POEMA
HOMBRES NECIOS QUE ACUSÁIS A
LA MUJER SIN RAZÓN…
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
INTERPRETACIÓN
Expone la desigualdad y la injusticia de los
cuales es víctima la mujer a través del
machismo y la discriminación femenina.
Los hombres son “necios”, es decir,
persistentes en sus errores producto de la poca
inteligencia; los hombres no quieren ver que
culpan a la mujer de algo, quienes lo provocan
ellos mismos. El hombre incita a la mujer a
pecar y al mismo tiempo la exige
castidad.  Pese a todos los esfuerzos
realizados por entidades y organizaciones
sociales feministas que luchan en pro de una
igualdad de género, éste mismo estilo
psicosocial, todavía se mantiene vigente hasta
la actualidad; pues todavía se percibe el
machismo intentando mantener a la mujer en
un estado de sumisión corporal y mental
que depende además de la necesidad social
del hombre.
Se afirma la contradicción del hombre. Primero
pide algo a la mujer, después él mismo se
aterra con lo que le ha solicitado.
El empeño amoroso del hombre para seducir a
la mujer. Y cuando lo ha logrado, opina que la
mujer fue deshonesta y la rechaza. 
Retrata la incoherencia del hombre: actúa
como el niño que quiere tener el coco, el
monstruo que da miedo, pero cuando lo ve
delante le da pánico por su fealdad, donde la
actitud del hombre es contradictoria.
La forma irresponsable “loca” con la que el
hombre provoca lo que teme, es una forma
clara de cómo la doble moral del hombre de
esa época restringía la sexualidad de la mujer.
El derecho de la mujer a decidir sobre su
propio cuerpo se ve cercenado o limitado al
punto de vista y observancia social de una
sociedad masculinizada. Si el hombre actúa
bajo sus propios instintos sexuales, no se
degrada su moral social; muy por el
contrario, es elogiado, dependiendo el extracto
social de donde procede el individuo.
 Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
Evidencia la hipocresía del hombre; si busca
una mujer fácil, prefiere que sea accesible,
como una vulgar prostituta, a ejemplo de Tais,
la meretriz griega que acompañó a Alejandro
Magno en sus conquistas. Pero cuando la
mujer es su esposa y la siente como parte de
su honra, le exige que se comporte como la
célebre mujer romana Lucrecia, que se suicidó
tras haber sido violada.
Esta es una sátira y condena directa al hombre
cortés y seductor de ese tiempo y de todos los
tiempos porque hasta en la actualidad existe
similar inmoralidad. Hombres que buscan
laboriosos en la mujer: la castidad y honestidad
de Lucrecia, para posesión dentro del
matrimonio; pero igualmente desean la
fragilidad y pasión de Thais cuando las
pretenden. El actuar humano responde al
proceder de un hombre que seduce y una
mujer que corresponde por instinto al
requerimiento
Los hombres agotan todos sus recursos para
conquistar a la mujer y obtener de ella todo lo
que a su bien desean, para luego de
conseguirlo juzgarla de liviana y fácil. No
importa los sentimientos o razones que la
mujer tenga para acceder a esta conquista.
Permanece entonces la doble moral del
hombre que mancilla el sentir y la reputación
de la mujer. La deja indefensa frente a
posturas que responden a un modelo de
adulterio en la sociedad de esa época y que
siguen vigentes en la actualidad.
Los hombres juzgan la posición de la mujer
como respuesta a estos requerimientos
sexuales. Lo mismo puede ser una aceptación
o negación, cualquiera de estas realidades
implica una vejación de la moral femenina. Si lo
acepta es una mujer fácil sin principios, y si no
lo acepta es una pervertida sin juicio ni moral.
La doble moral subsiste en los hombres al
condenar a las mujeres.
En esta se cuestiona cuestiona la culpabilidad
del hombre y la censura ya que los hombres
pecan en el acto carnal y lo usan además para
propiciar la prostitución y concubinato que
 y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
existía en ciertos sectores sociales de la
época. Manifestando su inconformidad con el
acto de censura dirigido sólo hacia el lado
femenino; dejando limpio y libre de culpa al
hombre aun cuando él es elemento coparticipe
de este fenómeno de degradación social.
En esta estrofa ya se denuncia la prostitución
 la idea del comercio sexual se añade al
concepto del pecado. La culpabilidad del
hombre existe en mayor proporción, no solo
por su participación en el intercambio, sino
también por la forma en que insta al pecado y
corrobora a la propagación de la prostitución
femenina. Por ello el tema es tan antiguo como
la forma poética en que se desarrolla: ¿Quién
tiene la culpa, la que peca por lo paga, / o el
que paga por pecar? La defensa que hace sor
Juana de su sexo no es ideológica: se funda en
la moral y en el sentido común.

Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Exclama a los hombres que también es culpa
suya, y les ánima a que sean coherentes:
“Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las
buscáis”. Es decir, si las seducís provocando
que no sean castas aceptarlas y queredlas así,
si no, no actuéis de este modo.

