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El tratamiento eficaz de las lesiones vasculares exige que los miembros del equipo de
trauma cuenten con destreza y experiencia en técnicas vasculares abiertas, y con la
capacidad de practicar técnicas endovasculares oportunas.
Por lo general, las heridas de bala penetrantes se clasifican como de baja velocidad (<
0,76 km/s, en general una herida de pistola o revolver) o de alta velocidad (> 0,76
km/s, como una herida de un fusil militar).1 Las armas de alta velocidad de tipo militar
provocan un daño tisular considerablemente mayor que las armas de baja velocidad,
debido al alto grado de energía cinética (energía = masa × velocidad2). La bala crea
una cavidad por la rápida expansión y contracción del tejido que rodea la trayectoria
de la bala, que puede alcanzar un tamaño igual a 30 veces el diámetro del proyectil en
ángulos rectos a su recorrido. El desgarro del tejido adyacente puede ser devastador.
El choque contra el hueso puede causar más daño por el impacto secundario de la
bala y el fragmento óseo en el tejido adyacente. Las lesiones por armas civiles son,
predominantemente, proyectiles de baja velocidad y provocan lesiones más focales
con escasa cavitación.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Hay cinco regiones anatómicas para tener en cuenta, cada una con consideraciones
específicas. En la cabeza y el cuello, es preciso que haya una hemorragia externa
para que las lesiones vasculares causen shock. Los planos tisulares relativamente
pequeños y herméticamente organizados evitan la hemorragia interna significativa. En
el tórax, cada hemitórax puede alojar volúmenes letales de hemorragia por lesiones
cardíacas, pulmonares o de los grandes vasos arteriales y venosos. Las lesiones
vasculares abdominales y pélvicas también pueden provocar hemorragia letal, en
particular de la aorta y las arterias ilíacas.
Asimismo, las lesiones por aplastamiento de la extremidad sin fractura pueden causar
lesión vascular. Una cantidad relativamente pequeña de lesiones vasculares se
manifiestan de manera diferida sin hallazgos iniciales. Estas se limitan a trombosis de
un vaso con rotura parcial, pero permeable al principio, émbolos distales a partir de un
desgarro de la íntima de la pared arterial con formación de restos plaquetarios y, lo
menos frecuente, rotura o expansión de un seudoaneurisma que inicialmente era
pequeño y estaba contenido por la pared arterial externa y tejido local. Los signos
locales de hematoma, disminución de los pulsos y los patrones de lesiones asociadas
señalarán la presencia de estas lesiones vasculares.
DIAGNÓSTICO
Exploración física
En pacientes con hallazgos leves (tabla 63-1), se pueden solicitar estudios de imagen
vasculares para descartar la necesidad de cirugía. Además, los pacientes con
hallazgos importantes, pero con lesiones en múltiples niveles de la misma extremidad,
también pueden requerir estudios de imagen. La angiografía con catéter es sensible y
específica para el diagnóstico de lesiones vasculares de las extremidades.
Sin embargo, la angiografía por tomografía computarizada (TC), con equipos de última
generación, es fácilmente asequible y muy exacta, y evita la demora causada por el
traslado a la sala de angiografía para la angiografía con catéter. Si bien esta técnica
de imagen requiere la infusión de material de contraste, no necesita cateterismo
arterial, es fácil de realizar y es menos costosa e insume menos tiempo que la
angiografía convencional
TRATAMIENTO ENDOVASCULAR
Quirófanos endovasculares
Hay una amplia proliferación de quirófanos «híbridos». Estas salas de alta tecnología
cuentan tanto con capacidad de estudios de imagen avanzados como con propiedades
de los quirófanos tradicionales. Para que sean eficaces, requieren una asignación
importante de recursos y personal. Son ideales para casos endovasculares
programados complejos. No todos los centros de trauma tienen quirófanos híbridos o,
si los tienen, no pueden dotarlos de personal en caso de emergencia para el
tratamiento, a menudo fuera del horario habitual, del traumatismo vascular.
La oclusión intraarterial con balón empleada con menor frecuencia para el control
proximal es un adyuvante prometedor de la reparación abierta. La disponibilidad de
oclusión endovascular retrógrada con balón es cada vez mayor y, pronto, será una
práctica habitual en el mismo contexto clínico de hemorragia abdominal exanguinante
que exige pinzamiento de la aorta.
