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Ding

PATRICIA NIETO ©
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de la titular del copyright. La infracción de las condiciones descritas puede constituir
un delito contra la propiedad intelectual.

PATRICIA NIETO ©
¿Alguna vez te sentiste que estabas remando contra la corriente? Se trata de una
sensación bastante común, donde percibes que estás haciendo mucho esfuerzo para
conseguir algo, adelantas unos pasos y retrocedes otros. Pareciera que existen
obstáculos por todas partes, puedes avanzar lo que te corresponde a ti, sin embargo,
cuando le toca a otros accionar, pareciera que pierdes las esperanzas.

O tal vez te sentiste que estás atrapado en un determinado resultado, dando vueltas y
vueltas sobre lo mismo, accionando e invirtiendo energía sin encontrar realmente lo
que esperas. ¿Cuándo se van a dar las cosas como tú quieres?

Pero esto no le pasa a todos y eres muy consciente de ello. Miras a los lados y ves a
algunas personas a las cuales la vida pareciera que les es más fácil. Definen lo que
desean y lo consiguen, ¡así de simple! Pareciera que no existen obstáculos y son
imparables. ¿Qué saben ellos que tú no sabes?

Los ves siempre llenos de energía, accionando, nada les perturba el buen humor, ante
cada problema ellos encuentran una solución con rapidez. Se sienten satisfechos,
contentos, relajados. ¿Cómo son capaces de conseguir y sostener eso?

A través de estas páginas, pretendo darte el secreto que ellos saben y que tal vez tu no.
Son estrategias sencillas pero que pueden generar grandes cambios en tu forma de
sentirte, accionar y obtener resultados. Cuando las aprendí, me ayudaron a generar un
cambio muy importante en mi vida, en cómo veía las cosas, en cómo me sentía con
respecto a lo que pasaba y, sobre todo, a cómo accionaba en consecuencia.

No necesitas ni sufrir ni sacrificarte para generar mejores resultados, aunque en


nuestras creencias latinoamericanas sí estén muy activos los pensamientos de “hay
que luchar”, “hay que sufrir”, entre otras expresiones. Mi pensamiento es diferente. Si
estás sufriendo en el proceso, si tienes que “sacrificar” una parte de tu vida para
mejorar en otra, estás haciendo mal el proceso. Es totalmente posible alcanzar
mejores resultados dentro de procesos sanos y que beneficien a todas las áreas de tu
vida.

En cada sección compartiré contigo relatos, ejemplos, teoría y ejercicios que te llevará
a entender cada estrategia. Sí te hago un pedido: si realmente quieres tener resultados
excepcionales, no permitas que esto que compartiré contigo se quede en este escrito.
Llévalo a tu vida, practícalo día a día. Esta es la forma en que te comenzarás a sentir
diferente y obtener resultados que nunca alcanzaste. ¡Te prometo que sentirás la
diferencia en forma inmediata!

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Cuentan que la verdad absoluta residía en un espejo mágico.
Varias naciones querían tenerla, así que se organizaron
equipos para localizarla.
Luego de meses de intensa búsqueda, la encontraron en el fondo de un lago.
Hasta allí llegaron los expedicionarios con botes y equipos de buceo.
El problema fue que los representantes de cada nación
llegaron al mismo tiempo frente al espejo.
Lo sacaron juntos a la superficie y comenzaron a discutir.
“¡Es mío!”, decía uno. “¡Yo llegué primero!” decía otro.
Mientras, comenzaron a forcejear entre todos.
El espejo se rompió y cada representante se quedó con un pedazo.
Incapaces de arreglar el espejo y compartirlo,
cada equipo llevó una parte de él diciendo que tenía la verdad absoluta.
(Cuento anónimo)

Los seres humanos somos contadores de historias. Al ser seres interpretativos y


percibir el mundo a través de nuestros sentidos, no podemos dejar de realizar
interpretaciones acerca de cada cosa que está frente a nosotros. A estas
interpretaciones les damos un valor (positivo o negativo) y a la vez, los repetimos una y
otra vez a modo de historias. Finalmente, tomamos nuestra versión de la historia como
si fuera la VERDAD ABSOLUTA, sin darnos cuenta que puede haber otros puntos de
vista de la misma historia.

