Está en la página 1de 62

INTERCULTURALIDAD

Escuela de Formación para la Organización Comunitaria

Esta iniciativa es del Ministerio del Poder Popular para


Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias encabezado
por el Ministro Jesse Chacón

Equipo de Coordinación
Cooperativa Educativa “Educación para la Transformación”:
Soraya El Achkar
Glenis Rodríguez
Mariana Paz
Esther Rojas

Colaboradora en la redacción de este folleto


Blanca Escalona

Editor
Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología
e Industias Intermedias

Responsable de la coordinación y edición de textos


Jesús Machado

Corrección
Antonia Cipollone

Validación
Este material fue validado por personas de los consejos
comunales hacienda Las Marías, voceros de la comunidad
de las minas y calle las nieves, de la Casa comunal Guaicoco
de la parroquia Petare, municipio Sucre, con el propósito de
reconstruir los contenidos, adecuarlos a las prácticas concretas
de organización comunitaria y sistematizar un discurso colec-
tivo y compartido

Diseño Gráfico
Coordinación, diseño y diagramación
Tibisay Rojas
Diagramación
Beatriz Serra
Portadas
Ramón Blanco

Número de ejemplares: 1500


Caracas, 2009
Índice
Prólogo 5
Presentación 9

PENSARNOS Y SENTIRNOS EN PLURAL: LAS MÚLTIPLES


IDENTIDADES SOCIALES DE NUESTRO BARRIO 13
Cómo construimos nuestra identidad 18
Por género 19
Por origen geo-cultural 20
Generacional o por edades 21
Por ser de la ciudad o de un sector rural 22
Por orientación sexual 23
Por clase social 23
Nuestra identidad vista desde la idea dominante de la Historia y el
modelo de desarrollo 24
Una visión crítica del ¿mestizaje? 28

LAS RELACIONES DE PODER: GÉNERO, RACISMO


Y CLASE COMO CATEGORÍAS HISTÓRICAS DE
DESIGUALDAD 35
El Patriarcado 36

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 


El Colonialismo y neocolonialismo 39
El Capitalismo 42

LA INTERCULTURALIDAD COMO FORMA DE VIVIR:


¿QUÉ QUEREMOS SER? CÓMO SE FORMAN LOS
ESTEREOTIPOS 50

NOTAS 61

Página  INTERCULTURALIDAD
Prólogo

La formación para la organización comunitaria dentro del proceso


revolucionario es ineludible si queremos alcanzar mayor desarrollo, porque
sólo la comunidad organizada podrá dirigir, orientar e incidir en el diseño
de las políticas públicas de modo que éstas respondan a las necesidades más
sentidas de la gente. Es la formación sistemática y crítica la que permitirá
que las comunidades más vulneradas generen un cuerpo de demandas y asu-
man una actitud ética, de corresponsabilidad frente a los graves problemas
que hay que enfrentar.

Creemos que todos somos inconclusos y por ello tenemos capaci-


dad para el aprendizaje. Creemos que nos hacemos en la práctica y en conse-
cuencia no hay teoría sin práctica ni práctica que no nos lleve a la reflexión.
Creemos en la capacidad creadora de nuestro pueblo donde el diálogo se
convierta en un eje transversal que nos permita fundar nuevas realidades
más acordes con la construcción colectiva de los discursos y cotidianidades.
Creemos que la educación puede ser liberadora y generadora de situaciones
de dignificación, por tanto hemos apostado por una escuela de formación
para la organización comunitaria.

Esta escuela hace la diferencia porque va de la práctica a la re-


flexión y vuelve a la práctica para mejorarla desde un ejercicio de reflexión
permanente. Es una escuela cuyo propósito no es saber sino saber para
transformar el orden injusto y desordenado de las cosas. Es una escuela que
pone su máxima atención en los sujetos históricos y políticos para vigorizar
la voz de quienes han estado silenciados y potenciar su acción transforma-

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 


dora. Es una escuela que tiene una opción: los más pobres, los excluidos,
los que nunca tuvieron escuela y les fue negada la posibilidad de articularse,
decidir sobre el interés público, diseñar las políticas y mucho menos manejar
los recursos del Estado.

Esta escuela que estamos impulsando para la organización de nues-


tro pueblo ensaya promover un esquema de valores socialistas porque parte
de la premisa que no habrá socialismo sin socialistas, y para que haya socia-
listas es necesario un espacio para reconvertir los valores que el capitalismo
fue instalando entre nosotros y ahora nos parecen normales como lo son
el individualismo, la competencia, la corrupción, la viveza, las relaciones de
dominación, el autoritarismo, la violencia. Los valores socialistas que que-
remos que sean un eje transversal en la escuela son aquellos vinculados con
la justicia, la dignidad, la probidad, la solidaridad, las relaciones de equidad,
la ternura, el voluntariado. Estamos convencidos de que el socialismo es la
única vía de supervivencia de la raza humana y por eso estamos empeñados
en que se concrete en nuestro territorio.

Una Escuela que sirva para reconocernos como Pueblo, potenciar


las capacidades de organización, articular los esfuerzos locales y globales,
problematizar la vida cotidiana, desnaturalizar lo que parece normal, recrear
las iniciativas colectivas, impulsar los cambios necesarios y utilizar la tecno-
logía como medio para desarrollar una cultura de lo comunitario desde la
producción del conocimiento que promueva la liberación de los pueblos y la
articulación de redes sociales que fortalezcan el poder popular e impulsen la
transformación del modelo socio-productivo.

Página  INTERCULTURALIDAD
La Escuela ha sido y seguirá siendo una hechura colectiva y es-
tamos muy agradecidos por el esfuerzo de tanta gente que hizo posible la
publicación de estos materiales educativos que, pretendemos, sean el inicio
de una larga trayectoria que nos coloque en el camino hacia la suprema
felicidad social.

Muy respetuosamente;
Jesse Chacón Escamillo
Ministro del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias
Intermedias.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 


Presentación

Hablar de culturas, diversidad e identidades es hablar de nosotros


y nosotras mismas tal como somos, nos vemos y nos relacionamos. Pero ¿no
hacemos esto a cada instante y todos los días? Ciertamente, pero queremos re-
flexionar sobre cómo hacemos esa mirada hacia nosotros y nosotras mismas, y
hacia las otras personas que nos rodean.

Nuestra constitución nos reconoce multiculturales y pluriétnicos,


planteando la construcción de la integración nacional desde el reconocimiento
de la diversidad cultural. Sin embargo, esto no puede lograrse sólo desde las
leyes. Debemos hacer un trabajo personal y colectivo con nuestras actitudes y
creencias, así como con la dignificación, las memorias olvidadas o deformadas
de nuestra comunidad.

Proponemos construir una visión que nos oriente hacia las claves para
tener la posibilidad de relacionarnos sin la limitación mediocre de la xenofobia y
sus variantes; sin la violencia que atenta contra nuestra integridad física o mental
y sin discriminaciones que deformen nuestra identidad, así como disfrutar el
placer de la riqueza que nos hace humanos y humanas diversos.

Significa la posibilidad de develar las desigualdades e injusticias pro-


ducto de prejuicios históricos que afectan nuestra condición de género, de per-
tenencia a grupos sociales particulares o nacidos en otras latitudes, de clase, de
edades y orientación sexual, entre las tantas formas de ser que nos identifica.
Todos esto conforma nuestra identidad cultural y, por ello, exploraremos los
modos que nos permitan relacionarnos en nuestra comunidad siendo todas y
todos un surgir de la diversidad.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 


Desde la interculturalidad, planteamos ante todo, sentirnos como se-
res políticos y políticas en la práctica y el intercambio diario en los múltiples
espacios del barrio donde nos movemos y actuamos: nuestro hogar, nuestra es-
cuela, nuestra calle, nuestro consejo comunal, nuestra cancha y nuestro trabajo.
Es decir, asumirnos responsables del bienestar de los otros y otras con los que
nos relacionamos, en una profunda comprensión y articulación de pensares, en-
tendiendo que todos buscamos la máxima felicidad que parte de la no exclusión,
de la no discriminación, de la justicia social que es el derecho a la igualdad de
condiciones materiales de vida para todo ser humano.

Sobre todo tomar en cuenta, que la existencia de una multiplicidad de


personas y grupos con diferentes identidades culturales en una comunidad in-
volucra necesariamente los encuentros, también los enfrentamientos, los cuales
debemos aprender a reconocer y abordar en lo común, en lo que nos identifica
como comunidad. Pero es importantísimo considerar que nos articulemos en
aquello que nos excluye, en nuestras carencias, para generar organización entre
nosotros. Para no ser uno o una, sino un colectivo en nuestros planteamientos,
en la proyección de una posibilidad de vida justa. Reconociendo que en medio
de la desigualdad general que todos y todas padecemos, hay muchos de nosotros
que la viven de forma más violenta, por ejemplo a todos y todas nos afecta la
pobreza, la carencia de condiciones óptimas para poder vivir dignamente, pero,
algunas y algunos de nuestros vecinos o a nosotros mismos nos pasa un agrega-
do, por ejemplo, somos violentados por ser mujeres, por ser afrodescendientes,
por tener movilidad reducida, ser invidente, por no oír (sordos), por no hablar

Página 10 INTERCULTURALIDAD
(mudos), por ser indígena, gay (homosexual), indigente, campesino o campesina,
anciano o anciana, niña o niño, extranjero o extranjera.

Te proponemos, por tanto, asumir la interculturalidad en nuestro tra-


jinar diario como una forma que nos permite la libertad de vivir entre diferentes
maneras de ser, reconociendo que nuestra lucha por una cultura de no exclusión,
merece una lucha adicional, inclusive contra nosotros mismos, a favor de los
grupos que más que excluidos, son violentados en su derecho a tener condi-
ciones materiales de vida que reconozcan su singularidades y particularidades.
Con ello no nos referimos sólo a las expresiones más evidentes como las mani-
festaciones musicales, de vivienda, de vestido, gastronómicas y dancísticas, sino
también a las concepciones, cosmovisiones, valores, formas de relacionarnos y la
construcción de nuestro territorio que constituye el barrio que habitamos.

Sin eludir las consecuencias negativas de las discriminaciones antes


mencionadas, queremos proponer con este texto un abordaje crítico que, ante
todo, evidencie qué parte de nuestra identidad cultural ha sido “construida” por
otros y otras que responden a un sistema hegemónico enmarcado en el consu-
mismo, la exclusión y la violencia.