El control temprano dirigido con catéter de la hemorragia asociada con fractura de
pelvis es un método eficaz de limitar la pérdida de sangre y mejorar el pronóstico. Este
abordaje es bien tolerado y, en la mayoría de los pacientes, ha resultado superior a los
intentos de controlar la hemorragia por empaquetamiento abierto. Los pacientes
inestables se benefician con un traslado inmediato al quirófano. Si se cuenta con
capacidad endovascular intraoperatoria, un abordaje combinado puede dar los
mejores resultados. El éxito de las endoprótesis para el tratamiento de la enfermedad
aneurismática de la aorta infrarrenal ha llevado a emplear dispositivos similares para
tratar laceraciones contenidas de la aorta torácica después de un traumatismo
contuso. Los resultados iniciales
han sido alentadores, pero no están exentos de complicaciones. Se necesitan TC
continuas debido a la posibilidad de endofiltración diferida y a la posible pérdida de
fijación del dispositivo a medida que la aorta aumenta de tamaño con el tiempo.
Las endoprótesis recubiertas en las ramas proximales de la aorta tienen un papel
prometedor tanto en el tórax como en el abdomen. En lesiones estables con riesgo de
hemorragia o trombosis diferida, las endoprótesis implantadas de manera cuidadosa
tienen la posibilidad de reducir la morbilidad en comparación con procedimientos
abiertos que exigen disección quirúrgica extensa para la exposición y el control. En
pacientes estables, el tratamiento endoluminal con endoprótesis parece ser muy eficaz
en las lesiones de torso que son inaccesibles quirúrgicamente con potencial de
hemorragia considerable. Estas técnicas solo se deben utilizar en centros con una
práctica endovascular programada activa que tengan experiencia en el tratamiento de
pacientes traumatizados.
La ligadura se debe reservar para vasos con circulación colateral distal adecuada. En
el torso, esto incluye las arterias subclavia y del tronco braquiocefálico, la arteria
celíaca y la arteria mesentérica inferior. En la extremidad superior, las lesiones
proximales de la arteria axilar y las lesiones distales a la arteria radial o cubital pueden
ser ligadas, siempre que haya evidencia de circulación colateral distal adecuada
valorada por examen físico o exploración con Doppler de onda continua. De modo
similar, en la extremidad inferior se puede practicar la ligadura de una sola arteria tibial
o arteria peronea tras una valoración similar.
El tratamiento exitoso de la lesión vascular exige conocer con precisión el estado del
flujo sanguíneo en la zona del vaso lesionado. No siempre es posible realizar estudios
de imagen preoperatorios con angiografía por catéter o angiografía por TC. Además,
cuando se ha completado una reparación vascular, la presencia de trombo,
acodamiento o problemas técnicos inesperados puede causar fracaso temprano. Por
consiguiente, los estudios de imagen intraoperatorios son una parte importante de la
valoración de los vasos lesionados y del sitio de reparación. La radiografía o la
radioscopia con inyección única son eficaces para proporcionar imágenes en el
quirófano.
Función de la fasciotomía
No practicar una fasciotomía adecuada después de la revascularización de una
extremidad con isquemia aguda es la causa más frecuente de pérdida prevenible de la
extremidad. El síndrome compartimental de la pantorrilla es la indicación más
frecuente de fasciotomía. Los síndromes compartimentales del antebrazo y el muslo
son menos frecuentes. Cualquier grupo muscular puede presentar síndrome
compartimental, incluidos los de las manos y los pies.
Lesiones especificas
Cabeza, cuello y abertura superior del tórax .Las lesiones vasculares de la cabeza, el
cuello y la abertura superior del tórax suelen ser difíciles de tratar. El traumatismo
penetrante puede lesionar grandes vasos, como el tronco braquiocefálico y la arteria
subclavia, lo que puede provocar exanguinación. El traumatismo contuso de las
arterias carótida y vertebral, denominado en conjunto lesiones contusas
cerebrovasculares, a menudo es oculto y, si no se diagnostica y trata con rapidez,
puede causar isquemia e infarto cerebral, y posiblemente la muerte.