Lo que no sabemos es que si bien no podemos elegir determinados hechos que nos
pasan, sí podemos elegir las interpretaciones o historias que nos hacemos de esos
hechos. Cuando nos repetimos estas historias una y otra vez, se convierten en
creencias y se alojan en nuestro subconsciente de forma que pueden ser obstáculos o
impulsores para nuestro accionar diario.

Para ello, el primer paso es poder distinguir entre hechos e interpretaciones. Y esto
fue un tema que realmente me permitió hacer una gran diferencia en mi vida.

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Te daré un ejemplo: Hace unos años, estaba impartiendo un curso de liderazgo en una
organización. Durante el segundo día del curso, me encontré en el salón con una de las
participantes. No era la primera vez que la veía temprano, pero esta vez tenía
intenciones de conversar conmigo. Te detallo mis recuerdos de esa conversación:

PARTICIPANTE: “Estoy muy angustiada por un colaborador que tengo…es terriblemente


impuntual” (“Terriblemente impuntual” es una interpretación)
YO: “¿Sí? ¿Qué hace esta persona por eso es terriblemente impuntual?” (buscaba establecer
los hechos)
PARTICIPANTE: “Todos los días llega entre las 8:10 o inclusive a las 8:15”
YO: “¿Cuál es el horario de entrada? ¿Hay alguna tolerancia?” (buscaba más hechos para
determinar el atraso)
PARTICIPANTE: “El horario de entrada es a las 8:00 horas. RRHH determina que hay
tolerancia hasta las 8:15 horas”
YO: “¿Alguna vez llegó más tarde de las 8:15?”
PARTICIPANTE: “No”
YO: “¿Es impuntual en otros aspectos? Por ejemplo, entrega de informes, llegada a reuniones,
etc.” (la intención aquí era verificar si esa interpretación se cumplía en otros ámbitos de
la vida de profesional de esa persona)

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PARTICIPANTE: “No, es muy puntual en eso. Inclusive, llega antes para que podamos
comparar antes, entrega los informes antes, entre otras cosas.”
YO: “¿Con quién la estás comparando por eso decís que es terriblemente impuntual?”
(Siempre hacemos una comparación cuando interpretamos)
PARTICIPANTE: “¡Conmigo! ¡Yo llego todos los días a las 7:30 horas!”
YO: “Entonces, si vemos todos estos hechos (repetí todos los datos sin valoración que me dio),
¿qué pasa con él realmente?”
(Segundos de silencio donde su mente iba recorriendo los hechos)
PARTICIPANTE: (con voz más calmada) “Viéndolo así, no es tremendamente impuntual,
sino que utiliza la tolerancia que da RRHH en el horario de entrada. Desde ese punto de vista,
ya no me siento angustiada.”
Cuando buscamos los hechos concretos, definimos con quién es la comparación y
buscamos hechos que apoyen la historia opuesta (“que él es puntual”) la historia puede
perder su peso porque ampliamos nuestra mirada y descubrimos otras partes de la
historia que antes no veíamos.
Cuando no hacemos este proceso, una historia se convierte en VERDAD ABSOLUTA y
se aloja como creencia. Puede dividirse en tres tipos:

1. GENERALES – Se relacionan al contexto, la cultura, la sociedad, el mercado,


entre otros. Por ejemplo, “El mercado no da”, “La cultura no lo permitiría”, etc.
2. RELACIONALES – Tienen que ver con nuestra relación con otras personas. Por
ejemplo, “Ella siempre está muy ocupada, no me podrá recibir”, “Ni se lo pido
porque sé que no me ayudará”, “No me quiere”, etc.
3. PERSONALES – Se refieren a tu propia persona. Ejemplo, “No podré lograr esto
porque no soy perseverante”, “Ya tengo mucha edad para eso”, entre otras.
Decir “lo que pasa que yo soy así (completa con cualquier adjetivo calificativo
negativo)” es la mejor excusa que usamos para no cambiar. Estas creencias
personales son las más importantes porque definen nuestra AUTOESTIMA o
VALORACIÓN PERSONAL.

