Las tribus

Wampanoag

W ampanoag significa, en el lenguaje de los indios algonquinos, «La gente de las Tie-
rras del Este». También podría ser traducido como «La gente de la primera luz». Los
Wampanoag eran un grupo de tribus nativas que habitaron en buena parte de lo que
hoy día son los estados de Massachusetts y Rhode Island, principalmente en la costa sur de la
actual Nueva Inglaterra. Hasta el año 1616 estas tribus nativas estaban conformadas aproxi-
madamente por unos 50.000 miembros repartidos en 67 pueblos.
Cultural y lingüísticamente hablando, los Wampanoag forman parte de un grupo de nativos
mucho mayor denominado «algonquinos». Los algonquinos abarcan un gran número de pue-
blos nativos de Canadá y Estados Unidos que hablan las lenguas algonquinas. Los pueblos
algonquinos se extienden desde Virginia hasta las Montañas Rocosas y, por el norte, hasta la
Bahía de Hudson. La mayoría de los algonquinos, no obstante, vivían en Quebec. Estos nati-
vos construían sus poblados cerca de los lugares en los que cazaban y pescaban; generalmente,
cerca de los ríos. De conductas trashumantes, muchos de esos poblados eran abandonados a
los pocos años de su edificación. Por este motivo vivían en cabañas o wigwam fabricadas con
ramas de árboles, rápidas y fáciles de construir.
La cultura y el conocimiento de estas tribus algonquinas ha sido transmitida por vía oral
de generación en generación. Nunca sintieron la necesidad de usar la escritura como medio
224 de comunicación. Muchos detalles de estos nativos se conocen porque fueron descritos por
algunos de los primeros colonos europeos que entraron en contacto con las tribus nativas y
escribieron sus vivencias en diferentes manuscritos.

