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cordón de grana (Jos 2.18-21). •En los días de Elías, Dios preservó a
siete mil israelitas que se negaron a adorar a Baal (1 R 19). El sello
colocado en los 144.000 testigos nos indica que Dios continuará
protegiendo a quienes asigna ministerios especiales durante la
tribulación.
SERÁN SIERVOS DE DIOS
El ángel en el cielo indica que el sello colocado en los 144.000 testigos
los apartará para un propósito especial de Dios: No hagáis daño a la
tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus
frentes a los siervos de nuestro Dios. (Ap 7.3) Al describir a estos
testigos como «siervos de nuestro Dios», el ángel indica que no adorarán
al anticristo ni aceptarán la marca de la bestia. A pesar de la presión y la
oposición, se dedicarán por completo a Dios, harán Su voluntad y
evangelizarán sin descanso durante la tribulación. Esto da a entender que
el sello es algo más que una simple marca externa de identificación. Será
más como un distintivo que indicará la tarea que se les ha encargado. De
manera similar, Jesús habló sobre el sello de Dios puesto sobre Él (Jn
6.27, NVI). Esto ocurrió cuando el Espíritu Santo descendió sobre Él en
Su bautismo, lo que le dio poder para cumplir Su misión en la tierra. El
profeta del Antiguo Testamento, Joel, previó el resultado del ministerio
de los 144.000 testigos y describió cómo serán agentes del poder del
Espíritu Santo en el período de la tribulación: Y después de esto
derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y
vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes
verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré
mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra,
sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y
la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y
todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el
monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y
entre el remanente al cual él habrá llamado. (Jl 2.28-32) El sello de Dios
no se limita al pasado o al futuro. A los que somos cristianos en el
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SERÁN FUERTES EN SU FE
Juan describe a los 144.000 testigos como completamente dedicados a
Cristo y poseedores de una gran fuerza de carácter: Estos son los que
siguen al Cordero por dondequiera que va.; y en sus bocas no fue hallada
mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios. (Ap 14.4-5) El
excelente ejemplo del carácter intachable de los testigos y su constante
proclamación del evangelio harán que millones de judíos se acerquen a
Cristo a medida que el mundo sufra cada vez más desastres, tanto
naturales como causados por el hombre. Vivir una vida pura es una base
sólida para el poder espiritual, y ese poder provocará un acercamiento a
Dios nunca antes visto.
ESTARÁN A SALVO DEL JUICIO VENIDERO
El capítulo 6 de Apocalipsis termina con el anuncio de que ha llegado el
día de la ira de Dios en la tierra. Después hay una pregunta retórica: «¿Y
quién podrá sostenerse en pie?». El capítulo 7 comienza con la respuesta:
Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la
tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase
viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi
también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del
Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había
dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis
daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en
sus frentes a los siervos de nuestro Dios. (vv. 1-3) Cuando Juan afirma
que vio a cuatro ángeles de pie en los cuatro ángulos de la tierra no está
afirmando que la tierra sea cuadrada, sino que los ángeles están
posicionados en los cuatro puntos cardinales, listos para desatar cuatro
vientos destructivos que llevarán los juicios de Dios sobre toda la tierra:
el norte, el sur, el este y el oeste. Luego, Juan ve a un quinto ángel que
viene del este y les dice a los cuatro ángeles que aplacen la destrucción
hasta que los 144.000 testigos hayan sido sellados (vv. 2-3). Así se da
respuesta a la pregunta planteada en el último versículo de Apocalipsis 6.
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oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de
un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus
arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los
cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el
cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos
de entre los de la tierra. (Ap 14.2-3) Estos evangelistas habrán
sobrevivido los peores siete años en la historia del mundo. Se podría
esperar que necesitaran ir a un hospital para recibir tratamiento por
TEPT, como sucede con muchos soldados valientes después de sufrir los
horrores de la guerra. Pero no, ¡estos 144.000 sobrevivientes se pondrán
de pie y cantarán! En la Biblia, también otros respondieron con cantos
luego de que Dios les diera una victoria o los salvara del desastre.
