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¿Qué significa ser hombre?

“En ocasiones, el primero en dar un paso atrás, es el más progresivo” C.S. Lewis

Ojalá pudiera responder de tal forma que, aquello que nos hace hombres, fuera precepto universal.
Una verdad tallada en piedra como estela, edificada en tradición y sudor, la cual uno pudiera acudir
para consejo y consuelo. Sin embargo, lo que un hombre (o varón, para los oídos contemporáneos)
sea, termina por ser, como otras tantas cosas, un producto de su tiempo.
¿Qué significa ser hombre, entonces, en nuestros tiempos? Parecería cada día más claro
que esta pregunta la tenemos que hacer a la luz de que el siglo XXI es la edad de la mujer, pues
incesantemente vemos hacia donde volteemos, se repite el discurso de que ya no necesitan más
del permiso del hombre para hacer su vida (aunque en verdad nunca lo hayan necesitado). Que
tanto hay de verdad en este nuevo paradigma, depende tristemente de entender a la mujer como
principal consumidor de las multinacionales, como minoría que no es minoría, como reclusa que se
ha enamorado de su jaula y cadenas de oro, siempre víctima, pero nunca victimario. Si te sientes
inclinado, querido lector, a descartar de una vez este pequeño ejercicio como otra de las tantas
justificaciones hacia la misoginia y el status quo, no puedo detenerte. Quizá en años anteriores me
habría sentido obligado a justificar mi posición, a tratar de convencerte de mis buenas intenciones y
de que no hay enemigos aquí. pero a estas alturas ya tendría que ser sentido común y buena fe el
entender que la humanidad busca el bien común de hombres y mujeres por igual, siendo yo solo
uno entre muchos otros. Si se insiste en ver al varón aun como el tirano a vencer, nuestro avance
seguirá siendo, en el mejor de los casos, mediocre, o en el peor, una regresión disfrazada de
progreso.
Volviendo entonces a la pregunta, ser hombre en nuestros tiempos no significa pasar de
“machos a hombres”, pues esto presupone que todos partimos de lo primero para ir a lo segundo,
más allá de entendernos en las diferentes masculinidades que nos edifican. Palabras con el mismo
sentido sensacionalista como “deconstruirse” y similares no hacen más continuar el discurso del
varón en tanto criminal que requiere ser reeducado para ajustarse a los estándares de la virtud
feminista, sin intención de trabajar en equipo. Nuestro deber es ser humanos antes que hombres,
pero tambien ser hombres antes que aliados. Por ello, el ser hombre es algo que tenemos que
definir hombres y mujeres en conjunto, sin que un lado se sienta en superioridad moral que el otro
(lo cual, muchas veces, se nos presenta tanto como la busqueda de dominación, como el
victimizarse en tanto arma del discurso). El varón de nuestros tiempos tiene que entender que el
ser hombre no es ser ni macho ni aliado, que no depende de un estereotipo machista, ridiculizado
hasta el cansancio y destinado a extinguirse, ni tampoco de ser un varón emasculado, amigable al
corporativismo de occidente y a las agendas políticas que no hacen sino tenderle la mano a la
izquierda blanca mientras se negocia sangre negra con la derecha, estrechándole la otra. “No
más”, hago el llamado y la suplica. El ser hombre no depende solo de que es lo que deseemos en
convertirnos, sino de lo que nuestro tiempo nos demande, pues, al igual que ellas, no nacemos
hombres, llegamos a serlo.

Parte 2: Me rehúso a ser hombre y a dejar de serlo, un examen de conciencia

Se que empezar un ensayo donde debo de ser mas intrapersonal y abierto no debería de empezar
con una cita, sin embargo, mucho de lo que ha marcado la busqueda de mi masculinidad empezó
cuando leí una cita de Marx: “Si amas sin despertar amor en el otro, si a través de la expresión vital
de ti mismo en tanto amante fallas en volverte amado, tu amor es impotente, una desgracia”. El
hecho de que esta frase me haya dejado huella poco tiene que ver en que tan cierta es, sino de
sentirme identificado con el contexto, con el espacio mental en el que hubiera estado Marx al
momento de escribirla. Me explico: ¿Qué tiene que vivir una persona, un hombre, para pensar así?
Tristemente, cada vez me percato más que como hombres, se determina nuestro valor
como individuos y en sociedad en tanto nuestra capacidad para ser deseados, para despertar
deseo en el otro (¿la otra?), y aquel que falla en ello, siempre llevara ese estigma por delante. Creo
que mi relación con las mujeres ha sido, en el mejor de los casos, complicada. Al inicio de mi vida
sexual respecto a ellas (o la primera chica que me gusto), creo que fui mas lento que el promedio,
pues fue a los 14. Desde ahí, podría decir que en su mayoría han sido experiencias negativas,
donde lo que duele no es tanto recibir ese “no”, sino la crueldad con lo que lo pueden llegar a
hacer, al grado que sientan como ofensa mi voluntad o deseo. “¿Le gusto a él? ...” seguido de una
expresión de asco o burla, es algo que no he vivido pocas veces. Sumado a que mi circulo familiar
es predominantemente femenino, con una opinión negativa hacia los hombres y todo lo que
representamos, ha hecho que en ocasiones me sienta temeroso de mí mismo, de volverme
rencoroso hacia ellas, y que mis palabras, pensamientos y obras se vean contaminadas de ese
remordimiento.
¿Hasta qué grado estoy justificado en mis malas experiencias? ¿Son mis opiniones reflejo
de mi pasado, o de lo que busco a futuro? Las mujeres más cercanas a mí, constantemente dicen
que hablo mal de las mujeres, o que me pongo a la defensiva cuando se habla de cuestiones de
género. Normalmente no lo tomo muy enserio, no porque no les crea, sino porque como en
muchos otros rubros de mi vida, esa es la imagen que suelo dar, o lo que las personas que no se
toman el tiempo de platicar cabalmente sobre el tema conmigo, suelen entender. Antes me
preocupaba, ahora ya no me siento obligado a defender mi posición. Busco lo mejor para las
mujeres, y “lo mejor” no es solo lo que yo quiero, sino lo que entre todos lleguemos al acuerdo de
que es lo que necesitan. Quizá esto haga que el responder “¿Para mí que significa ser hombre?”
no haya sido contestado de la mejor manera, pero me es imposible separar la busqueda de mi
masculinidad con la busqueda de como debo de relacionarme con las mujeres. Me rehúso a ser
parte del machismo del siglo pasado, a caballo y sombrero, raptando mujeres, siendo violento con
ellas y que aun así se les aplauda por ello (de los cuales no se engañen, aun quedan muchos). En
ese sentido me rehúso a ser hombre, pero tambien me rehúso a dejar de serlo porque la visión
moderna del hembrismo y sus aliadxs de lo que un hombre debe de ser es hipócrita, poco
empática y victimizante al grado de causar nausea y risas tragicómicas. No, lo que sea el ser
hombre, lo descubriré sin tomar bandos ni agendas.

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