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Univ ersidad Nacional

Federico Villarreal
Profesionales formando profesionales

FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO

SEPARATAS URBANAS

PROXÉMICA
LA COMUNICACIÓN NO VERBAL

EDICIÓN Y RECOPILACIÓN
ARQ. MANUEL DE LA BARRA CHÁVEZ
UNFV – FAU SEPARATAS URBANAS: PROXÉMICA

PROXÉMICA

“Los cambios espaciales dan tono a una


comunicación, la acentúan, y a veces hasta
hacen caso omiso de la palabra hablada.”

EDWARD T. HALL

INTRODUCCIÓN

La comunicación no verbal y la proxémica.

Es posible ver en todo hombre un impulso a poseer y a defender su territorio, en gran


parte este impulso es innato según Robert Ardrey, porque es de las cosas que se
heredan.

No cabe duda que existe la necesidad territorial en los seres humanos, se sabe que el
hombre tiene este sentido del territorio como una la necesidad de protección alrededor de
sí mismo. Esta capa puede variar desde la ajustada cáscara del habitante de la ciudad, a
la burbuja algo más amplia de cada habitante del medio suburbano y a los amplios
espacios libres que disfruta el hombre del campo, y no se sabe con exactitud cuanto
espacio requieren sólo se conocen las reacciones ante esta invasión cuando ve
amenazada su territorialidad.

Muchos estudios se han realizado para averiguar qué relación existe entre la reacción a
la invasión del espacio personal y la personalidad, entre ellos el Dr. Roberto Sommer
descubrió todo el conjunto del lenguaje corporal que el individuo emplea cuando su
territorio es invadido y observó una serie de señales preliminares como balancearse en la
silla, mover las piernas, golpetear, entre otras, primeras señales de tensión y significan
que otro está demasiado cerca y que su presencia molesta, tal como sucede en el caso
de: los ojos cerrados, el repliegue del mentón sobre el pecho y el encorvamiento de los
hombros, que quiere decir "váyase", no lo quiero. Esta manera de defender la zona y la
de agredir es parte integrante de la forma de relacionarse de unos con otros.

El Dr. Edward T. Hall, a quien se atribuye el empleo de la palabra proxémica, con la que
designó el estudio de las relaciones del hombre con el espacio que lo rodea, en el que se
comunica con hechos y señales, estableció cuatro zonas distintas en las que, la mayor
parte de los seres humanos interactúan, y son: la distancia íntima, la distancia
personal, la distancia social y la distancia pública. (Knapp, 1992 , 25).

La defensa del espacio personal implica el empleo de señales, gestos y posturas


adecuadas del lenguaje corporal y de una acertada elección de la propia ubicación dentro
de un contexto social.

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1. Un espacio que podemos considerar nuestro.

El uso que hacemos del espacio (nuestro espacio propio o el de otros) puede afectar
dramáticamente nuestra capacidad para conseguir ciertas metas deseadas de
comunicación. En nuestra propia casa, el padre tiene su silla particular, y aunque
tolere que un visitante la ocupe, es de mal grado. La madre tiene su propia cocina, y
no le gusta nada que su madre cuando viene a visitarla se adueñe de "su" cocina.

La gente tiene su asiento preferido en el tren, su banco preferido en el parque, su silla


preferida en las conferencias, etc. Todo ello es la necesidad de un territorio, de un
lugar que pueda considerar suyo. Es quizás una necesidad innata universal, aunque
la sociedad y la cultura le dan una gran diversidad de formas. Así, cada ser humano
tiene su propia "burbuja de aire" portátil cuyas dimensiones dependen también de la
densidad de población en su lugar de origen.

2. Una ciencia llamada proxémica.

El Dr. Edward T. Hall, al estudiar el espacio personal del hombre, acuñó la palabra
proxémica, que abarca sus teorías y observaciones sobre las zonas de los territorios y
cómo las utilizamos.

