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Interculturalidad PDF
Interculturalidad PDF
Equipo de Coordinación
Cooperativa Educativa “Educación para la Transformación”:
Soraya El Achkar
Glenis Rodríguez
Mariana Paz
Esther Rojas
Editor
Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología
e Industias Intermedias
Corrección
Antonia Cipollone
Validación
Este material fue validado por personas de los consejos
comunales hacienda Las Marías, voceros de la comunidad
de las minas y calle las nieves, de la Casa comunal Guaicoco
de la parroquia Petare, municipio Sucre, con el propósito de
reconstruir los contenidos, adecuarlos a las prácticas concretas
de organización comunitaria y sistematizar un discurso colec-
tivo y compartido
Diseño Gráfico
Coordinación, diseño y diagramación
Tibisay Rojas
Diagramación
Beatriz Serra
Portadas
Ramón Blanco
NOTAS 61
Página INTERCULTURALIDAD
Prólogo
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La Escuela ha sido y seguirá siendo una hechura colectiva y es-
tamos muy agradecidos por el esfuerzo de tanta gente que hizo posible la
publicación de estos materiales educativos que, pretendemos, sean el inicio
de una larga trayectoria que nos coloque en el camino hacia la suprema
felicidad social.
Muy respetuosamente;
Jesse Chacón Escamillo
Ministro del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias
Intermedias.
Proponemos construir una visión que nos oriente hacia las claves para
tener la posibilidad de relacionarnos sin la limitación mediocre de la xenofobia y
sus variantes; sin la violencia que atenta contra nuestra integridad física o mental
y sin discriminaciones que deformen nuestra identidad, así como disfrutar el
placer de la riqueza que nos hace humanos y humanas diversos.
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(mudos), por ser indígena, gay (homosexual), indigente, campesino o campesina,
anciano o anciana, niña o niño, extranjero o extranjera.
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Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio
Eso significa ver nuestra historia personal y colectiva según las nece-
sidades de nuestro presente, es decir, estar conscientes de dónde estamos, qué
queremos y cuál es nuestra intención política. Es así como encontramos lo común,
lo que padecemos, pero, a su vez, lo que nos hace padecer como colectivo diverso.
No padece lo mismo quien no tiene un trabajo digno para superar sus necesidades,
que quién tiene una discapacidad que lo limita en su hacer, o quien es mujer con
bebes o quien tiene más de 40 años o quien es indigente, aquel o aquella que tiene
SIDA, quien es homosexual ¿ven? La desigualdad nos afecta a todos y todas,
pero a unos mucho más que a otros, por eso nuestras luchas deben
tomar en cuenta esas diferencias. En el barrio hay comités de
tierra, pero ¿tenemos la misma posibilidad de organizarnos para
luchar por nuestro derecho a la tierra que los hermanos y her-
manas indígenas de la Sierra de Perija, por ejemplo?1
Nos pasa que vivimos buena parte del tiempo haciendo suposicio-
nes sobre las otras personas, los otros consejos comunales, los otros sectores,
los otros barrios, sin darnos cuenta que más sano es entender nuestra reali-
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Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio
Eran las décadas de los 40, 50 y los 60 del siglo XX, las del llamado
boom petrolero, donde el país entregó la tierra a la burguesía para dedicarse
a la explotación del petróleo como principal fuente económica. También
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Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio
La cultura del petróleo nos hizo creer que éramos un país muy
rico y que cada uno podía acceder a parte de una riqueza y comodidad ilu-
soria. Esto sólo podía ser posible mudándose a las grandes ciudades, pues
además la tierra ya no era “rentable”, es lo mal llamado “progreso”. Por esta
razón muchas personas se mudaron a la capital. Sin embargo, el gobierno
de ese entonces no asumió las necesidades de las personas que inmigraban.
Tuvieron que construir sus propias viviendas y calles, luchar por conseguir
los servicios básicos y aprender a vivir en condiciones precarias.
