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Material original para el texto: Niño, C., Ferrer, L. (Eds.): Neuroanestesia y Cuidado Intensivo Neurológico. En prensa, ©2004.
Prohibida su reproducción parcial o total. Versión .pdf para la serie APUNTES de PONDO ®.
La serie APUNTES de PONDO ® es una compilación de índole educativa, con la que se pretende divulgar información relacionada o
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Introducción
La neurorradiología intervencionista (NRI), también llamada neurocirugía endovascular o
terapia endovascular, es la rama de la neurorradiología que utiliza procedimientos
invasivos para el tratamiento de lesiones vasculares, tanto cerebrales como espinales.
Incluye la oclusión de lesiones, como en el caso de los aneurismas y malformaciones
arteriovenosas, y el restablecimiento de la luz de los vasos, como en las trombosis y
lesiones estenóticas de origen arteriosclerótico o secundarias a disecciones.
En la angiografía cerebral convencional, las estructuras óseas pueden ocultar detalles de
los vasos cerebrales. La angiografía con sustracción digital (ASD) permite eliminar las
estructuras óseas mediante la comparación numérica sistematizada de la densidad de las
imágenes antes y después del paso del medio de contraste por los vasos sanguíneos
(Figura 1). La diferencia que se obtiene en las densidades es la base del contraste en este
tipo de imágenes. Las técnicas de ASD son fundamentales para una adecuada
visualización de la anatomía vascular intra y extracraneana, conocimiento imprescindible
para la realización de los procedimientos de NRI.
Por otro lado, el desarrollo de nuevos catéteres, que cada vez tienen mayor capacidad de
navegación intracerebral, y el advenimiento de nuevos y mejores materiales de
embolización, han hecho que esta rama de la radiología haya podido desplazar a otras
formas de tratamiento en muchas enfermedades vasculares cerebrales.
La selección de pacientes para estos procedimientos requiere de un equipo
multidisciplinario, con una buena comunicación entre neurocirugía, neurología,
otorrinolaringología, anestesiología, cuidados intensivos y neurorradiología. Un equipo
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Materiales y equipos
Equipo de ASD, mono o biplanar.
Programas de visualización angiográfica rotacional o de reconstrucción tridimensional.
Catéteres Guía
Guías y microguías angiográficas
Micro catéteres
Materiales de embolización
Balones de oclusión, fijos o desprendibles
Balones de angioplastia
Implantes endovasculares
Figura 1:
A. Equipo de angiografía por sustracción digital (ASD).
Ejemplo de un equipo biplanar, con dos arcos de fluoroscopia que permiten la visualización y adquisición
simultánea de dos proyecciones. La sala de procedimientos es amplia, permitiendo espacio para el grupo de
neurointervencionismo, anestesiología, etc. Una variedad de materiales se encuentran disponibles en la
sala, con acceso inmediato a ellos.
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Preparación anestésica
Los procedimientos de NRI se hacen bajo vigilancia anestésica, ya sea con anestesia
general, neuroleptoanestesia o algún tipo de sedación profunda, siempre a cargo de un
equipo de anestesiología con experiencia en neuroanestesia. En todos los casos, debe
existir una valoración clínica preanestésica, en la que se evalúan las condiciones
generales de cada paciente y se tienen en cuenta las enfermedades sistémicas que puedan
afectar el desenlace de los procedimientos de NRI. Los detalles de la valoración
preanestésica y del procedimiento anestésico se revisan en otra sección.
Complicaciones
Como en cualquier intervención quirúrgica o endovascular, las complicaciones dependen
del tipo de procedimiento, del estado de salud del paciente y del tipo de lesión que va a
ser tratada.
Algunas complicaciones generales son inherentes al procedimiento angiográfico. Los
pacientes deben conocer los aspectos generales del procedimiento, incluyendo los
posibles sitios de acceso vascular, de los cuales el más frecuente es el de la región
inguinal derecha. Las posibilidades de hematomas e infecciones locales deben ser
conocidas de antemano, y los mecanismos preventivos o correctivos deben instaurarse de
manera oportuna. Para disminuir las probabilidades de hematomas, se hace una
evaluación previa del estado del sistema de coagulación, se escoge apropiadamente el
sitio de punción y se pueden utilizan agujas de punción de pared única.
Es conveniente solicitar pruebas de coagulación para todos los pacientes sometidos a
procedimientos de NRI, especialmente porque los accesos vasculares en adultos suelen
ser a través de materiales de calibre 6F o mayores, lo que equivale a una arteriotomía de
2 mm. Los parámetros a estudiar son el tiempo de protrombina (TP) y el tiempo parcial
de tromboplastina (TPT). El TP debe estar menos de tres segundos por encima del control
diario del laboratorio clínico. Otra forma de evaluar la prolongación de este parámetro es
hacer una relación entre el control diario del laboratorio y el del(a) paciente. Si esta
relación es mayor a 1.5, se debe posponer la punción hasta no corregir o verificar este
valor.
El TPT debe ser menor de 45 segundos. Algunos consideran que el límite superior puede
alcanzar los siete (7) segundos por encima del control diario del laboratorio. Si la relación
entre el control diario del laboratorio y el del(a) paciente es mayor de 1.3, también se
debe posponer cualquier punción.