Cuando el Señor guio a Israel para cruzar el mar Rojo y ahogó a sus
perseguidores egipcios, Moisés entonó junto al pueblo un alegre cántico:
«Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; ha echado
en el mar al caballo y al jinete» (Éx 15.1). Cuando Barac derrotó a los
cananeos, él y la jueza Débora entonaron un cántico de alabanza y
victoria (Jue 5). David dedicó a Jehová cánticos de victoria en 2 Samuel
22 y Salmos 18. Es este tipo de cántico el que escucha Juan cuando ve al
Cordero triunfante en el monte de Sion. Es un nuevo canto, que surge de
un coro enorme y exultante acompañado de arpas. Es un cántico que solo
estos 144.000 santos pueden aprender y cantar porque surge de las
experiencias únicas que han vivido, así como de su júbilo por las grandes
cantidades de personas que su ministerio ha acercado a Dios. Este no es
el enorme coro que Juan escuchó cantar antes, cuyo número de voces era
«millones de millones» (Ap 5.11). ¡El coro que ahora escucha está
compuesto de apenas 144.000 voces! Recuerdo el primer día que asistí al
templo en el Seminario Teológico de Dallas. Bajo la dirección del pastor,
500 hombres se pararon y entrelazaron sus voces en alabanza a Dios. No
pude contener las lágrimas. Si un coro de 500 personas me emocionó así,
supongo que un coro de 144.000 hombres que cantan alabanzas a Dios
podría provocarme un colapso emocional. No hay forma de experimentar
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cómo suena un coro de este tamaño, pero podríamos hacernos una idea al
escuchar la música del compositor estadounidense Eric Whitacre,
ganador de un premio Grammy. Whitacre es el creador de un coro virtual
compuesto por voces grabadas alrededor del mundo que cantan sus
composiciones. Selecciona las mejores grabaciones y las combina en una
sola pista, luego publica los resultados en YouTube. Su primer Coro
Virtual 1.0 consistió en 185 voces de doce países. En este momento, su
grabación más actual es el Coro Virtual 4.0, que combina 5.905 voces de
101 países. Por hermoso que pueda ser un «coro tan grande como
Internet» ⁵ creado por Whitacre, no estaría a la altura de las 144.000
voces de las doce tribus de Israel que cantan con sus corazones llenos de
alegría al Señor que las salvó. Es significativo que las arpas acompañen a
este coro. El Antiguo Testamento habla de arpas casi cincuenta veces, y
siempre están relacionadas con la alegría. Las arpas nunca se tocaron
para expresar tristeza o angustia. Los cautivos judíos en Babilonia
lloraban cuando se acordaban de Sion y colgaron sus arpas en lugar de
tocarlas (Sal 137.1-2). Por el contrario, las arpas que acompañan un
nuevo canto se consideran una forma apropiada de alabar a Dios cuando
libra a Su pueblo de los problemas. David escribió: «Te cantaré, oh Dios,
un cántico nuevo; con el arpa de diez cuerdas tecantaré salmos. Tú das la
victoria a los reyes; a tu siervo David lo libras de la cruenta espada»
(144.9-10, NVI). Casi todos reconocen el poder de la música no solo
para expresar emociones sino también para provocarlas. El profesor
Jeremy Begbie nos brinda un ejemplo sorprendente del extraordinario
poder de la música al contarnos su experiencia un domingo en una iglesia
pobre de Sudáfrica: Poco antes del servicio, me dijeron que una casa
cercana a la iglesia acababa de ser incendiada porque el hombre que allí
vivía era un presunto ladrón. Una semana antes, un tornado había
atravesado el pueblo y había destruido cincuenta casas; cinco personas
murieron. Y luego me dijeron que la noche anterior una pandilla había
perseguido a un niño de catorce años, miembro de la escuela dominical
de la iglesia, y lo habían apuñalado causándole la muerte. El pastor
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