Así fue como la organización entre las personas del barrio se dio
a partir de los intereses comunes para obtener los servicios de agua, luz,
vialidad y recolección de basura, lo que llevó a otras iniciativas sociales como
la construcción de la escuela, el ambulatorio, la cancha, las fiestas para los
niños y niñas y las celebraciones tradicionales venidas de diversas regiones
de Venezuela. Pero, está autenticidad de los barrios, se vio contaminada con
la necesidad impuesta del activismo de los partidos políticos de turno, para
poder obtener apenas unos beneficios muy precarios.
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en la práctica sean ellas quienes se encargan de esto. Por ejemplo, las tradiciones
culinarias son practicadas generalmente por las mujeres, por ser del espacio do-
méstico. Incluye asuntos tan fundamentales como las invenciones gastronómicas
creadas a raíz de las necesidades económicas y materiales y sus destrezas para
alimentar a la familia a través de generaciones enteras. En las cocinas se guardan
las historias más notables y sentidas que la tradición oral pasa a las hijas e hijos.
Pero al mismo tiempo, sigue siendo un espacio que reproduce los patrones,
prejuicios y creencias dominantes que definen el ser mujer desde un espacio al
que se le da poco valor. ¿Qué significa ser mujer, vistas estas condiciones?
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ello, los descendientes de cada pueblo mantienen vivas las formas de vida de sus
ancestros, sus lenguas y luchas.
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Una vez que sabemos que esta identidad ha sido aprendida, se trata de
desmontarla, hacernos respetar y decidir lo que queremos ser ante el mundo.
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Esta ilusión de progreso nos hace creer que vamos desde niveles cul-
turales, económicos y sociales poco evolucionados hacia niveles superiores cuya
cúspide es el modelo occidental eurocéntrico, más específicamente el mundo
anglosajón que tiene como mejor representante los patrones culturales y econó-
micos capitalistas de Estados Unidos. Por esto, es imprescindible desmontar esta
visión eurocéntrica de la cultura, que constituye cualquier tipo de actitud, ideo-
logía o enfoque histórico, que considera a Europa (y ahora a Estados Unidos) y
su cultura como centro y motor de toda la civilización humana. Por lo tanto, es
una visión que sólo concibe una forma de hacer y pensar la historia, excluyendo
cualquier otra experiencia cultural o forma de construirla.
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Como vimos en el texto anterior, nuestra historia como país está mar-
cada por procesos históricos como el arrase y desplazamiento de los pueblos
indígenas, y por la esclavización y destierro a través de la trata comercial de las
y los hermanos africanos y sus descendientes. Lo cual significó que cada pueblo
dominado impulsó luchas de cimarronaje (negros y negras insurgentes) y resis-
tencia, pues no hubo una actitud pasiva ante la opresión colonial.
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Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
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nacionales, es decir, ideas o imágenes falsas construidas bajo los intereses de los
que tienen el poder.
Una de los Mitos que más prevaleció fue “Venezuela es un país mes-
tizo donde todos somos iguales”, en el cual la mezcla de “blancos, indios y ne-
gros” se expresaban en una “democracia racial” más allá de toda discriminación.
Esta idea dio por mucho tiempo la imagen de una unión de “razas” equitativa
y armónica, que disfrazó las diferencias, las contradicciones, la exclusión, la po-
breza, los conflictos sociales y la violencia desde donde se dieron estas mezclas
interraciales. Recordemos que desde la colonia, las mujeres afrodescendientes e
indígenas eran abusadas sexualmente por los amos y colonos, y de allí se inicia el
mestizaje biológico producto de contactos forzados.
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Ejercicios
a) Todos somos café con leche. No hay diferencia social. Quien estudia,
llega. No estudia quien no quiere. Este es un país de oportunidades. Todos
somos hermanos. Aquí no hay prejuicio. Aquí no hay discriminación. Aquí
no hay distancias. Todo el mundo te trata de tú. Todos pueden hacerse ricos.
