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André Lepecki
Resumen
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Traducción comparada del portugués: Urdimento, noviembre de 2012, N° 19, págs. 93-99; y del inglés:
Esferas, New York University, https://wp.nyu.edu/esferas/current-issue/9-variations-on-things/, consultado
el 6/6/2017.
0.
En un ensayo reciente, Giorgio Agamben (2009) hizo una proposición interesante: el mundo
como lo conocemos, y particularmente el mundo contemporáneo, está dividido en dos
grandes dominios: “organismos vivos” por un lado, y “dispositivos” por el otro. De acuerdo
con el filósofo italiano es a partir de la confrontación entre estas dos esferas que emerge
un tercer elemento: “subjetividad”. Sin embargo, en esta trinidad los dispositivos tienen
ventaja: “Llamaré dispositivo literalmente a cualquier cosa que tenga de algún modo la
capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar o asegurar los
gestos, comportamientos, opiniones o discursos de los seres vivientes” (Agamben, p. 14,
itálicas mías). Extrañamente poderosa, esa “cualquier cosa” dotada con las capacidades
de capturar, modelar y controlar gestos y comportamientos corresponde, ciertamente y no
por casualidad, a la definición por excelencia de aquella invención estético-disciplinar de la
modernidad, la coreografía, la cual puede ser entendida precisamente como un dispositivo
(o aparato) de captura de gestos, movilidad, disposiciones, tipos de cuerpos y de
intenciones e inclinaciones corporales, con la intención de colocarlos al servicio de una
exhibición espectacular de la presencia del cuerpo (y de cuerpos como presencia, atados
a todo un sistema de presentificación de la presencia). Aun así, en la medida en que
Agamben prosigue enlistando una serie de dispositivos, se va volviendo evidente que su
concepción del término va mucho más allá de la noción de dispositivo en tanto sistema
general de control y se aproxima, inversamente, a un entendimiento del dispositivo como
una específica cosa-que-comanda. De hecho, la lista de Agamben revela una percepción
casi paranoica del mundo, donde lo que predomina es la omnipotencia de las cosas.
Ampliando la noción de dispositif que Foucault nos dejara, Agamben concluye: “No
solamente, por lo tanto, las prisiones, los manicomios, el Panóptico, las escuelas, la
confesión, las fábricas, las disciplinas, las medidas jurídicas y demás (cuya conexión con el
poder es en cierto sentido evidente), sino también la lapicera, la escritura, la literatura, la
filosofía, la agricultura, el cigarrillo, la navegación, las computadoras, los teléfonos celulares
[…]” (2009, p. 14).
Pareciese que la lista que Agamben nos ofrece de dispositivos de comando/control podría
seguir infinitamente ─ya que entre las lapiceras y cigarrillos, computadoras y teléfonos
celulares, la cantidad de objetos que pueden ser entendidos como controladores y
comandantes de nuestros gestos y hábitos, deseos y movimientos se ve limitada sólo por
su disponibilidad en el mundo─ particularmente en la “fase extrema del desarrollo capitalista
en la que vivimos”, caracterizada por una “gran acumulación y proliferación de dispositivos”
(2009, p. 15). En otras palabras: al producir objetos, producimos dispositivos que subyugan
y disminuyen nuestra propia capacidad de producir subjetividades no subyugadas. En la
medida en que producimos objetos acabamos siendo producidos por éstos. En la lucha
entre lo vivo y lo inorgánico, lo que acontece no es sólo que los objetos estén asumiendo el
comando, sino que la propia subjetividad se torna algo “objetual”: “hoy no existe siquiera un
único instante en que la vida de los individuos no esté modelada, contaminada o controlada
por algún dispositivo” (Agamben, p. 15). Es en este sentido en el que la definición de
Agamben de dispositivo como instrumento de control se vuelve útil para investigar el
reciente surgimiento y predominio de objetos en algunas danzas experimentales. En primer
lugar, porque devela la performatividad de las cosas; en segundo lugar, porque, dado que
la danza posee una relación íntima con las cuestiones políticas y éticas de la obediencia,
de los gestos gobernantes, de los movimientos determinantes, no es de extrañar entonces
que la danza (aunque también el performance art, gracias a su flujo y vitalidad políticamente
abiertos y, particularmente, a su preocupación sobre cómo los objetos provocan acciones)
deba aproximarse a los objetos ─ya que éstos parecen estar gobernando nuestra
subjetividad, parecen estar subjetivándonos, direccionando nuestros gestos y cuerpos, con
la función del dispositivo. Aunque quién sabe, tal vez se trate de algo más que apenas de
control…
3. Variación de la mercancía
4. Variación de la desposesión
Propongo que los objetos una vez liberados de utilidad, valor de uso, valor de cambio y
significación revelan su capacidad liberadora, su capacidad para escapar totalmente de
dispositivos de captura. Libres, los objetos deberían ganar otro nombre propio: no más
“objeto”, no más “dispositivo”, no más “mercancía”, no más “basura”, sino simplemente
cosa. Fred Moten, al teorizar sobre la “resistencia del objeto” que la performance radical
negra siempre activa, observa: “Si bien la subjetividad es definida por la posesión que un
sujeto tiene de sí mismo y de sus objetos, ésta es perturbada por las fuerzas desposesivas
que los objetos ejercen, a tal grado que es el sujeto el que parece ser poseído (infundido,
deformado) por el objeto que éste posee” (Moten, 2003, p. 1). Llamo “cosa” a esa fuerza
desposesiva y deformadora que todo objeto ejerce sobre el sujeto. Tal vez tengamos que
extraer algo de esa fuerza desposesiva; aprender de qué manera sujetos y objetos pueden
tornarse menos sujetos, menos objetos y más cosa.