Así mismo, se trata de pensar mis relaciones desde lo que yo puedo


cambiar en ese encuentro con la diversidad de pensamientos, sentires, saberes y
prácticas de cada persona. Lo cual significa descartar cualquier idea que privile-
gie a nuestra propia forma de vivir, sin considerar a las demás, y que exige poner
entre paréntesis nuestras “certezas” y creencias.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 11


Queremos entonces acercarnos a nuestras identidades culturales como
procesos vivos, cambiantes y no libre de contradicciones, de ideologizaciones;
pero que además, desde nuestro poder colectivo podamos encaminar hacia la
posibilidad de una vida plena, derecho justo que todos y todas debemos tener.

La decisión de vivir cual diversos somos, cual diversos nos confor-


mamos como pueblo, debe ser un proceso de desmalezamiento de nuestras
miserias humanas y convertirse en una de nuestras premisas, entonces ¿somos
o no somos?

Página 12 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

La multiplicidad de pensares y sentires de nuestro barrio, es también


nuestra lucha. Lo que hacemos cada día es una construcción cultural tomada de
lo que hemos aprendido de nuestras madres, padres, abuelas y abuelos. También
de lo que aprendemos a cada instante para enfrentar las inequidades sociales que
se presentan cotidianamente, relacionándonos con personas que tienen distintas
formas de pensar y sentir en la comunidad, pero que quieren lo mismo: vivir
dignamente.

Eso significa ver nuestra historia personal y colectiva según las nece-
sidades de nuestro presente, es decir, estar conscientes de dónde estamos, qué
queremos y cuál es nuestra intención política. Es así como encontramos lo común,
lo que padecemos, pero, a su vez, lo que nos hace padecer como colectivo diverso.
No padece lo mismo quien no tiene un trabajo digno para superar sus necesidades,
que quién tiene una discapacidad que lo limita en su hacer, o quien es mujer con
bebes o quien tiene más de 40 años o quien es indigente, aquel o aquella que tiene
SIDA, quien es homosexual ¿ven? La desigualdad nos afecta a todos y todas,
pero a unos mucho más que a otros, por eso nuestras luchas deben
tomar en cuenta esas diferencias. En el barrio hay comités de
tierra, pero ¿tenemos la misma posibilidad de organizarnos para
luchar por nuestro derecho a la tierra que los hermanos y her-
manas indígenas de la Sierra de Perija, por ejemplo?1

Cuando habitamos un espacio, lo vivimos y


construimos su historia: cada una y uno de los que vi-
vimos en el barrio somos parte importante de su devenir,

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 13


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

de sus limitaciones legales, societales. Lo político implica entonces pensar


y sentirse parte de un grupo, para actuar en conjunto y tomar decisiones
sobre nuestros problemas, respetando nuestras formas particulares de ser,
sin que falte nadie, y sin que nadie se sienta más protagonista que otra u otro,
teniendo una común lucha que es precisamente la no exclusión y la igualdad
de derechos, atendiendo la diversidad poblacional tal como la hemos men-
cionado. Las leyes, los derechos consagrados deben tomar en cuenta esta
diversidad, ese es el verdadero sentido de la igualdad.

El barrio es un lugar de vida en el que construimos sentidos de


pertenencia frente a la opresión de la gran ciudad, sin embargo es también
un espacio que reproduce patrones de dominación. Es donde crecemos y ha-
cemos nuestros primeros amigos y amigas, nuestras reglas y códigos propios
que a veces sólo reconocemos los pobladores locales.

Nuestras relaciones sociales se hacen a través de las y los parientes


-compadres, comadres, primas, primos, tíos, tías, madrinas, padrinos, etc.-,
y vecinos. Del mismo modo, a partir de la permanencia y el conocimiento
mutuo a lo largo de generaciones. Hay encuentros cotidianos, celebraciones,
duelos y situaciones comunes que, a pesar de las limitaciones y carencias,
marcan para siempre nuestra existencia individual y como colectivo que
somos.

Nos pasa que vivimos buena parte del tiempo haciendo suposicio-
nes sobre las otras personas, los otros consejos comunales, los otros sectores,
los otros barrios, sin darnos cuenta que más sano es entender nuestra reali-

Página 14 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

dad, la que enfrentarnos. Además, caemos en la trampa que nos ha dejado


una mentalidad de dominación: divide y vencerás.

Pasa que muchas veces la desconfianza, los chismes, la discordia,


la agresividad como parte de un sistema que nos enseña a actuar desde el
miedo, no nos deja ver el verdadero poder de la diversidad de identidades
que somos y hacemos el barrio. Entonces, se trata de reconocer nuestro po-
der colectivo para construir un espacio comunitario de relaciones afectivas
respetuosas desde la diferencia de cada una y uno de nosotros.

Petare es una inmenso conjunto de comunidades, conformado


por diversas oleadas de migraciones de diversas regiones de Venezuela, en
especial de la costa de Miranda y Aragua, y familias extranjeras, en las que
destacan los hermanos y hermanas colombianos, dominicanos, peruanos,
chilenos y otros. Cada grupo asentado tiene sus características culturales,
han hecho sus esfuerzos, han tenido sus limitaciones y sus razones para
establecerse en este espacio urbano. Surge la necesidad de acercar y tener
un vivir común, pero también surge la confrontación y la tendencia a vernos
como desiguales, como diferentes, a veces nos ponemos hasta xenofóbi-
cos; pero sucede que todos quienes conformamos ese barrio somos igual de
excluidos, de violentados. Entonces ¿cómo vamos a violentarnos también
entre nosotros mismos? en eso es que tenemos que trabajar para generar
nuestro sentido de lo común, de comunidad.

Cuando los libros mencionan la historia de Petare, por lo general se


inicia con la referencia de un pasado próspero económicamente, conformado

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 15


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

por un paisaje rural, haciendas, trapiches y personajes insignes. Sin embargo,


al mencionar la época en que buena parte de nuestros antepasados llegaron,
la historia escrita no da mucha importancia a lo que significó construir cada
una de las casas, escaleras y calles del barrio, a la solidaridad entre vecinos
y vecinas de distintas procedencias y al levantar una familia a pesar de las
limitaciones económicas. Por otro lado, es común que se identifique a Petare
como una de los sectores populares más poblados y violentos del continente
americano. Además de partir de una visión negativa y generalizadora, esta
idea no evidencia ni las razones de fondo que generan estas tensiones, ni las
propuestas que las y los habitantes del barrio han concebido a lo largo de su
historia para confrontar los problemas que surgen de los conflictos diarios
propios de un modelo social cuyas políticas públicas no han sido a favor de
las clases desposeídas y vulnerables.

Nuestros barrios están habitados fundamentalmente por muchas


familias de distintos orígenes, oficios y actividades. Para nuestros antepasa-
dos no fue fácil llegar de sus diferente lugares de origen y asentarse en las
afueras de la “gran ciudad”. Tuvieron que dejar sus pueblos y parte de su
familia para buscar otras alternativas de sustento que el campo ya no daba,
pues las tierras les fueron arrebatadas, los servicios públicos privatizados
y ya no había como vivir allí, fue una migración campo-ciudad forzada,
despiadada.

Eran las décadas de los 40, 50 y los 60 del siglo XX, las del llamado
boom petrolero, donde el país entregó la tierra a la burguesía para dedicarse
a la explotación del petróleo como principal fuente económica. También

Página 16 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

en los años 70 del siglo XX se nos unieron muchas y muchos compatriotas


de diversos países latinoamericanos como Ecuador, Perú y Colombia. La
explotación petrolera también creó una nueva forma de vida que trajo po-
breza a las poblaciones de las zonas rurales y costeras, y enriqueció a grupos
privilegiados, políticos y extranjeros.

La cultura del petróleo nos hizo creer que éramos un país muy
rico y que cada uno podía acceder a parte de una riqueza y comodidad ilu-
soria. Esto sólo podía ser posible mudándose a las grandes ciudades, pues
además la tierra ya no era “rentable”, es lo mal llamado “progreso”. Por esta
razón muchas personas se mudaron a la capital. Sin embargo, el gobierno
de ese entonces no asumió las necesidades de las personas que inmigraban.
Tuvieron que construir sus propias viviendas y calles, luchar por conseguir
los servicios básicos y aprender a vivir en condiciones precarias.

Así fue como la organización entre las personas del barrio se dio
a partir de los intereses comunes para obtener los servicios de agua, luz,
vialidad y recolección de basura, lo que llevó a otras iniciativas sociales como
la construcción de la escuela, el ambulatorio, la cancha, las fiestas para los
niños y niñas y las celebraciones tradicionales venidas de diversas regiones
de Venezuela. Pero, está autenticidad de los barrios, se vio contaminada con
la necesidad impuesta del activismo de los partidos políticos de turno, para
poder obtener apenas unos beneficios muy precarios.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 17


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

Cómo construimos nuestra identidad

Hablemos ahora de la identidad de cada una y uno de nosotros en


la comunidad. A cada momento y en todos los espacios comunitarios se discute
la importancia del tema de la identidad. ¿De qué nos sirve hablar de identidad y
cómo nos ayuda entendernos un poco más?

No queremos presentar una idea acabada de identidad, sino discutir


las ideas que podemos tomar en cuenta para hacer nuestra la capacidad de cons-
truirla, sentirla y compartirla desde nosotras y nosotros mismos, pues la identi-
dad de clase y el sentido de arraigo son la esencia de un barrio. Significa pensar
en quiénes somos aquí y en el ahora, pero tomando en cuenta lo que hemos
heredado, entendiendo qué queremos apropiarnos de ese legado y, sobre todo,
qué queremos dejar a un lado y qué queremos crear de diferente para dignificar
nuestra vida. Por ello, podemos hacer una reflexión crítica de lo que es nuestra
historia y lo que nos es útil para las acciones de transformación en el presente.

Tenemos la posibilidad de reconstruir la identidad social a lo largo


del tiempo según nuestras necesidades y luchas. Entonces, la identidad será el
sentido de nuestra organización a partir de la identidad de lo que nos constituye
como población excluida, diversa sí, pero insurgente ante la injusticia. Pero así
como se trata de lo que hacemos nuestro y de entendernos como colectivo en
nuestra diversidad; también se trata de negarnos a ser lo que nos han impuesto a
lo largo de la historia. Esto crea conflictos en la sociedad, pues todos los grupos
y personas no tienen el mismo poder desde la identidad que la o lo expresa
como ser humano: no es lo mismo ser un hombre, joven, blanco, clase media,
universitario, que una mujer afrodescendiente o indígena, adulta mayor, pobre,

Página 18 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

campesina o habitante de un barrio, de esto es lo que se trata la injusticia, de


esto se trata la búsqueda de la igualdad de condiciones para la vida, de esto se
trata finalmente la lucha de clases, que no es agredirse, irse a la manos, es luchar
porque no hayan diferencias en el acceso a los medios necesarios de subsistencia
y todos con nuestras diversidades podamos vivir, por igual, dignamente, sin que
se nos imponga una forma de comer, de vestir, de divertirnos y hasta de amar.
Porque si algo no ha respetado el sistema capitalista, es la diversidad. Es exclu-
yente, no respeta pensar alguno, sino que impone una sola forma de vivir para
todo el mundo y el que no tenga los medios necesarios para ello, simplemente
esta condenado y condenada a la pobreza y todas sus expresiones.

