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V.

LA PROXEMIA

ExPRESIONES como mantenerse a distancia, guardar las


distancias. ocupar una posición importante, alejarse de al
guien, acercarse, distanciarse, etc., demuestran la impor-
taneia de la posición y de la distancia entre los miem-
bros del grupo dentro de la organización social y en la
comunicación entre individuos. No se trata de simples
metáforas: nuestras repulsiones y atracciomes corres-
ponden efectivamente, de acuerdo a la etimologia de
estas palabras, a movimientos de alejamiento o de
acercamiento que son la raíz de un simbolismo del eS
pacio social que se organiza alrededor de nociones ta-
les como arriba y abajo, adelante y detrás, derecha e iz-
quierda.cerca y ejos etc que forman parte de un có-
digo de comunicación casi explícito: no da lo mismo
estar a la derecha o a la izquierda del ama de casa...
La sociología y la etnología conduetistas se interesan
por estos hechos desde hace unos veinte años, hechos
que son el objeto de un estudio sistemático, la proremia
(en inglés, proxemics), definida por Edward T. Hall en
obras fundamentales: 7The Silent Language. 1959 (El
dos
lenguaje silencioso) y The Hidden Dimension, 1969 (La
dimensión escondida), que usamos como base del pre-
sente c apitulo.
Esta semiología del espacio se distingue de los de-
más códigos de comunicación corporal por dos carac-
teristicas importantes.
Por un lado, es casi enteramente inconseiente. Es ver-
dad que origina convencionalismos explicitos tales
como el lugar ocupado en un cortejo o alrededor de
una mesa, pero la mayoría de ellos - movimientos de
retroceso, gestos de acercamiento compasivo o agre-
Sivo- son espontáneos; es, sin duda, la razón por la cual
no han atraído mucho la atención hasta ahora, miel
tras que las mímicas y los gestos kinéticos, si bien no

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LA PROXEMIA 87

son necesariamente objeto de estudio, por lo menos sí


estudio (re-
de observación. La etología, es decir, el
ciente) del comportamiento animal, es la fuente prin-
cipal de la reflexiónproxémica.
de origen natu-
Por el otro, aunque estos signos sean
tan un
ral y espontáneo (al m e n o s en apariencia), presen
de
alto grado de arbitrariedad y varian profundamente
c o n comparar la
u n a cultura a otra. Basta, por ejemplo,
efusiones lati-
frialdad" nórdica con el "calor" de las
nas o la idea que se tiene, en ambos casos, de la "exac-

titud.
arbitraria a
Esta doble característica, inconsciente y
los demás en algo in-
la vez, convierte los modales de
comprensible y difícil de soportar; un
anglosajón, por
de su
ejemplo, se resiente mucho por la impuntualidad
como una
invitado sudamericano, ya que lo interpreta
cuando
falta de consideración y u n signo de desprecio
de
en realidad perfectamente normal e n la cultura
es

este último.
es etnólogo,
En realidad, los estudios de Hall, que
de la
tienen su fuente e n las dificultades del ejéreito,
norteameri-
diplomacia y de los ho mbres de negocios
canos, después de la guerra, para
comprender y acep-
dife-
tar u n a organización del espacio y del tiempo muy
rente a la suya, en los pueblos asiáticos o africanos, sin
hablar de los europeos.
Sin pretender establecer un paralelismo entre el
existencia dee
hombre yel animal, la etología sugiere la
dos tip0s de espacio: el espacio territorial, dentro del1
cual el individu0 o el grupo establecen su hábitaty su
terren0 de caceria o de pastoreo, y que defienden del
acceso de los competidores: y el rspacio corporal dentro
del cual se establecen los contactos, positivos o negati-
VOs, con los demás.

EL ESIACIO CORPORAL

Paratodo individuo, el espacio fundamental es el de su


proplo Cuerpo qåe es el objeto de una doble serie de
88 EL LENGUAJE DEL CUERPO

contactos: contactos de protección y de conservación


(contra el hambre, el frio o el deterioro), y contactos de
agresión para eliminar la competencia o el peligro.
Distinguiremos la distancia entre los interlocutores y
su posición reciproca.

