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Reseña

Viviana Zelizer
The Social Meaning of Money
New York. Basic Books, 1994, 285 páginas.

The Social Meaning of Money es un libro escrito por Viviana Zelizer publicado en el año 1994,
la autora es una reconocida socióloga económica que actualmente se desempeña en la universidad de
Princeton y cuyo trabajo se caracteriza por abordar, tal como se deja entrever en el título del libro, la
atribución de significado a la economía y el dinero. A grandes rasgos The Social Meaning of Money
explora las transformaciones en la asignación de dinero (earmarking) en los Estados unidos entre las
décadas de 1870 y 1930 centrándose en la creación de tres tipos de dinero: doméstico, de regalo y de
beneficencia; bajo la premisa de que la expansión de la economía y el aumento del ingreso real per
cápita después de la guerra civil estadounidense generó nuevos usos públicos y privados del dinero.
Estas transformaciones se expresarían en una asignación de dinero y diferenciación del gasto que se
encontraría influida por las redes de relaciones sociales donde dicho dinero se inserta, ejemplificada en
el carácter normativo que adquiere la administración racional del dinero mediante, por ejemplo, la
elaboración de presupuestos promovida por los manuales de economía doméstica.
El libro consta con un total de 285 páginas en las cuales son desarrollados 7 capítulos titulados
de la siguiente manera: el marcado del dinero, la producción doméstica del dinero, el dinero regalado,
el dinero de los pobres, con ataduras: la asignación del dinero de caridad, dineros en disputa y ¿qué
significa el dinero? Con motivo de la asignatura me tocó reseñar el primer capítulo del libro
correspondiente a el marcado del dinero.
El capítulo inicia señalando el vacío desde donde se comenzará a trabajar el argumento del
libro, a saber, que las disciplinas pertenecientes a las ciencias sociales han tendido a desatender los
aspectos sociales del dinero, confinándolo principalmente al empleo como constructo intelectual por
parte de los economistas. Se desarrolla, entonces, una revisión del enfoque utilitarista sobre el dinero en
las ciencias sociales representado en el pensamiento de autores como Simmel, Weber, Marx, Giddens y
Habermas. En el pensamiento de estos autores, respetando matices y particularidades contextuales, se
suele entender el dinero como un medio homogéneo de intercambio mercantil que encabeza el proceso
de racionalización patognómico de la modernidad, siendo responsable por la pérdida de los lazos
sociales tradicionales al permitir la libertad de cada individuo para perseguir sus propios fines. La
autora sintetiza el enfoque utilitarista en los siguientes 5 puntos: 1) las funciones y características del
dinero se definen estrictamente en términos económicos; 2) todos los dineros son iguales en la sociedad
moderna; 3) se establece una marcada dicotomía entre dinero y valores no pecuniarios; 4) se considera
que las preocupaciones monetarias corrompen, mediante la cuantificación, todas las áreas de la vida; y
5) se admite el poder del dinero para transformar valores no pecuniarios, mientras que el proceso
inverso rara vez es conceptualizado siendo rechazado la mayoría de las veces.
Esta concepción utilitarista del dinero fue la que guio los esfuerzos que, durante el siglo XIX,
desplegó el gobierno estadounidense para poder crear un dinero nacional estandarizado. Sin embargo,
la unificación del dinero nacional fue una empresa complicada puesto que debió hacer frente a los
siguientes obstáculos: la coexistencia de monedas que constituían resabios de la guerra civil, por
ejemplo, los certificados de oro y plata; las tiendas, negocios y otras organizaciones estaban
constantemente creando divisas; y la escasez de pequeñas cantidades de dinero (cambio) que obligaba a
las personas a crear divisas para las transacciones de su vida cotidiana. Para hacer frente a esto el
gobierno estadounidense impuso regulaciones a las distintas monedas emitidas por los estados,
suprimió la emisión privada de fichas, billetes de papel o monedas por parte de tiendas, negocios,
iglesias y otras organizaciones; y eliminó la personalización del dinero por parte de los individuos. Una
vez que la creación, acuñación e impresión de monedas se convirtió en monopolio exclusivo del
aparato estatal, la gente comenzó a crear activamente todo tipo de distinciones en los usos y
significados de las monedas existentes, es decir, en la asignación (earmarking). Este concepto es de
central importancia para el argumento de la autora porque permite comprender la creación de múltiples
tipos de dinero en el marco impuesto por la regulación estatal mediante operaciones de diferenciación y
uso, haciendo referencia al gasto diferenciado con base en las distinciones cualitativas del dinero. Por
ejemplo, son distintos entre sí un soborno de una donación o un salario de un honorario y,
consecuentemente, el destino de estos dineros se encontrará relacionado a qué es considerado un gasto
apropiado teniendo en cuenta su origen. La autora se pregunta cómo son creadas las diferencias entre
los dineros que dan origen a las operaciones de asignación (earmarking). Frente a esto señala que las
personas establecen asignaciones diferenciales cuando participan en interacciones sociales delicadas o
difíciles, como por ejemplo gestionar la intimidad, marcar ritos de paso o mantener relaciones sociales
clandestinas, empleando para esto una serie de técnicas tales como: restringir los usos del dinero,
inventar rituales para su presentación, modificar su apariencia física, designar lugares separados para
determinados dineros, atribuir significados especiales. a cantidades particulares, designando a los
usuarios adecuados para manejar fondos específicos y asignando fuentes de dinero apropiadas para
usos específicos, entre otras.
Llegado este punto la autora propone una nueva conceptualización del dinero que lo entiende
como modelado por redes particulares de relaciones sociales y sistemas de significados variables,
caracterizándolo mediante un modelo de 5 puntos: 1) el dinero existe fuera de la esfera del mercado y
está profundamente influenciado por las estructuras culturales y sociales; 2) no existe una moneda
única, uniforme y generalizada sino múltiples monedas que las personas asignan según los tipos de
interacciones sociales; 3) el inventario económico clásico de las funciones y atributos del dinero,
basado en el supuesto de un solo tipo de dinero de uso general es inadecuadamente estrecho; 4) la
dicotomía asumida entre dinero utilitario y valores no pecuniarios es falsa, porque el dinero en
determinadas circunstancias puede ser tan singular e inmutable como el objeto más personal o único; y
5) las estructuras culturales y sociales establecen límites inevitables al proceso de monetización,
volviendo poco realistas la supuesta libertad y el poder incontrolado del dinero. Con respecto a la
existencia de múltiples monedas, la autora señala que éste supuesto nos obliga a reflexionar sobre
cuáles son las propiedades que permiten clasificar a un objeto como moneda y diferenciarlo de otros,
donde las monedas serían aquellos objetos que tienen un valor de cambio reconocido y regularizado en
un entorno social (el cual incluye pero no se limita sólo a los billetes oficiales) y que pueden ser
creadas por las personas mediante 3 procesos: 1) la selección de objetos particulares, como por ejemplo
cigarros, fichas de poker, estampillas, etc.; 2) la creación de marcadores físicos particulares, como por
ejemplo certificados de regalo o cupones de alimentos; y 3) la adaptación, mediante los usos y
significados, del dinero oficial emitido por el gobierno.
Una lectura atenta del libro vuelve evidente la contribución que este y sus ideas representan
para la sociología económica. Una muestra de esto sería la denuncia de los límites de la concepción
utilitarista del dinero que hace la autora y el modelo que propone para superarla. De igual manera la
autora deja entrever, en el apartado donde reconstruye el itinerario de la unificación del dinero por parte
del gobierno, que el debate sobre la forma y funcionamiento del dinero pueden adquirir un carácter
público. Con respecto a este último punto, una oportunidad para pensarlo en el contexto nacional se
abre frente al caso del primer y segundo retiro de los fondos de pensiones, donde se expresa un
conflicto entre dos partes que difieren en los significados que guían la asignación y diferenciación del
dinero, por un lado está la ciudadanía que reclama la propiedad del dinero y valida el gestionar su gasto
en bienes suntuarios como televisores; y por el otro la moralidad que se revela en el discurso de los
políticos quienes promueven una racionalización en el uso de este dinero, tratando de evitar su gasto
cuando sea posible y, cuando no, promoviendo su gasto en el pago de deudas y la compra de bienes
esenciales.
Finalmente quería señalar una eventual potencialidad del libro, la cual se constituye como un
asidero en común con el pensamiento de otro autor representante de una tradición teórica totalmente
diferente, me refiero a la noción de estrategias y tácticas que desarrolla Michel De Certeau (2000) en
su libro la invención de lo cotidiano. Este autor reflexiona entorno a las prácticas cotidianas
entendiéndolas como maneras de usar y hacer cosas, donde las tácticas serían formas de actividad que
generan pluralismo mediante las distintas variaciones de su ejecución y reproducción, las cuales se
diferencian de las estrategias por cuanto éstas corresponden al ejercicio del poder que delimita las
posibilidades de actuación de los usuarios. Esta posibilidad de variación entonces está dada por los
intersticios que dejan las estrategias desplegadas por el poder, habilitando la creatividad en el uso y las
maneras de utilizar que se cuelan por estos espacios. A mi juicio esta idea de los usos que se despliegan
por entre los espacios que genera el poder es similar a lo que sucede con las operaciones de asiganción
y diferenciación señaladas por Zelizer con motivo de la regulación estatal sobre la creación de dinero
mediante la impresión o acuñación de objetos físicos particulares. Pensar de esta forma el dinero
permitiría dibujar su relación con una serie de prácticas cotidianas, en especial las de consumo, donde
distintas prácticas competirían entre sí por este recurso que representa el dinero dado que adquiere el
carácter de un elemento más de la práctica, así como el tiempo o el espacio, que puede habilitar,
dificultar o impedir su ejecución, contribuyendo así a ampliar nuestro conocimiento sobre las lógicas
tras las operaciones de asignación.

Referencias

De Certeau, M. (2000). La invención de lo cotidiano. Vol 1 Artes de Hacer. Universidad


Iberoamericana Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

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