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En la segunda parte (vv. 9-14) se enfatiza la idea principal contraponiendo vida y muerte
y cerrando con una sentencia final que resume el tema: “polvo serán, mas polvo
enamorado.”
El poema se inicia con un violento hipérbaton que ocupa los cuatro primeros versos.
En estos versos aparecen varias metáforas puras que se refieren a la muerte: el “blanco
día”, “la postrera sombra” y la “hora lisonjera”. Curiosamente, el día de la muerte es
descrito como un blanco día y la hora de muerte como una hora lisonjera, es decir,
agradable, lo que corrobora el pesimismo del poema que ve la muerte como un
descanso y un alivio de la vida. Quevedo establece varias antítesis para mostrar el
significado ambivalente que tiene la muerte para el poeta: el segundo verso comienza
con la “sombra” y concluye con el “blanco día” refiriéndose ambas a la muerte, cuya
hora de llegada califica de “lisonjera”. Asimismo, el poema comienza con una perífrasis
modal de posibilidad “cerrar podrá”; el poema se abre con un contundente verbo “cerrar”
que da idea del poder absoluto de la muerte sobre el cuerpo y continúa con otra
perífrasis “podrá desatar” que nos habla del poder de la muerte sobre el alma y el amor.
Si analizamos uno a uno los versos, vemos que en la primera serie “Alma a quien todo
un dios prisión ha sido / su cuerpo dejará, no su cuidado”, Quevedo opone el alma al
cuerpo y se refiere al amor mediante una metáfora: el alma ha sido la prisión de un dios,
es decir, el dios Amor. La segunda parte de la serie muestra una estructura que, con
alguna variación se va a repetir en los otros versos, se afirma algo (el alma dejará su
cuerpo, las venas serán ceniza y las medulas se convertirán en polvo) que luego se
contrapone con el conector de oposición “mas” (el alma no olvidará el amor, la ceniza
tendrá sentido y el polvo continuará enamorado), mostrando de esta forma el amor como
un escape frente a la muerte.
La segunda serie, “venas que humor a tanto fuego han dado/ serán ceniza mas tendrán
sentido”, vuelve de nuevo a la metáfora del amor como fuego que se relaciona con la
ceniza. Las venas llevan la sangre (uno de los humores del cuerpo, según la medicina
griega) al corazón y sirven de combustible al fuego del amor; la muerte convertirá las
venas en cenizas, pero estas tendrán sentido, es decir, estarán enamoradas.
La tercera serie, “medulas que han gloriosamente ardido / polvo serán, mas polvo
enamorado”, continúa la metáfora del amor como fuego, pero esta vez relacionándolo
con las medulas, es decir, el tuétano, el interior de los huesos, que arden, como todo el
cuerpo del poeta, por el amor y que con la muerte quedarán reducidas a cenizas,
aunque, de nuevo, este último resquicio de la vida seguirá conservando el amor.
Este soneto es un claro ejemplo de la literatura barroca, pues refleja gran parte de sus
características: los temas del amor y la muerte, la sintaxis compleja, el empleo de las
figuras literarias como la metáfora, el hipérbaton y el asíndeton.
Podemos afirmar que, tanto en este soneto como en el Romance del Enamorado y la
muerte están presentes el deseo, por parte del del yo lírico, de vencer a la muerte a
través de la fuerza del amor.
El amor y la muerte son temas contantes en la Literatura y en ambos poemas están
presentes. Vemos en la constante lucha entre estas dos fuerzas. El amor es el
sentimiento capaz de salvar el alma aunque en el Romance queda sugerido el triunfo
de la muerte, mientras que en este soneto el amor triunfa sobre la muerte.