a. Los de servicio ordinario en la ciudad: los de edificación de viviendas; los de labranzas, trapiches y estancias; los de obras públicas; y, eventualmente, los de minas. Las categorías que incluye esta clasificación se explican por sus propios nombres, pero es preciso indicar que, en ciertas coyunturas, se prohibieron expresamente los repartimientos de indios en obrajes de añil, ingenios y trapiches, así como en estancias muy alejadas o situadas en climas muy diferentes a aquellos propios de los lugares de residencia de los indios repartidos. b. Repartimientos para trabajos agrícolas: y los llamados de “servicio ordinario” o de “servicio extraordinario”, ambos en las ciudades. La diferencia entre estas dos últimas categorías consistía en que el “servicio ordinario para la ciudad “se aplicaba a las necesidades de esta como tal (construcción de obras públicas, mantenimiento de calles, construcción de drenajes, etcétera), en tanto que los “servicios extraordinarios” los disfrutaban ciertos funcionarios y particulares, ya en la construcción y mantenimiento de sus viviendas, ya en faenas domésticas, o bien, en labores agrícolas. Estos últimos por lo general, se otorgaron por algún tiempo, a personas pobres o desvalidas (huérfanos, viudas, etcétera) y, con el nombre de “tequetines”, se conocieron en muchas ciudades, desde que el repartimiento se autorizó legamente en Guatemala, a mediados del siglo XVI. c. Repartimientos Para trabajos agrícolas: de minería o industrias artesanales; para servicios de todo tipo de construcciones; para traslado de mercaderías u otros enseres, lo que se hacía principalmente por medio de los llamados tamemes, y, finalmente, para servicios domésticos en los hogares de españoles. En esta última categoría, a pesar de ciertas prescripciones iníciales en contrario, abundaban las mujeres, empleadas como cocineras, molenderas, chichiguas (nodrizas), etcétera. Repartimientos especiales Mención especial merecen dos clases de repartimiento, que presentaban características propias: el de mercancías y el de tejidos o hilazas, el procedimiento del primero se desarrollaba de la manera siguiente: un corregidor o un alcalde mayo asignaba al usufructuario del repartimiento una cantidad de indios de un pueblo determinado, para que estos compraran ciertos objetos que el español vendía, en cantidades calidades y precios impuesto por el mismo u que los indígenas no podían discutir en ningún sentido.
43) ¿Qué era la encomienda?
Fue principalmente introducida por Hernán Cortés después de la conquista de Tenochtitlan como forma de repartir los indios a distintos conquistadores y colonos. La encomienda fue objeto de las críticas de misioneros y juristas, así como de sucesivas normas que reglamentaban y limitaban su existencia. Entró en decadencia a partir de las Leyes Nuevas de 1542, aunque subsistió por algún tiempo en algunas regiones de frontera. La encomienda de indios procedía de una vieja institución medieval implantada por las órdenes militares en tiempos de la Reconquista. En América, esta institución debió adaptarse a una situación muy diferente y planteó problemas y controversias que no tuvo antes en España. Como gobernador de La Española, Cristóbal Colón repartió indios entre los españoles, para que trabajaran en sus empresas agropecuarias y mineras, en condiciones muy duras. Bajo el posterior gobierno de frey Nicolás de Ovando, se introdujo formalmente el repartimiento (como trabajo forzoso, pero teóricamente asalariado). Los indios debían cumplir “como personas libres, como lo son, y no como siervos.
44) ¿Forma del Repartimiento de Tierras en Guatemala?
La distribución de tierra entre los expedicionarios y colonos españoles es un fenómeno en el que también se utilizó el término repartimiento, pero esta vez en la relación más directa con el sistema de tenencia y con derecho de propiedad privada de dichos bienes. En general, la propiedad de la tierra se clasifico, durante el periodo colonial, de la siguiente manera: