaluar sus reacciones y determinar
si es necesario hacer alguna intervención clínica. Se han de
identificar y procesar los recuerdos que marcan los puntos nodales
de las creencias negativas, y se ha de instalar la cognición positiva
adecuada.
En todos los casos, los informes del registro del paciente guían la
reevaluación que hace el clínico de los efectos del tratamiento, ya
que indican cualquier perturbación que surja en las semanas
siguientes cuando el paciente se encuentre con situaciones
complicadas en el mundo real. Como de costumbre, es vital que el
clínico haga diana en estas tan pronto como sea posible después de
que surjan.
DESENSIBILIZACIÓN MEDIANTE MOVIMIENTOS
OCULARES
EMD es el procedimiento que desarrollé en 1987 y probé en una
investigación que se publicó en 1989 (Shapiro, 1989a). El
procedimiento se usa actualmente en determinadas situaciones para
reducir la activación y/o aumentar la estabilidad. Aunque el
procesamiento EMDR estándar proporciona efectos más integrales,
el EMD puede ser útil en las etapas iniciales de tratamiento para
pacientes más debilitados y/o en situaciones de emergencia. Le
permite al clínico hacer diana en los recuerdos perturbadores, o en
aspectos intrusivos de un recuerdo perturbador, que están
contribuyendo a la desregulación afectiva y la falta de estabilidad.
Procesar con éxito estos recuerdos puede aumentar la capacidad
del paciente para mantenerse presente e incorporar una mayor
sensación de autodominio. Mientras que el procesamiento EMDR
fomenta un proceso asociativo, los procedimientos de EMD
minimizan las asociaciones con otros recuerdos mediante un retorno
a la diana después de cada tanda. Por tanto, se puede utilizar para
la reducción de síntomas derivados de un recuerdo, o de parte de
un recuerdo, con determinados pacientes que de otro modo podrían
sentirse emocionalmente abrumados y desregulados. Una vez que
los pacientes estén suficientemente estabilizados, se puede usar el
procesamiento EMDR estándar. En todos los casos, las fases uno y
dos preceden a la focalización.
El recuerdo perturbador puede tratarse pidiéndole al paciente que
mantenga en mente uno o más de los siguientes: (1) una imagen del
recuerdo, (2) el enunciado negativo sobre sí mismo o la evaluación
negativa del acontecimiento, y (3) las sensaciones físicas. Sin
embargo, los siguientes procedimientos se probaron en el primer
ECA (Shapiro, 1989) y parecieron ser eficaces tanto para
desensibilizar un acontecimiento adverso identificado como para
limitar con éxito las asociaciones. EMD también se puede utilizar
para hacer diana en una experiencia sensorial aislada, como un
sonido o un olor. Las intrusiones se pueden tratar centrándose solo
en la imagen.
Consideraciones técnicas
La siguiente es una lista de estrategias sugeridas para el uso de los
movimientos oculares y otras formas de estimulación dual en uno
mismo (aunque de ningún modo es completa):
El abrazo de la mariposa
El «abrazo de la mariposa» consiste en la estimulación bilateral que
puede autoadministrarse para procesar material traumático en
presencia de un clínico al trabajar tanto a nivel individual como
grupal (Jarero, Artigas y Montero, 2008).
En lugar de pedirle al paciente que use tandas de reprocesamiento
largas y preste atención a las asociaciones emergentes, como en el
procesamiento de trauma, esta versión modificada sigue
centrándose en la perturbación diana y usa tandas cortas para
limitar las asociaciones. Por tanto, también se le puede recomendar
a pacientes en las últimas etapas de la terapia para calmarse fuera
de la oficina (Jarero y Artigas, comunicación personal, 2016).
El paciente recibe instrucciones de concentrarse en un
pensamiento, emoción o imagen perturbadora, y no usar más de
seis a ocho repeticiones para evitar estimular cualquier asociación.
Lo más conveniente para el clínico es modelar la técnica para el
paciente, como se muestra a continuación:
3. Imagen
4. Emociones y sensaciones
5. Aumentar
Información nueva
Puede que el clínico necesite complementar la comprensión del
paciente sobre la personalidad y las dinámicas de los sistemas
interpersonales con información sobre los efectos del modelado o
los imperativos fisiológicos. Por ejemplo, si la respuesta del paciente
a la pregunta: «¿De quién es la responsabilidad?» es
autodenigrante porque disfrutó de la estimulación física del abuso, el
clínico debe explicar la naturaleza automática de las respuestas
físicas y la inevitabilidad ocasional de la excitación sexual en toda
una variedad de situaciones desagradables. Del mismo modo,
puede que los pacientes necesiten aprender la dinámica del
modelado y cómo la necesidad de una atención incluso negativa o
forzada puede ser herencia de ciertos tipos de dinámicas familiares.
Una vez que el paciente acepta la información cognitivamente,
aunque sea con una vacilación pronunciada, se debe administrar
una tanda. El siguiente es un ejemplo de cómo un terapeuta puede
proporcionar a un paciente información nueva:
PACIENTE: Fue mi culpa que sucediera.
TERAPEUTA: A los niños se les debe enseñar cómo luchar eficazmente, al
igual que los adultos tienen que modelar las habilidades sociales y las
habilidades de aprendizaje. No es algo con lo que nacen. ¿Alguien te
enseñó alguna vez?
PACIENTE: No.
TERAPEUTA: Piensa en eso. (Guía a la paciente en una tanda de
movimientos oculares.)
«Estoy confundido»
Cuando el clínico cree que ya existe información apropiada en el
paciente, usa una alternativa diferente para obtenerla. Esta
intervención estratégica se utiliza para suscitar una perspectiva más
adulta o adaptativa a nivel cognitivo. Dado que los sentimientos
autodenigrantes podrían bloquear la progresión a cogniciones más
apropiadas, puede ser útil repetir en voz alta las declaraciones de
culpa del paciente para revelarle la falacia cognitiva de una manera
no amenazante (p. ej., pasarlo de lo personal a lo general). Una vez
que se establece la conexión cognitiva, el procesamiento puede
reanudarse. Digamos, por ejemplo, que una paciente insiste en que
ella tiene la culpa de los abusos sexuales que sufrió de niña.
Cuando el clínico pregunta por qué, su respuesta podría ser
simplemente: «Yo lo provoqué». Entonces, el clínico debe introducir
un entretejido cognitivo, quizás respondiendo de una manera
aparentemente desconcertada: «Estoy confundido. ¿Estás
diciendo que una niña de cinco años puede provocar que un
adulto la viole?». Cuando la paciente responde con dudas
(«Bueno, no...»), el clínico debería responder con delicadeza:
«Simplemente piensa en ello» y luego iniciar una tanda.
Metáfora/Analogía
El uso de historias para impartir lecciones terapéuticas es totalmente
compatible con el procesamiento EMDR y puede forjar los enlaces
de conexión a material más adaptativo. Por medio de fábulas,
fantasías, historias o la propia historia de vida del terapeuta, se
pueden establecer paralelismos con la situación del paciente; al
seguir esta intervención con una tanda, se puede reanudar el
procesamiento de información. Recordemos, sin embargo, que la
sesión no está completa hasta que el paciente pueda volver a
acceder al material traumático original sin perturbación. Estas
intervenciones estratégicas se utilizan para reactivar el sistema de
procesamiento de información bloqueado. Una vez que se ha
reanudado el procesamiento, por medio de cualquier estrategia de
entretejido, deben implementarse completamente los
procedimientos del procesamiento EMDR estándar.
«Vamos a imaginar»
Con frecuencia, pedirle al paciente que visualice una posible
alternativa positiva al problema puede hacer que se superen
sentimientos de miedo o preocupaciones alimentadas por temas de
beneficios secundarios. Como un objetivo del entretejido cognitivo
es permitir que los pacientes acepten la posibilidad de cambio, un
abordaje no vinculante puede proporcionar al paciente la seguridad
suficiente como para establecer conexiones útiles. Por ejemplo, para
favorecer que el paciente exprese a una figura de autoridad que se
ha sentido vulnerado, el clínico podría decir: «Vamos a imaginar. Si
pudieras decirle algo, ¿qué le dirías?». Si el paciente responde
de una manera que revela una adecuada atribución de
responsabilidades, el clínico contesta: «Bien. Ahora simplemente
imagínate que lo estás diciendo», y luego inicia otra tanda.
Esta estrategia también se puede utilizar para ayudar a un paciente
que está atascado en una escena perturbadora del pasado. En la
transcripción previa, la paciente se vio espontáneamente dándole
patadas al perpetrador. Si el procesamiento hubiera estado
bloqueado, el clínico podría haber guiado a la paciente en una tanda
después de pedirle que se imaginase estar haciendo exactamente
eso. El clínico puede sugerir una acción particular o,
preferiblemente, invitar al paciente a imaginar una nueva acción (no
especificada) preguntando: «Si el perpetrador lo intentara ahora,
¿qué harías?». Mientras la paciente imagina la nueva escena, el
clínico la guía a través de un set.
Del mismo modo, para resolver temas de responsabilidad, el clínico
puede pedirle a la paciente que imagine la altura que tenía a esa
edad en relación con el agresor. Con una imagen en mente que
muestre la disparidad de altura, se añaden las tandas. Así, la
imagen de un «niño triste y victimizado» suele aparecer
espontáneamente en la mente del paciente después de que el
procesamiento haya eliminado la sensación de responsabilidad y
culpa indebidas, y ha alcanzado una perspectiva madura y adulta.
Con frecuencia, los pacientes se sienten motivados a abrazar y
tranquilizar a ese «yo infantil» de manera repentina. Esto debe
alentarse, y en ocasiones sugerirse como un entretejido,
dependiendo de la capacidad y las necesidades inmediatas del
paciente.
Método socrático
El clínico también puede usar el método socrático para dar forma a
los procesos de pensamiento del paciente. En esta técnica
tradicional consagrada con el tiempo, el clínico utiliza una serie de
preguntas fáciles de responder para llevar al paciente a una
conclusión lógica. Este método es un complemento útil para el
procesamiento EMDR. Puede ayudar a educar al paciente acerca de
los déficits en su desarrollo o en el modelado de sus padres, lo que
le permite ver que sus actos del pasado no se pueden asociar con la
culpa. El siguiente diálogo muestra el uso clínico del método
socrático. En esta parte del intercambio paciente-terapeuta, la
paciente acaba de declarar que, cuando era niña, ella era la
principal culpable de la relación disfuncional con su padre.
PACIENTE: Me siento culpable de que no haya sido diferente.
TERAPEUTA: ¿De quién era la responsabilidad de que no fuera diferente?
PACIENTE: De ambos.
TERAPEUTA: ¿De ambos en qué sentido?
PACIENTE: Siento que podría haber dicho lo que pensaba. Si sentía rabia,
podría haberle dicho algo.
TERAPEUTA: ¿Cómo reaccionaba él habitualmente ante la rabia?
PACIENTE: No lo sé. Nunca me enfadé con él.
TERAPEUTA: ¿Viste si otras personas se enfadaban con él?
PACIENTE: No.
TERAPEUTA: ¿Nadie nunca se enfadó con él?
PACIENTE: No.
TERAPEUTA: Entonces, ¿cómo podrías haber sabido que podías hacer
eso?
PACIENTE: Bueno, en realidad no lo sabía. Realmente no pensaba que
podía.
TERAPEUTA: Simplemente piensa en ello. (Guía a la paciente en una
tanda de movimientos oculares.)
El diálogo entre clínico y paciente debe llevarse a cabo como una
exploración, no como un combate de boxeo. La idea es abrir las vías
de conexión a la nueva información de una manera que no sea
amenazante para el paciente. Cualquier indicio de manipulación o
intrusión podría ser perjudicial para los objetivos terapéuticos.
ASIMILACIÓN
El entretejido cognitivo se utiliza para romper el bucle abreactivo o el
procesamiento bloqueado, así como para permitir la asimilación de
nueva información con el fin de usarla en conductas apropiadas en
un futuro. Como se señaló anteriormente, los principales puntos
focales para la víctima de trauma durante el procesamiento inicial
del material traumático son mesetas de información con respecto a
(1) responsabilidad, (2) seguridad actual y (3) opciones presentes y
futuras. Si el clínico utiliza las variaciones procedimentales
recomendadas para ayudar al paciente a alcanzar el primer nivel de
responsabilidad, es posible que el procesamiento avance
espontáneamente hacia una resolución adaptativa. En otros casos,
después de que se haya establecido la responsabilidad externa,
puede que el clínico observe que la perturbación emocional del
paciente se reduce de terror a miedo, y luego tendrá que hacer otra
pregunta «sonda» para ayudar al paciente a alcanzar la meseta de
seguridad.
Cuando se trata de casos de acoso sexual, el clínico debe
determinar al inicio del tratamiento la ubicación actual y el estado del
agresor. Esta información puede usarse para ayudar al paciente a
alcanzar la segunda meseta. Por ejemplo, si el perpetrador está
muerto o discapacitado, o vive en un lugar distante, el terapeuta
puede preguntar: «¿Te puede hacer daño ahora?». O bien el
paciente dice que no y se añade una tanda, o bien el clínico emplea
estrategias para inculcar en el paciente el reconocimiento de que no
hay peligro en el presente. El clínico puede usar el método socrático
para llevar al paciente a ese reconocimiento, revisar las diferencias
entre la situación actual y el trauma del pasado, o usar imágenes
que muestren que las alturas relativas del paciente y del perpetrador
ahora son diferentes a las de cuando el paciente era niño. En todos
los casos, el clínico inicia tandas de EBLS, con la evaluación de las
respuestas del paciente para establecer si se ha reanudado el
procesamiento. De lo contrario, se hacen preguntas adicionales para
determinar el origen de los bloqueos que es necesario abordar.
VERBALIZACIONES Y ACCIONES
En este punto, una vez que el miedo ha pasado, con frecuencia el
paciente siente una repugnancia o rabia extremas hacia el
perpetrador. A menudo es útil instar al paciente a expresar su
enfado o dolor ante el abusador (p. ej., diciendo «Tú tuviste la culpa
de que sucediera. No debiste haberme tratado así»). Anteriormente
(en el Capítulo 7), se indicó al clínico que considerara la tensión en
la mandíbula y la garganta de un paciente como señal de la
necesidad de verbalizar sus sentimientos. Sin embargo, si está
indicado el uso del entretejido cognitivo, el clínico debe iniciar la
verbalización en función del estado emocional del paciente e incluso
puede orientarle sobre algunas palabras apropiadas que podría
utilizar. Es posible que sea necesario un nuevo entretejido que
refuerce la sensación de seguridad y la capacidad de vocalización
del paciente para ayudarle a expresar plenamente sus emociones.
La siguiente transcripción ilustra el uso de esta estrategia con la
paciente que fue acosada por su tío (véase también el Apéndice B):
PACIENTE: También me acaba de llegar otra parte de mi recuerdo. Él
sujetándome la cabeza hacia abajo.
TERAPEUTA: ¿Cómo se siente ahora?
PACIENTE: Bien. Me late bastante rápido el corazón.
TERAPEUTA: Bien, simplemente nótalo. (Guía a la paciente en una tanda
de movimientos oculares.)
PACIENTE: (Llora.)
TERAPEUTA: ¿Qué te llegó?
PACIENTE: Estaba pensando en por qué mis padres no se están ocupando
de mí.
TERAPEUTA: (Guía a la paciente en una tanda de movimientos oculares.)
¿Qué te llega?
PACIENTE: Todavía está allí, especialmente mi padre. ¿Por qué no me
cuidaba?
TERAPEUTA: Simplemente nota eso. (Guía a la paciente en una tanda de
movimientos oculares.) ¿Qué sientes?
PACIENTE: Repugnancia y rabia hacia él.
TERAPEUTA: Simplemente nota eso. (Guía a la paciente en una tanda de
movimientos oculares.) ¿Qué estás sintiendo?
PACIENTE: Más de la rabia hacia mi tío. ¿Cómo pudo hacer eso?
[El clínico repite el estímulo y continúa con la tanda hasta que la voz
de la paciente se vuelva igual de fuerte y firme en la defensa propia.]
Los pacientes a menudo comienzan con una verbalización vacilante
y tentativa, que denota un alto nivel de miedo e intimidación. A
medida que se repiten las tandas durante la verbalización, el miedo
del paciente empieza a disiparse y su tono de voz se vuelve más
fuerte y estable. El clínico debe pedirle que repita las palabras hasta
que su rabia se exprese con una sensación de seguridad y
justificación.
Puede ser útil pedir específicamente a los pacientes que vocalicen
la rabia incluso cuando el procesamiento no está bloqueado. Incluso
en casos en los que la negligencia o la humillación por parte de los
padres no suponen agresión o daño corporal, la ira y el miedo
reprimidos pueden ser, no obstante, debilitantes para los pacientes.
La incapacidad del paciente para expresar estas emociones se
convierte en la diana del procesamiento EMDR. Si un paciente
indica una sensación de estar conteniéndose o estar bloqueado, se
ha de hacer diana directamente en esta sensación física. A medida
que se reduce el miedo, aumenta la capacidad del paciente para
hablar con rabia no diluida; luego, la mayoría de las veces, se
transforma en una sensación tranquila de empoderamiento. Con
frecuencia, aquellos pacientes a los que se les anima a que se
expresen durante la tanda transmiten a los padres una declaración
de independencia. Se siguen haciendo tandas mientras el clínico
insta al paciente a elaborar o repetir estas palabras hasta que se
dicen con una voz firme, segura y estable. Los pacientes suelen
describir el sentimiento resultante en términos que denotan plena
emancipación y adultez. Esta resolución personal también permite
reconciliaciones adaptativas, cuando corresponda, porque se drena
el depósito de las emociones disfuncionales.
Naturalmente, para determinar correctamente los tiempos de estas
ayudas verbales, es necesario un buen oído clínico. Antes de
proceder, el clínico debe asegurarse de que el paciente o bien tenga
una comprensión cognitiva de su rabia o bien comente
espontáneamente sobre su significado. También debe animar y
reforzar al paciente, independientemente de las representaciones
visuales o auditivas de violencia que puedan presentarse. La ira que
no se ha utilizado durante toda una vida puede ser extremadamente
aterradora para el paciente. El clínico debe asegurarle que esta
rabia es simplemente la manifestación de la ira infantil que ha
estado bloqueada en su cerebro. El clínico podría decir, por ejemplo:
«Esto también es solo el paisaje que va pasando mientras estás
en el tren».
Independientemente de la causa de la rabia del paciente o de las
palabras utilizadas para expresarla, el clínico debe indicar que está
de acuerdo mediante señales no verbales (p. ej., asentir con la
cabeza), expresiones como «Eso es» y vocalizaciones de ánimo.
Esto es así tanto si la ira del paciente está dirigida a un perpetrador
como al progenitor que no ejerció protección. El clínico debe tener
cuidado de darle al paciente permiso total para expresar su rabia y
su dolor sin intentar redirigirlo. En este punto, las discusiones
lógicas sobre cómo el padre no era omnipotente no son necesarias
ni útiles. No obstante, a medida que avanza el procesamiento, la
mayoría de los pacientes alcanzarán espontáneamente un punto de
vista más moderado y juicioso. Sin embargo, al igual que con todas
las otras facetas de EMDR, se le debe permitir al paciente tomar la
iniciativa en el proceso de maduración, siempre y cuando no haya
bloqueos evidentes. Una adecuada recapitulación y la comprobación
de la idoneidad ecológica deberían complementar todas las
sesiones de procesamiento EMDR.
En algunos casos, es posible que la emoción principal que el
paciente necesite verbalizar sea el dolor. Tanto si se enfrenta a la
muerte de un ser querido como a la pérdida de su inocencia infantil,
se debe alentar al paciente a expresar plenamente su dolor. El
impacto de las palabras no dichas del duelo se demostró
intensamente en una sesión con un veterano de la guerra del Golfo.
Aunque la diana inicial era la escena de su mejor amigo saltando en
pedazos por los aires, le vino rápidamente a la mente la muerte de
sus padres e hizo una declaración desgarradora: «No pude
despedirme». Usando un entretejido cognitivo, el clínico alentó al
paciente a visualizar a sus padres y expresar sus emociones, y
aplicó varias tandas sucesivas hasta que experimentó una
sensación de paz. Este sentimiento fue reforzado con otras tandas.
En ciertos casos, las acciones físicas resultan útiles. Por ejemplo,
con otro veterano, la ira reprimida y la frustración se disiparon al
pedirle que golpeara alternativamente con los puños. En otro caso,
las sensaciones de las piernas del paciente indicaban la necesidad
de correr, por lo que el clínico fue fomentando progresivamente ese
movimiento durante las tandas. En cualquier momento en que una
sensación corporal parezca representar un movimiento inhibido,
este debe fomentarse durante las tandas de estimulación.
Si bien algunos de estos procedimientos EMDR pueden parecer
similares a las técnicas de la Gestalt, añadir las tandas es lo que
parece facilitar el cambio profundo y duradero que se suele
observar. Creo que mantenerse completamente presente —es decir,
ser compasivo, consciente y sensible— con un paciente durante una
sesión de procesamiento de EMDR permite al clínico redescubrir la
sabiduría de cada modalidad psicológica importante de la
actualidad. Claramente, todas estas modalidades tienen algo que
ofrecer terapéuticamente o no habrían soportado el paso del tiempo.
El propósito de fomentar acciones específicas o un foco particular
durante una sesión de procesamiento de EMDR es inducir
deliberadamente actividades que se fueron desarrollando de manera
espontánea en otros pacientes durante procesamientos eficaces.
Muchos pacientes han gritado automáticamente su amor, su tristeza,
su rabia o su odio a lo largo de varias tandas. Otros han realizado
movimientos corporales espontáneos que superaron inhibiciones
previas. Los clínicos invitan a los pacientes bloqueados a hacer lo
mismo, es decir, a abrir bloqueos estimulando las redes neuronales
apropiadas.
EDUCACIÓN
La tercera meseta a abordar es la capacidad de tomar decisiones
adecuadas y que realcen la vida en el presente y en anticipación del
futuro. Claramente, para muchos pacientes, las experiencias de la
infancia suponen impotencia relativa, dependencia de una familia
disfuncional y ataques de un adulto frente a los que no tenían
medios para resistir. En general, la experiencia emocional infantil de
que les faltaba seguridad y alternativas es correcta. Parte del
tratamiento EMDR consiste en resolver las emociones del pasado,
como sentimientos de baja autoestima, y permitir que el paciente
adopte una adecuada sensación del poder adulto en el presente.
Por ejemplo, en casos de mujeres que han reprocesado recuerdos
tempranos de abusos sexuales, experiencias que han dado como
resultado que teman a los hombres y la imposibilidad de forjar
relaciones románticas duraderas, el clínico podría preguntar: «Dime
cómo te suenan estas palabras: “Como adulta, ahora puedo
elegir con quién quiero estar”». Incluso una aprobación tentativa
por parte de dicha paciente sería suficiente para iniciar tandas
sucesivas centrándose en cualquier sensación de miedo o tensión
que pudiera existir. Se puede hacer diana con tandas adicionales en
la nueva conducta que se vaya a actualizar.
Claramente, en muchos casos, es necesario educar al paciente en
habilidades sociales, asertividad, costumbres en las citas, etc. Esto
se puede abordar ayudándole a comprender la información a nivel
cognitivo e imaginar el comportamiento concomitante (acciones que
naturalmente resultarían de tal comprensión). Después de esto, se
deben iniciar varias tandas. Tal y como describe el Capítulo 8, este
procedimiento ayuda a los pacientes a actualizar el material antes
de intentarlo en la vida real. Sin embargo, esta incorporación de una
plantilla positiva para actuar adecuadamente en el futuro
normalmente no puede iniciarse hasta que se hayan metabolizado
los principales miedos residuales relacionados con los
acontecimientos de la infancia temprana. Pocos avances
conductuales se pueden lograr hasta que el paciente se sienta en un
nivel de VOC 7 o cerca con respecto a la afirmación: «Como adulto,
puedo elegir». Para una adecuada focalización, el clínico debe
identificar cualquier creencia bloqueante que impida alcanzar una
VOC de 7. Sin embargo, si el paciente indica una VOC de 6 (o
menos) porque los déficits de su historia hacen que se sienta
demasiado inexperto como para sobrellevar con éxito una situación
proyectada, el clínico debe reconocer esto como una respuesta
ecológicamente apropiada e iniciar una educación correspondiente.
El entretejido cognitivo se puede utilizar ampliamente en el proceso
educativo a medida que el clínico alterna las tandas con material
instructivo y visualizaciones. El clínico puede ofrecer instrucciones
específicas con respecto a una tarea, pedirle al paciente que la
imagine, y luego agregar las tandas. Sin embargo, como en todo
procesamiento EMDR, el clínico debe estar preparado para la
posibilidad de que el paciente recuerde un acontecimiento anterior
que esté conectado con un cierto nivel de perturbación. Si esto
ocurre, el recuerdo debe convertirse en diana principal y
suspenderse la educación hasta que el recuerdo haya sido
reprocesado por completo.
El entretejido cognitivo permite al clínico ser más creativo, ya que
incluye sus intervenciones clínicas y habilidades habituales dentro
del marco EMDR. Por ejemplo, un clínico muy versado en
visualización creativa pue-de guiar al paciente por exploraciones
metafóricas como la del «niño interno» u otras, y uno formado en
terapia de arte o movimiento puede ofrecer ayuda mediante el uso
de estas estrategias creativas. Además, un clínico con experiencia
en una población especializada puede ayudar cognitivamente al
paciente a comprender mejor su problema antes de ayudarlo a
asimilar el material emocionalmente correctivo mediante las tandas.
El acelerado procesamiento y asimilación de información se pueden
lograr con los procedimientos EMDR estándar. Se alternan las
tandas con el trabajo creativo individualizado, del mismo modo en
que se usan las opciones de entretejido cognitivo analizadas
previamente en este capítulo para abrir bloqueos abreactivos.
Además, el clínico debe llevar a cabo el protocolo completo, lo que
incluye volver a procesar la diana inicial, realizar las tandas para
descubrir si existen otros canales de disfunción y guiar al paciente
en la instalación cognitiva y el examen corporal. Esto ayuda a
garantizar que se procese del todo la información disfuncional y que
las acciones futuras del paciente no se vean obstaculizadas por
perturbaciones inapropiadas. Como siempre, el clínico debe hacer
una recapitulación con el paciente durante la fase de cierre y utilizar
su registro para ayudar a reevaluar los efectos del tratamiento.
PRÁCTICAS SUPERVISADAS
La forma más proactiva de procesamiento EMDR descrita en este
capítulo no debe utilizarse hasta que el clínico se sienta cómodo con
los procedimientos EMDR estándar y se haya familiarizado con la
capacidad de respuesta del paciente a las intervenciones descritas
en los Capítulos 7 y 9. En este punto, los clínicos pueden practicar
el entretejido cognitivo para ayudar a que los casos más
complicados lleguen a una resolución adecuada. La información del
Capítulo 11 debe usarse para tratar poblaciones clínicas diversas.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
El clínico debe usar el entretejido cognitivo para (1) tratar el looping
y otros procesamientos bloqueados, (2) abordar la falta de
generalización de los efectos del tratamiento, (3) incorporar la
información necesaria y (4) desactivar una abreacción o abordar una
diana multifacética cuando no queda suficiente tiempo en la sesión
para su resolución. Según el modelo actual, el clínico suscita
información que conecta las redes neuronales apropiadas, es decir,
permite que las perspectivas adaptativas modifiquen las
disfuncionales. El clínico inicia los entretejidos mediante preguntas o
instrucciones que provocan pensamientos, acciones y/o imágenes.
Luego se deben usar tandas cortas para obtener un feedback
inmediato, y la integración completa exige prestar atención a las
respuestas fisiológicas. Independientemente de la cantidad de
entretejidos utilizados, se considera solo un canal de información.
Antes de que el procesamiento se considere completo, se vuelve a
acceder a la diana original y se trabaja de acuerdo con el protocolo
estándar.
Además de numerosos aspectos específicos, puede que el clínico
necesite ayudar al paciente, especialmente si es víctima de trauma
temprano, a alcanzar las tres mesetas genéricas de procesamiento,
asociadas con problemas de (1) responsabilidad, (2) seguridad y (3)
opciones.
Diversas estrategias permiten al clínico suscitar el material
apropiado y luego volver a entrelazarlo en el sistema de
procesamiento de información del paciente. Independientemente de
la estrategia utilizada, es importante mantener la sensación de
poder del paciente y volver a hacer diana en la información crítica
después del entretejido cognitivo para garantizar que el paciente la
haya integrado adecuadamente.
Se pueden usar estrategias alternativas para educar a los pacientes
con déficits de aprendizaje o para suscitar información y
perspectivas que ya se han incorporado. Según el modelo PAI, esta
información adaptativa se almacena en una red neuronal que debe
conectarse deliberadamente al material de la diana. Por ejemplo, el
paciente autodenigrante puede comprender completamente que otro
niño no es responsable del abuso sexual por parte de un adulto; el
entretejido cognitivo conduce sutilmente al paciente a aplicar esta
perspectiva adaptativa a sí mismo, disipando así la culpa y el odio
hacia sí mismo generados por su propio trauma.
Con la excepción de los casos tratados en este capítulo, por lo
general, el clínico debe abstenerse de usar la versión más proactiva
del procesamiento EMDR, con el fin de que los pacientes puedan
progresar lo más posible por sí mismos. Las respuestas
provenientes del propio paciente son decididamente más
empoderadoras que las respuestas proporcionadas por el clínico.
Las estrategias de entretejido cognitivo deben ser utilizadas con
sensatez por aquellos clínicos que estén dispuestos a aceptar que el
paciente rechace sus sugerencias y a admitir que están
equivocados. Dado que el procesamiento EMDR parece no invalidar
las percepciones que son verdaderas ni agregar nada que sea
inapropiado, el entretejido cognitivo debe usarse de manera flexible
y exploratoria, para que los pacientes se sientan libres de expresar
cualquier preocupación o contraejemplo que puedan tener. Esta
versión más proactiva del procesamiento EMDR es indispensable
para que el procesamiento tenga efectos positivos con muchos
pacientes altamente perturbados. Además, es un excelente ejemplo
de la naturaleza interactiva del tratamiento, en el que a los pacientes
se les debe permitir verbalizar su dolor y sus necesidades y
participar en la creación de las plantillas positivas que se incorporen
para las futuras acciones. Véase en el Apéndice B una transcripción
adicional de un paciente que demuestra el efecto del entretejido
cognitivo. En el Capítulo 11, analizamos poblaciones específicas
que pueden beneficiarse particularmente del entretejido cognitivo.
CAPÍTULO 11
Poblaciones seleccionadas
Objetivos apropiados
La capacidad de recuperar con precisión recuerdos de abusos, o
grandes fragmentos de acontecimientos infantiles olvidados, es
cuestionable incluso en las mejores circunstancias. Mientras que
algunos pacientes empiezan en terapia para determinar si fueron
abusados o no, el clínico de EMDR no debería considerar esto como
un objetivo terapéutico apropiado. El procesamiento EMDR no está
diseñado para traer a la superficie recuerdos visuales sino, más
bien, para procesar la información que está almacenada
disfuncionalmente en el cerebro. La observación clínica indica que
incluso con sintomatología completa de abusos sexuales, solo la
mitad de los pacientes de EMDR experimentan la aparición de un
recuerdo visual de dichos abusos. Por tanto, el clínico debe
concentrarse en los síntomas del paciente y en lo que se puede
hacer para aliviar el dolor emocional (y posiblemente físico). La
siguiente declaración puede ser útil para explicarle a un paciente
cómo el procesamiento EMDR puede provocar un cambio en las
reacciones y los disparadores disfuncionales incluso sin un recuerdo
visual del trauma original: «Al igual que un vídeo puede
reproducirse independientemente de si el monitor de la TV está
encendido o no, tú también puedes procesar acontecimientos
traumáticos del pasado sin tener que verlos realmente».
Como con cualquier tipo de terapia, el clínico y el paciente deben
acordar los objetivos específicos de EMDR. Por ejemplo, deben
explorar si sería aceptable para el paciente aliviar sus problemas (p.
ej., ataques de pánico, dificultad con temas de intimidad y trastornos
del sueño) sin estar seguro al 100 % de cuál es su causa. Si el
paciente no acepta esta condición, no se debería ofrecer EMDR
como único tratamiento, ya que de ningún modo se puede asegurar
que el recuerdo real salga a la superficie.
Irónicamente, la misma restricción se aplica a una víctima de abusos
sexuales que tiene recuerdos claros de estos, pero insiste en que el
clínico se centre exclusivamente en sus problemas actuales, como
un problema con su jefe. Dado que no hay forma de evitar que
surjan los recuerdos del abuso durante el procesamiento EMDR
(especialmente si son parte de la red de memoria asociada con la
diana actual), el clínico no puede garantizar que el paciente vaya a
ser capaz de evitarlas del todo. Por tanto, si el paciente se muestra
inflexible en su negativa a pensar en el abuso, probablemente el
clínico no debería utilizar el procesamiento EMDR.
Estructura
Si bien los clínicos deben ser flexibles en su elección de los puntos
focales que utilizan con pacientes de abusos sexuales, no obstante,
deben seguir muy de cerca la estructura de los protocolos estándar.
Aunque, en ocasiones, pueda ser útil procesar primero las
situaciones actuales, como se comentó en la sección sobre el TEPT
complejo, normalmente se aconseja el protocolo de tres vertientes.
Los recuerdos antiguos específicos, cuando estén disponibles,
deben ser las primeras dianas, ya que tienen más probabilidades de
procesarse de forma rápida y completa, lo que a su vez dará al
paciente una sensación de logro. Cuando se dispone de un
recuerdo antiguo específico, el uso de la imagen, la cognición y la
sensación corporal asociadas normalmente dará lugar a una sesión
más controlada y contenida que intentar hacer diana en sensaciones
difusas de desesperación, desesperanza o declaraciones negativas
generalizadas como «Ojalá estuviera muerto».
Un recuerdo antiguo específico que incorpora aspectos negativos
puede procesarse y ponerse en perspectiva más fácilmente que uno
más reciente, dado que el primero ya es parte del pasado histórico y
ya no es un peligro. Hacer diana solo en una emoción o cognición
actual en lugar de un acontecimiento específico puede iniciar el
procesamiento, pero puede ser mucho más difícil completarlo, ya
que se estimula el material actual sin el objetivo específico de dejar
atrás un recuerdo antiguo.
El uso controlado del abordaje de ocho fases y tres vertientes de la
terapia EMDR, junto con los procedimientos del procesamiento
estándar, ofrece medidas específicas de referencia y de evaluación,
como las puntuaciones SUD y VOC, que establecen expectativas
realistas para el paciente y ayudan a fortalecer su sentido de
estructura, seguridad y comprensión. Si bien la flexibilidad es vital
cuando se trabaja con sobrevivientes de abusos sexuales, no se
deberían eludir las muchas medidas preventivas que se incluyen en
los protocolos y procedimientos estándar de EMDR. El clínico debe
intentar usar primero el abordaje estándar, desviándose de él solo si
el paciente se siente incómodo o no responde. Cuanto más
específicas sean las dianas y las metas, mayor será la probabilidad
de éxito.
Integración
El clínico debe ser especialmente sensible a la cantidad de tiempo
que necesita el paciente para integrar el material que sale a la
superficie. Es posible que se requieran muchas sesiones para
analizar las necesidades intrapsíquicas e interpersonales reveladas
por una nueva meseta de información, modelar nuevas conductas,
identificar presiones interactivas o para hacer diana en sueños y
reacciones del presente que hayan surgido del procesamiento de
material traumático anterior.
El clínico no debería seguir focalizando en nuevos recuerdos hasta
que se hayan tratado los anteriores y sus reverberaciones. Por
ejemplo, la semana después del reprocesamiento de un recuerdo
importante de abuso sexual, una paciente indicó una sensación de
tristeza muy pronunciada, y afirmó: «Nunca antes me había sentido
afligida por la muerte de mi padre». El clínico se dio cuenta de que
era necesario que la paciente se centrara en esta meseta, en lugar
de intentar pasar a otro recuerdo. El registro que se les pide a los
pacientes que escriban es vital para identificar cualquier vía,
emoción o perspectiva nueva que emane de manera problemática
de una diana anterior y debe usarse para explorar las ramificaciones
del trabajo con los recuerdos. Este registro debe incluir pesadillas,
aspectos perturbadores o inquietantes de las revelaciones,
necesidades interpersonales emergentes en relación con la
integración, etc.
Del mismo modo que los pacientes varían en cuanto a su necesidad
de descansar, de hablar o de integrar entre tandas, también se
diferencian en cuanto a la cantidad de tiempo que necesitan entre
sesiones de procesamiento EMDR. El clínico debe tener la certeza
de que el paciente tiene un repertorio adecuado de técnicas de
autocontrol para lidiar con cualquier incomodidad que surja entre
sesiones. Si el registro del paciente revela gran cantidad de
angustia, el clínico debe tomar medidas para aliviar su presión
emocional. Una angustia prolongada es perjudicial para la eficacia
terapéutica, porque puede reforzar los sentimientos de baja
autoestima y falta de control del paciente.
El clínico también debe alentar al paciente a que deje pasar el
tiempo suficiente a fin de asimilar los efectos del tratamiento antes
de determinar la verdad objetiva de cualquier recuerdo emergente o
de decidir confrontar a su presunto agresor, ya sea a nivel personal
o por vía legal. Los acontecimientos traumáticos a menudo se
almacenan como fragmentos, un hecho que dificulta su
interpretación. Por ejemplo, una paciente con la que se usó el
procesamiento EMDR para hacer diana en sus disfunciones
sexuales y sus problemas de intimidad indicó que había
experimentado sensaciones de ser violada al mismo tiempo que le
vino a la conciencia una imagen de la cara de su padre. Dada esta
asociación, hubiera sido lógico que tanto el clínico como la paciente
concluyeran que su padre la había agredido. Sin embargo, una
focalización posterior en el fragmento del recuerdo reveló que su
agresor había sido un chico de la escuela secundaria, y que la
imagen de su padre implicaba que había acudido a rescatarla.
El caso mencionado subraya dos puntos importantes: (1) los clínicos
deben abstenerse de interpretar los fragmentos de los recuerdos de
los pacientes, y (2) los pacientes deben ser advertidos de «dejar
que pase lo que tenga que pasar, sin juzgarlo» y sin lanzarse a
enfrentamientos con presuntos perpetradores por ello. La necesidad
de los pacientes de confrontar o recibir reconocimiento de familiares
importantes es más fuerte durante las primeras etapas de la terapia,
cuando los recuerdos aún no están metabolizados y son fuente de
mucha angustia. Una vez que la paciente ha procesado estos
recuerdos y se ha eliminado gran parte de su perturbación, será
más capaz de juzgar la necesidad o la conveniencia de la
confrontación. Por tanto, se ruega encarecidamente que el clínico
recomiende al paciente que se tome tiempo suficiente para integrar
los efectos de la terapia, independientemente de la modalidad
clínica que se utilice.
Mesetas de información
Al reprocesar un trauma sexual, hemos de acordarnos de utilizar el
entretejido cognitivo, si es necesario, para establecer las mesetas
de (1) responsabilidad apropiada, (2) seguridad y (3) opciones.
Estas mesetas parecen particularmente relevantes para la víctima
de abusos sexuales que está psicológicamente paralizada en el
horror de una agresión en la infancia.
Además, muchos pacientes sienten la necesidad de darle algún
sentido a la tragedia. El clínico suele poder ayudar con este objetivo
usando el entretejido cognitivo para explorar las maneras en las que
el abuso ha dado como resultado que la paciente haya alcanzado
niveles más altos de sensibilidad, compasión o comprensión del
sufrimiento de otras personas (de hecho, es frecuente que los
sobrevivientes de abuso se conviertan en profesionales de la salud
mental.) Ser consciente de esto ayuda a muchos pacientes a
generar en sí mismos una sensación de importancia (propósito,
autoestima o éxito), en cuanto a que pudieron triunfar dándole un
sentido a su dolor. La sensación de haber vivido una infancia
deficiente o desperdiciada es, por supuesto, profundamente
angustiosa para muchos pacientes y, si aparece, el clínico ha de
usarlo directamente como diana.
Etapas emocionales
Al procesar un trauma sexual, es habitual que el paciente atraviese
diversas emociones y etapas de sanación. El material negado o
disociado puede transformarse en emociones de culpa y vergüenza,
y luego pasar a ira, rabia, tristeza y, finalmente, aceptación, y
posiblemente perdón. La etapa de tristeza puede ocurrir antes,
durante o después de la ira o la rabia. Como dijo un paciente: «Me
robó mi infancia. ¿Cómo puede alguien robar algo tan preciado?».
Aunque puede que la rabia sea la emoción dominante del paciente,
la tristeza subyacente también debe ser cuidadosamente abordada
y focalizada.
La importancia del enfoque centrado en el paciente es vital cuando
se trabaja con víctimas de abusos sexuales; otros modelos clínicos
en realidad pueden ser perjudiciales para un efecto terapéutico
completo. Por ejemplo, muchos clínicos creen que la paciente debe
ponerse en contacto con su rabia por los abusos sexuales y que
este es un estado de empoderamiento. Aunque indudablemente la
rabia tiene gran trascendencia para casi todas las víctimas, puede
ser útil reconocerla como indicativa de solo una etapa del
procesamiento. En lugar de terminar el procesamiento EMDR una
vez que la paciente ha empezado a experimentar su rabia, puede
que el clínico encuentre más productivo continuar haciendo diana en
la ira o la rabia y pidiéndole a la paciente que lo verbalice durante la
tanda. Esta invitación a menudo permite que la paciente se implique
completamente en la emoción y haga una declaración de
independencia que establezca firmemente sus límites personales.
Durante la etapa de ira, el paciente también puede experimentar
imágenes y pensamientos de vengarse del perpetrador. Se le debe
asegurar que es la rabia de la infancia la que está aflorando, y que
simplemente se han de notar las imágenes y verbalizar de forma
segura los pensamientos durante la sesión. Completar este ciclo de
procesamiento permite al paciente liberar la tensión acumulada de
todo el dolor reprimido. Procesar estas imágenes y verbalizaciones
puede obviar la necesidad del paciente de confrontación directa, una
acción que en última instancia podría ser inútil o perjudicial para las
relaciones familiares que desea mantener. Por ejemplo, una
paciente puede sentirse en paz después de una verbalización con
su padre fallecido, que abusó de ella, y puede que no requiera más
reconocimiento de su madre anciana y psicológicamente inestable.
Sin embargo, el clínico debe asegurarse de que la paciente
reprocese todas las emociones disfuncionales relacionadas con el
abuso, lo que incluye la rabia y los sentimientos de traición respecto
al progenitor que, a sabiendas o no, permitió que ocurriera el abuso.
Después de que la rabia de la paciente haya sido procesada, podría
experimentar un nivel de rabia no disruptivo, que puede ser una
etapa final apropiada y saludable para ella, al menos en este
momento de su vida. No es inusual, sin embargo, que los pacientes
pasen a una etapa de aceptación tranquila. Además, la paciente
podría recordar espontáneamente ciertos aspectos de la historia del
perpetrador que contribuyan a un sentimiento genuino de perdón.
Por ejemplo, la paciente puede recordar que «Mi madre también
sufrió abusos sexuales» o «Mi padre fue maltratado». Darse cuenta
de esto puede ayudar a la paciente a reconocer una compulsión de
repetición o disociación que explique por qué su progenitor abusó de
ella. Esto a su vez puede provocar un sentimiento de compasión
hacia el perpetrador y de perdón que trascienda la herida y le dé a la
paciente una profunda sensación de paz.
Si la etapa de la rabia no evoluciona hacia el perdón, es
probablemente porque este cambio todavía no es apropiado para la
paciente. Sin embargo, el clínico debe discriminar entre rabia
disfuncional y rabia apropiada. Con el procesamiento EMDR, la
violencia y el caos personal de la rabia pueden transmutarse en un
nivel apropiado de rabia justificada que se dirige externamente hacia
el perpetrador y deja de estar alimentada por sentimientos
incesantes de dolor y miedo. Recordemos que EMDR es un
abordaje centrado en el paciente que le permite procesar
información apropiada para la salud y la integración. Si el paciente
no procesa su rabia después de verbalizarla alternándola con
tandas sucesivas, esta debe verse como ecológicamente racional y
debe instalarse una cognición positiva adecuada. Puede que el
paciente necesite integrar esta meseta estableciendo límites más
firmes con los miembros de la familia y teniendo conversaciones
apropiadas o incluso confrontaciones. Sin embargo, sería una pena
que el paciente permaneciera atascado en su rabia simplemente
porque el clínico sintiera que era inapropiado perdonar al
perpetrador y, por tanto, cerrase prematuramente la sesión de
procesamiento EMDR.
Recordemos que el reprocesamiento no elimina nada que sea
saludable o ecológicamente apropiado para el paciente. Si el
paciente pasa a perdonar, esto no significa que haya olvidado el
abuso o tolere el comportamiento del perpetrador. Más bien, lograr
el perdón puede implicar una intensa sensación de renovación
personal y empoderamiento, de que la victimización ya no le define.
Desafortunadamente, sin embargo, algunos profesionales de la
salud mental les dicen a las víctimas que es necesario perdonar a
sus perpetradores para poder estar completamente sanados. La
insistencia en que el paciente alcance esta etapa de aceptación a
menudo puede ser traumatizante por sí misma, pues el paciente es
incapaz de alcanzarla mediante la fuerza de voluntad. Dado que el
perdón no se puede forzar ni controlar, se aconseja al clínico EMDR
permitir que surja espontáneamente cuando el paciente esté listo
para hacerlo (en caso de que llegue a estarlo).
Falsos recuerdos
Existe cierta preocupación con respecto a la posibilidad de que se
estén haciendo acusaciones falsas de abusos sexuales como
resultado de una terapia inapropiada. Aunque algunas de estas
quejas pueden provenir de perpetradores en negación, está claro
que existe la necesidad de un control de calidad en la profesión de
la salud mental. No hay duda de que algunos terapeutas utilizan
herramientas psicológicas, como la hipnosis, con poca o ninguna
formación y, por tanto, ignoran las limitaciones de estas
herramientas y su potencial para contaminar recuerdos o crear
falsas impresiones.
En consecuencia, no resulta sorprendente saber que algunos
pacientes han sido inducidos a aceptar las imágenes que han salido
a la superficie durante una hipnosis, una visualización guiada o un
análisis de sueños como pruebas definitivas de recuerdos reales,
incluso cuando es imposible corroborarlos. Los clínicos deben ser
conscientes de los límites de sus competencias y de sus métodos
antes de utilizarlos en la práctica clínica. Por esta razón es vital que
el uso de la terapia EMDR se restrinja a clínicos formados y
colegiados que hayan recibido supervisión de su práctica. La simple
lectura de las precauciones que se ofrecen en las páginas
siguientes no sustituye a una formación adecuada.
Hipnosis
La combinación de hipnosis y terapia EMDR debe evaluarse
cuidadosamente (Shapiro, 2001). Algunos clínicos que usan EMDR
han tenido éxito a la hora de inducir trances ligeros en pacientes con
trastornos disociativos para ayudar en la estabilización y para cerrar
sesiones incompletas (véase también Fine y Berkowitz, 2001;
Phillips, 2001; Twombly, 2000). Además, se puede utilizar un trance
ligero para ayudar con la focalización. Sin embargo, inducir trances
profundos durante la sesión de tratamiento EMDR puede estar
contraindicado, porque es posible que el estado fisiológico alterado
de la hipnosis no permita que se procese adecuadamente toda la
información. Al igual que el clínico debe volver a hacer diana en
cualquier trauma después de que al paciente se le haya retirado la
medicación, con el fin de comprobar que ningún material no
procesado haya quedado en forma específica de estado, también se
debería volver a hacer diana en determinados acontecimientos si se
ha utilizado la hipnosis con el paciente.
Las observaciones clínicas indican que los delirios pueden no ser
susceptibles de cambiar con el procesamiento EMDR hasta que se
haya hecho diana en el origen experiencial de los mismos. Por
ejemplo, para tratar el delirio de un marido de que su esposa había
sido secuestrada, fue necesario hacer diana, durante uno de sus
momentos más lúcidos, al hecho real de que ella lo había dejado por
decisión propia. Del mismo modo, algunas fantasías y recuerdos
inducidos hipnóticamente pueden no ser modificables con el
procesamiento EMDR. Es importante que los clínicos se den cuenta
de que, si bien pueden adoptar un enfoque sensato al usar la
hipnosis con pacientes, es posible que hayan heredado pacientes
que han sido manipulados con torpeza por terapeutas anteriores.
Cuando los recuerdos diana no experimentan el efecto esperado del
tratamiento, ya sea durante la sesión o en el seguimiento, el clínico
debería implementar una evaluación más exhaustiva para detectar
el trastorno disociativo y la presencia de sugestiones hipnóticas
previamente implantadas. Por ejemplo, algunas víctimas son
receptoras de «recuerdos» hipnóticamente inducidos que fueron
implantados durante la infancia, pero no son conscientes de ello. Al
focalizar en ellos con EMDR, estos «recuerdos» pueden resistirse al
procesamiento y, por tanto, ser extremadamente perturbadores para
los pacientes. En la actualidad, el feedback clínico es insuficiente
para abordar definitivamente esta preocupación. Más importante
aún, en muchos tribunales, el uso de la hipnosis en cualquier fase
del tratamiento de un paciente puede contaminar su capacidad para
emprender acciones legales contra el perpetrador.
La falibilidad de la memoria
A menudo no hay manera de saber si un recuerdo emergente es
verdadero. De hecho, el mismo intento de recuperar el recuerdo
como objetivo terapéutico puede establecer en el paciente la
creencia de que existe un recuerdo de abuso, de que debería
revelarse y de que, de hecho, hubo un perpetrador. Por tanto, este
escenario podría proporcionar las condiciones perfectas para
provocar recuerdos «falsos» o erróneos. Cuando se informa de un
recuerdo durante el procesamiento EMDR, existe la posibilidad de
que (1) la imagen sea una representación simbólica, (2) el
acontecimiento en cuestión solo haya sido experimentado
indirectamente (p. ej., por la identificación con un personaje en una
historia), (3) la imagen sea el resultado de un engaño (p. ej., un
perpetrador disfrazado), o (4) sea válido.