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Dada la variación del valor de TP entre diferentes técnicas de laboratorio, la cual parece
estar relacionada con el origen de la tromboplastina utilizada, se utiliza también la tasa
normalizada internacional o International Normalized Ratio, INR. Este valor se obtiene
del uso de una tromboplastina humana estandarizada por la Organización Mundial de la
Salud (OMS). Los rangos terapéuticos de anticoagulación se encuentran con valores de
INR entre 1.5 y 3.5. Esto quiere decir que cuando un(a) paciente está medicado(a) con
warfarina, sólo se le puede practicar un procedimiento invasivo si su INR es inferior a
1.5.
En los casos en los que existan alteraciones hematológicas conocidas, puede ser necesario
además estudiar el tiempo de sangría (TS), el cual debe ser menor de 8 minutos, y el
recuento plaquetario, que debe estar por encima de 75,000 por cc.
Los(as) pacientes con anticoagulantes tipo warfarina pueden presentar prolongación del
TP, la cual se corrige suspendiendo dicha medicación, siempre que esto sea posible. La
corrección de los parámetros de coagulación idealmente debe ser dirigida por la Unidad
de Hematología, pues puede requerir de una investigación exhaustiva de la medicación
recibida por el(la) paciente o de medidas que implican vigilancia y seguimiento, como la
administración de vitamina K, plasma o plaquetas.
La presencia de catéteres dentro del sistema vascular por tiempos variados, que pueden
ser de varias horas en algunos casos, hace indispensable el uso de anticoagulación formal
y de seguimiento del estado de coagulación mediante la prueba del tiempo de
tromboplastina activado (ACT), la cual se hace de manera rutinaria y periódica en
diferentes fases del procedimiento de NRI.
Las disecciones son una complicación potencial, que debe discutirse de antemano, con un
conocimiento amplio, por parte de los miembros del equipo y de los pacientes, de las
posibilidades de que su tratamiento incluya nuevas técnicas endovasculares o de cirugía
abierta.
Las altas dosis de medio de contraste que son usualmente requeridas en estos
procedimientos hace imperativo el conocer el estado funcional renal previo de cada
paciente, evaluación que suele hacerse con la medición de creatinina sérica. En algunos
casos, se utilizan esquemas de nefroprotección, que incluyen el uso de medicamentos y la
sobrehidratación. La Tabla 1. ejemplifica un esquema de nefroprotección.
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Los medios de contraste pueden producir reacciones adversas, que incluyen las de tipo
alérgico y las que se asocian a reacciones vasovagales. Un cuidadoso interrogatorio
previo revelará los antecedentes de este tipo de reacciones y permitirá una adecuada
preparación y manejo de estas eventualidades.
La naturaleza de los procedimientos endovasculares intracerebrales, la necesidad de
utilizar esquemas de anticoagulación y el tipo de lesiones a tratar puede asociarse a
complicaciones neurológicas graves, como las trombosis con infartos cerebrales y los
hematomas intraparenquimatosos, además de la posibilidad de vasoespasmo. En todos los
casos hay posibilidades de secuelas neurológicas temporales o permanentes, así como de
muerte. Algunas de estas complicaciones pueden ser tratadas mediante técnicas de NRI
complementarias, y en general, tienen un desenlace que depende de varios factores, pero
que es similar al de los eventos cerebrovasculares de ocurrencia espontánea. Es
imprescindible que los pacientes entiendan y asuman estos riesgos y que el equipo de
trabajo esté preparado para su pronta identificación y tratamiento.
Catéter Guía
Dado el pequeño calibre de los micro catéteres y las dificultades para su
maniobrabilidad, es indispensable utilizar catéteres conocidos como «guía», cuya
construcción se basa en paredes delgadas, para permitir una amplia luz de trabajo sin
mayor aumento en su diámetro externo. Por estas características, es posible avanzar a
través de los catéteres guía uno o dos micro catéteres simultáneamente. A pesar de sus
paredes delgadas, los catéteres guía deben idealmente conservar las características de
firmeza y maleabilidad de los catéteres angiográficos diagnósticos. El catéter guía es una
herramienta indispensable para la NRI. Se suelen usar en los calibres 6 y 7F, y deben
estar conectados permanentemente a una infusión continua de solución salina
heparinizada, la cual se purga y se mantiene a presión superior a la sistólica durante todo
el procedimiento. Se hace énfasis en la importancia del sistema de infusión presurizado,
pues de su adecuada conexión y manejo puede depender que un procedimiento de NRI
pase de ser exitoso a catastrófico. El catéter guía se conecta con el sistema de infusión
presurizada mediante una válvula hemostática tipo Tuohy-Borst, diseñada
específicamente para permitir la manipulación del catéter y el paso de una guía
angiográfica sin que se pierda el hermetismo del sistema. Mediante una serie de
conectores y llaves que debe supervisarse estrictamente, se purga totalmente el sistema
antes de conectarlo y de introducirlo al sistema vascular. El tamaño de cualquier burbuja
que quede en el sistema corresponde al calibre del vaso intracerebral que será ocluido en
caso de paso de dicha burbuja.
En los casos pediátricos, es indispensable utilizar equipos de microgoteo como
conectores, pues una infusión continua presurizada, inadecuadamente vigilada, puede
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Cateterización superselectiva
Con el catéter guía en posición óptima, se introduce el microcatéter a través de la válvula
hemostática descrita, mediante técnica coaxial. Los micro catéteres se pueden avanzar
con ayuda de una micro guía angiográfica o aprovechando el flujo arterial. Tanto las
microguías como los micro catéteres se pueden preformar manualmente, de acuerdo a la
anatomía vascular por la cual se va a navegar. Los micro catéteres se suelen preformar
con ayuda de vapor de agua, mientras que las microguías simplemente se doblan con
suavidad para darles la forma curva que se requiera en cada caso. Siempre las guías
deben sobresalir por la punta de los catéteres, permitiendo su avance atraumático y
superselectivo a través de los vasos intra o extracraneanos. Los microcatéteres también se
conectan a un sistema de infusión presurizado, con las mismas características y
precauciones de las infusiones continuas conectadas a los catéteres guía. Para la
navegación intravascular se utiliza un sistema de fluoroscopia conocido como «mapeo»,
en el cual se puede superponer una imagen angiográfica a una fluoroscopia en tiempo
real, haciendo que el curso a seguir se observe de manera dinámica, como siguiendo un
mapa de carreteras.
