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TEMA:
‹‹ ¿POR QUÉ LA LESIÓN CONTRACTUAL NO DEBERÍA
EXISTIR?››
CÓDIGO: 018100992G
CUSCO- PERÚ
Septiembre 2020
CONTENIDO
I. INTRODUCCIÓN ................................................................................................. 3
definido.
Teniendo en cuenta que el contrato es un acuerdo de dos o más partes y que sobre
la base de la autonomía privada los contratantes tienen la libertad para determinar
el contenido de sus contratos, incorporando los términos, cláusulas y condiciones
que mejor convengan a sus intereses, no queda la menor duda que ellas -las
partes- pueden prever la revisión de sus propios contratos cuando se presenten
situaciones que alteren las circunstancias contractuales
Rivera, Julio Cesar sostiene que la lesión es el defecto del acto jurídico que
consiste en una desproporción injustificada de las prestaciones, causada por el
aprovechamiento del victimario del estado de inferioridad de la otra parte.
(Manrique, 2011)
Al mismo tiempo, Cifuentes, Santos define la figura diciendo que es una anomalía
del negocio jurídico que consiste en un perjuicio patrimonial que se provoca a una
de las partes cuando, en un acto jurídico oneroso y bilateral, se obtiene de ella
prestaciones desproporcionadas a través del aprovechamiento de su necesidad,
ligereza o inexperiencia” no nos proporciona un concepto cabal de la figura.
(Manrique, 2011)
En primer lugar, el elemento objetivo consiste en que tiene que haber una
desproporción entre las prestaciones del lesionante y lesionado. Existen
legislaciones que dejan la proporción de la lesión al criterio del juez; sin embargo,
la legislación peruana, buscando minimizar la arbitrariedad al juzgar, fijó el
requisito de desproporción en más de dos quintas partes.
Por otra parte, los requisitos subjetivos son dos: uno referente al lesionado y otro
al lesionante. El lesionado, por una parte, tiene que mostrarse en un “estado de
necesidad apremiante”. El grado de necesidad cae a criterio del juez. Queda claro,
de cualquier forma, que tal elemento requiere algo más que solo un fuerte antojo
del necesitado. Se entiende que tal requisito de necesidad es uno que coloque al
afectado en tal grado de premura que sus opciones se reduzcan a una sola, de
forma que se vea forzado a contratar. El lesionado no contrata por error. Sabe muy
bien cuánto vale el bien en el mercado pero está empujado a contratar en términos
poco favorables. (Ferreyros, 2012)
La acción por lesión esta legislada en nuestro Código Civil en el Articulo 14447-,
que expone textualmente lo siguiente: “La acción rescisoria por lesión solo puede
ejercitarse cuando la desproporción entre las prestaciones al momento de
celebrarse el contrato es mayor de las dos quintas partes y siempre que tal
desproporción resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de la
necesidad apremiante del otro. Procede también en los contratos aleatorios,
cuando se produzca la desproporción por causas extrañas al riesgo propio de
ellos.”
Ahora, para entender por qué esta figura es una equivocación de política
legislativa, dado que este artículo regula la celebración de contratos y que por
ende no es más que una intervención legal en el intercambio de bienes y servicios,
tenemos que analizarlo partiendo desde un punto de vista económico. (Ferreyros,
2012)
Según es común la noción de que las personas intercambian bienes (sea por
trueque, o compra de bienes o servicios a cambio de dinero) porque sus valores
son equivalentes o más o menos equivalentes. Es por esto que las frases “cuál es
el precio” y “cuál es el valor” son usadas como sinónimos. La idea sería que yo
compro un chocolate a un sol porque el chocolate vale un sol y entonces el
intercambio es justo.
Cada persona le da un diferente valor a cada cosa. Para empezar, las preferencias
personales varían enormemente.
Sin embargo, hay muchos otros factores que afectan el valor que uno le da a un
bien. Uno de esas partes del principio de beneficios marginales decrecientes. El
beneficio marginal de un bien es el beneficio de tener una unidad más del bien.
(Ferreyros, 2012)
Las preferencias, en fin, pueden cambiar por las meras circunstancias entonces
las diferentes razones por las que uno asigna un valor a cada bien son infinitas.
Los objetos en sí mismos no tienen, ningún valor. El valor de un bien depende de
cada persona y es completamente subjetivo.
Por esto, uno intercambia porque quiere más aquello que el otro le ofrece que lo
que está dando a cambio. El intercambio no puede explicarse desde la premisa del
valor objetivo. Si el valor de un bien fuera, en efecto, objetivo e igual para todos,
entonces ¿por qué contratar? Si el valor de lo que obtengo es igual al valor de lo
que doy a cambio, entonces no tiene sentido pasar por la molestia de cambiar. De
esta manera, siempre que las partes intercambien libremente, lo harán porque
ambas salen ganando. (Ferreyros, 2012)
(Ferreyros, 2012) Nos explica que se aplica para prácticamente todo, pone
como ejemplo: el primer carro que me compro me sirve más que el segundo,
en mi primer viaje a Cusco me divierto más que en el segundo, mi primer vaso
de cerveza lo disfruto más que el vigésimo. (Sevilla, 2019) nos proporciona otro
ejemplo: si estás en el desierto y llevas todo el día sin beber agua. En ese
momento encuentras una fuente, ¿cuánto apreciarías un vaso de agua?