Hay condiciones básicas que va conformando nuestra identidad y las


formas de percibirnos unos a otros; por lo tanto, van siendo definidos por rasgos
culturales, lo cual nos hace pensar en una diversidad cultural que no responde
únicamente a la procedencia geográfica, a las costumbres, las celebraciones, la
cocina, los bailes y las fiestas. Y si bien estos son elementos a tomar en cuenta
en la conformación de la identidad de clase, se trata también de los valores y las
formas de relación que están detrás, según condiciones que no pueden separase
una de otras:

Identidad por género: nacemos varones o hembras, y por ello se nos


asignan, aún antes de nacer, unos roles que parecen “normales” y en los cuales
se nos dice cómo ser mujeres y cómo ser hombres en la sociedad. A grandes ras-
gos: para las mujeres está reservado el espacio privado de la casa y las tareas de
cuidado; para el hombre está reservado el espacio público, productivo (trabajo
fuera del hogar para conseguir el sustento) y como “cabeza” del hogar, aunque

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 19


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

en la práctica sean ellas quienes se encargan de esto. Por ejemplo, las tradiciones
culinarias son practicadas generalmente por las mujeres, por ser del espacio do-
méstico. Incluye asuntos tan fundamentales como las invenciones gastronómicas
creadas a raíz de las necesidades económicas y materiales y sus destrezas para
alimentar a la familia a través de generaciones enteras. En las cocinas se guardan
las historias más notables y sentidas que la tradición oral pasa a las hijas e hijos.
Pero al mismo tiempo, sigue siendo un espacio que reproduce los patrones,
prejuicios y creencias dominantes que definen el ser mujer desde un espacio al
que se le da poco valor. ¿Qué significa ser mujer, vistas estas condiciones?

Identidad por origen geo-cultural: hace referencia a un pueblo


particular con una determinada cultura, que estando o no en su lugar de origen,
tienen una procedencia geográfica en el mundo. Por ejemplo, los pueblos afro-
descendientes que habitan en el país y toda la América, son descendientes del
continente Africano (constituidos por pueblos muy diversos), fueron traídos a la
fuerza por el sistema esclavista europeo en la colonia. Ahora son de estas tierras
americanas y, al mismo tiempo, mantienen y han recreado los rasgos propios del
lugar de origen manifestado en sus expresiones culturales, los va-
lores de resistencia y formas de convivencia. Sin embargo, tras
su riqueza cultural, pesan años de racismo, de apartheid, de
xenofobia, que aún entre nosotros, penosamente, se cultiva

Los aproximadamente 44 grupos que conforman


los pueblos indígenas son grupos originarios de este con-
tinente, pero en el genocidio cometido por los europeos
muchos fueron desplazados y exterminados, y a pesar de

Página 20 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

ello, los descendientes de cada pueblo mantienen vivas las formas de vida de sus
ancestros, sus lenguas y luchas.

Como factor común, la experiencia histórica de los pueblos afrodes-


cendientes e indígenas ha sido marcada por la exclusión. Por ello, la identidad se
construye a partir de su reafirmación ante los procesos de discriminación racial;
es decir, es una identidad que se constituye en las relaciones con los otros grupos
sociales que forman parte de la sociedad, frente a las situaciones de desigualdad.
Para ambos grupos se expresan las luchas por la valoración de sus respectivas
culturas y por la tenencia de la tierra, pues es necesario un lugar para afianzar la
identidad y producir la vida dignamente.

Las identidades de los pueblos la relacionan generalmente al color de


piel, lo que llaman “raza”: la raza negra y la raza aborigen. Pero las razas no
existen biológicamente, pues todos y todas somos parte de la especie humana,
aunque tengamos diferentes culturas. El concepto de diferentes razas, y por lo
tanto de razas superiores y razas inferiores, se inventó para justificar la domina-
ción de Europa (hoy Norteamericana) hacia estos pueblos a través del racismo.
Pero eso lo veremos más adelante.

Identidad generacional o por edades: en cada etapa de la vida ve-


mos las cosas de diferentes maneras, según las experiencias que vamos viviendo.
No piensa y actúa igual un niño que una señora de la tercera edad o un adulto.
Ambas formas de pensar son valiosas y distintas. La tercera edad, las y los ado-
lescentes como edad de transición, la adultez y la niñez son parte una identidad
que va cambiando con el tiempo.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 21


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

Nuestra sociedad se ha caracterizado por ser adulto-céntrica, es decir,


por creer que los adultos son los que tienen el poder y la capacidad de decidir.
Por ello, sigue siendo difícil considerar a los niños y niñas como sujetos de de-
rechos, que tienen criterios y pueden tomar decisiones propias. Igualmente pasa
con las personas de la tercera edad, se les desecha con el argumento que ya
perdieron su vida útil, como si fueran una mercancía.

Identidad por ser de la ciudad o de un sector rural: la separación


ciudad-campo, comienza con el capitalismo al privilegiar la ciudad como centro
de operaciones financieras y de producción de conocimiento. En cada uno de
estos espacios el acceso a los recursos y los beneficios sociales son distintos; por
ejemplo, para las personas que habitan el campo es más desventajoso, aunque
son los que producen la mayoría de los alimentos de la ciudad, tienen poco acce-
so a los servicios y están lejos de los centros de poder institucional y económico
que se concentran en las ciudades.

En nuestras comunidades muchas veces no hay tal oposición entre el


modo de vida del campo o de la costa y la del barrio. Siempre hay contacto con
nuestro pueblo o el pueblo de nuestras madres y padres, vamos constantemente
o vienen los parientes, traen noticias y se expresa la misma solidaridad entre fa-
miliares, incluso reforzando a veces estos lazos, ante el individualismo de la gran
ciudad. Del mismo modo persisten, con sus adaptaciones, hábitos, celebraciones
y tradiciones rurales y costeras: por algo seguimos celebrando el San Juan y la
Cruz de Mayo en nuestros barrios.

Página 22 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

Identidad por orientación sexual: Como lo mencionamos anterior-


mente, las características y roles impuestos a mujeres y hombres son construidas
socialmente por los hombres y mujeres que se constituyen como poder domi-
nante, no son fijas, ni inamovibles. Hay personas que siendo biológicamente
varones han decidido asumir una identidad femenina y viceversa. Hay personas
que se entienden y aceptan como hombres y mujeres, sin embargo, se relacionan
sexualmente con parejas de su mismo sexo. Para muchos, esto no es un hecho
fácil de comprender y aceptar. Pero más allá de nuestras creencias e ideas sobre la
sexualidad, se trata de reconocer y respetar a las personas que han tomado estas
decisiones, pues son desde nuestro concepto de igualdad, humanas y humanos
como nosotros, ¿por qué no han de serlo? En este sentido, la homosexualidad
como forma de identificarse es una opción de vida que debemos considerar en
el marco de la diversidad cultural.

Identidad por clase social: el sistema económico capitalista que


impera en todo el mundo se sustenta en el lucro que produce una clase que
trabaja para terceros, pues los medios de producción no están en sus manos, le
pertenecen a pocos individuos o grupos privilegiados.

La distribución de las riquezas es desigual y la violencia del sistema


capitalista hace que se excluya a la mayoría de la población, los hace pobres,
aunque contradictoriamente sea la clase que produzca y mantenga a unos pocos.
Los que vivimos en las barriadas aledañas a Caracas somos parte de esa clase
trabajadora que es segregada, y eso, en este modelo social determina nuestro va-
lor humano. La lucha es contra esa forma de deshumanización, es por concebir
la igualdad como la dimensión principal desde la cual nos relacionemos como

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 23


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

seres humanos, sin discriminación, sin fragmentación, sin diferencias gregarias


o racistas.

En conclusión, nuestra identidad cultural es compleja en la multipli-


cidad que somos como seres humanos. Pero resulta fundamental comprender
que ella ha sido construida desde discriminaciones impuestas por un sistema
histórico de dominación, que sobrevive mayormente en nosotras y nosotros a
través de patrones culturales que muchas veces no hemos aprendido a descubrir
y los seguimos manifestando en el quehacer diario.

Una vez que sabemos que esta identidad ha sido aprendida, se trata de
desmontarla, hacernos respetar y decidir lo que queremos ser ante el mundo.

Nuestra identidad vista desde la idea dominante


de la Historia y el “modelo de desarrollo”

Resulta clave explorar cómo nos ha concebido la historia oficial,


pues como ya lo resaltamos, desde allí se ha definido la exclusión de nuestras
comunidades e identidades culturales, determinada por varios sistemas de poder
en el cual prevalece la lógica de la economía capitalista como única forma posi-
ble de avanzar. Por eso ponemos entre comillas la idea que nos han vendido de
un “desarrollo” que sólo toma en cuenta el aspecto material y las ideas de afuera,
sin contemplar la riqueza humana de todas las personas que hemos constituido
este país.

Página 24 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

Desde la Colonia, momento histórico en que se inicia el proceso de


dominación por parte de los países europeos hacia los pueblos originarios del
continente americano y los pueblos africanos, se estableció una mentalidad he-
gemónica que hasta la actualidad existe en nuestra idiosincrasia, afectando la
forma en que nos ven y nos vemos.

Los grupos sociales privilegiados que mantienen el poder económico


y político desde aquel momento, imponen la idea de que existe una sola cultura
ideal o una cultura “superior” o civilizada que debía ser modelo de las culturas
subdesarrolladas o menos avanzadas. Y como vimos en esa historia que otros
han escrito sobre los barrios, nuestras expresiones culturales son asociadas a las
culturas “bajas”, en contraposición a una cultura elitesca y letrada fundamentada
en la mentira de que “progresamos” de una sola manera.

