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PATRICIA NIETO ©
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¿Alguna vez te sentiste que estabas remando contra la corriente? Se trata de una
sensación bastante común, donde percibes que estás haciendo mucho esfuerzo para
conseguir algo, adelantas unos pasos y retrocedes otros. Pareciera que existen
obstáculos por todas partes, puedes avanzar lo que te corresponde a ti, sin embargo,
cuando le toca a otros accionar, pareciera que pierdes las esperanzas.
O tal vez te sentiste que estás atrapado en un determinado resultado, dando vueltas y
vueltas sobre lo mismo, accionando e invirtiendo energía sin encontrar realmente lo
que esperas. ¿Cuándo se van a dar las cosas como tú quieres?
Pero esto no le pasa a todos y eres muy consciente de ello. Miras a los lados y ves a
algunas personas a las cuales la vida pareciera que les es más fácil. Definen lo que
desean y lo consiguen, ¡así de simple! Pareciera que no existen obstáculos y son
imparables. ¿Qué saben ellos que tú no sabes?
Los ves siempre llenos de energía, accionando, nada les perturba el buen humor, ante
cada problema ellos encuentran una solución con rapidez. Se sienten satisfechos,
contentos, relajados. ¿Cómo son capaces de conseguir y sostener eso?
A través de estas páginas, pretendo darte el secreto que ellos saben y que tal vez tu no.
Son estrategias sencillas pero que pueden generar grandes cambios en tu forma de
sentirte, accionar y obtener resultados. Cuando las aprendí, me ayudaron a generar un
cambio muy importante en mi vida, en cómo veía las cosas, en cómo me sentía con
respecto a lo que pasaba y, sobre todo, a cómo accionaba en consecuencia.
En cada sección compartiré contigo relatos, ejemplos, teoría y ejercicios que te llevará
a entender cada estrategia. Sí te hago un pedido: si realmente quieres tener resultados
excepcionales, no permitas que esto que compartiré contigo se quede en este escrito.
Llévalo a tu vida, practícalo día a día. Esta es la forma en que te comenzarás a sentir
diferente y obtener resultados que nunca alcanzaste. ¡Te prometo que sentirás la
diferencia en forma inmediata!
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Cuentan que la verdad absoluta residía en un espejo mágico.
Varias naciones querían tenerla, así que se organizaron
equipos para localizarla.
Luego de meses de intensa búsqueda, la encontraron en el fondo de un lago.
Hasta allí llegaron los expedicionarios con botes y equipos de buceo.
El problema fue que los representantes de cada nación
llegaron al mismo tiempo frente al espejo.
Lo sacaron juntos a la superficie y comenzaron a discutir.
“¡Es mío!”, decía uno. “¡Yo llegué primero!” decía otro.
Mientras, comenzaron a forcejear entre todos.
El espejo se rompió y cada representante se quedó con un pedazo.
Incapaces de arreglar el espejo y compartirlo,
cada equipo llevó una parte de él diciendo que tenía la verdad absoluta.
(Cuento anónimo)
Lo que no sabemos es que si bien no podemos elegir determinados hechos que nos
pasan, sí podemos elegir las interpretaciones o historias que nos hacemos de esos
hechos. Cuando nos repetimos estas historias una y otra vez, se convierten en
creencias y se alojan en nuestro subconsciente de forma que pueden ser obstáculos o
impulsores para nuestro accionar diario.
Para ello, el primer paso es poder distinguir entre hechos e interpretaciones. Y esto
fue un tema que realmente me permitió hacer una gran diferencia en mi vida.
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Te daré un ejemplo: Hace unos años, estaba impartiendo un curso de liderazgo en una
organización. Durante el segundo día del curso, me encontré en el salón con una de las
participantes. No era la primera vez que la veía temprano, pero esta vez tenía
intenciones de conversar conmigo. Te detallo mis recuerdos de esa conversación:
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PARTICIPANTE: “No, es muy puntual en eso. Inclusive, llega antes para que podamos
comparar antes, entrega los informes antes, entre otras cosas.”
YO: “¿Con quién la estás comparando por eso decís que es terriblemente impuntual?”
(Siempre hacemos una comparación cuando interpretamos)
PARTICIPANTE: “¡Conmigo! ¡Yo llego todos los días a las 7:30 horas!”
YO: “Entonces, si vemos todos estos hechos (repetí todos los datos sin valoración que me dio),
¿qué pasa con él realmente?”
(Segundos de silencio donde su mente iba recorriendo los hechos)
PARTICIPANTE: (con voz más calmada) “Viéndolo así, no es tremendamente impuntual,
sino que utiliza la tolerancia que da RRHH en el horario de entrada. Desde ese punto de vista,
ya no me siento angustiada.”