El segundo paso es pensar en los resultados que queremos generar: ¿Cómo nos ayudan
las historias que nos contamos? ¿Crean obstáculos o nos sirven para seguir avanzando?
Si no nos ayudan, recordemos que están en nuestras manos y las podemos cambiar.

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Ejercicio. Reviso las historias que me digo de mí
Escribe en el cuadro los cinco hechos más importantes de tu vida. En la columna de
interpretaciones coloca lo que dices de ellos en tu día a día. En la última columna,
identifica cómo te ayudan estas interpretaciones a generar los resultados que quieres
lograr. Te ofrezco primero un ejemplo:

Ahora, ¡tu turno!

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Ahora, analiza las interpretaciones que no te ayudan o sirven: ¿qué interpretaciones
podrías tener que sean diferentes y que sí te ayuden para alcanzar tus objetivos?
Puedes potenciar el análisis de los hechos de tu vida aumentando la cantidad de hechos
a analizar de cinco a diez aspectos.

Distinguir la diferencia entre hechos de interpretaciones te ayudará a:


Crean metas más concretas, claras y específicas que sean más fáciles de medir,
hacer seguimiento y lograr.
Hacer pedidos más específicos, lo que mejorará la capacidad de respuesta del
otro. Por ejemplo, necesito que vengas “más temprano” es una interpretación.
Indicar una hora específica es un hecho.
Determinar cuál es el problema real en una situación o relación. Si comienzas a
indagar sobre los hechos, podrás tener mayores parámetros de lo que está
sucediendo. Luego, si ves las interpretaciones que el otro hace de los hechos,
podrás entender su punto de vista, empatizar y, a partir de allí, buscar
soluciones juntos.
Darte cuenta que la mayoría de las personas basan su opinión en
interpretaciones sobre hechos parciales que ven de la situación. Esto permitirá
que sufras menos ante determinados comentarios o que puedas, al entender los
hechos que está mirando el otro, aclararlos u ofrecer más hechos para que la
persona tenga una visión diferente.
Mejorar su autoestima ya que estarás viendo los hechos de tu vida e
identificando las interpretaciones que le diste o le estás dando y así elegir cómo
te gustaría mirarte a ti mismo.
Tomar mejores decisiones al tener la mayor cantidad de hechos sobre una
situación. ¡Mejor análisis, mejor solución!
Estos son solo algunos beneficios que verás que aumentarán en cuanto avances a la
sección 2.

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Un maestro de construcción deseaba jubilarse y le contó a su jefe de su decisión.
Éste le pidió un favor personal, que hiciera un último esfuerzo y construyera una casa más.
El maestro accedió pero de mala gana: “¿Acaso nunca dejaría de aprovecharse de él?”
No utilizaba materiales de calidad, tanto su trabajo
como el de sus asistentes era deficiente, sin ganas.
Él veía errores, pero ya no los corregía porque no volvería a trabajar con su jefe.
Al finalizar el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa
y al concluir le extendió las llaves de la puerta principal.
“Esta es tu casa, querido amigo,
en agradecimiento por todos estos años. ¡Es un regalo para ti!”
Si el maestro hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa,
seguramente la hubiera hecho totalmente diferente.
¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que él mismo había construido!
(Cuento anónimo)

¿Qué llevó al maestro a construir esta casa imperfecta?

¿Cómo hubiera sido su comportamiento si hubiera sabido desde el principio que la casa era
para él?

Los resultados que tenemos se van dando a través de un efecto en cadena. Yo la llamo
“LA CADENA DE RESULTADOS”. Así como el maestro, somos dueños de esta cadena y
podemos cambiar la calidad de resultados que obtengamos si modificamos sus
elementos. Por decisión nuestra, esta cadena puede generarnos resultados negativos
una y otra vez y así se convertirá en una CADENA VICIOSA. Así mismo, podemos
realizar cambios en ella a fin de obtener resultados positivos y convertirla en una
CADENA VIRTUOSA.