1. Las distancias. Este espacio corporal se define por


los límites de nuestros sentidos, que varían con cada
uno de ellos: 1a distancia es nula en el tacto, que es el
sentido de la caricia y de la agresión, el de las sensa-
ciones térmicas, sexuales o gustativas. El campo del
olfato es reducido (en el hombre, pues en ciertos insec-
tos puede cubrir hasta varios kilómetros a la re-
donda); el de la vista y del oído son más extensos, pero
varian según la situación: algunas modificaciones de la
mirada o de la voz, reveladoras de las intenciones del
otro, sólo pueden percibirse a poca distancia.
Estas distancias varían según las especies. Por ejem-
plo, la distancia de huida que determina el punto hasta
el cual un animal (pájaro, insecto o mamífero) deja que
se aproximen a él; la distancia de tacto, en los animales
gregarios, que pueden juntarse tocándose (las focas, por
ejemplo) o mantener una distancia fija entre los indi-
viduos (las gaviotas).
De la misma manera, los contactos hum anos se defi-
nen por la distancia entre los individuos: los enamora-
dos se abrazan, el jefe guarda sus distancias, etc. Hall
demostró cómo existía una pequeña cantidad de
distancias-tipo que se podían definir, medir y clasift
car en una determinada situación; estas distancias-tipoo
varian según cada cultura.
En seguida presentamos el cuadro, reproducido de
The Silent Language, de las ocho distancias signific ati-
vas entre dos interlocutores norteamericanos; el autor
asocia estas distancias al volumen de la voz:

1) Muy cerca Ligero cuchicheo Muy secreto


(de 5 a 20 cm)
2) Cerca Confidencial
Cuchicheo audible
(de 20 a 30 cm)
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3) Vecino En el interior,
(de 30 a 50 cm) en voz baja
Confidencial
En el exterior.
en voz normal

4) Neutro En voz baja, Tema personal


(de 50 a 90 cm) con poco volumen

5) Neutro Voz normal Tema impersonal


(de 1.30 a 1.50 m)

6) Distancia pública Voz normal Información


(de 1.60 a 2.40 m) con ligero énfasis pública dirigida
a personas

diferentes del
interlocutor

7) A través de la En voz alta Hablando a un


habitación grupo
(de 2.40 a 6 m)

8) Más allá de éstos En voz alta Saludos a


límites distancia,
(de 6 a 30 m) despedidas, etc.

Hall reproduce nuevamente esta clasificación en The


Hidden Dimension y la simplifica al agrupar de dos en
dos las ocho distancias, obteniendo así cuatro tipos de
distancias: la distancia íntima, la distancia personal, la
distancia social y la distancia pública.
La distancia personal es "normal", "neutra"; corres-

ponde a la distancia mantenida espontáneamente por


los individuos las golondrinas sobre los
(por ejemplo,
cables eléctricos). Esta distancia está comprendida (en
Estados Unidos) entre 1 1/2 pies y 4 pies (es decir, 45 y 120
no impide
cm), lo queexcluye un contacto íntimo pero
un contacto de la mano, el cual puede ser fácilmente
nítida y
evitado. A esta distancia, se tiene una visión
se hace
detallada del rostro del interlocutor, la cual
deforma más acá del
0orrosa más allá de ese límite y se
mismo. La voz es ni forzada ni baja. La tempe-
normal,
sí el olor, que en muchas
ratura no es perceptible, pero
90 EL LENGUAJE DEL CUERPO

culturas (aunque no en la trancesa), y partic ularmente


en la variante estadunidense, produce una fobia de
los olores.
La distancia personal permite identificar claramente
al interloeutor: asegura una Visión y audición lo más
nitidas y difcrenciadas posibles; permite palpar, olfa
tear y. por consiguiente, apreciar el comportamiento
del otro e interpretar sus intenciones, pero excluye
todo contacto íntimo. Provee la mayor cantidad de in-
formaciones a ambas partes, sin peligro ni inconve-
nientes. Reducida, puede exponer a los interlocutores
a peligros y disgustos eventuales que pueden resultar
de un contacto"íntimo'"; ampliada, debilitala agudeza
de la observación mientras que el interlocutor puede
salirse de ella a medida que se entra en la zonha