Esta ilusión de progreso nos hace creer que vamos desde niveles cul-
turales, económicos y sociales poco evolucionados hacia niveles superiores cuya
cúspide es el modelo occidental eurocéntrico, más específicamente el mundo
anglosajón que tiene como mejor representante los patrones culturales y econó-
micos capitalistas de Estados Unidos. Por esto, es imprescindible desmontar esta
visión eurocéntrica de la cultura, que constituye cualquier tipo de actitud, ideo-
logía o enfoque histórico, que considera a Europa (y ahora a Estados Unidos) y
su cultura como centro y motor de toda la civilización humana. Por lo tanto, es
una visión que sólo concibe una forma de hacer y pensar la historia, excluyendo
cualquier otra experiencia cultural o forma de construirla.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 25


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

Lo anterior implica no tomar cuenta o valorar la multiplicidad de


culturas en el mundo, y en nuestro caso, de los numerosos pueblos indígenas,
criollos y afrodescendientes que sobrevivieron dignamente a las esclavitudes y
opresiones hasta hoy. Si entendemos que el modelo eurocéntrico u occidental
norteamericano no es la única vía posible de vivir, nos damos cuenta que el
llamado subdesarrollo no es una etapa anterior al desarrollo, sino una conse-
cuencia del “desarrollo” de los países más poderosos, que se aprovecharon y
explotaron a los que hoy somos denominados “subdesarrollados”. Constatemos
que los países desarrollados nunca han sido subdesarrollados antes.2

Por tal razón la denominación “países en desarrollo” debe ser cuestio-


nada, pues justamente seguir los patrones culturales de estos países que espera-
mos “alcanzar”, significa la negación de nuestra diversidad, aportes y experien-
cias, la explotación y saqueo desmesurado de los recursos naturales que generan
la crisis ecológica actual y el uso de la violencia en todas sus manifestaciones para
lograr los fines materiales que nos han hecho creer es “desarrollo”.

Según María Martínez López los patrones culturales de los llamados


países desarrollados más bien ofrecen alienación, enajenación y dependencias
absurdas, pues lo que creemos que necesitamos no son más que invenciones
para alimentar las grandes industrias económicas de estos países y alejarnos de
la posibilidad de decidir quiénes podemos ser en el nuestro, definiendo así una
forma de vivir propia.3

Veamos cómo A. Bansart, compara una forma de ver la cultura desde


el capitalismo y desde el socialismo:

Página 26 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

En las sociedades capitalistas, la cultura es concebida como un bien


que las personas pueden obtener, poseer y vender. Así mismo permite obtener
estatus y prestigio… En un mundo socialista, las dinámicas culturales represen-
tan el elemento motor de desarrollo. Mientras que, en el mundo capitalista, es el
mercado el que hace funcionar la sociedad; la cultura entonces es considerada
como un producto que se vende y se compra. En el mundo capitalista, las y los
individuos “tienen” más o menos cultura, poseen conocimientos, libros, obras
de arte, tal como pueden poseer carros y casas opulentas. Su prestigio (incluyen-
do la cultura) es grande si los demás no tienen lo que ellos poseen (pág. 162).4

Se trata entonces de Ser y no de Tener, de Crear y no de Consumir,


pues tenemos potencial con que vivir siendo y haciendo juntos y juntas, viviendo
como colectivo.

Debemos darnos cuenta y valorar que vivimos en un mundo rico y


diverso en el que no puede imponerse una única visión del mundo, jerárquica,
desigual, opresora y, por ello, hay que construir una nueva visión de las culturas
que, además, no se limite a la suma de los elementos visibles y físicos, es decir, a
las manifestaciones culturales, folklóricas y artísticas.

Lo esencial para comprender y reafirmar nuestras identidades cultu-


rales no está a simple vista, es lo compartido, las relaciones, las intenciones, los
sentidos que construimos, las capacidades y las contradicciones internas de cada
persona y entre las mismas personas y las luchas, todo producto de una realidad
que nos ha afectado profundamente y a la vez es nuestro común vivir.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 27


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

En fin, nunca han existido culturas inferiores y culturas superiores.


Esta concepción de las culturas fue una invención para justificar la explotación
de unos grupos por otros por una razón meramente económica, y para alimentar
la ambición explotadora de un poderío extranjero y unas élites locales. Por eso,
sólo la historia que libera y el desarrollo construido desde la autovaloración de
nuestra diversidad cultural vale la pena.

Una visión crítica del ¿mestizaje?

Como vimos en el texto anterior, nuestra historia como país está mar-
cada por procesos históricos como el arrase y desplazamiento de los pueblos
indígenas, y por la esclavización y destierro a través de la trata comercial de las
y los hermanos africanos y sus descendientes. Lo cual significó que cada pueblo
dominado impulsó luchas de cimarronaje (negros y negras insurgentes) y resis-
tencia, pues no hubo una actitud pasiva ante la opresión colonial.

Del mismo modo, es una historia de grandes migraciones del campo


a la ciudad y desplazamientos forzados, a los que le ha hecho frente los movi-
mientos de lucha popular campesinas (muchos descendientes de esos mismos
hombres y mujeres afro e indígenas), por la tenencia de la tierra; así mismo,
por las poblaciones trabajadoras de nuestros barrios en su legítima lucha por la
pertenencia a la ciudad y sus derechos negados.

Muchas de estas resistencias fueron ocultadas por la visión dominante,


primero de los colonizadores y luego de las elites gobernantes, quienes cons-
truyeron una imagen “ideal” del país en el que se mercadearon muchos Mitos

Página 28 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

nacionales, es decir, ideas o imágenes falsas construidas bajo los intereses de los
que tienen el poder.

Entre estos, se jactaron de haber conseguido borrar la lucha de clases


sociales después de treinta años del pacto social que estableció el sistema bipar-
tidista de los partidos tradicionales. Al mismo tiempo, estos grupos gobernantes
impusieron sus símbolos, establecieron al joropo, el liqui-liqui, el turpial y la
orquídea como “símbolos patrios” que identificaban culturalmente al país, sin
tomar en cuenta la diversidad de expresiones regionales y locales.

Una de los Mitos que más prevaleció fue “Venezuela es un país mes-
tizo donde todos somos iguales”, en el cual la mezcla de “blancos, indios y ne-
gros” se expresaban en una “democracia racial” más allá de toda discriminación.
Esta idea dio por mucho tiempo la imagen de una unión de “razas” equitativa
y armónica, que disfrazó las diferencias, las contradicciones, la exclusión, la po-
breza, los conflictos sociales y la violencia desde donde se dieron estas mezclas
interraciales. Recordemos que desde la colonia, las mujeres afrodescendientes e
indígenas eran abusadas sexualmente por los amos y colonos, y de allí se inicia el
mestizaje biológico producto de contactos forzados.

Desde este concepto tradicional de “mestizaje”, también se esconde


la intención “blanqueadora” para la población. En varias épocas del siglo XX se
intensificaron las políticas migratorias que favorecían la inmigración europea,
pues según esta mentalidad, las ciudades, y sobre todo las barriadas populares, se
estaban llenando de campesinos, afrovenezolanos, indígenas y criollos que eran

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 29


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

criminalizados y desdeñados, pues se decía que no propiciaban el “progreso” del


país según la concepción eurocéntrica de los gobernantes del momento.

Teniendo esto en cuenta, podemos reconstruir una visión que reco-


nozca en condición de igualdad lo particular de cada cultura, sin diluirla en una
única, más que en una cultura de resistencia, y que asuma la creación cultural de
las personas y grupos, no como fruto romántico de la mezcla, sino de la identi-
dad por las necesidades que surgen de las relaciones desiguales.

Pensemos, por ejemplo, cuánto de influencia afrodescendiente hay en


la cultura del barrio, sin que sea generalmente reconocida ¿qué pensamos del rit-
mo del tambor, por ejemplo? Del mismo modo ¿cuánto de influencia rural habrá
en la cultura de las diversas comunidades de Petare aunque no se quiera admitir?
¿Hay siembras alrededor del rancho o de la casa? Pero, seguimos repitiendo que
“Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra”.

Aquí sencillamente interesa señalar que es propio de Venezuela el in-


tercambio e influencia cultural diversa que, pese a no ser reconocida o valorada,
mantienen su particularidad y actúan en el comportamiento individual y colecti-
vo de la comunidad, la influyen. La diversidad es nuestra herencia cultural.

Página 30 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

Ejercicios

1. Lee y discute el Discurso del Privilegio de Luís Britto García.

a) Todos somos café con leche. No hay diferencia social. Quien estudia,
llega. No estudia quien no quiere. Este es un país de oportunidades. Todos
somos hermanos. Aquí no hay prejuicio. Aquí no hay discriminación. Aquí
no hay distancias. Todo el mundo te trata de tú. Todos pueden hacerse ricos.
La gente está contenta con lo que tiene. Aquí no hay desigualdad. Los amos
quieren a sus esclavos como hijos. Los esclavos quieren como padres a sus
amos. El discurso del privilegio es igualitario.

b) Nosotros. Los que nos diferenciamos de los otros. La gente. La gen-


te pensante. Los pocos. Los pocos y selectos. Los pocos que sólo somos
comprendidos por poquísimos. Los que no somos comprendidos. Los que
no nos dirigimos a todos. Los que no permitimos que nadie se nos dirija.
Los que no tenemos interlocutores válidos. Los que sabemos hablar. Los que
sabemos hablar inglés. La meritocracia. La crema. La última cola del desierto.
Los que somos publicados en los sitios adecuados. Los que copamos las
instancias de legitimación. Los que manejamos los instrumentales del dis-
curso. Los que ejercemos la veridicción. Los que dominamos las ciencias del
lenguaje. Los que monopolizamos los términos. Los que no necesitamos las
palabras. Los que nos expresamos con propiedad. Los que nos expresamos
con la propiedad. La gente de los medios. La gente de medios. Los únicos que

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 31


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

podemos hablar. Los únicos que debemos hablar. Los únicos. El discurso del
privilegio monopoliza el privilegio del discurso.

c) El pueblo está callado. Calma y cordura. Aquí nos queremos todos.


Nadie abriga resentimientos. No hay motivos de conflicto. Aquí nunca pasa
nada. Ningún escándalo dura tres días. Se acaba la fiesta y todo el mundo a
su casa. Somos pura bulla. Todo se negocia. El venezolano olvida. No hay
mal que dure cien años. Mientras el palo va y viene, las espaldas descansan.
Este es un pueblo sano. Todo se perdona. La conflictividad es inventada por
agitadores de oficio. El discurso del privilegio es ataráxico.5

d) Pobre, economiza. Explotado, produce. Hambriento, ayuna.