La gente está contenta con lo que tiene. Aquí no hay desigualdad. Los amos
quieren a sus esclavos como hijos. Los esclavos quieren como padres a sus
amos. El discurso del privilegio es igualitario.
podemos hablar. Los únicos que debemos hablar. Los únicos. El discurso del
privilegio monopoliza el privilegio del discurso.
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Pensarnos y sentirnos en plural: las múltiples
identidades sociales de nuestro barrio
3) ¿Con que te identificas tú? ¿Con qué forma de pensar? ¿Cómo usas tu
tiempo? ¿Cuáles son tus anhelos y deseos? ¿Cómo vistes? ¿Qué música es-
cuchas? ¿En qué creo y en qué no creo? ¿Cómo me veo? Haz un collage con
los materiales que tengas a la mano: fotos, recortes, telas, palabras, imágenes,
colores, etc., sobre tu identidad en esta etapa de tu vida y en este momento
de tu comunidad e interprétalo con el resto del grupo.
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Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
El Patriarcado
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Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
Las mujeres son las que sostienen las redes sociales y las organiza-
ciones como los consejos comunales, aunque no estén en los puestos
de mando y no sean reconocidas o participen en los espacios pú-
blicos. Y cuando en cualquier espacio público o doméstico
hacen valer su voz pueden ser descalificadas con frases
que la tildan “sin oficio”, “chismosas” o “cuaimas”.
Así mismo, hace creer a los hombres que las mujeres (esposas, hijas,
hermanas y madres) son su propiedad, como todas las otras mercancías que
produce el capitalismo, y por eso pueden decidir sobre ellas. Por eso un hombre
no insulta directamente a otro hombre, sino que se mete con su hermana o su
mamá, es decir con su “posesión” ¿no te suena familiar?
Otras formas en la que los hombres se ven afectados son por los pro-
blemas de alcoholismo, accidentes de tránsito y sexo inseguro, pues el modelo
patriarcal presiona a los hombres a “demostrar” su virilidad a través de acciones
desmedidas e irresponsables de “hombría”.
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Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
El Colonialismo y neocolonialismo
Este proceso histórico -el cual se mantiene social y económicamente,
pero más mentalmente en lo que podemos llamar neo-colonialismo-, comenzó
hace más de 500 años con la invasión europea del continente americano, antes
llamado, entre otros nombres, Abia Yala, determinó la desigualdad social, es
decir, las relaciones desiguales entre pueblos con diferentes culturas y valores so-
ciales, tomando el color de la piel (la base de comparación era el blanco español)
y los rasgos físicos como excusa para la discriminación.
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Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
Peor aún es que seguimos negando el racismo bajo el lema “somos to-
dos iguales” que profesa el discurso del mestizaje, a pesar de que discriminamos,
somos discriminadas y discriminados y nos autorechazamos por nuestros rasgos
físicos y color de piel. Esto esconde las consecuencias que tiene el racismo sobre
nuestra valoración y organización social, con un gran costo personal pues nos
negamos a favor de imágenes ficticias que nada tienen que ver con nosotros y
nosotras. Otra discriminación aunada al machismo que debemos erradicar en
nuestras relaciones y forma de auto-percibirnos.
El Capitalismo
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Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
Desde esta visión excluyente y clasista los barrios han sido señala-
dos como la vergüenza de la ciudad, imposible de esconder y sus
habitantes acusados no sólo de pobres, sino de “delin-
cuentes”, lo que por mucho tiempo significó que
pertenecer a un barrio era un asunto que ocultar y
sentir vergüenza.
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Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
preciclar (si, comienza con p), es decir, evitar adquirir lo que tarde o temprano
se convertirá en unos desechos que mínimamente se podrán reciclar, pues ter-
minarán en algún botadero saturado, contaminante del medio y generador de
enfermedades.
Ahora revisemos los factores comunes sobre los que se sustentan es-
tos tres sistemas de poder:
Ejercicios
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Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
notas
El Diablo es pobre
Los amos del mundo dan la voz de alarma. Ellos, que impune-
mente violan la naturaleza, secuestran países, roban salarios y asesinan
gentíos, nos advierten: cuidado. Los peligrosos asechan, agazapados en
los suburbios miserables, mordiendo envidias, tragando rencores.