La falibilidad de un recuerdo «no retardado» se ilustra en el
siguiente caso. Una paciente presentaba pensamientos intrusivos e
imágenes de haber sido violada por Satanás (Young, 1992). Estaba
bastante convencida de que el suceso había ocurrido, porque
conservaba una imagen clara de ello desde la infancia. Al
reprocesar el recuerdo, ella notó que los cuernos parecían estar
hechos de plástico y reconoció la voz de uno de los amigos de su
padre. Entonces pudo reconocer que había sido engañada, y se
aclaró la verdadera identidad del perpetrador (aunque sin
corroborarlo adecuadamente, no debería ser aceptado al pie de la
letra). Lo importante aquí, no obstante, es que el incidente fue tan
abusivo que podría haber sido fácilmente disociado en el momento
en que ocurrió y puede que solo hubiera surgido décadas más tarde
durante el procesamiento EMDR. Si el padre del amigo [sic] hubiera
estado mejor disfrazado —quizás con una máscara que le cubriera
toda la cara, un disfraz y la voz cambiada— el recuerdo habría
surgido como una supuesta violación de Satanás. Esta falacia obvia
debería subrayar el hecho de que los perpetradores también pueden
convencer a los niños de que sus padres están presenciando y
aprobando el abuso desde una parte diferente de la sala. Si un
recuerdo de un incidente de abuso que ocurrió en tales
circunstancias emerge durante el procesamiento, no hay manera de
garantizar que EMDR vaya a revelar adecuadamente el engaño. Los
clínicos deben ser conscientes de las limitaciones y distorsiones de
la propia memoria antes de aconsejar a los pacientes sobre la
precisión de cualquier recuerdo que surja durante el procesamiento
EMDR. Debido a que los pacientes recuerdan lo que percibieron en
el momento del acontecimiento, su memoria estará influenciada por
la fase de desarrollo en la que haya ocurrido el trauma y por la
capacidad funcional del cerebro para codificar información en ese
momento (p. ej., el paciente fue abusado mientras estaba bajo la
influencia de una droga).
Aquí, el tema de la traumatización vicaria (Figley, 1995) también es
significativo. En un caso, un paciente pidió ayuda con sintomatología
de TEPT que incluía flashbacks de haber sido asesinado en
Auschwitz durante el Holocausto. Aunque dos escenas específicas
se habían repetido en pesadillas y flashbacks durante muchos años,
el paciente no tenía idea de su génesis. De hecho, ni siquiera tenía
la edad suficiente para haber vivido el Holocausto. Se hizo diana en
la primera escena, en la que se encontraba en la fila para entrar en
el campo de concentración, para reprocesarla, y el paciente indicó
una rápida reducción en el nivel de SUD después de completar las
tandas. No fue hasta haber trabajado el segundo recuerdo, en el
que era asesinado en una cámara de gas, que el paciente exclamó
repentinamente después de dos tandas: «¡No soy yo, es mi tío!».
Luego recordó todas las historias que le habían contado de niño
sobre la muerte de su tío en Auschwitz durante la guerra. El impacto
de la traumatización vicaria fue suficiente para provocar la
pronunciada sintomatología del paciente, aunque el trauma real le
había ocurrido a otra persona. Es fundamental que los clínicos
recuerden que la génesis de un síntoma puede estar enmascarada
por una representación o imagen a la que tal vez nunca se pueda
acceder. Por ejemplo, en este caso el primer «recuerdo» fue
reprocesado sin revelar la verdadera causa.
Del mismo modo, los síntomas de disfunción sexual o de problemas
con temas de intimidad pueden ser causados por traumatización
vicaria o por acontecimientos traumáticos que no tengan relación
alguna con los abusos sexuales. Por ejemplo, se sospechaba de
abuso sexual en otra paciente porque manifestaba muchos de los
síntomas que lo acompañan: reacciones de pánico, problemas con
los hombres y miedo a la intimidad, la traición y el abandono. Sin
embargo, durante el procesamiento de EMDR, descubrió que había
disociado un recuerdo de la muerte de su padre mientras la llevaba
a su fiesta de cumpleaños. Sus síntomas no tenían nada que ver
con el abuso sexual.
Recordemos que el uso del procesamiento EMDR supone un
abordaje centrado en el paciente que pretende seguir a los
pacientes en lugar de liderarlos. El profesional clínico debe
abstenerse específicamente de pedir detalles o interpretar
acontecimientos. Esto reducirá la posibilidad de contaminar
recuerdos o crear falsas impresiones. A todos los pacientes se les
debe instruir sobre la falibilidad de la memoria de un modo que no
denigre su experiencia. Muchos recuerdos reales saldrán a la
superficie por primera vez, y los pacientes deben recibir apoyo para
cualquier acción apropiada que decidan realizar como resultado. No
obstante, es importante que los pacientes saquen sus propias
conclusiones sobre estos recuerdos, utilizando todas las fuentes
posibles para corroborarlos, y que no sean dirigidos por el clínico.
Una vez más, los clínicos deben tener en cuenta que la aparición de
una escena durante una sesión de procesamiento EMDR no
significa que sea cierta en sentido literal, aunque la persona la haya
experimentado realmente. Por ejemplo, una paciente pudo haber
sido engañada por el perpetrador para que pensase que había una
secta o un grupo grande involucrado. Esto podría haberse hecho
para aumentar el miedo de la paciente y la probabilidad de su futuro
silencio, o para que cualquier revelación posterior sobre este tipo de
abuso ritual pareciera demasiado fantástica como para ser verdad.
Como se dijo anteriormente, los perpetradores también pueden
engañar a los niños y hacerles creer que sus padres están
presentes y aprueban el abuso. Debido a esta ambigüedad, es
necesario ejercer precaución clínica y animar al paciente que esté
determinado a descubrir la verdad a que intente encontrar evidencia
que la corrobore, lo que incluye marcas físicas, testigos o registros
hospitalarios. Tanto si hay datos que lo corroboren como si no, el
énfasis principal debe estar en la seguridad del paciente y en un
apoyo adecuado durante el proceso terapéutico.
Recordemos que las revelaciones de abusos horribles (sean o no
ciertas) pueden ser extremadamente perturbadoras para el paciente;
que el clínico insista en que los recuerdos son verdaderos (o falsos)
puede que solo aumente la angustia del paciente. Una postura más
apropiada para el clínico implica la imposibilidad de saber a ciencia
cierta que un recuerdo específico es verdadero, y que el foco de la
terapia debe estar en la sintomatología o en la angustia actual.
Claramente, es necesario enfocarse en la reacción interna del
paciente ante el acontecimiento o ante el posible perpetrador, tanto
si el recuerdo es correcto como si no. Sigue siendo fundamental
apoyar a los pacientes en la experiencia y reprocesar sus imágenes
diana, independientemente de que el acontecimiento sea verdadero,
simbólico o debido a traumatización vicaria.
Por otro lado, si se sospecha de abuso extensivo o ritual, también es
vital que el clínico realice una comprobación minuciosa para
detectar trastornos disociativos. El abuso crónico es una de las
principales causas del trastorno disociativo y puede permanecer
oculto a menos que se realice un examen exhaustivo. Ningún
paciente con trastorno disociativo debe ser tratado con
procesamiento EMDR a menos que el clínico esté capacitado en
esa especialidad (véase la sección de «Trastornos disociativos»
más adelante en este capítulo).
VETERANOS DE GUERRA
Bendito sea el guerrero que escucha
el susurro de la paz en su corazón.
—ANÓNIMO
Fechas de aniversarios
Muchos militares y veteranos conocen los nombres, fechas y
ubicaciones de los compañeros que murieron durante las
operaciones de combate. Estas fechas se suelen conmemorar
mediante brazaletes o tatuajes en el cuerpo. Las fechas de
aniversarios tienden a provocar cambios de humor cada año cuando
el veterano se acuerda de la pérdida de sus amigos de batalla.
Estas pérdidas deben tratarse directamente, porque pueden cambiar
la forma en que el veterano se ve a sí mismo y a su mundo. A
menudo la pérdida puede identificarse como acontecimiento diana y
tratarse con el protocolo estándar de EMDR. Se dice que todo el
que regresa de un despliegue militar vuelve cambiado, algunos con
culpa del superviviente y otros con culpa por desempeño, creyendo
que deberían haber logrado más y haberlo hecho mejor. Muchos se
quedan atascados en la culpa y el duelo no resuelto por las
pérdidas. Cualquier recordatorio de las pérdidas se convierte en un
disparador que cambia su estado de ánimo en tal medida que sus
vidas se ven continuamente sacudidas por sus reacciones
emocionales. Sus disparadores les roban la vida en el presente, ya
que siguen perdidos en los recuerdos de los angustiosos
acontecimientos del pasado. Todas estas perturbaciones deben ser
procesadas con el protocolo de tres vertientes.
A medida que se acercan las fechas de los aniversarios, es posible
que los familiares noten que el veterano se vuelve temperamental y
retraído. Gene Schwartz ha indicado (véase Silver y Rogers, 2002)
que una reacción intensa a las fechas de aniversario también puede
reducirse o eliminarse abordándola fotograma a fotograma.
Centrándose en la fecha del aniversario, el clínico hace que el
paciente repase toda la experiencia, al igual que con el protocolo de
evento reciente, y que se detenga cuando encuentre alguna
perturbación. El paciente se enfoca en esa sensación a medida que
se administra la estimulación bilateral, hasta que desaparece. Esto
se repite a lo largo de todo el acontecimiento hasta que todas las
perturbaciones, incluidas todas las sensaciones físicas, olores,
sonidos, etc., se resuelven completamente.
Duelo complicado
Muchos veteranos de guerra, que están entrenados para
compartimentar sus intensas experiencias, consideran que las
emociones son un obstáculo para el desempeño de la misión. Los
deberes de los soldados a menudo determinan cómo van a lidiar
con la rabia. El personal médico que se dedica a cuidar a los heridos
a veces dicen: «Estaba demasiado ocupado tratando de mantener
viva a la gente como para enfadarme, pero sí estoy enfadado». Con
frecuencia internalizan la muerte de un soldado a su cuidado con un
elevado sentido de responsabilidad, rabia y duelo no resuelto, a la
vez que cargan con una culpabilidad inapropiada por su muerte. En
comparación, los soldados con frecuencia consideran que su rabia
les empodera durante las operaciones militares, ya que el deber
militar les exige ser agresivos en la lucha tanto para cumplir su
misión como para sobrevivir. El médico y el soldado de infantería a
menudo lidian con sus emociones de manera diferente; mientras
que uno ignora la rabia, el otro confía en ella para que le ayude a
cumplir la misión. Ambas maneras distraen de un procesamiento
sano de las emociones, incluido el duelo; es decir, la rabia no
procesada contribuye al duelo no procesado. El clínico debe ser
consciente del nivel de sufrimiento generado por este duelo y
reconocer que no es menos grave que el que se sufre durante la
propia experiencia de combate. Durante la terapia, el clínico debe
cuidar con mucha atención a estos veteranos durante cualquier
abreacción que pueda venir precipitada por el procesamiento EMDR
y, cuando sea necesario, usar el entretejido cognitivo para
recordarles el consuelo que trajeron a aquellos hombres que de otra
manera hubieran muerto solos.
Es posible que los veteranos hayan sido atormentados durante años
por pensamientos intrusivos sobre rostros de soldados moribundos,
escenas de sufrimiento y gente desfigurada. Estas intrusiones
continúan como un duelo complicado sin procesar. Cuando un
acontecimiento se asocia con tristeza y dolor, a menudo se evitan
las emociones y no se procesan. La patología del duelo no
procesado suele afectar al bienestar general del veterano a medida
que la tristeza se va incrustando y se generaliza a toda su vida.
Durante el tratamiento, estas emociones pueden estallar como una
descarga intensa, dejando al soldado o veterano sintiéndose
momentáneamente abrumado y fuera de control. A lo largo de la
historia, puede ser útil conocer cómo lidiaba la familia de origen del
veterano con la muerte de cualquier pariente que hubiera fallecido,
así como las reglas de su familia para manejar las emociones.
Cuando los veteranos tienen problemas con las emociones, se
pueden hacer preguntas como: «¿Cuándo aprendiste por primera
vez que las emociones deben evitarse?». Preparar al veterano
para que acepte el procesamiento de las emociones puede ayudar a
abordar los eventos diana relacionados con el duelo. El
procesamiento de dianas que implican pérdida puede dar lugar a
que el veterano experimente alivio ahora que las emociones se
liberan o inicie un proceso de duelo con su tristeza durante un
período de tiempo. Usar un entretejido cognitivo como «¿Te
parecería bien superar esto?» puede ser una introducción útil para
pasar a procesar el duelo. Los clínicos deben monitorizar
cuidadosamente a dichos pacientes y ofrecerles todo el apoyo que
sea necesario hasta que alcancen una sensación de resolución y
paz.
En general, como clínicos tenemos la capacidad de ayudar a estos
hombres y mujeres, que han sacrificado tanto, a recuperar sus
vidas. Con la terapia EMDR, pueden procesar rápidamente
acontecimientos que han hecho que se sientan avergonzados y
culpables durante años. Pueden hacerlo sin tener que divulgar
ningún detalle de los recuerdos que desean ocultar. Saber esto les
puede dar una sensación de control que les permita enfrentarse a
sus peores miedos y sentirse aliviados. Para lograrlo, es crucial que
los clínicos se familiaricen con este campo leyendo los textos
disponibles (p. ej., Hurley, 2016; Lipke, 2000; Russell y Figley, 2013;
Silver y Rogers, 2003) y reciban una supervisión adecuada antes de
trabajar con esta población.
RESPUESTA TRAS UNA CATÁSTROFE
Nuestra mayor gloria no consiste en no caer nunca,
sino en levantarnos cada vez que caemos.
—CONFUCIO
Consideraciones especiales
Aunque muchos individuos se recuperan de una catástrofe sin
tratamiento, cerca del 33 % han experimentado un acontecimiento
traumático y continúan padeciendo síntomas durante tres años o
más, y tienen un mayor riesgo de problemas secundarios (National
Institute for Clinical Excellence, 2005). Dado que es difícil predecir
exactamente quién se va a recuperar completamente y quién va a
desarrollar síntomas, se sugiere utilizar una red amplia para la
detección y tener siempre en cuenta la intervención temprana y
apropiada. Habitualmente, los clínicos que administran
estabilización EMDR durante o después de una catástrofe son parte
integral de un equipo de respuesta a catástrofes a nivel nacional o
comunitario y están familiarizados con los procedimientos y la
cadena de mando de una respuesta organizada. Sin embargo, de no
ser así, se ha de hacer todo lo posible por trabajar dentro de las
estructuras existentes. Dado que es posible que los miembros del
equipo trabajen por turnos, es esencial explicar el alcance del
contrato terapéutico, como el foco del tratamiento, el número de
sesiones disponibles y a quién contactar en caso de emergencia, así
como mantener registros precisos para el siguiente proveedor de
tratamiento. Las emociones pueden ser fuertes, y tanto los clínicos
como los supervivientes pueden experimentar una mayor sensación
de emergencia y vulnerabilidad. Por estas razones, se debe prestar
especial atención a la seguridad y la contención. Tener un contrato y
procedimientos claros ayudará a mantener el foco y a dirigir las
intervenciones por el camino adecuado.
Trauma vicario
Los miembros del equipo de respuesta en catástrofes, ya sean
personal de primeros auxilios, capellanes o terapeutas de EMDR,
son testigos presenciales del trauma y el dolor de sus pacientes. A
pesar de que tienden a tener una mayor tolerancia a estas cosas de
lo que es habitual en la población general, naturalmente tienen sus
límites. La traumatización vicaria puede requerir tratamiento
psicológico, que también puede ser necesario si van a proporcionar
el entorno terapéutico que necesitan sus pacientes. Si los clínicos
son supervivientes de catástrofes, puede que necesiten la ayuda de
otros profesionales de EMDR que no hayan estado expuestos a los
acontecimientos traumáticos. Se recomienda que los clínicos locales
sean evaluados y, si estuviese indicado, se impliquen en su propia
terapia EMDR focalizada antes de comenzar a trabajar con la
población general.
Los programas de ayuda en catástrofes deben ser flexibles, pero
también deben estar cuidadosamente organizados para
proporcionar evaluación constante, contención y tratamiento de la
traumatización vicaria. Esto puede hacerse individualmente o
utilizando uno de los protocolos de grupo de evento reciente de
EMDR que abordan los aspectos más perturbadores de sus
experiencias (véase el Capítulo 12).
Después de participar en un equipo de respuesta en catástrofes, los
clínicos de EMDR indican que la experiencia fue positiva y
enriquecedora para ellos tanto a nivel profesional como personal. Se
sienten agradecidos de poder trabajar con los supervivientes en un
momento tan vulnerable de sus vidas y de poder ofrecer servicios
que realmente marquen la diferencia.
PAREJAS
Para ser totalmente feliz, lo único que hace falta es
abstenerse de comparar este momento con otros
momentos del pasado, de los que a menudo no he
disfrutado del todo porque los comparaba con otros
momentos del futuro.
—ANDRÉ GIDE
Terapia marital
Teniendo en cuenta que la terapia EMDR reduce la reactividad, lo
que a su vez tiene un impacto directo en el estilo de apego (p. ej.,
Wesselmann y Potter, 2009), a menudo resulta en cambios en las
interacciones y relaciones del paciente. La terapia de pareja puede
ser una intervención apropiada para ayudar al paciente a integrar
más fácilmente nuevas perspectivas y conductas dentro del contexto
familiar.
Independientemente de los motivos obvios por los que derivar, la
primera sesión conjunta al trabajar con parejas se utiliza para
establecer acuerdos sobre por qué se busca terapia. Si ambos
miembros de la pareja están de acuerdo en que se aman y que el
propósito de la terapia es mejorar o salvar el matrimonio, este
entendimiento se vuelve explícito, y cualquier perturbación futura se
designa como una «demanda de amor». Se establecen acuerdos
con respecto a los temas propios de una terapia familiar adecuada,
es decir, actuar en equipo, decir la verdad, los tiempos de descanso,
etc. La reunión conjunta también permite al clínico evaluar los estilos
de comunicación de la pareja y arbitrar cualquier área problemática
importante. Se utilizan sesiones conjuntas adicionales para valorar
el progreso en la comunicación y la interacción, así como para
continuar el proceso de mediación, si fuese necesario, y para
abordar determinados retos dentro de la relación.
La terapia EMDR se utiliza para reprocesar todo el bagaje
psicológico que se ha ido acumulando a lo largo de los años (es
decir, todos los agravios del tipo «por qué lo hiciste», «cómo
pudiste» y «por qué no lo hiciste»). Estas sesiones pueden ser
sesiones conjuntas en las que el objetivo clínico es permitir que los
miembros de la pareja reaccionen el uno al otro en el presente en
lugar de seguir sobrecargados por el peso del pasado. Al utilizar el
procesamiento EMDR para disipar recuerdos dolorosos del pasado
(p. ej., errores en la crianza de los hijos o falta de apoyo), la pareja
puede lograr una dinámica más sana y dar la importancia adecuada
a los problemas o desacuerdos actuales.
A veces, sin embargo, es preferible llevar a cabo estas sesiones de
reprocesamiento individuales en ausencia de la pareja. Obviamente,
si ambos miembros se han presentado a terapia, es probable que
haya problemas de intimidad y de seguridad que pudieran impedir la
transparencia total del paciente. Si surge un problema doloroso
durante el procesamiento, podría ser preferible que el paciente
pueda seguir adelante sin preocuparse por la reacción de la pareja.
El reto de tener sesiones separadas frente a sesiones conjuntas ha
sido manejado de diversas maneras por diferentes terapeutas.
Algunos ofrecen sesiones conjuntas, en las que se abordan las
cuestiones que surgen durante la sesión. Otros proporcionan
sesiones de procesamiento separadas, intercaladas con sesiones
informativas conjuntas y de terapia de pareja. Otros completan el
procesamiento EMDR con cada cónyuge individualmente, antes de
trabajar en asuntos de pareja en sesiones maritales. El terapeuta
debe determinar qué estructura es más probable que funcione mejor
para una pareja determinada basándose en su conocimiento de la
pareja y su sensación de cómo podrían responder a cada uno de los
enfoques. Además de reprocesar los recuerdos de la pareja de sus
problemas del pasado, es útil hacer diana en los disparadores
presentes que causan perturbación. Un esposo puede darse cuenta
de que el sonido de la voz de su mujer es similar a un tono
particularmente perturbador que su madre usaba habitualmente, y
un gesto del rostro de su marido puede recordar a una mujer la
expresión de su padre durante las palizas de la infancia. Además,
en virtud del condicionamiento de segundo orden, algunas
situaciones actuales que habitualmente provocan el tono o el gesto
problemático pueden ser en sí mismas muy perturbadoras. Teniendo
cuidado de reprocesar los recuerdos y los referentes actuales se
pueden aliviar en gran medida las interacciones disfuncionales
actuales de la pareja. Además, las situaciones del presente que
causan dificultades de forma independiente (p. ej., la esposa que se
queda hasta tarde con sus amigas o el esposo que no le pone la
tapa al tubo de pasta de dientes) también deberían tratarse, para así
disipar las reacciones adversas y explorar las alternativas. En
resumen, el protocolo completo de tres vertientes se debería usar
para abordar el acontecimiento pasado que está contribuyendo a las
interacciones negativas, desactivar los disparadores actuales y
proporcionar la educación y/o el modelado necesarios para
incorporar plantillas positivas de interacciones apropiadas para el
futuro.
La infidelidad
Cuando una pareja se presenta a terapia por las secuelas de una
relación extramatrimonial, el clínico debe asegurarse de evaluar
tanto las causas como las consecuencias del incidente. Además de
implementar el trabajo de terapia de pareja del que hemos hablado
previamente, el clínico debe evaluar a la pareja traicionada por si
existieran síntomas similares al TEPT. La traición de la confianza
puede tener un efecto devastador en la sensación de seguridad de
la pareja en el mundo y en su capacidad para confiar en sus propias
percepciones. Acompañando esto puede haber una variedad de
secuelas congruentes con sentimientos de vulneración. Además,
muchos de estos pacientes presentan síntomas de pensamientos
intrusivos de, por ejemplo, la escena real en la que descubrieron la
infidelidad o escenas imaginarias de la pareja en citas diversas.
Para permitir que sanen las heridas psicológicas de la pareja, se
debe hacer diana en las imágenes intrusivas del cónyuge tan pronto
como sea posible después de que se hayan establecido los
acuerdos apropiados. También se puede hacer diana con más
facilidad en los sentimientos de rabia y dolor generados por la
traición si se ha establecido una cierta seguridad mediante la
aceptación del cónyuge agraviado de la garantía sincera y
arrepentida del infiel de que el affaire ha terminado para siempre.
Una vez que se reprocesan las secuelas del affaire, es necesario
abordar y resolver las causas subyacentes. Como es habitual en el
tratamiento del trauma reciente, a diferencia del procesamiento del
trauma temprano, se trata primero la causa aguda y obvia de los
síntomas. Además de las aplicaciones ya comentadas, la terapia
EMDR se puede utilizar para tratar de aclarar las preocupaciones
actuales que uno u otro miembro de la pareja pueda tener sobre la
continuación del matrimonio y para reprocesar los miedos
disfuncionales que puedan estar dictando decisiones inapropiadas.
En el caso de que uno o ambos miembros de la pareja decidan
poner fin al matrimonio, el clínico también debe utilizar el
procesamiento EMDR para ayudar con la transición. Se ha de hacer
diana en los pensamientos intrusivos y en los sentimientos de rabia,
autodenigración y miedo inapropiados que sienta cualquiera de los
miembros de la pareja. Esto no solo mejorará las circunstancias
actuales, sino que también ayudará a prevenir disfunciones en
futuras relaciones. Además, si hay niños implicados, se deben
reprocesar tan pronto como sea posible los sentimientos negativos
sobre el divorcio de sus padres, incluyendo la autoculpa y el miedo
al abandono.
NIÑOS
Toda la vida es memoria, excepto por el único
momento presente que pasa tan rápido que apenas
puedes atraparlo al pasar.
—TENNESSEE WILLIAMS
Recogida de historia
Durante la fase inicial de elaboración de la historia clínica, es útil
que el clínico se disponga a hablar primero con los padres sobre la
historia y los problemas del niño, sin que el niño esté presente. Esto
permite que los padres hablen libremente, sin generarle ningún
sentimiento perturbador al niño. A continuación, el clínico debe
reunirse con los padres y el niño juntos. Finalmente, los padres
salen de la habitación mientras el niño presenta su versión de la
situación. Este proceso de tres pasos puede permitir que la
autoridad de los padres se transfiera tácitamente al clínico y puede
dar al niño una sensación de ser especial cuando la atención
completa del clínico se dirige exclusivamente hacia él.
En caso necesario, hay muchas estrategias lúdicas disponibles para
ayudar a los niños pequeños a identificar dianas. Los niños pueden
usar bolsas o cajas en las que meter sus dibujos de las «cosas
asquerosas» que han experimentado. Los niños pueden crear
mapas, líneas del tiempo y libros de cuentos sobre sus vidas, a
través de los cuales el clínico puede identificar posibles dianas, así
como posibles recursos. Es importante que los niños con trauma
complejo, tendencias disociativas y/o capacidad reducida de
tolerancia afectiva hayan alcanzado un nivel apropiado de
estabilidad antes de explorar los acontecimientos traumáticos y
desarrollar el plan de tratamiento de EMDR. Además, se ha de
prestar especial atención a la evaluación de las experiencias
disociativas durante las fases iniciales del tratamiento (véase la
descripción del tratamiento del TEPT complejo al final de esta
sección).
Fase de preparación
Durante la fase de preparación, aunque el clínico ha de utilizar el
lenguaje del niño para explicar la terapia EMDR, es preferible
abstenerse de referirse a la terapia EMDR como una cura mágica,
incluso si el niño adopta espontáneamente dicha expresión (p. ej.,
«Es magia») cuando se da cuenta de que se siente mucho mejor.
Más bien, como con todos los pacientes de EMDR, es preferible
darle al niño una sensación de autocuración y autosuficiencia. Si el
terapeuta indica, en cambio, que el poder de eliminar las emociones
negativas recae en el método o en su propia experiencia (p. ej.,
diciendo: «Voy a hacer que desaparezca»), es probable que el niño
se mantenga en un nivel de dependencia e impotencia que será
perjudicial para los objetivos terapéuticos en general.
Antes de intentar focalizar en el material disfuncional, el clínico debe
asegurarse de que el niño pueda pasar de un estado emocional
negativo a uno positivo mediante el uso de un lugar seguro o
cualquier otra estrategia de cambio de estado. Se pueden potenciar
las experiencias de dominio. Por ejemplo, se podría inducir una
sensación de seguridad y calma en el niño a través del uso de la
EBL en el contexto de una experiencia positiva real. El clínico puede
pedirle al niño que recuerde un momento en que tenía el control y se
sentía bien y hacer que se imagine viéndose, sintiéndose y
actuando de manera positiva. A medida que el niño mantiene esta
escena en mente junto con las emociones y el punto donde se
sienten en el cuerpo, se repiten las tandas hasta que el niño se
sienta contento o positivo, como en la escena imaginada. Esta
experiencia positiva permite que los niños confíen en el proceso, ya
que se pueden evocar sentimientos agradables, y se quedan con
asociaciones positivas a la experiencia terapéutica. Como otras
alternativas, se pueden utilizar la caja de arena, el collage, el dibujo
o la pintura para animar al niño a crear un retrato de sí mismo en un
lugar seguro imaginado. Por ejemplo, puede crear y luego centrarse
en una imagen visual de sí mismo en un castillo de cuento de hadas
durante las tandas de movimientos oculares o de golpecitos en las
manos. Si es necesaria más preparación más allá del lugar seguro,
los niños pueden crear sus propios contenedores donde aprenden a
poner todas sus preocupaciones, disparadores, recuerdos
traumáticos, etc. Estos contenedores se pueden crear usando cajas,
bolsas y cosas así.
Algunas de las dificultades con las que los clínicos se suelen
encontrar con los niños pequeños pueden ser debidas a problemas
de concentración y períodos de atención relativamente cortos. Sin
embargo, si se usan lúdicamente los pasos procedimentales de
EMDR, los niños pueden tolerar una sesión completa de cincuenta
minutos. Afortunadamente, pese a su brevedad comparativa, es
probable que dichas sesiones sean terapéuticamente efectivas,
porque los niños parecen responder favorablemente a la terapia
EMDR con mucha rapidez.
Fase de evaluación
Cuando se trabaja con niños, el lenguaje utilizado debe ser
apropiado para su desarrollo. En lugar de pedir la imagen que
representa la peor parte, lontiveros@secardiologia.es los clínicos
pueden preguntar por la parte «más asquerosa» o la imagen más
asquerosa. Durante la fase de evaluación, los niños pueden
transmitir sus historias de diversas maneras. Mientras que algunos
niños pueden ser capaces de contarlas usando muy bien la
comunicación verbal, otros pueden necesitar más ayuda. Se pueden
utilizar dibujos, así como estrategias lúdicas. El clínico puede pedirle
al niño que cree en la caja de arena el recuerdo que se va a
reprocesar. En caso necesario, para reducir la perturbación y crear
una mayor sensación de distancia, el clínico puede pedirle que cree
un mundo o una historia sobre otro personaje. En ese momento, al
seguir los pasos procedimentales de la fase de evaluación, las
preguntas pueden ser acerca de un animal o un muñeco que
represente al niño. Por ejemplo, en lugar de pedirle al niño el
pensamiento negativo asociado con el acontecimiento, el clínico
pregunta: «¿Cuál es el pensamiento confuso que el caballito
tiene sobre sí mismo cuando piensa en el oso (perpetrador) que
le pega?». Este nivel de distancia le permite al niño la libertad de
comunicarse sobre las emociones y la perturbación asociadas con el
recuerdo. Si los clínicos no tienen una caja de arena, se pueden
usar casas de muñecas u otros lugares para que el niño cree la
«historia» de lo que sucedió que fue traumático o adverso.
Cuando se trabaja con niños en edad escolar, es preferible obtener
las cogniciones negativas y positivas en lugar de simplemente
sugerirlas, aunque no estén construidas de forma ideal. El clínico
puede pedir un «pensamiento confuso» o un «pensamiento malo»
para ayudar a provocar la cognición negativa.
Puede ser útil pedir a los niños que elijan sus pensamientos de un
montón de tarjetas con cogniciones negativas y positivas. Puede
funcionar también iniciar una tanda de movimientos oculares
después de pedirle al niño que imagine la escena y responda a
preguntas como «¿Qué pensamientos tienes?» o «¿En qué estás
pensando en el dibujo?».
Mientras que los clínicos habitualmente intentan contribuir a
desarrollar un locus de control interno inicial cuando trabajan con un
paciente adulto, es importante que recuerden que es posible que,
con frecuencia, los niños estén en entornos amenazadores y que,
de hecho, son impotentes. Además, puede que el niño no tenga una
estructura cognitiva bien desarrollada. Por tanto, el clínico debe
ofrecer al niño aproximaciones lo más cercanas posibles a las
afirmaciones de autosuficiencia (p. ej., «Estoy bien» o «Me siento
bien»), sin necesidad de adherirse completamente a las pautas
sobre cogniciones positivas para adultos.
En lugar de obtener el SUD preguntando por el nivel de angustia o
perturbación, el clínico puede preguntarle al niño cómo de
«asqueroso» se siente o cómo es de «perturbador» en una escala
del 0 a 10. Como alternativa, se puede hacer que los niños
pequeños usen sus manos para indicar la magnitud de una
sensación. Por ejemplo, sostener las manos a la altura del pecho,
con los brazos paralelos a los brazos de la silla, puede definirse
como «muy malo/terrible/horrible» o alguna otra palabra que evoque
la experiencia negativa del niño. Juntar las manos puede definirse
como sentirse fenomenal o como sentirse «tan bien como si
estuviese viendo un cachorrito». También se les puede enseñar a
indicar con precisión cualquier cambio en la angustia señalándolos
concretamente; por ejemplo, sostener la mano cerca del suelo
puede indicar un poco de dolor, mientras que una mano sostenida a
la altura de los hombros significa mucho dolor. Otra opción es que el
clínico dibuje en una hoja de papel una línea horizontal con una
carita sonriente en un extremo y una carita llorosa en el otro, y que
le pida al niño que indique dónde se encuentra en la línea. Se han
utilizado con éxito recursos diversos con este fin en el trabajo con
niños traumatizados en muchos países y están disponibles en los
programas de ayuda humanitaria de EMDR (Trauma Recovery;
véase el Apéndice F).
Los niños pueden tener dificultades para proporcionar una
clasificación numérica en la escala VOC. En este caso, utilizando un
enfoque lúdico, el clínico puede recrear la escala de puntos del 1 al
7 en el suelo, para que el niño pueda caminar, brincar o saltar sobre
la escala mientras nota cuánto siente que es cierto el «pensamiento
bueno». Con niños más pequeños, se puede utilizar el mismo
método, pero en lugar de números, el clínico puede utilizar
imágenes con diferentes intensidades del mismo color para
representar la escala VOC.
Puede ser más divertido y más claro para los niños pequeños
identificar sus sentimientos señalando las tarjetas o las caras con
emociones. En caso necesario, hay muchas maneras creativas de
ayudar a los niños pequeños con el proceso de escanear el cuerpo.
Por ejemplo, a un niño se le puede proporcionar el dibujo del
contorno de un cuerpo y se le puede invitar a colorear las partes del
cuerpo donde se experimentan las sensaciones. El niño también
puede poner pegatinas en el cuerpo para representar sentimientos o
imaginar que busca sentimientos con un telescopio.
Entretejidos cognitivos
Aunque la terapia EMDR normalmente avanza con rapidez, el
procesamiento de la información puede bloquearse. Un clínico en
sintonía puede ayudar al niño mediante el uso de entretejidos de
EMDR. Por lo general, los niños tienen menos paciencia y tolerancia
que los adultos para permanecer en un estado afectivo negativo. A
veces puede ser necesario que el clínico le ofrezca al niño un
entretejido relativamente rápido para evitar que se vuelva resistente.
De lo contrario, el niño podría decir: «No quiero hacer esto, solo
quiero jugar». Los entretejidos pueden ser lúdicos: por ejemplo, el
clínico puede invitar al niño a hacer un dibujo de la sensación que
estaba teniendo en el momento en que se atascó el procesamiento
de la información. Si el niño indica sentir «demasiada rabia», se le
puede pedir que solo sienta una «cucharadita» de este sentimiento.
Se le puede preguntar: «Si tú fueras el director de la historia,
¿qué te hubiera gustado hacer o decir?», y luego animarle a
hacerlo. Se le puede invitar a traer poderes especiales para lidiar
con la figura de un abusador o responderle, o a imaginar a su
superhéroe favorito ayudándole o rescatándole.
Debido a su corta edad, los niños a menudo carecen de información
adaptativa pertinente que sería útil para resolver sus recuerdos
traumáticos. El clínico debe estar atento a la necesidad de
entretejidos cognitivos para proporcionar información adecuada. Por
ejemplo, un niño estaba procesando un incidente de abuso físico
junto con la cognición negativa: «Soy malo». El clínico reconoció
que al niño le faltaban conocimientos importantes relacionados con
el comportamiento del perpetrador. Entre tanda y tanda de
movimientos oculares, el clínico afirmó: «Apuesto a que no te has
dado cuenta de que ningún niño merece ser abusado jamás; no
importa lo que haya hecho. Me gustaría que pensaras en eso y
siguieras mis dedos de nuevo». El entretejido era información
nueva para el niño y este pudo alcanzar un nivel SUD de cero
después de unas cuantas tandas más. Se inició la fase de
instalación pidiéndole al niño que tuviera en cuenta el incidente junto
con la cognición positiva: «Soy un buen niño».
Cierre y reevaluación
Algunos niños necesitan un cierre corto al final de la sesión,
mientras que otros pueden necesitar usar el contenedor que crearon
durante la fase de preparación, su lugar seguro y unos minutos
adicionales de juego libre. Las actividades que implican juego, risa y
conexión pueden ser de ayuda al final de las sesiones de EMDR.
Los niños pueden elegir que los padres se impliquen en actividades
tales como soplar y hacer estallar pompas de jabón, cantar o jugar
con arcilla.
Para la fase de reevaluación, los terapeutas pueden proporcionar a
padres y niños escalas para monitorizar los cambios en conductas y
síntomas al comienzo de cada sesión. Se puede hacer diana en los
cambios positivos y las experiencias de dominio indicadas y
fortalecerlas. También se les puede pedir a los padres que traigan
por escrito cualquier cambio positivo o dificultad que hayan
observado, para prevenir situaciones con aquellos que tienden a
destacar lo problemático del niño en su presencia, creando
potencialmente un tono negativo antes incluso de que comience su
procesamiento. Como alternativa, se puede hacer una reunión breve
con los padres uno a uno antes de traer al niño a la consulta.
Discapacidad intelectual
Se sabe que las personas con una discapacidad intelectual (DI; CI
de 85 o menos) presentan tasas relativamente altas de exposición a
traumas y acontecimientos adversos de la vida, que pueden incluir
acoso escolar; abuso sexual, emocional y físico; problemas
médicos, cirugías y tratamientos; divorcio de los padres y
emplazamiento fuera del hogar. Además, también carecen de
recursos de afrontamiento, lo que impide el proceso natural de
recuperación. Esta combinación los hace particularmente
vulnerables a desarrollar TEPT y otros trastornos de salud mental
relacionados con el trauma y el estrés. Se presupone que, en un
individuo con una DI, estos trastornos no se manifiestan de forma
atípica, sino que son congruentes con la edad de desarrollo del
individuo. En niños con una DI de leve a límite (CI 50-85), por
ejemplo, esto se ha demostrado a través de una entrevista fiable y
válida para evaluar el TEPT (Mevissen, Didden y De Jongh, 2016a;
Mevissen, Didden, Korzilius y De Jongh, 2016b). Aunque se espera
que los trastornos relacionados con trauma y factores estresantes
sean habituales en personas con DI, generalmente no se
diagnostican ni se tratan lo suficiente, debido probablemente a una
mala interpretación de los síntomas. En la práctica clínica, (1) los
síntomas del trauma en forma de problemas conductuales y
emocionales graves pueden interpretarse erróneamente como
pertenecientes a la propia DI, lo que se denomina «diagnóstico
eclipsado», o (2) los síntomas del trauma pueden interpretarse
erróneamente como características de otros trastornos psiquiátricos
como los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, del espectro
autista (TEA), por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), de
conducta o los trastornos psicóticos. Como consecuencia, el
tratamiento es frecuentemente inapropiado o simplemente no se
ofrece.
La terapia EMDR parece ser segura y aplicable para individuos con
varios niveles de DI. Dado que las características clave de sus
recuerdos no procesados son las emociones y las sensaciones
físicas en lugar de los pensamientos complejos, la terapia EMDR a
menudo produce efectos positivos rápidos y sorprendentes en sus
síntomas de estrés postraumático y en su bienestar (Mevissen,
Didden, Korzilius y De Jongh, 2017). La terapia EMDR no se basa
en exposiciones frecuentes y prolongadas a estímulos relacionados
con el trauma y no requiere ninguna tarea o práctica fuera de las
sesiones que, de otro modo, podrían presionar a la persona y a sus
cuidadores. Junto con sus componentes no verbales, la terapia
EMDR es adecuada para niños y adultos con DI.
Es fundamental que las instrucciones sobre cómo activar el
recuerdo del trauma y el apoyo proporcionado al individuo durante el
procesamiento se ajusten al nivel de desarrollo de la persona y se
correspondan con las variaciones del protocolo infantil EMDR
descritas previamente en esta sección. También es importante que
el terapeuta mantenga una actitud directiva, que simplifique y repita
sus instrucciones, que utilice señales visuales y que asigne
suficiente tiempo para el tratamiento. Dado que las personas con DI
necesitan apoyo prolongado de otras personas independientemente
de su edad cronológica, es importante involucrar a los padres,
cuidadores, miembros de la familia u otras personas de confianza en
la terapia. Estos seres queridos pueden motivar y tranquilizar al niño
y son una importante fuente de información para el terapeuta. Al
adherirse estrechamente al proceso terapéutico, la persona de
confianza puede apoyar las oportunidades de cambios positivos en
la vida diaria, como fomentar la independencia, en lugar de
mantener modos de protección que ya no son necesarios después
de un buen procesamiento de los recuerdos traumáticos. En el caso
de capacidades verbales y/o cognitivas muy limitadas, se puede
aplicar un método de narración de historias (Lovett, 1999) para
identificar y procesar los recuerdos diana, en cuyo caso la persona
de confianza puede asumir el papel de coterapeuta.
Seguridad y estabilización
Las adicciones con frecuencia comienzan en la adolescencia, una
época en la que se supone que los pacientes están aprendiendo
habilidades sociales, interpersonales y de gestión de vida. Por lo
tanto, es importante identificar e instalar recursos positivos que a
menudo necesitan los adultos que luchan contra la adicción, como
empoderamiento, determinación, honestidad, valía y aceptación.
También es útil desarrollar e instalar un «estado de objetivo
positivo» (Popky, 2005), en el que el paciente imagina un momento
en un futuro próximo en el que ya no habrá interés en la adicción:
«¿Qué estará haciendo en su lugar? ¿Cómo se comportará y se
sentirá?». Imaginar una experiencia de un futuro sobrio que sea
alcanzable y realista ayuda a desarrollar una red adaptativa. Si los
pacientes no pueden imaginar su propia película, los clínicos
pueden ayudarles contándoles las historias de otras personas.
A menudo se hace referencia a la adicción como «estrategia de
regulación afectiva». Por tanto, se recomiendan procedimientos de
preparación adicionales (p. ej., enseñar alternativas de
afrontamiento seguras y habilidades conscientes de gestión
afectiva) antes de comenzar a reprocesar el trauma. Existen varios
programas de tratamiento orientados a grupos, incluida la terapia
dialéctica-conductual (DBT, por sus siglas en inglés) (Linehan, 1993)
y Seeking Safety (Najavits, 2002), que se han combinado de manera
eficaz con la terapia EMDR en diversos entornos. Una de estas
integraciones ocurrió en un programa del tribunal de drogas en el
que se ofreció el programa Seeking Safety a delincuentes adictos y
no violentos con una historia de trauma, seguido de terapia
individual EMDR voluntaria. Se indicaron mejores resultados del
programa, tales como mayores tasas de graduación y menor
reincidencia después del mismo, en aquellos que también
completaron la parte de la terapia EMDR (Brown et al., 2015; véase
el Capítulo 12).
Los tiempos del tratamiento
La mayoría de los clínicos están de acuerdo en que es necesario un
cierto nivel de estabilidad para lograr un trabajo de trauma
significativo. Sin embargo, es posible que muchos pacientes nunca
se mantengan limpios y sobrios, a menos que se elimine parte de la
carga emocional de su pasado traumático (Zweben y Yeary, 2006).
Parece que el trauma no procesado «empuja» la adicción, mientras
que el recuerdo eufórico y otros estados afectivos gratificantes
«arrastran» a la persona hacia la conducta (Khantzian, 1985; Knipe,
2015; Müller, 2013). La mejor manera de entrar en el trabajo de
trauma sería si, antes de empezar a destapar las perturbaciones
subyacentes, hubiese un período de sobriedad, un sistema de
apoyo sólido y la capacidad de demostrar alternativas más
saludables que se hubieran acordado. Sin embargo, la mayoría de
los terapeutas EMDR que se especializan en adicciones creen que
la sobriedad se alcanza y se mantiene mejor a largo plazo si se
empieza a tratar el trauma no resuelto de la persona tan pronto
como sea posible en el tratamiento. Aunque se necesita
investigación controlada en este terreno, se propone que una vez
que se reprocesan los recuerdos traumáticos perturbadores con la
terapia EMDR, dejarán de contener la angustia física, emocional o
cognitiva que contribuyó a la adicción en primer lugar (Brown et al,
2015; Cox y Howard, 2007; Knipe, 2015; Kullack y Laugharne, 2016;
McLaughlin, McGowan, Paterson y Miller, 2008; Shapiro, Vogelman-
Sine y Sine, 1994), reduciendo así el riesgo de recaída. No todos los
trastornos psiquiátricos son potencialmente mortales, pero dado que
el uso y abuso de sustancias puede serlo, se recomienda que la
terapia EMDR para el abuso de sustancias se administre como un
modelo por fases dentro del protocolo estándar establecido de ocho
fases, de modo similar a cómo se administra con otros trastornos
traumáticos complejos, tales como la disociación clínicamente
significativa. Como se ha indicado previamente, solo deben usar la
terapia EMDR con esta población los profesionales con formación
especializada y supervisados por aquellos que tengan experiencia
en ambos campos clínicos (EMDR y adicción), así como en trauma
complejo.
Exposición
La exposición interrumpida con pacientes que han sido
minuciosamente preparados para la experiencia se considera un
elemento procedimental importante del procesamiento EMDR.
Como se revisó en el Capítulo 1, normalmente se considera que el
componente activo principal en los tratamientos cognitivo-
conductuales del TEPT son las diversas formas de exposición
(Schnyder y Cloitre, 2015). Por ejemplo, la terapia de exposición
prolongada (EP), que se basa en los principios del aprendizaje por
extinción, ha demostrado ser un medio sistemáticamente eficaz para
tratar el TEPT (Powers, Halpern, Ferenschak, Gillihan y Foa, 2010).
La extinción ocurre cuando se presenta repetidamente un estímulo
condicionado (EC) sin la presencia del estímulo incondicionado (EI).
La exposición imaginaria se basa en los principios del aprendizaje
por extinción, en cuanto a que se confronta repetidamente al
paciente con el recuerdo del trauma (EC) en ausencia del
acontecimiento traumático (EI). Parece que cuanto mayor sea la
reducción de la angustia ante el recuerdo del trauma a lo largo de
las sesiones, mejores serán los resultados del tratamiento del TEPT
basado en la exposición (Bluett, Zoellner y Feeny, 2014). Las tareas
para casa imaginarias e in vivo también se utilizan diariamente como
parte integral del tratamiento.
Las comparaciones directas de la EP y la terapia EMDR con
sobrevivientes de trauma (véase la sección sobre el TEPT en
adultos) han indicado efectos comparables logrados con menos
sesiones de tratamiento EMDR y sin tareas. Además, una
comparación directa de las sesiones iniciales de procesamiento
EMDR y EP en un ECA (Rogers et al., 1999) demostró diferentes
patrones de respuesta, con reducciones significativas de la angustia
con EMDR y un aumento en la condición de EP. También se
reportaron mayores reducciones de la angustia con el tratamiento
EMDR en el análisis de la primera sesión de otro ECA (Ironson et
al., 2002). Por tanto, aunque la exposición es ciertamente un
elemento necesario del tratamiento EMDR, no es suficiente como
explicación única de la rapidez de los resultados obtenidos.
La terapia EMDR es un enfoque integrado que contiene muchos
elementos además de la exposición interrumpida. No obstante, la
preparación del paciente por parte del clínico, que aumenta su
capacidad para mantener el contacto con la experiencia imaginativa
perturbadora, y la alternancia de dosis cortas de exposición con
información cognitiva son aspectos muy importantes del tratamiento
EMDR. Los resultados de esta exposición alternada para niveles
altos de perturbación son contrarios a los pronosticados por el
modelo estándar de extinción/habituación que rige las terapias de
exposición prolongada (véase Chemtob, Tolin, Van der Kolk y
Pitman, 2000; Rogers y Silver, 2002). De hecho, aunque algunos de
los primeros analistas anticiparon que los efectos del EMDR se
deben únicamente a la exposición tradicional (p. ej., Lohr, Tolin y
Lilienfeld, 1998; McNally, 1999), Boudewyns y Hyer (1996, p. 192)
han señalado: «En la terapia de exposición estricta, el uso [de una
gran cantidad de componentes esenciales del tratamiento EMDR] se
considera contrario a la teoría. La información previa también
encontró que los terapeutas y los pacientes prefieren este
procedimiento sobre el procedimiento más directo de exposición»
(véase también Pitman et al., 1996a).
Boudewyns y Hyer (1996) señalan que la terapia EMDR sirve para
estructurar los procedimientos en los que el paciente pasa de la
exposición a la metacomunicación, de vuelta a la exposición y de
vuelta luego a la metacomunicación. Rennie (1994) identificó un
proceso similar como el «mejor» en la narrativa psicoterapéutica. De
esta forma, el paciente pasa de la posición de no
reflexivo/participante a reflexivo/observador, creando así una
interacción entre los diálogos interno y externo. Las razones
fisiológicas exactas para el éxito de este tipo de régimen de
exposición están, sin embargo, más allá del alcance de este texto,
excepto por las conjeturas con base clínica que se describen más
adelante (para un análisis exhaustivo, véase Rogers y Silver, 2002).
Sin embargo, los rápidos efectos del tratamiento documentados en
numerosos estudios, que incluyen la eliminación del TEPT de
trauma único en 4,5 horas de tratamiento (p. ej., Marcus et al., 2004;
Wilson et al., 1997), indican que otros aspectos de EMDR también
son responsables de su éxito. En las siguientes secciones, se
exploran algunos de los factores que puede que contribuyan a la
efectividad de la terapia EMDR.