Indicaciones
En general, los procedimientos que se realizan en NRI son de 3 tipos: los oclusivos, los
de restablecimiento de la luz y las inyecciones de sustancias o medicamentos.
Procedimientos oclusivos
Aneurismas
Malformaciones arteriovenosas
Tumores
Lesiones hemorrágicas
Restablecimiento de la luz
Estenosis carotídeas y vertebrales
Estenosis intracraneales
Tratamiento del vaso espasmo
Trombolisis
Inyección de sustancias o medicamentos
Vasodilatadores
Trombolíticos
Agentes quimioterapeúticos para oncología
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Materiales de Embolización
Los procedimientos oclusivos suponen el uso de diferentes materiales o sustancias, que
producen oclusión física, promueven la formación de trombos o esclerosan los vasos
sanguíneos. También pueden producir reacciones inflamatorias que llevan a la trombosis
de los vasos sanguíneos. Existen algunos fabricados con elementos metálicos o de otros
materiales, y su presentación puede ser en forma de partículas en suspensión o diferentes
sustancias líquidas. Se describirán de acuerdo a sus usos e indicaciones; a su vez, pueden
clasificarse en:
Materiales de Embolización Permanente.
Alcohol absoluto
Agentes quimioterapeúticos
Colágeno microfibrilar (Avitene)
N- butil cianocrilato
Espirales (coils)
Desprendibles eléctricamente
Desprendibles mecánicamente
Aneurismas Cerebrales
Son lesiones adquiridas que consisten en dilataciones focales o difusas de una arteria
cerebral. Las paredes de los aneurismas carecen de lámina elástica interna y de túnica
media, por lo que tienen alto riesgo de ruptura, manifestada en la mayoría de los casos
como una hemorragia subaracnoidea (HSA). Su prevalencia varía en las series
publicadas. Se describen como hallazgo incidental en 1% de autopsias y en más del 7%
en pacientes estudiados mediante ASD. La incidencia de aneurismas múltiples también es
difícil de calcular, se estima entre un 15 y 20% de los casos estudiados, pero depende del
tipo de series y de la población estudiada. Son más comúnmente diagnosticados entre los
40 y los 60 años, con mayor frecuencia en las mujeres. Esta relación se invierte en las
series de población pediátrica, con una relación 3:1 de niños a niñas. La mayoría de los
aneurismas se localizan en la circulación anterior, con cerca del 10% dependientes del
sistema vertebrobasilar.
La historia natural de los aneurismas es la del riesgo de ruptura, calculado en 1 a 2% por
año para los asintomáticos. Se describe un riesgo acumulado de hemorragia de 20% a los
10 años del diagnóstico, que llega al 35% pasados 15 años de su detección. Estas
estadísticas son las que justifican el tratamiento de los aneurismas, cuyo objetivo único es
la exclusión de los mismos del torrente sanguíneo, sin compromiso de los territorios
vasculares intracraneanos. Las alternativas quirúrgica y endovascular comparten este
mismo objetivo, y tienen aplicaciones específicas en algunos aneurismas, y
complementarias en otros.
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Hay varias maneras de clasificar a los aneurismas intracraneanos, que tienen en cuenta
su forma y algunos aspectos fisiopatológicos o etiológicos. Hay aneurismas saculares,
fusiformes y serpentiformes, pero también los hay disecantes, de origen degenerativo,
traumático, micóticos o relacionados a vasculopatías diversas. Según su tamaño, pueden
ser:
Microaneurisma: hasta 3 mm
Pequeño de 3 a 19 mm
Grande: mayor de 20mm, menor de 25mm
Gigante: Mayor de 25mm
Figura 2. Inyección selectiva de la arteria carótida interna izquierda en proyección oblicua, con su
correspondiente magnificación a la derecha. Se demuestra un aneurisma pequeño de la arteria comunicante
anterior y un microaneurisma de la porción proximal del segmento A2 de la arteria cerebral anterior de
este lado.
11
A. B.
Figura 3. Aneurisma gigante paraoftálmico Figura 4. Aneurisma grande de la arteria
Izquierdo. ASD comunicante posterior. A. imagen de RM con
información T2. B. ASD.
Es posible que toda esta información sólo pueda ser obtenida mediante la realización de
varios estudios. Con la reciente introducción de la técnica de angiografía rotacional, se ha
logrado una visualización más completa de la morfología de los aneurismas. Si
adicionalmente se puede procesar esta información para obtener estudios
tridimensionales, se puede llegar a obviar el uso de otras técnicas de reconstrucción
tridimensional, como la angioTC y la ARM. Por ello, la angiografía rotacional
tridimensional se está considerando cada vez más como una herramienta fundamental
para la evaluación de la circulación cerebral en pacientes candidatos a NRI o cirugía.
Toda esta información angiográfica se utiliza para determinar si el tratamiento es viable o
no. El tratamiento de los aneurismas consiste en su exclusión del sistema vascular,
idealmente completa, y sin compromiso de los territorios vasculares cerebrales (Figura
5).
