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Lydia Fossa
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tas cosas que los yndios dizen y otras sabese dellos mismos quando
eran tomados por los españoles …” (Cieza, 1989:16).
Los pueblos indígenas conocidos en estos primeros “encuentros”
se comunicaban entre ellos y conocían la crueldad española. La re-
chazaban siempre y, cuando no la podían combatir, la evitaban.
Así, los primeros encuentros de Pizarro son, más bien, desencuen-
tros: pueblos abandonados y pequeños grupos que habían sido per-
seguidos por Andagoya. Pizarro se limitó a capturar algunos indí-
genas para que le sirvieran de informantes, para que cargaran las
vituallas, para que laboraran en el navío, para que obtuvieran co-
mida y mujeres. Los indígenas, por su parte, desprecian a los es-
pañoles por no trabajar la tierra y por ser crueles y ladrones.
Se describe la tierra montañosa y de tupida vegetación, como si
se tratara de selvas tropicales cerradas, atravesadas por ríos que
desembocan en el mar. Las casas que se ven son de madera y paja
u hojas de palma. Los pueblos están cerca de la costa o a la ribera
de los ríos. Se alimentan de maíz y raíces (probablemente yuca),
productos de regiones cálidas. Se dedican a la agricultura y a la
pesca. Son hábiles en el manejo de la canoa y en el nadar. Para los
españoles, ésta era “mala tierra”.
Ante esta desolación continúan viajando más al sur donde sí
encuentran pueblos habitados que proceden a saquear, dando lu-
gar a los encuentros del segundo tipo:
… y dizen que saltaron en tierra algunos españoles con sus rodelas y es-
padas en las canoas que llevavan y quedando de supito en un pueblo de
yndios que estava a la orilla del rio de San Juan tomaron cantidad de
quinze mill castellanos pocos mas o menos de oro baxo y hallaron basti-
mento y prendieronse algunos cativos, con que dieron buelta a las naves
muy alegres y contentos en ver que començavan a dar en tierra rica de
oro y con mantenimiento. (Cieza, 1989:31)
Los yndios vieronlas venir y como se avia de las otras canoas adelantado
la que estava en seco y muy alegres bien almagrados y enjaezados
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abaxaron mas de treynta canoas pequeñas al rio abaxo para matar los
que estavan en la grande. Los yndios con la grita y alarido que ellos sue-
len dar se juntaron con ellos y los sercaron por todas partes y les tiravan
flechas las que podian y como el tiro era çierto y no estava lexos açerta-
van donde apuntaban. La fortuna de los españoles fue ynfeliçe … fueron
todos [14] muertos. Y con plazer grande que los yndios tenian los desnu-
daron hasta los dexar en carnes. (Cieza, 1989:34-35)
... y venian dentro çinco yndios e dos muchachos con tres mugeres, los
quales quedaron presos en la nave. Y preguntavanles por señas [de]
donde heran y adelante que tierra avian; y con las mismas señas res-
pondian ser naturales de Tunbez como hera la verdad. … Bartolomé
Ruiz, el piloto, les hizo buen tratamiento holgandose por llevar tal jente
de buena razon y que andavan vestidos para que Piçarro tomase lengua.
Y andando mas adelante descubrio hasta punta de Pasao de donde de-
termino de dar la buelta a donde el capitan [Pizarro] avia quedado. Y
llegando salto en tierra con los yndios … fue alegria para los españoles
que con Piçarro estavan verlos y oyrlos [a los yndios]. (Cieza, 1989:32-3)
Este encuentro, que también llamo del segundo tipo porque los
españoles asaltan o abordan a un grupo de indígenas y los cauti-
van, fue la ocasión que les permitió vislumbrar lo que vendría más
adelante. La impresión que les causó no sólo toparse con la nave,
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... questamos muy caxcados desta ipidemia que ha tres años que no pa-
ramos trayendo el maiz que hemos de comer a cuestas porque se nos
han muerto mas de quinientas piezas de indios mansos que de alla tra-
jimos de cuya cabsa se han muerto muchos crisptianos por no tener
quien les sirviese e moliese… (Porras, 1959:9-10)
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… haziendoles entender [Pizarro] que no los detenian para los tener ca-
tivos ni para los detener sino para que fuesen juntos con el a Tunbez.