Dominio percibido
Cuando se inaugura el procesamiento activo, se fomenta un sentido
de dominio percibido (Bandura, 1977, 2000; Seligman, 1995) y
estabilidad mediante el uso de varios elementos procedimentales
(Hyer y Brandsma, 1997). Por ejemplo, los pacientes reciben ayuda
para la repetida creación y rechazo de sus imágenes traumáticas,
acciones que pueden aportarles un sentido de dominio en su
habilidad para limitar y manipular mentalmente los estímulos
internos perturbadores. Esta nueva capacidad de restringir y
controlar mentalmente los estímulos internos perturbadores puede
cumplir una función importante. Las investigaciones sugieren que la
percepción de la falta de capacidad para controlar los síntomas
intrusivos aumenta la gravedad de la angustia (Benight y Bandura,
2004; Ehlers, Mayou y Bryant, 1998). Además, centrar la atención
en el material perturbador durante cortos períodos de tiempo,
mientras se escuchan afirmaciones terapéuticas tranquilizadoras del
clínico y se toma conciencia de la seguridad del contexto clínico,
puede fomentar el contracondicionamiento. Como mínimo, las
breves ráfagas de atención del paciente a los recuerdos
traumáticos, junto con la tranquilidad que aporta el terapeuta,
proporcionan un contexto terapéutico que ofrece los beneficios de la
exposición repetida, una condición antitética a la reacción de
evitación que es parte de la patología y la mantiene.
Reestructuración cognitiva
Ayudar a los pacientes a identificar las autoevaluaciones negativas
derivadas del suceso traumático puede permitirles percibir su
irracionalidad y reconocer el impacto del acontecimiento en su
autoconcepto actual. La reestructuración y el replanteamiento
inherentes a la formulación de cogniciones positivas han sido
reconocidos desde hace mucho tiempo como medios para apoyar el
proceso terapéutico (Beck, 1967; Ellis, 1962; Meichenbaum, 1977;
Young, 1999; Young et al., 2002) y pueden facilitar además el
procesamiento de la información forjando una asociación preliminar
con información más adaptativa que contradice la experiencia
negativa. La cognición positiva también sirve para aumentar la
conciencia del paciente de su distorsión cognitiva y le ofrece una
«luz al final del túnel», animándolo y motivándolo, por tanto, a
persistir con el tratamiento. Durante el procesamiento EMDR, los
pacientes suelen expresar espontáneamente revelaciones
cognitivas, y la fase de instalación está estructurada para consolidar
dichas percepciones. Para muchos pacientes, hay un cambio
profundo en el autoconcepto, al integrar la autoaceptación con
nuevas percepciones positivas y realistas del yo.
Asociación libre
A los pacientes se les indica simplemente que noten sus
experiencias internas y, al final de cada tanda de EBL, se les
pregunta: «¿Qué te llega ahora?». Esto automáticamente trae a la
mente información nueva. Se hace diana en ella por orden de
aparición. Puede que los pacientes pasen muy poco tiempo
expuestos a los detalles del trauma que presentan y, en cambio,
puede que vayan pasando de forma secuencial por material
relacionado. Esta focalización sucesiva puede ser una manera
mucho más efectiva de acceder al material angustioso más
relevante que el procedimiento (usado en la desensibilización
sistemática o en la terapia de exposición) de regresar repetidamente
a la imagen traumática inicial (véase Rogers y Silver, 2002). La libre
asociación parece garantizar que se acceda a los aspectos más
destacados de toda la red de memoria y se procesen. Claramente,
este es un aspecto de la terapia bien reconocido en la tradición
psicodinámica (Wachtel, 2002).
Mindfulness
Inicialmente se incluyeron las instrucciones «Deja que pase lo que
tenga que pasar» y «Simplemente nota» el trauma y la
perturbación acompañante (Shapiro, 1989a, 1989b), con el fin de
reducir las características de la demanda. Parece que estas
instrucciones ayudan al paciente a mantener una sensación de
seguridad actual y permiten que los procesos internos funcionen sin
interferencias. Pueden aumentar los beneficios terapéuticos al
contrarrestar la tendencia del paciente a tener miedo al miedo, una
inclinación que puede contribuir a una continua angustia e inhibir los
efectos del tratamiento. La investigación ha determinado que las
reacciones negativas a los síntomas aumentan la gravedad de los
mismos (Ehlers et al., 1998; Segal et al., 2006) y pueden interferir
con el procesamiento de información. Es interesante notar que este
desarrollo de una postura estabilizada de observador en EMDR es
característico de una variedad de prácticas meditativas orientales
(Kabat-Zinn, 1990; Krystal et al., 2002) y parece similar a la
«atención plena» o mindfulness de la terapia dialéctica conductual
(Linehan, 1993) y la «aceptación radical» de la terapia de
aceptación y compromiso (Hayes, Wilson y Strosahl, 1999).
La importancia de este aspecto de la terapia EMDR fue enfatizada y
expresada por Servan-Schreiber (comunicación personal, 2 de
diciembre de 2000) en relación con el marco teórico de Teasdale y
sus colegas (Teasdale y Barnard, 1993; Teasdale, 1999), quienes
desarrollaron un marco de trabajo que define cómo los diferentes
«estados de ánimo» pueden facilitar o, por el contrario, dificultar el
procesamiento de la información emocional hasta el punto de
resolución. En la descripción de su teoría de «subsistemas
cognitivos interactivos», Teasdale y Barnard (1993) y Teasdale
(1999) establecieron distinciones entre «exteriorizar emociones sin
sentido», «conceptualizar/hacer» y «experiencia consciente/ser
consciente» como tres de los estados dominantes que pueden ser
evocados durante una psicoterapia. En el modo de exteriorizar
emociones sin sentido, los pacientes están «inmersos en, e
identificados con, sus reacciones afectivas, con poca
autoconciencia, exploración interna o reflexión» (Teasdale, 1999, p.
568). Los estudios sobre el proceso psicoterapéutico (Carryer y
Greenberg, 2010; Greenberg y Safran, 1987) sugieren que dichas
experiencias en terapia predicen malos resultados. La investigación
ha indicado que aquella terapia que evoca el cultivo de la conciencia
consciente puede desconectar dichos efectos de reactividad
negativa (Kuyken et al., 2010).
Podría ser que parte de la eficacia de la terapia EMDR surja de su
capacidad de evocar exactamente el equilibrio justo entre (1) volver
a experimentar las perturbaciones emocionales y lograr una postura
de «observador» sin juicio con respecto a la emoción y (2) el flujo de
asociaciones somáticas, afectivas, cognitivas y sensoriales que
surgen cuando esta postura se mantiene continuamente durante
treinta segundos o durante minutos, sin interrupciones ni por parte
del terapeuta ni causadas por un nivel excesivo de activación.
Además de las instrucciones descritas anteriormente, puede ser que
la EBL aleje la atención del paciente del material perturbador lo
suficiente como para impedir que exteriorice emociones sin sentido
y que se exceda «conceptualizando/haciendo» y, por tanto, casi
obliga al paciente a estar en un modo de «experiencia consciente»
al procesar el material perturbador. Cada sesión de procesamiento
EMDR, por tanto, consistiría en experiencias repetidas y frecuentes
de este modo de procesamiento, guiadas por el control del terapeuta
del flujo de la sesión y facilitadas por la estimulación sensorial
aplicada con cada tanda de EBL.
INVESTIGACIÓN NEUROFISIOLÓGICA
Las investigaciones sobre los concomitantes neurobiológicos de los
efectos del tratamiento EMDR han crecido rápidamente en las
últimas dos décadas. Para facilitar la comprensión conceptual de los
lectores que carecen de conocimientos de neurofisiología, recluté a
un neurocientífico que actualmente lleva a cabo investigaciones en
esta área, Marco Pagani (Pagani et al., 2007, 2011, 2012, 2015;
Pagani, Högberg, Fernández y Siracusano, 2013), para que
analizase lo que se conoce en la actualidad. En el Apéndice D figura
una lista de los estudios de referencia con comentarios. En los
últimos años, la conciencia de la importancia de la neuroimagen a la
hora de explicar la neurobiología de diversas psicoterapias ha
crecido de manera constante. Con respecto a la terapia EMDR, la
neuroimagen, así como la investigación psicofisiológica, se ha
centrado principalmente en su mecanismo de acción,
particularmente en los cambios cerebrales que ocurren durante y
después del procesamiento EMDR. Gran parte de esta investigación
se ha dirigido a comprender los efectos de los MO bilaterales
repetitivos, que normalmente se consideran un componente activo
del tratamiento EMDR y una diferencia que distingue entre EMDR y
las psicoterapias de exposición estándar y centradas en el trauma.
Como se indicó anteriormente, se ha demostrado que durante la
fase de MO de las sesiones de procesamiento EMDR, la activación
relacionada con el estrés está asociada con cambios en los
patrones respiratorios y disminuciones en la frecuencia cardíaca y la
conductancia de la piel (p. ej., Elofsson et al., 2008; Barrowcliff et al.,
2003; Sack et al., 2008; Schubert et al., 2011). Estos efectos son
congruentes con la actividad autónoma en la que la acción del
sistema nervioso parasimpático aumenta en relación con el
funcionamiento simpático. En general, los estudios indican que el
procesamiento EMDR genera una respuesta somática específica de
desactivación, posiblemente como resultado de cambios corticales y
subcorticales centrales asociados con los MO e impulsados por la
actividad autónoma (Wilson et al., 1996; Kapoula et al., 2010).
Véase en el Apéndice D una lista comentada de los estudios que
investigan los mecanismos de acción.
Como alternativa, se ha concluido que los MO mejoran la interacción
interhemisférica, facilitando así la recuperación de recuerdos
episódicos (Christman et al., 2003; Christman, Propper y Brown,
2006; Parker et al., 2009). En esta línea, una investigación
electroencefalográfica (EEG) durante los MO en controles sanos
(Propper et al., 2007), que limitó los análisis a un par de electrodos
colocados en la corteza prefrontal, encontró una disminución de la
coherencia interhemisférica en la corteza prefrontal anterior. Los MO
facilitaron la memoria episódica y fomentaron la consolidación de
recuerdos traumáticos, lo que dio lugar a una disminución de las
intrusiones del recuerdo. Sin embargo, otra investigación de EEG
(Samara, Elzinga, Slagter y Nieuwenhuis, 2011) arrojó dudas sobre
la hipótesis de la interacción interhemisférica, en la cual no se
encontró evidencia de que los MO alterasen la coherencia
interhemisférica o estuvieran correlacionados con mejoras a la hora
de rememorar. Más recientemente, investigaciones adicionales de
EEG que registraron la actividad cerebral de todo el pericráneo no
encontraron ninguna alteración en la conectividad interhemisférica.
Pagani et al. (2012) informaron de una disminución de la
conectividad intrahemisférica durante la EBL entre las cortezas
cingulada posterior izquierda y cingulada prefrontal anterior en la
banda gamma en comparación con los controles. Farina et al.
(2015) encontraron un incremento de la coherencia en la banda beta
entre la corteza parietal izquierda y la corteza temporal en pacientes
después de EMDR. Estos cambios de conectividad interregional
explican la desconexión de las redes patológicas y de la
reconstitución de circuitos fisiológicos multisensoriales después de
una terapia EMDR eficaz.
Se ha postulado además (Stickgold, 2002) que el supuesto reflejo
de orientación putativo obtenido por los MO causa cambios
electrocorticales similares a los de la fase REM del sueño en la que
se produce la consolidación de la memoria. Durante la terapia
EMDR, dicho estado promovería la reorganización,
contextualización y adaptación de recuerdos autobiográficos
traumáticos y/o emocionalmente cargados desde un nivel
subcortical hasta las redes semánticas a nivel cortical. Este modelo
ha sido respaldado por evidencias de que EMDR mejora la calidad
del sueño y disminuye la activación simpática, ayudando así a
restaurar los patrones normales de sueño que están fuertemente
ligados a las fases REM (Raboni et al., 2014). Además, con base en
hallazgos neurobiológicos, se sugirió recientemente que la
estimulación bilateral produce inicialmente una respuesta
electrofisiológica similar a la que ocurre durante el sueño de onda
lenta (SWS, por sus siglas en inglés). Esto a su vez iniciaría el paso
de los recuerdos traumáticos hacia el neocórtex, causando una
inmediata sensación de relajación y reducción de la viveza (Pagani
et al., en prensa), seguida de la integración del recuerdo, típica del
estado REM.
Se han utilizado diversas técnicas de neuroimagen para llevar a
cabo investigaciones neurobiológicas, entre ellas: resonancia
magnética estructural (RM), resonancia magnética funcional (RMf),
tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT, por
sus siglas en inglés), espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS,
por sus siglas en inglés) y electroencefalografía (EEG). La mayor
contribución de las investigaciones de RM a nuestra comprensión de
los efectos de la terapia EMDR ha sido la revelación de los cambios
anatómicos que ocurren en pacientes con TEPT como resultado del
tratamiento. En el TEPT, el modelo fisiopatológico propone que
cuando se revive el trauma, los síntomas son el resultado de un
desequilibrio entre la hiperactivación de las regiones subcorticales,
como la amígdala y el hipocampo, y la falta de control ejercida por la
corteza frontal sobre dichas regiones hiperactivadas. Dos estudios
de RM reportaron que una terapia EMDR eficaz dio lugar a cambios
anatómicos en la amígdala y el hipocampo, lo que indica la
reversión de la tendencia a la atrofia de estas estructuras en
condiciones estresantes (Laugharne et al., 2016; Bossini et al.,
2011, 2017). Otros análisis estructurales encontraron que EMDR dio
como resultado un cambio en la topología de la red cerebral en el
giro parahipocampal (Bossini et al., 2017; Jung et al., 2016) y el
tálamo (Bossini et al., 2017), posiblemente aumentando la
comunicación entre las estructuras subcorticales y corticales, y
facilitando el procesamiento del trauma y la desaparición de los
síntomas (Jung, Chang y Kim, 2016).
Se encontraron diferencias en la materia gris antes del tratamiento
entre los pacientes que más tarde respondieron al tratamiento
EMDR y los que no (Nardo et al., 2010). Nuevamente, se encontró
que el volumen de la amígdala, el hipocampo y otras estructuras
límbicas era significativamente menor al inicio en los que no
respondieron a EMDR que en los que sí respondieron. Aunque la
muestra era escasa y el número de sesiones limitado, es probable
que la atrofia cortical relativamente más severa causada por la
liberación de cortisol de larga duración en el grupo anterior de
pacientes con TEPT explicara el fracaso de la terapia debido a la
falta de conectividad cerebral interregional necesaria para la
integración y adaptación del recuerdo. Sin embargo, en un estudio
longitudinal usando RM estructural se encontró que en cuatro
grupos de lóbulos frontales la materia gris aumentó después de la
terapia EMDR en el grupo de recuperación en comparación con el
grupo en lista de espera (Boukezzi et al., 2017). Una investigación
reciente de RMf (Landin-Romero et al., 2013) encontró que la
mejoría de los síntomas después de la terapia EMDR en un paciente
con trastorno bipolar estaba asociada con la normalización de uno
de los sistemas de conectividad cerebral más importantes, conocido
como «red del modo por defecto», que se activa en reposo durante
la actividad mental autodirigida y es susceptible de sufrir
alteraciones en pacientes traumatizados con este trastorno.
Cuatro investigaciones de neuroimagen funcional realizadas con
SPECT reportaron normalizaciones del flujo sanguíneo en las
estructuras límbicas implicadas en el TEPT después de una terapia
EMDR eficaz (Levin et al., 1999; Oh y Choi, 2004; Lansing et al.,
2005; Pagani et al., 2007). Aunque los estudios eran muy
heterogéneos en cuanto a tipo de trauma, síntomas y número de
sujetos, todos demostraron que la desaparición de los síntomas
estaba asociada con un aumento de la activación de las regiones
frontales y un descenso en las subcorticales. Una de estas
investigaciones señaló que la falta de respuesta a EMDR estaba
relacionada con una persistente hiperactivación anormal del
hipocampo, el giro fusiforme y la corteza visual, y la hipoactivación
de la corteza frontal lateral, lo cual daba como resultado la
continuación de los síntomas en forma de recuerdos intrusivos,
imágenes del trauma y alucinaciones, respectivamente, procesados
en dichas regiones aún hiperactivadas (Pagani et al., 2007).
Recientemente, el progreso más alentador en la comprensión del
impacto neurobiológico del procesamiento EMDR y sus mecanismos
de acción ha provenido de estudios realizados mediante RMf, NIRS
y EEG antes y después de las sesiones de terapia, así como
durante la EBL. En una reciente investigación con RMf en sujetos
sanos, Herkt et al. (2014) observaron un efecto amplificador de la
estimulación auditiva bilateral sobre la hiperactivación de la
amígdala y la hipoactivación del lóbulo frontal durante una
estimulación emocional negativa intensa. Este último efecto
neurobiológico replica la actividad reducida de la corteza prefrontal
durante la rememoración relacionada con el trauma con MO, que se
encontró en un estudio de NIRS (Ohta ni, Matsuo, Kasai, Kato y
Kato, 2009). Estos cambios en la activación de la corteza límbica
sugieren la presencia de un mecanismo de control cognitivo
mejorado durante la estimulación bilateral. De acuerdo con estos
hallazgos, un estudio de la NIRS con participantes sanos encontró
que el surco temporal superior se hiperactivaba cuando la
estimulación táctil bilateral ocurría mientras se rememoraban
recuerdos placenteros (Amano y Toichi, 2016a) y se hipoactivaba
cuando se hacían MO mientras se revivían sucesos traumáticos
(Amano y Toichi, 2016b). Estos estudios subrayan la importancia de
esta estructura en el procesamiento de recuerdos, así como el
efecto neurobiológico neto de todas las técnicas de estimulación
bilateral.
Se obtuvieron resultados similares en una serie de investigaciones
de EEG en las que la hiperactivación subcortical asociada con la
fase sintomática del TEPT se normalizó después de una buena
terapia EMDR en la que los MO sirvieron como EBL (Pagani et al.,
2011, 2012, 2015; Trentini et al., 2015). Estos cuatro estudios se
realizaron con diferentes grupos de pacientes cuyos EEG se
monitorizaron durante los MO y la exposición al trauma. Los
resultados después del procesamiento EMDR revelaron un cambio
altamente significativo de la activación desde las regiones corticales
y subcorticales (es decir, la amígdala y la corteza orbitofrontal) con
alta valencia emocional hasta las regiones corticales (es decir, la
corteza asociativa multimodal) en las que se procesan las funciones
cognitivas y asociativas. Además, estos estudios confirmaron los
hallazgos de un estudio previo realizado por Harper et al. (2009),
que indicó que durante la estimulación bilateral, las señales del EEG
imitan las registradas durante la fase de sueño de ondas lentas en la
que se transfieren la información y los recuerdos a las áreas
neocorticales, donde se fortalecen durante el sueño REM. Estos
resultados parecen proporcionar apoyo neurobiológico a las teorías
de la memoria de trabajo y de la respuesta de orientación (véase un
análisis detallado en las siguientes secciones). De hecho, la
respuesta de relajación y la reducción de la fuerza y viveza de las
memorias traumáticas experimentadas durante el procesamiento
EMDR pueden estar asociadas con un estado similar al REM en el
que la estimulación bilateral reproduce las condiciones
neurofisiológicas favorables para la integración de la memoria
episódica en las redes de memoria asociativas del neocórtex. En
este sentido, uno de los objetivos más importantes de las futuras
investigaciones será tratar de revelar los cambios reales que
ocurren en el sistema nervioso central durante todas las fases de la
terapia EMDR, incluida la instalación de cogniciones positivas. Esto
implicaría (1) evaluar sistemáticamente las activaciones corticales y
subcorticales durante las sesiones de EMDR, tanto con estimulación
bilateral como sin ella; (2) investigar los cambios en la fisiopatología
del sueño que tienen lugar antes y después de la terapia; y (3)
correlacionar la neuropsicología de los pacientes con los cambios
clínicos y neurobiológicos.
En conjunto, todos los estudios fisiológicos y neurobiológicos
convergen al describir una reducción significativa de la activación
simpática y de la hiperactivación límbica subcortical durante la
terapia EMDR, específicamente durante los períodos de
estimulación bilateral. Esto sugiere que dichos cambios indican que
la normalización de la actividad cerebral está relacionada con
regulación emocional, relajación y emociones positivas u otras
respuestas fisiológicas asociadas con la estimulación bilateral de la
terapia EMDR (véase también Pagani et al., 2013).
ANÁLISIS DE COMPONENTES
FUTURAS INVESTIGACIONES
Niños
La evidencia empírica respalda la terapia EMDR como tratamiento
efectivo para el trauma en todas las etapas de la vida (p. ej., OMS,
2013), aunque los procedimientos deben, por supuesto, ser
apropiados desde el punto de vista del desarrollo cuando se aplican
a los niños (véase el Capítulo 11). De hecho, el tratamiento ha
demostrado tener éxito con niños a partir de los dos años (Hensel,
2009). En el momento de escribir este artículo, nueve ECA han
informado de efectos positivos del tratamiento EMDR en niños
traumatizados (véase Apéndice D; Shapiro, Wesselmann y
Mevissen, 2017). En cuatro de esos estudios, la terapia EMDR se
comparó con la terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma
(TCC-CT), y en tres ECA se demostró que el tratamiento exitoso de
los niños requería menos sesiones de EMDR (De Roos, Greenwald,
Den Hollander-Gijsman, Noorthoorn, Van Buuren et al., 2011; De
Roos, Van der Oord, Zijlstra, Lucassen, Perrin et al., 2017;
Jaberghaderi, Greenwald, Rubin, Dolatabadim y Zand, 2004). En el
tercer ECA (Diehle, Opmeer, Boer, Mannarino y Lindauer, 2014), se
informó de igual efectividad en un número equivalente de sesiones.
Un metaanálisis concluyó que la terapia EMDR (en comparación con
los grupos de control sin tratamiento o con la terapia habitual) redujo
sustancialmente los síntomas de TEPT en niños de cuatro a
dieciocho años de edad (Rodenburg et al., 2009). Los autores
señalaron además que, en comparación con la TF-CBT, ambas
fueron efectivas, aunque el tratamiento EMDR añadió «un valor
incremental pequeño pero significativo» (p. 604) en la reducción de
los síntomas de estrés traumático.
Otros dos ECA evaluaron a niños con problemas de conducta y
recuerdos perturbadores. En un estudio de Soberman, Greenwald y
Rule (2002), los niños en tratamiento residencial o diurno que
mostraban problemas de conducta y síntomas de estrés traumático
fueron asignados aleatoriamente a una condición de control de
«tratamiento habitual» (TAU, por sus siglas en inglés) o a una
condición de TAU más tres sesiones de EMDR centrada en el
trauma. En comparación con el grupo de control, el grupo EMDR
mostró una disminución marcada y estadísticamente significativa en
la angustia relacionada con el recuerdo en el post-test, y en un
seguimiento a los dos meses, se informó de una reducción marcada
y significativa de los problemas conductuales. En otro ECA
(Wanders, Serra y de Jongh, 2008), los niños que sufrían de
problemas de conducta y autoestima fueron asignados al azar a
cuatro sesiones de terapia EMDR o TCC con el fin de tratar sus
recuerdos angustiosos. Los informes de los padres, tutores y niños
se obtuvieron antes e inmediatamente después de las sesiones, así
como en un seguimiento a los seis meses. En ambos tratamientos,
la conducta y la autoestima de los niños habían mejorado
significativamente, aunque los progresos en conductas diana fueron
mayores para el grupo EMDR en el seguimiento. Se necesitan más
ECA rigurosos para explorar más a fondo la reparación de las
conductas negativas y el aumento de la autoestima después del
tratamiento, así como para proporcionar una evaluación a largo
plazo de la trayectoria vital de los participantes.
Los efectos positivos de la terapia EMDR con niños obtenidos en los
ECA anteriores coinciden con la evidencia de trece estudios no
aleatorizados. De particular interés en esta investigación son los
estudios que evalúan la eficacia en relación a la edad y al
tratamiento de una sola sesión. Hensel (2009) reportó los resultados
de una a tres sesiones de tratamiento EMDR con treinta y seis niños
entre las edades de dos y dieciocho años que habían
experimentado un solo acontecimiento traumático. Se mostraron
mejorías significativas durante la observación después del
tratamiento y en el seguimiento, con mejorías comparables
independientemente de la edad. Además, Puffer, Greenwald y Elrod
(1998) reportaron los resultados de una comparación de tratamiento
diferida en la cual diecisiete de los veinte niños con síntomas de un
incidente traumático mostraron pruebas de una mejoría significativa
después de una sesión. Es importante corroborar los resultados de
estos estudios con una diversas medidas estandarizadas en ECA
rigurosos.
Otra área de importancia para futuras investigaciones proviene de
los informes de estudios no controlados sobre los efectos
sustanciales del tratamiento obtenidos con niños después de tan
solo una sesión de cincuenta a sesenta minutos usando el Protocolo
grupal e integrativo de terapia EMDR (EMDR-IGTP) (Jarero et al.,
2006). Varios estudios de terapia EMDR-IGTP han obtenido
resultados positivos con respecto a los síntomas de trauma después
de una catástrofe natural o provocada por el hombre (Aduriz,
Bluthgen y Knopfler, 2009; Fernández, Gallinari y Lorenzetti, 2004;
Jarero, Artigas y Hartung, 2006; Jarero, Artigas y López-Lena,
2008). Además, un ensayo no aleatorio con niños palestinos
(Zaghrout-Hodali, Alissa y Dodgson, 2008) reportó que cuatro
sesiones del protocolo EMDR administrado por el grupo fueron
suficientes para eliminar los síntomas del TEPT, reducir los
problemas de conducta y aumentar la resistencia a los efectos de
traumas posteriores. Dadas las terribles consecuencias del trauma
infantil tanto para las generaciones presentes como para las futuras
(véase Shapiro, 2014b), es vital evaluar este protocolo grupal con
ECA para confirmar que el tratamiento puede administrarse de
manera eficiente después de una catástrofe y en regiones
devastadas por la guerra.
TABLA 12.1. Escala de los criterios de referencia revisada y amplitud del efecto.
TEPT complejo
Existe un debate actual sobre el tratamiento del TEPT complejo, el
cual no está designado como una categoría separada en el DSM-5,
sino que ha sido propuesto en la CIE-11 de la OMS (Maercker et al.,
2013). Además de los síntomas del TEPT en los cuatro clusters
definidos del DSM-5 (reexperimentación, evitación, cognición y
estado de ánimo negativos, y activación), el TEPT complejo destaca
la existencia de trastornos pronunciados en tres áreas: (1)
regulación afectiva, (2) autoconcepto y (3) relacional. Una
investigación que incluyó veinte encuestas de población de la OMS
con 51.295 individuos informó que «se observó un umbral de riesgo
en esta base de datos transnacional a gran escala en la que los
casos que asociaron su TEPT con cuatro o más [eventos
traumáticos] presentaron un cuadro clínico más “complejo” con un
deterioro funcional sustancialmente mayor y una mayor morbilidad
[p. ej., mayor comorbilidad con los trastornos del estado de ánimo y
la ansiedad, síntomas de hiperactivación elevados] que otros casos
de TEPT» (Karam et al., 2014, p. 130). Otras investigaciones han
dado apoyo a estos hallazgos, y una encuesta por expertos clínicos
de la ISTSS (Cloitre et al., 2011) recomendó un enfoque basado en
fases con una preparación antes de implicarse en el procesamiento
del trauma. Sin embargo, las directrices han sido rebatidas
recientemente (De Jongh et al., 2016) basándose en la afirmación
de que la investigación era inadecuada. Los autores sostienen que,
hoy por hoy, la evidencia no apoya el argumento de que los
antecedentes de trauma interpersonal en la infancia o la presencia
de síntomas que pertenecen al TEPT complejo son
contraindicaciones para un tratamiento tradicional del TEPT ni que
necesite ir precedido de una fase de estabilización. Sostienen que
no es necesario ni conveniente desviarse de las recomendaciones
generales existentes del tratamiento individual centrado en el trauma
como intervención de referencia para el TEPT. Los argumentos
incluyen los efectos contrastados obtenidos en los ECA que
comparan la TCC y los controles tales como el tratamiento centrado
en el presente. Está claro que hay que investigar más para resolver
este conflicto (para resúmenes e investigaciones sugeridas sobre
ambas perspectivas del debate, véase Cloitre, 2015, 2016; De
Jongh et al., 2016).
Mientras tanto, dado que el tiempo de espera hasta que el asunto se
resuelva es potencialmente largo, resulta útil echar un vistazo a las
cifras absolutas. Por ejemplo, un ECA (McDonagh et al., 2005) que
se suele citar como apoyo para la eficacia de la TCC con el TEPT
complejo y argumenta a favor de no hacer preparación alguna
reportó un análisis de intención de tratamiento con una tasa de
remisión de solo el 27,6 % y una tasa de abandono del 41 %.
Claramente, la primera es baja y la segunda alta comparado con lo
que uno quisiera ver en la práctica clínica. Además, un metanálisis
de ECA de TCC con víctimas de abuso infantil (Dorrepaal et al.,
2014) demostró la necesidad de procedimientos de gestión afectiva,
ya que la exposición por sí sola resultó en tasas bajas de remisión y
una tasa media de abandono del 32 %.
Los procedimientos estandarizados de la terapia EMDR incluyen
una fase de preparación que se adapta a las necesidades
individuales del paciente. Un metaanálisis (Ehring et al., 2014) de
tres ECA de EMDR de sobrevivientes adultos de abuso infantil que
incluían de dos a ocho sesiones de tratamiento y un 0-17 % de
abandonos (Edmonds y Rubin, 2004; Scheck, Schaeffer y Gillette,
1998; Van der Kolk et al., 2007) reportó que la amplitud del efecto
variaba entre un 1,24 y un 2,75. Los tres estudios utilizaron los
procedimientos estandarizados de la terapia EMDR durante la fase
de preparación que incluía un ejercicio del lugar seguro. Sin
embargo, en futuras investigaciones será importante usar una
amplia gama de medidas con participantes diagnosticados con
TEPT complejo. Estas medidas deben valorar exhaustivamente el
funcionamiento psicosocial e incluir medidas de evaluación
diseñadas específicamente para esta población (véase Briere y
Spinazzola, 2005).
Un estudio reciente (Bongaerts, De Jongh y Van Minnen, 2017)
evaluó la seguridad y efectividad de la terapia intensiva EMDR en
pacientes con TEPT complejo. El estudio incluía una serie de casos
de siete pacientes (tres hombres y cuatro mujeres) que sufrían de
TEPT y altos niveles de comorbilidad como resultado de múltiples
abusos sexuales en la infancia, abusos físicos y trauma relacionado
con el trabajo o los combates de guerra. El tratamiento no fue
precedido por una fase de preparación y consistió en dos períodos
de tratamiento de terapia EMDR de cuatro días consecutivos
durante dos semanas consecutivas. Se administró a los
participantes en el centro de tratamiento en sesiones de noventa
minutos, por la mañana y por la tarde, intercaladas con
psicoeducación y actividad física intensiva (un total de once horas
diarias). Los participantes dormían en el centro durante los dos
períodos de tratamiento y regresaban a casa entre medias el fin de
semana. Durante el tratamiento no se reportaron acontecimientos
adversos personales o abandonos. En el seguimiento, cuatro de los
siete pacientes revelaron pérdida del diagnóstico, con dos en
remisión completa (pérdida del diagnóstico más una puntuación de
gravedad del CAPS < 20). Los pacientes restantes demostraron una
reducción de diez puntos o más en la Escala administrada por el
clínico del TEPT (CAPS, por sus siglas en inglés). Los resultados de
este estudio sugieren que la terapia EMDR intensiva en las
condiciones descritas tiene el potencial de ser una alternativa de
tratamiento segura y efectiva para aquellos con TEPT complejo. Los
futuros ECA deberían investigar rigurosamente estos y otros
programas similares. Sin embargo, dada la combinación de
modalidades, once horas de contacto diario y alojamiento para
dormir, estas condiciones se asemejan más a un tratamiento
hospitalario, que proporciona factores de contención y estabilización
que no se encuentran en la terapia ambulatoria habitual. Las futuras
investigaciones con participantes con TEPT complejo deberían
evaluar el nivel de estabilidad y angustia experimentado entre
sesiones, tanto en entornos hospitalarios protegidos usando el
tratamiento de días consecutivos como en la práctica clínica
general, donde los pacientes regresan regularmente al entorno de
sus hogares con toda una variedad de situaciones potencialmente
disparadoras.
Los futuros estudios de terapia EMDR deberían investigar los
procedimientos más adecuados para potenciar la retención y la
regulación afectiva, así como establecer puntos de referencia para
determinar la duración óptima de la preparación con respecto a
determinados indicadores clínicos. El objetivo de la fase de
preparación es permitir a los pacientes mantener la estabilidad
durante el procesamiento y entre sesiones. Por lo tanto, los futuros
estudios deberían evaluar diversas estrategias para ver lo rápido
que se pueden obtener estos resultados. Como se indicó en el
Capítulo 11, los pacientes con TEPT complejo demuestran una
mayor inestabilidad que aquellos en la población general de trauma.
Sin embargo, es preferible comenzar el procesamiento de recuerdos
tan pronto como se pueda proceder de forma segura, ya que según
el modelo PAI, la desregulación afectiva es causada por los
recuerdos no procesados. La investigación debería identificar los
resultados que se pueden alcanzar actualmente con el ejercicio del
lugar seguro/tranquilo y con el RDI (Korn y Leeds, 2002) durante la
fase de preparación, ambos con y sin EBL, y en comparación con
otros tipos de procedimientos de estabilización utilizando las
mediciones apropiadas (p. ej., Baer, Smith, Hopkins, Krietemeyer y
Toney, 2006; Gratz y Roemer, 2004). También sería útil determinar
las emociones y conductas que sea más beneficioso incorporar
durante las fases iniciales del tratamiento con esta población en
comparación con aquellos con TEPT simple. Las variaciones
procedimentales, como la focalización inicial en los recuerdos
adultos con un enfoque basado en los síntomas frente al uso de un
enfoque cronológico que aborde primero el trauma infantil (véase
Korn, 2009), deberían investigarse en relación tanto con los
resultados del tratamiento como con la retención. Los estudios
también deberían investigar los indicadores clínicos para determinar
cuándo es mejor incorporar programas de estabilización más
complejos como el Entrenamiento en Habilidades de Regulación
Afectiva e Interpersonal (STAIR, por sus siglas en inglés) (Cloitre et
al., 2002) o la terapia dialéctica conductual (DBT, por sus siglas en
inglés) (Linehan, Tutek, Heard y Armstrong, 1994). También es
fundamental emplear controles de fidelidad en esta población.
Además, es importante que se utilice un tiempo de tratamiento
adecuado en los ECA dirigidos a evaluar de forma exhaustiva los
resultados del tratamiento general y/o las contribuciones de las
fases de preparación y procesamiento. El tiempo asignado debe ser
suficiente como para que se tomen en cuenta las realidades clínicas
de esta población con trauma múltiple, en lugar de implementar
estudios a corto plazo que ofrezcan pocas esperanzas de revelar
diferencias significativas clínicamente relevantes.
Adultos mayores
El buen uso de la terapia EMDR con niños se refleja en su eficacia
con aquellos en el otro extremo de la vida útil. Se ha reportado que
los individuos mayores, definidos aquí como aquellos de 65 años de
edad y mayores, experimentan remisión de los síntomas del TEPT
después de dos o tres sesiones usando procedimientos y protocolos
EMDR estándar. Estos resultados han sido reportados para adultos
mayores que sufren por traumas de guerra (Thomas y Gafner,
1993), abusos sexuales (Hyer, 1995) y accidentes de tráfico
(Burgmer y Heuft, 2004), y son comparables a aquellos logrados con
pacientes menores de 65 años (p. ej., Wilson et al., 1997). Además,
un estudio de caso (Hyer, 1995) señaló la eliminación de los
síntomas del TEPT y la mejora de la función cognitiva en una
sobreviviente de violación de 72 años que sufría de demencia. Se
especuló que los pacientes de mayor edad podrían beneficiarse de
la terapia EMDR «porque es una forma más activa de reminiscencia
[que] permite al paciente participar en el pasado como si fuera real
hoy en día y evaluar el desarrollo del proceso desde una perspectiva
de observador» (p. 73). Burgmer y Heuft (2004) informaron de la
eliminación de TEPT, depresión, dolor crónico en el cuello y dolores
de cabeza graves experimentados durante dos años por una mujer
de 71 años que había sufrido un accidente de tráfico. Llegaron a la
conclusión de que, aunque «los pacientes de edad avanzada
pueden tener una “mentalidad menos psicológica” y, por tanto, ser
menos propensos al tratamiento psicológico [...] EMDR demuestra
ser un método de tratamiento eficaz y eficiente específico para el
trauma en pacientes mayores, lo que también ayuda a restablecer el
funcionamiento psicosocial de la persona anciana afectada» (p.
187).
Una especulación interesante que surge de las observaciones
clínicas precedentes es la posibilidad de que el dolor crónico y la
demencia en adultos mayores impliquen traumas no resueltos y, por
tanto, puedan mejorar con un procesamiento EMDR focalizado. En
este sentido, una importante serie de casos llevada a cabo en un
hogar de ancianos (Amano y Toichi, 2014) informó del éxito del
tratamiento de síntomas conductuales y psicológicos de la demencia
(BPSD, por sus siglas en inglés) en tres pacientes con demencia de
moderada a severa causada por enfermedad cerebrovascular o
enfermedad de Alzheimer. Ellos dedujeron que los síntomas
pronunciados (p. ej., gritar, vagar, agresión física) eran evidencia de
trauma previo y estaban relacionados con los síntomas de TEPT. Se
modificaron las ocho fases de la terapia EMDR debido a las graves
discapacidades de los pacientes, y dado que aquellos con demencia
no pueden controlar sus recuerdos, se utilizó un «método EMDR en
el momento» cuando surgía perturbación psicológica o conductual.
Los investigadores administraron de dos a cuatro sesiones de un
protocolo EMDR modificado similar a los que se han usado con
niños (p. ej., emplear palabras sencillas y dar golpecitos como EBL).
Este tratamiento «dio lugar a una notable mejoría de la BPSD en
dos pacientes y posiblemente tuvo una fuerte influencia en el alivio
de los síntomas en un tercer paciente» (p. 63). Estos efectos se
mantenían en el seguimiento a los seis meses. Se necesitan ECA
rigurosos para investigar más a fondo la aplicación de este protocolo
con población adulta mayor. Dado que el TEPT ha demostrado ser
un factor de riesgo en la demencia (p. ej., Yaffe et al., 2010), esta
área de investigación tiene implicaciones importantes para la
población que está envejecimiento en todo el mundo.
Protocolos grupales
Fobias
Cinco ECA han evaluado el tratamiento de las fobias.
Desafortunadamente, tres de ellos (Muris y Merckelbach, 1997;
Muris, Merckelbach, Van Haaften y Nayer, 1997; Muris, Merkelbach,
Holdrinet y Sijsenaar, 1998) se han visto seriamente comprometidos
por el uso de una sola sesión y un fallo en el uso del protocolo
completo de fobia de la terapia EMDR (véase Shapiro, 1999; De
Jongh, Ten Broeke y Renssen, 1999). Aunque estos estudios
encontraron reducciones de la angustia, los efectos sobre la
evitación fueron limitados. Estos hallazgos se pueden atribuir a la
falta de uso de los últimos tres pasos del protocolo de fobia, que
incorporan plantillas para acciones apropiadas en el futuro (véase el
Capítulo 9). Estos pasos son necesarios para el tratamiento de las
fobias y cualquier investigación que involucre la prueba de evitación
conductual (Behavioral Avoidance Test). Un ECA que utilizó el
protocolo completo evaluó los efectos de tres sesiones con
participantes que sufrían fobia dental (Doering, Ohlmeier, Jongh,
Hofmann y Bisping, 2013). Se reportaron efectos significativos del
tratamiento sobre las medidas de miedo y ansiedad, así como en los
síntomas del TEPT. Se superó la evitación, pues el 83 % de los
participantes estaban en un programa de tratamiento dental en el
seguimiento un año después. En un ECA que examinó el
tratamiento de la fobia a volar, Triscari, Faraci, D'Angelo, Urso y
Catalisano (2011) encontraron efectos positivos, pero combinaron
EMDR con una variedad de técnicas de TCC. Se necesitan ECA
rigurosos en los que se compare el protocolo completo de EMDR
para la fobia por sí solo (véase el Capítulo 9) con otros tratamientos.
Trastorno de pánico
Dos ECA (Feske y Goldstein, 1997; Goldstein et al., 2000) han
ofrecido solo apoyo limitado para el EMDR como tratamiento para el
trastorno de pánico. Además, estos estudios se vieron perjudicados
por restricciones de protocolo y falta de tiempo suficiente de
tratamiento (véase también Fernández y Faretta, 2007). Un estudio
piloto (Faretta, 2013) comparó doce sesiones de EMDR con TCC en
el tratamiento del trastorno de pánico con o sin agorafobia. El
procesamiento de acontecimientos etiológicos, disparadores y
plantillas de recuerdos se llevó a cabo en sesión sin el uso de tareas
específicas del tratamiento. En contraste, el grupo de TCC utilizó
ejercicios de respiración y relajación durante la sesión, además de la
exposición imaginaria, y se le asignó tanto tareas de relajación como
de exposición. Ambos tratamientos demostraron una disminución
sustancial de síntomas de ansiedad, intensidad y frecuencia de los
ataques de pánico. EMDR produjo significativamente menos
ataques de pánico que la TCC en el post-test y en el seguimiento.
Los resultados indican que además del protocolo estándar de fobia
(véase el Capítulo 9), también deben evaluarse y procesarse las
experiencias de la infancia que pueden contribuir al «miedo al
miedo» o a sentimientos de impotencia (p. ej., por humillaciones,
agresiones, abusos o necesidades insatisfechas). Los ECA
rigurosos que usaron muestras mayores, tiempo suficiente de
tratamiento y comprobaciones de fidelidad por expertos deben
evaluar la eficacia del protocolo utilizado en este estudio. Un ECA
reciente (Horst, Oudsten, Zijlstra, Jongh, Lobbestael y De Vries,
2017) que comparó la terapia EMDR y la TCC indicó efectos del
tratamiento equivalentes en una amplia gama de medidas, a pesar
de añadir la tarea diaria de exposición in vivo en la condición de la
TCC. Se necesitan más ECA. En todos los casos es vital utilizar el
abordaje estándar de tres vertientes para procesar directamente los
recuerdos pasados, los disparadores actuales y las plantillas de
futuro para asegurar cambios tanto en las respuestas emocionales
como en las conductas de evitación.
Trastorno obsesivo-compulsivo
En un ECA, Nazari et al. (2011) evaluaron los efectos del
tratamiento EMDR y citalopram con noventa pacientes
diagnosticados con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Se
administró un número indeterminado de sesiones durante un
período de doce semanas. Los resultados indicaron que EMDR
resultó en aproximadamente el doble de los efectos positivos de
tratamiento que el citalopram, medido por la Escala Obsesivo-
Compulsiva de Yale-Brown. Sin embargo, este estudio se ve
perjudicado por diversos problemas, que incluyen la falta de
controles de fidelidad y una descripción poco clara del protocolo
administrado. Se necesitan ECA rigurosos con esta población que
comparen EMDR con otros tratamientos psicológicos y
farmacéuticos.
Adicciones
Una cantidad relativamente pequeña pero creciente de literatura
indica que la terapia EMDR puede ser un tratamiento
complementario efectivo para el abuso de sustancias,
especialmente en presencia de antecedentes traumáticos. Sin
estudios controlados a gran escala, la mejor práctica para el uso de
la terapia EMDR con pacientes adictos se basa actualmente en
estudios no controlados, informes de casos, un marco teórico sólido
y un consenso entre los clínicos practicantes dentro de esta doble
área. Ahora existe un corpus fiable de investigación que apoya las
fuertes correlaciones entre el trauma, el abuso de sustancias y otras
conductas compulsivas y desadaptativas (Anda et al., 2006; Brady,
Back y Coffey, 2004; Dube et al., 2003; Felitti, 2004; Felitti et al.,
1998; Ouimette, Brown y Najavits, 1998; Petry, Stinson y Grant,
2005), lo que indica que está justificado realizar más investigación
controlada con la terapia EMDR. En la siguiente sección se resumen
algunos de los estudios existentes hasta la fecha. En el Apéndice D
se pueden encontrar informes adicionales de la aplicación de la
terapia EMDR al tratamiento de adicciones a sustancias y otros
comportamientos compulsivos.
El trauma y los trastornos concurrentes de uso de sustancias (SUD,
por sus siglas en inglés) son desproporcionadamente prevalentes en
individuos involucrados en el sistema de justicia criminal (Grant et
al., 2004). Un meta-análisis (Latimer, Morgon-Bourgon y Chretien,
2006) determinó que aunque los tribunales de drogas pueden
reducir la reincidencia, la tasa de abandono de 66 programas fue de
un 45 % de promedio. Una de las razones por las que los
participantes no completan los programas del tribunal de drogas es
la presencia de problemas de salud mental comórbidos que se han
dejado sin identificar y sin tratar en dichos programas (Marlowe y
Meyer, 2011). Dada la correlación conocida entre el trauma y los
SUD, se propone que proporcionar tratamiento específico para el
trauma podría dar lugar a mayores tasas de continuación y
graduación del programa, así como a una mayor reducción de la
reincidencia. Un estudio cuasi-experimental llevado a cabo durante
un período de cinco años por Brown et al. (2015) ofreció un
Programa Integrado de Tratamiento de Trauma (ITTP, por sus siglas
en inglés) combinando la terapia EMDR y el programa Buscando
Seguridad (SS, por sus siglas en inglés) (Najavits, 2002) al 68 % de
los participantes (n = 150) en el programa del tribunal de drogas del
condado de Thurston que tuvieran una historia de trauma de criterio
A. Buscando Seguridad (Seeking Safety, SS) es un programa
manualizado, cognitivo-conductual e integrado para TEPT y abuso
de sustancias, generalmente realizado en grupos por
paraprofesionales formados y enfocado en seguridad y
estabilización en el presente. Brown et al. (2015) recomendaron que
se integrara en la fase de preparación de la terapia EMDR. Antes de
que los participantes pudieran recibir voluntariamente hasta treinta
sesiones individuales de EMDR, se les exigió que completasen los
grupos de SS seleccionados. El número promedio de sesiones de
EMDR para aquellos que completaron el programa fue de doce.
Ciento doce participantes del ITTP completaron el curso de SS. Se
reportaron los siguientes porcentajes de graduación: 91 % de los
que seleccionaron la terapia EMDR en la fase tres del programa del
tribunal de drogas (n = 65); 57 % de los que rechazaron EMDR pero
completaron SS (n = 47); y 60 % de los que participaron en el
programa del modo habitual sin reportar trauma. Estos resultados
son dignos de mención, ya que la investigación ha demostrado que
los que se gradúan del programa del tribunal de drogas reinciden
considerablemente menos que aquellos que no completan el
programa (Belenko, 2001; U.S. Government Accountability Office,
2005). Estos resultados del programa sugieren que la terapia EMDR
puede ser un importante complemento específico de trauma en los
programas de los tribunales de drogas. Se recomiendan ECA que
comparen el tratamiento EMDR con otros tratamientos
traumatológicos en los tribunales de drogas en los que se midan la
reducción de los síntomas, las tasas de recaída y la reincidencia.
Se sugiere aquí que el tratamiento integral de EMDR para individuos
con adicción y trauma concurrente utilice el protocolo estándar de
ocho fases y tres vertientes. Varias series de casos han reportado
efectos positivos para el protocolo estándar a la hora de reducir el
consumo de alcohol y/o sustancias. Kullack y Laugharne (2016)
informaron sobre cuatro pacientes que cumplían con los criterios
para el TEPT antes del tratamiento, tres con una dependencia al
alcohol coexistente y uno con dependencia a sustancias. El
tratamiento con EMDR resultó en que tres de los participantes
dejaron de cumplir con los criterios del TEPT, dependencia del
alcohol o dependencia de sustancias al final de la terapia, y en un
seguimiento a los doce meses, sin hacer diana directamente en la
conducta de uso de sustancias ni aplicar ninguno de los protocolos
modificados específicos para adicciones que se describen a
continuación. Esto plantea la pregunta de qué tipos de dianas deben
abordarse en el tratamiento del consumo de sustancias para
maximizar la recuperación, y qué tipo de pacientes se beneficiarán
más. En este estudio, se observó que los cuatro participantes
aumentaron el abuso de sustancias poco después de un
acontecimiento traumático en la edad adulta, el cual fue procesado.
Dos participantes indicaron traumas infantiles, que también fueron
usados como diana en el tratamiento EMDR. La resolución de la
dependencia de sustancias como resultado combinado con la
resolución del TEPT respalda la hipótesis de la automedicación
como uno de los principales contribuyentes a los trastornos adictivos
(Hien et al., 2010; Khantzian, 1985; véase el capítulo 11). La
literatura actual sobre adicciones sugiere otros elementos
pertinentes de la memoria que valen la pena considerar como
dianas en futuras investigaciones con terapia EMDR, tales como
recuerdos episódicos y otros recuerdos específicos de adicciones
asociados con el abuso de sustancias (Müller, 2013; Torregrossa,
Corlett y Taylor, 2011).
Un ECA (Hase, Schallmayer y Sack, 2008) utilizó una aplicación
modificada de los procedimientos EMDR para hacer diana en los
recuerdos de la adicción, incluidos los efectos de las drogas, la
recaída y las ansias de consumir, en lugar de un recuerdo de
trauma. El término «recuerdo de adicción» fue definido
originalmente como un recuerdo no consciente e implícito, con el
ansia por consumir como manifestación consciente (Boening, 2001).
