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Facultad de Ciencias Veterinarias

-UNCPBA-

Diagnóstico y tratamiento quirúrgico en micosis


de las bolsas guturales en caballos SPC.

Bauer, Santiago; Gutiérrez, Fernando; Moscuzza Hernán.

Diciembre de 2016

Tandil
Diagnóstico y tratamiento quirúrgico en micosis de las bolsas
guturales en caballos SPC.

Tesina de la Orientación producción animal, presentada como parte de los requisitos


para optar al grado de Veterinario del estudiante Bauer, Santiago.

Tutor: M.V. Gutiérrez, Fernando

Director: V. Dr. Moscuzza, Hernán.

Evaluador: M.V. Catalano, Marcelo.


Dedicatoria

Quiero dedicarle esta tesina en primer lugar a mi familia, que me apoyo a lo


largo de toda la carrera dándome siempre ánimo y buena energía.

En segundo lugar, a todos mis amigos, tanto de Ayacucho como a todos los
que me regalo esta hermosa carrera.

En especial quiero agradecer a mis amigos de “la capona” con los cuales voy a
compartir esta pasión por la veterinaria por siempre.
Agradecimiento

Quiero agradecer en primer lugar a Hernan Moscuzza por la predisposición y la


dedicación con la que me guio para poder desarrollar esta tesina.

Agradecerles también a Fernando Gutierrez, Maria Paula Arrechea, Florencia


Olaechea y Braian Boffo por acompañarme durante la residencia y ayudarme a
elegir el caso clínico.

Agradecer a Mauro Verna por facilitarme información y fotos sobre el caso


clínico.
Resumen
Las bolsas guturales son estructuras anatómicas propias de los caballos, que
se encuentran situadas en el lado dorsal de la cavidad faríngea, formando un
divertículo especial de las trompas de Eustaquio. Cada bolsa presenta un
volumen de 300 ml, no conociéndose muy bien su función. El desarrollo de
ciertas especies fúngicas en las mucosas de estas bolsas puede causar una
micosis especialmente invasora que llega a erosionar las arterias contiguas,
produciendo fuertes hemorragias que pueden causar la muerte del animal. Se
han utilizado múltiples opciones de tratamiento en la resolución de este tipo de
afecciones, como puede ser el lavaje de las bolsas por medio de sondas
guiadas por endoscopía, utilizando soluciones de povidona iodada al 1% y
soluciones de enilconazol, acompañado de un tratamiento de ioduro de potasio
por vía intravenosa y antimicóticos sistémicos. Otra opción es el tratamiento
quirúrgico, que bien puede ser realizando la ligadura de los vasos afectados u
obstruyendo el vaso afectado temporariamente por medio de un tapón
vascular. Este trabajo tiene como objetivo elaborar un relevamiento de la
bibliografía existente acerca de las diferentes alternativas de tratamiento de
micosis de las bolsas guturales, considerando los aspectos más relevantes de
cada una; teniendo como principal fin, lograr la correcta elección del mejor
método para su tratamiento. A su vez, se desarrollará un caso clínico de un
potrillo Sangre Pura de Carreras de 3 años de edad que presentó micosis de
las bolsas guturales con afección de la rama de la arteria carótida. Se incluirá la
descripción del método de resolución empleado (intervención quirúrgica) y el
tratamiento llevado a cabo para recuperar la funcionalidad del tejido, la
resolución del proceso infeccioso y el retorno temprano al entrenamiento.

Palabras clave: bolsas guturales, micosis, epistaxis, endoscopía, embolización


vascular, tapón vascular.
Índice:

Introducción 1

Objetivos 3

Revisión bibliográfica 4

Anatomía 4

Histología 7

Función 8

Patologías de las bolsas guturales 8

Diagnóstico de patologías de las bolsas guturales 12

Tratamiento de la micosis de bolsas guturales 14

Materiales y métodos 28

Resultados 30

Discusión 34

Conclusiones 36

Referencias bibliográficas 37
Introducción:

Las bolsas guturales son unas estructuras anatómicas exclusivas de los


caballos y de otros perisodáctilos que están situadas en el lado dorsal de la
cavidad faríngea, formando un divertículo especial de la trompa de Eustaquio
(Cabañes, et al. 2002).

Las bolsas guturales tienen una importante relación anatómica con otras
estructuras vecinas, particularmente con los linfonódulos retrofaríngeos,
estructuras vasculares y nervios (Lapage 2007).

Cada bolsa presenta un volumen de aproximadamente 300 ml en equinos


adultos, no conociéndose muy bien su función (Cabañes, et al. 2002).

Aunque las enfermedades de las bolsas guturales son relativamente raras, es


importante diagnosticarlas con precisión y tratarlas para evitar secuelas, tales
como disfagia o incluso hemorragia fatal, como puede ocurrir ante infecciones
micóticas (Perkins, et al., 2003).

La micosis de las bolsas guturales es la causa más común de amenaza a la


vida por hemorragia asociada a estas estructuras (Hawkins and Hogan, 2012).
Es una enfermedad poco frecuente de los caballos fatal en 50% de los casos
(Cook, 1968; Caron et al., 1987).

Parece ser que la raza o el sexo no son factores predisponentes para padecer
este tipo de enfermedad (Cabañes, et al. 2002).

Se suele asociar este proceso a ciertas fases de inmunosupresión del caballo


por otras razones y no está muy claro, pero podría existir cierta disminución de
la cantidad de inmunoglobulinas del tipo A secretadas localmente por el
epitelio, o también estar asociada a la menor aireación de la porción dorsal del
compartimiento medial de la bolsa gutural, lo que favorecería el crecimiento de
hongos por el ambiente microaerófilo existente en esa zona (Ruiz De León
Robledo, 2002).

Las placas micóticas en la bolsa gutural se encuentran normalmente en el


aspecto caudo-dorsal del compartimento medial, sobre la arteria carótida
interna. En algunos casos, las placas fúngicas pueden ser múltiples o difusas
(Merck, 2007).

Los signos clínicos se deben a daños en los nervios craneales y las arterias
dentro del revestimiento mucoso de la bolsa gutural. El signo más común es la
1
epistaxis, debido a la erosión de la pared fúngica de cualquiera de la arterias,
carótida interna (la mayoría de los casos) o ramas de la arteria carótida
externa. La hemorragia es espontánea y severa, y los episodios repetidos
pueden preceder a un episodio hemorrágico fatal. Disfagia, síndrome de
Horner, y desplazamiento dorsal del paladar blando pueden desarrollarse en
respuesta al daño por hongos de los nervios craneales y del nervio simpático
que superficialmente atraviesan la bolsa gutural (Merck, 2007).

Los exámenes físicos en caballos en training varían dependiendo de la


cronicidad de la hemorragia. Si el caballo ha tenido recientemente un sangrado
grave por erosión de la pared de una arteria importante situada dentro del saco
gutural a causa de una placa micótica, mostrará síntomas de shock
hipovolémico, incluyendo sudoración, taquicardia, pulso periférico débil,
membranas mucosas pálidas y pabellón auricular y hocico fríos. En ocasiones,
si se forma una placa micótica sobre los nervios craneales como la rama del
nervio vago o el tronco simpático, el caballo puede mostrar evidencia clínica de
disfagia y neumonía por aspiración o síndrome de Horner (Leveille, 2000).

Una amplia variedad de técnicas de diagnóstico por imágenes están


disponibles para la investigación en casos de sospecha de enfermedades de
las bolsas guturales. La endoscopía es la técnica más comúnmente utilizada y
es una herramienta invaluable para el diagnóstico de la vía aérea superior y
enfermedades de las bolsas guturales (Fjeldborg, and Baptiste, 2012).