Los pobres: los pelagatos, los muertos de las guerras, los presos
de las cárceles, los brazos disponibles, los brazos desechables.
Sólo nos falta saber porqué los pobres son pobres. ¿Será porque
su hambre nos alimenta y su desnudez nos viste?
Eduardo Galeano
Extracto de el libro Espejos
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Las relaciones de poder: género, racismo y clase
como categorías históricas de desigualdad
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La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas
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La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas
■ Exista un espacio y tiempo común para todas las culturas, es decir, fa-
vorece no sólo el contacto, sino también el encuentro en igualdad sin temor al
cambio que se pueda producir.
■ Tiene una visión crítica de las culturas, en la que acepta la cultura pero
puede rechazar y luchar contra algunas de sus instituciones (marginación de mu-
jeres y ancianos, maltrato a animales en juegos y corridas, infanticidio, etc.)
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La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas
Estas imágenes mentales sirven sobre todo para mantener a toda costa
mi sistema de creencias. Por eso exageramos o inventamos las diferencias de
las y los otros. Por ejemplo, si vemos a un joven con rasgos afrodescendientes
haciendo algo indebido en una esquina, tenderemos a consolidar el estereotipo
de “todos los negros son delincuentes”; es decir, metemos en un “saco” a todos
los que asociamos con lo afro. Y así ocurre con las mujeres, los homosexuales,
los mayores, las niñas y niños, y los que viven en el barrio.
Más grave aún es que, las personas que somos percibidas a través de
los estereotipos (en los cuales caemos casi todas y todos), tenemos la tendencia
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La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas
de actuar de forma que respondamos a las expectativas que creemos tienen las
y los demás de nosotros: cómo “debe” comportarse una mujer, una joven afro-
descendiente de un barrio, un homosexual o una lesbiana, etc. Y caemos en un
círculo vicioso que mantiene las falsas impresiones sustentadoras de desigualda-
des y discriminaciones.
Desde esta actitud puede llenarse un vacío o una posibilidad que silen-
ciosamente persistía en mi propia cultura; es decir, más allá de las diferencias, es
el principio para comprender cualquier elemento y darnos cuenta cómo lo hacen
ellos y ellas. Lo que supone también lo inverso…15
Ejercicios:
objeto a cada una de las figuras humanas. Discute con tus compañeras y com-
pañeros por qué asignaste cada objeto a cada persona a partir de lo expuesto
en este capítulo sobre los estereotipos sexistas, racistas y clasistas.
¿Cómo nos sentimos cuando nos damos cuenta de que somos per-
sonas distintas y también muy parecidas?
¿Cómo podemos construir “puentes” para unir las dos orillas que
puede ser cualquier barrio, esquina, calle u hogar?
La otra orilla
El río suena días y noche con su murmullo de piedras.
Esta es nuestra orilla. Mi madre canta mientras trabaja y su voz de oye sobre el
rumor del río.
En la otra orilla, hay un poblado lejano.
Dicen que allí la gente es distinta, que comen comidas raras,
que nunca se peinan, que son vagos y bochincheros.
Está prohibido cruzar el río.
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La interculturalidad como forma de
vivir: ¿qué queremos ser? notas
Marta Carrasco16
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notas
1 Lombarda, Ángel (1992). “La identidad y la cultura liberadora”. En: Los no des-
cubiertos. Cátedra PíoTamayo/ CEHA/IIES/FACES/UVC. Caracas
3 Ídem
6 Martínez, Graciela (2004). “Dos faros sobre Montevideo y el Big Bang”. Tesis de
Maestría en Impactos Territoriales y Ambientales de la Globalización.
7 Carosio, Alba (2006). “Feminismo en el socialismo del siglo XXI”. En: http://
www.debatecultural.net/Observatorio/AlbaCarosio4.htm
9 Ídem
12 Ídem
15 Ídem
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