"social".
La distancia social, siempre según Hall, está com-

prendida, para los estadunidenses, entre cuatro y siete


pies (1.20 a 2.10 m). Es ia distancia entre dos inter
locutores que están separados por una mesa o por un
escritorio, sentados uno frente a otro en sillones. Toda
sensación térmica u olfativa desaparece; la visión
pierde en agudeza, la voz es normal pero fuerte; el con-
tacto es imposible. La comunicación se da con relativa
facilidad y puede seguir sin esfuerzos ni problemas.
pero los interlocutores, que tomaron sus distancias, se
Sustraen al control reciproco; la mirada no es eseruta-
dora, sino simplemente atenta y educada.
Los interlocutores y particularmente el superior si es
que existe una relación jerárquica, se niegan a impl1
carse en una situación "perso nal" compuesta de ele
mentos individuales de orden afectivo o emocional,
ajenos al objeto de la comunicación. Entre todas las
distancias, es la que está más rigurosamente codi
cada y es la más arbitraria. Según el rango, el ejereito o
las épocas, se saluda a un oficial a tres o a seis pasos de

distancia.
Todas las distancias protocolares y ceremoniales de
las cuales Hall no habla, pero cuyo carácter conven
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eionaly relativo es facil de observar, dependen de csta
2ona.
Pero si las formas varían, cl principio sigue siendo el
mismo: la distancia respetuosa es proporcional al res-
peto y es el signo del respeto que el poder siente que
puede exigir.
Contrariamente, la distancia întima acerca de los cuer-
pos de 0 a l 1/2 pies (de 0 a 45 cm), dentro de una zona
que permite desde tomarse del brazo hasta abrazarse.
Es la distancia de la protección y del consuelo, la del
afecto y del amor, pero también la de la hostilidad y de
la agresi0n.
Todos los sentidos están rigurosamente
implicados:
el tacto, eufórico en las caricias, doloroso en los
golpes;
la temperatura, el olfato y el gusto (del
beso), mientras
que la vista se distorsiona (pero los ojos están a me-
nudo cerrados) y la voz disminuye en volumen hasta
llegar al cuchicheo. Ese contacto *"íntimo" tiene raíces
biológicas evidentes en la protección materna, en la
unión sexual. Tiene muy fuertes
componentes f+sicos
que están profundamente relacionados con la sensibi-
lidad y la afectividad: contacto entre suaves opieles
rugosas, firmes o flácidas, abrazos enérgicos o suaves,
Sensaciones térmicas, gustativas u olfativas. Estas úl-
imas, que juegan un papel tan importante en la comu-
nicación entre numerosas
especies animales, conser
van, sin duda, todo su valor, aunque inconsciente, en
las relaciones humanas. Por algo el ofato es el sentido
del
conocimiento intuitivo, y so mos muy sensibles al
olor de los
demás, el cual es generalmente muy mal
SO
portado, pues los demás tienen un olor, y un olor de
8rupo, que puede comprobarse sin que por elo seamoS
racistas, pues está, sin lugar a dudas, ligado a costum-
Dres de alimentación y a condiciones de higiene, de
nabitat o de oficio. El olor
es cultural y no étnico, aun-
guemuchas veces se perciba como tal.
in
duda, la constitución de grupos etnoculturales

'CJ. supra, pp. 54-55.