Cuando buscamos los hechos concretos, definimos con quién es la comparación y
buscamos hechos que apoyen la historia opuesta (“que él es puntual”) la historia puede
perder su peso porque ampliamos nuestra mirada y descubrimos otras partes de la
historia que antes no veíamos.
Cuando no hacemos este proceso, una historia se convierte en VERDAD ABSOLUTA y
se aloja como creencia. Puede dividirse en tres tipos:
El segundo paso es pensar en los resultados que queremos generar: ¿Cómo nos ayudan
las historias que nos contamos? ¿Crean obstáculos o nos sirven para seguir avanzando?
Si no nos ayudan, recordemos que están en nuestras manos y las podemos cambiar.
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Ejercicio. Reviso las historias que me digo de mí
Escribe en el cuadro los cinco hechos más importantes de tu vida. En la columna de
interpretaciones coloca lo que dices de ellos en tu día a día. En la última columna,
identifica cómo te ayudan estas interpretaciones a generar los resultados que quieres
lograr. Te ofrezco primero un ejemplo:
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Ahora, analiza las interpretaciones que no te ayudan o sirven: ¿qué interpretaciones
podrías tener que sean diferentes y que sí te ayuden para alcanzar tus objetivos?
Puedes potenciar el análisis de los hechos de tu vida aumentando la cantidad de hechos
a analizar de cinco a diez aspectos.
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Un maestro de construcción deseaba jubilarse y le contó a su jefe de su decisión.
Éste le pidió un favor personal, que hiciera un último esfuerzo y construyera una casa más.
El maestro accedió pero de mala gana: “¿Acaso nunca dejaría de aprovecharse de él?”
No utilizaba materiales de calidad, tanto su trabajo
como el de sus asistentes era deficiente, sin ganas.
Él veía errores, pero ya no los corregía porque no volvería a trabajar con su jefe.
Al finalizar el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa
y al concluir le extendió las llaves de la puerta principal.
“Esta es tu casa, querido amigo,
en agradecimiento por todos estos años. ¡Es un regalo para ti!”
Si el maestro hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa,
seguramente la hubiera hecho totalmente diferente.
¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que él mismo había construido!
(Cuento anónimo)
¿Cómo hubiera sido su comportamiento si hubiera sabido desde el principio que la casa era
para él?
Los resultados que tenemos se van dando a través de un efecto en cadena. Yo la llamo
“LA CADENA DE RESULTADOS”. Así como el maestro, somos dueños de esta cadena y
podemos cambiar la calidad de resultados que obtengamos si modificamos sus
elementos. Por decisión nuestra, esta cadena puede generarnos resultados negativos
una y otra vez y así se convertirá en una CADENA VICIOSA. Así mismo, podemos
realizar cambios en ella a fin de obtener resultados positivos y convertirla en una
CADENA VIRTUOSA.
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Los RESULTADOS que tenemos vienen de una ACCIÓN O COMPORTAMIENTO. Es
decir, para obtener algo tuvimos un comportamiento previo. Inclusive, en casos
fortuitos como ganar un sorteo, tuvimos que comprar un número o poner nuestro
nombre en un cupón. En este caso, la casa defectuosa tuvo que ver con usar malos
materiales, no tener en cuenta los errores ni corregirlos, trabajar sin ganas. La inacción
(no hacer algo o dejar pasar) se incluye en la categoría de comportamientos. Para
obtener este contenido, por ejemplo, tuviste que entrar en un link, llenar tus datos y
luego abrir tu mail.
En este cuadro, te mostraré cómo un mismo hecho podría haber generado una cadena
diferente:
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Los resultados finales de cada cadena se vuelven a retroalimentar y afectar a las
interpretaciones que puedan surgir ante nuevos hechos. Eso hace que una cadena
viciosa se vuelva cada vez más fuerte y se convierta en un espiral negativo, o que una
cadena virtuosa genere cada vez más resultados positivos.
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Ten cuidado en seguir las preguntas en el orden establecido. Muchas veces nuestra
mente quiere pasar directamente a nuevas acciones, pero sin la RESIGNIFICACIÓN
probablemente se te ocurran acciones que estén dentro de la misma cadena viciosa.
Me siento muy enojada con mis hijos porque sacan comida del refrigerador y dejan afuera, sin
volverla a poner en su lugar. Son desconsiderados, no dimensionan cuánto sale la comida
2. ¿Cuál es el hecho o los hechos que estás observando por eso te sientes así?