Los objetivos del tratamiento son prevenir una hemorragia que ponga en
peligro la vida del animal y erradicar la infección fúngica de los sacos guturales.
No hay una predisposición geográfica por edad, raza o sexo, ni predilección
ocupacional para la micosis de los sacos guturales (Freeman, 1989).

2
Objetivos

Los objetivos planteados en esta tesina son:

 Elaborar una reseña bibliográfica acerca de las diferentes


alternativas de tratamiento de las micosis de las bolsas guturales,
considerando los aspectos más relevantes de cada una.
 Desarrollar un caso clínico de un caballo en cuida Sangre Pura de
Carrera de tres años de edad en el cual se diagnostica micosis de las
bolsas guturales y se realiza un tratamiento quirúrgico.

3
1) REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA

Un adecuado conocimiento de la anatomía y la fisiología implicada, se


considera fundamental para lograr un diagnóstico apropiado y orientar un
oportuno tratamiento para la micosis de bolsas guturales.

1-1) Anatomía

Las bolsas guturales fueron descriptas por primera vez en el año 1764 por el
veterinario francés, Claude Bourgelat (Fjeldborg, and Baptiste, 2012).

Son estructuras pertenecientes a las vías respiratorias superiores, que


presentan únicamente los équidos entre los animales domésticos (Vázquez y
Adrados, 2015).

Para el anatomista, las bolsas guturales del caballo son dos evaginaciones de
las trompas de Eustaquio que se encuentran en la región parotídea debajo de
la base del cráneo y el hueso atlas (Lapage, 2007).Están situadas en el lado
dorsal de la cavidad faríngea, formando un divertículo especial de la trompa de
Eustaquio (Figura 1) (Cabañes, et al., 2002).

Figura1 Ubicación anatómica de las bolsas guturales, vasos y nervios (Fjeldborg, and Baptiste,
2012).

Las bolsas guturales son divertículos llenos de aire que comunican el oído
medio y la faringe. Cada bolsa tiene una capacidad que va desde 300-500 ml,
en relación a la base del cráneo, entre el foramen lacerum y el atlas en dorsal
4
y, el linfonódulo retrofaríngeo y el techo de la nasofaringe en ventral. Están
cubiertos lateralmente por los músculos pterigoideos y digástrico, las ramas de
la mandíbula, y las glándulas salivales parótidas. Cada bolsa se divide en un
compartimento medial y otro lateral, por reflejo de la mucosa alrededor del
hueso estilohioideo. El compartimento lateral es aproximadamente un tercio del
tamaño del medial. Existe una hendidura de 3 cm que conecta el
compartimento medial con el lateral, este se encuentra hacia caudo-dorsal de
las paredes laterales de la nasofaringe, y a caudo-ventral de las coanas (Figura
2) (Fjeldborgand and Baptiste, 2012).

Cada bolsa gutural se comunica con la faringe a través de un orificio de salida


ubicado rostro-ventral a la hendidura faríngea. Las secreciones mucosas
producidas normalmente drenan hacia la faringe, a través de los orificios
faringotubáricos, que son las partes más declives cuando la cabeza del caballo
esta relajada o descendida. Los orificios sólo se abren cuando el caballo
deglute, así pues el consumo de pasto favorece el drenaje de las secreciones
de las bolsas (Frandson and Fails, 2009)

La forma de las bolsas guturales está determinada por las estructuras que las
rodean (por ejemplo los músculos, huesos y linfonódulos) a las que está
conectada físicamente, haciendo difícil una coherente descripción anatómica.
De caballo a caballo, comúnmente pueden encontrarse variaciones en la
expresión de estas estructuras sobre las bolsas guturales.

5
Figura2 Distribución de los distintos compartimientos de las bolsas guturales (Fjeldborg and
Baptiste, 2012).

Las bolsas guturales tienen importancia anatómica ya que se relacionan con


otras estructuras vecinas, particularmente los linfonódulos retrofaríngeos,
estructuras vasculares y nervios (Lapage, 2007).

Estructuras vitales, incluidas las arterias de la cabeza, el cerebro y los nervios


craneales, se encuentran en íntimo contacto con las bolsas guturales. La
arteria más importante es la arteria carótida interna, que se encuentra
suspendida en un pliegue de la membrana de la bolsa gutural y contra la
longitud caudal de la pared del compartimento medial. Esta arteria se puede
identificar siendo la rama principal de la arteria carótida luego de su trifurcación
que cruza debajo de la arteria occipital, íntimamente asociada a caudo-medial y
dorsal de la bolsa antes de entrar en el gran agujero rasgado. También se
encuentra estrechamente asociada con el tronco vago-simpático a lo largo de
su curso sobre la bolsa gutural. En algunos caballos las arterias carótidas y
occipital internas salen de la carótida en conjunto como un tronco arterial y
después se separan en sus respectivas arterias Los nervios craneales en
contacto con las bolsas guturales son el facial (VII), glosofaríngeo (IX), vago
(X), accesorio (XI), hipogloso (XII); así como el plexo faríngeo, laríngeo craneal
y mandibular (Fjeldborg and Baptiste, 2012).

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1-2) Histología:

Histológicamente, las bolsas guturales están cubiertas por una mucosa


compuesta por un epitelio columnar pseudoestratificado ciliado con abundantes
células caliciformes localizadas principalmente en los pliegues; son evidentes
las micro vellosidades de la mucosa (McGorum, et al., 2007).

El espesor de la lámina propia es variable, y allí se encuentran numerosas


glándulas mucosas, serosas y mixtas. Las glándulas túbulo-acinares agrupadas
en la lámina propia submucosa y sus conductos excretores están delineados
por un epitelio cúbico simple o columnar característico de las vías respiratorias
superiores (Lapage, 1994).

La caracterización de los glicanos de la mucosa de las bolsas guturales podría


arrojar indicios que ayuden a apoyar alguna de las teorías existentes en cuanto
al papel de las bolsas guturales, pues es reconocida la importancia que tienen
las glicoproteínas y en particular, los glucosaminoglucanos en la determinación
de la función de diversos órganos (Accili, et al., 2008).

La superficie del epitelio respiratorio en equinos está tapizado por una capa de
moco que se renueva constantemente formando un moco viscoelástico
(Karlsson, 1998). Las propiedades viscoelásticas del moco protegen las células
epiteliales de la mucosa. Las glicoproteínas y los gluco-componentes forman
las mucinas que son abundantes componentes de las secreciones del tracto
respiratorio (Kumar and Timoney, 2006). Los gluco-componentes interactúan
con gran variedad de péptidos y hormonas, y se ha postulado que pueden estar
involucrados en mecanismos inmunes, formando una barrera que atrapa
agentes patógenos y partículas oxidativas (Brooks, 2008).

Aunque parece contrario a lo anterior, múltiples estudios han descripto una


interacción entre los gluco-componentes de la mucosa con microorganismos,
principalmente bacterias y hongos, que las utilizan como receptores para
colonizar los tejidos (Karlsson, 1998).

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1-3) Función:

La función de estas bolsas se ha debatido durante casi dos siglos, con


hipótesis que postulan que son una cámara de voz resonante, un dispositivo de
flotabilidad, o simplemente un relleno de espacio. Como hipótesis actual se
plantea que juegan un papel en el enfriamiento de la sangre que circula al
cerebro, aunque su propósito está todavía bajo debate (Perkins, et al., 2003).

Se sugiere que las bolsas guturales contribuyen a la regulación de la


temperatura de la sangre arterial (Baptiste 1998), produciendo el enfriamiento
de la sangre que circula hacia al cerebro, protegiendo así a este órgano
sensible de choque térmico y manteniéndolo por debajo de la temperatura
corporal. Baptiste propone que las bolsas guturales actúan en conjunto con los
senos venosos cavernosos intracraneales para enfriar la sangre suministrada al
cerebro, en particular durante el ejercicio (Lapage, 2007).