Comparto contigo el diagrama para poder explicártelo a continuación:

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Los RESULTADOS que tenemos vienen de una ACCIÓN O COMPORTAMIENTO. Es
decir, para obtener algo tuvimos un comportamiento previo. Inclusive, en casos
fortuitos como ganar un sorteo, tuvimos que comprar un número o poner nuestro
nombre en un cupón. En este caso, la casa defectuosa tuvo que ver con usar malos
materiales, no tener en cuenta los errores ni corregirlos, trabajar sin ganas. La inacción
(no hacer algo o dejar pasar) se incluye en la categoría de comportamientos. Para
obtener este contenido, por ejemplo, tuviste que entrar en un link, llenar tus datos y
luego abrir tu mail.

Esta ACCIÓN O COMPORTAMIENTO nace de una EMOCIÓN o ESTADO DE ÁNIMO


que sentimos hacia algo o alguien. En el cuento existe desgano, desmotivación,
inclusive también enojo y decepción. Para el caso de la descarga de contenido, la
emoción probablemente fue preocupación, ansiedad, ambición, ganas de ir por más,
frustración. Puede ser una emoción o una mezcla de emociones. A la vez, hay una
diferencia entre emoción y estado de ánimo. La emoción es temporal y tiene que ver
con un hecho específico. El estado de ánimo es repetitivo y se relaciona con una
interpretación constante que tenemos de una situación.

Tanto la EMOCIÓN o ESTADO DE ÁNIMO están relacionados los PENSAMIENTOS.


Estos pensamientos se crean ante uno o varios HECHOS que están frente a nosotros y
las INTERPRETACIONES que hacemos de esos hechos. En el caso del maestro de
construcción, los hechos son que había solicitado su retiro y que su jefe le pide realizar
una última casa. Además, muy probablemente, él estaba observando hechos del
pasado relacionados con su trabajo y su jefe. Es ahí que él puede realizar
interpretaciones como “nunca dejará de aprovecharse de mí”. Si vamos al ejemplo de la
descarga de este contenido, probablemente habrás observado los hechos relacionados
con tus resultados, revisaste algunos hechos referentes a mí o a mi experiencia y a
partir de allí y te dijiste “esto me puede ayudar”.

En este cuadro, te mostraré cómo un mismo hecho podría haber generado una cadena
diferente:

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Los resultados finales de cada cadena se vuelven a retroalimentar y afectar a las
interpretaciones que puedan surgir ante nuevos hechos. Eso hace que una cadena
viciosa se vuelva cada vez más fuerte y se convierta en un espiral negativo, o que una
cadena virtuosa genere cada vez más resultados positivos.

¿Dónde cambió la cadena? La base del cambio está en los pensamientos,


específicamente, en las interpretaciones que hacemos de los hechos que nos suceden.
Recuerda lo que te mencioné en la sección anterior: no puedes cambiar algunos
hechos, pero siempre las interpretaciones estarán en tus manos y podrás cambiarlas de
acuerdo a tu elección. Este cambio de interpretaciones se llama: RESIGNIFICACIÓN.

A continuación, compartiré contigo un ejercicio que hago siempre que me siento


enojada, preocupada, frustrada, o en cualquier emoción que me obstaculice y que no
me ayude a alcanzar los resultados que deseo. Primero, te daré un ejemplo y luego solo
las preguntas para que puedas practicar. Este ejercicio es aplicable a cualquier
situación o ámbito de tu vida y te recomiendo que lo hagas por escrito, a fin de bajar tus
ideas al papel.

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Ten cuidado en seguir las preguntas en el orden establecido. Muchas veces nuestra
mente quiere pasar directamente a nuevas acciones, pero sin la RESIGNIFICACIÓN
probablemente se te ocurran acciones que estén dentro de la misma cadena viciosa.

AUTOCOACHING DE EMOCIONES NEGATIVAS (Ejemplo)

1. ¿Qué es lo que te tiene en esta emoción negativa


(enojo/preocupación/ansiedad/decepción/frustración/otra)?

