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Durante el siglo XX las humanidades enfrentaron una serie de desafíos, complicidades y quiebres
con las tradiciones nacionales. La expansión imperialista después de la Segunda Guerra Mundial obli-
gó a los pensadores locales a bosquejar estrategias de posicionamiento epistemológico más definidas
respecto a los países imperialistas y coloniales. La lucha en Egipto por alcanzar la independencia total
de Inglaterra, la ocupación francesa de Argelia y el desarrollo de la Guerra de Liberación Nacional desde
1954, se constituyeron en materiales que permitieron elaborar críticas al neocolonialismo y perfilar la
emergencia de nuevas teorías. La circulación del libro “Los Condenados de la Tierra”, publicado por
Franz Fanon y prologado por Jean Paul Sartre, marcó el inicio de un nuevo momento. Fanon nació en
la colonia francesa de Martinica, en el seno de una familia de clase media, estudió en Francia —des-
pués de pelear por “la Francia libre” durante la Segunda Guerra Mundial— y se graduó como médico
y siquiatra. A través de la publicación de su libro “Piel Negra, Máscara Blanca”, expone su experiencia
personal como intelectual negro que habita en un “mundo blanqueado” y efectúa una elaboración psi-
cológica respecto a la relación colonizado/colonizador. En dicha obra, el autor desarrolla la teoría sobre
el proceso mediante el cual al hombre negro se le bloquean las posibilidades de percibir su sujeción a
la universalizada normalización blanca, lo que constituye su alienación.
Desde esta perspectiva, Fanon pensará la colonización como algo perteneciente a una operación
del lenguaje que tiene graves consecuencias en la conciencia. “Hablar significa sobre todo, asumir una
cultura, soportar el peso de una civilización. Hablar en francés significa que uno acepta un concepto, o
es coercionado dentro de una aceptación —la conciencia colectiva francesa— que identifica a la negri-
tud con el mal y el pecado. En un intento por escapar de la asociación de la negritud con el mal, el hom-
bre negro se pone una máscara blanca, o se piensa a sí mismo como un sujeto universal participando
igualitariamente en una sociedad que se aboca a la igualdad, supuestamente, abstraída de la aparien-
cia personal. Los valores culturales son internalizados, epidermilizados dentro de la conciencia, creando
una dislocación fundamental entre la conciencia del hombre negro y su cuerpo. Bajo esas condiciones
el hombre negro está básicamente alienado de sí mismo”.13
En el libro los “Condenados de la Tierra”,14 a su vez, Fanon desarrolla la perspectiva maniquea ya
introducida en su primer libro, que trabaja la relación binaria entre el negro como el mal y lo blanco
como el bien. El argumento es que un mundo enteramente nuevo debe entrar en el Ser. El deseo utó-
pico de Fanon de ser totalmente libre del pasado, requiere de una revolución total, con una violencia
absoluta. La violencia, se argumenta, purifica destruyendo no sólo la categoría de blanco, sino también
la de negro. Es siguiendo esta huella, que el crítico literario Palestino-Americano Edward Said elaborará
una crítica a las concepciones orientalistas de comprensión de las culturas arábicas por parte del discur-
so colonial europeo.
En su libro “Orientalismo”, Said presenta una reconstrucción genealógica de los discursos europeos
respecto a Oriente. Para éste, Oriente se constituyó; no es sólo el vecino inmediato de Europa, sino tam-
13 Fanon, Franz, “Black Skin, Withe Masck”, Grove Press, Inc. 1967, p. 102.
14 Fanon, Franz, “Los Condenados de la Tierra”, Fondo de Cultura Económica, México, 1976.
15 Ver en Said, Edward, Orientalismo, España, Editorial de Bolsillo, Grupo Mondadori, 2003.
16 Ibid.
17 Ibid, p. 25.
Bhabha, Homi, “Narrando la Nación”, en Nation and Narration, Londres, Routledge, 1990, pp. 1-7.
