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RECUERDOS DE UN CARNAVAL1

JORGE LEÓN ARANGO FRANCO2

Cuesta Abajo es el nombre de un tango que explica el ocaso de una vida, no se sabe de quién, pero la
explica.

Vamos a ponerle nombre al hombre de quien en medio de su fatalidad nos mostrará algunas de esas
cosas cotidianas que pasan cuando uno estudia Derecho Administrativo en un país donde las cosas
surgen como por arte de magia, donde lo que pasa es como si no hubiese pasado, pero pasó. Paso por
ejemplo que el alcalde de “Puerto Alegría”, en cierta ocasión que andaba de carnaval y un poco subido
de copas, a través de los parlantes de la alcaldía, ordenó que la juerga durase cinco días y que en ese
tiempo nadie podría enfermarse ni morir, pues también era su decreto que por los cinco días del carnaval
tanto el hospital como el cementerio clausuraran toda atención.

La decisión tomó por sorpresa a toda la población que no sabía qué hacer, si agradecer o reprochar. El
secretario de gobierno advirtió a su jefe sobre ilegalidad de la decisión, a lo que el burgomaestre respondió
que no podía detenerse a pensar en la legalidad, cuando hacía uso de la potestad discrecional para
alcanzar el bienestar de sus ciudadanos que ya registraban fatiga emocional por dos años y medio de
aislamiento.

Como todo, eso pasó, pero fue como si no hubiese pasado; los cinco días transcurrieron y no hubo
muertos, ni enfermos, ni heridos, y si los hubo no se registraron ni se enterraron en ese tiempo, tampoco
se registraron en el hospital. Extrañamente, el día sexto se incrementaron exponencialmente los muertos,
los enfermos y heridos. Nadie se explica este resultado, si en cinco días no hubo ningún registro ni en la
morgue, ni en el cementerio y menos en el hospital.

Lo sucedido el día sexto inquietó al alcalde, pues para él no era lógico que en cinco días no hubiese
ninguna novedad y su orden se hubiese cumplido, pero ahora enfrentaba una situación al borde de la
calamidad pública por la incapacidad de su municipio para atender tanto enfermo, tanto herido y para
enterrar tantos muertos.

Ha de ser una jugada política de la oposición, pensó, pues estaba seguro que sus adversarios políticos
no se perdonaban que él hubiese proporcionado a sus ciudadanos cinco días de fiesta y clausurado el
cementerio y el hospital. También pensaba que podía ser una retaliación de los estudiantes porque en su
decisión no había ordenado el cierre de colegios y universidades, o tal vez los empleados municipales,
pues a pesar de estar en carnaval ellos no tuvieron horario especial.

1
Fragmento de un relato introductorio al estudio del Derecho Administrativo
2Abogado. Magistrado del Tribunal Administrativo de Antioquia. Doctor en Estudios Europeos. Profesor Asociado
Universidad Ces.
Mientras todo esto se aclara, el alcalde tomó la decisión de sancionar a Rómulo y Remo dueños de la
discoteca “La Funesta”, con una multa de 10 salarios mínimos legales, por haber cerrado su
establecimiento 2 de los 5 días de carnaval; también sancionó disciplinariamente a Facundo Fortuna,
secretario de gobierno del municipio, por haber ordenado a la fuerza pública atender una riña intrafamiliar
que se presentó el último día del festín. Adicionalmente, se negó a reconocer los daños que un grupo de
trabajadores de la empresa Roca Caliza Constructores S.A.S., contratista del municipio, en desarrollo del
contrato suscrito con el citado municipio, causó en el hall del hotel del pueblo y cuya reparación asciende
a 520 millones de pesos.

Enceguecido por sus ínfulas de emperador, el alcalde designó como alcalde honorario del municipio a
su primo “Edipo Espejo Divino”, y se negó a dar cumplimiento a la ley 7070 de 2018 que dispone que
corresponde a los alcaldes la construcción de un centro de albergue para personas desplazadas tanto
por la violencia como por fenómenos naturales; igualmente, desatendió el deber legal de adoptar acciones
tendientes a preservar en adecuado estado de uso la vía de acceso a la institución educativa de la
localidad que concentra el ochenta y cinco por ciento de la población escolar, expidiendo en su lugar un
decreto mediante el cual dispone que los padres de familia deberán asumir los costos que demande
mantener un personal de vigilancia en la vía para que los menores observen un adecuado
comportamiento en su recorrido hacía y desde el plantel.

Preocupados por esta situación, algunos concejales discuten sobre la posibilidad de interponer algún
recurso en sede administrativa contra esta decisión o si el concejo como órgano de control puede llegar
a revocar esta medida. Otros, a su vez, señalan que resulta tan absurda la conducta de su alcalde que
ellas carecen de validez, que son inaplicables y no pueden ser consideradas como decisiones o
actuaciones administrativas, por cuanto su objeto se torna en físicamente imposible de cumplir. Para tratar
de dar salida a esta discusión, el presidente del concejo advierte que para conocer el verdadero alcance
de este turbio suceso sede consultar a los magos de oriente o invocar la iluminación divina como lo hacían
los reyes en la antigüedad.

A cuento de todo esto nos hemos olvidado de poner nombre al personaje de nuestra historia, quien
todavía siguen en incógnita; pero mientras lo encontramos, surge una inquietud mayúscula:

¿Será que este episodio nos ayuda a abordar el estudio del derecho administrativo?

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