Las lesiones vasculares de la abertura superior del tórax plantean desafíos, porque
afectan vasos grandes, que pueden ser difíciles de exponer y controlar. Los pacientes
inestables con lesión vascular en la región de la abertura superior del tórax deben ser
llevados con rapidez al quirófano. Los pacientes estables deben ser sometidos a
estudios de imagen preoperatorios con angiografía por catéter o TC para localizar la
lesión y determinar su extensión. Esto permitirá la planificación del tratamiento
endoluminal o la exposición abierta.
El control quirúrgico
Puede requerir una incisión supraclavicular simple, una esternotomía o una
combinación de las dos, lo que depende de la localización y la extensión de la lesión.
La aplicación de una pinza en los segmentos proximales de las arterias subclavia y
carótida debe ser precisa para evitar la lesión de los nervios vago, frénico o laríngeo
recurrente, todos los cuales transcurren por esta región anatómica. Se suele recurrir a
esternotomía en las lesiones proximales del tronco braquiocefálico, la arteria subclavia
derecha y la arteria carótida derecha. El control proximal de la arteria subclavia
izquierda se logra mejor a través de una toracotomía posterolateral para reparación
definitiva.
En casos infrecuentes, los pacientes sufrirán una lesión contusa de la aorta abdominal
sin hemorragia potencialmente fatal, y lo mejor es reparar estas lesiones mediante
técnicas endovasculares.
La vena cava
La mejor manera de controlar la lesión de la vena cava es la presión digital directa,
con aplicación ulterior de control proximal y distal con esponjas con asa (sponge stick)
o ligaduras vasculares.
Las lesiones penetrantes de la vena cava pueden ser completas y también requieren
reparación de una lesión posterior. Las lesiones de la superficie posterior de la vena
cava se pueden reparar a través de la lesión anterior o se puede movilizar la vena
cava después de ligar y seccionar las venas lumbares.
Las lesiones complejas pueden exigir reparación con parche, injerto de interposición,
derivación con reconstrucción diferida o ligadura.
La mejor manera de exponer las arterias ilíacas común, externa e interna derechas
consiste en la movilización amplia del ciego, mientras que las lesiones de las arterias
ilíacas izquierdas se exponen mediante la movilización completa del colon sigmoideo.
Las lesiones de las arterias ilíacas común y externa se controlan con presión digital
para permitir el control proximal y distal con pinzas vasculares o ligaduras vasculares.
Estas lesiones se pueden reparar en forma primaria, pero a menudo requerirán un
injerto de interposición sintético. Nunca se deben ligar las arterias ilíacas común y
externa; si un paciente presenta inestabilidad hemodinámica.
Las lesiones de los vasos mesentéricos son algunas de las lesiones más difíciles
de exponer y reparar. En los casos programados, a menudo se aborda el tronco
celíaco a través de la transcavidad de los epiplones; pero, en el caso de traumatismo,
esto puede resultar difícil debido a un hematoma de gran tamaño en la transcavidad
de los epiplones que enmascara los reparos anatómicos habituales. En el contexto de
traumatismo, la mejor manera de exponer el tronco celíaco es a través de una amplia
rotación visceral medial izquierda que moviliza el bazo y la cola del páncreas, pero
deja en su lugar el riñón izquierdo.
Las lesiones vasculares renales penetrantes se exponen con facilidad de uno u otro
lado mediante rotación visceral medial. Se abre la fascia de Gerota, y se moviliza el
riñón en forma roma hacia la herida. Una vez movilizado el riñón, se puede controlar la
lesión vascular por presión manual directa, mientras se obtiene control proximal y
distal con ligaduras vasculares. Las lesiones de la arteria renal se pueden tratar
mediante reparación primaria, anastomosis termino terminal, parche venoso, injerto de
interposición o nefrectomía (después de confirmar por palpación un riñón contralateral
normal). Las lesiones de la vena renal se pueden reparar por venorrafia primaria o
ligadura.
El tratamiento debe considerar varios factores, como el estado general del paciente, el
tiempo de isquemia caliente y la necesidad de laparotomía por lesiones
intraabdominales asociadas.
Extremidad superior
La lesión penetrante a menudo se presenta con antecedentes de hemorragia arterial o
de sangrado en curso. Por lo general, la lesión contusa causa trombosis y signos de
oclusión arterial aguda con la consiguiente isquemia. En el 60% de los pacientes con
lesión arterial de la extremidad superior se observa lesión neurológica significativa,
que suele afectar el nervio mediano.