Normalmente conforman un espacio virtual, con alguna cantidad de aire en su


interior dependiendo si el animal está en estación o en ejercicio, ya que durante
el ejercicio se cree que éstas intervienen en el enfriamiento de la sangre que va
a llegar al cerebro. También se encuentran involucradas en la fisiología de la
deglución (Vázquez Adrado 2015).

1-4) Patologías de las bolsas guturales:


a) Empiema:

Se caracteriza por la acumulación de exudados purulentos dentro de una o


ambas bolsas guturales, y a menudo se da como consecuencia de una
infección bacteriana del tracto respiratorio superior (Streptococcus, Pasteurella)
o la ruptura de un absceso en los linfonódulos retrofaríngeos. Este diagnóstico
debe ser considerado en cualquier caballo como una afección uni o bilateral
(Fjeldborg, and Baptiste, 2012).

Los caballos sospechosos de empiema de las bolsas guturales deben


manejarse con las precauciones de bioseguridad adecuadas, ya que es con
frecuencia una secuela de infección de los ganglios linfáticos retrofaríngeos. En

8
un estudio reciente, el 30% de los caballos con empiema de bolsa gutural dio
positivo por paperas. Caballos asintomáticos pueden llevar a S. equi en su
bolsa gutural por largos períodos de tiempo. Otros agentes aislados de caballos
con empiema bolsa gutural son Escherichia coli, Klebsiella spp,
Corynebacterium spp, Bordetella spp, Salmonella spp. (Perkins, et al., 2003).

El signo de presentación más común es una descarga nasal que puede ser
unilateral o bilateral. Los signos clínicos incluyen linfadenopatía, distensión
dolorosa en la región parotídea, estertor, disfagia, y de vez en cuando,
epistaxis. Se puede producir espesamiento del material con infecciones
crónicas; las masas que se forman son llamadas condroides, y se da en
aproximadamente el 20% de los casos (Stephen, 2010).

El diagnóstico de confirmación es mediante el examen radiológico o


endoscopía. Las radiografías demuestran una línea de fluido o la opacidad en
la bolsa. Material espeso también puede ser evidente radiográficamente. El
examen endoscópico puede revelar un material purulento en el orificio faríngeo
de las trompas de Eustaquio y dentro del compartimiento medial o
compartimentos laterales de las bolsas guturales. Una distorsión de la faringe
puede ocurrir si la distensión es significativa (Stephen, 2010).

En los casos agudos y leves de empiema, se recomienda el lavado de las


bolsas guturales, con soluciones poli-iónicas o una solución salina. Soluciones
de yodo o aplicación tópica de soluciones irritantes no deben ser utilizadas. El
lavado se realiza a través del endoscopio o por medio de catéteres
permanentes durante un período de una semana o más, el animal debe ser
sedado durante el lavado. En los casos crónicos siempre que el exudado sea
espeso o si se han formado concreciones, se debe realizar una extracción
endoscópica con un fórceps de tipo canasta o una escisión quirúrgica a través
del triángulo del Viborg para evacuar el contenido de la bolsa gutural. Las
incisiones deben cicatrizar por segunda intención. En caballos con dificultad
respiratoria, una traqueotomía puede ser necesaria (Fjeldborg, and Baptiste,
2012).

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b) Timpanismo:

Es una distensión unilateral o bilateral no dolorosa de la bolsa gutural por


acúmulo de aire dentro de las mismas, que puede producir una inflamación
externa en la región parotídea. El timpanismo congénito se produce en los
potros jóvenes y el timpanismo adquirido afecta caballos más viejos. La causa
de timpanismo de la bolsa gutural congénita es desconocida. El timpanismo es
más un defecto funcional en lugar de un defecto anatómico, ya que ninguna
anomalía es visible endoscópicamente o durante la exploración quirúrgica. El
timpanismo adquirido se asocia típicamente con una infección del tracto
respiratorio superior y se cree que es causada por la inflamación de los tejidos
alrededor del orificio de la faringe, dejando así una válvula unidireccional que
atrapa el aire o fluido dentro de la bolsa. Este problema es transitorio y, rara
vez, la distensión de la bolsa se vuelve severa (Stephen, 2010).

El timpanismo se manifiesta con dolor, hinchazón blanda y timpánica de la


región parotídea. En algunos casos se pueden observar disnea, disfagia,
neumonía por aspiración o ruidos respiratorios. Se puede realizar una centesis
por medio de una aguja para evacuar el aire y determinar si el problema es uni
o bilateral. Las radiografías sirven para confirmar el diagnóstico y se puede
evaluar también si existe alguna enfermedad pulmonar secundaria (Stephen,
2010).

La resolución se consigue mediante un procedimiento quirúrgico que establece


la comunicación entre ambas bolsas por fenestración del tabique medial para
los casos unilaterales o resección de la lámina medial y fistulización faríngea en
afecciones bilaterales. En caso de recurrencia se realiza una segunda cirugía,
pero generalmente tienen éxito en la primera y el pronóstico es bueno, excepto
en presencia de neumonía (Fjeldborg, and Baptiste, 2012).

c) Ruptura del músculo Omohyoideus:

La ruptura del músculo Omohyoideus puede ser una causa de hemorragia en la


bolsa gutural y epistaxis. Esto se asocia con un trauma agudo y también puede
ser una secuela de la micosis de las bolsas guturales. Para diferenciar entre
esta condición y la micosis de las bolsas guturales sólo se requiere de un

10
examen endoscópico de toda la bolsa gutural, en particular en el lugar de
inserción del músculo Omohyoideus en la base del cráneo. El tratamiento
involucra descanso parado durante 4-6 semanas, antibióticos y analgésicos
(Fjeldborg, and Baptiste, 2012).

d) Micosis de las bolsas guturales:

El desarrollo de ciertas especies fúngicas en las mucosas de las bolsas


guturales puede causar una micosis especialmente invasora que llega a
erosionar las arterias contiguas, produciendo fuertes hemorragias que pueden
llegar a ser la causa de la muerte del animal (Cabañes et al., 2002).
Es la más grave de las afecciones de las bolsas. Las fases iniciales de la
enfermedad cursan de forma asintomática y se suele diagnosticar ante la
aparición de hemorragia nasal, generalmente no relacionada con el trabajo. En
principio la hemorragia es muy leve y esto hace que, en muchos casos, los
propietarios no lo valoren como relevante, pues aparecen moderadas manchas
de sangre en el ollar y no solicitan consulta. Cuando se encuentra esta
hemorragia, se debe realizar una endoscopía de las vías respiratorias altas y
localizar el punto de sangrado (Figura 3). La presencia de sangre en las bolsas
suele ser indicador de micosis sobre la carótida interna en la gran mayoría de
los casos (Vázquez y Adrados, 2015).

Figura3: Endoscopía de la bolsa gutural con micosis (Cabañes, et al. 2002).

Parece ser que la raza o el sexo no son factores predisponentes para padecer
este tipo de enfermedad. Fundamentalmente Aspergillus spp. y en especial
Emericella nidulans han sido citados como los agentes etiológicos de este
especial tipo de micosis. La incidencia de esta micosis suele ser de tipo
esporádico. No obstante, parece ser que es una enfermedad más común de lo

11
que se piensa aunque el agente etiológico en muchas ocasiones no es
identificado (Cabañes, et al. 2002).
Varias investigaciones microbiológicas de la flora normal de las bolsas
guturales se han publicado y, en particular, un estudio realizado en la Facultad
de Veterinaria de Lyon (Francia) basado en 18 caballos hospitalizados para el
tratamiento de micosis de bolsas guturales, reveló la presencia de Aspergillus
fumigatus, Aspergillus niger, y Aspergillus versicoloren en las bolsas guturales
afectadas (Ludwig, et al. 2005). Existen hongos oportunistas, tales como el
Aspergillus spp., que está presente normalmente en las vías respiratorias
equinas y que también habitan en el suelo, la vegetación en descomposición y
otros tejidos. Sin embargo, por lo general, requieren que el animal esté
debilitado o con supresión inmunológica para establecer la infección.