El modo en que el hombre utiliza el espacio influye en su capacidad de relacionarse


con otros, de sentirnos cercanos o lejanos. Todo hombre tiene sus propias
necesidades territoriales. El Dr. Hall subdividió esas necesidades en un intento de
estandarizar la ciencia proxémica y estableció cuatro zonas distintas en la que mayor
parte de los hombres actúan. Las clasificó del siguiente modo:

a. Zona íntima (15 a 45 centímetros). Es la más importante y es la que una persona


cuida como su propiedad. Sólo se permite la entrada a los que están
emocionalmente muy cerca de la persona en cuestión: el amante, los padres, el
cónyuge, los hijos, los amigos íntimos y los parientes. Hay una subzona que llega
hasta unos 15 centímetros del cuerpo y a la que otra persona puede llegar sólo
mediante el contacto físico: es la zona íntima privada.

b. - Zona personal (entre 46 centímetros y 1,22 metros). Es la distancia que separa a


las personas en una reunión social, o en la oficina, y en las fiestas.

c. Zona social (entre 1,23 y 3,6 metros). Esa es la distancia que nos separa de los
extraños: el lampista o el carpintero que hace reparaciones en casa, el cartero, los
proveedores, el nuevo empleado en el trabajo o la gente que no conocemos bien.

d. Zona pública (a más de 3,6 metros). Es la distancia cómoda para dirigirnos a un


grupo de personas.

Todo análisis del comportamiento espacial humano debería considerar la noción de


territorialidad.

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3. Concepto de territorialidad.

El término de territorialidad viene a significar la conducta cuya característica es un tipo


de identificación con un área determinada que indique la propiedad y la defensa de
ese territorio ante quienes puedan "invadirlo". Hay muchas clases diferentes de
comportamiento territorial y a menudo estos comportamientos cumplen funciones
útiles para una especie dada.

La mayor parte de los científicos de la conducta están de acuerdo en que también en


el comportamiento humano se da el fenómeno de territorialidad, lo que ayuda a
regular la interacción social, pero que también puede ser fuente de conflicto social. Lo
mismo que los animales el más fuerte y dominante de los seres humanos parece
tener el control de más territorio en la medida en que la estructura grupal o social sea
estable. Algunas conductas territoriales dentro del propio lugar son particularmente
fuertes, como por ejemplo, la silla de papá, la cocina de mamá, el estéreo de David o
el teléfono de Fani.

4. Territorialidad: invasión o defensa.

La necesidad de un espacio personal y la resistencia a la invasión de ese espacio


personal son tan fuertes que, aun en una multitud, cada individuo exigirá un
determinado espacio. El territorio personal del individuo en una multitud es destruido
por el hecho mismo, multitudinario. La reacción a esa destrucción puede modificar el
estado de ánimo de la multitud. A medida que una multitud se vuelve más extensa y
más compacta, puede volverse también más violenta.

La necesidad de espacio personal era conocida por Freud, que organizaba sus
sesiones de modo que el paciente estuviese acostado en un diván mientras él se
sentaba en una silla fuera de la vista del enfermo. De este modo no había intrusión en
el espacio personal del paciente.

Los policías también tienen conciencia de ello y lo utilizan en los interrogatorios de los
presos. Un manual de interrogatorios criminales y confesiones sugiere que el
inquisidor se siente cerca del sospechoso y que no haya mesa, ni otro obstáculo
alguno entre ellos, esto dará al oficial de policía una ventaja psicológica sobre el
preso ya que cuando las defensas territoriales de un hombre se debilitan, o son
amenazadas, su firmeza tiende también a debilitarse.

Pero ¿qué pasa cuando alguien invade nuestro territorio?, ¿cómo se siente uno
cuando el coche que lo sigue va demasiado cerca? o ¿cómo nos sentimos cuando
alguien se sienta en "nuestro" asiento?.

El Dr. Sommer había descubierto todo un conjunto de lenguaje corporal que el


individuo emplea cundo su territorio privado es invadido. Aparte de la retirada física,
había una serie de señales preliminares, balancearse en la silla, o golpear. Estas son
las primeras señales de tensión, y significan: "Usted está demasiado cerca. Su
presencia me molesta".

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La serie siguiente de señales son ojos cerrados, repliegue del mentón sobre el pecho
y encorvamiento de los hombros. Todo eso quiere decir: "Váyase. No lo quiero aquí.
Usted se está entremetiendo".

Pero no todas las invasiones territoriales son iguales. Lyman y Scott reconocen tres
tipos:

1. Violación, que implica el uso irrespetuoso de un territorio ajeno, lo que puede


hacerse con la vista (mirar fijo a alguien) o con el cuerpo (ocupar dos asientos en
el metro).

2. Invasión, en este caso se trata de un intento de apoderarse del territorio ajeno.


Puede tratarse de una invasión armada a otro país o una mujer que ha convertido
el cuarto de trabajo de su marido en habitación de costura.

3. Contaminación, que puede tener lugar cuando profanamos el territorio ajeno no


ya con nuestra presencia, sino con lo que dejamos detrás de nosotros.