En el caso de lesión multisistémica es fácil que pase inadvertida la oclusión arterial de
la extremidad superior. La demora en el diagnóstico con la consiguiente isquemia
prolongada es un factor que contribuye de manera importante a la pérdida prevenible o
la discapacidad a largo plazo de la extremidad por lesión nerviosa isquémica
irreversible.
Los pacientes con laceración arterial o venosa evidente por traumatismo penetrante o
los que tienen traumatismo contuso y hallazgos graves deben ser llevados
directamente al quirófano.
En la actualidad no hay cabida para el tratamiento endovascular de la arteria braquial y
los vasos del antebrazo. La exposición quirúrgica tradicional, la trombectomía con
catéter y la reparación continúan siendo el mejor abordaje para optimizar los
resultados.
En pacientes inestables por lesiones asociadas del torso, la mejor opción es el control
de daños con colocación de derivación arterial, seguida de reparación cuando el
paciente se encuentra hemodinámicamente estable. Las lesiones vasculares de la
extremidad superior a menudo se asocian con lesiones musculoesqueléticas,
neurológicas y de tejidos blandos considerables. En estos casos suele ser necesario
un enfoque multidisciplinar con cirugía ortopédica, neurocirugía y cirugía plástica.
Las lesiones venosas de la extremidad superior se pueden ligar, a menos que haya
extensa lesión de tejidos blandos y pérdida de venas colaterales.
Las lesiones aisladas de las arterias cubital o radial se pueden tratar mediante ligadura
simple solo si hay absoluta certeza de que el flujo a través del vaso restante es
adecuado. Es esencial la inspección exhaustiva del antebrazo y la mano, con
palpación de pulsos aumentada por exploración con Doppler de onda continua.
Extremidad inferior
Las lesiones vasculares de las extremidades inferiores son más frecuentes en series
militares (30-40%) que en series civiles (20%). Aunque las lesiones penetrantes son
más frecuentes, el traumatismo vascular contuso de la extremidad inferior continúa
representando un desafío significativo. En el muslo y la pierna, las fracturas y
luxaciones se pueden asociar con lesiones vasculares. La arteria poplítea presenta un
riesgo particularmente alto después de la luxación de la rodilla.
Los hallazgos en el momento de la presentación varían de hemorragia significativa de
una herida (p. ej., fractura expuesta, herida de arma blanca o herida de bala) a
oclusión arterial oculta secundaria a lesión contusa. Es esencial un enfoque
sistemático con examen vascular completo de la extremidad para evitar errores en el
reconocimiento y
demoras en el tratamiento.
Las lesiones de la arteria femoral (AF) se exponen de manera óptima a través de una
incisión longitudinal similar a la utilizada para la exposición de la bifurcación femoral
para la porción proximal. El segmento medio de la AF se aborda por una incisión
oblicua sobre el músculo sartorio. La unión de la AF y la arteria poplítea se puede
exponer prolongando esta incisión, con sección del tendón aductor.
Las lesiones por debajo de la arteria poplítea a la altura de los vasos tibiales se tratan
mejor por ligadura si dos de los tres vasos de la pierna son permeables y hay
circulación colateral adecuada.
MANEJO POSTOPERATORIO
La piedra angular del tratamiento postoperatorio es el seguimiento estricto para
detectar un cambio de los hallazgos del examen vascular. Esto comprende valoración
frecuente de los signos vitales, pulsos distales de las extremidades, señal Doppler de
onda continua, llenado capilar y resultados del examen neurológico de la extremidad
lesionada. Si cualquier elemento del examen plantea preocupación, un regreso
inmediato al quirófano puede evitar un problema potencialmente amenazador para la
extremidad.
Como el fracaso de una reparación vascular por trombosis puede sobrevenir durante
las primeras 48 h posteriores a la reparación, el seguimiento meticuloso con exámenes
frecuentes debe proseguir por lo menos durante ese período.
RESULTADOS Y SEGUIMIENTO
La causa más frecuente de amputación después de una lesión vascular es el daño
neurológico por traumatismo directo o isquemia del nervio. Esto se debe recordar
mientras se contempla la reparación de una lesión vascular en una extremidad sin
función motora (con denervación permanente secundaria a lesión neurológica
irreversible.