Tiranizado, obedece. Oprimido, resígnate. Analfabeto, ignora. Humillado,
humíllate. Amordazado, cállate. Manso, acobárdate. Despojado, sacrifícate.
Encadenado, aquiétate. Olvidado, bórrate. Incomunicado, aíslate. Alienado,
globalízate. Marginado, exclúyete. Enfermo, muérete. Desposeído, defiende
lo que no tienes. Víctima, inmólate. Sacrificado, comparte el sacrificio. Sin
tierra, desterritorialízate. Desesperado, no caigas en la tentación de la espe-
ranza. El discurso del privilegio desalienta a quienes no tienen nada, salvo la
esperanza, a favor de los que tienen todo, salvo esperanzas.

e) Todos somos culpables. Aquí nos conocemos todos. Aquí nadie es


inocente. Nadie puede tirar la primera piedra. Todos tenemos rabo de paja.
Todos tenemos tejado de vidrio. Tiburón se baña pero salpica. Somos una
sociedad de cómplices. El discurso del privilegio es chantajista.

Página 32 INTERCULTURALIDAD
Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

f) Mi único verso. Mi cuento único. Mi único ensayo. Mi perfume único


que sólo se vende en frasco microscópico. Mi único estudio sobre el estudio
de Mengano sobre el estudio de Zutano sobre Octavio Paz. Mi talento único
que no condesciende a plasmarse en la imperfección de la obra. Mi única
obra que jamás condescenderá a mostrarse. Mi silencio único cuidadosamente
administrado. Mi único silencio que no debe ser interpretado como silencio
únicamente. El discurso del privilegio es estéril.

g) Mi beca. Mi subsidio. Mi instituto. Mi ascenso. Mi decanato. Mi recto-


rado. Mi senaduría. Mi diputación. Mi museo. Mi juzgado. Mi agregaduría. Mi
embajada. Mi ministerio. Mi pensión. Mi dividendo. Mi National Endowment
for Democracy. Mi Club. Mi cenáculo. Mi rosca. Mi círculo. Mi periódico. Mi
canal. Mi programa. Mi apellido. Mi familia. Mi herencia. Mi clase. Mi whisky.
Mi restaurante preferido en París. Mi receta. Mi chef. Mi estilista. Mi sastre.
El discurso del privilegio es tarifado. Si todos toleraran el privilegio, no habría
que encomiarlo. Si nadie amenazara el privilegio, no habría que defenderlo. El
discurso del privilegio surge ante la amenaza contra el privilegio, y su intensi-
dad es directamente proporcional a esa amenaza. El único fruto del privilegio
es su discurso. Sus víctimas producen todo lo demás.

2) El Corán reza que “lo importante no es el recuerdo sino quien recuerda”.


¿Cómo lo asocias a la discusión que hemos generado sobre cómo construi-
mos nuestra identidad? ¿Qué me dices de este proverbio africano?: “Mientras
que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería
seguirán glorificando al cazador”

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 33


Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio

3) ¿Con que te identificas tú? ¿Con qué forma de pensar? ¿Cómo usas tu
tiempo? ¿Cuáles son tus anhelos y deseos? ¿Cómo vistes? ¿Qué música es-
cuchas? ¿En qué creo y en qué no creo? ¿Cómo me veo? Haz un collage con
los materiales que tengas a la mano: fotos, recortes, telas, palabras, imágenes,
colores, etc., sobre tu identidad en esta etapa de tu vida y en este momento
de tu comunidad e interprétalo con el resto del grupo.

Página 34 INTERCULTURALIDAD
Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

Ya hemos visto el carácter multicultural que tiene nuestro barrio.


Somos diversas y diversos por nuestros orígenes, formas de pensar y relacio-
narnos; así mismo por las relaciones que el sistema ha implantado desde el co-
lonialismo y el neocolonialismo en el cual nuestro rechazo a lo “diferente” se
manifiesta en términos de relaciones de poder, es decir, “quien es más que la
otra o el otro”.

El poder es una manifestación colectiva de fuerza y lo reconocemos


como un potencial para hacernos valer, para luchar. Sin embargo, como lo vimos
anteriormente, a lo largo de la historia los hombres y las mujeres en sus relacio-
nes no han tenido el mismo espacio de poder para actuar y decidir. Tampoco las
y los niños, las personas pobres, con alguna discapacidad o de una procedencia
específica, como ser afrodescendiente o indígena o de una preferencia sexual
determinada.

No hay entonces un acceso equitativo de los grupos vulnerables a los


espacios de decisión y a los recursos disponibles, lo cual genera una desigualdad
que no les garantiza una forma digna de vivir en las comunidades. ¿Nos parece
justo esto? ¿Nos estamos dando cuenta de esto? ¿Estaremos legitimando la des-
igualdad con discriminaciones y exclusiones entre nosotros mismos?

Exploraremos los tres principales sistemas de dominación que han


definido estas asimetrías en el uso del poder generando en lo cotidiano actitudes
machistas, racistas y clasistas: veamos su origen, su intención y cómo pervive en-
tre nosotras y nosotros en el día a día a través de las intolerancias y prejuicios.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 35


Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

El Patriarcado

Es una de las ideologías más antiguas y extendida en todas las culturas


que determina la desigualdad de género; es decir, las relaciones asimétricas entre
hombres y mujeres, tomando el sexo biológico como excusa. Se fundamenta en la
idea de autoridad y liderazgo del varón, en la que se da el predominio del marido
sobre la esposa, del padre sobre la madre y los hijos e hijas, y de la línea de descen-
dencia paterna sobre la materna.

Desde este, se concibe un sistema económico como el Capitalismo que


se sustenta en valores masculinos como la expansión, la producción, competitivi-
dad, el poder individual, la propiedad privada y la expropiación de lo ajeno para
defender su propio y “único” poder. Por ejemplo, la intención de dominar los
cuerpos, la sexualidad y el poder reproductor de las mujeres, se fundamentó en la
necesidad de controlar a los hijos como herederos de los bienes y posesiones ma-
teriales, como mano de obra para generar dinero y para pelear las guerras que per-
mitirían continuar la invasión de territorios y pueblos característica del Patriarcado.
Por eso en varias culturas las hijas no son valoradas como los hijos varones.

Desde este sistema social, sólo es importante producir y trabajar donde


se gane dinero. Por lo tanto, el trabajo doméstico, asignado a las mujeres, no es
valorado. Sin embargo, estas tareas utilizan más del doble del tiempo que los tra-
bajos con sueldo. Por cada hombre pobre en el mundo existen 3,5 mujeres pobres,
lo que se denomina “feminización de la pobreza”. Igualmente, se entiende como
decreto natural que el trabajo doméstico no es propio del hombre por lo que este
último se cobija bajo este dogma para hacerse servir por la mujer, sea esta madre,
abuela, esposa, pareja, hermana, compañera de trabajo, amiga, hija, etc.

Página 36 INTERCULTURALIDAD
Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

Un ejemplo de cómo se refleja en el día a día la discriminación de


género (por la visión que impone el patriarcado) y la discriminación por clase
(por la concepción de la economía capitalista) es el hecho de que los que per-
manecen más tiempo en el espacio comunitario del barrio y el hogar, mante-
niendo, cuidando o conciliando, son los que se consideran tradicionalmente la
población “económicamente inactiva”: las mujeres, los niños y niñas, las per-
sonas de la tercera edad.6 Cuando las mujeres salen a trabajar, siguen ganando
menos que los hombres que hacen el mismo trabajo. Muchas mujeres deciden
migrar a otros países para escapar a esta situación de limitación económica y se
topan con otras discriminaciones por ser extranjera y mujer7. Otras caen en las
redes de la trata humana y la esclavitud sexual: el cuerpo femenino se explota
y se comercializa.

Las mujeres para subsistir deben cumplir con muchas jornadas de


trabajo: el trabajo remunerado, la jornada doméstica invisible, la jornada de
estudios y la jornada de trabajo comunitario. Así mismo, las mujeres cuidan y
atienden, pero no se pueden dar el lujo de ser atendidas o disfrutar el derecho
a la salud que es uno de los más vulnerados.

Las mujeres son las que sostienen las redes sociales y las organiza-
ciones como los consejos comunales, aunque no estén en los puestos
de mando y no sean reconocidas o participen en los espacios pú-
blicos. Y cuando en cualquier espacio público o doméstico
hacen valer su voz pueden ser descalificadas con frases
que la tildan “sin oficio”, “chismosas” o “cuaimas”.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 37


Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

Desafortunadamente mujeres y hombres seguimos reproduciendo la


mentalidad patriarcal en lo cotidiano. Esa misma que desde chiquitas enseñó
intencionalmente a las mujeres a sentir rivalidad por lo otra y no solidaridad,
mientras que a los hombres les enseñó a ser aliados, pues es una manera de
mantener el poder masculino; no es culpa de ellas.

Así mismo, hace creer a los hombres que las mujeres (esposas, hijas,
hermanas y madres) son su propiedad, como todas las otras mercancías que
produce el capitalismo, y por eso pueden decidir sobre ellas. Por eso un hombre
no insulta directamente a otro hombre, sino que se mete con su hermana o su
mamá, es decir con su “posesión” ¿no te suena familiar?

Y no se trata de culpar a los hombres, pues se trata de una mentalidad


que se ha impuesto y adoptado por toda la sociedad. Aunque ellos tengan un
privilegio, también son víctimas de otras violencias del sistema: como se les
enseña desde chiquitos a ser “machos”, se les niega también la posibilidad de
resolver de otra manera los problemas que a través de la violencia. Esto no
sólo ha generado una pandemia de violencia de ellos hacia las mujeres, niños
y niñas, sino una violencia callejera en la que se asesinan mutuamente muchos
de nuestros hombres jóvenes y caen otras víctimas, pues se trata de demostrar
“quien puede más”.

Otras formas en la que los hombres se ven afectados son por los pro-
blemas de alcoholismo, accidentes de tránsito y sexo inseguro, pues el modelo
patriarcal presiona a los hombres a “demostrar” su virilidad a través de acciones
desmedidas e irresponsables de “hombría”.

Página 38 INTERCULTURALIDAD
Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

También se determina la discriminación hacia los homosexuales, les-


bianas, travestís y transexuales, pues no “cumplen” con el modelo de hombre y
mujer que impone el patriarcado, e incluso nos hace creer que son enfermedades
y no decisiones propias de ser y estar.

¿Puedes identificar algunas de estas situaciones y actitudes en ti, tu


familia o tu calle?

El Colonialismo y neocolonialismo
Este proceso histórico -el cual se mantiene social y económicamente,
pero más mentalmente en lo que podemos llamar neo-colonialismo-, comenzó
hace más de 500 años con la invasión europea del continente americano, antes
llamado, entre otros nombres, Abia Yala, determinó la desigualdad social, es
decir, las relaciones desiguales entre pueblos con diferentes culturas y valores so-
ciales, tomando el color de la piel (la base de comparación era el blanco español)
y los rasgos físicos como excusa para la discriminación.