Me siento muy enojada con mis hijos porque sacan comida del refrigerador y dejan afuera, sin
volverla a poner en su lugar. Son desconsiderados, no dimensionan cuánto sale la comida

2. ¿Cuál es el hecho o los hechos que estás observando por eso te sientes así?
(recuerda anotar SOLO HECHOS, NO INTERPRETACIONES)

El envase de leche abierto que encuentro fuera del refrigerador por lo menos 4 veces en la
semana. El recipiente con comida que encuentro fuera del refrigerador por los menos 2 veces
a la semana y los 40 grados de temperatura que hace. Las veces que le indiqué cuando
encuentro cada cosa, que tienen que guardar en el refrigerador

3. ¿Qué interpretación das al hecho o los hechos?


Que no aprecian lo que tienen, Que son desagradecidos, Que no me escuchan, Que no les
importa

4. ¿Cuáles son los objetivos que tienes con respecto a esta situación?

Que parte de su educación sea apreciar lo que tienen y cuidarlo. Que vayan creciendo como
personas. No tener que tirar comida porque se descompuso por estar a temperatura
ambiente.

5. ¿Cómo me ayuda esta emoción a los objetivos que deseo lograr? ¿Qué tipo de
acciones salen de ella?
No me ayuda, porque cuando veo esto me enojo y desde el enojo les reto. Ellos me dicen sí, sí,
sí pero vuelve a pasar. Así que repito el ciclo una y otra vez sin llegar al objetivo que deseo.

6. ¿Qué otro significado (positivo o neutro) le puedes dar a ese hecho?

Que están en proceso de aprendizaje y que necesito insistir con el tema hasta que puedan
asumirlo totalmente. Que mi forma de hablarle no es efectiva (el reto) y que necesito
mostrarle el efecto que tiene el acto (dejar la comida a temperatura ambiente) de otra forma.

7. ¿Qué emociones te genera la nueva interpretación?


Ganas de seguir intentando para conseguir mi objetivo.

8. ¿Qué acciones te genera la nueva emoción?


Buscar formas más atractivas, que lleguen les lleguen más y que permitan que mis hijos
realmente entiendan la importancia guardar la comida en el refrigerador.

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AUTOCOACHING DE EMOCIONES NEGATIVAS

1. ¿Qué es lo que te tiene en esta emoción negativa


(enojo/preocupación/ansiedad/decepción/frustración/otra)?

2. ¿Cuál es el hecho o los hechos que estás observando por eso te sientes así?
(recuerda anotar SOLO HECHOS, NO INTERPRETACIONES)

3. ¿Qué interpretación das al hecho o los hechos?

4. ¿Cuáles son los objetivos que tienes con respecto a esta situación?

5. ¿Cómo me ayuda esta emoción a los objetivos que deseo lograr? ¿Qué tipo de
acciones salen de ella?

6. ¿Qué otro significado (positivo o neutro) le puedes dar a ese hecho?

7. ¿Qué emociones te genera la nueva interpretación?

8. ¿Qué acciones te genera la nueva emoción?

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(Capítulo extraído de mi libro

“Doce pasos hacia tus sueños – Lidera tu vida con el coaching”)

Dos ranas cayeron en un tambor que contenía leche hasta la mitad.


Aunque eran buenas nadadoras, empezaron a cansarse
y cuando intentaron salir,
descubrieron que estaban demasiado lejos del borde
como para alcanzarlo de un salto.
Una de las ranas se desesperó.
“No puedo más” -jadeaba- “no saldremos vivas de aquí”.
“Resiste, resiste”- respondía la otra-
“Ya encontraremos una solución. No debes abandonar.
Sigue nadando, mantente a flote”.
Un rato más tarde,
la ranita quejumbrosa renunció a continuar esforzándose y se ahogó.
Su valiente compañera siguió nadando,
con la energía que da la confianza.
Y tanto nadó, que la leche comenzó a cuajarse
por el batido de sus patas hasta que se convirtió en sólida manteca.
En ella hizo pie para dar un salto que la sacó triunfal de la trampa.

En el día a día, tenemos situaciones difíciles en las que nos vemos involucrados y para
enfrentarlas siempre tenemos dos opciones: ser víctimas o ser protagonistas.

Examinemos primero la postura de la víctima:

Si fuese la rana y me sintiese víctima, buscaría al culpable: “¿Quién habrá dejado con
mala intención este tambor con leche?”, “¿Por qué no nos avisaron?”, “¿Qué hacen que
no vienen a rescatarnos?”.