Los recuerdos implícitos relacionados con la adicción pueden ser
muy resistentes a la alteración o la extinción, lo que limita la utilidad
de las terapias de exposición fuera de las condiciones de laboratorio
(Torregrossa et al., 2011). En el estudio de Hase et al. (2008), 34
pacientes dependientes del alcohol fueron asignados aleatoriamente
a TAU, lo que incluía desintoxicación, entrevistas motivacionales y
terapia de grupo centrada en la adicción, o a TAU más dos sesiones
de procedimientos modificados de EMDR, como se señaló
anteriormente. Después de dos sesiones haciendo diana en los
recuerdos de adicción referidos por los participantes, el ansia por
consumir alcohol, medida por la Escala de Bebida Obsesivo-
Compulsiva (Obsessive-Compulsive Drinking Scale; Anton, Moak y
Latham, 1995), se redujo significativamente en el grupo TAU +
EMDR, pero no en el grupo TAU. El estudio indica la utilidad
potencial de focalizar en el ansia y otros recuerdos de conducta
adictiva para reducir el riesgo de recaída.
Dos estudios (Little et al., 2016; Markus et al., 2016) investigaron si
los MO aislados podían reducir las visualizaciones relacionadas con
la adicción y el ansia asociada de comer o fumar. Los resultados
sugieren que los MO centrados en dianas relacionadas con la
adicción pueden reducir la intensidad y la emotividad asociadas con
estas experiencias, lo que sugiere una utilidad potencial en la
prevención de recaídas. Un protocolo modificado específico para la
adicción llamado «desensibilización de disparadores y
reprocesamiento del ansia de consumir» (DeTUR; Popky, 2005;
Vogelmann-Sine, Sine, Smyth y Popky, 1998) también ha sido
investigado en múltiples estudios de casos (p. ej., Bae y Kim, 2012,
2015). Las tandas de MO se focalizan primero en los impulsos y las
ansias, lo que suele revelar la angustia subyacente que casi siempre
acompaña a la adicción y a los comportamientos compulsivos. En la
práctica clínica, las perturbaciones subyacentes, cuando surgen, se
tratan con terapia EMDR estándar. Los informes han indicado que
los beneficios terapéuticos observados con DeTUR se mantienen en
el seguimiento a los seis y doce meses, lo que sugiere que puede
ser un complemento útil dentro del protocolo estándar de terapia
EMDR en el tratamiento de los SUD y otras conductas
desadaptativas. Sin embargo, se necesitan ECA para confirmar
ambos protocolos e identificar los diferentes elementos de
tratamiento necesarios para una recuperación completa.
El tratamiento EMDR de tres vertientes de los problemas de
adicción incluye (1) reprocesar experiencias pasadas perturbadoras
que alimentan la conducta adictiva, (2) neutralizar los disparadores
actuales (incluida el ansia por consumir), y (3) desarrollar plantillas
que incorporen las acciones adaptativas deseadas para el futuro con
el fin de vivir una vida sana y significativa, sin usar sustancias o
conductas desadaptativas para afrontar las situaciones. Se necesita
investigación controlada para comparar la terapia EMDR estándar
con otros modelos de tratamiento con apoyo empírico para el
trauma y los SUD concurrentes. En el programa del tribunal de
drogas descrito anteriormente, se recomendó que las futuras
investigaciones incluyeran una comparación aleatorizada entre
únicamente SS (Najavits, 2001) y SS más terapia EMDR para
ayudar a determinar la importancia adicional de procesar el trauma
pasado para los resultados generales del tratamiento. Otros grupos
de comparación potenciales para la terapia EMDR incluyen un
modelo basado en la exposición (p. ej., Brady, Dansky, Back, Foa y
Carroll, 2001) además de otros protocolos basados en la TCC
específicos para el trauma y la adicción concurrente (Ford y Russo,
2006). Todas las comparaciones deberían incluir la valoración de la
aceptación del enfoque de tratamiento por parte del paciente, lo que
normalmente se refleja en las tasas de continuación del tratamiento.
Además, las futuras investigaciones comparativas deberían hacer
un seguimiento de las tasas de recaída a largo plazo (abstinencia) e
incluir una medida de calidad de vida, que serían los mejores
indicativos del éxito del tratamiento.
Se necesita investigación adicional para determinar qué dianas
deben procesarse para obtener los resultados más sólidos y a largo
plazo en el tratamiento de las adicciones con EMDR. Por ejemplo,
los ECA deberían investigar una condición en la que se trata a los
participantes únicamente con dianas de trauma estándar y
compararla con una condición que incorpore dianas de trauma
estándar más dianas positivas (gratificantes) asociadas con la
adicción. También es necesario estudiar los tiempos de las fases de
reprocesamiento de la terapia EMDR. Algunos ejemplos incluyen:
(1) comparación de resultados clínicos y de sobriedad entre iniciar el
trabajo de trauma antes de la sobriedad completa e iniciarlo
después de un «período de espera» de treinta días de sobriedad; (2)
comparación entre procesar los disparadores, impulsos y los
estados de «recompensa» positivos antes del trabajo de trauma e
iniciar primero el trabajo de trauma; (3) comparación entre el
procesamiento integrador de recuerdos perturbadores y gratificantes
dentro de un procesamiento temprano y el procesamiento
secuencial (primero, o bien trauma o bien recuerdos gratificantes de
adicción); y (4) comparación entre sesiones de tratamiento una vez
a la semana y un tratamiento intensivo en días sucesivos, lo cual
incluiría el establecimiento de un rango de dosis esperado (número
de sesiones de tratamiento que probablemente ofrezcan resultados
positivos y duraderos). Las futuras investigaciones deben incluir un
seguimiento a largo plazo para evaluar las tasas de recaída, así
como una valoración de la calidad de vida, ya que el tratamiento de
la adicción es algo más que simplemente abstinencia. El objetivo
final es crear una vida que haga que la abstinencia valga la pena.
Selección de la psicometría
La psicometría utilizada en la evaluación de una terapia debería ser
apropiada para la población clínica y los parámetros de ese
tratamiento. Por ejemplo, al probar la aplicación de una terapia a un
solo recuerdo traumático, los investigadores deberían utilizar
herramientas de medición que sean capaces de evaluar los cambios
cuando se haya procesado con éxito un solo recuerdo. Un ejemplo
de dicha herramienta es la IES-R. Por ejemplo, si solo se está
tratando un recuerdo perturbador (o un pequeño número de
recuerdos) en sujetos que están sufriendo de trauma por eventos
múltiples (p. ej., abusos sexuales o combates militares), es poco
probable que las pruebas psicométricas globales como el CAPS y/o
la Entrevista Clínica Estructurada para el DSM-5 (SCID-5, por sus
siglas en inglés), el Inventario de Síntomas de Trauma (TSI, por sus
siglas en inglés) y la Lista de Comprobación del TEPT (PCL, por sus
siglas en inglés) detecten cambios. Además, la observación clínica
indica que si se utilizan mediciones globales con traumas de
acontecimiento múltiple, los sujetos deben recibir no menos de doce
sesiones de procesamiento EMDR con un número suficiente de
recuerdos para representar todos los principales clusters de
síntomas. Es posible que se necesiten aún más sesiones para
abordar la cuestión de los beneficios secundarios, como se examina
a continuación. Esta advertencia se aplica igualmente a cualquier
abordaje de tratamiento y a cualquier diagnóstico causado por
múltiples acontecimientos adversos.
Selección de participantes
Los participantes en la investigación deben cumplir unos criterios
razonables para que exista la posibilidad de un cambio clínico. Por
ejemplo, no se puede realizar un trabajo clínico adecuado con los
pacientes sin abordar primero los posibles beneficios secundarios.
Claramente, los participantes que, cuando se curen, estén en peligro
de perder sus ingresos por discapacidad o los acuerdos con su
seguro pueden ser menos receptivos a un procedimiento terapéutico
que los que no lo están. Del mismo modo que los diagnósticos
duales y el abuso activo de drogas se emplean con frecuencia como
criterios de exclusión, los posibles participantes también deberían
quedar descalificados por cuestiones de beneficios secundarios,
como una compensación económica. La excepción es cualquier
experimento a largo plazo que se centre primero en estos factores.
Sin embargo, el establecimiento de nuevas metodologías clínicas no
debería depender de obtener efectos del tratamiento significativos
con veteranos de guerra con discapacidad crónica que actualmente
reciben prestaciones por discapacidad.
Investigación comparativa
La investigación controlada de resultados comparativos con
poblaciones clínicas debería utilizar los métodos disponibles más
consolidados. En consecuencia, en el tratamiento del TEPT, la
terapia EMDR ha sido probada frente a tratamientos estándar que
incluyen exposición prolongada, terapia de inoculación de estrés y
otras terapias cognitivo conductuales, así como a los inhibidores
selectivos de recaptación de serotonina (ISRS), que han sido
considerados los fármacos más efectivos para el tratamiento del
TEPT. Los tratamientos deben compararse con un control sin
tratamiento, cuando sea éticamente posible (Kazdin, 2013). Se
deben realizar evaluaciones que comparen: eficacia, duración del
tratamiento, abandono, estatus del diagnóstico, análisis de intención
de tratar, mantenimiento, generalización de efectos y efectos a largo
plazo; cuestiones que son de vital importancia para los médicos en
la práctica clínica estándar.
Responsabilidad clínica
Además de las cuestiones de validez de la investigación y revisión
sensata, también existen las de responsabilidad personal y fidelidad
al tratamiento (Shapiro, 1995b). Cualquier efecto positivo del
tratamiento es el resultado de la interacción entre clínico, método y
paciente. Claramente, el clínico debe evaluar a un posible paciente
para determinar si está listo y si es apropiado para una intervención
determinada. Un tratamiento puede fallar si se evalúa al paciente de
manera inapropiada, y el clínico debe considerar esta posibilidad
como parte de cualquier proceso de evaluación del tratamiento.
Por supuesto, un método terapéutico en particular puede ser
simplemente ineficaz. En el caso de la terapia EMDR, sin embargo,
la preponderancia de la investigación controlada ha revelado efectos
positivos del tratamiento. Por tanto, si el clínico que utiliza EMDR no
logra efectos positivos con un alto porcentaje de pacientes, debe al
menos considerar la posibilidad de que el problema radique en la
forma en que lo está utilizando. Por ejemplo, numerosos estudios
controlados han indicado efectos clínicos significativos con víctimas
de trauma usando de tres a cinco sesiones de tratamiento. El
propósito de esta investigación es guiar al clínico en activo. Los
clínicos que no consiguen lograr efectos positivos en el tratamiento
con la terapia EMDR podrían ser aquellos que simplemente no
pueden incorporarla a sus estilos terapéuticos. Cualquiera de sus
factores procedimentales podría resultar perturbador para algunos
clínicos. Por ejemplo, a algunos terapeutas les puede resultar difícil
seguir la orden «Mantente alejado del camino del paciente durante
un buen procesamiento», mientras que otros pueden encontrar que
el entretejido cognitivo es demasiado directivo. Por tanto, es posible
que algunos clínicos que de otro modo son excelentes nunca
lleguen a ser expertos en terapia EMDR simplemente porque se
sienten incómodos con ella. Este es uno de los peligros de intentar
aprender cualquier metodología nueva a mitad o al final de la vida
profesional clínica.
Los clínicos que encuentren atractivos los principios y prácticas de
EMDR comprobarán que es una modalidad complicada y van a
necesitar trabajar para mejorar sus habilidades. En mis sesiones
formales de capacitación de EMDR, se hace hincapié
continuamente en que la terapia EMDR no es un abordaje «en
serie», sino que debe adaptarse a cada paciente. También se
enfatiza que la formación en EMDR no garantiza la competencia en
EMDR; es simplemente el comienzo de una experiencia de
aprendizaje continuo. Este libro puede ayudar en el proceso de
aprendizaje y continuidad al servir como guía de formación y manual
clínico. Sin embargo, cada clínico (e investigador) tendrá debilidades
específicas que solo pueden tratarse con entrenamiento y
supervisión con clínicos expertos.
La observación clínica sugiere que los terapeutas capacitados
formalmente o mediante supervisión con clínicos expertos en EMDR
pueden prever una alta tasa de éxito con aquellos pacientes
adecuadamente seleccionados. Si no se está logrando este nivel de
éxito, el clínico debe asumir la responsabilidad de adquirir más
habilidades en este tipo de abordaje. La evaluación y la aplicación
son igualmente importantes: educarse en el uso apropiado de una
terapia incluye no solo cómo sino también cuándo (y con quién)
utilizarla. A los pacientes que contemplen la posibilidad de hacer la
terapia, no se les puede ofrecer una oportunidad válida de dar su
consentimiento informado a menos que el clínico tenga suficiente
formación y práctica en la misma.
En el momento de escribir este artículo, hay aproximadamente
200.000 clínicos en todo el mundo que han sido entrenados en la
terapia EMDR. Algunos son más hábiles y expertos que otros. Entre
los más competentes se encuentran los que han sido certificados
por varias organizaciones profesionales sin ánimo de lucro
dedicadas a la formación continuada y al desarrollo de recursos
terapéuticos (véase el Apéndice F). La afiliación a estas
organizaciones nacionales e internacionales está abierta a clínicos,
investigadores y estudiantes que han sido capacitados oficialmente
mediante formaciones aprobadas y cursos universitarios. Los
lectores interesados deberían revisar la información en el Apéndice
E. Se estableció previamente un comité independiente de asuntos
profesionales de EMDR para supervisar las políticas de formación y
las actividades profesionales. Aunque esta función es ahora parte
de la Asociación Internacional de EMDR, se mantiene el conjunto
original de pautas recomendadas para una formación oficial.
El nivel de habilidades de cada clínico tiene un profundo efecto en
los pacientes individuales y en aquellos con los que estos pacientes
entran en contacto. El éxito del tratamiento de un paciente puede
inspirar a otros a buscar ayuda, mientras que un fracaso puede
desalentar a muchos otros. La satisfacción de un buen trabajo
clínico es la capacidad de participar en la curación personal del
paciente. El éxito de la terapia causa un efecto dominó en la
población y en las generaciones siguientes. Pero junto con el
potencial de un gran impacto viene una tremenda responsabilidad.
Si no nos cuidamos suficiente de aprender bien nuestros métodos,
fallamos en nuestra responsabilidad como terapeutas. La primera
regla es «No hagas daño», pero hacemos daño cuando no nos
preparamos lo suficiente para dar lo mejor de nosotros mismos.
Nuestros pacientes ponen su vida y su psique (de la palabra griega
«alma») a nuestro cuidado. Solo deberíamos responder a sus
necesidades con nuestra integridad más elevada, nuestras
habilidades mejor capacitadas y nuestra compasión más profunda.
Responsabilidad global
En las últimas dos décadas ha habido un aumento significativo en la
investigación del tratamiento del trauma. Se trata de un hecho
positivo si se tiene en cuenta la gran variedad de sufrimientos que
se viven hoy en día en todo el mundo. Con esta reflexión en mente,
aquí se aboga por que el campo de la psicología clínica científica
haga un esfuerzo aún mayor para probar los métodos terapéuticos
que puedan ser implementados en aquellas partes del mundo con
más necesidades. La investigación debería implementarse en todas
las áreas clínicas y sociales descritas en esta sección para evaluar
el potencial de remediación y prevención mediante un tratamiento
oportuno.
El hecho de que los trastornos psicológicos profundos sean el
resultado de un alto de nivel de estrés (p. ej., violación, guerra,
catástrofes naturales) está bien documentado (p. ej., Charlson et al.,
2016; Fink y Galea, 2015; McLaughlin et al., 2013; Scott et al.,
2014). Esta perturbación, a su vez, puede dar lugar a una cascada
de efectos nocivos. Por ejemplo, normalmente se reconoce que las
personas que han estado expuestas a acontecimientos muy
estresantes son más propensas a presentar toda una variedad de
síntomas físicos (p. ej., enfermedades inexplicables) que pueden
requerir hospitalizaciones prolongadas y provocar un aumento de
costes médicos y ausencias laborales (Afari et al., 2014; Boscarino,
2011; Boscarino, Forsberg y Goldberg, 2010; Eslick, Koloski y Talley,
2011; McFarlane, 2010; Millegan et al., 2015; Subica, Claypoole y
Wylie, 2012; Tursich et al., 2014).
A veces la raíz del problema no es un acontecimiento traumático
específico y dramático; más bien, es la acumulación de factores
estresantes como los que generalmente se experimentan, directa o
indirectamente, en los centros urbanos, los países en desarrollo y/o
los países devastados por la guerra (Anakwenze y Zuberi, 2013;
Bunting, Ferry, Murphy, O'Neill y Bolton, 2013; Donley et al., 2012;
Miller y Rasmussen, 2010; Van der Kolk, McFarlane y Weisaeth,
1996). Los factores de estrés, ya sean específicos o acumulados,
también pueden perjudicar la sensación de bienestar del individuo y
su nivel de desempeño laboral (Barrett, Green, Morris, Giles y Croft,
1996; Bremner et al., 1993; McFarlane, 2010; Scott et al., 2015;
Wrocklage et al., 2016; Van der Kolk, 2014). También son motivo de
gran preocupación las conclusiones de que, si no se tratan, el
trauma y las condiciones de estrés asociadas pueden perjudicar el
desarrollo físico y mental de los niños y contribuir a un ciclo
generacional de violencia y trastornos psicológicos (Allen, Hauser y
Borman-Spurrell, 1996; Bücker et al., 2012; Carr, Martins, Stingel,
Lemgruber y Jurena, 2013; D'Andrea, Ford, Stolbach, Spinazzola y
Van der Kolk, 2012; Elklit, Karstoft, Armour, Feddern y
Christoffersen, 2013; Ellason, Ross, Sainton y Lawrence, 1996; Ford
et al., 2013; Levenson y Grady, 2016; Perry, 1997; Perry, Pollard,
Blakley, Baker y Vigilante, 1995; Read et al., 2014; Sansone, Lam y
Wiederman, 2013).
No cabe duda de que muchos ciudadanos de países en vías de
desarrollo se ven gravemente perjudicados por los problemas
psicológicos y físicos directamente relacionados con las reacciones
al estrés. Aunque los efectos más obvios de la exposición a
acontecimientos traumáticos incluyen los pensamientos intrusivos y
las respuestas de sobresalto exageradas que caracterizan al TEPT,
otras consecuencias no son tan fáciles de reconocer, como la
volatilidad del estado de ánimo (p. ej., reacciones hostiles, pasivas o
depresivas), las cuales, si no se tratan, pueden conducir a abuso de
sustancias, enfermedades somáticas y envejecimiento acelerado
(Bennett y Kerig, 2014; Miller y Sadeh, 2014, Van der Kolk, 2015;
Van der Kolk y McFarlane, 1996; Wolf et al., 2016), así como
problemas de memoria y concentración que pueden afectar
seriamente el rendimiento laboral y académico (Adler et al., 2011;
Kira, Lewandowski, Somers, Yoon y Chiodo, 2012; Millegan et al.,
2015; Perfect, Turley, Carlson, Yohanna y Saint Gilles, 2016; Scott et
al., 2015; Wrocklage et al., 2016).
Tanto si los individuos están sufriendo por traumas causados en
países en desarrollo o dentro de los centros urbanos de países
desarrollados, existe evidencia de que la violencia engendra
violencia, y que algunos de nuestros problemas sociales más
prevalentes están correlacionados con historias traumáticas (Folette,
Polusny, Bechtle y Naugle, 1996; Brignone et al., 2016; Donley et
al., 2012; Ford, Chapman, Connor y Cruise, 2012; Gillikin et al.,
2016; Honorato, Caltabiano y Clough, 2016; Levenson y Grady,
2016; Stimmel, Cruise, Ford y Weiss, 2014; Weiss, Dixon y Gordon,
Duke y Sullivan, 2015).
Se necesita investigación específica para explorar el grado en que
un buen tratamiento de trauma reduce la cantidad de conductas de
alto riesgo y/o de perpetrador e impide una mayor victimización.
También se necesita investigación adicional para explorar el grado
en que los cambios neurobiológicos correlacionados con la
traumatización, los déficits cognitivos, la desregulación y la conducta
del perpetrador (Erickson, Hurley y Taber, 2014; Perry, 1997; Perry
et al., 1995; Schore, 20001; Siegel, 2012) se pueden revertir con
una correcta aplicación de EMDR o cualquier otro tratamiento
(Barsaglini, Sartori, Benetti, Pettersson-Yeo y Mechelli, 2014; Quidé,
Witteveen, El-Hage, Veltman y Olff, 2012; Schore, Siegel, Shapiro y
Van der Kolk, 1998; Thomaes et al., 2014). Parece evidente que la
manera ideal de abordar las necesidades apremiantes de la
sociedad, tanto a nivel local como mundial, es mediante la
integración de la ciencia y la práctica.
Un área final de investigación futura propuesta, con importantes
implicaciones globales, es el examen de la eficacia de EMDR en el
tratamiento de la traumatización por causas directas, naturales,
estructurales y culturales (p. ej., Carriere, 2014). Los traumas no
tratados pueden tener profundas consecuencias interpersonales e
intergeneracionales, como indica claramente la investigación que
concluye que las madres que sufren de TEPT indican una mayor
probabilidad de maltratar a sus hijos (Chemtob, Gudiño y Laraque,
2013). De manera similar, Afifi et al. (2012) indicaron que «el castigo
físico severo [es decir, empujar, agarrar, abofetear, golpear] en
ausencia de maltrato infantil [más severo] está asociado con
trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad,
abuso/dependencia de sustancias y trastornos de personalidad en
una muestra de la población general» (p. 184). Estos resultados
indican ciertamente la necesidad de hacer que los tratamientos de
trauma eficaces estén disponibles en todo el mundo.
A nivel internacional, es vital dedicar recursos a la investigación de
opciones de tratamiento con personas que viven en áreas
subdesarrolladas del mundo en las que los profesionales y las
instalaciones de salud mental son escasos. La investigación debe
estar diseñada para determinar qué protocolos y procedimientos
pueden ser proporcionados con seguridad por paraprofesionales
como primeros auxilios psicológicos. Es también de interés
determinar las maneras óptimas de eliminar el estigma sobre el
tratamiento de la salud mental en estas regiones, para que sea
aceptado de la misma manera que se aceptan los servicios de
tratamiento físico. Esta investigación tiene consecuencias
potencialmente importantes para la coexistencia pacífica, ya que los
intentos de reconciliación de las personas acosadas por la violencia
etnopolítica a menudo se ven obstaculizados por recuerdos no
procesados de traumas. Las investigaciones han identificado un
sesgo atencional negativo en las personas con TEPT (Pineles,
Shipherd, Mostoufi, Abramovitz y Yovel, 2009) que dificulta su
capacidad para desconectarse de las señales amenazadoras. Sin
duda, esto puede tener un efecto perjudicial cuando se intenta forjar
un acuerdo y un entendimiento, ya que el simple hecho de ver a
personas que durante mucho tiempo han sido consideradas como el
enemigo puede perjudicar cualquier intento de reconciliación.
Afortunadamente, las investigaciones preliminares indican que la
terapia EMDR puede restaurar el procesamiento cognitivo normal y
eliminar el sesgo atencional (El Khoury-Malhame et al., 2011). Sin
embargo, se necesita más investigación, y esto debería incluir un
examen directo de los efectos de EMDR en el proceso de mediación
y reconciliación, así como intentos de contrarrestar los efectos de
recuerdos históricos negativos transmitidos de adultos a niños que
mantienen y refuerzan los antagonismos culturales (p. ej., Bombay,
Matheson y Anisman, 2014). Los resultados de esas investigaciones
tendrán importantes consecuencias para la reasignación de
recursos y la influencia en las políticas sociales nacionales e
internacionales.
Las asociaciones sin ánimo de lucro de terapia EMDR que existen
en América del Norte y del Sur, Europa, Oriente Medio y Asia
establecen estándares de formación y proporcionan recursos
clínicos y de investigación a nivel internacional (véase el Apéndice
F). Además, los programas de ayuda humanitaria sin ánimo de lucro
de EMDR (también enumerados en el Apéndice F) ofrecen
formaciones gratuitas en todo el mundo después de una catástrofe
natural o provocada por el hombre para enseñar a los clínicos
locales cómo administrar terapia EMDR a los necesitados. Estos
esfuerzos humanitarios gratuitos se iniciaron en respuesta al
bombardeo de Oklahoma City en 1995. Un agente del FBI solicitó
ayuda in situ para tratar con las poblaciones traumatizadas de la
ciudad. Un total de 186 clínicos de EMDR de todo el país ofrecieron
voluntariamente sus servicios para ayudar en el proceso de
recuperación prestando asistencia directa y realizando formaciones
gratuitas. Los resultados clínicos de este proyecto fueron
congruentes con la investigación publicada el mismo año en el
Journal of Clinical and Consulting Psychology (Wilson et al., 1995,
1997), la cual reportó una eliminación del 84 % del TEPT en tres
sesiones. La organización sin ánimo de lucro Trauma
Recovery/EMDR Humanitarian Assistance Programs se incorporó a
finales de ese año y desde entonces ha estado prestando servicios
gratuitos después de una catástrofe natural o provocada por el
hombre, tanto a nivel nacional como internacional (Gelbach, 2014).
Las redes de respuesta a traumas se movilizan después de
catástrofes locales tales como el ataque terrorista del 11 de
septiembre de 2001 para proporcionar tratamiento, con
evaluaciones clínicas que indican efectos positivos sustanciales del
tratamiento y un retorno al funcionamiento normal de los
supervivientes (Silver et al., 2005; véase también Alter-Reid, Colelli
y Simons, 2014). Estos esfuerzos han sido reflejados por
organizaciones nacionales de EMDR en todo el mundo (véase
Shapiro, 2014b) que proporcionaron formación y tratamiento gratuito
después de catástrofes en África (Zimmermann, 2014), Asia (Farrell,
2014; Konuk y Zat, 2015; Mehrotra, 2014), Europa (Fernández,
Callerame, Maslovaric y Wheeler, 2014; Matthess y Sodemann,
2014), América Latina (Jarero, Artigas, Uribe y Miranda, 2014), y
Oriente Medio (Zaghrout-Hodali, 2014). Clínicos participantes de
todo el mundo han extendido su ayuda, sin importar límites y
fronteras, para ayudar a aliviar el sufrimiento. Se espera que a
través de esta eliminación del sufrimiento también podamos ayudar
a frenar el ciclo de violencia en todo el mundo.
Como profesión de asistencia, debemos llevar esta ayuda a donde
más se necesita. Como red global de clínicos e investigadores
comprometidos, debemos integrar nuestras prácticas terapéuticas y
nuestro rigor científico y ponerlos al servicio de la humanidad. Para
ello se necesitan los conocimientos y prácticas de todas las
disciplinas terapéuticas. Espero que el mensaje de este libro haya
sido claro en todo momento: los clínicos deben utilizar todo lo que
han aprendido para servir mejor a sus pacientes. La terapia EMDR
se ofrece como una herramienta en ese proceso de integración.
Asimismo, se necesita una integración de la ciencia y la práctica
para guiarnos de la mejor manera. Los criterios de escrutinio deben
ser elevados, rigurosos y adecuados a los intereses de los clínicos
en el mundo real. Los clínicos son los que ayudan directamente a
aliviar el sufrimiento del mundo. El alivio de ese sufrimiento es el
deber de nuestra profesión.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
Los efectos clínicos de la terapia EMDR en el tratamiento del trauma
se han demostrado en numerosos ECA, y el tratamiento EMDR
ahora está considerado un tratamiento de primera línea validado
empíricamente para el TEPT en las directrices internacionales. La
investigación también ha demostrado efectos positivos en una
variedad de otros trastornos, y se necesitan ECA adicionales
rigurosos para fortalecer y ampliar este esfuerzo. Se han propuesto
varias teorías para explicar los efectos terapéuticos de EMDR, las
cuales incluyen los elementos procedimentales, así como hipótesis
específicas sobre el componente de la estimulación bilateral. Las
teorías dominantes relacionadas con el efecto terapéutico de los MO
que han recibido apoyo de la investigación incluyen la memoria de
trabajo, la respuesta de orientación, los procesos REM y la
activación de funciones corticales que inducen el procesamiento
integrador.
Se debe llevar a cabo una investigación mucho más científica sobre
todos nuestros enfoques psicoterapéuticos, y se deben abordar
directamente cuestiones como la fidelidad al tratamiento, el uso
adecuado de psicometría estandarizada y comparaciones entre
tratamientos, y la identificación de poblaciones adecuadas con el fin
de probar suficientemente los métodos y aportar información a los
análisis de investigaciones para guiar correctamente al clínico en
activo. Una evaluación rigurosa debe valorar tanto las nuevas
aplicaciones como las modificaciones propuestas de los protocolos y
procedimientos que han sido publicados.
Este libro ha sido escrito para complementar la práctica supervisada
llevada a cabo por formadores de terapia EMDR adecuadamente
capacitados y experimentados. Tanto si el aprendizaje de EMDR se
lleva a cabo en sesiones de capacitación formales y dedicadas,
dentro de agencias de salud mental o como parte de programas
universitarios, es solo el comienzo de dicho proceso de aprendizaje.
Una vez que se completa la capacitación formal, todos los
terapeutas e investigadores que utilizan la terapia EMDR, o
cualquier otro enfoque de tratamiento, tienen la responsabilidad de
continuar mejorando sus habilidades mediante práctica y
supervisión continuas con profesionales más experimentados. La
terapia EMDR ya ha ayudado a aliviar el sufrimiento de millones de
personas y ha afectado a muchas más a través de su asociación
con amigos y familiares. Sin embargo, hay millones más que están
sufriendo en todo el mundo. Considera la posibilidad de participar en
los esfuerzos humanitarios. Ver que la vida y la felicidad regresan a
los necesitados es su propia recompensa. Nos unimos en un
compromiso de hacer todo lo posible para asegurarnos de que nadie
se quede atrás.
Así como la ola no puede existir por sí sola, sino que es una
parte de la agitada superficie del océano, así no debo vivir mi
vida por sí misma, sino siempre dentro de la experiencia que
está sucediendo a mi alrededor.
—ALBERT SCHWEITZER
APÉNDICE A
Ayudas clínicas
3. Alguna vez algún adulto o persona al menos cinco años mayor que
tú… ¿Te tocó, te acarició o hizo que tocases su cuerpo de forma
sexual? o
¿Intentó o, de hecho, tuvo sexo oral, anal o vaginal contigo?
Sí___ No___ En caso afirmativo, poner 1 __
8. ¿Has vivido con alguien que tuviera problemas con la bebida, fuese
alcohólico o usara drogas ilegales?
Sí___ No___ En caso afirmativo, poner 1 __
- Razón y enfoque
- Duración de la terapia
15. Éxitos, puntos fuertes, ¿se siente protector de alguien? (útil para el entretejido
cognitivo)
17. ¿Qué pasaría si la terapia tiene éxito? ¿Habría algún inconveniente? ¿Alguien
en la vida del paciente tendría algún problema con esto?
22. Relaciones con los padres: pasadas y presentes (si es posible, usar fotos de la
niñez para hablar de ello)
26. Experiencia escolar, con maestros y compañeros, tanto positiva como negativa
27. «¿Hay algo que no te haya preguntado que creas que es importante que
sepa?»
28. Uso de diversas técnicas de autocontrol para favorecer el acceso a los recursos
(recuerdos positivos y experiencias proyectivas)
32. Línea del tiempo. Pedir los diez recuerdos más perturbadores y colocarlos en
una línea de tiempo cronológica. Explicar la escala SUD de 0-10 e indicar el nivel
de perturbación como referencia. Hacer lo mismo con los diez recuerdos más
positivos.
- A veces es útil preguntar: «En esta línea de tiempo, ¿cuáles son los
acontecimientos más importantes —buenos y malos— que formaron a la
persona que eres hoy en día?» o «¿Cuándo fueron los momentos en los que
cambiaron las cosas?». Preguntar concretamente por muertes o pérdidas
(incluidas las de mascotas) y humillaciones.
Explicación de EMDR
El vocabulario de la explicación de la terapia EMDR depende de la
edad, antecedentes, experiencia y educación del paciente.
«Cuando ocurre un trauma, parece que se queda bloqueado en el cerebro con la
imagen, los sonidos, los pensamientos y las emociones originales. Los
movimientos oculares que usamos en EMDR parecen desbloquear el sistema y
permiten que el cerebro procese la experiencia. Podría ser lo mismo que está
sucediendo en el sueño REM o sueño onírico: puede que los movimientos
oculares ayuden a procesar el material inconsciente. Es importante recordar que
es tu propio cerebro el que hará la curación y que tú eres quien tiene el control».
Instrucciones específicas
«Lo que vamos a hacer frecuentemente es una simple comprobación de lo que
estás experimentando. Necesito que me digas exactamente lo que está
sucediendo, y me des feedback que sea lo más claro posible. Algunas veces las
cosas van a cambiar y otras veces no. Te preguntaré cómo te sientes de 0 a 10;
algunas veces cambiará, otras veces no. Puede que te pregunte si te llega algo
más; algunas veces lo hará y otras veces no. No hay “deberías” en este proceso.
Por lo tanto, solo dame el feedback más preciso posible sobre lo que está
sucediendo, sin juzgar si debería estar sucediendo o no. Deja que pase lo que
tenga que pasar. Haremos los movimientos oculares durante un tiempo, y luego
hablaremos de ello».
• Señal de stop: «Si en algún momento sientes que necesitas parar por cualquier
razón, levanta la mano».
• Establecer la distancia adecuada: «¿Es esta una distancia y velocidad
cómodas?».
• Tema principal: «El tema que hemos acordado abordar es _____________».
• Recuerdo (o disparador/trigger) diana: «¿En qué incidente te gustaría trabajar
hoy?» o «El incidente en el que hemos acordado trabajar hoy es
___________________».
• Imagen: «¿Qué imagen representa mejor la experiencia para ti?» o «¿Qué
representa la peor parte de la experiencia cuando la ves ahora?».
• Cognición negativa (CN): «¿Qué palabras concuerdan mejor con esa imagen
que expresen tu creencia negativa sobre ti mismo ahora?» o «¿Qué creencia
negativa sobre ti mismo aparece cuando piensas en esa imagen ahora?».
(Haremos que el paciente elabore una frase en primera persona en tiempo
presente. Esta debe ser una creencia autorreferencial negativa que el paciente
tenga en la actualidad.)
• Cognición positiva (CP): «Cuando traes a la mente esa imagen (o experiencia),
¿qué preferirías creer sobre ti mismo?» (Esta debe ser una creencia
autorreferencial deseada actualmente.)
• VOC (solo para la CP): «Cuando piensas en el recuerdo, ¿cómo de ciertas
sientes las palabras (repetir la CP anterior) ahora en una escala del 1 al 7, donde
1 se siente completamente falso y 7 se siente completamente verdadero?».
• Emociones/sentimientos: «Cuando piensas en el recuerdo y las palabras (repetir
la CN), ¿qué emociones sientes ahora?».
• Escala SUD: «En una escala de 0 a 10, donde 0 es ninguna perturbación o
neutral y 10 es la perturbación más alta que puedas imaginar, ¿cómo de
perturbador lo sientes ahora?».
• Localización de la sensación corporal: «¿Dónde la sientes [la perturbación] en el
cuerpo?».
• Desensibilización: «[Me gustaría que] trajeras a la mente esa imagen, esas
palabras negativas (repetir la CN), nota donde lo sientes en el cuerpo y sigue mis
dedos».
1. Comenzamos los movimientos oculares lentamente. Aumentamos la
velocidad siempre y cuando el cliente pueda tolerar cómodamente el
movimiento.
2. Aproximadamente cada doce movimientos, o cuando hay un cambio
aparente, le decimos al paciente: «Eso es. Bien. Eso es».
3. Resulta útil hacerle el siguiente comentario al paciente (especialmente si está
sufriendo una abreacción): «Eso es. Son cosas viejas. Simplemente
nótalo». (Usar también la metáfora del tren acelerando.)
4. Después de una tanda de movimientos oculares, le damos instrucciones al
paciente: «Déjalo ir y respira profundamente».
5. Preguntamos: «¿Qué te llega ahora?» o «¿Qué estás notando ahora?».
6. Si el paciente indica que algo se mueve, decimos: «Sigue con eso» o «Nota
eso» (sin repetir las palabras del paciente).
Evaluación
TERAPEUTA: Vale. Así que la imagen que te llega ahora, la imagen que
representa la peor parte es…
PACIENTE: Es la imagen de su cara mirándome con ira.
TERAPEUTA: ¿Y las palabras que van con esta imagen que describen tu
creencia negativa sobre ti mismo ahora? «Soy…»
PACIENTE: Incapaz.
TERAPEUTA: «Soy incapaz». Bien. Entonces mencionas este momento y
dices: «Soy incapaz». Así que hablemos ahora de un objetivo. ¿Qué
palabras preferirías tener en lugar de «Soy incapaz»?
PACIENTE: Bueno, me gustaría saber que no fue mi culpa; que hice todo
bien; que hice lo que tenía que hacer.
TERAPEUTA: De acuerdo. Entonces, «Hice lo que tenía que hacer».
PACIENTE: Sí. Eso me da una sensación de control. Hice lo que tenía que
hacer, y estaba justificado, tenía razón.
TERAPEUTA: Entiendo. Lo que te gustaría creer de ti mismo es: «Hice lo
que tenía que hacer y tenía razón». (Nota: Dado que las palabras del
paciente resuenan con una sensación de control para él, las cogniciones
negativas y positivas están en la misma dimensión.)
TERAPEUTA: Bien, cuando piensas en la imagen de la cara de este
hombre, ¿cómo de ciertas te parecen las palabras «Hice lo que tenía que
hacer y tenía razón»? En una escala del 1 al 7: 1 = falso, 7 = verdadero.
Ahora tu cabeza sabe que es un 7. ¿Qué diría tu instinto? ¿Cómo de cierto
lo sientes?
PACIENTE: Probablemente un 1 o un 2.
TERAPEUTA: De acuerdo. Ahora, cuando piensas en la cara de este tipo y
esas palabras «Soy incapaz», ¿cuáles son las emociones que sientes
ahora mismo?
PACIENTE: Tristeza.
TERAPEUTA: ¿Cómo de perturbador es este recuerdo ahora mismo, de 0
a 10, si 0 fuera tranquilo y 10 fuera lo peor que pudiera ser?
PACIENTE: 7, 8.
TERAPEUTA: ¿Dónde lo sientes en el cuerpo?
PACIENTE: En las tripas y el pecho.
Desensibilización
TERAPEUTA: Bien. Entonces, piensa en esa imagen, esas palabras: «Soy
incapaz». Nota esas sensaciones que están en tu cuerpo, y simplemente
sigue con ello. (MO)
TERAPEUTA: Bien. Respira.
PACIENTE: Mi mente se siente más tranquila al respecto. No es un
sentimiento tan intenso. Todavía está ahí. Lo siento aquí dentro. Es solo
que no es tan intenso.
TERAPEUTA: Simplemente nota eso. (MO)
TERAPEUTA: ¿Y ahora?
PACIENTE: Más relajado. Cuando me imagino su cara, en mi mente, está
ahí, pero no es tan intensa. Supongo que es la única forma en que lo
puedo explicar.
TERAPEUTA: Ajá. Simplemente nota eso. (MO)
TERAPEUTA: ¿Ahora?
PACIENTE: Mucho más tranquilo.
TERAPEUTA: De acuerdo.
PACIENTE: En la mente, ya no va a toda velocidad.
TERAPEUTA: Bien. Ahora, cuando vuelves a este incidente, ¿qué te llega?
¿Qué es lo que notas?
PACIENTE: Me doy cuenta de que no voy de un lado a otro pensando en
todos los diferentes escenarios en mi cabeza.
TERAPEUTA: Ajá.
PACIENTE: Siento como que ocurrió. Era lo único que podía pasar y salí
bien parado y mi equipo está bien. No es tan intenso, en absoluto.
TERAPEUTA: Bueno, vamos simplemente a notar eso. (MO)
PACIENTE: Ya no siento nada en las tripas.
TERAPEUTA: Vale. 0 sería tranquilo y 10, lo peor.
PACIENTE: Tal vez un 1, probablemente un 0.
TERAPEUTA: Vamos a seguir con eso. (MO)
PACIENTE: Yo diría que es un 0. Es interesante. Siento como si estuviera
casi en el pasado; como si no lo estuviera viviendo ahora mismo. No estoy
allí.
Instalación
TERAPEUTA: De acuerdo. Entonces, las palabras «Hice lo que tenía que
hacer y tenía razón» ¿siguen encajando? ¿O hay otras palabras que
quizás ahora podrían ser más adecuadas o apropiadas?
PACIENTE: No, me siento más seguro con esas palabras, que tenía razón.
Siento que esa era mi única opción. No tengo ninguna duda, como antes.
Tenía muchas dudas cuando pensaba en esa situación.
TERAPEUTA: Así que las palabras «Tengo razón» realmente te encajan.
PACIENTE: Sí.
TERAPEUTA: De acuerdo. Ahora, cuando piensas en ese recuerdo, ¿cómo
de ciertas sientes esas palabras: «Tengo razón; hice lo que tenía que
hacer»?. Si 1 = falso, 7 = verdadero, ¿cómo de ciertas las sientes ahora?
PACIENTE: Yo diría que de un 6 a un 7.
TERAPEUTA: Bien, entonces, de nuevo, piensa en esa situación, piensa
en ese momento, tráelo a la mente junto con esas palabras: «Tengo
razón». Júntalos y sigue. (MO)
PACIENTE: Sí. Definitivamente me siento... Me siento más relajado
respecto a todo esto y que lo que hice estaba justificado.
TERAPEUTA: Bien. ¿Cómo de ciertas, cuando traes a la mente el recuerdo
de esas palabras: «Tengo justificación», cómo de ciertas las sientes cuando
las dices?
PACIENTE: Oh, es un 7.
TERAPEUTA: Vale, vamos a seguir con eso. (MO)
TERAPEUTA: Y del 1 al 7, las palabras: «Tengo justificación», ¿cómo de
ciertas las sientes ahora?
PACIENTE: 7.
Examen corporal
TERAPEUTA: Entonces, te voy a pedir que cierres los ojos y pienses en el
recuerdo y las palabras «Tengo justificación», y que recorras mentalmente
tu cuerpo mientras lo piensas, empezando por la parte superior de la
cabeza y yendo hacia abajo; déjame saber si hay alguna opresión o tensión
o alguna sensación inusual.
PACIENTE: Nada.
TERAPEUTA: De acuerdo, bien. Vamos simplemente a notar eso. (MO)
TERAPEUTA: ¿Y ahora?
PACIENTE: No, no tengo opresión en el pecho. No siento la sensación de
hormigueo en los brazos ni nada. No siento como si estuviera preparado
para reaccionar.
TERAPEUTA: Vale, bien.
PACIENTE: Me siento relajado.
Cierre
TERAPEUTA: Entonces, vamos simplemente a reflexionar sobre lo que ha
pasado ahora y qué es diferente para ti, cuando pienses en este recuerdo.
PACIENTE: Es difícil de explicar, pero siento como si estuviera en el
pasado.
TERAPEUTA: Ajá.
PACIENTE: Todo aquello sucedió antes de ahora. Me siento relajado,
cómodo y estable ahora, y como si estuviera viviendo en el presente.
TERAPEUTA: De acuerdo.
PACIENTE: Y no le estoy dando vueltas en la cabeza, pensando en
diferentes cosas sobre esa situación: diferentes escenarios, lo que pudo
haber pasado
o no. Está completo, finalizado.
TERAPEUTA: De acuerdo, genial. ¿Algún otro pensamiento o reflexión
sobre este proceso?
PACIENTE: Sigo sorprendido. No entiendo por qué, pero ha funcionado y
me parece increíble.
TERAPEUTA: Entonces, de nuevo, el procesamiento puede continuar
después de esta sesión. Otros pensamientos, otros recuerdos. Te pueden
seguir llegando cosas; puede que tengas sueños al respecto. Sé
consciente de lo que esté sucediendo. Recuerda llevar un registro, y quizá
quieras hacer algunas anotaciones de lo que te llegue, simplemente para
que podamos hablar de ello la próxima vez y continuar desde ahí.
PACIENTE: Bien.
Reevaluación
TERAPEUTA: Muy bien, ¿qué tal has pasado la noche?
PACIENTE: Realmente bien. Me sorprendió lo exhausto que me sentía. Mi
esposa me llamó de camino a casa y me preguntó cómo me había ido. Le
dije: «Me fue bien, pero estoy muy cansado». Me fui a casa, me quedé
dormido y no me desperté hasta esta mañana cuando sonó el despertador.
Suelo tener problemas para dormir, así que fue muy, muy agradable poder
hacer eso.
TERAPEUTA: Genial. ¿Has notado algún cambio en la forma en que
respondes a los problemas en los que hemos estado trabajando, en
términos de respuesta de sobresalto y sensaciones como la seguridad?
PACIENTE: Sí, cuando pienso en Afganistán ahora, desde anoche, no me
siento tan tenso como antes. No tengo la sensación de que se me hunda el
pecho, como antes. En general, me ayudó mucho. Todavía dudo cuando
tengo que pensar en ir a la tienda. Mi esposa me estaba diciendo anoche
que tenemos que ir a la tienda porque no tenemos comida en casa. No me
siento tan nervioso por ello. No estoy pensando en lo que vamos a
comprar, a dónde vamos a ir exactamente, para poder entrar y salir lo más
rápido posible. Pero sigo sintiendo que me voy a disgustar y, si es posible,
quiero superar ese último paso y terminar con esto lo mejor que pueda.
TERAPEUTA: Bien. Entonces, solo para ver cómo estamos con el recuerdo
en el que trabajamos. Si piensas en el recuerdo del incidente, ¿qué te
llega?
PACIENTE: Todavía veo la cara, pero no siento el resentimiento que tenía
antes al respecto. Siento como si lo hubiera procesado en mi mente. Está
detrás de mí. Es algo pasado. No es algo por lo que tenga que pasar de
nuevo.
TERAPEUTA: ¿Alguna otra idea o pensamiento al respecto?
PACIENTE: Lo pensaba anoche y me preguntaba por qué ese recuerdo era
tan fuerte en mi mente. Creo que es porque esa cara estaba ahí mismo.
Estaba mirando esa cara y recuerdo su mirada, y podía saber qué estaba
sintiendo. Estábamos así de cerca. Los otros casos tal vez no me
resultaron tan personales. Podía mantenerme al margen. Este fue muy
personal.
TERAPEUTA: Ese contacto visual.
PACIENTE: Sí. Creo que era eso.
TERAPEUTA: Cuando piensas en ese incidente ahora, ¿te llega algo más,
alguna otra conexión?
PACIENTE: No, incluso ahora mismo, me siento separado de ello. Me
siento separado de él, a nivel personal.
TERAPEUTA: ¿De 0 a 10 ahora?
PACIENTE: Yo diría que 0.
TERAPEUTA: ¿0? De acuerdo. Ahora bien, había otros incidentes de los
que habías hablado relacionados con Afganistán. Teníamos el accidente de
helicóptero, y el del camión que venía de frente.
Procesar el evento
TERAPEUTA: Entonces, piensa en la imagen, esas palabras: «Soy
incapaz». Nota esas sensaciones en el cuerpo y sigue con ello. (MO)
PACIENTE: No tengo tanta opresión en el pecho. No siento tanto ese
revoloteo cuando pienso en ello, pero sigue ahí.
TERAPEUTA: De acuerdo. Simplemente nota eso. (MO)
PACIENTE: Cuando pienso en esa emoción y esa imagen en mi cabeza,
no me siento tan mal aquí. (Apuntando al pecho.) Siento que está más en
el pasado, ahora mismo. No parece que haya pasado ayer. Lo siento como
si hubiera pasado hace mucho tiempo.
TERAPEUTA: Simplemente nota eso. (MO)
PACIENTE: Lo siento como si estuviera en el pasado.
TERAPEUTA: Bien, entonces cuando vuelves y piensas en el incidente del
helicóptero ahora, ¿qué te llega?
PACIENTE: En realidad no siento nada.
TERAPEUTA: De acuerdo. De 0 a 10, ¿cómo de perturbador lo sientes
ahora? De nuevo, 0 no es la ausencia de emoción. 0 significa que está
calmado, que es neutral. 10 es lo peor que puede ser.
PACIENTE: 0.
TERAPEUTA: De acuerdo. Vamos con eso. (MO)
PACIENTE: Completamente calmado al respecto.
TERAPEUTA: ¿Te vienen a la mente las palabras «Puedo seguir
adelante»? ¿Hay otras palabras que puedan ser más adecuadas?
PACIENTE: «Salí con vida; puedo seguir adelante».
TERAPEUTA: De acuerdo. Ahora, cuando piensas en este incidente del
helicóptero, ¿cómo de ciertas sientes esas palabras: «Salí con vida; puedo
seguir adelante», siendo 1 totalmente falso, 7 totalmente verdadero, ahora
mismo?
PACIENTE: 7.
TERAPEUTA: Entonces, junta ese recuerdo del incidente del helicóptero y
esas palabras «Estoy vivo» y sigue con ello. (MO)
PACIENTE: Sí, está en el pasado.
TERAPEUTA: ¿Cómo de ciertas sientes las palabras: «Salí con vida;
puedo seguir adelante», de 1 a 7?
PACIENTE: 7.
TERAPEUTA: Bien, te pido que cierres los ojos y pienses en el incidente
del helicóptero y en las palabras «Estoy vivo», y que recorras mentalmente
tu cuerpo empezando por la parte superior de la cabeza y yendo hacia
abajo; avísame si hay alguna opresión, tensión o sensación inusual.
PACIENTE: No.
TERAPEUTA: De acuerdo, genial. Simplemente nota eso y sigue mis
dedos. (MO)
PACIENTE: Muy relajado.
TERAPEUTA: De acuerdo, genial. ¿Cómo está el incidente del camión que
mencionaste?
PACIENTE: Pensé sobre eso anoche y esta mañana de camino a la
escuela, y no siento nada que tenga que ver con eso en absoluto. Se siente
bien.
TERAPEUTA: ¿Algún otro recuerdo de Afganistán?
PACIENTE: No, y hay muchos casos de los que te he hablado un poco.
Después de las intervenciones, ver cadáveres y cosas así, pero ahora no
siento ninguna opresión en el pecho. Me siento muy relajado y bien con
todo esto.
Hacer diana en el disparador actual
TERAPEUTA: Vamos a procesar algunas de las experiencias más recientes
que has tenido.