Holgaronse de oyr esto y estavan admirados de ver el navio y sus ys-
trumentos y a los españoles como heran blancos y barvados. (Cieza,
1989:54)
liz. Este factor es tan decisivo que marca el paso de los encuentros
del segundo tipo a los del tercero.
Poco después retornan con el navio español al sitio de donde
habían salido los indígenas en sus balsas. La gente se reúne en la
playa para verlos y recibe primero a los que habían estado “casi”
cautivos. Luego que intercambian información los recién llegados
con su señor (Cieza, 55) aparece lo que tanto querían los españoles
y que, justamente, es característico de los encuentros del tercer ti-
po: “luego se aderezaron diez o doze balças llenas de comida y de
fruta con muchos cantaros de agua y de chicha y pescado y un cor-
dero… Con todo esto fueron yndios al navio sin ningun engaño ni
maliçia antes con alegria y plazer de ver tal jente.” (Cieza, 55). No
sólo están alegres los indígenas, sino los españoles también, espe-
cialmente “quando entre lo que les trayan vieron el cordero” (Cie-
za, 55).
Entre el grupo de indígenas que subió al navío, los españoles
observaron que venía alguien especial, de más categoría o jerarqu-
ía que los demás. Cieza lo describe como “un orejón”, utilizando el
genérico con que se describió después a los jefes que tenían las ore-
jas horadadas y utilizaban unos adornos que les agrandaban los
lóbulos de las orejas. Siguiendo a Turner, cabe destacar el valor
metafórico del adorno que “abre los oídos” de quienes lo portan29.
Estos adornos eran muy elaborados, generalmente de metales pre-
ciosos y con incrustaciones de turquesas, nácar, coral y otros mate-
riales formando figuras, como mosaicos en miniatura. Eran de
unos cinco centímetros de diámetro, bien evidentes, especialmente
para quien andaba a la caza de joyas. El “orejón” logra una amplia
comprensión porque puede comunicarse oralmente a través de los
intérpretes indígenas que traen los españoles, los de la primera
balsa de tumbesinos. Así: “mediante los yndios que servian de len-
guas pregunto al capitan que donde heran y de que tierra avian
venido que buscaban o que hera su pretençion de andar por la mar
y por la tierra sin parar” (56). Pizarro le responde y aprovecha pa-
ra introducir la idea del cambio de religión que deben hacer los
indígenas, una versión sui generis del Requerimiento. Este
“orejón” les ofrece garantías y les indica, a través de señas y las
lenguas “que siguramente podian saltar en tierra sin que ningund
daño reçibiesen y proveerse de agua y de lo que les faltara” (Cieza,
55). Cieza reconoce en este personaje a un representante Inka: “e
porque le convenia enviar relaçion çierta a Quito al rey Guaynaca-
pa su señor de aquellas jentes despues de aver visto el navio y los
adereços del y tanto mirava y preguntava que los españoles se es-
pantavan de ver tan avisado y entendido yndio” (56). Obsérvese
que la interlocución es entre el “orejón” y el capitán, interacción
que confirma el mutuo reconocimiento como líderes de cada uno de
los bandos. Es importante destacar también que sólo los líderes
hablan entre sí; es decir, los líderes o responsables de los grupos se
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“les hablo con las lenguas que tenian diziendoles … [que] les queria avi-
sar de lo que tanto les convenia que hera que olbidasen su creençia tan
vana y los sacrifiçios que habian tan sin provecho pues a solo Dios con-
venia onrar y servir con sacrifiçios de buenas obras y no con derramar
sangre de honbres ni de animales, afirmandoles que el Sol a quien ado-
ravan por dios, no hera mas que cosa criada para dar lunbre al mundo y
para la conservaçion dél; que Dios todopoderoso tenia su asiento en el
mas eminente lugar del çielo y que los cristianos adoravan a este Dios, a
quien llaman Jesucristo y que si ellos hazian lo mismo les daria la gloria
del çielo y no haziendolo los echaria en el ynfierno para siempre jamas”.