El diagnóstico de la aspergilosis en las primeras etapas de la enfermedad es


muy difícil. Por el momento sólo la endoscopía ayuda al veterinario en el
diagnóstico, y por lo general sólo se realiza, cuando los signos clínicos están
presentes. A menudo esto significa que la lesión esté establecida en una o
ambas bolsas guturales (Lapage, 2007).

1-5) Diagnóstico de patologías de las bolsas guturales:

Se pueden explorar clínicamente mediante inspección, palpación y percusión y


los métodos complementarios que se emplean para su estudio son
fundamentalmente la endoscopía, ecografía y radiología, de forma menos
frecuente. Se pueden abordar a través de la faringe, mejor si es guiado con
endoscopía o bien mediante punción, abordándolas desde el exterior (Vázquez
y Adrados, 2015)

a) Endoscopía: La introducción del endoscopio en el interior de la bolsa


gutural, operación no siempre fácil, se simplifica ayudándose de una
sonda de biopsia o de un catéter tipo “Chambers”. La endoscopía de las
bolsas guturales puede ser molesta para el caballo y, por tanto, requerir
sedación. Una vez en el interior de la bolsa se distinguen dos
compartimentos, medial y lateral, separados por el hueso estilohioides.
En el compartimento lateral, de menor tamaño, la estructura más
significativa apreciable endoscópicamente es la arteria maxilar. En el
12
medial, se localizan estructuras neurovasculares de enorme importancia,
como la arteria carótida interna, los nervios glosofaríngeo e hipogloso,
diversas ramas del vago y de nervios simpáticos. Las alteraciones más
frecuentes en las bolsas guturales son las guturocistitis que,
dependiendo de su etiología, presentan características muy específicas.
Así, los procesos bacterianos suelen dar lugar al denominado empiema
de la bolsa gutural, en el que se observa una colección de pus en el
interior de la misma. En los procesos micóticos se puede apreciar la
proliferación del micelio fúngico, generalmente situado en áreas dorsales
(Figura 4). Otras anomalías que pueden observarse ocasionalmente son
la presencia de condroides (concreciones de exudado que presentan
una forma circunscrita) y de abscesos (que generalmente se sitúan en el
suelo de la bolsa y se encuentran asociados a linfonódulos
retrofaríngeos inflamados) (Tejero et al., 2014).

Figura 4 Imagen endoscópica de la placa micótica localizada en la zona dorsal del compartimiento medial
de la bolsa gutural izquierda.

b) Radiografía: La radiografía se utiliza para la confirmar el diagnóstico de


timpanismo y distinguir, en este caso, si es unilateral o bilateral (Fig. 5).
También se lo puede utilizar para la observación de concreciones en
casos de empiema (Fjeldborg and Baptiste, 2012).

Figura 5 Radiografía que muestra agrandado la bolsa gutural, por acúmulo de aire en su
interior

1-6) Tratamiento de la micosis de bolsas guturales

13
Se describen dos tipos de tratamiento bien diferentes en relación a las micosis
de las bolsas guturales; la decisión de aplicar uno u otro depende íntegramente
del compromiso de la arteria carótida y, por ende, del volumen hemorrágico del
caso.

Los dos tratamientos son:

A) Lavajes con tratamiento antimicótico (micosis con hemorragia leve).

B) Tratamiento quirúrgico (micosis con hemorragia copiosa o profusa).

A) Lavajes con tratamiento antimicótico:

El tratamiento se realizará mediante lavados, preferentemente abordando las


bolsas guturales por vía nasofaríngea, guiado mediante endoscopía (Figura 6).
En ausencia de estas posibilidades se pueden realizar estos lavados mediante
punción externa de las bolsas. La inyección de la bolsa es un proceso fácil y
rutinario, pero puede dar lugar a hemorragias severas si se ingresa a la arteria
en el momento de la punción.
Se utilizan soluciones de povidona iodada al 1% y soluciones de enilconazol
2mg/ml de agua templada y se utilizan 500 ml para realizar el lavaje de la bolsa
gutural, este lavaje se repite tres veces con intervalos de 48 h (Vázquez y
Adrados, 2015).

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Figura 6: Introducción de la sonda rígida de Gotze, que se emplea para penetrar en la bolsa, guiada
por endoscopio introducido por el otro ollar.

B) Tratamiento quirúrgico:

El tratamiento quirúrgico en la micosis de bolsas guturales ha sido bien


descripto por numerosos autores y ha incluido: la ligadura simple, bobinas de
embolización, y tapones vasculares. Las técnicas de oclusión intravascular han
sustituido en gran medida al uso de catéteres de trombectomía Fogarty
venosos.

Técnica quirúrgica:

a) Ligadura de la arteria carótida común y sus ramas.

En una situación de emergencia con epistaxis aguda, la ligadura de la arteria


carótida común está contraindicada si la hemorragia es de la arteria carótida
interna; el flujo en la arteria carótida interna, se incrementará con la ligadura de
la arteria carótida común por la circulación de Willis (Stephen, 2010)

En caballos con micosis de la bolsa gutural, fatal o severa, a los cuales se les
realizó la ligadura de la arteria carótida interna (ACI) no se han obtenido
buenos resultados, la hemorragia ha seguido y se podría atribuir a la oclusión

15
del vaso erróneo o por el flujo retrógrado de la circulación cerebral (circuito de
Willis) (Auer, 2012).

El éxito en la ligadura de la ACI puede ser atribuido a una trombosis en distal a


la ligadura. Para evitar el reflujo, una ligadura adicional se ha colocado en distal
a la infección micótica; sin embargo, esto es difícil debido a que la arteria se
debe ligar profundamente dentro de la bolsa gutural, donde es probable que se
encuentre oscurecido por la membrana diftérica. El sitio para la ligadura de la
ACI es inmediatamente distal a su origen, fuera de la bolsa gutural (Woodie,
2002).

La arteria carótida interna se identifica en el lado cardíaco de la arteria occipital


y profunda. En algunos caballos, surgen las dos arterias como un sólo tronco.
La arteria carótida externa se puede ligar en distal al origen del tronco
linguofacial a través de una incisión similar a la utilizada para la ligadura de la
carótida interna, pero luego de una extensa disección rostral. Sin embargo,
este procedimiento es generalmente denegado porque la arteria carótida
externa y maxilar tiene numerosos canales colaterales que permiten el flujo
retrógrado de la sangre (Auer, 2012).

Aunque la ligadura de la arteria palatina podría evitar el flujo retrógrado, una


combinación de este procedimiento con la ligadura de la carótida externa y las
arterias carótidas internas pueden causar isquémica óptica y neuropatía
permanente (Woodie, 2002).

b) Oclusión de la arteria carótida interna por medio de Catéter de


balón

La técnica de Catéter de balón intravascular permite la inmediata oclusión de la


arteria y evita el flujo retrógrado del circuito cerebro arterial. La arteria carótida
interna se liga cerca de su origen, y una arteriotomía se hace en distal a la
ligadura (Fig.7). Un catéter de trombectomía venosa (Laboratorios Fogarty-
Edwards, distribuidos por American V.Mueller, Chicago, Ill) se inserta a través
de la arteriotomía a una distancia aproximada de 13 cm (Auer, 2012).

