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EVOLUCIÓN EN DOS MUNDOS

19. ALMA Y REENCARNACIÓN


Después de la muerte

Efectivamente, después de la muerte física, el alma


culpable sufre un estricto proceso de purgación, tanto
más fructífero cuanto más se manifieste su dolor y su
arrepentimiento, pues luego de eso podrá elevarse a
esferas reconfortantes para su reeducación.

Si la enfermedad experimentada en el instrumento


somático fue prolongada y difícil, benditas depuraciones
habrán sido logradas mediante la enseñanza del auto-
examen, con el cual las aflicciones soportadas con
paciencia le modificaron sensaciones y refundieron
ideas.

Sin embargo, si esa operación natural no fue posible


en el ámbito carnal, más se le agravan los
remordimientos más allá de la tumba por estar
reprimidos en su conciencia, los cuales, al aflorar a través
de la reflexión, renuevan las imágenes que fueran fijadas
en su propia alma.

Criminales que no han logrado resarcir los débitos


contraídos, instados por el propio arrepentimiento
plasman, en torno de sí mismos, las escenas
degradantes en que arruinaran su vida íntima, las cuales
son alimentadas por los propios pensamientos faltos de
gobierno y control.

Calumniadores que aniquilaron la felicidad ajena viven


apesadumbrados por el espanto, reavivando en los

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pliegues de su memoria los padecimientos de sus


víctimas, al igual que en el día en que gestaran su
descenso al abismo de la angustia, encadenados a la
picota de recuerdos obsesionantes.

Tiranuelos diversos vuelven a sentir en los tejidos de


su propia alma los golpes arrojados a los demás, y los
viciosos de todo tenor, tales como los alcohólicos y
drogadictos, experimentan una mortificante
insatisfacción, tal como ocurre también a los
desequilibrados del sexo, que acumulan en la
organización psicosomática las cargas magnéticas del
instinto en desvarío, por lo que se muestran en estado
de plena alienación.

Las víctimas del remordimiento padecen, de tal


manera, por el tiempo correspondiente a las
necesidades de ajustamiento, una larga internación en
zonas compatibles con el estado espiritual de ellas.

Concepto de infierno

El infierno de las distintas religiones, en ese aspecto,


existe perfectamente como órgano controlador del
equilibrio moral en los reinos del Espíritu, así como la
cárcel y el hospital se erigen en la Tierra como
instrumentos correctivos y de recuperación.

Más allá de la tumba, sin embargo, esos organismos


depurativos, siendo órganos de represión y de cura,
congregan a conciencias empedernidas y enfermas, en

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comunión dolorosa, pero necesaria, en que el mal es


enfrentado con el mal mismo a efecto de que,
observando y analizando a sus semejantes, se desanime
en la faena destructiva en que se empeña.

Es así que las Inteligencias aún perversas se


transforman en Instrumentos reeducativos para aquellos
que comienzan a despertar, mediante el dolor y el
arrepentimiento, para la imprescindible recuperación.

El infierno, de tal manera, en el clima espiritual de las


diversas naciones del planeta, puede ser considerado
como una inmensa cárcel-hospital, en que la diagnosis
terrestre encontrará realmente todas las afecciones
catalogadas por la patología común, además de muchas
otras más, desconocidas por el hombre, no propiamente
oriundas o sustentadas por la fauna microbiana del
ambiente carnal, sino generadas por las profundas
disfunciones del cuerpo espiritual y, muchas veces,
alimentadas por las formas-pensamientos en torturante
desequilibrio, clasificables como larvas mentales, de
extremo poder corrosivo y alucinatorio, a pesar de la
fugaz duración con que se articulan, cuando no
obedecen a ideas infelices largamente sostenidas a
través del tiempo.

Simientes del destino

En esos lugares de rectificadoras situaciones, descarga


el Espíritu endeudado la carga de superficie, liberándose
de los elementos degradantes que lo rodean y envilecen;
con todo, al revelar las primeras señales de una positiva

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renovación con el bien, recibe el auxilio de las Esferas


Superiores que, en calidad de agentes innumerables,
brindan el apoyo de los servicios de la Luz Divina a todo
aquel sector donde la ignorancia y la crueldad moran y
actúan en las sombras.