Muchas veces entre amigos, compañeros de trabajo o familia es común escuchar el


relato de situaciones penosas o de infortunio, contadas por una víctima: “¡Y no sabes lo
que me hizo!”, “a mí nomás me viene a pasar”, “no entiende lo que le digo”, “me puso
demasiado nervioso/a”, “no tengo tiempo”, “y lo único que me quedó fue reaccionar”.

En estos relatos, sentimos que el expresar nuestras penas nos hace bien y nos conforta,
además, muchas veces nos gusta ir repitiendo nuestra historia una y otra vez. De
hecho, hay estudios que mencionan que cuando nos pasa algo bueno se lo contamos a

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cinco personas y que cuando nos sucede algo malo no paramos de hablar hasta
contárselo a diecisiete personas. Al parecer, esto forma parte de nuestra cultura, una
cultura “cómodamente incómoda” donde los otros tienen que ver con nuestros
resultados.

¿Qué logramos cuando contamos nuestra historia de esta forma?

¿La lástima de los demás o una justificación?

¿El problema que tenemos se soluciona contándolo así?

¿Para qué lo hacemos?

Estas expresiones pertenecen a la cultura de víctima, en la que siempre hay un


victimario que se convierte en el culpable y responsable de lo que me pasa. Te invito a
escuchar las conversaciones que se dan a tu alrededor... y verás que la cultura de la
víctima está allí. Si la culpa la tiene otro, ese otro debe solucionarlo, no yo.

Esta situación de víctima es muy cómoda, porque me exime de toda responsabilidad en


lo que pasa. Sin embargo, el problema es que cuando el culpable es el otro, él es el que
tiene que solucionarlo. Esta postura nos hace depender directamente de los demás y
de su voluntad hacia nosotros.

En su libro, Los 7 hábitos de las personas altamente


efectivas, Stephen Covey nos muestra que podemos
posicionarnos en dos círculos diferentes: el
círculo de preocupación o el círculo de
influencia.

El círculo de preocupación es donde nos


sentimos víctimas, porque nos estamos
enfocando en aquellas cosas, que no dependen
de nosotros y sobre las cuales no tenemos
control. Por ejemplo, no podemos controlar el
clima, el tránsito, lo que piensen o hagan los
demás, así como entre otras cosas, no podemos
hacer nada con respecto a algo que ya ocurrió. Las

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emociones que se sienten en él son enojo, cansancio, frustración, decepción,
preocupación. Te sientes así porque buscan controlar cosas que realmente no están en
tus manos.

El círculo de influencia implica todo lo que sí podemos manejar o cambiar: cómo


pensamos, nuestras reacciones hacia algo, cómo nos comunicamos, las relaciones que
establecemos, cómo administramos nuestro tiempo, las metas que nos ponemos. Las
emociones en este lugar son muy diferentes ya que lo que te propongas sólo depende
de ti. Sientes satisfacción, ganas de ir por más, aceptación y paz.

Ahora, revisemos la postura de protagonista:

La rana (y cualquiera de nosotros) puede asumir su papel de protagonista al analizar


qué la llevó a estar allí y qué debe hacer para salir de esa situación. En cada cosa que
nos sucede, tenemos una parte de responsabilidad. Al asumir lo que no hicimos en
forma correcta, se abrirán frente a nosotros las posibilidades de solución. Y en este
caso, la solución solo depende de nosotros y de nuestra capacidad para generar acción.

¿Cómo llegué a esta situación?

¿Qué talentos míos puedo utilizar para salir?

¿Qué puedo aprender de esto para que no me vuelva a pasar?