Estructura tribal
Las tribus Wampanoag se formaban entre diversas
familias de nativos. El líder, al que llamaban Sachem,
se elegía en base a su capacidad y méritos para liderar
a cada grupo concreto de familias. El Sachem ejercía
tanto de gobernante como de juez, ya que se encar-
gaba de resolver los desacuerdos entre los integrantes
del grupo así como de establecer los castigos para
aquellos que infringían las normas de convivencia.
De la misma manera, si uno de los pueblos mante-
nía una disputa con otro, el Sachem se desenvolvía
como un diplomático, tratando de alcanzar la paz
entre ambos. Si el pueblo entraba en guerra, el Sa-
chem ocupaba también las funciones de líder militar
y conducía a los guerreros en la batalla.
En ocasiones, el Sachem de un pueblo podía ser una
mujer, y en ese caso era llamado Sunksquaw. General-
mente, estas mujeres eran las esposas o las viudas de
los Sachem anteriores, queridas y valoradas por su ex-
periencia y sabiduría. Sin embargo, algunas mujeres
alcanzaron el puesto por sí solas. Las mujeres de estas
tribus nativas poseían el mismo peso e importancia
que los hombres, sociopolíticamente hablando. Ellas
también podían votar y formar parte de un concilio.
Los concilios se formaban para dar consejo a los Sa-
chem cuando el pueblo se enfrentaba a un problema.
El consejo se reunía para que los hombres y mujeres
de la tribu pudiesen discutir sobre el tema. La char-
la podía durar varias horas hasta que todos fueran
escuchados y se alcanzara un acuerdo. Tales encuen-
tros eran llamados comúnmente powwow. Después
de los Sachem, los chamanes eran los miembros más
respetados de un poblado (también podían ejercer de
chamanes hombres y mujeres).
En cuanto a la organización de las diversas tribus
Wampanoag entre sí, utilizaban una estructura simi-
lar a una confederación, con un jefe o líder político
que presidía al conjunto de los demás Sachem. Ge-
neralmente estos líderes estaban vinculados o forma-
ban parte de familias que poseían grandes parcelas
de tierra que iba pasando de padres a hijos sucesiva-
mente. Estos líderes superiores no ejercían un poder
absoluto. Estaban obligados a consultar no solo a los
propios consejeros dentro de su tribu, sino también
a los demás Sachem.
Economía
Las diferentes tribus Wampanoag basaban su econo-
mía en la distribución de la tierra y los bienes. Cada
comunidad ostentaba autoridad sobre un territorio
definido, en el cual sus miembros realizaban labores
de caza, pesca y cosecha. En los tiempo de mayor es-
plendor de los Wampanoag, justo antes de la llegada
de los colonos europeos, la densidad de población en
la zona era muy grande, por lo que los límites de cada
tribu debían ser estrictamente respetados. La tenen-
cia de la tierra era hereditaria y se transmitía por línea
materna de madres a hijas, independientemente de su
estado civil.
Las familias se reunían en primavera para pescar y a
principios de invierno para cazar. En verano se separa-
ban a cultivar en sus plantaciones individuales, en las
que cosechaban maíz, frijoles y calabaza. Los produc-
tos agrícolas eran una fuente importante de alimento,
por lo que las familias que vivían en las zonas en las
que no era posible el cultivo los obtenían mediante el
intercambio o saqueando poblados de otras tribus que
practicaban la agricultura extensiva.
Cuando los algonquinos intercambiaban bienes, usa-
ban una serie de abalorios denominados wampum.
El intercambio de wampum era prueba de buena fe y
amistad entre el comprador y el vendedor, y significa-
ba que ambas partes creían que el intercambio era jus-
to. Estos abalorios tenían un uso similar al del dinero,
aunque también podían contener otros significados.
Podían ser dados como regalo, para sellar la paz con un
enemigo y en los tratados o acuerdos. También eran
usados como joyas. Un Sachem podía lucir muchos
tipos de wampum para mostrar que era importante.
Cuando un poblador mandaba un mensaje a otro, un
cinturón de wampum iba junto con él. Un mensaje
mandado sin el cinturón era considerado “una palabra
vacía”, y nadie le prestaría atención.
Las mujeres y las niñas del pueblo tenían la importan-
te tarea de elaborar wampum. Se realizaban cortando
conchas de almejas o caparazones de caracol en peque-
ños pedazos. Estos pedazos eran luego perforados para
hacer los abalorios. Los abalorios se frotaban con una
piedra grande hasta que quedaban redondos y lisos.
Después, se ensartaban en collares o se convertían en
correas. El trabajo llevaba bastante tiempo y requería
una gran habilidad.
Religión
Los algonquinos practicaban el animismo. Su siste-
ma de creencias se basaba en que todo lo que existía
en la naturaleza (como los animales, los vegetales, las
montañas, los ríos, etc.) poseía espíritus que podían
dedicarse tanto a hacer el bien como el mal. Trataban a
estos espíritus como deidades, manitu. Los manitu les
enseñaron cómo construir las chozas, cultivar el maíz e
incluso el empleo del fuego. Cuando estos espíritus se
disgustaban, traían tormentas terribles y desgracias di-
versas. Según sus creencias, un poderoso manitu creó
a los humanos con madera. Otros, por el contrario,
podían controlar el clima.
Una de las personas más importantes de la tribu era
el chamán, que ejercía de líder espiritual. El chamán
tenía la importante labor de congraciarse con los ma-
nitu. Los algonquinos pensaban que los manitu habla-
ban a los chamanes a través de los sueños o visiones.
Los chamanes dirigían a los miembros de la comuni-
dad en las ceremonias religiosas y también los ritos de
pasaje de iniciación, en los que los jóvenes alcanzaban
la edad adulta. Las ceremonias eran celebradas con
cantos, tambores y bailes.
Justo antes de cumplir doce años, los jóvenes algon-
quinos eran enviados solos al bosque. Tenían que sen-
tarse durante días, sin comida, esperando a que sus
espíritus ayudantes vinieran a ellos en un sueño. El
espíritu podía venir como un ave o como otro ani-
mal, y ayudaría al niño el resto de su vida adulta. Esta
experiencia se denominaba «sueño espiritual». Cada
algonquino debía tener su sueño espiritual para ser
considerado un adulto en la comunidad.
Los chamanes también curaban a los enfermos me-
diante la invocación de los manitu, aunque no depen-
dían completamente del mundo de los espíritus para
ejercer sus dotes curativas. Los chamanes también eran
capaces de crear medicinas empleando elementos de la
naturaleza, como la corteza de los árboles y determina-
das hierbas con propiedades curativas.
La guerra del Rey Felipe
La relación entre los nativos que vivían en armonía
con su entorno y los recién llegados colonos de Europa
siempre fue muy tensa. Al principio, los nativos inten-
taron cohabitar con los recién llegados, estableciendo
incluso relaciones comerciales. La vida en la nueva tie-
rra podía llegar a ser muy dura para los colonos, por lo
que a ellos también les venía bien cierta colaboración.
Sin embargo, la incesante llegada de colonos europeos
y su expansión hacia el interior del continente les llevo
a invadir cada vez más tierras de los nativos.
Cuando en el año 1662 fue nombrado jefe Metaco-
met, conocido también como el «Rey Felipe», los co-
lonos empezaron a presionarlo intensamente para que
cediera buena parte de su territorio y la soberanía po-
lítica. Como respuesta, Metacomet se alió con varios
jefes de otras tribus para hacer frente a las exigencias
de los colonos. La tensión siguió aumentando hasta
que se descontroló totalmente. En el año 1675 se pro-
dujeron varios incidentes, tras los que algunos Wam-
panoag fueron ahorcados. Esta fue la chispa que hizo
estallar la conocida como «Guerra del Rey Felipe».
En junio del año 1675, un grupo de nativos asaltó y
destruyó la colonia de Swansea en Plymouth. Al poco,
se reunieron 12.000 guerreros de entre todas las tribus
del lugar que atacaron 50 de los 90 asentamientos de
los colonos. Los nativos consiguieron destruir nueve
de ellos, causando más de mil bajas entre los colonos.
Prosiguieron su campaña quemando las plantaciones
de Providence en la colonia de Rhode Island, arrasan-
do casi por completo Springfield y sus aserraderos en
Massachusetts.
Pero los colonos no se quedaron de brazos cruzados,
y su superioridad tecnológica y armamentística co-
menzó a imponerse. Las derrotas que empezaron a
sufrir los nativos llevaron a los aliados de Metacomet a
abandonarlo, siendo asesinado finalmente por un ca-
zarrecompensas en 1676. Esto supuso el principio del
fin de las tribus Wampanoag que habitaron la zona,
llegando casi a su desaparición. Muchos Wampanoag
fueron asesinados o relegados a una vida de servidum-
bre al margen de la nueva sociedad colonial.