Si bien las irrupciones en territorio ajeno pueden producir maniobras defensivas, no


siempre ocurre así. La intensidad de la reacción ante la irrupción ajena en territorio
propio dependerá de una gran cantidad de factores. Algunos de esos factores son:

a. ¿Quién ha violado nuestro territorio? Se pueden tener distintas reacciones si


se trata de amigos o extraños, de hombres o de mujeres, de individuos de
estatus alto o de estatus bajo, de objetos o de personas, de coetáneos o
personas demasiado viejas o demasiado jóvenes.

b. ¿Por qué han violado nuestro territorio? Si se siente que el violador "sabía lo
que hacía", la reacción puede ser más violenta que si se tiene la sensación de
que "no pudo evitarlo" o lo hizo "con ingenuidad".

c. ¿De qué tipo de territorio se trataba? Es posible que la violación del territorio
personal se sienta como más grave que la de un territorio público.

d. ¿Cómo se realizó la violación? Si nos tocan el cuerpo, nos sentiremos más


irritados que si alguien camina sobre nuestro césped.

e. ¿Cuánto tiempo duró la irrupción? Si se siente que la violación como temporal,


las reacciones pueden ser menos graves.

f. ¿Dónde tuvo lugar la violación? Es indudable que la densidad de población y


las oportunidades de negociar nuevos límites territoriales afectarán la
reacción. En una playa pública, por ejemplo, las violaciones territoriales no
parecen tan graves como las que ocurren en el propio cuarto de baño.

Los dos métodos primordiales de defensa del territorio son la prevención y la


reacción.

La prevención es un medio de marcar el territorio a fin de que los demás lo


reconozcan como ya ocupado y se dirijan a otro sitio. Esto se puede hacer ocupando
realmente el territorio o pidiendo a otra persona que "vigile" nuestro territorio mientras

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estamos fuera de él, o usando "marcas" tales como sombrillas, ropas, agendas, etc.;
o bien utilizando una jerga o dialecto especial para advertir a los demás que un
espacio determinado está reservado a quienes "conocen el lenguaje".

La Reacción; la gente reacciona de diferente modo cuando no tiene lugar la


prevención de las violaciones territoriales. Cuando la gente se nos acerca, nos
excitamos fisiológicamente, el corazón lata más violentamente y aumenta la
sensibilidad de la piel. Una vez excitados, necesitamos clasificar el estado como
"positivo" o "negativo". Así, si alguien se siente excitado por la aproximación de otra
persona y lo identifica como un estado indeseable, podemos predecir un
comportamiento tendente a restablecer la distancia "adecuada" entre dos
interactuantes.

Russo realizó un estudio consistente en invadir el territorio de estudiantes


universitarias sentadas en una biblioteca de la Universidad. Se utilizaron diversas
técnicas de invasión. La reacción más rápida o fuga ocurrió cuando el investigador se
sentó lo más cerca posible de la estudiante. Hubo grandes diferencias en el modo en
que las víctimas reaccionaron y gran escasez de reacciones verbales directas a las
invasiones. Sólo una de las ochenta estudiantes pidió al invasor que se alejara.

Pero no sólo no queremos que los demás violen nuestro territorio, sino que
generalmente tampoco nos gusta el papel de violadores territoriales.

El aumento de la densidad de una especie tiene también como consecuencia las


violaciones territoriales.

5. Densidad y aglomeraciones.

Muchos de los estudios realizados sobre el comportamiento animal en condiciones de


gran densidad o superpoblación demostraron muchos efectos indeseables de la
superpoblación. Sin embargo, no siempre las situaciones humanas de gran densidad
tienen efectos perturbadores. El aumento de la densidad no significa
automáticamente el aumento de stress o comportamiento antisocial en los seres
humanos. A veces deseamos la compañía de mucha gente, buscamos el placer en la
densidad.

Cabe distinguir entre densidad y hacinamiento. La densidad se refiere a la cantidad


de personas por unidad de espacio, mientras el hacinamiento es un estado de ánimo
que puede sobrevenir en situaciones de baja o alta densidad. La sensación de
hacinamiento puede verse influida por: factores ambientales, personales o sociales.
Las definiciones de densidad también son complejas y variadas.