PACIENTE: Vale.
TERAPEUTA: Me hablabas de ese incidente en el supermercado, con tu
esposa.
PACIENTE: Sí, los chicos la estaban agobiando.
TERAPEUTA: Cierto.
PACIENTE: Fue difícil, porque yo quería sacarnos a mí y a ella de la
situación. A veces siento que trato de evitar situaciones de confrontación
como esa porque simplemente no quiero meterme en ellas. Aquí hay que
actuar de manera muy diferente a la de allá. No es que necesariamente
tenga miedo de lo que vaya a hacer, pero solo estoy tratando de evitarlo.
Me siento mejor así.
TERAPEUTA: Vale. Entonces vamos a procesar esto, ¿de acuerdo?
PACIENTE: De acuerdo.
Evaluación
TERAPEUTA: Cuando vuelves a ese incidente en el supermercado, ¿qué
imagen, qué momento representa la peor parte?
PACIENTE: Ver la cara de mi esposa mientras se giraba hacia mí, me
miraba y ponía los ojos en blanco como diciendo: «¿Qué están haciendo
estos tipos?». Ese fue el momento más intenso para mí.
TERAPEUTA: ¿Y las palabras que irían con este momento, que
expresarían tu creencia negativa sobre ti mismo, ahora?
PACIENTE: No lo sé. Es difícil. No lo sé.
TERAPEUTA: De acuerdo, bueno, ¿qué es lo que te molesta todavía?
PACIENTE: Supongo que lo que me molesta es que quiero proteger a mi
familia. Me hizo sentirme como que si pasaba algo, ¿qué haría yo? Lo más
importante para mí es mi familia, sin duda, e incluso por encima de mi
propia vida. Simplemente me molestó en relación a mí mismo.
TERAPEUTA: Entonces la creencia emocional era: «No puedo proteger a
mi familia».
PACIENTE: Sí.
TERAPEUTA: ¿Qué palabras? ¿«No puedo proteger a mi familia»? ¿«No
estoy a salvo»? ¿«Mi familia no está a salvo»?
PACIENTE: No soy lo suficientemente adecuado; no soy lo suficientemente
valiente. Es como si no pudiera proteger a mi familia.
TERAPEUTA: «No puedo proteger a mi familia». ¿Eso encaja?
PACIENTE: (Asiente mostrando su acuerdo.)
TERAPEUTA: ¿Qué palabras preferirías tener?
PACIENTE: Que soy el apoyo de mi familia y que soy yo quien los protege.
TERAPEUTA: «Puedo protegerlos». «Yo soy su apoyo». ¿Qué palabras?
PACIENTE: Soy suficientemente fuerte.
TERAPEUTA: «Soy suficientemente fuerte». Ahora piensa en este
momento con estos adolescentes en el supermercado. ¿Cómo de ciertas
se sienten las palabras: «Soy suficientemente fuerte» en una escala del 1
al 7, siendo 1 falso, 7 verdadero, ahora, al pensar en ese recuerdo?
PACIENTE: Tres.
TERAPEUTA: Y cuando piensas en ese momento y las palabras «No
puedo proteger a mi familia», ¿qué emociones resuenan en este momento?
PACIENTE: Tristeza y frustración.
TERAPEUTA: ¿De 0 a 10 ahora mismo?
PACIENTE: 10. Totalmente frustrado conmigo mismo.
TERAPEUTA: ¿Dónde sientes eso en el cuerpo?
PACIENTE: En la garganta y en los brazos.
Procesamiento
TERAPEUTA: Bien, trae esa imagen y las palabras «No soy
suficientemente valiente». Nota esas sensaciones en el cuerpo y sigue.
(MO)
PACIENTE: Me siento más tranquilo, pero me sigo sintiendo muy exaltado
por todo esto.
TERAPEUTA: Está bien. Sigamos adelante, ¿de acuerdo? (MO)
PACIENTE: Definitivamente está mucho más tranquilo. No me siento tan
alterado como antes. Me siento mucho más relajado al respecto.
TERAPEUTA: Simplemente nota eso. (MO)
PACIENTE: Sí, mucho más tranquilo.
TERAPEUTA: Así que cuando vuelves a este incidente en el
supermercado, ¿qué notas ahora?
PACIENTE: Es casi como si no me molestara tanto. No parece que sea tan
importante como lo era en ese momento. Sí, mucho más relajado.
TERAPEUTA: Así que cuando piensas en este incidente ahora, ¿cómo es
de perturbador, de 0 a 10?
PACIENTE: 0.
TERAPEUTA: Vale, vamos simplemente a notar eso. (MO)
PACIENTE: Sí, 0.
TERAPEUTA: De acuerdo. ¿Las palabras «Soy suficientemente valiente»
encajan o hay otras palabras ahora que pueden ser más adecuadas?
PACIENTE: Soy adecuado, capaz y todo va a estar bien. Siento que puedo
manejarlo. No me pone nervioso como antes.
TERAPEUTA: Entonces, «Todo va a estar bien». «Puedo manejarlo».
PACIENTE: Sí. Dentro de mí, puedo manejarlo.
TERAPEUTA: Cuando mencionas ese incidente ahora, ¿cómo de ciertas
sientes esas palabras «Puedo manejarlo», de 1 a 7?
PACIENTE: 7.
TERAPEUTA: Júntalos. (MO)
PACIENTE: 7.
TERAPEUTA: Bien.
PACIENTE: Es increíble.
TERAPEUTA: Ahora, te voy a pedir que cierres los ojos para el examen
corporal. Simplemente piensa en ese incidente en el supermercado y en las
palabras «Puedo manejarlo». Comienzas en la parte superior de la cabeza
y vas hacia abajo. Infórmame de si hay alguna opresión, tensión o
sensación inusual.
PACIENTE: No, relajado.
TERAPEUTA: De acuerdo. Simplemente nota eso. (MO)
PACIENTE: Sí. Nada, relajado.
TERAPEUTA: De acuerdo.
Plantilla de futuro
TERAPEUTA: Hay otro paso que creo que podríamos dar ahora que
llamamos plantilla de futuro. Me gustaría que te imaginases a ti mismo
lidiando de forma eficaz con una situación similar en el futuro.
PACIENTE: De acuerdo.
TERAPEUTA: Ahora, imaginemos que mañana tú y tu esposa vais a un
supermercado y pasa lo mismo: se le acercan demasiado un montón de
adolescentes escandalosos.
PACIENTE: De acuerdo.
TERAPEUTA: ¿Cómo te gustaría responder?
PACIENTE: Me gustaría poder dejar que ella manejara la situación por sí
misma y no sentir que tengo que involucrarme en ello. No me gusta sentir
que es un miembro del equipo al que estoy sacando del fuego. Es adulta,
puedo quedarme a un lado y dejar que haga sus cosas.
TERAPEUTA: ¿Puedes contarme más sobre cómo te gustaría sentir, creer
y comportarte?
PACIENTE: Puedo dar un paso atrás y observar con calma, y dejar que ella
lo resuelva, sabiendo que puedo manejarlo si hace falta más.
Procesar
TERAPEUTA: Simplemente nota esas sensaciones. (Tanda de MO)
PACIENTE: Me siento mejor, mucho más tranquilo.
TERAPEUTA: Nota eso. (Tanda de MO)
PACIENTE: Lo siento tranquilo.
TERAPEUTA: Sigue con eso. (MO)
PACIENTE: Me siento calmado, sin tensión en el pecho. Siento que puedo
quedarme a un lado y dejar que ella lo maneje.
TERAPEUTA: ¿Cómo de ciertas sientes esas palabras «Puedo manejarlo»
cuando imaginas esa situación, de 1 a 7, siendo 1 totalmente falso y 7
totalmente cierto?
PACIENTE: 7.
Pasar la película
TERAPEUTA: Bien, ahora me gustaría que cerrases los ojos y pasaras la
película de tu esposa manejando la situación, manteniendo en mente tu
creencia positiva: «Puedo manejarlo» y notando la sensación de calma que
tienes.
PACIENTE: (Cierra los ojos y después de unos segundos comienza a
asentir con la cabeza.) No sentí la necesidad de extender la mano. Solo la
dejé hacer sus cosas.
Procesar
TERAPEUTA: De acuerdo. Nota eso. (MO)
PACIENTE: Sí. Ella se las arregló sola, y yo me sentí tranquilo viéndolo.
TERAPEUTA: Bien, simplemente sigue con eso. (MO)
PACIENTE: Sí. Creo que la palabra es «positivo».
TERAPEUTA: ¿Las palabras «Puedo manejarlo» todavía encajan?
PACIENTE: Sí, puedo manejarlo.
TERAPEUTA: Ahora bien, ¿cómo de ciertas se sienten esas palabras:
«Puedo manejarlo», cuando imaginas que la situación se repite, de 1 a 7?
PACIENTE: 7.
TERAPEUTA: Bien. Así que, de nuevo, quiero que pases juntas esa
escena y las palabras «Puedo manejarlo». (MO)
PACIENTE: De acuerdo. Sí.
TERAPEUTA: Ahora, ¿cómo de ciertas sientes las palabras «Puedo
manejarlo» cuando imaginas que la situación se repite, de 1 a 7?
PACIENTE: 7.
Complicación
TERAPEUTA: De acuerdo. Ahora pongámosle una complicación. Por
ejemplo, ¿qué puede salir mal? ¿Qué podría complicar la situación?
PACIENTE: Le dicen algo y entonces yo reacciono. Esa sería la
complicación más grande, supongo.
TERAPEUTA: ¿Y cómo te ves a ti mismo reaccionando?
PACIENTE: Empezando a contestarles algo y metiéndome en una
confrontación, supongo. Ese sería el peor de los casos.
TERAPEUTA: Entonces, ¿empezaría con que ellos contestan algo y tú
respondes?
PACIENTE: Sí, entrar en una discusión verbal y luego, en el peor de los
casos, se iría intensificando a partir de ahí.
TERAPEUTA: Vale, pero ahora mismo, solo lo manejas verbalmente. Así
que imaginemos que eso sucede. Le dicen algo a tu esposa y luego entras
tú.
PACIENTE: Y digo algo...
TERAPEUTA: ¿Y dices algo como qué?
PACIENTE: «Por favor, dejadnos en paz».
TERAPEUTA: De acuerdo, imagina la escena en la que los adolescentes
empiezan a decirle cosas a tu mujer, y tú les dices tranquilamente: «Por
favor, dejadnos en paz», junto con tu creencia positiva, «Puedo manejarlo»,
y fíjate en lo que estás pensando, sintiendo y experimentando en el cuerpo.
PACIENTE: Me siento tranquilo y capaz, e incluso seguro de mí mismo.
TERAPEUTA: ¿Puedes cerrar los ojos y pasar la película de ellos diciendo
algo y tú diciendo: «Por favor, dejadnos en paz»? Mantenlo en mente con
tu creencia positiva, «Puedo manejarlo», y nota las emociones.
PACIENTE: (Cierra los ojos y los abre unos 10 segundos después.)
TERAPEUTA: ¿Cómo te fue?
PACIENTE: Pude imaginármelo, y no siento la tensión que pensaba que
iba a sentir.
TERAPEUTA: ¿Cómo te sentiste?
PACIENTE: Solo relajado y la seguridad en mí mismo sigue ahí.
TERAPEUTA: De acuerdo. Pasa esa película de nuevo, sintiendo eso.
(MO)
PACIENTE: Sí, solo relajado, y siento que puedo manejar mejor la
situación.
TERAPEUTA: Entonces, ¿todavía te sirven las palabras «Puedo
manejarlo»?
PACIENTE: Sí.
TERAPEUTA: Entonces, mientras vuelves a pasar la película y piensas en
ello, ¿cómo de ciertas son esas palabras, «Puedo manejarlo», 1 falso, 7
verdadero?
PACIENTE: Oh, verdadero. 7, verdadero.
TERAPEUTA: Bien, entonces pon la película mientras piensas: «Puedo
manejarlo». (MO)
PACIENTE: Sí. Puedo manejarlo. Está bajo control.
TERAPEUTA: ¿Cómo de ciertas son las palabras «Puedo manejarlo» al
pasar la película, de 1 a 7?
PACIENTE: 7.
Cierre
TERAPEUTA: Genial. Has hecho un trabajo increíble hoy. Vamos a
reflexionar sobre la experiencia que acabas de tener.
PACIENTE: Es muy emotiva. Me sorprende que hacer algo tan simple
pueda cambiar tanto tu manera de pensar y sentir. Me parece
sencillamente asombroso. A mi cabeza le cuesta entender lo que realmente
está pasando. Quiere averiguar por qué, pero es increíble.
TERAPEUTA: De acuerdo, muy bien. Así que, una vez más, el
procesamiento va a continuar y puedes darte cuenta de lo que te está
llegando y tienes tu lugar seguro y también tu recurso, en los que puedes
confiar. Recuerda llevar un registro que podamos revisar la próxima vez.
PACIENTE: De acuerdo.
SESIÓN DE UN CASO DE ENTRETEJIDO
COGNITIVO CON UNA SOBREVIVIENTE DE
ACOSO SEXUAL
Mantener el contacto
TERAPEUTA: Deja que las emociones estén ahí [durante la EBL]. Deja que
surja lo que sea que surja. No pasa nada. Deja que se vayan desvelando.
Deja que salga lo que salga. Deja que se suelte. Sigue… bien. (con
cadencia) Eso es. Venga, sigue. (cambia de dirección y velocidad) Déjalo
ir… Respira profundamente. ¿Qué te llega ahora? Respira hondo otra vez.
Respira hondo otra vez. Respira hondo otra vez. Así está bien. ¿Qué te
llega ahora?
KAREN: Simplemente, él no me dejaba ir y sé que sabe que quiero irme.
Sigue hablándome.
Abordar la responsabilidad
TERAPEUTA: Entonces, ¿de quién es la culpa? ¿De quién es la
responsabilidad?
KAREN: Suya.
TERAPEUTA: Cierto. Quédate con eso y sigue. ¿Qué te llega ahora?
KAREN: Él es malo. Es malo y tengo que irme.
TERAPEUTA: Quédate con eso ahora (EBL). ¿Qué te llega ahora?
KAREN: Me siento muy ligera.
TERAPEUTA: Quédate con eso (EBL). ¿Qué te llega ahora?
KAREN: Todo lo que puedo visualizar es a él. Todo lo que puedo visualizar
es a él. (muestra miedo)
Abordar la seguridad
TERAPEUTA: ¿Dónde está él ahora?
KAREN: En el sótano.
TERAPEUTA: ¿Dónde está él hoy?
KAREN: Vive en Texas.
TERAPEUTA: ¿Y cómo está él ahora?
KAREN: No lo sé, no lo he visto en mucho tiempo.
TERAPEUTA: ¿Cómo de peligroso es ahora?
KAREN: Nada en absoluto.
TERAPEUTA: Piensa en eso (EBL). ¿Qué te llega ahora?
KAREN: Simplemente me siento enfadada y asqueada con él.
TERAPEUTA: Quédate con eso (EBL).
KAREN: Siento que quiero decirle que sé lo que hizo.
Reforzar lo positivo
TERAPEUTA: Eso es. Eso es. Quédate con eso (EBL). ¿Qué te llega
ahora?
KAREN: Yo no lo provoqué.
TERAPEUTA: Eso es. Quédate con eso (EBL). ¿Qué te llega ahora?
KAREN: Ahora está bien. Solo quería hacerle saber que lo sabía.
TERAPEUTA: Quédate con eso. (pausa) ¿Qué te llega ahora?
Volver a sondear
TERAPEUTA: ¿Y cómo te sientes contigo misma?
KAREN: Mucho mejor, me siento muy aliviada. No sé, toda esta tensión
que se había acumulado dentro y finalmente he podido liberarla. Me siento
muy bien.
TERAPEUTA: Bien, muy bien. Está en el pasado. Genial. Así que se
acabó.
Volver a sondear
TERAPEUTA: Entonces, ahora estamos en el presente. Y, de nuevo,
cuando piensas en ello, ¿cómo te llega? ¿Cómo lo sientes?
KAREN: Sigo sintiendo este residuo de tristeza y no estoy segura de dónde
está conectado.
TERAPEUTA: Quédate con eso (EBL).
KAREN: ¡Ya sé lo que es!
TERAPEUTA: ¿Qué es?
KAREN: Siento tristeza por mi niña pequeña.
TERAPEUTA: ¿Qué pasa con tu niña pequeña?
KAREN: La niña que experimenta cosas. Y yo como madre cuidándola y
abrazándola, y diciéndole que todo está bien.
Recapitulación final
TERAPEUTA: Así que sea lo que sea que surja durante la semana,
obsérvalo y anótalo. Otros recuerdos, pensamientos, sueños, lo que sea
que te llegue, solo es feedback. Tráelo para que podamos trabajar con ello
la semana que viene. Solo observación, sin juzgar si debería o no debería.
Solo anótalo.
Mantenerse disponible
TERAPEUTA: Y puedes llamarme cuando quieras. ¿De acuerdo?
APÉNDICE C
Evaluaciones clínicas y de resultados
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
□ Preparación
(Además de esta subescala, se puede utilizar también el desarrollo e
instalación de recursos [RDI] si se hace uso de RDI en una sesión de
preparación)
1. Ofrece una explicación/razonamiento coherente de EMDR.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
5. Establece la metáfora.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
3. Pide al paciente que describa una imagen del lugar seguro/tranquilo e
identifique las emociones y sensaciones positivas experimentadas en el
cuerpo. Ayuda al paciente a mejorar sus imágenes/experiencia.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
6. Pide al paciente que identifique una palabra clave o frase asociada con el
lugar seguro/tranquilo. Luego, le pide que note las emociones y sensaciones
positivas que tiene cuando se enfoca en la palabra clave, animándolo a
concentrarse en las sensaciones positivas mientras sigue los MO/EBL.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
10. Si el paciente experimenta dificultades con el ejercicio (incapaz de identificar
un lugar seguro; respuesta disociativa o evitativa; aparición de imágenes,
emociones, sensaciones, pensamientos negativos), ofrece sugerencias o
intervenciones apropiadas.
0 1 2 3
Ninguna Algo de Adherencia pero Adherencia Muy buena
Adhrencia inadecuada aceptable adherencia
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
4. Pide al paciente que identifique una imagen que capte o mejore la calidad,
capacidad, sensación y/o punto fuerte deseado.
a. Induce al paciente a considerar experiencias + - previas de
dominio o imágenes, recursos
relacionales, y/o recursos simbólicos o
metáforas relevantes.
b. Facilita la búsqueda de imágenes de recursos si el paciente tiene
dificultades.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
7. Hace una o más tandas cortas y lentas de MO/EBL (tandas de ocho a diez
pases de ida y vuelta o de izquierda a derecha) y comprueba con el paciente
lo que está notando al final de cada tanda.
0 1 2 3 NA
8. Pide al paciente que identifique una palabra o frase clave asociada con la
imagen del recurso. Luego, le pide al paciente que note las emociones y
sensaciones positivas que tiene cuando se enfoca en la palabra clave,
animándolo a concentrarse en las sensaciones positivas mientras sigue los
MO/EBL.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
12. Pide al paciente que dé feedback, y una vez que siente que la película es
positiva y fuerte, hace varias tandas de MO/EBL lentos hasta que el paciente
se sienta cómodo y seguro con su película de futuro.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
14. Pide al paciente que practique el uso de su(s) recurso(s) en la situación real
complicada que se haya identificado en el punto 2.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
a. Imagen + -
b. Emociones + -
c. SUD (0-10) + -
d. Sensaciones corporales/localización + -
e. Cognición positiva y VOC (1-7) + -
(Si la cognición positiva o la plantilla futura ya se ha tratado)
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
2. Obtiene una imagen que representa el peor aspecto del recuerdo o del
problema diana; si el paciente es incapaz de obtener una imagen, se le pide
que piense en ello e identifique la peor parte de la experiencia (p. ej., olores,
sonidos, sabor, tacto).
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
5. Obtiene una VOC precisa (vincula la cognición positiva con la imagen o el
problema. Insiste en que la puntuación VOC sea del PRESENTE).
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
□ * Desensibilización
1. Antes de comenzar los MO/EBL, da instrucciones al paciente para que traiga a
la mente la imagen, la cognición negativa y las sensaciones corporales.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
4. Si los ojos del paciente no siguen, el clínico da una respuesta apropiada. (Si
se usa una forma alternativa de EBL, marque con un círculo NA para este
punto.)
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
9. Continúa en el mismo canal con varias tandas hasta que hay una resolución
aparente. Si está surgiendo material nuevo y/o se observan cambios, continúa
facilitando el procesamiento. No regresa al incidente original prematuramente.
0 1 2 3 NA
10. Cuando el paciente parece estar al final del canal, le pide que «piense en el
incidente original» (no en la «imagen original») y que describa lo que nota.
Reanuda el procesamiento con series de MO/EBL hasta que el paciente
parece estar al final del siguiente canal.
0 1 2 3 NA
13. * Aplica entretejidos cognitivos (lo que incluye ser sensible a posibles
cuestiones de responsabilidad, seguridad y opciones) de forma adecuada y en
el momento oportuno.
0 1 2 3 NA
□ Instalación
1. Comprueba la posibilidad de una mejor cognición positiva y revisa la cognición
positiva si se identifica una más apropiada.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
4. Continúa con las tandas de MO/EBL, verificando la VOC según sea necesario
hasta que la VOC = 7, ya no aumenta, o se valora como ecológicamente
válida.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
7. Una vez que la VOC = 7, continúa con una o más tandas adicionales de
MO/EBL para fortalecer aún más la CP, hasta que su validez y sensación de
idoneidad parezcan alcanzar un nivel máximo.
0 1 2 3 NA
□ Examen corporal
1. Una vez finalizada la fase de instalación, facilita un examen corporal. Pide al
paciente que mantenga en mente el incidente/experiencia original y la
cognición positiva mientras presta atención a las diferentes partes del cuerpo,
comenzando por la cabeza y desplazándose hacia abajo. Pide al paciente que
comente lo que nota.
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
□ Cierre
1. Proporciona un cierre apropiado.
0 1 2 3 NA
3. Pide al paciente que lleve un diario o un registro entre sesiones.
0 1 2 3 NA
□ Plantilla de futuro
1. Ayuda al paciente a identificar un meta conductual para el futuro (relacionada
con una experiencia reciente complicada, un disparador actual o una nueva
situación potencial).
0 1 2 3 NA
2. Pide al paciente que se imagine afrontando con eficacia una escena futura
mientras se centra en una cognición positiva (inicialmente sin EBL para
asegurarse de que el paciente pueda visualizarla).
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
0 1 2 3 NA
V. Subescala del protocolo de tres vertientes (TPP, por sus siglas en inglés)
(Las puntuaciones están basadas en la revisión de los datos del
formulario de Seguimiento del Plan de Tratamiento [TPT]
disponible en el manual de Internet. Evalúa si el clínico ha
identificado y procesado adecuadamente o no las experiencias
vitales adversas del pasado que son relevantes, los
disparadores/síntomas del presente y las plantillas de futuro
asociadas con un problema determinado. El evaluador lo
completa al final del tratamiento/estudio de investigación.)
No Sí
No Adherencia Adherencia aceptable
No Sí NA
No Sí NA
No Sí NA
No Sí NA
5. Para la misma demanda, procesa los disparadores/síntomas actuales
relevantes que están asociados, utilizando el protocolo EMDR estándar.
No Sí NA
No Sí NA
EVALUACIÓN EMPÍRICA DE EMDR SIN UN
GRUPO CONTROL:
GUÍA DETALLADA PARA TERAPEUTAS EMDR
Dr. Allen Rubin
Guía detallada
PASO 1. ESPECIFICAR LA DIANA
FIGURA C.2. Diseño con línea de base extendida después de una tendencia de
mejora. De Rubin/Babbie. Serie Empowerment: Research Methods for Social Work,
9E. 2017 South-Western, una parte de Cengage Learning, Inc. Reproducido con
permiso. www.cengage.com/permissions
También será útil ampliar las medidas de línea de base más allá del
punto en el que inicialmente planeamos introducir la intervención si
los datos de línea de base recopilados hasta ese punto eran
inestables (es decir, si no producían una tendencia predecible).
Como se señaló anteriormente, cuando observamos una línea de
base inestable, lo ideal sería extender las medidas hasta que
aparezca un patrón estable. Sin embargo, también se ha observado
que las limitaciones de la práctica no siempre nos permiten ampliar la
línea de base hasta obtener una tendencia deseable. Otros factores,
como sufrimiento o peligro para el paciente, pueden tener prioridad
sobre la validez interna del diseño de la investigación. En tal caso,
simplemente lo haremos lo mejor que podamos con lo que tenemos.
Tal vez la intervención sea tan eficaz que incluso un patrón de línea
de base inestable o de mejoría será claramente peor que el patrón
de datos de la intervención. La Figura C.3 muestra una línea de base
inestable yuxtapuesta con dos patrones de datos de intervención
alternativos. Un patrón muestra la dificultad de interpretar el
resultado con una línea de base inestable; el otro muestra que no es
del todo imposible hacerlo.
PASO 5. EL DISEÑO BÁSICO DE CASO ÚNICO
FIGURA C.3. Diseño AB que ilustra resultados positivos y poco claros después de
una línea de base inestable, de Rubin/Babbie. Serie Empowerment: Research
Methods for Social Work, 9E. 2017 South-Western, una parte de Cengage
Learning, Inc. Reproducido con permiso. www.cengage.com/permissions
Propósito
Esta sección ofrece pautas generales en la aplicación de EMDR a
los trastornos disociativos, con un interés primordial por la seguridad
del paciente. El público al que va dirigido es el clínico consolidado
que es nuevo en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos
disociativos. Esta guía no pretende definir estándares de atención ni
requisitos de formación específicos ni pautas de certificación.
Además, no pretende sustituir el juicio clínico experto o la formación
en trastornos disociativos o hipnosis.
Supuestos
Los siguientes son algunos de los supuestos subyacentes en esta
guía: (1) El tratamiento EMDR de aquellos pacientes con un
trastorno disociativo se integra mejor dentro de un enfoque
psicoterapéutico total y no es un tratamiento aislado; (2) existe una
alta prevalencia de trastornos disociativos no diagnosticados en las
poblaciones clínicas; (3) hay un costo elevado para el paciente, el
terapeuta y la alianza terapéutica si no se considera adecuadamente
la posibilidad de un trastorno disociativo antes de usar EMDR por
primera vez en el tratamiento de un paciente; (4) a medida que
vamos desarrollando nuestra comprensión, estas pautas pueden
necesitar revisión. Los siguientes párrafos son guías para que los
terapeutas evalúen a los pacientes para EMDR y determinen si la
terapia puede ser introducida de manera segura en su tratamiento y
en qué momento.
Detección
El terapeuta debe examinar a cada paciente para detectar la
presencia de un trastorno disociativo subyacente,
independientemente de la demanda. Los enfoques de detección
incluyen la Escala de Experiencias Disociativas II (Carlson y
Putnam, 1993), el Cuestionario de Disociación Somatomorfa
(Nijenhuis, 2004), el Inventario de Disociación Multiescala (Briere,
2002), y el Examen del Estado Mental para Trastornos Disociativos
(Loewenstein, 1991). El terapeuta no habrá realizado suficientes
pruebas de detección si estas se limitan a controlar durante la
sesión si hay pruebas de cambio de una parte disociativa de la
personalidad a otra (switching). Si el índice de sospecha de la
presencia de un trastorno disociativo es bajo después del examen,
el terapeuta puede proceder con el protocolo EMDR, incluyendo los
pasos preparatorios que sean apropiados para el problema
presentado.
Precaución
El uso de EBL demasiado temprano en el tratamiento corre el riesgo
de penetrar prematuramente las barreras disociativas, lo que podría
producir consecuencias tales como una inundación del sistema de
personalidad, una desestabilización incontrolada y un aumento del
riesgo suicida u homicida. Para la intervención en crisis, el terapeuta
debe intentar la EBL solo si los riesgos de no intervenir son tan altos
sin la intervención como con la intervención.
Formación adicional
Los clínicos que busquen formación adicional en el diagnóstico y
tratamiento de trastornos disociativos deben comunicarse con la
Sociedad Internacional para el Estudio del Trauma y la Disociación
(ISSTD, por sus siglas en inglés), 8201 Greensboro Drive, Suite
300, McLean, VA 22102 (EE. UU.); teléfono: (703) 610-9037; sitio
web: www.isst-d.org.
Lectura recomendada
Los siguientes son algunos de los recursos disponibles para el
estudio de la disociación:
Boon, S., Steele, K., y Van der Hart, O. (2011). Coping with trauma-related
dissociation: Skills training for patients and their therapists. [Vivir con
disociación traumática. Entrenamiento de habilidades para pacientes y
terapeutas. Publicado en español por Desclée De Brouwer (Bilbao)]. New York:
Norton.
Braun, B. G. (1988). The BASK model of dissociation. Dissociation, 1(1), 4–23.
Chu, J. A. (1998). Rebuilding shattered lives. New York: Wiley.
Dell, P. F. y O’Neil, J. A. (Eds.). (2009). Dissociation and the dissociative disorders:
DSM-V and beyond. New York: Routledge.
Kluft, R. P. (2006). Dealing with alters. Psychiatric Clinics of North America, 29(1),
281–304.
Loewenstein, R. J. (2006). DID 101: A hands-on clinical guide to the stabilization
phase of dissociative identity disorder treatment. Psychiatric Clinics of North
America, 29(1), 305–332.
Putnam, F. W. (1989). Diagnosis and treatment of multiple personality disorder.
New York: Guilford Press.
Ross, C. A. (1997). Dissociative identity disorder: Diagnosis, clinical features and
treatment of multiple personality (2nd ed.). New York: Wiley.
Ross, C. A. (2015). When to suspect and how to diagnose dissociative identity
disorder. Journal of EMDR Practice and Research, 9(2), 114–120.
Schwartz, R. C. (1995). Internal family systems. New York: Guilford Press.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S. y Steele, K. (2006). The haunted self:
Structural dissociation and the treatment of chronic traumatization. [El yo
atormentado. La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización
crónica. Publicado en español por Desclée De Brouwer (Bilbao)]. New York:
Norton.
Watkins, J. G., y Watkins, H. H. (1997). Ego states: Theory and therapy. New York:
Norton.
COMITÉ DE FORMACIÓN Y ESTÁNDARES
PROFESIONALES DE LA ASOCIACIÓN
INTERNACIONAL DE EMDR
EMDRIA, que nació en 1995, es una organización profesional
independiente y sin ánimo de lucro. Uno de los primeros comités
desarrollados por el consejo de administración ese año fue el
Comité de Formación y Estándares Profesionales. La misión del
comité es desarrollar, establecer y monitorizar los estándares y
criterios para la capacitación y educación en EMDR. Como se indica
en el sitio web:
El propósito del Comité de Formación y Estándares es asegurar que se
mantengan los más altos estándares de EMDR para todos los entrenamientos
básicos de EMDR aprobados por EMDRIA, programas avanzados que ofrecen
créditos de EMDRIA y para aquellos que solicitan el reconocimiento como
terapeutas certificados por EMDRIA y consultores aprobados en EMDR. Los
miembros del comité revisan las solicitudes de aquellos que buscan ofrecer un
entrenamiento básico aprobado por EMDRIA o créditos EMDRIA (formación
continuada en EMDR) para programas avanzados.
EMDR Canadá
www.emdrcanada.org
Contiene información sobre formaciones en varias provincias.
EMDR Iberoamérica
www.emdriberoamerica.org
El sitio web enlaza con formaciones en dieciocho asociaciones
nacionales. La Asociación Mexicana de Apoyo a la Salud Mental en
Crisis también coordina formación y tratamientos gratuitos de EMDR
después de catástrofes en toda Iberoamérica.
www.amamecrisis.com.mx/quienes-somos
EUROPA
EMDR Europa
www.emdr-europe.org
El sitio web enlaza con formaciones en veintiocho asociaciones
nacionales. Las asociaciones nacionales también ofrecen
formaciones y tratamientos gratuitos después de catástrofes a nivel
nacional. Los Programas de Ayuda Humanitaria de EMDR Europa
proporcionan formaciones y tratamientos gratuitos después de
catástrofes internacionales.
ASIA
EMDR Asia
www.emdrasia-assoc.org
El sitio web enlaza con formaciones en doce asociaciones
nacionales. Las asociaciones nacionales ayudan a coordinar
formaciones y tratamientos gratuitos después de catástrofes.
Bibliografía
Abel, N. J., y O’Brien, J. (2014). Treating addictions with EMDR therapy and the
stages of change. New York: Springer.
Abendroth, M., y Figley, C. (2013). Vicarious trauma and the therapeutic
relationship. En D. Murphy, S. Joseph, y B. Harris (Eds.), Trauma and the
therapeutic relationship: Approaches to process and practice (pp. 111–125).
Basingstoke, UK: Palgrave Macmillan.
Acarturk, C., Konuk, E., Cetinkaya, M., Senay, I., Sijbrandij, M., Cuijpers, P., et al.
(2015). EMDR for Syrian refugees with posttraumatic stress disorder
symptoms: Results of a pilot randomized controlled trial. European Journal of
Psychotraumatology, 6, Article 27414.
Acarturk, C., Konuk, E., Cetinkaya, M., Senay, I., Sijbrandij, M., Gulen, B., et al.
(2016). The efficacy of eye movement desensitization and reprocessing for
posttraumatic stress disorder and depression among Syrian refugees: Results
of a randomized controlled trial. Psychological Medicine, 46(12), 2583–2593.
Adler, D. A., Possemato, K., Mavandadi, S. I., Lerner, D., Chang, H., Klaus, J., et
al. (2011). Psychiatric status and work performance of veterans of operations
Enduring Freedom and Iraqi Freedom. Psychiatric Services, 62(1), 39–46.
Adler-Tapia, R., y Settle, C. (2016). EMDR and the art of psychotherapy with
children: Infants to adolescents. New York: Springer.
Aduriz, M. E., Bluthgen, C., y Knopfler, C. (2009). Helping child flood victims using
group EMDR intervention in Argentina: Treatment outcome and gender
differences. International Journal of Stress Management, 16, 138–153.
Afari, N., Ahumada, S. M., Wright, L. J., Mostoufi, S., Golnari, G., Reis, V., et al.
(2014). Psychological trauma and functional somatic syndromes: A systematic
review and meta-analysis. Psychosomatic Medicine, 76(1), 2–11.
Afifi, T. O., Mota, N. P., Dasiewicz, P., MacMillan, H. L., y Sareen, J. (2012).
Physical punishment and mental disorders: Results from a nationally
representative US sample. Pediatrics, 130, 184–192.
Ahmad, A., Larsson, B., y Sundelin-Wahlsten, V. (2007). EMDR treatment for
children with PTSD: Results of a randomized controlled trial. Nordic Journal of
Psychiatry, 61, 349–354.
Alberini, C. M., y LeDoux, J. E. (2013). Memory reconsolidation. Current Biology,
23(17), R746–R750.
Alexander, F. (1956). Psychoanalysis and psychotherapy. New York: Norton.
Alexander, F., y French, T. (1946). Psychoanalytic therapy. New York: Ronald
Press.
Allen, J., Hauser, S., y Borman-Spurrell, E. (1996). Attachment theory as a
framework for understanding sequelae of severe adolescent psychopathology:
An 11-year follow-up study. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 64,
254–263.
Alter-Reid, K., Colelli, G., y Simons, N. (2014). When disaster strikes our local
communities: US EMDR trauma recovery network coordinators reflect on
lessons learned. Journal of EMDR Practice and Research, 8(4), 205–214.
Amadeo, M., y Shagass, C. M. (1963). Eye movements, attention and hypnosis.
Journal of Nervous and Mental Disease, 136, 139–145.
Amano, T., Seiyama, A., y Toichi, M. (2013). Brain activity measured with near
infrared spectroscopy during EMDR treatment of phantom limb pain. Journal of
EMDR Practice and Research, 7, 144–153.
Amano, T., y Toichi, M. (2014). Effectiveness of the on-the-spot-EMDR method for
the treatment of behavioral symptoms in patients with severe dementia. Journal
of EMDR Practice and Research, 8(2), 50–65.
Amano, T., y Toichi, M. (2016a). The role of alternating bilateral stimulation in
establishing positive cognition in EMDR therapy: A multi-channel near-infrared
spectroscopy study. PLOS ONE, 11(10), e0162735.
Amano, T., y Toichi, M. (2016b). Possible neural mechanisms of psychotherapy for
trauma-related symptoms: Cerebral responses to the neuropsychological
treatment of post-traumatic stress disorder model individuals. Scientific
Reports, 6, Article 34610.
American Psychiatric Association. (1980). Diagnostic and statistical manual of
mental disorders (3rd ed.). Washington, DC: Author.
American Psychiatric Association. (1994). Diagnostic and statistical manual of
mental disorders (4th ed.). Washington, DC: Author.
American Psychiatric Association. (2004). Practice guideline for the treatment of
patients with acute stress disorder and posttraumatic stress disorder. Arlington,
VA: American Psychiatric Association Practice Guidelines.
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of
mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: Author.
Anakwenze, U., y Zuberi, D. (2013). Mental health and poverty in the inner city.
Health and Social Work, 38, 147–157.
Anda, R. F., Felitti, V. J., Bremner, J. D., Walker, J. D., Whitfield, C., Perry, B. D., et
al. (2006). The enduring effects of abuse and related adverse experiences in
childhood: A convergence of evidence from neurobiology and epidemiology.
European Archives of Psychiatry and Clinical Neurosciences, 256, 174–186.
Andrade, J., Kavanagh, D., y Baddeley, A. (1997). Eye-movements and visual
imagery: A working memory approach to the treatment of post-traumatic stress
disorder. British Journal of Clinical Psychology, 36(2), 209–223.
Anton, R. F., Moak, D. H., y Latham, P. (1995). The Obsessive-Compulsive
Drinking Scale: A self-rated instrument for the quantification of thoughts about
alcohol and drinking behavior. Alcoholism, Clinical and Experimental Research,
19(1), 92–99.
Antoni, M. H. (2013). Psychosocial intervention effects on adaptation, disease
course and biobehavioral processes in cancer. Brain, Behavior, and Immunity,
30(Suppl.), S88–S98.
Antrobus, J. S. (1973). Eye movements and non-visual cognitive tasks. En V.
Zikmund (Ed.), The oculomotor system and brain functions (pp. 354–368).
London: Butterworths.
Antrobus, J. S., Antrobus, J. S., y Singer, J. (1964). Eye movements,
accompanying daydreams, visual imagery, and thought suppression. Journal of
Abnormal and Social Psychology, 69, 244–252.
Arabia, E., Manca, M. L., y Solomon, R. M. (2011). EMDR for survivors of life
threatening cardiac events: Results of a pilot study. Journal of EMDR Practice
and Research, 5, 2–13.
Arai, A., y Lynch, G. (1992). Factors regulating the magnitude of long-term
potentiation induced by theta pattern stimulation. Brain Research, 598, 173–
184.
Armony, J. L., y LeDoux, J. E. (1997). How the brain processes emotional
information. Annals of the New York Academy of Sciences, 821, 259–270.
Armstrong, M. S., y Vaughan, K. (1996). An orienting response model of eye
movement desensitization. Journal of Behavior Therapy and Experimental
Psychiatry, 27, 21–32.
Arseneault, L., Cannon, M., Fisher, H. L., Polanczyk, G., Moffitt, T. E., y Caspi, A.
(2011). Childhood trauma and children’s emerging psychotic symptoms: A
genetically sensitive longitudinal cohort study. American Journal of Psychiatry,
168, 65–72.
Artigas, L. A., Jarero, I., Mauer, M., López Cano, T., y Alcalà, N. (٢٠٠٠,
September). EMDR integrative treatment protocol and the butterfly hug. Poster
presented at the EMDRIA conference, Toronto, Ontario, Canada.
Aserinsky, E., y Kleitman, N. (1953). Regularly occurring periods of eye motility and
concomitant phenomena during sleep. Science, 118(3062), 273–274.
Aubert-Khalfa, S., Roques, J., y Blin, O. (2008). Evidence of a decrease in heart
rate and skin conductance responses in PTSD patients after a single EMDR
session. Journal of EMDR Practice and Research, 2, 51–56.
Baddeley, A. D. (1986). Working memory. Oxford, UK: Oxford University Press.
Bae, H., y Kim, D. (2012). Desensitization of triggers and urge reprocessing for an
adolescent with an internet addiction disorder. Journal of EMDR Practice and
Research, 6(2), 73–81.
Bae, H., y Kim, D. (2015). Desensitization of triggers and urge reprocessing for
pathological gambling: A case series. Journal of Gambling Studies, 31, 331–
342.
Baer, R. A., Smith, G. T., Hopkins, J., Krietemeyer, J., y Toney, L. (2006). Using
selfreport assessment methods to explore facets of mindfulness. Assessment,
13(1), 27– 45.
Bandura, A. (1977). Self-efficacy: Toward a unifying theory of behavioral change.
Psychological Review, 84, 191–215.
Bandura, A. (2000). Self-efficacy: The foundation of agency. En W. J. Perrig y A.
Grob (Eds.), Control of human behavior, mental processes, and
consciousness: Essays in honor of the 60th birthday of August Flammer (pp.
17–33). Mahwah, NJ: Erlbaum.
Barlow, D. H., Hayes, S. C., y Nelson, R. O. (1984). The scientist practitioner:
Research and accountability in clinical and educational settings. New York:
Wiley.
Barnard, P. J., y Teasdale, J. D. (1991). Interacting cognitive subsystems: A
systemic approach to cognitive–affective interaction and change. Cognition and
Emotion, 5, 1–39.
Barol, B. I., y Seubert, A. (2010). Stepping stones: EMDR treatment of individuals
with intellectual and developmental disabilities and challenging behavior.
Journal of EMDR Practice and Research, 4(4), 156–169.
Barrett, D., Green, M., Morris, R., Giles, W., y Croft, J. (1996). Cognitive
functioning and posttraumatic stress disorder. American Journal of Psychiatry,
153, 1492– 1494.
Barrionuevo, G., Schottler, F., y Lynch, G. (1980). The effects of repetitive
lowfrequency stimulation on control and “potentiated” synaptic responses in the
hippocampus. Life Sciences, 27, 2385–2391.
Barrowcliff, A. L., Gray, N. S., Freeman, T. C. A., y MacCulloch, M. J. (2004).
Eyemovements reduce the vividness, emotional valence and electrodermal
arousal associated with negative autobiographical memories. Journal of
Forensic Psychiatry and Psychology, 15, 325–345.
Barrowcliff, A. L., Gray, N. S., MacCulloch, S., Freeman, T. C. A., y MacCulloch, M.
J. (2003). Horizontal rhythmical eye-movements consistently diminish the
arousal provoked by auditory stimuli. British Journal of Clinical Psychology, 42,
289–302.
Barsaglini, A., Sartori, G., Benetti, S., Pettersson-Yeo, W., y Mechelli, A. (2014).
The effects of psychotherapy on brain function: A systematic and critical
review. Progress in Neurobiology, 114, 1–14.
Beck, A. T. (1967). Depression. New York: Hoeber-Harper.
Behnam Moghadam, M., Alamdari, A. K., Behnam Moghadam, A., y Darban, F.
(2015). Effect of EMDR on depression in patients with myocardial infarction.
Global Journal of Health Science, 7, 258–262.
Behnam Moghadam, M., Behnam Moghadam, A., y Salehian, T. (2015). Efficacy of
eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) on depression in
patients with myocardial infarction (MI) in a 12-month follow up. Iranian Journal
of Critical Care Nursing, 7(4), 221–226.
Belenko, S. (2001). Research on drug courts: A critical review 2001 update. New
York: The National Center on Addiction and Substance Abuse (CASA) at
Columbia University.
Benedetto, S., Pedrotti, M., y Bridgeman, B. (2011). Microsaccades and
exploratory saccades in a naturalistic environment. Journal of Eye Movement
Research, 4(2), 1–10.
Benight, C. C., y Bandura, A. (2004). Social cognitive theory of posttraumatic
recovery: The role of perceived self-efficacy. Behaviour Research and Therapy,
42(10), 1129–1148.
Bennett, D. C., y Kerig, P. K. (2014). Investigating the construct of trauma-related
acquired callousness among delinquent youth: Differences in emotion
processing. Journal of Traumatic Stress, 27(4), 415–422.
Bentall, R. P., Wickham, S., Shevlin, M., y Varese, F. (2012). Do specific early-life
adversities lead to specific symptoms of psychosis?: A study from the 2007
Adult Psychiatric Morbidity Survey. Schizophrenia Bulletin, 28(4), 734–740.
Bernat, J. A., Ronfeldt, H. M., Calhoun, K. S., y Arias, I. (1998). Prevalence of
traumatic events and peritraumatic predictors of posttraumatic stress
symptoms in a nonclinical sample of college students. Journal of Traumatic
Stress, 11(4), 645– 664.
Beutler, L. E. (1991). Have all won and must all have prizes?: Revisiting Luborsky
et al.’s verdict. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 59, 226–232.
Beutler, L. E. (2009). Making science matter in clinical practice: Redefining
psychotherapy. Clinical Psychology: Science and Practice, 16, 301–317.
Beutler, L. E., y Forrester, B. (2014). What needs to change: Moving from
“research informed” practice to “empirically effective” practice. Journal of
Psychotherapy Integration, 24, 168–177.
Beutler, L. E., Someah, K., Kimpara, S., y Miller, K. (2016). Selecting the most
appropriate treatment for each patient. International Journal of Clinical and
Health Psychology, 16(1), 99–108.
Bisson, J. I., Roberts, N. P., Andrew, M., Cooper, R., y Lewis, C. (2013).
Psychological therapies for chronic posttraumatic stress disorder (PTSD) in
adults. Cochrane Database Systematic Review, 12, CD003388.
Blanchard, E. B., y Abel, G. G. (1976). An experimental case study of the
biofeedback treatment of a rape-induced psychophysiological cardiovascular
disorder. Behavior Therapy, 7, 113–119.
Blanchard, E. B., y Hickling, E. J. (1997). After the crash: Assessment and
treatment of motor vehicle accident survivors. Washington, DC: American
Psychological Association.
Bloom, M., Fischer, J., y Orme, J. G. (2006). Evaluating practice: Guidelines for the
accountable professional (5th ed.). Boston: Allyn y Bacon.
Bluett, E. J., Zoellner, L. A., y Feeny, N. C. (2014). Does change in distress
matter?: Mechanisms of change in prolonged exposure for PTSD. Journal of
Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 45, 1–18.
Boel, J. (1999). The butterfly hug. EMDRIA Newsletter, 4(4), 11–13.
Boening, J. A. (2001). Neurobiology of an addiction memory. Journal of Neural
Transmission, 108(6), 755–765.
Bohart, A. C., y Greenberg, L. S. (2002). EMDR and experiential psychotherapy.
En F. Shapiro (Ed.), EMDR as an integrative psychotherapy approach: Experts
of diverse orientations explore the paradigm prism (pp. 239–261). Washington,
DC: American Psychological Association Press.
Bombay, A., Matheson, K., y Anisman, H. (2014). The intergenerational effects of
Indian Residential Schools: Implications for the concept of historical trauma.
Transcultural Psychiatry, 51(3), 320–338.
Bongaerts, H., Van Minnen, A., y De Jongh, A. (2017). Intensive EMDR to treat
PTSD patients with severe comorbidity: A case series. Journal of EMDR
Practice and Research, 11(2), 84–95.
Boon, S., Steele, K., y Van der Hart, O. (2011). Coping with trauma-related
dissociation: Skills training for patients and therapists. New York: Norton.
Boscarino, J. A. (2011). Post-traumatic stress disorder and cardiovascular disease
link: Time to identify specific pathways and interventions. American Journal of
Cardiology, 108(7), 1052–1053.
Boscarino, J. A., Forsberg, C. W., y Goldberg, J. (2010). A twin study of the
association between PTSD symptoms and rheumatoid arthritis. Psychosomatic
Medicine, 72(5), 481–486.
Bossini, L., Fagiolini, A., y Castrogiovanni, P. (2007). Neuroanatomical changes
after EMDR in posttraumatic stress disorder. Journal of Neuropsychiatry and
Clinical Neuroscience, 19, 457–458.
Bossini, L., Santarnecchi, E., Casolaro, I., Koukouna, D., Caterini, C., Cecchini, F.,
et al. (2017). Morphovolumetric changes after EMDR treatment in drug-naive
PTSD patients. Rivista di Psichiatria, 52(1), 24–31.
Bossini, L., Tavanti, M., Calossi, S., Polizzotto, N. R., Vatti, G., Marino, D., et al.
(2011). EMDR treatment for posttraumatic stress disorder, with focus on
hippocampal volumes: A pilot study. Journal of Neuropsychiatry and Clinical
Neurosciences, 23, E1–E2.
Boudewyns, P. A. (1976). A comparison of the effects of stress vs. relaxation
instrumentation on the finger temperature response. Behavior Therapy, 7, 54–
67.
Boudewyns, P. A., y Hyer, L. (1990). Physiological response to combat memories
and preliminary treatment outcome in Vietnam veteran PTSD patients treated
with direct therapeutic exposure. Behavior Therapy, 21, 63–87.
Boudewyns, P. A., y Hyer, L. A. (1996). Eye movement desensitization and
reprocessing (EMDR) as treatment for post-traumatic stress disorder (PTSD).
Clinical Psychology and Psychotherapy, 3, 185–195.
Boudewyns, P. A., y Shipley, R. H. (1983). Flooding and implosive therapy: Direct
therapeutic exposure in clinical practice. New York: Plenum Press.
Boukezzi, S., El-Khoury-Malhame, M., Auzias, G., Reynaud, E., Rousseau, P. F.,
Richard, E., et al. (2017). Grey matter density changes of structures involved in
posttraumatic stress disorder (PTSD) after recovery following eye movement
desensitization and reprocessing (EMDR) therapy. Psychiatry Research:
Neuroimaging, 266, 146–152.