92 EL LENGUAJE DEL CUERPO

autónomos muy pronunciados y resistentes hace que


los estadunidenses sean tan sensibles a los olores
corporales; el tabú del cual son objeto (aunque am-
pliamente explotado por la publicidad comercial) co-
rresponde a un deseo de asimilación, a tal punto quue
el olor constituye uno de los rasgos más importantes de
nuestra identidad cultural.
La distancia intima constituye una zona cuidadosa-
mente protegida y codificada, que es el objeto de ta-
búes que no podemos ignorar impunemente. Los lati-
nos se abrazan con efusión ahí donde los anglosajones
le dan la mano a un niño de diez años, aunque sea su
hijo.
Un simple amigo podrá tomarlo a uno del brazo en
o en en Odessa, podrá incluso besarlo
Atenas Bucarest;
en la boca. Estas variantes difieren según que se trate
de hombres o de mujeres. De hecho, la distancia social
entre hombres a menudo tiende a confundirse con la
distaneia intima, en los paises latinos y árabes. Los an-
glosajones y los nórdicos, en cambio, admiten una re-
dueeión de las distancias entre sexos, cuando en el sur
esto mismo sería considerado como un tabú. Una mujer
que sonrie a un transeúnte, gesto considerado banal o
de cortesía en una calle de San Francisco o de La Fa-
yette (India), se prestará a malentendidos en París y a
graves problemas en Palermo o en Argelia.
El respeto a la distancia intima es imperativo: el as-
censor, por ejemplo, nos pone en una situación de tipo
"personal",? pero dentro de un espacio geométrica-
mente "intimo"; tratamos entonces de alejarnos lo ma-
ximo posible del otro, evitamos mirarlo, tocarlo, respi-
rarle encima, etc. En resumen, nos decimos: "La dis
tancia entre nosotros es indebidamente cercana, pero
no es culpa mía y hago todo lo que est en mi poder
para alejarme".
En una sala de restaurante, elegiremos, si es posi1ble,
la distarcia personal: demasiado cerca, sería una indis-

C. su pra, p. 90.
LA PROXEMIA
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creción y una molestia, demasiado lejos, una voluntad


de aislamiento 0 un sentimiento de supcrioridad.
Las tres distancias -intima, personal y social- depen-
den a la vez de la norma (es decir, la distuneia personal),
que varia según cada cultura; de las circunstancias y
obstáculos espaciales que pucden neutralizar la posi
bilidad de elegir la distancia adecuada (ascensor, me-
tro, etc.) de las relaciones entre los interlocutores y su
grado de intimidad y de sociabilid ad dos amigos inti-
mos no son, físicamente, tan "intimos" como lo son dos
amantes.
Cada distancia, en relación con la palabra, el gesto o
la mimica, constituye un signo que depende de la inter-
acción compleja de las normas culturales, de las cir-
cunstaneias materiales y de las situaciones sociales.
El problema de la proxemia será el de evaluar esos
parámetros que varían según cada cultura, y según
cada ambiente.
Es evidente, por ejemplo, que la distancia personal,
que constit uye la base de este sistema, depende de la
densidad de la población, de las condiciones económi-
cas que determinan las formas de habitat, de las es-
tructuras políticas que definen las relaciones sociales,
etcétera.
Es comprensible, pues, que la significación de las
distancias varíe con las culturas y origine malentendi-
dos. Los anglosajones, por ejemplo, que mantienen
clertas distancias entre los interlocutores, se sienten
Incomodos y agredidos por los latinos que, dada su
tendencia a reducirla, sienten por su parte la *frial-
dad" de aquéllos. He aquí la situación tal como la des-
cribe Hall:

America Latina, la distancia es menor que en los Esta-


En
dos Unidos. De hecho, la gente no puede hablar comoda-
mente si no es a una distancia muy próxima, que en l0s
Estados Unidos sugeriría intenciones eróticas o agresivas.
El resultado es que cuando ellos se acercan, nosotros retro-

cedemos. Por consiguiente, piensan que somos distantes o


trlos, reservados u hostiles. No sotros, por nuestro lado, los
94 EL LENGUAJE DEL CUERPO

acusamos perpetuamente de respirarnos eneima, de aco-


rralarnos o de esc upir al hablar.
Los estadunidenses que han vivido algún tiempo en
America Latina sin aprender el sentido de cstas
distanciasS,
recurren a otros subterfugios; se atrincheran detrás de su
eseritorio, usando las sillas y las mesas para mantener al
latinoamericano a la distancia que ellos consideran có-
moda.
Resultado: el latinoamericano podrá llegar a
treparse por
encima de los obstáculos hasta alcanzar una distancia en la
que pueda hablar cómodamente."