(recuerda anotar SOLO HECHOS, NO INTERPRETACIONES)
El envase de leche abierto que encuentro fuera del refrigerador por lo menos 4 veces en la
semana. El recipiente con comida que encuentro fuera del refrigerador por los menos 2 veces
a la semana y los 40 grados de temperatura que hace. Las veces que le indiqué cuando
encuentro cada cosa, que tienen que guardar en el refrigerador
4. ¿Cuáles son los objetivos que tienes con respecto a esta situación?
Que parte de su educación sea apreciar lo que tienen y cuidarlo. Que vayan creciendo como
personas. No tener que tirar comida porque se descompuso por estar a temperatura
ambiente.
5. ¿Cómo me ayuda esta emoción a los objetivos que deseo lograr? ¿Qué tipo de
acciones salen de ella?
No me ayuda, porque cuando veo esto me enojo y desde el enojo les reto. Ellos me dicen sí, sí,
sí pero vuelve a pasar. Así que repito el ciclo una y otra vez sin llegar al objetivo que deseo.
Que están en proceso de aprendizaje y que necesito insistir con el tema hasta que puedan
asumirlo totalmente. Que mi forma de hablarle no es efectiva (el reto) y que necesito
mostrarle el efecto que tiene el acto (dejar la comida a temperatura ambiente) de otra forma.
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AUTOCOACHING DE EMOCIONES NEGATIVAS
2. ¿Cuál es el hecho o los hechos que estás observando por eso te sientes así?
(recuerda anotar SOLO HECHOS, NO INTERPRETACIONES)
4. ¿Cuáles son los objetivos que tienes con respecto a esta situación?
5. ¿Cómo me ayuda esta emoción a los objetivos que deseo lograr? ¿Qué tipo de
acciones salen de ella?
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(Capítulo extraído de mi libro
En el día a día, tenemos situaciones difíciles en las que nos vemos involucrados y para
enfrentarlas siempre tenemos dos opciones: ser víctimas o ser protagonistas.
Si fuese la rana y me sintiese víctima, buscaría al culpable: “¿Quién habrá dejado con
mala intención este tambor con leche?”, “¿Por qué no nos avisaron?”, “¿Qué hacen que
no vienen a rescatarnos?”.
En estos relatos, sentimos que el expresar nuestras penas nos hace bien y nos conforta,
además, muchas veces nos gusta ir repitiendo nuestra historia una y otra vez. De
hecho, hay estudios que mencionan que cuando nos pasa algo bueno se lo contamos a
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cinco personas y que cuando nos sucede algo malo no paramos de hablar hasta
contárselo a diecisiete personas. Al parecer, esto forma parte de nuestra cultura, una
cultura “cómodamente incómoda” donde los otros tienen que ver con nuestros
resultados.
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emociones que se sienten en él son enojo, cansancio, frustración, decepción,
preocupación. Te sientes así porque buscan controlar cosas que realmente no están en
tus manos.
El protagonista comienza a actuar desde el círculo de influencia. ¿Qué hay allí? Todo lo
que está en nuestras manos, lo que depende de nosotros. Te doy algunos ejemplos:
Puedo cambiar la forma en que pienso sobre algo que ocurrió o está
ocurriendo. No puedo cambiar el hecho en sí, pero sí puedo cambiar la
interpretación que hago de ese hecho. Hace poco, una mujer que estaba en
proceso de coaching me contaba que estaba muy angustiada por cómo su hija se
ocupaba de su primera nieta, que había tenido una enfermedad pulmonar con
tantas complicaciones que tuvo que ser internada. Las interpretaciones que
hacía de su hija eran: “no quiere asumir su responsabilidad”, “ser mamá es un
juego para ella”, “jamás va a madurar”, etc. A partir de esas interpretaciones,
todo lo que decía eran críticas hacia su hija, que se alejaba cada vez más de ella,
y si seguía con esa situación también vería menos a su nieta. Le pedí que pensara
en qué otras interpretaciones, que no fueran negativas, podría elegir que la
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hicieran accionar de forma diferente. Luego de unos minutos de reflexión, me
dijo: “tal vez no es que no quiere atender a mi nieta, sino que no sabe cómo
hacerlo o cómo pedir ayuda”. Esta nueva interpretación le permitió acercarse de
una forma diferente a su hija e hizo que esta se animara a pedirle ayuda.
Puedo elegir la forma en que me comunico con la otra persona. Recuerdo el
caso de un jefe que había venido a mí, buscando generar mejores resultados en
su equipo. Me explicó que las personas con las que trabajaba se quejaban de su
forma de tratarlas, pero él no conseguía entender a qué se referían ya que sentía
que hacía lo correcto. Entonces, le pedí que en la sesión de coaching
representáramos una situación cotidiana.