13
A. B.
Figura 5.
Aneurisma sacular de la punta de la arteria basilar (ASD) A: antes de la embolización. B. exclusión
completa del aneurisma de la circulación posterior, con preservación de todas las ramas arteriales.
A. B.
Figura 6.
Cateterización superselectiva de aneurisma de la arteria comunicante anterior.
A. Avance del microcatéter sobre microguía hasta la base del aneurisma. B. La punta opaca del catéter
(flecha) se deja en el interior del saco aneurismático.
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Empaquetamiento del aneurisma con espirales metálicos (Figura 7). Aunque se han
desarrollado materiales semilíquidos, hay mayor control del empaquetamiento con los
espirales metálicos, los cuales sólo se desprenden cuando su posición se considera
adecuada, sin prolapso hacia los vasos vecinos. El primer y el último espirales se
consideran los de mayor dificultad. También bajo hipotensión controlada, se avanza
suavemente el primer espiral desprendible, para formar una especie de molde, sobre cuyo
interior se espera ir depositando los siguientes espirales.
Figura 7.
Empaquetamiento progresivo de un aneurisma por vía endovascular. El primer espiral tiene configuración
tridimensional y forma un molde que semeja una canasta, que debe ajustarse a la morfología y dimensiones
del aneurisma. Los siguientes espirales rellenan el resto del aneurisma.
A B C
Figura 8.
Oclusión de la zona de entrada del aneurisma, con exclusión satisfactoria del mismo de la circulación.
A. Control angiográfico durante el inicio del empaquetamiento, que muestra opacificación del
aneurisma con espirales en su interior.
B. Control final que muestra exclusión del aneurisma sin compromiso de la arteria comunicante
anterior.
C. Control de ASD que confirma la embolización exitosa del aneurisma de la arteria comunicante
anterior, con permeabilidad de este vaso y de ambas arterias cerebrales anteriores.
A B
Figura 9.
Marcas para la liberación de espirales. La marca del catéter es puntiforme, y se indica con una flecha negra.
Se encuentra a unos 3 cm del extremo terminal del catéter, localizado en el interior del aneurisma. La
marca del extremo final del catéter está oculta por los espirales ya introducidos. La marca del espiral es
lineal (flechas blancas). La relación entre la(s) marca(s) del catéter y la del espiral determina el momento
en el cual todo el espiral se encuentra por fuera del catéter, en el interior del aneurisma, indicando que
puede desprenderse con seguridad. Si el espiral no está completamente extruido, parte del mismo quedará
dentro del catéter al ser desprendido, perdiéndose el control de su posición, con el potencial de migrar hacia
vasos normales de la circulación cerebral. A. Sistema GDC ®. Se puede desprender cuando la marca lineal
(espiral) ha cruzado la puntiforme (catéter). B.Sistema de espirales TruFill ®. La ventana entre las dos
marcas lineales del espiral debe estar ocupada por la marca puntiforme del catéter para su desprendimiento
seguro.
desplazamiento del catéter dentro del mismo al inflar el balón. Con el balón inflado, se
avanza el resto del espiral, el cual debe ser contenido por el balón dentro del aneurisma, a
pesar de su cuello ancho. Al terminar el avance del espiral, se desinfla el balón, y se
determina si la contención del espiral fue suficiente. El remodelamiento del aneurisma
dado por el balón mantiene al espiral acomodado dentro del aneurisma sin prolapso de
sus asas, lo cual permite su liberación de manera segura (Figura 10).
C
A B
D E F
Figura 10.
Empaquetamiento de aneurisma de cuello ancho mediante la técnica de Moret.
A. Cateterización del aneurisma con el microcatéter. Las marcas del balón cubren el cuello del aneurisma.
B.Extrusión de una primera asa del espiral, a manera de protección previa al inflado del balón. Cualquier
desplazamiento del microcatéter hacia el fondo del saco aneurismático sin la protección del espiral podría
perforar el aneurisma. C.Empaquetamiento del primer espiral, contenido dentro del aneurisma por el balón
inflado. D. Desinflado del balón que verifica que el espiral se mantiene dentro del aneurisma.
E. Empaquetamiento progresivo con espirales, cada uno con inflado del balón para asegurar su contención.
F. Resultado final satisfactorio, con exclusión del aneurisma de la circulación.
Cada vez que se avanza un nuevo espiral para el empaquetamiento progresivo del
aneurisma, se repiten estos pasos. Esta técnica ha permitido el tratamiento de aneurismas
cuyo cuello era lo suficientemente ancho como para el prolapso de los espirales hacia el
vaso de origen. Hay que tener en cuenta que el balón no ocluye únicamente el cuello del
aneurisma, sino el vaso de origen, con lo cual se incurre en el riesgo adicional de producir
eventos isquémicos o embólicos en el territorio vascular correspondiente.
Una variante de esta técnica, en la que se requieren métodos o elementos adicionales para
asegurar la contención de los espirales dentro de aneurismas con cuello ancho, es el uso
18
A B C
D E F
Figura 11.
Empaquetamiento de aneurisma de cuello ancho a través de implante endovascular tipo Neuroform ®
Primer caso realizado en Colombia.
A. Aneurisma de cuello ancho en la arteria carótida petrosa, con intento previo y fallido de tratamiento
endovascular con técnica de remodelamiento (flecha blanca).
B. Posicionamiento de implante de malla, cubriendo el cuello del aneurisma. Las flechas indican las marcas
del implante.