El protagonista comienza a actuar desde el círculo de influencia. ¿Qué hay allí? Todo lo
que está en nuestras manos, lo que depende de nosotros. Te doy algunos ejemplos:

Puedo cambiar la forma en que pienso sobre algo que ocurrió o está
ocurriendo. No puedo cambiar el hecho en sí, pero sí puedo cambiar la
interpretación que hago de ese hecho. Hace poco, una mujer que estaba en
proceso de coaching me contaba que estaba muy angustiada por cómo su hija se
ocupaba de su primera nieta, que había tenido una enfermedad pulmonar con
tantas complicaciones que tuvo que ser internada. Las interpretaciones que
hacía de su hija eran: “no quiere asumir su responsabilidad”, “ser mamá es un
juego para ella”, “jamás va a madurar”, etc. A partir de esas interpretaciones,
todo lo que decía eran críticas hacia su hija, que se alejaba cada vez más de ella,
y si seguía con esa situación también vería menos a su nieta. Le pedí que pensara
en qué otras interpretaciones, que no fueran negativas, podría elegir que la

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hicieran accionar de forma diferente. Luego de unos minutos de reflexión, me
dijo: “tal vez no es que no quiere atender a mi nieta, sino que no sabe cómo
hacerlo o cómo pedir ayuda”. Esta nueva interpretación le permitió acercarse de
una forma diferente a su hija e hizo que esta se animara a pedirle ayuda.
Puedo elegir la forma en que me comunico con la otra persona. Recuerdo el
caso de un jefe que había venido a mí, buscando generar mejores resultados en
su equipo. Me explicó que las personas con las que trabajaba se quejaban de su
forma de tratarlas, pero él no conseguía entender a qué se referían ya que sentía
que hacía lo correcto. Entonces, le pedí que en la sesión de coaching
representáramos una situación cotidiana.
Yo asumiría el papel de un colaborador y él actuaría como lo hacía normalmente
cuando interactuaba con su equipo. Luego de hacer el ejercicio y de escuchar la
grabación de todo el diálogo, se dio cuenta del efecto que tenían sus palabras en
las personas y de cómo buscaba resaltar siempre lo negativo de cada acción,
olvidándose de todo lo positivo que la persona había logrado. A partir de allí,
eligió hacer un cambio en su comunicación, lo que le permitió mejorar su forma
de relacionarse, con lo cual su equipo alcanzó los resultados esperados.
Puedo elegir mis metas y la forma de llegar a ellas. En una sesión de coaching
de vida, una mujer me planteó que sentía mucha angustia cuando iba al trabajo.
Aunque le gustaba lo que hacía, sentía que su verdadera vocación era la
decoración de fiestas. Se sentía atrapada en una encrucijada, porque era madre
soltera y tenía muchas responsabilidades. “No puedo dejar de un día a otro mi
trabajo para dedicarme a algo, que no sé si va a poder darme de comer a mí y a
mi hijo”.
En su esquema mental, solo podía alcanzar una meta, si dejaba de lado su
actividad actual. Luego de algunas preguntas, pudo visualizar una forma más
organizada para lograr lo que deseaba. Así que pensó en un plan de dos años: en
el primero realizaría actividades de decoración fuera del horario de trabajo y los
fines de semana, lo que le permitiría tener más experiencia, conocer el mercado,
comenzar a armar su cartera de clientes y, sobre todo, testear el nivel de
ingresos que podría lograr. Con este plan logró hacer una transición más
equilibrada, sin dejar de lado su pasión, ni sus responsabilidades como madre. Al
terminar el segundo año, se dio cuenta de que era lo suficientemente conocida
como para poder tener un buen nivel de ingresos, incluso mayor que en su
trabajo, que dejó para dedicarse a su propia empresa de decoración.
Tal vez te hayas dado cuenta de que en los tres ejemplos comienzo con la palabra
“puedo”, porque al ubicarme en el círculo de influencia y asumir la postura de
protagonista aumenta mi poder personal, poniendo el foco en lo que puedo y no en lo
que no puedo.

PATRICIA NIETO ©
¿CÓMO CAMBIAR DE POSTURA?

¿Quieres realmente solucionar tus problemas? Si es así, te propongo que te cuentes a ti


mismo tu historia, asumiendo la responsabilidad sobre lo que te sucede. En muchos
casos, tal vez no hayas sido el culpable, pero seguramente también colaboraste de
alguna forma para llegar a ese resultado. Es fundamental que analices de dónde parece
que viene la acción. Cuando la expresión indica que la acción viene de afuera (otra
persona) o de determinadas circunstancias hasta inclusive mágicas, es porque está en
lenguaje de víctima. Veamos algunos ejemplos de cómo convertir el lenguaje de la
víctima en lenguaje responsable:

Si cambio mi conversación, podré ver qué nivel de responsabilidad tengo en mis


resultados y podré modificarlos. La otra alternativa es seguir siendo cómodamente la
víctima y dejar que el otro (el victimario) se decida a solucionarlo. ¿Estás dispuesto a
esperar? ¿Te gusta depender de los demás? ¡Estoy segura de que no! Por eso, te invito
a escucharte y cada vez que percibas que estás en el papel de víctima puedas analizar
cómo asumir tu responsabilidad.