(Cieza: 68)
dose de lo que les dezia”. (Cieza, 68). En este punto creo que la in-
tención de cooperación comunicativa de Pizarro se ha transforma-
do en intención coercionadora, lo que convierte el diálogo en monó-
logo. Se observa un discurso pizarrista cada vez más dominador y
menos respetuoso de las formas de cortesía de sus interlocutores,
sin olvidar que se trata de un discurso del disimulo.
En su viaje de regreso al norte, los españoles “llegaron a otro
puerto … donde hallaron muchos yndios en balças para reçibillos
con mucha alegria … fueron a el [navío] con grandes presentes que
los caciques enbiavan al capitan…” (Cieza, 69). Este recibimiento
en el mar, característico del tercer y cuarto tipos de encuentros, se
convierte en claro ejemplar del cuarto tipo cuando “los ricos hom-
bres [sic] de aquella comarca con algunos caciques fueron al navio
muy alegres de verlo surto en su puerto y hablaron con el capitan
…” (69). Esta visita de los principales tiene como objetivo invitar al
capitán a bajar a su tierra, así como lo había hecho en la de sus ve-
cinos. Pizarro accede y los principales regresan a tierra para pre-
parar el recibimiento, no sin antes haber impresionado al capitán:
“Francisco Piçarro estava espantado quando via tanta razon en
aquellas gentes y como andavan vestidos y los prencipales bien
traydos” (69). Al día siguiente, “por la mañana fue a tierra donde
fue reçibido de la manera que lo hizieron los otros [bajo una rama-
da] y ansi le dieron de comer a el y a sus compañeros …” (69). No
desaprovechó el momento Pizarro para cumplir con sus obligacio-
nes de cristiano vasallo del Rey de España y de capitán de su
hueste, al declarar el Requerimiento. Para ello “Y como estuviesen
juntos muchos prençipales les hizo otro parlamento sobre que les
convenia dexar sus ydolos y ritos que tenian y tomar nuestra fe …
y que avian de entender que pronto serian sujetos del Emperador
Carlos rey de España y les hiço alzar la vandera ni mas ni menos
que a los otros. Mas tanbien lo tuvieron todo por bulra y se rian
muy de gana de lo que le oyan” (Cieza, 69). El discurso anunciador
de la conquista y la sujeción ya no es horizontal; Pizarro asume
una posición de señor que le habla a sus vasallos en un discurso
vertical.
Las barreras lingüísticas y culturales eran muy difíciles de sor-
tear cuando las comunicaciones se hacían bajo presión y aún bajo
amenaza. Por ello no llama la atención que no haya habido mayor
reacción de los nativos ante lo que les decían porque aunque com-
prendieran las traducciones no llegaban a captar el sentido de lo
que consideraban inaudito. Así, se avenían a realizar los gestos
que se les pedía: enarbolar banderas, intercambiar baratijas. Que
esto fuera hecho en señal de acatamiento o en señal de amistad,
les era totalmente ajeno. Es decir, el hecho concreto era compren-
dido pero su simbolismo, no.
Dentro de los encuentros del cuarto tipo, la lectura del Reque-
rimiento y su eventual traducción y explicación funcionaba real-
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mente como una “patente de corso”. Una vez hecho ese gesto, los
invasores se sentían totalmente descargados de responsabilidad,
tanto criminal como espiritual, y podían proceder a satisfacer sus
más alocados propósitos sin cortapisas. Por ello se cuidaban mucho
de llevar intérpretes, aunque fuera solamente para cumplir con su
parte del gesto: hacer entender el Requerimiento que habían reci-
bido del Rey de España, no fuera a ser que se les acusara de agre-
sores.