No era fácil justificar la invasión de un continente o la violencia y


destierro de un pueblo entero. La conquista y colonización, que iniciaron los
españoles desde la invasión de Cristóbal Colón, inventó el Racismo como ideo-
logía y práctica, para implantar la creencia de que existía una inferioridad racial
basada en las diferencias culturales y, sobre todo externas, de las personas que
era necesario explotar.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 39


Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

Una vez que la expansión europea logra el genocidio amerindio, fue a


costa de la llamada trata negrera, que saqueó, trajo a la fuerza y esclavizó por 300
años a un gran número de personas africanas y sus descendientes, que se pudo
desarrollar el sistema capitalista como forma de economía mundial, pues este
se fundamenta en producir al máximo con la mínima inversión, o incluso con
ninguna explotando los brazos de otras y otros.

Seamos conscientes de cómo el racismo se ha mantenido vivo a lo lar-


go de todos estos siglos: en un momento justificó la colonización, el genocidio y
el destierro de dos pueblos, y a lo largo de nuestra historia, lo han interiorizado
todas las instituciones de la sociedad, los espacios sociales, y sobre todo nuestra
familia y cada una y uno de nosotros sin muchas conciencia de ello.

Desafortunadamente, una forma para que este sistema de dominación


se mantuviera hasta hoy, fue enseñarnos a ser nuestros propios domadores y
domadoras: por eso nos rechazamos o rechazamos a quien no cumpla con el pa-
trón de “belleza” impuesto. Y allí son las mujeres con rasgos afrodescendientes
e indígenas quienes más sufren la exclusión.

Rechazarnos también puede ser un mecanismo de defensa para no


identificarnos con lo que es despreciado y, asumir en cambio, las imágenes falsas
que son “aceptadas” socialmente. Seguimos creyendo que debemos depender de
la aprobación de las y los otros y no de la nuestra. Por ejemplo, las características
físicas de las y los afrodescendientes, resultan ser en su mayoría negativos: el
cabello se considera “pelo malo”, la nariz achatada como “ancha y fea”, el color
de la piel como “negra”, lo cual se asocia a todo lo malo, nos tienes boca sino

Página 40 INTERCULTURALIDAD
Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

“bemba”, y así vamos viendo que el cuerpo se va negando y anulando. ¿Cómo


puede sentirse diariamente una persona así? ¿Y cómo puede sentirse una co-
munidad en las que unos y otras compartimos algunos de estos rasgos físicos?
Recordemos de donde vinieron nuestras abuelas y abuelos.

Alísate ese pelo, habla bien, no me pongas a tirar flechas, me negrea-


ron, te caribearon, mujer tenía que ser, indio comido, indio ido, negro con bata
chichero, que tierrúo, todos somos iguales: preguntémonos por qué seguimos di-
ciendo frases o echando (y riéndonos de) chistes racistas, mandando a nuestras y
nuestros hijos e hijas a mejorar la “raza”, somos esclavas de un desriz para tener
una “buena apariencia”, seguimos pensando que las “negras” y los “negros” son
flojos, feos, mal educadas, deshonestos, buenos para el sexo y delincuentes.

Peor aún es que seguimos negando el racismo bajo el lema “somos to-
dos iguales” que profesa el discurso del mestizaje, a pesar de que discriminamos,
somos discriminadas y discriminados y nos autorechazamos por nuestros rasgos
físicos y color de piel. Esto esconde las consecuencias que tiene el racismo sobre
nuestra valoración y organización social, con un gran costo personal pues nos
negamos a favor de imágenes ficticias que nada tienen que ver con nosotros y
nosotras. Otra discriminación aunada al machismo que debemos erradicar en
nuestras relaciones y forma de auto-percibirnos.

Una forma de exclusión relacionada al racismo es la xenofobia, que es


el recelo y rechazo contra las y los extranjeros o, en general, contra los grupos di-
ferentes, o contra personas cuya fisonomía social, política y cultural es diferente.
Ocurre por lo general hacia las y los colombianos que han decidido establecerse

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 41


Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

en varios sectores de Petare. Pero también somos xenofóbicos contra nosotros


mismos al considerar algunos tipos foráneos como los norteamericanos o grin-
gos como seres admirables físicamente y superiores a nosotros, por eso nos
teñimos los cabellos de amarillo y nos colocamos lentes de contacto azules.

No dejamos de ver con desconfianza a un grupo de personas que


decidieron venir desde sus países por diversas razones, e incluso por situaciones
limitadas y forzadas en su tierra natal. El rechazo puede ser mutuo entre personas
venezolanas y colombianas, por ejemplo, pero, si hay voluntad política de ambos
para comprendernos en nuestras necesidades, deseos y luchas, definitivamente
se puede impulsar la vida de comunidad.

Entonces el racismo y la xenofobia ante la presencia de lo “extraño


y diverso” no es algo instintivo o biológico, sino que es una actitud aprendida,
una creencia ideológica un comportamiento cultural histórico que sustentó y
sustenta al capitalismo8. En consecuencia, siempre es posible otra educación
para erradicarlos de nuestras instituciones, familias y relaciones diarias.

El Capitalismo

Este sistema económico le pone valor monetario a lo humano y,


por lo tanto, determina una desigualdad de clase entre los que tienen riquezas
económicas y los que tienen menos recursos; obviamente con la desventaja para
las y los más pobres.

Página 42 INTERCULTURALIDAD
Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

El capitalismo nos impulsa a estar atentos y atentas de las mercancías,


no por su utilidad, sino por la imagen que nos dan. Cuando vemos a una figura
“famosa” con un reloj o unos zapatos, lo que queremos es tener el prestigio de
ellos y no los objetos que venden.

Las grandes empresas capitalista utiliza los medios de comunicación


para hacernos creer que sólo consumiendo unos determinados productos, vis-
tiéndonos de una manera, pareciéndonos a las y los modelos, escuchando una
música y comportándonos de una manera podemos ser aceptadas y aceptados.
Creemos que se nos abren las “puertas socialmente” por tener algo que da un
prestigio en la sociedad. Para el sistema capitalista hay que “parecer” y no “ser”.
Pero contradictoriamente, el mismo capitalismo no nos permite tener el dinero y
el acceso a lo que nos vende, y eso crea conflictos personales en las y los jóvenes
quienes se pueden sentir “menos” por no tener este mundo ilusorio que nos
ofrece el consumismo desmedido (y del cual se mantiene el capitalismo).

Desde esta visión excluyente y clasista los barrios han sido señala-
dos como la vergüenza de la ciudad, imposible de esconder y sus
habitantes acusados no sólo de pobres, sino de “delin-
cuentes”, lo que por mucho tiempo significó que
pertenecer a un barrio era un asunto que ocultar y
sentir vergüenza.

Ocurre que en el mismo barrio algunas


personas no quieren ser asociadas al mismo, hacen
lo posible por tener y aparentar ante los demás, gene-

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 43


Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

rando discriminaciones de clase en la misma comunidad. Por ejemplo, cuando se


van estableciendo nuevas personas y familias con menos recursos en las zonas,
más altas y apartadas, las personas asentadas por más tiempo pueden discri-
minarles por ser nuevos y traer “malos” hábitos y costumbres, olvidando que
probablemente sus padres, madres y abuelos llegaron en las mismas condiciones
económicas limitadas o cuando logran mejorar la construcción de sus casas e
inmediatamente se sienten de otra clase social.

Ya vimos sobre qué valores se fundamenta y cómo se relaciona con el


patriarcado y el racismo, por lo tanto, el capitalismo convierte en más vulnera-
bles a los que no se consideran “productivos” (niños, niñas y adultos mayores),
a las que se consideran propiedad (las mujeres) y los que no cumplen con el pa-
trón físico de aceptación social (las y los afrodescendientes y pueblos indígenas).
¿Será casual entonces que sean estos los sectores más pobres?

Finalmente, pero no menos importante, el capitalismo genera unos


patrones de consumo que nos hace comprar y acumular objetos y mercancías
(que muchas veces no necesitamos realmente) que para ser producidas, gastan
enormes montos de energía y recursos no renovables y, a su vez, generan una
gran cantidad de desechos que no pueden reutilizarse ni reciclarse. Veamos
cuan rápido crece la montaña de desechos en cada una de las esquinas de la
comunidad.

¿A dónde va toda esa basura? ¿Cómo contrarrestar los patrones de


consumo impuestos? ¿No sería mejor comprar y usar sólo lo necesario antes
de hacerle caso al televisor sobre qué marca y qué producto usar? Eso se llama

Página 44 INTERCULTURALIDAD
Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

preciclar (si, comienza con p), es decir, evitar adquirir lo que tarde o temprano
se convertirá en unos desechos que mínimamente se podrán reciclar, pues ter-
minarán en algún botadero saturado, contaminante del medio y generador de
enfermedades.

No dejarnos llevar por el consumismo nos remite a la necesidad de


vivir bajo condiciones de igualdad que requiere que nosotros y nosotras, como
sujetos políticos, tomemos decisiones personales sobre nuestras formas de con-
sumo y modo de vida.

Ahora revisemos los factores comunes sobre los que se sustentan es-
tos tres sistemas de poder:

■ La negación al derecho de la diferencia; es decir, de la equidad. Lo que


le toca a cada quien según sus necesidades.

■ La negación de la igualdad social; es decir, que siendo todas y todos


diferentes debemos tener los mismos derechos y la misma participación en la
toma de decisiones y accesos a los recursos.

■ Lo anterior se fundamente en Mitos; es decir, ideas que no se basan en


la realidad, sino en intenciones de poder para justificar un dominio. De allí, la
creación de valores sociales que estiman más las condiciones de unos (hombres,
blancos y ricos) basados en la inferiorización y dominación de los otros y otras
(mujeres, no blancos y pobres).

■ Los prejuicios que generan estos tres sistemas de dominación siguen


vivos, se vinculan y los repetimos a diario entre nosotras y nosotros mismos,

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 45


Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

especialmente en el núcleo familiar. Estas discriminaciones se mantienen encu-


biertas en el lenguaje y formas de relación cotidianas. Reproducir estos discursos
y acciones es reproducir nuestra propia sumisión.

Ejercicios

1) Arco iris de color y Arco iris gris: en un inicio preparemos


pequeñas fichas de tantos colores como grupos queramos conformar.
Hacemos un círculo y una persona pondrá en nuestras frentes las diversas
fichas con un poco de cinta plástica (puede ser pintado también).