Escrito por Adriana Morales

El poema Hombres necios que acusáis, de sor Juana Inés de la Cruz, expone la desigualdad y la
injusticia de los cuales es víctima la mujer a través del machismo y la discriminación femenina.
El tema principal del poema es la crítica a la postura del hombre ante la mujer, su actitud
hipócrita, egoísta e impulsiva, ante el cual sor Juana Inés de la Cruz deja muy claro su
desacuerdo.
Sor Juana Inés de la Cruz fue una religiosa de la Orden de San Jerónimo y destacada escritora del
género de la lírica y prosa durante el Siglo de Oro español. Defendía la figura femenina y su
valor, de ahí su llamado de atención al trato y lugar que los hombres daban a las mujeres de su
época.
A pesar del paso del tiempo esta creación, perteneciente al barroco novohispano, sigue vigente en
nuestros días pero, ¿cuál es el motivo? ¿cómo podemos interpretar este poema en la actualidad?
 POEMA
NAILA
Y yo que me la lleve al río
Creyendo que era soltera
Pero tenía marido.
La luz del detenimiento
Me hace ser más precavido
Sus muslos se me escapaban
Como peces sorprendidos
La mitad llenos de lumbre
La mitad llenos de frío
Y aquella noche corrí
El mejor de los caminos
Con tan potranca fina
Sin riendas y sin estribos
Y no quiero decir por hombre
Cosas que ella me dijo
Porque teniendo marido
Me dijo que era soltera
Cuando la llevaba al río.
Era una noche de luna
Naila lloraba ante mi
Ella me dijo con ternura
Que me amaba con locura
Yo le pregunté por qué lloraba
Y ella me contestó así
Ya mis caricias no son buenas
Ya no soy Naila para ti
Ya me entregué con otro hombre
Ya no soy Naila para ti
Naila, di por qué me abandonas
Tonta, si bien sabes que te quiero
Vuelve a mí
Ya no busques otros senderos
Te perdono porque sin tu amor
Se me parte el corazón
Me lo contaron ayer
Las lenguas de doble filo
INTERPRETACIÓN
En esta obra hace gala de su gran
capacidad metafórica y creatividad
descriptiva; una gran caballerosidad para
no caer en lo vulgar, pero con un sentido
erótico, que pocos alcanzarían.
Es esta característica la que hace, al
menos a mí me ocasionó esto, que
pareciera que él no fue el que lo
realizaba, pues tiene un magnífico control
del ya mencionado erotismo y discreto,
que en ese momento gobernaba en la
ribera del río.
Por otra parte, muestra un poco de
desilusión en el momento que se entera
que la joven era casada, y al mismo
tiempo expresa un cierto tipo de temor.
Pienso yo, que se debe a que sí su
marido se enterase de lo sucedido.
La connotación que presenta este poema
es la infidelidad de la mujer quedando
mostrada como una adultera, y nos relata
la historia de un amor imposible
o prohibido debido a la condición de la
mujer, quien dijo ser mozuela y que
resulto ser casada. (“porque teniendo
marido / me dijo que era mozuela /
cuando la llevaba al río.” Se anticipa el
carácter adúltero de la joven, El gitano
afronta con una cierta indiferencia la
relación sexual que parece proponerle la
joven casada; pero su orgullosa condición
masculina le impide, por otra parte,
rechazarla.
“No quiero decir, por hombre, / las cosas
que ella me dijo. / La voz del
entendimiento/ me hace ser muy
comedido.” La falta de pudor de la mujer
casada es contrarrestada por la
discreción del gitano, cuyo orgullo
masculino queda a salvo.
“Me porté como quien soy. / Como un
gitano legítimo.” El gitano, que ha dejado
sexualmente satisfecha a la joven
 Que te casaste hace un mes
Y me quedé tan tranquilo
Otro cualquiera en mi caso
Se hubiese puesto a llorar
Yo cruzándome de brazos, dije
Que me daba igual
Nada de pegarme un tiro
Ni acosarte a maldiciones
Ni apedrear con mis suspiros
Las rejas de tus balcones
Que te has casado, buena suerte
Vive 100 años contenta
Y que a la hora de tu muerte
Dios ni te lo tome a cuenta
Que si al pie de los altares
Mi nombre se te olvido
Por la gloria de mi madre
Que no te guardo rencor
Mas como tu novio es rico
Te vendo esta profecía
Allá por la madrugada
Soñarás que fuiste mía
Y recordarás la tarde
Que mi boca te besó.
casada, proclama su orgullo varonil y
étnico: como hombre y como gitano en la
que se ha sentido comprometido y
obligado.
El hecho de ella traicionar a su marido era
algo común en esa época, no solo en la
clase social baja sino en todas, ya que los
reyes solían tener amantes. Este hecho
en la actualidad también ocurre, pero muy
poco.
Es ahora cuando seda un enfrentamiento
de dos mundos opuestos, el
representante de la realidad y el deseo.
Este enfrentamiento se traduce en
frustración del hombre. En lo personal de
él, se muestra un sufrimiento intimo y
sentimental, esto ocurre cuando el
personaje guarda deseos que no se
corresponden con la realidad en la que
vive, en lo social, se plantea un conflicto
entre lo que el individuo desea y lo que la
sociedad le impone, el planteamiento del
valor de la voluntad del individuo frente a
la voluntad social lleva a cuestionar el
valor de la vida del individuo.
Al saber que estaba cansada el le deseo
suerte y sabia que el haber estado con
ella, no demostraba que ella iba a seguir
amando, dejando claro “y que ahora de tu
muerte Dios ni te lo tome en cuenta, que
si al pie de los altares mi nombre se te
olvido” como porque no olvidarme ahora,
si lo hiciste al casarte.