Estas situaciones se van repitiendo a lo largo de la costa del
Pacífico, a medida que Pizarro y sus huestes regresan hacia el nor-
te. En Cabo Blanco, una vez dado a conocer el Requerimiento, Pi-
zarro procede a incorporar esos territorios al reino español: “salto
en tierra para tomar poseçion en nonbre del Emperador … Como
se vio en la costa dixo en presençia de los que yvan con el “sedme
testigo que tomo poseçion de esta tierra con todo lo demas que se a
descubierto por nosotros por el Emperador nuestro señor y por la
corona real de Castilla. Como esto dixo dio algunos golpes ponien-
do su señal como se suele hacer” (Cieza, 70). En la playa de Tum-
bes sucedió lo mismo: “… lo estavan aguardando muchos prençipa-
les e caçiques fueron luego en balças algunos dellos llevando re-
fresco … El capitan les hablo como habia hecho a los demas y les
dixo que para que por ellos fuese conoçido que su amistad hera
verdadera y de amigo quel queria dexarles un cristiano para que le
mostrasen su lengua y lo tuviesen entre ellos” (Cieza, 70). A quien
se refería es a Molina, quien se quedó en este lugar.
Este episodio se repite en Santa Elena: “fueron a la nao treynta
y tantos prençipales y cada uno en señal de amor y de gran bolun-
tad le dio una manta y le echo al cuello una çarta de la chaquira
dicha y las mantas se las ponian junto a las espaldas porque asi es
su costumbre …” (Cieza, 71). Pizarro les agradece el presente y les
solicita “un muchacho para que aprendiese la lengua …” (72). Cie-
za informa que este muchacho falleció en España (72). En Puerto
Viejo salieron también las balsas con provisiones y “le dieron otro
muchacho a quien pusieron por nombre don Juan” (Cieza, 72).
Los “lenguas” que Pizarro ha ido “tomando” (para seguir utili-
zando el eufemismo de Cieza) provienen de zonas cuyas lenguas
documentadas son el tallán (Torero, 1990:245) y el quechua. De-
ben ser bilingües tallán-quechua y haber aprendido algo de caste-
llano34 durante el tiempo que pasaron como cautivos de los españo-
les. Pizarro ha estado solicitando niños lenguas a los principales.
Este título genérico incluye por lo menos a dos tipos de personas:
los señores locales, que eran bilingües en lengua particular y que-
chua general, y los representantes de los Inkas, que hablarían la
lengua administrativa (quechua general).
Con esto se concluye el cuarto tipo de encuentros. Como se ha
visto, los ha caracterizado una especial cordialidad, y un inter-
cambio de invitaciones a ingresar a sendos ámbitos culturales. Los
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NOTAS
1. Pizarro era un experimentado “conquistador” de acuerdo a lo que le informa
Hernando de Luque al gobernador Pedro de los Ríos en 1527-1528: “Piçarro
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13. “Un método usual de subyugar a los nativos era emplear despliegues
dramáticos de violencia concentrada para atemorizarlos y convencerlos de la
conveniencia de cooperar con las exigencias españolas. Las técnicas teatra-
les y atemorizantes surgen una y otra vez en los registros de las expedicio-
nes. conquistadoras”. (Mi traducción de: “A standard means of pursuing
such subjugation was to employ dramatic displays of concentrated violence
in order to terrorize a native group and convince them of the efficacy of coo-
peration with Spanish demands. Theatrical and terrorizing techniques ap-
pear again and again in the records of Conquest expeditions.”) (Restall,
2003:24)
14. “Trementina. Especie de resina liquida … del terebinto, arbol, aunque tam-
bien hay resinas de otros arboles dichas por este nombre …” (Covarrubias,
1995:935).
15. “El vestido y el adorno corporal constituyen [tal] medio cultural, quizás el
más especializado en la formación y la comunicación de la identidad perso-
nal y social”. Mi traducción de: “Dress and bodily adornment constitute one
such cultural medium, perhaps the one most specialized in the shaping and
communication of personal and social identity” (Turner, 16).
16. “Almagre. Es una tierra colorada … El nombre es arabigo … el verbo signi-
fica engañar o teñir de otra color, disfrazando la natural … Y porque anti-
guamente los que representaban se teñian la cara con el almagre o berme-
llon le dieron los arabes este nombre del que engaña …” (Covarrubias,
1995:68).
17. “La inoperancia inicial de palabras y frases de unos y otros la contrarresta-
ba la ‘voz’ de los ojos, de manos, brazos y piernas” (Martinelli y Valles,
1993:30).