Queda una cuarta dimensión, que Hall llama la dis-


taneia piblica (entre cuatro y ocho metros o
más).
Es la
distancia que se establece entre el que habla el
al que se dirige en una
y grupo
conferencia, en un sermón o en
un discurso de cualquier otra índole.
A esta
distancia, la visión se hace borrosa. Se eleva la
voz, la articulación es más firme, se
asi como los
y estiliza la palabra
gestos muy estereotipados que acompañan
el discurso.
Finalmente, el orador ocupa un lugar do-
minante: a veces está parado cuando la audiencia está
sentada, y a menudo está ubicado sobre un estrado o
sobre una tribuna. Se observará
que existe, al contra-
rio, una "intimidad" del hombre
en la
público que se "baña
mas a".
2. Las posiciones (recíprocas) entre los interlocutores
constituyen, no menos que las distancias, una manifes-
tación de sus intenciones y
formar parte de la proxemia.
deberían, por consiguiente,
Son sencillas y su
dente: adelante o
interpretación es en principio evi-
a detrás, la derecha o a la izquierda,
arriba o abajo, parado o sentado (acostado), acercarse o
alejarse, contacto o
separación.

EL ESPACIO TERRITORIALL
Todo animal posee su territorio en el cual instala su
hábitat, se reproduce, educa a sus erías y se provee de
3E. T. Hall, The Silent la nguage, cap. X; "Space speaks".
LA PROXEMIA 95

alimentos. Este terren0 se encuentra exactamente de-


limitado y celosamente protegido contra las incursiones
extrañas: animales de rapiña peligrosos, o congéneres
rivales en la posesión de las hembras o en la repartición
de la comida.
El instinto territorial ha permanecido fuertemente
arraigado en el hombre a través del deseo individual
de poseer una casa, un jardín, y defender los limites
mediante barreras, perros guardianes o cascos de bote-
llas, así como a través del sentimiento colectivo de una
tierra celosamente reivindic ada y defendida desde los
conflictos fronterizos hasta las rivalidades de pueblos
y las fronteras domésticas.
La organización y el control de esos espacios son el1
objeto de convenciones que, aunque son frecuente-
mente implícitas, no dejan de ser rigurosas.
Los rangos, los lugares y las distancias están carga-
dos de sentido en los encuentros diplomáticos o en las
ceremonias públicas, y la tribuna del Partido refleja
un pecking order tan significativo como el de un galli-
nero.
En la mesa de conferencias o en la de una fiesta, el lu-
gar de cada uno suscita querellas y protestas que los pro-
tocolos más minuciosos no siempre logran resolver. /A
quién sentar y en dónde? plantea problemas que los ca-
balleros del rey Arturo ya habían resuelto al adoptar
una mesa redonda.
Estas posiciones y distancias también cumplen su
función en la vida privada. El cliente de un restaurante
uene su mesa, y esta costumbre ya se establece a partir
ae la segunda visita por más que hayan pasado diez
anos entre ambas. En la casa, la madre tiene su cocina,
el padre su escritorio y su sillón, el perro su cobija, el
cons-
gato rincón al lado de la chimenea, ete., y estos
su
se atre-
tuyen territorios sagrados cuyos límites nadie
veria a transgredir.
Las "leyes de la hospitalidad" definen la disposición
so-
ae este espacio doméstico. La edad, la importancia
cial y el grado de intimidad determinarán el lugar del
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huésped con respecto a los amos de la casa. ETlarguero


que aumenta el espacio de los comensales es más ce-
remonioso y respetuoso, pero el cubierto de nnis es más
familiar y afectuoso.
La utilización del espacio, ya sea público o domés
ico, constituye, pues, un lenguaje a menudo muy sutil
en todo el sentido de la palabra, puesto que se trata de
signos con una significación precisa; definidos por
convencionalismos obligatorios y arbitrarios aunque
se pueda encontrar su origen social y, a veces, bioló-
gico.
La organización del territorio implica, por una parte,
una elección, una ocupación y una delimitación del es-
pacio territorialy de las reglas de admisión o de repul
sión de los extraños; por la otra, dentro de la comuni-
dad territorial, un jefe y una jerarquía que define las
relaciones de dominación entre los miembros del
grupo. Esta organización se expresa en una semiología
compleja (verbal, kinética o vestimentaria) cuya posi
ción, así como las distancias dentro del territorio, cons-
tituye uno de los elementos fundamentales.