C. Liberación del implante. Las flechas negras señalan las marcas puntiformes que indican que el implante
está abierto, cubriendo la base del aneurisma.
D. Cateterización selectiva del aneurisma a través de la malla del implante. La flecha señala la punta opaca
del catéter.
E. Empaquetamiento con espirales, contenidos dentro del aneurisma por el implante endovascular (flecha).
F. Resultado final satisfactorio. Las flechas negras señalan los extremos del implante endovascular, que
contienen a los espirales.
Dada la alta flexibilidad de los implantes de uso intracraneano, la cual es necesaria para
ascenderlos a través del sifón carotídeo, es posible que el uso de un implante no impida la
protrusión de los espirales hacia la luz carotídea, en cuyo caso se pueden combinar las
19
A B
C D
Figura 12.
Prueba de oclusión en un caso de aneurisma carótido oftálmico, realizada previendo dificultades para
preservar la arteria oftálmica. A. ASD inicial. B. Balón de oclusión (flecha) inflado en la arteria carótida
interna. La esfera metálica proyectada sobre el sena esfenoidal es de 3 mm. La oclusión de la arteria
carótida intracavernosa durante 30 minutos no produjo signos neurológicos, autorizando el sacrificio
arterial carotídeo en caso de necesidad. C. El aneurisma pudo ser cateterizado selectivamente, con la punta
del catéter dentro del saco (flecha blanca). D. Embolización exitosa, sin compromiso de la arteria oftálmica
ni necesidad de sacrificio de la arteria carótida ipsolateral.
Figura 13.
Aneurisma carotídeo cavernoso gigante izquierdo.
A. Embolización parcial con espirales, seguida del desprendimiento de dos balones de oclusión en las
porciones cavernosa y petrosa de la arteria carótida ipsolateral (flechas) B. Angiografía carotídea interna
derecha de control demuestra exclusión completa del aneurisma, con círculo de Willis permeable que
permite el llenado de ambas arterias cerebrales medias. No se presentaron secuelas neurológicas.
Malformaciones vasculares
Las malformaciones vasculares (MAV) corresponden a la formación de canales
vasculares anormales que conforman un nido que carece de lecho capilar y puede
asociarse a otras alteraciones vasculares, tales como fístulas arteriovenosas y
aneurismas. Su prevalencia es menor de 1% y su incidencia en series de autopsia es tan
baja que se asume que todas las MAV se manifiestan en algún momento de la vida. En
entidades como la telangiectasia hemorrágica hereditaria, su prevalencia es mayor. La
morbimortalidad de las MAV se relaciona con su propensión a la hemorragia espontánea,
intraparenquimatosa o al espacio subaracnoideo. Algunas de sus manifestaciones clínicas
pueden estar relacionadas con fenómenos asociados a alteraciones en el flujo, como la
hipertensión venosa, los fenómenos de «robo» arterial, o hidrocefalia. Cerca de la mitad
de las MAV se presentan con hemorragia, cuya mortalidad inicial es de un 10%, con una
morbilidad entre 25 y 58%. Sin embargo, las posibilidades de mejoría significativa
después de la hemorragia de una MAV son mejores que los casos de hemorragia por
aneurismas.
Una vez que se manifiesta con hemorragia, se requiere del uso de la ley multiplicativa de
probabilidades para calcular el riesgo acumulado de hemorragia para el resto de la vida:
Riesgo = 1 – 0.97 años de vida restante esperados
Por ejemplo, una persona de 50 años de edad, con 25 años más de expectativa de vida,
tendrá un riesgo calculado de hemorragia de 53% para los años que le restan. Esta
metodología para el cálculo del riesgo de hemorragia asume que dicho riesgo es uniforme
año a año y que no se ve afectado por otros factores, como la aparición de síntomas o de
sangrado reciente. Existe controversia en cuanto al riesgo de hemorragia de las MAV. Se
describe que en el primer año de la hemorragia de una MAV, el riesgo de resangrado
puede elevarse hasta entre el 6 y el 17%. También se ha descrito que los pacientes que se
manifiestan inicialmente con convulsiones tienen mayor riesgo de hemorragia que
aquellos que no convulsionan o que no han sangrado. Independientemente de los
aspectos morfológicos y hemodinámicos característicos de cada MAV, se han establecido
factores de riesgo que pueden favorecer el sangrado de una MAV:
Hemorragia previa.
Drenaje venoso profundo.
Localización peri o intraventricular.
La localización en la fosa posterior tiene mayor riesgo de mortalidad con la hemorragia.
Alta presión en la(s) arteria(s) nutricia(s).
Vena de drenaje única o presencia de oclusiones venosas.
Morfología difusa, aunque hay estudios que sugieren que los cambios angiomatosos
prominentes alrededor del nido de la MAV pueden asociarse a menor riesgo
hemorrágico.
Suplencia por vasos perforantes profundos.
Retardo en el tiempo máximo de opacificación arterial.
Sexo masculino.
Las MAV se pueden clasificar de manera sencilla en dos tipos, que dependen del sitio
donde se encuentra el corto circuito, en Piales (85%) y Durales (15%).
MAV Piales
Son lesiones vasculares congénitas que se presentan como una comunicación anormal
entre el sistema arterial y el venoso de los vasos cerebrales sin la interposición de
capilares; producen un cortocircuito arteriovenoso con aumento de la presión venosa de
manera focal o generalizada.
Las malformaciones arteriovenosas cerebrales son alimentadas por ramas piales del
sistema vascular cerebral, como son las arterias cerebrales medias, cerebrales anteriores y
cerebrales posteriores. El corto circuito arteriovenoso se encuentra dentro del parénquima
cerebral o en la superficie del cerebro.