Yo asumiría el papel de un colaborador y él actuaría como lo hacía normalmente
cuando interactuaba con su equipo. Luego de hacer el ejercicio y de escuchar la
grabación de todo el diálogo, se dio cuenta del efecto que tenían sus palabras en
las personas y de cómo buscaba resaltar siempre lo negativo de cada acción,
olvidándose de todo lo positivo que la persona había logrado. A partir de allí,
eligió hacer un cambio en su comunicación, lo que le permitió mejorar su forma
de relacionarse, con lo cual su equipo alcanzó los resultados esperados.
Puedo elegir mis metas y la forma de llegar a ellas. En una sesión de coaching
de vida, una mujer me planteó que sentía mucha angustia cuando iba al trabajo.
Aunque le gustaba lo que hacía, sentía que su verdadera vocación era la
decoración de fiestas. Se sentía atrapada en una encrucijada, porque era madre
soltera y tenía muchas responsabilidades. “No puedo dejar de un día a otro mi
trabajo para dedicarme a algo, que no sé si va a poder darme de comer a mí y a
mi hijo”.
En su esquema mental, solo podía alcanzar una meta, si dejaba de lado su
actividad actual. Luego de algunas preguntas, pudo visualizar una forma más
organizada para lograr lo que deseaba. Así que pensó en un plan de dos años: en
el primero realizaría actividades de decoración fuera del horario de trabajo y los
fines de semana, lo que le permitiría tener más experiencia, conocer el mercado,
comenzar a armar su cartera de clientes y, sobre todo, testear el nivel de
ingresos que podría lograr. Con este plan logró hacer una transición más
equilibrada, sin dejar de lado su pasión, ni sus responsabilidades como madre. Al
terminar el segundo año, se dio cuenta de que era lo suficientemente conocida
como para poder tener un buen nivel de ingresos, incluso mayor que en su
trabajo, que dejó para dedicarse a su propia empresa de decoración.
Tal vez te hayas dado cuenta de que en los tres ejemplos comienzo con la palabra
“puedo”, porque al ubicarme en el círculo de influencia y asumir la postura de
protagonista aumenta mi poder personal, poniendo el foco en lo que puedo y no en lo
que no puedo.
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¿CÓMO CAMBIAR DE POSTURA?
En la vida, puedes elegir entre estas dos posturas: buscar a los culpables y seguir
lamentándote por el problema, o actuar dentro de la responsabilidad y buscar las
soluciones. Si no eliges ser el protagonista de tu vida, corres el gran riesgo de quedarte
como la víctima de una historia, donde los otros son los protagonistas.
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Ejercicio: De víctima a protagonista
Piensa en una situación en la que te sientas víctima. Escríbela en un máximo de dos
párrafos. Lee atentamente tu historia y genera una segunda versión donde relatas la
situación desde otro punto de vista, en el que tienes parte de responsabilidad en los
resultados. Recuerda cambiar tu forma de expresarte como te lo mostré unos párrafos
más arriba.
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Revisa lo que escribiste en tu relato como protagonista, ¿Qué quedó en tus manos?
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PATRICIA NIETO ©
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¡Bien! A través de estas páginas hemos recorrido un buen trecho. Mi intención es que
recuerdes las alas que ya tienes, que funcionan y que pueden ayudarte a volar hacia
mejores resultados sin que este proceso tenga que implicar sufrimiento o sacrificio.
Cada uno de nosotros somos dueños de recursos insospechados, que están dentro
nuestro a la espera que los descubras y que los lleves a la acción.
PATRICIA NIETO ©
Una vez leí una frase (no recuerdo el autor) que me dio cuáles eran las tres grandes
inversiones que yo necesitaba hacer para tener éxito.
Si llegaste hasta esta página, habrás dedicado varios minutos o incluso horas para leer
el e-book. Si también avanzaste a hacer ejercicios, mucho más tiempo.
TERCERA INVERSIÓN – Fe
Esta inversión solo puedes hacerla tú y nadie más que tú. Representa creer en la
posibilidad que estas estrategias funcionen. ¡Yo las he probado personalmente! ¡Las
han probado cientos de clientes míos y funcionan! Pero tienes que creer que es así y, a
partir del beneficio de la duda, pensar “¿qué pasará si aplico?” y lanzarte a probar.
de ser mejores personas y, a partir de esto, crear la vida que realmente quieres vivir!
Patricia
PATRICIA NIETO ©