Tras varias investigaciones parece que el mejor índice de efectos de tensión


individual y social indeseables es la cantidad de personas por habitación y no
otras medidas de densidad. Así, la gran densidad puede producir enorme
cantidad de problemas, pero los seres humanos no permanecemos pasivos en
situaciones que exigen una convivencia prolongada en condiciones de gran
densidad. Por el contrario, ensayamos diversos métodos para enfrentar o eliminar
los efectos más perjudiciales de tal situación. Algunos de esos métodos, por
ejemplo en ciudades populosas, son: invertir menos tiempo en cada intervención,

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no tomar en cuenta las situaciones de escasa prioridad, trasladar a otros la


responsabilidad de ciertas transacciones o eliminar ciertas situaciones.

Desplazamos ahora la atención de las relaciones espaciales en condiciones de


superpoblación a las relaciones implícitas en una conversación de dos personas.

6. Distancia conversacional.

Probablemente todos hemos tenido la experiencia de retroceder o movernos


hacia adelante cuando hablamos a otra persona. Este movimiento se debe a una
necesidad de encontrar una distancia conversacional cómoda. Pero ¿hay una
distancia específica que la mayoría de la gente escoge cuando habla a los
demás?

Hall identificó lo que él llama "espacio personal" o "informal". El espacio


informal acompaña a todo individuo y se expande o contrae bajo circunstancias
diversas, en función del tipo de encuentro, la relación de las personas
interlocutantes, sus respectivas personalidades y muchos otros factores. Hall
clasifica el espacio informal en cuatro subcategorías: íntima, casual-personal,
social-consultiva y pública. Las distancias íntimas van desde el contacto físico
hasta aproximadamente 0,45m; las distancias casual-personales se extienden
de los 0,40m a los 1,20m; las socialconsultivas abarcan desde 1,20m hasta los
3,64m y la distancia pública va desde esta última hasta el límite de lo visible o
audible.

Argyle y Dean formuló que la distancia se basa en el equilibrio de fuerzas de


aproximación y evitación. Burgoon y Jones dicen que la distancia que es de
esperar en una conversación dada es una función de normas sociales en
combinación con pautas individuales de los interlocutores. Pero ¿que factores
modifican las distancias que elegimos?

6.1. Edad y sexo. Willis estudió la distancia de la conversación de pie de 775


personas. Una de sus conclusiones fue que los que hablaban se acercaban
más a las mujeres que a los varones, y las personas de edad parecida al
oyente se ponían más cerca de éste que las personas mayores. Otros
estudios sugieren que las parejas de sexo mixto interactúan a distancias
menores que las parejas de mujeres, que a su vez eligen distancias menores
que las parejas de varones. Así pues, la distancia conversacional puede ser
mayor para los hombres que para las mujeres. No se han estudiado
detenidamente las diferencias de edad, pero parece razonable suponer que
actuamos con mayor proximidad con las personas de nuestra misma
edad. Constituyen excepciones los muy viejos y los muy jóvenes,
quienes, por diversas razones, a menudo evitan la interacción a
distancias más cortas. La mayoría de las generalizaciones acerca de la
edad y el sexo no tienen en cuenta el transfondo cultural o étnico.

6.2. Transfondo cultura/, étnico. La cultura es un factor importante en todo


lenguaje corporal. El Dr Hall analiza las implicaciones transculturales de
su proxémica. Cree que los occidentales ven el espacio como una
distancia entre los objetos. Para nosotros el espacio es vacío. Los
japoneses consideran que la forma y el arreglo del espacio tienen una

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significación tangible. Ellos, por ejemplo, prefieren apiñarse pues


consideran el amontonarse como una señal de cálida y agradable intimidad.
Esto, por supuesto no significa que no exista el concepto de intimidad, de
espacio vital. La intimidad del japonés existe en términos de su casa. El,
considera esta área como propia y le disgusta la intrusión en ella.

Los árabes también son propensos a pegarse los unos a los otros. Pero, en
privado, en sus propias casas, los árabes, casi podría decirse, tienen
demasiado espacio. Las casas de los árabes, si es posible, son amplias y
vacías, pero, pese a su deseo de espacio, paradójicamente, no desean estar
solos y aun en sus espaciosas casa se amontonan siempre.

La diferencia entre el árabe y el japonés es que al árabe le gusta tocar a su


compañero, sentirlo y olerlo. Rehusar el aliento del amigo es avergonzarse.
Los japoneses, en su proximidad, conservan una formalidad y una distancia.
Consiguen tocar y sin embargo guardar límites rígidos.

Para un norteamericano el cuerpo es sagrado. Para el árabe, a quien lo le


importa empujar y hasta pellizcar a las mujeres en público, la violación del
cuerpo es cosa de poca monta. Sin embargo, la violación del ego por el insulto
es un problema de importancia.