Las manifestaciones de las MAV piales son variadas, e incluyen a los pacientes
asintomáticos, así como a pacientes con convulsiones, cefalea, daño neurológico
progresivo y otros.
Historia natural
Algunas características morfológicas y funcionales de las MAV las hacen más propensas
a sangrar: tamaño menor a 3 cm, asociación con aneurismas intranidales, restricción del
sistema venoso de drenaje, y localización periventricular.
Hemodinámica de la MAV
Hay 3 tipos de vasos sanguíneos relacionados a una MAV:
1-Directos: Son los que sólo nutren a la malformación y no tienen suplencia al cerebro
normal.
2-De paso: Vasos que nutren una malformación, pero no corresponden a ramas
terminales del vaso, sino que también irrigan porciones de cerebro normal.
3-Independientes de la MAV; Son vasos que en la angiografía cerebral se proyectan cerca
de la MAV pero que al hacer la cateterización supraselectiva de esa arteria con un
microcatéter solo hay nutrición a una zona del cerebro normal y no suplen la
malformación.
25
Las MAV se asocian a aneurismas en 5 a 10%, aunque algunas series han encontrado
hasta un 23% de asociación. Los aneurismas pueden ser distales o intralesionales en 19%,
proximales al nido de la MAV, en vasos nutricios de la misma en 57%, y remotos o de
etiología displásica, también conocidos como «relacionados al flujo» en 24%.
El «robo» es un fenómeno de flujo compensatorio al que se han atribuido síntomas
neurológicos progresivos, basados en las alteraciones de la autorregulación de la
perfusión cerebral regional, con efectos asociados como la hipoxia crónica localizada. Sin
embargo, no hay evidencia suficiente para apoyar esta fisiopatología; de hecho, hay
estudios funcionales basados en la medición de extracción regional de oxígeno y
respuesta al dióxido de carbono, que no han podido demostrar este tipo de alteraciones
fisiológicas, por lo que también se han postulado alteraciones locales en la capacidad de
adaptación tisular cerebral.
Tabla 2.
Diluciones de NBCA con Ethiodol para el retardo de su polimerización.
acuerdo al tamaño de los vasos que se pretende ocluir. Las más comunes son las de
alcohol polivinílico, descritas más adelante.
La embolización en MAV es curativa sólo entre un entre un 20 y 40% de los casos,
específicamente en MAV pequeñas o alimentadas por un solo pedículo directo. (Figura
14)
A B
E F C D
Figura 14.
Tratamiento prequirúrgico endovascular de MAV temporal residual, que ya había recibido tratamientos
quirúrgico y endovascular.
A. Proyección lateral. B. Proyección frontal. C. Cateterización superselectiva de la arteria temporal
posterior. La flecha indica la marca distal del catéter. D. (Recuadro) Magnificación de la inyección
intranidal. E y F. Control angiográfico que demuestra disminución de la MAV, con posterior resección
quirúrgica exitosa. Comparar con las proyecciones correspondientes, A y B.
Complicaciones de la embolización
La meta de una embolización es ocluir el nido de la MAV. Ocasionalmente el NBCA
puede ocluir otros vasos y llevar a complicaciones, tales como un infarto cerebral.
La hemorragia cerebral puede presentarse en un 15% de las embolizaciones, y es debida a
la oclusión de algunas venas de drenaje, con el consiguiente incremento de la
hipertensión venosa local y hemorragia. La exclusión de algunos vasos de la MAV puede
redistribuir el flujo aumentado hacia zonas de irrigación normal o disminuida por «robo»,
con el potencial de hemorragia en sitios distantes al de la malformación.
MAV Durales
Casi todas son lesiones vasculares de etiología adquirida, con excepción de algunas
detectadas en pacientes pediátricos. Se caracterizan por tener un cortocircuito de
localización dural. Los síntomas dependen del gradiente de presión entre los extremos
arterial y venoso de la fístula, como en el caso del tinnitus y el soplo audible. En algunos
casos, la sintomatología se manifiesta por la repercusión del flujo sobre el drenaje
venoso, con cefalea, proptosis y hemorragia como síntomas principales. El sangrado
secundario a una malformación dural puede ser intraparenquimatoso, epidural, o
subaracnoideo. El tratamiento endovascular depende del tipo de drenaje venoso,
prefiriéndose la vía de acceso venosa en muchos de los casos. Los materiales utilizados
también dependen del tipo de MAV; pueden ser necesarias algunas combinaciones de
materiales inyectables y espirales para lograr una adecuada oclusión.
carótido cavernosas. Las fístulas carótido cavernosas son más frecuentemente de origen
traumático, aunque pueden estar relacionadas con la ruptura espontánea de un aneurisma
carotídeo intracavernoso. El tratamiento endovascular corresponde a la exclusión de
dichas fístulas de la circulación cerebral arterial, y puede hacerse mediante balones de
oclusión que se avanzan desde el lado arterial de la fístula, de manera similar a la
exclusión de la arteria carótida mediante balones desprendibles. En algunos casos, se
utilizan espirales para la oclusión de las fístulas, o una combinación de materiales para
separar las circulaciones arterial y venosa anormalmente comunicadas, El acceso al seno
cavernoso y a la fístula también se puede hacer por vía venosa, desde las venas oftálmica
o facial.