5. Variación descolonizadora
6. Variación ética
7. Variación anti-personal
8. Variación línea-de-fuga
Claro que siempre ha habido objetos en puestas escénicas de danza. Rosalind Krauss
señaló: “Un gran número de escultores europeos y americanos de posguerra se interesó
tanto por el teatro y la experiencia extendida del tiempo que parecía ser parte de las
convenciones escénicas. A partir de este interés se empezó a usar esculturas en tanto
accesorios en producciones de danza y teatro, algunas como sustitutas de performers, otras
como generadoras de efectos escénicos.” (Krauss, 1981, p. 204). Sin embargo, no se trata
ahora de esculturas creadas por artistas visuales lo que vemos aparecer en los escenarios
de danza, sino cosas, cosas traídas por los mismos coreógrafos y, precisamente, no para
hacer una escena, sino para crear un ambiente. Las cosas son usadas en modos totalmente
diferentes a los que Krauss describe en tanto esculturas usadas en eventos teatrales y
dancísticos. Hoy, los objetos aparecen pero no como “utilería” [properties] (o “props” ─como
son significativamente llamados en el lunfardo teatral), ni como generadores de “efectos
escénicos” o “performers sustitutos” (es decir: como marionetas). Más bien, objetos y
cuerpos toman lugar uno al lado del otro y, muchas veces, lo que acontece… no es mucho
más que eso. El simple acto de sólo poner cosas en su quieta, inmóvil y concreta cosidad
al lado de los cuerpos ─no necesariamente juntos con los bailarines, sino al lado─ efectúa
un evento sustancial: el subrayado de la delgada línea que, simultáneamente, separa y une
cuerpos y cosas; el delineado de la zona de indiscernibilidad entre lo corpóreo, lo subjetivo
y lo cósico. No se trata de una operación duchampiana, en el sentido de afirmar al objeto
cotidiano en tanto arte, al firmarlo un artista o al traerlo hacia el contexto del arte.
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Una posible traducción podría ser: “no ser, sino juntar”. La versión de este texto en portugués dice: “a coisa,
antes de tudo, agrega”.
Diferentemente, lo que esta operación quiere afirmar es al objeto en tanto cosa, con el fin
de liberar a la cosa atrapada en el objeto, capturada por la razón instrumental y por los
dispositivos artísticos. Involucrar a las cosas no como sustitutas del cuerpo, ni como
elementos significantes o representativos de una narrativa, sino como compañeras en una
simple co-determinante co-presencia ─como entidades co-extensivas en el campo de la
materia─, es activar un cambio fundamental en la relación entre los objetos y sus efectos
estéticos (en la danza, en el teatro, en las artes visuales, en la performance y en la
instalación). Este cambio corresponde a la activación política de la cosa, para que ésta
pueda hacer aquello que mejor hace: despojar objetos y sujetos de sus jaulas llamadas
“dispositivo”, “mercancía”, “persona” y “yo”. Cuando acontece esta desposesión en estos
ambientes determinados, envolventes, en los que uno se involucra, llamados instalaciones,
acontece una reversibilidad en la que “es la instalación la que siente al visitante… lo
penetra” (como diría Perniola) volviéndolo a éste también una cosa.
“Por lo tanto, cuando me entrego en tanto cosa, para nada me refiero a que me ofrezco a
la explotación y beneficio de otros. No me ofrezco al otro, sino al movimiento impersonal
que, al mismo tiempo, desplaza al otro de su sí mismo y le permite, en cambio, darse como
cosa y tomarme a mí como cosa” (Perniola, p. 109).
Referencias
Agamben, Giorgio. What is an apparatus? and other essays. Stanford, Calif.: Stanford
University Press, 2009.
Benso, Silvia. The face of things: a different side of ethics. Albany, N.Y.: State University of
New York Press, 2000.
Débord, Guy. The society of the spectacle. New York: Zone Books, 1994.
Franko, Mark. The dancing body in Renaissance choreography (c. 1416-1589). Birmingham,
Ala.: Summa Publications, 1986.
Johnson, Barbara. Persons and things. Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 2008.
Krauss, Rosalind E. Passages in modern sculpture. Cambridge, Mass.: MIT Press, 1981.
Lepecki, André. Exhausting dance: performance and the politics of movement (1. publ. ed.).
New York: Routledge, 2006.
───── “Moving as thing: choreographic critiques of the object.” October. n. 140. Spring
2012, pp. 75-90, 2012.
Moten, Fred. In the break: the aesthetics of the Black radical tradition. Minneapolis:
University of Minnesota Press, 2003.
Perniola, Mario. The sex appeal of the inorganic. New York London: Continuum, 2004.