Spivak, Gayatri Chakravorty, “¿Puede Hablar el Sujeto Subalterno?”, en Revista Orbis Tertius, Año III Nº6,
Argentina, 1998, pp.189-235.
Chakrabarty, Dipesh, “Postcoloniality and the Artifice of History: Who Speaks for “Indian” Pasts?, in
Representations Nº 37, USA, University of California Press, 1992, pp. 1-26.
Chakrabarty, Dipesh, “Historias de las Minorías, Pasados Subalternos,* en Revista Historia y Grafía Nº 12,
México, D.F., 1999, pp. 87-111.
22 Spivak, Gayatri Chakravorty, “¿Puede Hablar el Sujeto Subalterno?”, en Revista Orbis Tertius, Año III Nº6, Argentina, 1998.
23 Chakrabarty, Dipesh, “Postcoloniality and the Artifice of History: Who Speaks for “Indian” Pasts?, in Representations Nº 37,
USA, University of California Press, 1992.
* La versión en inglés se publicó en Postcolonial Studies, vol. 1, núm. 1, 1998, pp. 15-29. Agradecemos al Dr. Chakrabarty su
autorización para la traducción y publicación de este texto. [N. del E.]
La situación latinoamericana parece enfrentar retos inéditos en la historia cultural. Con la desinte-
gración de los estados nacionales como formas de resistencia anti-imperialista, comienzan a aparecer
otro tipo de prácticas de representación. Si el Boom era una práctica literaria donde mejor se presenta-
ba esa forma de resistencia, donde se articulaba la ideología de los estados nacionales y se configura-
ban vanguardias literarias que iban construyendo la imagen de una latinoamérica unida y auténtica, al
amparo de la ideología de la transculturación, el fin del Boom ha dado paso a una diversificación de las
formas de representación planteando nuevos retos y desafíos.
Si el “realismo mágico” fue el medio que puso la cultura latinoamericana, particularmente la litera-
tura, en el mercado mundial, justo en el momento en que las fuerzas revolucionarias y anti imperialistas
sufrían las derrotas más significativas, su fin debe abrir paso a la posibilidad de pensar nuevas formas
de relación entre lo nacional y lo imperial. Según una conocida aseveración de John Beverley, la litera-
tura del Boom alcanza su fin con la derrota de Allende,24 dado que con este hecho se pone fin a una
tradición que había hecho de las capacidades de los intelectuales un medio para movilizar imaginarios
emancipatorios a través de la actividad literaria.
Se trata del fin de una literatura con capacidad de totalización en donde la multiplicidad y com-
plejidad de los problemas culturales se representaban en el universo que construían las novelas.25 En
tal sentido, el fin del Boom es el fin de un tipo de relación representacional entre el imperio y la colonia;
después de su fin comenzarían a operar, en América Latina, otras formas de relación entre la imagina-
ción imperial y la imaginación de lo otro.
Por de pronto, el libro ha ido perdiendo su capacidad de soporte, ha dejado de ser el medio que
materializa las producciones estéticas y el espacio material en el que se realizan los imaginarios socia-
les. Pareciera, por el contrario, existir el descubrimiento de otro tipo de prácticas donde se destaca el
testimonio como forma de recuperación de las culturas orales, operación que desarma la dicotomía
entre alta cultura y baja cultura con la que, antaño, operaban las disciplinas culturales. Las prácticas de
la performance, también, han comenzado a ocupar un lugar destacado en las formas de representación
y en las estrategias de empoderamiento de las minorías. El cómic, el rock, los narcocorridos, los graffiti y
otros modos de estructuración de la imaginación, se han apropiado y diseminado en las culturas popu-
lares; ahora ellas parecen tener la factibilidad de adaptarse mejor a los cambios que los sistemas de
representación de las clases populares van requiriendo en su lucha por la representación.
24 Citado en Rama, Ángel, Más allá del Boom. Literatura y Mercado, México, Editorial Comarca, 1981.
25 Martin, Gerald, Journeys Through the Labyrinth: Latin American Fiction in the Twentieth Century, New York, Verso, 1989.