Cual enfermo, ahora acogido en otros sectores por la


decidida convalecencia de que da testimonio, el deudor
disfruta una suficiente serenidad para revisar sus
compromisos asumidos en la encarnación recientemente
abandonada, evaluando los males y sufrimientos de que
es responsable, acusándose a sí mismo, pero siendo
incapaz de perdonarse, en mayor medida cuando más
fueran las oportunidades que se le brindaron para su
elevación y la luz del conocimiento.

Muchas veces, ascienden a escuelas beneméritas, en


las cuales recogen las más altas nociones de la vida,
perfeccionándose en la instrucción, dominando sus
impulsos, ejerciendo provechosas actividades y
aume ntando su propio crédito; sin embargo, los
recuerdos de sus errores voluntarios, aun cuando sus
víctimas hayan superado todas las secuelas de los
golpes recibidos, se conservan en las entrañas de su
Espíritu como simientes de su destino, estimulándoles el
reconocimiento de la necesidad de su promoción a
niveles más nobles, lo que los lleva a pedir nuevas
reencarnaciones con las pruebas correspondientes para
liberarse y concienciarse consigo mismos.

En tales casos, la elección de la experiencia es más


que legítima, dado que, a través de la renovación
operada en el umbral, en las regiones rectificadoras, y
por los títulos adquiridos con los trabajos a los que se

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entrega en el plano extrafísico, merece la criatura los


cuidados preparatorios de la nueva etapa que tiene en
vista, a los fines de que haya una conjugación de todos
los factores para que se reencuentre con sus
acreedores o las circunstancias imprescindibles, a
través de los cuales se redima ante la Ley.

Reencarnaciones especiales

Mientras tanto, muchas veces se procesan


reencarnaciones sin hacer ninguna consulta a los que
necesitan de ellas para cumplir ciertas luchas en el
plano físico, providencias ésas comparables a las que
asumi mos en el mundo con enfermos y criminales que,
por su propia condición o conducta, perdieron
temporalmente la facultad de resolver en cuanto al
destino que les conviene, en el lapso en que perdure la
enfermedad o se mantengan las determinaciones de la
justicia.

Son problemas especiales en que la individualidad


renace con el cerebro parcial mente inhibido o
padeciendo mutilaciones congénitas, junto a quienes les
deben abne gación y cariño.

Incapaces de elegir el camino equilibrante por el


estado de locura o de sufrimiento que muestran, tales
enfermos son decididamente internados en la celda
física como enfermos aislados bajo asistencia adecuada.

Es así como los vemos resurgiendo en hogares


fastuosos o paupérrimos, contrariando, muchas veces,

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las normas que rigen la herencia, por representar


dolorosas excepciones en el camino normal.

Reencarnación y evolución

Urge reparar, sin embargo, en que la reencarnación no


es un mero principio regenerativo.

La evolución natural en ella encuentra un firme apoyo.


Criaturas ennoblecidas con la bondad, en muchas
ocasiones requieren conocimientos enaltecedores, así
como muchas que se agigantaron con la inteligencia
permanecen ané micas de virtud.

Otra gran cantidad de ellas, aunque habiendo


conquistado preciosos valores en los dominios del
corazón y del cerebro, después de una larga estancia en
el plano extrafísico, sienten hambre de progreso
renovador por estar inhabilitadas, aún, para ascensiones
mayores, por lo que renuncian a la tranquilidad que
disfrutan en grupos afines, dado que, en el crisol
efervescente de la carne, analizarán sus propias
imperfecciones que le serán sometidas a prueba, con
mayor amplitud, en las rudas experiencias de la vida
humana, logrando con ello un más avanzado margen de
enseñanza, depuración y transformación.

Eso no significa que la conciencia desencarnada deje


de encontrar posibilidades de expansión en las ciudades
espirituales que gravitan en torno de la Tierra. Otras
modalidades de estudio y trabajo le aseguran allí nuevos
factores de evolución; sin embargo, un muy escaso

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