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Figura 7: Diagrama de las principales arterias cerca de la mucosa de la bolsa gutural. 1- arteria
carótida común; 2- arteria carótida externa; 3- arteria carótida interna; 4- arteria occipital; 5- tronco
linguofacial; 6- arteria maxilar; 7- arteria auricular caudal; 8, 9- arteria temporal superficial; 10-
arteria facial transversal; 11- arteria oftálmica externa; 12- alares, el foramen caudal. B- globo del
catéter insertado en transversal arteria facial; C, globo de la arteria carótida interna en la flexura
sigmoidea (Auer, 2012).

A esta distancia, el balón en la punta del catéter está detenido en la flexura


sigmoidea de la arteria carótida interna, dentro de los senos venosos y distales
al sitio de la infección (Fig.7). La fluoroscopía no es necesaria para confirmar la
colocación, pero una endoscopía intraoperatoria puede ser útil, aunque puede
ser difícil si los puntos de referencia están oscurecidos por la sangre o la lesión.
La punta del catéter debe ser visible a medida que pasa la arteria y el balón
puede inflarse a intervalos para demostrar su posición. Sin embargo, no se
distiende la arteria tan dramáticamente como uno quisiera, y esto puede hacer
que sea difícil de localizar. El balón se infla con solución salina estéril y se
asegura en su posición por una ligadura en distal a la arteriotomía. El caballo
puede reanudar su actividad habitual cuando la herida cure completamente y

17
su hematocrito vuelva a la normalidad. No es necesario tratar la lesión por
hongos o para retirar el catéter después de la cirugía, a menos que la infección
invada la incisión quirúrgica. Para la retirada del catéter, el caballo es sedado y
el anestésico local se infiltra a lo largo y en rostral a la incisión original. Un
procedimiento de corte hacia abajo se utiliza para localizar las bobinas del
catéter, que luego es liberado y quitado del vaso. El globo se desinfla y se retira
el catéter. Las complicaciones asociadas con este procedimiento son raras
(Auer, 2012).

El catéter rara vez penetra en el defecto de la arteria, y si lo hace, puede ser


retirado y redirigido. Como alternativa, el catéter puede dejarse en su lugar
para obstruir el agujero mientras otro catéter se dirige junto a él. Esto puede ser
detectado por endoscopia intraoperatoria (Freeman, 1980).

La falta de prevención de una potencial oclusión de una rama aberrante de la


arteria carótida interna puede producir una hemorragia fatal. Para evitar este
percance, aproximadamente 6 cm de la arteria carótida interna deben ser
expuestos para localizar cualquier rama aberrante; si se localiza una rama
debe ser ligada de manera que el catéter se pueda mantener en el interior de la
arteria carótida. Puede ser difícil distinguir entre la arteria occipital y las arterias
carótidas internas en algunos caballos, especialmente en aquellos en los que
ambas arterias se presentan como un sólo tronco y se bifurcan a una distancia
variable de la arteria carótida común. Debe ser posible demostrar que la arteria
carótida interna se encuentra por debajo de la arteria occipital (Auer, 2012).

La aberración anatómica que causa más problemas es una arteria carótida


interna que conduce en caudal a la arteria cerebelosa sin seguir su vía habitual,
y en la cual se coloca el balón inflado en una posición que causa necrosis
neuronal del tronco cerebral (Freeman, 1980).

Si un catéter no puede ser insertado a la distancia requerida o pasa más allá de


la marca de 13 cm antes de que sea detenido, entonces es probable que esté
en una rama aberrante (Auer, 2012).

18
c) Oclusión de la Arteria carótida externa y sus ramas por medio de
Catéter de balón.

La fuente más probable de flujo retrógrado a la arteria carótida externa y sus


ramas es la arteria palatina mayor, que es una continuación de la gran arteria
maxilar. Esta se une a la arteria palatina detrás de la fila superior de dientes
incisivos para formar un lazo arterial alrededor de la parte superior. Los intentos
para ocluir la arteria maxilar por un único catéter con punta de balón en el
externo de la arteria carótida han fracasado debido a que la punta del catéter
puede ingresar fácilmente a la arteria temporal superficial en lugar de ingresar
a la arteria maxilar (ver Fig.7). El siguiente procedimiento fue desarrollado para
superar estas dificultades (Auer, 2012).

Para evitar el reflujo, la arteria carótida externa se liga después del tronco
linguofacial, y un catéter de trombectomía venosa tamaño 6 se inserta en la
arteria palatina mayor, 3 cm hacia caudal de los incisivos (Freeman, 1989)

El balón es inflado y la parte del catéter se retrae suavemente hasta que se


encuentre un poco de resistencia, momento en el que se supone que el balón
está en caudal a los forámenes alares (ver Fig.7). Luego es plenamente inflado
con solución salina estéril. En este sitio, el globo puede obstruir el flujo
retrógrado de la arteria maxilar. Como una alternativa a la ligadura, la arteria
carótida externa puede ser ocluida distal al origen del tronco linguofacial por un
catéter de globo insertado a través del arteria transversa facial. El catéter se
inserta 3 cm hacia rostral de la articulación del tubérculo del hueso temporal y
avanza hasta que la punta entra en la arteria carótida externa
(aproximadamente 12 cm desde el lugar del abordaje arterial en un caballo de
45 0kg) (Fig. 7). El balón se infla con solución salina. Los extremos
redundantes de los catéteres en la arteria facial transversal y principales
arterias palatinas son grabados en la cabeza o incorporados en una campana
de Jersey (Auer, 2012).

Estos catéteres se retiran a los 7 a 10 días sin sedación o anestesia local. A


pesar de que la arteria maxilar tiene muchas garantías en el segmento entre los
globos oculares, este procedimiento ha sido eficaz hasta la fecha y no causa
ceguera, incluso cuando se combina con la oclusión de la arteria carótida
19
interna. Sin embargo, el propietario debe ser advertido del riesgo de ceguera
(Freeman, 1989).

d) Oclusión de la arteria carótida interna con catéter de balón


desmontable.

Un globo de látex extraíble se puede utilizar para ocluir con éxito la arteria
carótida interna, sin la necesidad de la retirada del catéter, como se requiere en
algunos casos tratados con los globos no desmontables. En combinación con
la angiografía, el sistema desmontable también se puede utilizar para ocluir
vasos aberrantes que se originan desde el origen de la arteria carótida interna
(Auer, 2012).

La arteria carótida interna es abordada como se describe anteriormente (ver


Fig.7), y un segmento de 3 cm, 1 a 2 cm distal al origen de la arteria carótida
interna, es aislado entre dos torniquetes Rummel por una cinta umbilical
(Cheramie, 1999)

Una aguja de acceso arterial de calibre 19 se inserta en la arteria entre las


ligaduras, y una guía de 0,9 mm de alambre se coloca a través de la aguja en
la arteria. La aguja se retira sobre el alambre y una vaina introductora 8-F se
hace avanzar sobre el alambre hasta 4 cm. El dilatador y el alambre se retiran,
y el flujo sanguíneo retrógrado desde el círculo arterial cerebral es confirmado
por la salida de sangre a través del puerto de fluido auxiliar de la vaina de
introducción. Una continua infusión de solución salina heparinizada (4 U/ml,
aproximadamente 3 ml/min) se mantiene a través de la vaina del introductor.
Se inserta el sistema de entrega de balón a través del diafragma flexible de la
vaina de introducción y avanzando aproximadamente 13 cm o hasta que la
resistencia aumente dentro de la carótida interna. El microcatéter portador
avanza 5 a 10 mm dentro del catéter de guía, mientras que el catéter de guía
se retrae 1 cm sobre el microcatéter. El balón se infla a continuación con 0,5 ml
de la solución radiopaco, y su posicionamiento adecuado y grado de inflación
se confirma por una radiografía lateral intraoperatoria. El globo se desprende
por una suave tracción sobre el microcatéter portador, y queda asegurado por
una ligadura proximal. Todos los catéteres se retiran de la vaina de
introducción y la oclusión de la arteria carótida interna es confirmada por la falta
20
de flujo de sangre a través del puerto de fluido auxiliar del introductor de la
vaina. La vaina de introducción se retira posteriormente y el torniquete Rummel
proximal se sustituye con dos ligaduras de polipropileno. Los tejidos
subcutáneos y la piel se cierran en capas (Auer, 2012).

e) Embolización transarterial por bobinas.