Pero el árabe también necesita estar solo y para ello corta sencillamente las
líneas de comunicación, se retira. El acto de retirarse es interpretado en
lenguaje corporal del siguiente modo: "Necesito aislamiento. Aunque me
encuentro entre ustedes, los toco y vivo con ustedes debo retirarme a mi
cáscara". Si los norteamericanos hicieran la experiencia de esa retirada
tenderían a considerarla insultante.

Cuando dos árabes se hablan, se miran intensamente a los ojos. En la cultura


norteamericana dicha intensidad podría interpretarse como un desafío a la
masculinidad de un hombre.

Pero no sólo hay diferencias espaciales entre culturas dispares como lo son el
Oriente y el Oriente Próximo en oposición a Occidente. Aun entre las naciones
occidentales hay grandes diferencias. Hay una clara diferencia entre la manera
en que, por ejemplo, un alemán maneja su espacio vital y la manera que lo
hace un norteamericano. El norteamericano lleva a todas partes consigo su
cáscara de aislamiento de 60 centímetros, en cambio para un alemán toda una
habitación de su propia casa puede ser su cáscara de aislamiento.

Watson hace referencia a culturas de "contacto" y culturas de "no contacto". El


contacto alude a los interactuantes que se miran recíprocamente más
directamente, interactúan muy próximos, se tocan, se miran más a los ojos y
hablan en voz más alta. Los grupos de contacto son los árabes, los
latinoamericanos y los europeos del sur. Los grupos de no contacto son los
asiáticos, los indios y los paquistaníes, los europeos de norte y los
norteamericanos.

En conclusión, se puede afirmar que se han realizado varios estudios para


intentar extraer conclusiones acerca de las distancia conversacional entre

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hablantes de distintas etnias, pero no hay pauta espacial coherente para


comparar a los interactuantes negros con los interactuantes blancos, aunque
un par de estudios muestra que las parejas blanco-negro mantienen distancias
mayores que las formadas por dos blancos o por dos negros.

6.3. Tema o asunto. Erickson determinó que los cambios proxémicos pueden
marcar segmentos importantes del encuentro, por ejemplo, comienzos, finales
y cambios de tema.

6.4. Ambiente para la interacción. El ambiente social tiene que ver mucho con la
distancia a que nos colocamos de los otros en la conversación. La
iluminación, el ruido, la temperatura y el espacio disponible afectarán la
distancia e interacción. Algunos autores han formulado la hipótesis de que a
medida que aumenta el tamaño de una habitación, la gente tiende a sentarse
más cerca entre sí. Si se percibe el ambiente como formal, es predecible una
mayor distancia de los desconocidos y una mayor proximidad con los
conocidos.

6.5. Características, físicas. El tamaño de nuestro compañero de interacción


(altura y anchura) también puede producir cambios en la distancia de la
interacción, a fin de evitar y buscar la superioridad. Una serie de estudios
realizados por Kleck mostró que las personas que interactuaban con
individuos marcados por algún estigma escogieron distancias iniciales de
conversación mayores que con quienes no presentaban ningún estigma,
es decir, las personas ""normales", pero que esa distancia disminuía a
medida que aumentaba la duración de la interacción.

6.6. Orientación actitudinal y emocional El trabajo de kleck mostró también que


los sujetos escogían mayores distancias cuando interactuaban con una
persona a la que se había calificado de no amable. Cuando se les pedía que
entablaran conversación con otra persona y que se comportaran
amablemente, los sujetos escogieron distancias menores.

En algunos casos la cólera nos llevará a alejarnos de los demás, pero la


búsqueda de venganza puede reducir la distancia. A veces los cambios
en el estado emocional pueden operar grandes diferencias en la cercanía
o lejanía que deseamos con respecto a los demás.

Cuando tratamos de ganar la aprobación de otra persona, ha de haber una


reducción de la distancia conversacional en comparación con los casos en
que deliberadamente tratamos de evitar la aprobación.

6.7. Características de la relación interpersonal. Willis observó que los extraños


comienzan las conversaciones a una distancia mucho mayor que los
conocidos; así como las mujeres se colocan más cerca de los amigos que los
hombres, pero más lejos de los que eran "apenas amigos".

En neutra cultura, el mayor espacio o instancia se asocia al estatus. Los


que tienen estatus alto disponen de más y mejor espacio y mayor libertad de
movimiento en él.

