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Urge, pues, que trabajemos en esa dirección para intentar frenar ese avance. Es
imperioso que rescatemos los valores espirituales, que tan claramente nos confió Jesús. Su
mensaje fue tan cristalino y puro que permanece como una potencia restauradora,
impulsando a todos hacia las bienaventuranzas. Debemos orientar el foco de nuestra atención,
de nuestras energías, de nuestro corazón, hacia Dios, dirigido a Jesús y a las maravillosas
enseñanzas que el Maestro Nazareno nos legó. El mundo precisa cada vez más la
espiritualidad, el respeto mutuo, el amor al prójimo. Así, las personas vivirán más confiadas en
que sus necesidades inmediatas serían atendidas, y que los pueblos ingresarían en un período
de paz. LA solución para los problemas sociales está ahí, a nuestra disposición: cambiar el foco
de nuestro interés, es decir, pasar de los intereses materiales a los intereses de índole
espiritual. Cambiar el foco de interés significa concentrarse en los valores que aún no han sido
explotados por las personas, significa ingresar en los caminos de los sentimientos superiores y,
simplemente, ser feliz. En vez de construir castillos de barro, a los que el paso del tiempo
destruye, edificar el reino de los cielos en nosotros, como decía Jesús. Y ese reino interior,
hermoso, de amor puro, solidario, caracterizado por la compasión, será eterno y pleno.
[…] Se reconoce al verdadero espírita por su transformación moral y por los esfuerzos
que hace para dominar sus malas inclinaciones. Mientras que uno se conforma con su
horizonte limitado, el otro, que capta algo mejor, se esfuerza en superar sus límites, y siempre
lo consigue, cuando tiene firmeza de voluntad.
En esa admirable propuesta de terapia liberadora están los postulados esenciales del
amor, cuyo orden invertiremos con fines metodológicos, para presentar un neuvo análisis:
Amarse a si mismo, a gin de amar al prójimo y, por consiguiente, a Dios.
Cuando identifica los valores reales y los imaginarios, descubre los límites, las
imperfecciones que son habituales en él, lucha con el fin de superarlos, trabajando con
empeño y bondad, sin exigencias innecesarias ni conflictos dispensables, además de
perdonarse cuando se equivoca, y repitiendo la tarea hasta realizarla correctamente.
[…]
El amor no puede ser un accidente biológico ni ocasional.
Amar a los padres, a los hermanos, a los demás familiares porque lucharon y vivieron
en función unos de otros, no tiene cabida en el compromiso del amor. Cuando los padres
exigen que los hijos los amen, en consideración al sacrificio que hicieron para educarlos […] no
se trada de un sentimiento de amor, sino de retribución.
[…]
Es indispensable que se cree el hábito de amar sin negociar, en ningún aspecto que pudiera
desearse, particularmente cuando se elude el deber evangélico de conquistar el reino de los
Cielos.
[…]
Por consiguiente, el ser humano que se conduce de esta manera, comienza a amar a
Dios en la plenitud de la vida que descubre, rica en bendiciones, en todas pasrtes.
Encuentra a Dios dondequeira que vaya; lo siente en todo y en todos; lo vive con
emoción donde se encuentre, según se comporte, y aspira su aliento vivificante.
De ese modo, el amor es un influjo divino que llega hasta el ser en los comienzos de su
proceso de evolución, y que se desarrolla y crece, hasta que pueda retornar a la Fuente
Creadora.
Sea a partir de las manifestaciones de los deseos sexuales, hasta las expresiones de renuncia y
santificación, el amor es el más eficaz proceso psicoterapéutico que existe, al alcance de todos.
Eleva pues tu mirada y abraza las perspectivas vastas de tu futuro. Saca de este
espectáculo la energía necesaria para afrontar los vientos y las tormentas del mundo. Marcha,
valiente, luchador, sube la pendiente que conduce a estas cimas que se llama virtud, deber,
sacrificio. No te pares por el camino a recoger las florecillas del matorral, a jugar con las
piedras doradas. Adelante ¡siempre adelante!
¿Ves en los cielos espléndidos estos astros resplandecientes, esos soles innumerables
llevando, en sus evoluciones prodigiosas, brillantes comitivas de planetas? ¡Qué de siglos
acumulados no hizo falta para formarlos! ¡Qué de siglos no serán necesarios para disolverlos!
¡Pues bien! Un día vendrá donde todos estos fuegos serán apagados, o estos mundos
gigantescos se desvanecerán para hacer sitio a globos nuevos, a otras familias de astros que
emergerán de las profundidades. Nada de esto que vieras hoy existirá más. El viento de los
espacios barrerá para siempre el polvo de estos mundos usados; pero tú, vivirás siempre,
persiguiendo tu marcha eterna en el seno de una creación sin cesar renovada. ¿Que serán
entonces para tu alma depurada y engrandecida, las sombras y las preocupaciones del
presente? Accidentes efímeros de nuestra carrera, no dejarán en el fondo de nuestra memoria
más que tristes o dulces recuerdos. Ante el horizonte infinito de la inmortalidad, los dolores
del presente, las pruebas sufridas serán como nube fugitiva en medio de un cielo sereno.
Mide pues las cosas de la Tierra en su valor justo. No las desprecies sin duda, porque
son necesarias para tu progreso, y tu misión es contribuir a su perfeccionamiento
perfeccionándote tú mismo, pero no ates exclusivamente a eso tu alma y busca ante todo las
enseñanzas que contienen. Por ellas, comprenderás que el fin de la vida no es el goce, ni la
felicidad, sino más bien por medio del trabajo, del estudio y del cumplimiento del deber, el
desarrollo de esta alma, de esta personalidad a la que reencontrarás más allá de la tumba, tal,
como tú mismo le habrás dado forma en el curso de tu existencia terrestre.