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AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Se trata de un soneto, formado por catorce versos endecasílabos, agrupados en dos


cuartetos y dos tercetos, cuyo esquema métrico es ABBA ABBA CDC DCD. Su rima es
consonante.

El poema se clasifica dentro de la producción lírica amorosa de Quevedo y en él se


argumenta la posibilidad de que el amor supere la muerte. El poema tiene, pues, como
tema la supremacía del amor sobre la muerte. El autor, partiendo de la idea de la
inevitable llegada de la muerte, muestra la convicción de que su alma, por haber amado,
será inmortal y el amor pervivirá eternamente.

Los sonetos son poemas fuertemente estructurados debido a su distribución estrófica:


dos cuartetos y dos tercetos. En este poema, pueden diferenciarse dos partes que
coinciden la primera con los dos cuartetos y la segunda con los dos tercetos.

En la primera parte (vv. 1-8), aparece el planteamiento inicial: la muerte llegará y su


contraargumentación: el amor la superará.

En la segunda parte (vv. 9-14) se enfatiza la idea principal contraponiendo vida y muerte
y cerrando con una sentencia final que resume el tema: “polvo serán, mas polvo
enamorado.”

El poema se inicia con un violento hipérbaton que ocupa los cuatro primeros versos.
En estos versos aparecen varias metáforas puras que se refieren a la muerte: el “blanco
día”, “la postrera sombra” y la “hora lisonjera”. Curiosamente, el día de la muerte es
descrito como un blanco día y la hora de muerte como una hora lisonjera, es decir,
agradable, lo que corrobora el pesimismo del poema que ve la muerte como un
descanso y un alivio de la vida. Quevedo establece varias antítesis para mostrar el
significado ambivalente que tiene la muerte para el poeta: el segundo verso comienza
con la “sombra” y concluye con el “blanco día” refiriéndose ambas a la muerte, cuya
hora de llegada califica de “lisonjera”. Asimismo, el poema comienza con una perífrasis
modal de posibilidad “cerrar podrá”; el poema se abre con un contundente verbo “cerrar”
que da idea del poder absoluto de la muerte sobre el cuerpo y continúa con otra
perífrasis “podrá desatar” que nos habla del poder de la muerte sobre el alma y el amor.

El segundo cuarteto desarrolla como dijimos la contraargumentación, desarrollada con


la ayuda de la conjunción adversativa “mas” y el adverbio “no”, que inicia el primer verso
del segundo cuarteto con toda la fuerza de la negación: su amor rechazará a la muerte
y será más poderoso que ella. Esta idea viene desarrollada a través de una alusión
mitológica al inframundo de los griegos. Según la mitología griega, las almas de los
hombres, cuando morían, eran juzgadas por un tribunal que decidía su destino según
su comportamiento. Si el hombre había sido bueno, el tribunal le permitía acceder a los
Campos Elíseos donde su alma viviría eternamente. Antes de entrar en los Campos
Elíseos, las almas debían atravesar el río Leteo o río del olvido, donde se olvidaba por
completo toda la vida anterior. A esto se refiere Quevedo cuanto habla de que “no dejará
en la otra parte de la ribera la memoria en donde ardía”, es decir, no va a olvidar su
amor cuando muerta. Él afirma que la llama de su amor atravesará el agua fría del río
Leteo y romperá así la “ley severa”, es decir, la ley de la muerte que obliga a todos al
olvido. Los campos semánticos del amor y la muerte predominan en estos versos. El
amor está presentado metafóricamente con elementos relacionados con el fuego (“en
donde ardía”, “mi llama”), mientras que la muerte se relaciona con el agua (“agua
fría”, “ley severa.

El primer cuarteto se ha centrado en el plano de la muerte, el segundo cuarteto ha


desarrollado el plano del amor; los tercetos van a mostrar condensación temática de
ambos planos mediante una elaborada estructura que muestra la victoria final del amor
sobre la muerte. Cada uno de los versos del primer terceto se relaciona semántica y
sintácticamente con los versos del segundo terceto: el 1º con el 4º; el 2º con el 5º y el
3º con el 6ª.

De este modo, se produce una gradación, el alma abandonará el cuerpo, pero no


abandonará el amor; el cuerpo representado en las venas por las que corre la sangre y
las medulas del interior de los huesos será consumido por la muerte, pero incluso los
últimos vestigios del cuerpo seguirán enamorados.

Si analizamos uno a uno los versos, vemos que en la primera serie “Alma a quien todo
un dios prisión ha sido / su cuerpo dejará, no su cuidado”, Quevedo opone el alma al
cuerpo y se refiere al amor mediante una metáfora: el alma ha sido la prisión de un dios,
es decir, el dios Amor. La segunda parte de la serie muestra una estructura que, con
alguna variación se va a repetir en los otros versos, se afirma algo (el alma dejará su
cuerpo, las venas serán ceniza y las medulas se convertirán en polvo) que luego se
contrapone con el conector de oposición “mas” (el alma no olvidará el amor, la ceniza
tendrá sentido y el polvo continuará enamorado), mostrando de esta forma el amor como
un escape frente a la muerte.

La segunda serie, “venas que humor a tanto fuego han dado/ serán ceniza mas tendrán
sentido”, vuelve de nuevo a la metáfora del amor como fuego que se relaciona con la
ceniza. Las venas llevan la sangre (uno de los humores del cuerpo, según la medicina
griega) al corazón y sirven de combustible al fuego del amor; la muerte convertirá las
venas en cenizas, pero estas tendrán sentido, es decir, estarán enamoradas.

La tercera serie, “medulas que han gloriosamente ardido / polvo serán, mas polvo
enamorado”, continúa la metáfora del amor como fuego, pero esta vez relacionándolo
con las medulas, es decir, el tuétano, el interior de los huesos, que arden, como todo el
cuerpo del poeta, por el amor y que con la muerte quedarán reducidas a cenizas,
aunque, de nuevo, este último resquicio de la vida seguirá conservando el amor.

Quevedo expone en el poema la angustia existencial por la fugacidad de la vida y el


amor como salvación. El poeta ofrece la esperanza del amor ante la visión amarga del
mundo y la actitud pesimista por la aceptación de la muerte. Lo logra empleando una
sintaxis inusual y complicada que otorga fuerza y viveza al soneto, impulsando así un
sentimiento positivo ante la adversidad.

Este soneto es un claro ejemplo de la literatura barroca, pues refleja gran parte de sus
características: los temas del amor y la muerte, la sintaxis compleja, el empleo de las
figuras literarias como la metáfora, el hipérbaton y el asíndeton.

Podemos afirmar que, tanto en este soneto como en el Romance del Enamorado y la
muerte están presentes el deseo, por parte del del yo lírico, de vencer a la muerte a
través de la fuerza del amor.
El amor y la muerte son temas contantes en la Literatura y en ambos poemas están
presentes. Vemos en la constante lucha entre estas dos fuerzas. El amor es el
sentimiento capaz de salvar el alma aunque en el Romance queda sugerido el triunfo
de la muerte, mientras que en este soneto el amor triunfa sobre la muerte.

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