Estenosis Carotídea
Incidencia
La formación de placas arterioescleróticas con estenosis de la arteria carótida interna es
una de las causas más frecuentes de infartos cerebrales; aunque la endarterectomía
carotídea es el tratamiento de elección, cada día cobra mayor vigencia el uso de implantes
endovasculares. Algunas de las indicaciones absolutas para este tratamiento son:
Alto riesgo quirúrgico
Bifurcación alta (por encima del ángulo de la mandíbula)
Estenosis por radiación
Displasia Fibromuscular
El diseño de los implantes endovasculares para la arteria carótida es similar al de otros
vasos periféricos y viscerales. Una vez cruzada el área estenótica con una guía blanda, se
avanza un balón de angioplastia para realizar una dilatación previa de dicha estenosis,
seguida de la colocación de un implante endovascular metálico que mantiene la
permeabilidad de la lesión estenótica. De acuerdo a las dimensiones de la estenosis
original, se puede hacer la dilatación con un sistema que tiene el implante previamente
montado, disminuyendo el tiempo de la intervención. Theron fue el pionero en el
desarrollo de diferentes sistemas de protección de la circulación cerebral, diseñados para
evitar la embolización de fragmentos de la placa ateromatosa hacia la circulación cerebral
durante la dilatación de la estenosis o el posicionamiento del implante. La función de los
sistemas de protección es la de retener las partículas que se liberan durante el
procedimiento; los sistemas de protección pueden utilizar un balón que ocluye la
circulación cerebral, con el posterior lavado y aspirado de la arteria carótida interna distal
al implante (técnica de Theron), o una especie de filtro, con diversos diseños, que no
impide el paso de glóbulos rojos con su carga de oxígeno hacia el parénquima cerebral
durante todo el procedimiento de la colocación del implante endovascular. Ambos
sistemas han demostrado buenos resultados, con ventaja significativa para los que utilizan
protección cerebral, por la disminución en la frecuencia de eventos embólicos (Figura
15.)
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A B C D
Figura 15.
Implantes endovasculares carotídeos.
A. Estenosis grave del origen de la arteria carótida interna, que no permitió el paso del sistema de
protección cerebral. B. Predilatación con balón de angioplastia coronaria. C. Adecuada recuperación del
calibre de este vaso con el implante, sin complicaciones embólicas. D. Estenosis de la arteria carótida
interna en el que se utilizó sistema de protección cerebral. E. La fotografía del sistema de protección con
filtro en forma de capuchón muestra material embólico ateromatoso (flecha) atrapado durante la colocación
de un implante endovascular carotídeo interno, sin complicaciones neurológicas.
3-Localización del implante. Sobre la guía angiográfica, con o sin sistema de protección
cerebral, se avanza el implante y se localiza, idealmente 1 cm distal a la estenosis hasta la
porción más distal de la arteria carótida común, de acuerdo a la longitud del implante. No
se han reportado consecuencias por el hecho de que los implantes cruzan el origen de la
arteria carótida externa.
A. B.
Figura 16.
Estenosis de la arteria basilar.
A. Estenosis grave del segmento proximal de la arteria basilar. Se logró el paso de una microguía a través
de dicha estenosis.
B. Implante endovascular basilar que mejora de manera significativa la perfusión de este territorio.
tratarse de lesiones «blandas», se utilizan balones que no producen mayor presión, pues
no están orientados a producir lesiones intimales controladas, como en el caso de las
angioplastias para lesiones estenóticas de origen arteriosclerótico. Estos balones permiten
hacer trombolisis mecánica, que, con la combinación de la guía angiográfica y de una
suave distensión del balón, se pretende recuperar la circulación intracerebral mediante la
fragmentación de émbolos. (Figura 17).
A B C
Figura 17.
Trombolisis mecánica de la arteria cerebral media. Oclusión embólica de la arteria cerebral media izquierda
durante un cateterismo cardíaco, con instauración aguda de déficit neurológico contralateral (afasia,
hemiparesia).
A. Angiografía carotídea interna izquierda inmediata (25 minutos después del evento embólico) que
muestra oclusión completa de la arteria cerebral media.
B. Se logró avanzar una guía distal a la oclusión, para posterior paso de balón.
C. Estudio angiográfico postrombolisis mecánica, con recuperación de la circulación cerebral media y
posterior recuperación neurológica completa.
Embolización de Tumores
Se define como el bloqueo de la suplencia vascular de los tumores. Esta oclusión
usualmente se realiza por vía endovascular, pero en algunos casos se hace mediante la
inyección directa del material de embolización al tumor, usando la vía percutánea.
La meta es que el material embólico bloquee los vasos pequeños dentro del tumor, sin
comprometer los vasos de los tejidos blandos adyacentes. Las indicaciones de
embolización de los tumores son:
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• Controlar un sistema de irrigación arterial que sea inaccesible por vía quirúrgica
• Reducir la pérdida de sangre durante un procedimiento de resección quirúrgica
• Permitir mayor visualización del campo quirúrgico
• Favorecer la resección quirúrgica completa
• Disminuir el riesgo de daño del tejido adyacente normal
• Aliviar dolor intratable
• Acortar el tiempo quirúrgico
Tumores Hipervascularizados
Los tumores hipervasculares de cabeza y cuello cuya embolización está indicada
incluyen:
Figura 18. Meningioma de la fosa posterior pre (izq) y post (der) embolización. Se preservan las arterias
que suplen los tejidos nerviosos, con exclusión de los vasos tumorales.
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Figura 19.
A. Meningioma del tentorio. RM que muestra realce intenso de la masa, la cual se proyecta al
espacio supratentorial.