EL TIEMPO

La proremia. tal como la define Hall, incluye la organi-


zación del tiempo y su significado en un sistema de
comunicación social. Es evidente, por ejemplo, que el
tiempo de espera impuesto a un visitante o un solici
tante será un signo del interés que se le tiene o de la
importancia que se le atribuye. Existe una distancia
temporal que dice claramente: "No estoy tan ansioso o
deseoso de verte", "no te tengo consideración", etc.
Según las culturas, las circunstancias y las situacio
nes, esas distancias temporales son sumamente varia-
bles -mucho más que las distancias espaciales-. Tam-
bién son infinitamente más sensibles: después de todo,
dos metros más o menos en frente del director o del
capitán son mucho más simbólicos que molestos; diez
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minutos o tres cuartos de hora de espera ya son otra


cosa.
Pero los diez minutos o los tres cuartos de hora de
espera tendran valores muy diferentes segun estemos
en Chicago o en Nápoles, en Estocolmo o en Niza, pues
no se le dará al tiempo el mismo valor económico ni
simbólie0: lo que en un casO se verá como una espera
normal, desprovista de significación, será percibido een
el otro como una descortesía deliberada.
El sentimiento del espacio varía, por cierto, con las
culturas, pero su perce pción es universal, mientras
que es algo completamente diferente con el tiempo: la
distinción entre pasado-presente-futuro es vaga en
muchos pueblos cuyos lenguajes y costumbres reflejan
esta incertidumbre.
La conce ptualización del futuro, en particular, es a
menudo vaga y desprovista de límites precis0s: el ma-
riana español eubre un futuro que comienza "mañana"
y se extiende hacia el infinito; se puede decir lo mismo
del subito italiano. La etimología de la palabra fran-
cesa demain y la de la inglesa tomorrow son significati-
vas al respecto: la raíz es la misma, mane y morrow de-
sign an la "mañana", pero la preposición es diferente:
de significa "a partir de" y to "hasta"; vale decir que to
morrow remite la acción para mañana a mas tardar, es
un terminus ad quem mientras que demain es un terma
nus a quo a partir del cual la acción es remitida sin que
Su término quede especificado.
Sin darle a la etimología más importancia de la que
tiene, hay que comprobar que esta doble concepcion
del tlempo es un indicio de culturas muy diferentes
que, por otra parte, corresponden a economías avanza-
das o subdesarrolladas.
A continuación, veamos, según Hall, cómo se organiza
empo Norteamérica o, más precisamente, en el
en
este de los Estados Unidos, pues existen diferenc as
1alectales" que son importantes dentro de los Estados
Unidos.
del
autor distingue tres formas de definición
EL LENGUAJE DEL CUERPO
98

tiempo: formal, unformal. y techniral que, por mi parte,


traduciré como "natural", "social" y "técnico".
El tiempo "natural" (formal) es el que percibimos
inmediatamente, lo que no significa que sea univers al:
dia, estación, ano, dia y noche, tarde y mala n a, etcéte-
ra. cuya percepeión y definición pueden variar según las
culturas.
El tiempo "social" (unformal) es el de las relaciones
sociales que postulan una evaluación del tiempo (hora
y duración de una visita o de una llamada telefónica,
tiempo *largo" o "corto", reglas de puntualidad, ete.),
que varia considerablemente según las culturas.
El tiempo "técnico" (technical) es el que se puede me-
dir por observaciones objetivas y por aparatos de ma
yor o menor precisióbn.
Nuestra cultura, y sobre todo la variante norteameri-
cana, se caracteriza por la extrema precisión y compli-
cación del tiempo técnico y una gran sensibilidad ha-
Cia sus más mínimas variaciones. Los deportes, por
ejemplo, nos enseñaron a pensar en centésimas de se-
gundo mientras que muchos pueblos siguen organi-
zando su tiempo en términos de "mañana", o "tarde", o
tiempo necesario para labrar un campo", etc.
Los dos grandes tipos de sociedad en que el
mundo se divide actualmente -"tradicionales" e "in-
dustriales"- se oponen por las dos formas de "sociali-
2acion del tiempo (y del espacio): las primeras
eva-
luan e interpretan el tiempo de las relaciones sociales
a partir de criterios más o menos "naturales", intuiti-
fun-
vos, subjetivos y aproximativos; las segundas, en
ción de un tiempo "técnico'"', objetivo, preciso y minu-
ciosamente diferenciado.
He aquí, siempre según Hall, los ocho grados de eva-
luación y de significación del tiempo "social" de la
puntualidad norteamericana:
Desde el punto de vista social, en lo que a citas i mportantes.
los
urnas y entre iguales se refiere, existen, en el este de
Estados Unidos, ocho plazos en cuanto a la puntualidaa y*
la duración de las citas: en punto, cinco, diez, qunce
LA PROXEMIA
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veinte, treinta, cuarenta y cinc0 minutos y una hora de ade-
lanto o de atraso. Considerando que las situaciones varían,
existe un
comportamiento levemente diferentepara cada
punto, y cada punto de la escala tiene un
rente. En lo que respecta a la duración significado dife
de una cita, una hora
con una persona
importante no será lo mismo que media
hora misma persona..
con esa
En cuanto a la puntualidad, a
ningún norteamericano con
sentido común se le ocurriría hacer esperar a su socio du-
rante una hora: sería demasiado insultante. Sean
las que
fueren las excusas presentadas, no hay nada que
rrar la impresión de una hora
pueda bo
pasada en una sala de espera.
Los cinco minutos de espera tienen incluso
divisiones
significativas. En un ene uentro entre iguales se estará, por
lo general, consciente de llegar con dos minutos de ade-
anto o de atraso, pero no se dirá nada
puesto que el tiempo
estará desprovisto de significado en esa ocasión. Hasta los
tres minutos, todavía no se presentarán disculpas ni se sen-
tirá la necesidad de decir algo (el tres es el primer número
significativo en la serie de los cinco minutos); a los cinco
minutos, se presenta generalmente una breve disculpa y a
los cuatro minutos antes o después de la hora fijada. el inte-
resado murmurará algo, pero rara vez llegará a terminar la
frase comenzada.