Seguro que muchísimo, es decir, la utilidad que te proporciona un vaso de agua
en ese momento es elevadísima. El siguiente vaso también te daría mucha
utilidad, aunque quizá algo menos. Después de haber bebido 5 vasos de agua,
el sexto vaso ya casi no te proporciona utilidad. Y el siguiente vaso puede que
incluso te siente mal y te proporcione utilidad negativa.
2.5. EL CONTENIDO DE LA LESIÓN CONTRACTUAL
Pero un carro no es un bien líquido, lo cual significa que para obtener su valor
monetario me tengo que demorar un cierto tiempo. Si quiero vender mi carro a
50,000 soles tengo que poner un anuncio y buscar al mejor comprador, quizás
contratar un bróker. Pero para acceder a su valor inmediatamente tengo que
perder parte de ese valor monetario. Como en este caso no tengo el tiempo, llamo
a mi amigo y le digo que le vendo mi carro. Mi amigo me dice que no me quiere
comprar el carro porque ya tiene uno y no necesita otro. Le digo que le hago un
descuento. Como solo quiero 10,000 soles, le digo que se lo vendo a ese precio y
tras pensarlo, accede a pagarme el precio. Debido a las circunstancias, esos
10,000 soles me valen mucho más que en cualquier otro momento. Y el valor del
carro, a su vez, se relativiza. Prefiero vender mi carro, aunque no obtenga lo que
ganaría si tuviera el tiempo de buscar al mejor comprador. Y, a su vez, mi amigo
no quería un carro más, pero por un precio tan barato puede que lo acepte. En una
situación normal, si vendiera mi carro a ese precio estaría perdiendo. Pero en este
caso estoy un en una mejor situación que antes, porque logré solucionar la
situación de necesidad apremiante. La otra parte también gana; ambas partes
salen ganando. De hecho, yo fui quien hizo la oferta (aunque nada cambiaría si la
oferta me la hubiera hecho mi amigo).
Además, no es cierto que si una persona realmente necesita contratar con otra la
segunda podrá obtener los términos que quiera. No olvidemos que mientras haya
contratantes posibles diferentes voy a poder negociar mejor y no sufrir un
desbalance tan grave.
Los casos protegidos por la lesión no son casos en los que no exista voluntad sino
aquellos en los cuales las decisiones económicas libres de los lesionados afectan
su capacidad de negociar a paridad. Llevar a tal extremo ese requisito es una
interpretación un tanto antojadiza del artículo. (Ferreyros, 2012)
(Ferreyros, 2012) considera que existen varios huecos o deficiencias que tiene la
propia regulación sobre este tema, no obstante, él encuentra tres principales
problemas que nos explica en los siguientes párrafos.
Lo que la regulación de la lesión realmente intenta hacer es evitar que las partes
intercambien fuera de cierto rango alrededor de lo que se conoce como valor de
mercado, que no es realmente un valor en absoluto, sino solamente un referente,
una especie del promedio de los intercambios iguales o similares en un mercado.
Existen, como ya se ha visto líneas arriba, razones más que justificadas para que
en ocasiones las partes pacten fuera de ese valor. Pero el artículo 1447 pretende
controlar el precio de las prestaciones con unos criterios a priori mal delimitados
para evitar que una persona sea abusada en un contrato bilateral que celebra
libremente (al fin y al cabo, que se le proteja de sí mismo). La norma es, pues, un
sin sentido conceptual absoluto.
III. CONCLUSIONES
➢ Nuestro cuestionamiento acerca de los efectos perjudiciales de la lesión
responde a la intención de generar un sistema legal que, en concordancia con
el sistema económico propuesto en nuestra Constitución, permita que se
exploten los recursos y que, a través de contratos seguros y confiables en sus
efectos y ejecución.
➢ La regulación de una institución no debería ser únicamente un producto de la
influencia que las legislaciones de otros países han ejercido sobre la nuestra,
sino el reflejo del estudio meticuloso acerca de una forma de legislar coherente,
que permita a nuestros países facilitar el curso de su vida económica y social.
➢ La institución de la lesión no cumple con la función que originalmente le dio el
pueblo romano para hacer más justos los contratos, en la actualidad se usa de
mala fe, con una falsa premisa de no estar en condiciones al momento de la
celebración del contrato.
➢ La lesión olvida que el precio de una cosa u objeto es relativo y depende de la
situación en la que se encuentren las partes, por lo que su legislación es
innecesaria, dando una forma de invalidez inadecuada a un contrato.
IV. BIBLIOGRAFÍA
Arias Schreiber Pezet, M. (2011). Exégesis del Código Civil Peruano de 1984.
Contratos Parte General. Lima: Normas Legales.
Barboza Beraún, E. (s.f.). La lesion en el Código Civil de 1984 (Vol. 2). Lima: PUCP.
De la Puente y Lavalle, M. (2001). Comentarios a la Sección Primera del Libro VII del
Código Civil. Lima: Palestra Editores. Obtenido de
https://www.marcialpons.es/libros/el-contrato-en-general/9786124218774/