Bower, G. H. (1981). Mood and memory. American Psychologist, 36, 129–148.
Bower, J. E. (2008). Behavioral symptoms in patients with breast cancer and
survivors. Journal of Clinical Oncology, 26, 768–777.
Bradley, M. M. (2009). Natural selective attention: Orienting and emotion.
Psychophysiology, 46, 1–11.
Bradley, R., Greene, J., Russ, E., Dutra, L., y Westen, D. (2005). A
multidimensional meta-analysis of psychotherapy for PTSD. American Journal
of Psychiatry, 162, 214 –227.
Brady, K. T., Back, S. E., y Coffey, S. F. (2004). Substance abuse and
posttraumatic stress disorder. Current Directions in Psychological Science,
13(5), 206–209.
Brady, K. T., Dansky, B. S., Back, S. E, Foa, A. B., y Carroll, K. M. (2001).
Exposure therapy in the treatment of PTSD among cocaine-dependent
individuals: Preliminary findings. Journal of Substance Abuse Treatment, 21,
47–54.
Brady, K. T., y Sinha, R. (2005). Co-occurring mental and substance use disorders:
The neurobiological effects of chronic stress. American Journal of Psychiatry,
162(8), 1483–1493.
Braga, R. M., Fu, R. Z., Seemungal, B. M., Wise, R. J., y Leech, R. (2016). Eye
movements during auditory attention predict individual differences in dorsal
attention network activity. Frontiers in Human Neuroscience, 10, 164.
Braun, B. G. (1988). The BASK model of dissociation. Dissociation, 1, 4–23.
Bremner, J., Scott, T., Delaney, R., Southwick, S., Mason, J., Johnson, D., et al.
(1993). Deficits in short-term memory in posttraumatic stress disorder.
American Journal of Psychiatry, 150, 1015–1019.
Breslau, N., Chilcoat, H. D., Kessler, R. C., y Davis, G. C. (1999). Previous
exposure to trauma and PTSD effects of subsequent trauma: Results from the
Detroit Area Survey of Trauma. American Journal of Psychiatry, 156, 902–907.
Brewin, C. R., Gregory, J. D., Lipton, M., y Burgess, N. (2010). Intrusive images in
psychological disorders: Characteristics, neural mechanisms, and treatment
implications. Psychological Review, 117(1), 210–232.
Briere, J. N. (1996). Therapy for adults molested as children: Beyond survival. New
York: Springer.
Briere, J. (2002). Multiscale Dissociation Inventory. Odessa, FL: Psychological
Assessment Resources.
Briere, J., y Runtz, M. (2002). The Inventory of Altered Self-Capacities (IASC): A
standardized measure of identity, affect regulation, and relationship
disturbance. Assessment, 9(3), 230–239.
Briere, J., y Scott, C. (2006). Principles of trauma therapy: A guide to symptoms,
evaluation, and treatment. London: SAGE.
Briere, J., y Spinazzola, J. (2005). Phenomenology and psychological assessment
of complex posttraumatic states. Journal of Traumatic Stress, 18(5), 401–412.
Brignone, E., Gundlapalli, A. V., Blais, R. K., Carter, M. E., Suo, Y., Samore, M. H.,
et al. (2016). Differential risk for homelessness among US male and female
veterans with a positive screen for military sexual trauma. JAMA Psychiatry,
73(6), 582–589.
Brindley, G. S., y Merton, P. A. (1960). Absence of position sense in the human
eye. Journal of Physiology, 153, 127–130.
Brom, D., Kleber, R. J., y Defares, P. B. (1989). Brief psychotherapy for
posttraumatic stress disorders. Journal of Consulting and Clinical Psychology,
57, 607–612.
Bromet, E. J., Sonnega, A., y Kessler, R. C. (1998). Risk factors for DSM-III-R
posttraumatic stress disorder: Findings from the National Comorbidity Survey.
American Journal of Epidemiology, 147(4), 353–361.
Brown, K. W., McGoldrick, T., y Buchanan, R. (1997). Body dysmorphic disorder:
Seven cases treated with eye movement desensitization and reprocessing.
Behavioural and Cognitive Psychotherapy, 25, 203–207.
Brown, L. S. (2002). Feminist therapy and EMDR: Theory meets practice. En F.
Shapiro (Ed.), EMDR as an integrative psychotherapy approach: Experts of
diverse orientations explore the paradigm prism (pp. 263–287). Washington,
DC: American Psychological Association Press.
Brown, L. S. (2015). Not the price of admission: Healthy relationships after
childhood trauma. N. Charleston, SC: CreateSpace.
Brown, S., y Shapiro, F. (2006). EMDR in the treatment of borderline personality
disorder. Clinical Case Studies, 5, 403–420.
Brown, S. H., Gilman, S. G., Goodman, E. G., Adler-Tapia, R., y Freng, S. (2015).
Integrated trauma treatment in drug court: Combining EMDR and Seeking
Safety. Journal of EMDR Practice and Research, 9(3), 123–136.
Brown, S. H., Stowasser, J. E., y Shapiro, F. (2011). Eye movement desensitization
and reprocessing (EMDR): Mental health-substance use. En D. B. Cooper
(Ed.), Intervention in mental health-substance use (pp. 165–193). Oxford, UK:
Radcliffe.
Bruce, M. (2006). A systematic and conceptual review of posttraumatic stress in
childhood cancer survivors and their parents. Clinical Psychology Review, 26,
233– 256.
Bücker, J., Kapczinski, F., Post, R., Ceresér, K. M., Szobot, C., Yatham, L. N., et al.
(2012). Cognitive impairment in school-aged children with early trauma.
Comprehensive Psychiatry, 53(6), 758–764.
Bultz, B. D., y Johansen, C. (2011). Screening for distress, the 6th vital sign: Where
are we, and where are we going? Psycho-Oncology, 20, 569–571.
Bunting, B. P., Ferry, F. R., Murphy, S. D., O’Neill, S. M., y Bolton, D. (2013).
Trauma associated with civil conflict and posttraumatic stress disorder:
Evidence from the Northern Ireland study of health and stress. Journal of
Traumatic Stress, 26(1), 134 –141.
Burgmer, M., y Heuft, G. (2004). Occurrence and treatment of post-traumatic stress
disorder in an elderly patient after a traffic accident. International Journal of
Geriatric Psychiatry, 19(2), 185–188.
Calof, D. (1992, June). Self-injurious behavior: Treatment strategies. Paper
presented at the fourth annual Eastern Regional Conference on Abuse and
Multiple Personality, Alexandria, VA.
Capezzani, L., Ostacoli, L., Cavallo, M., Carletto, S., Fernandez, I., Solomon, R., et
al. (2013). EMDR and CBT for cancer patients: Comparative study of effects on
PTSD, anxiety, and depression. Journal of EMDR Practice and Research, 7(3),
134–143.
Carletto, S., Borghi, M., Bertino, G., Oliva, F., Cavallo, M., Hofmann, A., et al.
(2016). Treating post-traumatic stress disorder in patients with multiple
sclerosis: A randomized controlled trial comparing the efficacy of eye
movement desensitization and reprocessing and relaxation therapy. Frontiers
in Psychology, 7, 526.
Carlson, E. B., y Putnam, F. W. (1992). Manual for the Dissociative Experiences
Scale. Lutherville, MD: Sidran Foundation.
Carlson, E. B., y Putnam, F. W. (1993). An update on the Dissociative Experience
Scale. Dissociation, 6, 16–27.
Carlson, J. G., Chemtob, C. M., Rusnak, K., Hedlund, N. L., y Muraoka, M. Y.
(1998). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR): Treatment
for combatrelated post-traumatic stress disorder. Journal of Traumatic Stress,
11, 3–24.
Carr, C. P., Martins, C. M. S., Stingel, A. M., Lemgruber, V. B., y Juruena, M. F.
(2013). The role of early life stress in adult psychiatric disorders: A systematic
review according to childhood trauma subtypes. Journal of Nervous and Mental
Disease, 201(12), 1007–1020.
Carriere, R. (2014). Scaling up what works: Using EMDR to help confront the
world’s burden of traumatic stress. Journal of EMDR Practice and Research,
8(4), 187– 195.
Carryer, J. R., y Greenberg, L. S. (2010). Optimal levels of emotional arousal in
experiential therapy of depression. Journal of Consulting and Clinical
Psychology, 78(2), 190–199.
Casement, M. D., y Swanson, L. M. (2012). A meta-analysis of imagery rehearsal
for post-trauma nightmares: Effects on nightmare frequency, sleep quality, and
posttraumatic stress. Clinical Psychology Review, 32, 566–574.
Chambless, D. L., Baker, M. J., Baucom, D. H., Beutler, L. E., Calhoun, K. S.,
CritsChristoph, P., et al. (1998). Update on empirically validated therapies. The
Clinical Psychologist, 51, 3–16.
Chaplin, E. W., y Levine, B. A. (1981). The effects of total exposure duration and
interrupted versus continuous exposure in flooding therapy. Behavior Therapy,
12, 360–368.
Charlson, F. J., Flaxman, A., Ferrari, A. J., Vos, T., Steel, Z., y Whiteford, H. A.
(2016). Post-traumatic stress disorder and major depression in conflict-affected
populations: An epidemiological model and predictor analysis. Global Mental
Health, 3, e4.1e–e4.11e.
Chemtob, C. M., Gudiño, O. G., y Laraque, D. (2013). Maternal posttraumatic
stress disorder and depression in pediatric primary care: Association with child
maltreatment and frequency of child exposure to traumatic events. JAMA
Pediatrics, 167(11), 1011–1018.
Chemtob, C. M., Nakashima, J., Hamada, R., y Carlson, J. G. (2002). Brief
treatment for elementary school children with disaster-related PTSD: A field
study. Journal of Clinical Psychology, 58, 99–112.
Chemtob, C., Roitblat, H., Hamada, R., Carlson, J., y Twentyman, C. (1988). A
cognitive action theory of posttraumatic stress disorder. Journal of Anxiety
Disorders, 2, 253–275.
Chemtob, C. M., Tolin, D. F., Van der Kolk, B. A., y Pitman, R. K. (2000). Eye
movement desensitization and reprocessing. En E. B. Foa, T. M. Keane, y M. J.
Friedman (Eds.), Effective treatments for PTSD: Practice guidelines from the
International Society for Traumatic Stress Studies (pp. 139–155, 333–335).
New York: Guilford Press.
Chen, Y. R., Hung, K. W., Tsai, J. C., Chu, H., Chung, M. H., Chen, S. R., et al.
(2014). Efficacy of eye-movement desensitization and reprocessing for patients
with posttraumatic-stress disorder: A meta-analysis of randomized controlled
trials. PLOS ONE, 9(8), e103676.
Chirico, A., Lucidi, F., Mallia, L., D’Aiuto, M., y Merluzzi, T. V. (2015). Indicators of
distress in newly diagnosed breast cancer patients. PeerJ, 3, e1107.
Christman, S., y Garvey, K. (2000). Episodic versus semantic memory: Eye
movements and cortical activation. Paper presented at the 41st annual meeting
of the Psychonomic Society, New Orleans, LA.
Christman, S. D., Garvey, K. J., Propper, R. E., y Phaneuf, K. A. (2003). Bilateral
eye movements enhance the retrieval of episodic memories. Neuropsychology,
17, 221–229.
Christman, S. D., Propper, R. E., y Brown, T. J. (2006). Increased interhemispheric
interaction is associated with earlier offset of childhood amnesia.
Neuropsychology, 20(3), 336–345.
Chu, J. A. (2011). Rebuilding shattered lives: Treating complex posttraumatic and
dissociative disorders (2nd ed.). New York: Wiley.
Chu, J., Dell, P., Van der Hart, O., y Cardeña, E. (2011). Guidelines for treating
dissociative identity disorder in adults, third revision. Journal of Trauma and
Dissociation, 12, 115–187.
Cloitre, M. (2014). The “one size fits all” approach to trauma treatment: Should we
be satisfied? European Journal of Psychotraumatology, 6, 27344.
Cloitre, M. (2015). The “one size fits all” approach to trauma treatment: Should we
be satisfied? European Journal of Psychotraumatology, 6.
Cloitre, M. (2016). Commentary on De Jongh et al. (2016) critique of ISTSS
complex PTSD guidelines: Finding the way forward. Depression and Anxiety,
33(5), 355– 356.
Cloitre, M., Cohen, L., y Koenen, K. C. (2006). Treating survivors of childhood
abuse: Psychotherapy for the interrupted life. New York: Guilford Press.
Cloitre, M., Courtois, C. A., Charuvastra, A., Carapezza, R., Stolbach, B. C., y
Green, B. L. (2011). Treatment of complex PTSD: Results of the ISTSS expert
clinician survey on best practices. Journal of Traumatic Stress, 24(6), 615–627.
Cloitre, M., Koenen, K. C., Cohen, L. R., y Han, H. (2002). Skills training in
affective and interpersonal regulation followed by exposure: A phase-based
treatment for PTSD related to childhood abuse. Journal of Consulting and
Clinical Psychology, 70, 1067–1074.
Cohn, L. (1993). Art psychotherapy and the new eye desensitization and
reprocessing treatment (EMD/R) method: An integrated approach. En E.
Virshup (Ed.), California art therapy trends (pp. 275–290). Chicago: Magnolia
Street.
Collewijn, H., y Tamminga, E. P. (1984). Human smooth and saccadic eye
movements during voluntary pursuit of different target motions on different
backgrounds. Journal of Physiology, 351, 217–250.
Corbetta, M., Akbudak, E., Conturo, T. E., Snyder, A. Z., Ollinger, J. M., Drury, H.
A., et al. (1998). A common network of functional areas for attention and eye
movements. Neuron, 21, 761–773.
Corbetta, M., Patel, G., y Shulman, G. L. (2008). The reorienting system of the
human brain: From environment to theory of mind. Neuron, 58, 306–324.
Corcoran, K., y Fischer, J. (2013a). Measures for clinical practice: A sourcebook:
Vol. 1. Couples, families, children (5th ed.). New York: Free Press.
Corcoran, K., y Fischer, J. (2013b). Measures for clinical practice: A sourcebook:
Vol. 2. Adults (5th ed.). New York: Free Press.
Courtois, C. A. (1999). Recollections of sexual abuse: Treatment principles and
guidelines. New York: Norton.
Courtois, C. A. (2010). Healing the incest wound: Adult survivors in therapy: A
guidebook for therapists. New York: Norton.
Courtois, C. A. (2014). It’s not you, it’s what happened to you: Complex trauma and
treatment. Long Beach, CA: Elements Behavioral Health.
Courtois, C. A., y Ford, J. D. (2009). Treating complex traumatic stress disorders:
An evidence-based guide. New York: Guilford Press.
Cousins, N. (1979). Anatomy of an illness. New York: Norton.Cousins, N. (1989).
Head first: The biology of hope. New York: Dutton.
Cox, R. P., y Howard, M. D. (2007). Utilization of EMDR in the treatment of sexual
addiction: A case study. Sexual Addiction and Compulsivity, 14(1), 1–20.
Craske, M., Herman, D., y Vansteenwegen, D. (Eds.). (2006). Fear and learning:
From basic processes to clinical implications. Washington, DC: APA Press.
D’Andrea, W., Ford, J., Stolbach, B., Spinazzola, J., y Van der Kolk, B. A. (2012).
Understanding interpersonal trauma in children: Why we need a
developmentally appropriate trauma diagnosis. American Journal of
Orthopsychiatry, 82(2), 187–200.
Dang-Vu, T. T., Desseilles, M., Peigneux, P., y Maquet, P. (2006). A role for sleep in
brain plasticity. Paediatric Rehabilitation, 9, 98–118.
Davidson, P. R., y Parker, K. C. H. (2001). Eye movement desensitization and
reprocessing (EMDR): A meta-analysis. Journal of Consulting and Clinical
Psychology, 69, 305–316.
De Benedittis, G. (2015). Neural mechanisms of hypnosis and meditation. Journal
of Physiology–Paris, 109(4–6), 152–164.
De Bont, P. A., Van den Berg, D. P., Van der Vleugel, B. M., De Roos, C., De
Jongh, A., Van der Gaag, M., et al. (2016). Prolonged exposure and EMDR for
PTSD v. a PTSD waiting-list condition: Effects on symptoms of psychosis,
depression and social functioning in patients with chronic psychotic disorders.
Psychological Medicine, 46(11), 1–11.
De Bont, P. A., Van Minnen, A., y De Jongh, A. (2013). Treating PTSD in patients
with psychosis: A within-group controlled feasibility study examining the
efficacy and safety of evidence-based PE and EMDR protocols. Behavior
Therapy, 44(4), 717–730.
De Brouwer, S., Yuksel, D., Blohm, G., Missal, M., y Lefèvre, P. (2002). What
triggers catch-up saccades during visual tracking? Journal of Neurophysiology,
87(3), 1646–1650.
De Jongh, A., Ernst, R., Marques, L., y Hornsveld, H. (2013). The impact of eye
movements and tones on disturbing memories of patients with PTSD and other
mental disorders. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry,
44, 447–483.
De Jongh, A., Resick, P. A., Zoellner, L. A., Minnen, A., Lee, C. W., Monson, C. M.,
et al. (2016). Critical analysis of the current treatment guidelines for complex
PTSD in adults. Depression and Anxiety, 33(5), 359–369.
De Jongh, A., Ten Broeke, E., y Renssen, M. R. (1999). Treatment of specific
phobias with eye movement desensitization and reprocessing (EMDR):
Protocol, empirical status, and conceptual issues. Journal of Anxiety Disorders,
13, 69–85.
De Roos, C., Greenwald, R., Den Hollander-Gijsman, M., Noorthoorn, E., Van
Buuren, S., y De Jongh, A. (2011). A randomised comparison of cognitive
behavioural therapy (CBT) and eye movement desensitisation and
reprocessing (EMDR) in disaster exposed children. European Journal of
Psychotraumatology, 2, 5694– 5704.
De Roos, C., Van der Oord, S., Zijlstra, B., Lucassen, S., Perrin, S., Emmelkamp,
P., et al. (2017). Comparison of EMDR therapy, cognitive behavioral writing
therapy, and waitlist in pediatric PTSD following single-incident trauma: A multi-
center randomized clinical trial. Journal of Child Psychology and Psychiatry.
De Roos, C., Veenstra, A. C., De Jongh, A., Den Hollander-Gijsman, M., Van der
Wee, N. J., Zitman, F. G., et al. (2010). Treatment of chronic phantom limb pain
using a trauma-focused psychological approach. Pain Research and
Management, 15(2), 65–71.
Dell, P. F. (2006). The Multidimensional Inventory of Dissociation (MID): A
comprehensive measure of pathological dissociation. Journal of Trauma and
Dissociation, 7(2), 77–106.
Department of Veterans Affairs y Department of Defense. (2017). VA/DoD clinical
practice guideline for the management of posttraumatic stress disorder and
acute stress disorder. Washington, DC: Veterans Health Administration,
Department of Veterans Affairs and Health Affairs, Department of Defense.
Devilly, G. J., y Spence, S. H. (1999). The relative efficacy and treatment distress
of EMDR and a cognitive behavioral trauma treatment protocol in the
amelioration of posttraumatic stress disorder. Journal of Anxiety Disorders, 13,
131–157.
Devilly, G. J., Spence, S. H., y Rapee, R. M. (1998). Statistical and reliable change
with eye movement desensitization and reprocessing: Treating trauma with a
veteran population. Behavior Therapy, 29, 435–455.
Dew, M. A., DiMartini, A. F., Switzer, G. E., Kormos, R. L., Schulberg, H. C., Roth,
L. H., et al. (2000). Patterns and predictors of risk for depressive and anxiety-
related disorders during the first three years after heart transplantation.
Psychosomatics, 41(2), 191–192.
Diehle, J., Opmeer, B. C., Boer, F., Mannarino, A. P., y Lindauer, R. J. (2014).
Traumafocused cognitive behavioral therapy or eye movement desensitization
and reprocessing: What works in children with posttraumatic stress symptoms?
A randomized controlled trial. European Child and Adolescent Psychiatry, 226,
227–236.
Doering, S., Ohlmeier, M. C., Jongh, A., Hofmann, A., y Bisping, V. (2013). Efficacy
of a trauma-focused treatment approach for dental phobia: A randomized
clinical trial. European Journal of Oral Sciences, 121(6), 584–593.
Donley, S., Habib, L., Jovanovic, T., Kamkwalala, A., Evces, M., Egan, G., et al.
(2012). Civilian PTSD symptoms and risk for involvement in the criminal justice
system. Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law Online,
40(4), 522–529.
Dorrepaal, E., Thomaes, K., Hoogendoorn, A. W., Veltman, D. J., Draijer, N., y Van
Balkom, A. J. (2014). Evidence-based treatment for adult women with child
abuserelated complex PTSD: A quantitative review. European Journal of
Psychotraumatology, 5, Article 23613.
Draijer, N., y Boon, S. (1999). The imitation of dissociative identity disorder:
Patients at risk, therapists at risk. Journal of Psychiatry and Law, 11, 301–322.
Dube, S. R., Anda, R. F., Felitti, V. J., Chapman, D. P., y Giles, W. H. (2003).
Childhood abuse, neglect, and household dysfunction and the risk of illicit drug
use: The Adverse Childhood Experiences Study. Pediatrics, 111, 564–572.
Dupont, A., Bower, J. E., Stanton, A. L., y Ganz, P. A. (2014). Cancer-related
intrusive thoughts predict behavioral symptoms following breast cancer
treatment. Health Psychology, 33(2), 155–163.
Dyck, M. J. (1993). A proposal for a conditioning model of eye movement
desensitization treatment for posttraumatic stress disorder. Journal of Behavior
Therapy and Experimental Psychiatry, 24, 201–210.
Eccleston, C., Morley, S., y Williams, A. C. (2013). Psychological approaches to
chronic pain management: Evidence and challenges. British Journal of
Anaesthesia, 111, 59–63.
Edelman, S., Craig, A., y Kidman, A. D. (2000). Group interventions with cancer
patients: Efficacy of psychoeducational versus supportive groups. Journal of
Psychosocial Oncology, 18(3), 67–85.
Edmond, T., y Rubin, A. (2004). Assessing the long-term effects of EMDR: Results
from an 18-month follow up study with adult female survivors of CSA. Journal
of Childhood Sexual Abuse, 13, 69–86.
Edmond, T., Rubin, A., y Wambach, K. G. (1999). The effectiveness of EMDR with
adult female survivors of childhood sexual abuse. Social Work Research, 23,
103 –116.
Edmond, T., Sloan, L., y McCarty, D. (2004). Sexual abuse survivors’ perceptions
of the effectiveness of EMDR and eclectic therapy: A mixed-methods study.
Research on Social Work Practice, 14, 259–272.
Ehlers, A. (2010). Understanding and treating unwanted trauma memories in
posttraumatic stress disorder. Zeitschrift für Psychologie, 218(2), 141–145.
Ehlers, A., Mayou, R. A., y Bryant, B. (1998). Psychological predictors of chronic
posttraumatic stress disorder after motor vehicle accidents. Journal of
Abnormal Psychology, 107, 508–519.
Ehring, T., Welboren, R., Morina, N., Wicherts, J. M., Freitag, J., y Emmelkamp, P.
M. (2014). Meta-analysis of psychological treatments for posttraumatic stress
disorder in adult survivors of childhood abuse. Clinical Psychology Review,
34(8), 645–657.
El Khoury-Malhame, M., Lanteaume, L., Beetz, E. M., Roques, J., Reynaud, E.,
Samuelian, J. C., et al. (2011). Attentional bias in post-traumatic stress disorder
diminishes after symptom amelioration. Behaviour Research and Therapy,
49(11), 796–801.
Elklit, A., Karstoft, K. I., Armour, C., Feddern, D., y Christoffersen, M. (2013).
Predicting criminality from child maltreatment typologies and posttraumatic
stress symptoms. European Journal of Psychotraumatology, 4, Article 19825.
Ellason, J., Ross, C., Sainton, K., y Lawrence, W. (1996). Axis I and II comorbidity
and childhood trauma history in chemical dependency. Bulletin of the
Menninger Clinic, 60, 39–51.
Ellis, A. (1962). Reason and emotion in psychotherapy. Secaucus, NJ: Citadel.
Elofsson, U. O. E., Von Schèele, B., Theorell, T. R., y Söndergaard, H. P. (٢٠٠٨).
Physiological correlates of eye movement desensitization and reprocessing.
Journal of Anxiety Disorders, 22, 622–634.
Elsey, J. W., y Kindt, M. (2017). Tackling maladaptive memories through
reconsolidation: From neural to clinical science. Neurobiology of Learning and
Memory.
EMDR Humanitarian Assistance Programs. (2001). Lightstream technique.
Disponible en www.emdria.org
EMDR Research Foundation. (2014, 2015). EMDR Early Intervention Researcher’s
Toolkit Version 2. Austin, TX: Author.
Engelhard, I. M., Van den Hout, M. A., Janssen, W. C., y Van der Beek, J. (2010).
Eye movements reduce vividness and emotionality of “flashforwards.”
Behaviour Research and Therapy, 48, 442–447.
Erickson, H. J., Hurley, R. A., y Taber, K. (2014). Psychotherapy for PTSD:
Neuroimaging of recovery processes. Journal of Neuropsychiatry and Clinical
Neurosciences, 26(3), 188–195.
Eslick, G. D., Koloski, N. A., y Talley, N. J. (2011). Sexual, physical,
verbal/emotional abuse and unexplained chest pain. Child Abuse and Neglect,
35(8), 601–605.
Everley, G. (1995). Innovations in disaster and trauma psychology. Elliot City, MD:
Chevron.
Everson, S. A., Goldberg, D. E., Kaplan, G. A., Cohen, R. D., Pukkala, E.,
Tuomilehto, J., et al. (1996). Hopelessness and risk of mortality and incidence
of myocardial infarction and cancer. Psychosomatic Medicine, 58(2), 113–121.
Faretta, E. (2013). EMDR and cognitive behavioral therapy in the treatment of
panic disorder: A comparison. Journal of EMDR Practice and Research, 7,
121–133.
Faretta, E., y Borsato, T. (2016). EMDR therapy protocol for oncological patients.
Journal of EMDR Practice and Research, 10(3), 162–175.
Faretta, E., Borsato, T., Civilotti, C., Fernandez, I., y Pagani, M. (2016). EMDR and
CBT: A comparative clinical study with oncological patients. Journal of EMDR
Practice and Research, 10(3), 215–227.
Farina, B., Imperatori, C., Quintiliani, M. I., Castelli Gattinara, P., Onofri, A., Lepore,
M., et al. (2015). Neurophysiological correlates of eye movement
desensitization and reprocessing sessions: Preliminary evidence for traumatic
memories integration. Clinical Physiology and Functional Imaging, 35(6), 460–
468.
Farrell, D. (2014). Developing EMDR therapy in Pakistan as part of a humanitarian
endeavour. Journal of EMDR Practice and Research, 8(4), 233–239.
Felitti, V. J. (2004). Ursprunge de Suchtverhaltens: Evidenzen aus einer Studie zu
belastenden Kindheitserfahrungen [The origin of addiction: Evidence from the
Adverse Childhood Experiences Study]. Praxis der Kinderpsychologie und
Kinderpsychiatrie, 52, 547–559.
Felitti, V. J., y Anda, R. F. (2014). The lifelong effects of adverse childhood
experiences. En D. L. Chadwick, A. P. Ciardino, R. Alexander, J. D. Thackeray,
y D. Esernio-Jenssen (Eds.), Chadwick’s child maltreatment: Sexual abuse and
psychological maltreatment (Vol. 2, pp. 203–216). Saint Louis, MO: STM
Learning.
Felitti, V. J., Anda, R. F., Nordenberg, D., Williamson, D. F., Spitz, A. M., Edwards,
V. J., et al. (1998). Relationship of childhood abuse and household dysfunction
to many of the leading causes of death in adults: The Adverse Childhood
Experiences (ACE) Study. American Journal of Preventive Medicine, 14, 245–
258.
Fensterheim, H. (1996). Eye movement desensitization and reprocessing with
complex personality pathology: An integrative therapy. Journal of
Psychotherapy Integration, 6, 27–38.
Fernandez, I. (2007). EMDR as treatment of post-traumatic reactions: A field study
on child victims of an earthquake [Special issue]. Educational and Child
Psychology Therapy, 24, 65–72.
Fernandez, I., y Faretta, E. (2007). EMDR in the treatment of panic disorder with
agoraphobia. Clinical Case Studies, 6(1), 44–63.
Fernandez, I., Gallinari, E., y Lorenzetti, A. (2004). A school-based EMDR
intervention for children who witnessed the Pirelli building airplane crash in
Milan, Italy. Journal of Brief Therapy, 2, 129–136.
Feske, U., y Goldstein, A. (1997). Eye movement desensitization and reprocessing
treatment for panic disorder: A controlled outcome and partial dismantling
study. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 36, 1026–1035.
Fetzner, M. G., McMillan, K. A., Sareen, J., y Asmundson, G. J. (2011). What is the
association between traumatic life events and alcohol abuse/dependence in
people with and without PTSD?: Findings from a nationally representative
sample. Depression and Anxiety, 28(8), 632–638.
Figley, C. R. (1978). Psychosocial adjustment among Vietnam veterans. En C. R.
Figley (Ed.), Stress disorders among Vietnam veterans: Theory, research and
treatment (pp. 57–70). New York: Brunner/Mazel.
Figley, C. R. (1995). Compassion fatigue: Secondary traumatic stress disorder from
helping the traumatized. New York: Brunner/Mazel.
Fine, C. G. (1991). Treatment stabilization and crisis prevention: Pacing the
therapy of the multiple personality disorder patient. Psychiatric Clinics of North
America, 14, 661–675.
Fine, C. G., y Berkowitz, S. A. (2001). The wreathing protocol: The imbrication of
hypnosis and EMDR in the treatment of dissociative identity disorder and other
maladaptive dissociative responses. American Journal of Clinical Hypnosis, 43,
275–290.
Fink, D. S., y Galea, S. (2015). Life course epidemiology of trauma and related
psychopathology in civilian populations. Current Psychiatry Reports, 17(5), 1–
9.
Fisch, R. (1965). Resistance to change in the psychiatric community. Archives of
General Psychiatry, 13, 359–366.
Fisch, R., Weakland, J. H., y Segal, L. (1982). The tactics of change: Doing therapy
briefly. San Francisco: Jossey-Bass.
Foa, E. B. (2011). Prolonged exposure therapy: Past, present, and future.
Depression and Anxiety, 28(12), 1043–1047.
Foa, E. B., Hembree, E., y Rothbaum, B. O. (2007). Prolonged exposure therapy
for PTSD: Emotional processing of traumatic experiences (Treatments That
Work). New York: Oxford University Press.
Foa, E. B., Keane, T. M., y Friedman, M. J. (2000). Introduction. En E. B. Foa, T. M.
Keane, y M. J. Friedman (Eds.), Effective treatments for PTSD: Practice
guidelines from the International Society for Traumatic Stress Studies (pp. 1–
17). New York: Guilford Press.
Foa, E. B., Keane, T. M., Friedman, M. J., y Cohen, J. A. (2009). Effective
treatments for PTSD: Practice guidelines of the International Society for
Traumatic Stress Studies. New York: Guilford Press.
Foa, E. B., y Kozak, M. J. (1986). Emotional processing of fear: Exposure to
corrective information. Psychological Bulletin, 99, 20–35.
Foa, E. B., y McNally, R. J. (1996). Mechanisms of change in exposure therapy. En
R. M. Rapee (Ed.), Current controversies in the anxiety disorders (pp. 329–
343). New York: Guilford Press.
Foa, E. B., y Meadows, E. A. (1997). Psychosocial treatments for posttraumatic
stress disorder: A critical review. Annual Review of Psychology, 48, 449–480.
Foa, E. B., y Rothbaum, B. O. (1998). Treating the trauma of rape:
Cognitivebehavioral therapy for PTSD. New York: Guilford Press.
Follette, V. M., Polusny, M. A., Bechtle, A. E., y Naugle, A. E. (1996). Cumulative
trauma: The impact of child sexual abuse, adult sexual assault, and spouse
abuse. Journal of Traumatic Stress, 9, 25–35.
Ford, J. D., Chapman, J., Connor, D. F., y Cruise, K. R. (2012). Complex trauma
and aggression in secure juvenile justice settings. Criminal Justice and
Behavior, 39(6), 694–724.
Ford, J. D., Grasso, D., Greene, C., Levine, J., Spinazzola, J., y Van der Kolk, B.
(2013). Clinical significance of a proposed developmental trauma disorder
diagnosis: Results of an international survey of clinicians. Journal of Clinical
Psychiatry, 74(8), 841–849.
Ford, J. D., y Russo, E. (2006). Trauma-focused, present-centered emotional
regulation approach to integrated treatment for posttraumatic stress and
addiction: Trauma Adaptive Group Education and Therapy (TARGET).
American Journal of Psychotherapy, 60(4), 335–355.
Forgash, C., y Copeley, M. (Eds.). (2008). Healing the heart of trauma and
dissociation with EMDR and ego state therapy. New York: Springer.
Foster, S., y Lendl, J. (1995). Eye movement desensitization and reprocessing:
Initial applications for enhancing performance in athletes. Journal of Applied
Sport Psychology, 7(Suppl.), 63.
Foster, S., y Lendl, J. (1996). Eye movement desensitization and reprocessing:
Four cases of a new tool for executive coaching and restoring employee
performance after setbacks. Consulting Psychology Journal: Practice and
Research, 48, 155– 161.
Freud, S. (1953). Interpretation of dreams. En J. Strachey (Ed., y Trad.), The
standard edition of the complete psychological works of Sigmund Freud (Vols.
4 y 5). London: Hogarth Press. (Original work published 1900)
Freud, S. (1955). Introduction to psychoanalysis and the war neuroses. En J.
Strachey (Ed., y Trad.), The standard edition of the complete psychological
works of Sigmund Freud (Vol. 17). London: Hogarth Press. (Original work
published 1919)
Frick, A., Åhs, F., Palmquist, Å. M., Pissiota, A., Wallenquist, U., Fernandez, M., et
al. (2016). Overlapping expression of serotonin transporters and neurokinin-1
receptors in posttraumatic stress disorder: A multi-tracer PET study. Molecular
Psychiatry, 21, 1400–1407.
Friedman, H., Rohrbaugh, M., y Krakauer, S. (1988). The time-line genogram:
Highlighting temporal aspects of family relationships. Family Process, 27, 293–
303.
Frischholz, E. J., Kowall, J. A., y Hammond, D. C. (2001). Introduction to the
special section: Hypnosis and EMDR. American Journal of Clinical Hypnosis,
43, 179–182.
Frustaci, A., Lanza, G. A., Fernandez, I., di Giannantonio, M., y Pozzi, G. (2010).
Changes in psychological symptoms and heart rate variability during EMDR
treatment: A case series of subthreshold PTSD. Journal of EMDR Practice and
Research, 4, 3–11.
Gale, A., y Johnson, F. (Eds.). (1984). Theoretical and applied aspects of eye
movement research. New York: Elsevier.
Gauhar, Y. W. M. (2016). The efficacy of EMDR in the treatment of depression.
Journal of EMDR Practice and Research, 10(2), 59–69.
Gelbach, R. (2014). EMDR humanitarian assistance programs: Twenty years and
counting. Journal of EMDR Practice and Research, 8(4), 196–204.
Gelinas, D. J. (2003). Integrating EMDR into phase-oriented treatment for trauma.
Journal of Trauma and Dissociation, 4(3), 91–135.
Gendlin, E. T. (1996). Focusing-oriented psychotherapy: A manual of the
experiential method. New York: Guilford Press.
Gerhardt, A., Leisner, S., Hartmann, M., Janke, S., Seidler, G. H., Eich, W., et al.
(2016). Eye movement desensitization and reprocessing vs. treatment-as-usual
for non-specific chronic back pain patients with psychological trauma: A
randomized controlled pilot study. Frontiers in Psychiatry, 7, 201.
Gersons, B. P. R., Meewisse, M. L., y Nijdam, M. J. (2015). Brief eclectic
psychotherapy for PTSD. En U. Schnyder y M. Cloitre (Eds.), Evidence based
treatments for trauma-related psychological disorders: A practical guide for
clinicians. Cham, Switzerland: Springer International.
Gillikin, C., Habib, L., Evces, M., Bradley, B., Ressler, K. J., y Sanders, J. (2016).
Trauma exposure and PTSD symptoms associate with violence in inner city
civilians. Journal of Psychiatric Research, 83, 1–7.
Goetz, A. R., Davine, T. P., Siwiec, S. G., y Lee, H. J. (2016). The functional value
of preventive and restorative safety behaviors: A systematic review of the
literature. Clinical Psychology Review, 44, 112–124.
Gold, S. D., Marx, B. P., Soler-Baillo, J. M., y Sloan, D. M. (2005). Is life stress
more traumatic than traumatic stress? Journal of Anxiety Disorders, 19, 687–
698.
Goldstein, A. J., De Beurs, E., Chambless, D. L., y Wilson, K. A. (2000). EMDR for
panic disorder with agoraphobia: Comparison with waiting list and credible
attention-placebo control condition. Journal of Consulting and Clinical
Psychology, 68, 947–956.
Gomez, A. (2013). EMDR therapy and adjunct approaches with children: Complex
trauma, attachment, and dissociation. New York: Springer.
Grainger, R. D., Levin, C., Allen-Byrd, L., Doctor, R. M., y Lee, H. (1997). An
empirical evaluation of eye movement desensitization and reprocessing
(EMDR) with survivors of a natural disaster. Journal of Traumatic Stress, 10,
665–671.
Grant, B. F., Stinson, F. S., Dawson, D. A., Chou, S. P., Dufour, M. C., Compton,
W., et al. (2004). Prevalence and co-occurrence of substance use disorders
and independent mood and anxiety disorders: Results from the National
Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions. Archives of General
Psychiatry, 61, 807–816.
Grant, M. (1998). Pain control with EMDR. Denver, CO: Mentor Books.
Grant, M., y Threlfo, C. (2002). EMDR in the treatment of chronic pain. Journal of
Clinical Psychology, 58, 1505–1520.
Gratz, K. L., y Roemer, L. (2004). Multidimensional assessment of emotion
regulation and dysregulation: Development, factor structure, and initial
validation of the difficulties in emotion regulation scale. Journal of
Psychopathology and Behavioral Assessment, 26(1), 41–54.
Grayson, J. B., Foa, E. B., y Steketee, G. (1982). Habituation during exposure
treatment: Distraction versus attention-focusing. Behaviour Research and
Therapy, 20, 323–328.
Grayson, J. B., Foa, E. B., y Steketee, G. (1986). Exposure in vivo of obsessive-
compulsives under distracting and attention-focusing conditions: Replication
and extension. Behaviour Research and Therapy, 24, 475–479.
Greenberg, L. S. (2010). Emotion-focused therapy: Theory and practice.
Washington, DC: American Psychological Association.
Greenberg, L. S., y Safran, J. D. (1987). Emotion in psychotherapy. New York:
Guilford Press.
Greenwald, R. (1999). Eye movement desensitization reprocessing (EMDR) in
child and adolescent psychotherapy. New York: Jason Aronson.
Griffin, G. D., Charron, D., y Al-Daccak, R. (2014). Post-traumatic stress disorder:
Revisiting adrenergics, glucocorticoids, immune system effects and
homeostasis. Clinical and Translational Immunology, 3(11), e27.
Gunter, R. W., y Bodner, G. E. (2008). How eye movements affect unpleasant
memories: Support for a working-memory account. Behaviour Research and
Therapy, 46, 913–931.
Hafed, Z. M., y Clark, J. J. (2002). Microsaccades as an overt measure of covert
attention shifts. Vision Research, 42(22), 2533–2545.
Hahn, E. E., Hays, R. D., Kahn, K. L., Litwin, M. S., y Ganz, P. A. (2015).
Posttraumatic stress symptoms in cancer survivors: Relationship to the impact
of cancer scale and other associated risk factors. Psycho-Oncology, 24, 643–
652.
Harper, M. L., Rasolkhani-Kalhorn, T., y Drozd, J. F. (2009). On the neural basis of
EMDR therapy: Insights from qEEG studies. Traumatology, 15, 81–95.
Harrison, A., De la Cruz, L. F., Enander, J., Radua, J., y Mataix-Cols, D. (2016).
Cognitive-behavioral therapy for body dysmorphic disorder: A systematic
review and meta-analysis of randomized controlled trials. Clinical Psychology
Review, 48, 43–51.
Hase, M., Balmaceda, U. M., Hase, A., Lehnung, M., Tumani, V., Huchzermeier, C.,
et al. (2015). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) therapy
in the treatment of depression: A matched pairs study in an inpatient setting.
Brain and Behavior, 5(6), e00342.
Hase, M., Schallmayer, S., y Sack, M. (2008). EMDR reprocessing of the addiction
memory: Pretreatment, posttreatment, and 1-month followup. Journal of EMDR
Practice and Research, 2(3), 170–179.
Hayes, S. C., Wilson, K. G., y Strosahl, K. D. (1999). Acceptance and commitment
therapy: An experiential approach to behavior change. New York: Guilford
Press.
Heber, R., Kellner, M., y Yehuda, R. (2002). Salivary cortisol levels and the cortisol
response to dexamethasone before and after EMDR: A case report. Journal of
Clinical Psychology, 58, 1521–1530.
Hedstrom, J. (1991). A note on eye movements and relaxation. Journal of Behavior
Therapy and Experimental Psychiatry, 22, 37–38.
Heim, C., Plotsky, P. M., y Nemeroff, C. B. (2004). Importance of studying the
contributions of early adverse experience to neurobiological findings in
depression. Neuropsychopharmacology, 29, 641–648.
Hekmat, H., Groth, S., y Rogers, D. (1994). Pain ameliorating effect of eye
movement desensitization. Journal of Behavior Therapy and Experimental
Psychiatry, 25, 121–130.
Hensel, J. M., Ruiz, C., Finney, C., y Dewa, C. S. (2015). Meta-analysis of risk
factors for secondary traumatic stress in therapeutic work with trauma victims.
Journal of Traumatic Stress, 28(2), 83–91.
Hensel, T. (2009). EMDR with children and adolescents after single-incident
trauma an intervention study. Journal of EMDR Practice and Research, 3(1), 2–
9.
Herkt, D., Tumani, V., Grön, G., Kammer, T., Hofmann, A., y Abler, B. (2014).
Facilitating access to emotions: Neural signature of EMDR stimulation. PLOS
ONE, 9(8), e106350.
Herman, J. L. (2015). Trauma and recovery. New York: Basic Books.
Hien, D. A., Jiang, H., Campbell, A. N. C., Hu, M. C., Miele, G. M., Cohen, L. R., et
al. (2010). Do treatment improvements in PTSD severity affect substance use
outcomes?: A secondary analysis from a randomized clinical trial in NIDA’s
clinical trials network. American Journal of Psychiatry, 167, 95–101.
Ho, M. S. K., y Lee, C. W. (2012). Cognitive behaviour therapy versus eye
movement desensitization and reprocessing for post-traumatic disorder— Is it
all in the homework then? European Review of Applied Psychology, 62(4),
253–260.
Hobson, J. A., Stickgold, R., y Pace-Schott, E. F. (1998). The neuropsychology of
REM sleep dreaming. NeuroReport, 9, R1–R14.
Hofmann, A., Hilgers, A., Lehnung, M., Liebermann, P., Ostacoli, L., Schneider, W.,
et al. (2014). Eye movement desensitization and reprocessing as an adjunctive
treatment of unipolar depression: A controlled study. Journal of EMDR Practice
and Research, 8(3), 103–112.
Högberg, G., Pagani, M., Sundin, O., Soares, J., Aberg-Wistedt, A., Tärnell, B., et
al. (2007). On treatment with eye movement desensitization and reprocessing
of chronic post-traumatic stress disorder in public transportation workers: A
randomized controlled study. Nordic Journal of Psychiatry, 61, 54–61.
Högberg, G., Pagani, M., Sundin, O., Soares, J., Aberg-Wistedt, A., Tärnell, B., et
al. (2008). Treatment of post-traumatic stress disorder with eye movement
desensitization and reprocessing: Outcome is stable in 35-month follow-up.
Psychiatry Research, 159, 101–108.
Honorato, B., Caltabiano, N., y Clough, A. R. (2016). From trauma to incarceration:
Exploring the trajectory in a qualitative study in male prison inmates from north
Queensland, Australia. Health and Justice, 4(1), 1–10.
Hornsveld, H. K., Houtveen, J. H., De Vroomen, M., Kaptein, I., Aalbers, D., y Van
den Hout, M. A. (2011). Evaluating the effect of eye movements on positive
memories such as those used in resource development and installation.
Journal of EMDR Practice and Research, 5(4), 146–155.
Horowitz, M. J. (1973). Phase-oriented treatment of stress response syndromes.
American Journal of Psychotherapy, 27, 506–515.
Horowitz, M. J. (1974). Stress response syndromes, character style, and dynamic
psychotherapy. Archives of General Psychiatry, 31, 768–781.
Horowitz, M. J. (1979). Psychological response to serious life events. En V.
Hamilton y D. M. Warburton (Eds.), Human stress and cognition (pp. 69–84).
New York: Wiley.
Horowitz, M. J. (1986). Stress-response syndromes: A review of posttraumatic and
adjustment disorders. Psychiatric Services, 37(3), 241–249.
Horowitz, M. J. (1998). Cognitive psychodynamics: From conflict to character. New
York: Wiley.
Horowitz, M. J. (2011). Stress response syndromes: PTSD, grief, adjustment, and
dissociative disorders. New York: Jason Aronson.
Horowitz, M. J., Wilmer, N., y Alvarez, W. (1979). Impact of Event Scale: A
measure of subjective stress. Psychosomatic Medicine, 41, 209–218.
Horst, F., Den Oudsten, B., Zijlstra, W., De Jongh, A., Lobbestael, J., y De Vries, J.
(2017). Cognitive behavioral therapy vs. eye movement desensitization and
reprocessing for treating panic disorder: A randomized controlled trial. Frontiers
in Psychology, 8, 1409.
Hsu, E., y Cohen, S. P. (2013). Postamputation pain: Epidemiology, mechanisms,
and treatment. Journal of Pain Research, 6, 121–136.
Huhn, M., Tardy, M., Spineli, L. M., Kissling, W., Förstl, H., Pitschel-Walz, G., et al.
(2014). Efficacy of pharmacotherapy and psychotherapy for adult psychiatric
disorders: A systematic overview of meta-analyses. JAMA Psychiatry, 71(6),
706–715.
Hurley, E. (2016a). Treating military sexual trauma with EMDR therapy. En L. Katz
(Ed.), Treating military sexual trauma (pp. 155–174). New York: Springer.
Hurley, E. (2016b, May 1). Treating PTSD and moral injury among veterans using
EMDR therapy. Presented at the 23rd annual conference on Civilian and
Military Combat Stress, Carlsbad, CA.
Hurley, E. (in press-a). Effective treatment of veterans suffering with PTSD utilizing
EMDR therapy approaches. Frontiers in Psychology.
Hurley, E. (in press-b). EMDR therapy in a 10-day intensive treatment program for
military and veterans. Journal of EMDR Practice and Research.
Hyer, L. (1995). Use of EMDR in a “dementing” PTSD survivor. Clinical
Gerontologist, 16, 70–73.
Hyer, L., y Brandsma, J. M. (1997). EMDR minus eye movements equals good
psychotherapy. Journal of Traumatic Stress, 10, 515–522.
Hyman, S. E. (2005). Addiction: A disease of learning and memory. American
Journal of Psychiatry, 162, 1414–1422.
International Society for the Study of Trauma and Dissociation. (2011). Guidelines
for treating dissociative identity disorder in adults, third revision. Journal of
Trauma and Dissociation, 12(2), 115–187.
Ironson, G. I., Freund, B., Strauss, J. L., y Williams, J. (2002). A comparison of two
treatments for traumatic stress: A community-based study of EMDR and
prolonged exposure. Journal of Clinical Psychology, 58, 113–128.
Jaberghaderi, N., Greenwald, R., Rubin, A., Dolatabadim, S., y Zand, S. O. (2004).
A comparison of CBT and EMDR for sexually abused Iranian girls. Clinical
Psychology and Psychotherapy, 11, 358–368.
Janet, P. (1973). L’Automatisme psychologique. Paris: Société Pierre Janet.
(Original work published 1889)
Janoff-Bulman, R. (1985). The aftermath of victimization: Rebuilding shattered
assumptions. En C. R. Figley (Ed.), Trauma and its wake (pp. 15–35). New
York: Brunner/Mazel.
Jarero, I., Amaya, C., Givaudan, M., y Miranda, A. (2013). EMDR individual
protocol for paraprofessional use: A randomized controlled trial with first
responders. Journal of EMDR Practice and Research, 7(2), 55–64.
Jarero, I., y Artigas, L. (2009). EMDR integrative group treatment protocol. Journal
of EMDR Practice and Research, 3(4), 287–288.
Jarero, I., y Artigas, L. (2010). The EMDR integrative group treatment protocol:
Application with adults during ongoing geopolitical crisis. Journal of EMDR
Practice and Research, 4, 148–155.
Jarero, I., y Artigas, L. (2012). The EMDR integrative group treatment protocol:
EMDR group treatment for early intervention following critical incidents.
European Review of Applied Psychology, 62, 219–222.
Jarero, I., Artigas, L., y Hartung, J. (2006). EMDR integrative group treatment
protocol: A post-disaster trauma intervention for children and adults.
Traumatology, 12, 121–129.
Jarero, I., Artigas, L., y Luber, M. (2011). The EMDR protocol for recent critical
incidents: Application in a disaster mental health continuum of care context.
Journal of EMDR Practice and Research, 5, 82–94.
Jarero, I., Artigas, L., Uribe, S., y Garcia, L. E. (2016). The EMDR integrative group
treatment protocol for patients with cancer. Journal of EMDR Practice and
Research, 10(3), 199–207.
