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La rebeldía adolecente

Tradicionalmente la rebeldía ha sido considerada sólo como un defecto, por


acentuar excesivamente el significado de una de sus acepciones: insumisión,
desacato  y desafío a la autoridad. En cambio apenas se suele mencionar otra
acepción: “Rebelde se llama también al indócil, duro, fuerte y tenaz”. Se
sobreentiende que estas actitudes son vinculables a algún bien que se quiere
preservar o defender.
En la adolescencia inicial la rebeldía  es un rasgo de inmadurez  abierto a una
posible madurez posterior que puede alcanzar  la categoría de virtud. 
La actitud de la rebeldía es ambivalente: puede producirse con causa y sin
causa; por algo que vale la pena o  por algo intrascendente;  para ayudar o
para obtener  una ventaja personal (la propia conveniencia .La rebeldía surge
en la pubertad (12-14 años)  como mecanismo de defensa de una personalidad
insegura que necesita autoafirmarse. Nace del miedo a actuar tras salir de la
dependencia de la infancia. Los momentos de ingenua prepotencia se alternan
con los de reclusión  en sí mismo. Es una rebeldía “regresiva”. El púber, en
algunas ocasiones, pierde la confianza en sí mismo y siente nostalgia de la
niñez, a la que regresa mentalmente.
Un ejemplo de la rebeldía incoherente del púber:
-A ver si queda claro: ¡ya no soy un niño! Soy  un adulto capaz de tomar mis
propias decisiones y de resolver por mí mismo mis problemas. Así que mamá
¡hazme las maletas!, porque yo no puedo seguir viviendo en esta casa.
En la adolescencia media (14-16 años) se produce  una crisis interna o de
personalidad  que se manifiesta como inconformismo radical. Puede conllevar
actitudes agresivas. El adolescente se siente mal por dentro y proyecta su
insatisfacción contra padres y profesores. Es la “rebeldía agresiva”, que es
“propia de la persona débil, de quien no sabiendo soportar la dureza de la vida diaria
intenta aliviar su sufrimiento haciendo sufrir a los demás. Se expresa de forma
violenta”.
Causas de la rebeldía en los adolescentes:

 Factores neurobiológicos y psicológicos.


 Desapego parental.
 Relaciones inadecuadas con compañeros.
 Inadecuada disciplina familiar.
 Violencia en los medios de comunicación.
 Muestra comprensión y empatía.
 No prohibirle todo lo que pida.
 Ser democráticos.

Lo que hay que hacer si un adolecente es rebelde:

  Establecer límites. Es necesario que en la convivencia familiar


haya una serie de normas a respetar. También es importante que el
hijo sepa cuáles son las consecuencias de saltarse esas normas.
 Invertir tiempo y energía para mejorar la educación de los
hijos. Si hacemos esto las probabilidades de encauzar la situación
aumentan considerablemente.
 Ser firme en las decisiones, y no dudar en mantener un
estilo de vida honesto con lo que estamos predicando. Debemos dar
ejemplo y hazles las ventajas de comportarse funcionalmente.
 Evitar comparaciones. Compararlo constantemente con sus
hermanos o amigos puede dañar su autoconcepto y hacerlo hasta el
punto de ser desafiante por este mismo motivo.
 Evitar presiones innecesarias. Los adolescentes tienen que
tener sus propias metas. Los adultos debemos acompañarles en los
procesos de elección, pero no debemos presionarlos par que cumplan
las metas que nosotros no pudimos cumplir.
 Aceptar que nuestros hijos no son perfectos. Si nuestro hijo
se equivoca, él deberá asumir las consecuencias, aunque eso nos
duela y sintamos el deber de protegerle.
 Ser sincero con ellos. La sinceridad es una herramienta que no
solemos utilizar mucho con los hijos. Las relaciones familiares están
tan jerarquizadas que a veces obviamos unas de las técnicas más
efectivas para acercarnos a los adolescentes.

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