Esas son las formas -al estilo norteamericano- del


tiempo socializado. Uno se queda pasmado ante la
agudeza y la riqueza de esta escala de ocho grados con
Sus correspondientes subdivisiones y sus sutilezas tales
Como: dos minutos, ninguna disculpa; tres minutosS,
murmullo inaudible; cuatro minutos, frase sin termi-
nar; cinco minutos, frase completa de disculpa.
Como opuesto a este sistema, el autor menciona el de
los árabes:

Como ejemplo de otra manera de dividir el tiempo social,


consideraremos el sistema del árabe del Mediterraneo
su es-
orlental. Hace menos dist inciones que nosotros, pues
cala sólo tiene tres niveles discernibles en comparacion à

10S Och0 de la nuestra. Su modelo parece ser: jamas. ahora

Ameriean
Edw 1 . . The Silent Lanyuenue. cap. NIX: Time talks:
accents".
100 EL LENGUAJE DEL CUERPO

(o el presente), cuya duración es variable; infinitamente


(demasiado largo). En el universo del árabe es imposible
que alguien sienta la diferencia entre esperar largo rato y
muy largo rato. Esto se debe a que los árabes no hacen esa
distinción temporal.5

Pero no es necesario cruzar el Mediterráneo para


comprobar todo esto.
El tiempo corresponde a la duración subjetiva que
separael deseo de su realización y el tiempo objetivo y
medible de la acción eficaz. Existe un tiempo para el
deseo y un tiempo para el trabajo, que constituyen
dos entidades muy diferentes cuya codificación tam-
bién es muy diferente según la importancia que cada
cultura les atribuye. Pero, en todos los casos, la dispo-
hecho de
sición del tiempo es el.signo de un poder, y el
menudo comn-
hacer esperar equivale a la expresión, a
esta razón su
pensadora, de una voluntad de poder. Por
m a n e r a s , la
valor simbólico es muy fuerte. De todas
de u n a relación de
espera se siente c o m o la expresión
a los
fuerzas y es proporcional a e s a relación, respecto
convencionalismos normalizados, reconocidos y acepta-
tanto
dos en cada cultura y cuya im portancia depende
del valor económico del tiempo como
de la estruetura
hacer esperar al
social del grup0: el Gran Mogol podía
embajador de Nápoles durante tres
meses.
la medida
Por otra parte, c o m o ac abamos de decir,
y del espa
objetiva y siempre más precisa del tiempo
c10 es la que determina su valor
semiológico en nues
tras sociedades industriales.

Op.cit., ibid.

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