Jarero, I., Artigas, L., Uribe, S., y Miranda, A. (2014). EMDR therapy humanitarian
trauma recovery interventions in Latin America and the Caribbean. Journal of
EMDR Practice and Research, 8(4), 260–268.
Jarero, I., Roque-López, S., y Gomez, J. (2013). The provision of an EMDR-based
multicomponent trauma treatment with child victims of severe interpersonal
trauma. Journal of EMDR Practice and Research, 7(1), 17–28.
Jarero, I., Roque-López, S., Gómez, J., y Givaudan, M. (2014). Third research
study on the provision of the EMDR integrative group treatment protocol with
child victims of severe interpersonal violence. Revista Iberoamericana de
Psicotraumatología y Disociación, 6(2), 1–22.
Jarero, I., y Uribe, S. (2011). The EMDR protocol for recent critical incidents: Brief
report of an application in a human massacre situation. Journal of EMDR
Practice and Research, 5, 156–165.
Jarero, I., y Uribe, S. (2012). The EMDR protocol for recent critical incidents:
Followup report of an application in a human massacre situation. Journal of
EMDR Practice and Research, 6, 50–61.
Jarero, I., Uribe, S., Artigas, L., y Givaudan, M. (2015). EMDR protocol for recent
critical incidents: A randomized controlled trial in a technological disaster
context. Journal of EMDR Practice and Research, 9, 166–173.
Jensen, J. A. (1994). An investigation of eye movement desensitization and
reprocessing (EMD/R) as a treatment for posttraumatic stress disorder (PTSD)
symptoms of Vietnam combat veterans. Behavior Therapy, 25, 311–326.
Jensen, M. P., Adachi, T., y Hakimian, S. (2015). Brain oscillations, hypnosis, and
hypnotizability. American Journal of Clinical Hypnosis, 57(3), 230–253.
Johnson, D. R., y Lubin, H. (2006). The Counting Method: Applying the rule of
parsimony to the treatment of posttraumatic stress disorder. Traumatology,
12(1), 83–99.
Jowett, S., Karatzias, T., Brown, M., Grieve, A., Paterson, D., y Wally, R. (2016).
Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) for DSM-5
posttraumatic stress disorder (PTSD) in adults with intellectual disabilities: A
case study review. Psychological Trauma, 8(6), 709–719.
Jung, C. G. (1916). Analytic psychology. New York: Moffat.
Jung, W. H., Chang, K. J., y Kim, N. H. (2016). Disrupted topological organization
in the whole-brain functional network of trauma-exposed firefighters: A
preliminary study. Psychiatry Research, 250, 15–23.
Kabat-Zinn, J. (1990). Full catastrophe living: The program of the Stress Reduction
Clinic at the University of Massachusetts Medical Center. New York: Dell.
Kadushin, C., Boulanger, G., y Martin, J. (1981). Long-term stress reactions: Some
causes, consequences, and naturally occurring support systems. En A.
Egendorf, C. Kadushin, P. S. Laufer, G. Rothbart, y L. Sloan (Eds.), Legacies of
Vietnam: Comparative adjustment of veterans and their peers (Vol. 4, pp. 651–
655). Washington, DC: U.S. Government Printing Office.
Kamphuis, J. H., y Telch, M. J. (2000). Effects of distraction and guided threat
appraisal on fear reduction during exposure-based treatments for specific
fears. Behaviour Research and Therapy, 38, 1163–1181.
Kangas, M., Henry, J. L., y Bryant, R. A. (2007). Correlates of acute stress disorder
in cancer patients. Journal of Traumatic Stress, 20(3), 325–334.
Kapoula, Z., Yang, Q., Bonnet, A., Bourtoire, P., y Sandretto, J. (2010). EMDR
effects on pursuit eye movements. PLOS ONE, 5(5), e10762.
Karam, E. G., Friedman, M. G., Hill, E. D., Kessler, R. C., McLauglin, K. A.,
Petukhova, M., et al. (2014). Cumulative traumas and risk thresholds: 12 month
PTSD in the World Mental Health (WMH). Depression and Anxiety, 31, 130–
142.
Karatzias, A., Power, K., McGoldrick, T., Brown, K., Buchanan, R., Sharp, D., et al.
(2007). Predicting treatment outcome on three measures for post-traumatic
stress disorder. European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience,
20, 1–7.
Karni, A., Tanne, D., Rubenstein, B. S., Askenasi, J. J., y Sagi, D. (1992). No
dreams, no memory: The effect of REM sleep deprivation on learning a new
perceptual skill. Society for Neuroscience Abstracts, 18, 387.
Kaslow, F. W., Nurse, A. R., y Thompson, P. (2002). Utilization of EMDR in
conjunction with family systems therapy. En F. Shapiro (Ed.), EMDR and the
paradigm prism: Experts of diverse orientations explore an integrated treatment
(pp. 289– 318). Washington, DC: American Psychological Association Press.
Kavanagh, D. J., Freese, S., Andrade, J., y May, J. (2001). Effects of visuospatial
tasks on desensitization to emotive memories. British Journal of Clinical
Psychology, 40(Pt. 3), 267–280.
Kaye, B. (2007). Reversing reciprocal suppression in the anterior cingulate cortex:
A hypothetical model to explain EMDR effectiveness. Journal of EMDR
Practice and Research, 1, 88–99.
Kazantzis, N., Whittington, C., y Dattilio, F. (2010). Meta-analysis of homework
effects in cognitive and behavioral therapy: A replication and extension. Clinical
Psychology Science and Practice, 17, 144–156.
Kazdin, A. E. (2013). Research design in clinical psychology (5th ed.). Boston:
Pearson. Keane, T. M. (1995). The role of exposure therapy in the
psychological treatment of PTSD. National Center for PTSD Clinical Quarterly,
5(4), 1–6.
Keane, T. M., Caddell, J. M., Martin, B., Zimering, R. T., y Bender, M. E. (1985). A
behavioral approach to assessing and treating posttraumatic stress disorder in
Vietnam veterans. En C. R. Figley (Ed.), Trauma and its wake (pp. 257–294).
New York: Brunner/Mazel.
Keane, T. M., Fairbank, J. A., Caddell, J. M., y Zimmering, R. T. (1989). Implosive
(flooding) therapy reduces symptoms of PTSD in Vietnam combat veterans.
Behavior Therapy, 20, 245–260.
Keane, T. M., y Kaloupek, D. G. (1982). Imaginal flooding in the treatment of a
posttraumatic stress disorder. Journal of Consulting and Clinical Psychology,
50, 138–140.
Keane, T. M., Scott, W. O., Chavoya, G. A., Lamparski, D. M. J., y Fairbank, J. A.
(1985). Social support in Vietnam veterans with posttraumatic stress disorder:
A comparative analysis. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 53, 95–
102.
Keane, T. M., Thomas, R. S., Kaloupek, D. G., Lavori, P., y Orr, S. (1994, August).
Psychophysiology of posttraumatic stress disorder: Results of a multisite
clinical trial. Symposium conducted at the 102nd annual meeting of the
American Psychological Association, Los Angeles, CA.
Keane, T. M., Zimering, R., y Caddell, J. M. (1985). A behavioral formulation of
posttraumatic stress disorder in Vietnam veterans. The Behavior therapist, 8,
9–12.
Kelly-Irving, M., Lepage, B., Dedieu, D., Lacey, R., Cable, N., Bartley, M., et al.
(2013). Childhood adversity as a risk for cancer: Findings from the 1958 British
birth cohort study. BMC Public Health, 13, 767.
Kendall-Tackett, K. (2009). Psychological trauma and physical health: A
psychoneuroimmunology approach to etiology of negative health effects and
possible interventions. Psychological Trauma: Theory, Research, Practice, and
Policy, 1(1), 35–48.
Kessler, R. C., Nelson, C. B., McGonagle, K. A., Edlund, M. J., Frank, R. G., y
Leaf, P. J. (2010). The epidemiology of co-occurring addictive and mental
disorders: Implications for prevention and service utilization. American Journal
of Orthopsychiatry, 66(1), 17–31.
Khantzian, E. J. (1985). The self-medication hypothesis of addictive disorders:
Focus on cocaine and heroin dependence. American Journal of Psychiatry,
142, 1259–1264.
Kiecolt-Glaser, J. K., McGuire, L., Robles, T. F., y Glaser, R. (2002).
Psychoneuroimmunology: Psychological influences on immune function and
health. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 70(3), 537–547.
Kihlstrom, J. F. (2013). Neuro-hypnotism: Prospects for hypnosis and
neuroscience. Cortex, 49(2), 365–374.
Kimbrough, E., Magyari, T., Langenberg, P., Chesney, M., y Berman, B. (2010).
Mindfulness intervention for child abuse survivors. Journal of Clinical
Psychology, 66(1), 17–33.
King, D. W., King, L. A., Foy, D. W., y Gudanowski, D. M. (1996). Prewar factors in
combat-related postttraumatic stress disorder: Structural equation modeling
with a national sample of female and male Vietnam veterans. Journal of
Consulting and Clinical Psychology, 64, 520–531.
Kira, I., Lewandowski, L., Somers, C. L., Yoon, J. S., y Chiodo, L. (2012). The
effects of trauma types, cumulative trauma, and PTSD on IQ in two highly
traumatized adolescent groups. Psychological Trauma: Theory, Research,
Practice, and Policy, 4(1), 128–139.
Kluft, R. P. (2006). Dealing with alters. Psychiatric Clinics of North America, 29(1),
281–304.
Kluft, R. P., y Fine, C. G. (1993). Clinical perspectives on multiple personality
disorder. Washington, DC: American Psychiatric Press.
Knipe, J. (2015). EMDR toolbox: Theory and treatment of complex PTSD and
dissociation. New York: Springer.
Konuk, E., Epözdemir, H., Hacıömero lu Atçeken, S., Aydçn, Y. E., y Yurtsever, A.
(2011). EMDR treatment of migraine. Journal of EMDR Practice and Research,
5(4), 166–176.
Konuk, E., Knipe, J., Eke, I., Yuksek, H., Yurtserver, A., y Ostep, S. (2006). The
effects of eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) therapy on
posttraumatic stress disorder in survivors of the 1999 Marmara, Turkey,
earthquake. International Journal of Stress Management, 13, 291–308.
Konuk, E., y Zat, Z. (2015). Humanitarian programs and interventions in Turkey.
Journal of EMDR Practice and Research, 9(2), 106–113.
Korn, D. L. (2009). EMDR and the treatment of complex PTSD: A review. Journal
of EMDR Practice and Research, 3(4), 264–278.
Korn, D. L., y Leeds, A. M. (2002). Preliminary evidence of efficacy for EMDR
resource development and installation in the stabilization phase of treatment of
complex posttraumatic stress disorder. Journal of Clinical Psychology, 58,
1465– 1487.
Korn, D. L., Maxfield, L., Smyth, N. J., y Stickgold, R. (2017). EMDR Fidelity Rating
Scale (EFRS). Disponible en https://emdrresearchfoundation.org/emdr-
fidelityrating-scale
Krystal, S., Prendergast, J., Krystal, P., Fenner, P., Shapiro, I., y Shapiro, K. (2002).
Transpersonal psychology, Eastern nondual philosophy and EMDR. En F.
Shapiro (Ed.), EMDR as an integrative psychotherapy approach (pp. 319–340).
Washington, DC: American Psychological Association Press.
Kuch, K. (1987). Treatment of PTSD following automobile accidents. The Behavior
therapist, 10, 224–242.
Kudler, H. S., Krupnick, J. L., Blank, A. S., Jr., Herman, J. L., y Horowitz, M. J.
(2008). Psychodynamic therapy for adults. En E. B. Foa, T. M. Keane, M. J.
Friedman, y J. A. Cohen (Eds.), Effective treatments for PTSD: Practice
guidelines from the International Society for Traumatic Stress Studies (2nd ed.,
pp. 346– 369). New York: Guilford Press.
Kuiken, D., Bears, M., Miall, D., y Smith, L. (2002). Eye movement desensitization
reprocessing facilitates attentional orienting. Imagination, Cognition and
Personality, 21, 3–20.
Kuiken, D., Chudleigh, M., y Racher, D. (2010). Bilateral eye movements,
attentional flexibility and metaphor comprehension: The substrate of REM
dreaming? Dreaming, 20, 227–247.
Kullack, C., y Laugharne, J. (2016). Standard EMDR protocol for alcohol and
substance dependence comorbid with posttraumatic stress disorder: Four
cases with 12-month follow-up. Journal of EMDR Practice and Research,
10(1), 33–46.
Kuyken, W., Watkins, E., Holden, E., White, K., Taylor, R. S., Byford, S., et al.
(2010). How does mindfulness-based cognitive therapy work? Behaviour
Research and Therapy, 48(11), 1105–1112.
Ladwig, K. H., Baumert, J., Marten-Mittag, B., Kolb, C., Zrenner, B., y Schmitt, C.
(2008). Posttraumatic stress symptoms and predicted mortality in patients with
implantable cardioverter–defibrillators: Results from the prospective living with
an implanted cardioverter–defibrillator study. Archives of General Psychiatry,
65(11), 1324–1330.
Landin-Romero, R., Novo, P., Vicens, V., McKenna, P. J., Santed, A., Pomarol-
Clotet, E., et al. (2013). EMDR therapy modulates the default mode network in
a subsyndromal, traumatized bipolar patient. Neuropsychobiology, 67, 181–
184.
Lane, R. D., Ryan, L., Nadel, L., y Greenberg, L. (2015). Memory reconsolidation,
emotional arousal, and the process of change in psychotherapy: New insights
from brain science. Behavioral and Brain Sciences, 38, e1.
Lang, P. J. (1977). Imagery in therapy: An information processing analysis of fear.
Behavior Therapy, 8, 862–886.
Lang, P. J. (1979). A bioinformational theory of emotional imagery.
Psychophysiology, 16, 495–512.
Lanius, U. F., Paulsen, S. L., y Corrigan, F. M. (Eds.). (2014). Neurobiology and
treatment of traumatic dissociation: Toward an embodied self. New York:
Springer.
Lansing, K., Amen, D. G., Hanks, C., y Rudy, L. (2005). High resolution brain
SPECT imaging and EMDR in police officers with PTSD. Journal of
Neuropsychiatry and Clinical Neurosciences, 17, 526–532.
Latimer, J., Morton-Bourgon, K., y Chretien, J. (2006). A meta-analytic examination
of drug treatment courts: Do they reduce recidivism? Ottawa, ON: Department
of Justice.
Laufer, R. S., Yager, T., Frey-Wouters, E., y Donnellan, J. (1981). Post-war trauma:
Social and psychological problems of Vietnam veterans in the aftermath of the
Vietnam War. En A. Egendorf, C. Kadushin, P. S. Laufer, G. Rothbart, y L.
Sloan (Eds.), Legacies of Vietnam: Comparative adjustment of veterans and
their peers. New York: Center for Policy Research.
Laugharne, J., Kullack, C., Lee, C. W., McGuire, T., Brockman, S., Drummond, P.
D., et al. (2016). Amygdala volumetric change following psychotherapy for
posttraumatic stress disorder. Journal of Neuropsychiatry and Clinical
Neurosciences, 28(4), 312–318.
Lazarus, A. A., y Lazarus, C. N. (1991). Multimodal life history inventory.
Champaign, IL: Research Press.
Lazarus, C. N., y Lazarus, A. A. (2002). EMDR: An elegantly concentrated
multimodal procedure? En F. Shapiro (Ed.), EMDR as an integrative
psychotherapy approach: Experts of diverse orientations explore the paradigm
prism (pp. 209– 223). Washington, DC: American Psychological Association
Press.
Lazrove, S., y Fine, C. G. (1996). The use of EMDR in patients with dissociative
identity disorder. Dissociation, 9, 289–299.
Lee, C., Gavriel, H., Drummond, P., Richards, J., y Greenwald, R. (2002).
Treatment of posttraumatic stress disorder: A comparison of stress inoculation
training with prolonged exposure and eye movement desensitization and
reprocessing. Journal of Clinical Psychology, 58, 1071–1089.
Lee, C. W., y Cuijpers, P. (2013). A meta-analysis of the contribution of eye
movements in processing emotional memories. Journal of Behavior Therapy
and Experimental Psychiatry, 44, 231–239.
Leeds, A. M. (1998). Lifting the burden of shame: Using EMDR resource
installation to resolve a therapeutic impasse. En P. Manfield (Ed.), Extending
EMDR: A case book of innovative applications (pp. 256–282). New York:
Norton.
Leeds, A. M., y Shapiro, F. (2000). EMDR and resource installation: Principles and
procedures for enhancing current functioning and resolving traumatic
experience. En J. Carlson y L. Sperry (Eds.), Brief therapy strategies with
individuals and couples (pp. 469–534). Phoenix, AZ: Zeig, Tucker & Theisen.
Lehnung, M., Shapiro, E., Schreiber, M., y Hofmann, A. (2017). Evaluating the
EMDR Group Traumatic Episode Protocol (EMDR G-TEP) with refugees: A
field study.
Leigh, J., y Zee, D. (1983). The neurology of eye movements. Philadelphia: Davis.
Levenson, J. S., y Grady, M. D. (2016). The influence of childhood trauma on
sexual violence and sexual deviance in adulthood. Traumatology, 22(2), 94–
103.
Levenson, J. S., Willis, G., y Prescott, D. (2014). Adverse childhood experiences in
the lives of male sex offenders: Implications for trauma-informed care. Sexual
Abuse, 28(4), 340–359.
Levin, P., Lazrove, S., y Van der Kolk, B. A. (1999). What psychological testing and
neuroimaging tell us about the treatment of posttraumatic stress disorder
(PTSD) by eye movement desensitization and reprocessing (EMDR). Journal
of Anxiety Disorders, 13, 159–172.
Levine, M. W., y Shefner, J. M. (1991). Fundamentals of sensation and perception
(2nd ed.). Pacific Grove, CA: Brooks/Cole.
Levine, S. (1991). Additional visualizations for emotional and physical pain
contained. En Guided meditations, explorations, and healings. New York:
Doubleday.
Levis, D. J. (1980). Implementing the technique of implosive therapy. En A.
Goldstein y E. B. Foa (Eds.), Handbook of behavioral interventions: A clinical
guide. New York: Wiley.
Linehan, M. M. (1993). Cognitive-behavioral treatment of borderline personality
disorder. New York: Guilford Press.
Linehan, M. M., Tutek, D. A., Heard, H. L., y Armstrong, H. E. (1994). Interpersonal
outcome of cognitive behavioral treatment for chronically suicidal borderline
patients. American Journal of Psychiatry, 151(12), 1771–1776.
Lipke, H. (1994, August). Survey of practitioners trained in eye movement
desensitization and reprocessing. Paper presented at the 102nd annual
meeting of the American Psychological Association, Los Angeles, CA.
Lipke, H. (1995). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR): A
quantitative study of clinician impressions of effects and training requirements.
En F. Shapiro (Ed.), Eye movement desensitization and reprocessing: Basic
principles, protocols, and procedures (pp. 376–386). New York: Guilford Press.
Lipke, H. (2000). EMDR and psychotherapy integration. Boca Raton, FL: CRC
Press. Littel, M., Van den Hout, M. A., y Engelhard, M. (2016). Desensitizing
addiction: Using eye movements to reduce the intensity of substance-related
mental imagery and craving. Frontiers in Psychiatry, 7, 14.
Litz, B. T., y Keane, T. (1989). Information processing in anxiety disorders:
Application to the understanding of post-traumatic stress disorder. Clinical
Psychology Review, 9, 243–257.
Litz, B. T., Stein, N., Delaney, E., Lebowitz, L., Nash, W. P., Silva, C., et al. (2009).
Moral injury and moral repair in war veterans: A preliminary model and
intervention strategy. Clinical Psychology Review, 29(8), 695–706.
Loewenstein, R. J. (1991). An office mental status examination for complex chronic
dissociative symptoms and multiple personality disorder. Psychiatric Clinics of
North America, 14(3), 567.
Loewenstein, R. J. (2006). DID 101: A hands-on clinical guide to the stabilization
phase of dissociative identity disorder treatment. Psychiatric Clinics of North
America, 29(1), 305–332.
Logie, R. D. J., y De Jongh, A. (2014). The “flashforward procedure”: Confronting
the catastrophe. Journal of EMDR Practice and Research, 8(1), 25–32.
Lohr, J. M., Tolin, D. F., y Lilienfeld, S. O. (1998). Efficacy of eye movement
desensitization and reprocessing: Implications for behavior therapy. Behavior
Therapy, 29, 123–156.
London, P. (1964). The modes and morals of psychotherapy. New York: Holt,
Rinehart & Winston.
Lovett, J. (2007). Small wonders: Healing childhood trauma with EMDR. New York:
Free Press.
Lovett, J. (2015). Trauma-attachment tangle: Modifying EMDR to help children
resolve trauma and develop loving relationships. New York: Routledge.
Lutgendorf, S. K., y Andersen, B. L. (2015). Biobehavioral approaches to cancer
progression and survival: Mechanisms and interventions. American
Psychologist, 70(2), 186–197.
MacCulloch, M. J., y Feldman, P. (1996). Eye movement desensitisation treatment
utilises the positive visceral element of the investigatory reflex to inhibit the
memories of posttraumatic stress disorder: A theoretical analysis. British
Journal of Psychiatry, 169, 571–579.
Macklin, M., Metzger, L. J., Lasko, N. B., Berry, N. J., Orr, S. P., y Pitman, R. K.
(2000). Five-year follow-up study of eye movement desensitization and
reprocessing therapy for combat-related posttraumatic stress disorder.
Comprehensive Psychiatry, 41, 24–27.
Madrid, A., Skolek, S., y Shapiro, F. (2006). Repairing failures in bonding through
EMDR. Clinical Case Studies, 5, 271–286.
Maercker, A., Brewin, C. R., Bryant, R. A., Cloitre, M., Reed, G. M., Van Ommeren,
M., et al. (2013). Proposals for mental disorders specifically associated with
stress in the International Classification of Diseases–11. Lancet, 381, 1683–
1685.
Malleson, N. (1959). Panic and phobia. Lancet, 1, 225–227.Manfield, P. (Ed.).
(1998). Extending EMDR. New York: Norton.
Marcus, S. V., Marquis, P., y Sakai, C. (1997). Controlled study of treatment of
PTSD using EMDR in an HMO setting. Psychotherapy, 34, 307–315.
Marcus, S. V., Marquis, P., y Sakai, C. (2004). Three and 6-month follow-up of
EMDR treatment of PTSD in an HMO setting. International Journal of Stress
Management, 11, 195–208.
Marks, I. M., Lovell, K., Noshirvani, H., Livanou, M., y Thrasher, S. (1998).
Treatment of posttraumatic stress disorder by exposure and/or cognitive
restructuring: A controlled study. Archives of General Psychiatry, 55, 317–325.
Markus, W., De Weert-van Oene, G. H., Would, M. L., Becker, E. S., y De Jong, C.
A. J. (2016). Are addiction-related memories malleable by working memory
competition?: Transient effects on memory vividness and nicotine craving in a
randomized lab experiment. Journal of Behavior Therapy and Experimental
Psychiatry, 52, 83–91.
Marlowe, D. B., y Meyer, W. G. (Eds.). (2011). The Drug Court Judicial Benchbook.
Alexandria, VA: National Drug Court Institute.
Maroufi, M., Zamani, S., Izadikhah, Z., Marofi, M., y O’Connor, P. (2016).
Investigating the effect of eye movement desensitization and reprocessing
(EMDR) on postoperative pain intensity in adolescents undergoing surgery: A
randomized controlled trial. Journal of Advanced Nursing, 72, 2207–2217.
Marques, J. K., Wiederanders, M., Day, D. M., Nelson, C., y Van Ommeren, A.
(2005). Effects of a relapse prevention program on sexual recidivism: Final
results from California’s Sex Offender Treatment and Evaluation Project
(SOTEP). Sexual Abuse: A Journal of Research and Treatment, 17(1), 79–107.
Martinez, R. A. (1991). Innovative uses. EMDR Network Newsletter, 1, 5–6.
Martinez, R. A. (1992, March). The alchemy of success: Turning losses into wins.
Keynote speech presented at the annual conference of the International
EMDR, Sunnyvale, CA.
Martinez-Conde, S., Macknik, S. L., y Hubel, D. H. (2004). The role of fixational
eye movements in visual perception. Nature Reviews Neuroscience, 5(3), 229–
240.
Maslow, A. H. (1970). Motivation and personality. New York: Harper & Row.
Matthess, H., y Sodemann, U. (2014). Trauma-Aid, Humanitarian Assistance
Program Germany. Journal of EMDR Practice and Research, 8(4), 225–232.
Maxfield, L., y Hyer, L. A. (2002). The relationship between efficacy and
methodology in studies investigating EMDR treatment of PTSD. Journal of
Clinical Psychology, 58, 23–41.
Maxfield, L., Melnyk, W. T., y Hayman, C. A. G. (2008). A working memory
explanation for the effects of eye movements in EMDR. Journal of EMDR
Practice and Research, 2, 247–261.
Mazzola, A., Calcagno, M. L., Goicochea, M. T., Pueyrredòn, H., Leston, J., y
Salvat, F. (2009). EMDR in the treatment of chronic pain. Journal of EMDR
Practice and Research, 3(2), 66–79.
McCann, D. L. (1992). Post-traumatic stress disorder due to devastating burns
overcome by a single session of eye movement desensitization. Journal of
Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 23, 319–323.
McCann, L., y Pearlman, L. A. (1990). Vicarious traumatization: A framework for
understanding the psychological effects of working with victims. Journal of
Traumatic Stress, 3, 131–150.
McClelland, J. L. (1995). Constructive memory and memory distortions: A parallel
distributed processing approach. En D. L. Schacter (Ed.), Memory distortions:
How minds, brains, and societies reconstruct the past (pp. 69–90). Cambridge,
MA: Harvard University Press.
McCullough, L. (2002). Exploring change mechanisms in EMDR applied to “small t
trauma” in short term dynamic psychotherapy: Research questions and
speculations. Journal of Clinical Psychology, 58, 1531–1544.
McDermott, W. F. (1981). The influence of Vietnam combat on subsequent
psychopathology. Paper presented at the 89th annual meeting of the American
Psychological Association, Los Angeles, CA.
McDonagh, A., Friedman, M., McHugo, G., Ford, J., Sengupta, A., Mueser, K., et
al. (2005). Randomized trial of cognitive-behavioral therapy for chronic
posttraumatic stress disorder in adult female survivors of childhood sexual
abuse. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 73(3), 515–524.
McFarlane, A. C. (2010). The long-term costs of traumatic stress: Intertwined
physical and psychological consequences. World Psychiatry, 9(1), 3–10.
McGoldrick, M., Gerson, R., y Petry, S. S. (2008). Genograms: Assessment and
intervention (3rd ed.). New York: Norton.
McGoldrick, T., Begum, M., y Brown, K. W. (2008). EMDR and olfactory reference
syndrome: A case series. Journal of EMDR Practice and Research, 2, 63–68.
McGregor, B. A., y Antoni, M. H. (2009). Psychological intervention and health
outcomes among women treated for breast cancer: A review of stress
pathways and biological mediators. Brain, Behavior, and Immunity, 23, 159–
166.
McHugh, K. R., y Barlow, D. H. (2010). The dissemination and implementation of
evidence-based psychological treatments: A review of current efforts. American
Psychologist, 65(2), 73–84.
McLaughlin, D., McGowan, I., Paterson, M., y Miller, P. (2008). Cessation of
deliberate self-harm following EMDR: A case report. Cases Journal, 1(1), 177.
McLaughlin, K. A., Koenen, K. C., Hill, E. D., Petukhova, M., Sampson, N. A.,
Zaslavsky, A. M., et al. (2013). Trauma exposure and posttraumatic stress
disorder in a national sample of adolescents. Journal of the American Academy
of Child and Adolescent Psychiatry, 52(8), 815–830.
McLay, R. N., Webb-Murphy, J. A., Fesperman, S. F., Delaney, E. M., Gerard, S.
K., Roesch, S. C., et al. (2016). Outcomes from eye movement desensitization
and reprocessing in active-duty service members with posttraumatic stress
disorder. Psychological Trauma: Theory, Research, Practice, and Policy, 8(6),
702–708.
McLean, C. P., Asnaani, A., y Foa, E. B. (2015). Prolonged exposure therapy. En
U. Schnyder y M. Cloitre (Eds.), Evidence based treatments for trauma-related
psychological disorders: A practical guide for clinicians (pp. 143–160). New
York: Springer.
McNally, R. J. (1999). Research on eye movement desensitization and
reprocessing (EMDR) as a treatment for PTSD. PTSD Research Quarterly,
10(1), 1–7.
Meares, A. (1960). A system of medical hypnosis. New York: Julian Press.
Mehrotra, S. (2014). Humanitarian projects and growth of EMDR therapy in Asia.
Journal of EMDR Practice and Research, 8(4), 252–259.
Meichenbaum, D. (1977). Cognitive-behavior modification. New York: Plenum
Press. Melzack, R. (1992). Phantom limbs. Scientific American, 261, 120–126.
Mevissen, L., Didden, R., y De Jongh, A. (2016). Assessment and treatment of
PTSD in people with intellectual disabilities. En C. Martin, V. Preedy, y V. Patel
(Eds.), Comprehensive guide to post-traumatic stress disorder (pp. 281–299).
Cham, Switzerland: Springer.
Mevissen, L., Didden, R., Korzilius, H., y De Jongh, A. (2016). Assessing
posttraumatic stress disorder in children with mild to borderline intellectual
disabilities. European Journal of Psychotraumatology, 7, Article 29786.
Mevissen, L., Didden, R., Korzilius, H., y De Jongh, A. (2017). EMDR therapy for
PTSD in a child and an adolescent with mild to borderline intellectual disability:
A multiple baseline across subjects study. Journal of Applied Research in
Intellectual Disabilities. [Epub ahead of print]
Mevissen, L., Lievegoed, R., Seubert, A., y De Jongh, A. (2012). Treatment of
PTSD in people with severe intellectual disabilities: A case series.
Developmental Neurorehabilitation, 15(3), 223–232.
Meyer, C. H., Lasker, A. G., y Robinson, D. A. (1985). The upper limit of human
smooth pursuit velocity. Vision Research, 125, 561–563.
Millegan, J., Milburn, E. K., LeardMann, C. A., Street, A. E., Williams, D., Trone, D.
W., et al. (2015). Recent sexual trauma and adverse health and occupational
outcomes among US Service women. Journal of Traumatic Stress, 28(4), 298–
306.
Miller, E. (1994). Letting go of stress. Menlo Park, CA: Source Cassette Tapes.
Miller, K. E., y Rasmussen, A. (2010). War exposure, daily stressors, and mental
health in conflict and post-conflict settings: Bridging the divide between
traumafocused and psychosocial frameworks. Social Science and Medicine,
70(1), 7–16.
Miller, M. W., y Sadeh, N. (2014). Traumatic stress, oxidative stress and post-
traumatic stress disorder: Neurodegeneration and the accelerated-aging
hypothesis. Molecular Psychiatry, 19(11), 1156–1162.
Miller, W. R., y Rollnick, S. (1991). Motivational interviewing: Preparing people to
change addictive behavior. New York: Guilford Press.
Mitchell, A. J., Chan, M., Bhatti, H., Halton, M., Grassi, L., Johansen, C., et al.
(2011). Prevalence of depression, anxiety, and adjustment disorder in
oncological, haematological, and palliative-care settings: A meta-analysis of 94
interview-based studies. Lancet Oncology, 12, 160–174.
Mitchell, J. T., y Everly, G. S. (1997). Critical incident stress debriefing. Ellicot City,
MD: Chevron.
Mitsonis, C. I., Potagas, C., Zervas, I., y Sfagos, K. (2009). The effects of stressful
life events on the course of multiple sclerosis: A review. International Journal of
Neuroscience, 119(3), 315–335.
Mol, S. S. L., Arntz, A., Metsemakers, J. F. M., Dinant, G., Vilters-Van Montfort, P.
A. P., y Knottnerus, A. (2005). Symptoms of post-traumatic stress disorder after
non-traumatic events: Evidence from an open population study. British Journal
of Psychiatry, 186, 494–499.
Moncher, F. J., y Prinz, R. J. (1991). Treatment fidelity in outcome studies. Clinical
Psychology Review, 11, 247–266.
Monnier, M. (1968). Functions of the nervous system. London: Elsevier.
Monty, R. A., Fisher, D. F., y Senders, J. W. (1978). Eye movements and the higher
psychological functions. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Monty, R. A., y Senders, J. W. (1976). Eye movements and psychological
processes. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Moradi, M., Zeighami, R., Moghadam, M. B., Javadi, H. R., y Alipor, M. (2016).
Anxiety treatment by eye movement desensitization and reprocessing in
patients with myocardial infarction. Iranian Red Crescent Medical Journal,
18(12), e27368.
Moser, D. K. (2007). “The rust of life”: Impact of anxiety on cardiac patients.
American Journal of Critical Care, 16(4), 361–369.
Mosquera, D., Leeds, A. M., y González, A. (2014). Application of EMDR therapy
for borderline personality disorder. Journal of EMDR Practice and Research, 8,
74–89.
Mowrer, O. H. (1960). Learning theory and behavior. New York: Wiley.
Müller, C. P. (2013). Episodic memories and their relevance for psychoactive drug
use and addiction. Frontiers in Behavioral Neuroscience, 7(34), 1–13.
Muris, P., y Merckelbach, H. (1997). Treating spider phobics with eye movement
desensitization and reprocessing: A controlled study. Behavioral and Cognitive
Psychotherapy, 25, 39–50.
Muris, P., Merckelbach, H., Holdrinet, I., y Sijsenaar, M. (1998). Treating phobic
children: Effects of EMDR versus exposure. Journal of Consulting and Clinical
Psychology, 66(1), 193–198.
Muris, P., Merckelbach, H., Van Haaften, H., y Nayer, B. (1997). Eye movement
desensitization and reprocessing versus exposure in vivo. British Journal of
Psychiatry, 171, 82–86.
Murray, K. (2016). EMDR resource methods for women with breast cancer. Journal
of EMDR Practice and Research, 10(3), 176–188.
Nader, K., Schafe, G. E., y LeDoux, J. E. (2000). Fear memories require protein
synthesis in the amygdala for reconsolidation after retrieval. Nature, 406, 722–
726.
Najavits, L. M. (2002). Seeking safety: Cognitive behavioral therapy for PTSD and
substance abuse. New York: Guilford Press.
Nardo, D., Högberg, G., Looi, J. C., Larsson, S., Hällström, T., y Pagani, M. (2010).
Gray matter density in limbic and paralimbic cortices is associated with trauma
load and EMDR outcome in PTSD patients. Journal of Psychiatric Research,
44, 477–485.
National Institute for Clinical Excellence. (2005). PTSD clinical guidelines. London:
National Health Service.
Nazari, H., Momeni, N., Jariani, M., y Tarrahi, M. J. (2011). Comparison of eye
movement desensitization and reprocessing with citalopram in treatment of
obsessive–compulsive disorder. International Journal of Psychiatry in Clinical
Practice, 15(4), 270–274.
Newell, J. M., Nelson-Gardell, D., y MacNeil, G. (2016). Clinician responses to
client traumas: A chronological review of constructs and terminology. Trauma,
Violence, and Abuse, 17(3), 306–313.
Nieuwenhuis, S., Elzinga, B. M., Ras, P. H., Berends, F., Duijs, P., Samara, Z., et
al. (2013). Bilateral saccadic eye movements and tactile stimulation, but not
auditory stimulation, enhance memory retrieval. Brain and Cognition, 81, 52–
56.
Nijdam, M. J., Gersons, B. P. R., Reitsma, J. B., De Jongh, A., y Olff, M. (2012).
Brief eclectic psychotherapy v. eye movement desensitisation and reprocessing
therapy in the treatment of post-traumatic stress disorder: Randomised
controlled trial. British Journal of Psychiatry, 200, 224–231.
Nijenhuis, E. R. S. (2004). Somatoform dissociation: Phenomena, measurement
and theoretical issues. New York: Norton.
Niraj, S., y Niraj, G. (2014). Phantom limb pain and its psychologic management: A
critical review. Pain Management Nursing, 15(1), 349–364.
Norcross, J. C., y Goldfried, M. R. (Eds.). (2005). Handbook of psychotherapy
integration (2nd ed.). New York: Oxford University Press.
Norcross, J. C., y Shapiro, F. (2002). Integration and EMDR. En F. Shapiro (Ed.),
EMDR and the paradigm prism: Experts of diverse orientations explore an
integrated treatment. Washington, DC: American Psychological Association
Press.
Norcross, J. C., y Wampold, B. E. (2011). What works for whom: Tailoring
psychotherapy to the person. Journal of Clinical Psychology, 67, 127–132.
Norcross, J. C., y Wampold, B. E. (Eds.). (2011). Adapting psychotherapy to the
individual patient [Special issue]. Journal of Clinical Psychology, 67(2), 127–
214.
Novo, P., Landin-Romero, R., Radua, J., Vicens, V., Fernandez, I., Garcia, F., et al.
(2014). Eye movement desensitization and reprocessing therapy in
subsyndromal bipolar patients with a history of traumatic events: A randomized,
controlled pilot-study. Psychiatry Research, 219, 122–128.
Nurse, A. R., Thompson, P., y Kaslow, F. (2002). EMDR facilitated couple and
family therapy. En F. Shapiro (Ed.), EMDR and the paradigm prism.
Washington, DC: American Psychological Association Press.
Obradovi, J., Bush, N. R., Stamperdahl, J., Adler, N. E., y Boyce, W. T. (2010).
Biological sensitivity to context: The interactive effects of stress reactivity and
family adversity on socioemotional behavior and school readiness. Child
Development, 1, 270–289.
Öhman, A., Hamm, A., y Hugdahl, K. (2000). Cognition and the autonomic nervous
system: Orienting, anticipation, and conditioning. En J. Cacioppo, L. Tassinary,
y G. Berntson (Eds.), Handbook of psychophysiology (pp. 533–575).
Cambridge, UK: Cambridge University Press.
Ohtani, T., Matsuo, K., Kasai, K., Kato, T., y Kato, N. (2009). Hemodynamic
responses of eye movement desensitization and reprocessing in posttraumatic
stress disorder. Neuroscience Research, 65, 375–383.
Ouimette, P., y Brown, P. J. (Eds.). (2003). Trauma and substance abuse: Causes,
consequences, and treatment of comorbid disorders. Washington, DC:
American Psychological Association.
Ouimette, P. C., Brown, P. J., y Najavits, L. M. (1998). Course and treatment of
patients with both substance use and posttraumatic stress disorders. Addictive
Behaviors, 23(6), 785–795.
Pagani, M., Amman, B., Landin-Romero, R., y Carletto, S. (in press). EMDR and
slow wave sleep: A putative mechanism of action. Frontiers in Psychology.
Pagani, M., Di Lorenzo, G., Monaco, L., Daverio, A., Giannoudas, I., La Porta, P.,
et al. (2015). Neurobiological response to EMDR therapy in clients with
different psychological traumas. Frontiers in Psychology, 6, Article 1614.
Pagani, M., Di Lorenzo, G., Monaco, L., Niolu, C., Siracusano, A., Verardo, A. R.,
et al. (2011). Pretreatment, intratreatment, and posttreatment EEG imaging of
EMDR: Methodology and preliminary results from a single case. Journal of
EMDR Practice and Research, 5, 42–56.
Pagani, M., Di Lorenzo, G., Verardo, A. R., Nicolais, G., Monaco, L., Lauretti, G., et
al. (2012). Neurobiological correlates of EMDR monitoring–an EEG study.
PLOS ONE, 7(9), e45753.
Pagani, M., Högberg, G., Fernandez, I., y Siracusano, A. (2013). Correlates of
EMDR therapy in functional and structural neuroimaging: A critical summary of
recent findings. Journal of EMDR Practice and Research, 7, 29–38.
Pagani, M., Högberg, G., Salmaso, D., Nardo, D., Sundin, O., Jonsson, C., et al.
(2007). Effects of EMDR psychotherapy on 99mTc-HMPAO distribution in
occupationrelated post-traumatic stress disorder. Nuclear Medicine
Communications, 28, 757–765.
Parker, A., Buckley, S., y Dagnall, N. (2009). Reduced misinformation effects
following saccadic bilateral eye movements. Brain and Cognition, 69(1), 89–97.
Parnell, L. (1996). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) and
spiritual unfolding. Journal of Transpersonal Psychology, 28, 129–153.
Paulsen, S. (2009). Looking through the eyes of trauma and dissociation.
Charleston, SC: Booksurge.
Pavlov, I. P. (1927). Conditioned reflexes. New York: Liveright.
Pavlov, I. P. (1927). Conditioned reflexes: An investigation of the physiological
activity of the cerebral cortex. London: Oxford University Press.
Pelletier, K. R. (1977). Mind as healer, mind as slayer. New York: Delacorte.
Pellicer, X. (1993). Eye movement desensitization treatment of a child’s
nightmares: A case report. Journal of Behavior Therapy and Experimental
Psychiatry, 24, 73 –75.
Peniston, E. G. (1986). EMG biofeedback-assisted desensitization treatment for
Vietnam combat veterans post-traumatic stress disorder. Clinical Biofeedback
Health, 9, 35–41.
Pérez, S., Galdón, M. J., Andreu, Y., Ibáñez, E., Durán, E., Conchado, A., et al.
(2014). Posttraumatic stress symptoms in breast cancer patients: Temporal
evolution, predictors, and mediation. Journal of Traumatic Stress, 27, 224–231.
Perfect, M. M., Turley, M. R., Carlson, J. S., Yohanna, J., y Saint Gilles, M. P.
(2016). School-related outcomes of traumatic event exposure and traumatic
stress symptoms in students: A systematic review of research from 1990 to
2015. School Mental Health, 8(1), 7–43.
Perkins, B., y Rouanzoin, C. (2002). A critical examination of current views
regarding eye movement desensitization and reprocessing (EMDR): Clarifying
points of confusion. Journal of Clinical Psychology, 58, 77–97.
Perry, B. (1997). Incubated in terror: Neurodevelopmental factors in the cycle of
violence. En J. Osofsky (Ed.), Children, youth and violence: Searching for
solutions (pp. 124–148). New York: Guilford Press.
Perry, B., Pollard, R., Blakley, T., Baker, W., y Vigilante, D. (1995). Childhood
trauma, the neurobiology of adaptation, and “use-dependent” development of
the brain: How “states” become “traits.” Infant Mental Health Journal, 16, 271–
290.
Petry, N. M., Stinson, F. S., y Grant, B. F. (2005). Comorbidity of DSM-IV
pathological gambling and other psychiatric disorders: Results from the
national epidemiologic survey on alcohol and related conditions. Journal of
Clinical Psychiatry, 66, 564–574.
Phillips, M. (2001). Potential contributions of hypnosis to ego-strengthening
procedures in EMDR. American Journal of Clinical Hypnosis, 43, 247–262.
Piet, J., y Hougaard, E. (2011). The effect of mindfulness-based cognitive therapy
for prevention of relapse in recurrent major depressive disorder: A systematic
review and meta-analysis. Clinical Psychology Review, 31(6), 1032–1040.
Pineles, S. L., Shipherd, J. C., Mostoufi, S. M., Abramovitz, S. M., y Yovel, I.
(2009). Attentional biases in PTSD: More evidence for interference. Behaviour
Research and Therapy, 47(12), 1050–1057.
Pitman, R. K., Orr, S. P., Altman, B., Longpre, R. E., Poire, R. E., y Macklin, M. L.
(1996a). Emotional processing during eye-movement desensitization and
reprocessing therapy of Vietnam veterans with chronic post-traumatic stress
disorder. Comprehensive Psychiatry, 37, 419–429.
Pitman, R. K., Orr, S. P., Altman, B., Longpre, R. E., Poire, R. E., Macklin, M. L., et
al. (1996b). Emotional processing and outcome of imaginal flooding therapy in
Vietnam veterans with chronic posttraumatic stress disorder. Comprehensive
Psychiatry, 37, 409–418.
Popky, A. J. (2005). Desensitization of triggers and urge reprocessing in EMDR
solutions. En R. Shapiro (Ed.), EMDR solutions: Pathways to healing (pp. 167–
188). New York: Norton.
Power, K. G., McGoldrick, T., Brown, K., Buchanan, R., Sharp, D., Swanson, V., et
al. (2002). A controlled comparison of eye movement desensitization and
reprocessing versus exposure plus cognitive restructuring, versus waiting list in
the treatment of post-traumatic stress disorder. Journal of Clinical Psychology
and Psychotherapy, 9, 299–318.
Powers, M. B., Halpern, J. M., Ferenschak, M. P., Gillihan, S. J., y Foa, E. B.
(2010). A meta-analytic review of prolonged exposure for posttraumatic stress
disorder. Clinical Psychology Review, 30, 635–641.
Prochaska, J. O., y DiClemente, C. C. (1983). Stages and processes of self-
change of smoking: Toward an integrative model of change. Journal of
Consulting and Clinical Psychology, 51(3), 390–395.
Propper, R., Pierce, J. P., Geisler, M. W., Christman, S. D., y Bellorado, N. (2007).
Effect of bilateral eye movements on frontal interhemispheric gamma EEG
coherence: Implications for EMDR therapy. Journal of Nervous and Mental
Disease, 195, 785–788.
Prowse, P. T., y Nagel, T. (2015). A meta-evaluation: The role of treatment fidelity
within psychosocial interventions during the last decade. Journal of Psychiatry,
18(2), 251.
Puffer, M. K., Greenwald, R., y Elrod, D. E. (1998). A single session EMDR study
with twenty traumatized children and adolescents. Traumatology, 3(2), Article 6.
Puk, G. (1991a). Treating traumatic memories: A case report on the eye movement
desensitization procedure. Journal of Behavior Therapy and Experimental
Psychiatry, 22, 149–151.
Putnam, F. W. (1989). Diagnosis and treatment of multiple personality disorder.
New York: Guilford Press.
Quidé, Y., Witteveen, A. B., El-Hage, W., Veltman, D. J., y Olff, M. (2012).
Differences between effects of psychological versus pharmacological
treatments on functional and morphological brain alterations in anxiety
disorders and major depressive disorder: A systematic review. Neuroscience
and Biobehavioral Reviews, 36(1), 626–644.
Quinn, G., Elkins, Y., Zucker, D., y Smith, M. (presentado). Emergency Response
Procedure: Immediate stabilization following trauma and disaster—case
studies.
Raboni, M. R., Alonso, F. F., Tufik, S., y Suchecki, D. (2014). Improvement of mood
and sleep alterations in posttraumatic stress disorder patients by eye
movement desensitization and reprocessing. Frontiers in Behavioral
Neuroscience, 8, 209.
Raboni, M. R., Tufik, S., y Suchecki, D. (2006). Treatment of PTSD by eye
movement desensitization and reprocessing improves sleep quality, quality of
life and perception of stress. Annals of the New York Academy of Science,
1071, 508–513.
Rachman, S. (1978). Fear and courage. New York: Freeman.
Rachman, S. (1980). Emotional processing. Behavior Research and Therapy, 18,
51–60. Ray, A. L., y Zbik, A. (2001). Cognitive behavioral therapies and
beyond. En C. D. Tollison, J. R. Satterhwaite, y J. W. Tollison (Eds.), Practical
pain management (3rd ed., pp. 189–208). Philadelphia: Lippincott.
Read, J., Fosse, R., Moskowitz, A., y Perry, B. (2014). The traumagenic
neurodevelopmental model of psychosis revisited. Neuropsychiatry, 4(1), 65–
79.
Reiche, E. M. V., Nunes, S. O. V., y Morimoto, H. K. (2004). Stress, depression, the
immune system, and cancer. Lancet Oncology, 5(10), 617–625.
Reicherzer, S. (2011). Eye movement desensitization and reprocessing in
counseling a male couple. Journal of EMDR Practice and Research, 5(3), 111–
120.
Reiser, M. (1990). Memory in mind and brain. New York: Basic Books.
Renfrey, G., y Spates, C. R. (1994). Eye movement desensitization and
reprocessing: A partial dismantling procedure. Journal of Behavior Therapy and
Experimental Psychiatry, 25, 231–239.
Rennie, D. (1994). Story-telling in psychotherapy: The client’s subjective
experience. Psychotherapy, 31, 234–244.
Resick, P. A., Galovski, T. E., Uhlmansiek, M. O., Scher, C. D., Clum, G. A., y
Young-Xu, Y. (2008). A randomized clinical trial to dismantle components of
cognitive processing therapy for posttraumatic stress disorder in female victims
of interpersonal violence. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 76(2),
243–258.
Resick, P., y Schnicke, M. (1992). Cognitive processing therapy for sexual assault
victims. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 60, 748–756.
Ricci, R. J., y Clayton, C. A. (2016). EMDR with sex offenders: Using offense
drivers to guide conceptualization and treatment. Journal of EMDR Practice
and Research, 10(2), 104–118.
Ricci, R. J., Clayton, C. A., y Shapiro, F. (2006). Some effects of EMDR treatment
with previously abused child molesters: Theoretical reviews and preliminary
findings. Journal of Forensic Psychiatry and Psychology, 17, 538–562.
Ringo, J. L., Sobotka, S., Diltz, M. D., y Bruce, C. M. (1994). Eye movements
modulate activity in hippocampal, parahippocampal, and inferotemporal
neurons. Journal of Neurophysiology, 71, 1–4.
Robinson, J. S., y Larson, C. (2010). Are traumatic events necessary to elicit
symptoms of posttraumatic stress? Psychological Trauma: Theory, Research,
Practice, and Policy, 2, 71–76.
Rodenburg, R., Benjamin, A., De Roos, C., Meijer, A. M., y Stams, G. J. (2009).
Efficacy of EMDR in children: A meta-analysis. Clinical Psychology Review, 29,
599–606.
Rodrigues, S. M., LeDoux, J. E., y Sapolsky, R. M. (2009). The influence of stress
hormones on fear circuitry. Annual Review of Neuroscience, 32, 289–313.