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6.8. Características de la personalidad. La introversión y la extroversión también


influyen en las relaciones espaciales. Sin embargo, es difícil obtener
conclusiones firmes. Algunos autores han encontrado que los introvertidos
tienden a permanecer a mayor distancia que los extrovertidos, en
particular en situaciones intimas, mientras que otros han encontrado que
los extrovertidos permiten a los demás aproximárseles más.

Otros estudios sugieren que los individuos con tendencia a la ansiedad


mantendrán distancias mayores. Sin embargo, las distancias más cortas se
han observado en personas que tienen un alto concepto de sí mismas.

Además de estudiar el comportamiento espacial en las situaciones ya


explicadas, también se han analizado estas cuestiones en el contexto de
los encuentros de pequeños grupos, en particular la posición relativa de los
asientos.

7. Elección de asientos y disposiciones espaciales en los grupos pequeños.

Cuando escogemos asiento y la distancia a la que lo colocamos no es accidental,


muchas de nuestras conductas al sentarnos tienen explicación. La conducta de to-
mar asiento v la disposición espacial pueden clasificarse en las siguientes categorías:

a) Liderazgo. Parece una norma cultural el que se espera encontrar a los lideres
a la cabeza de la mesa. El dominio a través de la altura es un truismo que rige
desde el reino animal hasta el hombre. Todos tenemos conciencia de lo
tradición de humillarse delante de un rey, delante de los ídolos, delante de los
altares.

b) En reuniones de familia, el miembro dominante, generalmente el padre, asume


el comando en la cabecera de una mesa rectangular u oval. A menudo, la
elección de una mesa redonda dice algo respecto a la organización familiar.
Del mismo modo en un grupo de estudio alrededor de una mesa, el líder
automáticamente asume la posición en la cabecera de la mesa. Así pues, la
posición espacial determina el flujo de comunicación, la cual, a su vez,
determina la emergencia del liderazgo. Los investigadores creyeron que el
lado de la mesa que tenía dos personas estaría en condiciones de influir a la
mayoría y, en consecuencia, en constituirse como líderes de grupo.

c) Dominación. Las posiciones en los extremos también parecen conllevar un


factor de estatus o de dominio. En general la gente tenderá a sentarse más
lejos de las personas de estatus alto y de estatus bajo que de sus pares.

d) Tarea. Sommer estudió como se sentarían los estudiantes en distintas


situaciones de trabajo. Se pidió a las personas que se imaginaran sentadas a
una mesa con un amigo del mismo sexo en cada una de las siguientes
situaciones:

Conversación: sentarse y charlar unos minutos antes de la clase.

Cooperación: sentarse y estudiar juntos para un mismo examen.

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Co-acción: sentarse y estudiar para diferentes exámenes.

Competición: competir a fin de ver quién será el primero en resolver una serie
de problemas.

Las conversaciones implicaron la disposición de asientos en el rincón en


mesas rectangulares, y la contigüidad en las mesas redondas. La cooperación
parece evitar una preponderancia de las elecciones lado a lado. Para la
coacción se escogieron las posiciones de asientos más separadas. Para la
competencia, la mayoría eligió la disposición de asientos frente a frente. Esto
nos demuestra como la disposición de los asientos variará dependiendo del
tema que se trate.

e) Sexo y conocimiento. La naturaleza de la relación puede establecer una


diferencia en la orientación espacial y en la selección de asientos. El sexo y el
conocimiento de otra persona tiene también su efecto en las posiciones reales
y preferidas de los asientos. Tratamos de reducir la distancia entre aquellos
que apreciamos con actitudes semejantes a las nuestras. Y de modo análogo
parece ser más frecuente el desarrollar relaciones positivas con los que nos
hallamos en estrecha proximidad.

f) Motivación. Se puede regular la intimidad con otro por medio de un aumento


de la mirada o de un acortamiento de distancia. Así, pues, la elección de la
mirada o la aproximación dependen de las motivaciones de la pareja de
interactuantes. Es muy permisible sentarse cerca de la otra persona cuando
hay una motivación altamente asociativa, pero cuando es no asociativa en alto
grado, esa proximidad resulta intolerable, de modo que en estos casos se usa
la mirada.

g) Introversión-Extroversión. Los extrovertidos, en general, escogen sentarse en


oposición y desdeñan las posiciones que les dejen en un ángulo. Muchos
extrovertidos también eligen posiciones que les pongan en estrecha
proximidad física con la otra persona. Los introvertidos, en cambio, escogen
posiciones que los mantengan más a distancia, tanto visual como físicamente.

Podemos concluir afirmando que en ciertos encuentros humanos la proximidad y


la territorialidad distan mucho de ser cuestiones banales.

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