La técnica de embolización transarterial por bobinas puede selectivamente


ocluir los segmentos arteriales implicados en una lesión micótica en caballos
con micosis de bolsas guturales. La técnica de embolización por bobinas
combina las imágenes de los estudios angiográficos para detectar los vasos e
identificar los sitios inusuales de sangrado, seguido de una embolización
selectiva u oclusión de los vasos afectados (Leveille, 2000)

En comparación con la técnica catéter de balón, la embolización transarterial


por bobina permite la visualización de los vasos afectados durante todo el
procedimiento, ya que es realizado bajo guía fluoroscópica (Figura 8). Esto es
fundamental, porque se han descripto colocaciones erróneas debido alfracaso
para identificar y ocluir ramas aberrantes que puede dar lugar a una
hemorragia fatal. Además, este procedimiento elimina la necesidad de proteger
los extremos sobrantes de los catéteres, lo cual es necesario cuando no se
utilizan globos (Auer, 2012)

Es menos invasiva que el procedimiento de catéter balón original y requiere


menor tiempo de anestesia y hospitalización (Leveille, 2000)

La embolización transarterial se puede realizar durante el sangrado activo. El


enfoque quirúrgico para todas las arterias de la bolsa gutural es la arteria
carótida común que se expone a través de una sola incisión (Auer, 2012).

21
Figura 8: Imagen fluoroscópica de bobinas de embolización (flecha negra) oclusión de la arteria
carótida interna en un caballo afectado con micosis de la bolsa gutural. Tenga en cuenta la
posición del catéter (flecha blanca) dentro de la arteria, y la inyección de contraste arterial material
que demuestre oclusión (punta de flecha) (Auer, 2012).

f) Colocación de tapones vasculares:

El acceso arterial se realiza mediante una incisión hacia abajo sobre la arteria
carótida común. Se practica una incisión de 10 cm, dorsal a la proyección de la
vena yugular y dicha vena se retrae hacia ventral. El músculo omohioideo se
divulsiona para exponer la arteria carótida común. La vaina carotídea se
identifica, para definir la ubicación del nervio laríngeo recurrente y evitar
lesiones iatrogénicas. El nervio se disecciona de la arteria carótida y un drenaje
de Penrose se coloca alrededor de la arteria. Utilizando el drenaje de Penrose
se coloca una aguja de acceso vascular en la arteria. Un alambre guía de 15 a
20 cm se inserta en la aguja, un introductor y el dilatador conjunto 7-F se
coloca sobre el alambre guía, dejando el introductor en su lugar. El introductor
incluye una válvula de hemostasia con un orificio lateral para la inyección. El
introductor se asegura con una sutura de monofilamento de 3-0 para reducir al
mínimo el riesgo de una remoción accidental. Una vez que el introductor está
colocado se aplica una solución de contraste para realizar el angiograma. La
angiografía se utiliza para identificar el sitio dañado de la arteria (Figura 9). Sin
embargo, el angiograma no siempre identifica claramente el origen de la
hemorragia. Un adicional es tener un endoscopio colocado en la bolsa gutural
afectada para asegurar el posicionamiento preciso del cable guía en el espacio

22
correcto. Es absolutamente crucial que el equipo quirúrgico esté familiarizado
con la anatomía vascular para asegurar la identificación precisa de la arteria
sangrante y la colocación del tapón vascular. Una vez que la arteria sangrante
se identifica comienza la colocación del tapón vascular (Hawkins and Hogan,
2012).

Figura 9: Caballo en quirófano listo para la cirugía con el equipo para realizar la fluoroscopia.

El catéter de diagnóstico y el alambre guía avanzan más allá del lado no


cardíaco del sitio de la hemorragia arterial. El éxito de la colocación del catéter
se confirma con el endoscopio colocado en la bolsa gutural. Un tapón vascular
de 10-12 mm se despliega a continuación hacia el lado no cardíaco del vaso
sangrante. La vaina vascular se retira de manera que un enchufe adicional
pueda ser insertado en el lado cardíaco del vaso sangrante. Una vez que
ambos tapones vasculares se han posicionado se repite un angiograma para
confirmar la oclusión satisfactoria de la arteria afectada. Tras el angiograma
final, la vaina vascular se retira y la arteria carótida se cierra con poligalactina
910 de 5-0 en un patrón simple de sutura interrumpida. El músculo,
subcutáneo, y la piel se cierran de una manera rutinaria (Hawkins and Hogan,
2012).

23
Preparación del paciente para la cirugía:

Los caballos se preparan de manera rutinaria para la anestesia general y


cirugía, se colocan en decúbito lateral con el lado afectado hacia arriba. La
cabeza y el aspecto craneal del cuello se colocan en una tabla de acrílico para
permitir la transmisión del haz fluoroscópico (Figura 9). La fluoroscopía se
requiere para guiar la colocación del catéter para el despliegue de los tapones
vasculares (Hawkins and Hogan, 2012).

La unidad de fluoroscopía debe ser móvil y se cubre con una cubierta estéril si
es para ser manipulada durante la operación por el cirujano. Todo el personal
quirúrgico y el personal de anestesia deben usar delantales protectores de
plomo durante la fluoroscopía. El aspecto proximal de la ranura yugular se
rasura y se prepara con triple lavado y se cubre para cirugía aséptica. Paños
de campo deben cubrir la mitad delantera del caballo, ya que los catéteres y
alambres de guía usados para el procedimiento son largos y podrían
contaminarse. Todos los catéteres, guías de alambre e introductores se lavan
con solución salina heparinizada (10 UI/ml), y se dejan en un recipiente que
contiene solución salina heparinizada hasta su uso (Auer, 2012).

Además de practicar una fluoroscopía, se inserta un fibroscopio en el interior de


la bolsa gutural como un adicional para asegurarse de que el tapón se inserte
en la arteria correcta (Hawkins and Hogan, 2012).

Protocolo de Anestesia

El concepto de anestesia quirúrgica implica el bloqueo de impulsos dolorosos


provocados por el acto quirúrgico, a la vez que de reflejos nociceptivos y de la
conciencia, con suficiente relajación muscular para permitir la manipulación de
la zona operatoria. Así, la anestesia general se define como un estado de
inconciencia controlada, producido por una intoxicación del sistema nervioso
central, lo cual es responsable en éste, de una parálisis irregularmente
descendente, ya que los centros bulbares son deprimidos con posterioridad a la
médula espinal y es esta depresión descendente la que determina la aparición

24
sucesiva de los signos anestesiológicos, que marcan los diferentes períodos de
la anestesia general (Godoy, 1992).

Un equino sometido a una anestesia general implica el cuidado intensivo de la


tensión arterial y el cuidado de la funcionalidad respiratoria dada la gran
compresión de las vísceras sobre el diafragma en el decúbito. Por ende, todo
procedimiento en el que se estipule un tiempo mayor a los 30 minutos de
anestesia es recomendable utilizar técnicas más controlables como la
anestesia inhalada y también el monitoreo de las constantes vitales con el uso
de monitores multiparámetros (Nejamkin et al., 2014).