B. Meningioma Post embolización. El realce con el medio de contraste es ahora periférico, indicando
la exclusión de la irrigación central del tumor.
C. Micropartícula de PVA dentro del capilar intratumoral.
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Figura 20. Paraganglioma vagal. Desplazamiento de la note el desplazamiento de la arteria carótida interna
hacia delante por masa hipervascularizada. El resultado posembolización demuestra persistencia del efecto
de masa, pero sin llenamiento de las estructuras vasculares que la conforman.
Materiales
Las partículas de polivinil alcohol (PVA) son las más frecuentemente utilizadas para la
embolización de tumores (Figura 21).
Figura 22.
Partículas de Polivinil alcohol (PVA). Es el material de embolización que más se usa en la disminución del
flujo a tumores. Las partículas vienen calibradas en diferentes diámetros, de acuerdo al tamaño de los
capilares que se espera ocluir. Se preparan como una suspensión con medio de contraste para su inyección
a través del catéter superselectivo.
Otras partículas de tamaños diversos, como las emboesferas, son menos comúnmente
utilizadas, pero si se encuentran disponibles y el operador está familiarizado con su uso,
siguen siendo una buena opción. Por su graduación en diferentes diámetros, es preciso
hacer una adecuada selección del tamaño de las partículas de acuerdo al objetivo de la
embolización y teniendo en cuenta el diámetro de los microcatéteres a utilizar. Las
partículas de mayor tamaño pueden ocluir parcialmente los catéteres más delgados. A su
vez, estas partículas pueden servir para excluir vasos de tamaño intermedio, lo cual
favorece la formación de vasos colaterales de irrigación al tumor, perdiéndose el efecto
esperado de disminución de hemorragia durante una excisión quirúrgica posterior a la
embolización. En algunos casos se utilizan materiales de embolización temporales, lo que
hace necesario coordinar con el equipo quirúrgico el tiempo entre la embolización y la
resección quirúrgica, usualmente de unas 48 horas, para evitar recanalización de los vasos
embolizados.
Si se utilizan materiales de inyección percutánea como el colágeno microfibrilar, se debe
esperar una reacción inflamatoria masiva inicial, que posteriormente esclerosa los lagos
vasculares encontrados en las lesiones hemangiomatosas. Si se pretende esclerosar de
esta manera un hemangioma localizado en el cuello, se debe anticipar el control de la vía
aérea, incluso mediante traqueostomía previa, pues el edema inicial puede asociarse a
obstrucción tan importante que comprometa la función respiratoria. Sin una adecuada
planeación, puede ser imposible una intubación de emergencia ante la aparición de edema
obliterante. Es muy importante el uso racional de los materiales de embolización. A
medida que se disminuye el flujo a un tumor, se aumentan las probabilidades de reflujo
hacia territorios vasculares sanos, incluyendo el paso de partículas de embolización a
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Técnica
De la misma manera como se describió para otras lesiones, se avanza de manera
superselectiva un microcatéter hasta la arteria que lo irriga. Este microcatéter se lleva de
forma coaxial a través un catéter guía. Previamente se ha obtenido un mapa vascular
mediante un estudio angiográfico completo, que no sólo determina la irrigación del
tumor, sino que busca la presencia de comunicaciones potencialmente peligrosas entre los
sistemas arteriales intra y extracraneanos (circulaciones carotídeas interna y externa).
Con el microcatéter se hacen inyecciones diagnósticas superselectivas que confirmen la
ausencia de comunicaciones peligrosas o de reflujo. Una vez seleccionada la posición
ideal del microcatéter, se procede a la inyección del material seleccionado para la
oclusión vascular. Las partículas de menos tamaño penetran mejor al sistema capilar
tumoral, pero también pueden producir lesiones isquémicas de las estructuras neurales,
llevando a sintomatología dolorosa por necrosis de los vasa nervorum. Se debe establecer
un compromiso entre el tamaño de las partículas que se selecciona y el objetivo de la
embolización, para no excederse. Las partículas de mayor tamaño pueden ocluír
tempranamente los vasos más grandes, y favorecer la creación de circulación colateral, lo
cual es contraproducente si se pretende facilitar la tarea de excisión quirúrgica. La
embolización de tumores debe respetar, en lo posible, los tejidos blandos sanos
adyacentes al tumor, lo cual también se logra mediante una adecuada selección de
partículas y un posicionamiento superselectivo del microcatéter.
En algunos casos, se hace la inyección percutánea directa del material esclerosante o de
embolización. Es el caso de algunos hemangiomas, que se puncionan directamente. Con
el fin de verificar que no se han puncionado estructuras vasculares mayores, se hace una
inyección con ASD, tratando de identificar vasos de drenaje que no se quieran ocluír, y
posteriormente se inyectan bajo control fluoroscópico con el material de embolización o
esclerosis seleccionado.
Conclusión
Las técnicas de NRI son variadas y se encuentran en estado de evolución, con la
frecuente aparición de nuevas metodologías y materiales para el tratamiento
endovascular de diversas lesiones. El manejo de los pacientes implica una estrategia
multidisciplinaria que inicia con una adecuada preparación y conocimiento del caso,
continúa con un procedimiento realizado bajo condiciones óptimas de neuroanestesia y
requiere de un manejo post procedimiento de cuidado intensivo neurológico. Estas
técnicas se pueden combinar con tratamientos médicos, quirúrgicos o de radioterapia. Es
indispensable que todos los miembros del equipo multidisciplinario, que involucran
además al personal de enfermería, auxiliares y técnicos de radiología, tengan un
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