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3: Fragilidad Humana
Sorprendido, te preguntas ¿cómo es posible que Judas, que convivió con la dulce ternura del
Maestro, que participó del banquete festivo de la Buena Nueva, prevenido, orientado, y sea cual
fuere el justificativo que se invoque, Lo traicionó, entregándolo a Sus enemigos?
En las playas y en el mar de Galilea, que eran su cuna y su vida social, comercial, humana,
participó de Sus elevadas propuestas acerca del Reino de los Cielos, cuyos cimientos estaban
erigiéndose en los corazones, acompaño los fenómenos incomparables de Su condición de Hijo
de Dios, y a pesar de todo, se convirtió en víctima de la debilidad moral que no pudo superar.
Te preguntas, aturdido, ¿cómo es posible que aquellos amigos que fueron elegidos
como miembros de Su colegio de amor y de misericordia, que oyeron la sinfonía espléndida de
las Bienaventuranzas, que con Su intervención fueron testigos de las curas repentinas de los
portadores de diferentes enfermedades, que Lo vieron reprender a los vientos y a las olas
durante la tempestad en el mar, pudieron abandonarlo a partir del momento de la traición, sólo
con excepción de Juan?
Habían sido invitados con infinito amor y aceptaron el desafío, Le habían presentado
todas sus dudas, Le solicitaron las orientaciones necesarias para la entrega de sus exigencias,
renunciaron a las comodidades y a la convivencia en el hogar, con la familia, en el grupo social;
no obstante, en el momento supremo, cayeron en la cobardía, abandonándolo a su propia
suerte.
Todos estaban esclarecidos y eran conscientes de que la jornada con Él estaba hecha de
aflicciones y de soledad. En ningún momento Él los estimuló con la esperanza de la felicidad en
el mundo, de glorias terrenas, de regocijos en el poder. Siempre fue sincero y claro con ellos,
algunas veces fue enérgico y firme, a fin de robustecerlos para la gran lucha; en la intimidad, les
habló de las esperanzas y alegrías inefables que vendrían después de la existencia corporal; a
pesar de todo, no tuvieron el valor moral para seguirlo.
Por todo lo que ellos conocían, deberían haber estado organizados con invencible
coraje, sin embargo, no tuvieron condiciones para ser merecedores de la palma de la victoria
sobre la inferioridad moral, por lo menos en ese momento del gran testimonio.
Mas tarde, sí, todos se entregaron al amor y a la gloria de servirlo, redimiéndose de la
debilidad humana.
Invitado, como te encuentras, para restaurar los postulados sublimes de Jesús, en estos
momentos de valores controvertidos y enfermos, no esperes comprensión ni fidelidad por parte
de los amigos que comparten los ideales que te ennoblecen.
Varios, aún vinculados a las pasiones negativas en las que se complacen, envidian a los
luchadores, sienten celos por los trabajadores dedicados, entregándose a sistemáticas
campañas de desmoralización de sus existencias, estropeando de esta manera sus nobles
realizaciones.
No consiguen superar las tendencias inferiores que los mantienen en una situación
deplorable.
Tal vez les gustaría estar a tu lado, ser como tú, luchas con tu coraje, mientras tanto, no
se esfuerzan por conseguirlo, y optan por permanecer en el plano que los paraliza.
¡Sigue adelante!
Debes realizar la tarea que aceptaste del Maestro sin discusión, sin obligar a nadie a
seguir contigo ni a auxiliarte en tu derrotero.
*
Inmediatamente, recuerda a Jesús con el madero sobre los hombros heridos, cayendo
varias veces y levantándose otras tantas, sin censurarlos, sin buscarlos en medio de la multitud,
que una semana antes Lo aplaudía durante Su entrada a Jerusalén y ahora Lo insultaba.
Estás formado del mismo material humano que las demás personas; transforma tus
flaquezas en valor moral, y sé fiel a Aquél que te ama desde el comienzo de los tiempos y que
prosigue contigo, esperando tu decisión de entregarte totalmente a Él.
Abierta la sesión de fraternidad en casa de Pedro, Tadeo clamó, irritado, contra las
propias flaquezas, aseverando delante del Maestro:
— ¿Cómo enseñar la verdad si aún me siento inclinado a la mentira? ¿Con qué títulos
transmitir el bien, cuando aún me reconozco arraigado al mal? ¿Cómo exaltar la espiritualidad
divina, si a animalidad grita más alto en mi propia naturaleza?
Soñó, entonces, que un ángel iba a su encuentro durante sus lides de comerciante. Se
vio cabalgando sobre un voluntarioso asno, agobiado por el peso de una valiosa carga, en un
camino bordeado de verdes arbustos, cuando el emisario divino le preguntó con bondad luego
de los saludos habituales:
Si este asno, con el pretexto de que es rudo e imperfecto, se negase a cooperar contigo
¿qué sería de los enfermos que esperan confiados en ti? Regresa a la misión luminosa que
abandonaste y si por ahora no te es posible servir a nuestro Padre supremo en la condición de
un hombre purificado, atiende tus deberes esparciendo consuelo y buen ánimo, en la misma
posición del animal valioso y útil.
Con las bendiciones del servicio, los mensajeros de Dios te encontrarán más fácilmente
y reconociendo tu buena voluntad aplicada a las realizaciones del amor, se compadecerán de
ti y brindarán amparo a tu naturaleza para perfeccionarla, ¡así como tú domesticas y valorizas
a tu rústico y servicial auxiliar!
En ese preciso instante, el predicador se vio nuevamente dentro del cuerpo, despierto y
feliz a causa de la respuesta de lo Alto, que habría de corregir su conducta equivocada.