Los colores deberán estar dispersos en el grupo. A la señal,


abrimos los ojos: debemos juntarnos los del mismo color sin hablar, sólo
con gestos y mímicas, y sin ver el color que se nos asignó a cada una y
uno. Una vez conformados los grupos, podemos discutir sobre cómo nos
sentimos una vez que encontramos nuestro color ¿Fue fácil comenzar a
juntarnos sin hablar? ¿Qué dificultó o facilitó la cooperación?

Ahora volvamos a hacer un círculo, pero esta vez habrán mu-


chas más fichas de un color, muy pocas de uno u otro color y su número
será inferior al del número de participantes, de manera que algunas y
algunos no tendrán fichas asignadas.

Página 46 INTERCULTURALIDAD
Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
notas

¿Qué diferencia hubo con relación a la dinámica anterior?

¿Cómo nos sentimos como grupo con menos oportunidades?

¿Cómo nos sentimos al ver que había gente que no pertenecía


a ningún grupo?

¿Cómo nos sentimos no perteneciendo a ningún grupo?

¿Qué nos dice esta dinámica sobre discriminar y sentirse discri-


minada o discriminado?

2) El reloj del género. Se separa el grupo entre hombres y mu-


jeres. Ambos dibujan un círculo que asemeje a un reloj en una hoja en
blanco. Allí tanto hombres como mujeres dividirán su tiempo en cada una
de las actividades cotidianas del día a día con la hora aproximada. Una
vez terminado, comparen entre ambos grupos para ver en qué ocupan
el tiempo los hombres y las mujeres. ¿Tienen la misma carga de respon-
sabilidades? ¿Qué evidencia la forma de utilizar el tiempo de hombres y
mujeres?

3) Discute en grupo las siguientes lecturas y como se relacionan


con los sistemas de dominación expuestos anteriormente:

El Diablo es pobre

En las ciudades de nuestros tiempos, inmensas cárceles que


encierran a los prisioneros del miedo, las fortalezas dicen ser casas y las

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 47


Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

armaduras ser trajes.Estado de sitio. No se distraiga, no baje la guardia,


no se confíe.

Los amos del mundo dan la voz de alarma. Ellos, que impune-
mente violan la naturaleza, secuestran países, roban salarios y asesinan
gentíos, nos advierten: cuidado. Los peligrosos asechan, agazapados en
los suburbios miserables, mordiendo envidias, tragando rencores.

Los pobres: los pelagatos, los muertos de las guerras, los presos
de las cárceles, los brazos disponibles, los brazos desechables.

El hambre que mata callando, mata a los callados. Los expertos,


los pobrólogos, hablan por ellos. Nos cuentan en qué no trabajan, qué
no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no
piensan, qué no votan, en qué no creen.

Sólo nos falta saber porqué los pobres son pobres. ¿Será porque
su hambre nos alimenta y su desnudez nos viste?

Eduardo Galeano
Extracto de el libro Espejos

Página 48 INTERCULTURALIDAD
Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad

3) Discute en grupo las siguientes lecturas y como se relacionan


con los sistemas de dominación expuestos anteriormente:

En la casa, la violencia es vista como algo natural, necesario. El


padre le grita y le pega a la madre, la madre le grita y le pega a los hijos y a las
hijas, las hijas e hijos mayores gritan y golpean a sus hermanos y hermanas
más pequeñas, y los más pequeños apalean al perro y salen a la calle a matar
pájaros a pedradas... Generación tras generación, cada uno de los eslabones
se engarza con el otro en una cadena sin fin. El eslabón más débil siempre ha
sido y continúa siendo el de las niñas y el de las mujeres.

María López Vigil9

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 49


La interculturalidad como forma
de vivir: ¿qué queremos ser?

Asumir una actitud que apunte hacia la diversidad cultural como


forma de relacionarnos supone reconocer los prejuicios y límites de nuestras
propias creencias y asunciones.

Mira a tu vecino o vecina de enfrente: ¿y si nos detuviéramos en


observar el origen de sus creencias?, ¿si conociéramos mejor su modo de
vivir y el motivo de su actuar? Tendríamos algo más que información intere-
sante sobre su cultura: tendríamos una opción de vivir que no sólo ayudaría
a nuestras familias sino a la comunidad en general.

Ya sabemos que las diferencias culturales entre los seres humanos


son la forma como se ha constituido el mundo y que nuestras diversas iden-
tidades son valiosas si es una decisión propia y derribamos las concepciones
sexistas, racistas y clasistas que ya exploramos. Para ello, podemos pregun-
tarnos por cuál tipo de realidad estamos apostando, es decir, cómo queremos
ser y relacionarnos en el barrio, ahora que ya conocemos los orígenes y el
porqué de las discriminaciones y las desigualdades para no seguir reprodu-
ciéndolas a diario. Esto es lo que propone la interculturalidad como forma
de vida: ser igualmente diferentes en la convivencia diaria. No hacer nada
y tener una actitud de indiferencia ante lo “distinto”, supone mantener las
desventajas y, por tanto, lleva a fomentar las desigualdades sociales entre las
personas. Sin embargo, antes de profundizar en esta propuesta vamos a ver
qué no es interculturalidad, en tanto hay distintas formas de abordar la di-
versidad que pueden ser tramposas y no constituyen un verdadero encuentro
e intercambio humano.

Página 50 INTERCULTURALIDAD
La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas

Marginación: Supone crear espacios y tiempos distintos para


“excluir” a los y las diferentes. Acentúa las diferencias desde las desven-
tajas. No es “políticamente honesto” desde una óptica de derechos ni es
constitucional. Es el caso de lo que ocurrió por mucho tiempo en Sudáfrica
con el Apartheid, en Estados Unidos con la segregación de legal de los afro-
norteamericanos hasta los años 60 del siglo XX, en la India con el sistema
de castas y en nuestros países latinoamericanos en la colonia con la divi-
sión de “colores y castas” (que todavía socialmente se mantiene, aunque no
legalmente).

Asimilación: supone que todos y todas accedan a los mismos


recursos, pero desafortunadamente se le exige al que va a ser asimilado o
asimilada, la renuncia a la propia cultura: “o te pareces a nosotros o te quedas
afuera”. Se mantienen los estereotipos negativos y terminan manteniéndose
las diferencias. Otra frase que refleja este proceso es “esfuérzate un poco
más y serás como nosotros”.

En nuestro país esta forma de abordar la diversidad


es muy común, se le ha llamado incluso “racismo de asimi-
lación”, que es aquel que hace que las personas distintas del
patrón socialmente aceptado se disuelvan en el “nosotros
mestizo”, ocultando las barreras raciales y negando la
diversidad.

Del mismo modo, la “asimilación” se confun-


de tramposamente con la llamada “integración” la cual,

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 51


La interculturalidad como forma
de vivir: ¿qué queremos ser?

al contrario, propone la unión respetuosa manteniendo y reafirmando social-


mente los aspectos específicos de cada grupo.10 Preferimos seguir hablando de
interculturalidad.

Multiculturalismo: el multiculturalismo nos remite a la existencia de


pluralidad de prácticas y saberes culturales. Sin embargo, como corriente ideoló-
gica surgida en Estados Unidos y Europa donde existen sociedades muy estra-
tificadas y segregadas, plantea el respeto por las diferencias pero la interrelación
entre distintos ya sabemos que se da en condiciones de marcada desigualdad.

Aunque supone un avance el reconocer la diversidad cultural en un


país, no satisface todas las exigencias de una sociedad abierta a la diversidad
como supone la democracia. Un peligro del multiculturalismo que favorece un
“relativismo cultural”, que puede justificar prácticas culturales que atentan con-
tra los derechos humanos, por lo que a veces decimos “bueno, esa es su cultura,
que podemos hacer”, sin tomar en cuenta que hay costumbres y tradiciones ante
las que debemos estas atentas y atentos.

No es casualidad que la mayoría de las peticiones de “respeto cultural”


hacia otras culturas tiene que ver con las cuestiones relacionadas al control de
las mujeres y las niñas: muchas de estas prácticas se traducen en su bajo recono-
cimiento social y límites a su estilo de vida, muchas veces porque éstas quedan
ligadas a la esfera privada (recuerden que el patriarcado tiene su expresión en
todas las culturas, incluso en las más tradicionales).

Esta subordinación de las mujeres se puede expresar en aislamiento,


venta como propiedad, ocultamiento del cuerpo y mutilación que se conservan

Página 52 INTERCULTURALIDAD
La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas

en las prácticas culturales reservada a ellas: canciones, rezos, comidas, costum-


bres y ritos familiares. Por ello María J. Guerra P. plantea que la idea que propone
el multiculturalismo de “te respeto, pero tu allá y yo acá” lo que hace es revigo-
rizar y relegitimar el patriarcado.11

La misma autora sostiene que reconocer, respetar y sensibilizarse hacia


la diversidad o lo diferente a nuestra cultura no debe impedir una visión crítica y
el señalamiento de las discriminaciones hacia las mujeres, niños, niñas, ancianos
y personas con discapacidad, no debe ser visto como ofensa cultural; de allí, el
intercambio crítico y el autoaprendizaje para enriquecer de justicia social cada
una de nuestras culturas.

Las demandas de justicia, equidad, respeto y dignidad de los grupos


vulnerables de cada cultura son lo suficientemente parecidas para construir un
espacio de transformación común de las tradiciones culturales que no atienden
a éstos principios.12

Así mismo, los fundamentos del multiculturalismo como forma de


abordar la diversidad puede generar un nuevo racismo más peligroso y sutil que
el tradicional: evitar que vengan o nos mezclemos con “los otros y otras” supone
mantenerles apartadas y apartados, es decir, por respeto no se ven las desigualda-
des sociales de los y las que están en desventajas y nada cambia de fondo.

En contraposición a lo que hemos visto en este capítulo, la intercultu-


ralidad es una respuesta política a la necesaria unión de personas y grupos cultu-
rales. El prefijo inter significa relación entre: por eso, desde la interdependencia
y diálogo de saberes explora cómo las culturas y personas distintas pueden

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 53


La interculturalidad como forma
de vivir: ¿qué queremos ser?

complementarse, enseñarse cosas mutuamente, hacerse críticas constructivas


recíprocas y buscar las mejores condiciones de su propio desarrollo.

Así mismo propone que13:

■ Exista un espacio y tiempo común para todas las culturas, es decir, fa-
vorece no sólo el contacto, sino también el encuentro en igualdad sin temor al
cambio que se pueda producir.

■ Incide en las discriminaciones personales, familiares e institucionales de


un conjunto social como el barrio.

■ Promueve el conocimiento de las distintas culturas que conviven acep-


tando las diferencias culturales como diversidad cultural, fortaleza humana.