En esta especie es recomendable realizar una preanestesia antes de la


inducción. Los objetivos son: calmar al animal, mejorar la calidad de la
inducción y el mantenimiento de la anestesia, contrarrestar los efectos
secundarios y reducir la cantidad ulterior de anestésico requerida; todo esto se
logra con la administración de sedantes, analgésicos y otros agentes. Todos
los sedantes actúan mejor cuando el animal se encuentra en un ambiente
tranquilo, colabora a lograr anestesias con menores dosis de fármacos
combinados, brindando una recuperación postanestésica tranquila. Todos los
fármacos utilizados en la sedación causan depresión del SNC y pueden llegar a
provocar depresión respiratoria y cardíaca. Se prioriza no movilizar al animal
sedado si se encuentra atáxico, siendo recomendable aplicar el sedante en el
lugar donde se realizará el procedimiento (Nejamkin et al., 2014).

- Preanestesia

La premedicación anestésica tiene como objetivo principal la tranquilización del


paciente, permitiendo facilitar la administración del agente anestésico,
potenciar sus efectos, y mejorar las características tanto de la inducción como
de la recuperación. Entre las drogas más utilizadas en esquemas de
premedicación anestésicas en nuestro medio, tenemos los derivados
fenotiazínicos, sulfato de atropina, xilazina, etc (Godoy, 1992).

En general antes de proceder a una cirugía de una afección dolorosa debe


administrarse con la preanestesia un analgésico para potenciar el efecto de los
sedantes. La combinación de fármacos para alcanzar los objetivos de la

25
preanestesia son variados, en la Tabla 1 se citan algunas de estas
combinaciones y sus dosis (Nejamkin et al., 2014).

Tabla 1: Combinaciones para premedicación en equinos


Combinación Sedación (mg/kg) Preanestesia (mg/kg)
Acepromazina 0,02-0,05 0,03
Xilacina 0,5-0,6 1
Acepromazina 0,03 0,03
Detomidina 0,01 0,02
Acepromazina 0,03 0,03
Romifidina 0,05 0,1
Acepromazina 0,02-0,05 0,03
Butorfanol 0,02-0,04 0,02
Xilacina 0,5-1 0,5-1
Butorfanol 0,02 0,01-0,02
Detomidina 0,01-0,015 0,02
Butorfanol 0,02-0,03 0,02
Romifidina 0,05 0,05-01
Butorfanol 0,02 0,02

- Inducción anestésica o volteo


Cuando no se dispone de una infraestructura apropiada, el derribo de un
equino puede tornarse difícil y riesgoso tanto para el animal como para el
personal que lo atiende, debido al tamaño y temperamento de esta especie. Un
medio de derribo popularmente usado son las trabas o maneas, que producen
una caída violenta y poco natural, aún cuando se haya pre medicado el animal
con algún tranquilizante, método que resulta peligroso y poco humanitario
(Godoy, 1992).

Existe un número acotado de fármacos destinados al adormecimiento o volteo


del equino. Las combinaciones con ketamina o el uso el tiopental son las más
comunes. La ketamina es un anestésico disociativo sin características
hipnóticas, es un antagonista de los receptores NMDA lo que genera un
bloqueo de las aferencias corticales generando una desconexión del
procesamiento cognitivo. Es un fármaco muy seguro con una vida media
relativamente corta, no posee características depresoras importantes en la
ventilación ni en la actividad cardíaca. Su uso se encuentra altamente difundido
en medicina veterinaria aunque debemos ser conscientes de que no cumple

26
con los objetivos primordiales de la anestesia general, por tal motivo debe ser
obligatoriamente combinada con otros fármacos (Nejamkin et al, 2014).

Combinaciones para inducción

Xilazina-Ketamina 1 mg/kg—2 mg/kg

Xilazina- Diazepam-Ketamina 1 mg/kg—0,2 mg/kg—2 mg/kg

Guanfenesina-Ketamina 100 mg/kg—2 mg/kg

Xilazina-Guanfenesian-Ketamina 0,5 mg/kg—50 mg/kg—2 mg/kg

Xilazina- Tiopental 1 mg/kg—6 mg/kg

- Mantenimiento anestésico

Una vez volteado el equino es factible prolongar la anestesia más allá del
tiempo de duración de la inducción anestésica. Para extender la anestesia más
allá de 30 minutos es recomendable la utilización de anestesias inhaladas y la
disponibilidad de sistemas de monitoreo y oxigenación del paciente. En caso
contrario, sólo podremos mantener el decúbito por un tiempo corto. Por lo
tanto, para cirugías a campo debemos ser cuidadosos en el tiempo que
consideramos que va a requerir el procedimiento quirúrgico. El mantenimiento
para anestesias cortas se puede desarrollar con repetidas dosis de la
combinación de volteo o con infusiones continuas (Nejamkin et al., 2014).

Dosis repetida

Cuando se utiliza ketamina se puede prolongar la anestesia aplicando mitad o


cuarto de dosis de inducción cada vez que se considere una insuficiencia del
plano anestésico. Si la combinación posee xilazina es recomendable
monitorear la presión arterial debido al fuerte efecto hipotensor generado
(Nejamkin et al., 2014).

27
2) MATERIALES Y MÉTODOS:

El presente trabajo se llevó a cabo en el Haras “La Numancia”, destinado a la


cría de caballos Sangre Pura de Carrera (SPC) ubicado en la Ruta 8, km 135,
en el partido de San Antonio de Areco; durante la temporada reproductiva del
año 2014.

Descripción del caso clínico:

Se notifica que uno de los potrillos en cuida de 3 años de edad (figura 10)
comenzó a sangrar por la nariz, manchando de sangre todas las paredes del
box.

Reseña:

 Especie: Equino.

 Raza: Sangre Pura de Carrera.

 Sexo: Macho.

 Edad: 3 años.

 Pelaje: Zaino.

 Peso: 500 kg.

Figura 10: Caso clínico, equino en cuida de 3 años con epistaxis

28
Anamnesis: La consulta se realizó en la mañana del 30 de septiembre de
2014, inmediatamente luego de que empleados del haras observaran el potrillo
en esas condiciones. El motivo de la misma fue la necesidad del diagnóstico de
la epistaxis y la solución del problema.

Se realizaron una serie de preguntas a partir de las cuales se determinó que:

 La hemorragia comenzó esa noche, ya que la tarde anterior no


presentaba ninguna alteración.

 Se había observado que el potrillo estaba decaído, puesto que había


dejado parte de la ración el día anterior.

 No se observó ninguna otra alteración evidente.

 El tiempo transcurrido desde que comenzó la hemorragia hasta que el


potrillo fue encontrado en ese estado, fue menor a 12 horas. Se había
limpiado el box y racionado a las siete de la tarde del día anterior y no se
habían observado alteraciones evidentes.

 El potrillo contaba con la vacunación contra influenza equina, tétanos y


encefalomielitis equina.

 Contaba con un análisis de anemia infecciosa equina negativo con un


mes de antigüedad.

 El potrillo había sido desparasitado el 20 de junio.

29
RESULTADOS:

Una vez recibido el caso a partir de la consulta realizada, teniendo en cuenta la


reseña y anamnesis recabada, se procedió a examinar al animal. Primero se
efectuó un examen objetivo general y a continuación un examen particular del
aparato respiratorio.

Examen objetivo general:

 Temperatura: 38 ºC (parámetros normales: 37,5 – 38,5 °C).

 Frecuencia cardíaca: 40 lat/min (parámetros normales: 36-40 lat./min).

 Frecuencia respiratoria: 18mov./min (parámetros normales: 8 – 20


mov./min.)