18. “Sus signos [de los gestos] no tienen valor universal; lo tienen estable, sí, y
bastante duradero, pero sólo para los miembros de una misma cultura …”
(Martinelli, 1992:132).
19. ”Enjaezar, adornar” (Covarrubias, 1995:676).
20. “Aljuba. Género de vestidura morisca. Dice Diego de Urrea que en su termi-
nación es guibbetun, y de allí se dixo 2. jubón y 3. jubetero. El italiano la
llama giubba, veste como a la turchesca, longa et con maniche. También la
llama giuppa Ariosto: Giuppe traponte, etc.” (Covarrubias, 66). Debe tratar-
se de los unku.
21. Ropa de seda. Ver Covarrubias: Alcaicería, página 47. Debe tratarse de teji-
dos kumpi.
22. Alhareme o alfareme; la primera palabra más usada entre los siglos XIII al
XV: “Pieza de tela de lana usada como vestido” (Alonso, 239). La segunda,
Alfareme, utilizada entre el XVII y el XX. “Toca semejante al almaizar con
que los árabes se cubrían la cabeza” (Alonso, 241). El “almaizar” era una
“toca de gasa usada por los moros” (Alonso, 248).
23. Las Leyes de Burgos de 1512 fueron las primeras que se aplicaron a los
indígenas del Caribe y después Centroamérica. Se especificaba que no se
había de esclavizar a los indígenas, ni utilizarlos para el transporte de car-
ga. Se les debía dar condiciones apropiadas de vida, y se les debería pagar
por sus servicios para que pudieran vestirse adecuadamente. Además,
ningún español debía osar llamar a un indígena “perro”, sino utilizar siem-
pre su nombre (Sherman, 10). “Royal edicts proclaiming that Indians were
free men and not subject to servitude were given on at least six occasions
between 1526 and 1542 –that is, from the early years of colonization in Cen-
tral America up to the issuance of the celebrated New Laws. There were,
furthermore, numerous less formal admonitions to royal officials on the sa-
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ke the Inca Empire were the latter [these] expeditions … It is possible that
the virus was carried in clothing or dust, in which condition it may survive
for up to eighteen months, but the spread of the disease by this means is not
common … The normal channel of infection is direct, face-to-face contact”
(Newson, 1991:90). (Mi traducción: No fue sino hasta 1526 a 1527 que Bar-
tolomé Ruiz y Francisco Pizarro exploraron las costas ecuatoriana y perua-
na, llegando por el sur hasta el río Santa. La fuente más obvia de la primera
enfermedad [viruela] que asolara el imperio Inka fueron [estas] últimas ex-
pediciones … Es posible que llevaran el virus en la ropa o en el polvo; en es-
tas condiciones puede sobrevivir hasta dieciocho meses, pero el contagio de
esta enfermedad por estas vías no es común … El canal normal de la infec-
ción es el contacto directo, cara a cara).
32. “La organización de la preferencia en la conversación no es solamente un
‘hecho’ del comportamiento verbal; se basa en gran medida en modelos de
expectación producidos tanto por la experiencia personal como socialmente,
que están conectados a los tipos de desiderata afectivos que también guían
la necesidad de deferencia y cortesía (reforzando así la conexión general-
mente aceptada entre emoción y cognición)” (Verschueren, 2002:279).
33. Citado por Caron, 105.
34. “los yndios de Tunbez … ya savian hablar …” (Cieza de León, 1989: 53)
35. “… el capitan navego por su camino descubriendo hasta que llego a lo de
Santa con gran deseo de ver si podia descubrir la çibdad de Chincha de
quien contavan los yndios grandes cosas …” (64).
36. Posiblemente Pascual de Andagoya o alguien de su tripulación recogió este
nombre en sus viajes de exploración y rancheo que tuvieron lugar antes de
que lo hiciera Pizarro. Ello explicaría también los motivos por los que los
indígenas de esta zona de la actual costa pacífica colombiana fueran tan
reacios a entablar relación amistosa alguna con Pizarro.
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