■ Tiene una visión crítica de las culturas, en la que acepta la cultura pero
puede rechazar y luchar contra algunas de sus instituciones (marginación de mu-
jeres y ancianos, maltrato a animales en juegos y corridas, infanticidio, etc.)

■ Favorece a la toma de conciencia de un mundo dependiente, accediendo


a claves de desigualdad económica y a la necesidad de superar las desventajas.

■ Enseña a afrontar los conflictos, no negando el conflicto, que existe y es


real, pero estimando que puede ser motor del cambio.

■ Los destinatarios y destinatarias de la interculturalidad somos todos y


todas. Debe cuestionar los contenidos y sobretodo los valores que promueve:
comprensión, cooperación, solidaridad, justicia social, igualdad, generosidad,

Página 54 INTERCULTURALIDAD
La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas

honestidad, autocrítica y reconocimiento (para cuestionarnos a nosotras y no-


sotros mismos).

En este sentido, la interculturalidad es fundamental para la construc-


ción de una verdadera sociedad democrática, puesto que las personas de las
diferentes culturas que por ella se rijan, acordarán en encontrarse, conocerse y
comprenderse con miras a hacer un proyecto político común a largo plazo, lo
que supone la construcción de nuestro propio socialismo. ¿Lo vez posible?14

Cómo se forman los estereotipos

Los estereotipos son la principal forma de deformar o simplificar la


comunicación a través de imágenes preconcebidas y compartidas que tenemos
de las personas con características comunes, que como ya hemos visto pueden
ser de sexo, de color de piel o clase social.

Algunos ejemplos de estereotipos: en los barrios sólo hay maleantes y


gente floja, las y los colombianos son unos vivos o los homosexuales son unos
enfermos.

Las principales características de los estereotipos:

■ Suelen tener carácter negativo y se transmiten de generación en


generación.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 55


La interculturalidad como forma
de vivir: ¿qué queremos ser?

■ Llegan a determinar aquellas conductas que se esperan tengan las per-


sonas a las que se aplican.

■ Resistentes al cambio. Son generales y miden con la misma regla a cul-


turas llenas de matices.

■ Sirven para llenar espacios olvidados en nuestra memoria


(Generalización).

■ Son fáciles de recordar, precisamente por su carácter general.

Estas imágenes mentales sirven sobre todo para mantener a toda costa
mi sistema de creencias. Por eso exageramos o inventamos las diferencias de
las y los otros. Por ejemplo, si vemos a un joven con rasgos afrodescendientes
haciendo algo indebido en una esquina, tenderemos a consolidar el estereotipo
de “todos los negros son delincuentes”; es decir, metemos en un “saco” a todos
los que asociamos con lo afro. Y así ocurre con las mujeres, los homosexuales,
los mayores, las niñas y niños, y los que viven en el barrio.

Al mismo tiempo, pasa que los estereotipos orientan nuestras expec-


tativas sobre las y los otros: si otro joven con rasgos afro aparece frente a mí, lo
que espero de él es algo malo. Si no hizo lo “malo” que yo esperaba, pensamos
que lo hará en otro momento. Trataremos de justificar e interpretar lo que nos
confirme lo que “esperamos” de cualquier joven afrodescendiente según el este-
reotipo que manejamos de él.

Más grave aún es que, las personas que somos percibidas a través de
los estereotipos (en los cuales caemos casi todas y todos), tenemos la tendencia

Página 56 INTERCULTURALIDAD
La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas

de actuar de forma que respondamos a las expectativas que creemos tienen las
y los demás de nosotros: cómo “debe” comportarse una mujer, una joven afro-
descendiente de un barrio, un homosexual o una lesbiana, etc. Y caemos en un
círculo vicioso que mantiene las falsas impresiones sustentadoras de desigualda-
des y discriminaciones.

Tratemos entonces de caer en cuenta cuándo esteriotipamos y ac-


tuamos según un estereotipo que nos asignan. Comprendamos lo compleja y
poderosa que puede ser nuestra cultura y la identidad que he decidido construir
para liberarnos de esos prejuicios. Veamos a las otras culturas y personas como
otras posibles “respuestas” a las preguntas que me planteo, al revelarse aquello
que la otra cultura tiene en común con la mía, por ejemplo, la formación de una
cultura antidiscriminatoria, no excluyente.

Desde esta actitud puede llenarse un vacío o una posibilidad que silen-
ciosamente persistía en mi propia cultura; es decir, más allá de las diferencias, es
el principio para comprender cualquier elemento y darnos cuenta cómo lo hacen
ellos y ellas. Lo que supone también lo inverso…15

Ejercicios:

1) ¿Qué le toca a cada quien? Recorta figuras de revistas y


periódicos de distintos rasgos físicos y colores de piel, hombres y mujeres,
niños y niñas. Así mismo, recorta diversos objetos como herramientas, libros,
artefactos, accesorios, cosas comunes (dinero, celulares, llaves, zapatos, etc.).
Una vez recortadas y dispuestas en una mesa, asígnale uno, varios o ningún

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 57


La interculturalidad como forma
de vivir: ¿qué queremos ser?

objeto a cada una de las figuras humanas. Discute con tus compañeras y com-
pañeros por qué asignaste cada objeto a cada persona a partir de lo expuesto
en este capítulo sobre los estereotipos sexistas, racistas y clasistas.

2) Lee y discute el cuento La otra orilla.

¿Cómo podemos relacionarlo a la forma en que vemos a las y los


demás en la comunidad?

¿Por qué sentimos miedo ante lo diferente?

¿Cómo nos sentimos cuando nos damos cuenta de que somos per-
sonas distintas y también muy parecidas?

¿Cómo podemos construir “puentes” para unir las dos orillas que
puede ser cualquier barrio, esquina, calle u hogar?

La otra orilla
El río suena días y noche con su murmullo de piedras.
Esta es nuestra orilla. Mi madre canta mientras trabaja y su voz de oye sobre el
rumor del río.
En la otra orilla, hay un poblado lejano.
Dicen que allí la gente es distinta, que comen comidas raras,
que nunca se peinan, que son vagos y bochincheros.
Está prohibido cruzar el río.

Página 58 INTERCULTURALIDAD
La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas

-No debes ir nunca a la otra orilla- ordena mi padre.


-No lo mires- dice mi madre-. Son distintos.
Yo escucho mientras peino mi pelo liso con mi peineta de hueso.
Y los de la otra orilla, ¿qué dirán de nosotros?
Un día, un niño de allá me hizo señas.
Yo miré hacia otro lado. Pero él siguió allí.
Finalmente, yo también levanté los brazos para saludarlo.
Alcancé a ver que sonreía. No sé porqué, yo también sonreí.
Al día siguiente, muy temprano, fui a la otra orilla del río
y me encontré con una sorpresa.
Allá, en la otra orilla, divisé a mi amigo.
Tenía en la mano una larga cuerda que atravesaba el río.
Poco a poco se acortó la distancia que nos separaba.
El corazón me latía dum, dum, dum
De pronto, el sol desapareció;
se encresparon las aguas y un rayo iluminó el cielo.
Retumbaron truenos a los lejos. Sentí miedo y me acurruqué.
Cuando llegué a la otra orilla, mi amigo me ayudó a bajar.
Sus manos estaban muy tibias.
Luego, me guareció bajo su pañolón y corrimos bajo la lluvia.
Su familia nos esperaba. Eran muy raros: rubios y despeinados,
vestidos de muchos colores.

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 59


La interculturalidad como forma
de vivir: ¿qué queremos ser?

Hablaban gritando y todos al mismo tiempo.


Quise regresar…Pero en ese momento sentí un olor delicioso:
Un olor a pan recién sacado del horno.
¡era el mismo olor del pan de mi casa!
La madre nos sirvió leche caliente y me pasó el frío que traía de afuera
El padre es pescador, como mi papá.
La abuela teje chales, como mi abuela.
Los chicos juegan con las piedras del río, como mi hermano.
Nos hicimos amigos. El es Nicolás y yo soy Graciela.
Somos distintos y también muy parecidos.
Es una amistad secreta, por ahora.
Pero los dos tenemos un sueño.
Cuando seamos grandes, construiremos un puente sobre el río.
Así, los de allá cruzarán a visitarnos,
los de acá iremos a verlos millones de veces y…
sobre el rumor del río se escucharán los saludos y las risas.

Marta Carrasco16

Página 60 INTERCULTURALIDAD
notas

1 Lombarda, Ángel (1992). “La identidad y la cultura liberadora”. En: Los no des-
cubiertos. Cátedra PíoTamayo/ CEHA/IIES/FACES/UVC. Caracas

2 Martínez López, María. Crítica y definición del concepto de desarrollo. Altermun-


do. En: http://www.margen.org/suscri/cuaderno/cuad05/critica.html

3 Ídem

4 Bansart, Andrés (2009). “Los círculos de la integración, desde el barrio hasta


Nuestra América” Caracas: ULAC ediciones.

5 La ataraxia es tranquilidad, serenidad e imperturbabilidad. Lo que disminuye la


angustia.

6 Martínez, Graciela (2004). “Dos faros sobre Montevideo y el Big Bang”. Tesis de
Maestría en Impactos Territoriales y Ambientales de la Globalización.

7 Carosio, Alba (2006). “Feminismo en el socialismo del siglo XXI”. En: http://
www.debatecultural.net/Observatorio/AlbaCarosio4.htm

8 Buezas, Tomás Calvo. La escuela, la inmigración y el racismo.


Madrid :Editorial Popular,

9 Ídem

10 (Castellanos, Sandoval y Manuel citado por Colmenares, 2004) Colmenares,


María M. (2004). “Exclusión social y diversidad racial y étnica en Venezuela: Temas claves
y acciones prioritarias por una sociedad visiblemente más justa”. Informe elaborado por el
Banco Mundial con aporte de consultores locales.

11 Guerra Palmero, María José (2000). “¿Servirá el multiculturalismo para revigori-


zar al patriarcado? Una apuesta por el feminismo global”. Leviatán, Nº 80

12 Ídem

13 Memorias, Derechos e Identidades. Pueblos Afroecuatorianos. 2008, Ipanc

ESCUELA DE FORMACIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Página 61


notas

14 ¿Qué entender por interculturalidad? Folleto: “Lecturas Complementarias”.


Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Instituto Superior La
Salle–Urubamba. En: http://www.cimarrones peru.org/interculturalida.htm

15 Ídem

16 Marta Carrasco (2007). “La otra orilla”. Caracas: Ediciones Ekaré

Página 62 INTERCULTURALIDAD

También podría gustarte