 Mucosas: Color rosa/blanca (pálida).

 Sensorio: Alerta (normal).

 Linfonódulos: inspección y palpación de apariencia normal.

 Otros órganos y sistemas: sin alteraciones evidentes.

Examen particular de las fosas nasal y vías respiratorias altas

En la inspección se encontró epistaxis en ambos ollares de forma constante, la


cual aumentaba al exigir la respiración del mismo (Figura 11). No se observó
ninguna lesión ni en las fosas nasales ni en los senos paranasales que se
pudiera evidenciar desde el exterior, las bolsas guturales no se observaban
inflamadas.

30
Figura 1: Epistaxis observada en el equino

Examen del árbol bronquial y pulmones:


No hubo datos significativos al momento de realizar el examen del árbol
bronquial y los pulmones, lo que permitió direccionar el diagnóstico hacia la
micosis de bolsas guturales.
Diagnóstico:
El diagnóstico presuntivo fue micosis de las bolsas guturales debido a que se
observó epixtasis sin afección de los senos paranasales y ninguna otra
alteración evidente.
Se decide derivar el caso para que se le realice una endoscopía y así tratar de
confirmar el diagnóstico (el animal fue derivado porque no se contaba con un
fibroscopio en el haras).
Al realizar la endoscopía se observó que la pared de la bolsa gutural, a la altura
de la arteria carótida, se encontraba afectada por una estructura compatible
con una colonia fúngica, la cual había erosionado al vaso sanguíneo,
produciendo la hemorragia (Figura 12).

Figura 12: Bolsa gutural afectada en el equino bajo estudio

31
Se dice que es una estructura compatible con una colonia fúngica ya que no se
realizó la toma de muestras para definir el agente.

Tratamiento
Al tener el diagnóstico confirmado de la lesión de la arteria carótida se decide
realizar la cirugía con consentimiento del dueño.
Tanto la endoscopía como la cirugía estuvieron a cargo de Mauro Verna,
MedVet, Cirujano Diplomado ACVS (Colegio Americano de Cirujanos
Veterinarios).
La cirugía que se realizó fue la colocación de tapones vasculares en la rama de
la arteria carótida afectada, con el fin de frenar la hemorragia y de esta forma
impedir el desarrollo de la colonia fúngica y la posible muerte del paciente
(Figuras 13a y b).La cirugía se realizó con la técnica antes descripta.

Figura 13a: Intervención quirúrgica de la bolsa gutural afectada

32
Figura 13b: Intervención quirúrgica de la bolsa gutural afectada

Evolución

La evolución del caso fue muy buena ya que después de la cirugía cuando el
caballo volvió de la anestesia se pudo observar que la hemorragia había
parado.

Como tratamiento post operatorio se aplicó, durante tres días 1,1 mg/kg de
Meglumina de flunixin (Flunixin®) por vía IV como antiinflamatorio y se realizó
un tratamiento durante siete días de penicilina-estreptomicina
(EstreptoPendiben®) a razón de 10M UI/día por vía IM.

A los 10 días de realizada la cirugía se practicó una nueva endoscopia de


control observándose como disminuía de tamaño la estructura compatible con
una colonia fúngica y como, de a poco, se reorganizaba la pared de la bolsa
gutural (Figura 14).

33
Figura 14: Endoscopía de control a 10 días de la intervención quirúrgica

DISCUSIÓN

Para el anatomista, las bolsas guturales del caballo son dos evaginaciones de
la trompa de Eustaquio, se encuentran en la región parotídea debajo de la base
del cráneo y el hueso atlas (Barone y Tagand, 1964).

Algunos avances en la comprensión de la anatomía funcional y el papel


fisiológico de la bolsa gutural se han hecho, sin embargo, su implicación en una
serie de condiciones patológicas, incluyendo al desarrollo micótico y bacteriano
sigue planteando más preguntas que respuestas (Lepage et al., 2004).

Se sugiere que las bolsas guturales contribuyen a la regulación de la


temperatura de la sangre arterial. Las bolsas guturales actúan en conjunto con
los senos venosos cavernosos intracraneales para enfriar la sangre suministrar
al cerebro, en particular durante el ejercicio (Baptiste et al, 2000).

Aunque las enfermedades de las bolsas guturales son relativamente raras, es


importante ser capaz de diagnosticar con precisión y tratarlos para evitar
secuelas, tales como disfagia o incluso hemorragia fatal, como puede ocurrir
con infecciones micóticas (Perkins, et al., 2003).

La micosis de las bolsas guturales es la enfermedad de las bolsas guturales


que más pone en riesgo la vida, debido a las hemorragias que se pueden
producir por la erosión de la arteria carótida (Stephen, 2010).

34
Una variedad de técnicas de diagnóstico por imágenes están disponibles para
la investigación de casos de sospecha de enfermedad de las bolsas guturales.
La endoscopía es la más comúnmente utilizada y es una invaluable
herramienta para el diagnóstico de las vías aéreas superiores y en
enfermedades de las bolsas guturales (Perkins, et al., 2003).

El diagnóstico diferencial de la micosis de los sacos guturales incluye otras


alteraciones que podrían provocar una hemorragia en los sacos guturales,
siendo la más común la avulsión del músculo Omohyoideus desde el hueso
basiesfenoides o un trauma (Sweeney and Freeman, 1993).

El tratamiento médico de la micosis de los sacos guturales incluye la aplicación


tópica de agentes antifúngicos no irritantes que son efectivos contra Aspergillus
spp, tales como eniconazol (Davis and Legendre, 1994).

El tratamiento médico puede iniciarse si la hemorragia no ha ocurrido y las


placas fúngicas no involucran ningún vaso sanguíneo. Cuando las estructuras
vasculares están involucradas, que es lo más frecuente, el objetivo del
tratamiento quirúrgico es la oclusión de la arteria afectada (Greet, 1987).

Los tapones vasculares se utilizan en lugar de las bobinas de embolización por


las siguiente razones: hace falta un único enlace en cada lado del vaso
sangrante para ocluir el vaso afectado, mientras que se requieren múltiples
bobinas de embolización para el mismo propósito; los tapones vasculares
pueden ser recuperados después del despliegue, mientras que las bobinas de
embolización no; finalmente, el tamaño apropiado de los tapones vasculares
hace que sea poco probable que se desprendan debido a la tensión radial que
ejercen sobre la pared del vaso. El costo de los tapones vasculares es similar
al costo asociado cuando se requieren múltiples bobinas de embolización. Al
igual que otras técnicas endovasculares, la desventaja de utilizar tapones
vasculares es que se requiere de un equipo especializado y la experiencia de
un cardiólogo o cirujano para realizar este procedimiento (Hawkins and Hogan,
2012).

Cerca del 50 % de los caballos que sufren un sangrado grave muere por
hemorragia fatal. Si la oclusión vascular apropiada es exitosa, el pronóstico de

35
vida es excelente. En general, las placas fúngicas involucionan sin medicación
antifúngica, en unos 30 a 60 días después de la oclusión vascular. La disfagia,
la hemiplejia laríngea unilateral y el síndrome de Horner pueden resolverse en
6 a 8 meses, o pueden ser permanentes. Las posibles complicaciones
relacionadas con la cirugía incluyen ceguera unilateral, isquemia cerebral y
hemorragia recurrente (Freeman, et al., 1989).

CONCLUSIONES

La micosis de las bolsas guturales es una patología propia del equino, poco
común, que puede poner en riesgo la vida del animal.

La colocación de tapones vasculares por medio de una intervención quirúrgica


es el método más eficaz para la resolución de la micosis de bolsas guturales
con hemorragia persistente, disminuyendo al mínimo el riesgo de muerte en el
paciente.

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