En la vida, puedes elegir entre estas dos posturas: buscar a los culpables y seguir
lamentándote por el problema, o actuar dentro de la responsabilidad y buscar las
soluciones. Si no eliges ser el protagonista de tu vida, corres el gran riesgo de quedarte
como la víctima de una historia, donde los otros son los protagonistas.

PATRICIA NIETO ©
Ejercicio: De víctima a protagonista
Piensa en una situación en la que te sientas víctima. Escríbela en un máximo de dos
párrafos. Lee atentamente tu historia y genera una segunda versión donde relatas la
situación desde otro punto de vista, en el que tienes parte de responsabilidad en los
resultados. Recuerda cambiar tu forma de expresarte como te lo mostré unos párrafos
más arriba.

Mi relato como víctima

…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………

Mi relato como protagonista

…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………

Revisa lo que escribiste en tu relato como protagonista, ¿Qué quedó en tus manos?

…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………

¿Qué soluciones puedes ver en esta segunda versión?

…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………

PATRICIA NIETO ©

Cuenta una leyenda oriental que hubo un rey


que recibió como obsequio dos pichones de halcón
y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.
Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba
perfectamente educado pero que el otro no podría volar.
El rey mandó a llamar sanadores de todo tipo, miembros de la corte, otros maestros de
cetrería pero nadie pudo hacer volar al ave.
Un día, vio al halcón volando ágilmente en los jardines.
“Traiganme al autor del milagro”, dijo.
En seguida le presentaron a un campesino.
"¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?”
Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explicó:
"No fue difícil, su Alteza: sólo corté la rama.
El pájaro se dio cuenta que tenía alas y se largó a volar."

¡Bien! A través de estas páginas hemos recorrido un buen trecho. Mi intención es que
recuerdes las alas que ya tienes, que funcionan y que pueden ayudarte a volar hacia
mejores resultados sin que este proceso tenga que implicar sufrimiento o sacrificio.

Cada uno de nosotros somos dueños de recursos insospechados, que están dentro
nuestro a la espera que los descubras y que los lleves a la acción.

Recuerda, estas estrategias no sirven de nada si que quedan en el papel, necesitas


tenerlas en cuenta en tu día a día y llevarlas a la acción para poder tener los resultados
deseados.

A continuación te recuerdo las tres estrategias que revisamos juntos:

PATRICIA NIETO ©
Una vez leí una frase (no recuerdo el autor) que me dio cuáles eran las tres grandes
inversiones que yo necesitaba hacer para tener éxito.

PRIMERA INVERSIÓN – Tiempo

Si llegaste hasta esta página, habrás dedicado varios minutos o incluso horas para leer
el e-book. Si también avanzaste a hacer ejercicios, mucho más tiempo.

SEGUNDA INVERSIÓN - Dinero

En este caso, la inversión de dinero la hice yo y te la ofrecí de regalo en agradecimiento


por haberte convertido en un suscriptor tuyo.

TERCERA INVERSIÓN – Fe

Esta inversión solo puedes hacerla tú y nadie más que tú. Representa creer en la
posibilidad que estas estrategias funcionen. ¡Yo las he probado personalmente! ¡Las
han probado cientos de clientes míos y funcionan! Pero tienes que creer que es así y, a
partir del beneficio de la duda, pensar “¿qué pasará si aplico?” y lanzarte a probar.

¡Gracias por permitirme este espacio dentro de tu vida!

¡Gracias por permitirme acompañarte en este hermoso proceso

de ser mejores personas y, a partir de esto, crear la vida que realmente quieres vivir!

Patricia

PATRICIA NIETO ©

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