Roffe, L., Schmidt, K., y Ernst, E. (2005). A systematic review of guided imagery as
an adjuvant cancer therapy. Psycho-Oncology, 14(8), 607–617.
Rogers, C. R. (1951). client-centered therapy. Boston: Houghton Mifflin.
Rogers, S., y Silver, S. M. (2002). Is EMDR an exposure therapy?: A review of
trauma protocols. Journal of Clinical Psychology, 58(1), 43–59.
Rogers, S., Silver, S., Goss, J., Obenchain, J., Willis, A., y Whitney, R. (1999). A
single session, controlled group study of flooding and eye movement
desensitization and reprocessing in treating posttraumatic stress disorder
among Vietnam war veterans: Preliminary data. Journal of Anxiety Disorders,
13, 119–130.
Rome, H., y Rome, J. (2000). Limbically augmented pain syndrome (LAPS):
Kindling, corticolimbic sensitization and the convergence of affective and
sensory symptoms in chronic pain disorders. Pain Medicine, 1, 7–23.
Ross, C. A. (1997). Dissociative identity disorder: Diagnosis, clinical features and
treatment of multiple personality (2nd ed.). New York: Wiley.
Ross, C. A. (2015). When to suspect and how to diagnose dissociative identity
disorder. Journal of EMDR Practice and Research, 9(2), 114–122.
Ross, R. J., Ball, W. A., Dinges, D. F., Kribbs, N. B., Morrison, A. R., y Silver, S. M.
(1990, May). REM sleep disturbance as the hallmark of PTSD. Paper
presented at the 143rd annual meeting of the American Psychiatric
Association, New York.
Rossi, E. L. (1986). The psychobiology of mind–body healing. New York: Norton.
Rostaminejad, A., Behnammoghadam, M., Rostaminejad, M., Behnammoghadam,
Z., y Bashti, S. (2017). Efficacy of eye movement desensitization and
reprocessing on the phantom limb pain of patients with amputations within a
24-month followup. International Journal of Rehabilitation Research, 40(3),
209–214.
Rothbaum, B. O. (1997). A controlled study of eye movement desensitization and
reprocessing in the treatment of post-traumatic stress disordered sexual
assault victims. Bulletin of the Menninger Clinic, 61, 317–334.
Rothbaum, B. O., Astin, M. C., y Marsteller, F. (2005). Prolonged exposure versus
eye movement desensitization (EMDR) for PTSD rape victims. Journal of
Traumatic Stress, 18, 607–616.
Rubin, A. (1999). Empirically evaluating EMDR with single-case designs: A step-by
step guide for EMDR therapists. New Hope, PA: EMDR Humanitarian
Assistance Programs.
Rubin, A., Parrish, D. E., y Washburn, M. (2016). Outcome benchmarks for
adaptations of research-supported treatments for adult traumatic stress.
Research on Social Work Practice, 26(3), 243–259.
Russell, M. C. (2006). Treating combat-related stress disorders: A multiple case
study utilizing eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) with
battlefield casualties from the Iraqi war. Military Psychology, 18(1), 1–18.
Russell, M. C. (2008a). Treating traumatic amputation-related phantom limb pain: A
case study utilizing eye movement desensitization and reprocessing within the
armed services. Clinical Case Studies, 7(2), 136–153.
Russell, M. C. (2008b). War-related medically unexplained symptoms, prevalence,
and treatment: Utilizing EMDR within the armed services. Journal of EMDR
Practice and Research, 2, 212–226.
Russell, M. C., y Figley, C. R. (2013). Treating traumatic stress injuries in military
personnel: An EMDR practitioner’s guide. New York: Routledge.
Russell, M. C., Silver, S. M., Rogers, S., y Darnell, J. (2007). Responding to an
identified need: A joint Department of Defense–Department of Veterans Affairs
training program in eye movement desensitization and reprocessing (EMDR)
for clinicians providing trauma services. International Journal of Stress
Management, 14, 61–71.
Sabourin, M. G., Cutcomb, S. D., Crawford, H., y Pribram, K. (1990, December).
EEG correlates of hypnotic susceptibility and hypnotic trance: Spectral analysis
and coherence. International Journal of Psychophysiology, 10, 125–142.
Sack, M., Hofmann, A., Wizelman, L., y Lempa, W. (2008). Psychophysiological
changes during EMDR and treatment outcome. Journal of EMDR Practice and
Research, 2, 239–246.
Sack, M., Lempa, W., Steinmetz, A., Lamprecht, F., y Hofmann, A. (2008).
Alterations in autonomic tone during trauma exposure using eye movement
desensitization (EMDR)—results of a preliminary investigation. Journal of
Anxiety Disorders, 22, 1264–1271.
Sack, M., Zehl, S., Otti, A., Lahmann, C., Henningsen, P., Kruse, J., et al. (2016). A
comparison of dual attention, eye movements, and exposure only during eye
movement desensitization and reprocessing for posttraumatic stress disorder:
Results from a randomized clinical trial. Psychotherapy and Psychosomatics,
85(6), 357–365.
Salter, A. (1961). Conditioned reflex therapy. New York: Capricorn.
Saltini, A., Rebecchi, D., Callerame, C., Fernandez, I., Bergonzini, E., y Starace, F.
(2017). Early eye movement desensitization and reprocessing (EMDR)
intervention in a disaster mental health care context. Psychology, Health, &
Medicine, 1–10.
Samara, Z., Elzinga, B. M., Slagter, H. A., y Nieuwenhuis, S. (2011). Do horizontal
saccadic eye movements increase interhemispheric coherence?: Investigation
of a hypothesized neural mechanism underlying EMDR. Frontiers in Psychiatry,
2, 4.
Sansone, R. A., Lam, C., y Wiederman, M. W. (2013). Victims of bullying in
childhood, criminal outcomes in adulthood. International Journal of Psychiatry
in Clinical Practice, 17(1), 69–72.
Sansone, R. A., y Sansone, L. A. (2015). Irritable bowel syndrome: Relationships
with abuse in childhood. Innovations in Clinical Neuroscience, 12(5–6), 34–37.
Sartory, G., Rachman, S., y Grey, S. J. (1982). Return of fear: The role of
rehearsal. Behaviour Research and Therapy, 20, 123–133.
Schacter, D., y Tulving, E. (Eds.). (1994). What are the memory systems of 1994?
En D. Schacter y E. Tulving (Eds.), Memory systems (pp. 1–38). Cambridge,
MA: Bradford Books/MIT Press.
Schauer, M., Neuner, F., y Elbert, T. (2011). Narrative exposure therapy: A short-
term treatment for traumatic stress disorders (2nd ed., rev. and expanded).
Göttingen, Germany: Hogrefe.
Scheck, M. M., Schaeffer, J. A., y Gillette, C. S. (1998). Brief psychological
intervention with traumatized young women: The efficacy of eye movement
desensitization and reprocessing. Journal of Traumatic Stress, 11, 25–44.
Schmid-Leuz, B., Elsesser, K., Lohrmann, T., Johren, P., y Sartory, G. (2007).
Attention focusing versus distraction during exposure in dental phobia.
Behaviour Research and Therapy, 45, 2691–2703.
Schmucker, M., y Lösel, F. (٢٠٠٨). Does sexual offender treatment work?: A
systematic review of outcome evaluations. Psicothema, 20(1), 10–19.
Schneider, J., Hofmann, A., Rost, C., y Shapiro, F. (2007). EMDR and phantom
limb pain: Case study, theoretical implications, and treatment guidelines.
Journal of EMDR Science and Practice, 1, 31–45.
Schneider, J., Hofmann, A., Rost, C., y Shapiro, F. (2008). EMDR in the treatment
of chronic phantom limb pain. Pain Medicine, 9(1), 76–82.
Schnurr, P. P., y Green, B. L. (2004). Trauma and health: Physical health
consequences of exposure to extreme stress. Washington, DC: American
Psychological Association.
Schnyder, U., y Cloitre, M. (Eds.). (2015). Evidence based treatments for trauma
related psychological disorders: A practical guide for clinicians. New York:
Springer.
Schnyder, U., Ehlers, A., Elbert, T., Foa, E., Gersons, B., Resick, P., et al. (2015).
Psychotherapies for PTSD: What do they have in common? European Journal
of Psychotraumatology, 6, Article 28186.
Schore, A. N. (1997). Early organization of the nonlinear right brain and
development of a predisposition to psychiatric disorders. Development and
Psychopathology, 9, 595–631.
Schore, A. N. (2001). The effects of early relational trauma on right brain
development, affect regulation, and infant mental health. Infant Mental Health
Journal, 22, 201–269.
Schore, A. N. (2015). Affect regulation and the origin of self: The neurobiology of
emotional development. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
Schore, A. N., Siegel, D. J., Shapiro, F., y Van der Kolk, B. A. (1998, January).
Developmental and neurobiological underpinnings of trauma. Plenary panel
presented at Understanding and Treating Trauma: Developmental and
Neurobiological Approaches Conference, Los Angeles, CA.
Schore, J. R., y Schore, A. N. (2008). Modern attachment theory: The central role
of affect regulation in development and treatment. Clinical Social Work Journal,
36(1), 9–20.
Schubert, S. J., Lee, C. W., Araujo, G., Butler, S. R., Taylor, G., y Drummond, P. D.
(2016). The effectiveness of eye movement desensitization and reprocessing
therapy to treat symptoms following trauma in Timor Leste. Journal of
Traumatic Stress, 29(2), 141–148.
Schubert, S. J., Lee, C. W., y Drummond, P. (2011). The efficacy and
psychophysiological correlates of dual-attention tasks in eye movement
desensitization and reprocessing (EMDR). Journal of Anxiety Disorders, 25, 1–
11.
Scott, J. C., Matt, G. E., Wrocklage, K. M., Crnich, C., Jordan, J., Southwick, S. M.,
et al. (2015). A quantitative meta-analysis of neurocognitive functioning in
posttraumatic stress disorder. Psychological Bulletin, 141(1), 105–140.
Scott, J. C., Pietrzak, R. H., Southwick, S. M., Jordan, J., Silliker, N., Brandt, C. A.,
et al. (2014). Military sexual trauma interacts with combat exposure to increase
risk for posttraumatic stress symptomatology in female Iraq and Afghanistan
veterans. Journal of Clinical Psychiatry, 75(6), 637–643.
Segal, Z. V., Kennedy, S., Gemar, M., Hood, K., Pedersen, R., y Buis, T. (2006).
Cognitive reactivity to sad mood provocation and the prediction of depressive
relapse. Archives of General Psychiatry, 63(7), 749–755.
Segerstrom, S. C., y Miller, G. E. (2004). Psychological stress and the human
immune system: A meta-analytic study of 30 years of inquiry. Psychological
Bulletin, 130(4), 601–630.
Seligman, M. E. P. (1995). The effectiveness of psychotherapy. American
Psychologist, 50, 965–974.
Servan-Schreiber, D. (2000). Eye movement desensitization and reprocessing: Is
psychiatry missing the point? Psychiatric Times, 17, 36–40.
Servan-Schreiber, D., Schooler, J., Dew, M. A., Carter, C., y Bartone, P. (2006).
Eye movement desensitization and reprocessing for posttraumatic stress
disorder: A pilot blinded, randomized study of stimulation type. Psychotherapy
Psychosomatics, 75, 290–297.
Shalev, A. Y., Friedman, M. J., Foa, E. B., y Keane, T. M. (2000). Integration and
summary. En E. B. Foa, T. M. Keane, y M. J. Friedman (Eds.), Effective
treatments for PTSD: Practice guidelines from the International Society for
Traumatic Stress Studies (pp. 359–379). New York: Guilford Press.
Shapiro, D. A., Startup, M., Bird, D., Harper, H., Reynolds, S., y Suokas, A. (1994).
The high-water mark of the drug metaphor: A meta-analytic critique of process-
outcome research. En R. L. Russell (Ed.), Reassessing psychotherapy
research (pp. 1–35). New York: Guilford Press.
Shapiro, E. (2007). 4 Elements exercise. Journal of EMDR Practice and Research,
2, 113 –115.
Shapiro, E., y Laub, B. (2008). Early EMDR intervention (EEI): A summary, a
theoretical model, and the recent traumatic episode protocol (R-TEP). Journal
of EMDR Practice and Research, 2(2), 79–96.
Shapiro, E., y Laub, B. (2015). Early EMDR intervention following a community
critical incident: A randomized clinical trial. Journal of EMDR Practice and
Research, 9, 17–27.
Shapiro, F. (1989a). Efficacy of the eye movement desensitization procedure in the
treatment of traumatic memories. Journal of Traumatic Stress Studies, 2, 199–
223.
Shapiro, F. (1989b). Eye movement desensitization: A new treatment for post-
traumatic stress disorder. Journal of Behavior Therapy and Experimental
Psychiatry, 20, 211–217.
Shapiro, F. (1991a). Eye movement desensitization and reprocessing procedure:
From EMD to EMDR: A new treatment model for anxiety and related traumata.
The Behavior therapist, 14, 133–135.
Shapiro, F. (1993). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) in
1992. Journal of Traumatic Stress, 6, 417–421.
Shapiro, F. (1994a). Eye movement desensitization and reprocessing: A new
treatment for anxiety and related trauma. En L. Hyer (Ed.), Trauma victim:
Theoretical and practical suggestions (pp. 501–523). Muncie, IN: Accelerated
Development.
Shapiro, F. (1994b). Alternative stimuli in the use of EMD(R). Journal of Behavior
Therapy and Experimental Psychiatry, 25, 89.
Shapiro, F. (1994c). EMDR: In the eye of a paradigm shift. The Behavior therapist,
17, 153–157.
Shapiro, F. (1995a). Eye movement desensitization and reprocessing: Basic
principles, protocols and procedures. New York: Guilford Press.
Shapiro, F. (1995b, September/October). Doing our homework. Family Therapy
Networker, 49–50.
Shapiro, F. (1998). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR):
Historical context, recent research, and future directions. En L. VandeCreek, S.
Knapp, y T. Jackson (Eds.), Innovations in clinical practice: A source book (Vol.
16, pp. 143–162). Sarasota, FL: Professional Resources Press.
Shapiro, F. (1999). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) and
the anxiety disorders: Clinical and research implications of an integrated
psychotherapy treatment. Journal of Anxiety Disorders, 13, 35–67.
Shapiro, F. (2001). The challenges of treatment evolution and integration.
American Journal of Clinical Hypnosis, 43, 183–186.
Shapiro, F. (2002a). EMDR as an integrative psychotherapy approach: Experts of
diverse orientations explore the paradigm prism. Washington, DC: American
Psychological Association Press.
Shapiro, F. (2002b). EMDR twelve years after its introduction: Past and future
research. Journal of Clinical Psychology, 58(1), 1–22.
Shapiro, F. (2002c). EMDR and the role of the clinician in psychotherapy
evaluation: Towards a more comprehensive integration of science and practice.
Journal of Clinical Psychology, 58, 1453–1463.
Shapiro, F. (2007). EMDR, adaptive information processing, and case
conceptualization. Journal of EMDR Practice and Research, 1, 68–87.
Shapiro, F. (2012). Getting past your past: Take control of your life with self-help
techniques from EMDR therapy. New York: Rodale.
Shapiro, F. (2013). Redefining trauma and its hidden connections: Identifying and
reprocessing the experiential contributors to a wide variety of disorders. En D.
J. Siegel y M. Solomon (Eds.), Healing moments in psychotherapy: Mindful
awareness, neural integration, and therapeutic presence (pp. 89–114). New
York: Norton.
Shapiro, F. (2014a). The role of eye movement desensitization and reprocessing
(EMDR) therapy in medicine: Addressing the psychological and physical
symptoms stemming from adverse life experiences. The Permanente Journal,
18, 71–77.
Shapiro, F. (2014b). EMDR therapy humanitarian assistance programs: Treating
the psychological, physical, and societal effects of adverse experiences
worldwide. Journal of EMDR Practice and Research, 8, 181–186.
Shapiro, F., y Forrest, M. (2016). EMDR: The breakthrough therapy for overcoming
anxiety, stress, and trauma. New York: Basic Books. (Original work published
1997)
Shapiro, F., Kaslow, F., y Maxfield, L. (Eds.). (2007). Handbook of EMDR and
family therapy processes. New York: Wiley.
Shapiro, F., y Laliotis, D. (2011). EMDR and the adaptive information processing
model: Integrative treatment and case conceptualization. Clinical Social Work
Journal, 39, 91–200.
Shapiro, F., y Laliotis, D. (2015). EMDR therapy for trauma-related disorders. En U.
Schnyder y M. Cloitre (Eds.), Evidence based treatments for trauma-related
psychological disorders: A practical guide for clinicians (pp. 205–228). New
York: Springer.
Shapiro, F., y Solomon, R. (1995). Eye movement desensitization and
reprocessing: Neurocognitive information processing. En G. S. Everly (Ed.),
Innovations in disaster and trauma psychology: Applications in emergency
services and disaster response (pp. 216–237). Elliot City, MD: Chevron.
Shapiro, F., y Solomon, R. M. (2010). EMDR. En I. Weiner y W. E. Craighead
(Eds.), The Corsini encyclopedia of psychology (4th ed., Vol. 2, pp. 629–632).
Hoboken, NJ: Wiley.
Shapiro, F., y Solomon, R. (2017). Eye movement desensitization and
reprocessing (EMDR) therapy. En S. N. Gold, J. M. Cook, y C. J. Dalenberg
(Eds.), Handbook of trauma psychology: Vol. 2. Trauma practice. Washington,
DC: American Psychological Association.
Shapiro, F., Vogelmann-Sine, S., y Sine, L. (1994). Eye movement desensitization
and reprocessing: Treating trauma and substance abuse. Journal of
Psychoactive Drugs, 26, 379–391.
Shapiro, F., Wesselmann, D., y Mevissen, L. (2017). Eye movement
desensitization and reprocessing therapy (EMDR). En M. A. Landolt, M. Cloitre,
y U. Schnyder (Eds.), Evidence based treatments for trauma-related disorders
in children and adolescents. New York: Springer.
Siegel, B. S. (1989). Peace, love and healing. New York: Harper & Row.
Siegel, D. J. (2002). The developing mind and the resolution of trauma: Some
ideas about information processing and an interpersonal neurobiology of
psychotherapy. En F. Shapiro (Ed.), EMDR as an integrative psychotherapy
approach: Experts of diverse orientations explore the paradigm prism (pp. 85–
121). Washington, DC: American Psychological Association Press.
Siegel, D. J. (2012). The developing mind: How relationships and the brain interact
to shape who we are. New York: Guilford Press.
Siegel, D. J. (2016). Mind: A journey to the heart of being human. New York:
Norton.
Silver, S. M., Brooks, A., y Obenchain, J. (1995). Eye movement desensitization
and reprocessing treatment of Vietnam war veterans with PTSD: Comparative
effects with biofeedback and relaxation training. Journal of Traumatic Stress, 8,
337–342.
Silver, S. M., y Rogers, S. (2002). Light in the heart of darkness: EMDR and the
treatment of war and terrorism survivors. New York: Norton.
Silver, S. M., Rogers, S., Knipe, J., y Colelli, G. (2005). EMDR therapy following
the 9/11 terrorist attacks: A community-based intervention project in New York
City. International Journal of Stress Management, 12(1), 29–42.
Silver, S. M., Rogers, S., y Russell, M. C. (2008). Eye movement desensitization
and reprocessing (EMDR) in the treatment of war veterans. Journal of Clinical
Psychology, 64, 947–957.
Simhandl, C., Radua, J., König, B., y Amann, B. L. (2015). The prevalence and
effect of life events in 222 bipolar I and II patients: A prospective, naturalistic 4
year follow-up study. Journal of Affective Disorders, 170, 166–171.
Simonton, O. C., Matthews-Simonton, S., y Creighton, J. (1992). Getting well
again. New York: Bantam.
Sinici, E. (2016). Evaluation of EMDR therapy efficacy in treatment of phantom limb
pain. Dusunen Adam: The Journal of Psychiatry and Neurological Sciences,
29(4), 349–358.
Smeets, M. A., Dijs, M. W., Pervan, I., Engelhard, I. M., y Van den Hout, M. A.
(2012). Time-course of eye movement-related decrease in vividness and
emotionality of unpleasant autobiographical memories. Memory, 20, 346–357.
Smyth, N. J., y Poole, D. (2002). EMDR and cognitive-behavior therapy: Exploring
convergence and divergence. En F. Shapiro (Ed.), EMDR as an integrative
psychotherapy approach: Experts of diverse orientations explore the paradigm
prism (pp. 151–180). Washington, DC: American Psychological Association
Press.
Soberman, G. B., Greenwald, R., y Rule, D. L. (2002). A controlled study of eye
movement desensitization and reprocessing (EMDR) for boys with conduct
problems. Journal of Aggression, Maltreatment, and Trauma, 6, 217–236
Sokolov, E. N. (1963). Perception and the conditioned reflex. New York: Pergamon
Press.Sokolov, E. N., y Cacioppo, J. T. (1997). Orienting and defense reflexes:
Vector coding and the cardiac response. En P. J. Lang, R. F. Simons, y M.
Balaban (Eds.), Attention and orienting: Sensory and motivational processes
(pp. 1–22). London: Erlbaum.
Solomon, G., y Temoshok, L. (1987). An intensive psychoimmunologic study of
longsurviving persons with AIDS. Annals of the New York Academy of Science,
496, 647–655.
Solomon, M., y Neborsky, R. J. (Eds.). (2002). Short term therapy for long term
change. New York: Norton.
Solomon, M. F., y Siegel, D. J. (2003). Healing trauma: Attachment, mind, body,
and brain. New York: Norton.
Solomon, R., y Kaufman, T. (2002). A peer support workshop for the treatment of
traumatic stress of railroad personnel: Contributions of eye movement
desensitization and reprocessing (EMDR). Journal of Brief Therapy, 2(1), 27–
34.
Solomon, R., y Rando, T. (2007). Utilization of EMDR with grief and mourning.
Journal of EMDR Practice and Research, 2, 109–117.
Solomon, R. M. (1998). Utilization of EMDR in crisis intervention. Crisis
Intervention, 4, 239–246.
Solomon, R. M., y Dyregrov, A. (2000). Eye movement desensitization and
reprocessing (EMDR): Rebuilding assumptive worlds. Tidsskrift for Norsk
Psykologforening, 37, 1024–1030.
Solomon, R. M., y Rando, T. A. (2012). Treatment of grief and mourning through
EMDR: Conceptual considerations and clinical guidelines. European Review of
Applied Psychology, 62(4), 231–239.
Solomon, R. M., y Shapiro, F. (1997). Eye movement desensitization and
reprocessing: An effective therapeutic tool for trauma and grief. En C. Figley, B.
Bride, y N. Mazza (Eds.), Death and trauma: The traumatology of grieving (pp.
231–248). New York: Taylor & Francis.
Solomon, S. D., Gerrity, E. T., y Muff, A. M. (1992). Efficacy of treatments for
posttraumatic stress disorder. Journal of the American Medical Association,
268, 633–638.
Söndergaard, H. P., y Elofsson, U. (2008). Psychophysiological Studies of EMDR.
Journal of EMDR Practice and Research, 2, 282–288.
Spiegel, C., Kraemer, H. C., Bloom, J. R., y Gottheil, E. (1989, October). Effect of
psychosocial treatment on survival of patients with metastatic breast cancer.
Lancet, 2(6668), 888–891.
Spiegel, D. (1993). Multiple posttraumatic personality disorder. En R. P. Kluft y C.
G. Fine (Eds.), Clinical perspectives on multiple personality disorder (pp. 87–
100). Washington, DC: American Psychiatric Press.
Spiegel, D. (2014). Minding the body: Psychotherapy and cancer survival. British
Journal of Health Psychology, 19(3), 465–485.
Spoormaker, V. I., y Montgomery, P. (2008). Disturbed sleep in posttraumatic stress
disorder: Secondary symptom or core feature? Sleep Medicine Reviews, 12,
169– 184.
Sprang, G. (2001). The use of eye movement desensitization and reprocessing
(EMDR) in the treatment of traumatic stress and complicated mourning:
Psychological and behavioral outcomes. Research on Social Work Practice,
11, 300–320.
Squire, L. R. (2004). Memory systems of the brain: A brief history and current
perspective. Neurobiology of Learning and Memory, 82(3), 171–177.
Stampfl, T. G., y Levis, D. J. (1967). Essentials of implosive therapy: A
learningtheory-based psychodynamic behavioral therapy. Journal of Abnormal
Psychology, 72, 496–503.
Steenkamp, M. M., Litz, B. T., Hoge, C. W., y Marmar, C. R. (2015). Psychotherapy
for military-related PTSD: A review of randomized clinical trials. Journal of the
American Medical Association, 314(5), 489–500.
Steinberg, M. (1994). Interviewer’s guide to the Structured Clinical Interview for
DSM-IV Dissociative Disorders (SCID-D). Arlington, VA: American Psychiatric
Association.
Stickgold, R. (2002). EMDR: A putative neurobiological mechanism of action.
Journal of Clinical Psychology, 58, 61–75.
Stickgold, R. (2008). Sleep-dependent memory processing and EMDR action.
Journal of EMDR Practice and Research, 2, 289–299.
Stickgold, R. (2015). Sleep on it! Scientific American, 313, 52–57.
Stickgold, R., Scott, L., Rittenhouse, C., y Hobson, J. A. (1999). Sleep induced
changes in associative memory. Journal of Cognitive Neuroscience, 11, 182–
193.
Stickgold, R., y Walker, M. P. (2013). Sleep-dependent memory triage: Evolving
generalization through selective processing. Nature Neuroscience, 16, 139–
145.
Stimmel, M. A., Cruise, K. R., Ford, J. D., y Weiss, R. A. (2014). Trauma exposure,
posttraumatic stress disorder symptomatology, and aggression in male juvenile
offenders. Psychological Trauma: Theory, Research, Practice, and Policy, 6(2),
184–191.
Strayer, R., y Ellenhorn, L. (1975). Vietnam veterans: A study exploring adjustment
patterns and attitudes. Journal of Social Issues, 31, 81–91.
Stricker, G. (1997). Are science and practice commensurable? American
Psychologist, 52, 442–448.
Stricker, G. (2010). A second look at psychotherapy integration. Journal of
Psychotherapy Integration, 20(4), 397.
Stricker, G., y Gold, J. R. (Eds.). (1993). Comprehensive handbook of
psychotherapy integration. New York: Plenum Press.
Subica, A. M., Claypoole, K. H., y Wylie, A. M. (2012). PTSD’s mediation of the
relationships between trauma, depression, substance abuse, mental health,
and physical health in individuals with severe mental illness: Evaluating a
comprehensive model. Schizophrenia Research, 136(1), 104–109.
Suh, J. J., Ruffins, S., Robins, E. C., Albanese, M. J., y Khantzian, E. J. (2008).
Selfmedication hypothesis: Connecting affective experience and drug choice.
Psychoanalytic Psychology, 25(3), 518–532.
Sullivan, G. M., Ogden, R. T., Huang, Y. Y., Oquendo, M. A., Mann, J. J., y Parsey,
R. V. (2013). Higher in vivo serotonin-1a binding in posttraumatic stress
disorder: A PET study with [11C]WAY10065. Depression and Anxiety, 30(3),
197–206.
Summers, R. F., y Barber, J. P. (2009). Psychodynamic therapy: A guide to
evidencebased practice. New York: Guilford Press.
Suzuki, A., Josselyn, S. A., Frankland, P. W., Masushige, S., Silva, A. J., y Kida, S.
(2004). Memory reconsolidation and extinction have distinct temporal and
biochemical signatures. Journal of Neuroscience, 24, 4787–4795.
Swift, J. K., y Greenberg, R. P. (2014). A treatment by disorder meta-analysis of
dropout from psychotherapy. Journal of Psychotherapy Integration, 24(3), 193–
207.
Tarquinio, C., Rotonda, C., Houllé, W. A., Montel, S., Rydberg, J. A., Minary, L., et
al. (2016). Early psychological preventive intervention for workplace violence: A
randomized controlled explorative and comparative study between EMDR-
recent event and critical incident stress debriefing. Issues in Mental Health
Nursing, 37(11), 787–799.
Taylor, S., Thordarson, D. S., Maxfield, L., Fedoroff, I. C., Lovell, K., y Ogrodniczuk,
J. (2003). Comparative efficacy, speed, and adverse effects of three PTSD
treatments: Exposure therapy, EMDR, and relaxation training. Journal of
Consulting and Clinical Psychology, 71, 330–338.
Teasdale, J. D. (1999). Emotional processing, three modes of mind and the
prevention of relapse in depression. Behaviour Research and Therapy,
37(Suppl. 1), 53–77.
Teasdale, J. D., y Barnard, P. J. (1993). Affect, cognition and change: Re-modelling
depressive thought. Hove, UK: Erlbaum.
Tefft, A. J., y Jordan, I. O. (2016). Eye movement desensitization reprocessing as
treatment for chronic pain syndromes: A literature review. Journal of the
American Psychiatric Nurses Association, 22(3), 192–214.
Teicher, M. H., Samson, J. A., Sheu, Y.-S., Polcari, A., y McGreenery, C. E. (2010).
Hurtful words: Association of exposure to peer verbal abuse with elevated
psychiatric symptom scores and corpus callosum abnormalities. American
Journal of Psychiatry, 167, 1464–1471.
Telch, M. J., Valentiner, D. P., Ilai, D., Young, P. R., Powers, M. B., y Smits, J. A. J.
(2004). Fear activation and distraction during the emotional processing of
claustrophobic fear. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry,
35(3), 219–232.
Ten Hoor, N. M. (2015). EMDR in the treatment of deviant sexual interest. Paper
presented at the Association for the Treatment of Sexual Abusers, Dutch
Chapter Conference, Utrecht, The Netherlands.
Ter Heide, F. J. J., Mooren, T. M., Van de Schoot, R., De Jongh, A., y Kleber, R. J.
(2016). Eye movement desensitisation and reprocessing therapy v. stabilisation
as usual for refugees: Randomised controlled trial. British Journal of Psychiatry,
209(4), 311–318.
Tesarz, J., Leisner, S., Gerhardt, A., Janke, S., Seidler, G. H., Eich, W., et al.
(2014). Effects of eye movement desensitization and reprocessing (EMDR)
treatment in chronic pain patients: A systematic review. Pain Medicine, 15,
247–263.
Thomaes, K., Dorrepaal, E., Draijer, N., Jansma, E. P., Veltman, D. J., y Van
Balkom, A. J. (2014). Can pharmacological and psychological treatment
change brain structure and function in PTSD?: A systematic review. Journal of
Psychiatric Research, 50, 1–15.
Thomas, R., y Gafner, G. (1993). PTSD in an elderly male: Treatment with eye
movement desensitization and reprocessing (EMDR). Clinical Gerontologist,
14, 57–59.
Thompson, S., Eccleston, L., y Hickish, T. (2011). Posttraumatic stress disorder in
cancer survivors: Recognising and acknowledging the symptoms.
WebmedCentral Oncology, 2(8), 1–16.
Tinker, R. H., y Wilson, S. A. (1999). Through the eyes of a child: EMDR with
children. New York: Norton.
Torregrossa, M. M., Corlett, P. R., y Taylor, J. R. (2011). Aberrant learning and
memory in addiction. Neurobiology of Learning and Memory, 96(4), 609–623.
Trentini, C., Pagani, M., Fania, P., Speranza, A. M., Nicolais, G., Sibilia, A., et al.
(2015). Neural processing of emotions in traumatized children treated with eye
movement desensitization and reprocessing therapy: A hdEEG study. Frontiers
in Psychology, 6, Article 1662.
Triscari, M. T., Faraci, P., D’Angelo, V., Urso, V., y Catalisano, D. (2011). Two
treatments for fear of flying compared: Cognitive behavioral therapy combined
with systematic desensitization or eye movement desensitization and
reprocessing (EMDR). Aviation Psychology and Applied Human Factors, 1, 9–
14.
Tursich, M., Neufeld, R. W. J., Frewen, P. A., Harricharan, S., Kibler, J. L., Rhind,
S. G., et al. (2014). Association of trauma exposure with proinflammatory
activity: A transdiagnostic meta-analysis. Translational Psychiatry, 4, e413.
Twombly, J. H. (2000). Incorporating EMDR and EMDR adaptations into the
treatment of clients with dissociative identity disorder. Journal of Trauma and
Dissociation, 1, 61–81.
Twombly, J. H. (2005). EMDR for clients with dissociative identity disorder, DDNOS
and ego states. En R. Shapiro (Ed.), EMDR solutions: Pathways to healing (pp.
86–120). New York: Norton.
U.S. Government Accountability Office. (2005). Adult drug courts: Recidivism
reductions and mixed results for other outcomes [Report to congressional
communities]. Washington, DC: Author.
Van den Berg, D. P. G., De Bont, P. A., Van der Vleugel, B. M., De Roos, C., De
Jongh, A., Van Minnen, A., et al. (2015). Prolonged exposure versus eye
movement desensitization and reprocessing versus waiting list for
posttraumatic stress disorder in patients with a psychotic disorder: A
randomized clinical trial. JAMA Psychiatry, 72(3), 259–267.
Van den Berg, D. P. G., De Bont, P. A., Van der Vleugel, B. M., De Roos, C., De
Jongh, A., Van Minnen, A., et al. (2016). Trauma-focused treatment in PTSD-
patients with psychosis: Symptom exacerbation, adverse events, and
revictimization. Schizophrenia Bulletin, 43, 693–702.
Van den Hout, M. A., Eidhof, M. B., Verboom, J., Littel, M., y Engelhard, I. M.
(2014). Blurring of emotional and non-emotional memories by taxing working
memory during recall. Cognition and Emotion, 28(4), 717–727.
Van den Hout, M. A., y Engelhard, I. M. (2012). How does EMDR work? Journal of
Experimental Psychopathology, 3(5), 724–738.
Van den Hout, M., Engelhard, I. M., Rijkeboer, M. M., Koekebakker, J., Hornsveld,
H., Leer A., et al. (2011). EMDR: Eye movements superior to beeps in taxing
working memory and reducing vividness of recollections. Behaviour Research
and Therapy, 49, 92–98.
Van den Hout, M., Muris, P., Salemink, E., y Kindt, M. (2001). Autobiographical
memories become less vivid and emotional after eye movements. British
Journal of Clinical Psychology, 40(Pt. 2), 121–130.
Van den Hout, M. A., Rijkeboer, M. T., Engelhard, I. M., Klugkist, I., Hornsveld, H.,
Toffolo, M., et al. (2012). Tones inferior to eye movements in the EMDR
treatment of PTSD. Behaviour Research and Therapy, 50, 275–279.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., y Steele, K. (2006). The haunted self:
Structural dissociation and the treatment of chronic traumatization. New York:
Norton.
Van der Kolk, B. A. (1994). The body keeps the score: Memory and the evolving
psychobiology of posttraumatic stress. Harvard Review of Psychiatry, 1, 253–
265.
Van der Kolk, B. A. (2002). Beyond the talking cure: Somatic experience and
subcortical imprints in the treatment of trauma. En F. Shapiro (Ed.), EMDR as
an integrative psychotherapy approach: Experts of diverse orientations explore
the paradigm prism (pp. 57–83). Washington, DC: American Psychological
Association Press.
Van der Kolk, B. A. (2014). The body keeps the score: Brain, mind, and body in the
healing of trauma. New York: Viking.
Van der Kolk, B. A., Hopper, J. W., y Osterman, J. A. (2001). Exploring the nature
of traumatic memory: Combining clinical knowledge and laboratory methods.
Journal of Aggression, Maltreatment and Trauma, 4(2), 9–31.
Van der Kolk, B. A., McFarlane, A., y Weisaeth, L. (1996). Traumatic stress: The
effects of overwhelming experience on mind, body, and society. New York:
Guilford Press.
Van der Kolk, B., Spinazzola, J., Blaustein, M., Hopper, J., Hopper, E., Korn, D., et
al. (2007). A randomized clinical trial of EMDR, fluoxetine and pill placebo in
the treatment of PTSD: Treatment effects and long-term maintenance. Journal
of Clinical Psychiatry, 68, 37–46.
Van der Kolk, B. A., Stone, L., West, J., Rhodes, A., Emerson, D., Suvak, M., et al.
(2014). Yoga as an adjunctive treatment for posttraumatic stress disorder: A
randomized controlled trial. Journal of Clinical Psychiatry, 75(6), e559–e565.
Van Minnen, A., Van der Vleugel, B. M., Van den Berg, D. P., De Bont, P. A., De
Roos, C., Van der Gaag, M., et al. (2016). Effectiveness of trauma-focused
treatment for patients with psychosis with and without the dissociative subtype
of posttraumatic stress disorder. British Journal of Psychiatry, 209(4), 347–348.
Van Schie, K., Van Veen, S. C., Engelhard, I. M., Klugkist, I., y Van den Hout, M. A.
(2016). Blurring emotional memories using eye movements: Individual
differences and speed of eye movements. European Journal of
Psychotraumatology, 7.
Van Veen, S. C., Van Schie, K., Wijngaards-de Meij, L. D., Littel, M., Engelhard, I.
M., y Van den Hout, M. A. (2015). Speed matters: Relationship between speed
of eye movements and modification of aversive autobiographical memories.
Frontiers in Psychiatry, 6, 45.
Varese, F., Smeets, F., Drukker, M., Lieverse, R., Lataster, T., Viechtbauer, W., et
al. (2012). Childhood adversities increase the risk of psychosis: A meta-
analysis of patient-control, prospectiveand cross-sectional cohort studies.
Schizophrenia Bulletin, 38(4), 661–671.
Vogelmann-Sine, S., Sine, L. F., y Smyth, N. J. (1999). EMDR to reduce stress and
trauma-related symptoms during recovery from chemical dependency.
International Journal of Stress Management, 6, 285–290.
Vogelmann-Sine, S., Sine, L. F., Smyth, N. J., y Popky, A. J. (1998). EMDR
chemical dependency treatment manual. Pacific Grove, CA: EMDR Institute.
Volkow, N. D., Fowler, J. S., y Wang, G. J. (2004). The addicted human brain
viewed in the light of imaging studies: Brain circuits and treatment strategies.
Neuropharmacology, 47(Suppl. 1), 3–13.
Wachtel, P. L. (2002). EMDR and psychoanalysis. En F. Shapiro (Ed.), EMDR as
an integrative psychotherapy approach: Experts of diverse orientations explore
the paradigm prism (pp. 123–150). Washington, DC: American Psychological
Association Press.
Walker, L. G., Walker, M. B., Ogston, K., Heys, S. D., Ah-See, A. K., Miller, I. D., et
al. (1999). Psychological, clinical and pathological effects of relaxation training
and guided imagery during primary chemotherapy. British Journal of Cancer,
80(1–2), 262–268.
Walker, M. P., y Stickgold, R. (2010). Overnight alchemy: Sleep-dependent
memory evolution. Nature Reviews Neuroscience, 11, 218–219.
Walker, M. P., y Van der Helm, E. (2009). Overnight therapy?: The role of sleep in
emotional brain processing. Psychological Bulletin, 135, 731–748.
Walz, J., Addis, J. E., Koerner, K., y Jacobson, N. J. (1993). Testing the integrity of
a psychotherapy protocol: Assessment of adherence and competence. Journal
of Consulting and Clinical Psychology, 63, 620–630.
Wanders, F., Serra, M., y De Jongh, A. (2008). EMDR versus CBT for children with
self-esteem and behavioral problems: A randomized controlled trial. Journal of
EMDR Practice and Research, 2, 180–189.
Warner, E., Spinazzola, J., Westcott, A., Gunn, C., y Hodgdon, H. (2014). The body
can change the score: Empirical support for somatic regulation in the treatment
of traumatized adolescents. Journal of Child and Adolescent Trauma, 7(4),
237–246.
Water, F. S. (2016). Healing the fractured child: Diagnosis and treatment of youth
with dissociation. New York: Springer.
Watkins, J. G., y Watkins, H. H. (1997). Ego states: Theory and therapy. New York:
Norton.
Watson, J. P., Hoffman, L., y Wilson, G. V. (1988). The neuropsychiatry of
posttraumatic stress disorder. British Journal of Psychiatry, 152, 164–173.
Watts, B. V., Schnurr, P. P., Mayo, L., Young-Xu, Y., Weeks, W. B., y Friedman, M.
J. (2013). Meta-analysis of the efficacy of treatments for posttraumatic stress
disorder. Journal of Clinical Psychiatry, 74(6), e541–e550.
Watzlawick, P. (1987). If you desire to see, learn how to act. En J. K. Zeig (Ed.),
The evolution of psychotherapy (pp. 91–106). New York: Brunner/Mazel.
Weiss, D. S., y Marmar, C. R. (1997). The Impact of Event Scale—Revised. En J.
P. Wilson y T. M. Keane (Eds.), Assessing psychological trauma and PTSD: A
practitioner’s handbook (pp. 399–411). New York: Guilford Press.
Weiss, N. H., Dixon-Gordon, K. L., Duke, A. A., y Sullivan, T. P. (2015). The
underlying role of posttraumatic stress disorder symptoms in the association
between intimate partner violence and deliberate self-harm among African
American women. Comprehensive Psychiatry, 59, 8–16.
Weiss, S. J. (2007). Neurobiological alterations associated with traumatic stress.
Perspectives in Psychiatric Care, 43(3), 114–122.
Welch, R. B. (1996). On the origin of eye movement desensitization and
reprocessing: A response to Rosen. Journal of Behavior Therapy and
Experimental Psychiatry, 27(2), 175–179.
Wesselmann, D. (2013). Healing trauma and creating secure attachment through
EMDR. En M. Solomon y D. S. Siegel (Eds.), Healing moments in
psychotherapy: Mindful awareness, neural integration, and therapeutic
presence (pp. 115–128). New York: Norton.
Wesselmann, D., Armstrong, S., Schweitzer, C., Davidson, M., y Potter, A. (in
preparation). An integrative family therapy model for treating children with a
history of attachment trauma: A case series.
Wesselmann, D., Davidson, M., Armstrong, S., Schweitzer, C., Bruckner, D., y
Potter, A. (2012). EMDR as a treatment for improving attachment status in
adults and children. European Review of Applied Psychology, 62(4), 223–230.
Wesselmann, D., y Potter, A. E. (2009). Change in adult attachment status
following treatment with EMDR: Three case studies. Journal of EMDR Practice
and Research, 3(3), 178–191.
Wesselmann, D., Schweitzer, C., y Armstrong, S. (2014). Integrative team
treatment for attachment trauma in children: Family therapy and EMDR. New
York: Norton.
Wesselmann, D., y Shapiro, F. (2013). EMDR and the treatment of complex trauma
in children and adolescents. En J. Ford y C. Courtois (Eds.), Treating complex
traumatic stress disorders in children and adolescents (pp. 203–224). New
York: Guildford Press.
Wesson, M., y Gould, M. (2009). Intervening early with EMDR on military
operations: A case study. Journal of EMDR Practice and Research, 3, 91–97.
Wilensky, M. (2006). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR) as
a treatment for phantom limb pain. Journal of Brief Therapy, 5(1), 31–44.
Williams, L. M., Debattista, C., Duchemin, A. M., Schatzberg, A. F., y Nemeroff, C.
B. (2016). Childhood trauma predicts antidepressant response in adults with
major depression: Data from the randomized international study to predict
optimized treatment for depression. Translational Psychiatry, 6(5), e799.
Wilson, D. L., Silver, S. M., Covi, W. G., y Foster, S. (1996). Eye movement
desensitization and reprocessing: Effectiveness and autonomic correlates.
Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 27(3), 219–229.
Wilson, J. P. (1978). Identity, ideology, and crises: Part 2. The Vietnam veteran in
transition. Cincinnati, OH: Disabled American Veterans.
Wilson, S., Tinker, R., Hofmann, A., Becker, L., y Marshall, S. (2000, November). A
field study of EMDR with Kosovar-Albanian refugee children using a group
treatment protocol. Paper presented at the annual meeting of the International
Society for the Study of Traumatic Stress, San Antonio, TX.
Wilson, S. A., Becker, L. A., y Tinker, R. H. (1995). Eye movement desensitization
and reprocessing (EMDR) treatment for psychologically traumatized
individuals. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 63, 928–937.
Wilson, S. A., Becker, L. A., y Tinker, R. H. (1997). Fifteen-month follow-up of eye
movement desensitization and reprocessing (EMDR) treatment for PTSD and
psychological trauma. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 65, 1047–
1056.
Wilson, S. A., Becker, L. A., Tinker, R. H., y Logan, C. R. (2001). Stress
management with law enforcement personnel: A controlled outcome study of
EMDR versus a traditional stress management program. International Journal
of Stress Management, 8(3), 179–200.
Winson, J. (1990). The meaning of dreams. Scientific American, 263, 86–96.
Wolf, E. J., Logue, M. W., Hayes, J. P., Sadeh, N., Schichman, S. A., Stone, A., et
al. (2016). Accelerated DNA methylation age: Associations with PTSD and
neural integrity. Psychoneuroendocrinology, 63, 155–162.
Wolpe, J. (1958). Psychotherapy by reciprocal inhibition. Stanford, CA: Stanford
University Press.
Wolpe, J. (1991). The practice of behavior therapy (4th ed.). Boston: Allyn &
Bacon.
Wolpe, J., y Abrams, J. (1991). Post-traumatic stress disorder overcome by eye
movement desensitization: A case report. Journal of Behavior Therapy and
Experimental Psychiatry, 22, 39–43.
Woo, M. (2014). Eye movement desensitization and reprocessing treatment of
nightmares: A case report. Journal of EMDR Practice and Research, 8(3), 129–
134.
World Health Organization. (2013). Guidelines for the management of conditions
that are specifically related to stress. Geneva: Author.
World Health Organization and United Nations High Commissioner for Refugees.
(2013). Assessment and management of conditions specifically related to
stress: mhGAP Intervention Guide Module (version 1.0). Geneva: World Health
Organization.
Wright, R. D., y Ward, L. M. (2008). Orienting of attention. New York: Oxford
University Press.
Wrocklage, K. M., Schweinsburg, B. C., Krystal, J. H., Trejo, M., Roy, A., Weisser,
V., et al. (2016). Neuropsychological functioning in veterans with posttraumatic
stress disorder: Associations with performance validity, comorbidities, and
functional outcomes. Journal of the International Neuropsychological Society,
22(4), 399–411.
Yaffe, K., Vittinghoff, E., Lindquist, K., Barnes, D., Covinsky, K. E., Neylan, T., et al.
(2010). Posttraumatic stress disorder and risk of dementia among US veterans.
Archives of General Psychiatry, 67(6), 608–613.
Yehuda, R., Golier, J. A., Harvey, P. D., Stavitsky, K., Kaufman, S., Grossman, R.
A., et al. (2005). Relationship between cortisol and age-related memory
impairments in Holocaust survivors with PTSD. Psychoneuroendocrinology,
30(7), 678–687.
Young, J. E. (1999). Cognitive therapy for personality disorders: A schema-focused
approach (ed. rev.). Sarasota, FL: Professional Resource Press.
Young, J. E., y Brown, G. (1994). Young Schema Questionnaire (2nd ed.). En J. E.
Young, Cognitive therapy for personality disorders: A schema-focused
approach (ed. rev., pp. 63–76). Sarasota, FL: Professional Resource Press.
Young, J. E., Zangwill, W. M., y Behary, W. E. (2002). Combining EMDR and
schema-focused therapy: The whole may be greater than the sum of the parts.
En F. Shapiro (Ed.), EMDR as an integrative psychotherapy approach: Experts
of diverse orientations explore the paradigm prism (pp. 181–208). Washington,
DC: American Psychological Association Press.
Young, W. (1992). Observations of using EMDR in patients with a history of sadistic
and ritual abuse. EMDR Network Newsletter, 2, 10–11.
Yurtsever, A., Konuk, E., Tukel, F., Cetinkaya, M., Akyuz, T., Zat, Z., et al.
(presentado). An eye movement desensitization and reprocessing (EMDR)
group intervention for Syrian refugees with post traumatic stress symptoms:
Results of a randomized controlled trial.
Zabukovec, J., Lazrove, S., y Shapiro, F. (2000). Self-healing aspects of EMDR:
The therapeutic change process and perspectives of integrated
psychotherapies. Journal of Psychotherapy Integration, 10, 189–206.
Zager, E. L., y Black, P. (1985). Neuropeptides in human memory and learning
processes. Neurosurgery, 17, 355–369.
Zaghrout-Hodali, M. (2014). Humanitarian work using EMDR in Palestine and the
Arab world. Journal of EMDR Practice and Research, 8(4), 248–251.
Zaghrout-Hodali, M., Alissa, F., y Dodgson, P. W. (2008). Building resilience and
dismantling fear: EMDR group protocol with children in an area of ongoing
trauma. Journal of EMDR Practice and Research, 2(2), 106–113.
Zilberg, N., Weiss, D. S., y Horowitz, M. (1982). Impact of Event Scale: A
crossvalidation study and some empirical evidence supporting a conceptual
model of stress response syndromes. Journal of Consulting and Clinical
Psychology, 50, 407–414.
Zimmermann, E. (2014). EMDR humanitarian work: Providing trainings in EMDR
therapy to African clinicians. Journal of EMDR Practice and Research, 8(4),
240–247.
Zweben, J., y Yeary, J. (2006). EMDR in the treatment of addiction. Journal of
Chemical Dependency Treatment, 8(2), 115–127.
1 Nota de la traductora: Kitty Hawk es una pequeña ciudad de Carolina del Norte
(EE. UU.) donde los hermanos Wright hicieron sus primeros vuelos.
2 N. del T.: Big Brothers Big Sisters es una organización estadounidense sin
ánimo de lucro cuyo objetivo es ayudar a niños y adolescentes de alto riesgo a
alcanzar su máximo potencial, tanto educativo como personal, a través de
relaciones personales con mentores voluntarios.
* Reimpreso con permiso de Vincent Felitti.